Nota:
Publicamos a
continuación la réplica de nuestro compañero César Risso a las confusas y
oportunistas observaciones de Miguel Aragón, réplica que tiene la virtud de
desenmascarar no solo sus sofísticos argumentos, sino también sus métodos criollos
en el terreno de la polémica.
Como se sabe,
tales métodos son característicos del grupo liquidacionista, por lo que no
llama la atención que Aragón haga uso abundoso de ellos.
El fondo de la
política que promueve el mencionado grupo (administración municipal de la
economía capitalista, apoyo incondicional al reformismo pequeño burgués, etc.)
es la vieja idea sustentada por Haya de La Torre de que hay que impulsar el
desarrollo del capitalismo para hacer posible el socialismo, idea criticada
magistralmente por José Carlos Mariátegui.
El debate ha
demostrado ya que la tendencia de Aragón ha hecho extensivo su liquidacionismo
(negación del partido de clase) al campo de la historia (negación de la
existencia del Partido Socialista del Perú), así como también al frente unido
(liquidación del frente a favor de un partido-amalgama, tal como quedó
demostrado en los tiempos del mal llamado “Comité 80”).
El artículo de
nuestro compañero César Risso es, sin duda, una invalorable contribución al
desenmascaramiento en profundidad de las posiciones del grupo liquidacionista.
01.02.2015.
Comité de Reconstitución José Carlos
Mariátegui.
Minería y Fetichismo de la Mercancía
(Replica a Miguel Aragón)
César Risso.
En su artículo AGRADECIMIENTO
AL SR. CESAR RISSO, dice Aragón: “Considero necesario agradecer al
Sr. César Risso, por haber rescatado del olvido dos comentarios míos
publicados el año 2012.”
Así inicia, Miguel Aragón, su respuesta a mi crítica (Lucha Por el Agua), partiendo de una
mentira. No he sido yo quien ha sacado del olvido sus dos comentarios
publicados el año 2012, sino él mismo, quien los republicó en los grupos de
correo el 29 de octubre del 2014. Dice más adelante Aragón: “Dos años después nuevamente
nos encontramos en las vísperas de otra Marcha por el Agua, y con varias
semanas se [sic] anticipación yo he reenviado mis dos artículos, sacándolos así
de los archivos del olvido.” ¿Se da cuenta el lector de quién fue el que sacó “de
los archivos del olvido” las propuestas de Aragón? No solo miente Aragón, sino
que se contradice.
En el mismo artículo escribe lo siguiente:
“Y no solo agradecerle, sino también felicitarlo, porque ya era
tiempo que él, como parte de los asiduos colaboradores del Blog
Creación Heroica, por fin se ha animado a tratar un problema concreto de
nuestra realidad del presente.”
Esta es otra falsedad, puesto que afirma que recién
con la crítica que hago a sus escritos, estoy escribiendo sobre problemas
concretos de nuestra realidad. Todo aquel que haya leído el Blog CREACIÓN HEROICA, del cual soy miembro
del Comité de Redacción (dato que se señala en la edición del mes de marzo del
2011), y responsable de la sección de Economía, y no un colaborador como Aragón
afirma, podrá constatar que he venido escribiendo sobre problemas concretos de
nuestra realidad presente.
Solicita
Aragón que “nuestro intercambio polémico no retroceda ni se desvíe a
las insustanciales discusiones sobre ‘ismos’ y ‘definiciones’ teóricas
en abstracto, sino que este necesario debate de ideas se eleve al ‘análisis
concreto de la situación concreta’, para lo cual modestamente hay que
‘buscar la verdad en los hechos’.”
Nos reclama
que busquemos la verdad en los hechos, y sin embargo es precisamente él quien
se encarga de distorsionar la realidad para amoldarla en su beneficio.
Una cosa es
debatir, confrontando los puntos de vista respecto de la realidad concreta, y
otra es falsear los hechos. ¿Se puede debatir en estos términos?
Continúa
Aragón: “Como él acaba de confirmar, su motivación no fueron las movilizaciones
de masas realizadas en diversas partes del país, sino como él dice
textualmente ‘responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo’.
Gracias, sinceramente muy agradecido, me siento muy halagado por tanto interés
en responderme.”
Una vez más trata
Aragón de sorprender a los lectores, afirmando que mi motivación era responder
a sus propuestas. Lo que yo afirmo es que “Mi objetivo era
responder a las propuestas de Miguel Aragón sin mencionarlo, esclareciendo el
carácter de dicha lucha, así como la solución a la misma.” (Lucha Por el Agua). Así, Aragón
desplaza el verdadero problema, para ponerse él mismo como problema. Y en la
medida en que yo no lo adulo, considerándolo como el centro del debate, él se
ve obligado a autoadularse.
Otra
falsedad más. Dice Aragón: “[…] este reenvío ha servido para que César Risso se
vea ‘en la necesidad de criticar las propuestas de Miguel Aragón directamente’.
Nuevamente se repite la historia, mi motivación ha sido la segunda movilización
por el Agua a realizarse en esta semana, y la motivación de César Risso ha sido
‘responder a Miguel Aragón’.”
Una vez más tuerce
la verdad. Al final de mi artículo escribo: “En las
actuales condiciones, si la lucha por el agua y el medio ambiente adquiere la
forma de un movimiento de masas, o de un frente de masas, puede ser esta la vía
que nos conduzca a la victoria final del socialismo, a condición de que el
proletariado consciente sepa cumplir bien su jornada, esto es difundir ideas y
propuestas socialistas, contribuyendo a organizar así a este gran movimiento
para derrocar el capitalismo y construir el socialismo.
Para esto debemos enfrentar las propuestas como la
realizada por Aragón, quien tras un fraseario seudosocialista, trata de
desorientar al pueblo llevándolo a desarrollar una política pro burguesa.”
Vale decir, que mi objetivo no es Aragón, sino la
lucha por el socialismo. En
consecuencia, no me propongo criticar a Aragón por el prurito intelectual de
criticarlo, sino para lograr los objetivos históricos del proletariado, para
los cuales son una traba las propuestas burguesas y pequeñoburguesas.
¿Cómo
concibe Aragón la economía capitalista? Veamos su reacción al leer una
cita de mi artículo Conga, el Hombre y
el Oro:
“Ahora,
a más de dos años de distancia, yo recuerdo que en su momento (julio de 2012)
leí el citado artículo de César Risso, y al leer la última parte lo festejé con
una sonora risa burlona. […] Entonces, me pareció risible traer a colación
la conocida cita de Lenin (sobre el destino futuro del oro como material para
construir ‘urinarios’), en un país como el nuestro, país en el cual
todavía predomina el capitalismo semifeudal y semicolonial, y en el cual
todavía no se han resuelto los problemas básicos del crecimiento económico y
del desarrollo social.
Hasta
donde estoy informado, en ningún momento del desarrollo de los países
socialistas (y con mayor razón en ningún país capitalista) se ha planteado como
‘tarea del momento’ darle al oro el despectivo destino de utilizarlo como
‘urinario’, salvo, claro está, en las excentricidades de algún derrochador
jeque de los países árabes, o de alguna frívola y multimillonaria ‘estrella’ de
la industria del cine de Hollywood.”
¿En qué parte de mi
crítica digo que sea una tarea del momento utilizar el oro como material
para fabricar urinarios? En el artículo Conga,
el Hombre y el Oro, digo que la solución al conflicto se da por medio de la
superación del régimen capitalista por el socialismo.
Podemos apreciar,
pues, el burdo método polémico de Aragón.
Veamos lo que escribí en el artículo que le provocó “una sonora risa
burlona” a Miguel Aragón:
“En el Perú, desde la década del 20 del siglo pasado,
el problema del oro había sido ya analizado: ‘Los que, arbitraria y simplísticamente, reducen el progreso
peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no
existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano.
Ignoran u olvidan que, en historia, el hombre es anterior al dinero’”.
Entre el hombre y el
oro, Mariátegui apuesta por el hombre: ‘El gigantesco desarrollo material de
los Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre.
La riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está
en su población. La historia nos enseña que las raíces y
los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se
encuentran íntegramente en su material biológico’. (Cursivas nuestras).
Por ello, concluye
Mariátegui señalando: ‘[…] que la crisis y decadencia contemporáneas empezaron
justamente cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del
dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento’ (MARIÁTEGUI, JOSÉ
CARLOS. Peruanicemos al Perú. Lima, Empresa editora Amauta.
Décima primera edición, 1988, p. 91-92).
La importancia del oro en este sistema no será la
misma que en un sistema superior, por ello, a esa piedra amarilla en la que los
capitalistas compendian todo su ser, les decimos con Lenin: ‘A mi parecer,
cuando triunfemos a escala mundial, pondremos urinarios públicos de oro en las
calles de algunas de las ciudades más importantes del mundo. Este sería el
empleo más «justo», gráfico e instructivo del oro para las generaciones que no
han olvidado que, a causa del oro, fueron sacrificados diez millones de hombres
y mutilados treinta millones en la «gran guerra liberadora» de 1914-1918’ (http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas12-12.pdf).”
Lenin dice: “cuando triunfemos a escala mundial”. Pero
Aragón entiende “Hasta donde estoy
informado, en ningún momento del desarrollo de los países socialistas (y
con mayor razón en ningún país capitalista) se ha planteado como ‘tarea del momento’
utilizar el oro como material para fabricar urinarios.”
Es decir, no se
trata de que Aragón no entienda la propuesta de Lenin, sino que se esfuerza por
deformar su sentido.
Su referencia al
jeque derrochador, revela que su mentalidad está atrapada por el oro como
riqueza, propiedad que le atribuye por ser un fenómeno natural. En cambio Lenin
se refiere a los urinarios de oro como denuncia, reconociendo que por un objeto
fueron sacrificadas millones de vidas.
Aragón siente la
necesidad de disfrazarse de un “derrochador jeque de los países árabes, o de
alguna frívola y multimillonaria ‘estrella’ de la industria del cine de
Hollywood”, para expresar a través de ellos su concepción del oro, como lujo o
riqueza, mostrando su sometimiento al fetichismo de la mercancía; en cambio, en
Lenin es el reconocimiento de que el hombre es el verdadero creador de la
riqueza. Por eso, Marx dice que “Hasta el momento, ningún químico ha descubierto valor de cambio en una
perla o en un diamante”. Así pues, Aragón le atribuye riqueza al oro (en el
sentido de valor de cambio), cuando de lo que se trata es que este tiene gran
valor porque requiere gran cantidad de trabajo socialmente necesario. Aragón ve
el objeto en lugar de ver el sujeto.
Sin embargo, hay que añadir
algo que es fundamental: el valor corresponde a una época histórica en la que
predomina el régimen de producción de mercancías, en el que en las mercancías
el trabajo social aparece como trabajo privado, para cuyo intercambio se
requiere establecer espontáneamente (oferta y demanda como expresión de la
anarquía de la producción capitalista) la equivalencia de estos trabajos
privados, y por lo tanto reconocer el valor como categoría social; a diferencia
de los economistas burgueses y de todos los apologistas del capitalismo, que le
atribuyen el valor a las mercancías por sus características físico-químicas,
como se afana Aragón en su defensa de la extracción de oro.
Continuemos
revisando las propuestas de Aragón: “Si revisamos la historia, nuestra conocida
y siempre confiable gran maestra y consejera, podremos comprobar que el
proletariado con conciencia de clase nunca luchó ‘por oponerse al
crecimiento y desarrollo del capitalismo’ (salvo en los inicios del
capitalismo, cuando los primeros obreros, todavía sin experiencia y sin
conciencia de clase, lucharon desesperadamente por destruir las máquinas para
ilusoriamente oponerse al crecimiento del capitalismo), sino que, el
proletariado siempre luchó por construir el socialismo, precisamente sobre
la base del desarrollo material legado por el ‘odiado’ capitalismo.”
Precisamente, el
proletariado con conciencia de clase lucha contra el capitalismo para
eliminarlo; y en consecuencia, cómo se puede pensar que no lucha contra el
crecimiento y desarrollo del capitalismo. La lucha por el crecimiento y el
desarrollo del capitalismo es tarea de la burguesía. Así pues, Aragón considera
que luchar por el socialismo no es luchar contra el crecimiento y desarrollo
del capitalismo, sino todo lo contrario. Podemos deducir entonces, que la
visión de Aragón consiste en que el socialismo aparecerá espontáneamente cuando
el capitalismo haya crecido y se haya desarrollado. Hay que preguntarle
entonces, cuál es el nivel de crecimiento y de desarrollo del capitalismo que
constituye la base material del socialismo. Más aún cuando los países
capitalistas industrializados, a pesar de su elevado nivel de producción y
desarrollo, todavía no se han convertido en socialistas.
Aragón dice que el
proletariado nunca luchó por oponerse al crecimiento y desarrollo del
capitalismo, diciendo que “la historia es la mejor consejera”. Veamos cómo se
remite y hace uso de la historia, para argumentar su punto de vista. Para esto se
basa en tres libros de los maestros del proletariado (El Capital, El Desarrollo
del Capitalismo en Rusia, y en los Siete Ensayos de Interpretación de la
Realidad Peruana).
Carlos Marx, en el proyecto
de respuesta a la carta de V. I. Zasulich, escribe: “La
mejor prueba de que este desarrollo de la «comunidad rural» responde al rumbo
histórico de nuestra época es la crisis fatal que experimenta la producción
capitalista en los países europeos y americanos, en las que se ha desarrollado
más, crisis que terminará con la eliminación del mismo, con el retorno de la
sociedad moderna a una forma superior del tipo más arcaico: la producción y la
apropiación colectivas.”
Y, en otro lugar de la misma carta escribe: “[…]
Porque en Rusia, gracias a una combinación única de las circunstancias, la
comunidad rural, que existe aún a escala nacional, puede deshacerse
gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como
elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente merced a
que es contemporánea de la producción capitalista, puede apropiarse todas las
realizaciones positivas de ésta, sin pasar por todas sus terribles peripecias.
Rusia no vive aislada del mundo moderno; tampoco es presa de ningún
conquistador extranjero, como ocurre con las Indias Orientales.” (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm).
Como se puede ver, no propone Carlos Marx el crecimiento del
capitalismo, ni que se tenga que esperar a que el capitalismo desplace a todas
las formas de producción pre-burguesas, para su sustitución. Este es pues otro
caso en el que Aragón falsea la historia.
Lo mismo sucede con la propuesta de Lenin. Este polemiza con
los mencheviques, quienes pretendían que la revolución contra la autocracia
zarista debía ser dirigida por la burguesía, y que luego de instaurado el
régimen burgués, con el avance del capitalismo se desarrollaría el proletariado
para recién luchar por el socialismo.
Lenin proponía que la lucha contra el zarismo debía ser
dirigida por el proletariado, y que una vez en el poder, se debía pasar a la
lucha por el socialismo. ¿Dónde, le preguntamos a Aragón, está la propuesta de
Lenin de la necesidad de que el proletariado apoye el crecimiento y el
desarrollo del capitalismo?
Lenin se propuso, en EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN RUSIA,
demostrar cómo se forma el mercado interior para el capitalismo ruso, señalando
una y otra vez la superioridad de la economía capitalista respecto de las
formas económicas pre- burguesas.
Lenin
dice: “Hablamos de los ‘primeros pasos’ del comunismo en Rusia (como lo dice
también el programa de nuestro Partido aprobado en marzo de 1919), ya que estas
condiciones las hemos realizado sólo en parte, o dicho con otras palabras: la
realización de estas condiciones se encuentra sólo en su fase inicial. De una
vez, con un solo golpe revolucionario, se ha hecho todo cuanto puede, en
general, hacerse de un golpe: por ejemplo, ya el primer día de la dictadura del
proletariado, el 26 de octubre de 1917 (8 de noviembre de 1917), fue abolida la
propiedad privada de la tierra y fueron expropiados sin indemnización los
grandes propietarios de la tierra. En unos meses fueron expropiados, también
sin indemnización, casi todos los grandes capitalistas, los dueños de fábricas,
empresas de sociedades anónimas, bancos, ferrocarriles, etc. La organización de
la gran producción industrial por el Estado, el tránsito del ‘control obrero’ a
la ‘administración obrera’ de las fábricas y ferrocarriles, está ya realizado
en sus rasgos más importantes y fundamentales; pero con respecto a la
agricultura esto no ha hecho más que empezar (las ‘haciendas soviéticas’,
grandes explotaciones organizadas por el Estado obrero sobre las tierras del
Estado). Igualmente apenas ha comenzado la organización de las diferentes formas
de cooperación de los pequeños labradores, como tránsito de la pequeña
producción agrícola mercantil a la agricultura comunista. Lo mismo cabe decir
de la organización estatal de la distribución de los productos en sustitución
del comercio privado, es decir, en lo que atañe al acopio y al envío de
cereales a las ciudades y de los artículos industriales al campo por el Estado.
Más abajo daremos los datos estadísticos que poseemos sobre esta cuestión.
La
economía campesina continúa siendo una pequeña producción mercantil. Hay aquí
para el capitalismo una base extraordinariamente amplia y dotada de raíces muy
profundas y muy sólidas. Sobre esta base, el capitalismo se mantiene y revive
de nuevo, luchando de la manera más encarnizada contra el comunismo. Las formas
de esta lucha son: la venta clandestina y la especulación contra los acopios
estatales de cereal (al igual que de otros productos) y en general contra la
distribución estatal de los productos.” (La Economía y la Política en la Época
de la Dictadura del Proletariado. Lenin).
La
situación de atraso económico, y la existencia de formas económicas pre-burguesas,
que se vivía en Rusia, no fue obstáculo para la revolución socialista, para
desarrollar medidas económicas socialistas.
Lo que Carlos Marx (aparte de descubrir las leyes económicas
del capitalismo) y Lenin hicieron fue constatar el hecho de que el capitalismo
se había desarrollado, y sobre la base de las características históricas de
este desarrollo, propusieron las medidas concretas para superarlo
revolucionariamente, y llevar a cabo las medidas de construcción del
socialismo, que, según el ritmo histórico, obligaría o no a cumplir ciertas tareas
que el capitalismo no había podido cumplir: por ejemplo, la industrialización.
En síntesis, la propuesta de estos dos maestros del
proletariado consistía en desechar las relaciones sociales de producción
capitalistas, y en conservar y desarrollar las fuerzas productivas, pero ahora
bajo las relaciones sociales de producción socialistas.
José Carlos Mariátegui, planteó lo siguiente en su escrito La
Propaganda Mutualista: “Pero, históricamente, las reivindicaciones económicas y
políticas del socialismo van contra los ideales e intereses capitalistas,
aunque reservándose, en servicio del progreso y la civilización, el derecho de
aprovechar sus adquisiciones técnicas y materiales.”
Como se puede ver, el problema era superar las relaciones
sociales de producción capitalistas, sin desaprovechar los aportes del
capitalismo al desarrollo de las fuerzas productivas. En cambio Aragón acepta
el capitalismo en bloque, tanto sus relaciones sociales de producción
(explotación) como las adquisiciones técnicas y materiales.
En cuanto a la situación de la tierra como consecuencia de la
producción capitalista, Marx plantea lo siguiente: “Al crecer de un modo
incesante el predominio de la población urbana, aglutinada por ella en grandes
centros, la producción capitalista acumula, de una parte, la fuerza histórica
motriz de la sociedad, mientras que de otra parte perturba el metabolismo entre
el hombre y la tierra; es decir, el retorno a la tierra de los elementos de
ésta consumidos por el hombre en forma de alimento y de vestido, que constituye
la condición natural eterna sobre la que descansa la fecundidad permanente del
suelo. Al mismo tiempo, destruye la salud física de los obreros. Al mismo
tiempo, destruyendo las bases primitivas y naturales de aquel metabolismo,
obliga a restaurarlo sistemáticamente como ley reguladora de la producción
social y bajo una forma adecuada al pleno desarrollo del hombre. […] Además,
todo progreso, realizado en la agricultura capitalista, no es solamente un
progreso en el arte de esquilmar al
obrero, sino también en el arte de esquilmar
la tierra, y cada paso que se da en la intensificación de su fertilidad
dentro de un periodo de tiempo determinado, es a la vez un paso dado en el
agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad. Este
proceso de aniquilación es tanto más rápido cuanto más se apoya un país, como
ocurre por ejemplo con los Estados Unidos de América, sobre la gran industria,
como base de su desarrollo.” (Carlos Marx. El Capital. Tomo I. La gran
industria y la agricultura).
Tratando de promover el crecimiento y el desarrollo del
capitalismo, Aragón cita a José Carlos Mariátegui: “Mariátegui constató lo siguiente: ‘Marx descubrió y
enseño que había que empezar por comprender la fatalidad de la etapa
capitalista y, sobre todo, su valor. El socialismo, a partir de Marx,
aparecía como la concepción de una nueva clase, como una doctrina y un
movimiento que no tenían nada de común con el romanticismo de
quienes repudiaban, cual una abominación, la obra capitalista. El
proletariado sucedía a la burguesía en la empresa civilizadora. Y asumía esta
misión, consciente de su responsabilidad y capacidad –adquiridas en la acción
revolucionaria y en la usina capitalista—cuando la burguesía, cumplido su
destino, cesaba de ser una fuerza de progreso y cultura’. Además
agregó: ‘Por esto, la obra de Marx, tiene cierto sentido de admiración
por la obra capitalista, y El Capital, al par que da las bases de
una ciencia socialista, es la mejor versión de la epopeya del capitalismo’.”
Esta cita no
puede servir de tapadera a la propuesta burguesa de Aragón. Ya hemos visto a
qué aspecto del capitalismo se refiere José Carlos Mariátegui cuando escribe de
su función civilizadora. Pero una vez aparecidos estos elementos, el
capitalismo, sea en el estadio en el que se encuentre, tenía que ser superado y
por lo tanto, no cabía hablar de crecimiento y desarrollo capitalista, como
hace reaccionariamente Aragón. Por otro lado, cuando Mariátegui se refiere a la
etapa capitalista como fatalidad histórica, no lo hace en el sentido de que
todos los países del planeta deban pasar por esta etapa (era precisamente Haya
de La Torre quien planteaba la cuestión en este sentido).
Cuando
Mariátegui afirma que el capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso,
plantea que la etapa liberal ha concluido, que ya no puede desarrollarse más, y
que por lo tanto, el paso siguiente consiste en que el socialismo lleve a cabo algunas
de las tareas que le corresponden al capitalismo: “El advenimiento político del
socialismo no presupone el cumplimiento perfecto y exacto de la etapa económica
liberal, según un itinerario universal. Ya he dicho en otra parte que es muy
posible que el destino del socialismo en el Perú sea en parte el de realizar,
según el ritmo histórico al que se acompase, ciertas tareas teóricamente
capitalistas” (Respuesta al Cuestionario Nº 4 del “Seminario de Cultura
Peruana”. José Carlos Mariátegui). “Solo la acción proletaria puede estimular
primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa,
que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir. […] El
socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las
grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la
cuestión agraria […]” (José Carlos Mariátegui. Principios Programáticos del
Partido Socialista”).
Parte del estilo
de Aragón para debatir con sus contradictores es atribuirles posiciones
izquierdistas. Por eso, escribe lo siguiente: “Salvo que César Risso pretenda
hacer suya, y reivindicar para su socialismo, la posición reaccionaria de Pol
Pot ensayada brevemente en Camboya, o la posición reaccionaria de Abimael
Guzmán en nuestro país, quienes vanamente pretendieron instaurar un supuesto
‘socialismo agrario’, sin industrias, sin minas, sin comercio, y claro
está, un socialismo sin producción de oro.”
Pretende Aragón,
con esas afirmaciones, descalificar las críticas a sus propuestas y, de otro
lado, hacerme pasar por un izquierdista. Pero esta calificación no me alcanza,
y, además, una lectura atenta nos lleva a la conclusión de que la propuesta de
Abimael Guzmán se parece a la suya.
Veamos.
Eduardo Ibarra, comentando las propuestas de Guzmán, cita el punto cuatro del
programa de SL: “La liquidación de la propiedad semifeudal y de toda modalidad
subsistente de la misma, confiscándola para entregar las tierras al
campesinado, principalmente pobre, aplicando el principio ‘la tierra para el
que la trabaja’.” […] En otras palabras, el jefe senderista postula una
solución democrático-burguesa del problema de la tierra” (Eduardo Ibarra. El
Pez Fuera del Agua. Crítica al ultraizquierdismo Gonzaliano).
Esta es
justamente la propuesta de Aragón de crecimiento y desarrollo del capitalismo.
En ningún momento se ha negado la
producción minera en general, pues de lo que se trata es de cambiar el sistema
capitalista, pero este cambio no es como plantea Aragón, la lucha electoral
para copar los municipios y desde allí cambiar el sistema, lo que encaja con su
propuesta de aumentar la producción para sentar las bases del socialismo.
En otras palabras, según Aragón, el
socialismo llegará de forma inadvertida, sin una lucha directa por este. Por
ello también niega la necesidad del partido del proletariado. Parecería que en
su especulación ha llegado a la conclusión de que el partido del proletariado
es sinónimo de revolución socialista, y que el frente lo es del cambio social;
que el partido estorba o distrae el cambio social, pues exige condiciones que
son oportunidades históricas, mientras que con el frente los periodos
revolucionarios se diluyen en una serie de actos parciales pero continuos, que
darán el mismo resultado. Según esto, suscribe la lucha por el socialismo en la
que 20 días se diluyen en 20 años, a través de la lucha electoral municipal,
síntesis de su especulación.
En conclusión, el abierto apoyo de
Aragón a la actividad minera se deriva de su concepción de la revolución
socialista, o cambio social, como él le llama, que es el sustento teórico
(revisionismo) del oportunismo.
Las circunstancias actuales han
conducido a que la forma en la que se está desarrollando la organización y la
lucha del trabajador en general, contra la burguesía como clase, es a través de
los frentes regionales contra las empresas extractivas, como las mineras,
petroleras, etc. Y se trata de reorientar este movimiento real, vivo, y en
desarrollo, hacia la destrucción del capitalismo y la construcción del
socialismo.
Pero Aragón no solo deja de lado el
problema socio-económico, sino que además no sobrepasa las relaciones sociales
de producción capitalistas; por ello se queda en la urgencia de reclamar
crecimiento y desarrollo capitalista, en lugar del cambio de sistema, sin
lograr ver la perspectiva proletaria.
No se imagina Aragón el futuro
socialista sin el oro (fetichismo de la mercancía). Lo que sucede es que nos
traslada al futuro como recurso para justificar la extracción de oro en el
presente. Esta es su motivación.
Considera que como la minería será
necesaria en el socialismo, hay que defenderla en el capitalismo. Pero
justamente nuestra crítica a Aragón señala que este ha abandonado el concepto
de clase social; ya que si lo hubiera tenido presente, tendría claro que la
minería en el capitalismo explota, y en el socialismo libera.
Cuando Aragón dice que hay que
continuar con el crecimiento económico, oculta o niega las contradicciones del
capitalismo, y que estas se traducen en crisis económicas. O cree que la actual
crisis económica de los países industrializados se debe a que no querían
promover el crecimiento económico. Y de ser posible esta ilusión, ¿acaso el
crecimiento económico ha llevado a los países industrializados al socialismo?
Tal vez Aragón diga: “son
contradicciones más ideales que reales”, como afirma con respecto a la lucha
contra la minería.
Pretende Aragón que los campesinos
acepten racionalmente el progreso técnico, y digan “minas sí, oro sí”,
reconociendo que esta actividad trae progreso, o que digan que como el 85 % del
agua se usa para la agricultura y el 1% para la minería, es justo que la
burguesía minera disponga de toda el agua que necesite. Seguramente piensa lo
mismo en relación a la burguesía y el socialismo; de tal modo que la burguesía
pueda reconocer que racionalmente el socialismo es mejor; y así alcanzar su
socialismo edulcorado bajo la vía municipal. Todo es cuestión de que los
campesinos, los burgueses y el “poblador peruano” entiendan que la propuesta de
Aragón es más racional. Tenemos así una nueva versión del socialismo utópico,
con la diferencia de que en el tiempo del socialismo utópico faltaban los
descubrimientos hechos por Carlos Marx, y en consecuencia los utopistas no
estaban en condiciones de conocer la esencia de la explotación capitalista, ni
la solución correspondiente; mientras que Aragón tiene ante sí las
herramientas, así como la experiencia de la construcción del socialismo, y por
lo tanto su utopía se nos presenta teóricamente como revisionismo y
políticamente como oportunismo.
Por lo tanto, la propuesta de
Aragón trata de sustentar la reproducción, la copia, la repetición del
desarrollo del capitalismo por la vía liberal, que es justamente lo que rechaza
José Carlos Mariátegui, y que es uno de sus aportes al recusar este método. JCM
planteó que el método liberal en el Perú había caducado, pues el capitalismo
había dejado de coincidir con el progreso.
La defensa de Aragón de la minería capitalista,
implica la defensa del hambre y la crisis, que son sus consecuencias, que lleva
estos males a niveles de genocidio.
En el caso específico del proyecto
minero Conga, Aragón deja de lado el origen del capital que explota los
recursos mineros; es decir, si se trata de la burguesía nativa o de la
burguesía imperialista, que por su diferente carácter, reviste una importancia
de primera línea. Obviando que la lucha de los comuneros de Cajamarca contra la
actividad minera y la explotación del oro, al usar y contaminar el agua, es la
forma concreta en la que se expresa la lucha contra el capitalismo y contra el
imperialismo.
Y así, defendiendo el crecimiento y
el desarrollo del capitalismo, Aragón aparece como un apologista del
capitalismo en general, y como un defensor de la minería capitalista en
particular; como un admirador solapado de las propuestas del Partido
Nacionalista en el gobierno.
La Máscara de la Responsabilidad Social Corporativa
Jan Lust
El problema de la responsabilidad social corporativa
de las empresas mineras es un tema que está
empezando a ser ampliamente discutido
en la literatura sobre las
industrias extractivas. Sin
embargo, en lugar de investigar el
significado político, económico y social de la
responsabilidad social corporativa para la promoción de los intereses del capital
minero, la literatura aborda este tema como la
contribución de las empresas mineras al desarrollo sostenible.
Los proyectos de responsabilidad social corporativa de las empresas
mineras en el Perú comenzaron a desarrollarse cuando surgieron las protestas
contra las operaciones de estas empresas.
El aumento de la conciencia política de
las comunidades afectadas por la minería
expuso el carácter destructivo de las
empresas mineras y las obligó a tomar medidas.
Por ejemplo, en respuesta a la formación de la Confederación Nacional
de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería en 1999, la Sociedad Nacional
de Minería, Petróleo y Energía creó un Comité de Asuntos Sociales con el
objetivo de hacer frente a estos conflictos.
Los programas de responsabilidad social corporativa de las
empresas revelan mucho sobre la naturaleza de una empresa capitalista. Y si bien es cierto que estos programas
pueden aliviar los problemas de
la población, estos no son sus
objetivos. Los programas de
responsabilidad social corporativa ocultan las verdaderas cuestiones en juego y son parte, en
el caso de las empresas mineras, de
todos aquellos mecanismos que tienen por
propósito establecer y legitimar
el modelo extractivo y desmantelar
los conflictos que
causan la presencia y las operaciones del capital
extractivo. Estos programas desempeñan también un
papel estratégico en la creación de apoyo para sus actividades
y son herramientas
para dividir a la oposición en
contra de la empresa.
La responsabilidad social corporativa desaparece como la nieve ante el sol cuando las empresas
están en problemas. Por ejemplo, durante la Convención
Minera Perumin 31 en septiembre de 2013, José Picasso, presidente
de minera Volcán, decía que la minería en el Perú atraviesa una
preocupante coyuntura. Según
Picasso, la producción estaba cayendo hace años debido a la conflictividad social, los retrasos en la aprobación de los
permisos ambientales, la ley de consulta previa y la pesada carga tributaria
minera, que “es más alta que la de Chile y Canadá”. Y al final de septiembre de
2013, el presidente ejecutivo de la minera
estadounidense Newmont empezó a chantajear
al Gobierno peruano al decir
que la empresa, a partir de 2015, reconsideraría su proyecto aurífero Conga de unos 5.000
millones de dólares en Perú, tras las elecciones municipales y regionales en
octubre de 2014.
La responsabilidad social corporativa tiene sus límites cuando los
intereses corporativos están en
juego. Por ejemplo, el Consejo Internacional
de Minería y Metales, una
organización de 22 empresas mineras y metales más importantes en el
mundo y 32 asociaciones
mineras nacionales y
regionales y asociaciones de commodities globales, escribió en 2013 lo
siguiente en su documento “Minería responsable en el Perú”: “Se cree que los
últimos conflictos en torno a proyectos mineros específicos se tornarán más
violentos. La resistencia está bien organizada, algunas veces politizada, y se
han enfocado en bloqueos inmediatos en lugar de protestas más pacíficas. Se
sospecha que el crimen organizado ha participado cada vez más en el
financiamiento de protestas violentas”.[i]
Los
programas de responsabilidad social corporativa de las empresas transnacionales
son apoyados por los gobiernos de
sus países de origen y las instituciones
multilaterales del imperialismo. Por ejemplo, desde el 2008, el proyecto
de Reducción de la Pobreza y Alivio,
patrocinado por la Agencia para el
Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID) y
de varias empresas mineras,
está tratando de “aliviar las tensiones en las
proximidades de las minas”.
En 2009, el gobierno canadiense adoptó
una estrategia de responsabilidad social corporativa para su sector extractivo
internacional, con el objetivo de mejorar la ventaja competitiva de sus empresas extractivas mediante la mejora de su capacidad para gestionar los riesgos
sociales y ambientales. En el
2011, el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo inició un proyecto
para promover la mediación y el diálogo entre los actores en los conflictos mineros.
El capitalismo no sería capitalismo si no tenía también la intención de mercantilizar la responsabilidad social corporativa. Los mercados financieros
han creado clasificaciones e
índices de varios tipos para
medir y recompensar el impacto
positivo de las estrategias eficaces
para la responsabilidad corporativa en el valor de una empresa. Los índices Dow Jones Sustainability y FTSE4Good proporcionan
puntos de referencia y transables
para los inversores socialmente responsables. Además, la
Organización Internacional de Normalización (ISO) ofrece una
certificación para sistemas de gestión ambiental de las empresas y otras organizaciones (ISO 14001). Es curioso
saber que la minera Yanacocha en Cajamarca
(Proyecto Conga) fue
la primera compañía minera en
recibir esta certificación en el 2008, para todos los aspectos de la mina.
Todo lo expuesto nos lleva a una pregunta esencial:
¿Cuándo sacaremos la máscara de la responsabilidad social corporativa iniciando
una batalla nacional para otro modelo de desarrollo y en servicio de las
grandes mayorías, usando todos los métodos que están a nuestro alcance y los
que consideramos adecuados dada la correlación de fuerzas de clase y la
hegemonía de la ideología neoliberal en nuestro país?
Notas
[1] Esta opinión
fue compartida por el gobierno peruano.
En una entrevista con La
República en enero de 2014 Vladimiro Huaroc,
Alto Comisionado de la Oficina de Diálogo y
Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros, dijo lo siguiente acerca de
las protestas contra
la minería en el departamento de
Cajamarca: “Hay distritos en Celendín, San Ignacio, donde no se puede entrar. Por
supuesto que el Estado puede ingresar, pero eso significa desplazar tropa y eso
no queremos. Tenemos información y evidencias de que en toda esa zona hay
narcotráfico, Naciones Unidas lo ha demostrado. Son las rutas del opio.
Aparentemente aquí hay una mezcla muy extraña entre las rondas y sectores del
narcotráfico. Por eso a ellos no les interesa dialogar”.
El Capitalismo
Senil y el Nuevo Caos Mundial
(Quinta Parte)
Samir Amin
3.
Las consecuencias de estas opciones son pues catastróficas en todos los planos.
Han quitado toda credibilidad a los discursos dominantes referentes a la
democracia y a los derechos de los pueblos y han puesto término a las ilusiones
de una “autonomía europea”, pues han obligado a la Unión Europea a plegarse a
un alineamiento aún más severo que el que se le había impuesto en el pasado con
el pretexto de la “Guerra Fría”.
La única opción que habría tenido algún
sentido para Europa hubiera sido inscribir su construcción en la perspectiva de
un mundo multipolar. El margen de autonomía que define esta opción le hubiera
permitido crear un proyecto de sociedad socialmente válido, en la mejor54
tradición humanista europea. Esta alternativa implicaba, evidentemente,
reconocer a Rusia, a China y a cada una de las grandes regiones del Tercer
Mundo el mismo margen de autonomía. Implicaba volver definitivamente la página
de la OTAN a favor de la concepción de una fuerza defensiva europea,
gradualmente integrada al ritmo de los progresos de la construcción política
europea misma. Como también implicaba concebir modos de regulación adecuados,
tanto en el nivel europeo como en el del sistema mundial, que pudieran
reemplazar las fórmulas dominantes de Bretton Woods, de la OMC y del Acuerdo
Multilateral sobre Inversiones. Al optar por una mundialización liberal, Europa
en realidad renunció a utilizar su potencial de competitividad económica y se inscribió
en la huella de las ambiciones de Washington.
El
hecho de que los Estados europeos hayan elegido esta vía revela la fragilidad
del proyecto europeo mismo y hasta revela que ese proyecto tiene, en realidad,
una prioridad subalterna en la escala de las visiones políticas dominantes. En
verdad, la opción fundamental de Gran Bretaña desde 1945 es consolarse de la
pérdida de su rol imperial reviviéndolo por procuración a través de los Estados
Unidos. La opción fundamental de Alemania, después de renunciar al sueño nazi
y a la locura de la conquista del mundo, es limitar sus ambiciones a la medida
de sus medios reconstituyendo su zona de influencia tradicional en dirección de
la Europa del Este y del Sudeste, siguiendo los pasos de la estrategia hegemónica
mundial de Washington. Por razones de algún modo análogas, el Japón -frente a
China y hasta Corea- inscribe también sus ambiciones de expansión estrictamente
regionales en esta misma perspectiva global norteamericana.
¿Puede
salvarse el proyecto europeo de la debacle? La respuesta inicial que daría yo a
esta pregunta no es ni la de los "europtimistas", que sencillamente
quieren convencerse de que una serie de milagros sucesivos permitirá que Europa
avance, ni la de los "europesimistas", cuyas críticas -justas en sí
mismas- no inspiran nada más que la nostalgia de un retorno a los pasados
nacionales. Mi respuesta procede de una actitud eurocrítica fundamental, que
reconoce a la vez que los países europeos tienen necesidad de una institucionalización
de su construcción regional para hacer frente a los desafíos del futuro (como
el resto de las naciones del mundo) y que el proyecto europeo tal como está no
responde a esa necesidad. Pues este proyecto tiene, ante todo, las huellas de
su origen, nacido de una idea norteamericana y anticomunista de la posguerra,
sobre la cual se precipitaron las fuerzas conservadoras, que tenían que hacerse
perdonar la actitud por lo menos ambigua que habían tenido respecto del
ocupante nazi y del Estado fascista local. Este proyecto debe volver al punto
cero, y es necesario volver a empezar partiendo de una negociación relativa a
la perspectiva social que se les propone a los pueblos implicados y definir por
su contenido social los términos de un nuevo compromiso histórico capital/trabajo.
Volver a empezar con una negociación acerca de la institucionalización de una
gestión democrática y eficaz de las etapas de la conciliación entre realidades
nacionales y prioridades paneuropeas. Pues la diversidad inevitable del
desarrollo de las luchas políticas y sociales implicará necesariamente la
desigualdad de los posibles progresos. No es indispensable que la institución
europea siempre obligue a alinearse junto a los más lentos, pues eso
provocaría el inmovilismo ante los Estados Unidos, que tendrían un pretexto más
para arrogarse la exclusividad de las iniciativas. No creo que un proyecto
semejante sea "imposible", ni que sea "demasiado tarde"
para emprenderlo, como suponen los políticos pusilánimes de la Europa actual.
Por el contrario, creo que las fuerzas políticas que emprendan iniciativas
fuertes en el sentido que yo preconizo despertarán rápidamente gran entusiasmo.
Pero, para animarse a ponerlas en práctica, hay que ser valeroso.
La
principal conclusión política que saco del análisis cuya estructura esencial
presenté aquí es que Europa no podrá elegir otros caminos diferentes mientras
las alianzas políticas que definen los bloques que están en el poder
permanezcan concentradas en el capital transnacional dominante. Sólo si las
luchas sociales y políticas logran modificar el contenido de esos bloques e
imponer nuevos acuerdos históricos entre el capital y el trabajo, Europa podrá
tomar cierta distancia de Washington y renovar así el proyecto europeo. En esas
condiciones, Europa podría -y hasta debería- asimismo comprometerse en el plano
internacional, en sus relaciones con el Este y con el Sur, emprender otro
camino diferente del que trazaron las exigencias exclusivas del imperialismo
colectivo e iniciar así su participación en la larga marcha "más allá del
capitalismo". Dicho de otro modo, Europa será de izquierda (y aquí tomamos
seriamente el término "izquierda") o no será nada.
Geometría
de los conflictos internacionales
1.
La crisis estructural de la acumulación no ha sido superada ni parece estar en
vías de superación. Esto constituye un terreno fértil para la multiplicación de
los conflictos -incluso de conflictos violentos- que, en mi opinión,
continuarán expandiéndose, al menos en el futuro visible. Situarse "más allá"
de ese futuro, imaginar pues que esta fase B del ciclo largo será seguida por
una nueva fase A de expansión capitalista relativamente estabilizada como lo
fue en el pasado, desde mi punto de vista no es más que un ejercicio fácil y
para colmo fútil.
Porque,
ciertamente, no resulta difícil imaginar el cuadro de una mundialización futura
coherente con la dominación de la nueva forma de la ley del valor asociada a
los cinco monopolios mencionados antes. Los centros dominantes tradicionales
conservarían su ventaja y reproducirían las jerarquías ya visibles: los Estados
Unidos conservarían la hegemonía mundial (por sus posiciones dominantes en la
investigación y el desarrollo, por el monopolio del dólar y el de la gestión
militar del sistema), flanqueados por los segundos (el Japón frente a China,
Gran Bretaña como socia política y financiera, Alemania para controlar Europa).
Los países activos de Asia del Este, de Europa oriental y de Rusia, la India y
América Latina constituirían las zonas periféricas principales del sistema. En
los centros mismos, el acento puesto en las actividades vinculadas con los
cinco monopolios mencionados implicaría la gestión de una sociedad de "dos
velocidades", como ya lo dijimos, es decir, una marginación producida por
la pobreza, los empleos precarios y el desempleo de sectores importantes de la
población.
En
ese panorama general, no habría dificultad en imaginar una nueva etapa de la
expansión capitalista, fundada en el crecimiento acelerado de las periferias
activas, la recuperación del crecimiento en Europa del Este y en la ex URSS,
así como en la Unión Europea, en tanto que el mundo marginado africano e
islámico quedaría abandonado a sus convulsiones. La intensificación de los
intercambios entre las diferentes regiones dinámicas del mundo sostendría el
proyecto. No obstante, en mi opinión, cuanto más se avance en esta dirección y
cuanto más se intensifiquen los intercambios entre las regiones, tanto más se
ampliarán las distancias de esta nueva polarización basada en los cinco
monopolios de la tríada. En esta perspectiva, las diferencias entre los niveles
de desarrollo de las regiones no se atenuarían progresivamente, sino que, por
el contrario, se ensancharía la brecha entre los centros y la nueva periferia.
Las periferias activas se harían exportadoras masivas y su excedente comercial
permitiría la transferencia hacia los países provistos de la mayor parte del
superávit generado en ellas. Tal sería la nueva forma del imperialismo. No
tengo la menor duda de que los pueblos -y hasta las clases dirigentes- de las
periferias activas en cuestión impedirán que se instaure este
"apartheid
a escala mundial".
Pero,
en los centros desarrollados mismos, ¿qué pasaría si los socios de la tríada se
internaran por este camino? ¿Si decidieran centrar su crecimiento sobre el de
un tercero alabado como expresión de la "nueva economía" y se
embarcaran en una relativa desindustrialización? Esta es la hipótesis que yo
sugería partiendo del análisis de los "cinco monopolios": los centros
se "especializarían" en las actividades vinculadas con esos
monopolios -particularmente, la investigación y la puesta a punto de las nuevas
tecnologías- y relegarían a las periferias activas el rol de productores
subalternos. Eso fue lo que hizo Alcatel, que decidió transformarse en una
empresa "cerebro" que ya no produce nada directamente. En este marco,
ninguno de los graves problemas sociales que ya conocemos hoy hallaría
solución.
Por
el momento, Europa está perfectamente alineada con esta estrategia en todas sus
dimensiones políticas, militares y económicas. Hasta en relación con África
-durante largo tiempo, "coto reservado" de las antiguas potencias
coloniales, particularmente de Francia y de Bélgica-, la Unión Europea sigue
los lineamientos de Washington transmitidos por intermedio del Banco Mundial,
como lo atestigua la nueva convención de Cotonou firmada en 2000 (1).
Sin
duda, este alineamiento no excluye la intensificación de los conflictos
"mercantiles" entre la Unión Europea y los Estados Unidos, que han
llegado a ser cotidianos (el caso de Airbus, de las bananas, de las hormonas en
la carne, etcétera) y en los cuales es probable que la arrogancia de las
autoridades de Washington no pueda mantenerse indefinidamente. Con todo, estas
contradicciones me parecen secundarias en relación con las otras, destinadas a
amplificarse, que enfrentarán a las nuevas periferias (principalmente, las de
primera línea, China, la India y tal vez mañana Rusia) con la tríada cuya cohesión
se mantiene en virtud del alineamiento con Washington.
Notas
[1]
Samir Amin, Les régionalisations,
documento citado.