viernes, 1 de marzo de 2024

Política

El Manifiesto Comunista y el Partido de Clase 

(2) 

Eduardo Ibarra

Pero, además, García dice:


Sólo cuando se instaura el nuevo poder surge la cuestión, ya no del nombre sino de la existencia misma del partido proletario, lo que se relaciona con la arquitectura misma del nuevo tipo de Estado (pluripartidismo, bipartidismo, monopartidismo, apartidismo). Los tres primeros casos son historia conocida. El cuarto caso, el más importante, se planteó desde 1917 pero ahora ni se menciona. (¿Al fin, quo vadis honorable Partido Comunista?”). 

Esta cita muestra que García es partidario del apartidismo en el socialismo, es decir, de la no existencia de partidos. En el socialismo, según cree, el partido del proletariado debe disolverse y, en general, no debe existir ningún partido. Esto es apartidismo. (1) Ciertamente García se refiere al partido-aparato; de esta forma pone de manifiesto su concepción estrecha de lo que es un partido. Pero veamos más de cerca la cuestión. 

La Comuna de París de 1871 no tuvo un partido-aparato. Pero Marx habló de “nuestro partido” al referirse a los comuneros (ver carta a kugelmann del 12 de abril de 1871). Así, utilizó un concepto de partido que encierra la idea de un partido-no aparato, de un partido-frente; este concepto se explica por las condiciones francesas e internacionales de la época. 

No obstante, tal como precisó Engels, él y Marx habían propugnado, desde 1847, “un partido clasista y consciente”, vale decir, un partido marxista, un partido-aparato, del cual la Liga de los Comunistas aparece en la historia como su concreción germinal. 

Así, pues, los fundadores manejaron un concepto riguroso del partido del proletariado, y la afirmación de Marx relativa a los comuneros, citada arriba, expresó las especiales condiciones de un momento histórico específico. 

Quiere decir, pues, que, ya en el siglo XIX, teníamos dos conceptos de partido: el partido de clase y el partido-frente, el partido-aparato y el partido-no aparato. Y si el partido de clase, el partido aparato, tuvo su consumación más lograda en el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán, el partido-frente, el partido-no aparato apareció como el conjunto heterogéneo de los comuneros. 

A principios del siglo XX, la cuestión del partido proletario fue esclarecida por Lenin, sobre todo en lucha contra el centrismo de Kautsky. Hegemonizado el partido alemán por el revisionismo (así como otros partidos) y habiendo llegado el capitalismo a su fase imperialista, la actualidad de la revolución proletaria mundial obligaba a reconstituir los partidos a efecto de que estuvieran a la altura de las exigencias de nuestra época. Fue Lenin quien, con una singular claridad de pensamiento y una ejemplar intrepidez, llamó a luchar contra el revisionismo en el seno de los partidos y a expulsar de sus filas a sus agentes. De esta forma llevó a un nuevo nivel la lucha del marxismo contra el revisionismo y, sobre esta base, impulsó el partido de clase contra el partido-amalgama. 

La Revolución Rusa de 1905 creó los Soviets, instituidos nuevamente por la Revolución Rusa de febrero de 1917 y existentes hasta la Revolución de Octubre y aun durante mucho tiempo después. Así, en el seno de estas organizaciones de masas, continuó la lucha entre la política marxista (partido bolchevique) y la política revisionista (mencheviques, etc.). 

En resumidas cuentas, la Comuna de París no tuvo un partido marxista que la dirigiera, un partido que resolviera correctamente sus contradicciones internas y, de esta forma, le diera estabilidad y solidez; esta realidad determinó su precariedad. En cambio, la Revolución de Octubre contó con un partido marxista como el bolchevique, que resolvió las contradicciones y las encrucijadas que afrontó la dictadura del proletariado, proporcionándole a esta la necesaria firmeza y la indispensable permanencia. 

Marx y Engels señalaron en el Manifiesto comunista: 


Prácticamente, los comunistas son… el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. (Elipsis nuestra). 

Por eso, en su polémica con Tanner en el II Congreso de la Internacional Comunista, Lenin señaló: 


Tanner dice que está a favor de la dictadura del proletariado, pero la concibe de un modo completamente distinto a como la concebimos nosotros. Dice que nosotros entendemos en realidad por dictadura del proletariado la dictadura de su minoría organizada y consciente. (“Discurso sobre el papel del Partido Comunista”). 

Es decir, el problema del partido en el socialismo se presenta, ante todo, como un problema de concepción: la construcción del socialismo, que en esencia es la lucha por la realización del comunismo, ¿requiere la dirección de un partido marxista, o no? ¿El marxismo-organización, el partido proletario, tiene un papel decisivo en la lucha por la realización del comunismo, o, por el contrario, no tiene ninguno y, por lo tanto, podemos prescindir de él sin más ni más? ¿Tiene pues el marxismo que cumplir un papel en el socialismo? Desde otro ángulo: ¿el movimiento espontáneo se basta a sí mismo para llevar hasta la victoria la lucha por el comunismo? 

        Y prosigue Lenin: 


Y en efecto, en la época del capitalismo, cuando las masas obreras son sometidas a una incesante explotación y no pueden desarrollar sus capacidades, lo más característico para los partidos políticos obreros es justamente que sólo pueden abarcar a una minoría de su clase. El partido político puede agrupar tan sólo a una minoría de la clase, puesto que los obreros verdaderamente conscientes en toda sociedad capitalista no constituyen sino una minoría de todos los obreros. Por eso nos vemos precisados a reconocer que sólo esta minoría consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y llevarlas tras de sí. Y si el camarada Tanner dice que es enemigo del partido, pero al mismo tiempo está a favor de que la minoría de los obreros mejor organizados y más revolucionarios señale el camino a todo el proletariado, yo digo que en realidad no existe diferencia entre nosotros. ¿Qué representa una minoría organizada? Si esta minoría es realmente consciente, si sabe llevar tras de sí a las masas, si es capaz de dar respuesta a cada una de las cuestiones planteada en el orden del día, entonces esa minoría es, en esencia, el partido. Y si camaradas como Tanner… están a favor de que exista una minoría que luche decididamente por la dictadura del proletariado y que eduque en este sentido a las masas obreras, esa minoría no es, en esencia, otra cosa que el partido. (“Discurso sobre el papel del Partido Comunista”, Segundo Congreso de la Internacional Comunista; elipsis nuestra). 

O sea: 1) bajo la explotación capitalista las masas trabajadoras no tienen desarrolladas sus dotes humanas; 2) por consiguiente, el partido proletario solo puede agrupar a la minoría consciente de la clase y la masa; 3) solo esta minoría puede dirigir a las clases trabajadoras; 4) esta minoría representa, en esencia, el partido proletario. Por lo tanto: 1) en el socialismo los trabajadores construyen la nueva sociedad sin haberse transformado todavía en hombres y mujeres nuevos, que hayan superado el insuficiente nivel cultural heredado y se encuentren ya completamente limpios de toda ideología y toda psicología de la vieja sociedad; 2) por eso, el socialismo impulsa el proceso de superación de dichos lastres; 3) se entiende pues que esta superación no puede consumarse de golpe y, como la experiencia enseña, implica una lucha muy larga; 4) en consecuencia, la construcción del socialismo no solo se realiza en lucha frontal contra la burguesía y otras clases explotadoras, sino también contra la influencia de estas clases sobre los trabajadores, lo mismo en los planos de la cultura, la ideología y la psicología, como en los de las costumbres y los hábitos; 5) por eso, la fuerza fundamental de dirección de la dictadura del proletariado no puede estar a cargo sino de la minoría más consciente de la clase y la masa; 6) así, pues, la necesidad del partido deriva del hecho de que en el socialismo existen aún las clases y la lucha de clases. 

        Dadas las circunstancias indicadas, en el socialismo los marxistas son todavía una minoría que tiene la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario en la lucha por la construcción del socialismo y la realización del comunismo; esta minoría es el partido, sea cual fuese su forma de existencia. 

Ciertamente el Estado es una cosa y el partido es otra, y, en consecuencia, no pueden ser confundidos. Así, el partido dirige la dictadura del proletariado, pero solo puede hacerlo indirectamente, es decir, por medio de las organizaciones de masas de la clase y el pueblo. Si el partido se coloca a sí mismo “por encima del Estado” (como ha ocurrido muchas veces), no puede ejercer su dirección, sino que de hecho se coloca en una posición contraria al socialismo. Por eso, el partido solo puede cumplir su papel si preserva en todo momento su cualidad de “fuerza orientadora” de la dictadura del proletariado, su condición de ser su vanguardia, de ser, por consiguiente, parte de la clase, el centro de dirección de las masas. Así también, el movimiento de las clases trabajadoras ejerce la dictadura, pero solo puede hacerlo por medio del partido. Precisamente la dictadura del proletariado es el punto de encuentro de la conciencia marxista y el movimiento espontáneo. 

La no existencia de un partido marxista en la Comuna de París constituyó una limitación que al cabo condujo a cometer errores que determinaron su rápida derrota. Las críticas de Marx y Engels a tales errores dan una idea precisa de cuánta falta hizo un partido marxista que dirigiera la Comuna.(2) 

Mariátegui dejó apuntada esta observación que facilita comprender la precariedad de la Comuna de París: 


En Hungría… la dictadura del proletariado fue ejercida por los comunistas y social-democráticos juntos. Aparentemente, esto daba fuerza al gobierno obrero de Hungría porque, en virtud del entendimiento entre comunistas y social-democráticos, ese gobierno obrero representaba a la unanimidad del proletariado, a la unanimidad más uno. Todas las grandes tendencias proletarias en el poder; pero esto era, también, la debilidad de la República Sovietista Húngara. (Historia de la crisis mundial; cursivas nuestras). 

De hecho, la esencia de la cuestión del partido en el socialismo es la relación entre la conciencia marxista y el movimiento espontáneo (esencia que García no es capaz de percibir o que directamente silencia). Los complejos problemas implicados en la construcción del socialismo, ¿pueden ser resueltos exclusivamente por el movimiento espontáneo? Para darnos una idea exacta acerca de esta cuestión, consideremos, a modo de ejemplos, algunos problemas que afrontaron las revoluciones rusa y china. La implementación del “comunismo de guerra”, la ejecución de la Nueva Política Económica y la realización del capitalismo de Estado a fin de combatir la función desorganizadora de la pequeña producción y del capitalismo privado, medidas adoptadas por el partido bolchevique con Lenin a la cabeza, resolvieron problemas que no hubieran podido ser resueltos separadamente por el movimiento espontáneo; la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado y su correlato político práctico, la revolución cultural, fue una creación heroica de Mao, presidente del PCCh, que así desarrolló la teoría de la revolución permanente expuesta por Marx en el libro Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, teoría y praxis que no hubieran podido ser logradas por el movimiento espontáneo. Es decir, por su complejidad, los problemas anotados no hubiesen podido ser resueltos al margen del marxismo, al margen del marxismo materializado en organización, al margen del partido. 

Enfocando la cuestión desde el ángulo de la relación entre la conciencia marxista y el movimiento espontáneo (único ángulo desde el cual es posible plantear correctamente el problema del partido en el socialismo), puede reconocerse que, igual que el Estado, bajo la dictadura del proletariado el partido es un partido en extinción. La esencia de esta extinción es el proceso por el cual las clases trabajadoras van elevándose al nivel de la conciencia marxista; así, cuanto mayor altura alcanza esta elevación, tanto más se extingue el papel del partido y, por lo tanto, el partido mismo (en el sentido de compartir, cada vez más amplia y decisivamente, el papel de dirección con las organizaciones de masas). Como hemos sostenido en otro lugar, “la comunización de la concepción del mundo de la gente es inversamente proporcional al proceso de extinción del partido.” 

Recapitulando la experiencia de la Comuna de Shangai (febrero de 1967), Mao señaló: 


Si todo se transformara en comuna, ¿qué pasa con el partido? ¿Dónde pondríamos el partido? Entre los miembros de los comités comunales hay gente del partido y gente que no lo es. ¿Dónde pondríamos al comité del partido? ¡De una u otra manera tiene que haber un partido! Tiene que haber un núcleo, no importa cómo lo llamemos. Llámese partido comunista, partido socialdemócrata, Kuomintang o I-kuan-tao, debe haber un partido. La comuna debe tener un partido, pero ¿acaso la comuna puede reemplazar al partido? (Citado en Bob Avakian, Conquistar el mundo. Deber y destino del proletariado internacional).  

Tiene pues que haber un partido, un núcleo, la comuna no puede reemplazar al partido, la comuna debe tener un partido. Pero ¿cuál es el lugar del partido en la comuna? ¿Cómo debe cumplir allí su papel de fuerza dirigente? Ciertamente la Comuna de Shangai (y otras comunas en varias regiones de China), no alcanzaron a resolver estos problemas, pues tempranamente fueron desactivadas. 

El partido es la “fuerza orientadora” de la dictadura del proletariado, su fuerza de dirección fundamental. Pero, como punto de encuentro de la conciencia marxista y el movimiento espontáneo, la dictadura del proletariado tiene, como es natural, sus tensiones, sobre todo en los momentos cruciales de la lucha de clases en el socialismo, como por ejemplo en las circunstancias de las revoluciones culturales. Estas circunstancias ponen en primer plano (como ya ocurrió en la revolución cultural china), los problemas relativos al papel del revisionismo y a la restauración del capitalismo, las limitaciones que encuentra el partido para resolver estos problemas de una buena vez y, particularmente, dos problemas de primera importancia: la toma del poder en el partido por el revisionismo y la intervención del ejército en la toma del poder del Estado por el revisionismo.(3) Este último problema no ha sido resuelto todavía por el marxismo y, al parecer, no existe más solución que llevar adelante la lucha de clase del proletariado en cada coyuntura política a fin de alcanzar algunas conquistas parciales; pero si una victoria parcial es posible, también lo es una derrota temporal, como ya ocurrió en la Unión Soviética y en China, para mencionar solamente estos dos casos ejemplares.(4) 

En las notas de la conferencia pronunciada en la UPGP el 19 de octubre de 1923, Mariátegui sostuvo: 


La dictadura del proletariado… no es una dictadura de partido                     sino una dictadura de clase, una dictadura de la clase trabajadora. (Elipsis nuestra). 

Empero, en “Principios programáticos del Partido Socialista” (octubre de 1928), planteó la cuestión en otros términos: 


8º.- Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista. (Ideología y política, p. 162; cursivas nuestras). 

Es decir, así como el autor de 7 ensayos sostiene que la dictadura del proletariado no es una dictadura de partido sino una dictadura de clase, así también mantiene que, después de la toma del poder, el partido realiza las tareas de la organización y defensa del orden socialista; de esta forma se mostró partidario de la existencia del partido en el socialismo como la dirección de la dictadura del proletariado. O sea, Mariátegui entendía que la dictadura del proletariado es la dictadura de la clase trabajadora dirigida por el partido, o sea, que la clase ejerce su dictadura a través del partido, y que la dirección del partido solo puede ejercerse a través de la clase y la masa. 

Negarle al partido marxista el derecho a la existencia en el socialismo, es negar que el partido marxista es el resultado necesario de la lucha de clases en  el período de transición al comunismo; es desconocer a la minoría consciente que sabe “llevar tras de sí a las masas”, y es “capaz de dar respuesta a cada una de las cuestiones planteadas en el orden del día”; es negar que el fondo de la cuestión es el papel de la conciencia marxista en la dirección de la dictadura del proletariado; es desarmar ideológica, política y orgánicamente a la clase y a la masa; es extender el liquidacionismo a la sociedad socialista; es, por lo tanto, favorecer a la burguesía. 

Esta es la segunda “falla geológica” del discurso del “profundo” García.


Notas

[1] Es necesario señalar que, tanto la burguesía como la pequeña burguesía antisocialista pueden, no obstante el apartidismo que pudiera legalmente establecerse, organizarse en partidos clandestinos que centralicen su lucha contra la dictadura del proletariado, por lo que el apartidismo quedaría en la nada, o, mejor dicho, se reduciría al partido del proletariado; así, mientras la burguesía y la pequeña burguesía antisocialista podrían centralizar y potenciar su lucha, el proletariado se quedaría sin la centralización ideológica y política necesaria para organizar el nuevo orden.

[2] De hecho, Marx y Engels actuaron como partido-no aparato, que, por lo demás, actuaba fuera de Francia, pero precisamente por ambas razones (aunque aquí importa destacar la primera de ellas), sus críticas y sus consejos no pudieron influir prácticamente en la política de la Comuna. Esto es sugerente.

[3] Tanto en la Unión Soviética como en China el ascenso al poder del revisionismo contó con la intervención del ejército.

[4] La lógica simplista según la cual “muerto el perro, muerta la rabia”, que se advierte en la propuesta del apartidismo, es de hecho un encubrimiento del papel restauracionista del revisionismo. No es por su cualidad orgánica de partido-aparato que el partido puede dejar de cumplir adecuadamente su papel de dirección en el sistema de la dictadura del proletariado, sino que cumple dicho papel por su adhesión al marxismo y la consecuencia con que aplica esta doctrina. Este es el fondo del asunto. Y, en consecuencia, solo si se aparta en algún grado del marxismo o directamente cae en el revisionismo, el partido cesa de cumplir su papel de dirección y se convierte en una rémora para el socialismo. Por consiguiente, no es el partido lo que hay que suprimir, sino el revisionismo lo que hay que combatir.

 

10.01.2024.


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