El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial*
(Primera Parte)
Samir Amin
¿Puede la etapa de la historia que atravesamos actualmente analizarse
como la de una fase B de un largo ciclo Kondratief, inexorablemente seguida de
una fase A de expansión renovada? Por supuesto, habiéndose agotado la fase A
precedente, basada en los equilibrios sociales de los tres modos de acumulación
posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en los equilibrios internacionales
que los acompañaron, el sistema presenta todos los aspectos de una crisis
estructural, es decir, de una fase B de ciclo largo. Esto de ningún modo
permite llegar a la conclusión de que tras esta transición habrá de darse
necesariamente una nueva fase de expansión. Para hacerlo, habría que aceptar la
hipótesis según la cual el capitalismo es "eterno" e ignorar los signos
graves de envejecimiento evidente que está manifestando.
Ahora bien, ese envejecimiento implica que el
sistema se instale en un caos permanente que conducirá, o bien -en el mejor de
los casos- a que se lo supere mediante el comienzo de una larga transición
hacia el socialismo, o bien -en la peor de las hipótesis- a la catástrofe y al
suicidio de la humanidad. Por lo demás, la tesis de la
"subdeterminación" en la historia, que es la que yo defiendo, fundada
en la autonomía de las lógicas que gobiernan las diferentes instancias de la
vida social, impide presagiar que las leyes de la acumulación del capital
definidas por las nuevas condiciones propias del sistema contemporáneo (y
particularmente, las que gobiernan la acu mulación a escala mundial en esta
época de imperialismo colectivo) terminarán por imponerse a las sociedades
políticas de los centros y de las periferias, que se contentarán con ajus tarse
a sus exigencias.
El caos se traducirá así en la multiplicación
de conflictos cuyas geometrías, de dimensiones variables, definen escena ríos
diferentes y tan numerosos como pueda uno imaginarse libremente. Todos los
"proyectos" ya iniciados o avanzados en su ejecución encuentran un
lugar en este marco general. En esta perspectiva, el "proyecto europeo"
podría, o bien desaparecer progresivamente, si las tendencias actuales se
prolongan, o bien, renacer y hasta adquirir nuevas dimen siones políticas y
sociales (pero entonces habrá que identificar en qué condiciones). El proyecto
de "socialismo de mercado" al modo chino podría tanto afirmarse con
mayor rigor e inscribirse así en la larga transición al socialismo, como, por
el contrario, desmoronarse y aniquilarse (y también en este caso será necesario
precisar las condiciones propias de cada uno de esos escenarios posibles). La
hegemonía de los Estados Unidos podría mantenerse y definir un "siglo XXI
norteamericano" como imaginan algunos (y con frecuencia lo desean) o, por
el contrario, derrumbarse.
En su dimensión social, el caos se traduce
necesariamente en la decadencia de la democracia, que puede adoptar formas
múltiples según los lugares y los momentos, en virtud del ascenso de ideologías
culturalistas de sustitución que encierran a los pueblos en el estancamiento y
la impotencia ante los desafíos reales que deben afrontar y mediante el
"desprecio del derecho". También puede ocurrir que los pueblos, a
pesar de todo, reaccionen positivamente a esas formas de regresión social,
política y cultural, y permitan así que se cristalicen elementos de alternativas
que se inscriban, a su vez, en la larga transición que conduzca "más
allá" del capitalismo.
El capitalismo senil
1. La crisis estructural en la cual se ha encerrado el capitalismo
contemporáneo probablemente no corresponda a una "transición" que
será superada por una nueva fase de expansión capitalista mundializada. Lo que
vemos perfilarse, muy por el contrario, son signos indicadores de la
"senilidad" del capitalismo y, por lo tanto, de la necesidad objetiva
que tiene la humanidad en su conjunto de emprender el camino del socialismo. Y
digo emprender este camino, el de una "larga transición", y no
"construir" el socialismo en uno u otro lugar.
Primer rasgo de senilidad: el alcance en el
largo plazo de la revolución científica y técnica en curso.
Si esta revolución -y, en particular, la
informática con la automatización que promueve- se expresa por el hecho de que
puede obtenerse una mayor producción material con menos trabajo (poco trabajo,
pero en proporciones cada vez mayores de trabajo altamente calificado) y, a la
vez, con menos capital (menos inversiones fijas), hay que llegar a la
conclusión de que el modo de producción capitalista ha agotado su rol histórico,
pues el capitalismo se funda en la dominación que ejerce el capital sobre el
trabajo, dominación que ahora va perdiendo consistencia en su punto de impacto.
En otras palabras, las relaciones sociales capitalistas ya no permiten perseguir
una acumulación continua, que era la que definía su función histórica. Esas
relaciones han llegado a ser un obstáculo para la búsqueda del enriquecimiento
de las sociedades humanas. De modo que hoy se ha convertido en una necesidad
objetiva establecer otras relaciones basadas en la abolición de la propiedad
privada del capital. No para "corregir" el esquema de la distribución
del ingreso (en favor del trabajo), que el capitalismo tiende por sí mismo a
hacer cada vez más desigual, sino más que eso, a fin de permitir que se retome
un crecimiento de la riqueza material que, actualmente, sobre la base de las
relaciones sociales capitalistas, se ha hecho imposible. Dicho de otro modo, en
toda su historia, el socialismo nunca estuvo tan a la orden del día de las
exigencias objetivas del progreso de la civilización como lo está en la
actualidad.
Segundo rasgo de senilidad: el imperialismo
colectivo de la tríada que opera sobre el conjunto del sistema mundial ya no
permite la prosecución del desarrollo capitalista "dependiente" de
las periferias.
El imperialismo de las etapas históricas
anteriores de la expansión capitalista mundial se basaba en un rol
"activo" de los centros, que "exportaban" capitales hacia
las periferias para modelar en ellas un desarrollo asimétrico, que puede
calificarse con justicia de dependiente o desigual. Por cierto, esas
"exportaciones" permitían, a su vez, extraer un superávit proveniente
del exceso de trabajo explotado en las periferias, de modo que ese
"reflujo de ganancias" podía ser superior al flujo de las
exportaciones de capitales.
El imperialismo colectivo de la tríada, y
particularmente el del "centro de los centros" (los Estados Unidos),
ya no funciona de esta manera. Los Estados Unidos absorben una fracción notable
del superávit generado en el conjunto mundial y la tríada ya no es una
exportadora significativa de capitales hacia las periferias. El superávit que
ella bombea desde las periferias, por diversos motivos (la deuda de los países
en vías de desarrollo y los países del Este) ya no es la contrapartida de
nuevas inversiones productivas que serían financiadas por la tríada. El
carácter parasitario de ese modo de funcionamiento del conjunto del sistema
imperialista es, por sí mismo, un signo de senilidad que pone en el primer
plano de la escena la creciente contradicción centros/periferias (llamada "Norte/Sur").
Los hacedores de los discursos
ideológico-mediáticos del momento celebran este "repliegue" de los
centros sobre sí mismos, que "abandonan" las periferias a "su
triste suerte", como la prueba de que ya no habría
"imperialismo", porque el Norte puede prescindir del Sur.
Declaraciones no sólo desmentidas cotidianamente en los hechos (¿por qué
existen entonces la OMC, el FMI y las intervenciones de la OTAN?), sino además
negadoras de la esencia de la ideología burguesa original, que sabía afirmar su
vocación universal. Esta vocación abandonada en favor del nuevo discurso del
culturalismo llamado "posmodernista", ¿no es en realidad el símbolo
de la senilidad del sistema que ya no tiene nada que proponerle al 80 % de la población del planeta?
2. Tomados en conjunto, estos
dos elementos de senilidad se expresan mediante la sustitución de la
"destrucción creadora" por un modo de "destrucción no
creadora". Aquí hago mío el análisis propuesto por J. Beinstein:1 hay
"destrucción creadora" (término de Schumpeter) cuando en el punto de
su partida hay una aceleración de la demanda; mientras que, si en el momento de
partida tenemos una desaceleración de la demanda, la destrucción que produce
toda innovación tecnológica deja de ser creadora. También se puede analizar
esta transformación cualitativa del capitalismo en los términos propuestos por
Ankie Hoogvelt:2 el paso de un capitalismo en expansión (expanding capitalism) a un capitalismo en contracción (shrinking capitalism).
El sistema mundial no ha entrado en una nueva
fase "no imperialista", que entonces podría calificarse como
"postimperialista". Por el contrario, su naturaleza es la de un
sistema imperialista exacerbado al extremo (extracción sin contrapartida). El
análisis que propone Toni Negri3 de un "Imperio" (sin imperialismo), en realidad, de un imperio
limitado a la tríada y que ignora al resto del mundo, se inscribe desafortunadamente
en la tradición del occidentalismo y, a la vez, en el discurso de las
corrientes de esta época. Espero vivamente que Negri corrija esta desviación. La diferencia entre
el nuevo imperialismo y el anterior radica en otra parte, en el hecho de que el
imperialismo del pasado se declinaba en plural (los "imperialismos"
en conflicto), en tanto que el nuevo es colectivo (una tríada, por más que se
sitúe bajo el ala de la hegemonía de los Estados Unidos). Por ello, los
"conflictos" entre los socios de la tríada sólo operan con una
resonancia menor, ya que el tono mayor está dado por el conflicto tríada/resto
del mundo. El eclipse del proyecto europeo detrás de la hegemonía
norteamericana se sitúa en este contexto.
La conclusión política más grave que extraigo
de este análisis es que la prosecución de las estrategias aplicadas por el
capital transnacional dominante de la tríada exigirá una intensificación de la
intervención militar de los Estados Unidos y de la OTAN, que a su vez
reproduce la hegemonía de Washington y refuerza el alineamiento de Europa y del
Japón con los Estados Unidos. Partiendo de este análisis, también llego a la
conclusión de que es poco probable que se dé una nueva etapa de expansión
capitalista que opere en el marco del imperialismo colectivo renovado, aun
cuando "en teoría" -en los papeles- siempre es posible imaginarlo y
construir un escenario conforme a sus exigencias. La geometría de los
conflictos posibles que yo propondré luego tendrá en cuenta esta conclusión.
La senilidad del capitalismo no se expresa
exclusivamente en las esferas de su reproducción económica y social. También se
manifiesta en los ámbitos de la práctica política y del discurso ideológico. La
decadencia de la democracia, la extinción de la cultura ciudadana (aunque sólo
sea burguesa) en beneficio de una cultura del espectáculo, para retomar la expresión
fuerte de Guy Debord,[4] que analicé
anteriormente, son también signos y efectos de este envejecimiento.
*El presente trabajo es el capítulo 6 del libro Más Allá de
Capitalismo Senil. Por un Siglo XXI no Norteamericano, Editorial Paidós,
Buenos Aires, 2005, pp.155-201. En próximas ediciones publicaremos las partes
restantes. (Nota del Comité Editorial).
Notas
[1] Jorge Beinstein, La Larga Crisis de la
Economía Global, Buenos Aires, Corregidor, 1999.
[2] Ankie Hoogvelt, Globalization and Post Colonial World,
Palgrave, 1997.
[3] Antonio Negri y Michael Hardt, Imperio, Barcelona-Buenos
Aires- México, Paidós, 2002.
Cambios y Grietas en la Economía Mundial y la Rivalidad Entre las
Grandes Potencias: Lo Que Está Pasando y Qué Consecuencias Podría Traer
(Cuarta Parte)
Raymond Lotta
El Resurgimiento del Imperialismo Ruso
He aquí la
cuarta entrega sobre los importantes cambios que se están operando en la
economía mundial imperialista, y algunas implicaciones geopolíticas mayores.
El análisis empieza repasando las recientes tendencias e importantes
sucesos en la economía mundial, seguido de un examen del ascenso de China en el
sistema mundial y su mayor capacidad de proyección de poder en el mundo, y de
la Unión Europea y su surgimiento como bloque imperialista altamente integrado,
coordinado y con mayor agresividad.
Estados Unidos sigue siendo la potencia imperialista dominante en el
mundo en los frentes económico y militar. Es el guardián del orden capitalista
mundial que beneficia, al menos por el momento, a todas las grandes potencias.
Pero se está debilitando su posición mundial. A su vez, crece el potencial de
que varias potencias, o alianzas de potencias, representen desafíos
internacionales más formidables al imperialismo estadounidense, en los frentes
económico y estratégico.
El ascenso de China es quizá el movimiento tectónico más importante en el
terreno económico mundial, pero el resurgimiento del imperialismo ruso es quizá
el cambio más dramático e inesperado.
Hace una
década, la economía rusa estaba casi postrada. Hoy, la clase dominante rusa
maneja un creciente poder económico en el mundo e impulsa una agenda
estratégica que entra en conflictos más agudos con el imperialismo
estadounidense.
I. El Fin de la Guerra Fría, Transición Económica y Crisis: 1991-1998
Por unos 35
años, la Unión Soviética fue una sociedad auténticamente socialista. La
revolución soviética de 1917 dio origen a una economía que no estaba basada en
la explotación. Tomó medidas radicales e inspiradoras para arrancar de raíz la
opresión de la mujer y obtener la igualdad entre nacionalidades. Pero la Unión
Soviética dejó de ser socialista a mediados de los años 50.
Una nueva clase burguesa subió al poder y transformó la sociedad en una
forma específica de capitalismo-imperialismo. En ella, una burguesía estatal
explotaba a la fuerza de trabajo asalariado, y la competencia entre los bloques
de capitales se daba en el marco de la propiedad estatal. Cuando se derrumbó la
Unión Soviética en 1991, también se vino abajo el capitalismo de estado.
La guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética tocó fin con el
ocaso y la desintegración de la Unión Soviética. Constituyó un cambio decisivo
en la situación mundial. Generó nuevas oportunidades estratégicas y económicas
para el imperialismo estadounidense: para hacer inversiones, solucionar
conflictos en varias partes del mundo (como la lucha en Sudáfrica) a su favor y
extender su alianza militar principal, la OTAN, hacia Europa oriental.
En Rusia, un
nuevo régimen, liderado por Boris Yeltsin y con el apoyo de Estados Unidos,
procuró reestructurar la economía de manera similar a los organismos y las
prácticas de los países capitalistas occidentales. Abrió sus puertas de par en
par a los inversionistas occidentales. Una nueva Rusia estaba surgiendo en el
marco del dominio mundial estadounidense.
A). Reformas económicas en los años 90
El régimen
de Yeltsin, ante presiones y ayuda de asesores occidentales y el Fondo
Monetario Internacional dominado por Estados Unidos, llevó a cabo diversas
reformas para remozar la economía y estimular el crecimiento. Eliminó la
reglamentación de los precios, tales como los subsidios especiales y los
controles del gobierno sobre los precios. Apoyó el establecimiento de mercados
financieros y de valores. Presidió un enorme programa de privatización, que
vendió las empresas estatales a precio de remate a inversionistas particulares
y grupos de inversión. Recortó los gastos sociales.
El FMI facilitó créditos y préstamos a condición de que el gobierno
impusiera y llevara a cabo esta “terapia de choque”.
La
privatización tuvo los efectos más arrolladores de las reformas. En la ex Unión
Soviética, se realizaron las actividades financieras, comerciales e
industriales sobre todo por medio de empresas estatales. En 1997, el sector
privado generaba más del 70% de la producción económica de Rusia.
Nacieron muchas nuevas empresas particulares, pero el control cayó en
manos de una nueva capa poderosa pero pequeña de acaudalados inversionistas y
empresarios. Sacó enormes ganancias y acumuló enormes riquezas de la compra,
venta y consolidación de los derechos a la propiedad de las antiguas empresas
del estado.
La veloz reestructuración de la economía rusa no dio pie a su
crecimiento y recuperación. Los préstamos e inversiones directas del extranjero
no entraron al grado que anticipaban los gobernantes. Dispararon la corrupción
y las ganancias especulativas cortoplacistas. Se agravaron las riñas intestinas
en la clase capitalista. Cayeron bruscamente las inversiones industriales. Rusia
entró en crisis.
Las cifras son sorprendentes: de 1991 a 1997, la producción económica de
Rusia cayó en más de 40% (o sea, más de lo que pasó en Estados Unidos durante
la depresión de los años 30). La tasa de desempleo promediaba de 13 a 15%.
En la población general, cundieron los efectos duros de la “terapia de
choque”. Aumentaron de manera importante las disparidades salariales. El
deterioro de los servicios públicos básicos y la dislocación generalizada
generaron un fuerte aumento del crimen, enfermedades mentales y la tasa de
suicidio. La esperanza de vida cayó de 70 a 65 años, que no tiene precedente en
las sociedades industriales modernas en tiempos de paz.
B). Factores internacionales y la crisis de 1998
He aquí la
dinámica que operaba: la economía ineficiente y caótica de Rusia no podía
“enchufarse” de manera competitiva y rentable a la economía mundial; a su vez,
la inestabilidad de la economía capitalista mundial pesaba en Rusia.
En el verano de 1997, una gran crisis financiera sacudió al este de
Asia. Los inversionistas se retiraron de los mercados de divisas, acciones y
bienes raíces. Aumentaron las presiones sobre Rusia. Ésta tuvo por pagar
préstamos de bancos y gobiernos de otros países, pero había pocos indicios de
crecimiento económico.
Rusia no
pudo hacer los pagos de sus préstamos. Se erosionaba rápidamente la confianza
de los inversionistas. El 13 de agosto de 1998, colapsaron los mercados de
divisas, bonos y valores. La moneda rusa, el rublo, se devaluó en un 60% en
unos cuantos meses. Quebraron cinco de los diez bancos principales. Cayeron los
salarios reales dos tercios. Yeltsin perdió casi toda credibilidad.1
Cabe dar un paso atrás para ver la situación en perspectiva histórica.
El colapso del bloque imperialista liderado por la Unión Soviético en
1990-1991 abrió paso a una nueva ola de globalización bajo el dominio
estadounidense. Los mercados y las regiones del mundo, tal como el antiguo
bloque soviético, se abrieron más a los capitales imperialistas. Se estaba
desarrollando una economía manufacturera mundial integrada basada en la mano de
obra barata, y China se transformaba en la “maquiladora” para el capitalismo
internacional.
El capitalismo monopolista ruso se incorporó en esta economía mundial
más globalizada pero con dos desventajas. Primero, se incorporó desde una posición
de debilidad interna. La economía rusa estaba plagada de algunas ineficiencias
industriales que quedaban de los años 70-80, y la privatización y la
desregulación de los precios de los años de Yeltsin tuvieron, al comienzo,
efectos desestabilizadores.
Segundo, el contexto
internacional externo les era desfavorable al capital ruso. Por la
turbulencia de los mercados financieros internacionales, era difícil
estabilizar el rublo y atraer inversiones de otros países. En el mercado
mundial, había bajos precios del petróleo, el gas natural y otras materias
primas, que son mercancías que abundan en Rusia. Todo eso restringió la
capacidad rusa de aumentar sus ingresos por concepto de exportación.
En los años 90, el imperialismo estadounidense bajo el presidente
Clinton tomó medidas agresivas para limitar el margen de maniobra del imperialismo
ruso. Específicamente, Clinton presionó para que la OTAN, la alianza militar
liderada por Estados Unidos en Europa occidental, se expandiera hacia los
países del antiguo bloque soviético en Europa oriental y el Báltico y que los
incorporara a sus filas.
II. La Presidencia de Putin: Un Nuevo Proyecto Imperial en un Ambiente
Mundial Cargado y Diferente
La crisis
financiera de 1998 fue una especie de punto de viraje. La economía rusa tocó
fondo. La lucha interna de la clase dominante rusa se intensificaba, sobre
cuestiones de control y administración económicos, y de política y postura
internacional. En ese marco, empezó a configurarse “una nueva postura de
contienda, capitalista pero con la restauración de la primacía de la dirección
estratégica del estado y una ideología en general ‘euroasiática’ [menos
orientada hacia el Occidente]”.2
A). Una reestructuración
Vladímir Putin
planteó y luchó por esta nueva orientación.
En lo
político y económico:
· Reconstruir el poder del estado ruso.
· Romper el poder de quienes las fuerzas de Putin
llamaban las “nuevas oligarcas”, o sea, el nuevo sector de inversionistas
acaudalados; arrebatarles el control de sus propiedades, en particular las
compañías de gas y petróleo; y restablecer un fuerte control estatal sobre los
sectores energético, bancario y de comunicaciones (para amortiguar a la
oposición).
· Dar prioridad a las industrias de materias
primas, como el gas natural y el petróleo, y metales y minerales, y
aprovecharse económica y estratégicamente de la creciente demanda mundial de
materias primas industriales. Rusia tiene las mayores reservas mundiales de gas
natural y es el segundo productor mundial de petróleo.
· Reactivar la industria militar paraestatal y
aumentar su participación en el mercado mundial de armamento, y expandir y
reestructurar la financiación de las fuerzas armadas nacionales.
En lo
geopolítico:
· Reestablecer la influencia rusa en la región que
los gobernantes rusos llaman el “exterior cercano”. Se trata de países como
Georgia y Ucrania, y otros del Cáucaso y Asia central, que fueron parte de la
antigua Unión Soviética, pero se independizaron tras su colapso.
· Contrarrestar el imperialismo estadounidense
“mirando hacia el Oriente” (a China) para una alianza geopolítica, y “mirando
hacia el Occidente” para amarrar relaciones geopolíticas con la Unión Europea,
el bloque económico-política dirigido por las potencias imperialistas
oesteeuropeas.
En lo
ideológico, Putin quería avivar un ambiente y movimiento político de chovinismo
nacional para crear una base social para el imperialismo ruso resurgente.
B). El entorno internacional
Una
combinación de factores internacionales favorables posibilitó que Putin
ejecutara ese programa: el mayor precio de energéticos; el crecimiento rápido
de la economía china; y la ampliación de la Unión Europea, la consolidación del
euro (su moneda) y su papel creciente en transacciones internacionales, como el
petróleo (ver la parte 3 de esta serie, “La Unión Europea como potencial rival
al dominio de Estados Unidos” en Revolución #138, 3 de agosto,
2008, en revcom.us).
Al mismo tiempo, otro factor internacional le presentó a la clase
dominante rusa una nueva necesidad.
El régimen de Bush se había aprovechado de los ataques del 11-S para
lanzar una guerra por un imperio estadounidense mayor, bajo el pretexto de una
“guerra contra el terror”. El objetivo de esa “guerra ilimitada” ha sido
asegurar la dominación estadounidense del mundo por muchas décadas más. Su
primera acción fue derrocar al régimen del Talibán de Afganistán.
Como parte de los preparativos para la guerra de Afganistán, Washington
empezó a establecer bases militares en varios países de Asia central. Ahora el
imperialismo estadounidense estaba justo en la frontera rusa, con una mayor
capacidad militar de ejercer su influencia mucho más allá de Afganistán, e
intensificaba la contienda por el control de la producción y transporte del
petróleo y gas natural en Asia central.
III. El Resurgimiento Energético y Militar
De 1999 a
2007, la economía rusa creció en un 7% al año, más que cualquiera de los otros
países industrializados importantes del G-8. La bolsa de valores rusa tiene una
de las tasas de crecimiento más rápidas del mundo.3 Hoy, Rusia tiene las terceras reservas
mundiales de divisas, después de China y Japón. Tiene reservas de divisas en
dólares, euros y otras monedas importantes por concepto de la exportación y de
varios flujos de capital, y sus decisiones de vender dólares o guardarlos
pueden influir en el poder internacional del dólar de una manera significativa.4
La reactivación de la economía rusa se debe a dos factores
relacionados.
Primero, el precio del mercado mundial para el petróleo, el gas natural
y otras materias primas subió durante la primera década del nuevo milenio, y
las ganancias rusas de exportación se dispararon como consecuencia.
Segundo, el crecimiento de las exportaciones ha estimulado la
economía rusa más allá de los sectores de materias primas; ha reactivado una
parte de la capacidad industrial ociosa de antes de 1991. Las ganancias de las
exportaciones también han posibilitado la importación de equipo y tecnología
avanzados para actualizar, en parte, esa capacidad industrial anticuada.
Un especialista progresista en asuntos rusos parece tener razón
al decir que un elemento básico del proyecto imperial de Rusia es “usar los
recursos del país como palanca para desempeñar un mayor papel en los asuntos
mundiales y forjar mayores oportunidades para la internacionalización de los
capitales rusos”.5
A). Los energéticos como sector estratégico
Mientras la
economía rusa repuntaba, Putin supervisaba la consolidación de los sectores de
gas natural y petróleo. Estableció el control estatal de las nuevas fuentes de
energéticos más prometedoras del lejano oriente del país y estrictas
condiciones de operación para las compañías energéticas de otros países.
Gazprom, la compañía de gas natural, es el eje del estratégico
sector energético de Rusia. Contribuye el 8% del producto interno bruto del
país. El gobierno tiene la mayoría de las acciones. Dmitry Medvedev, quien a
principios de 2008 le siguió a Putin como presidente de Rusia, antes era el
presidente de Gazprom.
Gazprom es la mayor compañía productora de gas natural del
mundo. Es la tercera compañía del mundo, después de Exxon-Mobil y GE. Controla
de un cuarto a un tercio de las reservas mundiales de gas natural y tiene la
mayor red de gasoductos del mundo.6
Mediante Gazprom, Rusia controla las rutas de
suministro y exportación de gas natural del mar Caspio y Asia central a Europa.
Tiene una serie de acuerdos con los gobiernos de Kazajstán, Turkmenistán y
Uzbekistán.
Gazprom también ha estado aumentando su presencia directa en el
mercado europeo, mediante la compra de compañías oesteeuropeas o de acciones en
esas compañías, la construcción de infraestructura y lo que se llaman “permutas
de valores”, en que el capital oesteeuropeo compra valores en los campos
petrolíferos y de gas natural rusos, mientras Rusia compra valores de centros
de transporte y de producción oesteeuropeos.
Europa occidental depende de Rusia para casi el 25%
del gas natural que consume. Para 2010, el Gasoducto Noreuropeo que va debajo
del mar Báltico será un lazo adicional entre Rusia y Alemania. Rusia, a su vez,
necesita el mercado europeo, pues Europa compra el 75% de las exportaciones
rusas de petróleo crudo.7
Rusia bajo Putin quiere ampliar su influencia en Europa
amarrando tratos energéticos de largo plazo y debilitando la alianza entre la
OTAN y la UE. La cooperación industrial-tecnológica entre Rusia y EADS, la
compañía aeroespacial oesteeuropea, va en aumento y Rusia quiere adquirir más
acciones.
Por otra parte, unas fuerzas de la Unión Europea se preocupan que
la creciente dependencia en los energéticos rusos pueda limitar su libertad de
acción, y la UE ha estado buscando diversificar sus fuentes energéticas al
mismo tiempo que sus lazos económicos con Rusia se han profundizado.
Rusia ha utilizado los energéticos como arma política. Por
un rato en enero de 2006, dejó de suministrarle gas natural a Ucrania. Ucrania
fue una república de la antigua Unión Soviética, pero es ahora un estado
independiente que busca ingresar a la OTAN.
B). Las dimensiones militares
El gobierno
de Putin, con las arcas forradas de ganancias de las exportaciones, aumentó el
presupuesto militar. Rusia ahora tiene el tercer presupuesto militar del mundo
(cuando se lo mide en términos de su poder adquisitivo relativo).8
De 2003 a 2007, Rusia fue el segundo vendedor mundial de
armamento, siguiendo de cerca a Estados Unidos.9 Depende mucho de la exportación de armas
para mantener su base industrial y tecnológica. La producción de armamento es
un sector en que el gobierno de Rusia ha desarrollado y desplegado una
tecnología de punta.
La venta y la transferencia de armas es también una manera
en que Rusia extiende su influencia geopolítica por Asia central, el Medio
Oriente y Latinoamérica. (Venezuela es un cliente importante). La entrega de
sistemas avanzados de armas al gobierno de Irán le ha permitido a Rusia
extender su presencia en el Medio Oriente e influir en la libertad de acción de
Estados Unidos hacia Irán sin confrontar directamente al imperialismo
estadounidense.
C). La realidad
La
reactivación de la economía rusa no ha llevado a una sociedad más justa.
En algunos sectores industriales, obligan a los obreros a
trabajar muchas horas extras. Han recortado o eliminado pensiones de
jubilación. Tras la reactivación económica, han subido los ingresos y los
salarios, pero persiste mucha desigualdad social. En 2005, el promedio de ingresos
del 10% más rico de la población era 15 veces mayor que el del 10% más pobre.
Este año, Forbes informó que Rusia cuenta con 87 multimillonarios
con un patrimonio total de medio billón (500 millón de millón) de dólares, o,
el segundo del mundo en número de multimillonarios, después de Estados Unidos.10
Uno de los secretos sucios de la recuperación de Rusia es que los trabajadores
inmigrantes juegan un papel cada vez más importante en el funcionamiento de la
economía. Según algunos cálculos, hay 14 millones de trabajadores extranjeros
legales e indocumentados en Rusia, lo que equivale al 10% de la población.11 Los ataques racistas e incidentes
anti-inmigrantes están en aumento.
La falta de servicios médicos sigue siendo un problema
social importante. Aún en 2005, uno de cada cinco hospitales en Rusia carecía
de agua caliente y tratamiento de aguas residuales.12
Prospera la economía informal, entrelazada con el crimen
organizado. Rusia es un punto de tránsito importante para la industria
internacional del sexo.
IV. La Rivalidad Entre Las Grandes Potencias en Asia Central: La
Conexión China
Rusia es
única entre las potencias imperialistas importantes porque no depende de la
importación de energéticos. Pero como toda potencia imperialista, tiene una
necesidad de expandirse en el mundo. En particular, controlar la producción de
energéticos y los gaso y oleoductos centroasiáticos es un elemento fundamental
para su expansión económica y su acumulación de poder estratégico.
Al mismo tiempo, el imperialismo estadounidense tiene sus propios planes
y programa para expandir su influencia y control, y contrarrestar la influencia
rusa, en Asia central y la región del mar Caspio.
A). Rivalidad en energéticos
La región
del mar Caspio la componen ocho países nuevos que se formaron cuando se
desintegró la Unión Soviética, entre ellos Azerbaiján, Georgia y Kazajstán, más
Rusia e Irán. Tiene la potencial de ser un productor importante de gas natural
y petróleo en la próxima década. Ha atraído considerables inversiones de las
petroleras internacionales.
Hasta ahora, el imperialismo ruso ha tenido un acceso
privilegiado a los recursos energéticos de Asia central y un monopolio casi
perfecto del transporte de gas natural de esa región. Pero últimamente se está
intensificando la competencia sobre el control del movimiento del petróleo y
gas natural de la cuenca del mar Caspio hacia los mercados en Europa y Asia.
Compañías estadounidenses, oesteeuropeas y japonesas han
colaborado para la construcción del oleoducto BTC que transporta petróleo de
Azerbaiján a Turquía por Georgia sin tocar a Rusia. Estados Unidos ha
financiado fuertemente y apoyado políticamente ese oleoducto para reducir la
influencia rusa.13
Rusia y Estados Unidos se compiten intensamente en esta
región, por medio de maniobras diplomáticas, el establecimiento de bases
militares, acuerdos sobre armamento, ejercicios militares y alianzas de
seguridad. Recientemente, la competencia imperialista ha estallado en un
conflicto militar abierto entre Rusia y Georgia, un aliado estrecho de Estados
Unidos.
Estados Unidos ha protagonizado la transformación de
Georgia en una cabeza de puente para el imperialismo estadounidense y
occidental en la región. Rusia, por su parte, ha apoyado a regiones
separatistas, y considera la región del Cáucaso y del mar Caspio como una “zona
de influencia especial”, cada vez más conforme la OTAN se extiende hacia el
este.
B). Alianza emergente entre Rusia y China
Tras grandes
cambios en la economía mundial y el crecimiento de rivalidades entre las
grandes potencias, el imperialismo ruso se ha aliado más estrechamente con
China y su economía capitalista más grande y dinámica.
China es el segundo socio comercial de Rusia, después de
Alemania. Su enorme peso financiero ha hecho posible un número creciente de
empresas conjuntas de exploración entre empresas estatales petroleras rusas y
chinas en el Lejano Oriente de Rusia. También es el principal cliente ruso para
armamento desde hace 15 años.
Tanto Rusia como China están maniobrando para posiciones en
Asia central. Los dos han denunciado a Estados Unidos por entrometerse y tratar
de forjar una red de avanzadas para el abastecimiento militar en la región.
Tienen intereses mutuos de combatir a los movimientos islámicos
fundamentalistas que se oponen a los gobiernos en funciones y propagan el
separatismo.14
En 2001, se unieron para formar la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS), una alianza militar y de seguridad en Asia
central. Sus otros principales estados integrantes son Kazajstán, Kirguistán,
Tayikistán y Uzbekistán. Irán e India tienen estatus de observadores en la OCS.
La OCS ha cambiado la dinámica en Asia central. En
2005, Rusia y China apoyaron al presidente acuciado de Uzbekistán y a su
represión de toda protesta. De ahí Uzbekistán corrió a las fuerzas
estadounidenses del país. En 2005, la OCS condujo sus primeros ejercicios
militares en China, y el año pasado condujo sus primeros ejercicios militares
en Asia central.15
La OCS representa un cambio importante en las relaciones
internacionales.
V. Conclusión: Unos Temas y Cuestiones Para Considerar
Ante el
resurgimiento del imperialismo ruso, se plantean varios temas y cuestiones:
·
El imperialismo ruso se ha beneficiado del pico
de largo plazo en el precio de energéticos. Pero su estructura económica tiene
un sesgo hacia la exportación de energéticos (y su industria energética también
requiere considerable renovación tecnológica). ¿Qué pasaría si se disminuyen o
se desploman los precios de energéticos? Queda claro que los arreglos
económicos actuales no servirían. Rusia ha acumulado reservas de divisas, y el
rublo se ha fortalecido al ritmo del aumento del precio de energéticos. La
crisis del rublo de 1998 devastó la economía rusa. ¿Qué tan seguras están las
estructuras financieras de este imperialismo resurgente?
·
La industria
rusa aún no funciona al nivel del costo ni de la calidad del mercado mundial, y
no recibe la inversión necesaria para producir a ese nivel, lo que es el punto
débil de la formación de capital rusa que limita su alcance y competitividad
internacional.
· La relación entre Rusia y la Unión Europea (UE)
es compleja y contradictoria. Si la UE llegara a vincularse más estrecha y
estratégicamente con Rusia y así reuniera su fuerza económica muy superior con
la capacidad militar superior rusa, eso podría cambiar de manera cualitativa la
configuración entre las grandes potencias en el mundo. De hecho, parte del
motivo estadounidense por penetrar más agresivamente en Asia central es limitar
los vínculos entre Rusia y la UE en energéticos.
·
¿Si se tambaleara la economía rusa, cómo
afectaría eso sus lazos con China? Si de repente se diera una sacudida
inesperada y repentina en China, lo que podría incluir trastornos políticos o
sociales, ¿cuál sería el impacto sobre la situación internacional general,
p.e., los cálculos estratégicos de Rusia?
·
Por otro lado, si Rusa
siguiera creciendo, empezando a modernizar su base industrial e impulsando su
agenda global, ¿cómo reaccionaría o actuaría “de manera preventiva” el
imperialismo estadounidense ante los retos que percibiría de Rusia y de un
emergente bloque de China y Rusia?
La economía y la política globales están en un gran estado de cambio. Se
están dando movimientos dramáticos en el terreno sobre el cual se rivalizan las
grandes potencias y sobre el cual se desarrollan las luchas sociales, de clase
y revolucionarias.
Notas
[1] Un
análisis de los años de Yeltsin y la crisis 1998 se halla en Gregory L. Freeze,
comp., Russia: A History (Oxford: Oxford University Press,
2002), capítulos 14 y 15.
[2] Kees van der Pijl, Global Rivalries: From the Cold War to
Iraq (Londres: Pluto, 2006), p. 356.
[3] Más
sobre la economía rusa después de 1999 se halla en Vladimir Popov, “Resurgent
Russian Economy?”, International Journal, primavera 2008; y Lucio
Vinhas de Souza, A Different Country: Russia’s Economic Resurgence (Bruselas:
Centre for European Policy Studies, 2008), www.ceps.eu.
[4] Un
análisis detallado del fortalecimiento del rublo y cómo eso podría afectar el
régimen internacional del dólar se halla en Juliet Johnson, “Forbidden Fruit:
Russia’s Uneasy Relationship With the U.S. Dollar”, Review of
International Political Economy, 15:3 (agosto 2008).
[5] Tony Wood, “The Putin Era,” New Left Review, marzo-abril
2007 (44), p. 68.
[6] La
posición de Gazprom como tercera corporación del mundo en tamaño se basa en su
capitalización en el mercado. Ver Souza, Russia’s Economic Resurgence, pp. 73-82.
[7] Agencia Internacional de Energía, World Energy Outlook 2004 (París:
AIE, 2004), p. 284; Michael Richardson, “Russia Puts Energy Importers Over a
Barrel”, YaleGlobal On Line, 10 julio 2007,
www.yaleglobal.yale.edu.
[8] Military Expenditure: SIPRI Yearbook 2008: Armaments,
Disarmament and International Security (Oxford: Oxford University Press,
2008), Apéndice 5A.
[9] The Economist, “The World's Biggest Arms Exporters”, 26
julio 2008, www.economist.com.
[10] Dmitri Trenin, “Getting Russia Right”, The Globalist, 8
mayo 2008, www.theglobalist.com; Luisa Kroll, “World’s Billionaires”. Forbes.com, 5 marzo 2008.
[11] Datos
de la Dirección Federal de Migración de Rusia, citados en Vinhas de
Souza, Russia’s Economic Resurgence, p. 92.
[12] Economist Intelligence Unit, Russia Country Profile 2006,
p. 24.
[13] Más
sobre la rivalidad entre Estados Unidos y Rusia en la región del mar Caspio se
halla en Michael T. Klare, Rising Powers, Shrinking Planet (Nueva
York: Metropolitan Books, 2008), capítulo 5.
[14] Más
sobre las relaciones entre China y Rusia y las maniobras hacia una alianza se
halla en Andrew Kuchins, “Russia and China: The Ambivalent Embrace”, Current
History, octubre 2007; y Alexei D. Voskressenski, “The Rise of China and
Russo-Chinese Relations in the New Global Politics of Eastern Asia” (2007), en
línea.
[15] Un
análisis de los ejercicios militares de la Organización de Cooperación de
Shanghai de 2005 y 2007 se halla en Roger N. McDermott, The Rising
Dragon: The SCO Peace Mission 2007, Occasional Paper, www.jamestown.org.
«Economía y Filosofía en el Capital de
Marx: La Teoría Laboral del Valor»
II Parte:
Resumen de El Capital de Marx:
Los Tres Libros
Resumen de El Capital de Marx:
Los Tres Libros
(Décima Parte)
Diego Guerrero
XII. División del trabajo y manufactura. Más allá de la cooperación simple tenemos la
“cooperación fundada en la división del trabajo”, típica de la manufactura, o
“periodo manufacturero” del capitalismo (desde mediados del siglo XVI al último
tercio del XVIII). La manufactura surge de dos maneras. La primera, reuniendo
en un taller, bajo el mando de un capitalista, a trabajadores de “oficios
artesanales diversos e independientes”, como, por ejemplo, en la manufactura de
coches y carrozas. Un cambio esencial es el proceso de “unilateralización” del
trabajo, por el que los antiguos artesanos pierden poco a poco su capacidad de
realizar su antiguo trabajo en toda su amplitud, y se convierten en simples
“obreros parciales” que forman parte de la nueva asociación. Se trata, por
tanto, de la “combinación de oficios artesanales autónomos que
pierden su autonomía”. La segunda forma sigue el camino inverso (por ejemplo,
en la producción de agujas): muchos artesanos que producen lo mismo o algo
similar son utilizados simultáneamente por un mismo capital en un mismo taller,
aunque sigan trabajando en principio a la manera artesanal (haciendo la
mercancía íntegra), hasta que poco a poco se origina su “disgregación” o división sistemática
de su trabajo dentro de esa cooperación. En ambos casos, se trata de un “mecanismo
de producción cuyos órganos son hombres” (no medios objetivos), y en ambos la
base técnica sigue siendo artesanal, una base “estrecha” que
depende de la “destreza” o “virtuosismo” individuales (por la “índole
semiartística de su labor”).
Este mecanismo vivo de
la manufactura —el obrero colectivo— aumenta la productividad respecto a la
artesanía independiente: cierra los “poros” de la jornada laboral individual
que antes necesitaba interrumpirse al pasar de una actividad a
la siguiente; incrementa la intensidad del trabajo; y consigue
aumentar, gracias a la creciente “perfección de las herramientas” de trabajo,
la productividad laboral (por su mayor “diferenciación” y “especialización”,
que las simplifica, mejora y multiplica, poniendo así la base material de las
futuras máquinas).
La manufactura puede
organizarse de dos formas: como manufactura “heterogénea”, basada
en el “ensamblamiento” (caso de la industria relojera), o como manufactura
“orgánica”, o secuencial (secuencia de procesos consecutivos,
como en la fabricación de agujas de coser). En ambos casos, sigue siendo
necesario transportar continuamente el artículo de unas manos a otras y de un
proceso a otro —esto sólo se superará con la gran industria—, pero
ahora la “interconexión” o “interdependencia directa” de la producción hace que
cada obrero “ocupe directamente” al siguiente, por lo que el mecanismo de la
manufactura “obliga a cada individuo a no emplear para su función más que el
tiempo necesario”, base “técnica” del incremento de la intensidad de
trabajo. Esto supone un nuevo cambio “cualitativo” (subdivisión creciente de
las tareas) y a la vez “cuantitativo” (las proporciones exactas adecuadas para
formar grupos de trabajo, tanto “individuales”, como grupos de “talleres” en
una misma manufactura, y grupos o “combinaciones” de diversas manufacturas). De
aquí surge el periodo manufacturero, ya basado en el “principio consciente” de
la “reducción del tiempo de trabajo”.
Si el periodo
artesanal nos legó cuatro grandes inventos —brújula, pólvora, imprenta
y reloj automático; todos sucesores del molino hidráulico heredado del Imperio
Romano—, la herencia del periodo manufacturero es su
“maquinaria específica”: el obrero colectivo mismo, obligado
ya, por la interconexión del mecanismo total, a “funcionar con la regularidad
inherente a la pieza de una máquina”. En este periodo, el grado de
adiestramiento necesario baja en muchos casos —los obreros
“calificados” requieren menos tiempo de formación que los artesanos— o incluso desaparece —en
los “obreros no calificados”—, y surge la “jerarquía” o “separación” entre
ambos, con la consiguiente “escala de salarios”. En todos los casos, esta
“desvalorización” de la fuerza de trabajo es un medio para la mayor
valorización del capital.
Pero no debe confundirse la
división “manufacturera” del trabajo (en el taller) con su división “social”
(la que existe fuera del taller, ya sea en sectores, ramas o
esferas de actividad, divisiones por razones fisiológicas, o debidas a la
separación entre la ciudad y el campo, etc.). La diferencia no es sólo de grado
sino esencial: mientras que la segunda hace, por ejemplo, que el ganadero, el
curtidor o el zapatero se relacionen como productores de “mercancías” distintas
(piel, cuero curtido, zapato), los obreros parciales de la manufactura no
producen mercancía alguna, y sólo su producto colectivo se transforma
en mercancía. Si en la segunda dominan la anarquía de la
producción y la competencia, en la primera rigen el plan y la
autoridad. Pero se trata de diferencias (Marx desarrolla algunas más) típicas
del capitalismo, pues en formas sociales anteriores o posteriores puede ser al
revés, estando la división social planificada, mientras la manufacturera puede
estar muy limitada (gremios) o no existir. La división manufacturera es, pues,
una creación típicamente capitalista.
El carácter capitalista de la
manufacturera se expresa también en el aumento del “mínimo” de capital
necesario para operar como capitalista individual, pues la división
manufacturera exige, técnicamente, un número creciente de obreros y, por tanto,
un volumen creciente de capital variable y constante para emplearlos a todos.
Además, la unilateralidad del trabajo parcial del obrero ya no le permite
vender su fuerza de trabajo fuera de la “concatenación” que existe en el taller
del capitalista, del cual se ha convertido en mero “accesorio”. Esto transforma
la cooperación basada en la división manufacturera del trabajo, de algo
espontáneo y natural, en forma “consciente, planificada y sistemática” del modo
capitalista de producción, que busca la “mutilación” del obrero individual y
logra, por esa vía, el “medio para una explotación civilizada y refinada” del
trabajo. Como el mecanismo colectivo es subjetivo, y no posee aún
el “esqueleto objetivo” típico de la gran industria, el capital debe luchar
contra la insubordinación e indisciplina de los obreros. Por
otra parte, uno de sus resultados más importantes fue el “taller para la
producción de los propios instrumentos de trabajo… aparatos mecánicos y máquinas”,
de forma que, al desarrollarse, su propia base técnica artesanal “entró en
contradicción con las necesidades de producción generadas por ella misma”,
cayendo así, poco a poco, las barreras que existían para el desarrollo de la
industria mecanizada.
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