domingo, 1 de agosto de 2021

Doctrina

Lineamientos programáticos

La Cuestión de la Línea de Masas en el Programa del Partido

 

Eduardo Ibarra

EL PUEBLO es el verdadero hacedor de la historia y, por tanto, de las revoluciones. He aquí el principio básico que orienta la línea de masas del partido proletario.

Marx señaló tempranamente: 


Con la profundidad de la acción histórica aumentará… el volumen de la masa cuya acción es. (La sagrada familia).

Efectivamente: la profundización de la acción histórica alcanza un grado supremo con la revolución proletaria: nunca como en esta revolución las masas trabajadoras participan de un modo tan amplio y decisivo, de una manera tan profundamente transformadora. La Comuna de París de 1871, la Revolución Rusa, la Revolución China y la Revolución Cultural China son algunos ejemplos de ello.

        Pero, para que el proletariado y, en general, el pueblo pueda cumplir su papel histórico, necesita de una dirección marxista. En efecto, si el partido proletario, que tiene por misión dirigir el proceso histórico de la lucha por la realización del comunismo, no tuviera presente el papel decisivo de las masas y, por tanto, no hiciera lo necesario para que su relación con las mismas se mantenga siempre viva, su misión sería simplemente irrealizable.

En la relación vanguardia-masas, el papel principal lo cumplen estas últimas, y no los individuos. Precisamente en el libro citado arriba, Marx demostró que el contenido de la historia se sintetiza en la lucha de las masas trabajadoras contra las clases explotadoras, y casi llegó allí mismo a la idea del papel revolucionario del proletariado (idea que expondría plenamente poco después). De esta forma dio al traste con el culto a la personalidad que defendían los jóvenes hegelianos.

        Por lo expuesto, se desprende que la línea de masas del partido proletario tiene un contenido ideológico-político preciso, y que, por tanto, no es una cuestión meramente operativa.

        Lenin señaló:  


Al final de la guerra imperialista y después de ella, es cuando con más vivacidad y relieve se ha manifestado el divorcio entre “los jefes” y “la masa” en todos los países. La causa principal de este fenómeno ha sido explicada muchas veces por Marx y Engels, de 1852 a 1892, tomando el ejemplo de Inglaterra. La situación monopolista de dicho país dio origen al nacimiento de una “aristocracia obrera” oportunista, semipequeñoburguesa, salida de la “masa”. Los jefes de esta aristocracia obrera se pasaban constantemente al campo de la burguesía y eran mantenidos por ella directa o indirectamente. Marx mereció el odio, que le honra, de estos canallas, porque les tildó públicamente de traidores. El imperialismo moderno (del siglo XX) ha creado también en favor de algunos países adelantados una situación privilegiada, monopolista, y sobre este terreno ha surgido en todas partes, dentro de la II Internacional, ese tipo de jefes-traidores, oportunistas, socialchovinistas, que defienden los intereses de su corporación, de su reducida capa de aristocracia obrera. Estos partidos oportunistas se han separado de las “masas”, es decir, de los sectores más vastos de trabajadores, de la mayoría de los mismos, de los obreros peor retribuidos. La victoria del proletariado revolucionario es imposible si no se lucha contra semejante mal, si no expulsa a los jefes oportunistas socialtraidores; tal es la política que ha llevado oportunistas a la práctica la III Internacional. (La enfermedad infantil).

Como vemos, el problema no reside únicamente en el partido y los jefes, sino también en las masas mismas: la degeneración ideológica de partidos y jefes se compagina con las condiciones privilegiadas de algunos sectores de las masas que, por eso mismo, se han convertido en defensores del capitalismo. Así, los partidos oportunistas «se han separado de las “masas”, es decir, de los sectores más vastos de trabajadores, de la mayoría de los mismos». En estas condiciones, «La victoria del proletariado revolucionario es imposible si no se lucha contra semejante mal, si no expulsa a los jefes oportunistas socialtraidores».

Es decir, cuando se habla de la línea de masas del partido proletario, se está hablando de una relación política revolucionaria entre el partido y las masas. La relación de un partido oportunista con las masas oportunistas, no expresa, como es obvio, el concepto marxista de línea de masas.

Por eso, para ilustrar su idea de la relación jefes-masas, Stalin tomó el ejemplo de Lenin:


Los teóricos y los jefes de partido que conocen la historia de los pueblos y que han estudiado detalladamente, desde el principio hasta el fin, la historia de las revoluciones, padecen a veces una enfermedad indecorosa. Esta enfermedad se llama temor a las masas, falta de fe en la capacidad creadora de las masas. A veces, sobre esta base se origina cierta actitud aristocrática de los jefes hacia las masas, no iniciadas en la historia de las revoluciones, pero llamadas a destruir lo viejo y a construir lo nuevo. El temor a que los elementos puedan desencadenarse, a que las masas puedan “hacer demasiados estropicios”, el deseo de representar el papel de ayas que se esfuerzan por instruir a las masas de un modo libresco, pero que no quieren aprender de las masas; tal es el fondo de semejante actitud aristocrática.

Lenin era la antítesis de semejantes jefes. No conozco a ningún revolucionario que haya tenido una fe tan profunda en las fuerzas creadoras del proletariado y en el acierto revolucionario de su instinto de clase como la que tenía Lenin. No conozco a ningún revolucionario que haya sabido flagelar tan implacablemente a los presuntuosos críticos del “caos de la revolución” y de la “bacanal de los actos arbitrarios de las masas” como los flagelaba Lenin. Recuerdo que, en una conversación, Lenin replicó sarcásticamente a un camarada, que había dicho que “después de la revolución debía establecerse un orden normal”: “Malo es que quienes desean ser revolucionarios olviden que el orden más normal en la historia es el orden de la revolución”.

Y en cuanto al partido, el mismo Stalin escribió:


… la historia del Partido, nos enseña que, sin mantener amplios vínculos con las masas, sin fortalecer constantemente estos vínculos, sin saber escuchar atentamente la voz de las masas y comprender sus necesidades más torturantes, sin ser capaz, no sólo de enseñar a las masas, sino también de aprender de ellas, el Partido de la clase obrera no puede ser un verdadero partido de masas, capaz de arrastrar consigo a las masas de millones de la clase obrera y de todos los trabajadores. (Historia del Partido (bolchevique) de la URSS).   

Incluso cuando las condiciones obligan a un partido de revolucionarios profesionales (como aquellas de la Rusia zarista de 1900-1905), la ligazón del partido con las masas no solo que no es estorbada por un partido de ese tipo, sino que precisamente este partido facilita dicha ligazón, como ocurrió en la experiencia del partido bolchevique.

        Como es obvio, esta ligazón se expresa más netamente cuando el partido proletario cobra la forma de partido de masas.

Engels señaló que la Liga de los Comunistas tuvo sus orígenes


… en “dos corrientes independientes”: de una parte, “un puro movimiento de los trabajadores”, y, por la otra, “un movimiento teórico, proveniente de la desintegración de la filosofía hegeliana”, asociado predominantemente con Marx. “El Manifiesto comunista de 1848”, agregaba, “marca la fusión de ambas corrientes.” (Citado por Monty Jhonstone, Teoría marxista del partido político, autores varios, Ediciones Pasado y Presente, Córdova, p. 108).

Así expresó la verdad de que el partido comunista es un partido que resulta de la fusión del comunismo científico con el movimiento obrero. Esta idea fue desarrollada por Lenin en ¿Qué hacer? y, más tarde, por Mao y otros marxistas.

Por tanto, lo determinante del carácter proletario del partido es su adhesión a la doctrina marxista y, sobre esta base, su enraizamiento en la clase y el pueblo.

La línea de masas tiene el objetivo de ligar al partido lo más profundamente posible con las masas y, así, crear un movimiento de masas revolucionario.

Pero, por cierto, sin una lucha tenaz en el seno de las masas contra el mal del oportunismo y el revisionismo, la creación de un movimiento de masas revolucionario es imposible y, por tanto, es imposible la victoria del proletariado revolucionario.

Pues bien, el cuadro teórico general descrito permite entender que la línea de masas aparezca como el método fundamental de dirección del partido proletario. Mao señaló al respecto: 


En todo trabajo práctico de nuestro Partido, toda dirección correcta está basada necesariamente en el principio: “de las masas a las masas”. Esto significa recoger las ideas (dispersas y no sistemáticas) de las masas y sintetizarlas (transformarlas, mediante el estudio, en ideas sintetizadas y sistemáticas) para luego llevarlas a las masas, difundirlas y explicarlas, de modo que las masas las hagan suyas, perseveren en ellas, y las traduzcan en acción, y comprobar en la acción de las masas la justeza de esas ideas. Luego, hay que volver a recoger y sintetizar las ideas de las masas y a llevarlas a las masas para que perseveren en ellas, y así indefinidamente, de modo que las ideas se tornan cada vez más justas, más vivas y más ricas de contenido. Tal es la teoría marxista del conocimiento.

Recoger y sintetizar las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que perseveren en ellas, y, de esta manera, elaborar ideas correctas de dirección: tal es el método fundamental de dirección. En el proceso durante el cual se recogen y sintetizan las ideas de las masas y éstas perseveran en ellas, es necesario aplicar el método de combinar el llamamiento general con la orientación particular; esto es parte integrante de dicho método fundamental. Elaborar las ideas generales (llamamiento general) partiendo de la orientación particular en numerosos casos concretos, y llevar estas ideas a muchas entidades diferentes para comprobarlas (no sólo debemos hacerlo nosotros mismos, sino aconsejárselo a los demás); después, recoger y sintetizar las nuevas experiencias (hacer el balance) y elaborar nuevas directrices para la orientación general de las masas. Así deben proceder nuestros camaradas en la presente campaña de rectificación, y también en cualquier otro trabajo. La calidad de la dirección depende de la aptitud de los dirigentes para proceder según este método. (Obras escogidas, t. III).

Así, pues, como el método fundamental de dirección, la línea de masas tiene un contenido ideológico marxista por cuanto constituye la aplicación de la teoría marxista del conocimiento, y, a la par, tiene un contenido político igualmente marxista por cuanto combina el llamamiento general con la orientación particular a efecto de organizar y movilizar a las masas y desarrollar sus luchas.

Es un hecho incontrovertible que en la lucha revolucionaria la masa despliega toda su creatividad, y que la vanguardia debe saber aprender de esta creatividad. Un caso paradigmático de ello es la Comuna de París de 1871, que, como se sabe bien, descubrió la forma de la dominación política del proletariado. Marx aprendió de esta experiencia y, precisamente por eso, llevó luego a la masa la idea desarrollada de la dictadura del proletariado (ver La guerra civil en Francia).

En nuestro medio, Mariátegui fue un maestro en la aplicación de la línea de masas. Por eso fue capaz de construir el Partido Socialista del Perú con una eficiente ligazón con las masas y ponerlo en camino de su transformación en partido de masas.

En resumidas cuentas, tanto en la lucha por la toma del poder como en el ejercicio del poder y aun en el periodo del paso al comunismo, la línea de masas es una cuestión decisiva y, por tanto, debe ocupar un lugar en el Programa General del Partido.

 

03.07.2019.

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