(Séptima Parte)
S. Meliujin
EL
MATERIALISMO DIALÉCTICO afirma que el proceso del desarrollo en el mundo
material está condicionado por la acción de contradicciones tales como la
lucha entre lo viejo y lo nuevo, lo que nace y muere. ¿Existe esa lucha en la
naturaleza inorgánica y, en caso afirmativo, en qué formas se manifiesta?
Antes de responder a esa pregunta debemos explicar en qué sentido se emplean
los conceptos de nuevo y viejo.
Es evidente que por
nuevo se entiende no sólo aquello que surge después de algo en el tiempo, sino,
en primer lugar, lo progresivo y superior, más perfecto que lo viejo en cierto
sentido. El concepto de progresivo y perfecto tiene un contenido distinto en
las diversas regiones del fenómeno.
En la sociedad será
progresivo aquello que se deduce necesariamente de las leyes del desarrollo del
modo de producción y de las relaciones sociales, lo que corresponde en mayor
grado a los intereses de la inmensa mayoría de los miembros de la sociedad, y
que es superior y más perfecto, en cierto sentido, a lo viejo. Lo nuevo que
posea esos rasgos es insuperable, ya que tarde o temprano prevalecerá sobre lo
viejo.
En la naturaleza
orgánica el criterio de lo progresivo es distinto. Tendrán una organización más
alta las especies más diferenciadas, las que posean una capacidad más perfecta
de reflejar la realidad circundante, cuyas funciones vitales sean más
complicadas y que correspondan en mejor grado a las condiciones de su existencia.
Por lo que se
refiere a la naturaleza inorgánica, el concepto del progreso puede aplicarse
tan sólo a la complicación de la estructura de la materia y al paso de la
materia inorgánica a la viva, mientras que las restantes transformaciones de
la materia en el curso del desarrollo del sistema no caracterizan dicho
concepto.
En los fenómenos
sociales y en algunos biológicos tiene lugar la lucha entre lo viejo y lo
nuevo, entre los fenómenos regresivos y progresivos. Esa lucha constituye en
ellos una de las fuentes más importantes del desarrollo.
Es cierto que esa
lucha, por sí misma, tiene carácter contradictorio, ya que no sólo condiciona,
sino que frena en cierto modo el desarrollo. La resistencia de lo viejo obstaculiza
el triunfo de lo nuevo, y si lo nuevo es todavía débil y poco perfecto, puede
perecer bajo la presión de lo viejo, debido a lo cual todo el desarrollo se
detiene durante mucho tiempo. Es cierto que en el curso de esa lucha lo nuevo
se va fortaleciendo poco a poco, se perfecciona y, al fin y al cabo, triunfa
sobre lo viejo. Sin embargo, la resistencia de lo viejo constituye un factor
que frena el desarrollo. Esto demuestra que la idea de la lucha de los
contrarios no sólo es correcta con respecto al contenido interno del desarrollo,
sino también con relación a las causas que lo condicionan.
En los fenómenos
sociales la victoria de lo nuevo sobre lo viejo determina su liquidación, con
la particularidad de que los métodos de su eliminación dependen de si eran o no
antagónicas las contradicciones entre lo viejo y lo nuevo. En el campo de la
naturaleza orgánica es igualmente posible el desplazamiento de especies viejas,
con su consiguiente extinción, por otras nuevas más progresivas. Pero suele
ocurrir que las especies viejas continúen viviendo a la par que las nuevas,
siempre que no se excluyan recíprocamente. Así, hoy día, continúan
desarrollándose numerosas especies vegetales y animales que datan de cientos de
millones de años atrás. Entre ellas y las formas más perfectas no hay, en la
mayoría de los casos, ninguna lucha. Debido a ello, el desarrollo no se
manifiesta como una transformación rigurosa de lo simple a lo complejo y
altamente organizado, sino como un proceso donde a la vez que la línea
ascendente hay muchas direcciones mutuamente paralelas que, al parecer, se
hallan en diferentes niveles de complejidad.
Esta ley se revela
con mayor claridad en la naturaleza inorgánica donde se manifiesta, por regla
general, en forma de interacción de fuerzas, aspectos y tendencias opuestas de
los objetos materiales. Por esto, en ella no se produce la lucha, sino la
interacción de lo nuevo con lo viejo. La aparición de formas nuevas más
complejas de la materia y el movimiento no conduce a la desaparición de las
viejas. Estas últimas continúan existiendo paralelamente y se desarrollan de
acuerdo con sus leyes. Además, constituyen la base material para el desarrollo
de formas más perfectas y, frecuentemente, se incorporan a ellas con distinto
aspecto. Así, por ejemplo, las partículas elementales y los átomos no desaparecen
al formarse las complejas combinaciones químicas, sino que las integran como
sus elementos componentes. Al desarrollarse la vida en la Tierra, los cuerpos
inorgánicos no desaparecen, sino que continúan existiendo paralelamente con
ella, constituyendo el medio habitable y el material de construcción para los
seres vivos. En general, en todos los casos de desarrollo de la materia
inorgánica no hay ninguna lucha entre lo viejo y lo nuevo, aunque existe la
interacción entre ambos.
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