Vallejo Para No Iniciados XXII: La Dialéctica
Materialista Vallejiana
Julio
Carmona
VARIOS AUTORES HAN ESTUDIADO el uso de la dialéctica en la poesía de César Vallejo. La mayoría de ellos, sin embargo, lo hace sin precisar que la dialéctica (como método filosófico o como técnica literaria) no es una sola, indivisible o esclerotizada. Partiendo de la filosofía (que es la «madre del cordero») la dialéctica se bifurcó en caminos contrarios (no pudo ser de otra forma: obedeciendo a su propia naturaleza regida por la contradicción), correspondientes, cada uno, a sus tendencias irreconciliables: idealista y materialista. Y, desde luego, en su asimilación a la poética, igualmente, esa diáspora también obedece a la misma contradicción que, en la ciencia de la literatura, ha dado en llamarse: formalismo y realismo, respectivamente.
Un ejemplo magistral del uso de la dialéctica en la poesía idealista/formalista se puede apreciar en el poema de Jorge Eduardo Eielson, titulado «He aquí el amor», que transcribo:
He
aquí el amor.
Repito:
He
aquí el amor.
Pero
mejor hablaremos de esta puerta.
Una
puerta es una puerta
a
la que yo golpeo día y noche
a
la que yo golpeo día y noche
a
la que yo golpeo día y noche.
Y
aunque nadie responda,
y
aunque nadie responda,
y
aunque nadie responda,
el
aire es el aire de todos los días,
las
plantas son verdes como siempre
y
el mismo cielo esférico me envuelve
lunes,
martes. Miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo.
¿Pero
qué puedo yo decir del amor?
¿Qué
puedo yo decir del amor?
¿Qué
puedo yo decir del amor?
En
cambio esta puerta es indudable;
por
ella entro y salgo día y noche
hacia
los verdes campos que me esperan,
hacia
el mismo cielo esférico y perenne.
¿Pero
qué puedo yo decir del amor?
¿Qué
puedo yo decir del amor?
¿Qué
puedo yo decir del amor?
Mejor
sigo hablando de esta puerta.
En este poema se pueden observar los tres términos de la dialéctica idealista: tesis (amor) antítesis (puerta) y síntesis (el mundo natural). Y la contradicción (o lucha de contrarios) se da entre la existencia —evidente— del amor, que se constata en la percepción que de él tiene el locutor poético, y lo confirma explícitamente, pues dice, de manera reiterativa: «He aquí el amor». Pero hay un obstáculo para su realización: una puerta que se lo impide; y es la puerta de su subconsciente; pues esta le permite salir y entrar al mundo exterior y, no obstante, le niega establecer un vínculo con el amor. Entonces, la síntesis de esa contradicción tendría que ser el encuentro con el otro (el prójimo o la prójima), con quien no se establece el nexo por la contradicción no resuelta, la puerta de la consciencia, a la que, finalmente, se ha acostumbrado el locutor poético, y hasta que no se resuelva la contradicción, ‘mejor sigue hablando de esa puerta’. Como dice Antonio Cornejo Polar —en un conversatorio sobre la narrativa de Mario Vargas Llosa—: «hay algún nivel de crítica —cierto que una crítica tal vez más moral que social— una crítica basada en el escepticismo: las cosas están mal y van a seguir estando mal y no hay manera de sobrevivir con dignidad en el Perú»1.
Sin embargo, como decía José Carlos Mariátegui refiriéndose a la novelista Sigrid Undset, que: «Alguno de sus críticos la estima como la más notable intérprete del alma femenina. Pero [esclarece JCM] esto no es exacto sino a condición de que se defina y precise los límites históricos, temporales, de la interpretación. [Y JCM determina que] Sigrid Undset es una novelista de la pequeña burguesía» (Signos y obras, 1959-tomo 7: 145), igualmente se puede decir de Eielson, que no basta identificarlo con la dialéctica idealista/formalista, sin antes definir ‘los límites históricos, temporales, de esa interpretación’. Eielson es un poeta de la pequeña burguesía. Que denuncia el encierro en que lo mantiene la sociedad capitalista. Pero no se atreve a vislumbrar la salida, la fuerza que pueda romper esa cerrazón: esa puerta de su ensimismada soledad; porque —lo dice también JCM: «Disgustado del orden burgués, el artista [de, por lo común, extracción e ideología pequeñoburguesa] se declara escéptico o desconfiado respecto al esfuerzo proletario por crear un orden nuevo» (op cit.: 14). Y Eielson —uno de los paradigmas, tal vez el más importante2, de la poesía formalista del Perú— él, tal vez también, comulgaba con lo expresado por el personaje de Jorge Luis Borges —el otro paradigma de los formalistas—: «que a un gentleman solo pueden interesarle causas perdidas…» (Cuento «La forma de la espada»3.
Ahora bien, para acceder a la poética dialéctica vallejiana tiene que hacerse ya no manejando la concepción idealista/formalista, sino su contraria, la concepción materialista/realista. Y tampoco se ha de soslayar otro aspecto propio de la personalidad del autor que algunos críticos pretenden reducir a una simple manifestación retórica: el uso reiterativo de la paradoja o la antítesis que sirven para unir elementos contrarios «como el odio de Dios», que, en general, ya CV usó en sus primeros poemas (con una orientación idealista y —también contradictoriamente— realista). Pero digo que ese recurso de la contradicción no debe reducirse a una simple manifestación retórica, como para el caso de CV lo hace, por ejemplo, Emilio Adolfo Westphalen:
«No sé si será este el lugar
para observar la predilección muy unamuniana de Vallejo por la paradoja —4 lo que él considera una actitud
dialéctica que resuelve en la equiparidad de los contrarios. [a] No sé si se
trata en verdad de una equiparidad de los contrarios o más bien de la
cancelación de dos inexactitudes. [b] Esta tendencia de Vallejo es muy antigua.
En Escalas — libro en prosa de 1923 — ya escribía: Nadie es
delincuente nunca. O todos somos delincuentes siempre. Con el transcurrir
del tiempo — como ha señalado Roberto Paoli — al hablar de la “poética clásico-barroca”
de los Poemas humanos — se acentúa el expresionismo lingüístico» [c]
(2004: 568-569. Cursiva del autor).5
Voy a analizar por separado cada una de las —que llamo— alertas o letras encerradas entre corchetes.
a)
En
primer lugar, digo que es poco creíble la aserción de EAW acerca de «la
predilección muy unamuniana de Vallejo», dado que solo se refiere, en
abstracto, al recurso retórico de la «paradoja», que no tiene por qué ser
atribuida como de propiedad de Unamuno, máxime si CV no tiene a este autor en
muy buena estima. Por ejemplo, en el primer número de Favorables París Poema, en 1926, a tres años de haber llegado a
Europa, escribe: «La juventud literaria de España y América carece en estos
momentos de maestros. Ni Unamuno, el más fuerte de los viejos escritores, logra
inspirar una dirección a los muchachos. Ningún joven le ama hasta erigirle en
mentor. ¿Dónde se ha invocado siquiera una palabra de Unamuno, como pauta de
generación? ¿Dónde están los dos apóstoles de Unamuno? ¿Dónde está ese Estado
Mayor que vea en él al orientador? Cuando habla se le aplaude; cuando grita o
blasfema o va a la cárcel, se le aclama y se le echa flores, pero no suscita el
hombre o los hombres que, bajo su contagio de iluminado, embracen todo el peso,
toda la responsabilidad del porvenir. La propia admiración y entusiasmo que
Unamuno despierta en la generalidad de las gentes, prueba su mediocridad»
(1987: 139-140).
b)
En
la siguiente expresión sobre la «unidad de los contrarios», se ve que EAW hace
prevalecer su posición nihilista frente a la vida, por la cual no es que una
verdad pierda su dominio al ser negada por una nueva verdad, negación que no
necesariamente significa «eliminación», sino superación; para EAW no se trata
«de una equiparidad de los contrarios» sino «de la cancelación de dos
inexactitudes», con lo cual se afilia a un escepticismo idealista que no admite
la existencia de verdades en la realidad sino el predominio del caos absoluto
que, por supuesto, niega a la misma realidad, con lo cual se está negando a sí
mismo, pues ni lo que él dice sería verdad (aunque hay que reconocer su
honestidad en relación con este aserto, pues en su silogismo ha dicho que ‘no
sabe en verdad’ si lo que él niega es
verdad). Como respondiendo a ese nihilismo y escepticismo de EAW respecto de
las verdades dialécticas, CV dice:
«Cada vez que hay una
revolución social, destinada a establecer la igualdad de los hombres, la gente
se pregunta, con malicia los escépticos e interesados en mantener la desigualdad
social, y con ingenuidad los que esperan y luchan por la igualdad:
¿Ha suprimido la revolución a
los sirvientes?
No y sí los ha suprimido [la equiparidad de los
contrarios, la que con sorna niega EAW]. En Rusia todos son sirvientes o nadie
es sirviente de nadie» (1965: 17-18).6
Debo reconocer que EAW ha dicho que CV aplicaba esta
concepción dialéctica desde que estaba en Perú. Transcribo esa parte: «En Escalas — libro en prosa de 1923 — ya
escribía: Nadie es delincuente nunca. O
todos somos delincuentes siempre.» (Cursiva de EAW). Y el mismo CV reconoce
su aplicación de la dialéctica a su trabajo literario; en diálogo con Georgette
—dice— «Pasamos a la dialéctica en general. Aludo a Trilce y su eje dialéctico de orden matemático» (y agrega)
«“Escalas”: o instrumento y conocimiento: el rigor dialéctico del mundo
objetivo y subjetivo» (1973-1: 99).7
«Con el transcurrir del tiempo
— como ha señalado Roberto Paoli — al hablar de la “poética clásico-barroca” de
los Poemas humanos — se acentúa el expresionismo lingüístico».
Diré, primero, de la opinión de Roberto Paoli —que
utiliza en su apoyo EAW—: que ella también constituye una «unidad (o
equiparidad) de contrarios»: lo clásico y lo barroco, a la que falta añadir la
fase conclusiva o superación de la antinomia del proceso dialéctico: el nuevo realismo de CV. En segundo
término, al decir Paoli que en el trabajo poético de CV «se acentúa el expresionismo lingüístico», no se está
haciendo otra cosa que confirmar la premisa que planteé al comienzo de este
tema de la paradoja en CV, la misma
que, dije, se usa para reducir ese trabajo a un puro «malabarismo formal». Pero
uno de los aportes rescatables del expresionismo
es su propensión a exagerar la visión desencantada que el poeta (o artista, en
general) refleja del mundo. Y bien se sabe que tanto el expresionismo como el
dadaísmo son los padres putativos de los ismos que se suelen resumir bajo la
nuda denominación de vanguardismo, y no es ofensa decir que todos ellos
participan de la misma concepción ideológica de EAW: el nihilismo y el
escepticismo frente a la realidad. Y a todos ellos CV los puso en su sitio con
este texto:
Hacedores de símbolos,
presentaos desnudos en público y sólo entonces aceptaré vuestros pantalones.
Hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres.
Hacedores de metáforas, no olvidéis que las distancias se anuncian de tres en tres.8
Hacedores de linduras, ved cómo viene el agua por sí sola sin necesidad de esclusas; el agua, que es agua para venir, mas no para hacernos lindos.
Hacedores de colmos, se ve de lejos que nunca habéis muerto en vuestra vida. (1973-2: 63)9.
Moraleja: CV preconizó la estética del equilibrio que, en lenguaje dialéctico-materialista, es la unidad de contrarios, y cuya síntesis artística es el nuevo realismo.
___________
(1)
Antonio Cornejo Polar, «Vargas Llosa, pre y post» (Conversatorio: Antonio
Cornejo Polar, Washington Delgado, Mirko Lauer, Marco Martos, Abelardo Oquendo.
En: Hueso Humero N° 1, Lima: abril /
junio, 1979, p. 46).
(2)
Tanto así que hasta fue asumido por un narrador de izquierda (auto-declarado
marxista) como fue Miguel Gutiérrez. En su libro El pacto con el diablo incurre en dos exageraciones: 1) Determina
que en la literatura peruana existe un solo cano, y 2) que en ese canon incluye
a Eielson junto a Vallejo. Dice: «Sí, Jorge Eduardo Eielson es un gran poeta,
uno de los grandes poetas en lengua española del siglo XX, cuyo sitio en el
canon de la literatura peruana debe estar al lado o muy cerca de Vallejo».
(2007: 333).
(3)
Borges, Jorge Luis (2011). Cuentos
completos. Lima: Peguin Random House Grupo Editorial.
(4)
Nótese que este guion es usado por EAW como signo de puntuación que reemplaza a
los más comunes: coma o punto y coma.
(5)
Westphalen, Emilio A. (2004). Poesía
completa y ensayos escogidos. Lima: Pontificia Universidad Católica del
Perú.
(6)
Vallejo, César (1965). Rusia ante el
segundo plan quinquenal. Lima: Labor.
(7)
César Vallejo, (1973-1). Contra el
secreto profesional. Lima: Mosca Azul.
(8)
Expresión dialéctica: «las distancias se anuncian de tres en tres», de atrás
para adelante o de adelante para atrás = pasado-presente-futuro =
tesis-antítesis-síntesis.
(9)
Y en nota a pie de página se lee lo siguiente: «Poesía e impostura: añadir que
el “hacedor” debe ser reemplazado por el conductor de vida social y de dolor
derivado del capitalismo. Giraudoux —arte por el arte. Artistas de evasión
—Eguren, Westphalen» [N. de CV.] César Vallejo (1973-2). El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul.
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