Carlos Marx*
Con
desprecio lanzaré mi guante a la faz del mundo y veré como se desploma ese
pigmeo gigante…
Entonces,
semejante a los dioses, ebrio de victoria, caminaré en medio de sus ruinas y,
dando a mis palabras la fuerza de la acción, me sentiré igual al Creador…
Pero cómo
encerrar en palabras… lo que es infinito como las aspiraciones del alma, como
lo eres tú misma y como lo es el universo.
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(*) Tomado de Roger Garaudy, “Introducción al estudio
de Marx”. Ediciones ERA, pág. 15, México, segunda edición, 1971. La cita del
poema viene precedida por el siguiente texto:
“Durante
el año de 1835 que acababa de pasar como estudiante en Bonn, Karl Marx había
visto cómo se abatía la represión sobre los estudiantes liberales: se
multiplicaban las denuncias, arrestos y expulsiones, y ello revelaba la faz de
la Santa Alianza europea y la reacción prusiana.
“En
Berlín, bajo la influencia de su maestro Gans y de sus condiscípulos, el joven
Karl Mar aprecia confusamente todavía los desgarramientos de un mundo en agonía
y las contradicciones de un mundo a punto de nacer.
“En una
serie de epigramas en los que condena la opresión de los burgueses filisteos,
el joven estudiante Marx exalta el gran humanismo de Goethe y de Schiller, las
elevadas figuras de Wallenstein y de Fausto.
“Las
cartas y los poemas que envía a su novia Jenny expresan enfáticamente los
sentimientos románticos de la insuficiencia de un mundo odioso que no responde
a sus aspiraciones de rebeldía, de angustia y a veces de esperanza.”
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