El
Fracaso Electoral de la Izquierda Socialdemócrata y la Ausencia de la Izquierda
Proletaria
Cesar
Risso
LA IZQUIERDA HABÍA PERDIDO
las elecciones desde antes de empezar la campaña electoral. Cuando el objetivo
es que cierto candidato y agrupación gane las elecciones, dejando de lado los
principios y su materialización en un programa, entonces todo se reduce en la
lucha electoral a proponer a la población en general, que parte de la premisa
de la existencia del sistema capitalista, al que no se pone en cuestión, un
conjunto de promesas más o menos técnicas. Lo demás corresponde a la
propaganda, ósea a la inversión en el negocio electoral.
Aun
si alguno de los candidatos de izquierda hubiera ganado las elecciones, la
izquierda igual habría perdido. Cuando la propaganda se agota en aspectos
técnicos, sin la propaganda socialista, entonces, los pobladores están votando
por las propuestas técnicas, sin considerar la crítica al capitalismo ni la
necesidad de su superación.
Las
encuestadoras preguntan cuáles creen que son los principales problemas que debe
atender el nuevo alcalde, planteando una cartilla o induciendo a los
encuestados a responder: la inseguridad ciudadana, la corrupción, el
transporte, etc. Vale decir, que por ningún lado aparece como problema la
explotación capitalista.
A
pesar de lo que las encuestadoras inducen a responder a los ciudadanos, los
candidatos más votados en Lima son aquellos que están vinculados con la
corrupción (evasión de impuestos) y con denuncias de asesinato y violación. Esto
puede conducirnos a pensar que, dado que tanto en los hechos como en la
propaganda la inseguridad y la corrupción aparecen como los problemas principales
en la percepción de los pobladores, entonces, por ese solo hecho, los
candidatos que representan estos “problemas”, tienen la propaganda asegurada,
es decir, tienen sobre ellos la mirada de los votantes.
Puede
ser también, que debido a que estos candidatos están vinculados con supuestos
actos de corrupción e inseguridad, estén más preparados para enfrentar estos
males, dado que conocen el problema por dentro, según la percepción de los
pobladores.
También
podría considerarse que los candidatos sean representados, y así los vean los
votantes, como personas de éxito. Éxito en el ámbito del sistema capitalista,
con elevados ingresos, o con la habilidad de sortear las denuncias en su
contra.
Quienes
plantean que mientras más de izquierda sea la propaganda, menos votantes
tendrán dichos candidatos, representan una tendencia derrotista del socialismo
proletario. Esto se debe a que el sistema y el ambiente es capitalista, en el
cual nos desenvolvemos todos; que la cultura es, no la de la solidaridad y
reciprocidad, sino la del individualismo, que se sustenta en el éxito medido
por las ganancias que se puedan obtener; que, por lo tanto, hacer propuestas
socialistas a personas que solo ven la forma capitalista de vida, es perder
votos, espantando a los votantes al presentarles análisis y promesas extraños a
la forma en la que la mayoría concibe la realidad.
El
resultado contrario a la izquierda es consecuencia de la falta de propaganda
socialista permanente. La propaganda socialista de última hora, como recurso
desesperado, es solo un manotazo de ahogado. No se puede esperar que un pueblo,
cuya conciencia está repleta de capitalismo, ganancia y dinero, en una frase,
de espíritu burgués, se incline hacia la izquierda.
Para
colmo, la casi nula propaganda socialista, no es proletaria sino
socialdemócrata. Esto quiere decir que el fracaso electoral de la izquierda es
el fracaso de la socialdemocracia, que es el ala izquierda de la derecha, en
cualquiera de las versiones en las que se ha presentado, capitalina o
provinciana.
Para
que la izquierda socialista gane en los procesos electorales, lo mínimo que
debe darse es una permanente y amplia propaganda socialista, poniendo al
desnudo los males que provoca el sistema de trabajo asalariado; así como la
crisis de la burguesía, y la irracionalidad de sus intereses y propuestas, como
parte de la crisis económica.
“La idea revolucionaria
tiene que desalojar a la idea conservadora no sólo de las instituciones sino
también de la mentalidad y del espíritu de la humanidad. Al mismo tiempo que la
conquista del poder, la Revolución acomete la conquista del pensamiento.”1
(J. C. Mariátegui).
La
propaganda socialista no solo debe ser la exposición de los principios del
socialismo, sino de las formas de vida que se desarrollan en nuestro país, así
como en cada rincón del mismo. No debe transformarse la propaganda socialista
en un conjunto de dogmas, sino que debe de consistir en la explicación de las
diversas formas en que la burguesía explota a las clases trabajadoras, es decir
que los principios deben permitir iluminar las condiciones de vida de las
clases trabajadoras. Solo así los trabajadores comprenderán por qué viven en la
situación en la que se encuentran; por qué por más que trabajan no salen de la
pobreza; por qué se encuentran desempleados; por qué se ven obligados a aceptar
salarios miserables; por qué no pueden restaurar su salud cuando enferman; por
qué se ven obligados a habitar viviendas precarias, etc.
Una vez más la política socialdemócrata de la izquierda en su
conjunto a conducido a luchar por ganar las elecciones, cuando de lo que se
trata, en primer lugar, es luchar para que se comprenda el contenido de la
crítica socialista, y en consecuencia lograr “ganar” la conciencia de las
amplias masas populares.
Lamentablemente la izquierda quiere ganar elecciones
metiéndose en la camisa de fuerza de la derecha, presentando un programa con
contenido burgués, o pequeño burgués, etiquetándolo como un programa de
izquierda. ¿Cuál es la identidad de clase que se puede lograr con dicha
política electoral?
Lo que comúnmente se llama izquierda en nuestro país está
compuesta por la socialdemocracia, que como hemos señalado en reiteradas
oportunidades es el ala izquierda de la derecha. Esta se caracteriza por
respetar el contenido del sistema capitalista, criticando únicamente las
consecuencias negativas y los excesos. Esta tendencia propone mejorar las
condiciones de vida de las amplias masas populares sin cambiar el sistema, es
decir, manteniendo el sistema de trabajo asalariado. Este sector tiene dos
vertientes, con un lenguaje más o menos radical, según el origen: capitalina o
provinciana.
Dentro de lo que se llama izquierda están también todos los
sectores reformistas, que, si bien comprenden el contenido del sistema
capitalista, consideran como la tarea del momento la lucha por las conquistas
de las libertades democráticas. Esta tendencia tampoco hace propaganda contra
el sistema capitalista, planteando en los periodos electorales programas de
carácter técnico, y por lo tanto con contenido pequeñoburgués.
Se encuentran también en el seno de lo que se llama izquierda
las tendencias izquierdistas, que en su expresión más radical, redujeron el
proceso de transformación del capitalismo en socialismo a acciones armadas, con
sus diversas variantes, pero que no era otra cosa que un movimiento
pequeñoburgués, que entre otras cosas planteaba la política burguesa de la
entrega de la tierra a los campesinos, abandonando la propuesta proletaria de
José Carlos Mariátegui de considerar a las comunidades campesinas como células
del Estado socialista moderno.
Todas estas tendencias han desarrollado propuestas y
políticas reformistas. De un lado la socialdemocracia, consecuente con la clase
social a la que representa (pequeña burguesía); así como las tendencias propiamente
de izquierda, que han desarrollado políticas reformistas, inconsecuentes con la
clase social a la que pretenden representar.
La tarea de desarrollar la propaganda del socialismo, como
labor permanente, corresponde al socialismo proletario. Esta tendencia,
diseminada en pequeños grupos a nivel nacional, no ha logrado aun desarrollar
los instrumentos materiales, aunque sí ha aportado importantes instrumentos
intelectuales, para aportar al desarrollo de las condiciones subjetivas que
conduzcan a la victoria final del socialismo.
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(1) José Carlos Mariátegui, La
Escena Contemporánea, El Grupo Clarté.
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