lunes, 1 de diciembre de 2025

Literatura

Cisneros y su Poética del Chancho 

Julio Carmona 

EN UNA LECTURA de poemas por parte de Antonio Cisneros (visualizada por mí en Youtube), después de leer un extenso poema sobre una ballena y, antes de leer el poema con el tema del título de este escrito, el autor relata que, en las décadas de los sesenta, setenta y aun ochenta (así lo hace constar él), a muchos poetas se les dio por escribir sus poéticas, no en un sentido teórico si no para dar su explicación de lo que es la poesía de ellos mismos dentro del poema. Y, finalmente, dice que él también quiso hacer su poética, y escribió un poema que tituló «Poética N° I», porque —agrega que— pensaba escribir muchas poéticas, pero después decidió escribir solo una. Y leyó su poética que, como él mismo la definió, sirve para explicar la visión que tiene de su propia poesía. 

Poética I 

1 

Un chancho

hincha sus pulmones bajo un gran limonero

mete su trompa entre la realidad

se come una bola de caca

eructa

puaj

un premio

 

2 

Un chancho

hincha sus pulmones bajo un gran limonero

mete su trompa entre la realidad

que es cambiante

se come una bola de caca

dialécticamente es una caca nueva

eructa

otra instrumentación

puaj

otro premio

 

3 

Un chancho… etc.1 

Después de leído el poema, el poeta (por no decir «el chancho») recibió como premio una gran ovación del público. Y resalto ese «premio» del público a propósito de los premios aludidos en la poética de Cisneros que, además, se condice con los múltiples premios acumulados por él; sin embargo, y al parecer, ese público, poco sagaz, interpretó que Cisneros se estaba burlando de los poetas de los años sesenta, setenta y aun ochenta a quienes —dice él— les dio por escribir sus poéticas. Pero ese público no relacionó la poética de Cisneros con ese poema en el que está explicando su propia poesía, puesto que empezó diciendo que se le ocurrió hacer lo que hacían esos poetas de su generación: sesenta, y de las generaciones subsiguientes: setenta y ochenta. O sea que el público obvió lo que el poeta Cisneros textualmente dijo: «Entonces, yo también quería tener mi propia arte poética», y dice que si la tituló «Arte poética 1», es porque él «quería hacer un montón de artes poéticas», y esa última frase «un montón de artes poéticas» me hace recordar que en las décadas que él menciona, existía en Lima un lugar en el que se acumulaba la basura de toda la urbe, y se le llamaba «El Montón», en el que, justamente, abundaban los chanchos, digno escenario para la ilustre poética de Cisneros. Y esta interpretación (mía) sirve para explicar no la poesía de Cisneros sino su personalidad cacográfica o coprolálica, porque —sin hacer un análisis prolijo de sus muchos libros premiados— solo pondré unas cuantas muestras de su primer libro (Premio Nacional de poesía 1964) Comentarios reales. 

  En el poema, de título «Pachacamac» (p. 12, Ediciones de la Rama Florida, 1964), veamos esta muestra: 

… unas lagartijas arrugadas y verdes

se acuestan en los muros, orinan

casi a diario sobre el pellejo

del sabio constructor.

En el poema «Los conquistadores muertos», p. 18:

Cagados por arañas y alacranes,

pocos sobrevivieron a sus caballos.

En el poema «Nombre de pila» p. 45:

Juan fue mi nombre de cielo

mas de Mierda me llamaron

En el poema «Descripción de plaza, monumento…» p. 80:

El caballo, un libertador

de verde bronce y blanco

por los pájaros.

Y, al final del poema (en la realidad cambiante, como dice el mismo Cisneros), p. 81, se lee:

Democracia. Casi a diario

también, guardias de asalto

negros barrotes, cascos verdes

o blancos por los pájaros.

El haber recordado la intromisión de tales deyecciones en los poemas citados viene a cuento, porque Cisneros hace una crítica feroz y, además, abyecta, a César Vallejo. La cito:

«La poesía de Vallejo tiene cosas geniales y caídas de arquitecto espantosas. Qué diferencia con la perfección de Eguren. Vallejo tiene partes melodramáticas, es un pre-chichero: “Dónde estará mi andina y dulce Rita de junco y capulí”. Eso lo puede cantar Rossy War».

Para comentar la primera frase (“La poesía de Vallejo tiene cosas geniales”), recuerdo este aforismo chino: «Desconfía cuando te suben a lo alto de la montaña, porque después te pueden dejar caer de la manera más aterradora»: “y caídas de arquitecto espantosas”. Con esta última frase, Cisneros alude a estos versos de Vallejo «detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto / con las que se honra el animal que me honra;» (poema «Himno a los voluntarios de la República», de: España, aparta de mí este cáliz). La frase alterada por Cisneros pretende estar «descubriendo» errores poéticos en Vallejo. Sin embargo, también cabe esta otra interpretación: de modestia poética, cuando dice: «detienen mi tamaño»: admite que no crece su estatura poética, porque reconoce no poder (o no querer) escapar de la realidad, a lo cual él llama «esas famosas caídas de arquitecto» y son famosas porque, justamente son denunciadas por algunos críticos de su poesía (tal el caso de Cisneros); sin embargo, dice que con ellas «se honra el animal que me honra;» porque releva su calidad de ser un poeta humano, que no aspira a ser divino, y que está bien unido a su realidad. Esto, para poetas o críticos como Cisneros, es estar ensuciando a la poesía con los «detritus» de la realidad. 

  Y luego viene el golpe adicional: «Qué diferencia con la perfección de Eguren», pero el problema —nunca resuelto por Cisneros— es que no se pueden comparar dos maneras de escribir que, de por sí, son opuestas. Cisneros, como todos los formalistas, piensa que hay una sola poesía y que, dentro de esa «unidad», todos deben ser medidos con una misma vara; y, en este caso, la vara formalista de Cisneros lo lleva a identificarse con la poesía formalista de Eguren, y a este le da la máxima altura, y, por lo tanto, todos los poetas que están en la margen opuesta: que es la poesía realista de César Vallejo, ante su medida siempre sufrirán un menoscabo. 

  En ese sentido, Cisneros habla de lo que él considera ‘parte melodramática’ de la poesía de Vallejo y recuerda el famoso verso del poema «Idilio muerto», citándolo mal, dígase de paso, pues el verso original dice: «Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí» que —a todas luces es una muestra de su identificación con la tendencia realista— Cisneros lo altera y dice: “Dónde estará mi andina y dulce Rita de junco y capulí”. Pero un lector no formalista que, de todas maneras, ha leído la poesía de Eguren, reflexiona así: si se ha hecho la comparación (inválida) de ambos poetas, cabe preguntar: ¿Qué verso de Eguren es recordado con la veneración con que la mayoría de lectores recuerda los de Vallejo? Cito aquí la opinión de dos lectores no peruanos: Thomas Merton, quien lo considera «el más grande poeta católico desde Dante, y [agrega Merton] por católico entiendo universal» y, según Martin Seymour-Smith, es «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas».2 Frente a estas opiniones ¿cómo queda la de Antonio Cisneros? 

  Y para terminar con lo opinado por Cisneros, ya en el colmo de la desfachatez y el sinsentido, lleva a Vallejo a las lindes de lo simple, considerándolo como precursor de las canciones «chicha» (que tampoco deberían haber sido merecedoras de su aristocrático desprecio). Todo debe ser puesto en su lugar, sin menosprecio ni degradación. 

  En todo caso, el lector no formalista, con todo derecho, podrá repetir el famoso juicio de José Carlos Mariátegui: «El artista que en el lenguaje del pueblo escribe un poema de perdurable emoción vale, en todas las literaturas, mil veces más que el que, en lenguaje académico, escribe una acrisolada pieza de antología». Y esto no quiere decir que el lector no formalista desprecie a Eguren (o al mismo Cisneros); lo único que hace es no compararlo con los poetas con que él se identifica, y lo deja a Eguren (y a Cisneros), respetuosamente, en el lugar que le (s) corresponde: la poesía formalista. Y no es ofensa. Es la realidad.

_________

(1) He copiado el poema de la lectura hecha por el mismo Cisneros; no de un texto escrito.

(2) César Vallejo (2025). Poesía reunida. Editorial Lengua viva: Colección Ediciones Conmemorativas. 800 pp.

 


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