Las Razas
Humanas
(Quinta
Parte)
M.F. Niesturj
EL
ORGANISMO DEL ANIMAL ESTÁ adaptado a las condiciones de la vida en el nicho
ecológico determinado (nicho ecológico es el lugar ocupado por la especie en la
biocenosis). La mayoría de sus particularidades tiene el carácter estrecho de
la adaptación que le asegura la conservación. De aquí parte la relativa racionalidad
adaptable con el tiempo, pero expresada manifiestamente en la estructura y
actividad vital de los animales.
En
el hombre, al contrario, al presente, no la mayoría de las particularidades
raciales, sino algunas tienen sólo el significado de adaptación. Sin embargo,
en el hombre, las huellas de la adaptación se manifiestan claramente, por ejemplo,
en la pigmentación de la piel, desarrollo del pliegue del párpado superior,
espesor de los labios, tejido adiposo celular consistente en la región de los
pómulos y algunos otros rasgos. Es verdad que ahora todas estas
particularidades, en comparación con los medios artificiales de defensa, son de
poca importancia para la lucha contra las condiciones desfavorables de la naturaleza.
No se debe olvidar la dependencia del hombre de la influencia directa de las
condiciones naturales, la cual disminuye cada vez, y que incluso, a veces
desaparece. Actualmente su influencia sobre las razas humanas se realiza no
así como en los animales. Sin embargo, algunos rasgos hereditarios de la
estructura de los hombres, y entre ellos, aquellos que caracterizan a la raza,
pueden bajo la influencia de las condiciones del medio natural modificarse,
incluso ahora, al mudarse a otros países.
Los
procesos del metabolismo en los hombres que se encontraban en diversas
condiciones vitales no eran iguales. De generación en generación, con la misma
combinación de las condiciones del medio social y natural, el modo distinto de
la alimentación influía sobre el desarrollo de unos rasgos raciales y el
debilitamiento de otros.
Al
parecer, el aislamiento geográfico debe haber reforzado la diferenciación de
los grupos humanos, llevándolos por la vía de la transformación en las especies.
Pero eso no era así. La influencia del trabajo, la vida de la sociedad y la
mezcla de los grupos nivelaron muchas diferencias que surgían como resultado de
las acciones naturales e impedían la diferenciación racial de la humanidad.
Esta borradura de las diferencias características para el desarrollo de las
razas humanas es bruscamente distinta de la diferenciación dentro de las
especies animales que se lleva a cabo sin obstáculos en la naturaleza.
Siendo
el resultado de la marcha histórica, cualitativamente particular del desarrollo,
las razas humanas se distinguen esencialmente de las especies o sub- especies
de los animales (Ya. Roguinski, 1965). Los últimos se caracterizan por el
complejo más o menos bruscamente expresado de las particularidades y la
mutabilidad individual menor. Entre tanto, en los hombres las diferencias se
hacen claras sólo comparando los grandes grupos, puesto que la mutabilidad
individual es grande. Los rasgos raciales transgresan con intensidad, es decir,
las oscilaciones de su mutabilidad entran una en otra. Por eso, el diagnóstico
racial es aplicable, con frecuencia, al individuo en una medida limitada, y a
veces, no da ningún resultado.
Selección natural. El
aislamiento geográfico en los hombres primigenios y neanderthalenses se
combinaba con la acción de otros factores, en particular, de la selección
natural. Por eso, nosotros llegamos a la necesidad de trazar el papel de esta
última en la formación de las razas humanas. Unos autores suponen que la
selección natural juega un papel muy grande en la evolución de la humanidad
contemporánea. Esta opinión errónea está apoyada por los social-darvinistas y
racistas que sermonean que en la base del desarrollo de la humanidad yace la
lucha de las razas entre sí.
Otro
grupo de autores tiene un punto de vista opuesto, negando por completo la
influencia de la selección natural en el proceso de la evolución de la humanidad
a partir del momento del surgimiento de los primeros hombres (pitecántropos y
sinántropos). Nosotros consideramos como errónea esta opinión extrema.
Eliminando el factor de la selección natural del proceso de la formación del
hombre, estos autores lo sustituyen muchas veces por el concepto del factor do
la so- lección social, empleado ilícitamente por los social-darvinistas.
La
selección natural, en la forma que se debilitaba sucesivamente, influía sobre
la evolución de la humanidad antigua y sus grupos raciales. Indiscutiblemente
que en cada estadio de la formación del hombre la acción de la selección
variaba. Las condiciones naturales favorables y desfavorables influían sobre
los hombres primitivos no sólo a través del medio social, sino directamente, en
un grado mayor.
La actividad social laboral
hizo singular la evolución humana, ya desde el principio, y la dirigió por otra
vía, en comparación con la vía de evolución del mundo animal. Pero el trabajo y
el medio social no de repente liquidaron la dependencia del hombre de las
influencias naturales. No de una vez se creó el medio social que podría
liquidar completamente la selección natural. Hay que tener presente, que en las
etapas tempranas de la historia, la humanidad se encontraba en los eslabones
primitivos del desarrollo social y tenía una cultura baja, poco desarrollada,
del paleolítico inferior.
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