domingo, 2 de junio de 2024

Política

El Manifiesto Comunista y el Partido de Clase

(5) 

Eduardo Ibarra 

Es de público conocimiento que García ha renunciado a la reconstitución del partido de Mariátegui a favor de un partido que incluya todo tipo de oportunismo y revisionismo, es decir, a favor de un partido-amalgama. Este hecho es prueba irrefutable de su viraje ideológico. 

Pero examinemos su retórica. 

¿De dónde le viene a García la renuncia a la Reconstitución y de dónde la asunción de la amalgama ideológica que promueve desde hace años? En el ya citado artículo ¿Al fin, quo vadis honorable Partido Comunista?”, nuestro promotor de la mezcolanza ideológica dejó escrito:


Ésta es la realidad actual. Se olvida esta diferencia esencial: desde sus inicios el izquierdismo es liberal y el comunismo es proletario. De acuerdo al Manifiesto Comunista, el izquierdismo sirve “únicamente, en el mejor de los casos, para reducirle a la burguesía los gastos que requiere su dominio y para simplificarle la administración de su Estado”. Por eso la diferencia entre Plataforma Electoral izquierdista y Programa Mínimo proletario.

No se trata, entonces, de reconstitución o de refundación del Partido Comunista. Se trata de la vigencia de su Programa Mínimo (para instaurar un nuevo orden social) y de su Programa Máximo (para construirlo y desarrollarlo hasta su extinción). Se trata de que el movimiento proletario internacional debe estar a la altura de la situación actual. 

¿Por qué “no se trata” de reconstitución, es decir, de reconstituir el partido de Mariátegui? Porque, según García, en la cuestión del partido “se trata de la vigencia de su Programa Mínimo… y de su Programa Máximo”. Veamos esto. 

En primer lugar, es necesario observar que García habla de “Partido Comunista”, siendo que el partido de Mariátegui se llamaba Partido Socialista, por lo que el trastrueque induce a confusión. 

En segundo lugar, hay que preguntarse: ¿cuál Programa Mínimo y cuál Programa Máximo?, pues, “Los Principios programáticos del Partido Socialista” (base teorética del programa de este partido), acordados y redactados por Mariátegui, no son mencionados por García, es decir, son ignorados; entonces, todo indica que se refiere a “la vigencia” de la necesidad general de un programa mínimo y de un programa máximo, y a esta necesidad le otorga la virtud de poner al “movimiento proletario internacional… a la altura de la situación actual”. 

En tercer lugar, hay que precisar lo que García entiende por “movimiento proletario internacional”: una amalgama de marxistas y revisionistas, lo que se desprende de su concepción kautskiana de un partido-amalgama. En consecuencia, está claro que García supone posible un Programa Máximo acordado por marxistas y revisionistas. De esa forma embellece, una vez más, al revisionismo, así como, al mismo tiempo, silencia la experiencia histórica que da cuenta de la militante oposición del revisionismo al marxismo, a la revolución, al socialismo. 

En cuarto lugar, es menester preguntarse: ¿cuál es “la situación actual” de la que habla García? En términos generales, es la situación que, después del repliegue de la última década del siglo pasado, comienza con el reactivamiento de las luchas de los pueblos contra el capitalismo y la opresión imperialista y se desarrolla hasta hoy con la nota de que las contradicciones entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo, entre el imperialismo y los países oprimidos y entre los países imperialistas, se han exacerbado tanto como lo estaban en el período anterior al mencionado repliegue. Con una diferencia: ahora, en la mayoría de países no existe una vanguardia solvente y, por otro lado, la triada USA-Europa occidental-Japón hace aprestos para desencadenar una tercera guerra mundial antes de que Rusia resuelva sus problemas económicos y China se convierta en una potencia militar de mayores proporciones. 

En quinto lugar, se sobreentiende que el Programa Mínimo es cuestión que corresponde resolver a cada partido por separado. 

Pues bien, la reconstitución del partido de Mariátegui es la retoma de sus Fundamentos en los planos Ideológico, Teórico, Político y Orgánico y, sobre esta base, la construcción de un partido de masas marxista-leninista partiendo de un partido de cuadros. Entonces, renunciar a la Reconstitución, es renunciar a los Fundamentos del Partido de Mariátegui. Y, precisamente, García ha renunciado: 1) al marxismo-leninismo (con aquello de un marxismo a secas); 2) al principio de integrar la verdad universal del proletariado con la práctica concreta de la revolución peruana (con aquello de ser más peruanos que marxistas); 3) a la táctica mariateguiana de tomar la lucha directa de las masas como la forma principal de lucha (con aquello de privilegiar la lucha electoral sobre la lucha directa de las masas); 4) al centralismo democrático (con aquello de un partido de dos niveles orgánicos doctrinariamente desemejantes), así como a la tesis de que los militantes del partido deben ser pensantes y operantes (con aquello de promover el seguidismo a su persona). 

Como es obvio, entre los Fundamentos Políticos del partido de Mariátegui está el Programa, del cual los “Principios programáticos del Partido Socialista” son su base teorética, como ya señalamos. Precisamente esta base teorética es silenciada por García, como ya señalamos también. ¿Por qué nuestro liquidador silencia esta base teorética? Veamos el motivo. 

El numeral 1 de los “Principios”, dice: 


El carácter internacional de la economía contemporánea. Que no consiente a ningún país evadirse de las corrientes de transformación surgidas de las actuales condiciones de producción. 

De esta forma los “Principios” dan cuenta de que vivimos la época del imperialismo y de la revolución proletaria, lo que queda explicitado en el numeral 4 del mismo documento. 

En el numeral 2 de los “Principios” se dice: 


El carácter internacional del movimiento revolucionario del proletariado. El Partido Socialista adapta su praxis a las circunstancias concretas del país; pero obedece a una amplia visión de clase y las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mundial.

… fácil es comprender la ley histórica que, en una época de más acentuada interdependencia y vinculación de las naciones, impone que la revolución social, internacionalista en sus principios, se opere con una coordinación mucho más disciplinada e intensa de los partidos proletarios. El manifiesto de Marx y Engels condensó el primer principio de la revolución proletaria en la frase histórica: “Proletarios de todos los países, uníos!”. 

Pero esta “amplia visión de clase” que debe adaptarse “a las circunstancias concretas del país”, es negada por García (ahora es necesario argumentar un poco más sobre el punto) con su utilización dolosa de una frase del Mariátegui socialista a lo Araquistain (“¡Bueno! ¡Muy bolcheviquis y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviquis!), pretendiendo erigirla en “la orientación cardinal del socialismo peruano”; de esta forma revela ser partidario de un nacionalismo pequeño burgués y opuesto al principio de integrar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana (ver nuestro folleto “Mariátegui y la realidad peruana”). Así, pues, García sobrevalora lo particular y devalúa lo universal, lo cual quedó demostrado en una nota al pie de nuestro mencionado artículo. He aquí la nota: 


García vive obsesionado con lo particular, pero solo para negar de alguna forma lo universal. En el artículo «El socialismo en España» (Punto de Vista, nº 1, 1982, pp. 26-27), examinando la relación entre lo nacional (lo particular) y lo internacional (lo universal), llega a valorar positivamente al dictador fascista Francisco Franco, con el pretexto de que, por «sus rasgos españoles», mantuvo «una singular política exterior de no compromiso con el fascismo internacional». Con base en esta torcida idea, García llega a exclamar –según dice haciendo coro a «un autor», extrañamente sin nombre ni apellido–: «¡Viva Franco! Con perdón.» Esta exclamación –de García o asumida por él, lo mismo da– encierra, vista desde el marxismo, un nacionalismo delirante, un nacionalismo contrario al internacionalismo proletario que, precisamente en la guerra civil española, dio lugar a la brigada internacional que luchó hombro a hombro con el pueblo español contra el fascismo franquista. El mensaje sibilino del elogio de García a Franco es que, por nuestros «rasgos peruanos», debemos aislarnos de los deberes del internacionalismo proletario. De esta forma pone en evidencia su «interpretación superficial de las relaciones entre nacionalismo y socialismo» (Mariátegui). Superficial y, además, oportunista. Así, pues, es claro que la propuesta de García de ser más peruanos que marxistas no es sino la continuación de su vieja propensión a oponer arbitrariamente lo particular a lo universal, o sea, concretamente, lo particular peruano a lo universal marxista, con evidente menoscabo de lo segundo. 

Ahora, pues, preguntémonos: ¿qué clase de Programa Máximo puede ser aquél que no establezca la adhesión del Partido y, en general, del movimiento comunista internacional, a la verdad universal del marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario? 

Ciertamente el fondo del rollo de García sobre el Programa Máximo es la renuncia al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario y, por consiguiente, al partido de clase sustentado en el Manifiesto comunista. 

García, pues, reniega los Fundamentos del partido de Mariátegui en los planos Ideológico y Político, pero también en los planos Teórico y Orgánico, como veremos enseguida. 

Así como en cuestiones decisivas García aplica el revisionismo y no el marxismo-leninismo, así también recurre a la desvergonzada artimaña de llamarse “activista”, cuando todo el mundo sabe que, desde que desertó del Partido en 1975, en febrero próximo va a cumplir ¡50 años de inoperancia política!, con lo cual él mismo se ha encargado de demostrar que contraría completamente el principio marxista de la unidad de teoría y práctica. 

García dice: 


Ante la situación actual de crisis general y generalizada mundial, de desagrarización, desindustrialización, informalidad laboral nacional, ¿qué rol juega un partido de cuadros "insurreccional", qué rol juega un partido de masas "electoral", sea a nivel internacional o a nivel nacional? ¡NINGUNO! ¡ABSOLUTAMENTE NINGUNO! Por eso, ningún rol revolucionario juegan hoy los partidos comunistas ni los partidos socialistas actualmente existentes. No se trata, pues, de activistas clasistas y de activistas desclasados, y menos se trata del nombre de la organización.

Se trata de enarbolar un programa reivindicativo mínimo, internamente ligado al programa prospectivo máximo. Esto sólo se puede lograr con un "partido de masas e ideas" (sic), cualquiera sea su nombre: partido tal, frente tal, movimiento tal, o cualquier otro. (“Los partidos comunistas hoy”).

 

Como vemos, aquí también García procede a silenciar los hechos que no calzan con su esquema. Ya hemos confutado su visión unilateral del partido que lo lleva a hablar de “partido insurreccional” y “partido electoral” (silenciando así que el fondo de la cuestión es el partido de clase, tal como lo hemos sustentado más arriba), y que, al mismo tiempo, lo lleva también a silenciar el libro La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, presentado por Lenin a los delegados al Segundo Congreso de la Tercera Internacional (19 de julio-7 de agosto de 1920). En el mencionado libro Lenin distingue las distintas situaciones del período histórico, y establece la táctica del proletariado. La riqueza teórica de este libro es tal, que sus principales tesis y conclusiones sirvieron de base a los acuerdos tomados por el mencionado Congreso de la Internacional. Así, el libro de Lenin desmiente la conjetura de García, su esquema unilateral, su visión maniquea.

García, pues, deduce de la “situación actual”, que, como hemos visto, describe en la última cita, la necesidad de un “partido de masas y de ideas”. Pero sucede que, contrariamente a Mariátegui, nuestro articulista entiende el partido de masas y de ideas como un partido con dos niveles orgánicos ideológicamente desemejantes: uno secreto, unido sobre la base de un pretendido marxismo a secas, es decir, de un “marxismo” antileninista (resultado de la abjuración del marxismo-leninismo), y otro público, de la más variada composición ideológica, y unido solo sobre la base de un programa (resultado también de la abjuración del marxismo-leninismo). En este proyecto de partido del grupo liquidacionista, el nivel secreto es la dirección que deberá dirigir al nivel público, que, así, no tendría ninguna posibilidad de ejercer su derecho, como parte del partido, a discernir y acordar la línea, la táctica, las políticas específicas, el programa, etcétera, del partido, aunque se recurra cada vez a una puesta en escena a fin de disimular la negación del centralismo democrático. Este es el “partido de masas e ideas” de García.

        La diferencia del proyecto de partido de García con el partido de Mariátegui salta a la vista: mientras este partido fue marxista-leninista, el partido que promueve García es un partido “marxista” a secas; mientras el partido de Mariátegui fue un partido homogeneizado por el marxismo-leninismo, el que propone García tiene dos niveles orgánicos permanentes e ideológicamente heterogéneos; mientras el partido de Mariátegui fue un partido basado en el centralismo democrático, el que plantea García se basa en una relación asimétrica entre una dirección secreta y despótica y un nivel público subordinado.

La frase de García: “No se trata, entonces, de reconstitución…”, quiere decir pues que no se trata de Retomar los Fundamentos del Partido de Mariátegui, sino de hacerlos a un lado; y su frase: “No se trata… de activistas clasistas y de activistas desclasados”, da cuenta de que, no siendo este el problema, según sostiene, entonces no hay ningún problema para montar un partido-amalgama, ideológicamente variopinto, que comprenda a militantes ortodoxamente marxistas y a militantes perdidamente revisionistas.

García pretende que el partido de masas y de ideas propuesto por Mariátegui, es algo distinto al partido de cuadros (“insurreccional”, en su jerga) y al partido de masas (“electoral”, en su jerga también), para acabar diciendo que “enarbolar un programa reivindicativo mínimo, internamente ligado al programa prospectivo máximo”, “sólo se puede lograr con un "partido de masas e ideas". Esta afirmación demuestra que García cree que la propuesta de Mariátegui es distinta al partido bolchevique, al PCCh y otros partidos, es decir, no ve la cuestión del partido en su movimiento, en su devenir, en su dialéctica, sino como algo estático, como si el partido de masas pudiera surgir de pronto como Minerva de la cabeza de Júpiter. La experiencia histórica enseña que el partido de masas surge siempre de un partido de cuadros. Así, por ejemplo, el partido bolchevique fue primero un partido de cuadros y solo después se transformó en un partido de masas. ¡Y bajo ambas formas de existencia fue un partido “insurreccional”! Lo mismo ocurrió en el proceso del PCCh. Pero hay más. ¿Acaso el partido bolchevique no fue primero un partido de cuadros y de ideas? ¿Acaso el PCCh no fue también, primero, un partido de cuadros y de ideas? Pero, como hemos visto, García hace una ensalada de todos los conceptos utilizados en este párrafo, revelando así, una vez más, su esquema confuso y confusionista.

Finalmente, es necesario precisar que García habla de “un programa reivindicativo mínimo, internamente ligado al programa prospectivo máximo”, con lo que quiere decir que el programa mínimo debe ser propagandizado entre las masas y estar ligado solo “internamente” con el programa máximo (prospectivo, en la jerga de García). Aquí hay que indicar tres cosas: 1) que el programa mínimo esté relacionado solo “internamente” con el programa máximo, significa que el partido no debe propagandizar este programa, de aquí lo de “internamente” y lo de “prospectivo”; 2) que el secretismo que implica esta abstinencia está directamente ligado con la condición secreta del nivel de dirección del proyectado partido-amalgama; 3) que, por lo tanto, de este modo García se opone a esta afirmación programática de Mariátegui: “…las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.” (“Principios programáticos del Partido Socialista”; cursivas nuestras).

La negación de los Fundamentos del Partido de Mariátegui es, como ha quedado probado, el fondo de la renuncia a la Reconstitución, y esta renuncia constituye la quinta “falla geológica” del discurso del “profundo” García. 


10.01.2024.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.