Odebrecht y la Coyuntura Económica
César Risso
LA FUNCIÓN DEL GOBIERNO actual en el
plano económico se viene configurando poco a poco. La finalidad es favorecer la
extracción de plusvalía de las empresas privadas. En una situación de relativa estabilidad
económica, el gobierno trata de favorecer por medio de las normas legales a las
empresas extranjeras.
Lo
que le critican a Odebrecht, de beneficiarse por medio de coimas para obtener
mejores condiciones legales para hacerse de los grandes proyectos, es lo que está
haciendo el gobierno, con o sin coima; ya verán los integrantes del poder
ejecutivo como se resarcen de su generosidad para con la inversión extranjera.
Lo
que el caso Odebrecht ha hecho público es el mecanismo común y corriente de hacer
negocios de la burguesía. Las coimas no aparecen en la normatividad de los
países, pero son la norma de conducta de los inversionistas y los agentes del
Estado, en su función de representación de los intereses de la clase burguesa,
y de los suyos propios, a título individual.
Con
respecto a la actividad minera, se están barajando las “mejoras” para los
inversionistas, sobre todo en la reducción de lo que hasta hace un tiempo
llamaban trabas, y que ahora denominan “simplificación administrativa”. Con esta
expresión, lo que pretenden es evitar demoras y gastos a los inversionistas en
los estudios de impacto ambiental. Por ejemplo, al señalar que la etapa de
exploración minera es menos invasiva que la de operación de mina. Vale decir,
que en la etapa de exploración van a relajar aún más las exigencias en los
estudios de impacto ambiental. Así, por ejemplo, se desestimarán las exigencias
arqueológicas, entre otras.
Esto
tiene varias connotaciones. Una de ellas es que el pasado no importa. El origen
y la evolución de nuestra cultura, presente en los restos arqueológicos, deben
quedar irremediablemente fuera de la protección estatal, y con ello, enterrada
para siempre, fuera del alcance del pueblo. La nueva cultura, la capitalista,
basada en el interés individual, de explotación del trabajador asalariado, y de
los trabajadores en general, es la expresión más pura de la actual cultura,
ajena a cualquier sentimiento de solidaridad.
Otro
aspecto que tiene esta propuesta es que el desarrollo está visto como el incremento
de las utilidades de los capitalistas. Por lo tanto, mientras más inviertan, y
en consecuencia más beneficios obtengan, mejor estaremos los peruanos, puesto
que su visión del mundo depende de su bienestar. Por ello, entienden que su
desarrollo es el desarrollo del país; que su bienestar es el bienestar del
país; y que todo impedimento a su normal desarrollo es un impedimento para el
desarrollo del país. Ligan así, el desarrollo del país a su desarrollo.
La
propuesta de cambiar la normatividad para una mayor inversión minera evidencia
que las cosas no le van bien a los capitalistas mineros, o que el ejecutivo
está dispuesto a sacrificar su “honorabilidad” para que la burguesía
imperialista lleve a cabo grandes negocios, de los que el ejecutivo es parte.
Mientras
tanto la burguesía se entretiene en el juego de la bolsa de valores, que consiste
en arrebatarse a través de apuestas por los instrumentos financieros, la
plusvalía que les extraen a los trabajadores asalariados, lo que nos muestra el
comportamiento de los especuladores. En cuestión de horas, el valor de las
acciones de Graña y Montero se redujo a la mitad, o en 70%, dependiendo de la
fecha de comparación. Y con esta reducción, se llevó más de 700 millones de
soles de los fondos que administran las AFP.
La
corrupción burguesa nos afecta en la medida que el Estado burgués nos ha
convertido en “aliados” de la burguesía, haciéndonos correr su misma suerte;
pero con una peculiaridad, que los trabajadores no percibimos las ganancias de
las empresas y de las AFP, solo percibimos sus pérdidas.
¿Es
posible que se pierda el valor de las mercancías de la noche a la mañana, o en
cuestión de horas? En el sistema capitalista eso es lo normal. Las mercancías
pueden estar frente a nuestros ojos, pero valen menos; a pesar de lo cual no están
a nuestro alcance.
Cómo
es posible que los objetos “físicos” dejen de valer lo que valen. Si el valor
de los objetos está dado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para
su producción, no debería disminuir su valor. Pero disminuye. Mejor dicho, lo
que disminuye es su precio, pues su valor depende de la productividad del
trabajo, y esta no cambia rápidamente. El precio de los activos de GyM
disminuye considerablemente porque sus posibilidades de hacer negocios están
mermadas por las denuncias de la que es objeto. Es una empresa sin
posibilidades de generar ganancias para los accionistas, y en consecuencia,
estos empiezan a deshacerse de sus acciones, con lo cual, por la mayor oferta
de acciones frente a una menor demanda, estas bajan considerablemente de
precio. En papeles, la empresa vale muy poco. Pero tal como está, con las
instalaciones que tiene, con sus activos, puede ser comprada a precio de remate
por otra empresa; y esta sí puede generar ganancias a esas mismas
instalaciones, que hasta hace “unos instantes” no “valían” nada. Es decir, las
mismas instalaciones y activos en manos de los actuales dueños valen muy poco,
pero en manos de otros burgueses su valor se incrementa considerablemente. Como
se puede apreciar, el problema no es técnico sino social.
Así
son los negocios. Es la ley del valor manifestándose como ley reguladora de la
economía capitalista, en la cual los precios orbitan alrededor del valor de las
mercancías, señalando con ello a los burgueses en qué actividades invertir;
redistribuyendo así los medios de producción hacia las actividades económicas
más lucrativas a través del cambio de propiedad de los medios de producción,
que se dan entre los propios burgueses; cambios que se dan a través, por
ejemplo, del juego en la bolsa de valores.
Poco
importa que hayan personas muriendo literalmente de hambre al no tener trabajo.
Lo que importa en este mundo burgués es obtener las máximas ganancias.
Los
grandes grupos económicos de poder de nuestro país rara vez han sido afectados
internamente por estos problemas. Siempre el Estado ha salido a su rescate.
Salvo el caso de CLAE, y algún otro, en los demás la burguesía no se ha visto
afectada. Mas bien el Estado ha actuado en favor de estas empresas con el
dinero público.
Pero
las cosas son distintas esta vez. La pugna en el seno de la burguesía se ha
dado entre grupos imperialistas de poder, y eso hace que las cosas vayan hasta
el final. Es un grupo burgués que se ha propuesto destruir a otro grupo
burgués, y al parecer GyM está de lado del grupo perdedor. Las denuncias
internacionales a GyM así lo comprueban.
El
espectáculo de la confrontación burguesa asume distintas formas, como las
guerras, pero el fondo es el mismo. El derroche de fuerzas productivas que se
llevará a cabo en este conflicto, afectando a los trabajadores, entre otros, no
es más que la consecuencia natural de un orden económico que desde hace muchas
décadas ha dado muestras de que su tiempo ya ha pasado.
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