El
Método Dialéctico en la Prosa de César Vallejo
Julio Carmona
CV NO
DEJA de manejar la confrontación dialéctica de contrarios en el ámbito
artístico. El siguiente texto es prueba de ello, aunque es una idea que figura entre
los apéndices de El arte y la revolución,
en tanto son —afirma Georgette Vallejo— «anotaciones afines a su temática que
figuran en las libretas de apuntes del autor». En el texto aludido dice:
«Hay
la revolución en literatura (que no es necesariamente revolución en política:
Proust, Giradoux, Morand, Stravinsky, Picasso1) [a] y hay la
revolución en literatura (que es necesariamente revolución en política:
Prokofiev, Barbuse, Diego Rivera) [b]. Esta última revolución es de temas
y, a veces, va acompañada de técnica. La primera es de técnica y, a
veces, va acompañada de temas. [c] En Rusia solo se tiene en cuenta o,
al menos, se prefiere, la revolución temática. En París, la revolución técnica.
[d] He aquí toda la diferencia entre revolucionarios y reaccionarios, entre
vanguardistas y retaguardistas, etc.» [e] (B-1973-2: 141).
a) Esta propuesta de
«revolución en literatura que no es revolución en política» está de acuerdo con
la propia «teoría del compromiso2» de CV, para quien la unidad de la
conciencia humana es indivisible3, por lo tanto no cabe la
posibilidad de que haya un escritor que pueda sustraer de su obra su concepción
política; por ejemplo, ya en 1925 escribía: «Los literatos obran en la política
internacional y en forma traumática» (Desde
Europa, 1987: 51). Y, dos años después (1927), escribe: «El artista es
inevitablemente un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad
política, probaría chatura espiritual, mediocridad humana»; sin embargo, ahí
mismo aclara que la política en él no es la del uso «doméstico», de
propagandista o catecúmeno (op cit.: 253).4 Pero ya en 1934, cuando
ha llevado esa visión —todavía idealista del artista— a un nivel ya
materialista, llega a esta convicción concluyente: «Hasta la metafísica y la
filosofía a base de fórmulas algebraicas, de puras categorías lógicas, sirven,
subconscientemente, a intereses y necesidades concretas, aunque “refoulés”5,
del filósofo, relativas a su clase social, a su individuo o a la humanidad. Lo
mismo acontece a los demás intelectuales y artistas llamados “puros”. La poesía
“pura” de Paul Valéry, la pintura “pura” de Gris, la música “pura” de
Schoenberg, —bajo un aparente alejamiento de los intereses, realidades y formas
concretas de la vida— sirven, en el fondo, y subconscientemente, a estas
realidades, a tales intereses y a cuales formas» (El arte y la revolución, 1973: 12). Más adelante en esta misma obra
va más allá de quienes todo lo reducen a lo económico, y dice: «No hay que
engañar a la gente diciendo que lo único que hay en la obra de arte es lo económico.
No. Hay que decir claramente que ese
contenido de la obra es múltiple —económico, moral, sentimental, etc.— pero
que en estos momentos es menester insistir sobre todo en lo económico, —porque
ahí reside la solución total del problema de la humanidad» (op. cit.: 150-151).
O sea que al referirse CV a quienes hacen «revolución en la literatura que no
es revolución política», no está diciendo que no haya política en su obra sino
que su política no es revolucionaria, no es proletaria, no es bolchevique (expresión
en la que ‘en esos momentos también era menester insistir’). Pero eso no quita
que a ese escritor se le dé el merecido reconocimiento por su aporte
revolucionario en materia artística, es decir, solo en lo formal (y es lo que
ha ocurrido con la misma obra de CV, especialmente en algunos poemas de sus
primeros libros).6 Se tiene que reconocer el desliz propositivo en
que ha incurrido CV, pues la premisa «la revolución en literatura» no coincide
con los consecuentes, pues no todos los personajes mencionados (Proust,
Giradoux, Morand, Stravinsky, Picasso) son literatos. Los tres primeros, sí;
músico y pintor los dos últimos. Pero, en efecto, los cinco eran exponentes de
la revolución técnica que dominaba en el arte de esos momentos, y en sus obras
no se percibía la intención de expresar una confrontación política con el
sistema imperante.
b) Contrariamente, en
las obras de los siguientes tres artistas referidos (Prokofiev, Barbuse, Diego
Rivera: músico, literato y pintor, en ese orden) sí se percibe una
identificación con la causa de los pueblos por construir una nueva sociedad
opuesta al capitalismo. En este punto CV aclara que, contrariamente a los anteriores,
hay artistas que hacen ‘revolución en arte y que asimismo hacen revolución en
política’, porque no solo están contribuyendo al enriquecimiento del arte en sí
en su nivel formal sino que además lo están cargando con un mensaje político,
para enriquecer la conciencia de la humanidad (y es el mismo caso de CV, especialmente
en muchos de los poemas de sus últimos libros).
c) De la oposición
precedente CV hace la síntesis clasificatoria que identifica a la primera como
una «revolución de técnica» y a la segunda como una «revolución de temas», lo
que podría equipararse a la confrontación del tópico forma/fondo, que después
derivaría en lo puro y lo social. Una oposición dialéctica que en esa época
(los años treinta) tenía su razón de ser, debida a la insurgencia de esa nueva
sociedad que se forjaba en la Rusia zarista con el nombre de Unión Soviética.
Aquí, a propósito del punto precedente, aclara que en el trabajo artístico se
ha incidido más en el nivel temático,
es decir, en el contenido. Pero,
obviamente, si es la obra de un verdadero poeta, no puede dejar de ir
acompañada de técnica, aunque a veces no ocurra así, mas no por eso se
devaluará esa obra si es que ha cumplido con su objetivo de usar un mínimo de
técnica para cumplir con su rol estrictamente revolucionario. Creo pertinente
precisar que esto ocurre no solo en el trabajo literario y artístico, sino
también en la prosa reflexiva (que también es verificable en lo que a CV
compete), y que puede ilustrarse con una observación hecha por el teórico marxista
alemán Karl Korsch a propósito de El
Capital de Karl Marx. Dice:
«…
sería extremadamente precipitado desechar sin sustituirlo, por ser mero
artificio, todo el método dialéctico marxista, tal como se lo emplea en El
Capital y como determina toda su estructura, a causa de estas incomodidades
que a primera vista parecen superfluas, y plantear —como una vez lo hizo
Trotski— la herética pregunta de si en última instancia no hubiese sido mejor
que “no hubiese sido el doctor en filosofía Marx, de cultura universal, el
creador de la teoría de la plusvalía, sino el tornero Bebel quien ascéticamente
ahorrativo en su vida y en su pensamiento, con su razonamiento tan afilado como
un cuchillo, la hubiese formulado de una manera más popular, sencilla y
unilateral”. La verdadera diferencia entre el método dialéctico de El
Capital y los demás métodos predominantes en las ciencias económicas en
tiempos de Marx, y en lo esencial y sin alteraciones hasta el día de hoy, no
reside en modo alguno, como parece presuponerlo la interrogación anterior, sólo
o principalmente en el terreno de la forma científica (o artística) del
desarrollo y exposición de las ideas. Por el contrario, el método dialéctico
empleado por Marx en El Capital resulta máximamente adecuado también por
su contenido para una ciencia que no apunta, en su tendencia, a la conservación
y ulterior desarrollo, sino al soterramiento, por la lucha y la subversión
revolucionaria del orden económico y social capitalista actual» (Korsch, Karl:
El método dialéctico en El Capital: Extracto en versión PDF, pp. 96-97).
d) Y, obviamente, en
Rusia ‘se tenía en cuenta o se prefería a la revolución temática’, mientras en
París (centro cultural del capitalismo) tenía predominio la ‘revolución
técnica). Pero vistas las cosas dialécticamente —como lo está haciendo CV— esa
oposición (aunque en el fondo sea una lucha de contrarios, irreconciliable) no
debe conducir a que, recíprocamente, se nieguen calidad artística, ni que se
aborrezcan (como en pleito de comadres) al extremo de no poder mantener un
diálogo civilizado.
e) Lo interesante de
todo lo anterior es que CV deriva hacia el objetivo central: a comparar la
literatura que se está haciendo en el primer país que ha instaurado una nueva
forma de gobierno opuesta al capitalismo, la Unión Soviética, Rusia, y lo opone
al otro que es, a su vez, un representante de los gobiernos capitalistas:
Francia. Y en ambos países se presenta la oposición literaria previamente
expuesta: en Rusia la revolución literaria temática, y en París la revolución
literaria técnica. Y es así que llega a la conclusión definitiva: que esa
oposición entre lo temático y lo técnico es lo que marca la diferencia entre
revolucionarios y reaccionarios. Y lo más interesante es que hace la relación
paralela de vanguardistas y retaguardistas, es decir, que lo lleva al terreno
estrictamente político, pues en este caso no relaciona el vanguardismo con lo
artístico, sino con lo político. Y digo que la última síntesis dialéctica CV la
lleva al terreno de lo estrictamente político, sus elementos contrarios los
resume en las expresiones aplicadas a sus autores: revolucionarios (temas) y
reaccionarios (técnicas), llevando su progresión a un nivel paradójico porque,
si bien en París los artistas revolucionarios técnicos se hacen llamar
vanguardistas, CV prefiere reservar esta denominación en su acepción política
para los artistas revolucionarios temáticos, mientras que deja para los otros
la de retaguardistas. Obviamente, CV está aplicando el calificativo de
«retaguardistas» a los seudo-vanguardistas (que devalúan a este último
término); en sus «Apuntes para un estudio»7, CV anota un tema que
pensaba desarrollar, y dice: «Vanguardismo y seudo8 (bohemios
anacrónicos 1830, no trabajan y trasnochan con drogas)» (op. cit.: 166).
____________
(1) Hay quienes piensan que CV adhería a las ideas
estéticas de Picasso, más que nada tomando en cuenta el siguiente texto: «Una
nueva poética: transportar al poema la estética de Picasso. Es decir: no
atender sino a las bellezas estrictamente poéticas, sin lógica, ni coherencia,
ni razón. Como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de
líneas o de colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o
escalera o vaso o naranja» (Contra el
secreto profesional, 1973: 74). Obviamente, el sentido irónico de este
texto sugiere una negación de lo dicho antes.
(2) Cf. David Sobrevilla, «La teoría del compromiso de
César Vallejo», en: Varios, C-1988: 57-84.
(3) Y en esto hay coincidencia con J. C. Mariátegui,
quien dice: «Declaro, sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas
mis pasiones e ideas políticas (…) Pero esto no quiere decir que considere el
fenómeno literario o artístico desde puntos de vista extraestéticos, sino que
mi concepción estética se unimisma, en la intimidad de mi conciencia, con mis
concepciones morales, políticas y religiosas» (Séptimo ensayo», 1980: 231).
(4) Y J.C. Mariátegui —su alma afín— dirá: «El espíritu
del hombre es indivisible; y yo no me duelo de esta fatalidad, sino, por el
contrario, la reconozco como una necesidad de plenitud y coherencia. Declaro,
sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas
políticas, aunque, dado el descrédito y degeneración de este vocablo en el
lenguaje corriente, debo agregar que la política en mí es filosofía y religión»
(Ib.).
(5) Inhibidas, contenidas, reprimidas.
(6) Esto no tiene que ver necesariamente con la
dificultad de lectura que ofrezcan los poemas. Esto lo aclara CV en el
siguiente texto: «La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón
de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis,
su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los
fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la
estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos. Y esto, en
vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como pudiera
creerse, lo dilata al infinito. Sabido es que cuanto más personal (repito, no digo
individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y
colectiva» (op. cit.: 64).
(7) ‘Apuntes’ a los que alude Georgette Vallejo en la
presentación del libro: «Se agrega a este volumen —dice— anotaciones hechas por
Vallejo en una de sus libretas, para un trabajo que no llegó a redactar»
(8)
Obviamente la frase está recortada. La coherencia textual obliga a agregar
«seudo-vanguardismo». Y establece el vínculo con los románticos del siglo XIX.
Confesiones de Tamara Fiol ¿un novelón indigesto?
(Vigésima Segunda Parte)
Julio Carmona
132. p.
247: «… llegábamos los pájaros carroñeros de la guerra, en busca de (sic)
imágenes más atroces…» Ha debido decir: ‘en busca de las imágenes’.
133. p.
247: «… la playa se veía atestada de bañistas, con lujosos y atrevidos trajes
de baños…» La palabra ‘baños’ debe ir en singular, así como en la p. 203 se ve
escrito: «piquetes del ejército en uniformes de combate» (y no de ‘combates’),
aquí —igual— ha debido decir: ‘trajes de baño’ y no ‘de baños’. Y el mismo
error se da en la p. 275, donde se habla de «oligarcas vendepatrias», cuando ha
debido decir solo ‘vendepatria’, este mismo error se repite en las pp. 272,
274, 275; y en la p. 284 hay otro error similar: «Habíamos pedido (…) tres
platos de cebiches…», y ha debido decir solo: ‘cebiche’. Por ejemplo, en la p.
34 dice correctamente: «coches bomba», y no ‘bombas’; igual en la p. 89 dice:
«razones de trabajo» y no ‘trabajos’; en la p. 165 dice: «exposiciones de
pintura» y no ‘de pinturas’; pero en la p. 349 dice: «puestos de comidas», y en
la p. 405 vuelve a cometer el mismo error, dice: «dos equipos de sonidos», y
debió ser solo de ‘sonido’. En la p. 418 dice: «Vi dar seis vueltas de campanas
al Volkswagen…», y ha debido decir: ‘vueltas de campana’.
134. p.
275: dice que Arancibia “no pudo evitar que lo invadiera un sentimiento de
humillación, pues consideraba que él merecía que le encomendara tareas más
altas.” Ha debido decir: ‘merecía que se le encomendaran tareas’ o ‘merecía que
le encomendaran’ o ‘merecía se le encomendaran’…
135. p.
247: «… había hecho a un lado este material para estudiarlo y discutirlo con
Muriel a mi regreso a Lima». Repetición
viciosa
de la preposición «a». Igualmente, dice: «Morgy, mi bebé, duerme, para que te
levantes fresco para la batalla», repetición de la preposición “para”.
136. p.
248: «… era la laguna Estigia, como la (sic: que) simbolizaba Coppola en una de
sus películas.»
137. En
la p. 251, se ha escrito «antiansióliticos», y ha debido decir:
‘antiansiolíticos’.
138. p.
251: «Me dijo que habían aparecido tres cadáveres, uno en Infiernillo, otros
(sic: otro) en la quebrada de Huatatas y otra (sic: otro) aquí en la misma
ciudad, a la puerta del Colegio Guaman Poma.» Por otro lado, ¿se dice: ‘a la
puerta’ o ‘en la puerta’? Y, en seguida se comete otro error: «‘Por venganza,
amigo Morgan. ¿Por qué sino (sic: si no, separados la conjunción condicional
«si» y el adverbio de negación «no) por venganza?’.»
139. p.
254: «… para reemplazar a un reportero caído en Saravejo» (sic: Sarajevo). Y en
esta misma página dice: «… después de uno (sic: unos) segundos…», y también: «…
abrió las puertas y lo (los) salones de su casa…»
140. p.
255: «… quería castigar de alguna manera a mi padre, por quien sentía un
profundo resentimiento (similar aunque de naturaleza diferente a la (sic: al)
que sentía Roy frente al suyo)…» Se está refiriendo al ‘resentimiento’ que es
de género masculino.
141. p.
261: «… pizarristas y almagritas…» (sic: almagristas). (…) «… conoció a los
líderes que entorno (sic: en torno) a la figura de Haya de la Torre fundaron
pocos años después el APRA».
142. p.
262: «… era descendiente por línea directa masculina de unos (sic: uno) de los
trece de la famosa isla» (Ibíd.)
143. p.
262: «… tuvo como huéspedes a rancios civilistas, pierolistas, leguiistas (sic:
leguiístas), que partían o volvían del destierro.» Ha debido decir: ‘que
partían al o volvían del destierro’. El error, con variantes, se repetirá en la
p. 264: «… los políticos que iban o regresaban del destierro.»
144. p.
263: «lo que acababa de contar lo supo por fuentes indirectas, incluido (sic:
incluidos) los testimonios alucinantes de Guillermina…»
145. p.
263: «Y que Odría nunca olvidó estas atenciones. (sic: sin punto) Lo (sic:
minúscula) demostraba el hecho…» Esta construcción exige que se suprima el
punto seguido. Fuera pertinente si se hubiera formulado así: ‘Y Odría nunca
olvidó estas atenciones’.
146. p.
264: Aquí se escribe el apellido de Luis A. Flórez con «z». Lo común es que se
escriba con “s”. Lo hemos verificado en los libros de Historia, incluso en los
buscadores de Internet.
147. p.
265: En esta página se menciona al «hermano Leoncio Rabanal que había venido de
España a explicar a los colegios que tenía la Orden fundada por el beato
Marcelino Champaña». Y en uno de esos colegios entró a estudiar Arancibia. Pero
hay la siguiente construcción defectuosa: se dice, pues, que entró a estudiar
«al Santa Rosa (pues por influencias había sido admitido en el colegio al
concluir las vacaciones de medio año)…» (la frase «en el colegio» está demás,
con la mención de «al Santa Rosa», ya se sobreentiende. Pero lo más destacable
de esta página es la mención al «hermano Leoncio» porque después, en las páginas
siguientes se le cambiará de nombre: «Luciano».
148. p.
266: se usa dos veces la palabra «blasfema», en el primero bien: «atrocidades
profanadoras y, blasfemas», como adjetivo de atrocidades, aunque la coma
después de la «y» está demás; pero en el segundo caso falla, pues se usa como
sustantivo y, en este caso, debe decir: “blasfemias”: «había corrido el vino
entre blasfemas y fandangos».
149. p.
268: «… ni los gestos mussulinianos…» Ha debido decir ‘mussolinianos’, y en
esta misma página dice: «… por órdenes que venía (sic: venían) desde arriba…»
Asimismo hay repetición viciosa: «… era la única manera de tentar de manera
razonable». Se pudo cambiar una de las palabras repetidas por ‘forma’.
150. p.
270: Decir «un poema que se llama ‘La piedra absoluta’», no es lo más atinado;
en todo caso debe decirse: ‘un poema titulado’. Los poemas no tienen nombre
sino título. Y esto lo sabe MG porque en la p. 163 dice: «Un día mi padre les
dio a leer un soneto que tituló ‘Querellas del jardín’.»
151. p.
272: Dice: «… había alcanzado a ver (sic: a) sus compañeros de la JAP, el Serrano Calderón, el Trompudo Talledo y Parcemón Seminario…» Y en el caso de los apodos, que van en
cursiva, esto se justifica en los dos primeros (Serrano y Trompudo), mas no en
el tercero, porque no es apodo, es un nombre propio de la región. Y esto se
confirma cuando en la línea siguiente se lo escribe sin cursiva: «además
Parcemón era nada menos que hermano menor del famoso Búfalo Seminiariote»
(sic), este último apelativo ha debido ir así: ‘Seminariote’, pues deriva del
apellido ‘Seminario’.
152. p.
276: Se menciona dos barrios míticos de Piura: la Gallinacera y la Mangachería,
pero para el primer caso se usa el plural, dice: «… las masas que procedían del
barrio de Buenos Aires y de las Gallinaceras, aunque extrañamente la vigilancia
disminuía de manera ostensible por el barrio de la Mangachería.»
153. p.
278: «Con las manos húmedas había vuelto (sic: a) apretar…» Luego dice:
«Bracamonte, sin embrago (sic: embargo) …» Asimismo, dice que el golpe de
Estado de Odría se dio el 27 de octubre de 1947, cuando se sabe que fue en el
año de 1948, y como concluyó en el año de 1956, por eso se le llama el ochenio
odriísta, error que se repite en la p. 295, y del ochenio hace referencia en la
p. 328, o sea que no es ex profeso que se cambia la fecha, sino que es un error
evidente.
154. p.
279: «¿Pero como (sic: ‘cómo’) había terminado el enfrentamiento?»
155. p.
280: «… fueron llevados a El Frontón, desde de (sic: ripio) donde…» Y, más
adelante, dice: «… Arancibia se dedicó a leer novelas y libros de historia, de
las cuales hubiera sacado más provecho, si a menudo hubiera interrumpido la
lectura para pensar o imaginar la manera de vengarse de Cucho Canessa…» En principio, ha debido modificar el orden de las
lecturas, poniendo primero los libros de historia, y luego las novelas, porque
la frase siguiente alude a estas: «de las cuales», o en todo caso ha debido
decir: ‘se dedicó a lecturas’. Y, en segundo término, ha debido decir ‘si a
menudo no hubiera interrumpido la
lectura’.
156. p.
283: En esta página (primera del Cap. XV) se retoma la ilación del cap. XI, que
concluye en la p. 228, y el narrador dice: «… llamé a Malenita tal como
habíamos convenido poco antes de abordar el avión en Huamanga (bueno también
llamé a Muriel, pero nadie contestó el teléfono) y me reiteró la invitación de
Tamara para hacer una excursión a las playas del sur.» Y hay dos inexactitudes:
a) porque en la llamada de Huamanga no se dice que hayan hablado de la
excursión a las playas del sur, por lo tanto lo de la reiteración resulta ser
impropio, y b) cuando dice que llamó a Muriel y «nadie» contestó, también lo
es, porque Muriel vive sola, y por tanto es obvio que nadie más le va a contestar;
simplemente debió decir Muriel no contestó, es decir que no estaba en su casa.
Por ejemplo, más adelante, habla de otra llamada a Muriel y dice: «… llamé por
tercera vez a Muriel, pero tampoco me contestó la llamada.»
157. p.
284: La siguiente descripción está mal formulada (no en vano el mismo MG, en LIN reconoce que la descripción esa es
una sus deficiencias): «El mar está muy picado, con altas olas que revientan
con estrépito; los bañistas en la playa son muy contados y el aliento cargado
de esencias marinas del mar peruano nos envuelve y cuando un sol débil comienza
a despejar las brumas, Tamara me explica que allá al fondo están las islas de
San Lorenzo y El Frontón…» En principio, la descripción ha debido estar
desligada del comentario de Tamara Fiol, lo cual no ocurre al decirse que:
«cuando un sol débil comienza a despejar las brumas, Tamara me explica»; por
otro lado, las conjunciones ilativas «y» que unen diferentes aspectos de la
descripción, ha debido ser reemplazada con el signo punto y coma, y el texto
hubiera quedado así: ‘El mar está muy picado, con altas olas que revientan con
estrépito; los bañistas en la playa son muy contados; [incluso aquí, con la
conjunción ‘y’ da la impresión que se refiere al aliento de los bañistas,
porque falta —por lo menos— una coma para separar dos oraciones distintas] el
aliento cargado de esencias marinas del mar peruano nos envuelve y un sol débil
comienza a despejar las brumas. Tamara me explica que allá al fondo están las
islas de San Lorenzo y El Frontón…’, observando que esta última oración
participa en la descripción, pero, asimismo, independiente de ella, y no —como
ya señalamos que— cuando ‘un sol débil comienza a despejar las brumas, Tamara
me explica…’, como si la acción del sol fuera condicionate de lo otro.
158. p.
284: El narrador sigue hablando de TF y dice que ella «… me señala la línea
litoral donde están, me dice, Playa Hermosa, Punta Negra, San Bartolo y, más al
sur, Pucusana, frente al cual (sic: a la) hay una isla…»; se supone que está
hablando de «las playas del sur», por tanto ha debido decir: ‘y, más al sur,
Pucusana, frente a la cual’; salvo que antes hubiera hablado de ‘balnearios’; y
en el uso de la lengua se impone lo explícito no lo implícito.
159. p.
284: el narrador se refiere a Tamara y dice: «… por lo demás mi amiga se
limitaba a picotear de los platos», y antes ha dicho que la norma de los
reporteros de guerra es que no deben hacer amigos. Aunque también puede
considerarse como una contradicción, pues en la p. 285, dice que TF «apenas si
había probados (sic: ‘probado’) los suyos.»
160. p.
284, MB dice: «Malenita me pidió que contara algo de mi experiencia como
reportero de guerra.» Y este «pedido» es un pretexto para hacer propaganda
contra el socialismo, pues justo elige el tema de la caída de Ceaucescu en
Bucarest, y no solo habla de él como dictador sino que en medio de la
exposición de los destrozos que observó por parte del pueblo, dice: «nunca
antes había visto caer hechos trizas tantos espejos, ni traerse abajo las esculturas
de Lenin y otras figuras de la iconografía comunista», es decir, que la novela
no solo construye la «experiencia» del reportero de guerra, que no es comunista
y hasta lo más probable es que sea anti comunista, sino que también está el
mensaje subliminal del fin del socialismo223, y es una manera de
contribuir con la novela a su sepultura, subrayando los latrocinios del
dictador y hasta una supuesta relación de Nadia Comaneci con el hijo del
sátrapa, lo que hace más patético el relato, concitando la conmiseración de
Malenita, y la misma TF contribuye al escarnio subrayando que se trataba de un
«tenebroso dictador de un país balcánico», lo que da pie para que el narrador
culmine el agravio diciendo: «¡Nada menos que descendiente del conde Drácula!»,
es decir, el mismo mecanismo que las castañuelas del hermano Martín para
devaluar a la poesía social.
161. p.
285: «Las esculturas por sus volúmenes me parecieron groseras y sombrías los
óleos que cubrían los salones.» Obviamente, lo que se ha querido decir es: ‘Las
esculturas por sus volúmenes me parecieron groseras, y sombríos los óleos…’. Y,
en todo caso, el adjetivo «groseras» ha debido cambiarse por «grotescas»; lo
voluminoso puede devenir grotesco; no, grosero.
162. p.
286: El narrador refiere que se encuentra con Malenita y TF (y nadie más) en un
restaurante en las playas del sur, y dice: «Al despedirse, esta (se está
refiriendo a Malenita) me recordó que debía de cuidar bien a la reina de todas
las mujeres.» Es obvio que quien se va es Malenita, por lo que es impertinente
que diga «esta», y para referirse a personas no es lo más apropiado usar ese
adjetivo, en el habla popular hay un dicho que se usa para recusarlo: «¿Ésta?
La que te apesta».
163. p.
287: TF dice: «… el espejo me devolvió la imagen de una vagabunda que no sabía
qué hacer con su vida. Antes de salir le dejé a mi amiga una nota
agradeciéndole y disculpándome por las molestias que yo le causo.» Y en el
párrafo siguiente agrega: «En los dos últimos años me he acostumbrado a ver el
turbio amanecer limeño desde la terraza del Zela o de cualquier otra cantina,
pero entonces vi una luz más limpia, menos gris, casi celeste lamiendo los
ficus y las palmeras del parque.» Cuando dice: «agradeciéndole y disculpándome
por las molestias que yo le causo», en principio, el pronombre «yo» está demás,
y por otro lado ha debido separar los verbos agradecer y disculpar con sus
respectivas razones de ser, pues no puede ser que le esté agradeciendo por las
molestias, por tanto, ha debido precisar que le agradece ‘por la hospitalidad’
y se disculpa ‘por las molestias’. Por último, cuando habla de ‘los ficus y
palmeras del parque’, no se especifica de qué parque se trata: ¿Parque
Universitario, de La Reserva, de La Exposición?, máxime si se trata de especificar
que tiene ficus y palmeras y al lector le gustaría verificar si los mencionados
tienen dichos árboles.
164. p.
288: «Cuando llegué Julito acababa de abrir». Ha debido ir coma después de
«llegué».
165. p.
288: «Sé que Belén Goyeneche tuvo una bella voz y don Ramiro Fiol compuso con
sus propias manos Pájinas libres.»
Son dos oraciones distintas relacionadas con la conjunción «y»; sin embargo, no
tienen nada que ver una con otra; por tanto, antes de la «y» ha debido ponerse
una coma, si no la lectura obliga a seguir la idea de la voz, esperando se diga
si Ramiro Fiol también la tuvo o, si no, que ocurría lo contrario, pero de
Ramiro Fiol se va a decir algo totalmente distinto.
166. p.
289: Aquí TF, después de una juerga (de las acostumbradas, pues en la p. 287 ha
asegurado que «En los dos últimos años me he acostumbrado a ver el turbio
amanecer limeño desde la terraza del Zela o de cualquier otra cantina», además
ha dicho que —al día siguiente de la juerga— «Al despertar no sabía ni dónde
estaba, ni qué día ni qué hora era») dice que: «Después de terminar el desayuno
y fumarme un par de cigarros pensando en mis viejos, me sentí algo aliviada
como para ir a San Marcos a escuchar mi clase de Química de las ocho de la
mañana.» (Y aun agrega) «Me esforcé por tomar apuntes…», ¿pero cómo iba a tomar
apuntes si no se ha dicho que haya salido de la casa de la amiga con cuadernos
o con libros ni menos con lapiceros?, ¿de dónde los sacó si todo eso debía
estar en casa de sus padres a donde en otras ocasiones ha dicho que iba a
cambiarse de ropa esporádicamente?, y hay otra incógnita por resolver, puesto
que como no tenía un lugar fijo donde dormir, ¿dónde guardaba sus libros y
cuadernos y utensilios de escritura?, si vive «a salto de mata». En la p. 301
vuelve a decir que el mismo día que conoció a Arancibia (luego de que quedara
abandonada en el domicilio de este) se dirigió al bar El Palermo, a la
presentación de un libro de poemas, y que se volvió a embriagar, y que
«completamente borracha hablando desatino y medio» su amiga Emperatriz la
«llevó de nuevo a su casa» donde permaneció «dos días en el cuarto de servicio
sin probar bocado alguno. Al tercer día, me vestí y fui a clases. Dos días
después, Arancibia me esperaba a la salida del aula.» Es decir, justo se despierta
el día que tiene clases, ¿y los otros días que durmió, no tenía clases? Y si
esta situación es una constante, ¿qué tipo de estudios está realizando?
167. p.
249: «… ya subido en la lancha, veía a mi madre que alejándose, lloraba
diciéndome adiós. Después mientras su figura desaparecía de la playa, vi que el
faro se alejaba cada vez más adentro del mar y el viejo Scott me decía: Nunca
llegaremos, muchacho. Nunca llegaremos al faro…» La expresión apropiada es «mar
afuera», porque los faros siempre están alejados de la playa, y esta se
encuentra comprendida dentro de lo que se denomina «mar adentro». Por lo tanto
el faro está ubicado «mar afuera» y mientras más se avanza para llegar a él, se
va «más afuera del mar» y no «más adentro». En la p. 290, hay un párrafo
encerrado entre paréntesis que dice: «(Tamara Fiol calló por un
momento.
Bebió un sorbo de cerveza. Miró hacia más (sic) adentro los contornos de la
isla San Lorenzo…)», y, obviamente, el signo «sic» destaca que lo que se ha
querido decir es: «mar adentro», de otra forma no tiene sentido: ¿‘más adentro
de qué’?; pero, como ya hemos señalado, la expresión apropiada es «mar afuera»;
«mar adentro» incluye a la playa, al mar que se acerca a la orilla, es decir,
al lugar donde se encuentran los personajes; desde ahí ellos tienen que decir
mar afuera.224
168. p.
290: «Era el último de los desterrados por Odría que había retornado al Perú…»
Hay aquí una situación anfibológica: no queda claro si fue ‘el último de los
desterrados en salir del país que regresaba o el último de los que estaba
afuera y retornaba’.
169. p.
292: «La suya (me refiero a Arancibia) era una voz de mando, con la mirada
taladrándote el alma, me sentía pequeña, una brizna arrancada de la hierba
firme, y —con toda (sic: todo)— su voz, inapelable, era persuasiva, el
compendio de una vida entregada a la lucha.» (¿Arancibia entregado a la lucha?)
170. p.
292: «Con un grueso embudo, nos hicieron beber aceite y después arrojaron
nuestros propios excrementos a nuestras caras.» Las palabras «nuestro»,
«nuestras» y «propios» son redundantes. Ha podido redactarse de la siguiente
manera: ‘Con un grueso embudo nos hicieron beber aceite y después nos arrojaron
nuestros excrementos a la cara’. La coma después de embudo es impertinente.
171. p.
295: En el siguiente párrafo hay una anfibología, no se sabe quién es odiado de
quién: «Arancibia, que no admiraba a nadie más que a sí mismo, sentía celos por
la vida plena de acciones de Ñaupari, tanto que había participado en varias
expropiaciones de bancos y que por una intriga mereció ser sometido a un juicio
popular que lo condenó al fusilamiento, del cual fue salvado a último minuto
por su odiado rival Israel Riofrío.» Si se dice que Arancibia sentía celos de
Ñaupari por su «vida plena de acciones», la expresión «tanto que había
participado en varias expropiaciones…» es impropia pues parece conclusión de
los celos de Arancibia; si se ha buscado relacionarla con la «vida plena de
acciones», ha debido decir «tanta que» (para aludir a la vida) o «tantas que»
(para aludir a las acciones). Y cuando se dice que fue salvado de ser fusilado
(ya no se sabe si Ñaupari o Arancibia) «por su odiado rival Israel Riofrío»,
tampoco se sabe si es «odiado rival» de Ñaupari o de Arancibia; y en ninguno de
los dos casos se ha establecido —en el desarrollo de la historia— esa
«rivalidad» y menos que produjera «odio».
172. p.
296: «Como si tomara conciencia del tiempo transcurrido, de pronto Arancibia
recorrió el salón (sic), cuyo público se había renovado varias veces.» La
expresión «recorrió el salón», si no se precisa que lo hizo «con la mirada», se
entiende que ‘se puso a pasear por el salón’.
173. p.
299: «Recuerdo que su mirada era glacial y algo cruel y el rictus de sus labios
denotaba ese desprecio que he leído que el cazador siente ante su víctima.» Las
víctimas son atribuibles a los asesinos, con el cazador hay relación de
«presas»: ‘el asesino y sus víctimas’, ‘el cazador y sus presas’.
174. p.
300: «Con inexplicable y para mí desconocida sumisión deseaba que Arancibia me
encontrase tal como él (sic) me había dejado.» El pronombre «él» está demás.
175. p.
301: «Pidió dos exprés con dos vasos con agua.» Para evitar la repetición
viciosa de la palabra «con» ha podido escribir: ‘pidió dos exprés y dos vasos
con agua’.
176. p.
302: «Luego Arancibia pagó la cuenta y sin decirme adónde nos dirigíamos caminé
a su lado, detrás suyo, como un animalito sumiso. En el cuarto me ayudó a
desvestirme y a su vez dejó que yo hiciera lo mismo. Me miró rozándome apenas
con los dedos la piel.» Hay hasta tres evidentes incongruencias: a) si dice que
‘caminó a su lado’ el lector se hace cargo de que lo hizo ya sea a su izquierda
o a su derecha, y si no hay ninguna variación, también se entiende que —en el
texto— ‘caminar a su lado’ es equivalente a ‘detrás suyo’, y, en realidad,
ambas expresiones son distintas: no se puede caminar al lado de alguien y, al
mismo tiempo, detrás suyo. b) si se adjudica a Arancibia la acción de desnudar
a TF, y luego se dice: «dejó que yo hiciera lo mismo», en esta última expresión
hay algo incongruente, pues hacer lo mismo significa desnudarse ella a sí misma
(lo cual se entiende ya ha hecho Arancibia con ella), por tanto faltó precisar
lo siguiente: ‘que yo hiciera lo mismo con él’. c) Después de «Me miró» ha
debido ir una coma, si no, se entiende que la miró con los dedos, hasta que,
recién, al final de la frase se entiende que ‘rozaba su piel con los dedos’.
177. p.
302: «“¡Y esto lo hice yo mucho antes que el macho cabrío de Henry Miller!
—exclamó eufórico—. ¡Sino (sic: si no) que le preguntara a Guillermina cuando
me pedía que ubicara en su coño dónde estaban los ovarios!”.(sic)» ¿Cómo le iba
a preguntar a Guillermina si se supone que ella está en Tumbes, y el diálogo se
da en Lima; además, de ella no se vuelve a saber nada hasta que se descubre que
fue un invento de Arancibia, es decir que la tal Guillermina era «nada»? (lo
cual es otro error de construcción del personaje).
178. p.
303: TF dice: «… nos refugiábamos en los zaguanes de viejos caserones y
conventillos y allí nos amábamos o para ser más exacto (sic: s) nos
excitábamos.» No puede usar el género masculino, ‘exacto’, pues es ella la que
tiene que ser ‘exacta’, y, en todo caso, debió usar el plural de primera
persona: ‘exactos’.
179. p.
304: «Arancibia me pidió permiso para saludar a la patrona y (sic: a) varias de
las mujeres que me dijo que eran amigas.» Otra vez el queísmo. La redacción
pudo mejorar así: ‘… me pidió permiso para saludar a la patrona y a varias de
las mujeres que, me dijo, eran amigas’.
180. p.
305: «En toda la cuadra habían (sic), aparcados, automóviles de lujo,
Cadillacs, Mercedes, Pontiacs. Nos salió (sic: a) abrir un mayordomo que me
pareció que (sic: queísmo) nos miraba con estupor.» Observemos primero: el
verbo ‘haber’, en su forma ‘había’, se usa en singular cuando es verbo
principal (había muchos autos: que es el caso), y en plural cuando es usado
como auxiliar (habían llegado).225 En segundo lugar, si las marcas
de los automóviles dejan de ser nombres propios (Cadillac, Mercedes Benz,
Pontiac) para convertirse en plurales que enumeran a los mismos, deben ir con
minúscula: cadillacs, mercedes, pontiacs. Por último, en la expresión «que me
pareció que nos miraba», para evitar la repetición viciosa de la preposición
‘que’, dicha expresión ha debido construirse así: ‘que, me pareció, nos
miraba…’
181. p.
305: «… qué diablos estaba haciendo, por qué (sic: porque), créeme, precioso,
la apuesta iba en serio.»
182. p.
307: «Enseguida, de un brevísimo silencio, ella respondió.» Las comas están
demás, supuestamente deberían cumplir la función de ‘comas explicativas’, pero
no corresponden; fueran pertinentes si se dijera: ‘Enseguida, después de un
brevísimo silencio, ella…’ Y, más adelante, continúa: «Debo decir que las
sospechas que me asaltaban sobre el cambio de Muriel hacia mí (sic) me
avergonzaban por indignas; no obstante, recordé “Un triste caso”, de Joyce, uno
de los cuentos más tristes que yo he leído.» Tanto la expresión ‘hacia mí, como
la inclusión del pronombre de primera persona, ‘yo’, están demás; en el primer
caso pues no ha hablado de ningún cambio ocurrido en ‘ella’ que no estuviera
referido a su relación mutua, entonces, ¿hacia quién más estaría dirigido el
cambio?, y, en el segundo caso, si se dice: ‘uno de los cuentos más tristes que
he leído’, el sujeto es ya totalmente prescindible, resulta ripioso.
183. p.
308: «(a) Aunque ya me había duchado después de regresar del paseo con Tamara y
Malenita, (b) con las palmas de mi mano a manera de un cuenco volví a
refrescarme la cara con agua fría del caño…» En la primera proposición (a) hay
cierta anfibología, pues da la sensación de que ‘se había duchado con Tamara y
Malenita’; y en la segunda (b): «las palmas de mi mano a manera de cuenco»
resulta ser una figura (símil) muy pedestre y es perfectamente prescindible,
máxime si uno no se lava la cara con un cuenco, y ha debido decir: ‘las palmas
de mis manos’, pues a una sola mano no se le puede atribuir el plural «las
palmas».
184. p.
308: «Había luces en la calle y si los terroristas tenían alguna lógica en sus
acciones ya no habría apagón esta noche.» No se sabe cuál es la relación entre
la primera proposición: «Había luces en la calle» para llegar a la conclusión
«lógica» de que ya no habría apagón; situación esta que se hubiera dado si
ocurriera lo contrario: ‘Como no había luces en la calle’, lógicamente, ¿qué
sería lo que tendría que apagarse?
___________
(223) Aparte
de confundir las categorías, pues lo que periclitó fue el socialismo
burocrático de la Europa del Este, no se trata del comunismo, etapa del
desarrollo social y humano que constituye el proyecto estratégico, mientras que
las otras experiencias históricas son etapas tácticas para llegar a él, y se
pueden quedar en la estacada.
(224)
«Mar adentro» se denomina a los sectores del mar de baja profundidad, es decir
que están en la corteza continental y
que incluye a los continentes, mientras que «mar afuera», a los de alta
profundidad, es decir que están sobre la corteza oceánica. Al parecer, Julio
Ramón Ribeyro sí acertó al usar la expresión «Mar afuera» como título de uno de
sus cuentos. (Cf. La palabra del mudo,
Lima, Milla Batres editorial, 1973, t. I, pp. 29-38).
(225)
Es el mismo error que se da con el uso, común, de «hubieron veinte personas»,
en este caso (de haber, como verbo principal) se dice: «hubo veinte personas»;
y se usa «hubieron» cuando es verbo auxiliar: «hubieron sido», por ejemplo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.