domingo, 3 de noviembre de 2024

Política

Ramón García Ante la Reunión de Barranco* 

Eduardo Ibarra 

El «ensayo más que artículo» (frase de Ramón García que expresa su permanente actitud de hacerse el interesante), titulado La reunión de Barranco y el Partido Socialista,(1) data del 7 de octubre de 1987, o sea, de cuatro años después de publicados los pocos números de la revista Punto de Vista (en los que el mencionado comenzó a plantear posiciones revisionistas) y apenas siete meses antes de silenciar cuestiones cardinales de la Reunión Fundacional del Partido Socialista del Perú, así como de negar algunos puntos de los dos apartados finales de su propio ensayo.(2)

Como es lógico, empezaremos por analizar una cuestión medular: el marxismo-leninismo. En su aludido texto, García menciona más de una vez los «Principios Programáticos del Partido Socialista», pero evita señalar algo que era necesario puntualizar, pues se trata, ni más ni menos, del principio fundamental del documento: la base de unidad del Partido («El Partido Socialista del Perú… adopta [el marxismo-leninismo] como su método de lucha»); y, esta evitación es un verdadero silenciamiento de la cuestión que, precisamente, determinó que el Partido Socialista fuera un partido de clase, opuesto al partido-amalgama de Haya, así como al «vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales» (los socialistas reformistas).

Este silenciamiento explica que a la fracción de Luciano Castillo García la calificara por la procedencia geográfica de sus miembros («grupo norteño», le llama), y no por sus posiciones ideológicas y políticas, que eran, como se sabe bien, las del revisionismo,(3) que, de esta forma, quedó por fuera de su exposición; y explica, además, que al mencionar el libro Defensa del marxismo, se inhiba completamente de precisar que esta defensa es, justamente, una defensa del marxismo contra los ataques del revisionismo.

Por otro lado, García sostiene, de manera más o menos sibilina, la falacia de que el nombre de la revista Nuestra Época fue determinado por vivir la humanidad una nueva época, la época del imperialismo y de la revolución proletaria.(4) Pero esto es falso de toda falsedad, como tuvimos la oportunidad de demostrarlo, documentadamente, en nuestro libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión. Pero hay más. En el artículo «El socialismo peruano» García reduce el marxismo-leninismo a una simple consigna, y en el artículo «El partido de Mariátegui» niega el marxismo-leninismo con el pretexto de que «los ismos están demás para el marxismo», y, aplicando esta sofistería a nuestra realidad, sostiene que el término marxismo-leninismo «solo se encuentra dos veces en la obra de JCM». De este modo termina negando abiertamente lo que en su ensayo había silenciado.(5)

Sobre la base de esta doble negación, García procedió a tergiversar la verdad ideológica y orgánica del PSP. Como es de conocimiento general, en la Reunión de Barranco Mariátegui acordó el marxismo-leninismo como la base de unidad del Partido Socialista del Perú, y, sucede que García ha suplantado este acuerdo por un marxismo a secas. En la Conferencia Comunista de 1929 Julio Portocarrero y Hugo Pesce suplantaron la concepción de Mariátegui de la «célula secreta de los siete» por una concepción que consideraba la misma como permanente e ideológicamente diferenciada de las demás instancias partidarias, y, ocurre que García ha asumido esta patraña.(6) Mariátegui proyectó un partido de masas marxista-leninista, y, acontece que García ha suplantado este proyecto con el suyo propio de un partido de masas doctrinariamente variopinto. De esta manera, pues, puso de manifiesto su oposición a la línea de la Reunión de Barranco, a la Creación Heroica de Mariátegui, al Socialismo Peruano.

Por otra parte, García habla en su texto de la renuncia de Mariátegui a su cargo de Secretario General del Partido, pero tergiversando las verdaderas causas de esta decisión; así, sostiene que la misma fue tomada por Mariátegui debido a la lucha interna en el Partido: concretamente, afirma que la «circunstancia» del arribo de Ravines al país en febrero de 1930 «para organizar el Partido Comunista del Perú» y la «necesidad de enfrentar», «en condiciones favorables», «la desviación de derecha de Martínez y la desviación de izquierda de Ravines», fueron los motivos por los cuales Mariátegui resolvió su renuncia y su viaje. De esta guisa tuerce completamente la verdad histórica y, sobre esta base, insinúa una analogía, que él cree conveniente a su intención, entre la renuncia y el decidido viaje de Mariátegui a Buenos Aires y su propia renuncia y su instalación en el extranjero en 1975.

Analicemos, pues, su sibilina insinuación. Como está dicho, la renuncia de Mariátegui fue a su cargo en el CC, no al Partido; en cambio, García renunció a su cargo y solicitó una licencia de un año, cumplido el cual no hizo honor a su palabra, convirtiéndose así su renuncia en una renuncia al Partido, es decir, en una deserción. De este modo siguió la huella de Luciano Castillo, no la de Mariátegui. Pero, además, mientras en 1930 Mariátegui era la cabeza del marxismo-leninismo en el Partido, en 1975 García era la cabeza del liquidacionismo de «izquierda»; mientras en 1930 el acoso y el cerco a Mariátegui dificultaban tremendamente su actividad política, en 1975 nadie acosaba ni perseguía a García, salvo el fantasma de un «baño de sangre» que solo existía en su aterrada imaginación; mientras en 1930 Mariátegui continuaba luchando decididamente contra la fracción de Castillo y defendió con ejemplar valor sus posiciones en una discusión con Ravines, en el IV Pleno del CC del Partido (octubre de 1974), García capituló ante las posiciones de Guzmán al votar por ellas y, por lo tanto –y como es obvio–  en contra de las suyas propias.

Al abandonar el país apenas cuatro meses después del IV Pleno, García llevaba el fardo de su liquidacionismo y, por eso, no puede extrañar a nadie que, luego, comenzara a plantear, en cartas y documentos, posiciones que jamás se había atrevido a sostener mientras fue militante del Partido; que en el bienio 1982-1983, en la revista Punto de vista mantuviera posiciones que lo emparentaban, ya entonces, con el revisionismo jruschoviano-brezhneviano, y que, algo después y hasta hoy mismo, se haya desbordado contra el marxismo-leninismo y la Creación Heroica de Mariátegui. Este extravío ideológico y político tuvo, finalmente, su natural corolario en su propuesta de «una organización de proyección nacional» con todo tipo de oportunismo y revisionismo, y, algo más tarde, en su intento de fusionar su grupo con el partido de Jorge del Prado.

Cualquier marxista informado y sin temor alguno de mirar cara a cara la verdad, tiene que reconocer que lo apuntado sobre el aludido extravío (incluyendo el etcétera), es un flagrante abandono del pensamiento de Mariátegui.

García dice también en su texto que Mariátegui iba a viajar «para empeñar la lucha» contra Martínez y Ravines «en condiciones favorables», pero esto es falso. Lógicamente, dada la situación de la lucha interna del Partido, ya en Buenos Aires Mariátegui hubiera tenido que desenvolver la lucha contra el derechismo y el izquierdismo de los mencionados personajes, al mismo tiempo que continuar la lucha por la construcción del Partido y el socialismo, pero los motivos de su viaje fueron otros.(7) A diferencia de Mariátegui, García dejó el país de la noche a la mañana y, después de un tiempo, desplegó una torpe lucha contra el marxismo-leninismo, el principio de integrar la verdad universal con la práctica concreta de la revolución peruana, la táctica revolucionaria, el partido de clase, el Socialismo Peruano. Todo esto con desembozo en unos casos y, en otros, con oblicuidad.

Si, como cree García, los asistentes a la Reunión de Barranco (incluidos, pues, Luciano Castillo y Chávez León) «participaron con sobrecogedora emoción», es difícil imaginarse que, ahora, activistas que no hayan perdido toda capacidad de orientarse ideológica y políticamente, puedan participar «con sobrecogedora emoción» en cualquier reunión que tuviera por finalidad aprobar la negación de García del marxismo-leninismo, su despropósito de ser más peruanos que marxistas, su reformismo de intentar reestructurar el Estado burgués en sus bases municipales, su «desagravio» y «reivindicación» del socialismo reformista, su tergiversación de la filiación ideológica de Mariátegui, su falsificación de la verdad ideológica y orgánica del Partido Socialista del Perú, su negación del carácter marxista-leninista de la Creación Heroica de Mariátegui y del Socialismo Peruano, su proyecto de un partido doctrinariamente heterogéneo, en suma, su revisionismo liquidacionista.

Sí, «ahora más que nunca está vigente el dilema planteado por Mariátegui en Aniversario y Balance: Capitalismo o Socialismo», pero, también ahora más que nunca, está vigente asimismo el dilema marxismo o revisionismo planteado por Mariátegui en Defensa del marxismo.

Y, todo marxista consecuente, sabe que no se puede luchar contra el capitalismo, sin luchar al mismo tiempo contra el revisionismo. Esto lo entendía Mariátegui perfectamente.

 

*El presente texto es el capítulo X del libro Defensa de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui, aún inédito. 

Notas

[1] Este texto fue publicado en la red y en forma de folleto.

[2] Ver sus artículos «El lexicón octubrino», «El socialismo peruano», «El movimiento comunista», «El partido de Mariátegui», todos de mayo de 1988 y publicados en la red; asimismo, es menester ver su artículo «Aniversario 80 (5)». En este artículo, incorporado a su folleto «La creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario», García tergiversó la verdad ideológica y orgánica del Partido Socialista del Perú, como hemos visto en un capítulo precedente.

[3] No es casual que Castillo terminase fundando un sedicente partido socialista, adscrito a la Segunda Internacional.

[4] En el artículo «El socialismo peruano», García planteó, ya desembozadamente: «Este concepto [el concepto de época] que [Mariátegui] lo tuvo muy nítido apenas supo de la Revolución de Octubre, lo subrayaría en el primer período socialista peruano, Nuestra Época”. 

[5] «El movimiento comunista».

[6] Ver el capítulo VIII de este libro.

[7] Ver el capítulo XVI de este libro.

                                                                                                                                                                                                              

La Reconstitución y la Política Concreta II 

E. I. 

1. En un artículo que algunos activistas de la izquierda peruana deben recordar, Lastra recurrió a algunas falacias a fin de justificar su seguidismo con respecto a la tergiversación del aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui que, en oportunidad de la existencia del mal llamado “Comité 80”, manejaba el grupo liquidacionista.

Decía en ese artículo nuestro articulista que era un aporte del suscrito haber identificado el primer escrito marxista de Mariátegui (El cisma del socialismo, marzo de 1921), pero que (con ese pero característico del ecléctico), en la medida en que las realizaciones más importantes del maestro son los 7 Ensayos y el PSP, entonces el aniversario de su Creación Heroica es en las fechas de la aparición de dicho libro (noviembre de 1928) y de la fundación de dicho partido (octubre del mismo año), y, así, se sumó al coro tergiversador del grupo mencionado arriba, como consecuencia de lo cual aquello del “aporte” resultó apareciendo apenas como una frase con la que buscó estar bien con dios y con el diablo.

En una nota al pie del libro La poesía clasista. Poesía y lucha de clases en el Perú contemporáneo, Julio Carmona dejó escrito:


El conciliador, como el traidor, no sólo es vapuleado por sus copartidarios, también es visto con recelo por sus adversarios. De ningún modo el querer ‘estar bien con Dios y con el diablo’ ofrece garantía de fidelidad (p. 19).

Este es el caso de Lastra, precisamente: por su afán acomodaticio, ecléctico, conciliador, ha sido criticado constantemente por sus copartidarios a fin de que se corrija (sin ningún resultado positivo, sin embargo), y, al mismo tiempo, es recelado y hasta vapuleado por sus adversarios (sin ninguna razonable reacción de su parte, lo que da cuenta de una acentuada debilidad).

Reconocer una fecha como el aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui responde a la pregunta de cuándo comenzó esta Creación, y no, por supuesto, a la pregunta de cuáles son sus expresiones más altas. Esta es una verdad elemental al alcance de cualquier persona con dos adarmes de seso. Pero no me extenderé aquí sobre esta cuestión, pues, para una comprensión amplia y precisa de la misma, el lector puede ver el libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión.


Como se ha podido ver, la afirmación que comento data de octubre de 2012, y esto permite decir que, a pesar de sus reclamos favorables al partido de clase, Lastra participó del cuarto seminario liquidacionista porque suponía que, hombro con hombro con los liquidadores, estaba construyendo “un proyecto común”.


2. En 2010, en plenas conversaciones sobre la organización de la tendencia, Lastra reveló, súbitamente, que hacía un tiempo se había infiltrado en el grupo liquidacionista que encabeza Ramón García a fin de “sacar de allí algunos elementos”.

Como dicen los abogados, a confesión de parte relevo de pruebas.

Pues bien, el entrismo es vieja política oportunista de los Bakunin, los Trotski, etcétera. Precisamente esta política ha sido practicada por Lastra.

Pero, contrariamente a sus intenciones, no ganó a un solo elemento y, por último, terminó siendo expulsado.

Como dicen los abogados, a confesión de parte relevo de pruebas.

Por cuanto tempranamente nuestro personaje marginó al CRJCM del proyecto orgánico que se inició en 2010, no pudimos criticarlo internamente de semejante acción.

Hoy, no tenemos más remedio que hacerlo públicamente, pues el entrismo es una práctica inadmisible en la izquierda peruana y en la izquierda de cualquier país del mundo.

El entrismo de Lastra es, pues –para decirlo con algo de justificada ironía– una expresión específica de sus afectos, de la construcción con oportunistas de un proyecto común.

Todo lo expuesto hasta aquí, demuestra que, en último análisis, Lastra se encuentra definitivamente atrapado por su discurso extraviado y oportunista.

Y, el contenido de ese enredo, analizado en el presente artículo y en otros publicados anteriormente, prueba que nuestro retórico personaje ha abandonado completamente la Reconstitución del Partido de Mariátegui.


3. Pretendiendo justificar su frentismo, Lastra escribió:


¿Qué es dirigir en el sentido marxista-leninista-maoísta? ¿Cuál es la justa relación entre diferentes niveles de organización? Ustedes no resuelven bien estas interrogantes. Por ello opinan como queda escrito en el punto 4. Todavía tienen fuerte influencia del método y estilo de “correa de transmisión” y de el (sic) método y estilo de “organismos generados”. Lo correcto, dadas las condiciones concretas que enfrentamos hoy, es proponer, sustentar y persuadir no solo con la palabra, sino sobre todo y fundamentalmente con el ejemplo. No podemos tratar a […] como si fuera un “organismo generado” ni aplicarle la “correa de trasmisión”. Por eso, comprenderán ustedes que resulta totalmente fuera de lugar su convicción de que la decisión de lo que debe hacer o no […] se deba determinar en un organismo político superior. La decisión debe tomarse siempre en el espacio donde debe de asumir y afrontar las consecuencias de sus determinaciones y acuerdos. Y sobre esa base cabe cumplir la función dirigente. Esto es, nunca debemos actuar impositivamente” (carta al CRJCM del 31.10.12).


Quienquiera que cale en la letra chica de la cita, puede percatarse de que ahí se niega la hegemonía del proletariado en el frente unido. En efecto, Lastra reduce la relación partido-frente a la sola cuestión de las decisiones en el frente, y, confiando en que los lectores sean víctimas de prejuicio respecto a los dos tipos de organización que menciona, termina escamoteando la hegemonía del proletariado.


Es decir, olvida, o pretende hacer olvidar, que la hegemonía del proletariado se expresa más bien en el hecho de que la línea del partido relativa a la lucha común contra el enemigo común, logra consenso en el frente.


Al mismo tiempo, olvida o pretende hacer olvidar, que los organismos generados, llamados también organizaciones propias, fueron una iniciativa del partido bolchevique para el trabajo de masas en determinadas condiciones, y que las correas de transmisión, llamadas también palancas, fueron parte del engranaje general de la dictadura del proletariado, y que ninguno de los dos tipos de organización fue concebido ni actuado como un espacio donde el partido pudiera actuar “impositivamente”.


Pues bien, como es obvio, en el frente no caben, bajo ninguna circunstancia, los métodos coercitivos sino los métodos democráticos. Esto es claro para cualquier marxista.


Pero ¿qué dice Lastra al respecto? Pues que “Lo correcto, dadas las condiciones concretas que enfrentamos hoy, es proponer, sustentar y persuadir”.


“Dadas las condiciones concretas que enfrentamos hoy”, es decir que, según nuestro personaje, los métodos democráticos solo son legítimos en las condiciones actualmente dadas, y, en consecuencia, sugiere, sin querer queriendo, que en otras condiciones (y las condiciones siempre cambian), tales métodos perderían vigencia, y, por eso, tendrían que ser reemplazados por otros: obviamente, por los métodos antidemocráticos.


Este es el espíritu democrático de Lastra. Esta es su comprensión de la democracia en el frente unido. Este es su “nunca debemos actuar impositivamente”.


En el frente, cualquier decisión tiene que acordarse en el frente. Esto es una verdad de Perogrullo. Pero la línea del partido relativa a la lucha común contra el enemigo común, se acuerda en el partido. Esto también es una verdad de Perogrullo. Lastra, sin embargo, finge no saberlo.


Más aún. Cada tendencia participante en el frente establece internamente su línea relativa a la lucha común contra el enemigo común, y es en el espacio del frente donde estas líneas se confrontan, y donde, por lo tanto, una de ellas prevalece completa o relativamente. Esto es inevitable.


De manera que, en el frente puede darse la hegemonía del proletariado, entendida, claro está, como la hegemonía del marxismo-leninismo en lo relativo a los diversos aspectos de la lucha común contra el enemigo común, o, en su defecto, la hegemonía de alguna otra tendencia.


La “Universidad Socialista José Carlos Mariátegui”, la revista Pizarra Socialista y la “Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, son espacios de frente unido.


Por eso, surge naturalmente la siguiente pregunta: ¿cuál tendencia ha alcanzado la hegemonía en tales espacios?


En los dos números publicados de Pizarra Socialista (vocero de la USJCM), se han publicitado, bajo expresiones específicas, la tesis de Ravines sobre la cuestión nacional y, además, han sido apoyados incondicionalmente los procesos reformistas que tienen lugar en algunos países suramericanos.


Es claro que ninguna de esas posiciones pertenece originalmente al grupo de Lastra, sino al grupo desprendido del PCP-Unidad.


La aludida tesis de Ravines fue publicitada en el primer número de Pizarra Socialista, y, como era lógico, los marxistas esperábamos que en el segundo número esa tesis fuera rebatida con la tesis de Mariátegui sobre la cuestión nacional y el Perú Integral. Pero esto no ocurrió.


En la “Declaración del I Concejo de la Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, se presenta a nuestro pueblo como dividido en “pueblo peruano” y “pueblo tawantinsuyano”. Esto es una expresión específica de la tesis de Ravines.


Los marxistas, como es natural, esperábamos que en el seno de la misma Asamblea se planteara una crítica sustentada de semejante punto de vista. Pero esto tampoco ocurrió.


Así, pues, el suscrito tuvo que realizar la crítica correspondiente, la cual fue publicada, en la edición de octubre de la revista digital CREACION HEROICA, como post scriptum del ensayo Mariátegui y el “problema del indio”, el cual hace parte ahora del libro inédito Defensa de la creación heroica de José Carlos Mariátegui.


En el segundo número, dedicado centralmente a publicitar incondicionalmente los procesos reformistas de Venezuela y Ecuador, el grupo de Lastra apareció asumiendo tal incondicionalidad.

Frente a este hecho, en el artículo Socialismo proletario y socialismo pequeño burgués, publicado en la edición de noviembre pasado de la revista digital mencionada arriba, el suscrito hizo la crítica correspondiente. Esta crítica está referida a tres cuestiones: 1) la convivencia de los mencionados procesos, dizque revolucionarios, con la gran burguesía intermediaria del imperialismo; 2) el respeto supersticioso a la democracia burguesa que lleva a los dirigentes a exponer en una elección el destino de sus propios gobiernos; 3) la ilusión de un tránsito pacífico al socialismo.


Los hechos demuestran, pues, que en la USJCM, en Pizarra Socialista y en la “Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, ha hegemonizado la línea del grupo desprendido del PCP-Unidad y de algún grupo partidario del más trasnochado indigenismo.


Si estos grupos se sienten con derecho a plantear sus posiciones partidarias en los indicados espacios de frente unido (cosa que no discuto aquí), la pregunta es por qué el grupo de Lastra no se siente con igual derecho a plantear lo que se supone son sus posiciones relativas a la cuestión nacional (cosa que sí discuto).


¿Dónde está, pues, el “proponer, sustentar y persuadir” de nuestro personaje? En ninguna parte.


Por lo tanto, se constata que, si en política nacional Lastra ha abdicado ante la tesis de Ravines sobre la cuestión nacional, en política internacional ha abdicado ante el nacionalismo burgués y el socialismo pequeño burgués en el gobierno de algunos países suramericanos.


Así, pues, la hegemonía del grupo desprendido del PCP-Unidad en los espacios de frente mencionados arriba, ha sido facilitada por la política de conciliación-abdicación del grupo de Lastra.


Es decir, Lastra reniega la hegemonía del proletariado no solo en la teoría, sino también en la práctica, y, por eso, su “proponer, etcétera”, no pasa de ser una cortina de humo con la que pretende ocultar su recalcitrante frentismo, su oposición a la hegemonía del proletariado, su prosternación ante el reformismo, su abdicación ante posiciones discrepantes peligrosas, su completo abandono del camino propio de la Reconstitución del Partido de Mariátegui.


La lucha teórica activa es la filosofía del proletariado, mientras la política de “dejar hacer, dejar pasar”, es típica filosofía burguesa.


En el terreno del trabajo frenteunionista, unidad y lucha es política marxista, mientras lucha sin unidad es oportunismo de izquierda y unidad sin lucha es oportunismo de derecha.


Este oportunismo de derecha es el sello de las ideas y la práctica de Lastra.


Pues bien, en un artículo de hace algunas semanas, Miguel Aragón escribió: “El frente unido no… es una “correa de trasmisión”.


Es expresiva, pues, la coincidencia entre el derechista Lastra y el liquidador Aragón: con la misma monserga niegan ambos la hegemonía del proletariado en el frente unido: el primero silenciando que esta hegemonía es una cuestión de línea (partido) y consenso (frente); el segundo negando que actualmente sea necesario el partido.


Y, échese el acucioso a buscar quién ha copiado a quién.


4.   Lastra dice:


Este punto nos lleva a deslindar con el estilo sectario en el trabajo político. Pero antes, ¿cómo determinar si una participación es correcta o incorrecta? ¿Es una cuestión meramente principista o es una cuestión de estrategia y táctica política donde los principios se aplican dialécticamente? La experiencia del marxismo-leninismo-maoísmo indica que es lo segundo. Esto en general, por supuesto. Respecto del trabajo político sectario tenemos suficiente experiencia nacional que vano sería redundar en ello. Solo invito a que no se olvide esta experiencia de trabajo político sectario, que generalmente se daba bajo el pretexto de realizar un trabajo político purista, con lo cual la aplicación de la política de frente único quedaba solamente en cliché. Recordemos como Guzmán llamaba durante toda la década del 70 a no participar de los “Paros Nacionales revisionistas” porque eran convocados por el PCP-U revisionista. Recordemos como la izquierda legalista condenaba los “Paros Armados” porque eran convocados por el infantilismo-terrorismo. Veamos como el Magisterio tiene tres sindicatos en uno: SUTEP, CONARE dentro del SUTEP y un nuevo CONARE dentro de CONARE-SUTEP. “Razones ideológicas” no les falta a ninguna de las tendencias que promueven estas divisiones. Nuestra tendencia no puede reproducir estas prácticas erradas del trabajo político. Claro, el seminario que promueve la tendencia derechista-revisionista no tiene el impacto de los ejemplos anotados. Ustedes también tienen sus “razones ideológicas” que los lleva a poner la participación o no en ese seminario como una cuestión de vida o muerte; es decir, cismática. ¿POR QUÉ? Analicen y se verán en una posición que lleva el estilo sectario en el trabajo político. IMAGINENSE ustedes sustentando el punto 5 de su posición sectaria ante el reducido público que asiste a ese seminario: “no voy porque ese seminario es revisionista”. Simplemente quedarían en ridículo. Un seminario es un espacio de debate no vinculante orgánicamente. Así lo entiende cualquier público sensato. Si la tendencia derechista-revisionista cree que con eso va a fundar su partido amalgama ESE ES SU PROBLEMA.  A lo más que puede ser útil usar ese espacio, sería para reafirmar nuestra superioridad ideológica, teórica, política y orgánica, desinflando mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el proyecto revisionista. Lo contrario de participar en ese seminario sería boicotearlo. ¿Eso es lo que podrían proponer, acaso? Toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m” (ibídem).


Como se puede ver, Lastra habla de un “trabajo político sectario” y de un “trabajo político purista”. Como él no es, según cree, ni sectario ni purista, porque “La experiencia del marxismo-leninismo-maoísmo”, doctrina a la que dice estar asimilado, le enseña, según cree también, que los activistas de todas las tendencias de la izquierda peruana tienen que participar en todos los eventos y en todas las acciones de todas las tendencias sin excepción, ha llegado a la absurda conclusión de que “Toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m”, y, con este absurdo, quiere convencerse a sí mismo de que estuvo bien su participación en el seminario revisionista que tenía como objetivo exclusivo y excluyente liquidar el partido de clase.


El vocablo cismático da cuenta de la separación de alguien de una autoridad reconocida. En consecuencia, es claro que, si Lastra sugiere que los que no asistimos a dicho seminario procedimos como cismáticos, es porque él, asistente inútil (inútil para su propio proyecto), le reconocía al grupo liquidacionista autoridad sobre su persona.  


¡El “marxista-leninista–maoísta” Lastra le reconocía autoridad al grupo que quería y quiere liquidar el partido de clase!


Es necesario recordar, por lo demás, que quien nos acusa de cismáticos en relación al grupo liquidacionista, en 2011 marginó al CRJCM causando así un cisma en la tendencia, y, en el trabajo frenteunionista que era Ediciones Creación Heroica, causó otro cisma en 2013 al censurar el libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui.


Más todavía, por cuanto Lastra calificó de boicoteadores a quienes no asistimos al seminario revisionista, diciendo que “Lo contrario de participar en ese seminario sería boicotearlo”, hay que recordar también que en 2010 boicoteó la publicación de la revista digital CREACIÓN HEROICA.


¡El bo¡coteador de una revista que entonces él mismo consideraba de su tendencia, se pasó alrededor de una década poniéndole el hombro al proyecto de liquidar el partido de clase!


Finalmente, es necesario recordar también que nuestro personaje no asistió al quinto seminario del grupo liquidacionista, y, así, según su propia lógica, se reveló ¡como un cismático, como un boicoteador!


El CRJCM tiene poderosas razones ideológicas que le han permitido mantener su independencia en todo orden de cosas respecto al grupo liquidacionista. Por eso jamás le ha reconocido a este grupo ninguna autoridad, y, por eso, mal puede Lastra calificarnos de cismáticos.


Como se sabe, cuando la mayoría del Grupo de Propaganda y Organización Socialistas pretendió convertirse en partido, Mariátegui no sólo que planteó una justa crítica, sino que además se apartó, y, no apuntaló con su presencia ninguna reunión con dicha pretensión.


Cuando Haya de la Torre intentó convertir en partido al frente llamado Apra, Mariátegui deslindó posiciones con el intento de manera resuelta y definida, y, no apuntaló con su presencia ninguna reunión de los hayistas.


¡Qué sectario había sido Mariátegui! ¡Qué cismático! ¡Qué boicoteador!


Pues bien, ¿por qué el “mariateguista” Lastra, después de que el grupo liquidacionista pretendió convertir en partido el frente mal llamado “Comité 80”, participó en el cuarto seminario revisionista que tenía exactamente el mismo propósito de liquidar el partido de clase?


Porque, según dice, “Un seminario es un espacio de debate no vinculante orgánicamente”. Un espacio de debate, pues, pero, ocurre que Lastra no debatió, es decir, no criticó precisamente lo que hubiera tenido que criticar: la intención del seminario de liquidar el partido de clase. Por lo tanto, al no hacer esto, su participación resulta incomprensible. Por eso, durante las primeras sesiones del seminario, su persona apenas apareció como un aderezo funcional al objetivo liquidacionista.


De esa forma puso en evidencia su incomprensión del antagonismo entre marxismo y liquidacionismo, su debilidad de espíritu ante el proyecto de liquidar el partido de clase, su irresistible propensión a ponerles buena cara a los oportunistas.


En fin, si, por una parte, su demagógico discurso le sirve para hacer creer que no es sectario ni cismático ni boicoteador, y que, por el contrario, es muy amistoso, condescendiente y unitario, por otra parte, su práctica lo desenmascara más bien como un ecléctico, un conciliador, un mero frentista y, al mismo tiempo, como un sectario, un cismático, un boicoteador con respecto a la tendencia de la cual se reclama.

5.  Lastra dice: “Reconocerse ser parte de una tendencia, grupo, partido o secta no es que sea negativo por el solo hecho del significado de esas palabras. Lo valorativo está en la praxis política del integrante y de su colectividad, que puede ser positiva o negativa. Por ejemplo, no es MALO ser “marxista”, “marxista-leninista”, “marxista-leninista-maoísta”; tampoco lo es ser “guevarista”, “mariateguista”, “trotskista”, “fidelista”, etc. Lo positivo y negativo de cada colectividad se verá en su praxis política. Los antecedentes son solo una referencia a tener en cuenta. Con toda la importancia y consecuencias que esos antecedentes puedan significar, lo decisivo es el comportamiento actual y las perspectivas de esas tendencias, grupos, partidos y sectas políticas” (artículo fechado el 10 de octubre de 2011 y publicado en el blog Camino Socialista dos días después).

Lastra dice, pues, que la filiación doctrinal de las diversas tendencias no es algo negativo. Por eso precisa que no es malo ser, por ejemplo, “marxista”, “trotskista” o cualquier otra cosa.

Es claro que, con el término “marxista”, Lastra se refiere, concretamente, al grupo liquidacionista de derecha que, como bien se sabe, se autoproclama “marxista”, así a secas.

Así, pues, resulta que, según su óptica, ser liquidador no es nada negativo, pues “Lo valorativo [del liquidacionismo] está en [su] praxis política”.


Pero ocurre que “la praxis política” del liquidacionismo es, precisamente, liquidar el partido de clase, y esto, obviamente, es algo profundamente negativo, decididamente antiproletario y completamente contrarrevolucionario.


Sin embargo, Lastra, con su “no es que sea negativo”, pretende silenciar dicha realidad.


En Aniversario y balance, Mariátegui señaló que las “designaciones” de las diversas tendencias “distinguen prácticas y métodos”. Distinguen prácticas, es decir, Mariátegui sabía perfectamente que cada tendencia tiene prácticas diferentes, derivadas, obviamente, de sus distintas filiaciones doctrinales.


Pero, en el colmo de la inepcia, Lastra cree que la filiación doctrinal de las diversas tendencias es cosa del pasado (sus “antecedentes”, dice), y que, por eso, tienen la misma práctica política (“lo decisivo es el comportamiento actual”), y, así, sin ningún escrúpulo, ha levantado la falacia con la que pretende justificar su política de paz con las desviaciones del marxismo.


Así, pues, desde el ángulo de esa política de paz, resulta incomprensible la lucha de Mariátegui contra todas las expresiones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias, y, en general, la lucha más que centenaria de los marxistas de todo el mundo contra todas las desviaciones de izquierda y de derecha.  


Lastra ha puesto, pues, al desnudo su absoluta incomprensión de la relación entre filiación doctrinal y práctica política, y, así, ha puesto en evidencia que ha renegado el aserto mariateguiano de que las diversas tendencias tienen diferentes prácticas y métodos.


En conclusión, es Lastra –y no sus amigos oportunistas– quien ha dejado en el pasado su filiación (“marxismo-leninismo-maoísmo” y mariateguismo), y es así como puede entenderse su eclecticismo y su conciliacionismo con toda forma de oportunismo y revisionismo (incluido el liquidacionismo, forma específica y extrema de revisionismo).


6. Lastra dice: “Yo jamás trataré de forma infraterna a nadie con el que polemice. O sea, polemizaré desde los afectos, más aún, si son compañeros con los cuales compartimos espacios de trabajo común, pero que divergimos en otras cuestiones. Tanto más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina y construimos un proyecto común” (carta al CRJCM del 31.10.12).


Como se ve, Lastra confiesa, sin avergonzarse, que comparte la misma doctrina con oportunistas y liquidacionistas (“Tanto más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina”).


Así, pues, por arte de birlibirloque, Lastra convierte en “marxista-leninista-maoístas” a los activistas de tales tendencias. O al revés: se convierte, él, en “marxista”, “marxista-leninista”, “guevarista”, “trotskista”, “fidelista”, todo en uno.


Como se ha podido ver, la afirmación que comento data de octubre de 2012, y esto permite decir que, a pesar de sus reclamos favorables al partido de clase, Lastra participó del cuarto seminario liquidacionista porque suponía que, hombro con hombro con los liquidadores, estaba construyendo “un proyecto común”.


De Marx a Mao y de Mariátegui a sus actuales continuadores, los marxistas no polemizamos “desde los afectos”, SINO PRECISAMENTE DESDE EL MARXISMO.


Con su polemizar “desde los afectos”, Lastra antepone lo sentimental a lo doctrinal, o sea, al marxismo le antepone sus afectos por los oportunistas, con quienes, como se ha visto, se siente en unidad doctrinal y comprometido en un proyecto común.


Pero, como en otros casos, ahora también es necesario comparar su discurso con su práctica.


En relación a los oportunistas, Lastra se muestra muy afectuoso, aunque, en puridad de verdad, lo que hace es nada más que mostrarse muy adulador, muy mimoso, muy lagotero.


Lagotero es el que hace zalamerías para congraciarse con alguien o lograr algo. A Lastra le gusta congraciarse con todo tipo de oportunista a fin de lograr aparecer como “unitario”, como “el hombre del frente unido”.


Veamos ahora la otra cara de su impostura. En su última explosión contra el suscrito, Lastra se gastó estas afectuosas expresiones: “egotista”, “jactancioso”, “obtuso”, “¡Puf!”, “cháchara jactanciosa”, etcétera.


Esta es su polémica “desde los afectos”. Este es su “jamás trataré de forma infraterna a nadie con el que polemice”. Este es su “Tanto más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina”.


Así, pues, su polemizar “desde los afectos” no pasa de ser, por un lado, una frasecilla con la que pretende justificar su actitud lagotera respecto a los oportunistas, y que, por otro lado, no le alcanza para ocultar su actitud insultante con respecto al suscrito.

05.12.2014.

 

La Reconstitución y la Política Concreta III 

E. I. 

La Reconstitución es un proceso de construcción ideológica, teórica, política y orgánica del partido conforme al modelo de partido legado por José Carlos Mariátegui, a efecto de que cumpla su papel de dirigir la revolución.

En los “Principios programáticos del Partido Socialista”, Mariátegui dejó sentado:


El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. (Ideología y política, p. 160).

Por eso, en la reunión del CC del 4 de marzo de 1930, se aprobó una moción donde aparece esta afirmación incuestionable:


El P.S. es un partido de clase, y por consiguiente, repudia toda tendencia que signifique fusión con las fuerzas u organismos políticos de las otras clases. Condena como oportunista toda política que plantee la renuncia momentánea del proletariado a su independencia de programa y de acción, que en todo momento debe entenderse íntegramente. (Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 487).

Como se ve, el PSP fue un partido de clase, pues estuvo adherido al marxismo-leninismo.

Marxista-leninista consecuente, Mariátegui desarrolló en el trabajo de masas una intensa y extensa crítica de todas las concepciones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias que circulaban en su tiempo y, de ese modo, pudo alcanzar la hegemonía en el frente unido.

Sin una base ideológica común el partido apenas sería una unidad mecánica. Por eso, su unidad orgánica tiene que ser la materialización de su unidad ideológica. Solo así puede tener unidad de pensamiento y acción. Esta es una necesidad absoluta de la Reconstitución.

El trabajo del partido entre las masas, tanto de arriba como de abajo, tiene como guía ideológica el marxismo-leninismo y como base teórica el pensamiento de Mariátegui. Solo así puede alcanzarse la necesaria unidad de pensamiento y acción del binomio partido-masas. Esta unidad es una necesidad absoluta de la Reconstitución.

Pues bien, hoy como ayer, es necesario desarrollar en el trabajo de masas una crítica intensa y extensa de todas las concepciones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias. De otro modo no se puede construir un partido proletario arraigado en las masas, es decir, no puede alcanzarse la hegemonía en el frente unido, o sea, no puede haber Reconstitución.

En el plano ideológico, hay que llevar adelante la lucha contra el dogmatismo y el revisionismo, principalmente contra el revisionismo.(1)

El partido necesita desarrollar un trabajo intelectual con plan y equipo propios; necesita medios de propaganda y de agitación propios; necesita realizar un trabajo de masas propio; etcétera.

En todos los planos, el partido requiere un camino propio en su construcción. Sin este camino propio, no hay ni puede haber Reconstitución.

Por lo tanto, sin una dirección firme en lo ideológico, solvente en lo teórico, audaz en lo político y potente en lo orgánico, no es posible la Reconstitución.

Pues bien, ocurre, sin embargo, que Jaime Lastra, atrapado en una concepción frentista, se pasó alrededor de ocho años haciendo de furgón de cola del plan partidario del grupo revisionista que encabeza Ramón García. Tercamente, se negó durante años a seguir el consejo de darle una organicidad a la tendencia.

Cuando finalmente en 2010 cedió ante la presión, visitó esta ciudad y tomamos algunos acuerdos que pisoteó tan pronto regresó a Lima. Desde entonces actuó un proyecto ajeno a los acuerdos y extraño a la Reconstitución, como veremos en seguida.

Durante su breve estadía en esta ciudad en el indicado año, se opuso a la aparición de la revista digital CREACIÓN HEROICA con el pretexto de que publicara nuestra producción literaria en un blog del grupo revisionista a fin “de no dispersar el trabajo de propaganda”.

De ese modo expresó su concepción pobremente frentista, precisamente con respecto al revisionismo, peligro principal en la construcción del partido y en el trabajo de masas, no obstante que tiene en sus narices la aserción de Mariátegui según la cual el frente no es una amalgama ideológica. Obviamente, cualquier marxista puede percatarse de que con esa concepción de Lastra no hay ni puede haber Reconstitución.

En 2012 Lastra y Mauricio Domínguez participaron en un seminario organizado por el grupo revisionista que tenía por objetivo exclusivo y excluyente la fundación de un partido doctrinariamente heterogéneo, es decir, que pretendía liquidar el partido de clase.

Así, pues, en lugar de desenmascarar el siniestro designio liquidacionista y denunciarlo ante el Socialismo Peruano, ambos se prestaron a ponerle el hombro al evento.

Como no podía ser de otro modo, uno y otro fueron criticados con toda justicia y con toda justeza en el artículo Algo más que una respuesta a Miguel Aragón.

A propósito, no conocemos ninguna autocrítica de Domínguez, pero tampoco ningún intento de justificarse; el silencio ha sido hasta hoy su reacción ante nuestra crítica.


Pero Lastra, en lugar de autocriticarse, en una carta al COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM) del 31.10.12, intentó, más o menos indirectamente, justificar su oportunismo aduciendo que lo que pasa es que no es sectario, y aprovechó la oportunidad para acusarnos de sectarios.(2)


Pues bien, explicando el frente unido sindical de la clase obrera, Mariátegui señaló:


Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. (Ideología y política, p. 109).


Obviamente, este juicio puede hacerse extensivo a otros planos de la lucha de clases, como al plano político por ejemplo y, por lo tanto, puede decirse que en todos los casos tanto el sectarismo como el no sectarismo son cuestiones que pueden ser identificados únicamente en relación a la solidaridad o no solidaridad con respecto a un problema concreto, a una necesidad urgente, o, para decirlo de otro modo, en relación a si hay o no una determinada comunidad de objetivo que obligue o no a una acción común.


En el plano metodológico, esa constatación exige analizar concretamente tanto el sectarismo como el no sectarismo, y no a referirse abstractamente a ambas cuestiones, como hace Lastra.


Por lo tanto, en la medida en que los miembros del CRJCM no somos solidarios con el objetivo de liquidar el partido de clase, no teníamos por qué participar del seminario liquidacionista y, por esto, mal se nos puede acusar de sectarios.


Ahora bien, ¿en qué pudo consistir la solidaridad de Lastra y Domínguez con el grupo revisionista que había organizado el seminario con el exclusivo y excluyente objetivo de liquidar el partido de clase? Es en torno a este objetivo, y no a ninguna otra cosa, que puede detectarse el sectarismo o no sectarismo de cualquier activista o tendencia. Cualquier otro argumento que prescinda del objetivo del evento, es pura fraseología.


Por eso, no se entiende en absoluto que personas partidarias, al menos de la boca para afuera, del partido de clase, le hayan puesto el hombro a un evento que tenía por objetivo liquidar el partido de clase.


Así, pues, las razones de esa bochornosa participación hay que buscarlas en otro lugar: en el frentismo a ultranza de Lastra y Domínguez, en sus debilidades personales y, en el caso específico del primero, en su conocida actitud conciliadora y aduladora con respecto a oportunistas y revisionistas. Pero, desde luego, cualquier marxista puede darse cuenta de que ninguna de estas “razones” es marxismo.


Ahora bien, en la medida en que Lastra aduce no ser sectario, habría que preguntar: ¿por qué, entonces, se retiró finalmente de las sesiones del evento? ¿Por qué, posteriormente, no participó del quinto seminario del grupo liquidacionista? ¿Por qué en esta oportunidad no aplicó “dialécticamente” los principios? ¿Se olvidó de las enseñanzas de la nociva “experiencia de trabajo político sectario”? ¿No cayó entonces en “un trabajo político purista”? ¿No quedó así su “política de frente único” “solamente en cliché”? ¿No fue su abstención una de esas “prácticas erradas del trabajo político”? ¿No fue su inasistencia expresión del “estilo sectario en el trabajo político”? ¿No era que “Un seminario es un espacio de debate no vinculante orgánicamente”? ¿Su abstención no fue como pararse y decir “no voy porque ese seminario es revisionista”? ¿No es así como tiene que entenderlo “cualquier público sensato”? ¿Así no quedó Lastra “en ridículo”?


No cabe duda: el no sectario terminó enredado en la gruesa telaraña de su propia cháchara fanfarrona.


Es necesario desenmascarar el sentido de la siguiente afirmación que aparece en la carta de Lastra:


Lo contrario de participar en ese seminario sería boicotearlo. ¿Eso es lo que podrían proponer, acaso? Toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m”.


Lastra se refiere al quinto seminario del revisionismo peruano. Como se ve, primero sostiene que no participar en tal evento, sería boicotearlo. ¡Qué horror! ¡Cómo puede alguien atreverse a “boicotear” un seminario que tiene como objetivo liquidar el partido de clase! Después, dice que toda abstención contradice, etcétera, es decir que, según él, la política revolucionaria del “marxismo-leninismo-maoísmo” ¡exige ponerle el hombro a un seminario que tiene como objetivo exclusivo y excluyente la liquidación del partido de clase! Finalmente, contra su cacareada “política de frente único”, terminó él mismo absteniéndose de participar en el mencionado seminario.(3) ¡Entiéndalo quien pueda!


Si desde hace una década o más Lastra actúa un frentismo a ultranza con el grupo revisionista, ahora lo practica también con otras tendencias: en el segundo número de la revista Pizarra Socialista, que dirige, ha publicitado ampliamente el “socialismo bolivariano” y la “revolución ciudadana”.


El CRJCM apoya la política de todos los gobiernos que de alguna forma y en alguna medida se opongan al imperialismo en algunos aspectos, pero no compartimos la publicitada teoría del “socialismo del siglo XXI” (Heinz Dieterich Steffan), así como tampoco el discurso nacionalista burgués de la “revolución ciudadana”.


Más allá de toda fraseología, el “socialismo del siglo XXI” es socialismo pequeño burgués que vende la vieja tesis revisionista de la transición pacífica y que concibe el socialismo como una cuestión de distribución “equitativa” de la riqueza y no como la liquidación de la propiedad privada de la gran burguesía y la socialización de sus medios de producción. Por eso, después de casi quince años de chavismo, la contradicción fundamental en la sociedad venezolana continúa siendo entre el capital y el trabajo, es decir, continúa allí extensamente la explotación de la fuerza de trabajo de las clases populares, o sea, Venezuela sigue siendo un país capitalista.


Por otro lado, el nacionalismo burgués de la “revolución ciudadana” no ha cambiado ni puede cambiar absolutamente el carácter capitalista de Ecuador.(4)


En relación al “socialismo del siglo XXI”, la “revolución ciudadana” y otras experiencias semejantes, no olvidamos nosotros esta luminosa enseñanza de Mariátegui:


Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera. (Ob. cit., p. 91).


¿Dónde están, en las páginas de Pizarra Socialista, la necesaria explicación y la necesaria demostración de que solo la revolución socialista inspirada en el marxismo-leninismo, y no el socialismo pequeño burgués ni el nacionalismo burgués, pueden oponer al imperialismo una valla verdadera? ¿Dónde está la crítica a las concepciones ideológicas no proletarias del “socialismo bolivariano” y de la “revolución ciudadana”? ¿Dónde está este deslinde necesario?


En ninguna parte. Por eso está por verse a qué tipo de socialismo se refiere el título de la revista.


Mariátegui señaló:


El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. (Ob. cit., p. 108).


Como lo sabe cualquier marxista (y tal vez sobre todo cualquier “maoísta”, pues Mao es uno de los grandes teóricos del frente unido), todo trabajo frentista supone unidad y lucha, solidaridad y crítica.


Pero, como hemos visto, en Pizarra Socialista se publicita el socialismo pequeño burgués y el nacionalismo burgués sin que sean confutados absolutamente, y esto prueba que no es una revista de frente unido sino una revista-amalgama, en la que, visiblemente, sacan partido concepciones no proletarias. Esta amalgama no sirve en absoluto a la Reconstitución.


En lugar de llevar adelante una resuelta lucha contra el revisionismo, Lastra concilia vergonzosamente con este peligro principal de la Reconstitución.


En lugar de llevar adelante una amplia crítica a todas las concepciones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias, Lastra hace un venenoso revuelto de todas ellas más su falso marxismo-leninismo-maoísmo.


Por eso, puede decirse, como conclusión, que tanto su conciliacionismo con respecto al grupo liquidacionista como su cocinado con el “socialismo bolivariano” y la “revolución ciudadana”, son expresiones de la ideología realmente existente en su cabeza.

 

Notas

[1] Tanto en la construcción del partido como en el trabajo entre las masas, el peligro principal es el revisionismo. Esto es indiscutible.

[2] La aludida carta respondía a una mía del 16.10.12, en la que le alcancé algunas críticas a varios aspectos de su práctica. La acusación que me hace de sectario es una repetición ciega de la acusación que me hizo Miguel Aragón a raíz de mi crítica a Lastra y Domínguez, y que fuera rápidamente desmontada en el artículo Algo más que una respuesta a Miguel Aragón. En el presente artículo no analizaré todos los métodos criollos que Lastra toma prestados de Manuel Velásquez (ver Acerca de la demagogia de una carta abierta).

[3] No sólo contra su “política de frente único”, sino también contra su “m-l-m”, pues, según se ha visto, dice que “toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m”. ¡Este es el m-l-m monstruosamente adulterado por Lastra! ¡Este es el m-l-m que trata de imponer a su grupo! ¡Este es el m-l-m que utiliza para encubrir su desviación de derecha!

[4] En pleno genocidio de Israel contra el pueblo de la Franja de Gaza, en una entrevista Correa se desbordó en elogios a los judíos y a Israel, con lo cual puso en evidencia por quién late realmente su corazón.

11.02.2015.

 

 

La Reconstitución y el Trabajo Orgánico 

E. I. 

I

El proceso de Constitución del PSP dio cuenta de dos estilos en el trabajo orgánico del Grupo Organizador del PSP: el de José Carlos Mariátegui, y el de otros militantes como Julio Portocarrero, Hugo Pesce, etcétera.

Para introducirnos al tema, es necesario reseñar algunos hechos correspondientes al debate entre José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre, pues entonces se expresaron tanto el correcto estilo de trabajo orgánico del primero como los métodos criollos del segundo.

Como se sabe, en enero de 1928, Haya intentó convertir al Apra en el Partido Nacionalista Libertador del Perú. Entonces Mariátegui señaló:


Por mi parte, siento el deber urgente de declarar que no adheriré de ningún modo a este partido nacionalista peruano que, a mi juicio, nace tan descalificado para asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos coincidido. Creo que nuestro movimiento no debe cifrar su éxito en engaños ni señuelos. La verdad es su fuerza, su única fuerza, su mejor fuerza. No creo con Uds. que para triunfar haya que valerse de “todos los medios criollos”. La táctica, la praxis, en sí mismas son algo más que forma y sistema. Los medios, aun cuando se trata de movimientos bien adoctrinados, acaban por substituir a los fines. (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 297).

Martínez comentó años después:


La transformación del Apra de “alianza” en “partido”, encontró en Mariátegui y los que lo acompañaban, una desaprobación sincera y explícita. Cerraba toda posibilidad de colaboración. Con una “alianza” era posible entenderse. Con un “partido”, no. (Ob, cit., p. 295).

Y agregó:


Hasta entonces, Mariátegui había tenido una actitud de espera. Deseaba que la actividad de Haya de la Torre se aclarara, se definiese. La algazara hecha en el extranjero en torno al Partido Nacionalista Peruano, que se hacía aparecer, como hemos visto, como organizado en el Perú, decidió a Mariátegui a encarar una situación falsa y llena de peligros. (Ob. cit., p. 296).

Con fecha 10 de julio de 1928, el maestro envió a los diversos grupos que formaban el Apra una carta colectiva en la que se lee:


2º-Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas… (ob. cit, p. 301).

Martínez señaló posteriormente:


Mientras el grupo de compañeros que trabajábamos silenciosamente al lado de Mariátegui, analizaba objetivamente la situación, sin apasionamiento personal, sin vanidades egotistas (…) Haya de la Torre no podía aceptar la discusión en el plano en que la situaba el grupo de Lima. Sabía que no podría defenderla. Esta fue desviada a otro terreno. Apeló al gastado método de acusar al grupo de Lima de obedecer órdenes de Moscú, que le atacaba en vista de no hacerse comunista. Que Mariátegui le tenía envidia. Que Martínez de la Torre traía contra él, en el terreno político, resentimientos de familia. Lo que era un debate sobre teoría, táctica y estrategia, como lo demuestran los documentos reproducidos, se desviaba al campo personal. (Ob. cit., pp. 298-302).

Puestos ante el debate los diversos grupos, uno vacilaba y otro asumía posiciones oportunistas, pero la “célula de París” se situó en el terreno del debate de ideas y tomó una posición definida y resuelta por el proyecto de Mariátegui:


La célula de París, por ejemplo, ha tomado, en general, una posición marxista. La de Buenos Aires nos presenta desviaciones de derecha (…) La de México se ha caracterizado por una oscilación permanente, repetidas veces oportunista y demagógica. (Ob. cit., p. 326).

En 1948 Martínez dejó señalado que, después del debate con Haya,


Mariátegui [llegó] a la conclusión de que todo acuerdo era imposible, procediendo, en consecuencia, a realizar los trabajos preparatorios para la fundación del partido de clase proletario… Discutió este proyecto con los camaradas más allegados a él. (Ob. cit., p. 396).

Así, los elementos de izquierda, aludidos por Mariátegui en la carta colectiva, se reunieron finalmente en La Herradura el 16 setiembre de 1928 y en Barranco el 7 de octubre del mismo año y, de este modo, quedó fundado el PSP.

La Reunión de La Herradura fue una reunión preparatoria de la fundación clandestina del PSP. En esta Reunión, Martínez “presentó” los “puntos de vista” de José Carlos Mariátegui (ver ob. cit., p. 397), que se expresaron en los Acuerdos de la Reunión de La Herradura y, luego, en los Acuerdos de la Reunión de Barranco. Esto quiere decir que, en “la célula inicial del Partido”, se actuaba entonces con probidad.

La principal lección del debate entre Mariátegui y Haya es que el primero centró los términos del debate y, de esta forma, contribuyó al esclarecimiento de los activistas, mientras el segundo desvió el debate a un terreno extraño a las ideas en conflicto y de este modo intentó meter confusión. 

II 

En mayo de 1929, antes de salir las delegaciones al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latino Americana y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana,


… se verificó una reunión de las mismas con Mariátegui y Martínez de la Torre, en las que se estudió detenidamente la situación del país y los puntos de vista del Comité Organizador del Partido Socialista. (Ob. cit., p. 402).

Pero, como se sabe, en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, Julio Portocarrero y Hugo Pesce tergiversaron “los puntos de vista del Comité Organizador del Partido Socialista”, es decir, el proyecto de Mariátegui de un partido de masas marxista-leninista.

Así, mientras en los “Principios programáticos del Partido Socialista” Mariátegui señaló que


El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha (ob. cit., p. 399),

Julio Portocarrero, con la complicidad de Pesce, decía en la mencionada Conferencia:


El partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista (ibídem, p. 423). Y también: “¿El Partido Socialista es la expresión de nuestro pensamiento, de nuestra línea? El partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir que el partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado” (ibídem, p. 422).

Peor todavía: los “Principios programáticos”, escritos y acordados por Mariátegui en octubre de 1928, fueron suplantados por la delegación peruana por el programa preparado por Ravines a nombre de la “célula de París” (ver ibídem, p. 484).

Estos hechos demuestran que, en el trabajo orgánico del PSP, Portocarrero y Pesce y, no mucho después, otros militantes también, empezaron a recurrir a métodos criollos.

Así, pues, la principal lección, por ejemplo negativo, de la participación de Portocarrero y Pesce en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, es su deslealtad con respecto a los acuerdos del Comité Organizador del Partido Socialista. 

III 

Como hemos visto, cuando Haya pretendió convertir al Apra en partido, Mariátegui desarrolló una consecuente crítica al intento oportunista, y de este modo esclareció los términos del debate permitiendo la toma de posición de los diversos grupos que formaban el APRA: entonces los hayistas quedaron tan aislados que cabían en un sofá.

Ahora bien, cuando el grupo que encabeza Ramón García intentó convertir en partido el frente mal llamado “Comité 80”, el Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui (CRJCM) desarrolló una consecuente crítica al intento liquidacionista, y de esta forma esclareció los términos del debate: entonces empezaron a madurar las condiciones que finalmente llevaron al grupo de García al aislamiento.(1)

Pero, mientras el CRJCM luchaba contra la forma extrema de revisionismo como es el liquidacionismo, desenmascarando su negación del marxismo-leninismo; su tergiversación de la historia del Socialismo Peruano; su falsificación de la identidad ideológica de José Carlos Mariátegui, de su Creación Heroica, del Partido Socialista del Perú; su reformista “camino municipal al socialismo”; su negación del partido de clase y su falsificación del concepto mariateguiano de un partido de masas y de ideas; su egotismo burgués y su servilismo; sus métodos criollos y su doble moral; Lastra participaba alegremente en los eventos del grupo liquidacionista que tenían como propósito destruir el partido de clase; copiaba muchas de sus posiciones; pretendía diluir el trabajo de nuestra tendencia en un falso trabajo frenteunionista; no se pronunciaba contra el egotismo burgués, el servilismo y la doble moral que caracterizan a los liquidadores, y, finalmente, no desenmascaraba sus métodos criollos, llegando incluso a justificar algunos de ellos y aun a utilizar otros.

Pero, además, pisoteaba los acuerdos tomados para dar curso a la organización de la tendencia; ocultaba documentación (las cartas que ahora publicamos completas y otros escritos); eludía y sofocaba el debate de ideas; se negaba, sin contestar siquiera a la invitación, a colaborar con la revista digital CREACIÓN HEROICA; etcétera.        

Criticado, entonces, con toda razón, recurrió a los más burdos métodos criollos. Entre ellos hay uno que, como verá el lector en las cartas adjuntas, lo pinta de cuerpo entero como un elemento inescrupuloso: tituló como “Propuesta unitaria de Jaime y Eduardo” o como “Documento unitario de los 10 puntos”, un documento no consensuado en absoluto, es decir, un documento de su exclusiva y excluyente autoría, y, de esta forma, engañó y manipuló a los miembros del grupo en curso de organizarse.

Mariátegui señaló que Lenin ganó su autoridad por la superioridad de su pensamiento; Lastra, en cambio, como se ha podido ver, ganó su condición de cabeza del grupo por la utilización de métodos criollos: la mentira, el engaño, la imposición, la manipulación, la marginación del CRJCM.

Pero, además, aventureramente planteó que “entre abril-junio 2011 debe realizarse una Conferencia Nacional que selle la unidad alcanzada bajo lineamientos básicos” (sic) y que “el mes de octubre de 2011 deberá ser la fecha propicia para el V Congreso” (sic) (carta al suscrito del 02.11.10).(2)

¿Comprende el lector? Ciertamente el “humilde” Lastra acariciaba la ambición de ser el Secretario General (o tal vez el Presidente) del Partido. ¡Jaime Lastra jefe del Partido de Mariátegui Reconstituido!

Pues bien, la desesperación de Lastra por realizar eventos para los cuales no reúne, aun ahora, ni de lejos las condiciones teóricas necesarias, expresa su absoluta incomprensión de lo que es la Reconstitución.

Como es su costumbre, ante mi crítica nuestro personaje desvió el debate al diversivo terreno de la fraseología: “¡Qué bien conocer tus puntos de vista!”; “es bueno saber de las opiniones tuyas” “¿Jugamos al gran bonetón?”; “¿Qué guardo silencio?”; “¿Qué no contesto?”; “en mi bandeja solo tengo dos correos tuyos fechados el 28 de setiembre y el 10 de octubre del 2010”; “mi actitud de trabajar la propuesta colectivamente”; “nadie impone a nadie”; “no hay que confundir presunciones con realidades”.

Esta fue toda su respuesta al contenido de mis cartas, que, como también verá el lector, comprendía el esclarecimiento de hechos puntuales, indesmentibles, pero que Lastra pretende escamotear con una notoria charlatanería.

Es decir, nuestro personaje hizo a un lado el estilo de debate y el estilo de trabajo orgánico de Mariátegui, y, así, exactamente como Haya, desvió el debate, y, exactamente como Portocarrero y Pesce, procedió con deslealtad respecto a los acuerdos tomados.

La principal lección de esta práctica es que ningún colectivo marxista puede depositar su confianza en un elemento arbitrario, inescrupuloso, autoritario en las propias filas y, en un marco más amplio, conciliador con respecto al oportunismo.

Pero reseñemos algunos hechos más a fin de que el lector perciba con mayor profundidad la conducta ramplona y la rabiosa oposición al CRJCM de nuestro personaje.

1. En el colmo del servicio a los oportunistas, el aludido llegó a decir en un artículo –los activistas de su grupo deben recordarlo perfectamente– que siendo las ideas lo más importante, se inhibía de mencionar a los autores de los planteamientos que estaba criticando, excusándolos así de la responsabilidad de introducir ideas nocivas al seno del pueblo. Para no extenderme sobre el punto, invito cordialmente al lector a leer el adjuntado fragmento del artículo La impotencia del grupo revisionista.

2. Pasando por encima de su grupo, participó por decisión personal en el cuarto seminario del revisionismo peruano, lo cual, además de significar una conculcación del centralismo democrático, ilustra una práctica que tiene como fondo la necedad de que el frente dirige al partido (3).


3. Retórico como es, en carta al CRJCM del 31.10.12 (carta con plétora de criollos recursos polémicos y, por eso mismo, fácilmente desmontable), dio este singular ejemplo de su conocida actitud demagógica: “A lo más que puede ser útil usar ese espacio [el quinto seminario del revisionismo peruano], sería para reafirmar nuestra superioridad ideológica, teórica, política y orgánica, desinflando mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el proyecto revisionista”.


¡”Reafirmar nuestra superioridad”! ¡“Desinflando mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el proyecto revisionista”! Pero ¿cuál es la realidad de las cosas? Veamos esto.


No existe ni puede existir ninguna superioridad ideológica del oportunismo de derecha que representa Lastra sobre el liquidacionismo de derecha que representa Ramón García.


Puesto que nuestro personaje ha llegado incluso a la desvergüenza de copiar un montón de posiciones del grupo liquidacionista, tampoco no existe ni puede existir ninguna superioridad teórica suya con respecto al mismo.


Al mostrarse ecléctico, conciliador y promotor del frentismo más burdo, igualmente no existe ni puede existir ninguna superioridad política suya sobre el grupo de García, que, con su administración municipal de la economía capitalista, promueve el reformismo.


¿Superioridad orgánica? Pero si, como lo sabe todo el que quiere saberlo, Lastra ha empobrecido a su grupo imponiéndole una línea oportunista de derecha, y esto tampoco comporta ni puede comportar ninguna superioridad sobre el grupo de García, empobrecido también por su liquidacionismo de derecha.


Finalmente: ¿la participación de Lastra en los eventos liquidacionistas, significó, por casualidad, así sea en mínima medida, que se desinflara el proyecto de un partido-amalgama que se procesaba en dichos eventos?


Es un hecho que la mencionada participación no contribuyó en absoluto a desinflar el aludido proyecto, sencillamente porque nuestro personaje nunca fue capaz de desarrollar una solvente crítica al mismo en los planos ideológico, teórico, político y orgánico, limitándose, por el contrario, a asumir posiciones eclécticas, conciliadoras, encubridoras, blandengues con respecto al liquidacionismo.(4)

No obstante no haber realizado ninguna crítica de conjunto del liquidacionismo y, por el contrario, haberse colgado de muchas de sus posiciones, en un artículo fechado el 10.10.2011 y publicado en el blog Camino Socialista, Lastra, todo embaucador, afirmó: “Debemos deslindar los campos de manera resuelta y definida sí, naturalmente, por supuesto”.

Pero, naturalmente, por supuesto, la sumaria reseña hecha en el presente apartado basta para ver en qué consistió su deslinde resuelto y definido con relación al grupo liquidacionista.

Por lo tanto, puede decirse que la afirmación examinada, no pasa de ser un caso de autoadulación que revela el creídismo de Lastra.

4. En ocasión de la presentación del folleto Mao y Mariátegui, nuestro Lastra se empeñó en hacer participar en la mesa a uno de los elementos más descompuestos del grupo liquidacionista, enemigo deslenguado del suscrito, quien, además, hacía poco había denostado contra el libro y agraviado a su autor (y que, además, presentaba el antecedente de haber aprovechado la presentación de otro libro del suscrito para calumniarlo cobardemente). Pero, por supuesto, César Risso se opuso con firmeza a la proterva intención, y Daniel Chumpitaz hizo lo mismo y, en consecuencia, Lastra se quedó con los crespos hechos.

5. No me extenderé sobre su actitud de recurrir al método burgués de la censura y de hacer a un lado el método proletario del debate de ideas, pues basta señalar que esta expresión de mediocridad mostró a nuestro personaje como funcional al oportunismo.


6. La deshonestidad de Lastra es un hecho de conocimiento común. Su recalcitrante renuencia a la autocrítica –lo cual viene de siempre– es una expresión de ello. Entre muchísimas otras, una expresión más o menos reciente de lo mismo, es su artículo Egotismo en el socialismo peruano, el cual, como han podido ver todos los que tienen ojos para ver, está colmado de mentiras, maniobras, trucos, calumnias, diversivos, insultos, etcétera, recursos todos desmontados en el artículo El temperamento criollo de Jaime Lastra.


Pues bien, el silencio en el que Lastra se ha sumido a partir de la publicación de nuestros mencionados artículos en la revista digital CREACIÓN HEROICA, no es otra cosa que expresión, por un lado, de su incapacidad para sostener un debate de ideas, y, de otro, de su secreto sentimiento de que, de aceptar el debate, lo único que conseguiría es hundirse aún más ante los ojos de la izquierda peruana (si es que tales ojos pueden ver su existencia).

 

IV 

Ciertamente en el trabajo orgánico se expresa más netamente que en cualquier otro plano la ideología realmente existente en la cabeza de los activistas. Así, pues, la apretada reseña realizada aquí del estilo de trabajo orgánico de Lastra –y por añadidura de su estilo de debate y de su estilo de relaciones externas– demuestra que la ideología que realmente tiene en la cabeza es una ideología extraña al marxismo.

Y, como es claro, la Reconstitución del Partido de Mariátegui solo es posible poniendo al mando el marxismo-leninismo y el pensamiento mariateguiano, y erradicando los métodos criollos tanto en las relaciones internas como en las externas. 

Notas

[1] Aislamiento con respecto a las tendencias que pretendió tragarse, incluido el PCP-Unidad, con el cual realizó un seminario a fin de fusionarse con él en un solo partido, obteniendo, sin embargo, un resultado negativo. El aislamiento del grupo liquidacionista con respecto a las masas es un hecho que viene de hace décadas.

[2] Programar la realización de eventos partidarios según el calendario revolucionario, es una concepción burocrática que Lastra ha copiado de Ramón García, quien, como es de conocimiento general, es el padre de esta concepción por cuanto concibe la construcción de su partido (fundación, etcétera) en función de las efemérides y no del desarrollo de la lucha de clases. Hasta en esto, pues, Lastra copia a García.

[3] Desde luego, este no es el único hecho que ilustra semejante barbaridad. Así, por ejemplo, en ocasión de la presentación de uno de los libros del suscrito, cocinó las condiciones de la misma en un organismo de frente unido y después trató de imponerlas a la fracción.

[4] El único artículo de deslinde teórico de cierto mérito escrito por Lastra es aquel en el cual defendió el partido de clase: Lenin, el ¿Qué hacer? y el partido de clase. Pero con la limitación de que no significó un solo paso adelante en la teoría de tan importante cuestión. Peor todavía: con su propuesta de constituir una dirección con los liquidadores, prácticamente Lastra ha terminado renegando del partido de clase.

 

12.02.2015.

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