lunes, 1 de febrero de 2021

Política

Lineamientos programáticos

La Cuestión de la Emancipación de la Mujer en el Programa del Partido

 Eduardo Ibarra

SI, COMO SEÑALÓ ENGELS en su célebre Origen de la Familia, “el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino”, entonces es un hecho que la emancipación de la mujer, en el sentido pleno del término, coincidirá con la desaparición de las clases.

El marxismo sostiene que el problema de la mujer es parte del problema de la explotación de las clases trabajadoras y que, por esto, existe un nexo entre la mujer explotada y oprimida y la propiedad privada de los medios de producción.

El esclarecimiento de este nexo permite establecer varias cuestiones, a saber: 1) la diferencia entre la concepción marxista de la emancipación de la mujer y las concepciones burguesa y pequeño burguesa; 2) una línea demarcatoria entre el movimiento femenino revolucionario y el movimiento femenino burgués; 3) la relación entre la lucha de la mujer por su emancipación y la lucha general del proletariado por la revolución en sus sucesivas etapas: toma del poder, construcción del socialismo, realización del comunismo.

En efecto, sin la liquidación de la propiedad privada no es posible la emancipación de la mujer. Por eso, mientras el movimiento femenino revolucionario lucha por liquidar el régimen capitalista, la lucha de los movimientos femeninos burgueses no van más allá de los marcos de dicho régimen.

Marx señaló en los Estatutos generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores:


… la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera…

Así, también, la emancipación de la mujer debe ser obra de las propias mujeres, pero como parte de la lucha del proletariado por la emancipación de la humanidad. Por eso el movimiento femenino debe ser un movimiento de masas como parte del movimiento revolucionario de masas. Precisamente en esto reside su fuerza y su significación en la lucha por la revolución y la realización de la misión histórico-mundial del proletariado.

En la comunidad primitiva, la labor doméstica a cargo de la mujer era una actividad socialmente necesaria como lo era el trabajo de proporcionar los medios de vida a cargo de los hombres. Con el surgimiento de la familia patriarcal y más tarde de la familia monogámica, la labor del hogar perdió su carácter público, se convirtió en una actividad privada, la sociedad ya no tuvo que ver con ella.

El capitalismo ha incorporado a la mujer del pueblo a la producción social, pero no ha liquidado la indiferencia de la sociedad con respecto a la labor doméstica: en gran medida ella continúa siendo una actividad ignorada por la sociedad.

Sin embargo, debido a la lucha de las mujeres trabajadoras, en algunos países capitalistas se han creado algunos medios materiales en la vía de su emancipación como género: comedores públicos, casas-cuna, jardines de la infancia. Pero estos medios no están generalizados en el capitalismo y, además, existen como empresas mercantiles y, por lo tanto, como fuentes de lucro.

En cuanto a la emancipación de la mujer, en el socialismo se da un doble proceso: al tiempo que la mujer es incorporada masivamente a la producción social, la labor doméstica recupera su carácter público: la sociedad vuelve a interesarse en ella y, así, lo que en el capitalismo apenas alcanza a ser un brote en la vía de la emancipación de la mujer, en el socialismo se convierte progresivamente en un sistema: los medios materiales en la vía de la emancipación de la mujer se generalizan y la mujer deja de ser cocinera y niñera. De este modo se van acortando las diferencias entre el hombre y la mujer.

Así se crean las bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones humanas entre ambos sexos. 

Engels escribió a propósito de ello:

 

Así, pues, lo que podemos conjeturar hoy acerca de la regularización de las relaciones sexuales después de la inminente supresión de la producción capitalista es, más que nada, de un orden negativo, y queda limitado, principalmente, a lo que debe desaparecer. Pero, ¿qué sobrevendrá? Eso se verá cuando haya crecido una nueva generación; una generación de hombres que nunca se hayan encontrado en el caso de comprar a costa de dinero, ni con ayuda de ninguna otra fuerza social, el abandono de una mujer; y una generación de mujeres que nunca se hayan visto en el caso de entregarse a un hombre en virtud de otras consideraciones que las de un amor real, ni de rehusar entregarse a su amante por miedo a las consecuencias económicas que ello pueda traerles. Y cuando esas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían hacer. Se dictarán a sí mismas su propia conducta, y, en consonancia, crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno. ¡Y todo quedará hecho! (El origen de la familia).

En fin, el socialismo crea las condiciones necesarias para una completa igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, tanto en los planos económico y político, como en los planos social y cultural. Y no una igualdad formal, sino real.

Esta igualdad real es posible en la medida en que la sociedad subvierta todas las ideas pertenecientes al pensamiento, a la cultura y a las costumbres feudales y burgueses, algunas de las cuales pueden verificarse incluso en el varón comunista a poco que se le escarbe.

Marx señaló: “Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino” (ver carta a Kugelman del 12 de diciembre de 1868).

En efecto, sin el fermento femenino no es posible la revolución peruana y, en un plano histórico-mundial, no es posible llevar adelante la revolución proletaria hasta la realización del comunismo.

Sin ir demasiado atrás, la participación de la mujer en la lucha general del proletariado por sus reivindicaciones tanto en el siglo XX como en lo que va del XXI, así como la lucha por reivindicaciones en la vía de su emancipación, prueban de manera irrefutable su temple. En la Comuna de París de 1871 y en todas las revoluciones socialistas que le siguieron la participación de la mujer fue sumamente importante.

En la lucha por la emancipación de la mujer, el movimiento femenino revolucionario debe mantener en todo momento su independencia de clase, pero al mismo tiempo debe saber unirse con todos los movimientos femeninos que en alguna medida y de alguna forma luchan contra la opresión de la mujer.

Puede decirse que, puesto que la mujer representa la mitad de la población mundial, el destino de la humanidad depende de la incorporación masiva de las mujeres a la lucha revolucionaria.

Siendo pues tan trascendental la lucha de la mujer por su emancipación como parte de la lucha general del proletariado, ¿cómo podría no estar explícitamente comprendida en el Programa del Partido proletario?

20. 06.2019.

Economía

Cuarentena e Idealismo

César Risso

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA de nuestro país no da margen para solucionar el problema que enfrentamos por la pandemia.

        La explotación capitalista ha hecho estragos en la vida y en las instituciones que se han ido forjando. Los intereses de la burguesía y las reacciones individuales, de grupo y de clases han ido configurando lo que hoy tenemos.

        Nuestra formación económico-social es capitalista; es un capitalismo que convive con las comunidades campesinas de la sierra, con las comunidades nativas de la selva, con los pequeños propietarios del campo, con los microempresarios, con los artesanos y con los trabajadores informales, así como con los trabajadores familiares no remunerados, a lo que hay que añadir la esclavitud que se da sobre todo en la extracción ilegal de oro. El capitalismo peruano sustenta sus extraordinarias ganancias en el sometimiento no solo de los obreros, sino en el sojuzgamiento de los trabajadores que se desenvuelven en todas las demás formas de organización económico y social. Todas estas otras formas económicas producen bienes-salario baratos, lo que provoca la disminución del valor de la fuerza de trabajo beneficiando a la burguesía. También producen bienes y servicios que utilizan las grandes y medianas empresas, con lo cual evidentemente reducen el costo de producción asegurándose un margen de utilidad mayor.

        El capitalismo en el Perú, por su condición de semicolonial, está dominado por el imperialismo, es decir, que para funcionar tiene necesariamente que servir a los intereses de la burguesía imperialista. Diversos sectores de la gran burguesía en el Perú se encuentran directamente asociados a los negocios del imperialismo. Para abreviar, las formas conocidas de dominación del imperialismo como la inversión extranjera directa, la deuda externa, el comercio exterior, etc., entran a configurar la formación económico-social peruana.

        La cuarentena se presenta como una medida extrema, para evitar el aumento de contagios y la secuela de muerte por el covid-19. Sin embargo, quienes viven de su trabajo diario, aquellos que si no trabajan un día no comen ese día; aquellos que se encuentran desempleados, o que han visto reducir sus remuneraciones, no tienen muchas posibilidades de superar la pandemia sin verse cruelmente afectados. Entre estos, la cuarentena es prácticamente la condena a muerte, al igual que la pandemia. Nuestra estructura económica, nuestra formación económico-social, dominada por el capitalismo, nos ha dejado en estas condiciones.

        El riesgo de contagio y de muerte es mucho mayor en personas que se ven obligadas a salir para desarrollar actividades que les permita proveerse de recursos monetarios para su sustento y el de su familia. En este grupo se encuentran los trabajadores informales, que como sabemos es la situación en la que se encuentra la mayor parte de trabajadores.

        La burguesía vive de la explotación del trabajo bajo la forma de salario. Vale decir que la remuneración del trabajador (salario) es solo una parte del nuevo valor creado por el trabajador directo, mientras que la otra parte va a parar al bolsillo de la burguesía. Esta es la esencia de la explotación capitalista. Esto es lo que hay que cambiar.

        En la actual pandemia, a la burguesía no le interesa que se paralicen las actividades económicas, puesto que esta vive de la extracción de plusvalía que se da en el proceso de utilización de la fuerza de trabajo viva. Es decir, en cada segundo, minuto u hora que el trabajador despliega su fuerza de trabajo, crea un valor que remunera su esfuerzo bajo la forma de salario, pero a la vez crea el valor que se apropia la burguesía. De modo que a la burguesía no le conviene la paralización de las actividades económicas.

        La tardía y tibia cuarentena impuesta por Francisco Sagasti responde precisamente a esta exigencia de la burguesía, de no paralizar significativamente la actividad económica. Sin embargo, por la estructura económica de nuestro país, las consecuencias de la cuarentena serán tanto o mayores que las consecuencias de la pandemia. Lo que cambia es la forma, pero no el contenido. La forma a la que nos referimos es el impacto que tiene la pandemia en la población. Las clases trabajadoras, en su diversidad, todas sometidas al interés del capitalismo, por la sobre explotación que se ejerce sobre ellas, y por el sometimiento del Estado a los intereses de la clase social a la que representa, independientemente de quién sea el partido o la persona que gobierna, hace recaer los efectos negativos sobre las clases trabajadoras.

        A pesar de la paralización de ciertas actividades económicas, el estado burgués encuentra la forma de favorecer a la burguesía, disminuyendo así el perjuicio que esta “sufre” por la paralización de actividades. La disminución del impuesto a la renta, entre otras medidas del gobierno, le permite a la burguesía conservar e incrementar sus ganancias.

        Veamos cuál es la situación a nivel planetario.


“El virus representa un riesgo mayor para los más vulnerables: los que viven en la pobreza, las personas mayores y las personas con discapacidad y enfermedades preexistentes.

En algunos países, se ven amplificadas las desigualdades en materia de salud, pues no solo los hospitales privados, sino también las empresas e incluso los particulares están acaparando equipo valioso que se necesita urgentemente para todos.

Las consecuencias económicas de la pandemia están afectando a quienes trabajan en la economía informal y en empresas pequeñas y medianas, así como a quienes tienen responsabilidades de cuidado, la mayoría de los cuales son mujeres.

Cien millones de personas más podrían verse empujadas a la pobreza extrema. Podríamos ser testigos de hambrunas de proporciones históricas.

Se ha comparado al COVID-19 con una radiografía que ha revelado fracturas en el frágil esqueleto de las sociedades que hemos construido y que por doquier está sacando a la luz falacias y falsedades:

La mentira de que los mercados libres pueden proporcionar asistencia sanitaria para todos […]”1

Como se puede apreciar, las condiciones e ideas son más o menos las mismas, lo que da cuenta de que en el mundo domina el sistema capitalista. Las ideas que se esgrimen como descripción de la situación que afrontamos se basan en la “desigualdad”, la “vulnerabilidad”, “mercados libres” (neoliberalismo), etc. Todo esto, en tanto describa la situación, puede pasar como cierto, siempre y cuando se consideren como aspectos de una totalidad, que debe incluir la causa de todos estos males. Hablar de desigualdad, de vulnerabilidad, etc., sin considerar la causa es simplemente dejar la puerta abierta para echar mano de cualquier respuesta. Por ejemplo, se dice que entre otras causas, la situación actual, incluso antes de la pandemia, se debe al patriarcado (desigualdad de género), al racismo, al “supremacismo blanco” y al neoliberalismo.

        Todas estas supuestas causas de la desigualdad, de la pobreza, etc., esquivan y ocultan la verdadera causa: la explotación capitalista.

        Basándose en estas explicaciones, promovidas por el propio imperialismo, puesto que es imposible negar lo que se vive en el mundo actualmente, las instituciones financieras internacionales están reconociendo las consecuencias catastróficas de la actual pandemia. Si la población es diezmada, ya sea por los millones de muertos que la pandemia pueda ocasionar, como por la disminución de la capacidad física e intelectual de los trabajadores, la burguesía no tendrá a quién explotar. De modo que lo que no son capaces de ver los burgueses individuales a nivel mundial, así como en los países semicoloniales como el nuestro, lo ven los organismos financieros internacionales, como representantes de la burguesía planetaria, que vigila y cuida sus intereses generales.

        Las diferentes ONGs a nivel mundial, como a nivel local, de forma inadvertida, o consciente, han ido trabajando temas parciales que unidos configuran la sustentación de la propuesta que ahora están asumiendo las instituciones financieras internacionales. Que el neoliberalismo (política de libre mercado) ha causado la desigualdad, la pobreza, el cambio climático, etc., que en el marco de la pandemia que afrontamos se agudizan hasta llevarnos a una situación en la que es insostenible seguir viviendo como hasta hoy. Por ello, ahora de la mano con las ONGs que ellas mismas han financiado, proponen superar el neoliberalismo.

        La burguesía, a nivel planetario, por medio de sus representantes, está reconociendo que el grado de explotación a la que ha sometido a los trabajadores en todo el mundo, y sobre todo en las semicolonias, ha pasado todos los límites, y por lo tanto, atribuyéndole carácter de sujeto a la expresión “neoliberalismo”, se desmarca de la responsabilidad de haber aplicado la política neoliberal. Es decir, tratan de hacernos ver que el capitalismo y el neoliberalismo son dos cosas distintas; e incluso, que el capitalismo es sinónimo de lo natural, que se encuentra en la “naturaleza humana”, que la economía no puede funcionar de otro modo, y que por lo tanto no tiene sentido luchar por cambiarla. En todo caso, nos proponen que lo que se puede dejar de lado, o abandonar, es la forma neoliberal de llevar adelante la economía. Que el “neoliberalismo” es el “responsable” de la pobreza, desigualdad, cambio climático, etc., a los que se añade, para reforzar su propuesta, el patriarcado, el racismo, etc., con lo cual desmarcan al capitalismo de lo que ha provocado, puesto que estos últimos tienen un origen anterior al dominio de la burguesía.

        Así, las ONGs con el financiamiento recibido a nivel internacional, se pueden apreciar en su verdadera dimensión: son las organizaciones que han analizado problemas parciales generados por el capitalismo, para encontrar respuestas que sumadas, den la pauta de la forma en la que la burguesía imperialista debe justificar la situación actual y la necesidad de cambiarla, sin dejar de lado la explotación capitalista.

        En otras palabras, paralelamente a la política neoliberal, la burguesía imperialista encargaba a la intelectualidad pequeño burguesa elaborar estudios parciales para llegar a una “solución” general, como alternativa para continuar con la explotación de los trabajadores en todo el mundo.

        De no ser así, no se podría entender el carácter de las siguientes afirmaciones:


“Pero otros principios de nuestro sistema económico global necesitarán ser reevaluados con una mente abierta. El principal de ellos es la ideología neoliberal. El fundamentalismo del libre mercado ha erosionado los derechos de los trabajadores y la seguridad económica, ha desencadenado una carrera desreguladora hacia el fondo y una competencia fiscal ruinosa, y ha permitido el surgimiento de nuevos monopolios globales masivos.”2

 

 

En el mismo sentido,

 

“El FMI dice que los países deberían considerar implementar impuestos sobre el patrimonio para aumentar los ingresos durante la pandemia en un documento de política publicado recientemente.

En los últimos años, el FMI ha cambiado su enfoque y ha recomendado políticas destinadas a reducir la desigualdad.”3

Al responsabilizar al neoliberalismo de todos los males, y evadir así la responsabilidad de la burguesía que domina en el sistema capitalista, lo que se hace es sustentar su análisis en el idealismo. Aunque de la forma en que desarrollan sus análisis y los publican, aparecen como coherentes, lo cierto es que bien evaluados, no son otra cosa que la imposición del idealismo (subjetivismo). Nos proponen que el efecto genera la causa, cuando es a la inversa; que la forma genera el contenido; que el fenómeno crea la esencia.

        Evaluemos rápidamente la propuesta idealista a la luz de la situación actual. La forma neoliberal aparece en estas propuestas como la responsable de la pobreza y la desigualdad, cuando lo cierto es que es el contenido del capitalismo, la explotación de los trabajadores y la extracción de plusvalía lo que genera los males del capitalismo. Esto nos conduce a luchar no solo contra la forma neoliberal, sino sobre todo contra el contenido capitalista. La pobreza, la desigualdad, la crisis, etc., son fenómenos que en su diversidad expresan la esencia de la explotación capitalista. Se deduce de esto, que debemos apreciar los fenómenos no de manera aislada, sino en su totalidad, en su generalidad para comprender que son aspectos de una misma esencia, que es justamente la que debemos cambiar. Todos estos males que se pretende superar por parte de la burguesía planetaria, son efectos de las mismas causas que han estado operando durante el predominio de la burguesía, que se sustenta en la propiedad privada de los medios de producción, y en el sistema de trabajo asalariado.

        Si bien muchos sectores de trabajadores se han dejado seducir por las propuestas burguesas, es necesario desarrollar un arduo trabajo de esclarecimiento para enrumbar las luchas de los trabajadores hacia el objetivo de superar el sistema capitalista en sus diversas variantes.

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(1) https://www.un.org/sg/es/content/sg/statement/2020-07-18/secretary-generals-nelson-mandela-lecture-%E2%80%9Ctackling-the-inequality-pandemic-new-social-contract-for-new-era%E2%80%9D-delivered

(2) Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, organismo responsable del foro de Davos,https://www.weforum.org/agenda/2020/10/coronavirus-covid19-recovery-capitalism-environment-economics-equality/

(3) https://www.businessinsider.fr/us/governments-wealth-taxes-imf-new-source-revenue-coronavirus-economy-consider-2020-4


Internacionales

Al Concentrar Compra de Vacunas, Países Ricos Ponen en Riesgo Lucha Contra la Covid-19

 Peter S. Goodman

LOS PAÍSES DE MAYORES INGRESOS han asegurado órdenes de compras para vacunar hasta dos o tres veces a su población, comprometiendo el acceso a inmunizaciones para las naciones en vías de desarrollo. Un estudio encargado por la Cámara Internacional de Comercio señala que, si estos últimos no logran proteger a sus habitantes, los países más poderosos afectarán su propia prosperidad.

Al monopolizar el suministro de vacunas contra la Covid-19, las naciones ricas ponen en riesgo más que la posibilidad de una catástrofe humanitaria: la devastación económica resultante impactará a los países acaudalados casi tan fuerte como a los que se encuentran en vías de desarrollo. 

Esta es la conclusión crucial de un nuevo estudio académico. En el caso más extremo, con las naciones ricas completamente vacunadas para mediados de este año y los países pobres excluidos en su mayoría, dicho informe concluye que la economía global sufriría pérdidas que superarían los 9 billones de dólares, una suma mayor a la producción anual de Japón y Alemania combinadas. 

Casi la mitad de ese costo se absorberá por los países adinerados como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido. 

En el caso que los investigadores consideran más probable, que los países en vías de desarrollo vacunen a la mitad de su población para fines del año, la economía mundial todavía absorbería un impacto de entre 1,8 y 3,8 billones de dólares. Más de la mitad de las afectaciones se concentrarían en los países con más recursos. 

La Cámara Internacional de Comercio (ICC, por su sigla en inglés) encargó la investigación que concluye que la distribución equitativa de las vacunas es del interés económico de cada país, especialmente de aquellos que dependen más del comercio. Equivale a desmentir la creencia popular de que compartir vacunas con los países pobres es simplemente una forma de caridad.


“Claramente, todas las economías están conectadas”, dijo Selva Demiralp, una economista en la Universidad Koç en Estambul que previamente trabajó en la Reserva Federal en Washington y una de las autoras del estudio. “Ninguna economía se recuperará por completo a menos que las otras economías se recuperen”. 

Demiralp destacó que una iniciativa filantrópica global conocida como el Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la Covid-19, que tiene como objetivo brindar recursos pandémicos a países en vías de desarrollo, ha asegurado compromisos por menos de 11.000 millones de dólares de una meta de 38.000 millones de dólares. El estudio explica la racionalidad económica que tiene acercar la brecha. Los 27.000 millones restantes pueden, a primera vista, parecer una suma enorme, pero es una miseria en comparación con el costo de permitir que la pandemia continúe. 

Los directores ejecutivos corporativos y expertos han promovido la creencia común de que la pandemia no respeta fronteras ni diferencias raciales y de clase. Este concepto conformista ha sido desmentido por la realidad de que la Covid-19 ha enfocado su capacidad de muerte y destrucción del sustento en los trabajadores de servicios que son de escasos recursos, especialmente en minorías raciales, mientras que los empleados de cuello blanco han podido, en gran medida, trabajar de manera segura desde casa y algunas de las personas más ricas del mundo pueden pasar la pandemia en yates e islas privadas. 

No obstante, en el comercio internacional, no es posible esconderse del coronavirus, como el estudio afirma. Las cadenas de suministro globales que son vitales para la industria continuarán siendo afectadas durante tanto tiempo como el virus permanezca como un factor. 

Un equipo de economistas afiliados con las universidades de Koç, de Harvard y la de Maryland examinó datos de comercio de 35 industrias en 65 países, lo que produjo una exploración extensiva de los impactos económicos de una distribución de vacunas desigual. 

Si las personas en países en vías de desarrollo continúan desempleadas por los confinamientos impuestos para detener la propagación del virus, tendrán menos dinero que gastar, lo que reducirá las ventas para los exportadores en América del Norte, Europa y el este de Asia. Las compañías multinacionales en naciones avanzadas también enfrentarán dificultades para garantizar partes necesarias, componentes y materias primas. 

Los hallazgos añaden una capa de complejidad a la creencia básica de que la pandemia hará que el mundo quede más desigual que nunca. Aunque esto parece verdadero, una sorprendente forma de desigualdad, el acceso a las vacunas, podría representar problemas universales. 

Como una muestra extraordinaria de las capacidades innovadoras de los mejores científicos del mundo, algunas compañías farmacéuticas produjeron vacunas que salvarán vidas en una pequeña fracción del tiempo que se creía  posible. Sin embargo, los países mas ricos en Norteamérica y Europa aseguraron órdenes que equivalen a la mayor parte del suministro, suficiente para vacunar dos y tres veces a su población, lo que deja a los países pobres en la lucha para asegurar su parte. 

Muchos países en vías de desarrollo, desde Bangladés pasando por Tanzania y hasta Perú, probablemente tendrán que esperar hasta 2024 antes de que puedan vacunar a su población completa.

La iniciativa para suministrar a los países pobres con recursos adicionales ganó un impulso cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, asumió el cargo. El gobierno de Donald Trump no contribuyó a la causa. El asesor médico jefe del gobierno de Biden para la pandemia, Anthony Fauci, rápidamente anunció que Estados Unidos se uniría a la campaña para compartir vacunas. 

Muchos países pobres comenzaron la pandemia con cargas de deuda que absorbieron gran parte de las ganancias de sus gobiernos, lo que limitó el gasto en atención médica. Los acreedores privados se han rehusado a participar en un programa modesto de suspensión de deuda forjado por el G20. El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prometieron una gran ayuda, pero fracasaron en entregar dólares significativos. 

Esto también parece estar cambiando a medida que un nuevo liderazgo toma control de Washington. El gobierno de Trump se opuso a una expansión propuesta de 500 millones de dólares de los llamados derechos especiales de giro en el FMI, un activo de reserva que los gobiernos pueden intercambiar por monedas. El ascenso de Biden ha incrementado la esperanza entre los miembros del fondo de que esta administración apoyará la expansión. Los demócratas en el Congreso, ahora en control de ambas cámaras, han dado indicios de respaldo a una medida que llamaría al Departamento del Tesoro a actuar. 

Sin embargo, en capitales como Washington y Bruselas, la discusión sobre el apoyo al mundo en vías de desarrollo se enmarca en términos morales. Los líderes han debatido sobre cuánto pueden prescindir para ayudar a las comunidades menos afortunadas del planeta mientras atienden principalmente a su propio pueblo. 

El estudio desafía esa estrategia. Al fallar en asegurarse de que las personas en el mundo en vías de desarrollo obtengan acceso a las vacunas, concluye, los líderes en las naciones más ricas afectan su propia prosperidad.


“Ninguna economía, sin importar cuán grande sea, será inmune a los efectos del virus hasta que la pandemia llegue a su fin en todos lados”, dijo John Denton, secretario general de la Cámara Internacional de Comercio. “Comprar vacunas para el mundo en vías de desarrollo no es un acto de generosidad de las naciones más ricas del mundo. Es una inversión esencial que los gobiernos deben hacer si desean revivir sus economías nacionales”.

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Fuente: New York Times, tomado de Ojo Público


Filosofía

El Análisis y su Esencia*

 M. M. Rosental

GENERALMENTE EL ANÁLISIS se define como la forma, el procedimiento, de descomposición de un todo en partes y como cognición de cada una de ellas; se contrapone a la síntesis, procedimiento de unión de las partes en un todo. Esto, en líneas generales, es cierto; pero aún no constituye la verdad completa ni la verdad más profunda acerca del análisis y la síntesis. Sólo cabe llegar a comprender su verdadera esencia cuando se toma en consideración el cuadro general del movimiento del conocer. Hemos dicho ya que el proceso del conocimiento se inicia con la representación global de los fenómenos que surgen en su conexión externa ante el sujeto cognoscente. El punto inicial del conocer es, siempre, algo concreto visto como no divisible en sus elementos componentes. Ver en la conexión externa de los fenómenos, en el torrente de su movimiento, lo que constituye su base, su esencia, lo que los liga en una unidad, es obra del conocimiento. Para ello es necesario dividir el todo en partes. En esto radica el inmenso valor cognoscitivo del análisis. Por tanto, el análisis es, realmente, la descomposición del todo en partes (mental o real, como por ejemplo en los experimentos físicos, químicos y otros).

        No obstante, la descomposición del todo en partes no constituye un fin en sí. Si limitáramos a ello la esencia del análisis, lo concebiríamos de manera mecanicista. Descomponiendo de esta manera un todo, lo fosilizamos, y la cognición no alcanza su fin capital: descubrir la esencia interna y las bases de la diversidad de las cosas. Es, precisamente, esta faceta externa del análisis la única que ven ciertos idealistas (por ejemplo, los intuicionistas). Tales filósofos llegan a la conclusión de que el análisis sólo es capaz de dejar sin vida lo que la tiene y le contraponen la intuición como único medio para llegar al conocimiento de la esencia de las cosas.

        Ahora bien, el análisis no se reduce simplemente a la descomposición de un todo en sus partes. La descomposición no es sino un recurso del que se vale el conocer para descubrir en la diversidad de fenómenos, en la multiplicidad de propiedades y facetas de la cosa, lo capital, lo esencial, que constituye la “base genética” de los mismos. Sin una desmembración semejante, no es posible alcanzar el objetivo señalado; ahora bien, el examen analítico del objeto no sólo no le deja sin vida, sino que, por el contrario, constituye el procedimiento –y es el único– que nos lleva al conocimiento del objeto en lo que tiene de “vital”. Por vivas que sean las percepciones inmediatas de la cosa como conjunto de muchas partes y propiedades, de muchos nexos y relaciones, el conocimiento que proporcionan nos será de poca utilidad si no conocemos los fundamentos de tales propiedades y facetas, su nexo decisivo y su relación básica con las otras cosas. La función profunda del análisis estriba en proporcionar un conocimiento de la cosa en la unidad de sus aspectos y propiedades, en mostrar el fundamento que los enlaza en una unidad y que se revela en cualquier propiedad, en cualquier faceta de la cosa.

        Veamos, por ejemplo, cómo procede V. I. Lenin en el análisis de un fenómeno tan complejo y diverso como el imperialismo. Lenin desintegra mentalmente ese todo en sus caracteres básicos. Sabido es que reduce los caracteres del imperialismo a cinco. Pero Lenin no se limita a descomponer el fenómeno dado en sus partes componentes. Mediante su análisis, demuestra que el rasgo decisivo del imperialismo, la unidad que conecta todos sus aspectos y propiedades, la fuente de que fluyen todas las diversas manifestaciones del estadio imperialista del capitalismo, es el monopolio.

        Ninguna inducción es idónea para descubrir y entrar en conocimiento de esa base. En casos análogos, la inducción no sirve más que de fase preparatoria para el examen analítico del fenómeno; es un recurso para acumular observaciones y hechos, ayuda a delimitar algunos caracteres y propiedades generales del proceso. Para descubrir la esencia del imperialismo, es necesario examinar el modo capitalista de producción en su desarrollo, es preciso encontrar su tendencia fundamental, ver que el monopolio brota del proceso en virtud del cual se concentran la producción y el capital, y es el resultado, la conclusión de dicho proceso.

        El análisis llena el vacío que deja la insuficiencia de la inducción: el carácter problemático de sus conclusiones. Las casualidades no pueden ejercer una influencia esencial sobre el resultado del análisis, pues éste se orienta no sólo a tomar los hechos singulares en lo que tienen de común, sino en encontrar lo que tienen de esencial, su base. Por ejemplo, ninguna manifestación nueva del imperialismo puede dejar en suspenso su rasgo principal: el de ser el estadio, en el desarrollo del capitalismo, en que los monopolios adquieren esencial importancia. Los revisionistas contemporáneos han descubierto lo “nuevo” en el hecho de que el Estado burgués, en los países capitalistas, ha adquirido un mayor influjo sobre el curso de la vida económica de modo que concentra en sus manos un número cada vez mayor de empresas y otras palancas económicas; en el hecho de que el capitalismo, actualmente, ya es en alto grado capitalismo estatal. De ahí sacan conclusiones en el sentido de que el capitalismo deja de ser capitalismo y su estructura adopta un número cada vez mayor de facetas socialistas, se va transformando, insensiblemente, en socialismo.

        No hay duda de que en los países burgueses se acentúan las tendencias del capitalismo de Estado. Mas este proceso, en primer lugar, no es nuevo. Lenin comprobó la existencia de este fenómeno ya cuando investigó el estadio imperialista del capitalismo. Del análisis de la esencia del imperialismo llegó a la conclusión de que los monopolios capitalistas vendrían a unirse con el Estado y el capitalismo monopolista estatal aumentaba. En segundo  lugar, el hecho mismo de que se acreciente el peso específico de las empresas monopolistas-estatales sólo puede comprenderse teniendo en cuenta la esencia del imperialismo, es decir, de su naturaleza monopolista. Desde luego, el capitalismo de Estado colectiviza la producción, en la sociedad burguesa, en mayor grado que la simple unión monopolista. Pero en esa colectivización no hay nada del modo de producción socialista; el hecho no es más que una tendencia general objetiva del desarrollo en la época histórica presente y atestigua hasta qué punto ha madurado y se ha hecho necesario el paso del capitalismo al socialismo.

        El enorme significado del análisis, del procedimiento analítico de investigación, estriba en que éste permite, por así decirlo, arrancar toda “máscara” a los fenómenos, liberarlos de la “apariencia” externa que tergiversa la esencia en que éstos se apoyan. En este sentido, el análisis ha de verse como instrumento de cognición de las contradicciones que se dan entre la esencia y la manifestación externa de las cosas. Ha de tenerse en cuenta, además, que la esencia de las cosas presenta muchas gradaciones y capas, es decir, hay una esencia menos profunda, más próxima a la superficie de las cosas, y una esencia más profunda, que explica los fundamentos más recónditos de las mismas. Si el análisis se detiene en alguna esencia de primer o segundo grado y no se adentra hasta la esencia más honda del fenómeno, el objeto que se investiga se nos presenta desfigurado.

        Es interesante mostrar esta particularidad del análisis recurriendo al material contenido en los “Manuscritos económico-filosóficos del año 1844” de Marx. Hacerlo así es tanto más importante cuanto que los enemigos actuales del marxismo, para falsificar el socialismo científico, intentan aprovechar el concepto de “enajenación” analizado en dicho trabajo. Dejando intencionadamente aparte el profundo contenido revolucionario que confirió Marx al concepto mencionado, intentan transformar la doctrina de Marx en una variedad en una variedad del socialismo mora, “ético”.

        En los “Manuscritos económico-filosóficos del año 1844”, Marx no hacía sino entrever el camino para llegar a comprender la explotación capitalista y concebir la teoría de que es necesario buscar la única fuente del beneficio capitalista en la parte no pagada del trabajo del obrero. Marx utiliza en este lugar el concepto de “trabajo enajenado”. Dicho concepto desempeñó un importante papel en el proceso del pensar encaminado a descubrir la base más profunda del modo de producción capitalista. En su trabajo, Marx subraya que la esencia del concepto de trabajo enajenado sólo puede ser descubierta como resultado de un complejo análisis de los fenómenos.

        Veamos cómo Marx se vale del análisis para ir poniendo al descubierto, una tras otra, las capas del fenómeno hasta llegar a la esencia desde la cual podía explicar todos los aspectos del fenómeno en su conjunto, en su conexión y unidad.

        Marx critica la economía política burguesa porque, al analizar las relaciones entre capitalista y obrero, entre capital y trabajo, no pasa del hecho de la propiedad privada. Esto no significa que Marx ponga en duda la importancia de la categoría de propiedad privada sobre los medios de producción para comprender el régimen de la economía burguesa. Con lo que Marx no está conforme es con que los economistas se detengan en la propiedad privada, con que no vean la esencia, la fuente de la que arranca la propiedad privada misma, a la que consideran, según palabras de Marx, como un proceso material, substancial, sin ver tras él a las personas ni las relaciones entre las mismas. Para ellos, el trabajo del hombre no es nada, la propiedad privada lo es todo1. Los economistas aludidos toman el hecho de la propiedad privada como tal y no lo explican, no prosiguen el análisis del mismo, por lo que quedan sin descubrir las causas del enriquecimiento capitalista.

        ¿Cómo estructura su análisis Marx?

        Marx parte asimismo del hecho de la propiedad privada, pero lo somete a análisis profundo. Descompone la propiedad privada en sus partes y examina sus conexiones esenciales. La propiedad privada significa, ante todo, que el producto del trabajo no pertenece a quien trabaja, a quien lo produce, sino a otra persona. El análisis lleva a Marx a la conclusión de que al trabajador se le despoja del producto del trabajo. Cuanto más trabaja el obrero, indica Marx, tanto más rico se hace el mundo de los objetos que el obrero crea, pero tanto más pobre resulta su propio mundo interior, su vida. “El obrero pone en el objeto de su vida, mas, en adelante, esa vida no le pertenece a él, sino al objeto. Por consiguiente, cuanto mayor es esa actividad suya, tanto más des-objetivado está el obrero. Lo que es el producto de su trabajo no es él. Por esto, cuanto mayor es dicho producto tanto menos es él mismo”2.

        El resultado es que el producto del trabajo del obrero se convierte en una fuerza externa y ajena respecto al propio obrero y le domina. No es el obrero el que impera sobre los productos de su trabajo, sino viceversa. La economía burguesa, explica Marx, “oculta la enajenación en lo tocante a la propia esencia del trabajo, por el hecho de que no somete a examen la relación directa entre el obrero (el trabajo) y la producción3.

        Tenemos, pues, que mediante el análisis de la relación entre el productor y el producto de su trabajo, Marx pone al descubierto la esencia de la propiedad privada. Pero ésta no es todavía la esencia más profunda, sino, únicamente, el primer grado de profundización en la misma. Luego, Marx comprueba que la enajenación se manifiesta no sólo en el resultado del trabajo, es decir, en el producto, sino, además, en el trabajo mismo, en el seno de la misma actividad productiva. “El producto -escribe- no es más que el resumen de la actividad, de la producción. Por consiguiente, si el producto del trabajo es una expropiación, también la producción misma ha de ser la expropiación activa, la expropiación de la actividad, la actividad de la expropiación. En la enajenación del objeto del trabajo sólo se resume la enajenación, la expropiación que tiene lugar en la actividad del trabajo mismo”4.

        Debido a esta enajenación, el trabajo del obrero no le proporciona a este último, ni satisfacción ni alegría. El obrero sólo se siente él mismo fuera del trabajo; en éste, es un ser sometido. Su trabajo no es libre, sino forzado, domina sobre él como fuerza que le es externa y extraña.

        Después de llegar a este grado de análisis, Marx pone todavía más al desnudo la esencia de la propiedad privada sobre los medios de producción y llega al umbral mismo del problema de los problemas, el que trata de a quién pertenecen los resultados del trabajo y el trabajo mismo de los obreros.

        La respuesta a la pregunta formulada, la obtiene Marx en el último grado del análisis. Marx se pregunta: si el producto del trabajo del obrero no pertenece a este último, sino que se le enfrenta como poder extraño, ¿a quién pertenece?

Si, además, la actividad del obrero y su trabajo no pertenecen a este último y, por el contrario, constituyen una fuerza extraña y coercitiva para la esencia del mismo obrero, ¿a quién pertenecen? Marx responde a tales preguntas del modo siguiente: no se apropian del producto del trabajo y del trabajo mismo ni Dios ni la naturaleza, sino otras personas. “Cuando él (el obrero. – M. R.) se comporta hacia su propia actividad como hacia una actividad impuesta, se comporta hacia ella como hacia una actividad que se halla al servicio, bajo la dominación, la coerción y el yugo de otro individuo…”5. Este otro individuo es el capitalista.

        Estas palabras de Marx, escritas hace más de cien años, siguen caracterizando aun hoy, con una claridad que no puede ser más diáfana, el mundo que los actuales ideólogos de la burguesía, como haciendo burla, denominan “mundo libre”.

        De este modo Marx, en su trabajo de juventud, recurriendo al análisis, puso al descubierto la esencia de la propiedad privada. Resumiendo su examen analítico del problema, escribió: “Tenemos, pues, que el concepto de propiedad privada se obtiene mediante el análisis del concepto de trabajo expropiado…”6. Naturalmente, la propiedad privada y el trabajo enajenado se hallan relacionados entre sí, se encuentran en un estado de interacción. También puede considerarse la propiedad privada como la causa de la enajenación del trabajo, pero es precisamente esta última, es decir, la apropiación de trabajo ajeno, la fuente de la propiedad privada misma. De modo análogo, indica Marx, los dioses constituyen, al principio, no la causa, sino el efecto del desconcierto del entendimiento, aunque más tarde los dos factores se engendran mutuamente.

        Marx tomó de Hegel y de Feuerbach el concepto de enajenación. Pero ¡con cuánta mayor profundidad lo analiza! Sus antecesores no pasaron de las envolturas ideológicas externas de los fenómenos sociales, mientras que Marx, mediante su análisis, descubre en el carácter del trabajo en el régimen capitalista la razón profunda de que al hombre se le despoje del fruto de su actividad. Marx pone de manifiesto que tal enajenación se halla históricamente condicionada; demuestra que en otras condiciones –concretamente: en las del régimen socialista– no puede darse. Son igualmente opuestas las conclusiones que Hegel y Marx inferían de ese concepto. El primero suponía que la enajenación, por su carácter puramente ideológico, puede ser superada en la esfera de la pura conciencia. Marx, en cambio, veía que la “autoenajenación” del hombre sólo podía eliminarse poniendo fin a las relaciones capitalistas.

        Los ideólogos burgueses y revisionistas contemporáneos se aferran al concepto de “enajenación” para tergiversar las ideas del joven Marx y contraponerlas al marxismo en conjunto. De creerles, el sentido principal de dicho concepto, según Marx, radicaba en que cabía eliminar la enajenación del trabajo sin necesidad de una revolución socialista. Pero todos esos intentos de “reelaborar” a Marx son vanos, pues en el trabajo que examinamos, Marx demuestra que únicamente la liberación política y social de los trabajadores, la aniquilación de la propiedad privada sobre los medios de producción y el cambio de carácter del trabajo colectivo, pueden proporcionarnos una base para superar la enajenación de todas las “fuerzas esenciales” del hombre. Las relaciones de la esclavitud existente bajo el régimen capitalista, escribió Marx, no son sino modificaciones y consecuencias de la relación económica entre el proletariado y la burguesía. De ahí que únicamente la emancipación social del obrero puede acabar con esas relaciones y dar la libertad al hombre, devolverle las fuerzas que el régimen capitalista le contrapone después de desposeerla de ellas.

        Más tarde, sobre todo en “El Capital”, Marx no estructura su análisis económico basándose en el concepto de trabajo enajenado. En la base de “El Capital” figura el concepto de plusvalía, sillar de la economía política del capitalismo. Pero el análisis del concepto de “enajenación” en una determinada etapa desempeñó su papel histórico. El significado principal de dicho análisis consistió en que, tras las relaciones de las cosas, puso al desnudo las relaciones sociales, de clase, entre las personas, y descubrió en el trabajo de los obreros, la fuente de la propiedad capitalista. “Cuando se habla de la propiedad privada –escribió Marx– la idea es que se trata de algo fuera del hombre. Cuando se habla del trabajo, se trata directamente del hombre mismo. Este nuevo planteamiento del problema ya encierra en sí su solución”7.

        En “El Capital”, Marx generalizó la enajenación del trabajo –y, en general de las fuerzas del hombre– en el concepto de fetichismo de la mercancía, pero su descubrimiento de la plusvalía aclaró el misterio más profundo del modo capitalista de producción.

        El ejemplo que acabamos de exponer muestra la enorme fuerza cognoscitiva del análisis, que penetra en la esencia de los fenómenos tras su apariencia externa, descubre, tras lo exterior de las cosas, la naturaleza verdadera de las mismas.

         El análisis es un procedimiento de cognición que pone de manifiesto la naturaleza verdadera y la “base generadora” de las cosas; a diferencia de la inducción, puede proporcionarnos sólidos datos de partida para prever el desarrollo futuro. Dejando aparte el carácter problemático de la conclusión inducida respecto al futuro, la inducción es, en general, impotente cuando faltan aún los hechos singulares que permiten elevarse al grado de lo universal.

        La situación es distinta con el análisis, que está basado no en el principio del paso formal de lo particular a lo general, sino en el conocimiento de la esencia, de la ley de los fenómenos. Gracias al análisis de las condiciones concretas de la sociedad moderna, al examen de las nuevas tendencias de desarrollo, de la lucha de las fuerzas contrapuestas en el mundo de hoy, podemos inferir una conclusión acertada acerca de las posibilidades reales de desarrollo en el futuro.

        Tenemos, pues, que cabe reducir a los puntos que a continuación indicamos la esencia y la importancia del análisis.

        1. El análisis es un procedimiento de investigación que desempeña un papel inmenso en el proceso del pensar que va de la apariencia externa de los fenómenos a la esencia de los mismos, en el proceso en virtud del cual se supera la contradicción entre lo externo y lo interno. El análisis descompone un todo complejo en sus parte no sólo para mostrar de qué se compone el objeto, sino, además, para descubrir la esencia del mismo.

        2. Como quiera que la esencia de la cosas presenta muchos grados, el pensamiento ha de llegar hasta la parte y el punto que no sólo pertenezcan a la esencia de las cosas, sino que constituyan su esencia más profunda, la base, la unidad de todos los aspectos de la cosa, y permitan explicar todos los complejos nexos y relaciones de los objetos. El análisis desempeña dicha función en el proceso del conocimiento. Cuando Marx vio en el trabajo enajenado la esencia del capitalismo, indicó que en todas las demás categorías del modo de producción burgués como son la competencia, el capital y el dinero, es necesario encontrar tan sólo una expresión determinada y desarrollada” de dicha categoría fundamental8.

         Sin la actividad analítica del pensar que nos lleva al descubrimiento de la base, de la unidad de todas las facetas de las cosas, sería imposible el movimiento de la cognición desde lo abstracto hacia la reproducción mental de lo concreto en toda su complejidad, cuestión de la que trataremos en el siguiente capítulo.

        3. Los procedimientos de análisis son muy diversos. En las distintas ciencias, el procedimiento analítico de investigación se concreta en dependencia de la naturaleza de los objetos investigados. En el análisis posee un significado de singular importancia la disección de los complejos nexos y relaciones, entrelazados recíprocamente, de los objetos. Todo fenómeno se halla enlazado con otros fenómenos, del mismo modo que las distintas partes y propiedades de un fenómeno se hallan conectadas entre sí y se influyen mutuamente. El hecho de la interacción de los nexos y partes aludidos, hace posible que se tome por esencia del fenómeno algún aspecto que, aun siendo importante, no forma la “base generadora” del mismo. Por ejemplo, el ser social y la conciencia social se influyen recíprocamente, pero, como es notorio, incurriríamos en error si nos limitáramos a analizar dicha interinfluencia o si tomáramos como esencia de esta última la conciencia. El análisis multilateral y la disección de las conexiones recíprocas son necesarios para superar, como decía Plejánov, el punto muerto de la interacción y percibir el nexo más esencial fuera del que las demás conexiones resultan incomprensibles.

        No es raro que el nexo y la interacción de los fenómenos posean el carácter de un ciclo en el que es difícil encontrar el principio y el fin y todo se presenta tan entrelazado que parece imposible destacar alguna parte en calidad de base. Así ocurre, por ejemplo, con el movimiento del capital industrial, que se presenta en forma de capital monetario, productivo y mercantil. En el proceso del movimiento general, cada una de estas formas se convierte en otra, y todas se muestran equivalentes por las funciones que cumplen. Es más, diríase, a primera vista, que el capital dinero es más importante, dado que con él se inicia el ciclo rotatorio; es decir, el capitalista ha de poner en circulación, primero, capital dinero para que resulte posible el ciclo entero. Ello engendra la ilusión de que el dinero posee un milagroso poder de autocrecimiento. Ahora bien, el análisis de esas tres formas de capital muestra que sólo en la esfera de la producción, donde el capital aparece en forma de capital productivo, se encuentran las fuentes de su autocrecimiento y, por ende, la esencia de todo el movimiento del capital industrial. En casos análogos, únicamente la descomposición y disección del todo, el estudio de cada nexo singular, de su papel en el ciclo e interacción generales, hace comprensible el movimiento todo y su base real.

        La concepción del análisis tal como acabamos de exponer se diferencia del modo cómo lo entienden diversas escuelas positivistas. Los seguidores de dichas escuelas, subrayan el carácter analítico de sus teorías lógicas. Reducen la esencia del análisis a la “elucidación” de las proposiciones de la ciencia negando la función capital del mismo: ser un procedimiento lógico para la investigación de la esencia de las cosas. “El concepto general de análisis –se dice en uno de los artículos de la colección de trabajos titulada «La revolución en la filosofía»– es un concepto de traducción o, mejor dicho, de paráfrasis, dado que la traducción se efectúa en la propia lengua y no de un idioma a otro; la traducción se hace de una forma menos clara a otra más clara o de una forma que induce a error a otra forma que no induce a error”9.

        Además, los positivistas contemporáneos identifican lo analítico con lo tautológico. Se interpreta el análisis en el sentido kantiano de dicha palabra, como procedimiento que se circunscribe a aclarar nuestro saber sin ampliarlo.

        Desde el punto de vista de la lógica dialéctica, como hemos visto, el análisis es algo incomparablemente más complejo y profundo que la concepción indicada. La lógica dialéctica no investiga los resultados del análisis, sino que lo estudia como proceso, como movimiento del pensar. Mediante el análisis, el pensamiento llega a conocer la esencia de las cosas, la unidad de fenómenos diversos. De ahí que sea un error afirmar que el análisis constituye un procedimiento sólo para explicar los conocimientos y no para ampliarlos. En este sentido, la división kantiana de los juicios en analíticos y sintéticos es artificial y carece de toda base. Esto se ve con meridiana claridad cuando investigamos las formas del pensar en su desarrollo. El análisis parte de los fenómenos y hechos singulares con el propósito de hallar y descubrir la esencia de los mismos. El alcanzar la esencia, que no se encuentra en la superficie de las cosas, es resultado de la actividad analítica del pensamiento. Tenemos, pues, que por medio del análisis no sólo aclaramos, sino que, además, ampliamos, profundizamos los conocimientos que poseemos acerca del mundo exterior. Cuando operamos con conceptos, ya elaborados, acerca de las cosas, entonces, efectivamente, el análisis de los conceptos dados no añade nada nuevo a su contenido. Pero no ha de olvidarse que en este resultado está inserto el camino que lo ha hecho posible. En calidad de ejemplo de juicio analítico, Kant adujo la siguiente proposición: “Todos los cuerpos son extensos” y entendía que el predicado está de antemano contenido en el sujeto, por lo cual el juicio dado no añade nada nuevo a nuestros conocimientos, lo único que hace es descomponer el sujeto en partes por medio del análisis: en el concepto de cuerpos –supone Kant– está de antemano contenida la propiedad de los cuerpos de ser extensos. Sin embargo, Kant pasaba por alto la circunstancia de que sólo podemos obtener un concepto cualquiera que sea –en el presente caso los de “cuerpo” y de “extensión”– mediante el análisis de múltiples fenómenos y, por consiguiente, el juicio “todos los cuerpos son extensos” “no añade nada” a nuestro saber sólo cuando está ya formulado. Pero el quid estriba en que el análisis nos ha llevado ya antes a dicho saber, es decir, nos ha puesto en conocimiento de que los cuerpos poseen extensión.

        Tanto los juicios analíticos como los sintéticos sirven para ampliar nuestros conocimientos, para obtener conocimientos nuevos. El ejemplo citado por Kant en calidad de juicio sintético: “todos los cuerpos son pesados”, es tan analítico como el juicio acerca de la extensión de los cuerpos, dado que sólo gracias al análisis ha sido posible descubrir que dicha propiedad, el peso, es común a todos los cuerpos. Y, al contrario, el juicio “todos los cuerpos son extensos” es tan sintético como el juicio “todos los cuerpos son pesados”, pues nos da idea de un todo. El propio Kant afirmaba que donde el entendimiento no había unido nada con anterioridad, nada tenía para analizar, para descomponer. Tal es, precisamente, el motivo de que sea imposible delimitar metafísicamente los juicios analíticos de los sintéticos, atribuir valor absoluto a la diferencia que entre ellos existe. Más adelante examinaremos el problema concerniente a la interconexión que se da entre el análisis y la síntesis.

        Sería igualmente un error ver la diferencia entre análisis y síntesis en el hecho de que el primero, contra lo que ocurre a la segunda, no necesita recurrir a la experiencia. Si, por medio del análisis, el pensamiento se mueve de la diversidad de los fenómenos a su unidad, de lo casual a lo necesario, de la inquieta transformación de los fenómenos a lo que hay en ellos de relativamente constante y firme, a lo que tienen de “invariante”10, sin generalizar la experiencia resulta tan imposible el análisis como la síntesis. En esencia, lo que distingue el análisis de la síntesis radica en otra cosa. Dicha diferencia resultará clara cuando examinemos el problema de la síntesis, cuando expliquemos el papel que ésta desempeña en la cognición.

 

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(*) Tomado de M. M. Rosental, “Principios de lógica dialéctica”. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo. 2da edición, 1965.

(1) Ver C. Marx y F. Engels, Selección de obras juveniles, Gospolitizdat, Moscú, 1956, pág. 570.

(2) Ibídem, pág. 561.

(3) Ibídem, pág. 562.

(4) Ibídem, pág. 563.

(5) Ibídem, pág. 568.

(6) Ibídem, pág. 569.

(7) Ibídem, pág. 571.

(8) Ibídem, pág. 570.

(9) The Revolution in Philosophy, London, 1956, pág. 99.