Algunos Problemas en la Lucha Contra el Psicoanálisis
(Segunda y Última Parte)
Joseph C. Clayton
DOS
FACTORES ADICIONALES intervienen en las "curas" psicoanalíticas.
Primero, que el tratamiento psicoanalítico tiende a
eximir al individuo de responsabilidad por sus acciones. Por ejemplo,
si la conducta de supremacía masculina de un paciente hacia su esposa es
explicada como expresión de un instinto de agresión innato, determinado
biológicamente, o como un "desplazamiento" de hostilidad inconsciente
hacia su madre que lo trató mal cuando niño, entonces el paciente no puede ser
criticado por tal conducta, que su mente consciente, racional, no puede
controlar. En segundo lugar, si el paciente acepta el contenido reaccionario de
la teoría de Freud, esto lo llevará hacia la solución de conflictos y problemas
en un sentido morboso, corrompido. Por ejemplo, el freudismo rotula la
rebelión de la mujer contra la supremacía masculina como "envidia" y
exige que ella renuncie a esta lucha y "acepte su papel de mujer"
mediante la sumisión y la subordinación a los hombres. Al resentimiento contra
un jefe se le denomina "transferencia de hostilidad inconsciente a la
figura del padre" y se propone eliminar esto
mediante la sumisión al jefe. Liberar al paciente de responsabilidad por su
conducta y alterarla de tal modo que sus conflictos reales se suavicen
mediante la sumisión puede llevar muy bien a un alivio de la tensión subjetiva
y a una "curación". Pero el contenido de la "curación" es
el abandono de la lucha, la aceptación de lo existente, la corrupción de los
objetivos y valores sanos.
Así pues, el asunto fundamental no es si un individuo, puede ser o no
aliviado de ciertos síntomas por el psicoanálisis. (Algunos psicoanalistas
admiten francamente en periódicos profesionales que sus "curaciones"
no son ni aproximadamente tan numerosas o permanentes como se proclama en
público). El asunto fundamental es más bien el precio destructivo y de largo
alcance que paga quien cede a la ideología freudiana con el fin de ser
"curado".
Las numerosas críticas del freudismo, no sólo en círculos marxistas sino
también de parte de sectores profesionales burgueses, han producido muchos
intentos de eliminar sus aspectos teóricos más groseramente reaccionarios y de
modificar ciertas prácticas terapéuticas del psicoanálisis. Varias
"escuelas" de psicoanálisis han surgido, especialmente en este
país, con diferentes rótulos, tales como "neo-freudianos",
"no-freudianos" y "culturalistas". Muchas personas
liberales y progresistas se muestran impresionadas con lo mucho que
uno u otro de estos grupos se desvía de Freud, con lo que hablan respecto
a las fuerzas culturales y sociales y con su aparente rechazo de la
teoría de los instintos de Freud. Aplauden estas desviaciones y las
señalan como evidencia de que el psicoanálisis puede desarrollarse y se
desarrollará en fin sentido materialista, científico. Pero para que ocurriera
tal cosa, el psicoanálisis tendría que abandonar su orientación subjetivista,
y entonces dejaría de ser psicoanálisis.
Ninguna de las más nuevas escuelas de psicoanálisis que han surgido como
resultado de desacuerdos con la escuela freudiana clásica muestra ruptura
alguna con el subjetivismo del psicoanálisis. Por el contrario, todas lo
mantienen, en una u otra variante. Horney, que atacó a Freud por ignorar los
factores culturales, trata las fuerzas sociales en los términos más abstractos
y mecánicos. El capitalismo es para Horney una "sociedad de
competidores" sin clases, en la que todos, sean capitalistas o
trabajadores, están supuestamente infectados de "competivismo" de la
misma manera. Las fuerzas básicas que determinan las alteraciones mentales siguen
siendo para él, como para Freud, subjetivas. En vez de la "libido" y
los instintos reprimidos de Freud, Horney tiene su "ansiedad
básica", "imagen idealizada inconsciente" y "conflictos
internos". El cambio en la personalidad no se produce para Horney por
ningún proceso de práctica social alterada que hace cambiar la conciencia, sino
por un proceso subjetivo y aun místico de "autocomprensión".
Sullivan ha formado un amplio grupo de discípulos en nuestro país con su
teoría de las relaciones interpersonales, la cual es presentada como un
substituto "orientado culturalmente" de la teoría de la "libido"
de Freud. La mente humana es moldeada, según Sullivan, no por los instintos
sino por la interacción del individuo con otras personas, en primer término y
principalmente con sus padres en la niñez. "Casi todo lo que una persona
hace con otra es en grado notable función de su experiencia pasada con la gente
y de la cronología particular de esa experiencia".3 Pero para
Sullivan, las personas influyen las unos sobre las otras a través de sus ideas,
actitudes y sentimientos que están relacionados, de algún modo vago y abstracto
con su "cultura", lo cual no tiene nada que ver con la posición de
clase, la actividad productiva o las ideas concretas de una clase, tales como
la idea de la supremacía masculina o la discriminación racial. En esencia,
esta teoría afirma que la conciencia se forma por el impacto en el individuo de
fuerzas subjetivas que están en el interior de ciertos otros individuos.
(Freud dice que se forma por fuerzas dentro de él mismo). En otras palabras,
el subjetivismo de Sullivan requiere dos o más personas para realizarse; el de
Freud, sólo una.
El proclamado interés de Sullivan en las fuerzas sociales, que atrae a
muchos liberales, es realmente sólo una fachada tras la cual se oculta una
actitud completamente subjetiva ante la mente humana y la sociedad. Como
ejemplo, allí está la contribución de Sullivan a un estudio colectivo de la
UNESCO realizado en 1947: "Las tensiones que causan las guerras".
Todo el artículo está dedicado a las tensiones que surgen de "relaciones
interpersonales trastornadas", como si el fascismo, el imperialismo y las
crisis económicas no tuvieran nada que ver con el tema. A las convicciones y
creencias políticas intensas él las cataloga como "efectiva protección
contra la gran ansiedad".4 La cuestión de si esas creencias
reflejan con precisión una realidad objetiva, externa, es demasiado carente de
importancia para la estructura idealista subjetiva de la teoría de Sullivan;
tal cuestión ni siquiera es planteada.
Las implicaciones reaccionarias de la escuela interpersonal quedan
expuestas más plenamente en la obra de Erich Fromm, quien es considerado en
este grupo un "experto sociológico". Fromm ha desarrollado una teoría
destinada a explicar la extensión de los trastornos mentales que termina
virtualmente en una apología del feudalismo y del fascismo. Según Fromm todos
los hombres se sentían "seguros" y 'relacionados" entre sí en la
sociedad feudal, con su estructura rígida, estática. El capitalismo, en su
etapa revolucionaria progresiva destruyó el feudalismo y, con él, destruyó
este lugar seguro, inmutable del individuo en la sociedad. Ahora el hombre era
libre, pero estaba solo y aislado, y comenzó a sufrir "angustia e
inseguridad". Como resultado, el hombre moderno está dispuesto ahora a
abandonar esta libertad sometiéndose a un régimen autoritario, fascista, que le
devolverá la "seguridad" que tenía en la Edad Media.5 De
este modo, el capitalismo monopolista, decadente, es limpiamente liberado de
culpa y ésta recae ahora en el capitalismo ascendente del pasado y en un mítico
hombre del presente que no sabe cómo usar la "libertad". No es
sorprendente que Fromm elogie a Nietzsche como líder del "pensamiento liberal
progresivo del siglo XIX".6
Finalmente está Kardiner que se empeña, a su manera, en hacer el freudismo
más aceptable para los liberales. También él afirma que relaciona la mente
humana con el ambiente social y exhibe sus propios "estudios" de la
psicología de diferentes grupos socio-económicos como evidencia de su eminencia
científica en este terreno. Pero, en realidad, su trabajo constituye la más
descarada defensa del colonialismo, del racismo y del chovinismo bajo la
máscara de la "objetividad científica" psicoanalítica. Su libro
"La marca de la opresión" (escrito en colaboración con Lionel Ovesey),
que él presenta como un estudio humanitario de los efectos psicológicos de la
opresión de los negros, está saturado de las afirmaciones estereotipadas,
falsas y anticientíficas de los racistas acerca de los negros.
En otro de sus libros Kardiner hace un presuntuoso "análisis" de
los habitantes de Alor, una pequeña isla de las Indias Occidentales
Holandesas. Descubre que "la personalidad básica en Alor es angustiada,
llena de sospecha, insincera, desconfiada, sin interés en el mundo exterior...
No pueden construir, sistematizar, planear o prever; tienen escasa habilidad o
interés por la mecánica; su desarrollo estético es deficiente; abandonan
fácilmente las empresas que acometen; y se dejan morir sin lucha". Después
de 'tal descripción, ¿quién podría negar que los holandeses deben continuar
gobernando y explotando a tales gentes que obviamente no pueden cuidar de sí
mismas? ¿Y a qué causa atribuye Kardiner la miseria de este pueblo colonial
aplastado por la dominación imperialista? ¡La "negligencia maternal"
respecto a los niños!7 No es de extrañar que Kardiner haya llegado
a ser tan popular en círculos antropológicos burgueses.
Es significativo el hecho de que los neo-freudianos, a pesar de todas sus
bravatas de que combaten a Freud en una u otra forma, son fieles a las técnicas
freudianas en la práctica psicoanalítica. Todos recurren a la "asociación
libre", consideran el análisis de la "transferencia" un factor
básico, examinan los sueños desde un ángulo subjetivo y hacen tenderse a sus
pacientes en la clásica camilla. Concuerdan también con los freudianos más
connotados en que las teorías del desarrollo psicológico humano pueden ser
formuladas sin prestar ninguna atención a la fisiología de la corteza
cerebral. Punto por punto, se mantienen plenamente de acuerdo con el
subjetivismo reaccionario y anticientífico de la teoría y la práctica
freudianas.
* * *
Afortunadamente, existe una base objetiva científica para el estudio de la conciencia humana en la obra fundamental de Pavlov sobre el funcionamiento de la corteza cerebral. Pavlov descubrió las leyes objetivas del funcionamiento de la corteza en función de las leyes de la formación y extinción de reflejos condicionados. El reflejo condicionado se forma sólo sobre la base de la reacción de la corteza cerebral a un estímulo proveniente del exterior, es decir, del mundo que rodea al individuo. Una vez formado, el reflejo condicionado es la expresión de la influencia de las experiencias vitales pasadas del individuo en su cerebro y, a través de su cerebro, en todo su cuerpo. Las leyes del proceso de condicionamiento unen así dialécticamente las dos fuerzas objetivas que participan en la conciencia humana: el mundo exterior real y la fisiología de los centros cerebrales superiores.
La ciencia pavloviana ofrece una base materialista para el estudio de los
transtornos mentales y su tratamiento. ¿En qué difiere un enfoque pavloviano
del psicoanalítico?
En primer término, un pavloviano buscará los determinantes primarios de la
vida subjetiva del individuo fuera de él mismo, en sus condiciones de vida, y
especialmente en su posición de clase y en su actividad productiva. Sus
actitudes e ideas serán analizadas como reflejos de la lucha de clases y no
como reflejos de fuerzas subjetivas interiores. Así, el intento de un hombre de
dominar a su esposa no ha de ser visto como resultado de "un impulso de
dominación", ni como "compensación de sentimientos de inferioridad",
sino como el reflejo de una forma específica de la relación patrón-trabajador
bajo el capitalismo. El problema de una mujer que tiene dificultades para
desenvolverse independientemente no será entonces atribuido a
"pasividad" o a "necesidad de dependencia" sino a
problemas reales que se reflejan así en su mente. En general, la actitud
pavloviana implica primero y principalmente delinear la situación objetiva que
rodea al individuo cuyo reflejo es su reacción subjetiva. Entonces y sólo
entonces pueden analizarse y comprenderse las distorsiones que se
producen en este reflejo.
En segundo lugar, la ciencia pavloviana implica una comprensión diferente
de cómo las experiencias pasadas del individuo influyen el actual
funcionamiento de su mente. Los psicoanalistas encaran subjetivamente esta
cuestión. Parten del supuesto de que estas experiencias son almacenadas de
algún modo indefinido e "inconsciente" en el cerebro en forma de
ideas y sentimientos, y que estas ideas y actitudes "inconscientes"
permanecen ocultas y determinan las reacciones actuales del individuo. El
mecanismo a través del cual las ideas "inconscientes" se forman e
influyen en los procesos del individuo es formulado por los psicoanalistas de
un modo puramente subjetivo: las ideas que son desagradables son
"reprimidas"; los "deseos inconscientes" se expresan —con
el fin de "engañar" a la conciencia— a través de la
"sublimación" o de "formaciones reactivas", etc. No es
extraño que sea imposible probar científicamente la existencia de ninguno de
tales procesos, dado que carecen de toda base en fenómenos objetivos.
La actitud pavloviana respecto a la cuestión de la influencia de las
experiencias pasadas, por otra parte, es una actitud objetiva, materialista.
Establece que las experiencias del individuo producen nuevos reflejos
condicionados o modificaciones de los ya existentes. Las experiencias pasadas
se imprimen en el cerebro por este proceso material y no en la forma de
hipotéticas ideas y emociones "inconscientes". Los reflejos
condicionados que persisten lo hacen no solamente debido a las experiencias
pasadas que los iniciaron sino porque continúan siendo reforzados por factores
del mundo que rodea al individuo en el presente.
Las nuevas experiencias, al llegar a la corteza cerebral, se relacionan con
estos reflejos ya existentes y la naturaleza de la intensidad de la nueva
experiencia está determinada por esta relación. Este concepto no es
hipotético; ha sido probado por los hombres de ciencia soviéticos en
experiencias realizadas con seres humanos. En estos experimentos, la
interpretación consciente realizada por la persona, de un estímulo exterior,
podía ser modificada radicalmente relacionando el estímulo con sistemas
diferentes de reflejos condicionados. Así pues, no hay necesidad de invocar
conceptos idealistas, seudocientíficos, como "represión",
"sublimación", etc. Para comprender las experiencias pasadas
influyen la conciencia actual del individuo y su funcionamiento. Las leyes objetivas
de los reflejos condicionados, descubiertas a través de un trabajo penoso por
Pavlov y sus discípulos, y revalidadas científicamente una y otra vez,
proporcionan una apropiada base materialista para la investigación de la mente
humana.
En tercer lugar, estableciendo para la ciencia una base materialista, se
enfrentaría la psicoterapia de un modo diferente. Para los psicoanalistas, la
psicoterapia envuelve un proceso puramente subjetivo, que se desarrolla en una
u otra dirección, ya sea "el Inconsciente que se hace consciente", o
las "necesidades internas" llevadas a la conciencia, o la magia de
una "relación interpersonal" con el terapista. Para un pavloviano se
plantea el problema en términos de enseñar y desenseñar al paciente,
es decir, de crearle nuevos reflejos condicionados y de modificar o cambiar
sus viejos reflejos. Puesto que los reflejos condicionados se forman y se
modifican bajo la influencia de las experiencias del individuo en el mundo
real, el tratamiento habrá de orientarse en el sentido de modificar y cambiar
su conducta en el mundo exterior. Al tratar a una persona mentalmente
trastornada, el análisis de su estado subjetivo es vital para saber qué
reflejos condicionados deben ser cambiados o modificados. Pero saber cómo
influir en la forma más efectiva posible los reflejos condicionados requerirá
un conocimiento de cómo actúan las leyes de formación, modificación y
extinción de los reflejos condicionados en la persona que tiene un tipo determinado
de enfermedad mental u otro. En la medida que se trabaje en este sentido, la
psicoterapia se desarrollará finalmente sobre una base sana, científica.
* * *
Al
agudizarse la crisis general del capitalismo, todas las formas del pensamiento
burgués se apartan más y más de toda consideración del mundo objetivo, real y
adquieren todas las formas del subjetivismo, la irracionalidad y el
obscurantismo. La ideología del freudismo se hace, por esto, más y más
atractiva en diversos círculos culturales e intelectuales burgueses. El
movimiento obrero debe combatir la corrupción de esta ideología reaccionaria
mediante una ofensiva sin cuartel contra ella. En esta ofensiva, la ciencia
pavloviana debe desempeñar un papel vital, puesto que proporciona una base
verdaderamente científica y materialista para la psicología y la psicoterapia,
lo que permite dejar en evidencia el carácter completamente anticientífico y reaccionario
del freudismo y del psicoanálisis.
__________
(3)
H. S. Sullivan, "Tensions Interpersonal e Internacional — A Psychiatrist's
View" en "Las tensiones que causan las guerras", Prensa de
la Universidad de Illinois, 1950, p: 93.
(4)
H. S. Sullivan, obra citada, p. 133.
(5)
E. Fromm, "Escape from
freedom" (N. Y., 1951).
(6)
E. Fromm, "Man for
himself" (N. Y., 1947), p.212. 7 A. Kardiner, "The Psychological Frontiers of Society"
(N. Y).
(7) A. Kardiner, “The Psychological Frontiers of
Society” (N.Y., 1945), p.70.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.