jueves, 1 de octubre de 2015

CIENCIAS NATURALES


Las Razas Humanas

(Cuarta Parte)
                          
           M.F. Niesturj

ALGUNOS ANTROPÓLOGOS DE autoridad reconocida consideran el aislamiento y la mezcla como los factores que influían esencialmente sobre el desarrollo de las razas de la humanidad antigua. En el caso del aumento de la numerosidad del grupo aislado y su semejanza en otras regiones, muchas veces tenía lugar de nue­vo el contacto con otros grupos, y por consiguiente, la mestización con ellos. Eso debilitaba la diferenciación primaria. A medida de la mezcla de los tipos antropológicos pasaba la estabilización de los nuevos (de contacto y de mesti­zación) grupos raciales. Durante la propagación posterior por las regiones no ocupadas con terreno bruscamente accidentado, otra vez sucedía el aislamiento geográfico, y en relación con eso, la nueva diferenciación de los tipos antropoló­gicos. Los procesos de semejante tipo, supuestamente, tuvieron lugar también reiteradas veces durante decenas de millares de años del desarrollo de la humani­dad contemporánea, que a medida de su multiplicación, al principio poblaba lentamente y después más y más rápido los territorios aún no habitados, ocupaba nuevas islas e incluso continentes — Australia y América. En fin de cuentas, aún hace poco que la humanidad ocupó la ecumene contemporánea, dispersán­dose en casi toda el área de la tierra firme y ocupando, en los últimos años, inclu­so, ciertos puntos de Antártida.
A pesar de que para la propagación de los hombres por la Tierra, las condi­ciones climáticas desfavorables y las barreras naturales (montañas altas, anchos ríos, bosques espesos, desiertos áridos) servían de contención, pero no fueron obstáculos insuperables. La organización social, el trabajo, la ropa, las herramien­tas, el arma y la presencia de los medios de transporte se oponían a aquellos fac­tores de la naturaleza que, por lo común, influyen de una manera diferente sobre cualquier especie de los animales. Aquí nosotros vemos una de las bruscas dife­rencias cualitativas de la formación histórica de las razas humanas del desarrollo de las especies o subdivisiones interespecíficas de los animales salvajes, que se someten más o menos, pasivamente, a las influencias del medio exterior.
Y desde aquí procede la necesidad del enfoque especial complejo e histórico del estudio de las razas y el análisis de las combinaciones de las particularidades corporales características para éstas. El desarrollo de cada una de ellas trans­curría en condiciones determinadas de la naturaleza y la sociedad, orgánicamente relacionadas entre sí. Por eso, bajo la historia de la formación de la raza se debe comprender la marcha de su surgimiento y del desarrollo en alguna área trazada bajo la influencia conjunta de diferentes condiciones naturales y sociales que actuaban sobre la raza dada y que orientaban su transformación. Gracias a eso, los rasgos surgidos se combinaban uno con el otro y formaban nuevos complejos.
La propagación, aislamiento, multiplicación, mezcla de los tipos antro­pológicos y cambio del modo de alimentación, eran, en combinación con la selec­ción natural y sexual, los factores principales del desarrollo de las razas o razo-génesis en los homínidos antiguos. Estos factores, en diferentes combinaciones uno con el otro y cambiándose con más intensidad, influían de un modo diferente sobre la formación de las razas durante el desarrollo histórico de la humanidad. Ellos condicionaban la diferenciación de las razas y la formación de la red, al principio rara y después más espesa de los tipos antropológicos relacionados entre sí en distinto grado por las transiciones.
Aislamiento geográfico y social. En la época del paleolítico inferior, la huma­nidad fue poco numerosa y poblaba, en diversas direcciones, grandes territorios, los cuales se diferenciaban bruscamente uno del otro por las condiciones natura­les y abundaban de distintos obstáculos que molestaban a la comunicación entre los hombres. En aquel entonces el factor del aislamiento geográfico, sin duda alguna, tenía una importancia particular.
La evolución de los rasgos corporales de los grupos raciales aislados uno del otro por las cordilleras intransitables, ríos profundos y anchos, y los desiertos transcurría probablemente bajo la enorme influencia de las diferentes condicio­nes climáticas naturales y otras.
Naturalmente que en las etapas más tempranas de la historia de la humani­dad, en la época del paleolítico, el aislamiento geográfico jugó un papel particu­larmente grande en las modificaciones de la herencia en ciertos tipos antropoló­gicos. Y eso reforzaba la diferenciación dentro de las razas antiguas.
Los mecanismos de multiplicación, maduración de las células sexuales, fe­cundación, formación del organismo y cambio de su herencia en los hombres exa­minados desde el punto de vista biológico, son, en general, los mismos que en los mamíferos superiores. Pero las interrelaciones de los hombres, desarrollo de sus grupos y toda la humanidad se determinan, en primer lugar, por los factores so­ciales. Esta circunstancia trae tras sí el carácter especial de la mutabilidad here­ditaria en el hombre, en lo que consiste una de las más bruscas diferencias cuali­tativas de sus razas.
En la marcha del desarrollo de la humanidad primigenia y antigua, sus ra­zas, en cierta medida, pero cada vez menor y menor, correspondían a las formas locales de los animales. Mas las razas humanas contemporáneas, a diferencia de las razas primitivas, tienen menos rasgos que podrían tratarse como caracterís­ticos para las formas locales o como las formadas bajo la influencia, preferencial- mente, de las condiciones geográficas. Estos rasgos en la forma más manifiesta se pueden encontrar sólo en algunos tipos antropológicos que se encontraban en los límites de la ecumene o en las condiciones del aislamiento, por ejemplo, isleño, forastero o montañoso.
En el hombre, el aislamiento geográfico se combinaba frecuentemente con el social debido a la contradicción de los intereses materiales de los grupos vecinos, ausencia de la lengua común, presencia de los choques, lo que pudo tener y con frecuencia tenía lugar, incluso, con la completa semejanza racial de estos grupos.
 
        Puede admitirse que a favor del aislamiento geográfico y social-económico, cuando en particular los colectivos de los hombres antiguos aún eran poco nume­rosos, los cambios de herencia en el hombre pasaba, puede ser, incluso más inten­samente que en los animales salvajes, en la misma época geológica. Como en los últimos, los rasgos raciales pudieron surgir y desarrollarse al igual que las señas de reconocimiento.

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