El
Papel de las Abstracciones Científicas en el Conocimiento*
M.
Rosental
LA TAREA QUE SE ASIGNA el
conocimiento científico, y que consiste en superar la contemplación de los
fenómenos exteriores para penetrar en el corazón de la realidad y arrojar luz sobre
sus vínculos y relaciones fundamentales, determina tanto la marcha general del
conocimiento como sus formas y sus momentos esenciales.
En
sus manifestaciones exteriores, la realidad se da inmediatamente a nuestras
percepciones. Pero el conocimiento de estas manifestaciones no es todavía el
conocimiento científico. Este último busca el conocimiento del fondo de las
cosas, disimuladas detrás de las formas exteriores. De ahí el problema
fundamental de la teoría del conocimiento: ¿Cómo, por qué medios llega el
pensamiento a conocer ese fondo oculto, la esencia de los fenómenos? El
marxismo respondió a esta pregunta por primera vez en la historia de la
filosofía. Al percibir, con la ayuda de los órganos de los sentidos, los
fenómenos de la realidad, el pensamiento elabora los materiales proporcionados
por el conocimiento sensorial. Esta elaboración trata de descubrir, de conocer
los vínculos fundamentales, ocultos, imperceptibles a simple vista, que existen
entre los fenómenos. Los órganos de los sentidos son el instrumento del
conocimiento sensorial, de la contemplación activa de la realidad. La
abstracción científica es el instrumento de la elaboración, de la
interpretación de los materiales proporcionados por esta contemplación.
Contrariamente
a las antiguas teorías del conocimiento, que atribuían en forma unilateral el
papel de instrumento principal y único del conocimiento, ora al conocimiento
sensorial, ora al conocimiento racional, el marxismo considera a uno y otro
como grados necesarios, vinculados entre sí de manera orgánica, del
conocimiento, que permiten pasar del fenómeno a la esencia, y luego llegar a
una esencia cada vez más profunda. La teoría marxista del conocimiento ha
demostrado que no se puede saber nada de la realidad sino en contacto concreto
con los fenómenos del mundo objetivo, que actúan sobre los órganos
de los sentidos del hombre y provocan en éste determinadas sensaciones. El
pensamiento sólo puede penetrar en la esencia de los fenómenos basándose en los
datos proporcionados por los sentidos. Pero el conocimiento sensorial es
insuficiente por sí mismo, porque registra sobre todo las formas exteriores
sobre las cuales se manifiesta la esencia; de modo que, el grado de
conocimiento sensorial es completado por el de la actividad abstractiva del
pensamiento humano, lo que permite precisamente conocer la esencia de la
realidad.
Así,
en lugar de separar y oponer en forma arbitraria los diferentes momentos del
conocimiento, como se hacía hasta entonces, el marxismo los asocia en un
proceso único que se desarrolla dialécticamente y donde todos estos movimientos
son de igual importancia y necesidad. Se pasa dialécticamente de un grado al
otro del conocimiento: del conocimiento sensorial, de la observación concreta,
al conocimiento basado en la abstracción científica. Cada uno de estos grados
no puede concebirse sin el otro. La teoría marxista del conocimiento reduce,
por lo demás, todo el proceso del conocimiento de la verdad objetiva y de cada
uno de sus momentos, a la práctica, a la actividad práctica de los hombres, que
es el fundamento del conocimiento y el criterio de autenticidad de nuestros
conocimientos.
Dado
que el papel de las abstracciones científicas en el conocimiento es tan
delicado como interesante, y dado que el plan de esta obra nos lleva a examinar
en el capítulo que sigue el método del estudio marxista en su conjunto,
consideramos racional establecer previamente la importancia que asignaba Marx a
la abstracción científica en su análisis del modo de producción capitalista, y
la forma en que se sirvió de ella para descubrir el fundamento interno de
los fenómenos de la sociedad burguesa.
I
En su prefacio al libro
primero de El Capital, Marx indica que ni el microscopio ni los
reactivos químicos pueden servir para el análisis de las formas económicas.
Deben ser suplantados por la fuerza de abstracción.
Esta
afirmación define el papel de la abstracción en el conocimiento. Gracias a la
fuerza de abstracción el pensamiento puede penetrar la esencia de los fenómenos
y conocer las leyes de la realidad objetiva, en el análisis de los datos
proporcionados por los órganos sensoriales. A diferencia de los antiguos
materialistas, que subestimaban el papel de la abstracción en la elaboración de
las percepciones y de las representaciones, el marxismo llevó a un elevadísimo
nivel el papel de las abstracciones científicas en el proceso del conocimiento.
La teoría marxista del conocimiento, como la de los materialistas anteriores a
Marx, parte del principio de que el conocimiento es el reflejo de la realidad.
Sólo que para el marxismo no se trata de un reflejo simple, directo, sino de un
proceso complejísimo de abstracción, de formación de conceptos, de
descubrimiento de leyes, etc.
El
reflejo simple, directo, es una reproducción muerta, fotográfica de la
realidad, que no supera el registro de sus manifestaciones exteriores. Para
reflejar los procesos profundos de la realidad es preciso recurrir a la fuerza
de abstracción. En El Capital y en la Historia de la teoría de la
plusvalía, Marx reprochó a los economistas burgueses su desconocimiento y
su desprecio de esta última. Con ello explica ciertos errores y confusiones
cometidos por Smith y Ricardo, que si bien recurrieron en gran medida a las
abstracciones científicas (en especial Ricardo), no llegaron sin embargo
bastante lejos en ese sentido. En la negación del papel de las abstracciones
científicas veía Marx el procedimiento metodológico que permitía a los
apologistas de la burguesía, a los economistas vulgares, hacer pasar apariencia
por realidad y atacar la misión fundamental de la ciencia económica, que es la
de descubrir las leyes de los fenómenos. Los apologistas vulgares de la
burguesía (los filósofos, economistas, etc.) recurren al mismo procedimiento:
desacreditar las leyes científicas. La filosofía burguesa contemporánea ha
desatado una verdadera "cruzada" contra los conceptos científicos
abstractos, en especial contra los conceptos y las categorías de El Capital.
La
crítica hecha por Marx contra los economistas burgueses es de grandísima
importancia para entender lo que él llamaba "fuerza de abstracción".
Por lo tanto, resultará instructivo, antes de examinar el empleo que Marx hizo
de esta fuerza para descubrir la esencia de la producción capitalista, estudiar
más de cerca un ejemplo de la forma en que Marx criticó a los economistas
burgueses. Es de sumo interés, desde este punto de vista, considerar la crítica
a que somete, en El Capital y más especialmente en la Historia de la
teoría de la plusvalía, a S. Bailey, un economista inglés del período de la
descomposición de la escuela ricardiana.
Bailey
reprochaba a Ricardo su admisión de la existencia de un valor, o "valor
absoluto", diferente del valor relativo o "comparado". Trató de
demostrar la inexistencia del valor como trabajo cristalizado. Definió el valor
únicamente como la relación cuantitativa que regía el intercambio de las
mercancías. A propósito de la polémica de Bailey contra Ricardo, Marx indica que
el propio Ricardo había dejado al descubierto el flanco para ese ataque contra
su teoría porque a menudo confunde el valor y las formas exteriores bajo las
cuales se manifiesta, el valor y el valor de cambio. Marx escribe que Ricardo
" ... no estudia el valor en cuanto a su forma -en cuanto a la forma
determinada que reviste el trabajo como sustancia de valor- sino que se limita
a estudiar las magnitudes del valor, las cantidades de ese trabajo general
abstracto y -bajo esta forma- social, que engendran diferencias en las magnitudes
del valor de las mercancías".(1)
Como
en su teoría subestimaba el papel de las abstracciones, Ricardo se vio obligado
a fijar su atención en la magnitud del valor, y a hacer caso omiso del análisis
de la forma del valor. Marx reprochó a menudo a Ricardo, en ese sentido, el que
no fuese lo bastante lejos en sus abstracciones. Al estudiar las magnitudes del
valor, Ricardo se limitó a las manifestaciones exteriores y olvidó su
fundamento, su esencia, es decir el valor o, según su expresión, el "valor
absoluto".
He
aquí por qué, en respuesta a las críticas dirigidas por Bailey a Ricardo, Marx
subraya que, "... más justo sería. . . reprochar a Ricardo lo contrario
precisamente, el que se olvida con harta frecuencia de este valor real o absoluto
para fijarse solamente en el valor relativo o comparado".(2)
Esta
insuficiente profundidad de abstracción en el análisis del valor, esta
ineptitud para separar en forma sistemática la sustancia del valor de las
magnitudes que éste es susceptible de adoptar, de las formas bajo las cuales se
expresa, explican una gran cantidad de los errores de la teoría de Ricardo, en
especial la confusión entre valor y precio de producción, de la cual se habló
en el capítulo precedente.
Marx
subraya que, en su polémica contra Ricardo, Bailey destaca la confusión entre
la "medida de valor" y la esencia del valor. Pero las objeciones de
Bailey tienden a negar la existencia real del valor, trabajo cristalizado en la
mercancía. Confundía a sabiendas el valor con el precio, con su expresión
monetaria, y como un solo y único valor puede expresarse, y en efecto se
expresa, en numerosos precios, deducía de ello la realidad de los precios y la
irrealidad del valor. Esto le era necesario para llegar a la conclusión de que
el valor de las mercancías no es determinado por el trabajo cristalizado en
ellas, sino por la oferta y la demanda, por las relaciones de intercambio. Es
interesante hacer notar también que Marx critica esta concepción de economista
vulgar de Bailey, demostrando que la misma se basa en su incapacidad y en la
negativa a emplear la fuerza de abstracción para solucionar el problema en
forma correcta. El procedimiento inhábil de Bailey, escribe Marx, sólo puede
detenerse en la superficie de los fenómenos; no puede y no quiere ver más allá
de la diversidad dispar de los fenómenos exteriores, lo que en realidad
constituye la expresión de una sola y única esencia. No puede hacer abstracción
de esas diversidades y descubrir la unidad de esas expresiones. Bailey piensa
que si el valor de una pieza de tela se expresa en un abrigo, en el pan, etc.,
este carácter múltiple y diverso torna imposible la existencia de un valor en
general. Detrás de la diversidad de los valores de uso, no ve su esencia: la
identidad de su valor. Se imagina que subrayando el carácter diverso de las
expresiones relativas de un mismo valor mercantil destruye toda posibilidad de
determinación del valor.
Pero
precisamente esta forma de registrar los fenómenos exteriores sin haber hecho
abstracción de los aspectos superficiales, no esenciales, para descubrir su
conexión interna, esencial, y su unidad, es la que desnaturaliza el estado real
de las cosas.
Marx
indica que el valor de una mercancía se expresa siempre a través de una
cantidad determinada de valor de uso, de otra mercancía que hace el papel de
moneda. Esta forma superficial es la que considera Bailey. Dicho de otro modo,
confunde el precio con el valor. Pero como el precio varía según la oferta y la
demanda, de ello se sigue, según Bailey, que el valor varía igualmente. Tantos
precios, tantos valores.
No
sin ironía, Marx continúa su crítica en estos términos: "No es posible ir
más allá. Supongamos que x varas de tela es igual a z libras de
paja. Pues bien, Bailey no se da cuenta siquiera de que esta relación de
igualdad entre dos cosas tan distintas como son la tela y la paja tiene
necesariamente que convertirlas en magnitudes iguales. Para estos efectos, la
paja y la tela dejan de ser eso para convertirse en equivalentes, pues sólo a
título de tales puede establecerse una igualdad entre ellas. Los dos términos
de la ecuación tienen que expresar necesariamente el mismo valor. Por tanto, el
valor de la paja y de la tela tiene que ser forzosamente algo que no sea tela
ni paja, algo común a ambas y a la par distinto de ellas. ¿Qué puede ser?
Bailey no contesta a esta pregunta."(3)
En
respuesta al razonamiento "filosófico" de Bailey según el cual una
cosa no puede tener valor por sí misma sin ser considerada con relación a otra
cosa, "lo mismo que una cosa no puede estar alejada como no sea en
relación con otra", Marx hace esta observación:
"Siempre
que se habla de la distancia existente entre dos objetos, se trata de una
distancia dentro del espacio. Se supone que los dos objetos existen dentro del
espacio como puntos de éste. Los suponemos iguales desde este punto de vista,
para luego poder distinguirlos como puntos diferentes dentro del espacio, del
que forman parte. El hecho de hallarse dentro del espacio es precisamente lo
que constituye su unidad."(4)
Marx se refiere al ejemplo
de la geometría, que para comparar los polígonos los transforma en triángulos y
los expresa en triángulos. Pero para llegar a ello, expresa Marx, la geometría
los considera como una unidad, como partes diferentes de un mismo plano,
abstracción hecha de los objetos concretos.
La
abstracción científica consiste entonces, para él, en el hecho de que más allá
de la diversidad de los fenómenos exteriores, el pensamiento encuentra lo
común, lo idéntico, el principio, que constituye la expresión de una
sola y única esencia. Por ejemplo, por diversas y diferentes que puedan ser las
mesas, su unidad reside en el hecho de que son mesas. Ser una mesa constituye
su esencia, su característica básica. Cada mesa es la expresión y la
manifestación de esa esencia. De la misma manera, las mercancías tienen tantos
tipos de valor o de precio como mercancías existen, pero todas estas
expresiones no representan más que un único valor. De ello se sigue que la
abstracción científica deja de lado las relaciones exteriores, no esenciales,
entre los objetos, para arrojar luz sobre su unidad, sobre sus conexiones
internas, esenciales.
Si
se tiene en cuenta el aspecto superficial, se comprueba que los fenómenos se
modifican rápidamente y están sometidos a todo tipo de fluctuaciones, y
entonces puede llegar a deducirse que no existe en ellos nada estable y duradero,
que se encuentran subordinados a causas puramente fortuitas. Esto es lo que hacen
los economistas vulgares estilo Bailey. Como consideran que las relaciones de
intercambio son variables, y como ello salta a la vista en un examen
superficial, las presentan como la esencia y llegan a la conclusión de que el
precio es el valor y que la fluctuación de la oferta y la demanda es la causa
principal que determina el valor de las mercancías.
Marx
se opone a esta concepción y muestra que la abstracción científica consiste en
descubrir, por detrás de la variabilidad exterior de los fenómenos, lo que
permanece estable y duradero a través de todas estas modificaciones y
fluctuaciones exteriores. Estas son siempre las expresiones diversas, variables
según los cambios de las condiciones concretas, de una sola y única esencia.
Sean cuales fueren las fluctuaciones de los precios de una mercancía, expresan
un valor, que se mantiene él mismo.
Marx
subraya al respecto que sólo después de haber entendido, por la vía de la
abstracción, la unidad esencial de las cosas, sólo entonces se puede
entender la expresión o la forma de manifestación de la esencia. "Pero,
para poder llegar a la expresión, tenemos que encontrar necesariamente una
unidad distinta de la existencia misma de las mercancías."(5)
Dicho
de otra manera, a partir del valor podemos entender el precio. Pero la inversa
no es posible porque el valor es la causa del precio y no el precio la causa
del valor.
La
fuerza de abstracción reside en el hecho de que gracias a ella el pensamiento
descubre las causas profundas de los fenómenos, y de este modo nos los torna
inteligibles. Por esta razón la abstracción científica refleja la realidad de
manera más profunda que la observación misma.
La
concepción marxista de la abstracción científica puede ser reducida a tres
momentos esenciales:
1.
Luego del contacto directo con la realidad, ésta se nos aparece como una masa
de fenómenos y de objetos singulares, a primera vista carentes de vinculaciones
mutuas, caótica, etc. La importancia de la abstracción científica reside en el
hecho de que, según la expresión de Marx, arroja luz sobre la unidad de estos
fenómenos, sobre lo que tienen de idénticos. Por ejemplo, en la diversidad de
los fenómenos de la naturaleza, el pensamiento establece, por la vía de la
abstracción, su conexión interna, su unidad, su elemento común. Esta unidad es
el hecho de que todos son materiales, son manifestaciones de la materia en su
evolución.
Los conceptos que resumen los resultados de esta abstracción son
"reducciones", formas que expresan las propiedades comunes de una
multitud de cosas diferentes.
La
historia de la ciencia atestigua la importancia de las abstracciones como
"reducciones" de este tipo. Por ejemplo, antes de que la ciencia
elaborara la noción abstracta de materia, cosa que permitió reducir los
múltiples fenómenos de la naturaleza a la materia y a las diversas formas de su
movimiento, la naturaleza era dividida artificialmente en
"cualidades" particulares, en "sustancia imponderable",
etc. Sólo la noción abstracta de materia permitió establecer la unidad, la
comunidad de todos los fenómenos y procesos de la naturaleza, reducirlos a su
esencia más general y extirpar de la ciencia las "sustancias"
misteriosas e incognoscibles.
La
abstracción considera, pues, lo que es común a una multitud de cosas
singulares. Sin embargo, la abstracción científica no se interesa en la
totalidad de los elementos comunes, sino sólo en los que expresan la esencia,
la causa de los fenómenos concretos. Por lo tanto la abstracción permite al
conocimiento reducir toda la multiplicidad y la diversidad de los fenómenos a
su esencia y entender sus propiedades y sus aspectos decisivos, fundamentales.
2.
La visión directa de la realidad hace creer que ésta está henchida de
casualidades, que todo está sometido a modificaciones y a fluctuaciones
accidentales, y que no existe en esta sucesión de fenómenos nada estable ni
duradero. La importancia de la abstracción científica, según Marx, reside en el
hecho de que por detrás de la contingencia permite percibir la necesidad, la
ley que determina el curso objetivo del desarrollo y de las modificaciones. La
unidad y la universalidad descubiertas por el pensamiento, por medio de las
abstracciones, en la masa de los fenómenos, no son otra cosa que la ley de
estos últimos, el elemento relativamente duradero y estable que se conserva y
se manifiesta en la infinidad de las cosas y de los procesos. "La forma de
la universalidad de la naturaleza -dice Engels- es la ley ..."(6)
Por
ejemplo, la ley de la conservación y de la transformación de la energía es una
forma de universalidad, porque es el elemento necesario y regular sobre el cual
se basan las formas concretas de los movimientos, de las modificaciones, de las
transformaciones que se cumplen en la materia. Del mismo modo, la ley del valor
es la forma de la universalidad en el mundo de la producción mercantil, porque
es la necesidad que se manifiesta de una o de otra manera en los movimientos y
los cambios más diversos que en ella tienen lugar.
3.
El resultado de los dos primeros puntos es que la fuerza de abstracción es una
fuerza de generalización, y que ésta se efectúa separando lo no
esencial, lo contingente, lo particular, lo concreto, para tener sólo en cuenta
el elemento común y esencial, propio de la masa de los fenómenos singulares.
De
tal modo, haciendo abstracción del hecho de que las mercancías intercambiadas
la una por la otra son fundamentalmente distintas, Marx descubrió por
generalización el elemento único y esencial que constituye el contenido de
estas cosas singulares: su valor.
Por
consiguiente, por medio de la generalización se descubren las leyes de los
fenómenos, y las abstracciones científicas son el instrumento de esta
generalización. De ahí su fuerza.
En El
Capital, Marx proporciona notables modelos de utilización de la fuerza de
abstracción para el estudio del modo de producción capitalista. Como no tenemos
la posibilidad de exponer aunque sólo sea en forma incompleta el trabajo
realizado por Marx en ese dominio, sólo examinaremos dos problemas: el análisis
del valor y de la plusvalía.
____________
(*) M.
Rosental, Los problemas de la dialéctica en “EL CAPITAL” de Marx, Capítulo
VII: El papel de las abstracciones científicas en el conocimiento. Ediciones
Pueblos Unidos, Montevideo, 1961.
(1)
C. Marx, El Capital, (Historia crítica de la teoría de la plusvalía), t.
IV, pág. 233, Ed. cit.
(2)
Ibíd.
(3) C.
Marx, El Capital, (Historia crítica de la teoría de la plusvalía), t. V,
pág. 180, Ed. cit.
(4)
Ibíd., pág. 182.
(5) Ibíd.,
pág. 194.
(6) F.
Engels, Dialéctica de la naturaleza, pág. 186, Ed. cit.
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