martes, 1 de octubre de 2019

Literatura

Vallejo para no iniciados XII. Criticando al crítico

Julio Carmona

CONTINUANDO CON MI INQUIETUD de conocer la mayor cantidad de opiniones vertidas en torno a la vida y la obra de César Vallejo, asumí la lectura de uno de los libros de crítica literaria de Xavier Abril1. Y observé que en él se identifica con los parámetros epistemológicos de la estilística. Pongo un ejemplo. En el «Epílogo» de dicho libro dice estar en contra de la constante crítica que se da en Perú, de tener en consideración lo biográfico «con prescindencia —dice— de los modelos positivos del siglo XX, representados por la figura ejemplar de Leo Spitzer» (p. 163). Y bien se sabe que este autor se ubica en la línea de la estilística preconizada por Karl Vossler, corriente crítica que tuvo auge en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, y que fuera desplazada, en los setenta, por el estructuralismo, etc. Y, al comienzo del libro, asume su convicción de objetividad o estricta sujeción a la estructura formal. Y así lo dice:

«El estudio del poema se sitúa en la línea ceñida al significado estilístico-idiomático y al contenido ideológico, con prescindencia de cualesquiera otras consideraciones que no concuerden con los valores en juego, de las partes al todo y viceversa. Solo cuenta, pues, la estructura formal, la expresión poética: la meta de su creador» (op. cit.: 37. Resaltado mío).

Sin embargo, es preciso indicar que, no obstante esa declaratoria de sujeción estilística, hay momentos en que se desentiende de ella en, por ejemplo, la técnica para analizar los versos, pues los enumera a todos, cuando la estilística estableció hacerlo de cinco en cinco. Un modelo de crítica estilística es el libro de Amado Alonso, dedicado a la poesía de Pablo Neruda2, y ahí se puede ver lo aquí precisado. Y, asimismo, debo agregar que XA no cumplió con su pregonada objetividad o estricta sujeción a «la estructura formal, la expresión poética: la meta de su creador» con «prescindencia de cualesquiera otras consideraciones que no concuerden con los valores en juego», porque, más adelante, dirá lo siguiente:

«Vallejo escribe este verso [abrazado a mis brazos, de Poemas humanos] bajo el agobio de la mayor soledad, coincidente con la etapa en la que frecuentaba el Café Le Lion, casi todos los días, acompañado de sí mismo y abrazado a sus brazos. Esta es la misma época en que escribió, significativamente, de esta manera: subes a acompañarme a estar solo [a]. No hay duda alguna de que está implicada la presunta “compañera” de entonces [b]. En la etapa postrera, de su vida, es explicable, conociéndose su carácter, de que (sic3) Vallejo haya preferido estar consigo mismo, en forma absoluta [c], dada la trágica circunstancia a la que estaba abocado y que su conciencia interna sin duda registraba lúcidamente» (op. cit.: 114. Subrayados del autor).

Voy a comentar cada opinión que va seguida de una letra entre corchetes:

a) Se sabe, con toda certeza, que la época aludida ahí por XA es en la que CV escribió Poemas humanos. Pero, de ahí a que se relacione esa escritura, con una supuesta situación en la que CV estaba «bajo el agobio de la mayor soledad», es estar incursionando en el nivel de la subjetividad. Más aun si se sabe que en esa época (1937-1938), XA ya no estaba en Europa (1926-1936)4 y, por tanto, no pudo ser observador directo de tal agobio, que muchos de sus biógrafos —incluida Georgette— destacan como la de menos apremios económicos.

b) Y si esa opinión de XA es así de subjetiva, ella no puede sostenerse en la expresión apodíctica de «No hay duda», y mucho menos que esa taxativa veracidad sirva para denigrar a la esposa de CV, y lo que es peor, con la bajeza sibilina de no mencionar su nombre para decir «que está implicada la presunta “compañera” de entonces», puesto que en los años en que CV escribe los textos del libro Poemas humanos, no había una «presunta “compañera”», sino que la única compañera (sin comillas) era la esposa Georgette Phillipart de Vallejo.

c) Y es mucho más censurable —y más que subjetivo: ofensivo— que diga de esa «compañera» que «conociéndose su carácter (…) Vallejo haya preferido estar consigo mismo, en forma absoluta», pues sería ilógico que XA se esté refiriendo al carácter de CV, y, de ser así, resultaría totalmente ociosa la referencia a esa «compañera». Esta es, pues, una suposición doblemente desasida de toda ponderación crítica.

Pero lo decisivo de todo esto es que la interpretación del verso subes a acompañarme a estar solo, no puede tener como resultado que el poeta (no Vallejo) «haya preferido estar consigo mismo, en forma absoluta,» sino que sí acepta la compañía de otra soledad; es decir, que él siente unimismarse con su soledad la compañía del oyente imaginario. Y, además, así como no debe creerse (como lo hace XA, de manera totalmente desfasada) que el hablante poético es identificable con el autor, tampoco hay que apresurarse en confundir al oyente imaginario, al destinatario poético, con alguien que no corresponde (a ojos vista)5; porque el oyente imaginario —en el caso del poema, «De disturbio en disturbio», a cuyo verso alude XA— no es, de ninguna manera, Georgette. Es un interlocutor masculino, es un compañero trabajador o un miliciano a quien —en versos intermedios del poema— le dice:

«olvídame, sosténme todavía, compañero de cantidad pequeña,
azotado de fechas con espinas,
olvídame y sosténme por el pecho,
jumento que te paras en dos para abrazarme;
duda de tu excremento unos segundos,
observa cómo el aire empieza a ser el cielo levantándose,
hombrecillo,
hombrezuelo,
hombre con taco, quiéreme, acompáñame...».

Y esta identidad se percibe desde los primeros versos, en los que hace un paralelo entre su condición de intelectual revolucionario que lucha escribiendo, y la del miliciano revolucionario que va de disturbio en disturbio. Empieza así el poema:

«De disturbio en disturbio
subes a acompañarme a estar solo;
yo lo comprendo andando de puntillas,
con un pan en la mano, un camino en el pie
y haciendo, negro hasta sacar espuma,
mi perfil su papel espeluznante.»

Y es obvio que los «disturbios», en la comprensión total del poema, corresponden a la lucha social y no conyugal. Por otro lado, la expresión «negro hasta sacar espuma» alude, en este caso, a la acción del escritor (que trabaja como un negro) para lograr la belleza de la espuma a la que se refiere en «Intensidad y altura»6; pero es un trabajo en soledad, al que se integra la presencia imaginaria del miliciano que sube a ‘acompañarlo a estar solo’, para decir junto con él todo lo que quiere decir en el poema para que no sea solo espuma, y para que el mismo poeta no sienta su perfil espeluznante, sino su imagen de frente, sin temor ya, porque con él ya tiene compañía (y no, como dice XA, que la rechaza).

        O sea que, finalmente, la recusación que, en otro momento, XA hace de lo biográfico, en el «Epílogo» del libro, cuando dice que en él «No se incurre en especular alrededor de las vicisitudes del hombre como tampoco de subordinar, equívocamente, los propósitos estéticos creadores del poeta, a aquellas, en la relación de causa efecto. Incidir en semejante imbricamiento conduciría al desconcierto, creando una atmósfera falsa y turbia. El calendario tiene una vigencia relativa durante la existencia del protagonista» (op. cit.: 163); toda esta catilinaria contra la crítica impresionista o subjetivista —repito— en esa incisión crítica al poema de CV, caducó, y XA hizo lo que declaró que no iba a hacer.

        En otro momento, XA escribe lo siguiente: «El acierto estilístico de Vallejo demuestra la desalienación del artista y la del lenguaje» (op. cit.: 45). Si se dice —como lo hace XA— «acierto estilístico de Vallejo» se crea un ‘desconcierto’7, en tanto los aciertos del poeta no son «estilísticos», son aciertos poéticos, de los que la estilística se supone que daba cuenta. La estilística es una de las corrientes críticas. No es una actitud ni un valor propio del poeta. Si no, también se podría hablar de «acierto estructuralista», «acierto deconstruccionista», «acierto semiologista», etc. Y, por lo mismo, aquello de que ese «acierto estilístico (…) demuestra la desalienación del artista y la del lenguaje», realmente, resulta también ser bastante subjetivo, porque hacer referencia a una «desalienación del artista» no corresponde determinarlo al crítico literario sino, en todo caso, al alienista psiquiátrico.

        Concedo, sí, que el crítico literario pueda hablar de «desalienación del lenguaje» en el sentido de que el poeta está logrando que el lenguaje deje de ser ajeno, que lo esté convirtiendo en propio; pero esto no debe quedar en simple enunciación, sino que debe ser demostrado. Y eso no lo hace nuestro crítico en cuestión.
_____________________
(1) (1980). Exégesis trílcica. Lima: Labor.
(2) (1966). Poesía y Estilo de Pablo Neruda. Buenos Aires: Sudamericana.
(3) Aquí incurre en dequeísmo, pues —siguiendo el orden lógico de la frase: ‘es explicable (…)  que Vallejo haya preferido’.
(4) Todos los biógrafos de XA coinciden en precisar esta permanencia europea entre esos años. Y un dato más a la mano es lo que escribe Javier Ágreda en: «“La poesía soñada” de Xavier Abril», Lima: La República, 06 de octubre de 2006.
(5) Sobre el particular —por ejemplo— dice Marco Martos que hay que intentar «ver qué persona poética se está expresando y precisando en todos los casos que la persona poética no se corresponde necesariamente con el propio autor» (en: 1993. Encuentro con Vallejo. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos: 152).
(6) «Quiero escribir pero me sale espuma», es decir, ‘me sale un verso bello como la espuma, pero que está vacío: bello por fuera, hueco por dentro como el bambú’, y CV no aspira a producir una belleza vacua, él ‘quiere decir muchísimo’.
(7) Uso esta expresión, pues el mismo XA dice que se debe evitar ese «desconcierto» al ejercer la crítica literaria: «Incidir en semejante imbricamiento conduciría al desconcierto, creando una atmósfera falsa y turbia» (op. cit.: 163).





Vallejo fundador del arte y cultura proletarios.
-II-
Roque Ramírez Cueva.

DIJIMOS QUE CASTELNUOVO Y VALLEJO viajaron a Rusia a conocer la realización de un estado socialista, primera experiencia en el mundo, lo hicieron por solidaridad y, ¿por qué no?, por satisfacción de que no era vana utopía la conquista de una sociedad más justa, tal como lo planteaba el pensamiento con el cual simpatizaban. No fue una visita de cortesía ni tampoco de intenciones placenteras, obviamente fue un viaje reclamado por el compromiso social que tenían con actores sociales populares y progresistas de sus países, y con la real perspectiva de entender in situ el pensamiento socialista.

        Castelnuovo, antes del viaje estuvo vinculado a las ideas anarquistas en el movimiento social argentino, por eso no viaja con una invitación directa de organizaciones socialistas sino por mediación de un médico amigo, y a pesar de la declaración en su libro de viaje afirmando que él no ha viajado para convertirse en un militante bolchevique, a su regreso mostraría un evidente cambio en sus ideas de intelectual anarco por el tránsito a un preciso pensamiento orgánico, total, el marxismo. Así, lo testimonia:

”Dejé de ser un pensador aristócrata y señorial y me puse, intelectualmente, otra vez mi blusa obrera. Adquirí un sentido de conjunto que antes no poseía y llegué a percibir la revolución social, no como un hecho catastrófico, ni como una conjuración de genios o de generales, sino como un fenómeno histórico que realizará el proletariado cuando llegue a su madurez, la preparación revolucionaria de las masas. (…) El cambio que experimenté se lo debo exclusivamente a Rusia. (1)

Castelnuovo se involucra con los intelectuales de izquierda, pero como él mismo lo dijo no se volverá bolchevique (serlo significaba ser proletario); en otras palabras, su obra no se caracterizará por definirse dentro de un perfil proletario, pero sin duda asume las ideas marxistas que influyen en su obra última de cuando lidera el Grupo Boedo.

        El poeta y narrador Raúl Gonzales Tuñón, en cambio si se decide por el cambio del ser, de gran tono estético (martinfierrista) a sumarle un ánimo de compromiso social inconfundible, tanto sus narraciones como sus poemas de esta nueva estación que transita desprenden la aceptación de imágenes y tropos que lo configuran como un escritor diferente, efecto de los sucesos de Octubre de 1917 protagonizados por los bolches soviéticos. Aspira a esto último a partir de sus lecturas de la teoría marxista. Mas no sólo es diferente por comprometerse con las opciones sociales, él tiene fe (Mariátegui dixit), cree en la revolución, y por ello se promete ser un poeta vinculado a la revolución. Mónica Bueno, hablando del escritor y del sujeto literario creado por Gonzales Tuñón en sus obras, lo expresa con certeza, de esta manera:(2)

“Pero la mirada de este sujeto se deja llevar por un lugar posible que se marca ideológicamente como probable sólo luego del salto revolucionario. Sin embargo, la función de esa presencia fuerte del yo poético en estos dos libros queda justificada por su rol de vate, (en este caso, si Tuñón retoma una marca social del poeta que lo define como profeta, anticipador del futuro) que le permite conocer y anticipar esa utopía, y dar coherencia a ese sujeto que muestra su proceso de cambio de la fascinación por la bohemia al ejercicio de su responsabilidad social. Las metáforas de la revolución y la utopía las fragua en el registro coherente de su semántica textual ya que no abandona las imágenes del espacio urbano”

Lo acontecido con Raúl Gonzales Tuñón, es parte de un proceso, sin duda, donde el medio de cambio es la dialéctica a través de las noticias y textos que testimonian la experiencia de los revolucionarios rusos y su naciente sociedad; sobre todo después de lecturas de las teorías de los fundadores del marxismo, Marx y Engels, y luego Lenin, tenemos que entenderlo así para no confundir su paso a la estación opuesta como asunto de mera adhesión emocional repentina.

        La mayoría de críticos los ubica en la corriente vanguardista, pero esta escuela literaria aporta al proceso mundial literario al innovar el lenguaje poético –tal vez olvidaron que el modernismo inició tal innovación- según la visión del canon que apuesta por privilegiar la forma al margen del fondo. El poeta Julio Carmona, en su rol de lector, lo aclara, “El vanguardismo, con su pretensión declarada de hacer avanzar al arte más allá de lo que había ocurrido desde el renacimiento (y los movimientos que lo sucedieron), circunscribió ese impulso a los límites puramente formales, y no trascendió a buscar el vínculo con la revolución social, a pesar de la postura política asumida por el superrealismo” (3).  Y desde luego, Castelnuovo y Gonzales Tuñón avanzan más allá de la vanguardia, su opción es realista y clasista.

        En el caso de Vallejo, los críticos del canon citado no difieren nada a pesar que lo sucedido con Vallejo fue diferente, lo muestran como un introductor de la vanguardia en el Perú. No obstante que nuestro poeta después de visitar Rusia, no tiene dudas de su decisión personal acerca de sus proyectos de vida respecto de su ideología y militancia política, luego de regresar de su primer viaje pasa a integrar la célula del Partido Comunista Peruano que se organiza en Francia.

        Y a partir de esa toma de decisión Vallejo actuaría con lealtad a nociones  marxistas, por ende a la ideología del proletariado (4); que las manifestará en su condición de ser social y de creador (en lo último, desde su literatura forjada en Europa). Este desenvolvimiento inusual lo configura como  el fundador de la literatura proletaria en el Perú. Ya José Carlos Mariátegui nos  alertó de ello al percibir en sus primeros libros (Heraldos negros y Trilce) un sentimiento socialista, citado por J. Carmona. (5)

        Cómo entendemos estas aseveraciones, en otro ensayo Mariátegui afirma que la tendencia realista y proletaria tienen un punto de partida común, la novela El cemento de Fedor Gladkov, y es bajo esta nueva tendencia narrativa que Vallejo busca inscribir su novela El Tungsteno.(6) Xavier Abril señala que esta narración es una obra que nos expone a modo de puente, sin fricciones, los dos momentos cruciales en la vida de César Vallejo: Uno, su experiencia rural apreciada desde la ideología campesina, y obvias manifestaciones de un humanismo positivista (aún no lee a Marx ni conoce la obra de Lenin), presente en sus primeros libros atrás mencionados. Dos, su experiencia urbana y cosmopolita nutrida –lo venimos diciendo- por una ideología obrera, pero de características proletarias al asumir como suya la ciencia de esta clase social, asuntos en que coinciden Víctor Mazzi Trujillo, (7) Julio Carmona (8), al enfatizar en las perspectivas del discurso (sin mengua de la forma)  en España, aparta de mí, este cáliz y en su obra póstuma Poemas Humanos.

        Cuando Mariátegui habla de la tendencia proletaria en la nueva literatura que se produce en el país de los soviets, confronta a la crítica conservadora con nuevas apreciaciones estéticas a partir de los fundamentos de I. Ehrenburg y, prioritariamente, del análisis de la obra de Gladkov: “Los bolcheviques oponían un realismo activo y práctico al misticismo espirituoso…, una voluntad realizadora y operante a su hesitación nihilista y anárquica, una acción concreta y enérgica a su abstractismo divagador, un método científico y experimental  a su metafísica sentimental.” (9) Esta exégesis de JCM,  Xavier Abril la ha diferido para el caso de entender El Tungsteno, en reseña que publicó, atrás dicha.

        Es necesario hacer notar que El Tungsteno no es un aprendizaje narrativo y menos resultado de una escritura emotiva, tal como sugieren los críticos cazadores del error en las creaciones orientadas hacia ideales proletarios. Cuando Vallejo se decide a escribirla ya integraba la célula del Partido Comunista en Francia, y desde ya deslindaba con cualquier ideología que se oponía al manifiesto marxista asumido. Los personajes construidos, tanto en su condición de clase social y de lenguaje, van a sufrir una transición transformadora.

        De campesinos indígenas, quechua hablantes con dificultades en la expresión del idioma que los domina, el español, se convierten en obreros de mina que logran superar el impase idiomático en tanto adquieren una concientización dada por líderes que los organizan para defenderse de la brutal e inhumana explotación de la empresa minera, aprendiendo el nuevo discurso adquieren fluidez idiomática y, sobre todo, una visión diferente y solidaria con sus intereses.

        De esa manera, los nuevos protagonistas, pasarán a entender la sociedad en que nacieron y trabajan, mayoritariamente agraria y de capitalismo incipiente. Vallejo, sin descuidar las formalidades narrativas asume en su narración diversos puntos de vista, acorde a la condición social de los personajes tanto protagonistas como antagonistas. Presentar la temática de la confrontación entre trabajadores y patrones del campo y la industria busca conmocionar a partir de la empatía de lectores diversos.

        Por eso, sabiendo que Tungsteno es novela proletaria fundadora, él se dispuso a asumir el papel que asumieron los prosistas clásicos de la literatura griega (fundadores primigenios), como la didáctica de Hesíodo en Trabajos y sus días.  Y este papel se lo propone, aspirando a que sus lectores no serán solo lectores avisados sino también trabajadores que leen con dificultad, en ese entonces apenas había acceso al nivel primario en las zonas rurales, los latifundistas promovían el analfabetismo. Y siglos después, sólo han cambiado los mecanismos “blandos” de explotación.

        César Vallejo, gran lector, primero de la heredad y necesaria tradición romántica; y luego, del panorama innovador de las vanguardias, y, claro de las vitales y dialécticas literaturas rusa y soviética; decíamos, de ninguna manera podía desconocer las nuevas técnicas narrativas. En sus cuentos muestra que las domina. Por eso, no cabe la acusación de una novela   improvisada: Mariátegui publica un episodio de esta prosa en la revista Amauta Nº 8 de abril de 1927 con el nombre de “sabidurías”, y que luego esas anécdotas se incorporan a  El Tungsteno (10).

        Y, por su parte la crítica antagonista o no simpatizante del marxismo, sólo acepta que su “demérito” es ser una novela de tesis, pero no cuestiona su composición, su estructura, el lenguaje, la construcción de sus personajes, etc., por el contrario le dan méritos que han caído por su propio peso, la elevación y universalidad del creador y su obra los obliga a rendir pleitesía, por su signo anti imperialista y moderno, es el caso de R. Gonzáles Vigil. (11) O tener ideas radicales, según J. M. Oviedo (12)

        El asunto literario propuesto, tiene un propósito definido, en tanto es –ya se dijo- una innegable novela de tesis, presentar “el nuevo espíritu comunista integral” que Vallejo proclama (13). Y esa propuesta es que, potenciales lectores obreros y campesinos evolucionen a obtener una nueva visión del mundo para conocerlo, y desde aquí conquistar y conocer otro mundo que los incluya; a través de, por cierto, la cultura e ideales proletarios. Por tanto, la pregunta inicial que nos planteamos, al iniciar el artículo, y que no redactamos, ¿Qué papel le está destinado a César Vallejo en el proceso de la literatura peruana? Tiene una respuesta, que tal cómo mencionamos en la parte I, no es sólo nuestra sino colectiva.

Notas Bibliográficas:
(1)       Elías Castelnuovo, Yo vi...! en Rusia …, Buenos Aires, Diario Actualidad, 1932; pág. 42. Citado por Sylvia Saitta  Elías Castelnuovo, entre el espanto y la ternura” Universidad de Buenos Aires – Conicet

(2)       Bueno, Mónica. Raúl González Tuñón: vanguardia y revolución. “La encrucijada del sujeto poético.”

(3)       Carmona, Julio. “Vallejo y el vanguardismo” en Blog Creación Heroica, sección Literatura, 8 de diciembre del 2013.

(4)       Julio Carmona afirma, al referirse a Vallejo y Mariátegui: “uno de los aspectos más importantes de las pautas legadas por ellos es su fidelidad a la ideología de la clase obrera, a la ideología proletaria". Ver en  “José Carlos Mariátegui y César Vallejo: Los iniciadores de la cultura y literatura proletarias en el Perú”. Blog Creación Heroica. Sección Literatura. 10 de Julio del 2013

(5)       Carmona, Julio. La poesía clasista. Poesía y lucha de clases en el Perú contemporáneo. Lima. Grupo editorial Arte Idea. Capítulo Tercero. 2011, p 143

(6)       Mariátegui, J. C.; citado por Xavier Abril. “reseña de El Tungsteno”, en Revista Crisol. México 1931.

(7)       Q’ollana Nº 2. Revista de Asociación de Docentes UNE. La cantuta, 1992.

(8)       Julio Carmona escribe: “César Vallejo es, pues, el precursor y más  cabal representante de la poesía proletaria, no sólo en el nivel de la creación sino también en el de la teoría, tanto para nuestro pueblo como para todos los pueblos oprimidos del mundo, quienes tienen en su obra una guía para la acción de la poesía clasista…”  Ibid. La poesía clasista en el Perú. Capítulo Tercero. P 190

(9)       Mariátegui, J.C. El artista y la época. Quinta edición. Lima. Empresa Editora Amauta. 1973. Pp. 166-167.

(10)    Vallejo 2014. Actas del Congreso Internacional. Tomo I. Lima. Editorial Cátedra Vallejo EIRL.  José Luis Ayala “César Vallejo: Sabiduría, novela trunca e inconclusa. Pp 361-373

(11)    R. Gonzales Vigil, incluso la señala como una narración paradigmática por su simbología anti imperialista, y ser parte de una modernización narrativa. Ver prólogo del Tomo, César Vallejo/Novelas y cuentos completos. 1998.  

(12)    José Miguel Oviedo, citado por Eduardo Huárag Álvarez, comenta, “…estaba concentrado en tareas para él mas urgentes entonces: el periodismo y la literatura de combate ideológico a favor de la revolución.” Ver (10)  Vallejo 2014. Actas del Congreso Internacional. Tomo 2. Lima. Editorial Cátedra Vallejo EIRL p, 36.

(13)    Vallejo citado por Stephen Hart, en “La cultura y la política en la prosa periodística de César Vallejo”. 1988.

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