Los Orígenes del Carácter en el Niño
de Henri Wallon
María Benel
HENRI
WALLON es, sin lugar a dudas, uno de los más destacados representantes de la
Psicología. Sin embargo, su nombre y sus propuestas prácticamente no aparecen
en los textos que leen los estudiantes de Psicología. Marxista convicto y
confeso, al igual que L.S. Vygotski, Wallon sería víctima, como afirma Eduard
Rigo Carratalá, de un “olvido consciente”.
Wallon fue miembro del PC Francés (al igual que Politzer,
Langevin y Joliot-Curie, destacados científicos franceses) y su militancia
política fue una línea de trabajo tan igual de importante como sus
investigaciones en Psicología o su rol de profesor universitario: como parte de
organizaciones de intelectuales antifascistas, visitó los frentes de Barcelona
y Madrid durante la Guerra Civil Española (1936); colaboró en la fundación de
la revista clandestina L’Université Libre
(1940); participó en la constitución del Frente Nacional Universitario y asumió
su dirección (1941); ocupó por un breve periodo el cargo de ministro de
Educación en el 1er Gobierno Provisional nombrado tras la derrota de los nazis;
fue elegido diputado por París en la Asamblea Constituyente (1946); presidió la
comisión que elaboró el Plan para la Reforma de la Enseñanza, conocido como
Plan Langevin-Wallon, el cual fue entregado al nuevo gobierno en 1947; y fue
presidente de la Federación Internacional del Sindicato de Enseñanza (1951).
En su larga trayectoria, Wallon escribió seis libros (uno en
colaboración) y alrededor de 400 artículos. El texto que hoy nos interesa es Los orígenes del carácter en el niño,
publicado en 1934, y que recoge los materiales que usó para las clases que
dictó en La Sorbona desde 1932, así como artículos escritos anteriormente.
Publicado cuando Wallon tenía 55 años, Los orígenes del carácter en el niño es un libro de madurez.
Dividido en tres partes y 18 capítulos, su intención primera es el estudio del
origen de la personalidad. Sin embargo, es su teoría de la emoción la que
finalmente ocupa el primer plano, y a la cual nos dedicaremos en esta
oportunidad.
Las premisas
psicofisiológicas de la vida afectiva
Como
marxista, Wallon no podía dejar de lado las condiciones materiales de
existencia al momento de estudiar las emociones: comprendió el aspecto social
al reconocer que para superar el nivel de la experiencia concreta, el ser
humano necesita instrumentos de origen social, como el lenguaje y otros
sistemas de símbolos, todos los cuales son patrimonio del grupo social en el
que se encuentra el individuo.
Por otro lado, estudió las bases psicofisiológicas de la emoción.
Lector acucioso de los más destacados neurofisiólogos de su época, a partir de
los planteamientos de Sherrington y, sobre todo, de Head, estableció el
concepto de actividad o función tónica,
a la que definió como la que mantiene en todo momento los músculos en la forma
que han tomado y la que les da un grado variable de consistencia. Para Wallon,
la actividad o función tónica cumple un rol fundamental en la emoción, pues
ella “…cualquiera sea su matiz, tiene siempre por condición fundamental variaciones
en el tono de los miembros y en la vida orgánica” (p. 65). La información que
proviene del mismo organismo y de fuera de él le permiten ir asumiendo las
actitudes necesarias para desenvolverse adecuadamente en su medio. Esta
información llega a partir de dos tipos de sensibilidad, según Head
a) Sensibilidad protopática u orgánica: la más elemental o primitiva,
responde a las reacciones más íntimas del organismo (vísceras, intestinos,
vejiga, órganos genitales, músculos, articulaciones, ligamentos, tendones).
b) Sensibilidad epicrítica: la más elaborada, que permite
diferenciar las cualidades y conocer las cosas. Su fuente de información son
los sentidos, especialmente la piel y la vista.
Head no
fue el único que propuso una clasificación de las sensibilidades. Actualmente,
la más difundida es la que fue planteada por sir Charles Scott Sherrington:
sensibilidad interoceptiva (proviene de los órganos internos), sensibilidad
propioceptiva (proviene de los músculos esqueléticos, tendones y
articulaciones) y sensibilidad exteroceptiva (proviene de los órganos de los
sentidos).
Wallon
prefirió la clasificación de Head, pues
… tiene el mérito de no
establecer entre estas tres clases de sensibilidad una diferencia inicial de
objetos y de órganos, sino que pone sobre todo en evidencia el antagonismo
constante entre la sensibilidad que se volvió hacia la percepción y la
sensibilidad donde se expresa simultáneamente la vida funcional y la vida
afectiva (p. 67).
Es
decir, mientras la clasificación de Sherrington es analítica, la de Head es
sintética: muestra cómo en el ser humano la actividad de relación y la
actividad postural (tónica), si bien distintas y opuestas, tienen una raíz
común.
La sensibilidad protopática está ligada al Sistema Nervioso
Simpático, el cual regula las funciones tónicas, viscerales y vegetativas.
Asimismo, esta sensibilidad tiene centros en el cerebro medio o mesencéfalo, lo
que quiere decir que evolutivamente es anterior a la sensibilidad exteroceptiva
y permanece relativamente independiente de ella. Finalmente, Wallon concuerda
con Head en que el tálamo es el centro único y terminal de la sensibilidad
orgánica.
… el tálamo contribuye
estrechamente a la vida emocional y afectiva. Como los centros subyacentes,
continúa combinando entre sí las reacciones viscerales y tónicas, las
sensibilidades posturales y afectiva. Pero, además, está en la encrucijada de
dos sistemas: el sistema estriado, en el que se desarrollaron los automatismos
superiores y en particular los automatismos de la emoción, y el sistema
cortical, que llegó a ser el órgano de la actividad gobernada por el conocimiento.
Entre las dos es como un puente de sensibilidad afectiva y de reacciones
vegetativas (p. 129).
Que
Wallon haya comenzado su libro por las bases psicofisiológicas de la emoción no
es gratuito. Gracias a su estudio detallado, pudo establecer los centros de la
emoción y el nivel que ocupan dentro del sistema nervioso, y con ello
determinar el momento que marcaron en la evolución psíquica de la especie
humana. A partir de allí es que pudo configurar su teoría de la emoción.
Las
emociones en el comportamiento humano
Wallon
afirma que: “El hecho de reconocer a las emociones el carácter de reacciones
organizadas y que poseen centros en el sistema nervioso que regulan y coordinan
sus manifestaciones, obliga a preguntarse qué utilidad pueden tener en el
comportamiento de la especie o, al menos, el papel que han tenido en su
evolución” (p. 72).
Propone que las emociones contribuyeron a que la especie
humana afianzara esa forma de adaptación al entorno que es la acción en grupo,
la acción colectiva. La colaboración, fundamento de la existencia del grupo,
asocia a los individuos en función de lograr la supervivencia; pero la emoción
logra la fusión de aquellos en una sola entidad, que los representa en cada uno
y a todos, y por eso mismo pasa “… a ser él mismo una cosa orgánica y real” (p.
86).
Wallon destaca la importancia vital de las emociones en la
historia de la especie humana cuando señala cómo la humanidad las sigue
cultivando a través de prácticas y rituales rigurosamente establecidos, cuyo
propósito es lograr en los participantes las mismas reacciones, los mismos
gestos, las mismas emociones, y así unirlos a todos bajo una misma
sensibilidad, la cual les otorga un mismo sentido de identidad, y podemos
decir, siguiendo a Wallon, también una forma similar de pensar y de
comportarse. Esto último nos hace recordar al visi-sonor, instrumento musical
que aparece en la saga Fundación de
Asimov, cuya peculiaridad consistía en que sus notas influían poderosamente en
las emociones, al punto que podían manipularlas y lograr cambiar el
comportamiento de las personas.
Esta función de la emoción perteneció a una etapa
relativamente primitiva de la sociedad humana, lo que explicaría la presencia
de las bases orgánicas de la emoción en zonas antiguas del cerebro, como es el
tálamo y los núcleos subcorticales. Sin embargo, la misma acción colectiva
impactó en las emociones, regulándolas a través de la actividad simbólica
(lenguaje), producto nato de aquella en su lucha por la supervivencia. Esto
explicaría la progresiva predominancia del córtex en la expresión emocional de
la especie humana, “… hasta el punto de ofrecer hoy una gama que va de las
manifestaciones más orgánicas de la emoción a los matices más delicados de la
sensibilidad intelectual” (p. 87).
Ahora bien, según Wallon, la emoción pertenecería a una
etapa del comportamiento “… en que el poder conceptual permanece limitado, pero
en el que es necesario, sin embargo, reaccionar a tiempo” (p. 81).
Efectivamente, en una etapa de la evolución de nuestra especie la emoción
cumplió un rol crucial, y hasta ahora cumple un rol importante en las
relaciones interindividuales; sin embargo, el desarrollo de los niveles más
altos de pensamiento en el ser humano en función de nuevos retos en la lucha
por la supervivencia exigió neutralizar la expresión emocional a fin de que se
logre una actitud oportuna. Para que la emoción surja es necesario dejar de
lado la actividad perceptiva o intelectual, “… necesita cerrar la
sensibilidad exteroceptiva o epicrítica,
desviando o aboliendo el orden de las representaciones” (p. 75).
De este aspecto de la teoría de Wallon se desprende la
clasificación de los tipos emocionales: emotivo, sentimental y apasionado. El
primero es el más elemental de todos: reacciona de manera subjetiva a lo que le
rodea, lo que le impide llegar a conocerlo y, por lo tanto, responder
adecuadamente al entorno. El segundo es un ideador por excelencia, un personaje
que imagina, reflexiona sus emociones, con lo cual las anula y, por lo tanto,
está a salvo de los desbordes emocionales (vale recordar aquí lo que propone
Wallon: la actividad de representación neutraliza la emoción), pero cuyas
representaciones se quedan en experimentación, no pasan a la acción. Por
último, el tipo apasionado es el que mayor control tiene sobre sus reacciones
afectivas, a las cuales somete bajo el yugo del razonamiento a fin de
conseguir, con gran tenacidad, que se hagan realidad sus representaciones.
El sentido de
prestancia es un concepto que Wallon introduce para explicar el origen de
la cólera: consiste en el fastidio (y las actitudes relacionadas) que genera el
sentirse observado. Este fastidio fácilmente se torna en exasperación, por lo
que Wallon afirma que “… la cólera parece estar esencialmente ligada a las
relaciones de las personas entre sí” (p. 105).
En ese sentido, junto con la tristeza, sería una de las emociones más
socializadas, pues son las que más dependerán de las influencias colectivas: el
caso de la cólera es claro, mientras que en la tristeza el colectivo actúa a
través de rituales que recogen la emoción y la elevan a niveles de exaltación;
en ese proceso, la emoción del individuo se ve incrementada por la emoción de
los demás.
En cuanto a la alegría, Wallon afirma que se genera por el
libre estallido del movimiento; mientras que el miedo es el resultado de una
sensación de desequilibrio, de falta de dominio de las actitudes ante una
situación no prevista.
En las partes segunda y tercera de este libro, Wallon
propone una explicación de cómo se origina la personalidad en el niño y cómo
alrededor de los tres años se daría una primera “crisis de personalidad”. Estos
aspectos de la obra walloniana han sido los más difundidos en la “psicología
occidental” y, por lo mismo, los más revisados y cuestionados. Sin embargo, a
nuestro criterio, es su teoría de la emoción lo más rico y novedoso: es el
punto de partida obligatorio para sus teorizaciones posteriores. Estudiar su
teoría de la personalidad sin considerar su teoría de la emoción es metafísico.
Como afirma el mismo Wallon:
… las emociones, tienden a
realizar, por medio de manifestaciones consonantes y contagiosas, una fusión de
sensibilidad entre el individuo y lo que lo rodea. Sin duda, pueden ser vistas
como el origen de la conciencia (…). Pero son el punto de partida de su
conciencia personal sólo por intermedio del grupo, con el cual comienzan por
fundirlo, y de quien él recibirá las fórmulas diferenciadas de acción y los
instrumentos intelectuales sin los cuales le será imposible operar las
distinciones y las clasificaciones necesarias para el conocimiento de las cosas
y de sí mismo (p. 233).
Con su
teoría de la emoción, Wallon aporta a la teoría de Vygotski acerca del origen
social de las funciones psicológicas superiores: antes del lenguaje, las
emociones cumplieron el papel de primera herramienta para consolidar la acción
colectiva que favoreciera la adaptación al entorno; pero a medida que se fue
complejizando la organización humana, el lenguaje se afirmó como la herramienta
más poderosa para garantizar la supervivencia de la especie. Las emociones no
desaparecieron, sino que se subordinaron a las funciones psicológicas
superiores: mantuvieron su funcionalidad para situaciones que exigen respuestas
rápidas, y se enriquecieron y sutilizaron gracias a la acción del neocórtex y,
sobre todo, del lenguaje.
Glosario
Alocorteza: se refiere a la corteza
filogenéticamente más antigua. Posee una estructura de tres capas celulares. Se
localiza en la profundidad del lóbulo temporal y no es visible desde la
superficie del cerebro.
Archipallium (o Arquicorteza): parte filogenéticamente más
antigua de la corteza cerebral. Está conformada por regiones del sistema
límbico, como el hipocampo.
Automatismo: por lo general, un acto complejo
realizado inconscientemente.
Cerebro medio (o Mesencéfalo): está situado en la parte
interior central de toda la masa cerebral. Su función es la conducción y
control de los impulsos motores que van desde la corteza cerebral a la unión de
la espina dorsal y el encéfalo. También es responsable de los impulsos
sensoriales que se manifiestan en la médula espinal.
Córtex (o corteza cerebral): capa neuronal de la superficie
externa cerebral del hombre y organismos superiores. En el hombre su superficie
total es de unos 2200 cm² y su espesor oscila entre 1,3 y 4,5 mm, con un
volumen de 600 cm³. El tejido cerebral del hombre contiene unas 3x10 (a la 9) neuronas.
Típicamente se diferencian seis capas, que existen en más del 90% del total de
la corteza. Filogenéticamente esta estructura de seis capas aparece en los
mamíferos y se denomina Neocorteza o Isocorteza. Más antigua filogenéticamente
es la Alocorteza que posee una estructura de tres capas y al que pertenecen el
archipallium, paleopallium y rinencéfalo.
Fascículo: fibras nerviosas con un mismo
origen, trayecto y terminación.
Función vegetativa: función orgánica que
posibilita el mantenimiento de la vida y contribuye a la realización del
metabolismo y la reproducción. A su vez el conjunto de funciones vegetativas
están coordinadas y subordinadas al todo mediante la regulación. Las funciones
vegetativas son: nutrición, transporte, respiración y excreción.
Head, Henry (1861-1940): neurólogo británico destacado
por sus investigaciones sobre la afasia y la sensibilidad nerviosa en la piel.
Gracias a los estudios profundos que llevó a cabo sobre el herpes zóster, los
cuales dieron como resultado el esclarecimiento definitivo de su etiología,
Head pudo determinar las áreas sensitivas de los distintos territorios del
sistema nervioso periférico. Además de proponer la clasificación de la
sensibilidad en epicrítica y protopática, defendió la teoría de los focos
preferenciales de integración, estudió la afasia desde un punto de vista
global, y fue el primero en hablar sobre la sensación que produce el miembro
recién amputado o “miembro fantasma”.
Músculo: tejido constituido por células
(fibras) contráctiles capaces de transformar directamente energía química en
trabajo mecánico y calor. Representa el 40-50% del peso total del cuerpo.
Sherrington, sir Charles Scott
(1857-1952):
neurólogo británico destacado por sus estudios sobre la fisiología del Sistema
Nervioso. En 1932 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con Edgar
D. Adrian “por sus descubrimientos sobre el funcionamiento de las neuronas y el
Sistema Nervioso Integrado”.
Sistema estriado (o cuerpo estriado): masa subcortical de materia
blanca y gris que se encuentra enfrente del tálamo, en cada hemisferio
cerebral. La materia gris de esta estructura está dispuesta en dos masas
principales: el núcleo caudado y núcleo lentiforme. La apariencia estriada de
una sección (de la que deriva el nombre) es debida a bandas de conexión de
materia gris de un núcleo a otro atravesando la materia blanca de la cápsula
interna. Algunos autores han sugerido que su papel podría circunscribirse a la
planificación y al inicio de los movimientos generados internamente (sin
estimulación externa), además de otras funciones cognitivas, emocionales y
motivacionales.
Sistema Nervioso Simpático: porción del Sistema Nervioso
Autónomo que controla las respuestas a situaciones de estrés, emociones y gasto
de energía.
Tálamo: La
porción media y mayor del diencéfalo que es parte de la pared lateral del
tercer ventrículo y yace entre el hipotálamo y el epitálamo. Es un centro
crítico para el procesamiento de la información sensorial. Coordina y regula la
información sensorial que de la médula espinal, del tronco y del propio
diencéfalo llegará hasta la corteza cerebral. Del mismo modo, es crítico para
la transmisión de información desde el hipotálamo, desde el cerebelo y desde
diferentes estructuras subcorticales a la corteza.
Referencias
Merani,
A. (1977). Diccionario de Psicología.
Barcelona: Grijalbo.
Redolar,
D. (2014). Neurociencia cognitiva.
Madrid: Médica Panamericana.
Rigo
Carratalá, E. (1980). “Henri Wallon: un caso de marginación ideológica en
Psicología”. Educació i Cultura: revista
mallorquina de Psicología. Recuperado de:
http://www.raco.cat/index.php/EducacioCultura/article/view/69940/86398
Vila,
I. (1986). Introducción a la obra de
Henri Wallon. Recuperado de:
https://es.scribd.com/doc/212477551/VILA-Introduccion-a-la-obra-de-Henri-Wallon
__________
*Le agradecemos a la autora su
colaboración. El presente artículo fue originalmente publicado en la Revista Peruana del Pensamiento Marxista.
(Comité de Redacción).
**
Wallon, H. (1965). Los orígenes del
carácter en el niño (2da edición). Argentina: Lautaro. Salvo que se señale
otra cosa, todas las citas corresponden a esta edición.
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