domingo, 1 de febrero de 2015

Economía

Nota:

Publicamos a continuación la réplica de nuestro compañero César Risso a las confusas y oportunistas observaciones de Miguel Aragón, réplica que tiene la virtud de desenmascarar no solo sus sofísticos argumentos, sino también sus métodos criollos en el terreno de la polémica.

Como se sabe, tales métodos son característicos del grupo liquidacionista, por lo que no llama la atención que Aragón haga uso abundoso de ellos.

El fondo de la política que promueve el mencionado grupo (administración municipal de la economía capitalista, apoyo incondicional al reformismo pequeño burgués, etc.) es la vieja idea sustentada por Haya de La Torre de que hay que impulsar el desarrollo del capitalismo para hacer posible el socialismo, idea criticada magistralmente por José Carlos Mariátegui.

El debate ha demostrado ya que la tendencia de Aragón ha hecho extensivo su liquidacionismo (negación del partido de clase) al campo de la historia (negación de la existencia del Partido Socialista del Perú), así como también al frente unido (liquidación del frente a favor de un partido-amalgama, tal como quedó demostrado en los tiempos del mal llamado “Comité 80”).

El artículo de nuestro compañero César Risso es, sin duda, una invalorable contribución al desenmascaramiento en profundidad de las posiciones del grupo liquidacionista.

01.02.2015.

Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui. 



Minería y Fetichismo de la Mercancía
(Replica a Miguel Aragón)


César Risso.


En su artículo AGRADECIMIENTO AL SR. CESAR RISSO, dice Aragón: “Considero necesario agradecer al Sr. César Risso, por haber rescatado del olvido dos comentarios míos publicados el año 2012.”

Así inicia, Miguel Aragón, su respuesta a mi crítica (Lucha Por el Agua), partiendo de una mentira. No he sido yo quien ha sacado del olvido sus dos comentarios publicados el año 2012, sino él mismo, quien los republicó en los grupos de correo el 29 de octubre del 2014. Dice más adelante Aragón: “Dos años después nuevamente nos encontramos en las vísperas de otra Marcha por el Agua, y con varias semanas se [sic] anticipación yo he reenviado mis dos artículos, sacándolos así de los archivos del olvido.” ¿Se da cuenta el lector de quién fue el que sacó “de los archivos del olvido” las propuestas de Aragón? No solo miente Aragón, sino que se contradice.

En el mismo artículo escribe lo siguiente: “Y no solo agradecerle, sino también felicitarlo, porque ya era tiempo que él, como parte de los asiduos colaboradores del Blog Creación Heroica, por fin se ha animado a tratar un problema concreto de nuestra realidad del presente.”

Esta es otra falsedad, puesto que afirma que recién con la crítica que hago a sus escritos, estoy escribiendo sobre problemas concretos de nuestra realidad. Todo aquel que haya leído el Blog CREACIÓN HEROICA, del cual soy miembro del Comité de Redacción (dato que se señala en la edición del mes de marzo del 2011), y responsable de la sección de Economía, y no un colaborador como Aragón afirma, podrá constatar que he venido escribiendo sobre problemas concretos de nuestra realidad presente.

  Solicita Aragón que “nuestro intercambio polémico no  retroceda ni se desvíe a las insustanciales discusiones sobre ‘ismos’ y ‘definiciones’ teóricas  en abstracto, sino que este necesario debate de ideas se eleve al ‘análisis concreto de la situación concreta’, para lo cual modestamente hay que ‘buscar la verdad en los hechos’.”

  Nos reclama que busquemos la verdad en los hechos, y sin embargo es precisamente él quien se encarga de distorsionar la realidad para amoldarla en su beneficio.

  Una cosa es debatir, confrontando los puntos de vista respecto de la realidad concreta, y otra es falsear los hechos. ¿Se puede debatir en estos términos?

Continúa Aragón: “Como él acaba de confirmar, su motivación no fueron las movilizaciones de masas realizadas en diversas partes del país, sino como él dice textualmente ‘responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo’. Gracias, sinceramente muy agradecido, me siento muy halagado por tanto interés en responderme.”

Una vez más trata Aragón de sorprender a los lectores, afirmando que mi motivación era responder a sus propuestas. Lo que yo afirmo es que “Mi objetivo era responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo, esclareciendo el carácter de dicha lucha, así como la solución a la misma.” (Lucha Por el Agua). Así, Aragón desplaza el verdadero problema, para ponerse él mismo como problema. Y en la medida en que yo no lo adulo, considerándolo como el centro del debate, él se ve obligado a autoadularse.

Otra falsedad más. Dice Aragón: “[…] este reenvío ha servido para que César Risso se vea ‘en la necesidad de criticar las propuestas de Miguel Aragón directamente’. Nuevamente se repite la historia, mi motivación ha sido la segunda movilización por el Agua a realizarse en esta semana, y la motivación de César Risso ha sido ‘responder a Miguel Aragón’.”

Una vez más tuerce la verdad. Al final de mi artículo escribo: “En las actuales condiciones, si la lucha por el agua y el medio ambiente adquiere la forma de un movimiento de masas, o de un frente de masas, puede ser esta la vía que nos conduzca a la victoria final del socialismo, a condición de que el proletariado consciente sepa cumplir bien su jornada, esto es difundir ideas y propuestas socialistas, contribuyendo a organizar así a este gran movimiento para derrocar el capitalismo y construir el socialismo.

Para esto debemos enfrentar las propuestas como la realizada por Aragón, quien tras un fraseario seudosocialista, trata de desorientar al pueblo llevándolo a desarrollar una política pro burguesa.”

Vale decir, que mi objetivo no es Aragón, sino la lucha por el socialismo. En consecuencia, no me propongo criticar a Aragón por el prurito intelectual de criticarlo, sino para lograr los objetivos históricos del proletariado, para los cuales son una traba las propuestas burguesas y pequeñoburguesas.

¿Cómo concibe Aragón la economía capitalista? Veamos su reacción al leer una cita de mi artículo Conga, el Hombre y el Oro:

“Ahora, a más de dos años de distancia, yo recuerdo que en su momento (julio de 2012) leí el citado artículo de César Risso, y al leer la última parte lo festejé con una sonora risa burlona. […] Entonces, me pareció risible traer a colación la conocida cita de Lenin (sobre el destino futuro del oro como material para construir ‘urinarios’), en un país como el nuestro, país en el cual todavía predomina el capitalismo semifeudal y semicolonial, y en el cual todavía no se han resuelto los problemas básicos del crecimiento económico y del desarrollo social.

Hasta donde estoy informado, en ningún momento del desarrollo de los países socialistas (y con mayor razón en ningún país capitalista) se ha planteado como ‘tarea del momento’ darle al oro el despectivo destino de utilizarlo como ‘urinario’, salvo, claro está, en las excentricidades de algún derrochador jeque de los países árabes, o de alguna frívola y multimillonaria ‘estrella’ de la industria del cine de Hollywood.”

¿En qué parte de mi crítica digo que sea una tarea del momento utilizar el oro como material para fabricar urinarios? En el artículo Conga, el Hombre y el Oro, digo que la solución al conflicto se da por medio de la superación del régimen capitalista por el socialismo.

Podemos apreciar, pues, el burdo método polémico de Aragón.

Veamos lo que escribí en el artículo que le provocó “una sonora risa burlona” a Miguel Aragón:

“En el Perú, desde la década del 20 del siglo pasado, el problema del oro había sido ya analizado: ‘Los que, arbitraria y simplísticamente, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que, en historia, el hombre es anterior al dinero’”.

Entre el hombre y el oro, Mariátegui apuesta por el hombre: ‘El gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se encuentran íntegramente en su material biológico’. (Cursivas nuestras).

Por ello, concluye Mariátegui señalando: ‘[…] que la crisis y decadencia contemporáneas empezaron justamente cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento’ (MARIÁTEGUI, JOSÉ CARLOS. Peruanicemos al Perú. Lima, Empresa editora Amauta. Décima primera edición, 1988, p. 91-92).

La importancia del oro en este sistema no será la misma que en un sistema superior, por ello, a esa piedra amarilla en la que los capitalistas compendian todo su ser, les decimos con Lenin: ‘A mi parecer, cuando triunfemos a escala mundial, pondremos urinarios públicos de oro en las calles de algunas de las ciudades más importantes del mundo. Este sería el empleo más «justo», gráfico e instructivo del oro para las generaciones que no han olvidado que, a causa del oro, fueron sacrificados diez millones de hombres y mutilados treinta millones en la «gran guerra liberadora» de 1914-1918’ (http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas12-12.pdf).”

Lenin dice: “cuando triunfemos a escala mundial”. Pero Aragón entiende “Hasta donde estoy informado, en ningún momento del desarrollo de los países socialistas (y con mayor razón en ningún país capitalista) se ha planteado como ‘tarea del momento’ utilizar el oro como material para fabricar urinarios.”

Es decir, no se trata de que Aragón no entienda la propuesta de Lenin, sino que se esfuerza por deformar su sentido.

Su referencia al jeque derrochador, revela que su mentalidad está atrapada por el oro como riqueza, propiedad que le atribuye por ser un fenómeno natural. En cambio Lenin se refiere a los urinarios de oro como denuncia, reconociendo que por un objeto fueron sacrificadas millones de vidas.

Aragón siente la necesidad de disfrazarse de un “derrochador jeque de los países árabes, o de alguna frívola y multimillonaria ‘estrella’ de la industria del cine de Hollywood”, para expresar a través de ellos su concepción del oro, como lujo o riqueza, mostrando su sometimiento al fetichismo de la mercancía; en cambio, en Lenin es el reconocimiento de que el hombre es el verdadero creador de la riqueza. Por eso, Marx dice que “Hasta el momento, ningún químico ha descubierto valor de cambio en una perla o en un diamante”. Así pues, Aragón le atribuye riqueza al oro (en el sentido de valor de cambio), cuando de lo que se trata es que este tiene gran valor porque requiere gran cantidad de trabajo socialmente necesario. Aragón ve el objeto en lugar de ver el sujeto.

Sin embargo, hay que añadir algo que es fundamental: el valor corresponde a una época histórica en la que predomina el régimen de producción de mercancías, en el que en las mercancías el trabajo social aparece como trabajo privado, para cuyo intercambio se requiere establecer espontáneamente (oferta y demanda como expresión de la anarquía de la producción capitalista) la equivalencia de estos trabajos privados, y por lo tanto reconocer el valor como categoría social; a diferencia de los economistas burgueses y de todos los apologistas del capitalismo, que le atribuyen el valor a las mercancías por sus características físico-químicas, como se afana Aragón en su defensa de la extracción de oro.

Continuemos revisando las propuestas de Aragón: “Si revisamos la historia, nuestra conocida y siempre confiable gran maestra y consejera, podremos comprobar que el proletariado con conciencia de clase nunca luchó ‘por oponerse al crecimiento y desarrollo del capitalismo’ (salvo en los inicios del capitalismo, cuando los primeros obreros, todavía sin experiencia y sin conciencia de clase, lucharon desesperadamente por destruir las máquinas para ilusoriamente oponerse al crecimiento del capitalismo), sino que, el proletariado siempre luchó por construir el socialismo, precisamente sobre la base del desarrollo material legado por el ‘odiado’ capitalismo.”

Precisamente, el proletariado con conciencia de clase lucha contra el capitalismo para eliminarlo; y en consecuencia, cómo se puede pensar que no lucha contra el crecimiento y desarrollo del capitalismo. La lucha por el crecimiento y el desarrollo del capitalismo es tarea de la burguesía. Así pues, Aragón considera que luchar por el socialismo no es luchar contra el crecimiento y desarrollo del capitalismo, sino todo lo contrario. Podemos deducir entonces, que la visión de Aragón consiste en que el socialismo aparecerá espontáneamente cuando el capitalismo haya crecido y se haya desarrollado. Hay que preguntarle entonces, cuál es el nivel de crecimiento y de desarrollo del capitalismo que constituye la base material del socialismo. Más aún cuando los países capitalistas industrializados, a pesar de su elevado nivel de producción y desarrollo, todavía no se han convertido en socialistas.

Aragón dice que el proletariado nunca luchó por oponerse al crecimiento y desarrollo del capitalismo, diciendo que “la historia es la mejor consejera”. Veamos cómo se remite y hace uso de la historia, para argumentar su punto de vista. Para esto se basa en tres libros de los maestros del proletariado (El Capital, El Desarrollo del Capitalismo en Rusia, y en los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana).

Carlos Marx, en el proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich, escribe: “La mejor prueba de que este desarrollo de la «comunidad rural» responde al rumbo histórico de nuestra época es la crisis fatal que experimenta la producción capitalista en los países europeos y americanos, en las que se ha desarrollado más, crisis que terminará con la eliminación del mismo, con el retorno de la sociedad moderna a una forma superior del tipo más arcaico: la producción y la apropiación colectivas.”

Y, en otro lugar de la misma carta escribe: “[…] Porque en Rusia, gracias a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural, que existe aún a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente merced a que es contemporánea de la producción capitalista, puede apropiarse todas las realizaciones positivas de ésta, sin pasar por todas sus terribles peripecias. Rusia no vive aislada del mundo moderno; tampoco es presa de ningún conquistador extranjero, como ocurre con las Indias Orientales.” (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm).

Como se puede ver, no propone Carlos Marx el crecimiento del capitalismo, ni que se tenga que esperar a que el capitalismo desplace a todas las formas de producción pre-burguesas, para su sustitución. Este es pues otro caso en el que Aragón falsea la historia.

Lo mismo sucede con la propuesta de Lenin. Este polemiza con los mencheviques, quienes pretendían que la revolución contra la autocracia zarista debía ser dirigida por la burguesía, y que luego de instaurado el régimen burgués, con el avance del capitalismo se desarrollaría el proletariado para recién luchar por el socialismo.

Lenin proponía que la lucha contra el zarismo debía ser dirigida por el proletariado, y que una vez en el poder, se debía pasar a la lucha por el socialismo. ¿Dónde, le preguntamos a Aragón, está la propuesta de Lenin de la necesidad de que el proletariado apoye el crecimiento y el desarrollo del capitalismo?

Lenin se propuso, en EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN RUSIA, demostrar cómo se forma el mercado interior para el capitalismo ruso, señalando una y otra vez la superioridad de la economía capitalista respecto de las formas económicas pre- burguesas.

Lenin dice: “Hablamos de los ‘primeros pasos’ del comunismo en Rusia (como lo dice también el programa de nuestro Partido aprobado en marzo de 1919), ya que estas condiciones las hemos realizado sólo en parte, o dicho con otras palabras: la realización de estas condiciones se encuentra sólo en su fase inicial. De una vez, con un solo golpe revolucionario, se ha hecho todo cuanto puede, en general, hacerse de un golpe: por ejemplo, ya el primer día de la dictadura del proletariado, el 26 de octubre de 1917 (8 de noviembre de 1917), fue abolida la propiedad privada de la tierra y fueron expropiados sin indemnización los grandes propietarios de la tierra. En unos meses fueron expropiados, también sin indemnización, casi todos los grandes capitalistas, los dueños de fábricas, empresas de sociedades anónimas, bancos, ferrocarriles, etc. La organización de la gran producción industrial por el Estado, el tránsito del ‘control obrero’ a la ‘administración obrera’ de las fábricas y ferrocarriles, está ya realizado en sus rasgos más importantes y fundamentales; pero con respecto a la agricultura esto no ha hecho más que empezar (las ‘haciendas soviéticas’, grandes explotaciones organizadas por el Estado obrero sobre las tierras del Estado). Igualmente apenas ha comenzado la organización de las diferentes formas de cooperación de los pequeños labradores, como tránsito de la pequeña producción agrícola mercantil a la agricultura comunista. Lo mismo cabe decir de la organización estatal de la distribución de los productos en sustitución del comercio privado, es decir, en lo que atañe al acopio y al envío de cereales a las ciudades y de los artículos industriales al campo por el Estado. Más abajo daremos los datos estadísticos que poseemos sobre esta cuestión.

La economía campesina continúa siendo una pequeña producción mercantil. Hay aquí para el capitalismo una base extraordinariamente amplia y dotada de raíces muy profundas y muy sólidas. Sobre esta base, el capitalismo se mantiene y revive de nuevo, luchando de la manera más encarnizada contra el comunismo. Las formas de esta lucha son: la venta clandestina y la especulación contra los acopios estatales de cereal (al igual que de otros productos) y en general contra la distribución estatal de los productos.” (La Economía y la Política en la Época de la Dictadura del Proletariado. Lenin).

La situación de atraso económico, y la existencia de formas económicas pre-burguesas, que se vivía en Rusia, no fue obstáculo para la revolución socialista, para desarrollar medidas económicas socialistas.

Lo que Carlos Marx (aparte de descubrir las leyes económicas del capitalismo) y Lenin hicieron fue constatar el hecho de que el capitalismo se había desarrollado, y sobre la base de las características históricas de este desarrollo, propusieron las medidas concretas para superarlo revolucionariamente, y llevar a cabo las medidas de construcción del socialismo, que, según el ritmo histórico, obligaría o no a cumplir ciertas tareas que el capitalismo no había podido cumplir: por ejemplo, la industrialización.

En síntesis, la propuesta de estos dos maestros del proletariado consistía en desechar las relaciones sociales de producción capitalistas, y en conservar y desarrollar las fuerzas productivas, pero ahora bajo las relaciones sociales de producción socialistas.

José Carlos Mariátegui, planteó lo siguiente en su escrito La Propaganda Mutualista: “Pero, históricamente, las reivindicaciones económicas y políticas del socialismo van contra los ideales e intereses capitalistas, aunque reservándose, en servicio del progreso y la civilización, el derecho de aprovechar sus adquisiciones técnicas y materiales.”

Como se puede ver, el problema era superar las relaciones sociales de producción capitalistas, sin desaprovechar los aportes del capitalismo al desarrollo de las fuerzas productivas. En cambio Aragón acepta el capitalismo en bloque, tanto sus relaciones sociales de producción (explotación) como las adquisiciones técnicas y materiales.

En cuanto a la situación de la tierra como consecuencia de la producción capitalista, Marx plantea lo siguiente: “Al crecer de un modo incesante el predominio de la población urbana, aglutinada por ella en grandes centros, la producción capitalista acumula, de una parte, la fuerza histórica motriz de la sociedad, mientras que de otra parte perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra; es decir, el retorno a la tierra de los elementos de ésta consumidos por el hombre en forma de alimento y de vestido, que constituye la condición natural eterna sobre la que descansa la fecundidad permanente del suelo. Al mismo tiempo, destruye la salud física de los obreros. Al mismo tiempo, destruyendo las bases primitivas y naturales de aquel metabolismo, obliga a restaurarlo sistemáticamente como ley reguladora de la producción social y bajo una forma adecuada al pleno desarrollo del hombre. […] Además, todo progreso, realizado en la agricultura capitalista, no es solamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra, y cada paso que se da en la intensificación de su fertilidad dentro de un periodo de tiempo determinado, es a la vez un paso dado en el agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad. Este proceso de aniquilación es tanto más rápido cuanto más se apoya un país, como ocurre por ejemplo con los Estados Unidos de América, sobre la gran industria, como base de su desarrollo.” (Carlos Marx. El Capital. Tomo I. La gran industria y la agricultura).

Tratando de promover el crecimiento y el desarrollo del capitalismo, Aragón cita a José Carlos Mariátegui: “Mariátegui constató lo siguiente: ‘Marx descubrió y enseño que había que empezar por comprender la fatalidad de la etapa capitalista y, sobre todo, su valor. El socialismo, a partir de Marx, aparecía como la concepción de una nueva clase, como una doctrina y un movimiento que no tenían nada de común  con el romanticismo de quienes repudiaban, cual una abominación, la obra capitalista. El proletariado sucedía a la burguesía en la empresa civilizadora. Y asumía esta misión, consciente de su responsabilidad y capacidad –adquiridas en la acción revolucionaria y en la usina capitalista—cuando la burguesía, cumplido su destino, cesaba de ser una fuerza de progreso y  cultura’.  Además  agregó: ‘Por esto, la obra de Marx, tiene cierto sentido de admiración por la obra capitalista, y El Capital, al par que da las bases de una ciencia socialista, es la mejor versión de la epopeya del capitalismo’.”

Esta cita no puede servir de tapadera a la propuesta burguesa de Aragón. Ya hemos visto a qué aspecto del capitalismo se refiere José Carlos Mariátegui cuando escribe de su función civilizadora. Pero una vez aparecidos estos elementos, el capitalismo, sea en el estadio en el que se encuentre, tenía que ser superado y por lo tanto, no cabía hablar de crecimiento y desarrollo capitalista, como hace reaccionariamente Aragón. Por otro lado, cuando Mariátegui se refiere a la etapa capitalista como fatalidad histórica, no lo hace en el sentido de que todos los países del planeta deban pasar por esta etapa (era precisamente Haya de La Torre quien planteaba la cuestión en este sentido).

Cuando Mariátegui afirma que el capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso, plantea que la etapa liberal ha concluido, que ya no puede desarrollarse más, y que por lo tanto, el paso siguiente consiste en que el socialismo lleve a cabo algunas de las tareas que le corresponden al capitalismo: “El advenimiento político del socialismo no presupone el cumplimiento perfecto y exacto de la etapa económica liberal, según un itinerario universal. Ya he dicho en otra parte que es muy posible que el destino del socialismo en el Perú sea en parte el de realizar, según el ritmo histórico al que se acompase, ciertas tareas teóricamente capitalistas” (Respuesta al Cuestionario Nº 4 del “Seminario de Cultura Peruana”. José Carlos Mariátegui). “Solo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir. […] El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria […]” (José Carlos Mariátegui. Principios Programáticos del Partido Socialista”).

Parte del estilo de Aragón para debatir con sus contradictores es atribuirles posiciones izquierdistas. Por eso, escribe lo siguiente: “Salvo que César Risso pretenda hacer suya, y reivindicar para su socialismo, la posición reaccionaria de Pol Pot ensayada brevemente en Camboya, o la posición reaccionaria de Abimael Guzmán en nuestro país, quienes vanamente pretendieron instaurar un supuesto ‘socialismo  agrario’, sin industrias, sin minas, sin comercio, y claro está, un socialismo sin producción de oro.

Pretende Aragón, con esas afirmaciones, descalificar las críticas a sus propuestas y, de otro lado, hacerme pasar por un izquierdista. Pero esta calificación no me alcanza, y, además, una lectura atenta nos lleva a la conclusión de que la propuesta de Abimael Guzmán se parece a la suya.

Veamos. Eduardo Ibarra, comentando las propuestas de Guzmán, cita el punto cuatro del programa de SL: “La liquidación de la propiedad semifeudal y de toda modalidad subsistente de la misma, confiscándola para entregar las tierras al campesinado, principalmente pobre, aplicando el principio ‘la tierra para el que la trabaja’.” […] En otras palabras, el jefe senderista postula una solución democrático-burguesa del problema de la tierra” (Eduardo Ibarra. El Pez Fuera del Agua. Crítica al ultraizquierdismo Gonzaliano).

Esta es justamente la propuesta de Aragón de crecimiento y desarrollo del capitalismo.

En ningún momento se ha negado la producción minera en general, pues de lo que se trata es de cambiar el sistema capitalista, pero este cambio no es como plantea Aragón, la lucha electoral para copar los municipios y desde allí cambiar el sistema, lo que encaja con su propuesta de aumentar la producción para sentar las bases del socialismo.

En otras palabras, según Aragón, el socialismo llegará de forma inadvertida, sin una lucha directa por este. Por ello también niega la necesidad del partido del proletariado. Parecería que en su especulación ha llegado a la conclusión de que el partido del proletariado es sinónimo de revolución socialista, y que el frente lo es del cambio social; que el partido estorba o distrae el cambio social, pues exige condiciones que son oportunidades históricas, mientras que con el frente los periodos revolucionarios se diluyen en una serie de actos parciales pero continuos, que darán el mismo resultado. Según esto, suscribe la lucha por el socialismo en la que 20 días se diluyen en 20 años, a través de la lucha electoral municipal, síntesis de su especulación.

En conclusión, el abierto apoyo de Aragón a la actividad minera se deriva de su concepción de la revolución socialista, o cambio social, como él le llama, que es el sustento teórico (revisionismo) del oportunismo.

Las circunstancias actuales han conducido a que la forma en la que se está desarrollando la organización y la lucha del trabajador en general, contra la burguesía como clase, es a través de los frentes regionales contra las empresas extractivas, como las mineras, petroleras, etc. Y se trata de reorientar este movimiento real, vivo, y en desarrollo, hacia la destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo.

Pero Aragón no solo deja de lado el problema socio-económico, sino que además no sobrepasa las relaciones sociales de producción capitalistas; por ello se queda en la urgencia de reclamar crecimiento y desarrollo capitalista, en lugar del cambio de sistema, sin lograr ver la perspectiva proletaria.

No se imagina Aragón el futuro socialista sin el oro (fetichismo de la mercancía). Lo que sucede es que nos traslada al futuro como recurso para justificar la extracción de oro en el presente. Esta es su motivación.

Considera que como la minería será necesaria en el socialismo, hay que defenderla en el capitalismo. Pero justamente nuestra crítica a Aragón señala que este ha abandonado el concepto de clase social; ya que si lo hubiera tenido presente, tendría claro que la minería en el capitalismo explota, y en el socialismo libera.

Cuando Aragón dice que hay que continuar con el crecimiento económico, oculta o niega las contradicciones del capitalismo, y que estas se traducen en crisis económicas. O cree que la actual crisis económica de los países industrializados se debe a que no querían promover el crecimiento económico. Y de ser posible esta ilusión, ¿acaso el crecimiento económico ha llevado a los países industrializados al socialismo?

Tal vez Aragón diga: “son contradicciones más ideales que reales”, como afirma con respecto a la lucha contra la minería.

Pretende Aragón que los campesinos acepten racionalmente el progreso técnico, y digan “minas sí, oro sí”, reconociendo que esta actividad trae progreso, o que digan que como el 85 % del agua se usa para la agricultura y el 1% para la minería, es justo que la burguesía minera disponga de toda el agua que necesite. Seguramente piensa lo mismo en relación a la burguesía y el socialismo; de tal modo que la burguesía pueda reconocer que racionalmente el socialismo es mejor; y así alcanzar su socialismo edulcorado bajo la vía municipal. Todo es cuestión de que los campesinos, los burgueses y el “poblador peruano” entiendan que la propuesta de Aragón es más racional. Tenemos así una nueva versión del socialismo utópico, con la diferencia de que en el tiempo del socialismo utópico faltaban los descubrimientos hechos por Carlos Marx, y en consecuencia los utopistas no estaban en condiciones de conocer la esencia de la explotación capitalista, ni la solución correspondiente; mientras que Aragón tiene ante sí las herramientas, así como la experiencia de la construcción del socialismo, y por lo tanto su utopía se nos presenta teóricamente como revisionismo y políticamente como oportunismo.

Por lo tanto, la propuesta de Aragón trata de sustentar la reproducción, la copia, la repetición del desarrollo del capitalismo por la vía liberal, que es justamente lo que rechaza José Carlos Mariátegui, y que es uno de sus aportes al recusar este método. JCM planteó que el método liberal en el Perú había caducado, pues el capitalismo había dejado de coincidir con el progreso.

La defensa de Aragón de la minería capitalista, implica la defensa del hambre y la crisis, que son sus consecuencias, que lleva estos males a niveles de genocidio.

En el caso específico del proyecto minero Conga, Aragón deja de lado el origen del capital que explota los recursos mineros; es decir, si se trata de la burguesía nativa o de la burguesía imperialista, que por su diferente carácter, reviste una importancia de primera línea. Obviando que la lucha de los comuneros de Cajamarca contra la actividad minera y la explotación del oro, al usar y contaminar el agua, es la forma concreta en la que se expresa la lucha contra el capitalismo y contra el imperialismo.

Y así, defendiendo el crecimiento y el desarrollo del capitalismo, Aragón aparece como un apologista del capitalismo en general, y como un defensor de la minería capitalista en particular; como un admirador solapado de las propuestas del Partido Nacionalista en el gobierno.



La Máscara de la Responsabilidad Social Corporativa

Jan Lust

El problema de la responsabilidad social corporativa de las empresas mineras es un tema que está empezando a ser ampliamente discutido en la literatura sobre las industrias extractivas. Sin embargo, en lugar de investigar el significado político, económico y social de la responsabilidad social corporativa para la promoción de los intereses del capital minero, la literatura aborda este tema como la contribución de las empresas mineras al desarrollo sostenible.

Los proyectos de responsabilidad social corporativa de las empresas mineras en el Perú comenzaron a desarrollarse cuando surgieron las protestas contra las operaciones de estas empresas. El aumento de la conciencia política de las comunidades afectadas por la minería expuso el carácter destructivo de las empresas mineras y las obligó a tomar medidas. Por ejemplo, en respuesta a la formación de la Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería en 1999, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía creó un Comité de Asuntos Sociales con el objetivo de hacer frente a estos conflictos.

Los programas de responsabilidad social corporativa de las empresas revelan mucho sobre la naturaleza de una empresa capitalista. Y si bien es cierto que estos programas pueden aliviar los problemas de la población, estos no son sus objetivos. Los programas de responsabilidad social corporativa ocultan las verdaderas cuestiones en juego y son parte, en el caso de las empresas mineras, de todos aquellos mecanismos que tienen por propósito establecer y legitimar el modelo extractivo y desmantelar los conflictos que causan la presencia y las operaciones del capital extractivo. Estos programas desempeñan también un papel estratégico en la creación de apoyo para sus actividades  y son herramientas para dividir a la oposición en contra de la empresa.

La responsabilidad social corporativa desaparece como la nieve ante el sol cuando las empresas están en problemas. Por ejemplo, durante la Convención Minera Perumin 31 en septiembre de 2013, José Picasso, presidente de minera Volcán, decía que la minería en el Perú atraviesa una preocupante coyuntura. Según Picasso, la producción estaba cayendo hace años debido a la conflictividad social, los retrasos en la aprobación de los permisos ambientales, la ley de consulta previa y la pesada carga tributaria minera, que “es más alta que la de Chile y Canadá”. Y al final de septiembre de 2013, el presidente ejecutivo de la minera estadounidense Newmont empezó a chantajear al Gobierno peruano al decir que la empresa, a partir de 2015, reconsideraría su proyecto aurífero Conga de unos 5.000 millones de dólares en Perú, tras las elecciones municipales y regionales en octubre de 2014.

La responsabilidad social corporativa tiene sus límites cuando los intereses corporativos están en juego. Por ejemplo, el Consejo Internacional de Minería y Metales, una organización de 22 empresas mineras y metales más importantes en el mundo y 32 asociaciones mineras nacionales y regionales y asociaciones de commodities globales, escribió en 2013 lo siguiente en su documento “Minería responsable en el Perú: “Se cree que los últimos conflictos en torno a proyectos mineros específicos se tornarán más violentos. La resistencia está bien organizada, algunas veces politizada, y se han enfocado en bloqueos inmediatos en lugar de protestas más pacíficas. Se sospecha que el crimen organizado ha participado cada vez más en el financiamiento de protestas violentas”.[i]

Los programas de responsabilidad social corporativa de las empresas transnacionales son apoyados por los gobiernos de sus países de origen y las instituciones multilaterales del imperialismo. Por ejemplo, desde el 2008, el proyecto de Reducción de la Pobreza y Alivio, patrocinado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID) y de varias empresas mineras, está tratando de aliviar las tensiones en las proximidades de las minas”. En 2009, el gobierno canadiense adoptó una estrategia de responsabilidad social corporativa para su sector extractivo internacional, con el objetivo de mejorar la ventaja competitiva de sus empresas extractivas mediante la mejora de su capacidad para gestionar los riesgos sociales y ambientales. En el 2011, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo inició un proyecto para promover la mediación y el diálogo entre los actores en los conflictos mineros.

El capitalismo no sería capitalismo si no tenía también la intención de mercantilizar la responsabilidad social corporativa. Los mercados financieros han creado clasificaciones e índices de varios tipos para medir y recompensar el impacto positivo de las estrategias eficaces para la responsabilidad corporativa en el valor de una empresa. Los índices Dow Jones Sustainability y FTSE4Good proporcionan puntos de referencia y transables para los inversores socialmente responsables. Además, la Organización Internacional de Normalización (ISO) ofrece una certificación para sistemas de gestión ambiental de las empresas y otras organizaciones (ISO 14001). Es curioso saber que la minera Yanacocha en Cajamarca (Proyecto Conga) fue la primera compañía minera en recibir esta certificación en el 2008, para todos los aspectos de la mina.

Todo lo expuesto nos lleva a una pregunta esencial: ¿Cuándo sacaremos la máscara de la responsabilidad social corporativa iniciando una batalla nacional para otro modelo de desarrollo y en servicio de las grandes mayorías, usando todos los métodos que están a nuestro alcance y los que consideramos adecuados dada la correlación de fuerzas de clase y la hegemonía de la ideología neoliberal en nuestro país?
         
  Notas
[1] Esta opinión fue compartida por el gobierno peruano. En una entrevista con La República en enero de 2014 Vladimiro Huaroc, Alto Comisionado de la Oficina de Diálogo y Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros, dijo lo siguiente acerca de las protestas contra la minería en el departamento de Cajamarca: “Hay distritos en Celendín, San Ignacio, donde no se puede entrar. Por supuesto que el Estado puede ingresar, pero eso significa desplazar tropa y eso no queremos. Tenemos información y evidencias de que en toda esa zona hay narcotráfico, Naciones Unidas lo ha demostrado. Son las rutas del opio. Aparentemente aquí hay una mezcla muy extraña entre las rondas y sectores del narcotráfico. Por eso a ellos no les interesa dialogar”.



El Capitalismo Senil y el Nuevo Caos Mundial

(Quinta Parte)


Samir Amin


3. Las consecuencias de estas opciones son pues catastróficas en todos los planos. Han quitado toda credibilidad a los discursos dominantes referentes a la democracia y a los derechos de los pueblos y han puesto término a las ilusiones de una “autonomía europea”, pues han obligado a la Unión Europea a plegarse a un alineamiento aún más severo que el que se le había impuesto en el pasado con el pretexto de la “Guerra Fría”.

      La única opción que habría tenido algún sentido para Europa hubiera sido inscribir su construcción en la perspectiva de un mundo multipolar. El margen de autonomía que define esta opción le hubiera permitido crear un proyecto de sociedad socialmente válido, en la mejor54 tradición humanista europea. Esta alternativa implicaba, evidentemente, reconocer a Rusia, a China y a cada una de las grandes regiones del Tercer Mundo el mismo margen de autonomía. Implicaba volver definitivamente la página de la OTAN a favor de la concepción de una fuerza defensiva europea, gradualmente integrada al ritmo de los progresos de la construcción política europea misma. Como también implicaba concebir modos de regulación adecuados, tanto en el nivel europeo como en el del sistema mundial, que pudieran reemplazar las fórmulas dominantes de Bretton Woods, de la OMC y del Acuerdo Multilateral sobre Inversiones. Al optar por una mundialización liberal, Europa en realidad renunció a utilizar su po­tencial de competitividad económica y se inscribió en la huella de las ambiciones de Washington.

El hecho de que los Estados europeos hayan elegido esta vía revela la fragilidad del proyecto europeo mismo y hasta revela que ese proyecto tiene, en realidad, una prioridad su­balterna en la escala de las visiones políticas dominantes. En verdad, la opción fundamental de Gran Bretaña desde 1945 es consolarse de la pérdida de su rol imperial reviviéndolo por procuración a través de los Estados Unidos. La opción funda­mental de Alemania, después de renunciar al sueño nazi y a la locura de la conquista del mundo, es limitar sus ambiciones a la medida de sus medios reconstituyendo su zona de influencia tradicional en dirección de la Europa del Este y del Sudeste, siguiendo los pasos de la estrategia hegemónica mundial de Washington. Por razones de algún modo análo­gas, el Japón -frente a China y hasta Corea- inscribe también sus ambiciones de expansión estrictamente regionales en esta misma perspectiva global norteamericana.

¿Puede salvarse el proyecto europeo de la debacle? La respuesta inicial que daría yo a esta pregunta no es ni la de los "europtimistas", que sencillamente quieren convencerse de que una serie de milagros sucesivos permitirá que Europa avance, ni la de los "europesimistas", cuyas críticas -justas en sí mismas- no inspiran nada más que la nostalgia de un re­torno a los pasados nacionales. Mi respuesta procede de una actitud eurocrítica fundamental, que reconoce a la vez que los países europeos tienen necesidad de una institucionalización de su construcción regional para hacer frente a los desafíos del futuro (como el resto de las naciones del mun­do) y que el proyecto europeo tal como está no responde a esa necesidad. Pues este proyecto tiene, ante todo, las huellas de su origen, nacido de una idea norteamericana y anticomu­nista de la posguerra, sobre la cual se precipitaron las fuerzas conservadoras, que tenían que hacerse perdonar la actitud por lo menos ambigua que habían tenido respecto del ocupante nazi y del Estado fascista local. Este proyecto debe volver al punto cero, y es necesario volver a empezar partiendo de una negociación relativa a la perspectiva social que se les propone a los pueblos implicados y definir por su contenido social los términos de un nuevo compromiso histórico capital/trabajo. Volver a empezar con una negociación acerca de la institucionalización de una gestión democrática y eficaz de las etapas de la conciliación entre realidades nacionales y prioridades paneuropeas. Pues la diversidad inevitable del desarrollo de las luchas políticas y sociales implicará necesa­riamente la desigualdad de los posibles progresos. No es indispensable que la institución europea siempre obligue a alinear­se junto a los más lentos, pues eso provocaría el inmovilismo ante los Estados Unidos, que tendrían un pretexto más para arrogarse la exclusividad de las iniciativas. No creo que un proyecto semejante sea "imposible", ni que sea "demasiado tarde" para emprenderlo, como suponen los políticos pusilá­nimes de la Europa actual. Por el contrario, creo que las fuer­zas políticas que emprendan iniciativas fuertes en el sentido que yo preconizo despertarán rápidamente gran entusiasmo. Pero, para animarse a ponerlas en práctica, hay que ser valeroso.

La principal conclusión política que saco del análisis cuya estructura esencial presenté aquí es que Europa no podrá ele­gir otros caminos diferentes mientras las alianzas políticas que definen los bloques que están en el poder permanezcan concentradas en el capital transnacional dominante. Sólo si las luchas sociales y políticas logran modificar el contenido de esos bloques e imponer nuevos acuerdos históricos entre el capital y el trabajo, Europa podrá tomar cierta distancia de Washington y renovar así el proyecto europeo. En esas condiciones, Europa podría -y hasta debería- asimismo comprometerse en el plano internacional, en sus relaciones con el Este y con el Sur, emprender otro camino diferente del que trazaron las exigencias exclusivas del imperialismo colectivo e iniciar así su participación en la larga marcha "más allá del capitalismo". Dicho de otro modo, Europa será de izquierda (y aquí tomamos seriamente el término "izquierda") o no será nada.

Geometría de los conflictos internacionales

1. La crisis estructural de la acumulación no ha sido supe­rada ni parece estar en vías de superación. Esto constituye un terreno fértil para la multiplicación de los conflictos -in­cluso de conflictos violentos- que, en mi opinión, continuarán expandiéndose, al menos en el futuro visible. Situarse "más allá" de ese futuro, imaginar pues que esta fase B del ciclo largo será seguida por una nueva fase A de expansión capita­lista relativamente estabilizada como lo fue en el pasado, desde mi punto de vista no es más que un ejercicio fácil y para colmo fútil.

Porque, ciertamente, no resulta difícil imaginar el cuadro de una mundialización futura coherente con la dominación de la nueva forma de la ley del valor asociada a los cinco monopolios mencionados antes. Los centros dominantes tradicionales conservarían su ventaja y reproducirían las jerarquías ya visibles: los Estados Unidos conservarían la hege­monía mundial (por sus posiciones dominantes en la investigación y el desarrollo, por el monopolio del dólar y el de la gestión militar del sistema), flanqueados por los se­gundos (el Japón frente a China, Gran Bretaña como socia política y financiera, Alemania para controlar Europa). Los países activos de Asia del Este, de Europa oriental y de Rusia, la India y América Latina constituirían las zonas periféricas principales del sistema. En los centros mismos, el acento puesto en las actividades vinculadas con los cinco monopolios mencionados implicaría la gestión de una sociedad de "dos velocidades", como ya lo dijimos, es decir, una marginación producida por la pobreza, los empleos precarios y el desempleo de sectores importantes de la población.

En ese panorama general, no habría dificultad en imaginar una nueva etapa de la expansión capitalista, fundada en el crecimiento acelerado de las periferias activas, la recuperación del crecimiento en Europa del Este y en la ex URSS, así como en la Unión Europea, en tanto que el mundo marginado afri­cano e islámico quedaría abandonado a sus convulsiones. La intensificación de los intercambios entre las diferentes regio­nes dinámicas del mundo sostendría el proyecto. No obstante, en mi opinión, cuanto más se avance en esta dirección y cuanto más se intensifiquen los intercambios entre las regio­nes, tanto más se ampliarán las distancias de esta nueva pola­rización basada en los cinco monopolios de la tríada. En esta perspectiva, las diferencias entre los niveles de desarrollo de las regiones no se atenuarían progresivamente, sino que, por el contrario, se ensancharía la brecha entre los centros y la nueva periferia. Las periferias activas se harían exportadoras masivas y su excedente comercial permitiría la transferencia hacia los países provistos de la mayor parte del superávit generado en ellas. Tal sería la nueva forma del imperialismo. No tengo la menor duda de que los pueblos -y hasta las clases dirigentes- de las periferias activas en cuestión impedirán que se instaure este "apartheid a escala mundial".

Pero, en los centros desarrollados mismos, ¿qué pasaría si los socios de la tríada se internaran por este camino? ¿Si decidieran centrar su crecimiento sobre el de un tercero alaba­do como expresión de la "nueva economía" y se embarcaran en una relativa desindustrialización? Esta es la hipótesis que yo sugería partiendo del análisis de los "cinco monopolios": los centros se "especializarían" en las actividades vinculadas con esos monopolios -particularmente, la investigación y la puesta a punto de las nuevas tecnologías- y relegarían a las periferias activas el rol de productores subalternos. Eso fue lo que hizo Alcatel, que decidió transformarse en una empresa "cerebro" que ya no produce nada directamente. En este mar­co, ninguno de los graves problemas sociales que ya cono­cemos hoy hallaría solución.

Por el momento, Europa está perfectamente alineada con esta estrategia en todas sus dimensiones políticas, militares y económicas. Hasta en relación con África -durante largo tiempo, "coto reservado" de las antiguas potencias coloniales, particularmente de Francia y de Bélgica-, la Unión Europea sigue los lineamientos de Washington transmitidos por intermedio del Banco Mundial, como lo atestigua la nueva convención de Cotonou firmada en 2000 (1).

Sin duda, este alineamiento no excluye la intensificación de los conflictos "mercantiles" entre la Unión Europea y los Estados Unidos, que han llegado a ser cotidianos (el caso de Airbus, de las bananas, de las hormonas en la carne, etcétera) y en los cuales es probable que la arrogancia de las autoridades de Washington no pueda mantenerse indefinidamente. Con todo, estas contradicciones me parecen secundarias en rela­ción con las otras, destinadas a amplificarse, que enfrentarán a las nuevas periferias (principalmente, las de primera línea, China, la India y tal vez mañana Rusia) con la tríada cuya cohe­sión se mantiene en virtud del alineamiento con Washington.

Notas
[1] Samir Amin, Les régionalisations, documento citado.



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