Las Razas Humanas
(Décima y Última
Parte)
M.F. Niesturj
CUANDO
DARWIN VIO A ESOS indios por primera vez, lo impresionaron profundamente por
su aspecto exterior y los describió como seres cuyo nivel cultural estaba muy
cerca del que habían tenido los antepasados del hombre actual. Pero luego de
una investigación más cuidadosa, le sorprendió el gran parecido de estos indios
con los ingleses, tanto en lo referente a las líneas básicas de conducta como
en cuanto al tipo de sus facultades mentales.
Darwin
llegó a la conclusión de que los indios, negros y representantes de otras razas
tienen una similitud básica con los europeos en cuanto a los rasgos psíquicos
fundamentales, sus inclinaciones y hábitos. Se basó en el hecho de que, a
juzgar por la forma de las puntas líticas de flecha correspondientes a períodos
diversos de la prehistoria humana y recogidas en países diferentes, los
métodos de fabricarlas eran sorprendentemente similares, Nikolái Nikoláievich
Miklujo-Maklai (1846-1888), que conocía a la perfección a los papúes y otros
pueblos de Oceanía, subrayó que los principales rasgos de su psique eran
básicamente los mismos que entre los europeos (Miklujo-Maklai, 1950, 1954).
En
vista de estos datos científicos reales, la tesis racista de que la raza aria
es psíquicamente superior a las demás, resulta carente de toda base (Niésturj,
1967).
El
nivel cultural de un pueblo nada tiene que ver con su composición racial.
Depende de la suma total de condiciones naturales y sociales que han ejercido
su influencia sobre el desarrollo histórico de los pueblos y estados y de sus
agrupaciones.
Los
hechos verificados científicamente y la experiencia cotidiana contradicen el
supuesto racista según el cual la cultura y lenguas de los pueblos europeos son
el resultado del espíritu racial ario. Es bien sabido que la división
lingüística de los pueblos no coincide con su división racial. Los idiomas y
las razas se desarrollan independientemente los unos de los otros.
La
falsedad de la tesis racista sobre la conexión entre raza y lengua ha sido
probada ampliamente mediante el material tomado de la vida de los pueblos
soviéticos. Muchas naciones y tribus de nuestro país hablan idiomas turcos.
Algunos son de tipo racial europeoide (azerbaidzhanos), otros son mongoloides
(kazajos, kirguizes y yakutos), mientras que los terceros constituyen una
mezcla de europeoides y mongoloides (shortsi, bashkirios, tártaros).
Del
mismo modo, son completamente diferentes los conceptos de "raza" y
"nación". Como todos saben, la nación inglesa comprende
representantes de varias razas europeoides. La nación alemana incluye
representantes de por lo menos cinco grupos raciales. La población de los
EE.UU. es un conglomerado de los tipos raciales más diversos, representados
por inmigrantes de Europa, Africa y Asia. Tales hechos se explican porque los
términos "raza" y "nación" representan categorías
completamente diferentes, cuya coincidencia es una excepción, no una regla.
Por
ello es incorrecto hablar de las razas inglesa, alemana, francesa o eslava, del
modo en que lo hacían frecuentemente los racistas. Aun más absurdo es hablar de
una raza aria, ya que el término "ario" ha sido tomado de la esfera
de la lingüística y designa a un grupo especial de lenguas. Las razas tienen
sus denominaciones especiales, que no deben ser confundidas con las
lingüísticas.
Al
interpretar la historia como una lucha de razas, los racistas hablan frecuentemente
de un peligro amarillo —o negro— para los europeos. Pero el agresor potencial o
de hecho nunca es una raza, sino un estado imperialista o un grupo de tales
estados. Lenin, en otra época, dio una respuesta muy aleccionadora a quienes
mezclaban esos conceptos diferentes.
Las
dos guerras mundiales ocurridas en la primera mitad del siglo XX fueron el
resultado de los intentos realizados por el imperialismo alemán para apoderarse
de nuevas colonias y conquistar el territorio de los estados vecinos. Uno de
los rasgos específicos de este imperialismo ha sido su política racial, su ideología
misantrópica.
La
Alemania fascista declaró que la raza europeoide nórdica, la "raza
aria", en la terminología de los ideólogos nazis, era la superior, pese a
que en Alemania estaba representada por un grupo muy pequeño. Entre la
población de los países vecinos las personas de ojos y cabello claros alcanzan
a un porcentaje por lo menos tan alto como en Alemania. La declaración de que
los arios constituían una raza superior carece de fundamentos científicos
genuinos y políticamente es de un carácter extremadamente reaccionario
(Plisetski, 1956; M. F. Niésturj, 1965; I. I. Roguinski, M. G. Levin, 1963).
Bajo
el estandarte de la seudodoctrina racista, los nazis preconizaban planes
archiimperialistas para la subyugación de la humanidad y acariciaban sueños de
conquista mundial. Para los hitlerianos el racismo era sólo un biombo que
ocultaba su política imperialista: servía de base ideológica para su programa
de explotación y aniquilamiento de los pueblos no alemanes.
La
ideología soviética de la igualdad entre las razas y entre las naciones constituye
uno de los elementos más importantes de la fuerza moral y el poderío del estado
soviético. Esta ideología auténticamente científica y humana del país del
comunismo en construcción sirve como una de las bases de la amistad inquebrantable
de los pueblos de la Unión Soviética con los pueblos de los países socialistas
y otros estados. La antropología soviética aporta datos científicos sobre la
composición racial y la historia de cómo se originaron los pueblos de la URSS y
otros países. Desarrolla la única concepción correcta, según la cual todas las
razas humanas son biológicamente iguales. La concepción genuinamente
materialista sobre el origen del hombre y de las razas coadyuva a la lucha
contra el racismo, contra todas las concepciones místicas, idealistas, acerca
del hombre, de su pasado, presente y futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.