Interacción
de los Contrarios en el Desarrollo
(Tercera
Parte)
S.
Meliujin
2. Los contrarios en las formas de movimiento de
los cuerpos inorgánicos
Hasta ahora hemos
hablado de contrarios en la estructura de los objetos materiales. Ahora
debemos examinar la unidad de los aspectos polares en las formas de movimiento
de la naturaleza inorgánica. Algunas de esas formas son propias de todas las
clases de materia conocida, y por eso sus contradicciones tienen carácter
universal, Figura, principalmente, entre esas formas de movimiento el desplazamiento
espacial que acompaña a casi todo cambio.
Refiriéndose a esa
forma de movimiento. Engels escribía: "Ya el movimiento es de por sí una
contradicción; el simple desplazamiento mecánico de lugar sólo puede realizarse
gracias al hecho de que un cuerpo esté al mismo tiempo, en el mismo instante,
en un lugar y en otro, gracias al hecho de estar y no estar al mismo tiempo en
el mismo sitio. Y el surgimiento continuo y la simultánea solución de esta
contradicción es precisamente lo que constituye el movimiento.
Los
adversarios del marxismo ponen en duda esa tesis de Engels, considerándola
incompatible con la ley del juicio no contradictorio. Ciertos filósofos, que
defienden las posiciones del materialismo dialéctico, han manifestado asimismo
sus recelos.6 Se hacía notar, al mismo tiempo, que ningún cuerpo
puede hallarse simultáneamente en dos lugares a la vez, ya que esto es absurdo.
Del mismo modo no hay ninguna contradicción en el movimiento del cuerpo: éste
se encuentra primeramente en un sitio, luego en otro, más tarde en el tercero,
etc. Las contradicciones pueden originarse sólo en nuestra concepción del
movimiento, pero se deben a la extraordinaria limitación de nuestro juicio.
Esas
objeciones, pese a su aparente fuerza de persuasión, simplifican de hecho el
proceso objetivo del movimiento, consiguiendo así una seudoeliminación de la
contradicción objetiva. Criticando a V. M. Chernov, para quien el movimiento
era la estancia sucesiva de un cuerpo primero en un lugar, luego en el segundo,
más tarde en el tercero, etc., Lenin decía que esa concepción del movimiento
era "errónea:
1) describe el resultado
del movimiento y no el propio movimiento;
2) no muestra, no contiene en sí la
posibilidad del movimiento, y 3) representa el movimiento como
una suma, como una vinculación de estados en
reposo, es decir, no elimina la contradicción (dialéctica), sino
que la oculta, la aparta, la tapa, la vela".7
Para
demostrar la justeza de la concepción marxista-leninista del desplazamiento
espacial pensemos que un cuerpo de longitud determinada se mueve en un plano en
el que se ha marcado una escala exacta. Supongamos que la longitud del cuerpo
es de 3 cm,
su velocidad de 1 cm/seg
y que el movimiento transcurre cerca del plano y paralelamente a él.
A
primera vista parece que el cuerpo, en cada momento dado de tiempo, estará
solamente en un sitio y no en otro distinto; es decir, que existe una
correspondencia recíprocamente equivalente entre determinados momentos de tiempo
y sectores del camino. Por ejemplo, al principio del tercer segundo del
comienzo del movimiento el cuerpo se encontraría en el segmento comprendido
entre el 29 hasta el 5°
cm de la escala; al término del séptimo segundo, en el segmento
del 7' al 10" cm,
etc. Al parecer, la contradicción en el movimiento ha sido eliminada.
Sin
embargo, esta conclusión se basa en una conjetura inaceptable a todas luces, o
sea, que el cuerpo en movimiento posee durante todo su movimiento dimensiones
absolutamente exactas, debido a lo cual puede determinarse siempre y con toda
claridad si en el momento dado se encuentra en cierto sitio o no se encuentra
en él. Mas este supuesto, por sí solo, no se basa en nada.
Sólo un
cuerpo absolutamente sólido podría tener dimensiones absolutamente exactas;
pero en la naturaleza no existen tales cuerpos. Los que existen realmente no
poseen dimensiones absolutamente exactas. En efecto, la exacta determinación de
la longitud de un eje tiene sentido con un margen de error del orden de 10~8 cm, es decir, las dimensiones
del átomo. La precisión ulterior resulta imposible por principio, ya que los
átomos oscilan constantemente en torno a ciertas posiciones de equilibrio, y
pasado el límite de exactitud de 10"8 cm, las dimensiones
del eje serán objetivamente indeterminadas y estadísticamente medias en el
tiempo. Esto se debe a que los propios átomos carecen de dimensiones
absolutamente exactas. Sus dimensiones se caracterizan por la distribución de
la densidad de la nube electrónica, y esta última depende exclusivamente de las
conexiones internas y externas del átomo, que varían sin cesar. Las dimensiones
de las partículas elementales son estadísticamente medias en el tiempo. Cada
micropartícula está indisolublemente unida a diversos campos. El campo
constituye una parte integrante de su estructura, y viene a ser el exponente de
su esencia interna. Pero como el campo de la partícula cambia constantemente
debido a los cambios en el carácter de sus nexos exteriores, también cambia
continuamente la región de la distribución espacial o las dimensiones de la
partícula.
Gracias
a que las dimensiones del cuerpo trascienden el límite de cierto grado de
exactitud y son estadísticamente medias en el tiempo, el cuerpo en movimiento
se encontrará y no se encontrará en cada momento de tiempo en el lugar dado.
Semejante unidad de contrarios tendrá lugar no sólo en su estado de movimiento,
sino también en el estado de reposo relativo del cuerpo. Esta contradicción
está condicionada objetivamente por el constante movimiento de los
microobjetos que componen el cuerpo, así como por la unidad de lo continuo y
lo discreto en su distribución espacial.
En
relación con esto resulta interesante examinar si se conserva esa contradicción
al disminuir mentalmente las dimensiones del cuerpo, haciéndolas infinitamente
pequeñas. ¿Cabe afirmar, acaso, que un cuerpo infinitamente pequeño, un punto, por ejemplo,
se halla en cada momento de tiempo dado en otro punto y no se halla en él? Por
sorprendente que parezca, esta afirmación no puede hacerse con relación al
punto. En efecto, si un punto pudiese estar y no estar simultáneamente en un
punto dado, no sería un punto. El propio concepto de punto presupone que es
indivisible; si es divisible (lo sería si pudiese estar y no estar
simultáneamente en dos puntos), deja de ser punto. Por eso un punto indivisible
en movimiento se encontrará primero en un punto, luego en el segundo, más
tarde en el tercero, etc. El conjunto de esos puntos infinitos puede constituir
un segmento real, lo mismo que el conjunto de una infinita multitud de momentos indivisibles de
tiempo forma el tiempo real. En ese caso no habría ninguna contradicción en el
movimiento.
Así
sería en la realidad si en la naturaleza existiesen efectivamente puntos
indivisibles y lapsos indivisibles de tiempo. Pero el quid de la cuestión
radica, precisamente, en que en la naturaleza no hay ni puede haber semejantes
indivisibles. La idea de que existen puntos indivisibles y períodos
indivisibles de tiempo proviene de la suposición de que existen unidades
infinitamente pequeñas de espacio y tiempo, es decir, unidades que ya no pueden
ser más pequeñas. Mas el concepto de lo infinitamente pequeño en acto es
contradictorio. Presupone que la infinita división del espacio y el tiempo
puede culminarse plenamente. Si fuera así, esa división dejaría de ser
infinita. La única magnitud que no puede subdividirse en elementos todavía más
pequeños es el cero. Pero el cero no contiene en sí ninguna extensión ni tiempo
alguno. De la suma de esos elementos, por muy grande que fuese su número, jamás
se originaría ni el espacio ni el tiempo reales. Todo segmento de longitud o
lapso de tiempo realmente existente se diferencia de cero y, por ello, puede
subdividirse en elementos todavía más pequeños. Pero si en la naturaleza no
existen elementos materiales absolutamente indivisibles, el modo arriba
señalado de superación de las contradicciones en el movimiento resulta
lógicamente incorrecto.
Lo
infinitamente pequeño no es cero ni una magnitud acabada en el acto e
indivisible posteriormente, sino una magnitud
variable, que tiende ilimitadamente a cero como a su límite.
Puede convertirse en una magnitud menor que cualquier magnitud finita propuesta
de antemano, pero, sin embargo, jamás se vuelve igual a cero. El espacio y el
tiempo reales están constituidos por ese género de magnitudes infinitamente
pequeñas y la contradicción en el movimiento, arriba señalada, se conserva en
ellos.
En
efecto, lo infinitamente pequeño es una magnitud que carece de exacta
determinación cuantitativa. En la región de las magnitudes infinitamente
pequeñas o infinitamente grandes no vale la regla matemática según la cual la
parte es menor que el todo; la mitad de lo infinitamente pequeño equivale a dos
infinitamente pequeñas y, en general, a cualquier cantidad finita de
magnitudes infinitamente pequeñas. En virtud de ello, un cuerpo infinitamente
pequeño en movimiento se encontrará y no se encontrará en un mismo espacio de
tiempo, todo lo breve que se quiera, en el lugar dado (también infinitamente
pequeño). En este caso, la contradicción en el movimiento está condicionada por
la unidad de los contrarios en el propio infinito.
Además
de esta contradicción, en la naturaleza inorgánica existen también otras. Una
de ellas expresa las inter- relaciones entre la variabilidad y la estabilidad en
la estructura de los objetos materiales. Se sabe que todo objeto experimenta
constantes cambios internos gracias al movimiento de sus partículas
integrantes y a su interacción con otros cuerpos. Al mismo tiempo, cada cuerpo
posee propiedades estables. Esa estabilidad se extiende a todas las formas de
movimiento. En el movimiento mecánico se manifiesta en forma de un reposo
relativo; en caso de movimiento atómico se expresa en la estabilidad de las
propiedades químicas del cuerpo, de sus características espectrales, etc.
Aplicado a las formas biológicas del movimiento, la estabilidad se manifiesta
en la duración de la forma del organismo, de sus funciones, del tipo de sus
vínculos internos, etc., aunque a pesar de ello se renueva constantemente en el
organismo la composición química gracias al metabolismo. La unidad de los
contrarios, la variabilidad y la estabilidad se refleja en el concepto de equilibrio dinámico,
que tiene gran importancia en las ciencias naturales.
En
realidad, todo sistema material se halla en equilibrio dinámico, em0pezando por
el átomo y terminando por las gigantescas galaxias. Aunque los elementos
componentes del sistema se encuentran en constante cambio, su estructura, la
ley de la organización y las propiedades fundamentales se conservan en forma
estable. Diríase que a la organización interna del sistema le corresponde
siempre una determinada inercia, la capacidad de conservar su forma y las leyes
de desarrollo, así como la de oponerse a todas las acciones externas, dirigidas
a modificar el estado interior.
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