César Risso
Las medidas
económicas y sociales anunciadas por Ollanta Humala en el mensaje presidencial
a la nación del 28 de Julio del presente año, se pueden calificar de “manotazo
de ahogado”.
El mensaje encubre los verdaderos objetivos de estas medidas (sortear la
crisis y proteger la rentabilidad y con ello las ganancias de la burguesía
nativa, así como de la imperialista), presentándolas como intención de mejora
de la “calidad de vida” de los sectores en situación de pobreza y de pobreza
extrema.
Desde la década del 30 del siglo pasado, el economista inglés Jhon Maynard
Keynes, estudiando la crisis económica iniciada en 1929 en los Estados Unidos
de Norteamérica, propuso como solución una mayor intervención del Estado en la
economía. De modo que lo que nos proponen bajo el disfraz de la “inclusión
social” y de “mejora de la calidad de vida”, no son más que las medidas que
podrían, según la “ciencia económica burguesa”, evitar la crisis económica o
suavizar sus efectos.
Todas las becas, que se presentan como generosas políticas sociales, no
suponen otra cosa que la discriminación, esto es, favorecer a pequeños grupos,
lo cual hace aflorar, detrás de las supuestas buenas intenciones de este
representante político de la burguesía, la farsa de la llamada “igualdad de
oportunidades” y de la “inclusión social”.
Si consideramos únicamente el marco del sistema capitalista, el intento
sincero (pequeñoburgués) de mejorar las condiciones de vida de la población
afectada por este mismo sistema (explotada laboralmente, así como la
desempleada), incrementaría los impuestos directos, sobre todo a las
utilidades, destinándolo a beneficiar a estos sectores, o aumentado las
remuneraciones.
Toda la inversión pública se transforma en utilidades para las empresas
privadas que ejecutan las obras, puesto que no hay producción capitalista que
no busque ganancia. Si falta esta, la burguesía no invierte. De modo que el
bienestar de la población tiene como filtro las utilidades de la burguesía, que
además dependen de la rentabilidad, pues si esta es baja, la burguesía no tiene
“incentivos” para invertir.
Desde un inicio el mensaje presidencial está plagado de falsedades, pero
que a la conciencia burguesa aparecen como las perspectivas loables de quienes
detentan el poder, loables a fuerza de defender la ganancia burguesa, y a las
cuales por supuesto los explotados deben adherirse.
Se nos habla de “optimismo y esperanza”, que se está “[…] construyendo un
Perú con Progreso para todos, con el firme propósito de avanzar hacia un futuro
mejor”, que se está cumpliendo con “El desarrollo económico y el avance en la
inclusión social”, etc.
El “optimismo” del que se habla en el Mensaje tiene que ver con la
intranquilidad de la burguesía que ve peligrar sus negocios, pues saben que la
crisis ya está en curso. La “esperanza” es la de las clases explotadas, a
quienes les inducen a cifrar su bienestar en las decisiones burguesas de
invertir. El desarrollo económico, hace referencia a las “mejoras” de las
condiciones de vida, pero siempre en el sistema económico burgués.
En el mensaje se redondea la visión de país, diciendo que se busca
construir “[…] un Perú líder en Sudamérica, sin pobreza extrema, con igualdad
de oportunidades, con instituciones sólidas, orgulloso de su diversidad
cultural y de las capacidades de su gente. Estas grandes tareas reclaman
unidad, acción y confianza, porque un país en confrontación constante no llega
a ninguna parte”.
Estas frases generales parecen querer convencernos de lo bien que estamos y
del prominente futuro inmediato, lleno de bienestar. Pero ni bien tratamos de
concretar estas expresiones nos encontramos con que en realidad la unidad de
acción corresponde a los intereses burgueses; que debemos dejarnos explotar
tranquilamente, porque la confrontación no nos lleva a ninguna parte; que la
igualdad de oportunidades, es el libre mercado para que la burguesía nativa nos
siga explotando al igual que la burguesía imperialista.
En el marco de la educación se nos dice que “nuestros objetivos son claros:
el Perú del bicentenario debe contar con una educación de calidad, con docentes
motivados y competentes, con ambientes que estimulen y faciliten el
aprendizaje, y con una gestión orientada a que cada niño y niña alcance su
máximo potencial”.
Ya sabemos que la educación burguesa, en todos los niveles, está en
decadencia, y que la supuesta calidad a que se refieren es el adoctrinamiento
en la convicción de que el libre mercado es el mejor asignador de recursos. Que
la elección racional es la conducta del consumidor y del productor que nos
conduce a ser cada vez “mejores”; racionalidad que se expresa en la corrupción
y en las diversas formas de delincuencia.
Es esta educación la que pretenden profundizar. Una educación decadente,
que es el sustento teórico de la conducta y aspiraciones burguesas, que es
precisamente la que nos está llevando a un enorme colapso de la sociedad en su
conjunto, no solo a nivel nacional sino a nivel planetario.
En cuanto a remuneraciones, se ofrece destinar al menos 1000 millones de
soles en el 2015 para mejorar los salarios de los docentes. Esto significa,
tomando como referencia la existencia de 300 mil docentes a nivel nacional, un
aumento promedio al salario de 277 soles. Habrá que imaginar en cuánto puede
mejorar la calidad de vida con semejante incremento salarial, y en consecuencia
la “enorme” mejora de la educación que promete este gobierno.
En cuanto a infraestructura escolar, se han invertido en los últimos tres
años 3000 millones de soles, y se añadirán 2500 millones de soles. En total
5500 millones de soles. Si tomamos como referencia una cuota de plusvalía de
300%, y los datos del PBI del año 2013,
se tiene que de esta inversión 3381 millones de soles quedarán en manos de la
burguesía como ganancia, mientras que en manos de los verdaderos creadores de
la riqueza, los trabajadores, quedará 1127 millones de soles de remuneraciones,
en las que una buena parte queda en manos de los funcionarios, gerentes, y profesionales
en general.
Se señaló también que la inversión total en infraestructura, en lo que va
del gobierno hasta su culminación, será de 11800 millones de soles, lo que equivale a ganancias para la
burguesía de 7254 millones de soles.
Se nos dice que, en este gobierno, un millón de peruanos han dejado de ser
pobres. Al respecto sabemos que este dato depende de la forma de medición de la
pobreza. Según el Índice de Pobreza Multidimensional, existen en el Perú 3,6
millones de pobres no visibles para el Estado[1].
Las llamadas “megaobras” de las que se jacta el gobierno que se han
realizado en estos primeros tres años, equivalen a 19 mil millones de dólares.
Esto ha significado 11679 millones de dólares de ganancia para la burguesía
nacional e imperialista.
Otro de los aspectos que esgrime como positivo el actual gobierno se
refiere a los acuerdos comerciales. “Hoy el Perú cuenta con 17 acuerdos
comerciales vigentes, que cubren el 95% de nuestro comercio exterior. Esta
cifra deberá incrementarse hacia el 2016 con la entrada en vigor de 6 nuevos
tratados, 4 de los cuales están actualmente en negociación”.
Resulta que si consideramos la productividad de Perú y la de los Estado
Unidos de Norteamérica, por cada 100 horas de trabajo en el Perú en el
intercambio comercial recibimos 16 horas de trabajo de EEUU. Esta es la situación
que se refuerza en los acuerdos comerciales, y que en consecuencia es un
agravante más para las clases explotadas de nuestro país[2].
En la propuesta de nuevas inversiones de este gobierno, que como hemos
visto apuntan a generar ganancias para la burguesía, no se dice nada de la
grave situación de los trabajadores con respecto a que la Remuneración Mínima
Vital (RMV) está por debajo de la Canasta Básica Familiar; ni en relación a la
tasa de incumplimiento de pago de la RMV, que es de 50% en promedio a nivel
nacional; ni de el exceso de horas trabajadas semanalmente, que en Lima
Metropolitana y el Resto Urbano es en promedio de 73 horas, situación en la que
se encuentra la tercera parte de los trabajadores[3].
Con seguridad habrá quienes consideren que nuestra crítica es “destructiva”,
cuando lo que necesitamos es la unidad de la nación para superar la crisis que
nos afecta a todos, y que por lo tanto debemos procurar realizar una crítica “constructiva”.
Sin embargo, no se nos ocurre proponer medidas que puedan mejorar la economía
capitalista, que se basa en la explotación de los obreros y campesinos. Por
ello nuestra crítica va dirigida a las bases mismas de este sistema. Y nada nos
complacería más que ver a este sistema caer definitivamente, y con ello sentar
las bases para una economía socialista.
Notas:
[1] César Risso. Reducción de la Pobreza y Capitalismo en el Perú. http://creacionheroica1928.blogspot.com/2013/06/economia.html
[2] César Risso. Productividad Laboral y Comercio Exterior. http://creacionheroica1928.blogspot.com/2014/06/economia.html
[3] César Risso. Explotación Burguesa y Lucha del Proletariado. http://creacionheroica1928.blogspot.com/2014/04/economia_30.html
El Mundo: Situación de la Hegemonía
Galileo Flores
Luego
de la caída del Muro de Berlín quedó en claro la única hegemonía de EEUU en la
geo-política mundial. Sobre la base hegemónica del Dólar en la economía, la
gran potencia imperialista quedó al mando del mundo imponiendo su primacía
político-militar.
Con
el desarrollo de países emergentes en el inicio del nuevo milenio, la situación
está cambiando cada vez más. El mundo unipolar está quedando atrás. China y
Rusia se han levantado como nuevos referentes.
Los
organismos financieros como el FMI y BM, han dejado de tener el poder sobre las
finanzas en el mundo. Muchos países como Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia,
Ecuador, Nicaragua en América Latina, dependen cada vez menos de la dirección
yanqui, y desarrollan sus propios destinos capitalistas. Asimismo sucede en
Asia, Medio Oriente y Europa.
Nada
dura para siempre, todo está sujeto a un cambio constante. Hoy en día vivimos
una mayor confrontación entre los diferentes actores del mundo financiero. Cada
vez son mayores los capitales dedicados a la usura y defensa del orden mundial.
Veamos brevemente el caso de Argentina y los fondos buitres. Debido a su nueva
política económica Argentina se sostiene como una economía productiva que vive
de su Producto Interno. La deuda externa que está pagando con recursos propios no requiere como en el
pasado siglo de nuevos endeudamientos que es una de las formas principales del
imperialismo para mantener sometidos y sujetos a los países menos
desarrollados. Las deudas contraídas por el estado Argentino antes de Kishner
se han venido pagando regularmente con fondos propios. Si Argentina definiera
no pagar caería de Defauld, pero eso no aconteció hasta ahora porque cuenta con
reservas que superan los 30,000 millones de dólares.
Como
sabemos, un tribunal norteamericano obliga a la Argentina a pagar a los fondos
buitres. Además define que no puede pagar a sus acreedores formales mientras no
se le cancele a los fondos buitres. Más del 90 % de sus acreedores están
cobrando gracias a acuerdos previos, y la justicia norteamericana sanciona que
no se les siga pagando. ¿Cuál es la intención? Que Argentina no pueda pagar y
caiga en el cuco del defauld. Aspiran a un ajuste de cuentas a su antigua
semicolonia.
Todo
el mundo se ha solidarizado con la postura Argentina de respetar los acuerdos
con los acreedores, y ha repudiado a los pequeños sectores financieros que
pretenden seguir a la antigua sometiendo a los estados débiles. Estos pequeños
sectores se dedican a comprar bonos de la deuda de países en quiebra tal como
lo estaba Argentina a inicios de los años 2,000. Han pasado 14 años y no
quisieron participar de los acuerdos de pago como lo han hecho más del 90 %.
Ahora la justicia norteamericana obliga a pagar más del 1,500 %. Acto que no puede ser aceptado ya
que si se les paga en estas condiciones, con justa razón los demás bonistas
aspiraran también a una reestructuración de la deuda, lo que ahí sí la haría impagable.
En
este contexto interviene China y ofrece a la Argentina 10,000 millones de
dólares en moneda china. Sabemos que China se ha constituido en el mayor
comprador de materias primas a América Latina, y en el mayor inversor en
proyectos de producción. En Europa se vive una lucha por defender el Euro y
depender cada vez menos del dólar. Está llegando el fin de la única supremacía
del dólar que además es una moneda sin respaldo en Oro como lo era antes, se
emite sin ningún tipo de control mundial.
Si
a esto agregamos el incondicional apoyo de los yanquis a sus colegas sionistas
en su bárbara guerra contra Palestina, vemos un pronto apocalipsis del imperio
yanqui.
Cambios y Grietas en la Economía
Mundial y la
Rivalidad Entre las Grandes
Potencias.
Lo Que Está Pasando y Qué
Consecuencias Podría Traer*
(Segunda
parte)
Raymond
Lotta
II. El Desarrollo Capitalista de China y su Ascenso en el Sistema Imperialista Mundial:
Naturaleza e Implicaciones
Se están dando importantes virajes
en la distribución del poder económico mundial entre las grandes potencias
imperialistas. Están surgiendo nuevos bloques geoeconómicos de países. Crece el
potencial de que varias potencias, o alianzas de potencias, se adjudiquen una
mayor capacidad geopolítica de desafiar el dominio estadounidense, no
necesariamente mediante una confrontación directa en este período sino de
maneras más estratégicas. Estos sucesos se están compenetrando con otras
contradicciones, conflictos y luchas en el mundo.
Estados Unidos
aún ocupa la posición primaria en la economía mundial imperialista. Es la mayor
economía; el pegamento financiero de todo el sistema mundial; y el “garante”
político-militar de un orden mundial del que se benefician todas las grandes
potencias, al menos por ahora.
La posición
económica de Estados Unidos en el mundo ha estado en declive. Pero el
imperialismo estadounidense tiene un poderío militar sin paralelo en relación a
sus rivales y aspirantes a rival. Desde 2001, ha estado aprovechando esta
ventaja lanzando una ofensiva militar mundial, centrada en Irak y Afganistán,
para amarrar un dominio indiscutible para décadas por venir.
Pero se está topando con
dificultades en la realización de esta agenda, su sistema financiero ha estado
padeciendo mayores trastornos, y los cambios y movimientos de la economía
mundial están afectando su libertad de maniobra.
En resumen, el
sistema imperialista está en un estado de cambio, en que China es un elemento
altamente dinámico.
La naturaleza del desarrollo de
China y las implicaciones de su ascenso en el sistema imperialista mundial, es
el tema de esta entrega.
I. Introducción: No Es
Una Sociedad Socialista, Una Compleja Dinámica de Desarrollo
Mucha gente supone que China es
una sociedad socialista, pues sus líderes describen el sistema como socialista
y hay, de nombre, un partido comunista gobernante. Pero el socialismo ya no
existe en China. Fue derrocado en octubre de 1976. Deng Xiao-ping y otras
fuerzas neocapitalistas dirigentes en el Partido Comunista de China dieron un
golpe de estado militar poco después de la muerte de Mao. Sin demora,
arrestaron el núcleo de dirección maoísta y reprimieron la oposición
revolucionaria.
Una nueva clase
capitalista gobierna a China. Está subordinada al imperialismo y dominada por
él. El imperialismo ha penetrado profundamente en la sociedad y economía de
China: mediante inversiones de las trasnacionales… actividades financieras
mundiales… la influencia de organismos controlados por los imperialistas como
el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio… y las esferas de
cultura e ideología.
China depende del
imperialismo: de las enormes entradas de capital de inversión en la economía, y
del acceso para sus productos de exportación a los mercados de los países
capitalistas avanzados, como Estados Unidos, Japón y Alemania. Este factor es
lo que más ha estado determinando y lo que más está determinando el desarrollo
capitalista de China.
A su vez, como
China ha sido un ambiente tan lucrativo para las inversiones imperialistas, a
causa de su enorme reserva de mano de obra superexplotable, que es su “ventaja
competitiva” en el sistema mundial, su economía ha estado creciendo
rápidamente. A medida que continúa este proceso y sus gobernantes han tomado
medidas para fortalecer su base de poder e iniciativa, China ha cobrado
mayor influencia y apalancamiento. Este proceso ocurre en un marco en que
el imperialismo, sobre todo el estadounidense, domina a China.
Con mayor
frecuencia, los gobernantes chinos trabajan para abrir espacios y promover sus
propios intereses geoestratégicos en ese marco y sobre la misma base
fundamental: la bárbara explotación de la fuerza de trabajo asalariada. Pero en
este proceso, los gobernantes capitalistas están desafiando un marco que
principalmente ha estado beneficiando al imperialismo estadounidense.
Es posible que
China esté en una transición a ser una potencia imperialista. Pero el que lo
haga o no, será producto de más que los factores económicos y desde luego no
simplemente de los factores internos de China. Más bien, el proceso dependerá
de diversos sucesos militares, políticos y económicos interdependientes en el
sistema mundial, como acontecimientos imprevistos: crisis, guerras, la lucha de
clases en China y en el mundo, y revoluciones.
En términos
generales, una compleja dinámica de dependencia y creciente poder está
modelando el desarrollo de China y su ascenso en el sistema imperialista
mundial, la cual a su vez está afectando este sistema. Cómo todo eso se
desenvolverá no está predeterminado, pero ya es una importante grieta o falla
delimitante en el mundo.
II. El Rápido
Crecimiento de China: Impulsado por el Capital Extranjero, Dependiente de
Exportaciones
China es ahora la segunda economía
en magnitud del mundo después de Estados Unidos. Su tasa de crecimiento ha sido
la más rápida entre todas las grandes economías del mundo: promedia un
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de casi 10% en las últimas dos décadas.
En contraste, la tasa media anual de crecimiento de los países imperialistas
fue 2-4%. El PIB de China, la producción de bienes y servicios, se duplicó
entre 1990 y 2005. Sin embargo, China sigue siendo un país pobre, con una
producción (e ingreso) por persona muy por debajo de aquellos de los países
capitalistas avanzados.
Puede que la
tasa de crecimiento e industrialización excepcionalmente alta y sostenida de
China en las últimas dos décadas no tenga precedente en la historia del
capitalismo. Lo que es más, este crecimiento sostenido a) lleva a un enorme
aumento de capacidad productiva de China; b) afecta profundamente la
trayectoria del desarrollo del capitalismo global; y c) contribuye al rápido
ascenso de China como potencia económica mundial.
A. China en la
economía mundial
China está llegando a ser el
centro de gravedad del proceso manufacturero mundial. En los últimos años, ha
estado entre las cinco mayores receptores de inversión extranjera; y es el
mayor destinatario de inversión industrial extranjera. Ha sido el motor de
crecimiento de la economía imperialista mundial. Consume del 20 al 25% de las
reservas mundiales de hierro, acero, aluminio y cobre. Representa un tercio del
aumento de la demanda mundial de petróleo1 .
Está
profundamente metida en la economía mundial. Es el mayor tenedor extranjero de
dólares del mundo. Compite por las materias primas y energéticos de África y
otras partes, con Estados Unidos (y otras potencias imperialistas). Está
surgiendo como una fuerza geoeconómica más y más agresiva en el mundo. El
imperialismo estadounidense, por su parte, ha estado ubicando a China como un
competidor y rival potencial a largo plazo.
El rápido crecimiento de China
está entrelazado con enormes entradas de capital de inversión extranjera:
- El capital extranjero controla la mayoría de los
activos de 21 de los 28 sectores industriales líder de China2 .
- Para comienzos del nuevo siglo, las transnacionales
como General Electric representaban un tercio de la producción industrial
china3 .
- Las empresas en que se invierte capital extranjero
representan casi 60% de las importaciones y exportaciones chinas4 .
Las inversiones por capitales
extranjeros en China han creado enormes complejos de producción en las zonas
costeras, adonde va el 80% de toda inversión extranjera. En los últimos 20
años, unos 200 millones de trabajadores rurales se han mudado a zonas urbanas
para encontrar trabajo5 . Este ejército de migrantes superexplotables, de salarios bajos y
discriminación en alojamiento y servicios, satisface las necesidades de estos
complejos de producción.
Se ha invertido
fuertemente el capital extranjero en China en productos manufacturados de bajo
costo y bajo valor, como prendas de vestir. China también produce productos
electrónicos y de tecnología de informática, y ahora es el mayor exportador a
Estados Unidos de computadoras, aparatos electrónicos de computación y otros
productos afines. Pero una alta proporción de esas exportaciones supone montaje
en fábricas de propiedad extranjera en China u operaciones subcontratadas a los
capitalistas de China que usan componentes de alta tecnología manufacturados
fuera de China6 . Esto es un ejemplo del desarrollo distorsionado de China.
China es el mayor receptor de inversión
directa extranjera en el tercer mundo. Y las empresas extranjeras consiguen
ganancias excepcionalmente altas de sus operaciones en China. Como muestra la
Gráfica 1, las tasas de rendimiento de las inversiones estadounidenses en
manufacturas en China son el doble del nivel de inversiones comparables en
países de la Unión Europea (UE), y mayor que en América Latina.
Otro ejemplo del desarrollo regido
por el imperialismo: cuando el capital imperialista subcontrata a empresas
chinas, las ganancias fluyen desproporcionadamente hacia el imperialismo. Mira
el caso de un iPod vendido en Estados Unidos por $299. Solamente $4 se quedan
en China con las empresas que arman los aparatos, mientras $160 van a las
compañías estadounidenses que los diseñan, transportan y venden al por menor7 .
El capital
internacional ha moldeado la economía china y la ha integrado como un eslabón
clave en el sistema regional de Asia oriental de producción de altas ganancias,
orientada a la exportación.
China depende en alto grado del
mercado estadounidense, que es el principal receptor de sus exportaciones. Así
que la vitalidad de la economía china depende mucho del crecimiento de la
demanda en el mercado estadounidense, demanda que cada vez más se financia con
deuda. China también depende de los mercados de exportación de otra manera:
tiene que aumentar de manera exponencial las exportaciones para pagar la
creciente cuenta por concepto de la importación de energéticos, minerales,
alimentos, productos semiacabados, bienes de capital (como maquinaria) y bienes
suntuarios para sus nuevas clases acomodadas.
B. Algunos
antecedentes históricos y los crímenes de los nuevos gobernantes capitalistas
chinos
En el siglo XIX, el capitalismo
occidental llegó a dominar a China por medio de guerras, la imposición de
tratados desiguales y la partición de China en esferas de influencia
extranjera. La penetración económica y militar de potencias extranjeras siguió
brutalmente: la presión económica estadounidense a “abrir” el mercado chino; la
agresión y ocupación japonesas en los años 30, y el apoyo de Estados Unidos
para las fuerzas corruptas y reaccionarias de Chiang Kai-Shek en la guerra
civil china de 1945-49. China había perdido la soberanía, y su desarrollo
económico fue deformado y truncado por la dominación imperialista.
La revolución
china de 1949-76 lo cambió todo. Rompió el férreo control extranjero. Destruyó
los cimientos del gobierno explotador y corrupto de terratenientes y
capitalistas burocráticos. Los recursos de China ahora sirvieron las
necesidades del desarrollo general. Bajo la dirección de Mao, China construyó
una economía autosuficiente y equilibrada. Se construyó una base industrial
moderna. El transporte y las centrales eléctricas, parte de una nueva
infraestructura creada por los esfuerzos colectivos de la sociedad, sirvieron
este desarrollo equilibrado. Se dispersó la industria a los pueblos y aldeas.
Se establecieron las comunas en el campo: se llevó a cabo la agricultura
cooperativamente a niveles diferentes, campesinos se unieron para construir
enormes sistemas de irrigación y control de inundaciones, se ofrecieron
servicios de salud y educación a bajo costo. El resultado fue una fuerza de trabajo
calificada y sana.
Después de
derrocar el socialismo en 1976, los nuevos gobernantes capitalistas básicamente
abrieron a China y la entregaron al capital extranjero. El imperialismo, junto
con los nuevos gobernantes capitalistas de China, le sacaron provecho al
desarrollo socialista del pasado y lo transformaron en beneficio de la
acumulación de capital. El nuevo régimen les quitó los derechos a los obreros y
los convirtieron en esclavos asalariados para el capital extranjero y nacional.
Desmantelaron las comunas; y los campesinos desterrados o sin capacidad de
mantenerse de la agricultura emigraron por desesperación (y el aliciente de
ingresos más altos) a las ciudades en las regiones costeras en auge donde se
convirtieron en una casta de obreros flexibles, superexplotados y desechables.
La infraestructura construida durante el período socialista hacía de una
especie de subvención al desarrollo regido por el imperialismo.
C. La burguesía china
y el sector estatal
Un sector de la burguesía basado
en el estado está en el núcleo del poder de China. Gobierna por medio de su
instrumento político, el Partido Comunista de China, un partido que no tiene
nada que ver con el socialismo ni el comunismo. Regula la política monetaria y
de impuestos. Está vinculado estrechamente al capital extranjero y depende de
él, y está integrado con el gran capital privado nacional. Tiene el mando del
ejército y de la fuerza represiva del poder estatal, y usa este poder con
brutalidad contra las masas, como vimos en la supresión de los estudiantes y
obreros en las protestas en la Plaza de Tiananmen en 1989.
El sector
económico estatal incluye empresas industriales y bancos paraestatales
(propiedad del gobierno), y representa aprox. 35% de la economía. El sector
capitalista privado de la economía está creciendo mucho más rápidamente, y se
ha privatizado una buena parte del sector estatal. Desde 1995, se ha
reestructurado mucho el sector estatal. Ha eliminado gran cantidad de empresas
y despedido a decenas de millones de empleados. Pero un núcleo de empresas
estatales domina una buena parte de la industria pesada e importantes sectores
servicios8 . Este sector estatal sigue siendo una base económica del poder de esta
parte dominante de la burguesía.
El control
estatal sigue siendo muy fuerte en los sectores bancario y de seguros, aunque
hayan vendido acciones a inversionistas internacionales privados.
En el marco de
la dominación del imperialismo y la dependencia de la tecnología importada, el
estado chino ha estado dirigiendo estratégicamente, en cierta medida, el
desarrollo de China. Una meta suya es que China “suba” la escalera
manufacturera a un nivel de producción más sofisticada. China está produciendo
más bienes intensivos en capital y realizando más procesos de manufactura
modular (de tecnología avanzada, estandarizada), etc.
La clase
dominante china pretende expandir y diversificar la base industrial-tecnológica
e influenciar los patrones de desarrollo.
Una industria
automotriz, encabezada por el capital extranjero (compañías como Volkswagen y
GM), se desarrolla rápidamente en China. Pero como condición para entrar en el
mercado chino, el gobierno requiere transferencias sin precedentes de
tecnología de las corporaciones transnacionales. El régimen ha insistido que
sus productores automotrices nacionales mantengan empresas conjuntas con sus
socios competidores extranjeros.
De manera muy
importante, China está invirtiendo en investigación y desarrollo en gran escala
y a largo plazo. El gobierno está promoviendo compañías privadas y estatales
nacionales a que sean líderes nacionales de industrias como computadoras y
telecomunicaciones.
Los gobernantes
pretenden convertir el desarrollo dominado por el imperialismo extranjero en
una base para fortificar su posición como potencia económica mundial y de la
cual proyectar y amplificar ese poder a escala mundial.
Sin embargo, el
veloz desarrollo de China tal como se ha desenvuelto sigue siendo dominado por
el capital extranjero y depende de los mercados internacionales. Es vulnerable
a fluctuaciones de la demanda del mercado mundial. Tiene que atraer a capitales
extranjeros, que constantemente buscan zonas de producción de costo aún más
bajo, de México… a China... a Vietnam. Este proyecto requiere y valora la
estabilidad social y política de la sociedad y la economía pero, al mismo
tiempo, ha generado distorsiones agrícola-industriales extremas y agudas y
enormes desigualdades regionales y sociales. La brecha de ingresos entre las
zonas urbanas y rurales, según algunos estudios estadísticos, es mayor que
ningún otro país del mundo, y esto es un factor profundamente desestabilizador9 .
D. La realidad
El crecimiento rápido con bajos
costos y altas ganancias es un importante objetivo de la clase dominante. Se
basa en la explotación de la fuerza de trabajo asalariada y la mano de obra de
los campesinos, y la sangre y los huesos del pueblo chino. Es un desarrollo
económico caótico, ruinoso y desastroso para el medio ambiente.
Cinco de las
ciudades más contaminadas del mundo están en China. La Presa de las Tres
Gargantas, un enorme proyecto sin paralelo en la historia humana, ha destruido
ecosistemas en masa y desplazado a enormes poblaciones. El voraz desarrollo
comercial está destruyendo tierras de cultivo a un ritmo acelerado (los
funcionarios gubernamentales presionan a los agricultores a que vendan sus
derechos de uso del suelo con poquísima compensación). China ya ha perdido la
mitad de sus humedales. El desarrollo capitalista es un desastre ambiental. Se
ha calculado que la contaminación del aire y del agua y otras formas de
degradación ambiental son la causa de enfermedades y muertes prematuras que les
roban la vida a unas 400.000 personas de China cada año10 .
El desarrollo económico de China
es un desastre humano:
El terremoto de Sichuan de la
primavera de 2008 tuvo un saldo mucho más desastroso para los pobres: las
escuelas construidas de manera chapucera para aquellos de menos recursos se
derrumbaron y muchos niños murieron innecesariamente. Los campesinos tienen que
pagar por servicios médicos y educación. Un reciente estudio del sistema de
salud concluyó: “Con mayor frecuencia, aquellos de menos recursos no disponen
de plano de servicios médicos”11 .
En la China
urbana, es común que los obreros asalariados de bajo pago del sector de
exportación trabajan 80 horas a la semana en fábricas en abominables
condiciones de salud y seguridad. En el occidente, oímos de la pintura con
plomo en los juguetes producidos en China, pero no de los gases tóxicos, de las
heridas ni de la pérdida de extremidades en esas fábricas de juguetes. Según un
estudio del gobierno chino, se deben salarios al 72% de los casi cien millones
de trabajadores migrantes del país, y esta es una fuente importante de capital
acumulado por las empresas privadas y extranjeras12 .
Es
significativo que el auge económico de 1990-2002 generó una disminución del
empleo asalariado formal en el sector urbano, es decir, los trabajos formales
con ciertas protecciones y normas, mientras el sector estatal pretendía lograr
más eficiencia y rentabilidad. Se ha generado una buena parte de los nuevos
trabajos en el sector privado y especialmente en lo que se llama el sector
informal: los trabajos inestables y no regulados, jornaleros eventuales en la
construcción de los megaproyectos (rascacielos en las ciudades, infraestructura
para los juegos Olímpicos de 2008, construcción de presas), vendedores
ambulantes y actividades ilegales13 .
Una
manifestación de estas tendencias es la floreciente “industria del sexo” de
China. Unas organizaciones de mujeres calculan que China ya tiene unos 20
millones de trabajadoras del sexo, en su mayoría provenientes del campo para
trabajar en las zonas rojas de los enormes centros industriales y comerciales
nuevos14 .
Las mujeres del
campo tienen problemas nuevos cuando sus esposos e hijos emigren a las
ciudades. Se les reducen las oportunidades. Un suceso social muy triste y poco
divulgado en el campo es que cantidades sin precedente de mujeres, de mujeres
jóvenes, se están suicidando. Esto dista mucho de la realidad en la China de
Mao, en que la lucha contra la opresión de la mujer fue un elemento central de
la transformación revolucionaria continua de la sociedad15 .
III. China, Una
Pujante Potencia Económica Con Metas Estratégicas
El rápido desarrollo del
capitalismo de China está formando una red regional centrada en China de
producción capitalista en Asia oriental, en que el imperialismo japonés es un
organizador importante. Asia oriental es la región manufacturera más dinámica
del mundo. Los gobernantes de China están promoviendo mayores vínculos
económico-políticos en toda Asia oriental. Están fortaleciendo su capacidad de
proyectar su poderío militar en la región. Y se está extendiendo a otras partes
del mundo.
A. Creciente peso
financiero
China ha llegado a ser un
importante actor en los mercados de finanzas y divisas del mundo. Tiene $1.8
millón de millones de reservas de divisas, que es una reserva de riqueza y se
usa como medio de hacer pagos internacionales. Las reservas de divisas
provienen de los ingresos por concepto de exportación así como de otros ingresos
de sus inversiones. China es una máquina de exportación extraordinaria; Estados
Unidos importa más bienes de China que de ningún otro país. China ya ha
rebasado a Japón como mayor tenedor de reservas de divisas del mundo. Por
ahora, mantiene la mayoría de estas reservas en dólares, invertidos en bonos
del tesoro y deuda pública del gobierno estadounidense, y otros instrumentos
financieros.
Las reservas de
dólares de China son una fuente de considerable peso financiero en la economía
imperialista mundial. Estados Unidos tiene un enorme déficit público (eroga más
en guerras, programas sociales, pagos de interés, etc., que lo que recauda de
impuestos); tiene un enorme déficit comercial (importa más de lo que exporta).
Pide en préstamo enormes cantidades de capital para cubrir sus desequilibrios
financieros internacionales. Y de importancia crucial, cuenta con que los
países como China sigan financiando su deuda.
En 2007-08, a
las debilitadas empresas financieras y de corretaje de Wall Street, como Morgan
Stanley, les urgía una fuente de capitales, y por tanto recurrieron a los
“fondos de riqueza soberana” de China, que son enormes reservas de riqueza
financiera administradas por gobiernos.
China es un
enorme importador de energéticos y minerales; representa casi el 40% del
crecimiento del mercado mundial de esos bienes desde 1995. Ya que China tiene
un desarrollo rápido orientado hacia el mundo que tiene una base tecnológica
menos desarrollada que la que existe en un país como Japón, usa siete veces más
energéticos para realizar el mismo volumen de producción que en el caso de
Japón (y tres veces más que India)16 .
China busca un
acceso seguro a materias primas para alimentar su máquina industrial. En
América Latina y África, China está invirtiendo en industrias de extracción y
comprando empresas. Sus inversiones directas extranjeras aumentaron de 1.8 mil
millones en 2003 a 16.1 mil millones de dólares en 2006. Aprox. la mitad de
estas están en industrias basadas en recursos naturales17 .
Una lucha entre
competidores está tomando forma en África por el control del petróleo y las
reservas minerales. Las petroleras estadounidenses han estado aumentando sus
inversiones en países como Angola, Nigeria y Guinea Ecuatorial. En 2007, el
ejército estadounidense estableció un nuevo mando africano, AFRICOM (antes de
esto, las operaciones militares las coordinaban los mandos de fuera de África).
Es una iniciativa importante del imperialismo estadounidense: para asegurar el
suministro del petróleo y el control de otros recursos naturales e incorporar
más partes de África en su “guerra contra el terror”. Además, Estados Unidos ha
estado aumentando las transferencias de armamento y acuerdos de apoyo militar
con varios gobiernos africanos.
Desde mediados
de los 1990, China ha estado aumentando sus actividades en África. Ya es el
tercer socio comercial de África. La petrolera paraestatal china adquirió una
participación controladora en la petrolera líder del Sudán. Ya está invirtiendo
en la industria petrolera de Argelia. Ha estado haciendo incursiones como
inversionista en los sectores de petróleo de Angola y Nigeria. África ya
suministra aprox. el 30% de las necesidades de petróleo importado de China. Las
empresas mineras chinas que buscan cobalto, uranio, cobre y otros minerales
industriales, con el apoyo del estado, han estado haciendo inversiones en la
República Democrática del Congo, Zimbabwe y Zambia, dándoles ayuda financiera y
forjando vínculos más estrechos con ellos18 .
Todas estas
inversiones y maniobras de China son minúsculas en comparación al papel de
Estados Unidos y Europa en África. Pero se intensifica la rivalidad en África,
y está en marcha una competencia en que con mayor frecuencia China participa.
China utiliza
lazos políticos y diplomáticos, ventas de armas y acuerdos de capacitación, y
los préstamos de bajo interés para impulsar sus intereses. Se está posicionando
en el frente ideológico en algunos países del tercer mundo criticando la
dominación y algunas políticas de Estados Unidos que exprimen a esos países. Y
está sacando provecho del hecho de que Estados Unidos está ocupado y enredado
en el Medio Oriente, donde hoy libra guerras por un imperio mayor19 .
Con más
frecuencia, el imperialismo estadounidense ha estado tratando a China como
competidor estratégico. Desde 2006, el estudio anual de China del Departamento
de Defensa estadounidense ha colocado la competencia por recursos con China a
la par con el conflicto sobre Taiwán como potencial causa de una guerra
estadounidense contra China.
En el contexto
del ascenso de China en la economía mundial y la rivalidad con ella, se puede
empezar a entender por qué Estados Unidos sataniza y hace que China sea blanco
de los golpes: por exportar alimentos y medicinas peligrosos, por violar
derechos de propiedad intelectual, por violar derechos humanos y por aumentar
sus gastos militares.
B. Ambiciones
geopolíticas y la conexión rusa-china
El crecimiento económico rápido,
anárquico y escaso de recursos de China, bajo la dominación del capital
imperialista, objetivamente está impulsando su surgimiento como una potencia
mundial con ambiciones geopolíticas.
El Instituto
Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz ha calculado que los
gastos militares de China se han triplicado en la última década. En 2006, sus
gastos militares superaron a los de Japón, para situarse en el tercer lugar de
Asia oriental, y ahora tiene el tercer presupuesto militar del mundo20 . El gobierno chino está modernizando su capacidad naval, mejorando su
arsenal de mísiles balísticos y entrando en campos de alta tecnología como la
militarización del espacio. Sus gastos militares son pequeñísimos en
comparación con los de Estados Unidos, pero su poderío militar es un factor
siempre mayor en las relaciones internacionales, sobre todo en Asia oriental.
Con la
perspectiva de promover los intereses del imperialismo estadounidense, dos ex
asesores del gobierno estadounidense revelan ciertos aspectos de la realidad,
al describir la cambiante situación geopolítica que Washington confronta en
esta región crítica: “Después de 60 años de dominación estadounidense, la
correlación de poderes está cambiando en Asia nororiental. Estados Unidos está
en un declive relativo, China está en alza, y Japón y Corea están en un estado
de cambio. Para mantener su poderío en la región, Washington debe identificar
las tendencias que están modelando esa transición y adoptar nuevas herramientas
y regímenes que amplíen la base de poder de Estados Unidos”21 .
Un aspecto de
la situación actual es la creciente convergencia de intereses entre Rusia y
China en esferas importantes, y la multiplicación de lazos y cooperación entre
los dos países. En 2006, China llegó a ser el principal socio económico de
Rusia, y financia importantes proyectos de oleo- y gasoductos para ese país, un
tema que discutiremos en la próxima entrega de la serie.
Los dos países
suministran armas a países productores de petróleo y gas natural del tercer
mundo. Están aumentando su capacidad militar en importantes regiones que
producen energéticos. En 2001, se unieron para formar la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS) de países centroasiáticos.
La OCS
representa un cambio importante en las relaciones mundiales. El crecimiento
económico de China y su ascenso en la economía mundial se están expresando con
más frecuencia en esferas geopolíticas y militares. La OCS es una alianza
regional de energéticos y de seguridad en Asia central. Sus principales estados
integrantes son China, Rusia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán.
La OCS combina
la fuerza económica china con la capacidad militar y los recursos energéticos
de Rusia. En el verano de 2007, condujo sus primeros ejercicios militares. Fue
la primera vez que China movilizó a tropas aerotransportadas fuera de su
territorio22 .
La OCS claramente tiene como
objetivo reducir y contrarrestar la influencia de Estados Unidos en Asia
central, y concentrar ciertos puntos fuertes y superar ciertas debilidades de
Rusia y China, mientras atrae a su órbita a otros países. Es un vehículo de
rivalidad, naciente pero importante, en una región volátil y rica en
energéticos.
C. Unos temas nuevos
El rápido ascenso de China en la
economía mundial plantea unos temas nuevos.
¿Es posible que
China “se desacople” (el término que usan los analistas financieros y
geopolíticos) de su dependencia del mercado de exportación estadounidense y
deje de financiar el déficit estadounidense?
En el corto
plazo, la respuesta parece ser que “NO” con mayúscula, en vista de las grandes
reverberaciones que podría provocar (China perdería miles de millones de
dólares si abandonara de repente el dólar, pues llevaría a su desplome) y de
que el desarrollo dependiente y distorsionado de China requiere de enormes
mercados para sus productos de exportación. Parece que China no puede
reemplazar fácilmente a esos mercados occidentales estimulando la demanda interna.
Sin embargo, a
mediano y largo plazo, las posibilidades de tal “desacoplamiento” tienen otro
aspecto, especialmente en conexión con otros cambios económicos y geopolíticos
mundiales.
El alto ritmo
de crecimiento de China y la rentabilidad que eso le ha dado al capital
imperialista han sido un estímulo vital para la economía mundial, y para el
imperialismo estadounidense. Al mismo tiempo, la Unión Europea, un bloque
económico oesteeuropeo más cohesionado y más competitivo, está teniendo ahora
un mayor papel en la economía y las finanzas mundiales.
Sin embargo,
como mencioné al comienzo de este análisis, Estados Unidos ocupa la primera
posición en la economía imperialista mundial. Y, debido a que China está
profundamente metida en la economía imperialista mundial, si llegara a sufrir
todos los estragos de lo que conllevaría la evolución de una disminución del
crecimiento global, podría tener enormes repercusiones retroalimentarias desestabilizadoras
tanto en China como en la economía mundial. La forma en que China y Estados
Unidos responden a la crisis financiera de 2008, y cómo salen de ella, puede
tener consecuencias geopolíticas largoplacistas.
China ha
logrado sostener un alto ritmo de crecimiento. Pero es una economía
capitalista. No es inmune ni a la inestabilidad ni a la crisis. Se calcula que
el 75% de sus industrias están plagadas de sobrecapacidad, o sea, tienen
demasiadas inversiones para los mercados existentes23 . La inflación está aumentando en China. La polarización social está
agudizándose; en los últimos años se han multiplicando las huelgas, protestas y
confrontaciones en el campo contra la corrupción, la adquisición hostil de
tierras y los daños ambientales.
La dinámica del
ascenso de China es compleja. No obstante, hay una contradicción que la
delimita: su dependencia y su creciente fuerza económica. China
depende del capital y de los mercados extranjeros. A pesar de eso, ha surgido
en el mundo como una potencia económica y un centro manufacturero. Ha acumulado
enormes reservas de divisas y se ha ganado una influencia financiera
considerable... y cada vez más, sobre el dólar. Busca más agresivamente
mercados del tercer mundo e invierte capitales fuera de sus fronteras.
Al
reflexionarlo, parece que lo que guía a la clase dominante china es una
orientación estratégica y competitiva de largo plazo: diversificar y reforzar
la base industrial interna, ampliar su alcance económico y financiero en el
mundo y fortalecer su capacidad militar... y hacer todo eso sin provocar una
confrontación directa con el imperialismo estadounidense.
¿Podría
evolucionar China para ser una formación de capital imperialista? Es una
pregunta que no se puede descartar de antemano, aunque tampoco se puede decir
que es inevitable. Sin embargo, es una posibilidad real... es posible que China
esté en una etapa de transición hacia ser una potencia imperialista. ¿Cuáles
son las posibilidades de un cambio cualitativo así, y por medio de cuáles
caminos podría darse? Son asuntos que dependerán de la historia, de la
interacción del movimiento y el desarrollo del capitalismo chino con la lucha
de clases en China, y con los mayores cambios, desplazamientos y trastornos de
la economía mundial... y con los acontecimientos grandes e inesperados de la
política mundial, como guerras y otros conflictos, pero también luchas
revolucionarias.
Notas
1. Keith Bradsher,
“Labor Costs Soar in China, So Its Neighbors Beckon”, New York Times,
18 junio 2008; John C.K. Daly, “Feeding the Dragon: China’s Quest for African
Minerals”, China Brief, 31 enero 2008, http://www.jamestown.org; Energy Information Administration, Country Analysis Briefs:
China, agosto 2006, http://www.eia.doe.gov.
2. Wu Qi, “China
Regulates Foreign Mergers for More Investment”, 11 septiembre 2006, http:/www.china-embassy.org.
3. Wang Zile,
“Foreign Acquisition in China: Threat or Security”, China Security,
Vol. 3, No. 2 (primavera 2007), p. 90.
4. US-China
Business Council, Forecast 2008: Foreign Investment in China, p. 1.
5. US-China
Business Council, Forecast 2008: Foreign Investment in China, p. 3;
CIA, World Fact Book: China, http://www.cia.gov.
6. Nicholas Lardy,
“Trade Liberalization and Its Role in China’s Economic Growth”,
http://www.imf.org.
7. Charlemagne,
“Winners and losers”, The Economist, 1 marzo 2008, p. 56.
8. Sobre el sector
estatal, ver Arthur Kroeber y Roselea Yao, “Large and in charge”, Financial
Times, FT.com, 14 julio 2008, http://www.ft.com.
9. Mobo Gao, The
Battle For China’s Past: Mao and the Cultural Revolution (Londres:
Pluto, 2008), pp. 160, 179; Joseph Kahn y Jim Yardley, “Amid China’s Boom, No
Helping Hand for Young Qingming”, New York Times, 1 agosto 2004.
10. Elizabeth
Economy, “China vs. Earth”, The Nation, 19 abril 2007; Jim Yardley,
“China’s Turtles, Emblems of a Crisis”,New York Times, 5 diciembre 2007;
L. Alan Winters y Shahid Yusuf, compiladores, Dancing with Giants (Washington,
D.C.: Banco Mundial, 2007), p. 14.
11. Li Onesto, “Terremoto sacude al terreno capitalista en China”, Revolución #131, 1 junio
2008, http:/www.revcom.us; Sanjay Reddy, “Death in China: Market Reforms and
Health”, New Left Review 45, mayo-junio 2007.
12. Anita Chan, “A
‘Race to the Bottom’”, China Perspectives, No. 46 (marzo-abril
2003), p. 43; David Harvey, A Brief History of Neoliberalism (Londres:
Oxford University Press, 2005), p. 148.
13. Martin
Hart-Landsberg y Paul Burkett, “China, Capitalist Accumulation, and
Labor”, Monthly Review, mayo 2007, pp. 28-29.
14. Howard W.
French, “The Sex Industry is Everywhere But Nowhere,” New York Times,
14 diciembre 2006, citado en Hart-Landsberg y Burkett, p. 29.
15. Robert Weil,
“Were Revolutions in China Necessary,” Socialism and Democracy,
Vol. 21, julio 2007, pp. 20-22.
16. Winters y
Yusuf, Dancing with Giants, p. 14; Parag Khanna, The Second
World: Empires and Influence in the New Global Order, Nueva York: Random
House, 2008, p. 313, nota.
17. PPI, “Chinese
Direct Investment Abroad Has Grown Twenty-Fold Since 2000”, 21 octubre 2007,
http://www.ppionline.org
18. Sobre la competencia entre las
grandes potencies por los recursos de África y el creciente peso económico de
China en África, ver Michael T. Klare, Rising Powers, Shrinking
Planet (Nueva York: Metropolitan Books, 2008), capítulo 6; Jian-Ye
Wang y Abdoulaye Bio-Tchane, “Africa’s Burgeoning Ties with China”, Finance
and Development (FMI), marzo 2008, Vol. 45, No. 1; David H. Shinn,
“Africa, China, The United States, and Oil”, Africa Policy Forum,
http://www.forums.csis.org.
19. Michael T.
Klare, “The New Geopolitics of Energy”, The Nation, 1 mayo 2008,
http://www.thenation.com.
20. Instituto Internacional de
Estocolmo de Investigación para la Paz, Recent trends in military
expenditure (Estocolmo: 2008), http://www.sipri.org
21. Jason T.
Shaplen y James Laney, “Washington’s Eastern Sunset: The Decline of U.S. Power
in Northeast Asia”, Foreign Affairs, noviembre-diciembre 2007,
edición electronic, resumen, p. 1, http://www.foreignaffairs.org.
22. Sobre la
Organización de Cooperación de Shanghai, ver Bates Gill y Mathew Oresman,
“China’s New Journey to the West” (Washington, D.C.: Center for Strategic and
International Studies, 2003), pp. 5-12; y Klare, “New Geopolitics of Energy”.
23. Ho-fung Hung,
“Rise of China and the Global Overaccumulation Crisis”, Review of
International Political Economy, 15:2, mayo 2008, p. 159.
Mutaciones
del Capitalismo en la Etapa Neoliberal (II)
Ascendentes,
Intermedios y Periferia
(Tercera
Parte)
Claudio Katz
LAS ECONOMÍAS EMERGENTES SUSCITAN tanto interés como
dificultades de interpretación. Aglutinan a los países que no integran el
bloque de los desarrollados, ni de la periferia marginada. Se han expandido,
ganan espacio en el mercado mundial y aumentan su influencia geopolítica.
Pero no es fácil distinguir a los
integrantes de este segmento. Como suele ocurrir con las denominaciones que
difunde el periodismo, el término se ha popularizado antes de alcanzar un
significado nítido. Retrata indiscriminadamente a varias economías, sin distinguir
a China del pelotón de ascendentes.
Esta generalización impide notar una
de las principales transformaciones cualitativas del período actual: la
conversión del gigante asiático en una potencia. Ya está ingresando en el club
de los países centrales y se ubica muy por delante de cualquier otro
ascendente. Se ha convertido en el taller del mundo, con un tipo de inserción
global muy diferente a los proveedores de materia primas o a los
subcontratistas de servicios.
La transformación de China
El cambio de posicionamiento de China en la jerarquía
mundial corona el afianzamiento de su estructura industrial. Esta mutación es
el resultado de un vertiginoso crecimiento que multiplicó en 22 veces el PBI
per cápita entre 1980 y 2011(de 220 a 4930 dólares). Este mismo incremento se
amplía a 33 veces en términos de poder de compra.
El volumen comercial del país se
duplica cada cuatro años. Representaba el 20% de las transacciones
estadounidenses en el 2001, saltó al 40% en el 2005 y actualmente ha emparejado
a su rival. El peso del comercio exterior pasó de 9,8% del PBI (1978) al 65%
actual. Estas transformaciones trastocaron por completo la estructura interna
de la economía. El peso del sector agrícola cayó abruptamente, los servicios se
expandieron y la industria se convirtió en el motor de todas las actividades
[2].
La nueva potencia oriental mantuvo
altísimas tasas de crecimiento durante tres momentos complejos de la etapa en
curso: las “décadas pérdidas” de la periferia (1980-90), el desplome del bloque
soviético y la crisis global reciente. En estos escenarios protagonizó un cambio
histórico comparable a la revolución del vapor en Inglaterra, a la
industrialización de Estados Unidos o el desarrollo de la Unión Soviética.
Esta nueva gravitación de China se
ha verificado en el último sexenio. Su auxilio al dólar y al euro durante el
pico de la crisis impidió la conversión de la recesión del 2009 en una
depresión global. Los aportes financieros de Beijing fueron decisivos para el
rescate inicial de las instituciones hipotecarias estadounidenses, para
sostenimiento posterior de los Bonos del Tesoro y para el apuntalamiento
reciente de la moneda europea. La magnitud de las acreencias acumuladas por
China retrata la dimensión de este salvamento.
El auxilio no fue acto de
filantropía. Sirvió para asegurar la continuidad de las exportaciones y evitar
la desvalorización de los enormes activos atesorados en moneda extranjera. Pero
lo novedoso es la gravitación del país. En los años 70 era impensable que el
sistema financiero internacional fuera socorrido por China.
La mutación de esa economía comenzó
en 1978 y hasta el 2007 estuvo centrada en la emigración rural y el aumento de
la productividad por encima de los salarios. Esta combinación abrió las
compuertas para el giro exportador y la creciente captura de porciones del
mercado mundial. Pero esa expansión no fue gratuita. Se consumó reduciendo la
participación de los salarios y el consumo en el ingreso total. El boom
exportador floreció junto a las ganancias y el debut de una brecha social
interna.
Este ascenso ilustró los enormes márgenes
para desenvolver la acumulación que poseía una economía atrasada de dimensiones
continentales. Pero China no partió de cero. El valor agregado de su industria
en 1980 ya superaba ampliamente a Brasil y mantenía una distancia abismal con
India [3] .
La crisis en curso tiende a reforzar
un giro hacia el mayor consumo. Se intenta reducir la dependencia de las
exportaciones de manufacturas básicas para expandir el mercado interno. Con ese
objetivo se introdujeron varios planes keynesianos de estímulo de la demanda.
Pero los resultados del sexenio han
sido modestos. Aumentó levemente el consumo, se incrementó en algunos puntos la
participación del salario en el ingreso y se registró alguna caída porcentual
de las exportaciones. Estos cambios se ubican muy lejos del viraje ambicionado.
El gran problema radica en que una
economía estructurada en torno a elevadísimos rendimientos del comercio
exterior, no puede girar hacia un esquema inverso sin perder competitividad.
El pasaje al capitalismo
China empieza a registrar las consecuencias de su
tránsito al capitalismo. Desde 1978 hasta 1992 ese pasaje estuvo limitado por
la preeminencia de un modelo de reformas mercantiles subordinado a la
planificación central. Bajo ese esquema las comunas rurales se convirtieron en
unidades agro-industriales guiadas por principios de rentabilidad, pero sin
privatizaciones de envergadura. Aparecieron los managers con atribuciones para
reorganizar las plantas industriales, pero sin facultades para despedir en masa
o vender empresas.
También se formaron las zonas
francas en la costa, arribó el capital extranjero y comenzó la exportación,
pero estas actividades no ejercían un dominio estratégico sobre el resto de la
economía. En ese período la industrialización retroalimentó la demanda y las
mejoras en el consumo preservaron la distribución precedente del ingreso. El
modelo ensayó una versión actualizada de la Nueva Política Económica (NEP), que
se introdujo a mitad de los 20 en la URSS para remontar el estancamiento [4].
El viraje hacia el capitalismo se
consumó a principios de los 90, a partir de las privatizaciones realizadas por
los viejos directores de las empresas con la intención de forjar una clase
capitalista. Los miembros de ese grupo se transformaron en los principales
inversores de las nuevas compañías. Se aceleró también la acumulación primitiva
mediante la expoliación de los productores agrarios. Con el ingreso del país a
la OMC se afianzó, además, el entrelazamiento de la elite dominante con las
empresas transnacionales.
La triplicación del ingreso per
cápita y la cuadruplicación de la tasas de crecimiento han presentado desde ese
momento otro significado social. Convalidan los enormes niveles de desigualdad
social y la regresión de las conquistas populares.
Los grandes avances de la revolución
han quedado interrumpidos. La duplicación de la esperanza de vida (de 32 a 65
años) y la alfabetización masiva (de 15 al 80-90% de la población) han sido
reemplazados por la expansión del coeficiente de desigualdad (un Gini de 0,27
en 1984 a otro de 0,47 en 2009). Para una familia obrera se ha tornado muy
difícil afrontar los gastos corrientes de salud y educación [5].
Los desequilibrios del capitalismo
comienzan a emerger en una economía que reduce su promedio de crecimiento (del
9-11% al 6-7% anual), como consecuencia de la madurez industrial y el
encarecimiento de los costos. En el ciclo 2013-14 el nivel de actividad
registraría la menor expansión de la última década. Tal como ocurrió
anteriormente con Japón y Corea, el modelo comienza a lidiar con problemas de
competitividad. Mantiene salarios muy inferiores a esos países, pero en las
regiones de la costa y en las actividades de mayor calificación esa diferencia
se está estrechando.
También los desequilibrios
financieros se multiplican. Una importante porción de los bancos opera en las
sombras con créditos dudosos que solventan el consumo de la clase media.
También la oscura administración de los gobiernos locales se financia con
préstamos clandestinos.
En las grandes ciudades está
ascendiendo, además, una visible burbuja inmobiliaria. La inflación que durante
la década pasada osciló en torno al 2% anual ha trepado al 6,2%. Junto al salto
registrado en el número de multimillonarios (de 3 a 197 en la última década),
crecen los padecimientos del trabajo precarizado que realizan los inmigrantes a
las ciudades.
Pero el principal desequilibrio
actual se ubica en la altísima tasa de inversión, que se mantiene en
porcentuales insostenibles (43,8% del PBI en 2007 y 48,3% en 2011), en la
actual coyuntura de desaceleración económica internacional. Esos niveles
generan sobre-acumulación de capitales y sobre-producción de mercancías a una
escala mayúscula.
Una economía no puede crecer al 10%
mientras sus compradores se expanden al 2-3%. Todos los planes keynesianos de
los últimos años agravaron un problema, que no se resuelve con el simple
incremento de las importaciones [6].
Las tasas de inversión chinas no
guardan ninguna proporción con patrones históricos o internacionales. Son consecuencia
de un modelo exportador que exige un insostenible nivel de utilización de las
materias primas y una gran devastación ambiental.
Una vez sustituida la gestión
planificada por la competencia del mercado, no es fácil atemperar este tipo de
sobre-inversión. La concurrencia por el beneficio impide procesar en forma
ordenada la reducción de ese exceso.
Disputas internas y externas
Las contradicciones económicas de China se acentúan
por la disputa que opone al grupo dirigente de la Costa (asociado con el
capital extranjero), con la elite del Interior (interesada en el
desenvolvimiento del capitalismo de estado).
El primer sector busca reforzar la
integración del país a los circuitos del capitalismo global, con mayores
compromisos comerciales externos, nuevas adquisiciones de activos europeos y
estadounidenses y una eventual participación en el diseño de la futura moneda
mundial.
Por el contrario, el segundo sector
promueve un giro más radical hacia mercado interno, cuestiona el desmedido
aumento de las inversiones foráneas y objeta el gran rescate de monedas y
bancos extranjeros.
El choque entre estas fracciones ha
incluido importantes cambios en la cúpula del PCCH, que mejoraron las
posiciones del grupo neoliberal encabezado por Wang Jiang, muy asentado en la
región exportadora de Gaungdong. El sector rival sufrió el desplazamiento de
ciertos líderes como Bo Xialai. El conflicto persiste, pero el último congreso
partidario consagró el liderazgo de Xi Jinping y autorizó nuevas privatizaciones.
Los grupos exportadores resisten un distanciamiento del mercado mundial que
amenazaría sus privilegios
Estas tensiones en las fracciones
dominantes no han modificado la estrategia geopolítica defensiva que
caracteriza a todos los dirigentes chinos. Buscan asegurar el acceso
internacional a los recursos naturales, garantizar la seguridad de las
fronteras conflictivas (Tíbet) y completar la reconstrucción de la nación con
la reincorporación de Taiwán.
Para alcanzar estos objetivos
recurren a heterogéneas alianzas y despliegan a pleno la realpolítik.
Esta orientación guía su custodia naval del Pacífico y su intermediación en la
negociación de las armas nucleares que construyó Corea del Norte.
Este énfasis en la protección
fronteriza explica la ausencia de correlatos político-militares externos de la
expansión económica internacional del país. China inunda al planeta de
capitales y mercancías, pero no de ejércitos y conspiradores. Mantiene una
actitud defensiva frente a los periódicos hostigamientos de las
administraciones norteamericanas, acrecentando la vigilancia y los resguardos
defensivos.
Los líderes de Pekín saben que
Estados Unidos ejerce la dirección del bloque imperialista y no aspiran a
ocupar ese lugar. Intuyen que cualquiera sea el grado de traslado de la
industria mundial a Oriente, el gendarme yanqui continuará supervisando las
intervenciones imperiales. Los dirigentes chinos no se imaginan a sí mismos
cumpliendo ese rol en ningún escenario previsible.
Pero el nuevo status de potencia
económica mundial que alcanzó China dificulta esa estrategia de equilibrio. La
necesidad de recursos naturales y nuevos mercados empuja a sus dirigentes a la
adopción de conductas agresivas. La apropiación de materias primas en África y
los tratados de libre comercio con América Latina constituyen dos muestras de
esta compulsión. Hay mucha ingenuidad en la creencia que China rehuirá los
conflictos típicos del capitalismo, renovando una tradición de pacifismo
oriental opuesta al territorialismo occidental [7].
La nueva potencia está embarcada en
la concurrencia global y en las consiguientes rivalidades internacionales. Su
modelo exportador que no es agregativo, ni inclusivo. Exige arrollar a los
competidores en el propio escenario asiático.
El ascenso de China amenaza el lugar
central de Japón y la pujanza de Corea del Sur. Las tensiones se acentúan, a
medida que el nuevo gigante amplía su participación en exportaciones de mayor
valor agregado y localiza plantas en la periferia asiática, para explotar
fuerza de trabajo barata.
Escenarios y desenlaces
El principal interrogante geopolítico gira en torno a
las relaciones chino-estadounidenses. Algunas hipótesis estiman que irrumpirá
un gran conflicto cuando la economía asiática externalice las tensiones de su
modelo, presionando a los proveedores (para que abaraten insumos) y a los
competidores (para que resignen mercados). China confrontaría con Estados
Unidos, luego de conseguir el manejo de una moneda internacional convertible.
Pero otro escenario surge de
recordar cómo se ha renovado la codependencia de China con Estados
Unidos en las últimas cuatro décadas. El gran exportador oriental necesita el
mercado norteamericano para descargar sus excedentes y la primera potencia
requiere financiación china para solventar sus monumentales desbalances
financiero-comerciales.
La transformación de Shangai en gran
centro de empresas transnacionales ilustra cómo se reciclan los proyectos entre
ambas potencias. Dos figuras centrales del pensamiento imperial apuestan a la
renovación de esta asociación. Consideran que Estados Unidos aceptará un status
económico preponderante de China, a cambio de su ratificación como sheriff del
planeta [8].
Hasta ahora las tendencias hacia el
conflicto y la asociación se desenvuelven con similar intensidad y resulta muy
difícil prever cual será el desenlace. Es tan aventurado un pronóstico de
choque abierto, como la previsión opuesta de una idílica amalgama entre ambas
potencias. Por el momento, el gigante oriental no sustituye a su adversario
occidental y el gendarme norteamericano oscila entre conciliar y hostilizar a
su rival.
Estados Unidos fomenta la tensión
militar supervisando las disputas territoriales sino-niponas. También controla
las maniobras navales de Corea del Sur, refuerza la instalación de marines en
Australia y redobla las presiones sobre Corea del Norte para que desactive su
arsenal atómico. Pero estas acciones coexisten con la continuidad de
inversiones conjuntas.
El desenlace de este conflicto
permitirá esclarecer también la naturaleza del régimen chino. Algunas miradas
elogiosas subrayan la autonomía política y ponderan el modelo de acumulación
nacional-intervencionista, sin indagar la naturaleza social del sistema actual
[9].
Este enfoque impide analizar como el
ascenso económico chino se consumó mediante una asociación internacional con
empresas transnacionales, que aceleró la formación de la nueva clase
capitalista. La peculiaridad de este proceso ha sido el enlace directo que
establecieron los grupos aburguesados del país con esas compañías. No siguieron
la trayectoria clásica de acumulación nacional, barreras proteccionistas y
rivalidad con otras potencias por la conquista de mercados externos. Se
incorporaron sin mediaciones al nuevo contexto internacionalizado del
capitalismo.
Con ese soporte introdujeron una
restauración de la gran propiedad extendiendo las privatizaciones, reforzando
la preeminencia del beneficio y asegurando la supremacía del mercado sobre el
plan. Se puede debatir si esta mutación ha concluido y es irreversible, pero su
profundidad y contenido social regresivo están a la vista. Los autores que
subrayan esta involución presentan un cuadro más realista, que los intérpretes
de ese proceso como una variedad del “socialismo de mercado” [10].
Confusión de emergentes
Un cierto número de países ha quedado clasificado
junto a China dentro del mismo bloque de emergentes. Especialmente India,
Brasil y Rusia son ubicados en ese casillero. Pero este agrupamiento olvida que
la economía china es dos veces y media superior a la India y cuadruplica a
Brasil o Rusia. Sus tasas de crecimiento han sido mucho mayores y acumula
reservas por un monto que duplica la suma de los tres países [11].
Estas distancias han sido
corroboradas por un tipo de inserción internacional muy diferente. Mientras que
China incide directamente sobre la marcha del ciclo global, los otros países
ejercen una influencia secundaria.
El decisivo auxilio que ofreció el
Banco Central Chino a las monedas, presupuestos públicos y bancos de la Tríada
durante la crisis, contrasta con la ausencia de gravitación de las otras tres
naciones. Este grupo se ubicó más cerca del campo de los necesitados que del
área de los socorristas. Los tres países tampoco han sido receptores del
desplazamiento general de la industria que se orienta hacia el Extremo Oriente.
Las clasificaciones más recientes
también incluyen dentro del bloque emergente a Turquía y Sudáfrica. Realzan su
expansión durante la última década, el efecto limitado de las crisis reciente y
el menor impacto del endeudamiento en comparación a las economías desarrolladas.
Pero las tasas de crecimiento de estas economías han sido variables y muy
inciertas. Obedecen a procesos relativamente recientes y no a movimientos
acumulativos de varias décadas.
Otros países ubicados en el mismo
sector ascendente han repuntado como consecuencia de la apreciación
internacional de las materias primas. El carácter eventualmente estructural y
no meramente financiero de esta valorización, no modifica la vulnerabilidad de
economías tan dependientes del vaivén de las commoditites.
El agrupamiento de todos bajo un
mismo mote de emergentes genera múltiples confusiones. La propia clasificación
proviene de visiones financieras de corto plazo. La sigla BRICS, por ejemplo,
fue introducida por un operador bursátil de Goldman Sachs para señalar las
oportunidades de inversión.
Con este mismo parámetro otros
financistas han tomado distancia de los BRICS y preparan su reemplazo por los
MINT (México, Nigeria, Indonesia y Turquía), que son percibidos como candidatos
a recibir capitales golondrinas. En realidad, los receptores potenciales de
estos fondos son tan numerosos como efímeros.
Los más renombrados últimamente son:
Vietnam, Australia, Bangladesh, Chile, Colombia, Corea del Sur, Egipto,
Filipinas, Irán, Israel, Malasia, México, Nigeria, Pakistán, Perú, Polonia,
República Checa, Singapur, Tailandia. Como no existen criterios para clasificar
a esta variedad de países se multiplican las sopas de letras (CIVETS, EAGLES,
AEM, VISTA, MAVINS).
Es evidente que estos malabarismos
terminológicos no esclarecen ningún proceso económico. En función de algún parentesco
financiero se mezcla en el mismo casillero a países medianos y periféricos o a
economías industrializadas y rentistas.
Economías semiperiféricas
El probable incremento de las tasas de interés
estadounidenses ha reducido actualmente la aureola de los BRICS. Algunos
economistas consideran que los mayores riesgos de un próximo temblor financiero
se han desplazado hacia las economías intermedias, con mayores déficits
fiscales y tasas de crecimiento bajas [12].
Otros temen la repetición de las grandes
crisis que durante los años 90 desencadenaron economías semejantes (México-1994
, el Sudeste Asiático-1997, Rusia -1998 o Argentina -2001).
Pero más allá del diagnóstico
coyuntural es importante registrar que se ha profundizado la división en el viejo
bloque de economías no industrializadas. Un segmento amplió su estructura
fabril, participa de exportaciones manufactureras, incorporó empresas al
círculo de compañías transnacionales o desarrolló servicios productivos. El
otro sector mantiene, en cambio, su viejo perfil primarizado.
Esta clasificación de las economías
en función de su estructura e inserción en la división internacional del
trabajo es utilizada por autores críticos del vago concepto de “emergentes”.
Con esta mirada centrada en el proceso productivo global han precisado el
contenido de la noción semiperiferia [13].
Esta categoría se aplica a países
como Corea, Taiwán, Turquía, México, Brasil o Sudáfrica, que se han distanciado
del grueso de la periferia asiática, africana o latinoamericana. Este
posicionamiento intermedio confirma el ordenamiento tripolar que postulan los
teóricos de sistema-mundo y su caracterización de las semiperiferias, como un
segmento que acolchona las brechas entre los dos polos del capitalismo global
[14].
Este grupo protagoniza actualmente
las bifurcaciones que tradicionalmente separaron a las económicas ascendentes
de sus pares retrasados. Se repite así la trayectoria seguida por países que
atravesaron por contradictorios períodos de proximidad con los centros o
confluencia con la periferia.
Esta caracterización cuestiona la
creciente expectativa actual en un ascenso general de los países emergentes.
Destaca que estas economías compiten entre sí al interior de una arquitectura
estable, dónde el éxito de un concurrente conspira contra las posibilidades de
los rivales situados en la misma escala de desarrollo.
Las economías intermedias repiten la
trayectoria de las semi-periferias precedentes, que ambicionaron subir al
escalón del centro. Pero la segmentación mundial siempre impidió un éxito
colectivo. Si la expansión actual de China se consolida, confirmará la
excepcionalidad de ese salto. El arribo al status de país desarrollado no está
al alcance de otros BRICS, MINTS o EAGLES.
Sub-potencias dispersas
El protagonismo geopolítico regional de cada economía
semiperiférica es determinante de su éxito o fracaso, en ocupar los espacios
vacantes del orden global. Algunos países de ese segmento cuentan con
dimensiones continentales y estados de gran porte, pero arrastran también
trayectorias imperiales frustradas. Fueron potencias que devinieron en
semicolonias y volvieron a renacer con proyectos de dominación zonal.
Actualmente se desenvuelven en
grandes territorios con importantes recursos demográficos o naturales y
negocian directamente con la Tríada. Su acción geopolítica incide directamente
sobre su ubicación finalen el ranking semiperiférico. Especialmente Rusia,
India y Turquía comparten estas peculiaridades.
Muchos analistas estiman que estos
países tienden a converger en bloques comunes, para disputar poder con las
potencias centrales. Pero los indicios efectivos de este empalme son escasos,
frente al trato dispar que les dispensa el imperialismo. Estados Unidos
hostiliza a Rusia, está asociado con Turquía y se reacomoda con la India.
En lugar de conformar un bloque,
cada sub-potencia busca su propio nicho dentro del orden neoliberal. Aceptan el
libre comercio, la primacía de las empresas transnacionales y la continuidad de
flujos financieros transfronterizos. A diferencia de lo ocurrido durante
1930-40 no apuestan a forjar redes proteccionistas, ni a construir coaliciones
belicistas.
Todos trabajan dentro de los
organismos internacionales para reforzar su influencia. Promueven reformas del
sistema de votación dentro del FMI y propugnan la constitución de fondos de
reservas globales, para reemplazar paulatinamente al dólar. Como no les
interesa sustituir abruptamente a la divisa que nomina el grueso de sus reservas,
apuestan a una larga negociación.
En las Naciones Unidos propician un
reajuste del actual Consejo de Seguridad, conformado por cinco miembros
permanentes con derecho a veto. Esa negociación es muy conflictiva porque el
nuevo asiento en discusión tiene muchos candidatos, entre las viejas potencias
(Alemania, Japón) y las que ascienden (India, Brasil). China y Rusia no están
seguras de la conveniencia de este cambio.
Varias sub-potencias han mostrado
disposición para aportar tropas a las misiones de la ONU convalidando la
hipocresía del humanitarismo imperialista. Esta conducta no sólo ilustra la
afinidad de las clases dominantes de estos países con el status quo global.
También indica las dificultades que enfrentan para encarar acciones
alternativas. Algunos integrantes de esta franja compiten entre en sí en varios
terrenos económicos y otros mantienen viejas disputas fronterizas.
Frecuentemente sus prioridades estratégicas no confluyen.
Los BRICS realizaron, por ejemplo,
varias cumbres para acordar cierto incremento del intercambio, la constitución
de un fondo de reserva y la eventual conformación de un Banco de Desarrollo.
Pero han buscado confluencias frente a contingencias de corto plazo, sin
avanzar en compromisos significativos.
Esa actitud obedece a la estrecha
asociación que están gestando las clases dominantes de este grupo con las
empresas transnacionales. Son burguesías que descartan los viejos coqueteos con
los proyectos antiimperialistas de los años 60-70. Un bloque de “No Alineados”
o un encuentro como Bandung están fuera de sus horizontes. Participan de la
etapa neoliberal junto a elites de multimillonarios muy integradas al club
mundial de los poderosos. Estas tendencias se verifican en cuatro casos.
Notas
[1] Economista, Investigador, Profesor. Miembro del
EDI (Economistas de Izquierda). Su página web es: www.lahaine.org/katz.
[2] Salama, Pierre. “¿Desaceleração econômica: a China
na tormenta?”, 3/10/2013, www.cartamaior.com.br.
[3] Lo Dic, Zhang Yu, “Making
sense of China´s economic transformation”, Review of Radical Political
Economics, vol 43, n 1, 2011.
[4] Li Minqui, Piovani Chiara,
“One hundred millón jobs for the chinese workers”, Review of Radical Political
Economics, vol 43, n 1, 2011.
[5] Lin Chun, “The socialist
market economy, Step forward or backward, Science and Society, vol 73, April
2009.
[6] Zhu Andong, Kotz David,
“The dependence of China´s economic growth on exports and investment”, Review
of Radical Political Economics, vol 43, n 1, 2011.
[7] Discutimos esta visión de Giovanni Arrighi en Katz
Claudio, Bajo el imperio del capital, Luxemburg, Buenos Aires, diciembre de
2011, (cap 14).
[8] Nye, Joseph. “Dos décadas para barajar y dar de
nuevo”, www.clarin.com 12/01/2013. Brezinsky, Zbigniew. “Adiós a las guerras
por el poder global” www.clarin.com/o 24/02/2013.
[9] Sapir, Jacques. El nuevo siglo XXI, El Viejo Topo,
2008, Madrid, (pag 74, 116-120).
[10] -Hart en el primer caso y Ding en el segundo. Hart-Landeberg Martin, “The Chinese Reform experience: A critical
assessment”, Review of Radical Political Economics, vol 43, n 1, 2011. - Ding
Xiaoqin, “The socialist market world economy, china and the world”, Science and
Society, vol 73, April 2009.
[11] Turzi Mariano, Mundo BRICS Las potencias
emergentes, Editorial Capital Intelectual, Buenos Aires, 2011(pag 43-44).
[12] Roubini Nouriel, El panorama cambiante del
riesgo mundial, 6/4/2014, www.lanacion.com.ar. R oubini Nouriel, “El problema de
la Argentina y de otros mercados emergentes”, 31/1/2014, www. pro ject-syndicate.org.
[13] Martínez Peinado Javier, Cairó i Céspedes Gemma,
El desarrollo de una Semiperiferia como necesidad de la transición hacia el
Sistema Capitalista Global, Sevilla febrero 2012, pendientedemigracion.ucm.es.
[14] Wallerstein, Immanuel. El capitalismo histórico,
Siglo XXI, México, 1988. Arrighi, Giovanni. “The
winding paths of capital”, New Left Review 56, Mars-April 2009, London.
«Economía
y Filosofía en el Capital de Marx: La
Teoría Laboral del Valor»
II Parte:
Resumen de El Capital de Marx:
Los Tres Libros
(Octava Parte)
Diego Guerrero
VI. Capital constante y capital variable. Vemos, pues, que no todos los elementos o
factores del proceso laboral se comportan igual de cara a la valorización. El
obrero adiciona determinada cantidad de trabajo y, al mismo tiempo, con esa
misma actividad, consigue que el valor de los medios de producción se conserve
mediante su transferencia desde su cuerpo al de la mercancía. Esta dualidad
surge de la dualidad del trabajo mismo: con su trabajo concreto (cualitativo) “conserva” el valor de los medios de
producción, y con su trabajo abstracto
(cuantitativo) “crea” el valor nuevo. Sólo que no trabaja dos veces: su trabajo
tiene las dos dimensiones simultáneamente.
Por consiguiente, si un invento multiplica la fuerza productiva del trabajo,
éste adicionará ahora la misma
cantidad de valor nuevo pero transferirá mucho
más valor desde los medios de producción. Con un modo de producción dado, en
cambio, la conservación y transferencia de valor será proporcional a su
agregado.
Esta transferencia de valor sólo es posible en la medida en que los medios
de producción pierden su propio valor, lo cual puede ocurrir de golpe (como en
el caso de las materias primas y auxiliares y la energía usada) o bien por
partes, fraccionadamente, mediante el desgaste progresivo de los medios de
trabajo. Pero ningún medio de producción puede transferir al producto más valor
del que él mismo tiene; e, incluso, si se trata de bienes naturales (la tierra,
el viento, el agua, etc.), no transfieren valor alguno ya que ellos mismos no
tienen valor. Por su parte, el obrero no puede crear valor nuevo ni añadir
trabajo nuevo sin conservar al mismo tiempo valores antiguos. Éste es su “don
natural”. El trabajo consigue que el valor de los medios de producción “reaparezca”
en el valor del producto (aunque no lo reproduzca realmente), pero al mismo
tiempo reproduce realmente el valor
gastado en la compra de fuerza de trabajo, que se reemplaza con valor nuevo.
Al prolongar la creación de valor más allá del valor de la fuerza de
trabajo, el plusvalor es el excedente
de valor del producto por encima del
valor de los factores consumidos en la producción, pero todo el excedente es
creado por el trabajo. Vemos ahora que la parte del capital adelantado que se
transforma en medios de producción no modifica su valor; de ahí su nombre de capital constante. Por el contrario, la
parte que se gasta en comprar fuerza de trabajo sí lo modifica, y por eso se
llama capital variable. Pero, a pesar
de su nombre, el capital constante no excluye que sus elementos puedan cambiar de valor: dichos cambios
tendrán su origen en cambios en el modo de producción de dichos elementos (objetos y medios de trabajo), pero no en el
proceso de producción y valorización del
producto, que es lo que se considera aquí. Por eso, aunque dichos cambios
puedan generar un “efecto retroactivo”, es decir, que retroactúen sobre el
valor mismo del producto que se considera, ese capital seguirá siendo constante.
VII. La tasa de plusvalor. Si llamamos C al capital total adelantado, hemos
visto en el capítulo anterior que sus dos componentes son el capital constante (c) y el variable (v). En realidad, los medios de trabajo duran más de un ciclo de producción, por lo
que nos referiremos primero al capital “consumido” a lo largo de un único ciclo
de producción. Tenemos entonces un capital inicial
C = c + v, y un capital final de C’ =
c + v + p, donde el plusvalor (p)
aparece como resultado del cambio de valor en v, que pasa a ser v + p = v + Δv. Esto queda oscurecido por el
hecho de que, al crecer el capital variable, aumenta todo el capital adelantado, lo cual exige una aclaración en dos
pasos: 1) primero, un análisis “puro” del proceso de valorización (en el que,
para no enturbiar el análisis, supondremos = cero el capital constante); 2) segundo, el análisis completo, en el que la presencia de un
capital constante ≠ 0 modifica lo
anterior.
Este doble análisis tiene una importancia realmente crucial, ya que, cuando
c = 0, la “tasa de ganancia” (p / [c+v]) —elemento básico del libro III de El capital— coincide con la tasa de
plusvalor (p/v), pero precisamente su no coincidencia en un análisis ulterior
exige estudiar en el libro III las modificaciones de las primeras conclusiones
del análisis “puro”. No estará de más recordar las dos analogías con que Marx
justifica este proceder (acorde, por lo demás, con el procedimiento general de
las tareas científicas). Se refiere en primer lugar a las Matemáticas, y su
argumento sería: puesto que la derivada (respecto a x) de una suma en la que uno de sus sumandos es constante (digamos:
a + 3x) es independiente de éste,
podemos analizarla mejor —o sea, analizar (a
+ 3x)’ = 3— si nos olvidamos del elemento constante (a) y nos centramos en el variable (3x, cuya derivada coincide con la del total: 3). Y su segundo
ejemplo, tomado de la Química, se entiende por sí mismo con sólo citarlo: “La
circunstancia, sin embargo, de que para efectuar un proceso químico se requieran
retortas y otros recipientes, no obsta para que en el análisis hagamos
abstracción de las retortas”.
Por consiguiente, para el análisis puro
de la valorización —y Marx define aquí la creación
de valor como “conversión de fuerza de trabajo en trabajo”—, la naturaleza de
la “materia a la que debe fijarse la fuerza líquida creadora de valor”, es
decir, la naturaleza de los medios de
producción, es tan indiferente como su
valor: sólo cuenta la masa de
dichos medios, porque es ella la que absorbe más o menos trabajo y, por tanto,
más o menos valor nuevo creado. Por consiguiente, de momento hacemos c = 0, y si la valorización la
expresamos en términos “relativos” o “proporcionales”, escribiremos la tasa de plusvalor como p/v. Si llamamos tiempo de trabajo necesario a la parte de la jornada
laboral en que se reproduce el valor de la fuerza de trabajo, y tiempo de plustrabajo al resto de la jornada, obtenemos, por una parte, que p/v = plustrabajo/trabajo necesario
—siendo la tasa de plusvalor la expresión exacta del “grado de explotación de
la fuerza de trabajo”—; y, por otra, que el plusvalor sólo es el “coágulo” u
“objetivación” del tiempo de plustrabajo. Pues bien: lo que distingue entre sí
a las diversas formaciones sociales o
socio-económicas es la forma en que se
expolia ese plustrabajo en cada tipo de sociedad, y es interesante señalar
que, en una nota a la segunda edición del libro I, Marx incluye un cálculo de
la tasa de plusvalor real gracias a
la información de “un fabricante de Manchester” que no es otro que Federico
Engels (la tasa en la fabricación textil es un 153.8%, y en la producción
agrícola inglesa asciende a un 100.3%).
A continuación, dedica Marx un epígrafe a la “Representación del valor del
producto en partes proporcionales del producto mismo”, idea que le permite
criticar la llamada “Última hora de Senior”. La idea en sí es muy sencilla: si
la producción de 20 kilos de hilado contiene un valor de 30 chelines que se descompone
en c = 24, v = 3, p = 3, esto
significa que los 20 kilos pueden descomponerse en la misma proporción, de
forma que corresponden 16 kilos a c,
2 a v y 2 a p (o sea, 80%, 10% y 10% respectivamente). Para Marx, “es algo tan
sencillo como importante” pues permite desmontar los argumentos de los
capitalistas y sus representantes teóricos, como el inglés Nassau Senior,
defensores de la imposibilidad de rebajar la jornada laboral en 1 hora porque
esa última hora de la jornada laboral
es supuestamente la que contiene la ganancia del capitalista. Sencillamente,
esto es falso. Si fuera verdad que en una jornada de 10 horas se reproducen los
valores de c (8 horas), v (1 hora) y p (1 hora), esto no significa que su rebaja a 9 horas eliminaría la
ganancia. Los obreros trabajan sólo 2 horas en este ejemplo, una para ellos
mismos, la otra para su patrón (tasa de plusvalor del 100%), pero “el producto
de valor” de 10 horas de trabajo de hilar es igual al “valor que alcanza el
producto” de 2 horas de hilar; y, por tanto, el “producto de valor” de 5 horas,
igual al “valor del producto” de una hora. Por consiguiente, si la jornada
cayera a 9 horas, la tasa de plusvalor bajaría de 100% (= 5/5) al 80% (= 4/5),
pero no desaparecería; igualmente, si se prolongara una hora no se duplicaría
pero subiría al 120% (= 6/5).
Por consiguiente, el “plusproducto” así obtenido no debe medirse en
relación con el resto del producto total, sino sólo con la parte del producto
en que se representa el trabajo necesario.
VIII. La jornada laboral. Se parte de que la fuerza de trabajo se vende y
se compra siempre a su valor. Con
ello, definimos la “parte necesaria de la jornada laboral” (ab en la figura), de la que sólo sabemos
que será siempre una “fracción” de la jornada total (ac). Pero no sabemos a cuánto ascenderá la prolongación de la misma
por encima de su parte necesaria (bc):
Jornada laboral I Jornada laboral II Jornada laboral III
a----------b---c a--------b------c a-------b----------c
Jornada laboral I Jornada laboral II Jornada laboral III
a----------b---c a--------b------c a-------b----------c
Es decir,
la jornada laboral es “determinable, pero en sí y para sí indeterminada”, pues
de la naturaleza del intercambio mercantil no se desprende ningún límite para
ésta. Si la prolongación bc fuera
cero, estaríamos ante un “límite mínimo”; pero en la sociedad capitalista éste
será necesariamente mayor, ya que la parte necesaria es sólo una fracción de la total. Existe también un
“límite máximo”, ya que la jornada nunca podrá superar la barrera “física” de
las 24 horas aunque se superen antes sus barreras “morales”. Como el capital es
“trabajo muerto” y sólo se reanima, como los vampiros, al “chupar trabajo
vivo”, siempre procurará llevar al máximo posible esa prolongación. Ahora bien,
una cosa es la “utilización” de la fuerza de trabajo, y otra muy diferente su
“expoliación”: si se sobreexplotara
al trabajador y se consumiera su capacidad laboral —en principio apta para
durar 30 años— en tan sólo 10, su reproducción no sería normal sino
“atrofiada”. Esto sirve de ayuda al obrero en su lucha “en torno a los límites
de la jornada laboral”, base histórica a su vez de toda la regulación pública,
estatal, de la jornada.
El resto del capítulo contiene numerosos ejemplos de las luchas reales en
torno a esta regulación, que prueban la “hambruna de plustrabajo” mostrada
siempre por la clase capitalista. Antes del capitalismo también existía
plustrabajo, y en todas las sociedades de
clase la diferencia de clases misma se ha basado en la expropiación del
plustrabajo de la clase más numerosa por la (más) pequeña clase dominante. Que
“el capital no ha inventado el plustrabajo” lo muestra el ejemplo del boyardo,
el señor feudal ruso que explota al campesino valaco (de los valles del bajo
Danubio) o moldavo: en este caso tenemos una separación “espacial” (el trabajo
necesario y el plustrabajo tienen lugar en espacios físicamente diferentes) y
las numerosas mañas de los propietarios para aumentar al máximo la explotación,
cuya tasa calcula Marx en un 67% (inferior a la capitalista). A continuación,
señala Marx que las leyes fabriles inglesas no son sino una “limitación
coactiva” de la hambruna capitalista de plustrabajo —pues “los átomos de tiempo
son los elementos de la ganancia”—, que es más aguda aun que la precapitalista
y tiene efectos indeseados para la clase capitalista, cuya “rapacidad” se
manifiesta también en fenómenos como “las epidemias periódicas” o la “estatura
decreciente de los soldados”.
El resto de los epígrafes de este capítulo (más de 70 páginas) se divide en
los siguientes títulos: “Ramos industriales ingleses sin limitaciones legales a
la explotación”; “Trabajo diurno y nocturno: el sistema de relevos”; y tres más
dedicados a “La lucha por la jornada normal de trabajo”, que tratan
sucesivamente de las “leyes coercitivas para la prolongación de la jornada laboral
de mediados del siglo XIV a fines del XVII”, la “limitación legal coercitiva
del tiempo de trabajo” en la legislación fabril inglesa de 1833-1864, y la
“repercusión de la legislación fabril inglesa en otros países”. Se trata de una
lectura utilísima para complementar la reflexión teórica que nos ocupa con
ilustraciones históricas relevantes, reflexión que puede reducirse aquí a un
par de apuntes.
Por ejemplo, las luchas inglesas muestran cómo se ha visto siempre al
obrero como “puro tiempo de trabajo”, considerándose “pamplinas” cosas como el
tiempo para la “educación” o el “desenvolvimiento intelectual”. O cómo la
prolongación “antinatural” de la jornada laboral, al acortar artificialmente la
vida del obrero, ha hecho necesario un “reemplazo más rápido” de las fuerzas
desgastadas. O cómo, antes de la legislación tendente a recortar la jornada,
existieron muchos intentos legales de extenderla, ya que los obreros del
periodo de transición —recién expulsados de la sociedad no asalariada de la que
procedían— se conformaban, una vez asegurada su subsistencia normal, con
trabajar 5, 4 o 3 días a la semana (en vez de los 6 posibles). Se ilustra
también que lo que un economista recomendaba en 1770 —“casas del terror” para
hospedar y obligar a trabajos forzados a los pobres— pronto se quedó corto,
pues la “fábrica” capitalista demostró que “lo ideal resultó pálido comparado
con lo real”. Y se muestra, por fin, cómo analizar las leyes inglesas sobre el
trabajo de adultos, niños y mujeres (1833, 1844, 1847, 1850, 1853, etc.), tanto
generales como sectoriales, cuando en esa “guerra civil” entre trabajo y
capital uno se coloca inequívocamente del lado del primero.
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