¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
De Cómo los
Liquidadores Abjuran del Marxismo-Leninismo y Falsifican la Creación Heroica de
Mariátegui
(Sexta y Última
Parte)
Eduardo Ibarra
Conclusión
Desde
fines de los años de 1960, el centro de la lucha en torno a la Creación Heroica
de Mariátegui se desplazó al terreno de la organización partidaria. Así, el
surgimiento y desborde del liquidacionismo de derecha de Saturnino Paredes fue
seguido por el surgimiento y desborde del liquidacionismo de “izquierda” de
Ramón García. Y si el primero intentó liquidar el partido suprimiendo su
carácter clandestino, el segundo intentó lo mismo desactivando la organización
y promoviendo el ocultismo. Así, ambos liquidacionismos se opusieron a la
reconstitución del partido.
En los años ochenta, ya en las condiciones
de la democracia burguesa, el liquidacionismo de “izquierda” de García devino
liquidacionismo de derecha. Este liquidacionismo se caracteriza, fundamentalmente,
por intentar suprimir el partido de clase a favor de un partido pluriclasista.
Recurriendo a la más cínica y burda sofistería,
García ha negado el marxismo-leninismo y ha cometido la peregrina y monstruosa
falsificación de la filiación doctrinal de Mariátegui y el PSP; además, ha
tergiversado aspectos fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui.
Y si aquella negación es revisionismo, esta
falsificación y esta tergiversación constituyen una abierta oposición a la
Creación Heroica de Mariátegui, al Socialismo Peruano, al Camino de Mariátegui.
Como se sabe, García propone la acción
legal municipal como pretendido camino al socialismo, lo cual encierra una
concepción evolucionista vulgar y, por lo tanto, la idea de la transición
pacífica.
Pero, naturalmente, como ya sugerimos
arriba, el centro del liquidacionismo de García es su negación del partido de
clase: no solo como verdad general, sino también como verdad particular. Desde
hace décadas, García tergiversa la verdad histórica del Partido de Mariátegui,
y, así, tergiversa también el proyecto mariateguiano de un partido de clase
bajo la forma de partido de masas y de ideas, oponiéndole un partido
pluriclasista, un partido-amalgama, un partido del nebuloso socialismo en
general.
Es conocido el egotismo burgués con el que
García ha intentado impresionar. Sin embargo, contrariamente a su intención, su
huachafa conducta no ha cosechado venias más allá del estrecho marco de sus
seducidos partidarios.
Este hecho demuestra que, en todos los
casos, el egotismo le hace perder al egotista el sentido de la realidad.
Pero, como se sabe bien, no hay egotismo
sin servilismo y, por esto, es un hecho el patético servilismo de los
liquidadores respecto a García. Patético, porque resulta impresionante que ni
uno solo de ellos fuera capaz de darse cuenta del engaño que significa la
sofistería con que García pretende negar el marxismo-leninismo, la filiación
doctrinal de Mariátegui, el carácter doctrinariamente homogéneo del PSP y el
partido de clase, entre otras cosas.
Este hecho demuestra que, en todos los casos,
el servilismo embrutece.
Tanto, que puestos los liquidadores a
elegir entre la defensa de la verdad universal del marxismo-leninismo y abjurar
de esta verdad, eligieron abjurar; puestos a elegir entre la verdad de la
filiación doctrinal de Mariátegui y la falsificación que de ella hace García,
eligieron la falsificación; puestos a elegir entre la defensa de la verdad
histórica del PSP y la tergiversación que de ella hace García, eligieron la
tergiversación; puestos a elegir entre la tesis marxista y mariateguiana del
partido de clase y la tesis oportunista del partido pluriclasista, eligieron
esto último.
Este es el “mariateguismo” de los
liquidadores.
Está probado que García es experto en
métodos criollos, los mismos que, como está probado también, fueron asumidos y utilizados
sistemáticamente por sus seguidores. Así, tanto en el terreno de la polémica
como en el ámbito de sus relaciones externas y aun de sus relaciones internas,
el liquidacionismo ha puesto en evidencia el tipo social y político que ha
producido: falsario, calumnioso, insultador, cínico, maniobrero, manipulador,
doble.
En suma, puede decirse que es así como los
liquidadores han abjurado del marxismo-leninismo, han falsificado la Creación
Heroica de Mariátegui y han pisoteado el estilo de trabajo mariateguiano.
Específicamente, es de ese modo como han
renegado de la Reconstitución del Partido de Mariátegui, lo que no tiene que
sorprender, pues, como se ha visto, más allá de su demagógico discurso, García
se opuso siempre a la Reconstitución: primero, en sus tiempos de liquidador de
“izquierda”, con la desactivación del Comité Regional de Lima del Partido y su
ocultismo, y, ahora, como liquidador de derecha, con su partido
doctrinariamente heterogéneo.
El revisionismo liquidacionista, el
egotismo burgués, el servilismo, los métodos criollos, son cuestiones que
expresan no solo la descomposición
ideológica de los liquidadores, sino también, al mismo tiempo, su decadencia
moral.
Precisamente
esta decadencia es expresión de aquella descomposición.
Y si, como se ha podido constatar, los
liquidadores no han sido capaces de reaccionar positivamente a las fundadas
críticas a sus posiciones y a sus métodos, entonces es un hecho que cargarán por siempre con el oprobio de haber abjurado
del marxismo-leninismo, de haber falsificado la filiación doctrinal de
Mariátegui y el PSP y de haber tergiversado aspectos fundamentales dirimentes de
la Creación Heroica de Mariátegui.
20.12.2016.
¡Defender el
Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de
la realidad actual!
Acerca de un Caso
de Escamoteo e Impotencia
(Quinta Parte)
Eduardo Ibarra
ARAGÓN
DICE: “Aunque no lo dicen textualmente, ambos autores llegan a insinuar que la
fundación del Partido Socialista del
Perú ocurrió el 16 de setiembre (e incluso García, tratando de minimizar y
ridiculizar un comentario mío de comienzos de 2015, llegó a insinuar que “el
partido ya existía antes de abril de 1928”), con lo cual ambos reducen la
trascendental Reunión de Barranco
del 7 de octubre de 1928, a una simple comedia,
algo así como una especie de reunión de “engaña muchachos”, en la cual, por un
lado los miembros de “la célula secreta de los siete” engañaron y sorprendieron
con “cartas ocultas dentro de la manga” a los otros dos asistentes presentes en
esa reunión”.
Pero la verdad es que, en ninguna parte, he
insinuado que el 16 de setiembre de 1928 (Reunión de la Herradura) se hubiera
fundado el PSP. Lo que he sostenido es lo siguiente: “…la Reunión de la Herradura fue una preparación de la Reunión de Barranco
en tres aspectos: en lo ideológico,
con la adhesión a la Tercera Internacional, lo que se expresó luego en la adopción
del marxismo-leninismo (véase el Programa
del Partido); en lo orgánico, con el copamiento por la
“célula secreta de los siete” del Grupo Organizador del Partido; en el trabajo masivo, con la
constitución de la Secretaría Sindical”. “Este es el cordón umbilical entre la
Reunión de la Herradura y la Reunión de Barranco, entre la preparación de la fundación del Partido y la fundación misma” (A propósito de algunas observaciones, 10.11.2013).
Con la frase “la
trascendental Reunión de Barranco” y
la acusación que me hace de considerar, según ha escrito, esta reunión “una simple comedia”, Aragón, a más de calumniarme, como acabo de
probarlo, pretende presentarse como defensor de la importancia histórica de la reunión
fundacional del PSP (o del “grupo organizador del Partido”, según su
tendenciosa manera de ver).
Pero documentemos su verdadera posición
ante dicha reunión.
En el artículo Acerca del
aniversario 86 de la
reunión de Barranco (publicado en partes entre el 22 y el 29 de enero de 2016), el
comentarista sostuvo: “…una reunión clandestina y/o secreta realizada a espaldas de los militantes
del socialismo peruano”. “En
la reunión clandestina y secreta del 7 de
octubre, solamente participaron ‘nueve militantes’ (tal vez lo correcto sería
llamarlos ‘nueve aspirantes’), todos ellos del Comité de Lima, sin recibir las
opiniones y las propuestas, ni estar presentes o representados los
delegados de los comités de otras ciudades del país, en las cuales ya se
habían formado grupos de adherentes… Tampoco estuvieron representados ni
consultados los comités ya formados en algunas otras ciudades del mundo…”
(negritas en el original; elipsis mías).
Como vemos, Aragón
descalifica la Reunión de Barranco y, de esta forma, sin disimulo acusa a
Mariátegui de arbitrario, antidemocrático, despótico.
Es decir el
pretenso defensor de la trascendencia histórica de la Reunión de Barranco, es,
en realidad, un enemigo contumaz de la verdad histórica de esta Reunión, hasta
el punto de, como se sabe, negar en redondo su condición de reunión fundacional
del PSP.
Aragón dice: “Para ambos autores, la
trascendental Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928, se desarrolló como
una ‘unánime academia’, desconociendo y desinformando que ese día se
confrontaron dos posiciones claramente precisas: por un lado Bernardo Regman,
respaldado por Martínez. y obedeciendo a sugestiones
ajenas, presentó la propuesta de “constituir
la célula inicial del Partido”,
mientras que, por su lado, Mariátegui presentó la propuesta de “constituir el grupo organizador del partido”,
como desarrollo y continuación dialéctica del trabajo del Comité de Propaganda iniciado en 1918”. “Esa es la real
trascendencia de la Reunión de Barranco, pasar del Comité de Propaganda
Socialista constituido en 1918 y cuyo trabajo se desarrolló durante una década
(incluido la publicación de la revista
Nuestra Época, el periódico La Razón, la colaboración en la revista Claridad,
la publicación de la revista Amauta, y la publicación de los libros La Escena Contemporánea
y 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana), digo pasar del Comité de Propaganda al Grupo
Organizador del Partido Socialista del Perú, que era el paso previo
imprescindible para la futura
constitución del partido del proletariado peruano”.
La verdad, sin embargo, es que en ninguna
parte he sostenido que la Reunión de Barranco “se desarrolló como una ‘unánime
academia’”. En mis consideraciones sobre la Reunión de Barranco, me he limitado
siempre a la documentación disponible relativa a los acuerdos tomados por esta
reunión y a tener en cuenta algunas opiniones de algunos pocos autores, sea
reconociéndolas como verdaderas o puntualizando su falsedad. Y tal
documentación y tales opiniones no dan cuenta de discrepancias irreductibles en
la Reunión de Barranco, por lo que se puede inferir, con razón, que los acuerdos
fueron tomados por unanimidad, lo que, desde luego, no significa que no hubiera
habido debate.
Que yo sepa, no existe ninguna
documentación fiable sobre el debate habido en la Reunión de Barranco, y, por
tanto, forzoso es recurrir a la inferencia. Y, por cuanto Aragón no respalda
sus afirmaciones en ninguna documentación ni en ninguna razonable inferencia,
es claro que las mismas no pasan de ser meras lucubraciones suyas.
Como hemos visto, Aragón dice que en la Reunión
de Barranco, “Bernardo Regman, respaldado por Martínez y obedeciendo a sugestiones ajenas, presentó la
propuesta de “constituir la célula
inicial del Partido”, mientras que, por su lado, Mariátegui presentó la
propuesta de “constituir el grupo
organizador del partido”.
Esta conjetura significa que Aragón se
enreda en sus propias falacias: ocurre que, según dice, ahora las “sugestiones
ajenas” no son ya relativas al nombre del partido, que era, justamente, la
discrepancia entre el grupo de Mariátegui y el Secretariado de
la ISR
(y que es lo que anotó el propio comentarista en su artículo Acerca del aniversario 86 de la reunión de Barranco), sino relativas a
una cuestión orgánica: constitución de la célula inicial del partido o de su
grupo organizador.
Pero además, Aragón trastoca los hechos
históricos. Como es de conocimiento común, “la célula inicial del Partido” fue constituida
en la Reunión de la Herradura (véase Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú,
t.II, p.397), y, por tanto, hubiese
sido una estulticia que Regman y Martínez plantearan en la Reunión de Barranco
constituir una instancia orgánica constituida ya con anterioridad. Regman y Martínez
no eran estultos para proceder de manera tan absurda y, por tanto, la
estulticia hay que buscarla en otra parte.
Es preciso subrayar que “la célula inicial
del Partido” fue, justamente, “la célula secreta de los siete” (ibídem). También es preciso subrayar que
“la célula inicial del Partido” y “el grupo organizador del Partido Socialista
del Perú” no fue una y la misma cosa: ambas instancias orgánicas tuvieron
funciones distintas, y, por tanto, no eran excluyentes entre sí.
Sin embargo, arrastrado por su conocida
inclinación al confusionismo y la manipulación (inclinación común a todos los
liquidadores que han participado hasta hoy en la polémica), Aragón pretende que
en la Reunión de Barranco Regman y Martínez propusieron constituir la célula
inicial del partido para, dizque, oponerse a la propuesta de Mariátegui de constituir
el grupo organizador del Partido Socialista.
Como se ve, el comentarista tergiversa a su
antojo la verdad histórica del PSP.
Aragón dice: “…Mariátegui presentó la
propuesta de “constituir el grupo
organizador del partido”, como desarrollo y continuación dialéctica del
trabajo del Comité de Propaganda
iniciado en 1918”. “Esa es la real trascendencia de la Reunión de Barranco…”.
El lector informado debe haberse dado
cuenta ya de que Aragón ha dejado fuera de su discurso la relación de la
Reunión de Barranco con el Comité de Génova, organismo este que, en su “acta
constitutiva”, adhirió a los principios de la
Tercera Internacional y formuló “la iniciativa” de constituir el partido del
proletariado peruano.
Este silenciamiento y esta exclusión del Comité de Génova, son
expresivos del intento de homologar el socialismo reformista del Comité de
Propaganda al socialismo marxista-leninista del Partido de Mariátegui, cosa que
no puede dejarse de percibir no obstante la afirmación general del comentarista
según la cual la constitución del “grupo organizador del Partido Socialista del
Perú” fue “el desarrollo y continuación dialéctica del Comité de Propaganda”.
El proceso de la lucha por la constitución del partido del proletariado
peruano cubrió los siguientes momentos: 1) Comité de Propaganda; 2) Comité de
Génova; 2) Reunión de Barranco.
Pero el Comité de Propaganda (conglomerado de los más variados matices
del socialismo reformista), aparece solo como un antecedente indirecto del PSP en la medida en que su
aludida condición fue negada ideológica, política y orgánicamente por la
Reunión de Barranco que, como es de conocimiento general, constituyó un partido
marxista-leninista. Antecedente indirecto, pues, y, además fallido, no tanto
porque intentó infructuosamente convertirse en partido en un período que
Mariátegui consideró entonces como impropio para la organización socialista,
como por el hecho de que el socialismo reformista no podía haber representado al
proletariado revolucionario.
En cambio, el Comité de Génova (constituido
en abril de 1922), aparece como el antecedente directo del PSP, pues ambos organismos estuvieron adheridos al
marxismo-leninismo.
Por tanto, la relación entre el Comité de Propaganda, por una parte,
y, por otra, el Comité de Génova y el PSP, fue una relación de índole antagónica.
En efecto, el Comité de Propaganda tuvo dos características
fundamentales: su condición de conglomerado del socialismo reformista (cosa que
ya he subrayado) y, como consecuencia de esto, su política reformista.
Por eso, no puede decirse que el PSP “continuó” tales características, y, obviamente,
tampoco que las “desarrolló”.
Lo que hizo el PSP fue superar tales
limitaciones, propias de la democracia pequeña burguesa, por medio de una
ruptura.
Veamos ahora una cuestión específica: de su experiencia personal en el
Comité de Propaganda, puede decirse que Mariátegui continuó utilizando la
palabra socialismo, pero, claro está, en el marco del carácter de su partido y
el título del mismo, para dar cuenta del socialismo marxista-leninista.
De otro lado, al adherir a la concepción comunista del mundo,
Mariátegui desarrolló su emoción
social, su ética, su actitud de servir al proletariado, su capacidad de
encontrar la verdad en los hechos, su
actitud consecuente con
las luchas de las clases trabajadoras.
Pues bien, lo anotado sobre la relación entre el Comité de Propaganda y el
PSP, puede ser entendido perfectamente por toda persona que no tenga el
deliberado propósito de tergiversar la verdad histórica a fin de engañar y
manipular.
En conclusión, es obvio que la “real
trascendencia de la Reunión de Barranco” no
es “el desarrollo y continuación dialéctica del trabajo del Comité de Propaganda”, sino el hecho de que sus acuerdos
significaron un categórico deslinde ideológico, político y orgánico con
respecto a la experiencia del Comité de Propaganda, por un lado, y, por otro (y esto es lo fundamental), en el hecho
de que significó la fundación clandestina del Partido Socialista del Perú,
partido marxista-leninista y, por esto, vanguardia del proletariado peruano.
Como es evidente, la palabra dialéctica en los labios de Aragón apenas
es un subterfugio verbalista, pues nunca ha sido capaz de exponer concretamente
cómo así el PSP es la “continuación” y el “desarrollo” del Comité de Propaganda
(y, por añadidura, de la revista Nuestra
Época y del diario La Razón),
perdiéndose siempre en frases sin ningún contenido objetivo, sin ningún
contenido específico, sin ningún contenido verificable.
La revista Nuestra Época y el diario La
Razón fueron algunas estaciones del socialismo a lo Araquistain de
Mariátegui. Lo dice él mismo con sinceridad ejemplar: “De la Nuestra Época (julio de 1918) se
publicaron sólo dos números, rápidamente agotados. En ambos números, se esboza
una tendencia fuertemente influenciada por España,
la revista de Araquistain, que un año más tarde, reapareció en La Razón…” (7 ensayos, nota al pie, p.246). Por supuesto, algo parecido puede
decirse del Comité de Propaganda, acerca del cual, Mariátegui, ya
marxista-leninista, esbozó una crítica en su tesis Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, tesis en la cual,
al mismo tiempo, remarcó la ruptura con la experiencia de dicho Comité (y por
consiguiente con las experiencias de Nuestra
Época y La Razón), al subrayar,
con especial énfasis, lo siguiente: “’Amauta’, en su número 17, el de su
segundo aniversario, declara cumplido el proceso de ‘definición ideológica’,
afirmándose, categóricamente, marxista” (Ideología
y política, p.104).
No poder o no querer ver esta definición ideológica en el proceso
intelectual de Mariátegui, remarcada por él mismo, es caer en una concepción
evolucionista vulgar y, de esta forma, negar la dialéctica marxista, que es lo
que, repitiendo los sofismas de García, hacen todos los liquidadores, incluido
el rebelde de rodillas Miguel Aragón.
Como es de conocimiento general, la ruptura
de Mariátegui con su propio socialismo a lo Araquistain, data de la segunda
mitad de 1920 (véanse mis artículos Notas
sobre la Creación heroica de Mariátegui y Notas sobre la creación heroica de Mariátegui II).
Es pues imposible negar que precisamente esa
categórica ruptura hiciera posible la fundación del PSP, y que, a partir de
este acontecimiento, por primera vez en la historia al proletariado peruano se
le abriera la perspectiva real de la lucha por el poder.