De la Lucha Contra la Destitución de Dos Fiscales a las
Conquistas Generales
César Risso
LA RESOLUCIÓN QUE DESTITUYE A LOS
FISCALES Rafael Vela y José Domingo Pérez, quienes han venido actuando con pulcritud
y firmeza en el caso “Lava Jato”, dispuesta por el fiscal de la nación Pedro
Chávarry, ha soliviantado a la población.
Los
métodos aplicados para silenciar o retirar del cargo al fiscal José Domingo
Pérez, han pasado por la acusación de cobros indebidos, apología del
terrorismo, problemas de salud mental, plagio en su tesis, etc. Al no encontrar
nada firme en estas acusaciones, al parecer la mafia a la
que defiende el fiscal de la nación, le habría dado la orden de destituirlo
simple y llanamente.
Probablemente
el fiscal Pedro Chávarry hubiese dado un paso al costado de buena gana, para
evitar exponerse públicamente como defensor de los intereses de Keiko Fujimori
y del partido Fuerza Popular, además de otros personajes de oscura trayectoria.
Pero se ha visto obligado a continuar en el cargo para cumplir el papel que
desde su posición le conviene al grupo al que defiende. Al aceptar tal tarea,
ha puesto en evidencia sus vínculos; pero además, se ha colocado entre la
espada y la pared, porque de no cumplir las órdenes de la mafia, se vería
expuesto a una serie de acusaciones que tendrían asidero real, pues estos
conocen a la perfección su conducta.
Es
absurdo pensar que este sombrío personaje actúa por decisión propia. Es
evidente que su accionar responde a un grupo, que, para su mala suerte, está en
franco declive, descabezado y vejado por su propio accionar; que lo ha venido
protegiendo en el congreso, pero que carece de la fuerza que a inicios de este
gobierno esgrimía para seguir sosteniéndolo en el cargo de fiscal de la nación.
Todo indica que la caída del fiscal sería la caída del grupo y de los personajes
a los que ha venido defendiendo.
Pedro
Chávarry tiene cuatro denuncias constitucionales en el Congreso. Estas no están
en agenda en la subcomisión de acusaciones constitucionales encabezada por el
fujimorista César Segura. Así, la protección a Keiko Fujimori, Fuerza Popular,
y Alan García, se compensa con la protección al fiscal de la nación.
“Se trata
de la denuncia 239 presentada el 21 de agosto por el congresista Gino Costa (no
agrupado) por la presunta infracción constitucional a los artículos 3, 39, 44 y
158 de la Carta Magna. En ésta incluye los audios con el ahora detenido ex juez
supremo César Hinostroza.”
“También
está la denuncia 248 de la legisladora Gloria Montenegro (Alianza para el
Progreso) contra el fiscal Chávarry por la presunta infracción al artículo 158
de la Constitución y la presunta comisión del delito de organización criminal.
Se presentó el 4 de setiembre.”
“Esta
denuncia contiene el informe de la fiscal Sandra Castro que señala que Pedro
Chávarry sería miembro de la organización criminal Los Cuellos Blancos del
Puerto.”
“La
tercera denuncia es la 262 impulsada por el procurador Amado Enco por los
presuntos delitos de tráfico de influencias, patrocinio ilegal y organización
criminal. Ingreso a la subcomisión el 1 de octubre pasado.” (https://elcomercio.pe/politica/denuncias-pedro-chavarry-pendientes-congreso-noticia-573691)
La justicia burguesa no funciona para
castigar a los defensores de los intereses de la burguesía. Esta debería, por
ejemplo, detectar, sancionar y expectorar rápidamente a quienes en
representación de la sociedad en el Estado, ejercen funciones públicas.
A
quienes no se imaginan otra forma de justicia, les proponemos este breve análisis
de José Carlos Mariátegui:
“‘Ushanam Jampi’, en cambio, tiene una vigorosa
contextura de relato. Y a este mérito une “Ushanam Jampi” el de ser un precioso
documento del comunismo indígena. Este relato nos entera de la forma como
funciona en los pueblecitos indígenas, a donde no arriba casi la ley de la
República, la justicia popular. Nos encontramos aquí ante una institución
sobreviviente del régimen autóctono. Ante una institución que declara
categóricamente a favor de la tesis de que la organización inkaica fue una
organización comunista.”
“En un
régimen de tipo individualista, la administración de justicia se burocratiza.
Es función de un magistrado. El liberalismo, por ejemplo, la atomiza, la
individualiza en el juez profesional. Crea una casta, una burocracia de jueces
de diversas jerarquías. Por el contrario, en un régimen de tipo comunista, la
administración de justicia es función de la sociedad entera. Es, como en el
comunismo indio, función de los yayas, de los ancianos.”
De modo que “en un régimen de tipo comunista, la
administración de justicia es función de la sociedad entera”, mientras que en
un régimen capitalista, es función de "[…] una casta, una burocracia de jueces
de diversas jerarquías.”
El
carácter de la lucha por la destitución de Pedro Chávarry, y la reposición de
los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, es parcial en su contenido específico,
pero al afectar a la institucionalidad burguesa vigente, resulta ser un caso
que representa a todo el sistema jurídico, a todas las fallas jurídicas, o
aciertos, según se mire desde el lado del proletariado o del de la burguesía.
Este
conflicto se presenta en el marco de la agresión de Martín Vizcarra contra los
trabajadores (competitividad entre otros), y la ampliación de la exoneración de
impuestos a las empresas transnacionales.
La
lucha contra la corrupción por parte del presidente Martín Vizcarra es una
necesidad para que sus propuestas antilaborales tengan acogida. El respaldo
ganado en esta lucha le permite afrontar con mayor probabilidad de éxito su
política de mayor explotación de las clases trabajadoras.
Esta
lucha, como en general las luchas económicas o reivindicativas, es una forma de
aglutinar o embarcar en la lucha a la mayoría de la población trabajadora.
Cada
lucha, y por lo pronto, en esta en particular, hay que afrontarla como la vía
para la victoria final del socialismo.
“Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las
minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos
en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta
doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a
través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.”
[JCM. Ideología y política. Principios programáticos del partido socialista]
La idea es que en estos momentos, la
lucha por la reposición de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, debe
aparecer como lo que es, el cuestionamiento del accionar del fiscal Pedro
Chávarry como representante de la justicia burguesa, capitalista, y
antilaboral, y por lo tanto, hacer extensiva esta lucha parcial hacia la lucha
contra todo el sistema capitalista.
Cuando
las luchas parciales se quedan en el caso concreto, encapsuladas en
determinados personajes o situaciones, se embotan hasta hacerlas superfluas. La
consigna “que se vayan todos”, que se agitó durante meses contra los
congresistas, aparece como un caso emblemático de la táctica burguesa.
Conducidos por el ejecutivo hacia la lucha contra todos los congresistas, se ha
esgrimido el argumento de que el problema radica en las personas que han
llegado al congreso. Se trata pues, en la propaganda burguesa, de que los
sujetos son los únicos responsables, liberando al sistema capitalista (la clase
burguesa en su conjunto) de toda “responsabilidad”, negando que sea la “sed de
ganancias” (ley económica fundamental del capitalismo), y la forma en la que se
ha organizado la sociedad para la producción, las verdaderas causas de todos
los males que enfrentamos.
El
individuo en el poder, o con una cuota de poder político es, entre otras cosas,
la representación de un poder existente, que no solo consiste en lo que las
leyes orgánicas le atribuyen como prerrogativas, sino que es parte de un
engranaje mayor, de una red de poder, que se sustenta en los intereses de la
clase social a la que representa, y a la que, por más que tal o cual individuo que
se encuentre con un cargo en el aparato del Estado tenga ideas avanzadas, se
verá obligado a proteger debido a que la legislación y las ideas que la nutren
expresan los ideales e intereses de la clase dominante.
La
corrupción, el latrocinio, las medidas represivas contra el pueblo trabajador,
las medidas antilaborales, el favorecimiento de las empresas transnacionales,
etc., y las cualidades personales y profesionales de quienes desde el Estado
cumplen la función de defender el sistema capitalista, son creación de este
mismo sistema; es como si los intereses que se defienden desde el poder
esculpiesen en carne viva a estos repudiables personajes, que por medio de un
elevado sueldo, o de la corrupción, o de cualquiera otra modalidad, moldease su
conciencia para hacerlos actuar como ratas de laboratorio, respondiendo a
estímulos materiales representados por el dinero.
Esta
lucha parcial, es en la conciencia de la mayoría de la clase trabajadora, la
lucha final en la conquista de las conciencias para la derrota final del
régimen burgués y la explotación del trabajador asalariado.
“La muchedumbre, más aún que el filósofo escéptico, más
aún que el filósofo relativista, no puede prescindir de un mito, no puede
prescindir de una fe. No le es posible distinguir sutilmente su verdad de la verdad pretérita o futura. Para ella no existe sino la verdad.
Verdad absoluta, única, eterna. Y, conforme a esta verdad, su lucha es,
realmente, una lucha final.”
“El
impulso vital del hombre responde a todas las interrogaciones de la vida antes
que la investigación filosófica. El hombre iletrado no se preocupa de la
relatividad de su mito. No le sería dable siquiera comprenderla. Pero
generalmente encuentra, mejor que el literato y el filósofo, su propio camino.
Puesto que debe actuar, actúa. Puesto que debe creer, cree. Puesto que debe
combatir, combate. Nada sabe de la relativa insignificancia de su esfuerzo en
el tiempo y en el espacio. Su instinto lo desvía de la duda estéril. No
ambiciona más que lo que puede y debe ambicionar todo hombre: cumplir bien su
jornada.” [JCM. El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. La lucha
final]
Esta lucha parcial por la destitución
del fiscal de la nación y la reposición de dos fiscales, aunque a simple vista
tiene un carácter parcial, tiene necesariamente que adquirir la forma de lucha
política por el poder, es decir, convertirse en lucha general. No por el poder
en el sentido de ocupar cargos públicos, sino por el poder en el sentido de
ejercer la voluntad del proletariado, que a través de la lucha logre
organizarse en clase dominante.
“En el
transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la antigua sociedad
civil por una asociación que excluya a las clases y su antagonismo; y no
existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el poder político es
precisamente la expresión oficial del antagonismo de clase dentro de la
sociedad civil.”
“Mientras
tanto, el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha de una
clase contra otra clase, lucha que, llevada a su más alta expresión, implica
una revolución total. Por cierto, puede causar extrañeza que una sociedad
basada en la oposición de las clases llegue, como último
desenlace, a la contradicción brutal, a un choque cuerpo a
cuerpo?”
“No digáis
que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay jamás
movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social.”
“Sólo en
un orden de cosas en el que ya no existan clases y antagonismo de clases, las
evoluciones sociales dejaran de ser revoluciones políticas. Hasta que ese
momento llegue, en vísperas de toda reorganización general de la sociedad, la
última palabra de la ciencia social será siempre:
“‘Luchar o morir; la lucha sangrienta o la nada. Es el
dilema inexorable’. Jorge Sand” [https://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/005.htm#v]
En el sistema capitalista, la ley de su
desenvolvimiento es la obtención de plusvalía. Esta se expresa en términos
monetarios, esto es, en representación del oro. La modalidad a través de la
cual se obtiene la plusvalía es por la explotación de los trabajadores, por la
apropiación de trabajo no remunerado. Una vez extraída la plusvalía, en el seno
de la clase burguesa, se desarrolla una serie de métodos para arrebatársela
entre los propios burgueses. Uno de estos métodos consiste en la corrupción.
De
modo que esta modalidad se ha ido generalizando hasta convertirse en una de las
principales y más populares formas de conseguir porciones de la plusvalía
extraída a los trabajadores.
Por
lo tanto, la corrupción es consustancial al sistema capitalista, pues promueve
la redistribución de plusvalía entre los diversos sectores de la misma.
Siendo
así, la justicia en este sistema, solo puede prosperar como consecuencia de la
presencia de algunas personalidades que creen que su sola voluntad puede
corregir lo que es una ley que se impone con férrea necesidad. Un sistema que
se basa en la explotación de la mayoría de la población, que asume la propiedad
privada de los medios de producción, base de la explotación capitalista, que
genera desempleo, pobreza, y crisis económicas cíclicas, que se nutre de la
contaminación del medio ambiente, destruyendo las fuentes de vida de las
poblaciones de escasos recursos, que somete a estas poblaciones a enfermedades
como cáncer y otras más por la contaminación, no puede argumentar que unos
cuantos individuos son capaces de hacer justicia, porque la justicia en este
sistema es justicia burguesa, y en consecuencia, todo lo que somete a los
trabajadores y defiende a los capitalistas, nacionales e imperialistas, es el
sustento jurídico que está vigente.
La
firmeza en la aplicación de la legislación burguesa genera simpatía, la misma
que puede ser extendida a todo el régimen de Martín Vizcarra. Por ello, el
ejecutivo plantea una defensa cerrada de la misma, o, en este caso, de quienes
la representan objetivamente (recuérdese que a José Domingo Pérez se le ha considerado uno de los personajes del año). Lo que se busca es que cualquiera
que se enfrente a las medidas que en otro campo dé el gobierno, en el laboral
concretamente, pierda su base y su sustento, dado que la percepción
generalizada de la población se aferra a la sed de justicia que de alguna
manera se expresa en el poder ejecutivo.
Se trata pues, de hacer de la lucha
específica por la destitución del fiscal Pedro Chávarry y la reposición de los
fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, la lucha contra todas las
instituciones burguesas, y así transformar la lucha parcial en lucha general
por superar el capitalismo.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Defensa de Mariátegui
(Primera Parte)
Eduardo Ibarra
LA FALSIFICACIÓN QUE LA tendencia
liquidacionista comete de la filiación ideológica de Mariátegui y de cuestiones
fundamentales de su Creación Heroica, así como del carácter de clase,
marxista-leninista, del Partido Socialista del Perú, ha presentado en los
últimos tiempos nuevas expresiones que es menester confutar.
En efecto, en el
artículo Algo más sobre Mariátegui marxista convicto y confeso (7 de junio del presente), Miguel Aragón escribió:
La célula comunista
que se constituyó en Genova (sic), Italia, con participación de Mariátegui,
César Falcón, y otros dos socialistas peruanos, incurrió en desviación dogmática influida
por el ambiente europeo en el cual se formaron. Incluso, cuando Mariátegui
regresó al Perú, en los primeros meses de su estadía en Lima, actuó
dogmáticamente. El texto de la primera conferencia en la UPGP
titulado “El proletariado peruano y la crisis mundial” estuvo
influido por esa desviación dogmática, y además sectaria. (Negritas en el
original).
Así que, según nuestro
articulista, Mariátegui regresó de Europa intoxicado de dogmatismo y
sectarismo, y que la prueba de ello es la primera conferencia que pronunciara en
la Universidad Popular.
Veamos, pues, si tiene
razón, o si, como otras veces, todo lo que hace es intentar devaluar la imagen
histórica de Mariátegui.
Empezaré por recordar,
grosso modo, la situación ideológica
de la clase obrera y, en general, del movimiento popular en 1923, cuando Mariátegui
inició su labor de propaganda en la Universidad Popular.
En el tomo dos de su
libro La creación heroica de José Carlos
Mariátegui, Guillermo Rouillón transcribió algunas de las conclusiones a
que, a propósito de las Universidades Populares, llegó el Congreso estudiantil
de 1920 realizado en Cuzco. He aquí dos de tales conclusiones:
4.- La Universidad Popular tendrá intervención oficial en todos los conflictos
obreros, inspirándose en los postulados de justicia social,
5.- La enseñanza de la Universidad Popular comprenderá dos ciclos: uno de
cultura general de orientación nacionalista y eminentemente educativa, y otro
de especialización técnica, dirigida hacia las necesidades de cada región. (p.
182).
Como se ve, hasta 1923 el movimiento
estudiantil limitaba su labor de extensión universitaria a cursos «de cultura general» y de «especialización técnica», así como a promover los gaseosos «postulados de justicia social».
En
el mismo lugar, Rouillón recoge una parte de la versión de Haya de la Torre sobre
uno de sus diálogos con Mariátegui:
No olvide que es necesario ser objetivo en sus clases, no tome partido,
porque la Universidad Popular es apolítica, y porque la mayor parte de los
obreros son libertarios.
Aquí no hay comunismo; si es verdad que la cátedra es libre, pero es no es tribuna
de propaganda alguna. (p. 189).
Estas afirmaciones confirman el deficitario
estado ideológico del movimiento estudiantil de entonces.
En cuanto a la clase
obrera –pero sin que el movimiento estudiantil quedara exento del comentario–,
Rouillón señala:
[Mariátegui] traía la idea de incorporar a los trabajadores y a los
estudiantes al socialismo, preconizando en el fondo de su prédica, una
democracia social, antiimperialista y de liberación nacional que el momento
histórico requería. Pero para ello era necesario acabar con la influencia anarcosindicalista,
anarquista y, fundamentalmente, con la orientación pequeño burguesa que
predominaba por aquellos tiempos. (Ibídem,
p. 198).
Es decir, en la clase obrera era un
hecho la influencia de tendencias no marxistas y del oportunismo pequeño
burgués.(1)
Por su parte,
Mariátegui señaló sobre la misma circunstancia:
… los obreros no
confían mucho en la perseverancia de los estudiantes; y para no suscitar ningún
recelo, las universidades populares se abstienen de todo trabajo de orientación
ideológica del proletariado. De otro lado, la mayoría de los estudiantes de las
U.P. carece de esta orientación; en lo tocante a la cuestión social va a
aprender, más bien que a enseñar, al lado del proletariado. (Ideología y política, p. 100).
Es pues en este cuadro obrero-estudiantil
que el maestro inició su exposición de los grandes aspectos de la crisis
mundial.
De otro lado,
Mariátegui precisó el objetivo que había traído de Europa:
Mariátegui regresa en este tiempo de Europa con el propósito de trabajar
por la organización de un partido de clase. (Ibídem, p. 100).
Así pues, de un lado tenemos una clase
obrera y un estudiantado ideológicamente retrasados con respecto al marxismo,
y, de otro, un Mariátegui que se había asimilado al marxismo y que, ya de
regreso en el Perú, tenía como propósito central la constitución del partido del
proletariado peruano.
Como
es de conocimiento común, el maestro hizo caso omiso del «consejo» de Haya de no tomar partido porque «la Universidad Popular es apolítica» y «no es tribuna de propaganda alguna».
Esta actitud de
Mariátegui fue, desde todo punto, muy pertinente, pues hizo posible la
utilización de la tribuna de la Universidad Popular para avanzar su proyecto de
constituir un partido de clase.
Pero este proyecto
solo era un plano de la acción mariateguiana en la Universidad Popular; otro
plano de la misma era el frente unido sindical del proletariado.
Naturalmente, el
propósito de constituir este tipo de frente dependía de una acción doctrinaria
que, por cierto, estaba encarnada en Mariátegui; y, por cuanto la concreción
del partido de clase era una cuestión más compleja que la concreción del frente
unido sindical del proletariado, el maestro escribió:
Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una
sola federación. (Historia de la crisis
mundial, p. 33).
Y, así, su acción en la Universidad
Popular significó el comienzo de «un franco
orientamiento doctrinario», marxista-leninista,
tanto en el terreno político como en el sindical.(2)
Este orientamiento se
expresó en el hecho de que, en la conferencia pronunciada el 15 de junio de
1923, Mariátegui dejó establecida la pauta del ciclo de sus conferencias:
Vosotros sabéis, compañeros, que las fuerzas proletarias europeas se hallan
divididas en dos grandes bandos: reformistas y revolucionarios. Hay una
Internacional Obrera reformista, colaboracionista, evolucionista y otra
Internacional Obrera maximalista, anticolaboracionista, revolucionaria. (Historia
de la crisis mundial, p. 19).
Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en
sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en
colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas. Pero
para que esta clasificación se produzca con nitidez, con coherencia, es
indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes
lineamientos, la gran crisis contemporánea. De otra manera, el confusionismo es
inevitable. (Ibídem, pp. 21-2)
Aquí, como es obvio, Mariátegui hablaba
desde el plano de su propósito de constituir el partido del proletariado
peruano.
En
la misma oportunidad, sostuvo
… faltan… [en nuestro medio] maestros universitarios, del tipo de José
Ingenieros [que no era marxista], capaces de apasionarse por las ideas de
renovación que actualmente transforman el mundo y de liberarse de la influencia
y de los prejuicios de una cultura y de una educación conservadoras y
burguesas… (ibídem, p. 15; elipsis
mía)
Y si el proletariado, en general, tiene necesidad de enterarse de los
grandes aspectos de la crisis mundial, esta necesidad es aún mayor en aquella
parte del proletariado, socialista, laborista, sindicalista, o libertaria que
constituye su vanguardia. (…) Yo dedico, sobre todo, mis disertaciones, a esta
vanguardia del proletariado peruano. (Ibídem.
pp. 17-8; elipsis mía).
… Los ideólogos de la Revolución Social, Marx y Bakounine, Engels y
Kropotkine… (ibídem, p. 24).
Aquí, por cierto, Mariátegui hablaba
desde el plano del frente unido del proletariado.
Sin embargo, Aragón
considera que la conferencia La crisis
mundial y el proletariado peruano, está saturada de dogmatismo y
sectarismo.
De este modo pretende
escamotear el hecho de que dicha conferencia significó el exitoso
posicionamiento inicial del marxismo en el movimiento obrero-estudiantil y la
continuación de la interpretación marxista de los acontecimientos mundiales en
nuestro medio.(3) Precisamente Mariátegui señaló a propósito de ello:
… superando el modesto plano de su labor inicial, presentar al pueblo la
realidad contemporánea, explicar al pueblo que está viviendo una de las horas
más trascendentales y grandes de la historia, contagiar al pueblo de la fecunda
inquietud que agita actualmente a los demás pueblos civilizados del mundo. (Historia de la crisis mundial, p. 15).
Pues bien, el contenido principal («la propuesta central», dice nuestro articulista) de la
conferencia La crisis mundial y el
proletariado peruano, se expresa netamente en: 1) la puntualización de que
hacía falta seguir «con filiación
ideológica el desarrollo de» la crisis mundial; 2)
la aserción de que «En esta gran crisis
contemporánea el proletariado no es un espectador; es un actor»; 3) la afirmación de que «El proletariado necesita, ahora como
nunca, saber lo que pasa en el mundo»; 4) la aseveración de
que «si el proletariado, en
general, tiene necesidad de enterarse de los grandes aspectos de la crisis
mundial, esta necesidad es aún mayor en aquella parte del proletariado,
socialista, laborista, sindicalista, o libertaria que constituye su vanguardia»; 5) la observación de que la «literatura socialista y sindicalista
anterior a la guerra, está en revisión» y que, por tanto, superada la divergencia entre el socialismo y el
sindicalismo, después de la guerra de 1914-1918 «la situación ha cambiado. El campo
proletario… no está ya dividido en socialistas y sindicalistas»; 6) la constatación de que «las fuerzas proletarias europeas se
hallan divididas en dos grandes bandos: reformistas y revolucionarios. Hay una
Internacional Obrera reformista, colaboracionista, evolucionista y otra
Internacional Obrera maximalista, anticolaboracionista, revolucionaria»; 7) la declaración de que «Aquí, como en Europa, los proletarios
tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación
anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y
maximalistas»; 8) el aserto de
que «para que esta clasificación se produzca
con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y
comprenda en sus grandes lineamientos, la gran crisis contemporánea»; 9) la conclusión de que «De otra manera, el confusionismo es
inevitable»; 10) la confesión
según la cual él, Mariátegui, participaba «de la opinión de los que creen que la
humanidad vive un período revolucionario», y estaba «convencido del próximo
ocaso de todas las tesis socialdemocráticas, de todas las tesis reformistas, de
todas las tesis evolucionistas»;11) la aserción de
que sus conferencias estaban dedicadas, «sobre todo», a los socialistas,
laboristas, sindicalistas y libertarios que, entonces, constituía la «vanguardia» de la clase obrera.
¿Dónde
está, pues, el «dogmatismo» de Mariátegui? ¿Dónde su «sectarismo»?
Como lo sabe todo el
que haya leído su artículo, Aragón no ha sido capaz de señalar dónde está cada
una de tales desviaciones; es decir, exactamente como en otras oportunidades,
ahora tampoco aporta ninguna prueba, que es lo que un sentido elemental de la
responsabilidad intelectual obliga a hacer.
Después de
descalificar la primera conferencia de Mariátegui en la Universidad Popular, Aragón,
a efecto de darle verosimilitud a su descalificación, pretende que el maestro
se rectificó de su «dogmatismo y su «sectarismo. Dice
nuestro articulista:
Recién en la tercera
conferencia, expuesta a fines de junio de 1923, Mariátegui inició una
saludable rectificación, trabajo de rectificación que continuó durante varios
meses del año 1923. (Negritas en el original).
Pero veamos cuál es la realidad de las
cosas. En las notas de la aludida conferencia, Mariátegui escribió:
No omitiré la exposición del movimiento anarquista. No traeré ningún
espíritu sectario. Creo oportuno ratificarme en estas declaraciones. (Historia de la crisis mundial, p.33).
Como se ve, Mariátegui dice: «Creo oportuno ratificarme en estas
declaraciones», lo cual quiere decir
que, con anterioridad, ya había ofrecido la exposición del movimiento
anarquista y dado cuenta de su personal falta de sectarismo.
Por lo tanto, no hubo «rectificación», sino RATIFICACIÓN.
Prosigo. En el
artículo El 1º de mayo y el frente único,
el maestro anotó:
Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la
de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único.
Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de
historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de
resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más
preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la
acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular “somos todavía
pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos”. (Ideología y política, pp. 107-08).
Como vemos, Mariátegui respondió «a los primeros gestos de resistencia y
de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios», es decir que, bien vistos los hechos,
el sectarismo fue de estos libertarios, y
no de Mariátegui. ¿Acaso no tenía Mariátegui el derecho de exponer la
crisis mundial conforme a su filiación ideológica?
En Antecedentes y desarrollo de la acción
clasista, el maestro dio cuenta de
la solidaridad que recibió del sector más avanzado de la Universidad Popular:
Los anarquistas se muestran hostiles a esta propaganda, sobre todo por la
defensa de la revolución rusa a que en parte se contrae; pero Mariátegui
obtiene la solidaridad de la U.P. y de sus adherentes más entusiastas de las
organizaciones obreras. (Ideología y
política, p. 101).
De esta solidaridad da cuenta asimismo
el informe periodístico sobre la segunda conferencia de Mariátegui, pronunciada
apenas siete días después de la primera.
Al terminar su disertación Mariátegui invitó al proletariado a afirmarse en
sus ideales de fraternidad universal. Sus palabras fueron vivamente aplaudidas.
Y la concurrencia cantó “La Internacional”. (El Tiempo, Nº 4166, p. 3; en Historia
de la crisis mundial, p. 32).
También el informe periodístico sobre la
tercera conferencia da cuenta de algo semejante:
Sus palabras finales fueron largamente aplaudidas. (La Crónica, Nº 4059, p. 12; ibídem,
p. 40).
Pero Aragón tiene una mirada unilateral
sobre estos hechos históricos. Dice él:
En las dos primeras conferencias en la UPGP (del 15 y 22 de junio de 1923),
Mariátegui fue silbado, e incluso un sector del público asistente intentó
agredirlo físicamente, rechazando la propuesta central de su primera
conferencia. En la prensa clasista de ese tiempo incluso se publicaron críticas
y ataques a las propuestas de Mariátegui.
Así, nuestro articulista, por un lado,
prácticamente reputa los silbidos contra Mariátegui, el intento de «agredirlo físicamente», las «críticas y ataques a [sus] propuestas», el rechazo
de su «propuesta central» (todo esto, como es claro, a raíz de
que su conferencia tuvo como base su
declarado marxismo y su expresión en
la demarcación que hiciera entre el socialismo reformista de todo pelo y el
socialismo marxista); y, por otro lado, silencia completamente las arriba
anotadas expresiones de solidaridad de obreros y estudiantes con Mariátegui.
Ahora bien, Haya
también silenció dichas expresiones de solidaridad:
No hay que olvidar que José Carlos Mariátegui, en su primera conferencia en
la universidad Popular de junio de 1923, fue silbado por el grupo anarquista
más recalcitrante cuando dejó entender su admiración por Marx. (Versión
recogida por Rouillón en su libro La
creación heroica de José Carlos Mariátegui, t. II, p. 191).
Así pues, si, con evidente oportunismo,
Haya le «aconsejó» a Mariátegui que no tomara partido (es
decir que no fuera «dogmático») ni hiciera propaganda comunista (es
decir que no fuera «sectario»), ahora, tenemos un Aragón que,
emulando el oportunismo hayista, pretende que Mariátegui fue dogmático por
haber tomado francamente partido por el
marxismo y sectario por haber sostenido decididamente que el proletariado
peruano tenía que dividirse en revolucionarios y reformistas.
Pues bien, como se ha visto, Mariátegui no se adaptó al clima
ideológico del auditorio; es decir, no rebajó su exposición al nivel del
conciliacionismo y el confusionismo; o sea, actuó marxistamente, y no
oportunistamente.
Notas
[1] En el tomo II de su mencionado
libro, Rouillón recoge una afirmación de Haya de su libro Treinta años de aprismo: «Como anarquistas libertarios todos estos revolucionarios puritanos –con
Prada mismo– fueron antimarxistas. En Lima se leía a Bakhunin, a Proudhon, a
Kropotkin, a Malatesta, a Ferrer, y a tantos otros con gran cuidado y método.
Ya existían grupos de discusión y cometario de teatro y música. De aquí la
resistencia de las organizaciones obreras frente al comunismo inicial.» (p. 191).
[2] En Antecedentes
y desarrollo de la acción clasista, Mariátegui escribió: «Como órgano de la juventud libre, pero más
exactamente de las U.P. comienza a publicarse en abril de 1923 “Claridad”. Su
orientación es clartista; corresponde, sobre todo, al espíritu de la agitación
estudiantil. Deportado Haya de la Torre… en los días en que el Nº 4 “Claridad”,
Mariátegui asume su dirección. El Nº 5 señala el principio de un franco
orientamiento doctrinario en el que “Claridad” abandona el tono estudiantil.» Esta precisión de Mariátegui vale también
para su acción en todos los ámbitos: Universidad Popular, etcétera. En
conclusión, con el franco orientamiento
doctrinario que significó la acción marxista de Mariátegui, el movimiento
estudiantil, el movimiento obrero y el movimiento campesino, adquirieron un
carácter distinto superando el reformismo de anarquistas, anarcosindicalistas,
hayistas y socialistas domesticados. Huelga decir que este «franco orientamiento
doctrinario» no hubiera sido posible
sin la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo.
[3] Continuación, pues, desde la
publicación del artículo El cisma del
socialismo (escrito en marzo de 1921), la producción literaria de
Mariátegui significó el inicio de su interpretación marxista de algunos
aspectos de la escena mundial (véase Cartas
de Italia).
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