El Maoísmo Nominal de J. P.
Ballhorn y Algunas Otras Cuestiones
(Segunda Parte)
Eduardo Ibarra
ES UN HECHO QUE
NUESTRO articulista ha tomado de Lora Cam la denominación de la doctrina como «marxismo-leninismo-maoísmo» y de Abimael Guzmán la definición
del maoísmo como «nueva, tercera y superior etapa del marxismo». Sus propias declaraciones
lo confirman:
… al igual que yo, estoy seguro que hay muchos más
jóvenes aguardando una sustentación cabal del marxismo-leninismo-maoísmo… (cursivas en el
original).
… buscar por primera vez una sustentación del
maoísmo como “nueva, tercera y superior etapa del marxismo”…
Ya he precisado lo erróneo del término «marxismo-leninismo-maoísmo». Ahora explicaré lo que
encierra la definición del maoísmo como «nueva, tercera y superior
etapa»
del marxismo. Para el efecto, es
suficiente copiar lo que en mi libro El
pez fuera del agua sostengo al respecto:
… analicemos la lógica del jefe senderista desde el
interior de ella misma. La definición del maoísmo como “tercera etapa del marxismo” encierra la idea de
que es “una nueva etapa”, pues es evidente que no podría ser una “tercera...”,
si no fuese una “nueva etapa”. De manera que definir el maoísmo como “nueva, tercera... etapa del marxismo”, es un
pleonasmo. En consecuencia, la inclusión del concepto nueva en la definición
del pensamiento de Mao, sencillamente no se justifica. En el mejor de los
casos, sirve ahí como un elemento de apoyo para darle sonoridad a la expresión,
pero nada más. Y esto puede tener algo de literario, pero no tiene nada de
científico.
Por lo demás, es evidente que no es correcto plantear
a secas que el maoísmo es
superior al leninismo y al marxismo. En todo caso, esto requiere explicación.
En su contenido más general, el marxismo es la concepción del mundo del
proletariado revolucionario, y ni en Lenin ni en Mao existe nada superior a
esta concepción como tal concepción, pues la concepción del mundo de Lenin y de
Mao es la concepción del mundo de Marx y Engels. Por consiguiente, a fin de esclarecer
el problema, es necesario hacer una distinción entre concepción y teoría,
es decir, entre principios y elementos teóricos. Precisamente
Stalin hizo esta distinción en la Entrevista
con la primera delegación de obreros norteamericanos, al señalar que “Lenin
no ‘añadió’ ningún ‘principio nuevo’ al marxismo” sino que “aportó al tesoro
general del marxismo elementos nuevos en comparación con lo que se le pudo dar
en el período del capitalismo preimperialista”. Por eso agregó que “los
elementos nuevos que Lenin aportó al tesoro del marxismo se basan plena y
enteramente en los principios sentados por Marx y Engels”. Por eso precisó que
“en este sentido, precisamente, decimos nosotros que el leninismo es el
marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias”. Esto
quiere decir que es en este sentido,
y sólo en este sentido, que puede decirse que el leninismo es un desarrollo del
marxismo: en el sentido de que, en la esfera de la teoría, es un salto, así
como en aquella otra de los principios
es una continuación del marxismo.
Esto significa que sólo en un sentido especial el leninismo puede ser
considerado como superior al marxismo y el pensamiento de Mao como superior al
leninismo: en el sentido de que, entendido como una época en el desarrollo del
marxismo, el leninismo comprende elementos teóricos que representan un nivel
más alto de la praxis revolucionaria en comparación al marxismo, y que el
pensamiento de Mao comprende a su vez elementos teóricos que representan un
nivel más alto de la praxis revolucionaria en comparación al leninismo
entendido, en este caso, como el pensamiento de Lenin y Stalin. Pero, en la
medida en que el jefe senderista no utiliza el término superior en este sentido
especial sino en su acepción gruesa, lo que hace es sobrevalorar el pensamiento
de Mao en detrimento del leninismo y del marxismo.
Pero, no obstante estas precisiones completamente justas, Ballhorn
repite irreflexivamente la fórmula de Guzmán.
Por otro lado, nuestro articulista niega la
existencia de la filosofía y de la economía política marxistas. Así, afirma que
la tesis de las tres partes integrantes del marxismo «se cae por completo» porque en la Ideología Alemana
sus autores no fundaron «una nueva filosofía» sino que proclamaron «el fin de la filosofía», y porque, por otro lado, Marx «nunca pretendió elaborar una nueva teoría económica», sino únicamente «una
crítica de la economía política».
De esta forma Ballhorn castra el marxismo con el resultado de que lo
reduce a solo socialismo científico: «este aspecto, el político-práctico, es el que realmente hace el cuerpo
del marxismo como doctrina», se lee en su artículo.
Así, en las manos de Ballhorn el marxismo aparece sensiblemente
empobrecido.
Pero ocurre que, precisamente en Tres fuentes y tres partes integrante del
marxismo, Lenin señaló:
Su doctrina [la doctrina de Marx] apareció como continuación directa e inmediata de las
doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía
política y el socialismo.
La doctrina de Marx es todopoderosa porque es
exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo
íntegra… El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en
el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo
francés.
… estas tres fuentes del marxismo… son, a la vez,
sus tres partes integrantes. (Elipsis mías)
Pero Ballhorn
desvaloriza el texto de Lenin porque, según dice, se trata de «… un folleto de divulgación, es decir, no [de] un
trabajo teórico sobre el marxismo…». De esta forma
sugiere que Tres fuentes y tres partes no
tiene ningún valor teórico, y, así, pone en evidencia que ignora que, en la
literatura marxista, la diferencia entre un texto que puede llamarse «de divulgación» y otro que puede llamarse «teórico», no reside en que el primero traiciona la
exposición veraz de los principios y de las ideas cardinales del marxismo.
Es preciso señalar, además, que el intento de desintegrar las partes del
marxismo apareció hace mucho entre autores que sostenían que el marxismo surgió
sin el fundamento de una filosofía y que, por lo tanto, se trata únicamente de
una teoría económica y política (como sostuvieron, por ejemplo, los
revisionistas de la Segunda Internacional). Este planteamiento es lo que Ballhorn
repite ahora reduciendo aún más el marxismo al negar la existencia de una
economía política marxista.
Ocurre, sin embargo, que la crítica de Marx y Engels a la filosofía
clásica alemana fue realizada sobre la base de un determinado instrumental teórico,
cuyo proceso de formación en las primeras obras de los fundadores resulta
expresivo por sí mismo; no obstante, esta realidad no ha merecido la más mínima
reflexión por parte de nuestro articulista. ¿Cómo Marx y Engels hubiesen podido
desarrollar la crítica de Hegel y Feuerbach si no hubiesen contado con un
instrumental teórico propio, nuevo por principio?
La crítica de la filosofía clásica alemana implicó un doble movimiento,
que en realidad fue uno solo: la crítica del idealismo hegeliano y del materialismo
antropológico de Feuerbach y la reelaboración de todo lo que tuvieron de
correcto dichas tendencias filosóficas significó, al mismo tiempo, el
desarrollo de la filosofía marxista: fusión del materialismo y la dialéctica,
extensión de la dialéctica materialista al campo de la historia, etcétera,
etcétera, etcétera.
Por eso la afirmación de Ballhorn en el sentido de Marx y Engels no fundaron una nueva filosofía, aparece
como un torpe intento de silenciar la filosofía marxista.
En el folleto Ludwig Feuerbach y
el fin de la filosofía clásica alemana, Engels señaló:
A la filosofía desahuciada de la naturaleza y de la
historia no le queda más refugio que el reino del pensamiento puro, en lo que
aún queda en pie de él: la teoría de las leyes del mismo proceso de pensar, la
lógica y la dialéctica.
Por su parte,
Marx esclareció en el posfacio a la segunda edición de El capital:
El hecho de que la dialéctica sufra en manos de
Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que
supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la
dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la
vuela, mejor dicho ponerla de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística
la semilla racional.
Y, precisamente
esta puesta de pie de la dialéctica es lo que hizo Marx en El capital. Por eso Lenin señaló en Cuadernos filosóficos:
En El Capital,
Marx aplicó a una sola ciencia la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento
materialista [no hacen falta 3 palabras: es una y la misma cosa], que tomó todo
lo que había de valioso en Hegel y lo desarrolló.
Es decir, LA
FILOSOFÍA MARXISTA ES LA DIALÉCTICA MATERIALISTA.
Pero, dando por sentado que la
dialéctica no es filosofía, nuestro articulista sostiene que es «un método científico», y, así, niega la universalidad de sus leyes.
Esta reducción del alcance
de la dialéctica deriva del enfoque reduccionista que tiene Ballhorn del
marxismo, o, para decirlo de otro modo, de su posición revisionista: negar la existencia de la filosofía y la
economía política marxistas es negar los principios fundamentales de la
concepción comunista del mundo contenidos en cada una de tales partes
integrantes del marxismo, es decir, es revisionismo.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
El surgimiento y desarrollo de la economía política marxista experimentó
el mismo movimiento que la filosofía marxista en su proceso de surgimiento: la
crítica de la economía política burguesa y principalmente de Adam Smith y David
Ricardo determinó la aparición de teorías, nuevas por principio, sobre el
valor, la plusvalía, la acumulación del capital, la cuota media de ganancia, la
renta del suelo, etcétera, etcétera, etcétera, formándose y desarrollándose así
la economía política marxista. Y basta haber leído El capital para persuadirse de que en sus páginas se concretó de la
forma más genial dicha economía política.
Como se sabe, la negación de la
existencia de la economía marxista tiene vieja data: economistas burgueses y
reformistas rematados sostenían que el fundador de la concepción comunista del
mundo copió su teoría económica de Ricardo, Rodbertus y los socialistas
utópicos.
Pero la existencia de una economía política marxista no solo es una
realidad indiscutible, sino que, además, proporciona la fundamentación
económica de la misión histórica del proletariado. Por eso su negación
significa desarmar al proletariado en beneficio de la burguesía. Esto es lo que
hace Ballhorn.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
En resumidas cuentas, es notorio que Ballhorn tiene asumido un enfoque
unilateral del trabajo de Marx y Engels en el proceso de formación de la
concepción comunista del mundo: habla de la crítica de los fundadores a la
filosofía alemana, pero no es capaz de ver en esta misma crítica la formación y
desarrollo de la filosofía marxista; del mismo modo, habla de la crítica a la
economía política inglesa, pero no es capaz de ver en esta misma crítica la
formación y el desarrollo de la economía política marxista.
En Tres fuentes y tres partes,
Lenin señaló con toda razón:
Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al
proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que han vegetado hasta
hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la
situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo.
Pero, como se ha
visto, Ballhorn niega sin más la existencia de la filosofía y la economía
política marxistas, y, de esta forma, niega el hecho de que, desde el
principio, la concepción comunista del mundo apareció como una concepción con
sus tres partes integrantes interactuando entre sí.
La disolución de la filosofía especulativa que se preciaba de ser «la ciencia de las ciencias», dio paso al desarrollo de las ciencias entonces llamadas positivas,
pero, en el terreno de la filosofía, dio paso al desarrollo, por primera vez,
de una filosofía científica, la filosofía marxista, que fusionó el materialismo
con la dialéctica, y, al mismo tiempo, al desarrollo, por primera vez también,
de una ciencia filosófica como el materialismo histórico.
Precisamente el materialismo
histórico es el fundamento filosófico del socialismo científico.
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