lunes, 1 de enero de 2018

Internacionales



Nota:

A partir de la presente edición de CREACIÓN HEROICA publicaremos los diversos capítulos que componen el libro electrónico Macri. Orígenes e Instalación de una Dictadura Mafiosa, del compañero Jorge Beinstein, publicado por Ediciones virtuales Waiwén.

01-01-2018
Comité de Redacción

Macri. Orígenes e Instalación de una Dictadura Mafiosa

Jorge Beinstein

Prólogo del autor
(Noviembre de 2017)

Entre la redacción de este prólogo (fines de Noviembre de 2017) y la del primer capítulo del libro (Septiembre de 2017) han sucedido hechos que aceleran la tragedia argentina.

       La estrategia gubernamental de control mediático concluyó exitosamente su primera etapa: la liquidación del grupo Indalo a través de una venta forzada (combinación de presiones fiscales y judiciales siguiendo el estilo mafioso ya clásico del régimen) y de esa manera el apoderamiento de canales de televisión como CN23 o C5N (el más importante canal de televisión con perfil opositor), radios de gran alcance como Radio 10, diarios (por ejemplo “Ambito Financiero”), portales de noticias, productoras, editoriales, etc. Los grandes medios de comunicación ya han sido devorados. Luego del barrido grueso seguramente comenzará dentro de no mucho tiempo el barrido fino de medios de comunicación de menor envergadura (radios y canales de televisión locales, editoriales y otras vías de información popular) para ello seguramente profundizarán y extenderán las técnicas ya en curso (coacción física, arbitrariedades policiales y judiciales, etc.). El objetivo es la conformación de un sistema comunicacional completamente regimentado no al estilo de las viejas dictaduras militares sino siguiendo el nuevo esquema flexible y embrutecedor de la era de la Guerra de Cuarta Generación (desintegración cultural de la población combinada con manipulaciones puntuales de alta intensidad).

       También apareció el cadáver de Santiago Maldonado confirmando así su asesinato ejecutado por la Gendarmería Nacional actuando bajo órdenes de la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrrich (evidentemente por encargo del presidente) y de su Jefe de Gabinete, Pablo Noceti quien en el pasado se había destacado como abogado defensor de militares genocidas(1). La cacería racista contra el pueblo mapuche continuó sin tomarse siquiera un respiro luego del asesinato de Maldonado y hacia fines de Noviembre logra nuevas víctimas. El  asesinato de Rafael Nahuel, cometido por la Prefectura Naval, nuevamente bajo órdenes directas del Ministerio de Seguridad, expresa mucho más que el ensañamiento del gobierno contra el pueblo mapuche, lo que a comienzos de 2016 se presentaba como un régimen de CEOs, ladrones de alto vuelo y guante blanco, comienza a mostrar su esencia criminal, los hábitos sanguinarios de la mafia se van instalando en medio de la podredumbre del país burgués, renace el terrorismo de estado.

         La ola represiva no hace más que comenzar, el círculo superior del Poder sabe muy bien que la intoxicación mediática tiene rendimientos decrecientes a medida que el desastre económico y social se va profundizando, la pérdida de eficacia de ese instrumento requerirá cada vez más del empleo de la fuerza bruta. En estos días fue conocida la información de que el Grupo Halcón de la Policía de la Provincia de Buenos Aires había realizado un viaje de entrenamiento a los territorios palestinos ocupados por Israel, allí recibieron capacitación israelí en técnicas represivas contra la población civil (2).

       Respaldados por el gobierno, servicios de inteligencia de Estados Unidos como la CIA y la DEA o la Mossad de Israel han  penetrado en profundidad no solo en las estructuras de inteligencia, policías y sistemas de seguridad interior en general sino también en áreas políticas como el Ministerio de Relaciones Exteriores. La DEA, por ejemplo, especializada en el tráfico de drogas, tiene una actuación destacada en países como Paraguay, Colombia, México… y Argentina. El control de ese tráfico (y no su eliminación) le permite manipular a políticos, empresarios, policías y otros para utilizarlos en sus diversas operaciones coloniales. En el caso argentino, la asociación entre servicios estadounidenses, israelíes y europeos ha logrado en estos dos últimos años no solo la consolidación o reconquista de espacios de influencia anteriores  sino además avances notables en áreas políticas y militares del estado de gran importancia estratégica (3).

       Por otra parte aprovechando su buen resultado electoral el gobierno avanzó rápidamente en su ofensiva intimidatoria contra la oposición poniendo en prisión (show-linchamiento mediático mediante) al ex Vicepresidente Amado Boudou y al ex Ministro de Planificación Julio De Vido al mismo tiempo que lanzaba iniciativas de “reformas” laboral, previsional y fiscal  que iban mucho más lejos en la agresión a trabajadores y jubilados que lo que habían logrado gobiernos civiles derechistas como los de Menem y De la Rúa o la última dictadura militar, transfiriendo suculentos beneficios a los grupos económicos más concentrados.

       Tampoco estuvo ausente el espacio ya bombardeado del poder judicial, prosiguió la limpieza de magistrados fuera de control como la Procuradora General de la Nación Gils Carbó o los jueces Freiler y Arias. La mafia necesita de manera urgente disciplinar completamente a ese sector no solo para poder utilizarlo de manera cómoda en sus acciones represivas sino también para amortiguar la ola ascendente de descubrimientos de sus negocios ilegales, desde los Panamá Papers hasta el affaire Odebrecht(4), pasando por innumerables casos de corrupción que involucran a la casi totalidad del gobierno.

Avanzando a toda máquina

Luego de dos años de avance sistemático la sombra de la dictadura mafiosa se extiende ahora sobre el conjunto de la sociedad argentina, una pequeña camarilla concentra los tres poderes del estado así como los poderes económico y comunicacional, lo que resta fuera de su alcance se presenta como un abanico de fuerzas impotentes ante la aplanadora  del régimen. El bloqueo completo del sistema institucional podría ser logrado próximamente si Macri consigue imponer el voto electrónico, la farsa electoral coronaría el show macrista. Como en los viejos tiempos de la dominación oligárquica la soberanía popular, hoy bastardeada por la conjunción mediática-judicial, sería totalmente anulada por el fraude.

       Sin embargo el ascenso de las acciones represivas que culminaron con la captura y asesinato de Santiago Maldonado o la sucesión de atropellos a docentes, discapacitados y jubilados no afectaron a su base electoral, el bombardeo de los medios de comunicación alcanzó para preservarla.

       Se trata de un fenómeno novedoso, dictatorial pero civil y adornado con títulos constitucionales, esgrimiendo su origen “democrático” (evidentemente impuesto por una gigantesca manipulación mediática). Heredero de la euforia gorila de 1955 que reunió a clases medias y altas rodeando a los militares golpistas, aparentemente extinguida pero reapareciendo luego de una prolongada latencia, escondida en lo más profundo del alma de la derecha argentina y heredando también la obsesión antisubversiva de 1976, prima hermana de lo anterior.

       En suma una dictadura que ha podido instalarse sin sacar los tanques a la calle, exhibiendo buenos modales que de todos modos no pueden ocultar su incultura (subcultura primitiva de la lumpenburguesía). Respaldada por masas clasemedieras excitadas no solo contra los pobres (como sus ancestros gorilas) sino también contra el progresismo y su espacio cultural considerado una cueva de ladrones y transgresores por sus hipnotizadores mediáticos a los que aún obedecen arrastrando en el delirio a fragmentos importantes de la clases bajas. Y como otras veces combinando cínicamente moralismo discursivo, cruzada retórica contra la corrupción, con robos descomunales y demás delitos flagrantes presentados como sinceramientos, ajustes necesarios o simplemente negocios normales.

       Mezcla neofascista del siglo XXI cuyos conductores juegan al pocker al borde del abismo, inflando sin cesar una burbuja financiera destinada a estallar.  Nunca antes los argentinos habían conocido algo parecido, la irrupción de un régimen civil dictatorial ejercido directamente por el nivel superior del poder económico aparece como un hecho sorprendente.

       Lo que presenta la historia nacional es una larga sucesión de gobiernos populares estratégicamente débiles, dictaduras militares más o menos sanguinarias y gobiernos civiles conservadores inestables bajo el control de la élite empresaria y en ciertos casos muy presionados por el poder militar. La secuencia confirmaba la permanencia del círculo vicioso del subdesarrollo cuya dinámica logró finalmente producir un salto cualitativo monstruoso. Ya que mirando hacia atrás podemos comprobar que ese proceso degradaba más y más a la estructura social en su conjunto, engendraba y expandía tendencias destructivas no solo a nivel de las élites dominantes, que se iban transformando en bandas depredadoras, sino también de amplios sectores de las clases medias encandiladas por los de arriba y acumulando desprecio hacia los de abajo. Barbarie que se fue extendiendo hacia las clases bajas fragmentadas por décadas de desindustrialización, donde se acentuaban las diferencias entre los integrados y los marginales, donde la mayor parte de los aparatos sindicales pasaron a ser las plazas fuertes de burócratas sumergidos en el delito. La mansedumbre de los jefes la CGT ante las arremetidas del gobierno contra los asalariados se explica no solo por la proximidad ideológica entre ambos sino también, principalmente, por la vulnerabilidad judicial de los burócratas.

       La élite mafiosa fue imponiendo decisiones que perjudican a la inmensa mayoría de la población, pero esa mayoría objetiva está escindida entre quienes reaccionan y se defienden (sin atreverse, por ahora, a traspasar los límites que les fijan sus verdugos) y los que festejan estúpidamente a los bandidos que les roban. Dentro de este último sector podemos diferenciar a quienes la euforia fascista les hace privilegiar el odio social por sobre el deterioro concreto de su situación material, de los que consiguen mantenerse a flote, como frágil clase media, transfiriendo el daño recibido hacia otros más débiles que ellos.

       Neofascismo periférico del siglo XXI, novedoso y entonces difícil de describir empleando esquemas conceptuales del pasado. Asistimos a una gigantesca crisis de percepción donde lo evidente se hace invisible. El sector derechizado de la población celebra la derrota del “populismo”, vota contra el “populismo” mientras la nave en la que está embarcado se encamina hacia el desastre financiero y sus inevitables tragedias sociales. Frente a ello el grueso de la oposición aparece dominada por una suerte de droga pacificadora que le impide reconocer la realidad, se aferra a los mitos de una institucionalidad podrida, quiere creer que la dictadura mafiosa es una democracia “restringida” o “de baja intensidad” o “condicionada” o “burguesa” según la inclinación del observador. Pero se niega a reconocer a la dictadura como dictadura ni a su naturaleza mafiosa, decadente, como un aspecto decisivo, irreversible de la alta burguesía argentina y en consecuencia de la cultura dominante penetrando en un amplio abanico de jerarquías sociales inferiores.

       Porque hacerlo significa sacar los pies del plato, romper con el sistema, postular una resistencia popular que apunte hacia la transformación (democratización) profunda de la sociedad, regenerada sobre la base de la erradicación del poder elitista, de sus estructuras mediáticas, institucionales, financieras, agrarias, industriales, de los lazos de sometimiento colonial.

       El de Argentina no es un caso aislado, en América Latina asistimos a fenómenos parecidos, basta con observar las realidades de Paraguay gobernado por un narcopresidente, de Brasil después del golpe de estado con un gobierno de bandidos completamente impopular e inestable, de México, Colombia, República Dominicana...

       Una mirada más extendida nos permitiría ver a un planeta capitalista todavía bajo dominación (declinante) occidental controlado por lumpenburguesías basadas en los negocios financieros y una amplia variedad de actividades gangsteriles donde se destaca el Imperio estadounidense con una economía desquiciada y “gobernado” por un presidente grotesco. Desde el punto de vista global Macri no es una excepción aunque tiene sus rarezas, producto tal vez de la especificidad de la degeneración argentina. El hecho de que un país se encuentre gobernado por el primogénito de un clan mafioso sobre el que sobrevuela la sombra de la ‘Ndrangheta no es un caso habitual. Suena extraño, parece un film fantasioso inspirado en “El Padrino”. Aunque la realidad es mucho más compleja, Macri es una suerte de primus inter pares, número uno (no sabemos durante cuánto tiempo) de una articulación mafiosa que reúne a los dueños reales del país. Asociación inestable excitada por el saqueo, inmersa en un mundo burgués financierizado acosado por la crisis económica y geopolítica.

       La ideología de la élite argentina no se nutre de paradigmas imperiales relativamente estables como ocurrió con la vieja oligarquía y su relación cipaya con el Imperio Inglés o incluso con la clase alta del pasado más reciente alimentada por la ilusión de formar parte del Imperio norteamericano considerado el imbatible centro del mundo. Esta es una camarilla nihilista navegando a la deriva, solo interesada en el corto plazo. Ni siquiera esgrime valores autoritarios viejos o nuevos sino solo la brutalidad del poder autolegitimado a través del periodismo mercenario.


1
Una introducción necesaria. Orígenes y auge del poder mafioso en Argentina (Septiembre de 2017)

Este libro reúne una serie de textos producto de la reflexión acerca de la prolongada degradación de la sociedad argentina. Nos encontramos ante una situación que escapa a los viejos paradigmas aunque las cabezas de muchos argentinos no perciben esa nueva realidad, en especial las de su clase política.

       No es la primera vez que eso sucede, la derecha pero también la izquierda (salvo unas pocas excepciones) no supieron entender la naturaleza de los cambios que se habían producido en los años 1940; la industrialización, la emergencia de las masas obreras y de formas culturales nuevas descolocaron a quienes seguían pensando en términos de una realidad superada. El ascenso peronista quebró prejuicios, hizo obsoletas interpretaciones que formaban parte del llamado sentido común. El fenómeno se produjo en un contexto internacional signado por la declinación de la superpotencia imperial dominante: Inglaterra, que entre las dos guerras mundiales fue perdiendo fuerza acosada por candidatos a la primacía que fracasaron como Japón o Alemania y de otros que desde 1945 pasaron a dominar el escenario global: los Estados Unidos y la Unión Soviética.

       La mutación industrial con fuerte contenido nacionalista con sus sindicatos obreros, las masas populares peronistas, los discursos encendidos de Evita, la llegada del voto femenino... aparecían ante los ojos y oídos de los grupos sociales tradicionales como una aberración destinada a evaporarse como un mal sueño o como una desviación demagógica pasajera. No se daban cuenta que, más allá de la duración de la presidencia de Perón, se habían producido cambios estructurales y culturales profundos enlazados a nivel global con el ascenso del keynesianismo, de la intervención del estado en la economía, la promoción del mercado interno, la integración de las clases bajas y la ampliación del espacio de los “países socialistas” desplegado por Eurasia desde Alemania oriental hasta China.

       Como sabemos, la dictadura militar instaurada en 1955 no pudo retrotraer al país al mundo anterior al aluvión peronista. La república oligárquica agroexportadora había quedado enterrada en el pasado aunque muchos de sus mitos persistieron en extendidos grupos de las clases medias y altas nutriendo al régimen dictatorial iniciado en 1976 y reapareciendo triunfalistas en el golpe blando de 2015.

       Nos encontramos ahora ante una transformación completamente opuesta a la de los años 1940. No se trata de una mutación industrial integradora sino por el contrario de una degeneración parasitaria del sistema que ha llegado a un punto de inflexión caracterizado por el rápido ascenso hacia el poder total de una élite mafiosa con aspiraciones dictatoriales. No se trata de un fenómeno inesperado sino del resultado de un largo proceso de envilecimiento social motorizado por las clases altas, expandiéndose hacia abajo, zigzagueante, pudriendo estructuras estatales, sindicales, políticas y formas culturales. El primer salto cualitativo se produjo en 1976 cuando la cúpula del capitalismo, devenido lumpenburguesía, se adueñó del poder bajo la forma de dictadura militar. Tomé nota del hecho en un texto publicado en el exilio hacia 1981 reproducido ahora en este libro (ver Capítulo 10, “La instalación hegemónica del parasitismo argentino”). Se trató de una arremetida sangrienta cuyo nivel de criminalidad es solo comparable al exterminio de los pueblos originarios y al aplastamiento de las resistencias criollas del interior del país, ocurridos aproximadamente un siglo antes.

       La democracia condicionada establecida en 1983 no erradicó el mal, por el contrario se adaptó a las imposiciones de las élites que siguieron con sus depredaciones amparadas en el sometimiento colonial hasta llegar al desastre de 2001. En esos años se iba imponiendo (recesión mediante) la dinámica de una economía de penuria para las mayorías populares funcionando a baja intensidad, destruyendo (devorando) segmentos enteros del tejido productivo. Ello fue descripto en un artículo que publiqué en Agosto de 2001 (ver el Capítulo 9, “Economía de penuria y revuelta popular”) donde señalaba que la reproducción del capitalismo colonial-parasitario que venía de obtener victorias decisivas en los años 1990 llevaba a la conformación de un sistema caracterizado por bajas, nulas o negativas tasas de crecimiento económico, afectado por la rapiña incesante de las élites dirigentes ampliando el espacio social de la pobreza y la indigencia. Esa trayectoria fue cortada por la rebelión popular de 2001 y la llegada del kirchnerismo en 2003 que revirtió el proceso de desindustrialización y concentración de ingresos, aunque no lo hizo destruyendo al sistema heredado, sino integrando de manera provisoria e inestable a la población saqueada. Lo logró combinando formas keynesianas mercado-internistas suaves con el aprovechamiento de una coyuntura económica y política regional y global favorable. Más adelante la profundización de la crisis mundial a partir de 2008-2009, que se aceleró en 2014, sumada al agotamiento de la ampliación indolora del mercado interno sentaron las bases para la derrota del entreacto progresista y la reinstalación de la derecha. No se trató de la simple repetición de las viejas políticas neoliberales sino del despliegue de una contrarrevolución cuya originalidad y magnitud ha sorprendido a sus víctimas que no esperaban semejante avalancha de atropellos (ver el capítulo 3, “Argentina en contrarrevolución accidentada”). Durante 2016 se produjeron enormes transferencias de ingresos hacia las clases altas, especialmente hacia un reducido núcleo de intereses convertido en una articulación de bandas saqueadoras que se apropiaron velozmente de ingresos fiscales, masas salariales y beneficios comerciales e industriales y que pusieron en marcha mecanismos de endeudamiento público y evasión de capitales hacia el exterior. La depredación quedó bajo el triple paraguas protector de la corrupción parlamentaria, la complicidad judicial y sobre todo de la manipulación mediática. En 2017 se prolonga el saqueo y la intoxicación mediática comienza a mostrar signos de saturación, persiste y se amplía el descontento popular y en consecuencia va emergiendo la marea represiva. La fuerza bruta y la intimidación física  apuntan a bloquear las protestas que ya no pueden amortiguar los medios de comunicación.

       Convergen hechos que van  conformando el último tramo del camino que conduce hacia la dictadura mafiosa. La desaparición de Santiago Maldonado inmersa en una escalada represiva coincide con la criminalización mediática de opositores reales mezclados con enemigos imaginarios convertidos en enemigos absolutos, apestados a exterminar, masa “subversiva” confusa señalada en las operaciones arbitrarias del Poder. A ello se suma el fraude comunicacional (o probablemente algo peor) en las elecciones primarias de agosto marcando un antes y un después en el proceso reaccionario en curso.

       La ola contrarrevolucionaria de 1976 contó con la intermediación militar; la de los años 1990 empleando principalmente a la clase política, pero la de 2015 es protagonizada de manera directa por la cúpula mafiosa prescindiendo de intermediarios significativos, rodeada por una corte sumisa de comunicadores, jueces, sindicalistas, gendarmes y policías. Esta hiperconcentración de poder es no solo peligrosa para las víctimas sino también para la propia mafia dirigente, ahora visible para todos, sin chivos expiatorios ante eventuales rebeliones de los de abajo.

       La historia nos enseña acerca del rol de los eunucos en la decadencia del imperio romano, perros fieles del emperador, incapaces de usurpar su poder y al mismo tiempo ejecutores de sus decisiones por encima de aristócratas y plebeyos. De tanto en tanto cuando el descontento de los súbditos amenazaba convertirse en huracán o cuando el gran chambelán eunuco adquiría demasiada independencia respecto de su amo, este último lo liquidaba o lo entregaba a la venganza de los descontentos. La ceocracia macrista parece señalar la superación burguesa-mafiosa del eunuquismo tanto político como militar, resultado de la acumulación de poder directo por parte de la élite y tal vez también de la ineficacia operativa de esos sirvientes ante un sistema que para reproducirse necesita de la mano política dura y despiadada, y de la inteligencia saqueadora de la alta lumpenburguesía. El fenómeno también aparece como la resultante de un complejo proceso de degradación de las mediaciones políticas y militares expresión de la decadencia general del sistema. La que forma parte de la crisis global -marcada entre otros aspectos por el enfriamiento económico y en consecuencia de las oportunidades comerciales y financieras internacionales de la élite local y de los capitales transnacionales instalados en la colonia argentina- acentuando la rapiña del mercado interno comprimido más y más por los sucesivos saqueos.

       La debilidad estratégica de los integrantes de la actual oposición, su incapacidad para superar los límites de un sistema decadente, permitió antes de diciembre de 2015 que las fuerzas reaccionarias ampliaran su capacidad operativa, agruparan clases medias, penetraran ideológicamente en las clases bajas aprovechando su fragmentación y facilita ahora la instalación dictatorial del poder mafioso. El realismo mediocre del progresismo y de la pequeña izquierda herbívora aferrados a los resquicios formales del sistema, a sus ficciones institucionales, ha formado y forma parte del proceso de degradación de la sociedad argentina. Su negativa delirante a reconocer la magnitud del desastre, a llamar al poder dictatorial en desarrollo por su nombre, ayuda a la legitimación de este último, entorpece el necesario despliegue de la resistencia popular. Navega en fantasías justificadoras de su impotencia acerca de un  gobierno cuyo origen electoral (evidentemente tramposo) le otorgaría credenciales democráticas. Algunos aspirantes a eunucos han llegado a referirse a la existencia de una “derecha democrática” gobernante, autoritaria pero constitucional, salvaje pero civilizada, depredadora pero en última instancia responsable. El culto “progresista” al oxímoron convierte a su mamarracho discursivo en una suerte de pensamiento confuso, ni siquiera ideológico, resultado de una grave crisis de percepción de la realidad, tal vez desbordado por ella, tal vez como forma de adaptación al infierno mafioso. Como la dictadura mafiosa no está todavía completamente instalada sino en proceso de instalación afirman sabiamente que “esto no es una dictadura”… ¿entonces estamos en democracia?, tampoco o si pero no del todo. Así es como se pierden en un mar de conceptos rebuscados tratando de describir algo que todavía no es completamente pero que está empezando a ser, que ya ha recorrido una buena parte del camino siniestro. Se niegan a admitir la orientación del proceso, su dinámica concreta. El presunto paciente está vivo o está muerto y si está vivo no hay porque alarmarse. Razonando de esa manera enfermedades y agonías serían inventos extremistas y la ciencia médica carecería de sentido.

       Este libro no pretende oponer soluciones positivas, proyectos o medidas de gobierno alternativas, solo trata de describir la realidad tal cual es, llamar a las cosas por su nombre, poner al descubierto protagonistas y fenómenos decisivos, lo que constituye una tarea muy osada apuntando a romper telarañas conservadoras, hipocresías oficialistas y opositoras. Goethe señalaba que quien en tiempos oscuros distorsiona la realidad contribuye a la confusión general pero que quien se atreve a mostrarla sin ocultamientos abre las puertas de
un mundo nuevo. Nietzsche agregaba que el valor de un ser humano se mide según la cantidad de verdad que es capaz de soportar. Estos son tiempos de dura prueba para las mayorías populares, de demostración de su nivel de compresión de la tragedia que está viviendo y por consiguiente de su capacidad de reacción.

       Este libro se refiere a Macri pero no se limita a él sino que trata de insertarlo dentro de una historia más amplia de la que emerge el personaje, señala indicios de la trama mafiosa de su clan familiar pero no busca colocarlo en el centro de la escena. No busca echarle toda la culpa a una familia mafiosa pero tampoco intenta diluir sus fechorías en el océano inasible de la “burguesía” o del “capitalismo” en general. Ambos procedimientos tienden a ocultar a la élite dominante concreta con sus estructuras visibles u ocultas, donde pululan los magnetto, los rocca, los ratazzi, los benetton y también los macri.

       Macrì no es un aventurero solitario sino el engendro de la degradación estructural y cultural de la sociedad argentina, fenómeno complejo que fue madurando durante muchas décadas. Tampoco la marcha hacia el poder dictatorial es la irrupción sorpresiva de una aberración a contramano de la democracia sino la etapa presente de la degeneración de una seudo-democracia, de una “democracia” condicionada por la élite dominante con sus jueces, sus medios de comunicación, sus aparatos de inteligencia, sus capos financieros y las intrusiones imperiales de los Estados Unidos (ver el capítulo 8, “Los avatares de un sujeto casi inexistente. Democracia ilusoria y reproducción del sistema”). Quienes entendíamos eso no nos sorprendemos ahora, quienes no querían entender antes se hacen ahora los sorprendidos. Quienes entendemos el carácter profundamente decadente del capitalismo argentino no vemos otra posibilidad de regeneración social que la que pasa por la erradicación de las estructuras básicas del sistema. Quienes siguen viviendo de ilusiones, buscan y buscan resquicios, pequeñas reformas posibles que hagan soportable la degradación general.

       Conclusión: Argentina se encuentra al borde de la instalación de un régimen dictatorial con rostro civil en cuya cúpula se encuentra una articulación de carácter mafioso donde se combinan negocios empresarios de alto vuelo con otros claramente ilegales como la trama del narcotráfico. En ese sentido es posible hablar de lumpenburguesía dominante y transnacionalizada subordinada a los Estados Unidos. En la base de ese poder aparecen espacios sociales de clase media impregnadas de un neofascismo muy agresivo alimentado por una manipulación mediática abrumadora. Falta muy poco para que la dictadura se despliegue de manera integral sobre la sociedad argentina. Su destino depende de varios factores entre ellos el futuro de su amo imperial norteamericano actualmente en retroceso geopolítico a nivel global, acosado por su crisis económica y sometido a fuerzas entrópicas internas de gran envergadura. También depende de los avatares de la vorágine saqueadora en la que esta sumergida la élite dominante donde se destaca una burbuja financiera que crece en progresión geométrica y de la durabilidad del fascismo rabioso de sus apoyos de clase media a los que la degradación económica general terminará por afectar. Finalmente la gran incógnita es la futura masividad y radicalización de una resistencia popular que viene demostrando su magnitud pero que aún no ha dado el salto hacia la confrontación total desplegando todas las formas posibles de lucha contra un régimen que debe ser destruido para que el país supere su decadencia.


Notas:
1) Pablo Noceti “es abogado y hasta su designación en el Ministerio de Seguridad, era uno de los abogados del estudio de Alfredo Battaglia y Luis Fernando Velasco, que se dedica a ejercer la defensa de represores acusados por crímenes de lesa humanidad en distintas provincias, y también lo hizo en Entre Ríos. Battaglia, por ejemplo, fue defensor del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri…. Noceti fue defensor de Naldo Miguel Dasso, ex jefe del Regimiento de Concordia entre 1975 y 1977, condenado a prisión perpetua por el secuestro de cuatro personas y las desapariciones forzadas de Sixto Francisco Zalasar y Julio Alberto Solaga, delitos cometidos en el marco del “segundo genocidio nacional”, como lo calificó el Tribunal Oral Federal de Paraná en su sentencia”, Análisis Digital, 15/08/2017, “Noceti, el defensor de genocidas que estuvo al frente de la represión en la que desapareció Santiago Maldonado”,      http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=259548
2) “El grupo especial de la Policía Bonaerense denominado grupo Halcón viajó a territorios palestinos ocupados para recibir una capacitación… en prevención, disuasión, planificación y ejecución de ataques. Asimismo se capacitaron en conocimiento de explosivos, preparación física y mental de policía de elite” según la información oficial disponible. Resumen Latinoamericano /ANRed/ 21 noviembre 2017, “El grupo Halcón de la policía argentina se entrenó en territorios ocupados palestinos”, http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/11/21/el-grupo-halcon-de-la-policia-argentina-se-entreno- en-territorios-ocupados-palestinos/
3) “Varias fuentes señalan que, concretado el triunfo (de Macri) en las elecciones presidenciales, estas dos embajadas (las de Estados Unidos e Israel) dieron nombres para la conformación del Gabinete Nacional. La norteamericana habría “sugerido” a Susana Malcorra para conducir la política exterior argentina, y la israelí habría “pedido” que la titular del Ministerio de Seguridad sea Patricia Bullrich. Las políticas llevadas adelante desde cada una de estas Carteras tienden a confirmar esas apreciaciones”. Héctor Bernardo, “, "La seguridad argentina en manos de Israel y la Mossad", Contexto, Nov 19, 2016, http://www.diariocontexto.com.ar/2016/11/19/la-seguridad-argentina-en-manos-de-israel-y-la-mossad/
4) “Revelan que Mauricio Macri es socio de Odebrecht”, Ámbito Financiero,  domingo 6 de Agosto de 2017,http://www.ambito.com/892596-revelan-que-mauricio-macri-es-socio-de-odebrecht

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