viernes, 2 de febrero de 2024

Contra el trotskismo

Prefacio a la Recopilación de Textos de Lenin Sobre Trotsky y el Trotskismo

El trotskismo es enemigo jurado del marxismo-leninismo.

Vladímir Ilich Lenin y el partido se enfrentaron por vez primera con el trotskismo, como ideología oportunista de la pequeña burguesía, en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), en el período de surgimiento del bolchevismo.

Desde entonces, el Partido Comunista ha tenido que librar en distintas etapas de la historia enconadas batallas contra la ideología, totalmente oportunista, del trotskismo y contra su aventurera actividad práctica. En la palestra internacional, a la par con el PCUS, otros partidos marxistas-leninistas han sostenido en lo pasado y sostienen en lo presente la lucha contra el trotskismo.

La recopilación de documentos relacionados con la lucha de Lenin y del Partido Comunista de la Unión Soviética contra el trotskismo, que ofrecemos a la consideración del lector, contiene testimonios que prueban convincentemente la superioridad absoluta y la victoria completa de la verdad histórica del leninismo sobre la falsa y nociva ideología del trotskismo y su errónea labor práctica.

El libro consta de cinco partes.

En la primera figuran documentos del período anterior a la revolución. Al comienzo de esta parte, los documentos muestran la lucha de Lenin y de los leninistas contra Trotski en el II Congreso del POSDR (1903), en el que Trotski se reveló como representante de la tendencia conciliadora, reformista, en la socialdemocracia europea, como un adversario del bolchevismo.

En el II Congreso, Lenin y sus adeptos rechazaron enérgicamente las opiniones de los delegados oportunistas, incluidas las de Trotski, sobre el papel especial del Bund (organización nacionalista pequeñoburguesa) en el partido y la errónea interpretación del concepto de "dictadura del proletariado". Trotski apoyó activamente a Mártov y defendió su fórmula del artículo primero de los Estatutos del partido, la cual brindaba la posibilidad de que penetraran en sus filas elementos pequeñoburgueses carentes de firmeza. "El camarada Trotski —dijo Lenin en el Congreso— ha comprendido muy equivocadamente la idea fundamental de mi libro ¿Qué hacer?..." (Véase la presente recopilación, pág. 18.). Trotski propugnó que cada huelguista pudiera denominarse miembro del partido. En oposición a ello, Lenin afirmó: "Vale más que diez hombres que trabajan no se denominen miembros del partido (¡quienes trabajan de verdad no corren tras los títulos!) que un charlatán tenga el derecho y la posibilidad de ser miembro del partido.”

El POSDR se dividió en su II Congreso en bolcheviques y mencheviques.

El desarrollo de los acontecimientos históricos mostró claramente la esencia de las discrepancias entre los leninistas, de una parte, y los mencheviques y trotskistas, de otra. Los bolcheviques, encabezados por Lenin, organizaron un partido revolucionario monolítico que preparó y se puso al frente de la revolución socialista, mientras que los mencheviques y los trotskistas siguieron sustentando posiciones reformistas.

Después del II Congreso, Trotski combatió sus resoluciones. Lenin decía el 14 de octubre de 1904, en una carta a E. Stásova, F. Lengnik y otros: "Hace poco se ha publicado un nuevo folleto de Trotski... El folleto constituye la más insolente mentira, un falseamiento de los hechos... El II Congreso ha sido, según él, un intento reaccionario de afianzar los métodos de organización propios de los círculos, etc. Este folleto es una bofetada tanto a la Redacción actual del Órgano Central como a todos los activistas del partido" (pág. 20.).

Durante la primera revolución rusa, Lenin y los bolcheviques hubieron de luchar contra los trotskistas en torno a todos los problemas de la teoría y la táctica del partido. Trotski intentó en 1905 contraponer a la teoría leninista sobre la transformación de la revolución democrática burguesa en revolución socialista su propia teoría de la llamada "revolución permanente", que reflejaba la falta de fe de los trotskistas en la hegemonía del proletariado en la revolución democrática burguesa y su negación de las posibilidades revolucionarias del campesinado como aliado del proletariado.

En los años de reacción que siguieron después, Lenin y los bolcheviques sostuvieron la lucha, en dificilísimas condiciones, en dos frentes: contra los liquidadores y contra los otzovistas. Trotski y sus escasos adeptos, declarándose "al margen de las fracciones", propugnaron la conciliación de los revolucionarios y los oportunistas en un mismo partido. Alegaban para ello, faltando a la verdad, que los bolcheviques y los mencheviques no eran dos corrientes políticas distintas, sino solamente dos grupos de intelectuales socialdemócratas en lucha por influir en "el proletariado carente de madurez política". Lenin criticó en varios artículos y cartas esta interpretación liberal burguesa de las discrepancias básicas, así como la carencia de principios y el conciliacionismo de Trotski. "Trotski —dijo— se ha comportado como el más vil arribista y fraccionista... Perora acerca del partido y se porta peor que todos los demás fraccionistas" (pág. 32.). Lenin consideraba a Trotski y a su grupo como la variedad más dañina y peligrosa del menchevismo. "...Trotski y sus semejantes "trotskistas y conciliadores" —decía— son más nocivos que cualquier liquidador, pues los liquidadores convencidos exponen abiertamente sus opiniones y a los obreros les es fácil comprender su falsedad; pero los señores Trotski engañan a los obreros, encubren el mal y hacen imposible desenmascararlo y curarse de él" (pág. 67.). Al denunciar el repulsivo papel de los trotskistas, Lenin dio a Trotski el calificativo de Judas.

Lenin criticó duramente la plataforma política de Trotski durante la primera guerra mundial, definiéndola como una de las variedades del kautskismo*. Trotski apoyaba, de hecho, la teoría del "ultraimperialismo" y repetía la tesis kautskiana de que la guerra paraliza las posibilidades revolucionarias del proletariado, debido a lo cual la clase obrera debe primero conseguir la paz y, después, pensar ya en la revolución.

Frente a la consigna bolchevique de derrota del "propio" gobierno de la guerra imperialista, Trotski lanzó su consigna chovinista de "ni victorias ni derrotas". Aunque admitía de palabra la teoría del desarrollo desigual del capitalismo, Trotski apoyaba la tesis de que este desarrollo desigual se atenuaba; y, basándose en ello, pretendía demostrar que era imposible la revolución socialista y el triunfo del socialismo primero en un solo país, tomado por separado.

La doctrina de Lenin en cuanto a la posibilidad de la revolución socialista y del triunfo del socialismo primeramente en varios países, e incluso en uno solo, y sobre la imposibilidad de su victoria simultánea en todos los países estaba enfilada, en particular, contra las opiniones de Trotski. Este afirmaba que las economías nacionales no podían ya ser la base de la revolución socialista y que "luchar por la dictadura del proletariado en un solo país, tomado por separado, carece de todo sentido; el proletariado puede establecer su dictadura sólo a lo largo de toda Europa, es decir, en la forma de Estados Unidos de Europa" (Nashe Slovo, 4 de febrero de 1916). Era una manifestación del oportunismo inveterado basado en la cacareada teoría de la "revolución permanente".

Antes ya de 1917, los trotskistas perdieron toda influencia en el movimiento obrero. Al llegar en 1917 a Petrogrado, Trotski se vio obligado a adherirse a la organización de los llamados mezhrayontsi, socialdemócratas que vacilaban entre los bolcheviques y los mencheviques. En agosto del mismo año, los mezhrayontsi declararon que no tenían discrepancias con los bolcheviques e ingresaron en el Partido Obrero Socialdemócrata (bolchevique) de Rusia. Junto con ellos entraron en el partido Trotski y sus secuaces. Fueron muchos los mezhrayontsi que, al sumarse a las filas bolcheviques, rompieron para siempre con el oportunismo. Pero el ingreso de Trotski y de algunos de sus adeptos en el Partido Comunista fue, como demostraron los acontecimientos posteriores, puramente formal: en la práctica, siguieron defendiendo sus opiniones equivocadas, infringieron la disciplina y minaron la unidad ideológica y orgánica del partido.

Lenin y el Partido Bolchevique tuvieron que enfrentarse de nuevo con las opiniones absolutamente erróneas, nocivas y peligrosas de Trotski en un momento de la mayor responsabilidad en el desarrollo de la revolución socialista: durante el período de preparación y realización de la insurrección armada de octubre de 1917 en Petrogrado. Trotski insistía en que ésta fuese aplazada hasta la celebración del II Congreso de los Soviets. Ello hubiera significado frustrar la insurrección, pues los eseristas y mencheviques habrían podido demorar la celebración del Congreso y el Gobierno Provisional habría tenido la posibilidad de concentrar fuerzas, el día de la apertura del mismo, para aplastarla. Semejante proyecto aventurero de Trotski podía ser fatal. Lenin denunció a tiempo esta posición aparentemente efectista, demagógica de Trotski y demostró la necesidad de derribar el Gobierno Provisional antes de que comenzara el Congreso de los Soviets.

La segunda parte de la recopilación abarca el período comprendido entre 1918 y 1922. Figuran en ella documentos que muestran la lucha de Lenin y del Partido Bolchevique contra la línea seudorrevolucionaria de Trotski —que causó un daño inmenso a la joven República de los Soviets— durante la firma de la paz de Brest, así como contra sus exageraciones aventureras en los años de la guerra civil y de la intervención extranjera. En esta parte ocupan un lugar importante las obras de Lenin y las resoluciones del PC (b) de Rusia que denuncian la lucha abierta de Trotski contra el partido en 1920 y 1921 al discutirse el problema de los sindicatos durante el paso a la Nueva política económica (Nep), en un período en que la conservación y el afianzamiento de la alianza de la clase obrera y del campesinado adquirió en el país una importancia singular.

La lucha en pro de la firma de la paz de Brest en 1918 perseguía el objetivo de mantener la República de los Soviets y robustecer el nuevo régimen. El País Soviético combatía tenazmente contra la guerra imperialista, por el establecimiento de la paz general. Y esta lucha acrecentaba las simpatías de los trabajadores del mundo entero por la revolución rusa. Los documentos muestran que Trotski mantuvo frente a la paz de Brest una posición antileninista, poniendo criminalmente en peligro de muerte a la joven República de los Soviets. Trotski, que presidía la delegación soviética en las negociaciones de paz, incumplió las indicaciones del Comité Central del partido y del Gobierno soviético: en el momento decisivo de las negociaciones anunció el cese unilateral de la guerra y la desmovilización del ejército ruso y abandonó Brest-Litovsk, dando así al Mando alemán el pretexto que deseaba para romper el armisticio. "La revolución europea —declaró Trotski— es lo único que puede salvarnos, en el sentido pleno de la palabra" (Séptimo Congreso (Extraordinario) del PC(b) de Rusia. Actas taquigráficas, ed. en ruso, pág. 65, Moscú, 1962). Los ejércitos alemanes pasaron a la ofensiva, ocuparon vastos territorios, y el gobierno alemán presentó después condiciones de paz más duras aún. El aventurerismo de Trotski condujo a que la Rusia Soviética obtuviera, como señalara Lenin, "una paz mucho más humillante por culpa de quienes no quisieron aceptar la primera" (pág. 138.).

La tregua conseguida con la firma del Tratado de Paz de Brest-Litovski no duró mucho, pero tuvo la mayor importancia. Sacó al país de la guerra mundial y permitió prepararse para rechazar el embate de la intervención extranjera y de la contrarrevolución interior.

La guerra civil (1918-1920) terminó en la victoria de la República de los Soviets. El país, arruinado por la intervención imperialista y la contrarrevolución de los guardias blancos, inició el renacimiento económico. El partido pasó de la política del comunismo de guerra a la aplicación de la Nueva política económica (Nep), concebida por Lenin. Este señalaba que, en las condiciones creadas, lo más importante era restablecer la industria. Mas ello era imposible sin impulsar previamente la agricultura y sin conseguir que la clase obrera y sus sindicatos participasen activamente en la edificación del socialismo. Estos nuevos y complejos problemas no podían ser resueltos con medidas irreflexivas ni por medio de la coerción o de órdenes militares, sino con una organización armónica de la labor, con el método de la persuasión y el aprovechamiento del incentivo material.

En este momento de gran responsabilidad, Trotski y otros enemigos del leninismo impusieron al partido la discusión acerca de los sindicatos. En un período en que era necesario concentrar todos los esfuerzos en la lucha contra el hambre y la ruina, organizar el auge de la agricultura y restablecer la industria, la discusión sobre los sindicatos desviaba la atención del partido de la solución de problemas de actualidad singular, ya maduros, de la vida del país. En una reunión del grupo del PC(b) R** en la V Conferencia Sindical de toda Rusia, Trotski lanzó la consigna de "apretar los tornillos" y "sacudir" los sindicatos y exigió la "estatificación" inmediata de estos últimos para remplazar los métodos de persuasión de las masas obreras con los métodos de coerción y de ordeno y mando.

En el discurso Sobre los sindicatos, el momento actual y los errores del camarada Trotski, en el artículo La crisis en el partido, en el folleto Una vez más sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de los camaradas Trotski y Bujarin y en otras obras de Lenin incluidas en la presente recopilación se refuta el enfoque trotskista del papel y las tareas de los sindicatos en la edificación del socialismo. Lenin mostró que la línea trotskista de convertir los sindicatos en un apéndice del aparato del Estado conducía a la liquidación de los primeros y al socavamiento directo de la dictadura del proletariado. En la discusión sobre los sindicatos impuesta por Trotski se decidía, en el fondo, la cuestión "sobre la actitud ante el campesinado, que se alzaba contra el comunismo de guerra; sobre la actitud ante la masa de obreros sin partido; en general, sobre el modo en que el partido debía abordar a las masas en un período en el que la guerra civil estaba ya terminando" (pág. 253.). Durante la discusión, los oposicionistas sufrieron una derrota completa en todas las organizaciones principales del partido. Este cerró filas alrededor de Lenin, apoyó su plataforma y rechazó las plataformas de Trotski y de otros grupos de oposición.

El X Congreso del partido (marzo de 1921) hizo el balance de la discusión y definió en sus resoluciones el papel y las tareas de los sindicatos en la época de la dictadura del proletariado. Lenin denunció una vez más en el Congreso la esencia antipartido del trotskismo y de los demás grupos de oposición. A propuesta de Lenin, el Congreso aprobó la resolución Acerca de la unidad del partido. En ella prescribió disolver inmediatamente todos los grupos, sin excepción, y encargó a las organizaciones del partido que velaran con el mayor rigor para impedir cualquier acción fraccional. "El incumplimiento de este acuerdo del Congreso —se decía en la resolución— deberá acarrear la expulsión inmediata e incondicional del partido" (pág. 236.). La tercera parte de la recopilación contiene resoluciones de los organismos del partido sobre la lucha contra el trotskismo entre 1923 y 1925. En octubre de 1923, un Pleno conjunto del Comité Central y de la Comisión Central de Control del PC(b) de Rusia, al que asistieron representantes de las diez organizaciones principales del partido, examinó la situación interna de éste y condenó duramente una carta antipartido de Trotski y la plataforma — llamada "declaración de los 46"— redactada por los trotskistas y otros oposicionistas. "Los Plenos del CC y de la CCC y los representantes de diez organizaciones del partido —se decía en la resolución— condenan enérgicamente la declaración de los 46 como un acto de política fraccional escisionista... Esa declaración amenaza con poner toda la vida del partido durante los próximos meses bajo el signo de la lucha interna en sus filas y, con ello, debilitar el partido en un momento de máxima responsabilidad para los destinos de la revolución internacional" (pág. 241.).

En un folleto titulado Un nuevo rumbo, Trotski acusó de degeneración a la dirección del partido y contrapuso la juventud (sobre todo los estudiantes) a los viejos bolcheviques, calificándola aduladoramente del "barómetro del partido".

La XIII Conferencia del PC(b) de Rusia, celebrada en enero de 1924, aprobó una resolución titulada Sobre el balance de la discusión y la desviación pequeñoburguesa en el partido, en la que condenó duramente la lucha fraccional de Trotski y de los trotskistas. "En la oposición actual —decía la resolución— vemos no sólo un intento de revisar el bolchevismo, no sólo un apartamiento directo del leninismo, sino también una manifiesta desviación pequeñoburguesa. No cabe la menor duda de que esta oposición refleja objetivamente la presión de la pequeña burguesía sobre las posiciones del partido proletario y su política" (pág. 246.).

El XIII Congreso del PC(b) de Rusia ratificó esta resolución de la XIII Conferencia.

En el otoño de 1924, después ya del fallecimiento de Lenin, Trotski publicó un artículo en el que ensalzó su propio papel en la revolución, sacó a relucir de nuevo su vieja idea de la "revolución permanente" y volvió a afirmar que eran inevitables los choques entre la vanguardia proletaria y las grandes masas del campesinado.

El Pleno del CC del PC(b) de Rusia celebrado del 17 al 20 de enero de 1925 calificó las incesantes intervenciones de Trotski contra el bolchevismo como un intento de suplantar el leninismo con el trotskismo. El Pleno destituyó a Trotski del cargo de presidente del Consejo Militar Revolucionario de la URSS y le hizo "la advertencia más categórica, en el sentido de que la pertenencia al Partido Bolchevique exige someterse de hecho; y no sólo de palabra, a la disciplina del partido y renunciar por completo e incondicionalmente a toda lucha contra las ideas del leninismo" (pág. 260.).

A fines de diciembre de 1925 se celebró el XIV Congreso del partido, en el que la "nueva oposición", encabezada por Zinóviev y Kámenev, combatió la línea leninista. Hasta poco antes, Zinóviev y Kámenev se habían pronunciado contra el trotskismo, pero después rodaron ellos mismos a las posiciones trotskistas.

Al sufrir una derrota completa en el XIV Congreso, la "nueva oposición" se pasó abiertamente al trotskismo. Se formó un bloque de oposición antipartido, al que se sumaron los restos de los demás grupos oposicionistas aniquilados por el partido.

La cuarta parte de la recopilación contiene documentos que muestran la lucha del partido contra el trotskismo en 1926 y 1927.

En el otoño de 1926, los líderes del bloque trotskista emprendieron un ataque frontal contra el partido. En las asambleas de las organizaciones del partido en las fábricas Aviapribor, de Moscú, y Putílov, de Leningrado, los oposicionistas pusieron a discusión su plataforma antileninista. Los obreros comunistas repudiaron enérgicamente a los oposicionistas y los expulsaron de las asambleas. Después de esto, los oposicionistas dieron marcha atrás: enviaron una declaración al CC en la que condenaban hipócritamente sus propios errores. Pero, de hecho, siguieron organizando su partido clandestino y celebraron reuniones secretas para examinar la plataforma fraccional y la táctica de lucha contra el PC(b) de la URSS.

La XV Conferencia del partido, celebrada a fines de octubre y comienzos de noviembre de 1926, calificó a la oposición trotskista-zinovievista de desviación menchevique en el partido y advirtió a los oposicionistas que su evolución hacia el menchevismo conduciría a su expulsión del partido. La Conferencia llamó a todos los comunistas a luchar resueltamente contra el bloque oposicionista.

Poco después tuvo lugar el VII Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CE de la IC), que ratificó la resolución de la XV Conferencia sobre el bloque de oposición y señaló a los partidos comunistas el deber de combatir las tentativas de los trotskistas de dividir el movimiento comunista internacional.   

A pesar de la derrota sufrida en el seno del partido, entre la clase obrera y en el movimiento comunista internacional, los trotskistas no cesaron su labor antipartido. Aprovechando las dificultades internas y las complicaciones en la situación internacional de la URSS, los trotskistas presentaron la llamada "plataforma de los 83" en la que calumniaban de nuevo al partido. Decían en ella que el partido y el Gobierno soviético querían abolir el monopolio del comercio exterior y otorgar derechos políticos a los kulaks. Esta "plataforma" fue editada con una gran tirada en una imprenta clandestina y distribuida entre los miembros del partido y los sin partido.

Había que poner fin a la labor antipartido de la oposición. El Pleno conjunto del CC y de la CCC, reunido en octubre de 1927, denunció la esencia antileninista de la plataforma de la oposición y excluyó del Comité Central a Trotski y Zinóviev por la lucha fraccional contra el partido y su unidad. Además, acordó someter a examen del XV Congreso del PC(b) de la URSS todos los documentos relacionados con la labor divisionista de los líderes de la oposición trotskista.

Durante la discusión en todo el partido que precedió al XV Congreso, votaron a favor de la política leninista del Comité Central 724.000 afiliados, y por el bloque trotskista-zinovievista, sólo 4.000 0,5% de los asistentes a las asambleas). El bloque oposicionista fue derrotado en toda la línea. política leninista del partido.

La bancarrota política del bloque trotskista-zinovievista y su aislamiento de las masas del hicieron evidentes. Los oposicionistas pasaron de la lucha fraccional dentro del partido antisoviética, contrarrevolucionaria.

Derrotados por completo en las organizaciones del partido, los oposicionistas intentaron apelar a las masas sin partido con el propósito de alzarlas a la lucha contra el Partido Comunista y el Poder soviético. En Moscú y Leningrado celebraron reuniones clandestinas en domicilios particulares. Los trotskistas se trazaron un plan de acción con motivo del décimo aniversario de la Revolución de Octubre. Decidieron manifestarse el 7 de noviembre con sus propias consignas y los retratos de sus líderes y pronunciar discursos. El 4 de noviembre ocuparon por la fuerza un aula de la Escuela Técnica Superior de Moscú y celebraron en ella una reunión fraccional. En algunas ciudades, los fraccionistas publicaron ilegalmente hojas antisoviéticas, que distribuyeron en las fábricas y empresas y pegaron en vallas y postes.  

El día del décimo aniversario de la Revolución de Octubre, los trotskistas trataron de organizar acciones antisoviéticas en las calles de Moscú y Leningrado, pero fueron barridos por la manifestación de los trabajadores, que expresaron su plena confianza al Partido Comunista y al Gobierno soviético.

Las acciones de los oposicionistas el 7 de noviembre probaron que se habían transformado en una fuerza contrarrevolucionaria que se contraponía abiertamente a la dictadura del proletariado. Tras pisotear todas las normas de vida del partido, los trotskistas pasaron a infringir también groseramente las leyes del Estado, revelando así de manera definitiva su naturaleza antisoviética, antipopular.

El 14 de noviembre de 1927, el Comité Central y la Comisión Central de Control, cumpliendo la voluntad de las masas del partido, expulsaron de éste a Trotski y Zinóviev y excluyeron del CC y de la CCC a los otros oposicionistas.

El XV Congreso del partido (diciembre de 1927) culminó la derrota del trotskismo. El Congreso hizo constar que los oposicionistas habían roto ideológicamente con el leninismo y degenerado en un grupo menchevique, habían emprendido el camino de la capitulación ante las fuerzas de la burguesía internacional e interior y se habían convertido en un instrumento de la lucha contra la dictadura proletaria. Teniendo en cuenta todo esto, el Congreso ratificó el acuerdo adoptado por el CC y la CCC de expulsar del partido a Trotski y Zinóviev y proceder de la misma manera con otros 75 dirigentes activos del bloque trotskistazinovievista. El Congreso recomendó a las organizaciones del partido que depuraran sus filas de los trotskistas evidentemente incorregibles, efectuando al mismo tiempo una labor de influjo ideológico sobre los militantes de base de la oposición para convencerles de que abandonaran las opiniones trotskistas y adoptaran las posiciones del leninismo.

Las resoluciones aprobadas por las organizaciones locales del Partido Bolchevique de 1923 a 1927 sobre la lucha contra el trotskismo —que figuran en la quinta parte de esta recopilación— prueban la cohesión de las filas del partido y el reforzamiento de su unidad.  

Después del XV Congreso, muchos miembros de filas del bloque oposicionista, comprendiendo sus errores, rompieron con el trotskismo y fueron readmitidos en el partido. Pero Trotski, enemigo irreconciliable del leninismo, no se desarmó y en 1929 fue expulsado de la Unión Soviética por su actividad antisoviética. De esta forma, el partido de Lenin derrotó definitivamente a la oposición trotskista en el terreno ideológico y organizativo.

Sin embargo, la ideología trotskista, decayendo unas veces y activándose otras, sigue causando daños al movimiento emancipador.  El trotskismo moderno es multifacético. Siguiendo el ejemplo de su padre espiritual — Trotski— es capaz de teñirse de cualquier color y acomodarse a toda corriente revolucionaria para minarla desde dentro.

El XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, celebrado en Moscú a finales de marzo y comienzos de abril de 1971, dedicó gran atención a la unidad y la cohesión de las fuerzas antiimperialistas y, en primer término, del movimiento comunista y obrero. En el Congreso se señaló que los últimos años se han caracterizado por la reanimación del oportunismo de derecha y de "izquierda", por los encarnizados ataques de distintos grupos escisionistas contra el marxismo-leninismo como base ideológica y teórica de la actividad del movimiento comunista. Con estos grupos escisionistas, creados en una serie de países por los actuales dirigentes chinos, se ha aliado activamente el trotskismo contemporáneo. En los discursos de los delegados al V Congreso y de numerosos invitados extranjeros se subrayó la decisión de rechazar infatigablemente todos esos ataques, —incluidos los trotskistas— y luchar por el reforzamiento de la unidad y la cohesión del movimiento comunista y obrero sobre la firme base de la doctrina marxista-leninista.

En una serie de etapas, el trotskismo ha unido y encabezado distintas corrientes oportunistas. Lo ha conseguido porque ha sabido siempre disimular hábilmente su esencia oportunista con una fraseología "izquierdista" ultrarrevolucionaria, capaz de desorientar, cautivar y llevar tras de sí a personas no muy duchas en política, que desconocen por completo o conocen insuficientemente la teoría marxista-leninista. Las equivocaciones de tipo trotskista arrastran a veces por un camino falso a una parte de la juventud de espíritu revolucionario, que, por falta de experiencia, no sabe encontrar el camino de la teoría auténticamente revolucionaria, de la ideología comunista.

El trotskismo de nuestros días intenta vaciar el marxismo-leninismo de su esencia revolucionaria, ayuda a los ideólogos del imperialismo a combatir la doctrina marxista-leninista y trata de sembrar entre la juventud, encubriéndose con el griterío ultrarrevolucionario, la semilla emponzoñada del aventurerismo.

La juventud de espíritu democrático y radical de los países capitalistas busca la salida de la situación de opresión y explotación, busca las vías que le permitan luchar con eficiencia contra la injusticia social. La mayoría de los partidos socialistas y socialdemócratas se desenmascaran cada día más, con su actividad reformista, como defensores del régimen capitalista. La parte más sana y consciente de la juventud se adhiere al marxismo-leninismo, que amplía los horizontes políticos y señala el camino de la verdadera lucha contra el imperialismo y la perspectiva del triunfo de la revolución socialista.

Está fuera de toda duda que el entusiasmo pasajero de una parte de la juventud de los países capitalistas por las modernas consignas trotskistas, con su griterío y seudorrevolucionarismo, pasará. Es indudable también que la esencia oportunista y aventurera del trotskismo será desenmascarada y rechazada una y otra vez —como ha ocurrido en repetidas ocasiones en el pasado— en el curso de la lucha revolucionaria, en cuya vanguardia marchan los partidos comunistas y obreros pertrechados con la gran doctrina del marxismo-leninismo. Los documentos de la lucha del Partido Comunista y de los trabajadores de la Unión Soviética contra la ideología y la práctica pequeñoburguesas y antileninistas del trotskismo, que ofrecemos al lector en esta recopilación, prueban la importancia permanente y la invencibilidad del marxismo-leninismo.

En la recopilación hemos incluido, como apéndice, resoluciones de la Internacional Comunista y de diversas organizaciones sindicales contra el trotskismo.

Han preparado la recopilación B. Vlásov e I. Ganenko bajo la dirección de A. Soloviov. INSTITUTO DE MARXISMO-LENINISMO ADJUNTO AL CC DEL PCUS.

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(*) Kautsky, Carlos: uno de los líderes de la socialdemocracia alemana y de la II Internacional; marxista al principio, renegó después del marxismo y se convirtió en el ideólogo de la variedad más peligrosa y nociva del oportunismo: el centrismo (kautskismo). (N. de la Edit.)

(**) PC(b) R: Partido Comunista (bolchevique) de Rusia; así se denominó el partido desde 1918. En 1925 adoptó el nombre de Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. (N. de la Edit.)

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