Apropiaciones de Tierras en el Siglo XXI.*
Acumulación por Desposesión Agraria.
La
desposesión económica: los acuerdos de libre comercio neoliberales
Fred Magdoff
COMO PARTE DE LAS PRESIONES DEL
CAPITAL para abrir las naciones del Sur a una explotación más sencilla, se
impuso unas condiciones onerosas a los granjeros de los países que, bien
firmaron voluntariamente acuerdos de libre comercio (como México y el NAFTA, el
acuerdo norteamericano de libre comercio), o bien se vieron forzados a aceptar
las «medidas de ajuste estructural» del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial (como Jamaica y Haití).
Esos acuerdos
redujeron los aranceles a la importación de alimentos. El resultado fue que
millones de productores de maíz mexicanos de pequeña escala, la casi completa
totalidad de los productores agrícolas jamaicanos y la mayoría de los arroceros
jamaicanos no pudieron competir con los precios inferiores de los alimentos
importados y abandonaron la agricultura. El documental de 2001 Life and Debt [Vida y deuda] describe la
destrucción casi total de la agricultura jamaicana.13
En 1994, Bill
Clinton obligó a Haití a aceptar el programa de ajustes estructurales del FMI y
el Banco Mundial a cambio de permitir el regreso de Jean-Bertrand Aristide a la
presidencia. En 2010, Clinton, en ese momento representante especial de
Naciones Unidas en Haití para la ayuda a la recuperación del terremoto, se
confesó arrepentido. Ante el comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo:
«tal vez haya sido bueno para algunos granjeros de Arkansas, pero no ha
funcionado. Fue un error… Tendré que vivir el resto de mis días con las
consecuencias de la pérdida de la capacidad de producir una cosecha de arroz en
Haití que sea capaz de alimentar a su gente, a causa de lo que yo hice. Nadie
más lo hizo».14
El New York Times publicó recientemente un
reportaje sobre los problemas que experimentan Jamaica, Haití y otros países
caribeños debido a los elevados costes de importar tantos alimentos. «De 1991 a
2001, las importaciones totales de alimentos y bebidas de Jamaica se
multiplicaron por dos veces y media, hasta los 503 millones de dólares, para
después volverse a doblar. Gran parte de ese crecimiento inicial coincidió con
la existencia de excedentes mundiales y el cambio de los gustos […] Muchos de
los 200.000 agricultores del país redujeron la producción en las décadas de
1990 y 2000 porque les resultaba difícil competir».15 El reportaje
describe algunas de las medidas que Jamaica y Haití están tomando para
recuperar la producción agrícola. Aun así, no menciona en absoluto cuál fue la
causa de la catástrofe.
Las
apropiaciones de tierras del siglo XXI: la acumulación por desposesión rural
Una suma de tendencias ha contribuido
a la oleada de apropiaciones de tierras de este siglo XXI. Entre ellas:
1. Los nuevos acuerdos internacionales de libre
comercio, favorables al capital globalizado (OMC, NAFTA, etc.).
2. La apertura del Sur global a la inversión directa
extranjera.16
3. El desarrollo de la financiarización global y la
especulación con base en los países ricos.
4. El aumento de los precios de los alimentos derivado
de la disminución de la producción en las regiones afectadas por sequías e
inundaciones, que perjudica especialmente a los países que han de importar
grandes cantidades de alimentos; la crisis alimentaria mundial de 2008 y sus
secuelas fueron un buen susto para los países importadores de alimentos.
5. En deseo en los Estados Unidos y en Europa de
biocombustibles «ecológicos» como sustituto de los combustibles líquidos
convencionales, que estimula el mercado del maíz (para fabricar etanol), de la
soja y del aceite de palma (para producir biodiesel).
6. El agotamiento de las reservas de agua subterránea
en los acuíferos de importantes regiones agrícolas, debido a que se extrae más
agua de la que las lluvias pueden reponer.
Todas estas tendencias, junto a la
inseguridad de la propiedad de la tierra de los campesinos y la corrupción
generalizada en muchos países, han dado lugar a rápidos y grandes movimientos
de capital extranjero para controlar enormes zonas de tierras —sobre todo en
África, el Sudeste Asiático y Latinoamérica—, bien mediante la compra directa o
mediante arrendamientos a largo plazo, con la expulsión de los agricultores de
la tierra. Además, en algunos países, como Colombia y Brasil, el capital
nacional se ha invertido intensamente en la compra de tierras y el desarrollo
de empresas agrícolas de gran escala.
Lo que ha sucedido
en la última década, sobre todo tras la crisis alimentaria mundial de 2008, es
claramente distinto en muchos aspectos de otros procesos anteriores de
desposesión. Está avanzando más rápidamente y en muchos países a la vez, sobre
todo en el Sur. Ahora hay fondos soberanos como los de Arabia Saudita, los
Emiratos Árabes Unidos y China, que carecen de tierras suficientes y de fuentes
fiables de agua como para producir bastante comida para alimentar a sus
poblaciones y no quieren depender del funcionamiento del «mercado libre» para
abastecerse de importaciones alimentarias. Los elevados precios de 2008 dejaron
muy claro que, en el futuro, bien podría haber problemas para obtener la comida
necesaria en los mercados mundiales. Además, los inversores de capital, sobre
todo europeos y estadounidenses, creen que se pueden obtener ganancias
invirtiendo en la producción de alimentos o biocombustibles, o participando en
otros tipos de empresas agrícolas para el mercado mundial. Otro tema de menor
importancia es el hecho de que algunos individuos ricos y ciertas organizaciones
conservacionistas del Norte han comprado grandes extensiones de tierras en el
Sur para «preservarlas», pero, en el proceso, las poblaciones locales han
perdido, o han visto muy reducidos, sus derechos de uso sobre las tierras.
Una empresa de investigación
e inversión con sede en Gran Bretaña que elabora informes por encargo de los
clientes, Hardman & Co., ha explicado por qué la tierra y los productos
agrícolas son inversiones interesantes:
Se lo llama la nueva apropiación de tierras, la fiebre
del oro agrícola. Es una historia bien conocida, un mini tsunami de dinero caliente que busca un tipo de activos que de
repente se ha puesto de moda […] [L]o que hace que los gestores de fondos de
alto riesgo [o hedge funds] o fondos
de inversión privada [o private equity
funds] se lancen a invertir en agricultura es […] el reciente
descubrimiento de una jugada con la que aún se puede obtener valor. Sin
embargo, creemos que esta tendencia tiene un impulso mucho más sólido; no es
solo una historia más de inversiones; el redescubrimiento de los activos
agrícolas pone de manifiesto los problemas muy reales que afectan a la
humanidad con respecto a la seguridad alimentaria en una época de rápido
aumento de la población, riqueza creciente, urbanización y cambio climático […]
Los terrenos agrícolas en sí mismos no están resultando una clase de inversión
muy sólida, pero creemos que cada vez más la atención de los inversores se
centrará en los conocimientos esenciales en términos de ciencia, equipos y
formas de gestión capaces de hacer que los activos de suelo produzcan aquello
de lo que la humanidad no puede prescindir: los alimentos.17
En todo el campo
prolifera la especulación financiada por la riqueza globalmente móvil de la era
de la financiarización. Michael Burry, influyente gestor de fondos de alto
riesgo [hedge funds] y personaje
retratado en la obra de Michael Lewis The
Big Short: Inside the Doomsday Machine [traducida al español como La gran apuesta], afirma que «el suelo
productivo agrícola con agua en el mismo enclave será muy valioso en el futuro.
Y he puesto en ello una buena cantidad de dinero». Este tipo de inversiones
especulativas no va destinado necesariamente a obtener una producción
inmediata. Más bien, diversas corporaciones y fondos de inversión están tomando
posiciones en los sectores del agua, el suelo, los minerales y los recursos de
hidrocarburos.18 De hecho, dado que el cultivo de alimentos requiere
una gran cantidad de agua, la «apropiación de tierras» en el Sur global tiene
tanto que ver con el agua como con la propia tierra.19
A África, objetivo
de muchas de estas apropiaciones de tierras, se la llama a veces «la última
frontera agrícola», debido a las enormes extensiones de tierras «no utilizadas»
o infrautilizadas y a la baja producción de su agricultura campesina. El propio
continente es mayor de lo que muchos alcanzan a ver —su superficie es mayor que
la superficie sumada de los Estados Unidos, China, la India, Japón, la Europa
continental (tanto occidental como oriental) y el Reino Unido—, y ofrece una
extensión enorme en la que puede desarrollarse el nuevo imperialismo basado en
la apropiación de tierras. Además, solo el 10% de las tierras se considera que
poseen propietarios legales. Solo en Kenia, Sudáfrica, Namibia y Zimbabue
existen extensiones significativas de tierras de propiedad privada: antiguas —y
en muchos casos, actuales— propiedades de colonos blancos y de sus
descendientes. La mayor parte del suelo africano se considera de propiedad
estatal y, cuando se reconocen los derechos consuetudinarios sobre la tierra,
suele ser tan solo para las viviendas y sus inmediatos aledaños.
Es difícil obtener
cifras exactas de la cantidad de tierras del Sur global controlada por
capitales privados internacionales y nacionales, así como por fondos soberanos
extranjeros. A veces, los proyectos que se anuncian acaban no prosperando y,
con frecuencia, en realidad se utiliza mucho menos suelo del máximo acordado.
En mayo de 2012, se calculaba que entre 32 y 82 millones de hectáreas de
terrenos agrícolas en todo el mundo habían pasado a control extranjero, y la
cantidad no para de crecer.20 Los cálculos más exhaustivos de
apropiaciones de tierras son los que ofrece Land Matrix, que posee información
nacional sobre los terrenos obtenidos por fuentes extranjeras y que afectan a
las comunidades locales, a los cultivos que se escoge producir y a los países
«apropiadores».21 Según sus datos, los países que han experimentado
las mayores apropiaciones totales de tierras están casi todos ellos en África y
el Sudeste de Asia (véase la tabla 1). Entre los diez principales países
inversores, además los sospechosos habituales, encontramos Malasia y Sudán del
Sur, ambos también objetivo de las apropiaciones de tierras.22 Por
ejemplo, el proyecto malasio de Sime Darby de crear plantaciones de aceite de
palma en Liberia incorpora capital del Reino Unido, Finlandia y Holanda.
Hay tantos ejemplos
de apropiaciones de tierras en el siglo XXI que es difícil escoger solo algunos
para su discusión. Centrémonos por un momento en Sierra Leona e Indonesia,
ambos entre los diez primeros países objeto de apropiaciones de terrenos.
Sierra Leona ha
dejado claro que es un país abierto a los negocios, incluidas las apropiaciones
de tierras. La página web de la Agencia de Promoción de la Exportación y la
Inversión del gobierno de Sierra Leona (SLIEPA, por sus siglas en inglés)
resulta reveladora.23 En la página de inicio se alternan mensajes
como: «Potentes planes de desinversión e inversión privada» y «Abundante tierra
cultivable». Land Matrix consigna 17 acuerdos sobre 1,1 millones de hectáreas
para todo tipo de cultivos, desde caucho hasta aceite de palma, caña de azúcar,
arroz, mandioca o eucaliptus. La mayor extensión de tierras (más de 600.000
hectáreas) la controla capital privado británico.
En cuanto a
Indonesia, el corresponsal de The
Guardian John Vidal ha escrito unos cuantos artículos sobre la destrucción
de grandes extensiones de bosque tropical y lo que eso ha implicado para las
personas y la fauna que allí habitaban. La siguiente descripción da una idea de
la catástrofe humana y ecológica que está teniendo lugar:
Los conflictos por la tierra entre agricultores y
propietarios de plantaciones, compañías mineras y constructores se han desatado
por toda Indonesia cuando se ha alentado a empresas nacionales y
multinacionales a adjudicarse y deforestar terrenos tradicionales que eran
propiedad de pueblos indígenas que los administraban según sus costumbres. En
2011 se tuvo constancia de más de 600 conflictos, que produjeron 22 muertes y
centenares de heridos. La verdadera cifra probablemente sea mucho mayor aún,
según varios observatorios.
La comisión nacional indonesia de derechos humanos
informó de más de 5.000 violaciones de derechos humanos el año pasado,
vinculadas mayormente a la deforestación que llevan a cabo las corporaciones.
«Están aumentando las muertes de agricultores provocadas por el incremento de
los conflictos agrícolas en toda Indonesia», ha dicho Henry Saragih, fundador
del Sindicato de Agricultores de Indonesia, que cuenta con 700.000 afiliados.
«La presencia de plantaciones de aceite de palma ha
producido una nueva pobreza y está provocando una crisis de carencia de tierras
y hambre. Las violaciones de los derechos humanos no se detienen en las
proximidades de los recursos naturales del país, y la intimidación, la
expulsión forzosa y la tortura son comunes», ha dicho Saragih. «Hay miles de
casos que no han salido a la luz. Muchos de ellos se ocultan, sobre todo por
parte de las autoridades locales», afirma.
Las comunidades se quejan de que no se las avisa, ni se
las consulta ni se las compensa cuando se realizan las concesiones, y no se les
deja otra opción que perder la independencia y trabajar por salarios mínimos
para las compañías.24
____________
Notas
(*)Tomado de Monthly Review, Julio 2016. http://media.wix.com/ugd/58e728_66d371fd5803459ab89409f41958346f.pdf
13. Para información sobre Life and
Debt, véase http://lifeanddebt.org. 14. Jonathan M. Katz, «With Cheap Food
Imports, Haiti Can’t Feed Itself», Huffington Post, 20 de marzo de 2010, http://huffingtonpost.com.
15. Damien Cave, «As Cost of Importing
Food Soars, Jamaica Turns to the Earth», New York Times, 3 de agosto de 2013,
http://nytimes.com. 16. Las políticas comerciales promovidas por los países
capitalistas más ricos y avanzados tenían distintos objetivos. Sin embargo, uno
de los más importantes era permitir la entrada y la salida de capital de los
países con las mínimas restricciones (o ninguna en absoluto). Esto incluía el
hecho de que las personas extranjeras pudieran invertir en las naciones y
repatriar los beneficios a voluntad. Aunque las regulaciones de la Organización
Mundial del Comercio tuvieron aquí su papel, también lo tuvieron los ajustes
estructurales impuestos por el FMI, así como la ONG del Norte, que habían
asimilado un enfoque ideológico parecido. Además, muchos gobiernos y
economistas académicos de los países del Sur se habían formado en los bastiones
de la ideología del «libre comercio»: Estados Unidos y Reino Unido. Así pues,
para atraer capital extranjero —la forma en que supuestamente se desarrollan
los países— se cambiaron las leyes nacionales para hacer posible ese tipo de
inversiones. Por ejemplo, las compañías multinacionales han adquirido
aproximadamente 2,5 millones de hectáreas de suelo en Tanzania con las leyes
aprobadas a finales de la década de 1990 bajo la supervisión del FMI y el Banco
Mundial. Las leyes aprobadas siguiendo la estrategia de Liberalizar,
Mercantilizar, Privatizar allanaron el camino para que grandes extensiones de
suelo agrícola pasaran a manos extranjeras.
17. Citado en Mark Campanale, «Private
Investment in Agriculture», en Allan, Keulertz, Sojamo y Warner (eds.),
Handbook of Land and Water Grabs in Africa.
18. Evans-Pritchard, «The Backlash
Begins Against the World Landgrab».
19. Maria Cristina Rullia, Antonio
Savioria y Paolo D’Odorico, «Global Land and Water Grabbing», Proceedings of
the National Academy of Sciences, vol. 110, nº 3, 2013, pp. 892-897.
20. Rullia, Savioria y D’Odorico
«Global Land and Water Grabbing».
21. Land Matrix se describe a sí misma
como «una iniciativa de supervisión de la tierra, global e independiente, que
promueve la transparencia y el rendimiento de cuentas en decisiones
relacionadas con la tierra y la inversión», véase http://landmatrix.org.
22. La inclusión de Sudán del Sur
entre los países «inversores» se debe a la connivencia de un pequeño grupo de
influyentes individuos que forman la Cooperativa Mukaya Payam. Esta coopera con
unos inversores estadounidenses llamados Nile Trading & Development,
subsidiaria de la firma Kinyeti Development LLC, con sede en los Estados
Unidos, que, a su vez, se describe como «un holding y partenariado para el
desarrollo global de negocios fundado por profesionales con décadas de
experiencia en los negocios, las finanzas y la diplomacia internacionales».
Véase «About Kinyeti», http://kinyeti.com.
23. Véase http://investsierraleone.biz.
24. John Vidal, «Indonesia Is Seeing a
New Corporate Colonialism», Observer, 25 de mayo de 2013,
http://theguardian.com.
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