¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Contribución a la
Teoría de las Generaciones del Socialismo Peruano
Eduardo Ibarra
El Concepto de
Generación en Marx y Engels
Marx y Engels escribieron: “… debemos comenzar
señalando que la primera premisa de toda existencia humana y también, por
tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para ‘hacer historia, en
condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber,
alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico
es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la
satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material
misma, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condición
fundamental de toda historia…” (1).
También escribieron: “La
historia no es sino la sucesión de las diferentes generaciones, cada una de las
cuales explota los materiales, capitales y fuerzas productivas transmitidas por
cuantas la han precedido; es decir, que, por una parte, prosigue en condiciones
completamente distintas la actividad precedente, mientras que, por otra parte,
modifica las circunstancias anteriores mediante una actividad totalmente
diversa, lo que podría tergiversarse especulativamente, diciendo que la
historia posterior es la finalidad de la que la precede…” (2).
Estos juicios nos sugieren
algunas ideas que pasamos a exponer.
Como se ha visto, Marx y Engels
se refieren a la sucesión de las generaciones en relación a la condición fundamental de toda historia:
la producción de la vida material.
Aquí, pues, la sucesión
generacional tiene como determinante
un hecho que trasciende la sociedad de clases, es decir, que comprende también
la era de la comunidad primitiva y la era del comunismo. En este marco el
concepto de generación se presenta en su máxima generalidad. Esta generalidad
marca el concepto de generación histórica.
Pero, ya en este marco, la sucesión
generacional encierra dos aspectos: 1) el biológico (surgimiento de una nueva generación); y, 2) el cultural (modificación de las circunstancias anteriores mediante una actividad diversa) (3).
Como se ha visto también, los
fundadores subrayan que, por una parte, cada generación prosigue en condiciones completamente distintas la actividad precedente,
mientras, por otra parte, modifica las circunstancias anteriores mediante una
actividad totalmente diversa.
¿Es cierto esto? Sí y no. No, si
se parte del criterio de que más o menos cada veinticinco años los individuos prosiguen
en condiciones completamente
distintas la actividad precedente y modifican las circunstancias anteriores mediante
una actividad totalmente diversa, como si se tratase de una ley natural.
Sí, si se tiene en cuenta que,
cada cierto tiempo, en principio indeterminado, un conjunto de individuos
responde positivamente ante el surgimiento de la necesidad objetiva de
modificar las circunstancias.
Así pues, para los fundadores el
concepto de generación alude a los individuos que asumen la tarea de modificar
las circunstancias dadas, sin que sean
determinantes sus edades.
En consecuencia, es claro que,
según su parecer, la sucesión generacional no está marcada por un lapso de
tiempo biológicamente determinado.
En conclusión: no son los individuos los que determinan la
necesidad de modificar cada veinticinco años las condiciones dadas mediante una
actividad diversa, sino el
surgimiento de la necesidad objetiva de modificar tales condiciones lo que determina
que cada cierto tiempo, en principio indeterminado, los individuos realicen una
tal actividad.
Así, la sucesión generacional se
presenta no como un hecho biológico, sino como un hecho cultural.
La consideración de que la sucesión
generacional se produce cada veinticinco años, da lugar al concepto que podemos
llamar de generación cronológica,
mientras la consideración de que cada cierto tiempo, en principio
indeterminado, un conjunto de individuos acomete la necesidad de modificar las
circunstancias, da lugar al concepto que podemos llamar de generación cultural (4).
El concepto de generación
cronológica expresa la idea de que los individuos que han cumplido veinticinco
años de edad constituyen una generación en condiciones de suceder a la generación
precedente (5), independientemente de si
a la sazón haya surgido o no la necesidad de una modificación de las
circunstancias.
En cambio, el concepto de
generación cultural expresa la idea de que, ante el surgimiento de la necesidad
de modificar las circunstancias, los individuos que responden positivamente a ella
forman una generación, independientemente
de sus fechas de nacimiento.
En el Manifiesto
Comunista, Marx y Engels señalaron: “La historia de todas las sociedades que
han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases” (ya se
sabe que esta afirmación alude a las sociedades posteriores a la comunidad
primitiva).
Aquí, pues, como es obvio, la
sucesión generacional tiene como determinante
la lucha de clases. En este marco, como es obvio también, el concepto de
generación tiene una generalidad menor.
Por lo tanto, así como en el
plano de la historia en general el hecho determinante del surgimiento de una
generación cultural es una actividad diversa que modifica las condiciones de
producción, así también en el plano de las sociedades clasistas el hecho determinante de la aparición de una generación
cultural es el surgimiento de una tarea nueva de alguna clase social. Este es
el concepto de generación política.
Vistas así las cosas, resulta
claro que la generación política es una generación cultural, o, si se quiere, una
forma de generación cultural.
Puesto que el concepto
cronológico de generación expresa el mero hecho de la sucesión generacional
cada veinticinco años, no da cuenta de lo
esencial de un proceso en cualquier campo de la
actividad humana: filosofía, ciencia, tecnología, política, literatura, arte,
etc. Por eso su utilidad es limitada.
En cambio el concepto de
generación cultural expresa el hecho
esencial del acometimiento por un conjunto de individuos de una nueva tarea en
el proceso de cualquier campo de la actividad humana. Por eso tiene una
gran utilidad.
Si el motor de la historia de las
sociedades clasistas es precisamente la lucha de clases y no la sucesión generacional, el motor de la historia del partido
proletario es la lucha entre dos líneas y no
la sucesión generacional. Este es el hecho esencial tanto en el proceso interno
del Socialismo Peruano como en el del Socialismo Mundial (6).
Establecidos los conceptos de
generación histórica, generación cultural, generación política y generación
cronológica, no es menester introducirnos aquí en los vericuetos conceptuales
sobre el tema de autores como por ejemplo Feuer, Mendel, Tapscott, Chisholm,
Bauman, Maffesoli, etcétera.
Nuestro propósito es modesto:
precisar el significado específico con que Mariátegui utilizó el término generación
al definir la primera generación del Socialismo Peruano.
El Concepto de
Generación en Mariátegui.
En
la década de 1920 el maestro utilizó el término
generación para referirse a algunos conjuntos de personas representativas, y,
en 1928, elaboró un concepto específico de este término a fin de definir la primera
generación del Socialismo Peruano.
Veamos el proceso que llevó a esta elaboración.
En el marco de la poesía, el maestro anotó en 1924:
“Los juegos florales me han comunicado con la nueva generación de poetas
peruanos” (7). Más adelante sostuvo: “Algunos artistas de la nueva generación
comprenden ya que la torre de marfil era la triste celda de un alma exangüe y
anémica. Abandonan el ritornello
gris de la melancolía, y se aproximan al dolor social que les descubrirá un
mundo menos finito” (8).
En estas afirmaciones se observa una progresión
conceptual: primero Mariátegui utiliza el término generación en forma inclusiva
(“la nueva generación de poetas peruanos”), y, después, señala su fisura
interior (“algunos artistas de la nueva generación). Es claro que en esta
última afirmación destaca lo ideológico.
En un marco político general, señaló el maestro:
“Gonzáles Prada [léase la generación radical] no interpretó este pueblo, no
esclareció sus problemas, no legó un programa a la generación que debía venir
después. Mas representa, de toda suerte, un instante –el primer instante
lúcido–, de la conciencia del Perú. (…) En la prosa de Páginas Libres, entre sentencias alambicadas y retóricas, se
encuentra el germen del nuevo espíritu nacional” (9).
En esta aserción se constata un concepto cultural del
término generación: el radicalismo fue la generación que protestó contra el
abatimiento moral derivado de la Guerra del Pacífico, el colonialismo cultural
supérstite y las condiciones de las clases trabajadoras, particularmente del
campesinado indígena.
En el mismo marco, subrayó: “La generación ‘futurista’
–como paradójicamente se le apoda–, señala un momento de restauración
colonialista y civilista en el pensamiento y la literatura del Perú” (10).
Aquí se constata lo mismo: la generación “futurista” es
definida por la cuestión política alrededor de la cual se agruparon sus
integrantes.
Luego, en el marco de la literatura, señaló a propósito
del movimiento “colónida”: “… no era siquiera un haz de temperamentos afines;
no era al menos propiamente una generación” (11). “’Colónida representó una
insurrección –decir una revolución sería exagerar su importancia– contra el
academicismo y sus oligarquías, su énfasis retórico, su gusto conservador, su
galantería dieciochesca y su melancolía mediocre y ojerosa. Los colónidas virtualmente
reclamaron sinceridad y naturalismo. Su movimiento, demasiado heteróclito y
anárquico, no pudo condensarse en una tendencia ni concretarse en una fórmula.
Agotó su energía en su grito iconoclasta y su orgasmo snobista” (12). “Su nexo
era una protesta; no una afirmación. (…). Tendieron a un gusto decadente,
elitista, aristocrático, algo mórbido” (13). “La bizarría, la agresividad, la
injusticia, y hasta la extravagancia de los ‘colónidos’ fueron útiles.
Cumplieron una función renovadora. Sacudieron la literatura nacional” (14). “El
‘colonidismo’ negó e ignoró la política. Su elitismo, su individualismo, lo
alejaban de las muchedumbres, lo aislaban de sus emociones. Los ‘colónidos’ no
tenían orientación ni sensibilidad políticas. La política les parecía una
función burguesa, burocrática, prosaica. La revista Colónida era escrita para el Palais Concert y el jirón de la Unión”
(15). “El fenómeno ‘colónida’ fue breve. Después de algunas escaramuzas
polémicas, el ‘colonidismo’ tramontó definitivamente” (16). “[Valdelomar, quien
marcó la tónica del movimiento ‘colónida’] extrajo sus temas y sus emociones
más delicadas de la humilde y rústica tierra natal” (17).
Como se ve, aquí Mariátegui conceptúa el “colonidismo”
en función de una cuestión cultural: el
gusto decadente de su literatura, su apoliticismo, su individualismo, función
renovadora en la literatura nacional, índole nativa de los temas
valdelomarianos.
Reseñando la sucesión generacional en el marco general
de la sociedad peruana, Mariátegui ratificó su concepto cultural del término:
“Ya hemos visto cómo a una generación o, mejor dicho, a un movimiento radical
que reconoció su líder en Gonzáles Prada, siguió un movimiento neo-civilista o
colonialista que proclamó su patriarca a Palma. Y cómo vino después un
movimiento ‘colónida’ precursor de una nueva generación. Pero eso no quiere
decir que toda la literatura de este largo período corresponda necesariamente
al fenómeno ‘futurista’ o al fenómeno ‘colónida’” (18).
Esta aserción equivale a decir que, en el
desenvolvimiento ideológico de la república –de la república, no del
proletariado–, en las primeras décadas del siglo veinte se plantearon en el
orden del día cuestiones que expresaban el nivel alcanzado por la lucha de
clases: la protesta gonzáles-pradista, la restauración civilista, y, en el
plano de la literatura, la insurrección “colonidista” “contra el academicismo y
sus oligarquías”.
Por otro lado, en la medida que toda la literatura del
período no correspondía ni al “futurismo” ni al “colonidismo”, Mariátegui señaló
que “Al margen de los movimientos, de las tendencias, de los cenáculos y hasta
de las propias generaciones, no han faltado en el proceso de nuestra literatura
casos más o menos independientes y solitarios de vocación literaria” (19).
Era el caso de, por ejemplo, Pedro Zulen, acerca del
cual anotó: “Reivindiquemos para Pedro S. Zulen, ante todo, el honor y el
mérito de haber salvado su pensamiento y su vida de la influencia de la
generación con la cual le tocó convivir en su juventud” (20). Aquí el maestro se
refiere, obviamente, a la generación “futurista”. Y agregó: “Tampoco lograron
seducirlo el decadentismo y el estetismo de la generación ‘colónida’” (21).
El caso de Pedro Zulen, como el de aquellos que el
maestro llama “independientes”, ilustra muy bien su concepto cultural de
generación. Pedro Zulen –para solo hablar de su caso– fue, como se sabe, contemporáneo de la “generación futurista”.
Esta generación fue un episodio en el desenvolvimiento ideológico y político de
la burguesía peruana. La contemporaneidad de Pedro Zulen, pues, con dicha
generación (“haber nacido en fechas próximas”), no hizo que fuera parte de ella,
pues, por su pensamiento, (“educación e influjos culturales y sociales”
distintos) nada tuvo que ver con su influencia: fue, más bien, Pedro Zulen, un
caso en el desenvolvimiento ideológico y político del pueblo peruano.
En el marco específico de la clase obrera, Mariátegui
sostuvo: “Las primeras manifestaciones de propaganda ideológica revolucionaria
son en el Perú las que suscita, a principios del siglo actual, el pensamiento
radical de Gonzáles Prada. Poco tiempo después de que Gonzáles Prada se separa
definitivamente de la política, fracasado el experimento del Partido Radical,
aparecen los primeros grupos libertarios. Algunos obreros, que se interesan por
estas ideas, entran en contacto con Gonzáles Prada, a quien su decepción de la
lucha política empuja a una posición anárquica. Se constituyen pequeñas
agrupaciones libertarias, que se limitan a iniciar la propaganda de sus ideas,
sin proponerse por el momento ninguna otra acción. Gonzáles Prada colabora, con
seudónimo o sin firma en eventuales hojas ácratas… ”. “La Federación de
Panaderos ‘Estrella del Perú’, se presenta como el primer gremio en el cual influyen
las ideas revolucionarias. Es en una actuación de los panaderos donde Gonzáles
Prada pronuncia, el 1º de Mayo de 1905, su discurso sobre los Intelectuales y
el Proletariado…” (22).
Tenemos, pues, que la primera generación de activistas
políticamente definidos de las clases trabajadoras fue de filiación anarquista.
Mérito histórico de esta generación fue la formación de los primeros sindicatos
obreros y la conquista de la jornada de 8 horas.
Mariátegui anotó: “Pero terminado el experimento
‘colónida’, los escritores que en él intervinieron, sobre todo los más jóvenes,
empezaron a interesarse por las nuevas corrientes políticas. Hay que buscar las
raíces de esta conversión en el prestigio de la literatura política de Unamuno,
de Araquistain, de Alomar y de otros escritores de la revista España; en los efectos de la
predicación de Wilson, elocuente y universitaria, propugnando una nueva
libertad; y en la sugestión de la mentalidad de Víctor M. Maúrtua cuya
influencia en el orientamiento socialista de varios de nuestros intelectuales
casi nadie conoce. Esta nueva actitud espiritual fue marcada también por una
revista, más efímera aún que Colónida:
Nuestra Epoca. En Nuestra Epoca, destinada a las
muchedumbres y no al Palais Concert, escribieron Félix del Valle, César Falcón,
César Ugarte, Valdelomar, Percy Gibson, César A. Rodríguez, César Vallejo y yo.
Este era ya, hasta estructuralmente, un conglomerado distinto del de Colónida. Figuraban en él un discípulo
de Maúrtua, un futuro catedrático de la Universidad: Ugarte; y un agitador
obrero: del Barzo. En este movimiento, más político que literario, Valdelomar
no era ya un líder. Seguía a escritores más jóvenes y menos conocidos que él.
Actuaba en segunda fila” (23).
En el mismo texto precisó: “En Lima, algunos escritores
que del estetismo d’annunziano importado por Valdelomar habíamos evolucionado
al criticismo socializante de la revista España,
fundamos hace diez años Nuestra Epoca,
para denunciar, sin reservas, y sin compromisos con ningún grupo y ningún
caudillo, las responsabilidades de la vieja política. En Lima, algunos
estudiantes, portavoces del nuevo espíritu, crearon hace cinco años las
universidades populares e inscribieron en su bandera el nombre de Gonzáles
Prada” (24).
Esta fue la generación que, en el marco de la
república, sucedió al “colonidismo”, y que, no obstante sus limitaciones, significó
una ruptura y un avance en la conciencia del pueblo, pues, contrariamente a los
“colónidos”, sus componentes se orientaron a la política y a las masas
trabajadoras y, así, sucedieron también a la generación anarquista en el marco
de la clase obrera (25). Mérito histórico de esta generación fue haber
contribuido a las luchas por la jornada de las ocho horas y por la reforma
universitaria.
Ciertamente la “nueva generación” europea –la
generación del “nuevo espíritu”– influyó en extensas capas sociales de América
Latina. Mariátegui dejó constancia de esto: “… en este
proceso de la nueva generación nosotros mismos nos sentimos en causa. La onda
espiritual, que recorrió después de la guerra las universidades y los grupos
literarios y artísticos de la América Latina, arranca de la misma crisis que
agitaba a la juventud de 1919, coetánea de André Chamson y Jean Prevost en la
ansiedad de una palingenesia. Dentro de las diversas condiciones de lugar y
hora, la revolución de 1919 no es un fenómeno extraño a nuestro Continente” (26).
En el Perú, la “nueva generación” estuvo representada
por el discurso gonzáles-pradista de sus discípulos, los activistas de la reforma
universitaria, la UPGP y el criticismo socializante (27).
Como veremos enseguida, llegado el momento Mariátegui
deslindó tajantemente con esta generación.
La Primera
Generación del Socialismo Peruano
Es
de conocimiento general que Mariátegui regresó de Europa “con el propósito de
trabajar por la organización de un partido de clase” (28).
En la conferencia La
crisis mundial y el proletariado peruano, expresó su propósito al señalar
la premisa ideológica de la constitución del partido del proletariado peruano:
“Aquí, como en Europa, los proletarios tienen que dividirse… en
colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas” (29).
“Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período
revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis
social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis
evolucionistas” (30).
De este modo dejó en claro que su proyecto no era
constituir un partido del socialismo en general, sino un partido del socialismo marxista en particular.
Pero, consciente de las condiciones concretas
nacionales, inicialmente Mariátegui desarrolló su labor de propaganda en el
marco de la “nueva generación”.
Por eso en la Presentación
de Amauta señaló: “Esta revista,
en el campo intelectual, no representa un grupo. Representa, más bien, un
movimiento, un espíritu. En el Perú se siente desde hace algún tiempo una
corriente, cada día más vigorosa y definida, de renovación. A los fautores de esta renovación se les llama
vanguardistas, socialistas, revolucionarios, etc. La historia no los ha
bautizado definitivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias
formales, algunas diferencias psicológicas. Pero por encima de lo que los
diferencia, todos estos espíritus ponen lo que los aproxima y mancomuna: su
voluntad de crear un Perú nuevo dentro del mundo nuevo. La inteligencia, la
coordinación de los más volitivos de estos elementos, progresan gradualmente.
El movimiento –intelectual y espiritual– adquiere poco a poco organicidad. Con
la aparición de ‘Amauta’ entra en una fase de definición” (31). “[Amauta] es la voz de un
movimiento y una generación”. “‘Amauta’ cribará a los hombres de la vanguardia
–militantes y simpatizantes– hasta separar la paja del grano. Producirá o
precipitará un fenómeno de polarización y concentración”. “‘Amauta’ no es una
tribuna libre, abierta a todos los vientos del espíritu. (…) En el prólogo de
mi libro ‘La Escena Contemporánea’, escribí que soy un hombre con una filiación
y una fe. Lo mismo puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es
contrario a su ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna”. “El
objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas
peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos” (32).
La fase de definición de la que habló el maestro
concluyó en setiembre de 1928. Por eso en el dirimente editorial Aniversario y balance escribió: “El
trabajo de definición ideológica nos parece cumplido. En todo caso, hemos oído ya las opiniones categóricas y solícitas en
expresarse. (…) La primera jornada de ‘Amauta’ ha concluido. En la segunda
jornada, no necesita ya llamarse revista de la ‘nueva generación’, de la
‘vanguardia’, de las ‘izquierdas’. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser
una revista socialista” (33). “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu, ‘nueva
sensibilidad’, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de
estos otros rótulos: ‘vanguardia, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y buenos
en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones
provisionales, por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy
resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos, empiezan a
pasar gruesos contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva
sino en la medida en que sepa ser, en fin, adulta, creadora” (34).
Concluido, pues, el proceso de definición
ideológica, Amauta se afirmó categóricamente
marxista. Prueba al canto: en la tesis Antecedentes
y desarrollo de la acción clasista,
el maestro subrayó puntualmente: “‘Amauta’, en su Nº 17, el de su segundo
aniversario, declara cumplido el proceso de ‘definición ideológica’, afirmándose, categóricamente, marxista”
(35).
Por eso, nadie que lea con rectitud, puede dudar del
significado que tiene la palabra socialismo en la siguiente aserción
mariateguiana: “En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande
palabra: Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia
frente a la idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)”.
De esta manera, pues, Mariátegui afirmó la independencia ideológica y organizativa
del proletariado revolucionario.
Como se ha visto, el maestro definió explícitamente la primera generación del
Socialismo Peruano como una generación “adulta, creadora”.
¿Qué quiso decir con estas palabras? Lo que quiso
decir se infiere del hecho de que, precisamente en el contexto de su deslinde
con la generación del “nuevo espíritu”, escribió que “Lenin, Trotsky, Stalin,
procedían de una generación madura”, y que “la obra concreta” de los comunistas
rusos fue “la creación positiva de la U.R.S.S.” (36).
Adulta-madura, creadora-creación: el
lector perspicaz puede darse perfecta cuenta de qué quiso decir y qué dijo
efectivamente Mariátegui con las primeras palabras de cada una de tales parejas
verbales (37).
La definición de la primera generación del Socialismo
Peruano expresaba, pues, en dos palabras, lo que expresaban la definición de Amauta como categóricamente marxista
(setiembre de 1928) y el establecimiento del marxismo-leninismo como la base de
unidad del PSP (octubre del mismo año).
En conclusión: la primera generación del Socialismo
Peruano fue la generación “adulta, creadora”, categóricamente marxista-leninista, cuya obra central fue la
creación del Partido Socialista del Perú, como materialización de la unidad de
la verdad universal y nuestra realidad concreta alcanzada con el pensamiento de
Mariátegui.
Este es, pues, el concepto mariateguiano que define
la primera generación del Socialismo Peruano (38).
Por consiguiente, todos aquellos que se mantuvieron al
margen de dicha obra central, no pueden ser considerados como miembros de la
primera generación del Socialismo Peruano en el sentido marxista del término,
que es el sentido en que Mariátegui lo utilizó cuando, en la Advertencia a los 7 Ensayos, declaró su enérgica ambición “de concurrir a la creación
del socialismo peruano”, así como cuando, en el dirimente editorial Aniversario y balance, sostuvo que no
quería que “el socialismo sea en América calco y copia”, sino “creación
heroica” (39).
Esto es lo que enseña el análisis concreto de
nuestra realidad concreta.
Las Generaciones Posteriores
del Socialismo Peruano
Ciertamente la definición mariateguiana de la
primera generación del Socialismo Peruano, da la pauta para discernir las
generaciones posteriores.
Muerto el maestro en abril de 1930 y puesto a un
lado su legado teórico y orgánico por la desviación izquierdista encabezada por
Eudocio Ravines, la tarea interna de la militancia fue retomar su Creación
Heroica a fin de restablecer las premisas teóricas y orgánicas de la lucha por
el poder.
Precisamente en torno a la lucha por retomar la
Creación Heroica de Mariátegui, se cribó la segunda generación del Socialismo
Peruano.
No obstante, a pesar de los avances, después de
ochentaitrés años de lucha en el sentido indicado, no se ha consumado la tarea
de retomar la Creación Heroica de Mariátegui. Esto es una apreciación compartida
entre quienes, en el movimiento marxista nacional, no tienen la mala costumbre
de autoengañarse (40).
Retomado,
pues, el concepto mariateguiano de la primera generación del Socialismo Peruano,
cae por su propio peso que la esencia de la cuestión es lo ideológico-político
y que, por lo tanto, los representantes de la aludida generación como de las
posteriores, no pueden ser sino los representantes de la lucha del
marxismo-leninismo contra el oportunismo y el revisionismo y por la toma del
poder.
Así pues, en el Socialismo
Peruano el concepto cultural de generación da cuenta de una generación de onda
larga (41), que, por supuesto, comprende
las generaciones cronológicas que han luchado y luchan por retomar y
desarrollar la Creación Heroica de Mariátegui.
Esto es lo que enseña el análisis
concreto de nuestra realidad concreta.
La
Mistificación de las Generaciones del Socialismo Peruano
Con
su definición de la primera generación del Socialismo Peruano, Mariátegui
subrayó la independencia de la primera generación del socialismo marxista con
respecto a la primera generación del socialismo reformista. Lo subrayó expresamente y, además, basta saber leer
la praxis mariateguiana, para entender que también lo subrayó, como lo hemos
indicado arriba, con el establecimiento del marxismo-leninismo como la base de
unidad del PSP.
Pero ocurre que Miguel Aragón, Ramón García, etcétera, amalgaman
ambas generaciones, y las amalgaman porque no parten de lo ideológico-político
sino de la intención de borrar toda demarcación entre el socialismo marxista y
el socialismo reformista.
De tal forma sus
generaciones resultan siendo generaciones del socialismo en general, y no concretamente del socialismo marxista.
Por otro lado, es un hecho que García ha levantado el
concepto de generación para silenciar el concepto de lucha entre dos líneas (42).
De esta forma escamotea la esencia del proceso interno
del Socialismo Peruano: la lucha del marxismo-leninismo contra el
oportunismo y el revisionismo.
Así pues, en el examen del
proceso del Socialismo Peruano, García prioriza
el fenómeno sobre la esencia, lo descriptivo sobre lo analítico, lo
cuantitativo sobre lo cualitativo, lo cronológico sobre lo ideológico-político.
El resultado de ello es que 1)
niega el concepto mariateguiano de generación del Socialismo Peruano; 2)
silencia el carácter de clase del PSP; 3) intenta reemplazar el Socialismo
Peruano de Mariátegui por su propio “socialismo peruano”; 5) pretende sentar
una base para un partido del variopinto socialismo en general.
La presencia de Magda Portal,
Ciro Alegría, Luis Valcárcel, Pedro Zulen, Dora Mayer y Castro Pozo en el
listado de la “Primera Generación 1920-1945”, dizque del Socialismo Peruano, preparado
por Aragón y publicitado por García en un libro suyo, es prueba irrefutable de
nuestro aserto (43).
Dicho listado da, pues, la pauta
de lo que pueden ser los listados de las generaciones posteriores, una vez que
Aragón se anime a completarlas.
Tiene razón el marxista italiano Antonio Melis
cuando, en el artículo Clase, generación
y pueblo en el pensamiento de José Carlos Mariátegui, señala: “[El mito de la nueva generación] pertenece
a la obra Defensa del Marxismo,
escrita para refutar el célebre panfleto de Henri de Man Au-delà du marxisme… Se trata de una significativa denuncia de las
coartadas generacionales, que pertenece a un
momento histórico preciso de la polémica marxista, pero que no me parece
excesivo y forzado considerar de discreta actualidad en el momento en que se advierte
la tendencia, a falta de otros méritos, a presentar la partida de nacimiento
como testimonio de fe revolucionaria. Contra todo alarde juvenil, de exaltación
indiscriminada y a menudo instrumental de los nuevos alistamientos, el autor
afirma la prioridad de la opción clasista, que destruye las frágiles unidades
registrales y separa, frente a las elecciones calificadoras, “la paja del
grano”, según el propósito de Amauta” (44).
A la coartada de García y sus repetidores de presentar, en cierto marco, la partida de nacimiento como testimonio de pertenencia al Socialismo Peruano, le oponemos la pertinencia del criterio de clase, que separa la paja del grano, el socialismo reformista del socialismo marxista, el marxismo a secas del marxismo-leninismo, el oportunismo y el revisionismo de la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao.
Notas:
[1] La ideología
alemana, Editorial Grijalbo, México, 1987, p.28.
[2] Ibídem,
p.49.
[3] La Real Academia
de la Lengua Española ofrece una acepción del término generación que contempla los
dos aspectos señalados: “conjunto
de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e
influjos culturales y sociales semejantes, se comportan de manera afín o
comparable en algunos sentidos”.
[4] El término
cultural es empleado aquí en estricta oposición a lo biológico.
[5] La sicología evolutiva supone que a la edad de
veinticinco años los individuos alcanzan su madurez sicológica e intelectual.
[6] El concepto
de lucha de clases tiene un carácter científico. Por lo tanto, el concepto de
lucha entre dos líneas, reflejo de la lucha de clases en el seno del partido
proletario, tiene también un carácter científico. Tanto la lucha de clases como
la lucha entre dos líneas son expresiones específicas de la dialéctica: una en
el plano de la sociedad, otra en el del pensamiento. Por consiguiente, postular
un concepto de generación que expresa la realidad esencial de la lucha entre
dos líneas, es postular un concepto cualitativo.
[7] T.11,
Lima, 1980, p.15.
[8] Ibídem,
p.19.
[9] 7 Ensayos,
Lima, 1994, p.255.
[10] Ibídem,
p.275.
[11]
Ibídem, p.282. Esto fue escrito en
junio de 1926. En febrero de 1925, Mariátegui había hablado de “la generación
‘colónida’” (t.11, p.38). Sin embargo, lo que hay que resaltar en estas líneas es
que, al negar finalmente que el “colonidismo” fuera una generación, su
argumento fue de orden cultural: la heterogeneidad temperamental de sus
integrantes.
[12]
Ibídem, pp.281-282.
[13]
Ibídem, p. 282.
[14]
Ibídem.
[15]
Ibídem, pp.283-284.
[16]
Ibídem, p.283.
[17]
OC, t.11, p.52.
[18]
OC, 7 Ensayos, p.291.
[19]
Ibídem.
[20] T.11,
p.38.
[21]
Ibídem.
[22]
T.13, p.96. Elipsis nuestras.
[23]
7 Ensayos, p.284.
[24]
7 Ensayos, pp.253-254.
[25]
Las lecciones ex cátedra de Víctor
Maúrtua, la revista Nuestra Época, El
Comité de Propaganda y Organización Socialistas, el Partido Socialista Peruano,
la revista El Socialista, el diario La Razón, la UPGP hasta antes del ciclo
de conferencias de Mariátegui, fueron expresiones del variopinto socialismo
reformista. La aserción de Mariátegui en el sentido de que en la revista Nuestra Época “se esboza una tendencia
fuertemente influenciada por España,
la revista de Araquistain”, obliga a puntualizar que esta revista estuvo ligada
al Partido Socialista Español, afiliado a la Segunda Internacional.
[26]
Defensa del
marxismo, p.112. En este mismo libro, Mariátegui
señaló sobre la “nueva generación”: “Un sentimiento mesiánico,
romántico, más o menos difundido en la juventud intelectual de post-guerra, que
la inclina a una idea excesiva, a veces delirante, de su misión histórica,
influye en la tendencia de esta juventud a encontrar al marxismo más o menos
retrasado, respecto de las adquisiciones y exigencias de la ‘nueva
sensibilidad’. En política, como en literatura, hay muy poca sustancia bajo
esta palabra. Pero esto no obsta para que la ‘nueva sensibilidad’ que en el
orden social e ideológico prefiere llamarse ‘nuevo espíritu’, se llegue a hacer
un verdadero mito, cuya justa evaluación, cuyo estricto análisis es tiempo de
emprender, sin oportunistas miramientos” (ibídem,
p.111). Y agregó más adelante: “El mito de la nueva generación de la revolución
del 19, ha perdido mucho de su fuerza. Sin duda, la guerra señaló una ruptura,
una separación. La derrota del proletariado, en no pequeña parte, se debe al espíritu
adiposamente parlamentario, positivista, demoburgués de sus cuadros, compuestos
en el 90 por ciento por gente formada en el clima prebélico. En la juventud
socialista se reclutaron los primeros equipos de la Tercera Internacional. Los
viejos líderes, los Ebert y los Kautsky en Alemania, los Turati y los
Modigliani en Italia, los Bauer y los Renner en Austria., sabotearon la
Revolución. Pero Lenin, Trotsky, Stalin, procedían de una generación madura,
templada en una larga lucha. Y hasta ahora la ‘abstracción triunfante de la
revolución del 19’ cuenta muy poco en la historia, al lado de la obra concreta,
de la creación positiva de la U.R.S.S.” (ibídem,
pp.115-116).
[27] Como señaló el propio Mariátegui, la nueva actitud espiritual fue marcada
también por la revista Nuestra Época.
Esto significa que en la generación del “nuevo espíritu” se daba la presencia
de una tendencia socialista, en el sentido general del término.
[28] T.13, p.100.
[29]
T.8, pp.21-22. Elipsis nuestra.
[30]
Ibídem, p.22.
[31]
T.13, p.238.
[32]
Ibídem, pp.237, 238 y 239. Elipsis nuestra.
[33]
T.13, p.247. Elipsis nuestra.
[34] Ibídem.
[35] Ibídem,
p.104. Negritas nuestras.
[36] Defensa
del marxismo, pp.115-116.
[37] Seguramente teniendo en cuenta su experiencia
personal de haberse asimilado al marxismo-leninismo rompiendo así con su
inicial socialismo a lo Araquistain, el maestro escribió que la “nueva
generación” solo podía ser realmente nueva si hacía el mismo camino.
[38] Hablando de la generación de Riva Agüero,
Mariátegui señaló que “En ninguna generación se presentan esta uniformidad,
esta unanimidad” (7 Ensayos, p.293).
Esta observación es particularmente válida para las generaciones del Socialismo
Peruano, las cuales, como se sabe, han tenido sus fisuras y sus escisiones. Pero
esta realidad demuestra únicamente que la homogeneidad nunca es un absoluto, y que
lo es menos todavía en un partido donde se lleva una lucha ideológica activa.
[39] Por lo demás, es expresivo el hecho de que
ninguno de los socialistas reformistas que venían de las experiencias de Nuestra Época, el Comité de Propaganda y
Organización Socialistas, La Razón,
etcétera, fuera convocado por el grupo de Mariátegui a las labores fundacionales
del PSP. La razón fue simple: no eran adherentes del marxismo-leninismo y
estaban comprometidos con otras corrientes o proyectos políticos.
[40] La periodización de la historia del partido en:
1) lucha por la Constitución; 2) lucha por el establecimiento de la Base de
Unidad; 3) lucha por la Reconstitución, no es correcta. La Constitución
significó una lucha en cuatro planos: ideológico, teórico, político y
organizativo. En consecuencia separar la lucha por el establecimiento de la
Base de Unidad de la lucha por la Reconstitución, encierra la idea de que la
primera lucha comprendió lo ideológico-teórico-político, mientras la segunda se
limita a lo organizativo. Exactamente como la lucha por la Constitución, la
lucha por la Reconstitución comprende también una lucha en los cuatro planos
señalados. Por eso puede decirse que el concepto de Reconstitución vino muy
tarde como acuerdo orgánico, pues como acción concreta tuvo su punto de
arranque en el momento en que los militantes marxista-leninistas iniciaron la
lucha por retomar la Creación Heroica de Mariátegui después de que Ravines
consumara la “desamautización” del Partido.
[41] Así como al sostener Mariátegui que "El mestizaje necesita ser analizado, no
como cuestión étnica, sino como cuestión sociológica", y que, como
cuestión sociológica, "El color de la piel se borra como contraste; pero
las costumbres, los sentimientos, los mitos, –los elementos espirituales y
formales de esos fenómenos que se designan con los términos de sociedad o de
cultura- reivindican sus derechos” (7 Ensayos, p.343), así también nosotros, al sostener el concepto de
generación cultural, estamos planteando que la generaciones en el Socialismo
Peruano deben ser analizadas no como cuestión biológica, sino como cuestión ideológico-política.
Así pues, del mismo modo como en Mariátegui el concepto de mestizaje se
autonomiza de lo puramente racial, en nosotros el concepto de generación se
autonomiza de lo puramente biológico. De esta forma hacemos que la esencia del
Socialismo Peruano reivindique sus derechos.
[42] Prueba nuestro aserto el hecho de que desde
hace más de dos décadas ha desaparecido de su literatura el concepto de lucha
entre dos líneas. Lo prueba también su intención de tomar el centenario de la
revista Nuestra Época como el
centenario del Socialismo Peruano, siendo que el centenario de dicha revista es
una cosa y otra cosa es el centenario del Socialismo Peruano, es decir, del
Marxismo-Leninismo Peruano.
[43] Adónde va
el Perú, Editorial Perú Integral, Lima, 2001, p.61. Un análisis detallado
de la impertinencia oportunista de considerar a Magda Portal como representante
de la primera generación del Socialismo Peruano se encuentra en el libro inédito
El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, así
como un análisis igualmente detallado de los otros casos se encuentra en el
libro La creación heroica de Mariátegui y
el socialismo peruano. Planteamiento
de la cuestión, también inédito. Por lo demás, cabe
subrayar en estas líneas que el concepto de generación que maneja el grupo
revisionista es una verdadera camisa de fuerza: primera
generación de 1920 a 1945; segunda generación de 1945 a 1970; tercera
generación de 1970 a 1995; cuarta generación de 1995 a 2020. Es decir, es un concepto meramente cronológico, que,
utilizado como es utilizado, le sirve a dicho grupo para escamotear la esencia ideológico-política
del proceso interno del Socialismo Peruano.
[44] Leyendo
Mariátegui 1967-1998, Empresa Editora Amauta, Lima, 1999, p.280.
10.03.13.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
A
Propósito de Algunas “Observaciones”
Eduardo
Ibarra
I
En carta a César Risso, y no a Creación Heroica, Miguel Aragón ha hecho algunas
“observaciones” a la publicación en estas páginas, en oportunidad del 85
Aniversario de la fundación del Partido Socialista del Perú, de tres documentos
de este Partido.
De estas observaciones nos enteramos
el sábado 9 del presente, al recibirlas de César Risso.
Como se sabe, la publicación de los
aludidos documentos fue precedida de unas notas en las que, entre otras cosas,
señalamos: “Tanto los Acuerdos de la
Reunión de La Herradura como los Acuerdos
de la Reunión de Barranco han
sido tomados del libro de Martínez de la Torre Apuntes Para Una Interpretación Marxista de Historia Social del Perú, tomo 2, pp.397-398. El documento Principios Programáticos del Partido
Socialista, ha sido tomado del tomo 13 de las Obras Completas de Mariátegui, pp.159-164.”
Los editores de las Obras Completas de Mariátegui señalan a
propósito de los Principios Programáticos…:
“Se reproduce de Apuntes para una
interpretación marxista de historia
social del Perú, de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs.398 a 404,
Empresa Editora Peruana S.A., Lima, 1948” (Ideología
y política, p.159, nota al pie de página).
Esta afirmación explica por qué los Principios programáticos… aparecieron en
Creación Heroica sin los dos párrafos y las tres consignas con que aparecen en
el libro de Martínez de la Torre.
Esta ausencia resultó, pues, de no
haber cotejado la versión de Ideología y
política con la de los Apuntes…
En el cotejo –se entiende que
posterior a la publicación de los documentos–, hemos observado que los dos
párrafos aludidos rompen un poco la unidad estilística del texto, y que probablemente
por esto los editores de las OC
consideraron que no se debían a la pluma de Mariátegui.
Esto no es una conclusión sino
apenas una observación-hipótesis, y, por lo tanto, no modifica la situación.
La situación es que tales párrafos
están en la versión de los Apuntes…, y,
mientras no se demuestre la observación-hipótesis señalada, es coherente
ajustarse a la tal versión.
Por lo tanto, rectificaremos el
error (1).
En el cotejo, hemos constatado asimismo
que, mientras en Apuntes… el título del documento es el de Programa del Partido, en Ideología y política es el de Principios programáticos
del Partido Socialista, y, además,
que, mientras en la versión de Ideología…
aparece el subtítulo Reivindicaciones
inmediatas, en la de los Apuntes…
simplemente no aparece.
Asumo, pues, como se ve,
públicamente y en primera persona, la responsabilidad del error por un elemental
sentido de consecuencia con la ética marxista.
II
Por otro lado, Aragón señala que “los editores del Blog Creación Heroica
(BCH) han cometido un error de ligereza, al incluir dentro de los
textos del PSP los "Acuerdos de la Reunión de la
Herradura". Y digo "error de ligereza", porque la
difusión de ese documento ha debido ir acompañada, por lo menos, de un
mínimo comentario explicativo, salvo que los editores de BCH, con su silencio,
que los hace cómplices, estén demostrando su total aceptación de la
validez histórica del mencionado texto”.
Dejando
aparte por ahora la gratuita acusación que aparece en la afirmación, la misma no
pasa de ser una conjetura. Como se ha
visto, Aragón pone en tela de juicio lo que ambiguamente llama “la validez histórica”
de los acuerdos tomados en la Reunión de la Herradura (2).
Pero
ocurre que, en 1948, es decir en el año en que Martínez publicó sus Apuntes…, vivían aún, según tenemos
entendido, los restantes participantes de dicha Reunión: Julio Portocarrero,
Avelino Navarro, César Hinojosa, Fernando Borja y Bernardo Regman. Así pues, si
Martínez hubiera desnaturalizado, tergiversado, torcido los acuerdos de la Reunión,
cualquiera de los nombrados hubiera podido desmentirlo, cosa que no ocurrió ni
entonces ni después.
El
argumento que presenta Aragón para dar piso a su conjetura es una falacia: el
hecho de que Mariátegui no escribiera después nada acerca de la Reunión de la
Herradura –Reunión preparatoria de la Reunión fundacional de Barranco– no
prueba que los Acuerdos de la primera de estas reuniones no sean ciertos.
Tampoco escribió Mariátegui nada sobre la Conferencia Comunista de Buenos Aires
de 1929, y este silencio no prueba que los
Acuerdos y Conclusiones de este evento no sean igualmente ciertos.
Como se
ve, en su propósito de cuestionar el proyecto de Ramón García de un partido de
“dos niveles”, Aragón pone en tela de juicio los Acuerdos de la Reunión de la Herradura,
y, de manera especial, aquel que menciona la “célula secreta de los siete”.
Mas,
para demostrar la improcedencia del proyecto de García, no hace falta poner en
duda los acuerdos de dicha Reunión. Para ello basta demostrar –como
precisamente lo hemos hecho nosotros en varios artículos– que el pretendido
partido de “dos niveles” es un reciclaje de la concepción de partido levantada
por Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de Buenos
Aires, concepción absolutamente contraria a la de Mariátegui,
quien, precisamente en el Programa del
partido (Principios programáticos…),
señaló que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del
imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta
como su método de lucha” (Ideología y
política, p.160).
Así
pues, Mariátegui no sostuvo que la “célula secreta de los siete” adoptaba el marxismo-leninismo,
sino que el Partido –de arriba abajo y de lado a lado– adoptaba este método
revolucionario.
Tan es
así, que Martínez anotó: “A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento y
la acción de los grupos iniciales del Partido Socialista, Mariátegui elaboró
los siguientes puntos programáticos que fueron remitidos a las células del país
y del extranjero” (Apuntes…, t.II,
p.398).
“A fin
de unificar doctrinariamente…”, es decir, desde un principio el
marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP.
Esto
significa, pues, que Mariátegui definió y construyó el PSP como un partido de
clase.
Quienes plantearon
el marxismo-leninismo como la base de unidad de un nivel secreto en el Partido
fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce. En la Conferencia de Buenos Aires el
primero sostuvo: “El partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual
es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista” (Martínez, Apuntes…, t.II, p.422.).
Esta
concepción del PSP es lo que sostiene Ramón García desde 1967 hasta la fecha
(ver La organización del proletariado, p.197, nota al pie de
página, y La creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80
Aniversario, p.22) (3).
Pero
el fondo de la cuestión es el carácter del Partido: si el marxismo-leninismo es
la base de su unidad, entonces es de clase. Pero si tiene dos niveles y uno de
ellos, el público, el masivo, no tiene el marxismo-leninismo como base de su unidad,
como ocurre en el proyecto de García, entonces no es de clase (4).
De esta esencia del problema Aragón no
dice absolutamente nada, pues, como es de conocimiento general, seguidistamente
comparte la idea de García de un partido-amalgama, es decir, de un partido del
socialismo en general y no del
socialismo marxista-leninista en particular.
Así
pues, su divergencia con García en punto al partido de “dos niveles” aparece como
una divergencia puramente organizativa. Por eso no llama la atención que solo
vea el aspecto orgánico de la cuestión: el “Sistema organizativo caudillista y ‘argollero’, antidemocrático y
antisocialista”. Por lo tanto, si García le restara a su proyecto
aquello de los “dos niveles”, Aragón podría sumarse al mismo tranquilamente.
Por otro lado, la constitución de
una “célula secreta de los siete”, que
debía copar el Comité Ejecutivo del
Partido, tiene su prueba en el hecho de que, precisamente en la Reunión de Barranco, los integrantes de dicha célula
coparon el “Grupo Organizador del Partido”.
Otro acuerdo de la
Reunión de la Herradura fue “Convocar a una nueva reunión en la cual se incorporará
a otros elementos”, y, precisamente, la Reunión
de Barranco incorporó a Luciano Castillo y a Chávez León.
Otro acuerdo fue “Ayudar a la
célula de oposición sindical que Julio Portocarrero había organizado para
realizar las tareas y directivas fijadas en el V Congreso de la I.S.R”, y, precisamente, la Reunión de Barranco constituyó
la Secretaría Sindical y eligió al mencionado camarada como responsable de la
misma.
Otro acuerdo fue darle al partido
el nombre de Partido Socialista del Perú, y,
precisamente, la Reunión de Barranco aprobó este nombre.
En fin, la Reunión
de la Herradura fue una preparación de la Reunión de Barranco en tres aspectos:
en lo ideológico, con la adhesión a
la Tercera Internacional, lo que se expresó luego en la adopción del
marxismo-leninismo (ver Programa del
Partido); en lo orgánico, con el copamiento por la
“célula secreta de los siete” del Grupo Organizador del Partido; en el trabajo masivo, con la
constitución de la Secretaría Sindical.
Este es el cordón umbilical entre la
Reunión de la Herradura y la Reunión de Barranco, entre la preparación de la
fundación del Partido y la fundación misma.
¿Podría alguien, en su sano juicio,
ver en este cordón umbilical algo extraño a la ideas de Mariátegui? ¿Los
Acuerdos de la Reunión de la Herradura fueron una maquinación de Martínez de la
Torre y, por lo tanto, Mariátegui fue ajeno a la elección del nombre del
Partido, a su afiliación a la Tercera Internacional, a la constitución de la
Secretaría Sindical, a la constitución de la “célula secreta de los siete”, a
la incorporación de otros elementos?
Es de conocimiento general que Mariátegui
participó de la Reunión Fundacional de Barranco. Pues bien, el primer Acuerdo
de esta Reunión concretizó el tercer Acuerdo de la Reunión de la Herradura. Como
también es de conocimiento general, la Reunión de Barranco aprobó la Moción
presentada por Mariátegui. Pues bien, los numerales 1, 2 y 4 de esta Moción
responden en su espíritu al numeral 2 de la Reunión de la Herradura, así como
el numeral 3 responde en su espíritu al numeral 1 de esta Reunión.
Esta es la resonancia que tuvieron los Acuerdos de la
Reunión de la Herradura en los Acuerdos de la Reunión de Barranco.
Así pues, poner en duda los
Acuerdos de la Reunión de la Herradura (sea considerándolos apócrifos, sea
negando su valor histórico), es cuestionar los Acuerdos de la Reunión de
Barranco.
Por otro lado, es
oportuno señalar que la “célula secreta de los siete” no fue concebida como una
instancia orgánica permanente, sino solo
como un recurso temporal a fin de garantizar una dirección estable y solvente
del proceso de constitución del PSP (5).
Por eso Martínez señala que para la Reunión de la
Herradura “Fueron escogidos con detenida escrupulosidad los compañeros de más
solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde el primer
momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar” (Apuntes…, t.II, p.397).
Por eso uno de los acuerdos de la Reunión de la Herradura
reza así: “Constituir la célula inicial del Partido, afiliado a la III
Internacional, y cuyo nombre será el de Partido Socialista del Perú, bajo
dirección de elementos conscientemente marxistas” (ibídem).
Quienes después pretendieron que dicha célula tenía un
carácter permanente, dando lugar así a la concepción de un partido de “dos
niveles”, fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce en la Conferencia Comunista de
Buenos Aires (6). Esta pretensión fue asumida luego por Jorge del Prado y, como
ya quedó claro, desde 1967 por Ramón García.
Como se ha podido ver, la afirmación de Aragón acerca
de los Acuerdos de la Reunión de la Herradura no pasa de ser una conjetura.
En consecuencia, no hemos cometido ningún “error de
ligereza” respecto a los mismos. Por el contrario, es precisamente Aragón quien
ha cometido la ligereza de acusarnos de complicidad sobre la base de una simple
presunción.
III
El proyecto de Ramón García
de un partido de “dos niveles” merece una puntualización. Este proyecto no es un
invento de los críticos de García sino una realidad en marcha. El propio
Aragón, cometiendo infidencia, hizo pública la fundación del nivel secreto del
partido de García, incluso mencionando los nombres de quienes forman dicho
nivel.
Así
pues, fundado ya el nivel secreto y en plena actividad desde hace casi cinco
años, lo que le resta a García es fundar el nivel público de su partido. Para
esto, como se sabe, ha promovido y promueve seminarios y eventos donde poder pescar
algunos incautos. Con el señuelo de su “socialismo peruano” (negación del
Socialismo Peruano de Mariátegui) y el señuelo de constituir “un partido de
clase” (su proyecto es de un partido no
de clase, como está demostrado), ha pretendido y pretende sorprender a las
diversas tendencias y organizaciones de izquierda (7).
Por lo
tanto, no se necesita ser un genio para darse cuenta de que el nivel secreto, en
plena actividad, es la Dirección del partido de García, y, desde luego, no
puede haber nada más antidemocrático y antimarxista que la pretensión de
amalgamar las diversas tendencias y organizaciones en un partido de masas bajo
la dirección de unos elementos embozados en una instancia ajena y contraria a la
potestad eleccionaria de los militantes.
El proyecto
de un partido de masas de García se presenta, pues, como un partido donde las
masas que se incorporarían a su estructura pública estarían dirigidas por unos
cuantos encapuchados.
En
consecuencia, cualquier marxista puede discernir perfectamente que dicho
partido no solo que no sería un partido de clase, sino tampoco un partido de masas en la
acepción marxista del término (8).
Aragón
ha dicho que “los editores de BCH deberián (sic) fijar una posición
definida sobre el ‘partido de dos niveles’".
Parece,
pues, que el mencionado se empeñara en silenciar algo que no puede silenciar
por más que haga: precisamente hemos sido nosotros los que hemos demostrado que
el partido de “dos niveles” no responde en absoluto a la concepción de partido
de Mariátegui. Mencionemos algunos artículos que prueban esta verdad: El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui; Un artículo revelador; Primera vez tragedia, segunda vez
farsa; De cómo Ramón García tergiversa a Mariátegui; Ramón García o la
manipulación III; El concepto mariateguiano de partido de masas y de ideas;
Acerca del cuarto seminario del revisionismo peruano; Algo más que una
respuesta a Miguel Aragón.
Pues
bien, en años, Ramón García ni ninguno de sus repetidores ha sido capaz de
contestar nuestra crítica con argumentos, y no reiterando meras afirmaciones.
Ahora, pues, que, desde el seno mismo de su tendencia, Aragón plantea también
una crítica a dicho proyecto –aunque limitándose al incierto argumento de que
los Acuerdos de la Reunión de la Herradura son “dudosos”–, tal vez García y sus
repetidores sigan sumidos en el silencio, porque, ¿cómo podría defenderse el
indefendible proyecto de un partido de “dos niveles” sin que los defensores se
hundan más profundamente aún en el revisionismo en cuestiones de organización?
IV
Aragón es una de las personas
que más machaconamente habla de un “estilo de debate” virtuoso, pero solo para
negarlo ¡incluso en los propios textos donde alardea sobre el mismo!
Así por
ejemplo, en
la carta a César Risso que comentamos, nos acusa de un “silencio, que [nos]
hace cómplices”, porque, según dice, aceptamos “la validez histórica” de los
Acuerdos de la Reunión de la Herradura.
Pero hay que preguntarle al gratuito
acusador: ¿cómplices de qué, si lo que él afirma de dichos acuerdos es apenas
una suposición? ¿Cómo es posible que se atreva a hacer una semejante acusación
sobre la base de una simple suposición? ¿Qué móvil lo ha conducido a proceder
tan alegremente? Aragón, pues, como se ve, acusa,
a izquierda, sin ninguna base real, en otra expresión de su “estilo de debate” sin “acusaciones a diestra y siniestra”.
Por otro lado, llamamos la atención
sobre el hecho de que nuestro
gratuito acusador conoce perfectamente los artículos mencionados arriba, y su
intención de silenciarlos y presentarnos así como que no tenemos una posición
definida frente al proyecto de un partido de “dos niveles”, es otra perla de su
“estilo de debate”.
De
pasada, tenemos que señalar que Aragón no ha escrito nada sustancial sobre el
proyecto de un partido de “dos niveles”, limitándose a este respecto a echar
sombras sobre los Acuerdos de la Reunión de la Herradura, a revelar la
fundación del nivel secreto del partido de García y los nombres de los
elementos que lo conforman y, por último, a calificar de “delincuente” a uno de
tales elementos. ¡Oh virtuoso “estilo de debate” el de Aragón!
Pero el “estilo de debate” de Aragón
es nada más que un caso en el marco de la membresía de su tendencia: allí, desde
Ramón García hasta Domingo Suarez, todos llegan a enronquecerse proclamando
virtuosismo mientras se desbordan en imputaciones, insultos, falacias,
mentiras, calumnias, maniobras, etc. En su carta a César Risso, el propio
Aragón se ha encargado de probar una vez más esta moralina, esta doblez, esta
trampa (7).
Y había
que señalar el hecho, pues semejante esquizofrenia se ha extendido fuera de su
tendencia, haciendo víctimas incluso entre algunos de los activistas de mi
tendencia, donde ha cobrado ribetes especiales que analizaremos en otro lugar.
Pero ese
engañoso “estilo de debate” –que incluye
lagotería como diversivo y como pantalla–
solo puede confundir a quienes no tienen capacidad de análisis y que, por esto,
no pueden orientarse en la maraña que tiende dicho estilo. Para decirlo en
otras palabras, a quienes no son capaces de encontrar la verdad en los hechos, entre
los cuales están las propias ideas, pues estas también son hechos sociales.
Hace
tiempo hemos reivindicado el derecho del
proletariado a llamar a las cosas por sus nombres y a combatir el oportunismo
sin cobardes miramientos. Ahora ratificamos esta reivindicación.
V
Queremos terminar señalando que
no es cierto que el frente unido del pueblo peruano sea la “tarea
prioritaria del presente”.
La palabra prioritario da cuenta de
la precedencia de algo con respecto de
otra cosa que depende o procede de ello. Por lo tanto, con su afirmación, Aragón
pretende que el frente es o debe ser anterior al partido y que el partido
depende o procede del frente.
Pero esto no es cierto. En el
presente período, la tarea prioritaria
del proletariado y el pueblo peruanos es llevar hasta el fin la Reconstitución
del Partido de Mariátegui. Ningún marxista puede tener la menor duda acerca de
esto.
Por eso, plantear la prioridad del
frente con respecto del partido, expresa una concepción frentista, concepción
que, en mi tendencia, ha cobrado la forma grotesca de que “el frente dirige al
partido”. Esto, sin ninguna duda, es una desviación de derecha, que
analizaremos también en otro lugar.
La construcción orgánica del Frente
Unido del Pueblo Peruano es una tarea de primera importancia. Acerca de esto no
cabe la menor duda. Pero, como es indiscutible, la construcción del Frente es tarea del Partido.
Notas:
[1] Mientras
en mi caso el error ha tenido por causa un exceso de confianza en los editores
de las OC de Mariátegui, en estos el
error es de otra índole. Aun así, hay que otorgarles la posibilidad de que
expliquen su omisión y a qué se debió el cambio del título del documento
programático redactado por José Carlos Mariátegui.
[2] Decimos “ambiguamente”, porque en el contexto de la carta, la frase de Aragón puede entenderse de
distintas maneras: como que se refiere a los acuerdos como tales acuerdos, o,
en su defecto, como que los mismos no tienen ningún valor histórico. En el
primer caso, lo que querría decir Aragón es que los Acuerdos de la Reunión de
la Herradura son apócrifos; en el
segundo, que tales Acuerdos no tienen ninguna
trascendencia para el proletariado
peruano. En este caso, la frase de Aragón significaría que la afiliación de
“la célula inicial del Partido” “a la III Internacional”, la elección del
nombre de Partido Socialista del Perú, el apoyo a la célula de oposición
sindical organizada por Julio Portocarrero, el propósito de copar la Dirección
del Partido con los elementos de su “célula inicial” y la intención de
incorporar a otros elementos a las filas partidarias, fueron acuerdos ciertos pero
sin ningún valor (sin ninguna “validez histórica”).
[3] Con una diferencia: mientras en 1967 García
sostenía dos estructuras en el Partido, pero
sin postular ninguna diferencia
doctrinal entre ambas, ahora también sostiene dos estructuras, pero pretendiendo una diferencia doctrinal entre las mismas: el nivel
secreto, restringido, es homogéneo, y el nivel público, masivo, debe ser
heterogéneo. De este modo ha pasado de
una fórmula puramente orgánica a una
fórmula marcadamente doctrinal, subastando así la independencia ideológica y
organizativa del proletariado, es decir, liquidando al Partido como partido de
clase. Así pues, de su liquidacionismo de izquierda de los años 1970,
García ha pasado a su actual liquidacionismo de derecha. Esto es, como lo hemos
señalado ya en otros lugares, revisionismo
en cuestiones de organización.
[4] En el proyecto de García no es el
marxismo-leninismo sino el marxismo a secas la base de unidad del nivel secreto,
y el nivel público no tendría ninguna base de unidad doctrinal, es decir, sería
doctrinalmente variopinto. Por eso este proyecto es de un partido de masas no de clase, contrario por principio al
PSP que, conforme al planteamiento de Mariátegui, hubiera tenido que ser un partido de masas con carácter de clase,
o, para decirlo de otro modo, un partido
de clase bajo la forma de partido de masas.
[5] Es decir la “célula secreta de los siete” fue una
fórmula puramente orgánica, cuya utilidad muy probablemente debió cesar en
marzo de 1930 cuando debió producirse la fundación pública del Partido. A este
respecto puede verse Mariátegui y el Partido
Socialista del Perú (borrador).
[6] Pero en estos delegados el recurso temporal de la
“célula secreta de los siete” no solo apareció como permanente, sino también como un nivel orgánico
doctrinalmente diferenciado del resto de la militancia partidaria. Como se ha visto, esto es lo que sigue Ramón García.
[7] Estos dos señuelos fueron lanzados en el cuarto
seminario llevado adelante por el grupo revisionista con el demagógico nombre
de “cuarto seminario del socialismo peruano”.
[8] Precisamente con su
pretensión de ser un partido de masas, el proyecto de un partido de “dos
niveles” de Ramón García es la más flagrante tergiversación del concepto
mariateguiano de partido de masas y de ideas.
[9] Es oportuno señalar que, otra característica del
“estilo de debate” de Aragón es que tiene dos varas: una para medir a sus
adversarios políticos –entre ellos el suscrito, a quien ha insultado y
calumniado en más de una oportunidad– y otra para medir a sus amigos. Por eso,
cuando Gustavo Pérez cometió la más grosera y oportunista tergiversación del numeral
3 de los Acuerdos de la Reunión de Barranco, Aragón no dijo absolutamente nada.
En general, la trampa de los miembros del grupo revisionista consiste en que,
cuanto más se desbordan en insultos y métodos criollos, más proclaman un estilo
de debate virtuoso, es decir, mientras más se desvían del estilo de Mariátegui,
más utilizan el diversivo y la pantalla de un estilo de debate virtuoso que no
siguen en absoluto. En el Socialismo Peruano es necesario centralizar las ideas
correctas vengan de donde vengan (así vengan de un negador de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y del PSP
como es Aragón), así como también desechar las ideas incorrectas, igualmente
vengan de donde vengan (de un familiar, amigo, compadre, o del “más grande
marxista-leninista-maoísta viviente” o de “Yo el Supremo”).
10. 11.13.
El Programa del Partido
José Carlos Mariátegui
El programa debe ser una declaración doctrinal
que afirme:
1º—El
carácter internacional de la economía contemporánea, que
no consiente a ningún país evadirse a las corrientes de
transformación surgida de las actuales condiciones de producción.
2º—El
carácter internacional del movimiento revolucionario del
proletariado. El Partido Socialista adapta su praxis a las
circunstancias concretas del país; pero
obedece a una amplia visión de
clase y las mismas circunstancias
nacionales están subordinadas al ritmo de la
historia mundial. La
revolución de la independencia hace más de
un siglo fue un movimiento solidario de iodos
los pueblos subyugados por España; la revolución
socialista es un movimiento mancomunado de todos los
pueblos oprimidos por el capitalismo.
Si la revolución liberal, nacionalista por
sus principios, no pudo ser actuada sin una estrecha unión
entre los países sudamericanos, fácil
es comprender la ley histórica
que, en una época de más acentuada
interdependencia y vinculación de las naciones,
impone que la revolución
social, internacionalista en sus principios,
se opere con una coordinación mucho más disciplinada e intensa de los partidos proletarios. El manifiesto de Marx y
Engels condensó el primer principio de
la revolución proletaria en la frase histórica:
"¡Proletarios de todos
los
países, uníos!".
3º—El agudizamiento de las contradicciones de la economía
capitalista. El capitalismo se desarrolla en un pueblo
semi-feudal como el nuestro, en instantes en que, llegado a la etapa de
los monopolios y del imperialismo, toda la ideología liberal,
correspondiente a la etapa de la
libre concurrencia, ha cesado de ser válida. El imperialismo no
consiente a ninguno de
estos pueblos semi-coloníales, que explota como mercado
de su capital y sus mercaderías y como depósito de
materias primas, un programa económico de nacionalización e industrialismo. Los
obliga a la especialización, a la monocultura.
(Petróleo, cobre, azúcar, algodón, en el Perú). Crisis que se derivan de esta rígida determinación de la
producción nacional por factores del mercado
mundial capitalista.
4°—El
capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el
capitalismo de los monopolios, del capital financiero,
de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y
de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo
marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del
Perú, lo adopta como su método de lucha.
5º-
La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por
la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales
e internacionales que han determinado el lento avance del
país en la vía capitalista, no puede liberarse bajo
el régimen burgués, enfeudado a los intereses imperialistas,
coludido con la feudalidad
gamonalista y clerical, de las taras y rezagos
de la feudalidad colonial.
El destino colonial del país reanuda su
proceso. La emancipación de la economía del
país es posible únicamente por la
acción de las masas proletarias, solidarias con la lucha antiimperialista
mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después
las tareas de la revolución
democrático-burguesa-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar
y cumplir.
6º-El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes
empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en parte
la explotación de la tierra
por los pequeños agricultores ahí donde el yanaconazgo o la
pequeña propiedad recomiendan dejar a
la gestión individual, en
tanto que se avanza en la
gestión colectiva de la agricultura,
las zonas donde ese género
de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que
se preste al libre resurgimiento del pueblo
indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y
espíritu nativos, no significa en lo absoluto
una romántica y anti-histórica tendencia
de reconstrucción o resurrección del socialismo
incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y
del cual sólo quedan,
como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica,
los hábitos de cooperación y socialismo de
los campesinos indígenas. El
socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalistas;
y no puede importar el menor retroceso en
la adquisición de las conquistas de la civilización
moderna, sino por el contrario la máxima y metódica
aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida
nacional.
7°—Sólo el socialismo puede resolver el problema de una educación efectivamente democrática e
igualitaria, en virtud de la cual cada miembro de la sociedad reciba toda la instrucción a que su capacidad le de derecho. El
régimen educacional socialista es el único que puede aplicar plena v sistemáticamente
los principios de la escuela única, de la
escuela del trabajo, de las comunidades escolares, y en general de todos los ideales
de la pedagogía revolucionaria contemporánea,
incompatible con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las
clases a la inferioridad
cultural y hace de la instrucción
superior el monopolio de la riqueza.
8º- Cumplida su etapa
democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución
proletaria. El partido del
proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y
el desarrollo de su propio
programa, realiza en esta etapa las tareas de
la organización y defensa del orden socialista.
9º- El Partido Socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase.
Anexas
al programa se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión indígena, la
situación económica, la lucha antiimperialista, que después del debate de las
secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca el Comité Central,
quedarán definitivamente formuladas en el Primer Congreso del Partido.
Desde el
manifiesto el Partido dirigirá un llamamiento a todos sus adherentes, a las
masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes reivindicaciones
inmediatas:
Reconocimiento amplio de la libertad de asociación,
reunión y prensa obreras.
Reconocimiento del derecho de huelga para todos
los trabajadores.
Abolición de la
conscripción vial.
Sustitución
de la ley de la vagancia por los artículos que
consideraban específicamente la cuestión de la vagancia en el anteproyecto del Código Penal puesto en vigor por el Estado,
con la sola excepción de esos artículos,
incompatibles con el espíritu y el
criterio penal de la ley especial.
Establecimiento de los Seguros Sociales y
de la
Asistencia Social del Estado.
Cumplimiento de las leyes de accidentes del trabajo, de protección
del trabajo de las mujeres y menores, de la jornada de ocho horas en las
faenas de la agricultura.
Asimilación del paludismo
en los valles de la costa
a la condición de enfermedad profesional, con
las consiguientes responsabilidades de asistencia para el hacendado.
Establecimiento de la jornada de siete horas
en las minas y en los trabajos insalubres, peligrosos y nocivos para la salud de los trabajadores.
Obligación de
las empresas mineras y petroleras
de reconocer a sus trabajadores, de modo
permanente y efectivo, todos los derechos que les
garantizan las leyes del país.
Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las minas, los
transportes marítimos
y terrestres y las islas guaneras, en proporción
con el costo de la vida y con el derecho de los trabajadores
a un tenor de vida más elevado.
Abolición efectiva de todo
trabajo forzado o gratuito; y abolición o punición del régimen semi-esclavista
en la montaña.
Dotación a las
comunidades de tierras de latifundios
para la distribución entre sus miembros
en proporción suficiente a sus necesidades.
Expropiación, sin
indemnización, a favor de las
comunidades, de todos los fundos de
conventos y congregaciones religiosas.
Derecho de los yanaconas, arrendatarios, etc., que trabajen un terreno más de tres años consecutivos, a obtener
la adjudicación definitiva del uso de sus
parcelas, mediante anualidades no superiores al 60 por ciento del canon actual de arrendamiento.
Rebaja, al menos en un 50 por ciento de este canon, para todos los que
continúen en su
condición de aparceros
o arrendatarios,
Adjudicación a
las cooperativas y a
los campesinos pobres de las tierras ganadas al cultivo
por las obras agrícolas de irrigación.
Mantenimiento en todas partes, de los derechos reconocidos a los empleados por la ley respectiva.
Reglamentación
por una comisión partitaria, de los
derechos de jubilación, en forma que no implique el menor menoscabo de
los establecidos en la ley.
Implantación del salario y
sueldo mínimo.
Ratificación de la libertad de
cultos y enseñanza religiosa, al menos en los términos del artículo
constitucional y consiguiente derogatoria del último
decreto contra las escuelas no católicas.
Gratuidad de la enseñanza
en todos sus grados.
Estas son las principales reivindicaciones
por las cuales el Partido Socialista luchará de inmediato.
Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la emancipación material e
intelectual de las masas. Todas ellas tienen que ser activamente
sostenidas por el proletariado y por los elementos
conscientes de la clase media. La libertad del
Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de
la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos, para
crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus
congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto
mismo de fundación pública de esta agrupación. Los grupos estrechamente
ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este
manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una
responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar sus principios y
mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier sacrificio.
Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las
minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos
en la lucha política,
sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir
perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a
través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final
del socialismo.
!Viva la clase obrera y
campesina del Perú!
!Viva el proletariado mundial!
!Viva la revolución social!
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