sábado, 1 de enero de 2022

Política

 Intuición Política en la Lucha de Clases

César Risso

LA VACANCIA PRESIDENCIAL es el nuevo peldaño de la lucha de clases al que ha escalado la burguesía, como expresión de un conflicto entre el gobierno socialdemócrata de raíz popular, pequeñoburgués, y los sectores económicos que tienen el poder económico, al que como es natural está adherida toda la capa de defensores políticos e intelectuales que viven de las migajas que les arrojan.

Sin embargo, y a pesar de la propaganda negativa que se ha venido haciendo del actual gobierno, la situación económica se presenta favorable. En el informe semanal del BCR se dice:

“La inflación en noviembre (0,36 por ciento) fue la más baja de los últimos 5 meses y su tasa interanual disminuyó a 5,66 por ciento (5,83 por ciento en octubre). La inflación sin alimentos y energía aumentó de 2,79 por ciento a 2,91 por ciento en el mismo periodo, permaneciendo dentro del rango meta y manteniéndose como una de las más bajas de la región. Los otros indicadores tendenciales de inflación se ubicaron por encima del rango meta entre 3,73 y 4,06 por ciento interanual en noviembre.”

Es decir que, en el contexto de la región, tenemos una de las tasas de inflación más bajas, además de lo cual la inflación de noviembre ha sido la más baja en los últimos 5 meses, incluyendo al gobierno de Francisco Sagasti. Esta información, que es obligación del BCR publicar, no aparece en la publicidad que la derecha viene haciendo, pues no es de su interés mostrar las mejoras, aunque escasas y muy débiles, de nuestra economía porque aparecerían como un logro del actual gobierno.

        En cuanto a las expectativas macroeconómicas, “Los grupos consultados proyectan un crecimiento del PBI entre 8,5 y 12,7 por ciento para 2021, y un aumento de la actividad económica entre 2,3 y 3,2 por ciento para 2022 y 2023.” *

        La política burguesa propagandiza la quiebra de nuestro país, como parte del intento por vacar, no a Pedro Castillo, sino a sus intenciones de mejorar las condiciones de los trabajadores y ajustar las reglas a la inversión privada. A la burguesía no le importa la presencia de Pedro Castillo por ser quién es, sino por lo que quiere hacer, por lo que pudiera hacer en el campo económico. Aunque es necesario reconocer que prefiere a uno de los “suyos”, formado en sus universidades y con estudios en el exterior, la gran burguesía necesita a su propia gente en el gobierno para que le garantice que seguirá controlando la economía y así seguir obteniendo ingentes ganancias.

Las pugnas que existen en el seno de la burguesía pueden, en el contexto actual, desplazar a determinados sectores y levantar a otros. Por momentos la burguesía se muestra unida, trabajando en bloque por vacar a Pedro Castillo, y en otros momentos aparece dividida, tratando una parte de ella de sostener a este gobierno, pero a condición de que acepte sus propuestas. Estos conflictos se dan tanto a nivel de la sociedad en su conjunto, como en el seno del mismo gobierno.

A la burguesía no le cabe en la cabeza que pueda haber un cambio radical de la economía; en todo caso el cambio que teme la burguesía es el de la perdida de control, en el sentido de que no tenga la influencia o que sus defensores asalariados en el congreso y en los medios de comunicación no se encuentren a la altura que las circunstancias actuales exigen de la clase burguesa a la que representan.

Como hemos podido ver, la vacancia ha sido utilizada por un sector de la burguesía para tratar de desplazar del gobierno del poder a Pedro Castillo, aunque sin éxito; otro sector ha aprovechado para acomodarse y obtener alguna cuota de control del gobierno; otro sector de la burguesía se ha propuesto, y ha logrado, atajar los ímpetus del gobierno, poniendo un freno a los planes que Pedro Castillo tenía para mejorar las condiciones materiales de los trabajadores y el pueblo.

Todo esto es parte de lo que la burguesía, de forma fragmentada, se ha propuesto, pero que de forma conjunta ha logrado, esto es, mantener las reglas que le permiten actuar libremente para obtener las máximas ganancias.

Por el lado de los sectores populares, las acciones en las últimas semanas han girado alrededor de la propaganda que se ha venido haciendo contra las vacunas, cualquiera que sea el argumento que se esté utilizando; buscando parar la vacunación, a lo que se ha sumado la libertad de decidir si es que se vacunan o no, frente a las exigencias del gobierno para continuar con la vacunación, así como las restricciones de acceso para los no vacunados.

No es evidentemente esta la única lucha que viene desarrollando el pueblo (ejercicio de la libertad de vacunarse o no), pero sí es la que ha obtenido una mayor atención y compromiso. Sin embargo, otros sectores populares se manifiestan en contra de quienes se niegan a vacunarse, y, por lo tanto, se ha configurado una situación en la que se viene destacando la división de los sectores populares, que puede devenir en una confrontación abierta entre los “pro” vacunas y los “anti” vacunas.

Analicemos brevemente algunos de los argumentos a favor o en contra de estas posturas.

Quienes afirman que la pandemia ha sido fabricada por las grandes potencias, o por la burguesía imperialista, concluyen que es parte del Nuevo Orden Mundial Capitalista. La pregunta que nos hacemos es en qué consiste este nuevo orden mundial. ¿Sigue siendo el capitalismo en su fase imperialista? ¿Es una nueva fase del capitalismo?, ¿es el control a través de las vacunas para someter a los trabajadores y a toda la población? ¿Es la decisión de eliminar a gran parte de la población del planeta?

Cada una de estas preguntas merece un tratamiento serio de parte de quienes así opinan. Sin embargo, por la propia naturaleza del sistema capitalista, este se caracteriza por la existencia del trabajo asalariado; que la riqueza, compuesta por los diversos bienes y servicios, solo es creada o producida por los trabajadores, y que en este sistema cobra la forma de mercancías, es decir, que la riqueza es el resultado de productores privados, de los propietarios de los medios de producción, cuyo sustento es el trabajo no remunerado, lo que quiere decir que la ganancia, que es el plusvalor, es decir, valor creado por el obrero por encima del que le remuneran, requiere de la existencia de los trabajadores asalariados. Sin estos, el sistema capitalista no existiría. Por lo tanto, si trataran de eliminar a gran parte de la población mundial, sea cual sea el medio, por ejemplo, por medio de alguna enfermedad o su respectiva vacuna, eliminarían a la fuente de su “riqueza” y poder.

Si se eliminase a gran parte de la población mundial, y con ella a los trabajadores asalariados, entonces no se podrían apropiar de los excedentes. Pero si lograsen obtener gran cantidad de bienes y servicios, sin contar con trabajadores, entonces no tendrían a quien vender sus “mercancías” (sin trabajadores asalariados no hay capitalismo). De modo que un nuevo orden mundial capitalista sin trabajadores asalariados no es posible.

Para no entrar en detalles científicos respecto de la biología, de la fabricación de vacunas, etc., que puedan generar controversias que desvíen el sentido del presente artículo, habría que decir que estaríamos en la situación límite de que la producción sería hecha exclusivamente por robots. La eliminación de parte de la población mundial, sobre todo de trabajadores, va de la mano con la robotización de la sociedad.

Si fuese el caso de la robotización total de la producción de bienes y servicios, estaríamos especulando más allá de las posibilidades que nos permite la situación actual. Aunque se ha discutido acerca de esta situación, e incluso hay propuestas para afrontar el reemplazo de los trabajadores a todo nivel, en el sentido de cómo solucionar el problema que se generaría de que los empresarios puedan vender los bienes y servicios producidos a personas que no tienen trabajo y por lo tanto no tienen ingresos. En este punto aparece un abanico de posibilidades que caen en el campo de la especulación. Lo primero que se tendría que resolver es justamente la superación del sistema capitalista, cosa que no tienen en cuenta quienes plantean aquello del nuevo orden mundial capitalista.

Supongamos que no se trata de eliminar a gran parte de la población mundial, según la propaganda que han venido desarrollando diversos grupos, sino que más bien el nuevo orden mundial capitalista consiste en el control absoluto de la población mundial y sobre todo de los trabajadores asalariados. En realidad, esto es lo que la burguesía ha tratado de lograr a través de la competencia interimperialista, del desarrollo científico y tecnológico, de la reducción de derechos de los trabajadores, etc. Sin embargo, no lo ha podido lograr.

En este caso, el control de la población, en el sentido de orientar sus decisiones, o simplemente de manipularlos directamente, haciéndolos trabajar más horas sin aumentarles las remuneraciones, quitándoles los derechos conquistados, haciéndolos trabajar los siete días de la semana, durante jornadas de dieciocho horas, con remuneraciones reducidas al mínimo, etc. ¿Cuál sería el resultado? Simplemente que rápidamente los trabajadores enfermarían, o morirían.

La situación que se ha generado en las últimas semanas es la de la insistencia en la vacancia presidencial por parte de los diversos sectores de la burguesía, con las contradicciones propias de los diversos sectores de la burguesía, y de otro lado el desarrollo de la lucha en contra de la vacunación obligatoria, que ha desplazado la lucha contra el capitalismo, generando contradicciones en el seno del pueblo en torno a este problema.

Es innegable que el avance científico ha sido puesto al servicio de la burguesía, y que, en el caso de las vacunas, a lo largo de la historia, ha habido graves problemas. También es cierto que están de por medio enormes ganancias de los laboratorios farmacéuticos. Pero no se trata solamente de esto. El avance científico ha permitido logros importantes para el avance de la humanidad. Además, la mercancía, cualquiera sea, tiene tanto un valor de uso como de cambio, y que el valor de uso es el soporte material del valor de cambio. Quiere decir que para que la mercancía se realice (se venda), requiere tener utilidad para quien la adquiere.

 Estamos pues frente a una situación de entrampamiento en la lucha de clases. La propuesta de vacancia, por el momento, ha caído en desuso, como una propaganda sin sustento. Con esto, se vuelve a los cauces normales del manejo de la cosa pública y los intereses privados de la burguesía, desenvolviéndose por los canales tradicionales con la corrupción incluida. De otro lado, la dispersión de los objetivos populares, en el marco del capitalismo, concentrándose la lucha en la consigna de libertad de vacunarse, aunque con un elevado ingrediente de argumentos en contra de las vacunas, las medicinas, y la ciencia, todo lo cual genera la dispersión y debilitamiento de las tendencias proletarias y populares para luchar directamente contra el capitalismo. El “nuevo orden mundial capitalista” aparece a sus propagandistas como una novedad, como un descubrimiento, pero que al no determinar su contenido expresa la intuición del pueblo, y deriva en el rechazo de todo, incluso de lo correcto.

En estas condiciones la tendencia proletaria tiene que esforzarse en aclarar los objetivos del pueblo, en orientar sus luchas hacia estos objetivos, en explicar el contenido del capitalismo en su fase imperialista. La lucha no es contra el pueblo, sino contra las ideas burguesas y pequeñoburguesas, contra la propaganda burguesa.

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(*) https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Nota-Semanal/2021/resumen-informativo-2021-12-02.pdf




El Principio de Basarse en los Propios Esfuerzos en el Programa del Partido

Eduardo Ibarra

ESTE PRINCIPIO tiene un carácter estratégico y tiene que ver con los medios y recursos de la revolución. Es decir, este principio tiene un valor en todas las atapas de la construcción del Partido y en todas las etapas de la revolución hasta la realización del comunismo.

José Carlos Mariátegui es un ejemplo vivo de aplicación del principio de basarse en los propios esfuerzos. La fundación de la revista Amauta y el periódico Labor y la constitución de la CGTP, fueron todos medios indispensables en la etapa previa y en la etapa inicial del proceso de la revolución peruana. Pero además, fundó el Partido Socialista del Perú por propia iniciativa y este partido fue el medio fundamental de la lucha revolucionaria del proletariado peruano.

        Al principio de los años ochenta el pueblo peruano fue testigo de una nueva aplicación del principio de basarse en los propios esfuerzos. Específicamente, esta experiencia continuó la experiencia de Mariátegui y debe ser continuada por las nuevas generaciones del Socialismo Peruano. Solo por prejuicio podría no reconocerse esta verdad.

        Pero el proletariado es una clase internacional y la revolución socialista es un proceso mundial. Por eso el principio de basarse en los propios esfuerzos no está en conflicto ni puede estarlo con el internacionalismo proletario. Toda revolución necesita del apoyo del proletariado internacional y de los pueblos del mundo.

Así, la revolución rusa necesitó y tuvo el apoyo del proletariado internacional y de los pueblos de todos los continentes, lo que significó una gran ayuda a su causa en la lucha contra la reacción interna y el imperialismo mundial. Así también, la revolución china necesitó y tuvo asimismo el apoyo de la Unión Soviética y, en general, del proletariado internacional y de los pueblos del mundo para llevar a la victoria su causa. Y así ocurrió igualmente en todas las revoluciones.

Tal ayuda tuvo lugar a través de la propaganda, la movilización política de masas de trabajadores y aun a través de recursos materiales y humanos. Ejemplo de la ayuda en recursos materiales fue la ayuda a la revolución vietnamita en su lucha contra la intervención del imperialismo yanqui. Ejemplo de la ayuda en recursos materiales y humanos fue la ayuda china a la revolución coreana igualmente contra la intervención del imperialismo yanqui.

En nuestro medio, cuando el cierre de Amauta (que fue un intento de la reacción interna en colusión con el imperialismo yanqui por sofrenar el desarrollo ideológico y político de la revolución peruana), José Carlos Mariátegui escribió:


4º- La revista “Amauta” –revista de definición ideológica de la nueva generación– ha recibido mensajes de solidaridad y aplauso de intelectuales como Gabriela Mistral, Alfredo Palacios, Eduardo Dieste, José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Emilio Frugoni, Herwarth Walden, F. T. Marinetti, Joaquín García Monje, Waldo Frank, Enrique Molina, Miguel de Unamuno y otros de renombre mundial o hispánico, que no militan en el comunismo. (Ideología y política).

Y remitió una carta a la revista «La Correspondencia Sudamericana», (editada por el Buró Sudamericano de la Internacional Comunista en Buenos Aires), la cual fue publicada en su nº 29 del 15 de agosto de 1927, motivando así la solidaridad de los comunistas latinoamericanos.

        Así quedó desbaratada la patraña del «complot comunista», y en diciembre de 1927 Amauta volvió a ver la luz. Así el desarrollo ideológico y político de la revolución peruana continuó y el 7 de octubre de 1928 Mariátegui fundaba el Partido Socialista del Perú.        

        En conclusión, ningún aislacionismo cabe en la aplicación del principio de basarse en los propios esfuerzos. Tampoco ninguna ayuda condicional.

La aplicación consecuente del principio de basarse en los propios esfuerzos es la más genuina expresión de la capacidad revolucionaria del partido de cualquier país y, por esto mismo, la más auténtica ayuda a la causa de la revolución socialista mundial.

Y, precisamente, el internacionalismo proletario es la más consecuente solidaridad y cooperación en la lucha común contra el imperialismo y la reacción mundial.

Por lo expuesto, se comprenderá que el principio de basarse en los propios esfuerzos debe consignarse en el Programa General del Partido.


Economía

Crítica a una Crítica Absurda al Marxismo

César Risso

LOS INTENTOS de desarrollar o corregir el marxismo por intelectuales llamados de izquierda, se reanuda una y otra vez. Por ello es necesario prestar atención a las propuestas que pueden desorientar a la izquierda proletaria.

Un caso particular es el que analizamos en el presente artículo. Con el siguiente título “MARXISMO TERMODINÁMICO: solución a una paradoja en las fórmulas de la economía marxista a la luz de la termodinámica”, Luis Arbaiza ha publicado un escrito, en el que pretende haber hecho un gran descubrimiento.

Tras la pretensión de Luis Arbaiza, disfrazada de dominio científico, lo que realmente se nos presenta es el encubrimiento de la explotación burguesa, trasladando la explotación capitalista hacia fenómenos físicos, alejándose del carácter social que tiene. No es pues, según Arbaiza, el trabajo no remunerado, sino que, al contrario, son las leyes de la termodinámica que él mismo relieva, lo que da sustento al capitalismo, dado que el consumo de los obreros genera un rendimiento de 1000%.

Parte señalando la solución de una paradoja. Esta paradoja consiste en que, al aumentar la tecnificación de la producción, aumenta la composición orgánica de capital, y con ello, se manifiesta la ley de la tendencia decreciente de la cuota media de ganancia. Al tecnificarse totalmente la producción, la ganancia se hace cero y el capitalismo se autodestruye, cosa que Arbaiza rechaza y trata de demostrar que puede haber capitalismo sin trabajo asalariado. El problema aquí radica en que Arbaiza le atribuye esta paradoja a Carlos Marx.

Si bien la producción tiene dos aspectos, el socioeconómico y el técnico-económico, los que Carlos Marx estudia, Luis Arbaiza abandona el aspecto socioeconómico.

        Este abandono trae consecuencias. Una de estas, entre otras, fue considerada por Carlos Marx en El Capital, al desarrollar el estudio de la mercancía:

“Hasta hoy, ningún químico ha logrado descubrir valor de cambio en el diamante o en la perla. Sin embargo, los descubridores económicos de esta sustancia química, jactándose de su gran sagacidad crítica, entienden que el valor de uso de las cosas es independiente de sus cualidades materiales y, en cambio, su valor inherente a ellas.” [El Capital]

Hay quienes tratan de explicar el valor de las mercancías por su naturaleza físico-química, cuando el valor radica en la cantidad de trabajo socialmente necesario.

No se trata de poner en duda las leyes naturales, particularmente las leyes de la termodinámica. Al contrario, es necesario conocerlas, estudiarlas y aplicarlas, y por supuesto, son parte del desarrollo de las fuerzas productivas. Pero no podemos estar de acuerdo en que el obrero, o el trabajador directo, sea tratado como una máquina, y en todo caso las mismas leyes naturales se aplican para todos los individuos en la producción. Cuando Luis Arbaiza dice que el empleador le da cierta energía al obrero, se refiere al pago que le hace por el uso de su fuerza de trabajo, lo que ocurre también para el capitalista, cuando se apropia de la plusvalía bajo la forma de ganancia, pues la energía que recibe por lo que se apropia y que cambia por los bienes materiales que producen los obreros (o campesinos), también se transforma en energía. La energía también ingresa en los indigentes cuando gastan la limosna, así como en los delincuentes cuando disfrutan del resultado de su delito. De lo que se trata es de quién se apropia de la energía que transforman los trabajadores.

        Al trabajador no se le paga por su trabajo sino por su fuerza de trabajo, cosa que parece no darse cuenta Luis Arbaiza. Si se le pagase por su trabajo, la ganancia desaparecería, porque se le pagaría por la totalidad del nuevo valor creado.

“El marxismo predice que, al automatizarse las industrias, se reduce la taza [sic] de ganancia, al llevar la automatización al máximo esta sería cero, lo que llevaría al capitalismo a su muerte.”

“Pero eso no ha pasado y además la automatización lleva a mayor ganancia. La explicación está en la termodinámica de los procesos productivos. La energía no se crea ni se destruye, ninguna maquina puede hacer aparecer energía de donde no la hay, pero puede liberar la que hay en potencia. Esto mismo pasa en el metabolismo del obrero, por ello el empleador, puede darle una cantidad de energía para subsistir, y aun así este liberar más de la que recibió.”

Al parecer Luis Arbaiza no se ha enterado de todas las crisis capitalistas, donde lo que él niega es una de las manifestaciones de la ley de la tendencia decreciente de la cuota media de ganancia. En su estudio Marx señaló claramente las contra tendencias de esta ley.

        El razonamiento de Arbaiza no solo es errado por el contenido que pretende expresar, sino por la deducción que no enlaza con sus argumentos. En todo caso, se nos dice que la explotación de los obreros no es tal, sino que se debe al uso de la energía.

“[…] el valor, el dinero o la riqueza de un producto son formas de energía disponible o contiene energía disponible provenientes del trabajo realizado en su elaboración. De esto se concluye que la predicción de Marx falla por no tomar en cuenta la termodinámica, pero puede rescatarse todo el esquema de plusvalía traduciéndola como un caso de parasitismo termodinámico. Puede y habrá un capitalismo sin obreros.”

Con respecto a la representación matemática de las leyes del capitalismo, se nos dice:

“Estas fórmulas encierran una predicción. Más o menos es así: la ganancia es el capital humano dividido entre la suma de capital en máquinas y el capital humano, por ello, cuando más grande es el capital en máquinas, menos es la ganancia, cuando el capital en maquinaria es total la ganancia es cero y el capitalismo se autodestruye.

Como se espera que al evolucionar el capitalismo este se automatice más y más, se espera que su ganancia se reduzca más y más hasta ser cero, de ahí la predicción de Marx de que el capitalismo encierra su autodestrucción.”

Es cierto que las empresas que se automatizan obtienen mayores ganancias, pero no es cierto que si todas las empresas se automatizan todas obtengan mayores ganancias. Este es otro razonamiento errado de Arbaiza. Carlos Marx demostró que las empresas que más se automatizan obtienen mayores ganancias. En los esquemas de la reproducción del capital, se muestra cómo considerando industrias de diversa composición orgánica de capital, se genera una mayor ganancia para aquellas que tienen una composición orgánica de capital más alta, mientras que las de menor composición orgánica de capital reciben una porción mucho menor de plusvalía, y en consecuencia de ganancia.

Aquí otra expresión clara de cómo considera al trabajador: “TODA MÁQUINA, HUMANA O MECÁNICA, ES INEFICIENTE.” 

La demostración de la existencia de plusvalía en el sistema capitalista se da claramente a continuación:

“Un ejemplo más simple es este, tengo una pila de fósforos, enciendo uno solo (gasto la energía de un fosforo) y lo acerco al montón, todos se encienden liberando una gran cantidad de energía gané 100 veces la energía que invertí. En realidad, liberé energía que ya estaba acumulada en forma de energía química. Liberarla costo un poco de energía, pero produjo mucho más, en el balance general el todo conserva su cantidad de energía. Esto mismo pasa en el metabolismo del ser humano, del obrero, por ello el empleador, puede darle una cantidad de energía para subsistir, y aun así este producir (liberar) más de la que recibió. Este es el origen de la plusvalía.”

Como se puede apreciar, Luis Arbaiza plantea las cosas al revés. La realidad es que el capitalista contrata al obrero para usar su fuerza de trabajo. Al utilizar el capitalista esta fuerza de trabajo, se crea un valor mayor al que le remunera al trabajador, quedándose el propietario de los medios de producción con el excedente. Este excedente, bajo la forma en la que se dispone de la fuerza de trabajo en el capitalismo, se llama plusvalía. Pero para este personaje, la plusvalía es el resultado de aspectos técnicos.

“El error de Marx es que las maquinas también pueden dar más de lo que reciben, una máquina que usa gasolina en realidad libera la energía contenida en esta, esta fue almacenada por la fotosíntesis de platas extintas hace millones de años acumulada en forma química (hidrocarburos) del sol. Por eso la automatización no reduce la ganancia.”

En otras palabras, según Arbaiza, en última instancia, la naturaleza y sus diversas propiedades, incluyendo a la especie humana y a la sociedad, no es otra cosa que energía, y que en consecuencia el capitalismo no se puede autodestruir, pues con o sin obreros, seguirá creándose plusvalía. Habría que añadir, para continuar el razonamiento de Arbaiza, que el capitalista también es energía, y que así se destruya nuestro planeta, como el universo es infinito, el capitalismo también lo es.

“De esto se concluye que la predicción de Marx falla por no tomar en cuenta la termodinámica de los procesos metabólicos en el obrero, por cierto, cosa desconocida en su época, puede rescatarse todo el esquema de plusvalía traduciendo la plusvalía como un caso de apropiación o parasitismo de energía libre de un sistema (el obrero) a otro (el dueño).”

Si Arbaiza fuese consecuente con lo que plantea acerca de la predicción de Carlos Marx, haría extensivo su análisis a todas las formaciones sociales, como la de la comunidad primitiva, la de la esclavitud, etc. No lo hace porque solo le interesa corregir a Carlos Marx y porque su labor es hacer apología del capitalismo. No se da cuenta que a lo que llamamos plusvalía en el capitalismo es la forma específica de apropiarse del excedente creado por los trabajadores. En toda formación social, siempre que hay clases sociales, existe excedente que puede ser apropiado por el esclavista, por el señor feudal, o por el capitalista, cuya forma de apropiación varía para cada caso, y como bien se sabe, en el capitalismo la forma de apropiación del excedente se basa en el trabajo asalariado que crea la plusvalía. Al parecer el ego de Arbaiza no es tan grande, porque de lo contrario hubiese planteado que ha descubierto una ley universal, en el sentido de ser válida para todo el universo y para todos los tiempos.

Con la siguiente afirmación, Arbaiza muestra su completo desconocimiento de la esencia del capitalismo: “Puede y habrá un capitalismo sin trabajo humano, solo hecho por maquinas, un capitalismo sin obreros. y entonces ya habrá una clase social: la alta. El proletariado desaparecerá.”

        La posición de clase que asume Luis Arbaiza queda aclarada en la consideración que hace desde un inicio, tratando al empresario como un ser humano, y al obrero como una máquina.

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Nota:

La citas entre comillas corresponden al artículo de Luis Arbaiza, cuyo enlace es: http://luisarbaizaescalante.blogspot.com/2021/12/marxismo-termodinamico-solucion-una.html

 

Internacionales

¿Se Marcharán de Irak las Tropas Estadounidenses?*

 Por Abdullah Musawi | 31/12/2021 | 

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

A medida que se acerca la fecha de la retirada de las tropas estadounidenses de Irak no se observa ningún cambio fundamental respecto a la cantidad de tropas, solamente respecto a su estatus. ¿Se trata simplemente de otra treta de Estados Unidos para someter a Irak?

La “retirada” de las tropas estadounidenses de Irak será otra vez noticia de portada de los periódicos al acercarnos al final del año, puesto que la fecha fijada para esta retirada es el 31 de diciembre. No obstante, en realidad no se retirará tropa alguna, simplemente se dará otro nombre a las fuerzas de ocupación. Se otorgará a estas mismas tropas de combate un papel “consultivo” y no se retirará a ningún soldado. Ya se lo han confirmado al New York Times los responsables del Pentágono, que declararon que en esencial sería una retirada sobre el papel. Si recordamos que las tropas estadounidenses volvieron a Irak en 2014 tras haber sido expulsadas en 2011 por la resistencia iraquí veremos que realmente nunca ha habido intención de retirar las tropas de Irak.

En 2011 la resistencia iraquí obligó a las fuerzas de ocupación estadounidenses a abandonar Irak. Estados unidos fue vencido militarmente en una guerra prolongada. El hecho de que el gobierno estadounidense no lograra llegar a un acuerdo con el gobierno iraquí de Maliki para mantener a los soldados estadounidenses en Irak es otro factor que legitimó a la resistencia y debilitó aún más la posición de Estados Unidos.

La situación cambió rápidamente en 2014 cuando muchas provincias iraquíes cayeron en manos de la organización transnacional y apoyada por la comunidad internacional Estado Islámico de Siria e Irak (ISIS, por sus siglas en inglés). A pesar de que Bagdad corría peligro de ser invadido por el ISIS, Estados Unidos se negó a proporcionar armas a Irak para defenderse (unas armas que el gobierno iraquí ya había pagado). Se utilizó caos que reinaba en Irak para presionar al gobierno iraquí para que “invitara” a las tropas estadounidenses a proporcionar una cobertura aérea al tiempo que las tropas de tierra entraban en el país con la función de adiestrar y asesorar. La presencia de las tropas estadounidenses carecía de fundamento jurídico al no existir un acuerdo sobre el estatuto de las fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés). Tras múltiples crímenes de guerra, violaciones de la soberanía iraquí y ataques a las fuerzas de seguridad iraquí que culminaron con las ejecuciones extrajudiciales de Abu Mahdi Al Muhandis y de Qasem Soleimani, el primer ministro iraquí Adel Abdel Mahdi rescindió esa invitación y pidió oficialmente la retirada de todas las tropas extranjeras del territorio iraquí. Para reforzar esta postura la mayoría del Parlamento iraquí aprobó una moción que pedía a las tropas estadounidenses abandonar Irak.

La autorización de la presencia estadounidense en Irak es informal y, de hecho, el gobierno iraquí la puede anular en cualquier momento.

Estados Unidos se ha negado a retirar sus tropas y ha llegado incluso a amenazar a Irak con imponerle sanciones. Cuando Donal Trump era todavía presidente de Estados Unidos declaró que iban a imponer a Irak “unas sanciones que nunca han visto. Las sanciones impuestas a Irán parecerán débiles”. Estas declaraciones hay que entenderlas en el contexto del precedente histórico de la década de 1990, en la que Estados Unidos impuso a Irak unas sanciones extremadamente duras que causaron la muerte de un millón de personas en Irak. La imposición de sanciones significaría además que Irak perdería en acceso a la Cuenta de Ingresos del Petróleo de Irak en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, donde se guardan todos los ingresos de las ventas del petróleo iraquí. Estas amenazas no se quedan cortas al amenazar a Irak de hambruna.

Marketing

La negativa a acabar con la ocupación de Irak es una postura apoyada por ambos partidos que quedó demostrada una vez más con las últimas declaraciones del general estadounidense Frank Mackenzie, el cual afirmó en una entrevista concedida a Associated Press el 10 de diciembre de 2021 que en un futuro previsible Estados Unidos mantendrá los 2.500 soldados que mantiene actualmente en Irak, lo que significaría que la retirada de tropas a finales de este año se “completará” sin retirar un solo soldado. Como hemos mencionado antes, la ocupación solo replegará sus fuerzas después del 31 de diciembre. El general McKenzie declaraba más adelante en la entrevista que creía que los militantes del ISIS seguían suponiendo una amenaza en Irak y que el grupo “se iba a rehacer, quizá con otro nombre”. Estas declaraciones sirvieron para profetizar o, más bien, anunciar (dada la relación ambivalente entre Estados Unidos y los grupos terroristas wahhabíes financiados por el Golfo) que se aplicaría al ISIS la misma estrategia (1) de cambio de denominación.

El cambio de nombre de una fuerza militar es un viejo truco de propaganda que suelen utilizar Estados Unidos y sus intermediarios en los conflictos de la zona. Quizá el ejemplo histórico más conocido es entrar en Vietnam en calidad de “asesores” para después desencadena una guerra a gran escala. Más recientemente, en 2017, el general estadounidense Raymond Thomas afirmó lo siguiente acerca del hecho de que las YPG (siglas en kurdo de Unidades de Protección Popular) hubieran cambiado de nombre para convertirse en Fuerzas Democráticas Sirias: “Les contestamos literalmente: ‘Debéis cambiar de nombre. ¿Cómo queréis llamaros que no sea YPG?’ Aproximadamente un día después afirmaron que eran las Fuerzas Democráticas Sirias”. Y continuó. “Me pareció que era un golpe genial introducir en alguna parte el término democracia, les daba una cierta credibilidad” (1).

Esta estrategia se ha extendido a otros grupos terroristas, como la rama del ISIS Jabhat al-Nusrah, cuyo nombre se ha modificado en varias ocasiones en función de la evolución de los objetivos estratégicos. Había que cambiar el nombre de Jabhat al-Nusra para permitir a Turquía, miembro de la OTAN, seguir apoyando a este grupo en su lucha contra el gobierno sirio. Este nuevo nombre era necesario porque Jabhat al-Nusrah está calificado oficialmente de grupo terrorista. Recientemente el jefe de este grupo terrorista, Abu Mohammed Al-Jolani, fue entrevistado por PBS vestido con un elegante traje de chaqueta con el fin de cambiar su imagen pública. Más o menos en el mismo momento el exenviado especial de Estados Unidos a Siria, James Jeffry, declaró que la organización de Jolani era una “baza” para la estrategia estadounidense en Idlib (2).

CENTCOM

Hay que analizar los comentarios del general McKenzie y darles la importancia adecuada. El hecho de estar al frente del Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM, por sus siglas en inglés) convierte a este general en el principal mando estadounidense para Asia Occidental. Aunque Estados Unidos redujera de forma significativa o totalmente sus fuerzas en Irak, eso no significaría necesariamente reducir su capacidad de ocupación en Irak puesto que las tropas estadounidenses en este país forman parte del Mando Central de Estados Unidos, por el que son administradas. El CENTCOM tiene su base en Tampa, Florida, dispone de un cuartel general de vanguardia en la base aérea de Al Udeid, en Qatar, y dirige al ejército estadounidense en toda la zona. Cuando se creó en 1983, asumió las responsabilidades de la Fuerza Conjunta de Despliegue Rápido (RDJTF, por sus siglas en inglés). Esta fuerza se creó en el contexto de las “amenazas” contra intereses vitales relacionadas con la Guerra Fría. Se consideraba que esos intereses vitales de Estados Unidos eran un proceso que “contribuye a mantener la estabilidad regional y el flujo de petróleo del Golfo hacia el oeste” (3), lo que significa controlar el petróleo y los mercados, y proteger a los regímenes proestadounidenses. La RDJTF fue creada como una fuerza dotada de mucha movilidad. “No se creó para disponer de fuerzas específicas, sino para recurrir en tiempos de crisis a un conjunto central de recursos en función de la naturaleza de la amenaza, la ubicación geográfica y el tiempo disponible para el despliegue” (4).

Esto significa que incluso después de que se reduzcan las tropas en Irak, las tropas dentro de las fronteras de Irak podrían servir de base de avanzada para que el CENTCOM también pueda desplegar rápidamente sus fuerzas. Cada vez que Estados Unidos vea amenazados sus intereses en Irak podrá desplegar sus fuerzas desde las bases de los países vecinos hacia Irak y viceversa. El gobierno estadounidense afirma que mantiene en Irak unos 2.500 soldados estadounidenses, pero el despliegue de tropas se podría ampliar fácilmente trayendo tropas de cualquiera de los países vecinos que albergan bases estadounidenses, como Qatar, que acoge a más de 11.000 soldados, o Kuwait, que acoge a 13.000.

El Panorama del Presupuesto de Defensa de 2020, publicado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en el marco del Presupuesto Anual de Defensa del Presidente, demuestra lo primero. En este informe se calculaba que en 2019 se iban a desplegar en Siria/Irak unos 5.765 soldados estadounidenses. Conviene destacar que el informe no diferencia entre Siria e Irak, ambos se consideran un solo y mismo despliegue. Y más sorprendente todavía, el informe calculaba el apoyo “sobre el terreno” en 59.463 soldados.

El informe concreta más adelante el término “sobre el terreno”: “Los fondos solicitados en esta categoría proporcionan refuerzos en caso de combate crítico y otras formas de apoyo al personal en Afganistán, Irak y Siria que provienen de unidades y fuerzas que operan fuera del campo de batalla. Esta categoría comprende también unos fondos destinados a apoyar otras operaciones realizadas fuera de Afganistán, Irak y Siria” (5). Esto significa que unos 60.000 soldados participaron en las operaciones en Afganistán (actualmente los 15.000 soldados que estaban en Afganistán está estacionados en otra parte), Irak y Siria.

Dado que Irak es una zona que está bajo la responsabilidad del CENTCOM, ni la cantidad de tropas ni su calificación reflejan la verdadera magnitud de la ocupación en Irak ni su capacidad. El CENTCOM ignora las fronteras de las naciones, y desplaza tropas y material dentro y fuera de los países sin consultar a los gobiernos correspondientes, por lo que el Eje de la Resistencia tenía razón al establecer el objetivo de expulsar a Estados Unidos de Asia Occidental.

Conclusión

Los objetivos estratégicos de Estados Unidos a día de hoy siguen siendo controlar el petróleo, los mercados y las rutas comerciales en Asia Occidental, pero los retos son ahora diferentes: la irrupción de China y Rusia en la zona como socios económicos y militares de los países del entorno ha cambiado la naturaleza del conflicto. La Estrategia de Defensa Nacional (NDS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos de 2018 señalaba que su principal objetivo militar era la rivalidad de las grandes potencias con China y Rusia. Por consiguiente, la Iniciativa del Cinturón y de la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) de China se considera una amenaza estratégica. Eso explica por qué Estados Unidos está centrado en el control de las zonas fronterizas entre Irak y Siria, porque esta zona es una parte importante del BRI y sería indispensable en un Asia Occidental libre del dominio estadounidense.

El hecho de que Estados Unidos permanezca o sea expulsado de Irak no será el resultado de las conversaciones diplomáticas entre el gobierno iraquí y Estados Unidos. La Resistencia iraquí y sus socios regionales del Eje de la Resistencia expulsarán a Estados Unidos de Irak. Durante la primera fase de la ocupación estadounidense, de 2003 a 2011, una joven e inexperta Resistencia iraquí consiguió infligir fuertes pérdidas a la ocupación estadounidense y le obligó a retirase del país. Si actualmente Estados Unidos se niega a abandonar Irak, tendrá que hacer frente a una resistencia más experimentada y mejor equipada.

Notas:

(*) Tomado de Rebelión. https://rebelion.org/se-marcharan-de-irak-las-tropas-estadounidenses/

(1) https://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-usa-ypg-idUSKBN1A62SS

(2) https://www.pbs.org/wgbh/frontline/article/abu-mohammad-al-jolani-interview-hayat-tahrir-al-sham-syria-al-qaeda/

(3) John Clementson, Mission Imperative: The Rapid Deployment Joint Task Force, Armed Forces, julio de 1983, pp. 260 – 265 y agosto de 1983, pp. 304 – 308

(4) Antill, P., Central Command, United States: CENTCOM (PETER ANTILL) http://www.historyofwar.org/articles/conceptscentcomlong.html

(5) https://comptroller.defense.gov/Portals/45/Documents/defbudget/fy2020/fy2020_Budget_Request_Overview_Book.pdf

Fuente: https://english.almayadeen.net/articles/analysis/will-us-troops-leave-iraq

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

Filosofía

Fatalismo, Teleología y Causalidad*

I. V. Kuznietsov

TODOS LOS ESLABONES de la cadena de causación están unidos por una vinculación necesaria. Esta particularidad de la causalidad puede ser aprovechada para acercarla al fatalismo. Se encuentran con mucha frecuencia en la literatura extranjera conceptos en el sentido de que la causalidad es “fatal” y, por lo demás, incluso hoy día se identifica la causalidad y en general el determinismo con el fatalismo. La aproximación de la causalidad al fatalismo y su identificación contribuyen al logro de dos objetivos que se excluyen mutuamente: ora es la justificación del fatalismo haciendo hincapié en la reconocida autoridad de la doctrina de la causalidad, o ya sea para criticar la causalidad dizque como algo que conlleva a la teleología o algo parecido. Una y otra cosa son, por supuesto erróneas. En esencia la causalidad (y en general el determinismo, tal como se entiende en la filosofía científica) es incompatible con el fatalismo, es completamente opuesta a él.1

        El quid del fatalismo es el reconocimiento de azar (o de la suerte) como algo sobrenatural, no material, trascendental, absolutamente incognoscible: que realiza sus designios en forma por entero independiente del flujo real de los fenómenos. En este orden de ideas, si en la doctrina de la causalidad los fenómenos están necesariamente vinculados entre sí y ese nexo está en su base misma, para el fatalismo los fenómenos, de por sí, por su naturaleza intrínseca, no están en modo alguno ligados, la necesidad está más allá de sus límites y actúa al margen de ellos. Cómo existen las cosas, cómo cambian, en qué dirección marchan los acontecimientos, son cuestiones que se dejan al arbitrio del destino, de las casualidades absolutas, de una necesidad predeterminada de una vez y para siempre, situada en el más allá. Esos procesos señalados no son sino la envoltura exterior no sustancial, indiferente a la predeterminación. Al paso que para la causalidad son el nervio mismo, su vida, su existencia.

        El fatalismo se basa en que las disposiciones del destino, efectuadas a lo largo de un período alguna vez preestablecido, no emergen de los procesos reales de desarrollo de los acontecimientos y por esa razón no están sujetos a leyes ni se hallan condicionados por nada. Como no dependen de sucesos reales, tienen un carácter irreversible. La causalidad, por el contrario, es la expresión, la encarnación de las leyes y de la condicionalidad por factores materiales de este mundo.

        Esta condicionalidad, que repercute en la dependencia de la acción de las causas con respecto a las condiciones, conduce a que el resultado de una misma acción causal pueda ser diferente en consonancia con las diferentes circunstancias que objetivamente se han configurado. La causalidad no afirma que una cosa engendrada por la causa, ocurra bajo cualquier condición, con irreversibilidad absoluta. Por el contrario, uno de los principios de la teoría científica de la causalidad es el postulado de que una cosa o suceso ocurre solamente cuando existen las debidas condiciones. Al cambiar las condiciones bajo las cuales surgen las tendencias causales opuestas, puede incluso interrumpirse el curso ya configurado de acontecimientos, detenerse la acción de la causa anterior y crearse nuevas posibilidades. En tal sentido las tendencias causales opuestas, así como las posibilidades, pueden configurarse también sin nuestra voluntad y sin el objeto asimilado. De ese modo la causalidad no conlleva nunca ni en ningún sitio una necesidad irreversible.

        Siendo una encarnación de la necesidad, la causalidad es de suyo una base para el surgimiento de la causalidad, es un sostén real de la libertad humana al indicar unas y otras posibilidades, por cuanto la doctrina de la causalidad evidencia, según la feliz expresión de M. Bunge, que no toda causa está obligada a “tener éxito” en la producción del efecto esperado. Bunge expresó del modo siguiente este hecho fundamental, relativo a la creación de las posibilidades:

        

A tiempo que el fatalismo expulsa la posibilidad del mundo para vincularla a la esfera de la epistemología la causalidad, entendido correctamente, es uno de los más importantes fundamentos de la posibilidad, la causalidad hace posible la posibilidad”2.

Precisamente la causalidad es la que nos permite no solo pensar en nuestro futuro, sino también construirlo en la realidad.

        Un adversario irreconciliable de la causalidad ha sido siempre la teleología, o sea la doctrina mística de los “objetivos”, que dizque se presentan ante todo ser existente por una supuesta “razón suprema” sobrenatural, en la aproximación a la cual dizque consiste precisamente la auténtica esencia de todos los procesos. Aquello que orienta los procesos hacia tales objetivos es para la teleología la “causa finalista”, que tiene una naturaleza no material y que, en contraposición a las causas normales, no reside en las cosas mismas.

        La teleología es una forma de expresarse la concepción religiosa del mundo. El hecho de acudir a las “causas finalistas” no materiales en los intentos de dar una explicación de los fenómenos de la naturaleza ha implicado siempre el rechazo de las posiciones materialistas. En su tiempo la raíz gnoseológica de la teleología estribaba en la imposibilidad de explicar las situaciones que en gran volumen se advertían en el mundo circundante y que desde el ángulo de la causalidad podrían caracterizarse así, en forma muy general: sobre el sistema actúan distintas causas y éste “superándolas”, “a pesar de ellas”, aspira en cualquier caso a pasar de un estado a otro, independientemente de las causas que existan. Se conforma así un cuadro del movimiento del sistema hacia algo no determinado por ninguna causa material que actúe sobre el sistema, ni sobre su organización material. Este “algo” es el objetivo o finalidad a donde aspira el sistema.

        La necesidad mecánica unilineal que imperó en su época y que se expresaba en [el] llamado “determinismo de Laplace” no estaba en condiciones de dar ninguna explicación convincente de tales situaciones. Como quiera que la causalidad fue conocida durante largo tiempo únicamente en esa forma, la existencia de semejantes situaciones se interpretaba como demostración de endeblez de la causalidad en general, o más exactamente hablando, de inconsistencia de la causalidad referente a las causas materiales reales y del triunfo de las ideas sobre las “causas finalistas” no materiales que, desde luego, no podían catalogarse como verdaderas causas. Se presentó así el dilema: o la causalidad o la teleología, alternativa que condujo a la existencia de dos campos ideológicos irreconciliables.

        La aplastante mayoría de los naturalistas y filósofos materialistas han defendido como siempre la causalidad y han abrigado la esperanza en que dicho problema lo resolverán las ciencias naturales. Y, en efecto, esa solución se logró al fin y al cabo. Pero se consiguió solo cuando la teoría de la causalidad se elevó a una nueva fase y después de destruir los estrechos marcos del “determinismo de Laplace”. Punto de partida y base de ese ascenso fue la idea de la índole dialéctica de la causalidad, de la existencia del nexo inverso utilizado por Marx y Engels en la explicación de los complicados procesos de la vida social. Esta idea ha tenido una ulterior elaboración concreta y multilateral en la cibernética, cosa que ha permitido no solo comprender teóricamente la acción de los sistemas autoorganizados y autoconstruidos, sino también alcanzar grandes éxitos en su realización práctica y en la aplicación técnica.

        La existencia de la conexión inversa capacita al sistema para influir en la causa exterior de tal modo que mantenga su estabilidad restableciendo así, con las desviaciones surgidas, un mismo y determinado estado, sobre el cual ese sistema sea “construido” por el tipo mismo de su organización. Esto explica precisamente cierta dependencia que hay entre el sistema material estable de conexión inversa y las influencias externas. Lo que impulsa el sistema hacia un determina estado no es ninguna ficticia “causa finalista”, sino el influjo de factores completamente reales, concretos y materiales, cuya intensidad está dada por la diferencia entre su importancia en el influjo externo y su significación bajo un estado estable del sistema. Los sistemas materiales estables de conexión inversa, existentes tanto en la naturaleza inorgánica como en la orgánica y en la sociedad, de hecho funcionan de acuerdo con un mismo principio. Y este principio excluye toda “causa finalista”, lo mismo que los objetivos que están fuera de ella, así como “la razón suprema” que dizque se plantea esos objetivos y orienta la acción de las “causas finalistas”.

        De esa suerte, la doctrina materialista dialécticamente desarrollada de la causalidad hizo trizas la mística teleológica. Esa doctrina presentó bajo una nueva luz el problema de la “finalidad”, de la adecuación en la naturaleza. Todo sistema estable y autorregulado, incluyendo el que carece de todo elemento consciente, en cierto sentido pueden considerarse como “sistemas orientados de modo conveniente”, como sistemas que se enfilan “hacia una finalidad”, esto es, de tal modo que los procesos que ocurren en el sistema, cualquiera que sean (naturalmente, en determinados lindes) las influencias externas conducen al sistema a su estado actual inherente, a la “finalidad”.

        En relación con lo dicho algunos autores plantean el problema de una nueva comprensión de la teleología, liberada de todo misticismo, religión e idealismo. Suponen que puede hablarse de la transición hacia una “teleología” materialista3. Pero el asunto, desde luego, no estriba en la terminología, sino en que surgen importantes problemas filosóficos que exigen una elaboración profunda. Por supuesto, la existencia de una voluntad y de una conciencia que de antemano elaboran el plan y la estrategia para alcanzar el objeto, torna la aspiración adecuadamente orientada del hombre en algo cualitativamente distinto a la “aspiración” de los sistemas naturales, así como de las magníficas “máquinas cibernéticas” creadas por el hombre. Y esa diferencia específica cualitativa es precisamente algo que no se puede pasar por alto en ningún momento. Pero en toda forma de aspiración convenientemente orientada hay algunos importantes rasgos comunes, así como principios comunes de realización.

____________

(*) Kuznietsov y otros. La teoría del conocimiento y la ciencia actual. Capítulo 1, La categoría de causalidad y su importancia cognoscitiva. Ediciones Suramérica Ltda, s/f.

(1) En el libro de Mario Bunge “La causalidad. Lugar del principio de causalidad en la ciencia actual”. Ediciones de literatura extranjera, 1962, se encuentra un análisis bastante minucioso y claro de este problema. Empero la falla principal de este libro, que en general es muy denso e interesante, reside en una interpretación demasiado estrecha de la causalidad que deja mu[cho] de lo que, por ejemplo, ha dado la cibernética, fuera del contenido de la categoría de causalidad.

(2) M. Bunge: La causalidad, p. 125 (subrayado mío. I. K.) edición rusa.

(3) Véase George Klaus: Cibernética y filosofía. Editorial de literatura extranjera, 1963, pgs. 327-328. Edición rusa.

 

Literatura

Necropsia de la Vanguardia

Julio Carmona

TODOS LOS MOVIMIENTOS de ruptura, en la historia del arte y la literatura1, anteriores al de la vanguardia del siglo XX, tuvieron el sello de su lugar de origen y —asimismo— la influencia de las clases en ascenso, en lucha contra la clase dominante, en el panorama socio-político-económico-cultural.2

Al producirse la caída del imperio romano, en la Europa del siglo V de la Edad Antigua, se instauró la Edad Media y se inauguró el feudalismo, con sus primeros cinco siglos (del V al X) denominados como «la noche del intelecto», debido a que ese cambio de edades trajo como consecuencia la desaparición de la tendencia clásica en el arte y la literatura de la antigüedad. Es pertinente, aquí, aclarar las denominaciones de tendencia y movimiento (hasta aquí aludidos) y de escuela (que veremos después), denominaciones relacionadas, todas, con el arte y la literatura.

La tendencia es una línea de fuerza que rige la acción de los artistas, desde tiempos inmemoriales, y refleja su modo de ver el mundo al producir sus obras, ya sea acercándose a la realidad (dándole importancia a lo que se dice) o, en caso contrario, alejándose de ella (por darle más importancia a la forma cómo se dice). En el primer caso, se ha dado en llamarla tendencia realista, y, en el segundo, tendencia formalista. En el devenir histórico las tendencias van adoptando otros nombres, pero sin cambiar esa visión genérica del mundo que las caracteriza. Además, todos los poetas o artistas, quieran o no, lo sepan o no, inscriben su trabajo poético o artístico en una de esas tendencias.

El movimiento es una derivación de la tendencia en un momento histórico definido y que no solo compromete al arte y la literatura, sino que se suele manifestar también en otros órdenes de la realidad como la filosofía, la economía, la política, etc. Con el devenir histórico, igualmente, el movimiento puede asumir el nombre de la tendencia que le da origen o cambiarlo por otro específico, sin modificar la característica esencial de la tendencia.

La escuela es una derivación dentro del movimiento y, por lo tanto, conserva su característica esencial, solo que manifestando cierta discrepancia en la manera de asumir dicha característica, y, generalmente, lo hace bajo la dirección de una personalidad descollante.

Retomando el recuento histórico, iniciado en el primer párrafo, corresponde decir que, a partir del siglo XI (dentro de la Edad Media feudal) recién se tendrá noticias de una reaparición de la actividad literaria, que coincide con el surgimiento de una nueva clase: la burguesía, en lucha contra la clase aristocrática feudal (heredera, esta, de la aristocracia esclavista de la antigüedad). El historiador Jacques Le Goff, haciendo referencia a la literatura de esta época, dice:


«El amor al detalle realista y familiar aportado por una clase aficionada al decorado material de la vida y sensible a las apariencias, el amor a lo cómico, a la ironía algo pesada e inclusive a lo burlesco; y la farsa medieval que, más que popular, es quizás burguesa con su burla de las condiciones sociales y su crítica a menudo poco caritativa del prójimo. Una literatura de gentes que viven pared de por medio, que se observan, se espían y se denigran como competidores».3

Se ha establecido que el primer documento literario (que se conserva) de este siglo es La canción de Rolando, en Francia. Es una literatura que tiene la característica de la aventura, los artistas y literatos de entonces no tenían referentes artísticos para realizar sus obras. Y tuvieron que partir de cero. Hacer sus pininos literarios como ensayos de escritura. Lo mismo se dice del poema de Mío Cid en España, el cual pertenece al siglo XII. Y otro documento similar (de aventura) es la Canción de los nibelungos, en Alemania (siglo XIII).

A partir del siglo XIV la burguesía va adquiriendo más presencia, especialmente, en el campo económico, lo cual le permite influir en los nuevos artistas y literatos. Y es entonces que la península itálica, por su ubicación estratégica en el mediterráneo, se convierte en el centro comercial más importante de Europa. Desde ahí se va a impulsar en el siglo XIV el descubrimiento de la cultura, arte y literatura clásicos (de Grecia y Roma), y surgirá el humanismo que sentará las bases del Renacimiento, en el siglo XV, y ambos movimientos tienen la aspiración de hacer un retorno al arte, la literatura y —en una palabra— la cultura clásica, y buscan hacerla renacer, porque tiene la característica del orden o de acercamiento a la realidad, es decir, un retorno a la tendencia del realismo milenario que tiene sus más remotos antecedentes en las cuevas de los hombres primitivos de la Edad de Piedra. Como asegura el historiador Arnold Hauser, su existencia se constata en las edades más remotas en que el hombre dejó testimonios de sus actividades artísticas. Dice Hauser:


La pertenencia a uno u otro de estos dos campos divididos por su visión del mundo se manifiesta por todas partes en el pensamiento arqueológico de los diversos investigadores (…) Y cuando admiten la prioridad del naturalismo [realismo], procuran limitar la importancia de esta concesión intentando mostrar que los más importantes rasgos estilísticos del arte llamado “arcaico” (frontalidad, falta de perspectiva y de espacialidad, renuncia a la formación de grupos y a la integración de los elementos figurativos) se encuentra también en los monumentos del naturalismo [realismo] primitivo».4

El Renacimiento (ya en la Edad Moderna) tendrá una existencia de dos siglos (XV, XVI). Esta fue la primera ruptura de un arte formalmente ordenado frente al arte espontáneo y de búsqueda empírica (aventura) de la cultura medieval; aunque, en realidad, motivado por los imperativos socio-político-económicos de la realidad humana. Sin embargo, el arte renacentista se hallaba sometido a un canon impositivo, basado en los planteamientos estéticos heredados de Aristóteles, que se creían inamovibles. Y los artistas de las dos tendencias, siempre, frente a las imposiciones normativas, han reclamado libertad para dar vuelo a la imaginación y la fantasía. Y es así que, en el siglo XVII aparecerá en España (país que ha empezado a desplazar al poderío económico italiano) el movimiento Barroco (aunque según los entendidos aparece en Alemania en el ámbito de las artes plásticas), y este ya se presenta como un fenómeno netamente artístico y no como desarrollo de acontecimientos histórico-económico-socio-políticos como fueron el paso de la edad antigua a la edad media y de ahí a la edad moderna (inaugurada esta con la revolución renacentista).

El Barroco, pues, reclamaba libertad formal. Porque sus planteamientos temáticos seguían siendo los mismos de la cultura renacentista, en tanto respondían a la visión del mundo de la burguesía emergente, en lucha contra la aristocracia feudal. Y esta clase que se había identificado con el arte renacentista, consideró al arte barroco como una degeneración. Y es así que en el siglo XVIII llegará a imponer un retorno al arte clásico, por disposición expresa del rey Luis XIV de Francia, país este que ha ido desplazando a España en la hegemonía (económico-político-cultural) europea, recibiendo allí el nombre de clasicismo francés. Y al influir en Europa se manifestará con la denominación de neoclasicismo. Y es tanto el poder del mencionado monarca y de sus pares europeos que el barroco se vio condenado a la desaparición de hasta por tres siglos: recién en el siglo XX los integrantes de la Generación del 27 de la literatura española proclamarán la reivindicación de Luis de Góngora, pues en ese año se conmemoraba el tercer centenario de la muerte de ese padre del barroco español (1627).

Pero, antes de esta efemérides (ya en los comienzos de la Edad contemporánea, iniciada con la Revolución Francesa, en 1789), y al comenzar el siglo XIX, apareció un movimiento de la misma estirpe del barroco, el Romanticismo (ligados ambos a la tendencia formalista) que se opone al neoclasicismo y como un reclamo de libertad artística (otra vez, como el barroco), pero también de rechazo a la explotación laboral ejercida por la burguesía contra los obreros fabriles del capitalismo ya instaurado en la mayor parte de países europeos. Aunque, es preciso decirlo, el romanticismo tendrá una doble fisonomía, es decir que se bifurcará en dos escuelas: una de filiación popular y otra de arraigo aristocrático. Como dice Jean Jaurés:


«No ignoréis que en su origen el romanticismo tenía tendencias reaccionarias, feudales, monárquicas y, como dicen algunos, medievales. Sabéis que Víctor Hugo empezó por cantar a las vírgenes de Verdun, a la antigua monarquía, los dogmas y el culto, el altar y el trono. Sabéis también que estuvo a punto de disipar su genio en vagos sentimentalismos retrógrados… Pues bien; intervienen Fourier y Saint-Simon, y el primero dice a los románticos: No llevéis vuestro pensamiento a disolverlo en el vacío y en el fantasma de las regiones lunares (…) Y de esta manera, bajo la influencia de la concepción saintsimoniana difundida en todas partes… el romanticismo cambia de rumbo y se dirige hacia el porvenir. Víctor Hugo no se encierra en el culto de los ídolos caídos; siente la grandeza de su época, y escribe La leyenda de los siglos.5

Pero, ya que la mayoría de los artistas del romanticismo son de extracción pequeñoburguesa, desviarán sus arrestos populares hacia la evasión de mundos ideales, especialmente el amoroso. En contra de esta involución ideológica, se dará otro movimiento de ruptura que retomará el predominio de la realidad en el arte (como en gran medida lo hizo el movimiento renacentista), de ahí que asumiera la denominación de realismo pero rechazando su anquilosamiento canónico de reglas preestablecidas con que el clasicismo lastró a la tendencia; sin embargo, y dentro de la realidad, dando más importancia a lo social, lo cual habría de constituir con el tiempo una limitación, porque la realidad no puede constreñirse a una sola de sus aristas.

Con todo lo antedicho, además de la influencia ideológica de la burguesía, se generará otra reacción de ruptura en contra del realismo, con el movimiento parnasiano, el mismo que tiene nexos de ascendencia con los movimientos previos: barroco y romanticismo. Pero el parnasianismo, contradictoriamente, no obstante proclamar su rechazo al realismo, por su misma denominación, se identifica con el arte clásico (el Parnaso es parte de la mitología greco-romana), sin embargo rechaza, como ya se dijo, la vinculación con los hechos del acontecer social, y, por otro lado, al mismo tiempo que toma del romanticismo su idealización del arte (el Parnaso es la torre de marfil de los románticos), rechaza de este su exacerbación del yo y sus intimidades. Obsérvese que, en el fondo, la reacción parnasiana buscaba conciliar los dos movimientos contrarios (del orden y la aventura: realismo y romanticismo) morigerando las que consideraba sus exageraciones; pero, al mismo tiempo, rescatando el orden clásico, y la aventura barroca del idealismo formal.

Hay que destacar el hecho de que, tanto el siglo XIX en el tiempo, como Francia en el espacio, constituyen el telón de fondo en que se fueron manifestando los últimos movimientos expuestos hasta aquí. Y habría que agregar que el romanticismo consideraba al sentimiento (o espejo del alma) como elemento principal de su propuesta artística, y, por su parte, el realismo se asentaba en la razón (o espejo de la sociedad), mientras que el parnasianismo consideraba a ambos como productos de la subjetividad, y lo que proponía era la objetividad del poema: que este sea como una pintura o una escultura: que presentaran sus creaciones poéticas con frialdad, sin la intervención de la subjetividad del creador.

Y en contra de esta mixtura parnasiana es que reacciona la ruptura del movimiento simbolista, ligado a la tendencia formalista, proponiendo que el poema se pareciese a la música, que explotase solo el sonido de la palabra, transfiriendo su significado a algo que no sea, precisamente, la cosa enunciada, que esta sea evocada y no manifestada. Es el caso del poema de José María Eguren, La niña de la lámpara azul, que presenta a la niña sin aludir a una de carne y hueso, sino como símbolo de un ser femenino que representa a la poesía.

Conforme a lo expuesto, queda establecido que las acciones de ruptura en el arte y la literatura  constituyen una constante en el devenir histórico de la cultura occidental. Y queda, asimismo, establecida la relación de ascendencia que van engarzando entre unos y otros movimientos en contienda. Y es así que se pueden verificar las dos grandes tendencias del realismo y del formalismo (milenarios ambos). Y, entonces, en la tendencia del realismo se inscriben: a) el clasicismo de la edad antigua, b) el realismo medieval que, al unísono de acercarse a la realidad pulsaba sus escarceos por superar sus formas incipientes, c) el realismo clásico del renacimiento, d) el realismo —burgués o pequeñoburgués— del siglo XIX, y e) el nuevo realismo del siglo XX (del cual trataremos en otra oportunidad). Y, por otro lado, tenemos a la tendencia formalista que se manifiesta con a) el barroco del siglo XVII, b) el romanticismo, c) el parnasianismo y d) el simbolismo, todos estos del siglo XIX, y e) el vanguardismo del siglo XX.

Es pertinente haber hecho la extensa aclaración precedente, debido a que da la impresión de que quienes tratan del vanguardismo lo presentan como el único movimiento de ruptura en la historia del arte, como si antes de él todo hubiera sido unitario, y como si se le diera la propiedad de esa patente rupturista, de tal suerte que no solo los escritores contemporáneos del vanguardismo (de las dos primeras décadas del siglo XX), como es el caso de César Vallejo, sino de todos los que después de ellos alentaron o alientan ese mismo afán de ruptura, debieran ser deudores o continuadores de esa actitud de ruptura y experimentación formalista del vanguardismo.

Si bien es cierto los más destacados escritores vanguardistas (así como vimos que ocurrió con los románticos del siglo XIX) se identificaron con la protesta de las clases trabajadoras en contra de la explotación capitalista de la clase burguesa, esos mismos escritores, como exponentes de la ideología pequeñoburguesa devinieron impulsores de un arte y una poesía reducida al experimentalismo formal. Es una propensión pequeñoburguesa el exacerbar su concepción ideológica de manera privativa. Como dice Lawrence Carrasco:


«… en el plano estético es donde se vivencia con más intensidad que en otros ese desgarramiento que produce la conciencia histórica del tiempo, pues la experiencia estética es por sobre todo siempre subjetiva [y Carrasco respalda su opinión con la siguiente cita de Jürgen Habermas]: “En la experiencia fundamental de la modernidad estética se agudiza el problema de la autofundamentación porque aquí el horizonte de la experiencia del tiempo se contrae a una subjetividad descentrada, liberada de las convenciones de la vida cotidiana”.»6

E, igualmente, como ocurrió con la aristocracia feudal y la burguesía rica de entonces que asimilaron el arte clásico renacentista, y convirtieron en sus «asalariados» a los artistas y literatos renacentistas7, la burguesía del siglo veinte hizo lo mismo con los artistas y literatos vanguardistas (con muy honrosas excepciones), y estos creyeron estar elaborando toda una teorización estética del arte «moderno» o post-moderno, para toda la posteridad, per omnia saecula saeculorum, de tal suerte que cualquier otra manifestación artística que no se ajuste a ese su canon o es un arte desfasado, mediocre o, simplemente, no es arte.

La vanguardia, entonces, resulta ser un movimiento más (como el barroco, el romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo) que debe ubicarse dentro de la tendencia formalista que se opone, desde tiempos inmemoriales, a la tendencia realista (derivada esta de la tendencia clásica). Y dentro de la vanguardia se ubican varias escuelas: dadaísmo, futurismo, surrealismo, etc.; del mismo modo como hubo las escuelas del culteranismo y el conceptismo, dentro del barroco, y dos escuelas románticas: la del romanticismo popular y la del romanticismo aristocrático. Obsérvese que siempre hubo manifestaciones artístico-literarias en pugna, ya sea de concepciones externas totalmente opuestas (realismo/formalismo, renacimiento/barroco, etc.), o dentro de una misma concepción. Por ello, es conveniente establecer los límites y denominaciones de cada acontecimiento. Y lo mismo se ha de hacer con sus ubicaciones tempo-espaciales, ya que todos —de una u otra manera— se encuentran ligados con los cambios en la política, la economía, la sociedad y la cultura, y su repercusión global por la influencia de los países hegemónicos en sus zonas de influencia.

Visto así el movimiento vanguardista, se debe apreciar que este asumió los cambios científico-tecnológicos del capitalismo en auge y sus efectos en la mente social: angustia, pesimismo, desesperación, conflictos existenciales, demencia, depresión, estrés, etc. Y como sus impulsores fueron conscientes de que la causa era el sistema capitalista imperante, se manifestaron en su contra, pero, en lugar de atacar a la causa (de la que —algunos, no todos— políticamente se proclamaban contrarios), asumieron su privacidad artística y arremetieron no contra esa causa sino contra el arte y la literatura que el sistema había hecho suyos, y esos artistas concentraron su crítica y beligerancia contra su aparato estético, teórico-práctico, por considerarlo un sostén que avalaba (y avala) al sistema socio-económico-político-cultural decadente, y que busca presentar a este como algo normal e inocuo. Como dice Renato Poggioli:


«… esta alianza de radicalismo político y radicalismo artístico, este paralelismo de las dos vanguardias, sobrevivió en Francia hasta la aparición de la primera pequeña revista del movimiento literario moderno, significativamente titulada La Revue Indépendante, que, fundada por el 80, fue tal vez el último órgano que recogiese fraternalmente bajo la misma bandera, a los rebeldes de la política y del arte… Inmediatamente después ocurrió lo que se puede llamar el divorcio de los significados, que corresponde al divorcio de las dos vanguardias» (Citado por L. Carrasco, op. cit.: 21).

Es decir que, después de la efervescencia inicial del vanguardismo, el mismo sistema vilipendiado por sus propulsores los fagocitó y neutralizó, asimilándolos como parte de la ideología burguesa.

La idea de ruptura con visos de revolución, no es, pues, como se pretende hogaño, después de pasados cien años de haberse dado el movimiento de vanguardia, que este siga siendo su único punto de referencia. Lo que perdura de él es su relación con la tendencia formalista. La idea de ruptura con el stablishment (orden establecido) responde a un «estado de ánimo social» que se generaliza en la sociedad. Lo mismo ocurrió con el Renacimiento, el Romanticismo, el Modernismo cultural europeo y con el modernismo literario americano. Si se ve así el panorama, el vanguardismo no ha de considerarse como un prospecto que deba ser observado permanentemente, máxime si no todas las obras de sus escuelas siguen teniendo influencia mundial. Y las que sí lo hacen (como es el caso del surrealismo o el expresionismo) es porque algunas de sus propuestas de técnica formal han sido asimiladas por el imaginario estético de los usuarios; lo que va aparejado con la intención ideológica de la tendencia formalista que forma parte de la ideología general burguesa, y es promovida por los intereses del sistema capitalista y su proyección imperialista. Resulta, pues, que esos intereses son los que han convertido al vanguardismo en un modelo de facto, y con él han usurpado ese «estado de ánimo social secular», cuando bien se sabe que todos los vanguardistas (‘salvando siempre lo que se salva solo’, como decía don Antonio Machado) depusieron sus arrestos políticos revolucionarios, y adhirieron solo a la experimentación formalista como exclusiva fórmula estética.

Por otro lado, no se olvide que esa fórmula estética formalista no es privativa del vanguardismo sino de todos sus antecesores también seculares (barroco, romanticismo, parnasianismo, simbolismo) relacionados todos con la cultura occidental. De tal suerte que no se corresponde de manera mimética con las propuestas estéticas de otros continentes (aunque el imperialismo occidental haya pretendido subsumirlos en su «globalización» ideológica). Este es el caso del continente americano. Y es algo que se ha podido constatar en los últimos tiempos en que las naciones americanas se han manifestado en contra de ese seguidismo, considerando que su propia historia e idiosincrasia les da el respaldo para la elaboración de sus particulares visiones del mundo; lo cual no significa que se esté rechazando la recurrencia a las propuestas formales que occidente ha elaborado en su devenir histórico, como este tampoco fue anulado por la insurgencia vanguardista (aunque esa fuera su intención primigenia y su prédica aun vigente, con un movimiento cuya denominación lo delata: neobarroco).

Por eso, cuando se dice que ‘las naciones americanas se han manifestado en contra de ese seguidismo’ al canon de la antigua tendencia formalista y de la, también centenaria, vanguardia, no es que estén rechazando algunos de sus logros formales que ya han pasado a integrar el acervo cultural artístico-literario de la humanidad. Acervo este que tampoco es unitario. En él siguen contendiendo las dos tendencias ya aludidas: del realismo y el formalismo, cada quien con sus exclusivos y excluyentes derechos. Y no es, como pretenden algunos sedicentes8 vanguardistas, que todos tengan que sentirse deudores de su supuesto exclusivismo.

El vanguardismo ha muerto. Viva el vanguardismo.

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NOTAS

(1) Por limitaciones de espacio vamos a incidir más que nada en lo relacionado con la actividad literaria, la misma que —en términos generales o estéticos— comparte lineamientos con las otras artes.

(2) Por la naturaleza del arte impuesto a los pueblos aborígenes del continente americano por el colonialismo europeo, es preciso remitirse, en particular, al panorama de ese arte impuesto.

(3) Jacques Le Goff (1966). Mercaderes y banqueros de la Edad Media. Buenos Aires: Eudeba, p. 132.

(4) Arnold Hauser (1964). Historia social de la literatura y el arte. Madrid: Ediciones Guadarrama, p. 18-19. (Hauser llama «naturalismo” a la tendencia del realismo, y «geometrismo» a la del formalismo).

(5) Jean Jaurés (1961). Socialismo y libertad. Buenos Aires. Editorial Dédalo, pp. 120-121.

(6) Lawrence Carrasco, 2005, Las ideas estéticas de César Vallejo, Lima: Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos, p. 24.

(7) Dice Le Goff: «… solo excepcionalmente los ricos mercaderes dispensaban cierta consideración a los artistas que empleaban (…). La mayoría de las veces, los mercaderes los consideraban como criados, a lo más como artesanos a quienes compraban las obras como compraban otras mercaderías (…) Desde el siglo XII, los juglares al servicio de la burguesía rica tenían amargo sentido de su dependencia, y el autor de un poema en honor de los mercaderes confiesa humil-demente que hace un elogio obligado y forzado, porque sin el mercader el juglar moriría de hambre» (op. cit.: 121-122).

(8) Que se atribuye a sí mismo un nombre, un título o un tratamiento del que carece en realidad.