El Empleo Temporal en el Perú es Abrumador
Santiago
Ibarra Rosario
LA
CUESTIÓN DEL EMPLEO ha adquirido en el Perú desde hace mucho un rostro de
verdadero dramatismo, sumiendo a las familias en la desesperanza, en la lucha
diaria por la sobrevivencia, en la ansiedad y la angustia por el futuro
próximo, sin mayores posibilidades de planificar la vida individual, familiar y
social.
Actualmente más de dos tercios de la
población ocupada asalariada tienen un empleo temporal. Esto es, dos de cada
tres trabajadores asalariados no tiene estabilidad laboral y debe hacer un
tortuoso recorrido por diferentes empresas o autoemplearse en el sector
informal de la economía.
Pero, ¿por qué el capital no contrata de
forma permanente a los trabajadores? Porque de esa forma el capital busca
reducir los costos salariales, al pagar un salario menor a los trabajadores; evitar
el pago de beneficios laborales, al no
tener a esos trabajadores los doce meses del año y evitar el pago de una
indemnización, que le corresponde al trabajador cuando es despedido con un
contrato por tiempo indefinido. De esta forma, disminuyendo los costos
salariales y no salariales, es decir, hundiendo a los trabajadores y a sus
familias en la vida precaria, el capital incrementa sus utilidades, para luego
presentarse como el héroe de la sociedad que impulsa el crecimiento económico
del país.
Esta es la realidad a la que nos han
reducido los “pobrecillos capitalistas” a los que el estado debe garantizar las
mejores condiciones de competitividad llevando hasta el suelo el costo de la
fuerza de trabajo porque sin los capitalistas, supuestamente, no es posible
sociedad ni modernidad alguna.
Los trabajadores no cuentan para el
capital como tales, es decir, como seres humanos, sino meramente como un factor
de producción más, como trabajo agregado. Por eso la superexplotación de la
fuerza de trabajo, que tiene lugar cuando el salario es igual a una suma de
dinero inferior a lo necesario para que el trabajador y su familia puedan
alimentarse, vestirse, alojarse, transportarse, educarse y curarse cuando se
enferman, es la norma en el
capitalismo periférico, no la excepción.
El sistema mundial capitalista viene
precarizando el empleo a niveles espantosos. Los trabajadores lo saben porque
sufren sus consecuencias directamente. Falta, sin embargo, más organización
entre los trabajadores: el sindicato ha sido reducido a su mínima expresión en
el Perú. Y, a la vez, esas organizaciones sindicales deben constituirse y
movilizarse bajo el principio de la independencia sindical respecto a la
empresa.
La Economía de las Clases Trabajadoras
César Risso
LAS CIFRAS PRESENTADAS POR EL INEI, en
relación al número de pobres, tratan de ocultar la explotación a la que son
sometidos los trabajadores peruanos.
Con
una canasta básica familiar de 315 nuevos soles al mes por persona, que
equivale a 1260 soles por hogar, en el Perú había, el año 2015, 6 millones 800
mil pobres.
Si
tomamos el dato del empleo, se tiene que, solo en Lima Metropolitana, existen 7
millones 560 mil personas en edad de trabajar, de las cuales pertenecen a la
población económicamente activa 5 millones 186 mil personas. En este último
grupo, se consideran a todas aquellas personas que por lo menos han trabajado
una hora a la semana, en la semana previa a la encuesta. Evidentemente esto
estaría ocultando un grado de desempleo.
La
diferencia entre población en edad de trabajar y población económicamente
activa es de 2 millones 374 mil personas que están fuera del mercado laboral.
Es decir, son personas económicamente inactivas. Lo cual evidentemente no es
cierto, pues alguna actividad económica deben desempeñar para poder sobrevivir.
Lo que sucede es que en este grupo hay personas que ya no buscan trabajo, pues
han desistido debido a una serie de factores, y finalmente resuelven el problema
de sus ingresos por medio de la informalidad y de otras actividades al margen
del mercado laboral formal.
Existen
también los llamados trabajadores familiares no remunerados, los que, como ya
hemos afirmado en más de una oportunidad, son parte de la mano de obra gratuita
a la que tienen acceso las grandes y medianas empresas. Situación esta
sumamente ventajosa que ha logrado la burguesía por medio del llamado
emprendedurismo.
También
están los trabajadores que en su condición de comuneros de la sierra y de la
selva (alrededor de 2 millones para el primer grupo y 300 mil para el segundo),
se ven sometidos al circuito del capital, básicamente en la producción de
alimentos para los trabajadores asalariados, es decir, en la producción de los
bienes salario, contribuyendo a abaratar el valor de la fuerza de trabajo, con lo
cual se beneficia a la burguesía.
Igualmente,
está el sector de los trabajadores en situación de esclavitud temporal, que se
dedican a la extracción de oro.
A
todo esto hay que agregar a los trabajadores que laboran más de setenta horas a
la semana, a pesar de que el número de horas semanales de trabajo es de 48 como
máximo; y los trabajadores que ganan menos del salario mínimo legal.
Esta
es la situación en la que se encuentran los trabajadores en el Perú.
Esta
situación es obra de la burguesía nativa y de la burguesía imperialista. Además
de la explotación a la que como país nos somete la burguesía imperialista, a
través de la deuda externa, del comercio exterior, y de la inversión extranjera
directa.
Entre
los años 2007 y 2015, la tasa de plusvalía (tasa de explotación) fue de 125%. Esto
quiere decir que por cada 1912,50 soles que crea de valor un obrero, la
burguesía se embolsa 1062,50 soles y el obrero recibe como remuneración 850
soles. Remuneración que está muy por debajo de la canasta básica familiar.
Si
comparamos esta situación con la actual Constitución vigente, y con cualquier
otra Constitución burguesa, se tiene que mientras en la letra se protege al
trabajador, en los hechos, a través de una serie de maniobras, el Estado
burgués protege a la clase social a la cual representa.
En
el artículo 23 de la Constitución se dice que “Nadie está obligado a prestar
trabajo sin retribución o sin su libre consentimiento”. Sin embargo, la ley
ampara la existencia de trabajadores familiares no remunerados, y permite la
existencia de la esclavitud temporal en la extracción de oro.
El
artículo 24 de la Constitución afirma que “El trabajador tiene derecho a una
remuneración equitativa y suficiente, que procure, para él y su familia, el
bienestar material y espiritual”. Pero, como ya hemos señalado, tanto en horas
de trabajo excesivas, como en una remuneración por debajo del mínimo legal, que
es menor a la canasta básica familiar, la burguesía sigue sobre explotando a
los trabajadores sin que el Estado burgués aplique su propia ley.
En
el artículo 25 de la misma norma se dice que “Los trabajadores tienen derecho a
descanso semanal y anual remunerados”. No obstante la burguesía reclama
constantemente la eliminación de las vacaciones, o su disminución, argumentando
que son sobre costos laborales, y que en consecuencia disminuyen la
competitividad de las empresas peruanas frente al exterior.
Estos
y otros problemas son los que tienen que enfrentar las clases trabajadoras, que
se ven afectadas en forma creciente por una situación de precariedad, que se
irá agudizando conforme avance la crisis económica.
La lucha reivindicativa tiene que partir
de la organización de todos los trabajadores para la conquista de mejores
condiciones de trabajo, ligando esta lucha de carácter nacional a la lucha por
el derrocamiento de la burguesía como clase y la instauración del socialismo.
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