lunes, 1 de julio de 2024

Método científico

El Papel de las Abstracciones Científicas en el Conocimiento*

M. Rosental

LA TAREA QUE SE ASIGNA el conocimiento científico, y que consiste en superar la contemplación de los fenómenos exteriores para penetrar en el corazón de la realidad y arrojar luz sobre sus vínculos y relaciones fundamentales, determina tanto la marcha general del conocimiento como sus formas y sus momentos esenciales.

En sus manifestaciones exteriores, la realidad se da inmediatamente a nuestras percepciones. Pero el conocimiento de estas manifestaciones no es todavía el conocimiento científico. Este último busca el conocimiento del fondo de las cosas, disimuladas detrás de las formas exteriores. De ahí el problema fundamental de la teoría del conocimiento: ¿Cómo, por qué medios llega el pensamiento a conocer ese fondo oculto, la esencia de los fenómenos? El marxismo respondió a esta pregunta por primera vez en la historia de la filosofía. Al percibir, con la ayuda de los órganos de los sentidos, los fenómenos de la realidad, el pensamiento elabora los materiales proporcionados por el conocimiento sensorial. Esta elaboración trata de descubrir, de conocer los vínculos fundamentales, ocultos, imperceptibles a simple vista, que existen entre los fenómenos. Los órganos de los sentidos son el instrumento del conocimiento sensorial, de la contemplación activa de la realidad. La abstracción científica es el instrumento de la elaboración, de la interpretación de los materiales proporcionados por esta contemplación.

Contrariamente a las antiguas teorías del conocimiento, que atribuían en forma unilateral el papel de instrumento principal y único del conocimiento, ora al conocimiento sensorial, ora al conocimiento racional, el marxismo considera a uno y otro como grados necesarios, vinculados entre sí de manera orgánica, del conocimiento, que permiten pasar del fenómeno a la esencia, y luego llegar a una esencia cada vez más profunda. La teoría marxista del conocimiento ha demostrado que no se puede saber nada de la realidad sino en contacto concreto con los fenómenos del mundo objetivo, que actúan sobre los órganos de los sentidos del hombre y provocan en éste determinadas sensaciones. El pensamiento sólo puede penetrar en la esencia de los fenómenos basándose en los datos proporcionados por los sentidos. Pero el conocimiento sensorial es insuficiente por sí mismo, porque registra sobre todo las formas exteriores sobre las cuales se manifiesta la esencia; de modo que, el grado de conocimiento sensorial es completado por el de la actividad abstractiva del pensamiento humano, lo que permite precisamente conocer la esencia de la realidad.

Así, en lugar de separar y oponer en forma arbitraria los diferentes momentos del conocimiento, como se hacía hasta entonces, el marxismo los asocia en un proceso único que se desarrolla dialécticamente y donde todos estos movimientos son de igual importancia y necesidad. Se pasa dialécticamente de un grado al otro del conocimiento: del conocimiento sensorial, de la observación concreta, al conocimiento basado en la abstracción científica. Cada uno de estos grados no puede concebirse sin el otro. La teoría marxista del conocimiento reduce, por lo demás, todo el proceso del conocimiento de la verdad objetiva y de cada uno de sus momentos, a la práctica, a la actividad práctica de los hombres, que es el fundamento del conocimiento y el criterio de autenticidad de nuestros conocimientos.

Dado que el papel de las abstracciones científicas en el conocimiento es tan delicado como interesante, y dado que el plan de esta obra nos lleva a examinar en el capítulo que sigue el método del estudio marxista en su conjunto, consideramos racional establecer previamente la importancia que asignaba Marx a la abstracción científica en su análisis del modo de producción capitalista, y la forma en que se sirvió de ella para descubrir el fundamento interno de los fenómenos de la sociedad burguesa.

I

En su prefacio al libro primero de El Capital, Marx indica que ni el microscopio ni los reactivos químicos pueden servir para el análisis de las formas económicas. Deben ser suplantados por la fuerza de abstracción.

Esta afirmación define el papel de la abstracción en el conocimiento. Gracias a la fuerza de abstracción el pensamiento puede penetrar la esencia de los fenómenos y conocer las leyes de la realidad objetiva, en el análisis de los datos proporcionados por los órganos sensoriales. A diferencia de los antiguos materialistas, que subestimaban el papel de la abstracción en la elaboración de las percepciones y de las representaciones, el marxismo llevó a un elevadísimo nivel el papel de las abstracciones científicas en el proceso del conocimiento. La teoría marxista del conocimiento, como la de los materialistas anteriores a Marx, parte del principio de que el conocimiento es el reflejo de la realidad. Sólo que para el marxismo no se trata de un reflejo simple, directo, sino de un proceso complejísimo de abstracción, de formación de conceptos, de descubrimiento de leyes, etc.

El reflejo simple, directo, es una reproducción muerta, fotográfica de la realidad, que no supera el registro de sus manifestaciones exteriores. Para reflejar los procesos profundos de la realidad es preciso recurrir a la fuerza de abstracción. En El Capital y en la Historia de la teoría de la plusvalía, Marx reprochó a los economistas burgueses su desconocimiento y su desprecio de esta última. Con ello explica ciertos errores y confusiones cometidos por Smith y Ricardo, que si bien recurrieron en gran medida a las abstracciones científicas (en especial Ricardo), no llegaron sin embargo bastante lejos en ese sentido. En la negación del papel de las abstracciones científicas veía Marx el procedimiento metodológico que permitía a los apologistas de la burguesía, a los economistas vulgares, hacer pasar apariencia por realidad y atacar la misión fundamental de la ciencia económica, que es la de descubrir las leyes de los fenómenos. Los apologistas vulgares de la burguesía (los filósofos, economistas, etc.) recurren al mismo procedimiento: desacreditar las leyes científicas. La filosofía burguesa contemporánea ha desatado una verdadera "cruzada" contra los conceptos científicos abstractos, en especial contra los conceptos y las categorías de El Capital.

La crítica hecha por Marx contra los economistas burgueses es de grandísima importancia para entender lo que él llamaba "fuerza de abstracción". Por lo tanto, resultará instructivo, antes de examinar el empleo que Marx hizo de esta fuerza para descubrir la esencia de la producción capitalista, estudiar más de cerca un ejemplo de la forma en que Marx criticó a los economistas burgueses. Es de sumo interés, desde este punto de vista, considerar la crítica a que somete, en El Capital y más especialmente en la Historia de la teoría de la plusvalía, a S. Bailey, un economista inglés del período de la descomposición de la escuela ricardiana.

Bailey reprochaba a Ricardo su admisión de la existencia de un valor, o "valor absoluto", diferente del valor relativo o "comparado". Trató de demostrar la inexistencia del valor como trabajo cristalizado. Definió el valor únicamente como la relación cuantitativa que regía el intercambio de las mercancías. A propósito de la polémica de Bailey contra Ricardo, Marx indica que el propio Ricardo había dejado al descubierto el flanco para ese ataque contra su teoría porque a menudo confunde el valor y las formas exteriores bajo las cuales se manifiesta, el valor y el valor de cambio. Marx escribe que Ricardo " ... no estudia el valor en cuanto a su forma -en cuanto a la forma determinada que reviste el trabajo como sustancia de valor- sino que se limita a estudiar las magnitudes del valor, las cantidades de ese trabajo general abstracto y -bajo esta forma- social, que engendran diferencias en las magnitudes del valor de las mercancías".(1)

Como en su teoría subestimaba el papel de las abstracciones, Ricardo se vio obligado a fijar su atención en la magnitud del valor, y a hacer caso omiso del análisis de la forma del valor. Marx reprochó a menudo a Ricardo, en ese sentido, el que no fuese lo bastante lejos en sus abstracciones. Al estudiar las magnitudes del valor, Ricardo se limitó a las manifestaciones exteriores y olvidó su fundamento, su esencia, es decir el valor o, según su expresión, el "valor absoluto".

He aquí por qué, en respuesta a las críticas dirigidas por Bailey a Ricardo, Marx subraya que, "... más justo sería. . . reprochar a Ricardo lo contrario precisamente, el que se olvida con harta frecuencia de este valor real o absoluto para fijarse solamente en el valor relativo o comparado".(2)

Esta insuficiente profundidad de abstracción en el análisis del valor, esta ineptitud para separar en forma sistemática la sustancia del valor de las magnitudes que éste es susceptible de adoptar, de las formas bajo las cuales se expresa, explican una gran cantidad de los errores de la teoría de Ricardo, en especial la confusión entre valor y precio de producción, de la cual se habló en el capítulo precedente.

Marx subraya que, en su polémica contra Ricardo, Bailey destaca la confusión entre la "medida de valor" y la esencia del valor. Pero las objeciones de Bailey tienden a negar la existencia real del valor, trabajo cristalizado en la mercancía. Confundía a sabiendas el valor con el precio, con su expresión monetaria, y como un solo y único valor puede expresarse, y en efecto se expresa, en numerosos precios, deducía de ello la realidad de los precios y la irrealidad del valor. Esto le era necesario para llegar a la conclusión de que el valor de las mercancías no es determinado por el trabajo cristalizado en ellas, sino por la oferta y la demanda, por las relaciones de intercambio. Es interesante hacer notar también que Marx critica esta concepción de economista vulgar de Bailey, demostrando que la misma se basa en su incapacidad y en la negativa a emplear la fuerza de abstracción para solucionar el problema en forma correcta. El procedimiento inhábil de Bailey, escribe Marx, sólo puede detenerse en la superficie de los fenómenos; no puede y no quiere ver más allá de la diversidad dispar de los fenómenos exteriores, lo que en realidad constituye la expresión de una sola y única esencia. No puede hacer abstracción de esas diversidades y descubrir la unidad de esas expresiones. Bailey piensa que si el valor de una pieza de tela se expresa en un abrigo, en el pan, etc., este carácter múltiple y diverso torna imposible la existencia de un valor en general. Detrás de la diversidad de los valores de uso, no ve su esencia: la identidad de su valor. Se imagina que subrayando el carácter diverso de las expresiones relativas de un mismo valor mercantil destruye toda posibilidad de determinación del valor.

Pero precisamente esta forma de registrar los fenómenos exteriores sin haber hecho abstracción de los aspectos superficiales, no esenciales, para descubrir su conexión interna, esencial, y su unidad, es la que desnaturaliza el estado real de las cosas.

Marx indica que el valor de una mercancía se expresa siempre a través de una cantidad determinada de valor de uso, de otra mercancía que hace el papel de moneda. Esta forma superficial es la que considera Bailey. Dicho de otro modo, confunde el precio con el valor. Pero como el precio varía según la oferta y la demanda, de ello se sigue, según Bailey, que el valor varía igualmente. Tantos precios, tantos valores.

No sin ironía, Marx continúa su crítica en estos términos: "No es posible ir más allá. Supongamos que x varas de tela es igual a z libras de paja. Pues bien, Bailey no se da cuenta siquiera de que esta relación de igualdad entre dos cosas tan distintas como son la tela y la paja tiene necesariamente que convertirlas en magnitudes iguales. Para estos efectos, la paja y la tela dejan de ser eso para convertirse en equivalentes, pues sólo a título de tales puede establecerse una igualdad entre ellas. Los dos términos de la ecuación tienen que expresar necesariamente el mismo valor. Por tanto, el valor de la paja y de la tela tiene que ser forzosamente algo que no sea tela ni paja, algo común a ambas y a la par distinto de ellas. ¿Qué puede ser? Bailey no contesta a esta pregunta."(3)

En respuesta al razonamiento "filosófico" de Bailey según el cual una cosa no puede tener valor por sí misma sin ser considerada con relación a otra cosa, "lo mismo que una cosa no puede estar alejada como no sea en relación con otra", Marx hace esta observación:

"Siempre que se habla de la distancia existente entre dos objetos, se trata de una distancia dentro del espacio. Se supone que los dos objetos existen dentro del espacio como puntos de éste. Los suponemos iguales desde este punto de vista, para luego poder distinguirlos como puntos diferentes dentro del espacio, del que forman parte. El hecho de hallarse dentro del espacio es precisamente lo que constituye su unidad."(4)

Marx se refiere al ejemplo de la geometría, que para comparar los polígonos los transforma en triángulos y los expresa en triángulos. Pero para llegar a ello, expresa Marx, la geometría los considera como una unidad, como partes diferentes de un mismo plano, abstracción hecha de los objetos concretos.

La abstracción científica consiste entonces, para él, en el hecho de que más allá de la diversidad de los fenómenos exteriores, el pensamiento encuentra lo común, lo idéntico, el principio, que constituye la expresión de una sola y única esencia. Por ejemplo, por diversas y diferentes que puedan ser las mesas, su unidad reside en el hecho de que son mesas. Ser una mesa constituye su esencia, su característica básica. Cada mesa es la expresión y la manifestación de esa esencia. De la misma manera, las mercancías tienen tantos tipos de valor o de precio como mercancías existen, pero todas estas expresiones no representan más que un único valor. De ello se sigue que la abstracción científica deja de lado las relaciones exteriores, no esenciales, entre los objetos, para arrojar luz sobre su unidad, sobre sus conexiones internas, esenciales.

Si se tiene en cuenta el aspecto superficial, se comprueba que los fenómenos se modifican rápidamente y están sometidos a todo tipo de fluctuaciones, y entonces puede llegar a deducirse que no existe en ellos nada estable y duradero, que se encuentran subordinados a causas puramente fortuitas. Esto es lo que hacen los economistas vulgares estilo Bailey. Como consideran que las relaciones de intercambio son variables, y como ello salta a la vista en un examen superficial, las presentan como la esencia y llegan a la conclusión de que el precio es el valor y que la fluctuación de la oferta y la demanda es la causa principal que determina el valor de las mercancías.

Marx se opone a esta concepción y muestra que la abstracción científica consiste en descubrir, por detrás de la variabilidad exterior de los fenómenos, lo que permanece estable y duradero a través de todas estas modificaciones y fluctuaciones exteriores. Estas son siempre las expresiones diversas, variables según los cambios de las condiciones concretas, de una sola y única esencia. Sean cuales fueren las fluctuaciones de los precios de una mercancía, expresan un valor, que se mantiene él mismo.

Marx subraya al respecto que sólo después de haber entendido, por la vía de la abstracción, la unidad esencial de las cosas, sólo entonces se puede entender la expresión o la forma de manifestación de la esencia. "Pero, para poder llegar a la expresión, tenemos que encontrar necesariamente una unidad distinta de la existencia misma de las mercancías."(5)

Dicho de otra manera, a partir del valor podemos entender el precio. Pero la inversa no es posible porque el valor es la causa del precio y no el precio la causa del valor.

La fuerza de abstracción reside en el hecho de que gracias a ella el pensamiento descubre las causas profundas de los fenómenos, y de este modo nos los torna inteligibles. Por esta razón la abstracción científica refleja la realidad de manera más profunda que la observación misma.

La concepción marxista de la abstracción científica puede ser reducida a tres momentos esenciales:

1. Luego del contacto directo con la realidad, ésta se nos aparece como una masa de fenómenos y de objetos singulares, a primera vista carentes de vinculaciones mutuas, caótica, etc. La importancia de la abstracción científica reside en el hecho de que, según la expresión de Marx, arroja luz sobre la unidad de estos fenómenos, sobre lo que tienen de idénticos. Por ejemplo, en la diversidad de los fenómenos de la naturaleza, el pensamiento establece, por la vía de la abstracción, su conexión interna, su unidad, su elemento común. Esta unidad es el hecho de que todos son materiales, son manifestaciones de la materia en su evolución. Los conceptos que resumen los resultados de esta abstracción son "reducciones", formas que expresan las propiedades comunes de una multitud de cosas diferentes.

La historia de la ciencia atestigua la importancia de las abstracciones como "reducciones" de este tipo. Por ejemplo, antes de que la ciencia elaborara la noción abstracta de materia, cosa que permitió reducir los múltiples fenómenos de la naturaleza a la materia y a las diversas formas de su movimiento, la naturaleza era dividida artificialmente en "cualidades" particulares, en "sustancia imponderable", etc. Sólo la noción abstracta de materia permitió establecer la unidad, la comunidad de todos los fenómenos y procesos de la naturaleza, reducirlos a su esencia más general y extirpar de la ciencia las "sustancias" misteriosas e incognoscibles.

La abstracción considera, pues, lo que es común a una multitud de cosas singulares. Sin embargo, la abstracción científica no se interesa en la totalidad de los elementos comunes, sino sólo en los que expresan la esencia, la causa de los fenómenos concretos. Por lo tanto la abstracción permite al conocimiento reducir toda la multiplicidad y la diversidad de los fenómenos a su esencia y entender sus propiedades y sus aspectos decisivos, fundamentales.

2. La visión directa de la realidad hace creer que ésta está henchida de casualidades, que todo está sometido a modificaciones y a fluctuaciones accidentales, y que no existe en esta sucesión de fenómenos nada estable ni duradero. La importancia de la abstracción científica, según Marx, reside en el hecho de que por detrás de la contingencia permite percibir la necesidad, la ley que determina el curso objetivo del desarrollo y de las modificaciones. La unidad y la universalidad descubiertas por el pensamiento, por medio de las abstracciones, en la masa de los fenómenos, no son otra cosa que la ley de estos últimos, el elemento relativamente duradero y estable que se conserva y se manifiesta en la infinidad de las cosas y de los procesos. "La forma de la universalidad de la naturaleza -dice Engels- es la ley ..."(6)

Por ejemplo, la ley de la conservación y de la transformación de la energía es una forma de universalidad, porque es el elemento necesario y regular sobre el cual se basan las formas concretas de los movimientos, de las modificaciones, de las transformaciones que se cumplen en la materia. Del mismo modo, la ley del valor es la forma de la universalidad en el mundo de la producción mercantil, porque es la necesidad que se manifiesta de una o de otra manera en los movimientos y los cambios más diversos que en ella tienen lugar.

3. El resultado de los dos primeros puntos es que la fuerza de abstracción es una fuerza de generalización, y que ésta se efectúa separando lo no esencial, lo contingente, lo particular, lo concreto, para tener sólo en cuenta el elemento común y esencial, propio de la masa de los fenómenos singulares.

De tal modo, haciendo abstracción del hecho de que las mercancías intercambiadas la una por la otra son fundamentalmente distintas, Marx descubrió por generalización el elemento único y esencial que constituye el contenido de estas cosas singulares: su valor.

Por consiguiente, por medio de la generalización se descubren las leyes de los fenómenos, y las abstracciones científicas son el instrumento de esta generalización. De ahí su fuerza.

En El Capital, Marx proporciona notables modelos de utilización de la fuerza de abstracción para el estudio del modo de producción capitalista. Como no tenemos la posibilidad de exponer aunque sólo sea en forma incompleta el trabajo realizado por Marx en ese dominio, sólo examinaremos dos problemas: el análisis del valor y de la plusvalía.

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(*) M. Rosental, Los problemas de la dialéctica en “EL CAPITAL” de Marx, Capítulo VII: El papel de las abstracciones científicas en el conocimiento. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961.

(1) C. Marx, El Capital, (Historia crítica de la teoría de la plusvalía), t. IV, pág. 233, Ed. cit.

(2) Ibíd.

(3) C. Marx, El Capital, (Historia crítica de la teoría de la plusvalía), t. V, pág. 180, Ed. cit.

(4) Ibíd., pág. 182.

(5) Ibíd., pág. 194.

(6) F. Engels, Dialéctica de la naturaleza, pág. 186, Ed. cit.


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