miércoles, 1 de abril de 2020

Economía


De la Crisis de la Salud a la Crisis del Capitalismo

César Risso

LA PANDEMIA QUE ESTAMOS AFRONTANDO a nivel mundial ha desnudado lo absurdo que es el sistema capitalista.

"Bueno, (el confinamiento) es muy malo para la economía, pero la economía es el número 2 en mi lista. Primero, quiero salvar muchas vidas", aseguró Trump durante su rueda de prensa diaria sobre el coronavirus en la Casa Blanca.1

Hasta esta frase que de seguro ha sorprendido a muchos, pues Trump es un neoliberal recalcitrante, es falsa en el marco del actual sistema. Sin economía no hay salud ni vida, no hay nada. De lo que se trata es de la forma en que se desenvuelve la economía, de su organización, de quién se apropia de los resultados de la producción acumulando ingentes cantidades de recursos monetarios, adquiriendo así el derecho de hacer lo que quiera. De modo que por más que se anteponga la vida a la economía (la burguesía usa la expresión “economía” como sinónimo de ganancia), sin alimentos, ni medicamentos, y demás bienes básicos, no hay vida.

        Para no dejar duda alguna acerca de lo señalado. La economía entendida como la producción de bienes y servicios es fundamental para la existencia humana. La ganancia no es necesaria para la existencia humana, pero en el sistema capitalista sin ganancia no hay economía.

        El dinero (oro) es una mercancía, que entre otras funciones tiene la de servir como medio general de intercambio. Esta función es posible debido a que, como mercancía que es, encierra una cantidad de trabajo socialmente necesario, entonces se puede cambiar por cualquier otra mercancía, independientemente de su forma, que contenga la misma cantidad socialmente necesaria de trabajo. Ahora bien, para que la burguesía realice la plusvalía tiene que vender las mercancías. Sin dinero, esto no sucedería, de modo que para que funcione la explotación capitalista, tiene que haber dinero que va a representar la ganancia o trabajo no remunerado. Surge de aquí la pregunta: ¿puede la especie humana producir los bienes y servicios que requiere sin dinero? La respuesta es sí.

        Si esto es así, ¿por qué Martín Vizcarra se preocupa en inyectar liquidez a la economía? Lo hace para que continúe funcionando el sistema de trabajo asalariado, esto es, el sistema capitalista. No es posible que un representante de la burguesía pueda pensar de otra forma.

        Repasemos algunas de las medidas económicas que ha dictado el gobierno: se autorizó el uso de S/ 2400 por concepto de CTS; la disposición de hasta S/ 2000 del fondo de pensión para quienes han dejado de aportar desde hace por lo menos 6 meses; el aporte del Estado a las empresas, de 35% de las remuneraciones de los trabajadores que se encuentren en planilla, declarada hasta enero, de quienes ganan hasta S/ 1500; la disposición de S/ 30000 millones de soles como fondo de garantía de pagos de parte del BCR para los bancos; reducción de la tasa de interés de referencia; la entrega de bonos de S/ 380 para las poblaciones vulnerables; la entrega de fondos a las municipalidades para la adquisición y entrega de canastas a quienes no han sido beneficiados con los bonos; la negociación con el FMI de una línea de contingencia por $ 18000 millones.

        Al haberse dispuesto que solo se pueden llevar adelante, por la cuarentena, las actividades básicas, reduciéndose la actividad económica en 50%, se ha generado una caída del 20% del PBI. De modo que la liquidez que está suministrando el gobierno corresponde a las actividades necesarias en las circunstancias actuales. Más liquidez, venga de donde venga, en la actual estructura económica de la sociedad, provocará inflación. Las medidas económicas no son para salvar gente, sino para salvar al sistema, o sea, para salvar los intereses de la burguesía. Los trabajadores se salvarán en la medida que estén en condiciones de ser objeto de explotación por la burguesía.

        Como se ve, el gobierno está haciendo uso de los recursos del Tesoro público para que siga funcionando el sistema capitalista.

        Todas estas medidas apuntan al sostenimiento del sistema capitalista. En un mundo dominado por la burguesía no podía ser de otro modo. Es más, la producción no se podía paralizar. Aquellas actividades dedicadas a la producción de alimentos, y todas aquellas otras como la producción y comercialización de medicamentos, o el sistema financiero, tenían inevitablemente que seguir funcionando. Es lógico que así sea. Se trata de abastecer a la población de los bienes básicos para su sobrevivencia.

        ¿Qué quedará después de superada la pandemia?

        Después de la crisis del COVID19, la actual Constitución neoliberal seguirá vigente; las empresas se reestructurarán, ajustándose a su situación, probablemente despidiendo trabajadores; las transnacionales seguirán operando, y seguramente con nuevas ventajas para incentivarlas; los trabajadores asalariados seguirán en esa condición, siendo la principal fuente de la ganancia de la burguesía; los trabajadores informales, los trabajadores del campo, tanto de las comunidades campesinas como de las nativas, etc., seguirán en su misma condición, y con seguridad en una peor situación económica y social que antes de la crisis.

        Seguirá también la pobreza, e incluso aumentará; continuarán las enfermedades endémicas, etc.

        El comportamiento individual de los burgueses es de esperar: los sectores favorecidos por dedicarse a la producción de bienes de primera necesidad, y los centros comerciales donde se expenden, seguirán explotando a sus trabajadores, apropiándose de plusvalía; el sector financiero, que por dedicarse a la circulación del dinero, y al crédito, seguirá apropiándose de una parte de la plusvalía generada por los trabajadores del sector productivo; y los burgueses en general, verán la forma de adquirir a precio de remate a las empresas que no puedan hacer frente a la crisis.

        El crédito que se está negociando con el FMI, hará nuestra economía más dependiente. Sometidos a los requerimientos de las instituciones financieras internacionales, seremos parte de la reestructuración de le economía mundial, significando para EEUU la posibilidad de reformular su sostenimiento en la confrontación interimperialista actual.

        Vemos en estos momentos que la crisis generada por un fenómeno natural, incapacita al sector privado de la burguesía, pues esta no funciona sino hay ganancias de por medio. Su representante político como clase, el Estado, tiene que asumir la dirección de la economía para enfrentar la pandemia. Sin embargo, diversos sectores de la burguesía se resisten a medidas que afecten sus negocios.

        En el caso de las AFP, hay resistencia a que se permita el retiro del 25% de los fondos. Aquí hay intereses encontrados. De un lado, la posibilidad de los aportantes de rescatar por lo menos la cuarta parte de su fondo, dada la considerable caída de la rentabilidad; de otro lado, los propietarios de las AFP, que quieren seguir disponiendo de la totalidad del fondo para su beneficio; de otra parte, el MEF, que habiendo realizado los cálculos pertinentes, considera que si a las medidas que ha dado para que haya la liquidez suficiente para que no se rompa la cadena de pagos, se le suma el monto que corresponde al 25% del fondo de pensiones, generará mayor liquidez y con ello inflación. Incluso el representante de las AFP ha señalado la necesidad de una reforma del sistema previsional. Lo mismo ha señalado Martín Vizcarra.

        En este sistema, todos medimos nuestra “riqueza” en dinero. El dinero aparece como la representación universal de la riqueza. Tanto en condiciones de desarrollo normal de la sociedad, como en periodos de crisis como el actual, el dinero es “necesario” para el funcionamiento de la economía. Si no hay incentivo (ganancia) para la burguesía para fabricar los equipos (respiradores), simplemente no se fabricarán. La vida en este sistema (salvo algunos conatos de solidaridad) está tasada en dinero.

        En la actual crisis se puede apreciar en toda su crudeza lo irracional que es someter la vida de los seres humanos a los intereses de la burguesía, al capital, al dinero. Los creadores de la riqueza, los trabajadores, se someten a su propia creación. Todos piden dinero (liquidez) en lugar de exigir alimentos, medicamentos, etc.

        En la conciencia de los trabajadores asalariados, y de los trabajadores en general, está a punto de saltar hecha añicos la forma burguesa de la sociedad, la envoltura material de la explotación capitalista: la apropiación de trabajo bajo la forma de producción de mercancías.

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