Nota: A
continuación publicamos un artículo de Bob Avakian rico en ideas, aunque no
necesariamente las compartimos todas.
El comité de redacción
La Guerra En Ucrania y Los
Intereses De La Humanidad: Un Enfoque Revolucionario Científico Contra la
Confusión Nociva Y Los Delirios Chovinistas
Bob Avakian
HACE POCO, el artículo mío “Ucrania: Una Tercera Guerra Mundial es el verdadero peligro, y no una repetición de la Segunda Guerra Mundial” fue enviado a varios antiguos miembros de la SDS (Estudiantes por una Sociedad Democrática), que llegó a ser un importante movimiento radical durante la década de 1960 que se opuso fuertemente a la guerra imperialista de Estados Unidos en Vietnam. En respuesta, varias personas plantearon argumentos en oposición a mi artículo — argumentos que reflejan el pensar actual de una cantidad exageradamente grande de personas en Estados Unidos con opiniones “liberales”, “progresistas” y “socialdemócratas”1. Si bien parte de estas respuestas traía mezquinos “ataques bajos”, también señalaban temas sustantivos los cuales (a diferencia de los “ataques bajos”) son dignos de una respuesta seria. En este escrito, voy a abordar algunos de los puntos más relevantes y sustantivos que se plantearon.
Empecemos por el siguiente desacuerdo con mi
artículo:
Esta es mi reacción: estipulemos que Estados
Unidos tiene una historia vergonzosa de guerras imperialistas y que no debiera
haber lanzado una bomba nuclear sobre Japón. También se puede hacer un
argumento razonable de que la OTAN no debiera haber acogido como miembros a las
antiguas repúblicas controladas por la Unión Soviética. Sin embargo, también es
cierto que el ingreso en la OTAN es exactamente lo que querían las grandes
mayorías de esos países. En cuanto a Yemen, no estoy lo suficientemente
informado como para tener una opinión en cuanto si el papel de Estados Unidos
ahí es equivalente al de Rusia en Ucrania. Lo investigaré, pero me sorprendería
que lo fuera.
Lo siguiente es lo principal: el resultado
inevitable de la política estadounidense por la que usted argumenta en el
conflicto actual dejaría a los ucranianos a merced de Putin. ¿Es eso lo que
quiere?
En lo que es una línea de argumentación
demasiado típica, por parte de quienes no se interesan en defender la “historia
vergonzosa de guerras imperialistas” de Estados Unidos (y el lanzamiento de dos
bombas atómicas sobre Japón al fin de la Segunda Guerra Mundial), se reconoce
esta “historia vergonzosa de guerras imperialistas” — y luego efectivamente la
ignoran, o la descartan. Esto equivale a decir: “Toda esa historia vergonzosa
no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora, y lo único que tenemos que
hacer es ver las cosas terribles que Putin-los rusos están haciendo en
Ucrania”. En respuesta a eso, cabe señalar que esta “historia vergonzosa” no es
simplemente “historia” — guarda una estrecha relación con lo que Estados Unidos
está haciendo ahora con respecto a Ucrania (y más en general). Y lo que es más
importante, esta “historia vergonzosa” tiene que ver con la propia
naturaleza del sistema que rige en Estados Unidos, el sistema
del capitalismo-imperialismo, y con la posición dominante del
imperialismo estadounidense en el mundo, y su necesidad y determinación de
retener, y fortificar, esa posición dominante.
En otro artículo, tomando de una observación de
un amigo mío de antaño, me referí a los imperialistas, de ambos lados de este
conflicto en Ucrania, como “gángsteres legítimos” —gángsteres que están
peleándose entre sí no sólo sobre el “territorio” en una ciudad, sino sobre la
dominación en el mundo en su conjunto— y, muy significativamente, son
gángsteres con arsenales masivos de destrucción masiva, inclusive armas
nucleares que podrían aniquilar la civilización humana2.
Si esta analogía es válida —y lo es—, pues, es pertinente preguntarse:
¿Consideraríamos como legítimo un argumento de alguien que formara parte de una
“familia” mafiosa (o cártel criminal) que dijera: “Sí, hemos hecho cosas muy
malas, pero lo que cuenta ahora es lo que está haciendo ese otro grupo de
gángsteres por allá, y la forma en que nosotros estamos ayudando a las víctimas
de su actividad criminal asesina”? ¿Adoptaríamos la postura de que la
naturaleza criminal de la organización a la que pertenece esta persona de
repente se ha vuelto irrelevante para lo que está pasando — o incluso que, en
este caso, de alguna manera esta organización había dejado de ser criminal, o
de actuar de manera criminal? O, ¿reconoceríamos —muy
correctamente— que las declaraciones y acciones de esta organización criminal
eran una continuación de toda su historial criminal, y surgían de toda
su naturaleza criminal?
Volveré a examinar esa cuestión.
Además, existe otro argumento que “da con la
mano izquierda” y “quita con la mano derecha” — el argumento de que tal vez
estuviera mal que la OTAN, la organización militar imperialista liderada por
Estados Unidos, se expandiera a países que estaban muy cerca de Rusia, o
incluso colindaban con Rusia, pero “también es cierto que el ingreso en la OTAN
es exactamente lo que querían las grandes mayorías de esos países”.
Esta línea de argumentación es muy peligrosa — y
encierra una norma y un criterio que dudo que las personas amantes de la
justicia en realidad quieran aplicar de forma sistemática y convertir en una
especie de principio general. Por ejemplo, casi a ciencia cierta es verdad que,
hasta la década de 1960 (al menos), una mayoría de la gente en Estados
Unidos quería que se mantuviera la segregación y la
discriminación contra los negros. O, volviendo a un ejemplo histórico ya
citado, es una terrible realidad que una mayoría de personas en Estados
Unidos apoyó el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón
en el momento en que eso ocurrió (y una cantidad exageradamente grande de
personas todavía defienden eso, al igual que lo hace el gobierno de Estados
Unidos, el que se ha negado a reconocer que estuvo mal). Se podrían citar
muchos otros ejemplos, pero debería quedar claro que este tipo de argumento
“populista” puede llevar a defender, o al menos a racionalizar, todo tipo de
cosas terribles. (Esto también se relaciona con los argumentos que, en nombre
del “realismo”, terminan por apoyar a este sistema capitalista-imperialista, y
en particular al Partido Demócrata, que, como un representante de este sistema,
ha perpetrado algunos de sus crímenes más horrendos, entre ellos los ataques
con la bomba atómica a Japón. También sobre esto volveré en adelante. Pero
volvamos a los argumentos citados anteriormente.)
Se hace la afirmación: “En cuanto a Yemen, no estoy
lo suficientemente informado como para tener una opinión en cuanto si el papel
de Estados Unidos ahí es equivalente al de Rusia en Ucrania. Lo investigaré,
pero me sorprendería que lo fuera”.
Pues bien, objetivamente, no hay duda de que el
papel de Estados Unidos en Yemen no es simplemente “equivalente” al papel ruso
en Ucrania, pero la devastación y el sufrimiento que ha causado es muchísimo
peor. En primer lugar, no como un ataque personal, sino como un comentario
sobre el pésimo estado de las cosas entre las personas “progresistas” de
Estados Unidos, que gustan en pensarse que se preocupan y están relativamente
informadas sobre los acontecimientos mundiales de importancia, llama la
atención que tantas de hecho no sepan lo que ha estado
pasando, desde hace años ya, en Yemen, y el papel de Estados Unidos en ello. Si
“se investiga” la situación con seriedad (y si no simplemente se confían en los
mismos medios de comunicación estadounidenses que ahora están librando una
ofensiva propagandística masiva para justificar las acciones de Estados Unidos
en Ucrania), se encontrará que la guerra librada por Arabia Saudita en Yemen —que
ha contado con el apoyo y suministro de ayuda de equipo militar pesado y de
otro tipo por parte de Estados Unidos, desde la época de la administración de
Obama-Biden— ha causado un sufrimiento casi increíble para el pueblo de
Yemen, en particular para los niños, de los cuales masivas cantidades han
muerto como resultado de las condiciones creadas por esta guerra, lo que
incluye una terrible epidemia de cólera. (Además de otras fuentes, en revcom.us
se puede encontrar un análisis importante de la guerra en Yemen, del horrendo
sufrimiento de la gente de allá y de la responsabilidad de Estados Unidos en
todo ello.)
Y luego llegamos a este argumento: “Lo siguiente
es lo principal: el resultado inevitable de la política estadounidense por la
que usted argumenta en el conflicto actual dejaría a los ucranianos a merced de
Putin. ¿Es eso lo que quiere?”
No. Lo que quiero (y por lo que he llamado en el
artículo en cuestión, y en otros también) es que las masas de personas, de
“ambos lados” de este conflicto —y en el mundo en su conjunto— actúen según sus
propios intereses, en contraposición a los intereses de los
imperialistas de ambos bandos de este conflicto. Como argumenté fuertemente
en otro artículo reciente:
Todo esto pone de relieve por
qué es vitalmente importante que las masas de personas, en Estados Unidos, y en
otros países que se alinean con él, así como en Rusia —que las masas de
personas en todas partes— se despierten ya por
fin y completamente, que reconozcan la realidad y la profunda importancia de lo
que está en juego, y que actúen de acuerdo con nuestros verdaderos
intereses — los intereses de toda la humanidad: exigiendo que SE PONGA
FIN a esta guerra en Ucrania, y a la injerencia (directa e indirecta) de los
imperialistas de ambos lados en esta guerra, antes de que no
sólo inflija aún más sufrimiento al pueblo de Ucrania sino que posiblemente se
intensifique hasta un conflicto mucho más terrible que cause masiva destrucción
y muerte, a un nivel mucho mayor, e incluso posiblemente represente una amenaza
a la propia existencia de la misma humanidad3.
¿Una guerra por la independencia nacional o una “guerra de sustitutos”
entre imperialistas?
Al centro de todo esto se halla la cuestión de la verdadera naturaleza de la guerra en Ucrania ahora, y la aplicación, sí, de la ciencia a esta cuestión, en contraposición al revoltijo de ideas fuertemente influenciado por el chovinismo pro estadounidense y su tergiversación de la historia. Esto se concentra en el siguiente argumento:
Quizá Putin no sea Hitler, pero lo que él está
haciendo en Ucrania me trae recuerdos. FDR tenía razón al salvar a Europa de
los nazis, y yo diría que Biden tiene razón al hacer lo que pueda, sin ir al
extremo de una Tercera Guerra Mundial, para salvar a Ucrania de los rusos.
¿Guerras de sustitutos o guerras de liberación nacional? ¿Por qué Ucrania es un
sustituto de los imperialistas de la OTAN más de lo que el FLN y los
norvietnamitas fueran un sustituto de los imperialistas rusos y chinos? La
historia nos impone decisiones liosas. En mi opinión, los ucranianos están
combatiendo por su país con el mismo fervor que el FLN luchó por el suyo. Por
último, Bob, quisiera saber qué hay en la historia vivida del comunismo
revolucionario por lo que vale la pena esforzarse ahora.
Este argumento es un verdadero “tesoro” de ideas
equivocadas, fuertemente influenciadas precisamente por el chovinismo pro
estadounidense anticientífico y anti-histórico (con una acre dosis de
anticomunismo rancio). Responder en detalle a este argumento rebasa el ámbito
de lo que es posible en este escrito, pero el contenido de lo que se argumenta
aquí sí exige una respuesta. En primer lugar, en mi artículo con el que este
argumento está en desacuerdo, abordé importantes razones por las que está mal
comparar a Putin y sus acciones ahora con lo que hizo Hitler al entrar en la
Segunda Guerra Mundial, y hacer semejante comparación abarca una importante
tergiversación e ignorancia (o ignorancia deliberada) de las diferencias
cruciales entre la situación de ese entonces y la de ahora. No voy a repetir
todo eso aquí, aunque definitivamente cabe enfatizar una vez más lo siguiente:
tanto Estados Unidos como Rusia poseen miles de armas nucleares — armas que no
existían en el período que condujo a la Segunda Guerra Mundial (y durante casi
toda esa guerra). Pero no puedo dejar sin comentar la afirmación de que “FDR
tenía razón al salvar a Europa de los nazis”. Se tiene aquí otro llamativo
“punto ciego” creado por el resplandor del chovinismo pro estadounidense.
Si vamos a poner las cosas en los términos un
tanto crudos de este argumento, no fue FDR (Franklin Delano Roosevelt, el
presidente de Estados Unidos durante la mayor parte de la Segunda Guerra
Mundial) quien “salvó a Europa de los nazis” — fue mucho más esa vieja bête
noire de los anticomunistas de todo el mundo, José Stalin. La realidad
es que fue la Unión Soviética, encabezada en aquel momento por Stalin, la que
le rompió el lomo a la maquinaria de guerra NAZI y creó efectivamente un punto
de viraje en la guerra que condujo a la derrota final de los NAZIs alemanes y
sus aliados japoneses (e italianos). Esto es un hecho histórico (y fue el líder
británico durante la guerra, Winston Churchill, por ejemplo, quien le hizo
alusión, y quien reconoció que los combates decisivos contra los NAZIs se
dieron en el frente oriental, donde se concentraba la gran mayoría de las
fuerzas NAZIs, contra las fuerzas soviéticas, durante la parte crucial de la
guerra en Europa).
El ataque de los NAZIs a la entonces socialista
Unión Soviética, y la resistencia y repulsión soviética a la invasión NAZI,
costaron la vida a entre 20 y 30 millones de personas en la
Unión Soviética, junto con una destrucción masiva en la propia Unión Soviética.
Aunque tengo mis críticas a la forma en que la dirección soviética condujo esa
guerra —como la crítica importante de que se libró esencialmente sobre una base
nacionalista (e incluso sobre una base de chovinismo gran ruso), en lugar de
una base revolucionaria—, si adoptáramos el criterio que, erróneamente, le
atribuye a FDR “salvar a Europa de los nazis”, pues la verdadera derrota de los
NAZIs ciertamente debería contar entre las cosas que deberían celebrarse en “la
historia vivida del comunismo revolucionario”, en este caso la Unión Soviética.
(De hecho, hay mucho en esta “historia vivida” por lo que “vale la pena
esforzarse ahora”, aunque, con el nuevo comunismo que he desarrollado, se ha
analizado de manera crítica, como debe ser, con un método y enfoque
consecuentemente científico, identificando de esta manera tanto su aspecto
principal, definitivamente positivo, como su lado negativo secundario pero
real, y a veces incluso grave. Abordaré este tema en mayor detalle en
adelante).
Esto me lleva a un argumento esgrimido por otro crítico de mi artículo:
Sin entrar en una polémica con
el Presidente Avakian, dios no lo quiera —dado que él es el teórico más grande
del comunismo desde Mao Tse Tung y yo simplemente soy un humilde
socialdemócrata que no confía ni remotamente en mi análisis sociopolítico como “ciencia”—,
mi opinión es que él elude por completo cualquier agencialdad por parte de los
ucranianos. Eso es profundamente problemático.
Dejando de lado los “ataques bajos” al principio de esta declaración, en realidad hay algo muy importante de Mao que tiene una relación definitiva con las cuestiones en contienda aquí, en particular la cuestión decisiva de cuál es la verdadera naturaleza ahora de la guerra en Ucrania.
En el transcurso de dirigir la revolución china durante varias décadas, Mao hizo importantes aportes a, sí, la teoría científica comunista, en particular su discusión de contradicción, en la sociedad y en la vida en general. Más específicamente, es muy relevante aquí el enfoque de Mao de entender la relación entre el aspecto principal de una contradicción, en oposición al aspecto secundario. El aspecto principal de una contradicción, señaló Mao, determina la esencia, o el carácter básico, de esa contradicción en un momento dado. Sin embargo, también subrayó que, dado que toda la vida está constantemente en movimiento —y cualquier cosa (o contradicción) particular está interactuando constantemente con otras cosas—, el aspecto principal de una contradicción puede cambiar, y lo que era secundario puede convertirse en principal, y viceversa. (Para ilustrar esto con un simple ejemplo de la vida cotidiana, si está nublado y está lloviendo fuertemente mientras el sol apenas comienza a “asomarse” entre las nubes, en ese momento la condición de nubosidad y lluviosidad es lo principal, mientras que la aparición del sol es secundaria; pero, si las cosas cambian de tal manera que el sol emerge por completo y la lluvia se reduce a una mera llovizna, pues ocurre que la luz del sol se ha convertido en el aspecto principal, y es muy posible que la lluvia cese por completo.)
Este entendimiento básico tiene una aplicación definitiva, y muy importante, a la guerra en Ucrania — y particularmente en respuesta a este argumento (citado anteriormente):
Por supuesto, este acto de
agresión imperialista de parte de Rusia merece condena. Pero especialmente para
personas que viven en Estados Unidos —que ostenta, cabe
repetir, el récord para semejantes actos de agresión, con mucho— es cuestión de
principio básico y de importancia profunda no hacerse eco a
las posiciones ni servir a los objetivos de “nuestros” imperialistas, sino que
al contrario poner muy en claro nuestra oposición a los objetivos y las
acciones de estos imperialistas (estadounidenses), que están utilizando
la oposición a la invasión rusa a Ucrania —no para promover “la paz” o “el
derecho de las naciones a la autodeterminación”—, sino como un mecanismo para
promover los intereses del imperialismo estadounidense, en
oposición a los imperialistas rusos rivales. Por lo tanto, de acuerdo con
este principio crucial, toda oposición a la invasión rusa a Ucrania,
especialmente de parte de personas en este país
imperialista, debe incluir una posición clara y definida de también
oponerse al papel de Estados Unidos en el mundo, incluidas las guerras que éste
libra a continuo, y a las otras formas en que interviene violentamente en otros
países4.
Aquí también es necesario responder a la afirmación, por parte de uno de los críticos de mi artículo, de que el artículo sólo contiene una mención mínima de las acciones de Putin contra el pueblo ucraniano (“Las acciones de Putin contra los ucranianos no se mencionan casi en absoluto, excepto con un poco de carraspeo”). Suponiendo que no se trate de una lectura errónea deliberada de mi artículo, se trata de un ejemplo más de estar cegado por el chovinismo pro estadounidense, sea que fuera consciente o inconsciente. En este artículo (y en varios otros), mi oposición a la agresión rusa es muy clara — y mi énfasis en que el sufrimiento del pueblo en Yemen es incluso mucho peor que lo que sufre el pueblo en Ucrania no es una forma de negar el terrible sufrimiento al que esta guerra está sometiendo al pueblo en Ucrania, sino de enfatizar la total hipocresía por parte de los imperialistas de Estados Unidos (y de aquellos que les hacen eco) en presentar las atrocidades rusas en Ucrania como una suerte de crímenes de guerra “sin precedente”, a la vez que estos imperialistas estadounidenses son culpables de ser responsables de atrocidades incluso mucho peores, como se evidencia en Yemen. Y es cierto que pongo mucho énfasis en oponerse a la forma en que la clase dominante imperialista de Estados Unidos está aprovechando la agresión rusa en Ucrania, y el sufrimiento del pueblo ahí, a fin de promover sus propios objetivos imperialistas — lo que es exactamente lo que alguien debería hacer en una situación como ésta: poner énfasis en oponerse a los objetivos y acciones imperialistas de “su propia” clase dominante imperialista. Además, el artículo mío al que se critica supuestamente por ser “blando” con lo que Rusia está haciendo en Ucrania contiene una sección, “Los verdaderos objetivos de Putin y el imperialismo ruso”, la que examina esos objetivos con cierto detalle, precisamente con el análisis y la caracterización de ellos como los objetivos y las acciones del imperialismo ruso (¡y no hace falta decir que considero al imperialismo como un fenómeno muy negativo, no de alguna manera “positivo” o “neutral”!).
Por último, sobre el tema de la guerra en
Ucrania, y simplemente para aclarar algo en torno a lo cual podría haber
confusión (o tergiversación deliberada): en el artículo en cuestión, no dije
que no hay base para creer que Putin podría invadir a otros países. Más bien
dije —y ésta es una distinción muy crucial— que no hay evidencia que respalde
la afirmación de que Putin tiene la intención de invadir, o atacar, a otros
países de la OTAN (algo que, como subrayé en ese artículo,
“detonaría” una respuesta militar inmediata por parte de Estados Unidos). Esto
era parte de un análisis de que ambas partes en este conflicto —es decir, tanto
el imperialismo ruso como el bloque imperialista de Estados Unidos-la OTAN—
están tratando de alcanzar sus objetivos sin entrar en un enfrentamiento
militar directo con su adversario imperialista. Pero, como también señalé,
existe la muy peligrosa realidad de que las dinámicas de esta guerra de hecho
podrían conducir a un enfrentamiento militar directo entre Rusia y Estados
Unidos-la OTAN:
Sin embargo,
independientemente de las intenciones, tal como se ha demostrado una y otra
vez, los acontecimientos —especialmente las dinámicas de la propia guerra, una
vez lanzada— pueden “rebasar las intenciones” y llevar a circunstancias y
consecuencias que ninguna de las partes quería o esperaba al principio. En la situación actual, con la
guerra en Ucrania, hay un peligro muy real de que semejante “dinámica” podría
“apoderarse” y llevar a consecuencias verdaderamente terribles — a la
posibilidad muy real de una guerra entre Estados Unidos-la OTAN y Rusia, con el
uso de armas nucleares lo que podría conllevar una amenaza muy real a la
civilización humana en su conjunto5.
La “realidad vivida” concreta, principalmente muy positiva, del
comunismo revolucionario
Dado que se hizo esta pregunta agudamente, en una de las respuestas a mi artículo, es necesario responderle directamente: “Por último, Bob, quisiera saber qué hay en la historia vivida del comunismo revolucionario por lo que vale la pena esforzarse ahora”.
Por supuesto, como indiqué al principio, no es
posible examinar aquí está pregunta con la extensión y la profundidad
necesarias para responder a todas las mentiras, calumnias y tergiversaciones
las que los instrumentos de propaganda de este sistema capitalista-imperialista
y sus cómplices intelectuales han vomitado, y siguen vomitando, y las que una
cantidad exageradamente grande de personas se han tragado acríticamente, y a
menudo se han regurgitado, quienes deberían tener mejor criterio (y quizás
alguna vez lo tuvieran). Con eso en mente, y sin dejar de mencionar solamente
algunas de las hazañas más destacadas de la “realidad vivida del comunismo
revolucionario” (y sin dejar de señalar la importancia de una evaluación científica no
sólo de su experiencia principalmente positiva, sino también de sus
deficiencias y errores reales, algunos de ellos muy serios y en algunos casos
incluso graves), remitiré a cualquiera que busque auténticamente una respuesta
adicional, seria y sustantiva a esta cuestión al sitio web revcom.us, y en
particular al número especial que puede encontrarse ahí: No sabes lo
que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la
emancipación: Su historia y nuestro futuro, Una entrevista a Raymond Lotta.
Pero, brevemente, con respecto a la Unión
Soviética (el primer estado socialista del mundo, creado por la Revolución Rusa
de 1917), durante su primer período, hasta principios de la década de 1930, se
dieron tremendas transformaciones liberadoras, liberando a las masas de
personas de los elementos que quedaban de la opresión feudal y de la ignorancia
y superstición impuestas, particularmente en el vasto campo, mientras que al
mismo tiempo tomaban medidas para eliminar la explotación capitalista centrada
en las ciudades. Un ejemplo destacado de ello fue la emancipación de las
mujeres de la opresión patriarcal brutal y asfixiante, de maneras que no tenían
precedentes en aquella época. Y todo ello fue acompañado de un florecimiento de
la creatividad y el contenido revolucionario en el ámbito del arte y la
cultura.
Es cierto que, incluso durante este período,
desde la época de la Revolución Rusa en 1917 hasta principios de los años 1930,
se cometieron errores, incluidos algunos errores serios — lo que no es de
extrañar, dado que se trataba del primer intento de transformación socialista
de una sociedad, en el contexto de una amarga oposición de las fuerzas
reaccionarias que quedaban en la propia Unión Soviética en sí y del cerco
antagónico de parte de poderosos países imperialistas. Y, particularmente
después de los primeros años de la década de 1930, muchas de las iniciales
transformaciones inspiradoras y expresiones de entusiasmo revolucionario, en
muchas esferas diferentes de la sociedad soviética, fueron socavadas, o incluso
revocadas, y una cierta atmósfera asfixiante, en política y cultura, comenzó a
echar raíces a un importante grado. Un importante punto de viraje en relación
con todo esto fue el triunfo del fascismo en Alemania a principios de la década
de 1930, con el aplastamiento del Partido Comunista en ese país, que había
constituido la oposición directa más poderosa a los NAZIs y fue el primer
blanco de la represión y del asesinato masivos y concentrados por parte del
régimen NAZI. Especialmente ante la amenaza de invasión directa de parte del
régimen NAZI alemán, y en los preparativos y maniobras del gobierno soviético
para hacer frente a esta creciente amenaza a lo largo de la segunda mitad de la
década de 1930, Stalin y la dirección soviética cometieron errores y
violaciones serios de los principios comunistas, lo que abarcó una campaña de
severa represión contra las personas que ellos percibían y denunciaban como
enemigos, muchas de las cuales en realidad no lo eran. Y luego se dio la
invasión NAZI en 1941, con la terrible destrucción y masiva pérdida de vida en
la Unión Soviética (el número de civiles y soldados soviéticos que murieron en
esa guerra fue aproximadamente 50 veces mayor que el de las
muertes de Estados Unidos).
Tras esa guerra, el socialismo en la Unión
Soviética pendía, en efecto, de un hilo — un hilo que Nikita Jrushchov y otros
dirigentes de la Unión Soviética cortaron a mediados de la década de 1950, lo
que puso a la Unión Soviética en el camino de la restauración del capitalismo.
Como debería ser obvio incluso en lo que sólo he
podido tocar aquí, ésta es una historia muy compleja (y, de nuevo, para leer
una discusión más completa de este tema, remito a la gente al número especial
que he mencionado), pero no hay duda de que una evaluación honesta y científica
de esta experiencia en la Unión Soviética, cuando era socialista, lleva a la
conclusión de que, incluso con los errores serios que se cometieron —y aunque
es necesario, y posible, hacerlo aún mejor en la revolución comunista, de cara
al futuro—, sin duda tuvo mucho de positivo la “experiencia vivida” de ese
primer estado socialista “por lo que vale la pena esforzarse ahora”.
Y eso es aún más cierto —y es cierto en una
dimensión mucho más amplia— con la experiencia de la China socialista, durante
su existencia demasiado corta, de 1949 a 1976. Llama la atención que esta
pregunta, sobre lo que “vale la pena esforzarse ahora” en la “experiencia
vivida” del comunismo revolucionario, provenga de alguien (un veterano de la
SDS) que vivió durante el período de tremendo auge de lucha revolucionaria en
el mundo, durante los años 1960 y la primera mitad de los 1970, en el que la
experiencia revolucionaria en China fue el ejemplo más destacado e inspirador.
¿Usted, que ha planteado esta “cuestión”, ha olvidado (o de alguna manera no
notó en su momento) las transformaciones tremendamente liberadoras que se
llevaron a cabo, en pocas décadas, en la China socialista, las que alcanzaron
su punto álgido en la Revolución Cultural en ese país?
¿Usted no es consciente del modo en que la
revolución china, y las transformaciones socialistas que realizó, liberaron a
cientos de millones de campesinos chinos de la indeciblemente amarga
explotación feudal y penurias, incluidas situaciones en las que las familias
fueron obligadas a vender a sus propios hijos, especialmente a sus hijas, en un
intento desesperado por sobrevivir?
¿No se dio cuenta de la manera en que se puso
fin a las terribles enfermedades, y a la adicción masiva al opio, mediante
campañas con la participación de masas de personas en lucha consciente por
superar estos flagelos de modo que contribuyeran a la transformación
revolucionaria de la sociedad en su conjunto?
¿De alguna manera no se enteró, o ignoró, que
estas transformaciones liberadoras liberaron especialmente a las mujeres de
siglos, incluso milenios, de terrible opresión, incluida la degradación de la
prostitución, la cual fue eliminada como fenómeno social importante en la China
socialista (pero que ha reaparecido como fenómeno social importante desde que
se ha restaurado el capitalismo en China)?
¿No se enteró de que la esperanza de vida se
duplicó en China durante los años socialistas (de una media de 32 años a 65) y
de que la tasa de mortalidad infantil en la gran ciudad de Shanghái era en ese
entonces menor a la de Nueva York?
¿Ha olvidado (o de alguna manera no notó) la
cultura revolucionaria que se creó por medio de la Revolución Cultural en
China, incluidos los ballets revolucionarios en los que las mujeres, por
primera vez en la historia, desempeñaron un papel principal en producciones de
alto valor artístico y contenido revolucionario inspirador?
¿Ha olvidado (o de alguna manera no notó) las
transformaciones radicales en la economía de la China socialista, en particular
por medio de la Revolución Cultural, donde los aspectos que quedaban de la
gestión y explotación capitalista fueron abolidos, y reemplazados por nuevas
formas de relaciones socialistas emancipadoras — tal como se concentraban en el
lema y el enfoque de “empeñarse en la revolución, promover la producción”, que
dirigía el desarrollo de una economía socialista planificada, orientada a
satisfacer las necesidades de las masas de personas, y a apoyar la revolución
mundial, en lugar de basarse en el trabajo enajenante, en condiciones de cruel
explotación, al servicio del implacable afán de ganancias de los capitalistas
en competencia?
¿De alguna manera se le pasó por alto el hecho
de que la Revolución Cultural en China abarcó el mayor florecimiento de una
verdadera democracia de masas en la historia de la humanidad? Esto abarcó
literalmente a cientos de millones de personas, con un gran número de jóvenes
especialmente, pero también otros, quienes crearon “carteles de grandes
caracteres” y otras formas de expresión de masas que criticaban a los
funcionarios y las políticas del gobierno que estaban promoviendo la
explotación capitalista y las relaciones sociales opresivas. Se trataba de un
proceso de debate de masas y de lucha ideológica sobre cuestiones relativas a
la transformación revolucionaria, en China y en el mundo en general. Y la
dirección revolucionaria, encabezada por Mao, le dio su apoyo a esta efusión de
participación de masas. Sí, esto incluyó algunos excesos. ¿Cuándo se haya dado
un estallido revolucionario verdaderamente masivo que no contenga algunos
excesos? Pero los portavoces de los imperialistas y otros que odiaban y se
oponían a este levantamiento revolucionario han exagerado mucho estos excesos
(y otros “excesos” que han inventado). Y el hecho es que Mao criticó y dio
lineamientos concretos para oponerse a estos excesos y dirigir la lucha hacia
sus objetivos principales: llevar a cabo más transformaciones revolucionarias
en la economía, las estructuras políticas, las relaciones sociales y la
ideología y la cultura, y vencer los intentos, por parte de personas en
posiciones de autoridad, de restaurar el capitalismo.
Al parecer, usted está enterado de la ayuda que
China le dio al pueblo vietnamita en su guerra de liberación contra el
imperialismo estadounidense — aunque usted la calumnia como un acto de
imperialismo, en lugar de un acto inspirador y abnegado de internacionalismo
revolucionario.
Yo podría continuar — pero la cuestión debería
estar clara.
Sí, una vez más, se cometieron errores, y se
dieron deficiencias en la orientación y método, así como en las acciones
prácticas, de la dirección; pero no hay duda de que un análisis objetivo y
científico lleva a la conclusión de que esta “experiencia vivida” fue
definitivamente, y de forma abrumadora, muy positiva, en términos históricos. Y
la cuestión es que, al abordar esto con una orientación y método científico, ha
sido posible extraer lecciones cruciales de esta experiencia abrumadoramente
positiva, pero también de sus aspectos negativos, y esto ha resultado en una
nueva síntesis del comunismo (popularmente llamada el nuevo comunismo) que
posibilita que la lucha por la emancipación de la humanidad avance sobre una
base aún más sólida y tenga la base para hacerlo aún mejor en la lucha por el
objetivo del comunismo a fin de plasmar esa emancipación.
La política de lo “posible” ES la política de la
monstruosidad
Por último, es importante responder a lo siguiente, de uno de los desacuerdos suscitados por mi artículo:
A decir verdad, odio al maldito Partido
Demócrata, pero es la única formación electoral utilizable que existe en
Estados Unidos para una política nacional seria desde mi perspectiva
socialdemócrata pragmática. Y aunque ciertamente no es mi único enfoque
organizativo, es crítica la política electoral en el terreno existente,
especialmente para los más vulnerables y los que no están envueltos en los
debates intelectuales sobre teorías. Cualquier cosa de la izquierda más
grandiosa y desconectada de las contiendas por el poder realmente existentes
entre coaliciones amplias y complicadas da a entender una primacía de la fe
religiosa doctrinal ante la que reacciono con la misma indiferencia que tengo
hacia los Testigos de Jehová.
La única parte de esta declaración con la que es
posible unirse, por parte de cualquiera que busque con seriedad una sociedad y
un mundo más justos, es el sentimiento expresado al principio: “A decir verdad,
odio al maldito Partido Demócrata”.
Como también se ha demostrado ampliamente en un extenso material en revcom.us, el Partido Demócrata —como uno de los dos partidos gobernantes de los imperialistas capitalistas estadounidenses— es, y siempre ha sido, un instrumento de repetidos, masivos y monstruosos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, al día de hoy. Especialmente para alguien que declara que realmente odia al Partido Demócrata —y en este caso sólo se puede suponer que esto tiene que ver con su papel en la promulgación y aplicación de injusticias de muchos tipos—, insistir luego en que el Partido Demócrata es, de alguna manera, el único vehículo práctico para un supuesto cambio positivo, requiere ignorar deliberadamente el verdadero papel del Partido Demócrata y los terribles crímenes de los que ha sido repetidamente culpable. En lo más fundamental, se trata de reducir las aspiraciones y reducir la visión a los términos verdaderamente nefandos de este sistema, e insistir en que la actividad política permanezca dentro de los límites de este sistema — todo ello en nombre del “realismo”. Esto ilustra a la perfección mi declaración de que la política de lo “posible” es la política de la monstruosidad. Y también subraya la verdad de mi declaración “acompañante” de que si se procura convertir al Partido Demócrata en algo que no es y nunca será, uno termina por convertirse en lo que el Partido Demócrata en realidad es. Y hay que decir que, particularmente para cualquiera que conozca al menos parte de la verdad sobre los crímenes cometidos por el Partido Demócrata al presidir este sistema del capitalismo-imperialismo, insistir sobre esa base en que es necesario trabajar con el Partido Demócrata y por medio de él a fin de efectuar algún tipo de cambio que supuestamente tenga sentido — es volverse cómplice de los crímenes verdaderamente monstruosos de este sistema.
Claro que puedo identificarme con el espíritu de la siguiente crítica a una buena parte de la llamada “izquierda” — y esto debería aplicarse también al “fenómeno concienciado”:
Llevo más de 50 años viviendo
en el Área de la Bahía de San Francisco y he llegado a odiar las pretenciosas
necedades “progresistas” del rumbo. La “izquierda” progresista de alto perfil
tiene una base en el mundo de las fundaciones-el ala liberal de la clase
dominante. Mantiene a flote a las organizaciones y a cierta marca de
“liderazgo” sin importar lo incompetentes que sean.
Pero la respuesta a esas falsas necedades de la
“izquierda” y de los “concienciados” no es caer en otra variante de lo que
Lenin describió muy acertadamente como “los esfuerzos por cobijarse bajo el ala
de la burguesía”, en particular su ala “liberal”, representada por el Partido
Demócrata.
Y, en cuanto a la declaración de que todo lo que
está “desconectado de las contiendas por el poder realmente existentes” dentro
de este sistema es de alguna manera irrelevante — pues, esa declaración no sólo
es otra expresión de la realidad de que la política de lo “posible” es la
política de la monstruosidad, sino que es una expresión gráfica de la ruindad
total de este supuesto enfoque “realista” de la política.
Recordemos que se está pronunciando esta
declaración ahora, en una situación en la que este sistema del
capitalismo-imperialismo, y la rivalidad entre las potencias imperialistas, no
sólo está causando un tremendo sufrimiento para las masas de la humanidad, sino
que está presentando definitivamente, y cada vez más, una amenaza existencial
para la humanidad, por medio de su acelerada destrucción del medio ambiente y
el aumento del peligro de una guerra entre los imperialistas de Rusia y los
imperialistas del bloque Estados Unidos-la OTAN. En este caso, en oposición a
afirmar de manera desdeñosa que cualquier política que no confíe en última
instancia y en lo fundamental en el Partido Demócrata (y en el sistema al que
sirve) está tan desconectada de la realidad como los Testigos de Jehová, la
verdad es que es muy poco realista, y definitivamente está
desconectado de la realidad, pensar que trabajar dentro de este sistema puede
conducir de alguna manera a que se convierta en una fuerza para el bien en el
mundo, una fuerza que actúe al servicio de los intereses de las masas de
personas, no sólo en Estados Unidos, sino en el vasto mundo fuera de él,
incluidos los miles de millones de personas en el tercer mundo (América Latina,
África, Asia y el Medio Oriente) que son explotadas y saqueadas sin piedad por
este autoproclamado “paladín de la democracia”, pero que en realidad es el
Estados Unidos imperialista parásito.
¿Cuál es, después de todo, el enfoque del
Partido Demócrata, encabezado por Biden? Es poner un énfasis abrumador en dejar
estropeado al imperialismo ruso rival, y fortalecer la alianza imperialista
“occidental”, mediante la guerra, librada al menos por ahora como una guerra
“de sustitutos” que, sí, está reduciendo al pueblo de Ucrania a “peones” y
“carne de cañón” y que está presentando cada vez más el peligro de una escalada
hacia una guerra directa entre Estados Unidos-la OTAN y Rusia, con las
terribles consecuencias correspondientes.
Y, a pesar de las audiencias del Congreso sobre
el intento de golpe de estado de Trump-los republicanos en relación con las
últimas elecciones presidenciales, los demócratas —y en particular Biden y la
dirigencia del Partido Demócrata— no sólo no están oponiéndose, sino que, de
hecho, están negándose a oponerse con seriedad, a la escalada
de acciones fascistas del Partido Republicano. Aparentemente, la “estrategia”
de Biden (si es que tiene alguna) para oponerse a este fascismo y “superar las
divisiones en el país” es unir a la gente en torno a sus propósitos
imperialistas con la guerra en Ucrania — algo que, por desgracia, ha logrado
sus objetivos en una medida muy grande, al menos hasta ahora. Y, aunque en su
mayor parte los políticos del Partido Republicano fascista están perfectamente
contentos con apoyar los objetivos imperialistas de Estados Unidos en la guerra
en Ucrania, esto para nada ha estado acompañado de una disminución de su
ofensiva fascista agresiva — la que, por el contrario, se está intensificando y
acelerando repetidamente, en muchas dimensiones.
Si la gente, como los antiguos miembros de la
SDS que expresan estos desacuerdos con lo que he analizado sobre la guerra en
Ucrania, quiere librar una lucha contra una amenaza muy real, y la que se está
intensificando a continuo, del fascismo, no necesitan ver más allá de su propio
país. Y si realmente quieren crear una sociedad y un mundo más justos, tienen
que ir más a fondo, a la naturaleza fundamental de este sistema del
capitalismo-imperialismo y el terrible presente, y el futuro aún más horrendo,
que supone y presagia para la humanidad — y llegar a ser parte de lo que es,
sí, la lucha revolucionaria muy difícil pero urgentemente necesaria, y posible,
contra todo imperialismo, con un énfasis especial en oponerse a “su propia”
clase dominante imperialista, y con el objetivo fundamental de por fin
deshacerse de este sistema a favor de la humanidad en su conjunto, y crear algo
mucho mejor: un sistema socialista, con el objetivo final de un mundo
comunista, libre de toda explotación y opresión, de todas las guerras y otros
conflictos antagónicos entre las personas.
En esta conexión, me veo impelido a discrepar
fuertemente con lo siguiente, que figura en uno de los argumentos suscitados
por el artículo mío en cuestión:
El Presidente Bob y yo estábamos en la escuela
secundaria en aquella época y me atrevo a decir que ninguno de nosotros ha
desarrollado una estrategia política más coherente o utilizable que la de
[Martin Luther] King. No tengo ningún problema en admitirlo — a pesar de lo
desagradable que tiende a ser asociarse con los demócratas del establecimiento.
Permítanme poner muy en claro que estoy
agudamente consciente de los retos grandes y verdaderamente formidables a los
que hay que hacer frente si uno se toma en serio la posibilidad de llevar a
cabo un cambio que realmente aborde las injusticias profundas y los peligros
muy reales en el mundo tal y como está hoy (y tal y como está amenazando con
volverse). Y definitivamente comparto las frustraciones que cualquier persona
que busque con sinceridad hacer nacer un mundo más justo no puede dejar de
sentir ante los obstáculos aparentemente intratables que uno encuentra al
trabajar para hacer que nazca — lo que incluye, cabe decir, la resistencia de
entre aquellos que definitivamente, y de entre muchos que desesperadamente,
necesitan este cambio radical. Es precisamente por estas razones por las que he
seguido dedicándome a forjar, y dirigir un esfuerzo colectivo por seguir
desarrollando y aplicando precisamente un enfoque que pueda hacer frente a los
problemas muy reales y en concreto superar las fuerzas extremadamente poderosas
que están desplegadas en oposición al cambio radical emancipador, y el que se
necesita con urgencia.
Y la verdad es que, por medio de este proceso y
como resultado de un trabajo decidido que abarca muchas décadas (¡si es que no
se remonta tanto a la escuela secundaria!), he desarrollado una orientación y
enfoque estratégico que no consta en pedir apoyo a los
políticos de la clase dominante ni en tratar de obtener concesiones reformistas
de ellos (tal como hizo Martin Luther King en relación con el entonces
presidente Lyndon Johnson), lo que en el mejor de los casos puede aliviar
temporalmente algunas de las atrocidades de este sistema, pero nunca puede
poner fin a estas atrocidades, ni puede arrancar de raíz la base para ellas. En
cambio, he desarrollado el enfoque que es realmente necesario para abolir todo
esto: una estrategia sobre la manera de hacer una revolución real —sí en contra
de la poderosa clase dominante de este sistema— así como un marco, y
lineamientos concretos, para un sistema socialista emancipador y radicalmente
nuevo, en el camino hacia un mundo comunista.
Se aborda esta estrategia en varios discursos y
escritos míos, siendo el más reciente y extenso “Algo terrible, o algo
verdaderamente emancipador”6.
(Esta obra fue escrita antes de la invasión rusa a Ucrania, pero contiene un
análisis esencial y una orientación estratégica en términos de realmente hacer
una revolución en este país poderoso, y los principios y métodos básicos los
que aborda son de aplicación definitiva a la situación actual, tras esta
invasión rusa y los acontecimientos que se han desenvuelto en relación con
ella.) Y una visión panorámica y un plano concreto para una sociedad
radicalmente nueva y emancipadora están contenidos en la Constitución
para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría7.
Es este enfoque revolucionario el que, con todos
los desafíos muy reales y profundos, representa la única alternativa “realista”
al presente verdaderamente terrible y al futuro potencialmente desastroso que
será el destino de la humanidad, mientras esté encerrada y encadenada dentro de
las realidades y las dinámicas de este sistema del capitalismo-imperialismo. Es
esta “alternativa” revolucionaria verdaderamente emancipadora la que necesita
explorar con seriedad todo aquel que realmente se preocupe por el estado y el
destino de la humanidad — y la que necesitan hacer suya todos aquellos que
puedan reconocer que representa la única posibilidad real, y “realista”, de
hacer nacer algo fundamentalmente diferente y mucho mejor.
_______________
Nota de
la redacción: Junto con el número especial No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el
VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro, Una
entrevista a Raymond Lotta, los siguientes artículos y otras
obras de Bob Avakian, citados anteriormente, también están disponibles en
revcom.us.
2.
“Gánsteres legítimos” — Gánsteres con armas nucleares (Versión larga — el panorama más completo; Versión corta — La verdad básica).
3. Una tercera guerra mundial e idioteces peligrosas.
7. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.
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