lunes, 1 de abril de 2019

Internacionales


De la “ayuda humanitaria” al apagón nacional – ¿cuáles son los planes del intento de golpe de Trump en Venezuela?*

Jorge Martín

EL FRACASO DE LA PROVOCACIÓN de “ayuda humanitaria” del 23 de febrero en la frontera con Venezuela fue un duro golpe para el intento de golpe de estado de Trump. Provocó recriminaciones mutuas entre el autoproclamado Guaidó, el presidente colombiano Duque y el vicepresidente de Estados Unidos Pence. Estados Unidos no pudo obtener un consenso de sus propios aliados del Cártel de Lima a favor de una intervención militar.

        El golpe estaba perdiendo impulso. Luego, el 7 de marzo, apenas unos días después del regreso anti-climático de Guaidó a Caracas, el país se hundió en un apagón nacional del cual aún no se ha recuperado por completo. ¿Qué lo causó? ¿Cómo se relaciona con el intento de “cambio de régimen”? Y, lo que es más importante, ¿cuáles son los planes del imperialismo y cómo se pueden combatir?Se suponía que el 23 de febrero iba a ser el día D del golpe. La idea nunca fue entregar realmente “ayuda humanitaria” al país, sino crear un momento de “poder popular”, donde grandes multitudes de partidarios de la oposición en ambos lados de la frontera desafiarían a las fuerzas armadas venezolanas, que, al verse enfrentadas a una gran multitud de manifestantes pacíficos, cambiarían de bando y se unirían al títere de Trump, Juan Guaidó. Sin embargo, cuando llegó el día, las cosas no fueron de acuerdo con el plan de Washington. Las masas de partidarios de la oposición no se materializaron en los números esperados. Los camiones de “ayuda” no cruzaron la frontera y al final del día, Rubio, Abrams y Guaidó se quedaron compuestos y sin novia.Trataron de crear una historia acerca de que “Maduro había quemado los camiones de ayuda” en el puente de Santander en la frontera con Colombia. Los funcionarios estadounidenses incluso insistieron que eso justificaba una intervención militar en virtud de la Convención de Ginebra. Dejando de lado el detalle de que la Convención solo se aplica en casos de guerra, el hecho es que el camión de ayuda que fue ardió en realidad fue incendiado por un partidario de la oposición “pacífico” que lanzó un cóctel molotov a los guardias fronterizos de Venezuela. Varios medios de comunicación (TeleSur, RT) y periodistas independendientes en el lugar de los hechos explicaron desde el principio lo que había ocurrido e incluso produjeron secuencias de video para demostrarlo. Eso no impidió que funcionarios de Estados Unidos como Marco Rubio y John Bolton culparan a Maduro y que el coro de los medios de comunicación burgueses de todo el mundo repitiera la mentira.

        Ahora, dos semanas más tarde, incluso el New York Times se ha visto obligado a admitir que “una afirmación [del gobierno venezolano] que parece estar respaldada por imágenes de video es que los manifestantes comenzaron el incendio“. La misma investigación del NY Times también concluye que el gobierno venezolano tuvo razón al decir que los EE.UU. y la oposición mentían al decir que los camiones contenían medicamentos: “la afirmación de que los camiones llevaban medicinas tampoco parece tener fundamento, según videos y entrevistas.”

        La admisión por el NY Times, aunque es poco probable que se le de la amplia cobertura que tuvieron los falsos informes iniciales, es muy importante. Sabíamos que Estados Unidos estaba mintiendo, desde el principio, ya que había pruebas. Ahora se han visto obligados a admitirlo. Esto debería ser una lección saludable para la próxima vez que los Estados Unidos o su oposición venezolana hagan afirmaciones escandalosas sobre el “régimen de Maduro”. La lección es: “cuestione todo lo que Washington y los medios de comunicación le dicen sobre un gobierno al que quieren derrocar”.

        Esa misma noche, como parte del mismo plan, la operación de redes sociales de la oposición venezolana comenzó a utilizar la etiqueta #IntervencionMilitarYA con el objetivo de presionar a los Estados Unidos y sus aliados para lanzar una intervención militar en el país. La campaña es muy reveladora en cuanto al carácter de la oposición (proimperialista y traidora a su propio país), pero también en cuanto a la moral de sus filas (no creen que ellos mismos sean los agentes del “cambio” sino que ponen todas sus esperanzas en Trump).

        Tras la derrota del 23 de febrero, la reunión del Grupo de Lima en Bogotá el lunes siguiente representó un nuevo revés. Recordemos que el Grupo de Lima (más conocido como el “Cartel de Lima”) es un grupo  ad-hoc de países creado con el objetivo explícito de derrocar al gobierno venezolano cuando los Estados Unidos no pudieron obtener suficientes votos para sus resoluciones belicosas contra Venezuela en la Organización de los Estados Americanos. Antes de que comenzara la reunión, hubo declaraciones públicas de Chile, Brasil y Paraguay descartando explícitamente la opción de una intervención militar.

        El caso de Brasil es notable porque hay una gran división dentro del gabinete de Bolsonaro, y entre él y las Fuerzas Armadas. Bajo la presión de los generales y de su propio vicepresidente, el general Hamilton Mourão, el presidente de extrema derecha se ha visto obligado a retractarse de varias de sus declaraciones públicas; específicamente, el apoyo para el traslado de la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén y la cesión al ejército de EE.UU. a la base militar de Alcántara en Brasil. Cuando el Grupo de Lima decidió en enero interrumpir todo contacto con las fuerzas armadas venezolanas, los militares brasileños mantuvieron abiertas las líneas de comunicación. El ejército brasileño fue tan lejos como para vetar la presencia de soldados estadounidenses en la frontera con Venezuela como parte de la operación de “ayuda humanitaria” el 23 de febrero.

        Contrariamente a la actitud del estado colombiano, que hizo la vista gorda e incluso apoyó a los opositores en la frontera con Venezuela, los brasileños los contuvieron e impidieron los enfrentamientos. La razón no es que los generales brasileños sean progresistas de ninguna manera, ni que apoyen en el principio de la soberanía de las naciones, sino que entienden que cualquier conflicto importante en Venezuela, incluida la posibilidad de una guerra civil, podría tener un gran impacto en Brasil, con la que comparte una frontera grande e inhóspita. Lo último que quieren los generales brasileños es verse implicados de manera accidental en un importante conflicto armado en Venezuela, algo que saben que no sería un asunto simple.

        Ante tal renuencia, la reunión de Bogotá celebrada el 25 de febrero finalizó con una declaración que usó palabras fuertes de condena y emitió amenazas sin especificar, pero que no contenía ningún compromiso serio ni concreto con los próximos pasos en la operación de “cambio de régimen”. Estados Unidos anunció la inclusión de algunos otros funcionarios venezolanos en su lista de sanciones, incluidos tres gobernadores regionales. Muy lejos de la “intervención militar YA” que exigía la oposición.

        Según informes de algunos medios de comunicación Mike Pence (que había interrumpido su viaje a Corea del Sur para asistir a la reunión) cruzó duros reproches con Guaidó. Según el informe, Pence le dijo a Guaidó que “todo lo que estaba fallando en la ofensiva contra el régimen chavista. El mayor reclamo fue por la continuidad de la adhesión de las fuerzas armadas a Maduro”. Aparentemente, Guaidó le había prometido a los EE. UU. “que si la mayoría de los líderes del mundo lo reconocían como la máxima autoridad de Venezuela, al menos la mitad de los oficiales iban a desertar,” algo que no sucedió “. La otra crítica principal fue con respecto a la evaluación de la oposición venezolana de que “la base social de Maduro está desintegrada. La crisis reveló que en efecto el apoyo de su Gobierno menguó, pero no es inexistente.”.

        Por supuesto, uno debería tomar dichos informes con una pizca de sal, ya que no se citan las fuentes. Sin embargo, la frustración general de los Estados Unidos con el golpe venezolano es muy real y hace que este informe en particular sea plausible. Otro informe en el Wall Street Journal hablaba de que el presidente chileno Piñera y el presidente colombiano Duque también estaban enojados con Guaidó en la reunión:

“La oposición había vendido públicamente el plan al prometer que se uniría un gran número de venezolanos en ambos lados de la frontera. Las fuerzas de seguridad de Maduro retrocederían y entrarían camiones llenos de ayuda para los venezolanos hambrientos. “Creo que crearon expectativas que no se llevaron a cabo”, dijo un operativo de la oposición que estaba familiarizado con las discusiones. “Aseguraron que iba a haber más ayuda, que entraría. Y que los militares se alzarían”. Y no sucedió de esa manera “.

El artículo del WSJ  es bastante detallado:

” ‘Con el paso del tiempo, [Piñera] siguió preguntando a Guaidó ¿dónde están las personas que vienen del otro lado?’ dijo la fuente. Las respuestas no fueron satisfactorias, agregó. “Todo fracasó: coordinación, información, organización”, dijo un alto funcionario latinoamericano.”

        El cuadro que se muestra aquí es de un intercambio muy aspero en el que todos culparon a Guaidó. En realidad Washington es responsable de todo el diseño del golpe. Los funcionarios estadounidenses a cargo del golpe estaban tan frustrados que iniciaron una polémica completamente ridícula contra los medios de comunicación (incluida la CNN), porque estaban describiendo a Guaidó como “autoproclamado” o “líder de la oposición” en lugar de darle el título de “presidente interino”, un título que Washington había trabajado tan duro para crear.

        Los halcones en la administración de Trump (Bolton, Pompeo y Abrams) cometieron una serie de errores de cálculo fatales. Primero, asumieron que Maduro no tenía ningún apoyo, subestimando la fuerza del sentimiento antiimperialista ante un intento de golpe de Estado de los Estados Unidos, y el hecho de que, si bien el apoyo al chavismo ha disminuido, aún logró obtener más del 30 por ciento del censo en las presidenciales del año pasado. Además, en las últimas semanas, ha habido una serie de impresionantes manifestaciones de masas antiimperialistas dirigidas por Diosdado Cabello en todos los estados del país.

        En segundo lugar, pensaron que la oposición sería capaz de movilizar a un gran número de manifestantes dispuestos a ir hasta el final en un enfrentamiento abierto con el gobierno. De hecho, los filas de la oposición, después de haber sido traicionados por sus propios dirigentes en 2017 y derrotados en sus intentos anteriores en 2013 y 2014, desconfían de los líderes de la oposición y son escépticos acerca de su propia capacidad para derrocar el gobierno que odian. Las bases opositoras han puesto todas sus ilusiones y esperanzas en una intervención militar liderada por Estados Unidos y ese es un estado mental que puede producir una gran manifestación (por ejemplo, el 23 de enero) pero no una movilización sostenida para derrocar a Maduro.

        El fracaso del 23 de febrero dejó además a Guaidó en el extranjero, en Colombia. Cuando cruzó la frontera ilegalmente pensó que iba a regresar victorioso, al frente de un convoy estadounidense de “ayuda humanitaria”, pero se encontró habiendo violando una orden judicial de no abandonar el país y varado en Bogotá. Comenzó una breve gira por América Latina, a bordo de un avión colombiano, pero pronto Estados Unidos lo llamó al orden. Tuvo que abandonar la idea de continuar su gira en Europa y le dijeron en términos inequívocos que tenía que regresar a Venezuela porque “estaba perdiendo impulso”.

        Una vez más, Abrams, Bolton y Rubio intentaron construir el regreso de Guaidó como otro Día D, provocando a Maduro que lo arrestara a su llegada para construir un casus belli para la intervención extranjera. Todo quedó en otro fracaso. Guaidó regresó el 4 de marzo, los embajadores de la UE reunidos lo recibieron en el aeropuerto y luego fue a un mitin en el este de Caracas … Pero para su decepción y la de sus cuidadores en los Estados Unidos, no fue arrestado, aunque en realidad sobraban los motivos.

Apagón

Luego vino el apagón. A partir del jueves 7 de marzo, justo antes de las 5:00 pm, una falla de energía importante afectó a 18 de los 24 estados del país. En Caracas, el metro dejó de funcionar y decenas de miles tuvieron que caminar hasta sus casas, en la oscuridad. Después de unas horas, quedó claro que se trataba de un incidente importante y que la electricidad no se restablecería rápidamente. El gobierno decretó el viernes feriado nacional.

        La principal generadora de electricidad del país, la central hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como Presa El Guri, había caído. El Guri produce alrededor del 80 por ciento de la electricidad del país y su restauración es una operación delicada. Ya han pasado más de cuatro días desde el incidente inicial y la electricidad se está restaurando lentamente en muchas partes del país. Durante el fin de semana, en varias ocasiones, se restableció el suministro en diferentes partes del país, pero volvió a caer.

        La situación es grave. El gobierno ha decretado otro día festivo para hoy, 11 de marzo. Los generadores de electricidad de respaldo mantienen el suministro de energía a instalaciones esenciales, como hospitales, pero existen serios problemas con el transporte público. Las tiendas no aceptan pagos con tarjeta y muchas han aumentado los precios y han recurrido a solo aceptar pagos en efectivo dólares. También hay problemas con el suministro de agua, las telecomunicaciones (teléfono e internet) son muy intermitentes, y los alimentos almacenados en refrigeradores y congeladores corren el riesgo de perderse, etc.**

        El gobierno ha culpado del apagón a un sabotaje en El Guri y, por supuesto, Washington y la oposición se apresuraron a rechazar tal idea, culpando del corte de energía a un incendio que habría afectado la línea de alta tensión de 765 Kv entre El Guri y la subestación de Malena. El incendio habría tumbado la línea eléctrica lo que a su vez provocó un paro de seguridad en la planta hidroeléctrica El Guri. Sin embargo, la oposición no ha presentado ninguna evidencia real de tal incendio y el corresponsal del New York Times, Anatoly Kurmanaev, que fue al sitio de los hechos, ha rechazado esta hipótesis:

        La afirmación del gobierno es que hubo un ataque cibernético contra el sistema que controla las turbinas El Guri y regula la generación de energía y el suministro a través de la línea de 765 Kv a Malena. El gobierno también declaró que, cuando se restableció la corriente el sábado 9 de marzo, hubo otro ataque de ese tipo, y que estos ataques fueron llevados a cabo por el imperialismo estadounidense.
Para aquellos tentados a rechazar estas acusaciones como una “teoría de la conspiración”, veamos los siguientes hechos. Primero, los Estados Unidos y los medios de comunicación mintieron descaradamente sobre la quema del camión de “ayuda” hace solo dos semanas. Además, ¿qué credibilidad tiene Marco Rubio? Ayer, tuiteó que hubo una explosión en una “Presa alemana” (“German Dam”), cuando en realidad era un periodista de la oposición venezolana llamado Germán Dam el que había informado de una explosión en una subestación eléctrica.
De manera mucho más repugnante, Rubio “informó” que 80 neonatos habían muerto en un hospital en Maracaibo debido al apagón, pero inmediatamente fue corregido por el jefe del buró de América del Sur del Wall Street Journal: el hospital no había registrado muertes neonatales. Ninguna. Cero. Ninguna ¿Por qué deberíamos creer nada de lo que dicen?

        La afirmación del gobierno es que hubo un ataque cibernético contra el sistema que controla las turbinas El Guri y regula la generación de energía y el suministro a través de la línea de 765 Kv a Malena. El gobierno también declaró que, cuando se restableció la corriente el sábado 9 de marzo, hubo otro ataque de ese tipo, y que estos ataques fueron llevados a cabo por el imperialismo estadounidense.

        Para aquellos tentados a rechazar estas acusaciones como una “teoría de la conspiración”, veamos los siguientes hechos. Primero, los Estados Unidos y los medios de comunicación mintieron descaradamente sobre la quema del camión de “ayuda” hace solo dos semanas. Además, ¿qué credibilidad tiene Marco Rubio? Ayer, tuiteó que hubo una explosión en una “Presa alemana” (“German Dam”), cuando en realidad era un periodista de la oposición venezolana llamado Germán Dam el que había informado de una explosión en una subestación eléctrica.

        De manera mucho más repugnante, Rubio “informó” que 80 neonatos habían muerto en un hospital en Maracaibo debido al apagón, pero inmediatamente fue corregido por el jefe del buró de América del Sur del Wall Street Journal: el hospital no había registrado muertes neonatales. Ninguna. Cero. Ninguna ¿Por qué deberíamos creer nada de lo que dicen?

        En segundo lugar, un ataque de ese tipo es factible y se ha llevado a cabo anteriormente, incluso en los Sistemas de Control de Supervisión y Adquisición de Datos (SCADA) que no están conectados a la red. Los que estén interesados, busquen información acerca del virus Stuxnet fabricado en Estados Unidos e Israel, que se usó para atacar el programa de energía nuclear de Irán en 2010. Ese virus atacó específicamente los sistemas de control de Siemens, justamente algunos de los cuales operan las turbinas El Guri.***

        Un artículo en Forbes. escrito por un especialista admite:
“En el caso de Venezuela, la idea de que un gobierno como los Estados Unidos interfiera de manera remota en su red eléctrica es en realidad bastante realista… Dada la preocupación del gobierno de los Estados Unidos con el gobierno de Venezuela, es probable que los Estados Unidos ya mantienen una presencia profunda dentro de la red de infraestructura nacional del país, lo que hace que sea relativamente sencillo interferir con las operaciones de red. La obsoleta infraestructura de internet y energía del país presenta pocos desafíos formidables para tales operaciones y hace que sea relativamente fácil eliminar cualquier rastro de intervención extranjera. Los apagones generalizados de energía y conectividad como el que Venezuela experimentó la semana pasada también son directamente del moderno libro de jugadas cibernéticas” [mi énfasis].

        Si bien el artículo al final dice que es altamente probable que el apagón fuera causado por un escenario diferente, no obstante, destaca “la incapacidad de descontar definitivamente la intervención de Estados Unidos u otra intervención extranjera”.

        En tercer lugar, está la cuestión del momento en que se produjo. El golpe se estancaba. Guaidó había regresado al país pero claramente estaba perdiendo impulso. ¿Qué mejor momento para implementar un ataque importante en la red eléctrica, para demostrar que el gobierno no tiene el control, poner a la población en contra del gobierno e intensificar aún más la propaganda sobre la “crisis humanitaria” y el “caos”? Minutos después de que se informó de la interrupción del servicio, Rubio, Bolton y Guaidó ya estaban acusando furiosa y cruelmente al gobierno y se regodeaban por el sufrimiento de la gente. El apagón también se produjo unos días antes de la llegada de la misión del Grupo de Contacto Internacional de la UE, que pretende investigar in situ si existe o no una “crisis humanitaria”. ¡Que conveniente!

        Por supuesto, a cualquier explicación del apagón, su severidad y su naturaleza prolongada, debemos agregar varios otros factores.

        Uno es el hecho de que la red venezolana ha estado privada de inversiones y mantenimiento durante varios años, algo que el ala izquierda del movimiento bolivariano ha discutido abiertamente. EE.UU. se apresura a señalar esto como la causa principal, olvidando convenientemente que uno de los motivos de la falta de inversión es que las sanciones estadounidenses han impedido que el país renegocie su deuda externa, que ha absorbido una cantidad cada vez mayor de las reservas extranjeras del país. Debemos agregar que el gobierno de Maduro ha optado por pagar la deuda externa y entregar dólares preferenciales a los capitalistas en lugar de utilizar estas reservas de manera diferente. Esto significa que se está produciendo un sabotaje en un sistema que ya se ha debilitado y, por lo tanto, puede dañarse más fácilmente.

        Otro factor es el hecho de que miles de trabajadores han abandonado sus empleos en la industria como resultado de la crisis económica que ha destruido completamente el poder adquisitivo de los salarios. Los primeros en irse fueron los más experimentados y altamente calificados, precisamente aquellos que más se necesitarán ahora cuando se trata de restablecer el servicio en un sistema muy delicado y precisamente equilibrado. Este proceso de abandono se agravó después de la última conversión de moneda en agosto de 2018, cuando el gobierno destruyó la negociación colectiva y las tablas salariales en el sector público.

        Un tercero es que algunos de estos problemas se hubieran aliviado, o quizás prevenido, si los trabajadores de la industria hubieran mantenido los niveles de control obrero introducidos durante el gobierno de Chávez. No olvidemos que, en un momento dado, los trabajadores de la electricidad estuvieron en la vanguardia de la lucha por el control obrero, que fue destruido por la burocracia.

        Finalmente, las sanciones más recientes de EE.UU. a PDVSA han impedido que Venezuela importe y produzca el combustible necesario para las plantas termoeléctricas que deberían haber provisto un respaldo de seguridad cuando cayó El Guri.

¿Qué sigue para el imperialismo?

La situación en Venezuela depende en gran medida de factores que se están desarrollando detrás de escena. Es imposible decir lo que realmente está sucediendo en los cuarteles militares y entre los altos oficiales. Toda la política del imperialismo estadounidense está diseñada para presionarlos, haciendo que la situación en el país sea insoportable, de modo que los generales quizás lleguen a la conclusión de que sus intereses podrían ser mejor servidos sacando a Maduro del poder. Esto se logra mediante sanciones diseñadas para dañar la economía. El último desarrollo en este frente son las amenazas emitidas por Bolton y Abrams de sanciones no solo a las empresas estadounidenses que comercian con PDVSA o el gobierno venezolano, sino también a instituciones financieras en terceros países. El objetivo es claro: estrangular completamente a la economía venezolana hasta que el gobierno se quede sin oxígeno y se rinda. Esta es una política criminal que está perjudicando a los pobres y trabajadores de Venezuela en primer lugar, desacreditando completamente la idea de que a Washington lo que le preocupa es una supuesta “crisis humanitaria”.

        En cuanto a la posibilidad de una intervención militar, está claro que a los Estados Unidos les gustaría que los países latinoamericanos fueran los que se tomaran la iniciativa o al menos aparecieran al frente, pero el Grupo de Lima no tiene ganas de aventuras militares, que pueden resultar costosas y perjudiciales. Esto deja a los Estados Unidos con muy pocas opciones, la principal es aumentar la presión, a través de sanciones, sabotajes, provocaciones, etc. Elliot Abrams admitió esto en una conversación con dos bromistas rusos cuando pensó que estaba hablando con el presidente suizo.

        Dijo: “Creemos que tácticamente es un error darles un sinfín de garantías de que nunca habrá una acción militar estadounidense. Pero puedo decirles que no es lo que estamos haciendo. Lo que estamos haciendo es exactamente lo que ven, la presión financiera, presión económica, presión diplomática “.

        A esto debemos agregar las ideas que probablemente algunos de los miembros de la administración de los Estados Unidos albergan sobre la creación de un “Ejército Venezolano Libre” y que su “presidente” obtenga el control de algún territorio (preferiblemente cerca de la frontera, tal vez en Táchira), en una repetición de operaciones utilizadas en Siria y Libia. Un artículo en Bloomberg reveló que el ex general venezolano Cliver Alcalá tenía un grupo de 200 hombres armados en Colombia listos para cruzar la frontera el 23 de febrero, pero fue detenido por los colombianos. Rubio también ha exagerado el tema de los desertores militares y Guaidó se reunió con un grupo de ellos en Cúcuta, los elogió por “desertar” y advirtió que “tendremos que volver”.

        También hay un sentido de urgencia por parte de Bolton, Pompeo, Abrams, Rubio y los demás. Ellos esperaban una resolución rápida en este impulso para el “cambio de régimen” en enero, pero fracasaron. Probablemente calculan que necesitan una resolución mucho antes de la elección de 2020 en los Estados Unidos. La frustración y la impaciencia solo los hacen más peligrosos y más dispuestos a implementar trucos que aún no han utilizado.

        Como hemos argumentado anteriormente, este intento de golpe de estado imperialista en curso solo puede ser combatido con medidas revolucionarias, asestando golpes a los golpistas en Venezuela y sus titiriteros en el extranjero. Eso significa arrestar y llevar a juicio a Guaidó y disolver la asamblea nacional.

        Expropiar la oligarquía conspiradora, así como las multinacionales. Sobre todo, la organización revolucionaria del pueblo desde abajo debe fortalecerse armando y desarrollando las milicias en todos los barrios obreros, introduciendo el control obrero en todas las fábricas y lugares de trabajo y, en general, desatando la iniciativa revolucionaria de las masas.

        A nivel internacional, debemos continuar y fortalecer la campaña contra nuestros propios gobiernos imperialistas en los Estados Unidos, la UE y los países del Grupo de Lima, todos los cuales, en un grado u otro, están involucrados en esta trama reaccionaria.

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(**) Este artículo se escribió el 11 de marzo. Esa misma noche quedó restablecido el servicio eléctrico a todos los estados, aunque tardó un poco más en llegar a todas las localidades.
(***) El periodista venezolano Luigino Bracci ha publicado un artículo muy detallado explicando los aspectos técnicos de la hipótesis del ataque cibernético como causa del apagón. Los compañeros de 15 y Último también han discutido el tema en detalle.

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