Octavio Paz:
“El Laberinto de la Soledad”
(Cuarta
Parte)
Julio
Roldán
Esto
implicó crear o imitar una estructura social y política que se remataba en el
partido de la Revolución y en el Estado de la Revolución. Estado regulador,
dirían unos, Estado de compromiso otros y Estado corporativo unos terceros. Paz
dice: "Todo esto explica la marcha sinuosa del Estado y su deseo de `de no
romper el equilibrio´. Desde la época de Carranza, la Revolución mexicana ha
sido un compromiso entre fuerzas opuestas: nacionalismo e imperialismo,
obrerismo y desarrollo industrial, economía dirigida y régimen de `libre
empresa´, democracia y paternalismo estatal."
A pesar de todo, Paz
destaca como unos de los mayores cambios de la Revolución, que dicho sea de
paso fue una de las tantas acciones de búsqueda de su ser, el que el mexicano,
sin abandonar su soledad, se ha abierto al mundo. Leamos: "En esa búsqueda
hemos retrocedido una y otra vez, para luego avanzar con más decisión hacia
adelante. Y ahora, de pronto llegamos al límite: en unos cuantos años hemos
agotado todas las formas que poseía Europa. No nos queda sino la desnudez o la
mentira."
Adentrándose en un
mundo de ruptura y de sentirse solo en el mundo, la existencia del ser está en
el centro mismo de la vida, termina: "Pues tras este derrumbe general de
la Razón y la Fe, de Dios y la Utopía, no se levantan ya nuevos o viejos sistemas
intelectuales, capaces de albergar nuestra angustia y tranquilizar nuestro
desconcierto; frente a nosotros no hay nada. Estamos al fin solos. Como todos
los hombres. Con ellos, vivimos el mundo de la violencia, de la simulación y
del `ninguneo´: el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos oprime y que
al ocultarnos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas máscaras, si nos
abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezaremos a vivir y pensar de verdad.
Nos aguardan una desnudez y un desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos
espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos, por
primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres."
Por último, en Nuestros días, Paz hace una revisión de
los acontecimientos político-sociales nacionales e internacionales, para
subrayar que como consecuencia de la revolución mexicana, el mexicano ha dado
un salto de la "soledad cerrada" a la "soledad abierta",
del nacionalismo al internacionalismo, de la aldea al universo.
El trabajo se cierra
(con algo parecido a la Vuelta a la noria
idea central de su famoso poema Piedra
de sol) volviendo al comienzo. El colofón es titulado sugestivamente: Dialéctica de la soledad. Colofón que,
sólo hasta un determinado punto, es una síntesis del primer capítulo. Lo
esencial en este acápite es que Paz abre su entraña filosófica por un lado y
por otro da un salto del mundo meramente mexicano y latinoamericano para
internarse en las profundidades del ser del hombre universal.
Analiza
en principio el drama de la soledad. Del hombre abandonado a su suerte; pero a
la vez atado a su historia. Al ser humano en guerra constante con sus rupturas
y uniones. Al hombre que descansa sobre su razón y que vuela con su fantasía.
Al ser humano mezcla de pasado y de futuro que lo atraen y lo expulsan
simultáneamente.
Además
del tema de La soledad, desarrolla de igual modo el tema del amor sexual, el
amor en general, el doble significado de la soledad y termina con el Dios de
todos los Dioses, en éste y en todos los mundos, el hombre sobre la Tierra.
Hombre que no es más que un hacerse constante y un rehacerse permanente,
nadando y remando en sus tres dimensiones.
Sobre el tema de la
soledad y con alguna influencia del Dasein
(ser ahí o estar) existencialista, sostiene: "Todos los hombres, en algún
momento de su vida, se sienten solos; y más: todos los hombres están solos.
Vivir, es separarnos de lo que fuimos para internarnos en el que vamos a ser,
futuro extraño siempre. La soledad es el fondo último de la condición humana.
El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de
otro. Su naturaleza (...) consiste en un aspirar a realizarse en otro. El
hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí
mismo se siente como carencia de otro, como soledad."
Expuesto el problema
de la soledad humana como una condición de la misma, con evidente influencia de
Alfred Adler, plantea que en la intimidad de la soledad, en el fondo de los
fondos del hombre, subyace en permanente competencia con esta soledad el
sentimiento de comunidad. Sus palabras: "Todos nuestros esfuerzos tienden
a abolir la soledad. Así, sentirse solo posee un doble significado; por una
parte consiste en tener conciencia de sí; por la otra, en un deseo de salir de
sí. La soledad, que es la condición misma de nuestra vida, se nos aparece como
una prueba y una purgación, a cuyo término angustia e inestabilidad
desaparecerán. La plenitud, la reunión,
que es reposo y dicha, concordancia con el mundo, nos esperan al fin del
laberinto de la soledad."
En el segundo punto
sobre la casi imposibilidad del amor, desde la perspectiva del hombre y en base
a La teoría del otro, escribe:
"Todo se opone a él: moral, clases, leyes, razas y los mismos enamorados.
La mujer siempre ha sido para el hombre `lo otro´, su contrario y complemento.
Si una parte de nuestro ser anhela fundirse a ella, otra, no menos
imperiosamente, la aparta y la excluye. La mujer es un objeto, alternativamente
precioso o nocivo, mas siempre diferente. Al convertirlo en objeto, en ser
aparte y al someterla a todas las deformaciones que su interés, su vanidad, su
angustia y su mismo amor le dictan, el hombre la convierte en instrumento.
Medio para obtener el conocimiento y el placer, vía para alcanzar la
supervivencia, la mujer es ídolo, diosa, madre, hechicera o musa, según nuestra
Simone de Beauvoir, pero jamás puede ser ella misma."
Luego desde la otra
perspectiva, de la femenina, continúa: "Nunca es dueña de sí. Su ser se
escinde entre lo que es realmente y la imagen que ella se hace de sí. Una
imagen que le ha sido dictada por la familia, la clase, escuela, amigas,
religión y amante. Su feminidad jamás se expresa, porque se manifiesta a través
de formas inventadas por el hombre. El amor no es un acto natural. Es algo
humano y, por definición, lo más humano, es decir, una creación, algo que
nosotros hemos hecho y que no se da en la naturaleza. Algo que hemos hecho, que
hacemos todos los días y que todos los días deshacemos."
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