lunes, 7 de abril de 2014

Economía



Crecimiento Económico Peruano y Socialimperialismo Chino

César Risso


La economía peruana ha basado su crecimiento de los últimos años en el aumento de los precios de los llamados commodities, esto es de las materias prima transadas internacionalmente. Estos precios han crecido considerablemente debido al crecimiento de la economía china.

China ha venido invirtiendo en el mundo en la extracción de materia prima. Esta presión de demanda sobre la oferta mundial de materia prima, es lo que ha presionado a los precios al alza.

Esta circunstancia internacional, ha favorecido a la economía peruana. Sin embargo, este es un crecimiento que se basa en la inversión extranjera directa, esto es, en los intereses de la burguesía imperialista china.

Históricamente, el papel del capitalismo, en general, ha sido el de desarrollar industrialmente a los pueblos, aunque bajo la forma capitalista de producción, esto es, de explotación de los obreros a través del capital y del trabajo no remunerado. Esta tarea histórica de industrialización ha sido tomada por el socialismo. Pero, en la medida que seguimos bajo el capitalismo, en nuestro país esta industrialización tiene un carácter dependiente, mediocre, orientada hacia la extracción de materia prima, con poco valor agregado, dejándonos reducidos a un país capitalista primario exportador semi- industrial dependiente. En consecuencia, seguimos siendo explotados por las potencias imperialistas y por la burguesía nativa, enfeudada a intereses foráneos.

Históricamente han sido los Estados Unidos, los que nos han dominado política y económicamente. Pero a la fecha el dominio económico ha pasado a China, aunque el dominio político sigue en manos de los Estados Unidos.

Las inversiones chinas corresponden a un plan estratégico. Se han propuesto no ser simples importadores de materia prima, sino ser ellos mismos los que se dediquen a la extracción y exportación de esta materia prima. “China concentra el 24.07% de la cartera de inversión estimada de proyectos mineros en el país en los próximos años, con US$ 13,819 millones, liderando de esta manera la inversión en este sector.

“Sin embargo, si una empresa china adquiere el proyecto Las Bambas que ha puesto en venta Glencore Xstrata (Suiza), este monto subiría a US$ 19,019 millones representando el 33.13% del total.” (javier.parker@diariogestion.com.pe)

Lo que ha motivado a China es un plan gigantesco de urbanización: “El gigante asiático tiene un plan de urbanización gigantesco, el 50% de su población es urbana y en tres décadas busca trasladar a más de 300 millones de personas del campo a la ciudad, lo que significa que ese país seguirá construyendo viviendas, infraestructura, […]; en la medida que eso suceda, la demanda por el hierro y el cobre va a continuar, señala el presidente de la Cámara de Comercio Peruano China (Capechi), Juan Tam.” (javier.parker@diariogestion.com.pe)

Además, ya se han iniciado las operaciones del banco de capitales chinos ICBC Perú Bank. “Es como un motor, la cooperación financiera de ICBC puede dar mayor potencia y empuje a las inversiones chinas en Perú. Vemos que hay mucho potencial de elevar el comercio y las inversiones”. (http://www.rumbominero.com/inversion-china-en-el-peru-se-concentra-en-la-mineria/)

La burguesía imperialista china, bajo la forma de inversión extranjera directa, explota abiertamente a los trabajadores peruanos, con su capital forjado a través de la explotación de los obreros chinos, extrayendo plusvalía, y agenciándose así trabajo no remunerado peruano. 

Precisamente esta dependencia nos hace vulnerables a la situación económica china. Según los analistas, China crecerá este año por debajo del 7%, afectando el PBI del Perú. Asimismo, según los especialistas, la proporción en la que la economía china se desacelera, es la misma en la que se desacelerará la economía peruana. 

De modo que la crisis en ciernes, que tuvo su primer impacto en el año 2009, y que pudo ser en parte paleada por el crecimiento de los precios de las materias primas, por el crecimiento chino, se avecina con fuerza, y esta vez, no hay país que pueda reemplazar la inversiones chinas, o palear la situación de crisis económica. 





Introducción:
 «Economía y Filosofía en el Capital de Marx: La Teoría Laboral del Valor»


(Cuarta Parte)

 

 Diego Guerrero

 

 

 

V. El Estudio de El capital

 

MARX REPITIÓ MUCHAS VECES SU OTRA CONSIGNA revolucionaria: “¡estudiar, estudiar, estudiar!”, y sin duda habría suscrito las palabras de Max Horkheimer: que “el que no se esfuerza en lograr un conocimiento mejor se hace vulnerable para el conocimiento peor, e incluso desarrolla una propensión a adherirse a lo primero que se le presenta”[36]. Los marxistas se cansaron pronto de leer a Marx (si es que alguna vez lo hicieron). Hasta hoy, se han limitado en su mayoría a leer a otros marxistas sin leerlo directamente a él (normalmente porque es más sencillo leerlos a ellos, o porque les bastaba pensar que estos eran más “modernos”, es decir, posteriores en el tiempo). Por eso abunda el revolucionario marxista que se cree un hombre “práctico” (es decir, antiteórico y mal estudiante, más que cansado ya de estudiar) que, como en las superficiales lecturas habituales de la 11ª tesis de Marx sobre Feuerbach, contrapone “interpretar” a “cambiar”, y cree que hay que dejar ya de teorizar para “pasar a la acción”[37]. No sorprende por tanto que un no marxista que estudie acierte, en la interpretación de Marx, más que muchos marxistas (lo cual debería servirles de cura de humildad). Nada menos que Isaiah Berlin, uno de los teóricos liberales más importantes del siglo XX, comprendía perfectamente por qué fue Marx un revolucionario muy especial: por su comprensión del papel de la ciencia y la racionalidad humana, pues para Marx:

“Sólo es racional aquel hombre que se identifique con la clase progresiva, esto es, la que está en ascenso (…) Marx, después de identificar la clase ascendente en las luchas de su tiempo con el proletariado, dedicó el resto de su vida a planear la victoria de aquellos a cuya cabeza había decidido colocarse (…) Su posición es, por lo tanto, la de un comandante en el campo de batalla (…); la única tarea del comandante consiste en derrotar al enemigo, y todos los otros problemas son académicos, basados en condiciones hipotéticas que no se han dado y, por lo tanto, están fuera de lugar (…) Todo lo que importa durante la guerra es el cabal conocimiento de los propios recursos y de los del adversario, para lo cual es indispensable conocer la historia anterior de la sociedad y de las leyes que la gobiernan”[38].

Ya vimos que Engels dijo ante la tumba de Marx que este fue un gran teórico pero sobre todo un revolucionario. Pero no hace falta recurrir a un amigo para eso, sino insistir en por qué fue un revolucionario especial y “durante toda su vida” una figura “extrañamente aislada entre los revolucionarios de su época, igualmente antipático hacia sus personas, sus métodos y sus fines”, debido a que, “creyeran o no en la revolución violenta, la gran mayoría en último análisis, apelaban explícitamente a normas morales comunes a toda la humanidad”, mientras que “Marx jamás tuvo simpatía por esta actitud, común a la gran mayoría de revolucionarios y reformadores de todos los tiempos”[39].

Lo cual no contradice cuanto llevamos dicho, ya que es fácil comprobar que Marx tuvo un sentido moral muy desarrollado, pero, en su crítica teórica y práctica, renunció a todo “moralismo”[40] porque basó ambas en el estudio, el estudio siempre inacabado:

“Estaba convencido de que la historia humana está gobernada por leyes que no pueden ser alteradas por la mera intervención de individuos empujados a la acción por tal o cual ideal. Creía en efecto que la experiencia interior (…) tiende a veces a engendrar mitos e ilusiones (…[y]) los mitos encarnan todo aquello en que los hombres, en su miseria, desean creer; bajo su traidora influencia, los hombres interpretan mal la naturaleza del mundo en que viven, comprenden mal su propia posición en él y, por consiguiente, calculan mal la amplitud de su poder tanto como el de los otros (…) La verdadera aprehensión de la naturaleza y de las leyes del proceso histórico ha de esclarecer, sin la ayuda de las normas morales conocidas independientemente (…) cuál es el rumbo más en consonancia con los requerimientos del orden al que pertenece. Consecuentemente, Marx no ofrecía a la humanidad una nueva ética o un nuevo ideal social; no pedía un cambio de sentimientos (…); apelaba (…) a la razón, a la inteligencia práctica, denunciando nada más que el error intelectual o la ceguera (…) Marx denunciaba el orden existente apelando no ya a los ideales, sino a la historia; lo denuncia no como injusto o desdichado, o engendrado por la maldad o locura humanas, sino como efectos de leyes de desarrollo social[41]”.

 

 VI. Conclusión

 

El resultado principal del estudio de Marx durante toda su vida, el fruto de su minucioso trabajo artesanal de científico práctico que vivió siempre, además, como un revolucionario práctico, es la obra cuyo resumen presentamos aquí, El capital. Pues bien, insistamos una vez más:

Das Kapital intenta suministrar este análisis [científico de la sociedad capitalista]. La casi completa ausencia en él de argumentos explícitamente morales, de apelaciones a la conciencia o a principios (…) deriva de la concentración de la atención en los problemas prácticos de la acción. Recházanse, por considerárselas ilusiones liberales, la concepción de los derechos naturales y de la conciencia como inherentes a cada hombre con abstracción de su posición en la lucha de clases. El socialismo no formula apelaciones sino exigencias; no habla de derechos sino de la nueva forma de vida, libre de estructuras sociales coactivas (…) Esta diferencia fundamental de perspectiva (…) es lo que distingue netamente a Marx de los radicales burgueses y los socialistas utópicos a quienes, para desconcertada indignación de éstos, combatió y denostó salvaje e implacablemente durante más de cuarenta años (…) No ofreció ni pidió concesiones de ningún tipo y no entró en ninguna alianza política, puesto que no admitía ninguna forma de transigencia o transacción. Los manifiestos (…) que suscribió apenas contienen referencias al progreso moral, la justicia eterna, la igualdad de los hombres, los derechos de los individuos o las naciones (…) las consideraba jerga falta de valor, reveladora de confusión de pensamiento e ineficacia en la acción. La guerra debe librarse en todos los frentes (…)” [42].

¿Qué podemos concluir? Algunos autores, como Mészáros[43] o Balibar[44], han insistido con mucha fuerza en la plena actualidad de Marx. En nuestra opinión, no es que Marx sea tan actual en el presente como lo era en su tiempo, sino que es más actual a medida que pasa el tiempo (tiempo de capitalismo, por desgracia) y que la estructura económica real de nuestras sociedades se parece cada vez más a la que sólo él supo ver con claridad, anticipándose como nadie a la auténtica evolución real de nuestro sistema[45]. Si decíamos que Marx elaboró la ontología de la sociedad contemporánea, no nos estamos refiriendo a aspectos más o menos relevantes y parciales de una u otra forma de los capitalismos históricos concretos, sino a su esencia y definición. Si afirmamos que él descubrió las leyes esenciales de este sistema, decimos que desarrolló lo esencial para la comprensión de la vida social del siglo XX, del XXI y del que sea… mientras sigamos estando en este sistema. Sólo que ¡ojalá que este sea el último!

Estudiemos pues El capital si queremos acabar con el capital. Hagamos buena ciencia como científicos y valorémosla como revolucionarios, pues ambas cosas son un sine que non de la revolución.

Notas
[36] En “Sobre el concepto de libertad”, citado en E. Palazuelos, ed. (1986): Las economías capitalistas durante el periodo de expansión, 1945-1970, Madrid: Akal, p. 11.
[37] Como si estudiar y teorizar no fueran acciones y en cambio el pensar como él lo hace, sí. Se acerca más a Marx otra lectura de esa tesis: “La mayoría de los filósofos alemanes con los que estoy discutiendo (incluido Feuerbach) —vendría a decir Marx— se han limitado a interpretar el mundo de diversas maneras; lo que yo propongo es mejorar esa comprensión del mundo y llamar la atención sobre la necesidad de cambiarlo” (Fernández Buey, op. cit… p. 133). Pero yo añadiría algo más, porque hay que “llamar la atención…”, sí, pero también “luchar” para cambiarlo.
[38] Berlin, I. (1939): Karl Marx. Su vida y su entorno, Madrid: Alianza, 2000, pp. 29-33 (énfasis añadido: DG).
[39] Ibid. (énfasis añadido: DG).
[40] Como muestra del “antimoralismo” de Marx, podemos atender a un concepto clave de El capital como es la explotación. Ésta no consiste en una “sustracción o un ‘robo’ cometidos contra el obrero”: esto es una verdad vulgar, superficial. Para Marx, su contribución científica es haber desvelado que en el trabajo del obrero hay una parte que “el capitalista puede apropiarse ‘legalmente’, es decir, sin infringir el derecho que corresponde al cambio de mercancías” (K. Marx, 1880, Notas marginales al Tratado de Economía Política de Adolph Wagner, Pasado y Presente, México, 1982, pp. 36-37). Es la verdad profunda lo que cuenta, no la moralina fácil. Por eso, también: “La circunstancia de que el mantenimiento diario de la fuerza de trabajo sólo cueste media jornada laboral, pese a que la fuerza de trabajo pueda operar o trabajar durante un día entero, y el hecho, por ende, de que el valor creado por el uso de aquélla durante un día sea dos veces mayor que el valor diario de la misma, constituye una suerte extraordinaria para el comprador, pero en absoluto una injusticia en perjuicio del vendedor.” (K. Marx, 1867: El Capital, Siglo XXI, Madrid, 1978, vol. I, p. 235; énfasis añadido: D. G.).
[41] Berlin, I. (1939), op. cit. (énfasis añadido: DG).
[42] Ibid. (énfasis añadido: DG).
[43] Mészáros, István (1995): Beyond Capital, Merlin Press, London.
[44] Balibar, Étienne (1993): La filosofía de Marx, BA: Nueva Visión, 1993.
[45] Periódicamente, desde hace más de un siglo, los medios de comunicación redescubren la actualidad de Marx, y no es extraño que vuelvan a hacerlo ahora, en medio de una crisis económica de estas dimensiones. En el nº 924 (julio 2008) de la revista no marxista Courier Internacional, titulado “Marx, le retour”, tenemos un ejemplo reciente. No sólo se presenta a Marx como “pensador del siglo XXI” y se habla del “poder de seducción en aumento” de este “eterno incomprendido”, sino que se cita al mismo Financial Times para decir que “la obra del filósofo alemán quizás sea más pertinente hoy que en su época” (pp. 28-31).

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