Prefacio a la
Recopilación de Textos de Lenin Sobre Trotsky y el Trotskismo
El trotskismo es enemigo jurado del marxismo-leninismo.
Vladímir Ilich Lenin y el
partido se enfrentaron por vez primera con el trotskismo, como ideología
oportunista de la pequeña burguesía, en el II Congreso del Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia (POSDR), en el período de surgimiento del bolchevismo.
Desde entonces, el Partido
Comunista ha tenido que librar en distintas etapas de la historia enconadas
batallas contra la ideología, totalmente oportunista, del trotskismo y contra
su aventurera actividad práctica. En la palestra internacional, a la par con el
PCUS, otros partidos marxistas-leninistas han sostenido en lo pasado y
sostienen en lo presente la lucha contra el trotskismo.
La recopilación de
documentos relacionados con la lucha de Lenin y del Partido Comunista de la
Unión Soviética contra el trotskismo, que ofrecemos a la consideración del
lector, contiene testimonios que prueban convincentemente la superioridad
absoluta y la victoria completa de la verdad histórica del leninismo sobre la
falsa y nociva ideología del trotskismo y su errónea labor práctica.
El libro consta de cinco
partes.
En la primera figuran
documentos del período anterior a la revolución. Al comienzo de esta parte, los
documentos muestran la lucha de Lenin y de los leninistas contra Trotski en el
II Congreso del POSDR (1903), en el que Trotski se reveló como representante de
la tendencia conciliadora, reformista, en la socialdemocracia europea, como un
adversario del bolchevismo.
En el II Congreso, Lenin y
sus adeptos rechazaron enérgicamente las opiniones de los delegados
oportunistas, incluidas las de Trotski, sobre el papel especial del Bund
(organización nacionalista pequeñoburguesa) en el partido y la errónea
interpretación del concepto de "dictadura del proletariado". Trotski
apoyó activamente a Mártov y defendió su fórmula del artículo primero de los
Estatutos del partido, la cual brindaba la posibilidad de que penetraran en sus
filas elementos pequeñoburgueses carentes de firmeza. "El camarada Trotski
—dijo Lenin en el Congreso— ha comprendido muy equivocadamente la idea
fundamental de mi libro ¿Qué hacer?..." (Véase la presente
recopilación, pág. 18.). Trotski propugnó que cada huelguista pudiera
denominarse miembro del partido. En oposición a ello, Lenin afirmó: "Vale
más que diez hombres que trabajan no se denominen miembros del partido
(¡quienes trabajan de verdad no corren tras los títulos!) que un charlatán
tenga el derecho y la posibilidad de ser miembro del partido.”
El POSDR
se dividió en su II Congreso en bolcheviques y mencheviques.
El
desarrollo de los acontecimientos históricos mostró claramente la esencia de
las discrepancias entre los leninistas, de una parte, y los mencheviques y
trotskistas, de otra. Los bolcheviques, encabezados por Lenin, organizaron un
partido revolucionario monolítico que preparó y se puso al frente de la
revolución socialista, mientras que los mencheviques y los trotskistas
siguieron sustentando posiciones reformistas.
Después
del II Congreso, Trotski combatió sus resoluciones. Lenin decía el 14 de
octubre de 1904, en una carta a E. Stásova, F. Lengnik y otros: "Hace poco
se ha publicado un nuevo folleto de Trotski... El folleto constituye la más
insolente mentira, un falseamiento de los hechos... El II Congreso ha sido,
según él, un intento reaccionario de afianzar los métodos de organización
propios de los círculos, etc. Este folleto es una bofetada tanto a la Redacción
actual del Órgano Central como a todos los activistas del partido" (pág.
20.).
Durante la
primera revolución rusa, Lenin y los bolcheviques hubieron de luchar contra los
trotskistas en torno a todos los problemas de la teoría y la táctica del
partido. Trotski intentó en 1905 contraponer a la teoría leninista sobre la
transformación de la revolución democrática burguesa en revolución socialista
su propia teoría de la llamada "revolución permanente", que reflejaba
la falta de fe de los trotskistas en la hegemonía del proletariado en la
revolución democrática burguesa y su negación de las posibilidades
revolucionarias del campesinado como aliado del proletariado.
En los
años de reacción que siguieron después, Lenin y los bolcheviques sostuvieron la
lucha, en dificilísimas condiciones, en dos frentes: contra los liquidadores y
contra los otzovistas. Trotski y sus escasos adeptos, declarándose "al
margen de las fracciones", propugnaron la conciliación de los
revolucionarios y los oportunistas en un mismo partido. Alegaban para ello,
faltando a la verdad, que los bolcheviques y los mencheviques no eran dos
corrientes políticas distintas, sino solamente dos grupos de intelectuales
socialdemócratas en lucha por influir en "el proletariado carente de
madurez política". Lenin criticó en varios artículos y cartas esta
interpretación liberal burguesa de las discrepancias básicas, así como la
carencia de principios y el conciliacionismo de Trotski. "Trotski —dijo—
se ha comportado como el más vil arribista y fraccionista... Perora acerca del
partido y se porta peor que todos los demás fraccionistas" (pág. 32.).
Lenin consideraba a Trotski y a su grupo como la variedad más dañina y
peligrosa del menchevismo. "...Trotski y sus semejantes "trotskistas
y conciliadores" —decía— son más nocivos que cualquier liquidador, pues
los liquidadores convencidos exponen abiertamente sus opiniones y a los obreros
les es fácil comprender su falsedad; pero los señores Trotski engañan a
los obreros, encubren el mal y hacen imposible desenmascararlo y curarse de
él" (pág. 67.). Al denunciar el repulsivo papel de los trotskistas, Lenin
dio a Trotski el calificativo de Judas.
Lenin
criticó duramente la plataforma política de Trotski durante la primera guerra
mundial, definiéndola como una de las variedades del kautskismo*. Trotski
apoyaba, de hecho, la teoría del "ultraimperialismo" y repetía la
tesis kautskiana de que la guerra paraliza las posibilidades revolucionarias
del proletariado, debido a lo cual la clase obrera debe primero conseguir la
paz y, después, pensar ya en la revolución.
Frente a la
consigna bolchevique de derrota del "propio" gobierno de la guerra
imperialista, Trotski lanzó su consigna chovinista de "ni victorias ni
derrotas". Aunque admitía de palabra la teoría del desarrollo desigual del
capitalismo, Trotski apoyaba la tesis de que este desarrollo desigual se
atenuaba; y, basándose en ello, pretendía demostrar que era imposible la
revolución socialista y el triunfo del socialismo primero en un solo país,
tomado por separado.
La
doctrina de Lenin en cuanto a la posibilidad de la revolución socialista y del
triunfo del socialismo primeramente en varios países, e incluso en uno solo, y
sobre la imposibilidad de su victoria simultánea en todos los países estaba
enfilada, en particular, contra las opiniones de Trotski. Este afirmaba que las
economías nacionales no podían ya ser la base de la revolución socialista y que
"luchar por la dictadura del proletariado en un solo país, tomado por
separado, carece de todo sentido; el proletariado puede establecer su dictadura
sólo a lo largo de toda Europa, es decir, en la forma de Estados Unidos de
Europa" (Nashe Slovo, 4 de febrero de 1916). Era una manifestación
del oportunismo inveterado basado en la cacareada teoría de la "revolución
permanente".
Antes ya
de 1917, los trotskistas perdieron toda influencia en el movimiento obrero. Al
llegar en 1917 a Petrogrado, Trotski se vio obligado a adherirse a la
organización de los llamados mezhrayontsi, socialdemócratas que vacilaban entre
los bolcheviques y los mencheviques. En agosto del mismo año, los mezhrayontsi
declararon que no tenían discrepancias con los bolcheviques e ingresaron en el
Partido Obrero Socialdemócrata (bolchevique) de Rusia. Junto con ellos entraron
en el partido Trotski y sus secuaces. Fueron muchos los mezhrayontsi que, al sumarse
a las filas bolcheviques, rompieron para siempre con el oportunismo. Pero el
ingreso de Trotski y de algunos de sus adeptos en el Partido Comunista fue,
como demostraron los acontecimientos posteriores, puramente formal: en la
práctica, siguieron defendiendo sus opiniones equivocadas, infringieron la
disciplina y minaron la unidad ideológica y orgánica del partido.
Lenin y el
Partido Bolchevique tuvieron que enfrentarse de nuevo con las opiniones
absolutamente erróneas, nocivas y peligrosas de Trotski en un momento de la
mayor responsabilidad en el desarrollo de la revolución socialista: durante el
período de preparación y realización de la insurrección armada de octubre de
1917 en Petrogrado. Trotski insistía en que ésta fuese aplazada hasta la celebración
del II Congreso de los Soviets. Ello hubiera significado frustrar la
insurrección, pues los eseristas y mencheviques habrían podido demorar la
celebración del Congreso y el Gobierno Provisional habría tenido la posibilidad
de concentrar fuerzas, el día de la apertura del mismo, para aplastarla.
Semejante proyecto aventurero de Trotski podía ser fatal. Lenin denunció a
tiempo esta posición aparentemente efectista, demagógica de Trotski y demostró
la necesidad de derribar el Gobierno Provisional antes de que comenzara el
Congreso de los Soviets.
La segunda
parte de la recopilación abarca el período comprendido entre 1918 y 1922.
Figuran en ella documentos que muestran la lucha de Lenin y del Partido
Bolchevique contra la línea seudorrevolucionaria de Trotski —que causó un daño
inmenso a la joven República de los Soviets— durante la firma de la paz de
Brest, así como contra sus exageraciones aventureras en los años de la guerra
civil y de la intervención extranjera. En esta parte ocupan un lugar importante
las obras de Lenin y las resoluciones del PC (b) de Rusia que denuncian la
lucha abierta de Trotski contra el partido en 1920 y 1921 al discutirse el
problema de los sindicatos durante el paso a la Nueva política económica (Nep),
en un período en que la conservación y el afianzamiento de la alianza de la
clase obrera y del campesinado adquirió en el país una importancia singular.
La lucha
en pro de la firma de la paz de Brest en 1918 perseguía el objetivo de mantener
la República de los Soviets y robustecer el nuevo régimen. El País Soviético
combatía tenazmente contra la guerra imperialista, por el establecimiento de la
paz general. Y esta lucha acrecentaba las simpatías de los trabajadores del
mundo entero por la revolución rusa. Los documentos muestran que Trotski
mantuvo frente a la paz de Brest una posición antileninista, poniendo
criminalmente en peligro de muerte a la joven República de los Soviets.
Trotski, que presidía la delegación soviética en las negociaciones de paz,
incumplió las indicaciones del Comité Central del partido y del Gobierno
soviético: en el momento decisivo de las negociaciones anunció el cese
unilateral de la guerra y la desmovilización del ejército ruso y abandonó
Brest-Litovsk, dando así al Mando alemán el pretexto que deseaba para romper el
armisticio. "La revolución europea —declaró Trotski— es lo único que puede
salvarnos, en el sentido pleno de la palabra" (Séptimo Congreso
(Extraordinario) del PC(b) de Rusia. Actas taquigráficas, ed. en ruso, pág.
65, Moscú, 1962). Los ejércitos alemanes pasaron a la ofensiva, ocuparon vastos
territorios, y el gobierno alemán presentó después condiciones de paz más duras
aún. El aventurerismo de Trotski condujo a que la Rusia Soviética obtuviera,
como señalara Lenin, "una paz mucho más humillante por culpa de quienes no
quisieron aceptar la primera" (pág. 138.).
La tregua
conseguida con la firma del Tratado de Paz de Brest-Litovski no duró mucho,
pero tuvo la mayor importancia. Sacó al país de la guerra mundial y permitió
prepararse para rechazar el embate de la intervención extranjera y de la
contrarrevolución interior.
La guerra
civil (1918-1920) terminó en la victoria de la República de los Soviets. El
país, arruinado por la intervención imperialista y la contrarrevolución de los
guardias blancos, inició el renacimiento económico. El partido pasó de la
política del comunismo de guerra a la aplicación de la Nueva política económica
(Nep), concebida por Lenin. Este señalaba que, en las condiciones creadas, lo
más importante era restablecer la industria. Mas ello era imposible sin
impulsar previamente la agricultura y sin conseguir que la clase obrera y sus
sindicatos participasen activamente en la edificación del socialismo. Estos
nuevos y complejos problemas no podían ser resueltos con medidas irreflexivas
ni por medio de la coerción o de órdenes militares, sino con una organización
armónica de la labor, con el método de la persuasión y el aprovechamiento del
incentivo material.
En este
momento de gran responsabilidad, Trotski y otros enemigos del leninismo
impusieron al partido la discusión acerca de los sindicatos. En un período en
que era necesario concentrar todos los esfuerzos en la lucha contra el hambre y
la ruina, organizar el auge de la agricultura y restablecer la industria, la
discusión sobre los sindicatos desviaba la atención del partido de la solución
de problemas de actualidad singular, ya maduros, de la vida del país. En una
reunión del grupo del PC(b) R** en la V Conferencia Sindical de toda Rusia,
Trotski lanzó la consigna de "apretar los tornillos" y
"sacudir" los sindicatos y exigió la "estatificación"
inmediata de estos últimos para remplazar los métodos de persuasión de las
masas obreras con los métodos de coerción y de ordeno y mando.
En el
discurso Sobre los sindicatos, el momento actual y los errores del camarada
Trotski, en el artículo La crisis en el partido, en el folleto Una
vez más sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de los camaradas
Trotski y Bujarin y en otras obras de Lenin incluidas en la presente
recopilación se refuta el enfoque trotskista del papel y las tareas de los
sindicatos en la edificación del socialismo. Lenin mostró que la línea
trotskista de convertir los sindicatos en un apéndice del aparato del Estado
conducía a la liquidación de los primeros y al socavamiento directo de la
dictadura del proletariado. En la discusión sobre los sindicatos impuesta por
Trotski se decidía, en el fondo, la cuestión "sobre la actitud ante el
campesinado, que se alzaba contra el comunismo de guerra; sobre la actitud ante
la masa de obreros sin partido; en general, sobre el modo en que el partido
debía abordar a las masas en un período en el que la guerra civil estaba ya
terminando" (pág. 253.). Durante la discusión, los oposicionistas sufrieron
una derrota completa en todas las organizaciones principales del partido. Este
cerró filas alrededor de Lenin, apoyó su plataforma y rechazó las plataformas
de Trotski y de otros grupos de oposición.
El X
Congreso del partido (marzo de 1921) hizo el balance de la discusión y definió
en sus resoluciones el papel y las tareas de los sindicatos en la época de la
dictadura del proletariado. Lenin denunció una vez más en el Congreso la
esencia antipartido del trotskismo y de los demás grupos de oposición. A
propuesta de Lenin, el Congreso aprobó la resolución Acerca de la unidad del
partido. En ella prescribió disolver inmediatamente todos los grupos, sin
excepción, y encargó a las organizaciones del partido que velaran con el mayor
rigor para impedir cualquier acción fraccional. "El incumplimiento de este
acuerdo del Congreso —se decía en la resolución— deberá acarrear la expulsión
inmediata e incondicional del partido" (pág. 236.). La tercera parte
de la recopilación contiene resoluciones de los organismos del partido sobre la
lucha contra el trotskismo entre 1923 y 1925. En octubre de 1923, un Pleno
conjunto del Comité Central y de la Comisión Central de Control del PC(b) de
Rusia, al que asistieron representantes de las diez organizaciones principales
del partido, examinó la situación interna de éste y condenó duramente una carta
antipartido de Trotski y la plataforma — llamada "declaración de los
46"— redactada por los trotskistas y otros oposicionistas. "Los
Plenos del CC y de la CCC y los representantes de diez organizaciones del
partido —se decía en la resolución— condenan enérgicamente la declaración de
los 46 como un acto de política fraccional escisionista... Esa declaración
amenaza con poner toda la vida del partido durante los próximos meses bajo el
signo de la lucha interna en sus filas y, con ello, debilitar el partido en un
momento de máxima responsabilidad para los destinos de la revolución
internacional" (pág. 241.).
En un
folleto titulado Un nuevo rumbo, Trotski acusó de degeneración a la
dirección del partido y contrapuso la juventud (sobre todo los estudiantes) a
los viejos bolcheviques, calificándola aduladoramente del "barómetro del
partido".
La XIII
Conferencia del PC(b) de Rusia, celebrada en enero de 1924, aprobó una
resolución titulada Sobre el balance de la discusión y la desviación
pequeñoburguesa en el partido, en la que condenó duramente la lucha
fraccional de Trotski y de los trotskistas. "En la oposición actual —decía
la resolución— vemos no sólo un intento de revisar el bolchevismo, no sólo un
apartamiento directo del leninismo, sino también una manifiesta desviación
pequeñoburguesa. No cabe la menor duda de que esta oposición refleja
objetivamente la presión de la pequeña burguesía sobre las posiciones del
partido proletario y su política" (pág. 246.).
El XIII
Congreso del PC(b) de Rusia ratificó esta resolución de la XIII Conferencia.
En el
otoño de 1924, después ya del fallecimiento de Lenin, Trotski publicó un
artículo en el que ensalzó su propio papel en la revolución, sacó a relucir de
nuevo su vieja idea de la "revolución permanente" y volvió a afirmar que
eran inevitables los choques entre la vanguardia proletaria y las grandes masas
del campesinado.
El Pleno
del CC del PC(b) de Rusia celebrado del 17 al 20 de enero de 1925 calificó las
incesantes intervenciones de Trotski contra el bolchevismo como un intento de suplantar
el leninismo con el trotskismo. El Pleno destituyó a Trotski del cargo de
presidente del Consejo Militar Revolucionario de la URSS y le hizo "la
advertencia más categórica, en el sentido de que la pertenencia al Partido
Bolchevique exige someterse de hecho; y no sólo de palabra, a la disciplina del
partido y renunciar por completo e incondicionalmente a toda lucha contra las
ideas del leninismo" (pág. 260.).
A fines de
diciembre de 1925 se celebró el XIV Congreso del partido, en el que la
"nueva oposición", encabezada por Zinóviev y Kámenev, combatió la
línea leninista. Hasta poco antes, Zinóviev y Kámenev se habían pronunciado
contra el trotskismo, pero después rodaron ellos mismos a las posiciones
trotskistas.
Al sufrir
una derrota completa en el XIV Congreso, la "nueva oposición" se pasó
abiertamente al trotskismo. Se formó un bloque de oposición antipartido, al que
se sumaron los restos de los demás grupos oposicionistas aniquilados por el
partido.
La cuarta
parte de la recopilación contiene documentos que muestran la lucha del
partido contra el trotskismo en 1926 y 1927.
En el
otoño de 1926, los líderes del bloque trotskista emprendieron un ataque frontal
contra el partido. En las asambleas de las organizaciones del partido en las
fábricas Aviapribor, de Moscú, y Putílov, de Leningrado, los
oposicionistas pusieron a discusión su plataforma antileninista. Los obreros
comunistas repudiaron enérgicamente a los oposicionistas y los expulsaron de
las asambleas. Después de esto, los oposicionistas dieron marcha atrás:
enviaron una declaración al CC en la que condenaban hipócritamente sus propios
errores. Pero, de hecho, siguieron organizando su partido clandestino y
celebraron reuniones secretas para examinar la plataforma fraccional y la
táctica de lucha contra el PC(b) de la URSS.
La XV
Conferencia del partido, celebrada a fines de octubre y comienzos de noviembre
de 1926, calificó a la oposición trotskista-zinovievista de desviación
menchevique en el partido y advirtió a los oposicionistas que su evolución
hacia el menchevismo conduciría a su expulsión del partido. La Conferencia
llamó a todos los comunistas a luchar resueltamente contra el bloque oposicionista.
Poco
después tuvo lugar el VII Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista (CE de la IC), que ratificó la resolución de la XV
Conferencia sobre el bloque de oposición y señaló a los partidos comunistas el
deber de combatir las tentativas de los trotskistas de dividir el movimiento
comunista internacional.
A pesar de
la derrota sufrida en el seno del partido, entre la clase obrera y en el
movimiento comunista internacional, los trotskistas no cesaron su labor
antipartido. Aprovechando las dificultades internas y las complicaciones en la
situación internacional de la URSS, los trotskistas presentaron la llamada
"plataforma de los 83" en la que calumniaban de nuevo al partido.
Decían en ella que el partido y el Gobierno soviético querían abolir el
monopolio del comercio exterior y otorgar derechos políticos a los kulaks. Esta
"plataforma" fue editada con una gran tirada en una imprenta
clandestina y distribuida entre los miembros del partido y los sin partido.
Había que
poner fin a la labor antipartido de la oposición. El Pleno conjunto del CC y de
la CCC, reunido en octubre de 1927, denunció la esencia antileninista de la
plataforma de la oposición y excluyó del Comité Central a Trotski y Zinóviev
por la lucha fraccional contra el partido y su unidad. Además, acordó someter a
examen del XV Congreso del PC(b) de la URSS todos los documentos relacionados
con la labor divisionista de los líderes de la oposición trotskista.
Durante la
discusión en todo el partido que precedió al XV Congreso, votaron a favor de la
política leninista del Comité Central 724.000 afiliados, y por el bloque
trotskista-zinovievista, sólo 4.000 0,5% de los asistentes a las asambleas). El
bloque oposicionista fue derrotado en toda la línea. política leninista del
partido.
La
bancarrota política del bloque trotskista-zinovievista y su aislamiento de las
masas del hicieron evidentes. Los oposicionistas pasaron de la lucha fraccional
dentro del partido antisoviética, contrarrevolucionaria.
Derrotados
por completo en las organizaciones del partido, los oposicionistas intentaron
apelar a las masas sin partido con el propósito de alzarlas a la lucha contra
el Partido Comunista y el Poder soviético. En Moscú y Leningrado celebraron
reuniones clandestinas en domicilios particulares. Los trotskistas se trazaron
un plan de acción con motivo del décimo aniversario de la Revolución de
Octubre. Decidieron manifestarse el 7 de noviembre con sus propias consignas y
los retratos de sus líderes y pronunciar discursos. El 4 de noviembre ocuparon
por la fuerza un aula de la Escuela Técnica Superior de Moscú y celebraron en
ella una reunión fraccional. En algunas ciudades, los fraccionistas publicaron
ilegalmente hojas antisoviéticas, que distribuyeron en las fábricas y empresas
y pegaron en vallas y postes.
El día del
décimo aniversario de la Revolución de Octubre, los trotskistas trataron de
organizar acciones antisoviéticas en las calles de Moscú y Leningrado, pero
fueron barridos por la manifestación de los trabajadores, que expresaron su
plena confianza al Partido Comunista y al Gobierno soviético.
Las
acciones de los oposicionistas el 7 de noviembre probaron que se habían
transformado en una fuerza contrarrevolucionaria que se contraponía
abiertamente a la dictadura del proletariado. Tras pisotear todas las normas de
vida del partido, los trotskistas pasaron a infringir también groseramente las
leyes del Estado, revelando así de manera definitiva su naturaleza
antisoviética, antipopular.
El 14 de
noviembre de 1927, el Comité Central y la Comisión Central de Control,
cumpliendo la voluntad de las masas del partido, expulsaron de éste a Trotski y
Zinóviev y excluyeron del CC y de la CCC a los otros oposicionistas.
El XV
Congreso del partido (diciembre de 1927) culminó la derrota del trotskismo. El
Congreso hizo constar que los oposicionistas habían roto ideológicamente con el
leninismo y degenerado en un grupo menchevique, habían emprendido el camino de
la capitulación ante las fuerzas de la burguesía internacional e interior y se
habían convertido en un instrumento de la lucha contra la dictadura proletaria.
Teniendo en cuenta todo esto, el Congreso ratificó el acuerdo adoptado por el
CC y la CCC de expulsar del partido a Trotski y Zinóviev y proceder de la misma
manera con otros 75 dirigentes activos del bloque trotskistazinovievista. El
Congreso recomendó a las organizaciones del partido que depuraran sus filas de
los trotskistas evidentemente incorregibles, efectuando al mismo tiempo una labor
de influjo ideológico sobre los militantes de base de la oposición para
convencerles de que abandonaran las opiniones trotskistas y adoptaran las
posiciones del leninismo.
Las
resoluciones aprobadas por las organizaciones locales del Partido Bolchevique
de 1923 a 1927 sobre la lucha contra el trotskismo —que figuran en la quinta
parte de esta recopilación— prueban la cohesión de las filas del partido y
el reforzamiento de su unidad.
Después
del XV Congreso, muchos miembros de filas del bloque oposicionista,
comprendiendo sus errores, rompieron con el trotskismo y fueron readmitidos en
el partido. Pero Trotski, enemigo irreconciliable del leninismo, no se desarmó
y en 1929 fue expulsado de la Unión Soviética por su actividad antisoviética.
De esta forma, el partido de Lenin derrotó definitivamente a la oposición
trotskista en el terreno ideológico y organizativo.
Sin
embargo, la ideología trotskista, decayendo unas veces y activándose otras,
sigue causando daños al movimiento emancipador. El trotskismo moderno es multifacético.
Siguiendo el ejemplo de su padre espiritual — Trotski— es capaz de teñirse de
cualquier color y acomodarse a toda corriente revolucionaria para minarla desde
dentro.
El XXIV
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, celebrado en Moscú a
finales de marzo y comienzos de abril de 1971, dedicó gran atención a la unidad
y la cohesión de las fuerzas antiimperialistas y, en primer término, del
movimiento comunista y obrero. En el Congreso se señaló que los últimos años se
han caracterizado por la reanimación del oportunismo de derecha y de
"izquierda", por los encarnizados ataques de distintos grupos
escisionistas contra el marxismo-leninismo como base ideológica y teórica de la
actividad del movimiento comunista. Con estos grupos escisionistas, creados en
una serie de países por los actuales dirigentes chinos, se ha aliado
activamente el trotskismo contemporáneo. En los discursos de los delegados al V
Congreso y de numerosos invitados extranjeros se subrayó la decisión de
rechazar infatigablemente todos esos ataques, —incluidos los trotskistas— y
luchar por el reforzamiento de la unidad y la cohesión del movimiento comunista
y obrero sobre la firme base de la doctrina marxista-leninista.
En una
serie de etapas, el trotskismo ha unido y encabezado distintas corrientes
oportunistas. Lo ha conseguido porque ha sabido siempre disimular hábilmente su
esencia oportunista con una fraseología "izquierdista"
ultrarrevolucionaria, capaz de desorientar, cautivar y llevar tras de sí a
personas no muy duchas en política, que desconocen por completo o conocen
insuficientemente la teoría marxista-leninista. Las equivocaciones de tipo
trotskista arrastran a veces por un camino falso a una parte de la juventud de
espíritu revolucionario, que, por falta de experiencia, no sabe encontrar el
camino de la teoría auténticamente revolucionaria, de la ideología comunista.
El
trotskismo de nuestros días intenta vaciar el marxismo-leninismo de su esencia
revolucionaria, ayuda a los ideólogos del imperialismo a combatir la doctrina
marxista-leninista y trata de sembrar entre la juventud, encubriéndose con el
griterío ultrarrevolucionario, la semilla emponzoñada del aventurerismo.
La
juventud de espíritu democrático y radical de los países capitalistas busca la
salida de la situación de opresión y explotación, busca las vías que le
permitan luchar con eficiencia contra la injusticia social. La mayoría de los
partidos socialistas y socialdemócratas se desenmascaran cada día más, con su
actividad reformista, como defensores del régimen capitalista. La parte más
sana y consciente de la juventud se adhiere al marxismo-leninismo, que amplía
los horizontes políticos y señala el camino de la verdadera lucha contra el
imperialismo y la perspectiva del triunfo de la revolución socialista.
Está fuera
de toda duda que el entusiasmo pasajero de una parte de la juventud de los
países capitalistas por las modernas consignas trotskistas, con su griterío y
seudorrevolucionarismo, pasará. Es indudable también que la esencia oportunista
y aventurera del trotskismo será desenmascarada y rechazada una y otra vez
—como ha ocurrido en repetidas ocasiones en el pasado— en el curso de la lucha
revolucionaria, en cuya vanguardia marchan los partidos comunistas y obreros
pertrechados con la gran doctrina del marxismo-leninismo. Los documentos de la
lucha del Partido Comunista y de los trabajadores de la Unión Soviética contra
la ideología y la práctica pequeñoburguesas y antileninistas del trotskismo,
que ofrecemos al lector en esta recopilación, prueban la importancia permanente
y la invencibilidad del marxismo-leninismo.
En la
recopilación hemos incluido, como apéndice, resoluciones de la Internacional
Comunista y de diversas organizaciones sindicales contra el trotskismo.
Han preparado la recopilación B. Vlásov e I.
Ganenko bajo la dirección de A. Soloviov. INSTITUTO DE
MARXISMO-LENINISMO ADJUNTO AL CC DEL PCUS.
_________
(*) Kautsky, Carlos: uno de los líderes
de la socialdemocracia alemana y de la II Internacional; marxista al principio,
renegó después del marxismo y se convirtió en el ideólogo de la variedad más
peligrosa y nociva del oportunismo: el centrismo (kautskismo). (N. de la Edit.)
(**) PC(b) R: Partido Comunista (bolchevique) de Rusia; así se denominó el partido desde 1918. En 1925 adoptó el nombre de Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. (N. de la Edit.)
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