La Barbarie
Capitalista como Respuesta a la Crisis
Cesar
Risso
DE LA BARBARIE de la
explotación y saqueo de nuestros recursos se ha pasado a la barbarie de la
represión y asesinato del pueblo trabajador.
Sin
embargo, el pueblo no asocia la relación entre la situación de pobreza en la
que se encuentra, con la de la opulencia del lado de la burguesía, como parte
del sistema capitalista, sino únicamente con su variante neoliberal; ni logra
ver el nexo entre la legislación vigente y los intereses de la burguesía como
superestructura jurídico-política del capitalismo, aunque ve el significado de cuestiones
concretas como la de los contratos ley, pero solo como vulneración de la
soberanía con respecto a la explotación de nuestros recursos naturales; ni
tiene claridad con respecto a la función de las fuerzas policiales y de las
fuerzas armadas, que es la de proteger los intereses de la burguesía, y en
consecuencia mantener al pueblo sojuzgado en su condición de fuerza de trabajo
explotada, etc. Es decir, el pueblo tiene una visión parcial, fragmentada, que
no le permite ver el sentido, la esencia del capitalismo, y que lo conduce a
luchar contra determinados efectos de este sistema, pero no contra el sistema
mismo.
El
accionar de los representantes políticos de la burguesía conduce cada vez con
mayor rapidez y certidumbre al pueblo hacia la comprensión de los intereses de
clase que están en juego en el momento actual. Para esta comprensión es
necesario superar las explicaciones que adjudican al individuo la capacidad de
poder dominar la situación, cuando en realidad, los individuos son sujetos o
categorías de determinadas clases sociales de cierta formación económica y
social. Si bien es cierto, Dina Boluarte es una dictadora, que negoció la
vacancia de Pedro Castillo, también lo es que ella es la cabeza visible que
defiende los intereses de la burguesía, no solo nacional, sino la imperialista.
Así, Dina Boluarte es un títere de la burguesía nativa e imperialista. Los mecanismos
psicológicos que operan en su mente, solo le presentan la necesidad de
mantenerse en el poder, ya sea por egolatría, o por la ambición de obtener
importantes sumas de dinero por el servicio que está prestando, o por el temor
de ser enjuiciada por los asesinatos que se han perpetrado en el breve plazo en
el que se encuentra en el gobierno del poder. Cualquiera que sea la respuesta,
lo cierto es que su ambición personal se despliega sobre la base del dominio
económico y político de la burguesía, y que en consecuencia puede desenvolverse
con utilidad para las clases sociales explotadoras.
Que
Dina Boluarte se sostenga aun en el gobierno, no se debe a su voluntad de
continuar, sino a que la burguesía la sostiene a través de una serie de
medidas, que se pueden apreciar en toda su magnitud en el momento actual. Por
ejemplo, el accionar de la PNP y de las fuerzas armadas, que por medio de la
represión, detenciones, asesinatos, etc., sostienen al actual gobierno; el
papel de la Fiscalía, que inmediatamente denuncia a los manifestantes,
inventándoles delitos que incluso llegan al absurdo con ridículos argumentos,
incurriendo en abuso de poder y en la ilegalidad descarada, solicitando su
detención; el rol de los congresistas, que promueven leyes que atentan contra
los derechos humanos de las clases populares, y que denuncian a aquellos que
apoyan a los manifestantes; los empresarios, que a través de las bolsas de
dinero para los integrantes de la PNP, los premian para que sigan deteniendo,
reprimiendo y matando, con lo cual se demuestra directamente que la Policía
Nacional está a su servicio, para proteger sus intereses y el orden de cosas
que le permite seguir explotando a las clases trabajadoras; y la prensa,
propiedad de grupos económicos, que se encarga de retorcer la verdad hasta
hacerla parecer como lo contrario de lo que está ocurriendo, además de
adoctrinar al pueblo acerca de que el capitalismo es el mejor sistema económico
y político posible, y que al margen de lo bueno o malo que sea, es una fatalidad.
Es
evidente que el conjunto de medidas que está implementando el gobierno, es el
resultado de una torpe y criminal estrategia, pero discutida y coordinada, que
aunque no le ha dado resultado, puesto que el pueblo sigue organizándose y
luchando, sin embargo denota la voluntad de seguir sirviendo a sus amos. Los
disparos directos al cuerpo, a la cabeza, tanto de perdigones, como de bombas
lacrimógenas, como de armas de fuego, evidencian no solo que han pretendido
acabar rápidamente con las manifestaciones, mostrando su desprecio por la vida
del pueblo, sino que se quieren quedar en el gobierno del poder para seguir
llenándose los bolsillos de dinero.
La
represión a las clases populares puede darse como resultado de que el Estado
burgués es un Estado burocrático-militar; que es un aparato para oprimir a las
clases trabajadoras; que es una organización para sostener a la burguesía en el
poder, para lo cual necesita de la coerción y de las leyes que dan sustento a
la forma de organización capitalista en la que vivimos.
La
renuncia de la dictadora Dina Boluarte, que es una de las consignas y objetivos
de los manifestantes, dará curso a una gestión más represiva o tal vez menos
represiva, pero que será un gobierno que opere sobre el Estado burgués. Es
decir, el Estado seguirá siendo un aparato burocrático-militar, cuya existencia
se debe a la necesidad de que la burguesía siga explotando a las clases
trabajadoras.
Otro
tanto acontece con la consigna y objetivo de una nueva Constitución. El cambio
del capítulo económico, y de una serie de artículos que permiten el saqueo de
nuestros recursos, la afectación de las fuentes de vida de los campesinos,
etc., dejarán en pie el poder de la burguesía, aunque menguado en la libertad
de explotar nuestros recursos y a las clases trabajadoras.
Podrán
eventualmente cambiar los personajes en el gobierno del poder, pero la clase
que domina seguirá siendo la burguesía. Mientras el sistema de trabajo
asalariado continúe siendo la norma de la producción y distribución, el Estado
seguirá siendo un órgano opresor.
Sin
embargo, las clases populares ven los objetivos y las consignas de la renuncia
de Dina Boluarte, la nueva Constitución y que se vayan todos los congresistas,
como la lucha final.
Todos
los males que sufre nuestra sociedad, y sobre todo el pueblo trabajador, son
vistos como efectos parciales; pero, debido a la predica, durante varios años,
de una nueva Constitución, se ha instalado en la conciencia del pueblo que
todos los males son resultado de la Constitución de 1993.
La
Constitución del 93 expresó legalmente el neoliberalismo, y añadió otros
elementos jurídicos, como los contratos ley, para garantizar extraordinarias
ganancias a la burguesía. Pero tanto la Constitución del 93 como la
Constitución del 79, a pesar de las diferencias, representan la base jurídica
del sistema capitalista.
La
falta de propaganda por el socialismo concede a la burguesía la ventaja de que
las luchas que se están llevando a cabo tengan un contenido democrático,
nacionalista y pequeño burgués. La propiedad privada de los medios de
producción no se pone en cuestión.
Por
ahora, los manifestantes piden que Dina Boluarte renuncie, una nueva
Constitución, que se vayan todos los congresistas, y que haya elecciones generales.
Siendo el carácter de la lucha democrático, nacionalista y pequeño burgués, lo
que resalta es el “pedir”, o “exigir”, a los representantes políticos de la burguesía.
Esa actitud de pedir, expresa un cierto nivel de conciencia, que solo
alcanza a “comprender” que las formas políticas burguesas existentes son formas
naturales, y que en consecuencia no se busca reemplazarlas por otras que
pudieran ser creadas por el mismo pueblo. En otras palabras, se considera al
sistema capitalista y a las formas políticas que lo sustentan como naturales,
como una fatalidad.
Los aspectos
técnicos de las manifestaciones y protestas, que se están aplicando, y que
tienen su origen en la experiencia en las luchas populares en los diversos
países del mundo, no alcanzan a garantizar el éxito. Se ha llegado a un punto
en el cual se espera una reacción de algún sector que pueda inclinar hacia uno
u otro lado el desenlace de la lucha. Por ejemplo, la negativa de la PNP y de
las fuerzas armadas a seguir las órdenes del actual gobierno, más o menos como
hicieron con Pedro Castillo; o la incorporación masiva a las manifestaciones de
los trabajadores y de los sectores populares, que pueden estar a favor de las
mismas (según las encuestas), pero que en estos momentos asumen una actitud
pasiva. En el primer caso, una negativa de la PNP y de las fuerzas armadas,
podría ser el resultado de la organización de la salida de Dina Boluarte como
resultado de haber cumplido su papel, a la vez que se le atribuyan todos los
crímenes, mientras que la clase burguesa y el sistema capitalista quedan a
salvo de la crisis.
En
el caso de la incorporación masiva del pueblo a la lucha directa, pasa
necesariamente por la existencia de unidad en la lucha. Esta unidad se viene
elaborando a través de diversas agrupaciones gremiales, para darle una
dirección nacional y única, y así fortalecer la lucha concreta que se viene
dando.
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