Historia
¿Filosofía
en el Tawantinsuyo?
(Segunda
Parte)
Respuestas
desde el universalismo asuntivo
Se define universalismo asuntivo
como el enfoque metafilosófico que concibe la filosofía como universalidad de
la cultura humana que tiene su origen en la tradición occidental, desde la cual
hace descender sus productos reflexivos a otros conjuntos humanos.
Los universalistas asuntivos
aplican un razonamiento deductivo respecto al estudio del pensamiento surgido
en el Tawantinsuyu: consideran que la cultura resultante de contenido universal
sólo es la surgida en Grecia. Ésta sirve como prototipo, modelo o marco común
aplicable a cualquier cultura factible de estudiar, aplicando indistintamente
determinados requisitos para saber si cumplen con todo lo establecido por dicho
marco general.
Normalmente un universalista asuntivo
no considera las peculiaridades que pueda mostrar un pensamiento reflexivo
autóctono respecto al marco general establecido. No admite procesos originales
del pensamiento reflexivo que no se ajusten a lo establecido en el pensamiento
occidental.
La idea de enlazar
y unir los pensamientos reflexivos autóctonos con la cultura europea resultaría
una inaceptable condición del concepto mismo de filosofía, postura
regida por una constelación de prejuicios que conducen a negar lo peculiar y
propio que pudo haber surgido en otros territorios.
Los universalistas asuntivos
consideran que la diversidad cultural humana sólo puede ser concebida desde el
modelo griego, asumen que la única
filosofía que debemos atender es la generada por la escolástica
tardía traída al Perú por religiosos hispanos. Consideran banal siquiera hablar
de reflexión en la cultura propia, argumentan que no existen fuentes confiables
en las que se hayan preservado los pensamientos autóctonos; además, todo lo que
se pueda decir sobre el tema, ya fue zanjado por el universalismo filosófico.
Señalemos
los pensadores peruanos que representan algunos rasgos de una postura
universalista asuntiva.
Alberto
Wagner de Reyna
Sostiene
(1949: 59 y ss) que la filosofía producida en Iberoamérica resulta un producto
cultural donde colisionan dos culturas: helénico-cristiano y la aborigen de
América. Sobre tal condición de facto sostiene
que históricamente prevaleció la helénico-cristiana, indicando que en la
reivindicación de la reflexión nativa «sea lícito expulsar una cultura superior
(hispana) por una inferior (aborigen)»; es decir, la consideración programática
sostenida por el indigenismo de retomar la sabiduría ancestral equivaldría el
regreso a una civilización sin rueda, sin escritura, y bajo la bóveda de un
comunismo despótico. Inserta una condición de «superioridad cultural
occidental» en desmedro de lo autóctono, condición que impide cualquier pretensión
de trastrocamiento cultural que eleve el runasimi como
vehículo auténtico del pensamiento autóctono sustituyendo el idioma de
Castilla, la revalorización del ayllu sobre la civitas, la
restitución del culto ancestral al Sol sobre el cristianismo, propuesta sobre
la cual «no puede, en verdad, tomarse en serio».
La
evolución reflexiva en Iberoamérica —sostiene Wagner— corresponde a un
filosofar integrado a la tradición europea, «podemos y debemos continuar en la
elaboración de la Historia de la filosofía en paridad de derechos y
posibilidades con Francia o Alemania». En oposición a una filosofía que ha
seguido siempre el ritmo europeo; por lo mismo, considera que «No ha habido
metafísica indígena ni mestiza». Por lo tanto, «El indio y el mestizo no tienen
una mentalidad propia», el indigenismo que lo reivindica sólo valdría en
aquellos países en que la «cultura precolombina» fue «avanzada» y debido a la
«benevolencia colonial» se preservó en Bolivia, Ecuador, México y Perú.3
Una postura intermedia que permite rechazar el indigenismo sería tomar los
adelantos tecnológicos de la civilización europea preservando las formas
fundamentales de las viejas tradiciones.
Sostiene
que el remedo es uno de los peligros que imposibilita construir una filosofía
original en las ex-colonias hispanas, «quien remeda se acerca de fuera a las
cosas que juzga por razones externas (de conveniencia o de moda) y se apronta a
imitarlas, a realizar en sí como algo sobreañadido, lo que en otro generalmente
es genuino y arraigado». Esta condición edifica una reflexión artificial, un
estado de alejamiento de los criterios adecuados para discernir sobre la propia
condición. «Nuestro occidentalismo —proclama— en modo alguno nos condena a
devorar los relieves del banquete europeo, a ser siempre imitadores y
divulgadores».
Para
Wagner la reflexión autónoma es inexistente: lo propio y peculiar queda bajo
criterios excluyentes. El pensamiento nativo queda reducido a un producto
cultural sumido en sus consecuencias coloniales. El nacimiento cultural debe
situarse en la tensión entre occidente y «lo aborigen», colocado «en una
dialéctica de fuerzas centrífugas y centrípetas», relación asimétrica en cuyo
diálogo sólo es permisible si acepta la propia condición «consciente de su
sentido helénico-cristiano». La única forma de reconocer un pensamiento
autóctono es desde la esfera occidental, para Wagner resulta imposible pensarlo
en términos autóctonos.
César
Guardia Mayorga
El
filósofo ayacuchano se apega al universalismo asuntivo bajo la perspectiva del
marxismo. En su artículo ¿Es posible la
existencia de una Filosofía Nacional o Latinoamericana? (1966:
41), es contrario a la posibilidad que exista una filosofía latinoamericana o
peruana, identificando tal posibilidad como expresión de un «nacionalismo
burgués tardío». Guardia Mayorga acoge el universalismo el cual «no conoce
fronteras ni nacionalidades», el concepto de universalismo es planteado como
tensión predominante que constantemente intenta convertir, subsumir todas las
culturas en una única categoría de valores filosóficos, éticos, políticos,
económicos y culturales, no atendiendo las condiciones particulares de cada
conjunto humano. Su noción de filosofía autóctona sólo es concebible como
posibilidad. Escribe (1966:44):
«Si
partimos de los pueblos nativos más adelantados como los kechwas, aztecas o
aymaras, observamos que ellos no llegaron a una concepción filosófica, sin que
esto signifique descartar la posibilidad de que hubiesen arribado a ella de
seguir desarrollándose normalmente como otros pueblos.»
El
desarrollo normal de las civilizaciones en el Nuevo Mundo fue interrumpido
abruptamente por la dominación colonial hispana. Centra su atención en las
potencialidades de la evolución del pensamiento religioso Inka, ubicándolo
dentro de contextos de animismo y totemismo, los que «evolucionaron hacia un
monoteísmo», de haber continuado la evolución era presumible que «los inkas
hubiesen pasado de la concepción mítica a la concepción filosófica». Sostiene
(1966:45) que, una filosofía autóctona debería mostrar rasgos y modalidades
comunes que la vinculen con los contextos de la universalidad reflexiva; ello
implicaba buscar el «desenvolvimiento autónomo de su ideología, como por el
planteamiento de los problemas y las soluciones posibles». Si bien, desde el
dominio colonial «los nativos quedaron al margen de la cultura [universal]
durante siglos» la búsqueda de sus reflexiones originales debía empezar por el
estudio del runasimi, en él quedaban partes vivas del pensamiento de los Inkas.
Un
giro de su postura inicial en favor del universalismo asuntivo se encuentra en
la
Introducción a su Gramática Kechwa (1973:7),
postula las posibilidades para indagar el pensamiento autóctono mediante el
estudio del runasimi como un arduo proceso de «creación y desarrollo de nuestra
cultura», ya que sus propios actores —hatunrunakuna— están aún
«desconectados de su glorioso pasado». Se pregunta: «¿Acaso no sería más rica
nuestra literatura, si pudiese desarrollarse al mismo tiempo en castellano,
kechwa, aymara o cualquier otro idioma aborigen que sea eficaz para ello?»
Considera que no se puede culturizar a un pueblo «al margen de su idioma
nativo», sostiene que el runasimi contiene estructura gramatical donde es
posible filosofar. Coherente con dicho criterio Guardia Mayorga solía publicar
textos en runasimi (poesía y prosa) bajo el seudónimo Kusi Paukar. Un ejemplo de esto es su texto filosófico Kay mana kay (1973:189), el cual sugiere la posibilidad de una
«ontología» andina.
Augusto
Salazar Bondy
El
debate sobre aceptar o rechazar alguna forma de filosofía autóctona, fue
estudiado por Salazar Bondy al publicar un texto bajo título sugerente: ¿Existe una
filosofía en nuestra América? Sus objeciones al proyecto de un auténtico
filosofar latinoamericano tiene como principio que la presencia de filosofía en
nuestro continente sólo puede concebirse «a partir del descubrimiento de
América y de la conquista española», de la cual podría «trazarse una línea de
desarrollo suficientemente prolongada como para determinar épocas y fijar
rasgos característicos», no obstante atiende la objeción de la arbitrariedad
que estudia el proceso sólo a partir de la penetración europea «dejando a la
sombra todo el rico pasado cultural de los pueblos indígenas». Sostiene la
carencia de una filosofía propia generada en civilizaciones muy avanzadas como
Maya e Inka (1968:38), y lo explica por las consecuencias históricas que
produjo la dominación colonial hispana. Argumenta Salazar Bondy que:
«La filosofía fue
traída por los españoles porque éstos vinieron a conquistar y a dominar a
tierra americana e importaron con ellos las armas intelectuales de la
dominación. No puede extrañarnos, entonces, que en gran parte el examen de la
filosofía hispanoamericana se convierta en el relato de la llegada de la
filosofía occidental a nuestros países y de su paso por ellos, la narración del
proceso de la filosofía europea en América hispano india, más que el de una
filosofía generada en nuestro propio ambiente espiritual, de una filosofía de
nuestra América.»
Salazar
Bondy, pone de manifiesto que la filosofía en Perú acusa una evidente ruptura
histórica, un fraccionamiento de su evolución que impide hablar de un proceso
del pensamiento en la época «prehispánica», argumento que propone corregir el
uso «ambiguo y nada riguroso» del concepto mismo de filosofía. Señala
(1967: 12), que el pensamiento anterior al siglo XVI, «... que si bien posee
algunos caracteres comunes con la reflexión filosófica, debe incluirse más bien
en las formas de la Weltanschauungo en las del
pensamiento mítico». Esta propuesta se ha convertido en criterio extendido al
momento de estudiar la reflexión de los hamut'aq.
A
pesar de su oposición a aceptar la existencia de un pensamiento reflexivo entre
los hamut'aq, Salazar Bondy entre 1970 y 1974 estuvo elaborando los fundamentos
para el estudio de una antropología de la
dominación, con lo cual aportó uno de los elementos conceptuales
más importantes para el entendimiento sobre nuestro proceso evolutivo de reflexión
autóctona. Dicha antropología replantea
la visión eurocéntrica y su postura anatópica como legitimadores del
pensamiento generado en el Perú, antes y después de 1533. La reflexión
filosófica nativa requirió comprenderse como un sistema abierto que ofrece
distintos modelos de reflexión. Si permite la integralidad de reflexiones en su
edificación, ésta filosofía debe ser liberadora, debe integrar y admitir todas
las formas del pensamiento generadas por otras culturas.
La
crítica planteada por Salazar Bondy del uso arbitrario «ambiguo y nada
riguroso» del concepto mismo de «filosofía» por quienes postulan una filosofía
original, servirá de soporte conceptual para hilvanar réplicas y añadir
elementos de juicios que justifiquen la impropiedad de hablar sobre filosofía en el
Tawantinsuyu.
Francisco Miró
Quesada Cantuarias
Se
sitúa en el decurso de oscilación entre la posible tradición filosófica
autóctona y la recepción de la filosofía occidental que le sucede desde una
propuesta original y crítica. Distintas publicaciones dan referencia de su
obstinada búsqueda de un filosofar original. En 1974, había publicado Despertar y
proyecto del filosofar latinoamericano-, en 1984, ampliará
sus reflexiones en su ponencia, El problema de la
autenticidad en la filosofía latinoamericana, y, finalmente, en
el año 2000, su estudio La filosofía en el
Perú.
En todas éstas publicaciones dejó sentadas las bases de lo que debería
considerarse productos de un filosofar sistemático y fijará las condiciones del
filosofar en el Perú y Latinoamérica.
En
(1974:25), subraya la condición y categorización en la distinción del
«filosofar» y «filosofía» latinoamericana. El primero, implica un sentido
psicológico, «un sentido de esfuerzo mental encaminado a pensar ideas
filosóficas» sustentado en ideas originales. Mientras que el segundo, «apunta
hacia una filosofía creada por la mentalidad latinoamericana».
La
filosofía en Latinoamérica —sostiene Miró Quesada— «nace por inseminación
artificial», surge después de un prolongado y «oscuro lapso», no toma en cuenta
la condición del «otro», del aborigen como protagonista de su propia
existencia. Éste filosofar nace «desnudo y flaco» como «huérfano desvalido»,
siendo su origen desconocido, no se afirma ni se afianza en tradición nativa alguna;
por el contrario, la niega suplantando sus rasgos más esenciales. Si hay
referencia a las dos civilizaciones más importantes del continente la maya e
Inka, concluye que ambas «no tuvieron filosofía» tal como la concibieron los
griegos. Sin embargo, durante un congreso de Filosofía, en conjunto con Mario
Mejía, traduce del griego al español el libro E de la Física de
Aristóteles y, a la vez, Mejía lo hace del español al runasimi, estableciendo
equivalencias reflexivas entre ambos. Esta metodología servirá para establecer
cuadros comparativos entre ambos sistemas de reflexión.
La
orfandad de reflexión en la filosofía latinoamericana muestra ausencia de
tradición, como «comprensión espiritual», la filosofía debe fundamentarse
dentro de una perspectiva histórica, que se mutila al momento de instalarse.
Fragmentación que la muestra como un trasplante artificial sin legitimidad
entre sus habitantes nativos. Esta condición implica un nacimiento sui generis, muestra
una condición de carencia frente al modelo evolutivo occidental.
Se
aproxima al pensamiento originario autóctono al señalar que en América «hubo
por cierto mitos», aunque comparados con la evolución filosófica griega «estos
murieron antes de que pudieran cuajar» en la transformación del pensamiento mítico
hacia la filosofía. El aborto en el que «nada tuvieron que hacer con el
despuntar de nuestra actividad filosófica». Esta idea sugiere una postura
universalista, la que no resulta en el mismo sentido al aplicarse hacia el
desentrañamiento de la filosofía oriental.
Descartada
las fuentes de reflexión provenientes de la tradición autóctona, Miró Quesada
sostiene (1990:57) que, el ideal de hacer filosofía auténtica tanto en Perú
como en Latinoamérica puede reducirse a tres direcciones:
1. Universalismo. La
autenticidad de la filosofía consiste en hacer contribuciones de interés al
tratamiento de los grandes problemas de la filosofía universal. Abrir una nueva
perspectiva sobre el tema que se está tratando (aportes) cuando hace notar algo
que aún no se había visto. Si es repetitiva, la filosofía no es auténtica.
2. Regionalismo. Implica
filosofar sobre problemas propios de América Latina generando los propios
instrumentos y conceptos originados desde nuestra propia condición y realidad.
3. Futurismo. Sostiene
que no habrá filosofía auténtica mientras no se libere de la dominación en que
se está sumida frente a las grandes potencias occidentales. Así, es imposible
crear nada original, hacer algún aporte de interés para el pensamiento
universal.
Estas
tres corrientes dominan y trascienden el esfuerzo por crear nuevos sistemas
filosóficos a partir de la propia condición, conducen a plantearnos un proyecto
de filosofar que ofrezca productos desde una reflexión auténtica, aunque ésta
nazca sin su rasgo esencial: la tradición autóctona.
La
tradición universalista es considerada como condición natural de la cual
debemos tomar sus elementos y herramientas reflexivas, situación que nos
conduce a observar una función impropia. En (1990:55) sostiene:
«El
hecho de basar todo nuestro pensamiento sobre una filosofía importada, nos
induce a pensar que lo estamos haciendo es repetir conceptos filosóficos que no
hemos creado y es, entonces, inevitable que nos preguntemos si somos capaces de
crear conceptos nuevos, resultado de un pensamiento que no sea mera copia de
otro pensamiento sino expresión de nuestro propio poder creador.»
Miró
Quesada considera que nuestra reflexión filosófica jamás dejará de pertenecer a
occidente por el uso de sus conceptos reflexivos básicos, implicando la
aceptación de la universalidad de la filosofía. La ausencia de originalidad en
el pensamiento filosófico es producida por el uso de los instrumentos de
reflexión que, hegemónicamente son occidentales; esta condición resulta ser la
causa que impide edificar y crear nuevos sistemas filosóficos, alternativos a
la tradición europea.
Esta
condición devela la vivencia de un desenfoque, por múltiples causas. Su
«parentesco bastardo» con la cultura europea la ha llevado a un engaño, la
recepción de sistemas filosóficos en la cuales «pudieron entender lo que leían,
pero no podían darse cuenta que no la comprendían».
La necesidad de situarse como filosofía
rigurosa implica asimilar con efectividad y rapidez los grandes sistemas
filosóficos occidentales, equiparándose a ellos, considerándola como producto
último y acabado, quedando sólo conformarse con enseñarla e imitarla. Este
diagnóstico pone de relieve el mecanismo del «desenfoque». En (1974:35-36)
señala: «La comprensión estructural no se basta ya a sí misma. Empieza a
vivirse con intensidad el estado de carencia radical de nuestro filosofar. Se
empieza a sentir que la única manera de comprender a los grandes filósofos
contemporáneos es conocer la misma filosofía que ellos conocieron, poseer el
mismo instrumento intelectivo que ellos poseyeron, sumitse en la gran corriente
que condujo hacia ellos. Es decir que se empieza a experimentar la situación
esencial de nuestro filosofar, la dificultad que significa llegar a comprender
verdaderamente una gran producción filosófica. Se empieza a comprender que se
estaba viendo a la filosofía europea en doble imagen, desenfocada, y surge la
gran decisión de empezar a ajustar el objetivo para hacer que las dos imágenes
coincidan y obtener al fin nitidez.»
Los
criterios de Miró Quesada respecto al proyecto del filosofar sin más, propuesto
por Zea, plantean una respuesta para superar tal desenfoque en que se encuentra
sumido el filosofar en Latinoamérica: filosofar con
autenticidad. Testimonia (1974:9) que:
«Tanto
Zea corno yo queríamos hacer filosofia auténtica. La manera de hacerla era,
para cada uno de nosotros, diferente. Pero la meta era la misma: hacer
filosofia autentica, es decir, hacer una filosofia que no fuera una copia mal
repetida de filosofías importadas, sino que fuera expresión de un pensamiento
filosoficamente vivo, que emergiera desde nuestra propia circunstancia
latinoamericana utilizando todos los medios intelectuales disponibles.» La
inquietud inicial se transforma en tarea, ¿cuáles son los conceptos reflexivos
que sustentan tal proyecto? El esquema se sostiene en conceptos
existencialistas como autenticidad, proyecto y trascendencia.
Se
define autenticidad como la condición que muestra la conciencia de lo
que es,
un estado de pertenencia y afirmación de identidad consigo misma. En cambio, la
idea de proyecto está
asociada con el de trascendencia, ambos
implican trazar un esquema para la acción, lograr capacidad para proyectarse al
futuro concretando y afirmando posibilidades de su realización.
¿Qué
es hacer filosofía auténtica? La autenticidad en distintas etapas de la
reflexión se ha tomado como sinónimo de universalismo
filosófico, concibiéndose la reflexión europea como la máxima
expresión del espíritu humano. Miró Quesada señala (1974:53) que, tal postura hace
preferencia de la filosofía occidental como aquella que resulta verdadera, de
suma importancia, que se merece asimilar e imitar. Producto de esto se concibe
que «hacer filosofía auténtica será en consecuencia, filosofar a la europea».
Superar una condición de inautenticidad implica también plantearse grandes
problemas filosóficos y con ellos, ensayos de soluciones de gran envergadura.
En el filosofar latinoamericano se percibe que distintos problemas filosóficos
pueden conservar «un núcleo de invariancia» a través de cada etapa histórica,
pues la mente filosofante resulta dinámica y siempre se muestra en perspectiva.
El reto del filosofar auténtico señala
(1990:50) una circunstancia afirmativa. Sostiene: «El punto central de esta
toma de conciencia es una pregunta sencilla, pero llena del más hondo sentido
para el filósofo latinoamericano: ¿existe la posibilidad de una filosofía
latinoamericana?, con mayor precisión, ¿existe la posibilidad de que el
latinoamericano empiece a filosofar auténticamente? La importancia del
planteamiento es que en la pregunta está ya la respuesta.»
Afirmar una condición de autenticidad
apartándose de la imitación reflexiva tipo occidente, significaba ya haber
formado un proyecto sobre la manera como debíamos ser nosotros mismos, y este
proyecto influirá de manera decisiva en todas las manifestaciones de nuestro
filosofar. Esta condición señala un camino: la ruptura como receptores,
consumidores y difusores de reflexiones que tienen un ritmo y evolución muy
distinta a nuestra realidad.
La renuncia a ser considerados como
reflejo inautèntico de la reflexión europea, implicaba la tarea de transformar
tal condición en irradiación propia. Este reto señalaba un giro en la manera de
tratar los problemas filosóficos, el cambio de una perspectiva acostumbrada a
recepcionar productos filosóficos elaborados renunciando a crearlos de manera
original, giro que vuelca la mirada hacia la propia realidad, la que se
percibía sin tradición filosofica.
La realización del proyecto del
filosofar está surcada de originalidad, y en su evolución resulta una respuesta
a la condición dominativa que se arrastró por más de 500 años. Si bien Salazar
Bondy consideraba que el mayor impedimento para el filosofar implicaba el
desenlace de librarnos primero de la condición dominariva, ya en 1973, emerge
en Argentina la filosofía de la liberación. Señala (1999:65) que, «la filosofía
de lo americano desemboca en una filosofía de la liberación que considera que
la misión de la filosofía es contribuir, mediante la denuncia y la crítica, al
proceso de liberación que confiere carácter y sentido a la historia de América
Latina».
Si bien las condiciones de un auténtico
filosofar latinoamericano se reducen a un conjunto de reflexiones que indican
un reconocimiento: «Siempre existió filosofía en América Latina. Pero existió
más bien como actividad aislada de algunos individuos, o como enseñanza
académica estereotipada, sin verdadera intensidad intelectual». Esta condición
deriva que en la realización del proyecto, se concibe un filosofar entronizado
en los propios problemas que nos caracterizan, determinando un contexto de
organicidad y normalidad que debe caracterizarse por mostrar una «etapa
creadora» la que se acentuará en los años venideros.
David
Sobrevilla Alcázar
Inicialmente
mostró una cerrada oposición a posturas «autoctonistas», continuando en parte
las ideas de Miró Quesada y Salazar Bondy, pero aportando nuevos criterios, se
muestra contrario a sostener la idea sobre la posibilidad de un presunto
filosofar «Inka». Dos tópicos que nos interesan de sus argumentos sobre el tema
en debate son: 1) sus reflexiones sobre «heterogeneidad de la filosofía», y, 2)
sus criterios respecto a la reflexión autóctona Inka.
En 1984, durante el I Congreso de
Filosofía (1990:138 y ss.) propuso sus reflexiones sobre filosofías distintas a
la tradición griega. Plantea su tesis sobre las filosofías
heterogéneas, recurriendo a la noción de filosofía como «sistema de
conocimientos racionales a partir de conceptos» planteada por Inmanuel Kant.
Desde esta definición, del fundador de la filosofía criticista, sostuvo que
existían dos conceptos muy diferenciados del ejercicio filosófico: «un concepto
escolar y otro cósmico». Esta diferenciación establece dos condiciones para
distinguir originalidad del ejercicio filosófico y su legitimidad sobre las
otras culturas. Sobre este criterio Sobrevilla establece que «...denominaríamos
a la tradición filosófica nacida de Grecia filosofía en
sentido estricto, y las otras tradiciones filosofía en sentido amplío». Las
tradiciones filosóficas en sentido amplío a las que se refiere son China e
India, las destaca en su condición de «filosofías heterogéneas». Dicha
condición no alcanza a otros universos reflexivos surgidos en Japón, Bantú
(Africa), Nahualt (Centroamérica) e Inka (Sudamérica).
Heterogéneo es un
concepto que identifica un proceso compuesto de partes de diversa naturaleza
que concurren en un mismo instante a la conformación evolutiva. Cornejo Polar
(1981:12; 1978:7-21), construye el concepto de heterogeneidad para
desarrollar sus estudios sobre la complejidad del proceso de la literatura
peruana como «totalidad contradictoria», indicando que «se trata en síntesis,
de un proceso que tiene, por lo menos, un elemento que no coincide con la
filiación de los otros y crea, necesariamente una zona de ambigüedad y
conflicto». Extendiendo el concepto heterogeneidad-A estudio
del pensamiento reflexivo de diversa y distinta naturaleza a la tradición
griega, se comprende que cada civilización representa una zona de ambigüedad y
conflicto respecto al modelo legitimador universal, mostrando cada una de ellas
sus respectivas características y tópicos de reflexión.
Sobrevilla (1992:163), extendiendo las
consecuencias de la heterogeneidad en la búsqueda de filosofías fuera del
modelo legitimador griego nos conduce a interrogar por lo siguiente:
«El de
saber si se puede emplear la noción de filosofía para formas de pensamiento no-
occidentales. Este problema surge en las culturas heterogéneas o híbridas:
culturas que funcionan con dos o más códigos culturales: el o los códigos que
tenían originalmente las culturas no-occidentales y el código que adoptaron de
Occidente cuando se vieron expuestas al impacto del colonialismo europeo.»
Tal interrogación implica una
reestructuración de nuestros criterios sobre las consecuencias de la dominación
colonial en nuestra evolución reflexiva, de manera que las estructuras de la heterogeneidad no toquen
el develamiento de las «zonas de ambigüedad y conflicto» que muestran las
peculiaridades de las reflexiones vernáculas. Una aplicación restrictiva de heterogeneidad\mpX\aL una
privación de su uso extensivo tal como propuso Kant para determinar un concepto
«cósmico, mundano» de filosofía. Aquí es necesario distinguir una definición
básica: filosofía en sentido
estricto toma una definición de condición cultural originada de la tradición
griega, mientras que en sentido
lato se le refiere como
pensamiento reflexivo generado
en distintas tradiciones culturales.
Sobrevilla (1992:164), previniendo de no
caer en contradicción sobre este sentido «cósmico» de la filosofía aplicada a
las condiciones reflexivas en las culturas «precolombinas», se interroga:
«Lo
interesante e importante no es por supuesto preguntar si en el mundo
precolombino existió filosofía en el sentido amplio, sino en un sentido
estricto: si en él hay algo realmente semejante a la filosofía que comienza en
Grecia con los presocráticos, o sea que participe, aunque sea de un modo
aproximado, de sus rasgos.»
El argumento puede ser válido a
consecuencia de que se muestren los rasgos de aquella «filosofía en sentido
amplio» del murido «precolombino», lo cual Sobrevilla no niega que existan,
para luego estudiar las semejanzas y comparaciones con el «sentido estricto de
la filosofía».
Un intento de mostrarnos la presencia de
una «filosofía en sentido amplio» se encuentra en su disertación en las
Jornadas de Filosofía organizada por el Centro Bartolomé de las Casas (Qusqu,
1992)2. Toma como eje de su análisis sobre el pensamiento Inka el
texto de Miguel León-Portilla: La filosofía
Náhuatl estudiada en susfuentes (México, 1983), «a falta de
estudios sobre el pensamiento Inka». En su preámbulo (1992: 163) sostiene:
«En este
texto tratamos de indagar si en el mundo precolombino existió un pensamiento
filosófico o sólo un pensamiento mítico. En realidad esta interrogación cubre
únicamente un grupo de casos de un problema más vasto: el de saber si se puede emplear la
noción de filosofía para formas de pensamiento no-occidentales. Este problema
surge en las culturas heterogéneas o híbridas: culturas que jüncionan con dos o
más códigos culturales: el o los códigos que tenían originalmente las culturas
no-occidentales y el código que adoptaron de Occidente cuando se vieron
expuestas al impacto del colonialismo europeo. Debido a este
choque dichas culturas asumieron, entre otras cosas, la filosofía occidental.
¿Son las formas de pensamiento original también filosofía?» (Las cursivas son
nuestras).
Esta última interrogante propone
discernir sobre las cualidades del pensamiento no occidental, evaluadas y
sojuzgadas por parámetros y sistemas legitimadores desde el mismo pensamiento
occidental, y no estudiados en la referencia que puedan surgir desde sus
fuentes propias.
Sobrevilla se sirve del texto filosofía nahualt escrito
por Miguel León Portilla como fuente de reflexión para aplicar el argumento a parí para luego
arribar a conclusiones sobre su similar Inka: «no existe filosofía Nahualt»
—por tanto— «tampoco existe filosofía Inlca». La razón suficiente es que ambas
no pertenecen a la tradición filosófica griega, por tanto, es equivocado
sostener la existencia de alguna filosofía en cualesquiera de los dos casos.
El estudio de la reflexión de los
hamut'aq es lejana en sus presupuestos de la heterogeneidad a la que apela;
considera (1992:207) que una investigación sobre presencia de alguna filosofía
heterogénea en el Tawantinsuyu obedecería a motivaciones
subjetivas. Escribe:
«Una
dificultad artificial pero perceptible en los estudios sobre el pensamiento
inca en el Perú, es que parece constituir una cuestión de prestigio el que este
pensamiento posea una índole filosófica. En este sentido, no se lo investiga
desprejuiciadamente para tratar de establecer después si su carácter es mítico
o filosófico, sino que se juzga a priori que tiene que ser filosófico.»
La
objetividad del estudio de filosofías heterogéneas pasa a segundo plano, y
convierte lo accesorio en tópico central: una condición subjetiva de la
búsqueda del prestigio del pensamiento Inka como filosófico y no de la búsqueda
de sus fuentes de reflexión. La conclusión a priori a la que
llega (1996:13) es que «no existió un pensamiento filosófico en sentido
estricto, sino sólo una cosmovisión de carácter religioso y mítico».
Las
fuentes del pensamiento de los hamut'aq no se hallan reflejadas en el esquema
de estudio de Sobrevilla, las crónicas del siglo XVI son invalidadas a priori, aunque
ellas ya mostraran los perfiles de una reflexión «heterogénea» de acuerdo al
esquema de Cornejo Polar. Sobrevilla (1992:206) señala no existen fuentes
confiables que muestren evidencia de un pensamiento reflexivo Inka. Él sostiene
que:
«...el
mayor obstáculo sea que la cultura inca fue predominantemente oral, de modo que
las fuentes para estudiar su pensamiento son sobre todo las relaciones y
crónicas indígenas y españolas posteriores a la conquista. Contamos también con
obras de arte de un rico contenido simbólico, pero con respecto a las cuales el
margen de inseguridad para la interpretación es muy grande. No disponemos en cambio
de códices o manuscritos indígenas originales[1],
como sí sucede en el caso de las culturas prehispánicas de México.»
La
confiabilidad de las fuentes para concebir un pensamiento de los hamut'aq
implicaba un desarrollo de nuevas técnicas para su decodificación y traducción.
La eliminación intencional de buena parte de los sistemas comunicativos
autóctonos (khipu y tukapu) no destruyó totalmente las fuentes de la reflexión
de los hamut'aq, muchos khipu de contenido reflexivo quedaron intactos aún después
de la imposición colonial.
La
conclusión de rechazar alguna forma de condición heterogénea en el pensamiento
Inka ya había sido escrita con mucha anterioridad por nuestro pensador
huanuqueño. En un artículo[2]
de publicación colectiva (1978:36), propone las bases argumentativas de lo que
considera un tesis equivocada:
«...
es erróneo hablar de una filosofía prehispánica en el Perú. Obviamente, se
puede buscar equivalentes a ella en las antiguas culturas peruanas, pero en el
fondo se trata
de algo distinto —y por ello, difícilmente comparable—. En
verdad, no ha existido ni una
epistemología Mochica ni una metaphysica
generalis Inca. De allí que no nos refiramos a un presunto pensar
filosófico anterior a la conquista. Para esta exclusión existen además otras razones
que ya han sido ofrecidas por ej. por [Augusto] Salazar [Bondy].» (Las cursivas
son nuestras) Este argumento de que se trata de «algo distinto» no aclara las
características de un pensamiento reflexivo en el Tawantinsuyu. Si bien se
respalda en los argumentos que ya antes habían esbozado Wagner de Reyna y
Salazar Bondy sobre la inexistencia de «filosofía prehispánica», no sustenta
cuales serían las características y rasgos que hacen diferente el pensamiento
Inka. Sobrevilla (1999:59) sostiene que no debe aplicarse al «pensamiento
prehispánico» conceptos que no le corresponden, como el de «filosofía».
Sin
embargo, hemos de reconocer que sus reflexiones han marcado un derrotero para
quienes desarrollan investigación filosófica sobre el «pensamiento Inka».
Preguntado Sobrevilla (1999:58-59), si está aplicando impropiamente al
pensamiento «prehispánico» categorías occidentales, su respuesta resulta
esclarecedora para entender el sentido de las investigaciones sobre el
pensamiento en el Tawantinsuyu, él sostiene:
«...estoy
tratando de que no se aplique al pensamiento prehispánico conceptos que no le
corresponden, como el de filosofía, sino que, dentro de lo posible estoy
invitando a que se lo estudie desde sí mismo y que a partir de esta
investigación se desarrolle las categorías hermenéuticas que le son pertinentes
o adecuadas. Esta reflexión implicaba desde el inicio reconsiderar exclusiones
del mundo reflexivo Inka, hay diversos estudios en los últimos 30 años que han
avanzado considerablemente en campos como antropología, arqueología y
etnohistoria.»
Al
final deja pendiente distintas áreas de investigación sobre el pensamiento del
Tawantinsuyu, sugiere las siguientes: 1) que su estudio debe ser desarrollado
por conocedores del runasimi; 2) los investigadores tendrán sólida preparación
metodológica y hermenéutica; 3) poseer como base un estudio sistemático de
fuentes documentales sobre cronistas españoles e «indígenas»; 4) deben estar
actualizados respecto a los últimos estudios sobre interculturalidad. Es decir,
quedan premisas pendientes por confirmar para alcanzar alguna conclusión
definitiva. Esta invitación implica el reconocimiento que aún es temprano para
sugerir exclusiones y, por el contrario, urge la necesidad de contar con
estudios que permitan un mayor conocimiento del pensamiento generado por los
hamut'aq.
Marta
Luisa Rivara de Tuesta
Siguiendo
un criterio mucho más personal en sus estudios sobre el pensamiento Inka10
Rivara (1992:128) sostiene que:
«...no es
posible hablar ni sería propio hablar de filosofía en el imperio incaico, ya
que el término está referido a una forma de pensamiento del hombre occidental.
De lo que cabe hablar es de una estructura de pensamiento genuina y original.»
Esta
idea sigue criterios establecidos por anteriores filósofos peruanos para
introducirse en el estudio del pensamiento autóctono, plantea la condición de
su originalidad y de los conceptos propios que hay que crear para estudiarlos.
Considera
que antes del siglo XVI no pudo discurrir la reflexión filosófica sobre temas
propios de la tradición griega, aparte de la distancia geográfica, no hay
contacto cultural entre ambas culturas, por lo que cada una ha presentado sus
propios productos reflexivos. Propone que en el caso Inka, debe comprenderse
como una de las formas de pensamiento original.
Inserta
una categoría más universal para aplicarse a los productos de la reflexión
autóctona, como «pensamiento inca» en sustitución a «filosofía inca», tratando
de superar el problema de referencias del Inka Garcilaso y Waman Puma que
mencionan a los hamut'aq como los «filósofos del Inka».
Los
estudios posteriores de nuestra pensadora se orientan al estudio del
pensamiento Inka mediante el análisis de su ideología religiosa. Los
fundamentos sobre ideología Inka muestran tópicos referidos a principios de lo
existente, aunque aclara que no es su intención reconstruirlos o restaurarlos.
María
Luisa Rivara (1992:128), sostiene que al pensamiento Inka debe estudiársele
según la jerarquía: Dios (Wiracocha), mundo (Pacha) y hombre (Runa), tesis que
resulta desprenderse de una influencia religioso hispánica: la tripartición
desde la trinidad cristiana que trata de trasladarla como propia al pensamiento
de los hamut'aq, lo cual puede constatarse en la Doctrina
christianay catecismo de 1584. Su propuesta se inicia en el
estudio de las características del mito, siguiendo la poesía y culminando bajo
apreciaciones de carácter reflexivo.
Recurre
a fuentes sobre religiosidad Inka escritas por religiosos hispanos que
proporcionan elementos culturales autóctonos mezclados con las propias
convicciones cristianas, las que sirven para proponer una comprensión de un
supuesto «Dios Wiracocha» como «el supremo poder y mando de todas las cosas»,
tal como Polo de Ondegardo había sugerido. Brinda interpretación sobre las
versiones míticas sobre este supuesto «Dios andino» de acuerdo a las crónicas
de Cristóbal de Molina y Pedro Sarmiento de Gamboa como: El agua como elemento
primordial y su tránsito al elemento solar (fuego); La primera creación por
Wiracocha (En la oscuridad), y, Segunda creación de Wiracocha (La claridad).
Al
estudiar la poesía Inka indaga, en la composición de sus versos, todos los
significantes que puedan atribuírsele. Presenta las diferentes
conceptualizaciones de Wiraqucha entre ellos: a) como hacedor y creador; b)
como incomprensible Dios; c) movedor y causa de las demás causas; d) el
principio (¿iniciador?), y; e) como poder y mando de todo lo existente. La
interpretación sobre Wiraqucha como Dios de los Inkas había sido cuestionada
por Pierre Duviols y señalada como «invención de frailes». Tal deidad fue
introducida en los hatunrunaskuna para su
conversión al cristianismo, tergiversando lo original y auténtico que aún
subsistía en el Qusqu cuando recogieron sus informaciones.
AI
proponer una interpretación de pacha, acoge la
propuesta de la división tripartita del universo11 (hananpacha,
urinpacha, hinanpacha), se aproxima a la reconstrucción muy
parcial de una cosmovisión Inka y de un sistema de universo referida por Joan
Santa Cruz Pachakuti. Al tratar sobre el hombre (runa), se aproxima a
reconstruir la acción desde un enfoque moral, pues dicha acción se guía por
leyes morales que fueron superiores en sus formas de organización social y
familiar.
El
reto planteado por Rivara de Tuesta señala la necesidad de reconstruir la
estructura de pensamiento genuino y original entre los hamut'aq, tarea nada
fácil considerando los sesgos y manipulación que se presentan en muchas
crónicas.
Mario
Mejía Huamdn
Siguiendo
las reflexiones de Sobrevilla y Rivara de Tuesta, Mejía Huamán ha introducido
nuevos elementos sobre el debate del pensamiento Inka y sus formas de
reflexión. El autor ha reactualizado el Diccionario Quechua-Castellano
(2008) del religioso Jorge A. Lira publicado en 1944. Dicha actualización
recurre a criterios de modernización y refonetización, lo que implica adoptar
una tabla de correspondencias ortográficas y fonéticas que resultan aproximadas
respecto a Lexicones y Vocabularios del siglo XVI, dada la evolución del
runasimi y la inserción de grafemas después de 1533, los que configuran una
modificación del runasimi hablado en el Qusqu y la región yunga.
Mejía
se sitúa dentro del universalismo
asuntivo,
es reacio a aceptar la heterogeneidad filosófica (filosofía en sentido amplio),
se inclina a aplicar conceptos restrictivos respecto a las condiciones del
pensamiento reflexivo autóctono, considera que no existió alguna forma de
pensamiento filosófico entre los hamut'aq.
En
su artículo ¿Existió una
filosofía Inka.? (Actas del VI Congreso de Filosofía, 2001, pp.
351-362), realiza un análisis minucioso sobre los tópicos e ideas que
sustentaban la existencia de una filosofía Inka. Al evaluar las distintas posturas
favorables a reconocer alguna forma de pensamiento reflexivo, dada las
evidencias documentales de cronistas en el siglo XVI, en su respuesta
(2001:355) indica que:
«No es
correcto afirmar que existió filosofía inka, porque así lo dijeron Garcilaso,
Guarnan Poma, Luis E. Valcárcel; los mencionados sabios no fueron filósofos,
sino, historiadores y cronistas. Por otro lado, la existencia de conceptos de
carácter filosófico, en las culturas arcaicas, no necesariamente prueba que en
ellas se haya cultivado la filosofía. Las categorías son conceptos con los que
se hace reflexión filosófica, pero, de ninguna manera son la filosofía. La
filosofía es todo un discurso de la razón y no la aglutinación de categorías o
proposiciones sueltas. Como enseña Aristóteles, los conceptos y las palabras
sueltas no son proposiciones, menos juicios.»
Esta
oposición a reconocer valor a las fuentes documentales indica una postura de
rechazo porque «no hay nada a lo cual pueda llamarse específicamente Filosofía Inka», sólo es
aceptable denominarle «pensamiento prefilosófico» o «cosmovisión ancestral»,
dado que no se ajustan al requisito de «un saber crítico, racional, teorético y
trascendental» que exige la filosofía en sentido estricto. Sostiene que los
«amautas incas» no hicieron reflexión filosófica, no usaron la razón para
teoretizar, sino para hacer ciencia.
Posteriormente,
Mejía ha ido traduciendo los contextos de sus debates con pensadores que
sostienen alguna forma de reflexión entre los hamut'aq, para luego
tender aproximaciones menos restrictivas a lo que se considera reflexión en
términos generales. En Teqse. La
cosmovisión andina y las categorías quechua como fundamentos para una Filosofìa
Peruana y de América Andina (Lima, 1999) y Hacia unafibsofía
andina
(Lima, 2005), indaga tópicos reflexivos en muchos casos considerados de
naturaleza filosófica-, en el
segundo texto inserta la idea de interculturalidad como patrón comparativo
entre la cultura occidental y la andina. Así, notamos que dos conceptos muy
distintos se alternan en sus textos: Inka y andino. El primero señala una
condición cultural surgida en el Tawantinsuyu que se prolonga de forma paralela
durante el dominio colonial como expresión de vivencia cultural; mientras que
lo andino resulta una consecuencia del dominio colonial y es la forma actual en
la que se manifiestan patrones culturales tanto ancestrales como modernos, en
la que se hallan incluidos elementos impropios de la cultura autóctona. No se
puede comprender lo andino si no se comprenden sus raíces desde el Tawantinsuyu
o de sus naciones confederadas.
Mejía
considera que, en sentido estricto, la filosofía andina «está en proceso de
elaboración»; dicha filosofía constituiría en el futuro su ápxv (arché)
teórico. Aunque no disiente del eurocentrismo filosófico, tan común en
estudiosos del proceso andino, su discurso rescata los valores y pensamiento
con distinto valor filosófico. Este ejercicio comparativo de conceptos
reflexivos entre el griego y runasimi encaminó sus estudios sobre el
pensamiento de los hamut'aq, desde
fuentes manuscritas del siglo XVI, al compararlo con el proceso de inicio de la
filosofía. Determinó conceptos que guardan similitud: kay (ser,
haber); kashay
(existencia); yachay (saber,
saber de vida); Reqsiy, (conocer
teórico); Rikhuy (conocer
por contemplación); Cheqaq y Sullul (verdad),
entre otros conceptos de naturaleza filosófica.
Sostiene
que en la concepción andina del mundo, no existe el concepto de bien y de mal
sino del bien y no bien, que el «hombre andino» tiene una visión estética del
mundo, que el papel del trabajo y la convivencia han jugado un rol decisivo en
la humanización del «hombre andino».
El
afán de estructurar un pensamiento propio en los Andes peruanos lo ha llevado
al estudio crítico de fuentes primarias, bajo la necesidad de establecer las
condiciones de lo propio de nuestra cultura. Sostiene (2000:649) que, «cuando
estemos en condiciones de separar lo propio de lo extraño y lo auténtico de lo
inautèntico de nuestro discurso racional» podremos establecer un discurso
auténtico. Tarea difícil, pero no imposible, debido a la profusión de estudios
interdisciplinarios sobre el pensamiento Inka.
Existen
publicaciones conocidas como enfoques interculturales de la filosofía andina,
las cuales abordan el problema de la existencia de una filosofia autóctona,
trasladando tópicos reflexivos del pasado a la actualidad; es decir, no
necesariamente se abocan al estudio de sus orígenes en el Tawantinsuyu. Las
metodologías a las cuales se han recurrido son distintas y contrapuestas, pero
todas toman como referencia la matriz histórica Inka, sin definir lo esencial
de sus rasgos y características, dentro de la peculiaridad histórica en que se
ha desarrollado dicho pensamiento.
Para Mejía, la búsqueda de un discurso
auténtico implica una consideración de posibilidad la que debe imponerse en el
pensamiento peruano. Cito sus palabras (2001:362): «...debemos contribuir
creativamente al desarrollo de una Filosofía Universal, haciendo una reflexión
desde nuestra pacha, (espacio, tiempo y naturalezas andinas) a través de las
categorías del Runasimi que es nuestro idioma y refleja nuestra identidad y
autenticidad andinas.»
Tarea
nada fácil, si se trata de encontrar lo original que había surgido en
elTawantinsuyu, y que al reconstruirlos aún lo hacemos con herramientas
conceptuales muy impropias de la reflexión creada por los hamut'aq.
Dos
artículos suscritos por Pablo Quintanilla[3]
ponen de relieve el resumen evolutivo de la pregunta inicial planteada desde la
postura universalista asuntiva. Se pregunta; ¿hubo filosofía prehispánica? ¿Hay
filosofía peruana? Las respuestas resumen dos propuestas que han evolucionado a
largo de este debate: «cada pueblo tiene su peculiar cosmovisión, [por lo tanto]
deben tener su propia filosofía»; esta propuesta nos conduce a una
«explicitación conceptual de esa cosmovisión, lo que generaría una diversidad
de filosofías análoga a la diversidad de cosmovisiones». Quintanilla concibe
que el objetivo de la filosofía no es explicitar cosmovisiones sino «contestar
preguntas eternas». Considera que «aunque los problemas filosóficos se
constituyen culturalmente, inevitablemente tienen pretensiones de
universalidad». En la pretensión de universalidad se generan los conflictos de
interpretación sobre lo peculiar que resultan los modos del pensar y
reflexionar propios, respecto al pensamiento filosófico surgido en Grecia.
En
la respuesta a la interrogante sobre posibilidad de filosofía en sentido
estricto fuera de los orígenes occidentales, los primeros filósofos griegos
también partían de cosmovisiones, sólo que desde su admiración sobre el cosmos
se erigió un saber que se apartaba de argumentos teológicos. Critica que
sostener si existió «filosofía» en elTawantinsuyu sería caer en el
«eurocentrismo soterrado». Sin embargo, tal crítica esquiva la posibilidad que
puedan encontrarse «puntos de comparación» y establecer similitudes
reflexivas
a pesar de la distancia cultural entre dos universos reflexivos distintos que
funcionaron entre hamut'aq e
hispanos.
Quintanilla
sostiene (2004:53), que es necesario realizar una distinción entre lo que
resulta filosofía como origen:
«El
concepto de filosofía es occidental y quizá la pregunta misma está viciada, ya
que ella podría estar juzgando con criterios inapropiados fenómenos culturales
complejos y elaborados que no siempre son asimilables mediante las categorías
occidentales.» Esta idea pone de manifiesto que no se pueden generalizar
determinadas condiciones de evolución cultural bajo los mismos patrones
culturales, hay un conjunto de peculiaridades al cual hay que poner atención
para distinguir lo que se aproxima comparativamente a la filosofía, con lo que
no es propiamente filosofía. Estos criterios permiten comprender otra forma
distinta de reflexión que no es propiamente filosofía en sentido estricto. Este
conjunto de características de ejercer pensamiento filosófico implica atender
el modelo de su surgimiento en la democracia esclavista, sus tópicos de
crítica, indicando (2004:53) que «aquellas sociedades que han tenido una
práctica social de cuestionamiento y crítica radical, con características
meta-conceptuales, cabe decir apropiadamente que hubo filosofía».
Cuando
este esquema se aplica a sociedades no-occidentales surgen argumentos para
diferenciar, distinguir filosofía y cosmovisión. Sostiene (2004:52) que:
Los
pueblos indígenas prehispánicos tuvieron, naturalmente, complejas
cosmovisiones. Lo que es más discutible es si tuvieron un concepto de
"filosofía" y una actividad que pudiera ser llamada de esa manera. La
mayor parte de los autores piensa que, en sentido estricto, no hubo filosofía
en el mundo andino anterior a la llegada de los europeos o que, si la hubo, no
nos ha quedado rastros de ella, de manera que no podemos afirmar que la
hubiera. Esta afirmación plantea un contexto ambiguo al referir un ejercicio de
sentido estricto de filosofía. Se pueden argumentar distintos criterios, pero
dos son contundentes: 1) la distancia geográfica que evitó algún contacto entre
ambas generando intercambio de saberes, y; 2) la evidente distancia cultural
que hubo entre cada una de ellas. Esta condición de distanciamiento implica que
es imposible buscar alguna forma conceptual de filosofía tal como fue ejercida
en Grecia. Los tiempos y sistemas de saber son distintos, por lo que no es
posible aplicar sistemas de igualdad para ambos casos, lo que si puede
realizarse es buscar similitudes, a partir de las grandes preguntas que se han
planteado en cada civilización, posibilitando la reconstrucción de algunos
rastros peculiares de reflexión que puedan descubrirse. Aunque Quintanilla no
específica cuales serían aquellos rastros y quienes serían aquellos pensadores
que cumplían alguna función similar a los «filósofos».
Al
señalar que existen «sentidos relevantes» que deben discriminarse para
aplicarlo en el estudio de lo que es propiamente original antes de la invasión
hispánica. Se pregunta (2006a:4), cuáles son esos sentidos relevantes en cada
dirección:
«...nuestros
antepasados precolombinos tenían sutiles cosmovisiones que incorporaban temas
que hoy llamaríamos religiosos, científicos y también filosóficos. Es sumamente
probable que hubiera individuos que se plantearon cuestiones que ahora
denominaríamos éticas o epistemológicas, y seguramente también se plantearon
problemas existenciales. En ese sentido, casi con certeza los pueblos
precolombinos formularon preguntas que actualmente llamamos filosóficas y
esbozaron respuestas para ellas.»
El
asunto exige determinar las cosmovisiones que integraban distintas secuencias
que aglutinan un conjunto de características que en el pensamiento occidental,
y establecer los sujetos pensantes que los ejercían.
El
debate de las condiciones del surgimiento de la filosofía en el Perú le lleva a
una afirmación de convicción que lo aproxima al autoctonismo afirmativo.
Quintanilla (2006b:3), señala una conclusión inesperada:
«No negué la
existencia de filosofía en el Perú prehispánico, sino distinguí dos sentidos de
"filosofía". En un sentido amplio, que involucra respuestas a
preguntas que hoy llamamos éticas o epistemológicas, entre otras, ciertamente
hubo un pensamiento filosófico prehispánico, como lo hay en cualquier otra
sociedad.»
Esta
afirmación abre nuevos contextos en su propuesta: No debatimos si existió o no filosofía
en Perú antes de la invasión hispánica, el debate se desplaza al sentido amplío
_____________
Notas
(1)
Aunque tal "benevolencia" jamás existió, hubo activa resistencia al
dominio colonial desde 1536 con Manqu Inka, la resistencia de los Inka del
Willkapampa se mantuvo hasta 1571, con la captura y asesinato del Inka Tupa
Amaru en el Qusqu. La resistencia cultural fue el motivo de las campañas contra
la idolatría para destruir las costumbres y logros culturales autóctonos.
Durante la dominación colonial hispana hubieron levantamientos cuyo programa
central proclamó la reinstauración del Tawantinsuyu.
(2) Véase ¿Pensamiento filosófico o pensamiento
mítico precolombino? (1992:161-209), versión ampliada en Repensando la
tradición de nuestra América (1999:19-71).
[1]
Aún falta investigar sobre los códices textiles en el Tawantinsuyu. Sobre el
caso de la oralidad en la literatura Inka véase los argumentos de Edmundo
Bendezú (2003: XXI-XXVII) y Tom Zuidema (1989:491-493).
(3) Aunque la denominada «concepción
tripartita del espacio andino» es una interpretación muy discutible entre los
cronistas religiosos hispanos, quienes transponen la triada: Dios-espíritu
santo-hijo, modificando intencionalmente la información que recibieron de los
khipukamayuq. El modelo espacial inka es cuatripartito, y contiene a su vez una
división dual entre hanan y urin.
(4) Sobrevilla, David (1978). «1880-1980:
100 años de filosofía en el Perú». En: Podestá, Bruno ed. Cien
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