Los Centros Escolares Obreros de Morococha: 1924-1930
(Tercera Parte)
Víctor Mazzi H.
Funcionamiento y Gestión Administrativa
PARA UNA APRECIACIÓN OBJETIVA DEL FUNCIONAMIENTO de los Centros Escolares Obreros de Morococha se
pueden distinguir dos etapas bien demarcadas: la primera fue desde abril de
1924 hasta febrero de 1929; período con muchas dificultades y carencias, fue
dirigido por el Club de Movilizables N° 1 de Auxilios Mutuos. Esta gestión fue
orientada bajo influencia del mutualismo. Concibieron que la cobertura de la
educación para sus hijos debió circunscribirse a una aportación de pequeñas
sumas de dinero entre los trabajadores involucrados. No percibieron la
importancia de dirigir la formación educativa de sus hijos bajo nuevas experiencias
y orientaciones que la libertad adquirida en la gestión y administración podía
otorgarles.
Al planificar el
desarrollo de las actividades lectivas anuales entre 1924 a 1928, la Comisión
Escolar Obrera aplicó los planes y programas de estudio emitidos oficialmente
por la Dirección General de la Enseñanza. Dicha decisión fue duramente
criticada por Augusto Mateu, uno de sus docentes más destacados, pues siendo
Centro Escolar Obrero:
«...Están al servicio exclusivo de los intereses
del capitalismo y desarrollan programas de estudio que obedecen a los intereses
de dicha clase dominante. En historia, la enseñanza es puramente chauvinista,
porque así le interesa a la burguesía. En religión son intolerantes y
consideran fundamental lo que es asunto personal y no función de la escuela,
son pues escuelas que educan a los niños obreros como si fuesen niños
burgueses. Lejos de preparar hombres aptos para servir a su clase, no hacen
otra cosa que prepararlos para la sociedad burguesa. ”28
Si bien es cierto, este duro diagnóstico pone de
manifiesto un cuestionamiento sobre los fines de la educación de aquella
década, Augusto Mateu ha destacado las condiciones de cómo fue aplicado un
programa de estudios: primero, destaca el carácter chauvinista, refiriéndose
al caso de cómo entendemos un proceso histórico anatópico, carente de identidad
cultural y sobre todo que incide en un nacionalismo que se desdibuja ante la
presencia de fuertes intereses económicos de capitales norteamericanos. Lo más
polémico y destacado es su crítica a la imposición de la enseñanza de la
religión católica, confundida con el criterio de que es la religión oficial del
Estado peruano, por tanto se le impone sin ningún respeto sobre las creencias
de otras religiones, es decir, no permiten ejercer la libertad de elección; las
raíces de la intolerancia religiosa van sembrándose desde la escuela primaria;
la separación entre escuela y religión prescinde del criterio humanista de
libertad de conciencia.
Augusto Mateu
advirtió que la aplicación de los programas y planes de estudios resultaron en
una condición de inautenticidad para quienes se educaron bajo los mismos, pues
reproducían un conjunto de actitudes y respuestas al contexto social no desde
los intereses propios, sino desde la asunción de intereses y valores que no son
los propios.
La
caracterización de estos planes y programas de estudios hacen evidentes los
rasgos de una educación dominadora29, obteniendo como resultado una
relación de asimetría, y no prepara al niño sino para ser parte integrante del
sistema económico, social y cultural ante el cual él aún está por pertenecer.
Se establece, pues, una relación de dominador y dominado. Esto muestra una
segunda condición de transtividad entre dominador y dominado, dentro de la
cual, una empresa transnacional representa la condición dominadora externa, que
se representa en un dominador interno y éste, a su vez, ejerce el dominio sobre
la fuerza de trabajo nativo. La crítica de Augusto Mateu implicaba el hecho de
que aún denominándose Centros Escolares Obreros no parecían diferir de
cualquier otra escuela pública de la época; se uniformizaba a través de la
aplicación de los planes y programas de estudios, los contenidos de estos
planes y programas reproducían culturalmente el fenómeno de la dominación,
generando en el educando una condición de inautenticidad y alienación del
referente cultural.
En 1929, un
núcleo de trabajadores mineros agrupados en « Vanguardia
Minera» logró modificar la orientación educativa en los Centros
Escolares Obreros. Dichos trabajadores mineros de filiación socialista lograron
hegemonía orgánica después de un fructífero trabajo de persuasión,
esclarecimiento y organización alentados por el «Grupo de Lima», dirigidos por
José Carlos Mariátegui y Ricardo Martínez de la Torre. Esta orientación fue
reforzada a través de las páginas de la revista Amauta y
el periódico Labor, acercamiento que fue fortalecido con motivo de la
catástrofe minera ocurrida el 14 de diciembre de 1928.
La segunda
etapa, la más fecunda y breve en estos Centros Escolares Obreros, se inició en
febrero de 1929 hasta el 18 de noviembre de 1930. La Sociedad Pro Cultura
Nacional asumió la gestión administrativa y cambió la orientación pedagógica
de los Centros Escolares Obreros.
La nueva
administración tomó contacto con la Internacional de los Trabajadores en la
Enseñanza (ITE) con la finalidad de adquirir información sobre nuevas experiencias
pedagógicas, contar con bibliografía actualizada y todo tipo de referencias que
pudiera servir en el desarrollo de sus nuevos planes y programas de estudios. Este contacto fue sugerido por
José Carlos Mariátegui, quien sostenía correspondencia con Eudocio Ravines,
deportado en París, quien trabajaba en la sede de la ITE. Las novedosas
experiencias educativas de distintos países de Europa fueron conocidas por los
maestros del Centro Escolar Obrero, considerando aquellas experiencias como
ejemplo que podían recrearse replanteándose los niveles de peculiaridad de
nuestra realidad, pues estaban convencidos que el aporte de su experiencia sólo
podía ser auténtica en la medida que un nuevo tipo de educación sólo debe
corresponder con la peculiar realidad donde se aplica.
Desde 1924, se
convocaba a reunión en el mes de febrero a todos los delegados mineros de
sección; cada sección en asamblea general elegía dos delegados ante la
superintendencia de Cerro de Pasco Copper Corporation. En total sumaban treinta
delegados, contando con la representación de trabajadores de la Sociedad Minera
Puquiococha, que no fue propiedad de Cerro de Pasco Copper Co., sino del
empresario Marciorelli. Entre los asambleístas nombraban a siete delegados
mineros para conformar la Comisión Escolar Obrera, encargándoseles la gestión y
administración de los Centros Escolares Obreros.
Este sistema de
autogestión educativa indicó que la toma de decisiones administrativas se
realizaba de común acuerdo entre los trabajadores mineros. La Comisión Escolar
Obrera proponía a los maestros la adopción de mejores y nuevos planes de
estudios. Esta flexibilidad permitió a los maestros conocer nuevas teorías y
aplicar nuevas experiencias educativas.
La Comisión
Escolar Obrera preveía el cuadro de necesidades para el normal funcionamiento
de los Centros Escolares Obreros, y administraba la totalidad de aportaciones
de los trabajadores mineros. La suma obtenida, en Libras Peruanas, por cada
año, fue el siguiente: 1924; 912 L.p., 1925; 938.4 L.p., 1926; 1258.4 L.p.,
1927; 970.8 L.p., 1928; 822 L.p., 1929; 958.4 L.p. y 1930; 306 L.p.30
Contando
con dicho presupuesto, se planificó el requerimiento de los gastos de
infraestructura y logística para el mantenimiento y adecuación de la Casa Hacienda
Pflücker que la gerencia de la Cerro de Pasco Copper Corporation había otorgado
en concesión a la Comisión Escolar Obrera, la adquisición del material didáctico,
el equipamiento de la biblioteca escolar mediante la compra de libros y
enciclopedias, el contrato de maestros normalistas y autodidactos, considerando
el criterio de su calidad pedagógica y la identificación con los trabajadores
mineros. Una vez terminada la designación del personal docente se elaboraba el
plan de estudios con las materias competentes en educación primaria.
La
administración educativa fue rotativa. Los integrantes directivos fueron designados
por la Comisión Escolar Obrera y ratificados en una asamblea general de
trabajadores. Cuando la Comisión Escolar evaluaba y crecía conveniente renovar
el personal jerárquico, este cambio se realizaba ajustándose al criterio de la
eficiencia de una buena gestión.
Según
información de Gamaniel Blanco31, la Comisión Escolar Obrera fueron
presididas por los siguientes trabajadores mineros:
Cuadro N° 12: Presidentes de la Comisión Escolar Obrera
1924-1930
|
Fuente; Blanco, Gamaniel: Apuntes monográficos de
Morococha, p. 98.
|
Como puede notarse, en seis años de funcionamiento,
la Comisión Escolar tuvo diez Presidentes. Los dos últimos, que concluyeron el
mandato anual, pertenecían a la Sociedad ProCultura Nacional y aquella
institución les brindaba orientación en el desarrollo de la gestión y respaldo
en las decisiones que se tomaban sobre los programas de estudios que se
aplicaban en los centros escolares obreros.
Los Centros
Escolares Obreros dirigidos por la comisión escolar obrera fueron regentados en
la Sección del Centro Escolar Obrero de varones y mujeres por los siguientes
docentes:
Cuadro N° 13: Directores del Centro Escolar Obrero
|
Fuente; Blanco, Gamaniel: Apuntes monográficos de
Morococha, p. 98.
|
Al culminar el año escolar se efectuaba una
asamblea general de trabajadores, para elegir la nueva Comisión Escolar Obrera
y sancionar el balance de la gestión y administración realizada por la saliente
Comisión. Augusto Mateu Cueva -maestro del Centro Escolar Obrero- nos informa
cómo se desarrollaba dicha asamblea:
«A un lado estaban sentados los miembros de la
comisión cesante y al otro la nueva comisión presidida por el presidente de la
primera. Este se puso de pie. Agradeció a los obreros reunidos y a la Sociedad
ProCultura Nacional enseguida leyó su memoria en la que se sintetiza la marcha
de los planteles obreros durante el año de su vigilancia. Terminó haciendo
entrega de los documentos administrativos y del inventario de los enseres y
útiles de ambos centros a la comisión que esa misma noche tomaba posesión del
cargo.»32
La gestión administrativa y pedagógica era aprobada
o desaprobada por la masa obrera en asamblea general. Esto obligaba a un
necesario reajuste del trabajo educativo, a corregir errores o problemas
presentados durante el desarrollo de la gestión. Esta experiencia
administrativa nos puede señalar una autogestión educativa obrera factible,
ágil, certera y no burocrática para conducir la educación de sus propios hijos.
Dicha experiencia, inédita en la historia de la educación peruana fue valorada
por Augusto Mateu Cueva bajo los siguientes términos:
«La cooperación de los obreros en el sostenimiento
de estas escuelas podemos considerarla como un ejercicio preliminar del derecho
que tiene la clase obrera
de dirigir libremente sus intereses; ya llegará el día en que ella, sin
sujeción a la voluntad de otras clases, planteará y resolverá repropios
problemas.»33
Entendida como primera experiencia de gestión obrera
en la educación escolarizada, los Centros Escolares Obreros funcionaron después
con autorización del Ministerio de Justicia e Instrucción, pero bajo una
administración que escapó de su control y supervisión. Gamaniel Blanco llama la
atención de este hecho y reafirma: “El sostenimiento
de estas escuelas por la clase trabajadora, sin apoyo de ninguna otra entidad,
es un timbre de honor y de orgullo para el elemento consciente. Su
ejemplo debe ser imitado en todas partes” 34
________________
28 MATEU, Augusto; Lampadas
del minero, pp. 35-36.
29 SALAZAR BONDY, Augusto. Dominación y liberación,
pp. 289-290. Sobre esta idea de la educación como sistema dominador, implica un
proceso de reproducción económico, social y cultural.
30 BLANCO, Gamaniel; Op. Cit.,
pp.98-99.
31 Ibid., p.98
32 MATEU, Augusto; Lampadas del minero, pp.33-34
33 MATEU, Augusto, ibid, p.35
34 BLANCO, Gamaniel; ibid, p.99.
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