viernes, 1 de septiembre de 2017

Movimientos sociales

La Huelga de los Maestros


Santiago Ibarra


Entre 2002 y 2014, el Perú creció a una tasa anual promedio del 6,15%. En esos años el crecimiento económico funcionó como un narcótico en las clases medias y en sectores importantes de las clases populares. El crecimiento económico logró reducir la tasa de pobreza y de extrema pobreza, de un modo muy parcial y relativo, es cierto, pero no se puede negar que tuvo importantes efectos ideológicos, pues hacía creer que al final del difícil camino los problemas de todos se irían a resolver.

En esos años de crecimiento económico los salarios de los trabajadores mejoraron un poco, pero alcanzado su piso máximo solo lograron igualar el que existía en 1993, continuando por debajo del que existía en años anteriores. A la vez, mejoraron algunos otros indicadores, como la formalización del trabajo, que ganó 6 ó 7 puntos porcentuales.   

Desde el 2015 se ha producido en cambio una importante reducción de la tasa del crecimiento económico y eso trae consigo una reducción del empleo y de los ingresos de los hogares. El malestar aflora en uno y otro sector laboral. Es en este contexto en el que se inscribe la huelga de los maestros, uno de los sectores laborales peor tratados por el estado. En adelante no se repetirán las altas tasas de crecimiento económico exhibidas en años anteriores por la reducción del precio de las materias primas en el mercado mundial y, consiguientemente, tendremos a más sectores laborales encaminándose en la lucha por el mejoramiento de sus condiciones materiales de vida.

En particular, la huelga de los maestros no se ha impulsado solo por un aumento salarial, sino además por una mayor inversión pública en la educación capaz de mejorar sustancialmente la calidad de la enseñanza impartida en el país. Una vez aumentados los salarios, la huelga no concluyó sino parcialmente, porque un sector importante del magisterio decidió continuarla en defensa de la estabilidad laboral de los maestros. Los maestros no se oponen a la evaluación per se, como afirman el gobierno y los medios de comunicación, sino al despido masivo que eventualmente traerían consigo esas evaluaciones. Y la defensa de la estabilidad laboral no es asunto que competa solamente a los maestros, pues la mayor parte de los trabajadores asalariados nos desempeñamos bajo contratos eventuales. Es una necesidad del movimiento laboral llevar la lucha por el trabajo y la estabilidad laboral.  

Finalmente, queremos señalar que aunque en la derecha pero también en importantes sectores de la izquierda se encuentra muy extendida la convicción de que el sindicato debe cumplir solo un rol social dejando al partido el rol político, consideramos que en la hora actual se hace más necesario que nunca que el sindicato (en unidad con la izquierda política) luche por asumir un rol político, esto es, luche por una confrontación directa contra el modelo neoliberal y por la conformación de un nuevo modelo de desarrollo en el que el estado cumpla un rol central en la generación y distribución de riquezas económicas.

Bajo el actual modelo el estado no será capaz de satisfacer las demandas de los sectores laborales, porque su política fiscal reduce extraordinaria y descaradamente la carga impositiva a la gran empresa extranjera y nativa. Los sectores laborales deben extender consiguientemente la lucha económica sectorial a una lucha económica y política nacional por el control del excedente económico generado en el país.  


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