martes, 1 de septiembre de 2015

ECONOMÍA


El Proletariado Frente a la Crisis Económica y la Lucha Electoral

César Risso

LA SITUACIÓN ECONÓMICA ACTUAL en el Perú se presenta sumamente complicada. De un lado la crisis económica china y de otro la inminencia del fenómeno del Niño, que según todos los pronósticos será devastador.

        La devaluación del Yuan, que abarata las mercancías chinas en el resto del mundo, impacta a la economía mundial al incrementar las exportaciones chinas, y con ello afectar las balanzas comerciales de los demás países.

        La consecuencia inmediata para la economía peruana, consiste en la reducción de nuestras exportaciones. Esto trae como consecuencia una menor entrada de dólares y por la tanto su escasez relativa. Por ello es que estos últimos meses el tipo de cambio ha ido aumentando.

        Del lado de la política económica, el ejecutivo ha propuesto una serie de medidas que consisten en incentivar las actividades económicas a través de la disposición de mayor liquidez. Pero dada la forma en la que se presenta el desarrollo de la crisis económica en la coyuntura actual, esto resulta contraproducente, pues mayor liquidez en moneda nacional frente a un dólar cada vez más escaso provocará una mayor depreciación de nuestra moneda.

        Esta situación, además, incentivará a los agentes económicos a resguardarse económicamente en el dólar, lo cual significará una mayor demanda de esta moneda y por lo tanto una mayor depreciación de nuestra moneda.

        Si a esto se añade el aumento del gasto público para enfrentar el fenómeno del Niño, se inyectará más dinero a la economía, y esto terminará depreciando aún más nuestra moneda. Así las cosas, el gobierno no tiene ninguna alternativa, pues se encuentra atenazado por la coyuntura.

        El intento de aminorar la depreciación del sol ha significado la pérdida de más de 8 mil millones de dólares de reserva, lo cual hace insostenible seguir aplicando esta política.

        En el Marco Macroeconómico Multianual revisado se ha ajustado las proyecciones de la economía peruana para el 2015. Estas proyecciones son a la baja. De un 4,2% de crecimiento del PBI pasa a un 3%; en cuanto a la inversión, esta pasa de ser baja pero positiva a ser negativa; asimismo, el consumo privado disminuye; el déficit fiscal aumenta; el déficit en la Balanza Comercial aumenta, etc.

        Sin embargo las proyecciones para el año 2016 son favorables. Es decir, que el ejecutivo considera que estamos pasando por una situación de “desaceleración” pasajera, y que por lo tanto no estamos enfrentando una crisis económica. Ceguera o hipocresía de parte de nuestras autoridades, lo cierto es que la crisis es inevitable.

        En estas condiciones, que de seguro empeorarán en el transcurso de las próximas semanas, los trabajadores ya están sufriendo los efectos. El aumento de los precios ha reducido la capacidad de compra de los trabajadores, y como consecuencia de la reducción de la actividad económica aumentará el desempleo, con lo cual, la extensión del crédito, sobre todo hipotecario, promovido por el gobierno en sus últimas medidas (eliminación de la cuota inicial, aplicación de la modalidad del leasing, etc.) provocará una agudización mayor de la crisis.

        Con seguridad en poco tiempo el gobierno ajustará las proyecciones macroeconómicas a cifras totalmente negativas. Solo quedará esperar el momento del estallido de la crisis, esto es, el momento del colapso.

        Esta situación nos permite ver con mayor nitidez lo que la propaganda burguesa ha logrado en la conciencia de los trabajadores, pues apreciamos la crisis en términos de las características de la economía capitalista, en el marco burgués, esto es, bajo la perspectiva burguesa. Por ejemplo, el fenómeno monetario que se expresa en el aumento del tipo de cambio, así como en la inflación, tienen un impacto en la producción real en la medida en que la mercancía dinero y sus respectivos signos monetarios son los mecanismos que utilizan los burgueses para apropiarse de parte del nuevo valor creado por los trabajadores. Sin embargo, no bebemos ni comemos oro. Por lo tanto, lo que verdaderamente debería preocuparnos es cómo producir más bienes y servicios para la satisfacción de todas nuestras necesidades. Esto sucederá cuando los bienes dejen de tener la forma de mercancías en el sistema económico socialista.

        Por ahora, el movimiento obrero se verá obligado a reclamar el aumento de remuneraciones. Pero la respuesta no será otra que una negativa a este aumento con el argumento de que la única forma de superar la crisis es incentivando a la inversión privada. Y en la medida que la elevación de las remuneraciones reduce las utilidades de las empresas, entonces los empresarios se enfrentarán a cualquier posible aumento de las mismas, y más bien arreciarán en la propuesta de reducir las vacaciones, las gratificaciones, y cuanto derecho laboral aun exista. El aumento del desempleo presionará más a la baja las remuneraciones, generando la competencia entre los mismos trabajadores por conseguir un puesto de trabajo, ofreciendo su fuerza de trabajo a menor salario, y con ello destruyendo las bases de la unidad del movimiento obrero.

        Frente a estas perspectivas, el movimiento obrero tendrá que decidir si se somete a las necesidades de la burguesía y juega al papel de colaborador obsecuente para enfrentar la crisis de la mejor forma, esto es, con el sacrificio de los trabajadores y de sus familias, para mantener un nivel de ganancia que le permita a la burguesía sostenerse hasta superar la crisis económica; o si supera el limitado marco burgués, y se organiza no ya para el aumento de las remuneraciones sino para cambiar el sistema económico, dejando atrás la crisis económica.

        Las elecciones presidenciales del próximo año generarán un intenso debate sobre la crisis económica, provocando propuestas que tratarán de embaucar una vez más a los trabajadores. Ofrecerán más empleo, aumento de remuneraciones, etc., para llegar al gobierno, después de lo cual se verán obligados a sincerarse y a reconocer que se equivocaron, y que solo queda una opción: superar la crisis a través de la recesión de la economía.

        Las circunstancias actuales son propicias para una amplia propaganda socialista, debido a la coyuntura electoral y a la crisis económica que se agudiza cada vez más. Por ello es necesario, además de analizar las características de la explotación capitalista y las formas específicas que adquiere la dominación del capital en nuestro país, proponer un programa de transformación socialista.

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