viernes, 9 de diciembre de 2011

Opinión



CONCEPCIÓN Y MÉTODO EN EL MARXISMO*
Eduardo Ibarra



El estudio del desarrollo universal del marxismo remite directamente al problema de la concepción y el método inmanentes a su estructura. Examinemos, pues, este problema.

La Concepción Marxista del Mundo


La definición más general que puede hacerse del marxismo es que se trata de una Weltanschaung, de una concepción del mundo. Precisamente Engels habló de "la concepción del mundo de Marx" (1), de “la concepción comunista del mundo” (2). Pero, en carta a Sombart del 11 de marzo de 1895, explicó que “… toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación” (3). Obsérvese que Engels no dice que no existe una concepción de Marx, sino que esta concepción es un método. De esta forma señaló incluso el valor metodológico de la teoría marxista. Por eso, en la carta a Florence Kelley Wischnewettski del 27 de enero de 1887, indicó: “Nuestra teoría es una teoría de desarrollo, no un dogma para aprender de memoria y para repetir mecánicamente” (4). En consecuencia, la concepción de Marx puede ser directamente definida como un método. Por eso Engels habló del método materialista: “… desde que el método materialista se aplica también a la historia, se abre ante él un camino nuevo de desarrollo” (5). Por eso también, Mao habló de “La concepción dialéctica del mundo” (6). Ciertamente estos asertos son sumamente expresivos.

Polemizando con Sánchez, Mariátegui señaló: “El socialismo [el marxismo], es un método y una doctrina, un ideario y una praxis” (7). Definiendo más ampliamente la concepción de Marx, sostuvo: “El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades” (8). Estas afirmaciones demuestran que Mariátegui distinguió entre teoría y método en la estructura del marxismo, pero, convencido del valor metodológico de la teoría, consideró en definitiva que el marxismo es un método. Esta convicción se revela en la consideración de que “El dogma no es un itinerario sino una brújula en el viaje” (9). También en estos conceptos: “Max Eastman no se ha esforzado más por comprender a Hegel. En su ofensiva contra el método dialéctico, actúan todas sus resistencias de norteamericano -proclive a un practicismo flexible e individualista, permeado de ideas pragmáticas- contra el panlogismo germano, contra el sistema de una concepción unitaria y dialéctica” (10). Esta expresión, “el sistema de una concepción unitaria y dialéctica”, está referida, como se puede ver, al método dialéctico que, como es evidente, no experimentó el cambio de sus formas generales de movimiento al ser puesto de pie por Marx, aunque con esta vuelta superase en todo y por todo el idealismo filosófico con el que aparecía bajo su forma hegeliana que, como es de conocimiento común, determinaba su misticismo y su inconsecuencia. Así pues, el marxismo puede ser considerado como “el sistema de una concepción unitaria y dialéctica”. Pero esta definición no puede entenderse como que en el marxismo la teoría y el método constituyen una concepción unitaria sólo porque ambos elementos están estructuralmente relacionados entre sí, sino también y además porque los mismos constituyen el sistema de una concepción dialéctica, es decir, un sistema en el cual la teoría y el método se interpenetran: la teoría se transforma constantemente en método, es decir, adquiere valor metodológico, y a la inversa, el método se transforma, también constantemente, en teoría. El Capital, por ejemplo, es una teoría del modo de producción capitalista, pero en Plan de la dialéctica (lógica) de Hegel, Lenin señaló con toda razón: “Si Marx no nos dejó una ‘Lógica’ (con mayúscula), dejó en cambio la lógica de El capital, y en este problema debería ser utilizada a fondo” (11). Huelgan comentarios.   

Como se ve, la comprensión engelsista y mariateguiana de la concepción marxista del mundo da cuenta de la indisoluble unidad de concepción y método, aspectos diferenciables únicamente por medio de la abstracción. En la onceava de sus tesis sobre Feuerbach, Marx señaló que “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, lo cual, desde luego, no quiere decir que no hay que interpretar el mundo, sino que hay que interpretarlo para transformarlo. Si como un todo único la concepción marxista del mundo fuese exclusivamente una doctrina, es decir, una teoría pura y simple, es evidente que sería nada más que un sistema de interpretación de la realidad. Pero ocurre que es un método, es decir, un arma de interpretación y transformación del mundo. Por eso, con toda razón, se dice que el marxismo no es un dogma sino una guía para la acción.

Si en determinadas circunstancias históricas el materialismo se desarrolló al margen de la dialéctica (como por ejemplo en la filosofía francesa del siglo XVIII) y la dialéctica al margen del materialismo (como por ejemplo en el caso de Hegel) (12), en cambio en el marxismo no hay materialismo sin dialéctica ni dialéctica sin materialismo, por la sencilla razón de que la materia no existe sin movimiento ni el movimiento sin materia. Esto quiere decir que la concepción marxista del mundo tiene un solo principio: la dialéctica. Por ello es una concepción monista.

Ahora bien, tal como ha quedado dicho, sólo por medio de la abstracción pueden ser diferenciados el materialismo y la dialéctica y, por consiguiente, para efectos de exposición, puede tratarse el materialismo por separado de la dialéctica y viceversa. Así procedió Engels, por ejemplo en el Anti-Dühring. Y también Lenin, por ejemplo en el artículo Carlos Marx (Breve esbozo biográfico con una exposición del marxismo).

En cuanto al materialismo, Engels señaló que "… Feuerbach confunde el materialismo, que es una concepción general del mundo basada en una interpretación determinada de las relaciones entre la materia y el espíritu, con la forma concreta que esta concepción del mundo revistió en una determinada fase histórica, a saber: en el siglo XVIII". “… Feuerbach no logra encontrar la salida del reino de las abstracciones, odiado mortalmente por él, hacia la realidad viva. Se aferra desesperadamente a la naturaleza y al hombre; pero, en sus labios, la naturaleza y el hombre siguen siendo meras palabras. Ni acerca de la naturaleza real, ni acerca del hombre real, sabe decirnos nada concreto. Para pasar del hombre abstracto de Feuerbach a los hombres reales y vivientes, no hay más que un camino: verlos actuar en la historia. Pero Feuerbach se resistía contra esto; por eso el año 1848, que no logró comprender, no representó para él más que la ruptura definitiva con el mundo real, el retiro a la soledad”. “… Feuerbach se quedó a mitad de camino, por abajo era materialista y por arriba idealista”. “Pero el paso que Feuerbach no dio, había que darlo; había que sustituir el culto del hombre abstracto, médula de la nueva religión feuerbachiana, por la ciencia del hombre real y de su desenvolvimiento histórico. Este desarrollo de las posiciones feuerbachianas superando a Feuerbach fue iniciado por Marx en 1845, con La Sagrada Familia” (13). Pues bien, con estas afirmaciones de Engels tiene que ver esta de Mariátegui: “… sin la teoría del materialismo histórico, el socialismo no habría abandonado el punto muerto del materialismo filosófico, y en el envejecimiento inevitable de éste, por su incomprensión de la necesidad de fijar las leyes de la evolución y el movimiento, se habría contagiado más fácilmente de todo linaje de “idealismos” reaccionarios” (14).

En cuanto a la dialéctica, Marx dejó sentados estos conceptos dirimentes (y de reconocimiento a la vez): "Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre". “El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional” (15). Por eso Mariátegui señaló el “… sentido totalmente nuevo y revolucionario que tiene en Marx el empleo de la dialéctica…” (16).  

Ciertamente el marxismo como un todo único es una concreción viva de materialismo dialéctico, pero, en las presentes notas, nos limitaremos a tomar algunas obras que dan el hilo de engarce en el desarrollo histórico de la exposición teórica del materialismo y de la dialéctica.


El Materialismo Filosófico


Entre el 3 de enero de 1877 y el 7 de julio del mismo año, Vorwärts (Adelante), órgano del Partido Socialdemócrata Alemán, publicó una serie de artículos de Engels que, al editarse por primera vez como libro en 1878, apareció bajo el título de La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. En este libro, conocido después simplemente como Anti-Dühring, Engels fundamentó polémicamente las tres partes integrantes del marxismo y analizó algunos problemas fundamentales de las ciencias naturales a la luz del materialismo dialéctico. Pero también expuso el materialismo en su brillante Dialéctica de la naturaleza, que, como es de conocimiento general, quedó como una obra inacabada, como un conjunto de capítulos en redacción más o menos terminada, apuntes, notas, fragmentos que su autor, ocupado en otras tareas más urgentes, no tuvo tiempo de redactar en forma definitiva. No obstante esta limitación, Dialéctica de la naturaleza ocupa un lugar de privilegio en la exposición del materialismo.

Entre el Anti-Dühring y la Dialéctica de la naturaleza existe, pues, un común denominador en lo relativo a la exposición del materialismo filosófico.

En 1908 Lenin escribió Materialismo y empiriocriticismo (17), que vio la luz recién en mayo de 1909. En esta obra Lenin generalizó los nuevos datos de la revolución operada en las ciencias naturales entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, y, de este modo, confirmó una vez más el materialismo como el único método verdaderamente científico para interpretar y transformar el mundo.

Es de conocimiento común que Lenin no llegó a conocer Dialéctica de la naturaleza, sencillamente porque este libro fue publicado en la URSS recién en 1925, dos años después de su muerte. Pero es indiscutible que en Dialéctica de la naturaleza y Materialismo y empiriocriticismo no sólo existe una misma filiación filosófica, sino que, en el segundo de estos libros, hay un notable desarrollo del materialismo marxista. Engels señaló que "… al igual que el idealismo, el materialismo recorre una serie de fases en su desarrollo. Cada descubrimiento trascendental, hecho incluso en el campo de las Ciencias Naturales, le obliga a cambiar de forma; y desde que el método materialista se aplica también a la historia, se abre ante él un camino nuevo de desarrollo" (18). Precisamente después de citar esta aserción, Lenin comentó: "Por consiguiente, la revisión de la "forma" del materialismo de Engels, la revisión de sus tesis de filosofía natural no sólo no tiene nada de "revisionismo" en el sentido consagrado de la palabra, sino que, por el contrario, es necesariamente exigida por el marxismo" (19). Justamente esta revisión fue llevada a cabo por Lenin en su mencionado libro Materialismo y empiriocriticismo, con el cual, por tanto, el materialismo cobró una nueva forma.

La Dialéctica

Como se sabe, con Hegel la dialéctica alcanzó su máximo desarrollo como dialéctica del pensamiento. Marx puso de pie esta dialéctica y demostró que la dialéctica subjetiva no es más que el reflejo en el cerebro humano de la dialéctica objetiva, que lo primario es la dialéctica de la materia y lo secundario la dialéctica del pensamiento. Con esto Marx revolucionó el pensamiento humano y, de este modo, proporcionó, en primer lugar al proletariado y, en segundo lugar, a la humanidad entera, un arma omnipotente para la interpretación-transformación del mundo, para la emancipación del hombre de toda forma de alienación. En esto reside la revolución teórica de Marx.

En su Resumen del libro de Hegel "Ciencia de la Lógica", Lenin señaló que, "En resumen, la dialéctica puede ser definida como la doctrina de la unidad de los contrarios. Esto encarna la esencia de la dialéctica, pero requiere explicaciones y desarrollo" (20). Y en su Resumen del libro de Hegel "Lecciones de Historia de la Filosofía", sostuvo que "La dialéctica, en el sentido correcto, es el estudio de la contradicción en la esencia misma de los objetos: no sólo los fenómenos son transitorios, móviles, fluidos, demarcados sólo por límites convencionales, sino que también es así la esencia de las cosas" (21). Este es el aporte fundamental de Lenin a la dialéctica.

Que la cuestión de la contradicción como el núcleo de la dialéctica "exige explicaciones y desarrollo" fue escrito entre septiembre y diciembre de 1914. Veintitrés años después, en agosto de 1937, Mao escribió Sobre la contradicción, trabajo en el que analizó la universalidad de la contradicción, la particularidad de la contradicción, la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción, la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción y el papel del antagonismo en la contradicción. Este es el aporte fundamental de Mao a la dialéctica. 

En Sobre el problema de la dialéctica, Lenin señaló que "En El capital Marx analiza primero la relación más simple, más ordinaria y fundamental, más común y cotidiana de la sociedad burguesa (la mercancía), una relación que se encuentra miles de millones de veces, a saber, el intercambio de mercancías. En ese simple fenómeno (en esta “célula” de la sociedad burguesa) el análisis revela TODAS las contradicciones (o los gérmenes de todas las contradicciones) de la sociedad moderna. La posterior exposición nos muestra el desarrollo (a la vez crecimiento y movimiento) de esas contradicciones y de esa sociedad en la suma de sus partes individuales, de su comienzo a su fin". "Tal debe ser también el método de exposición (o estudio) de la dialéctica en general (porque para Marx la dialéctica de la sociedad burguesa es sólo un caso particular de la dialéctica)" (22). Y en el Plan de la dialéctica (lógica) de Hegel, sostuvo que "En El capital, Marx aplicó a una sola ciencia la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento del materialismo [no hacen falta 3 palabras: es una y la misma cosa], que tomó todo lo que había de valioso en Hegel y lo desarrolló" (23). 

Es de conocimiento general que entre los proyectos que tenía Marx (y que no pudo llevar a cabo por razones de prioridad) estaba el de escribir un tratado sobre la Dialéctica (con mayúscula, efectivamente). Esta tarea, renovada en su necesidad por Lenin, no ha sido cumplida hasta hoy completamente. Existen, desde luego, algunos avances (y el de Mao es uno extraordinariamente importante), pero, de hecho, no se ha escrito todavía algo orgánico sobre lo que Lenin llamó "la Lógica grande", “es decir… la dialéctica PROPIAMENTE dicha como ciencia filosófica…" (24). Como ciencia filosófica, la Dialéctica no se limita a la dialéctica de la naturaleza, o a la dialéctica de la sociedad, o a la dialéctica del pensamiento, y tampoco a la dialéctica de la sociedad burguesa o de la sociedad socialista o de cualquier otro caso particular, sino que es la Dialéctica como filosofía, PRECISAMENTE COMO FILOSOFÍA, es decir, como concepción de la materia en movimiento (naturaleza y sociedad) y del pensamiento. En consecuencia, es claro que la Teoría del Conocimiento, la Dialéctica y la Lógica son, en el materialismo filosófico de Marx, una y la misma cosa, y, por tanto, no hacen falta, en efecto, tres palabras. Es decir, la Teoría del Conocimiento, la Dialéctica y la Lógica son una misma ciencia que estudia las leyes generales y las formas del desarrollo comunes a la materia y al pensamiento (25).

Pero en toda esta filosofía hay algo especialmente importante que es necesario esclarecer. La lectura de El Capital da cuenta de que Marx era perfectamente consciente de la contradicción como el núcleo de la dialéctica (su análisis de la mercancía así lo demuestra). Y el despliegue de su exposición sobre el movimiento de la economía capitalista (así como, en general, el conjunto de su obra) demuestra que igualmente era consciente de la universalidad de la contradicción, de la particularidad de la contradicción, de la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción, de la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción y del papel del antagonismo en la contradicción. En consecuencia, cae por su peso la pregunta: ¿en qué consisten, entonces, los aportes de Lenin y Mao a la dialéctica marxista, o, mejor dicho, cómo entender estos aportes?

Es posible que alguien quiera entender que la dialéctica de Marx y Engels es una a la que le faltan los conceptos expuestos por Mao en su trabajo Sobre la contradicción. Pero la verdad es que la dialéctica de los fundadores es completa y no incompleta, es decir, es una que no requiere ser completada. Esta es una sencilla verdad. Por consiguiente, puede decirse que los aportes de Lenin y de Mao a la dialéctica consisten en haber explicitado lo que en Marx y Engels no estaba completamente expuesto teóricamente, lo que en ellos se encontraba en cierto grado en estado implícito, latente, tácito, es decir, en haber expresado, argumentado, expuesto teóricamente la dialéctica de los fundadores. Y, esto no es poco mérito.

El Desarrollo del Marxismo

Lenin escribió que "La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra…" (26). Como se ve, el jefe de la revolución rusa consideró la concepción marxista del mundo como "completa y armónica", como una concepción “íntegra”. Ahora bien, para cualquier marxista está fuera de duda que la concepción del mundo de Marx es armónica (por el carácter de las relaciones de sus partes integrantes), pero, afirmar que es "completa", puede resultar polémico para algunos, pues, ¿acaso el marxismo no "es una teoría de desarrollo" y "no un dogma para aprender de memoria y para repetir mecánicamente", como acertadamente señaló Engels? Sin embargo, afirmar que el marxismo es una concepción completa, quiere decir, en primer lugar, que, desde su surgimiento, no le faltaba nada como tal concepción y, en segundo lugar, que, como se desprende, no es pasible de ser completada. Es decir los principios del marxismo están allí desde Marx y Engels, y, por esto, como sostuvo Stalin, no es posible agregarle "ningún principio nuevo", pero sí, en cambio, "elementos nuevos" (27), es decir, elementos teóricos nuevos.

Así, pues, la concepción marxista del mundo no se completa, como, verbigracia, podría completarse una mesa a la que le faltara una pata, pero, en cambio, se desarrolla, y este desarrollo se verifica como la aportación de nuevos elementos teóricos al tesoro general del marxismo.

El marxismo es una concepción y un método al mismo tiempo. Y como su aspecto teórico tiene valor metodológico en la medida en que sus elementos componentes sirven de puntos de partida para la interpretación-transformación de la realidad, entonces el marxismo, como un todo único, es un método. Este es el punto de vista de Engels y de Mariátegui.

Engels llamó la atención sobre la necesidad de “… distinguir entre el método y los resultados con él alcanzados…” (28). Esta observación es, sin duda, extraordinariamente importante, pues revela la acción recíproca que, en el seno de la concepción marxista del mundo, se opera entre el método y la teoría que le son inmanentes. Como es indudable, la teoría aportada por los continuadores se ha incorporado a la concepción del mundo de Marx, ampliando y profundizando así el tesoro general del marxismo. Es claro que otro tanto ocurrirá con ulteriores aportes. La transformación del método en teoría y de la teoría en método, constituye, pues, la forma en que tiene lugar el desarrollo del marxismo y, por tanto, una guía para la comprensión de este desarrollo. Pero el examen de esta cuestión exige todo un artículo aparte.

Notas
[1]  Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, nota preliminar para la edición de 1888, en OE en tres tomos, t.III, p.354. En adelante este libro será mencionado sólo como Ludwig Feuerbach.
[2]  Anti-Dühring, prólogo a la segunda edición, Editorial Grijalbo, México, 1981, p.114.
[3]  OE en tres tomos, t. III, Editorial Progreso, Moscú, 1980, p.534.
[4]  Correspondencia, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p.364.
[5]  Ludwig Feuerbach, ibidem, p.368.
[6]  Sobre la contradicción, en OE, t.I, ELE, Beijing, 1972, p.337.
[7]  T.13, p.222.
[8] Ibidem, pp.111-112.
[9] Defensa del marxismo, p.126. Por el contexto en que se encuentra esta cita, no cabe la menor duda que, con el término dogma, Mariátegui se refirió al marxismo. Así lo prueba esta aserción que la antecede: “Un dogmático como Marx, como Engels, influye en los acontecimientos y en las ideas, más que cualquier gran herético y que cualquier gran nihilista. Este solo hecho debería anular toda aprehensión, todo temor contra lo dogmático. La posición marxista, para el intelectual contemporáneo, no utopista, es la única posición que le ofrece una vía de libertad y de avance. El dogma tiene la utilidad de un derrotero, de una carta geográfica: es la sola garantía de no repetir dos veces, con la ilusión de avanzar, el mismo recorrido y de no encerrarse, por mala información, en ningún impasse. El libre pensador a ultranza, se condena generalmente a la más estrecha de las servidumbres: su especulación voltejea a una velocidad loca pero inútil en torno a un punto fijo”. Y también esta otra aserción que le sigue después de algunas líneas: “Lenin nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx”. Pues bien, por cuanto Mariátegui reconocía que el marxismo “es un método y una doctrina”, es claro que según su parecer el dogma es el método dialéctico y no la teoría que ha resultado de su aplicación, pues mientras los elementos de ésta son revisables de acuerdo a las nuevas condiciones concretas, el método es lo imperecedero en tanto expresa la realidad dialéctica del mundo. No es lo mismo dogma que dogmatismo. Dogmatismo es obstinarse en aplicar una idea que no corresponde a lo particular concreto o a lo universal concreto.
[10] Ibidem, pp.127-128.
[11] Cuadernos Filosóficos, Editorial Librerías Allende, Buenos Aires, 1974, p.309. Cursivas en el original.
[12] Se sobreentiende que del materialismo como escuela filosófica, porque, por otra parte, el método dialéctico empujó a Hegel hacia lo que Engels definió como “un materialismo puesto de cabeza abajo de una manera idealista” (Ludwing Feuerbach, ibidem, p.366). Esta realidad hizo que Lenin comentara sobre el libro La ciencia de la lógica: “Es digno de mención el hecho de que todo el capítulo sobre la “idea absoluta” apenas dice una palabra sobre Dios (casi nunca se ha deslizado por accidente un “concepto” “divino”), y aparte de eso –esto NB–, casi no contiene nada que sea específicamente IDEALISMO, sino que tiene por tema principal el método dialéctico. La suma, la última palabra y la esencia de la lógica de Hegel es el método dialéctico –esto es extremadamente notable. Y una cosa más: en esta obra de Hegel, la MÁS IDEALISTA de todas, hay MENOS idealismo y MÁS MATERIALISMO que en ninguna otra. ¡Es “contradictorio”, pero es un hecho!” (Cuadernos filosóficos, p.222). Es decir la filosofía hegeliana es aquella en la cual, debido a su dialéctica, el idealismo se tocó inconscientemente y de una forma invertida con el materialismo. Por otro lado –y como es de conocimiento común– con Marx y Engels el materialismo fue concientemente enriquecido con la dialéctica. Así, pues, el marxismo surgió en el punto del desarrollo histórico en el cual el idealismo había agotado sus posibilidades y toda la masa de los más valiosos conocimientos filosóficos, científicos, económicos y políticos no podían sino determinar la fusión del materialismo y la dialéctica en una misma concepción del mundo nueva por principio.
[13] Ludwig Feuerbach, ibidem, pp.367 y 379.
[14] Defensa del marxismo, pp.128-129.
[15] El Capital, postfacio a la segunda edición, t.I, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, pp.xxiii y xxiv.
[16] Defensa del marxismo, p. 130.
[17] El prólogo a la primera edición está fechado en setiembre de dicho año.
[18] Ludwig Feuerbach, ibidem, p.368. Con el surgimiento del materialismo dialéctico el materialismo en general experimentó ya un cambio de forma –aunque, claro está, sobre todo de contenido–, pues dejó de ser metafísico y mecanicista para convertirse precisamente en dialéctico. Este cambio, de contenido y de forma al mismo tiempo, se debió al desarrollo alcanzado en la primera mitad del siglo XIX por las ciencias naturales –geología, embriología, fisiología vegetal y animal, química orgánica– y específicamente a tres descubrimientos que hicieron época: el de la célula, el de la transformación de la energía y el de la evolución de las especies. Así, pues, el nuevo contenido adquirido entonces por el materialismo se reveló también –y sobre todo– en la extensión del materialismo a la intelección de la sociedad. De esta forma el materialismo alcanzó un cuadro de la concatenación universal de los procesos de la naturaleza (y de la sociedad, la segunda naturaleza al decir de Marx). Después, específicamente el materialismo dialéctico experimentó el cambio de su forma con la exposición de las conclusiones a las que arribó Lenin a partir del análisis del contenido y el significado de los descubrimientos de las ciencias naturales ocurridos entre fines del siglo XIX y comienzos del XX: el radio, el electrón, la transformación de los elementos.
[19] Materialismo y empiriocriticismo, Editorial Progreso, Moscú, s/f, p.261. En esta afirmación de Lenin, dicho sea de paso, se encuentra la fuente de la idea mariateguiana de un revisionismo positivo y un revisionismo negativo.                                       
[20] Cuadernos Filosóficos, p.210.
[21] Ibidem, p.235-236. Cursivas en el original.
[22] Ibidem, p.328-329. Cursivas y mayúsculas en el original.
[23] Ibidem, p.309.
[24] Ibidem, p.258. Mayúsculas en el original.
[25] Esta es una cuestión central en la filosofía marxista, pues da cuenta de la coincidencia del mundo material y el pensamiento. En otras palabras: de la fusión del mundo material y el pensamiento mediante la actividad humana (tanto bajo su forma material-objetiva como bajo su forma teórico-espiritual). Las leyes de la Lógica Dialéctica (la verdadera lógica) no son leyes de las formas exteriores del pensamiento, sino leyes objetivas, que se imponen a los hombres determinando el desarrollo dialéctico de la técnica, la ciencia, la filosofía. Por eso la práctica aparece en la Lógica (y ya desde Hegel) como el criterio de la verdad. Así se comprende la coincidencia (la fusión en realidad) de la Lógica, la Dialéctica y la Teoría del Conocimiento, que, por esto, no son en el materialismo marxista tres cosas separadas por objetos de estudio distintos, sino una y la misma cosa pues tienen un mismo objeto: las leyes objetivas que rigen la actividad subjetiva de los hombres.
[26] Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, en OE en tres tomos, t.I, p.61.
[27] Entrevista con la primera delegación de obreros norteamericanos, en Lenin, recopilación, ELE, Beijing, 1976, pp.37 y 38.
[28] Antidühring, p.114. El sentido de esta exigencia se revela, de un modo indubitable, en esta afirmación que la antecede: “No nos interesa en este momento la corrección o falsedad de los resultados económicos de la investigación marxiana, sino sólo el método aplicado por Marx”.

(*) Este trabajo se publica como un avance del libro El Desarrollo de la Teoría del Proletariado y el Problema de su Denominación, de próxima aparición. (Nota de la Redacción).

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