Garcilaso
Frente al Colonialismo Hispánico*
(Cuarta Parte)
Emilio Choy
Dejo a la erudición de los lectores buscar en Gomara, Estete, Tito
Cusi Yupanqui, Zárate, etc., el conocido rechazo que Atahualpa hizo del
breviario sagrado. Negativa que de acuerdo con su siglo, era como
rechazar la fe católica y la dominación del hijo de Juana la
loca. La genialidad del cusqueño consistió en plantear
las cosas bajo un nuevo ángulo, basado en el
padre Blas Valera y mencionando el testimonio de los
quipucamayos de Cajamarca (Libro I Parte. Cap. XXV) II). Atahualpa no rechazó la dominación de Carlos V, ni arrojó el
sagrado libro que le había ofrecido el capellán español.
Garcilaso refutaba de golpe a un par de docenas, entre
cronistas e historiadores, que habían escrito sobre este asunto. Estos
escribían porque habían sido influenciados por los
conquistadores de que "no se informase la verdad" (Cap. 25) y en "la relación de lo que pasó, quitando lo que fue en contra, y añadiendo lo que fue en favor, por no condenarse ellos
mismos (los conquistadores), pues enviaban a pedir mercedes
por aquellas hazañas que habían hecho; y es cierto que las hacían de dorar
y esmaltar lo mejor que se piensen y
pudiesen" (Cap. XXV). Aunque todos habían
recibido orden de hacerlo, como versión más conocida logró imponerse hasta en Huamán Poma. A pesar de simpatizar
con los conquistadores, Garcilaso, como indio, sintió la tragedia del impacto de la conquista y el precio que su pueblo
estaba pagando para poder avanzar en
la historia, progresar y hacer
progresar. Para que se supiera en el futuro que no existió ninguna razón
legal para llevar a cabo la matanza (genocidio
que aún espera su dramaturgo), enfrenta con nuevos datos la corriente
histórica dominante de su época, que aún
sigue siendo la más conocida aunque ahora se le mire con repugnancia por haberse
debilitado el fanatismo de los siglos XVII y
XVIII. Ello revela que la mayoría de los cronistas vio en la actitud mediadora
de Valverde contra los indios coincidencia con la política católica hispana,
que se había caracterizado como esforzada destructora de herejes, y también como los mejores saqueadores y masacradores de la población (como cuando atacaron Roma, llegando al extremo de encarcelar al papa y a los cardenales, vejándolos y exigiéndoles cupos por su libertad, en mayo de 1527). Sin embargo para los católicos españoles, ellos fueron provocados por las víctimas a tener que atacar Roma y saquearla, nos dice a este respecto un destacado historiador español en nuestros días. Fernando Díaz Plaja, siglo XVI: "La Liga
Clementina", de signo antiespañol, provoca el ataque o Roma y el "saco". Siguiendo esta modalidad de entender la historia, fueron los indios y su inca Atahualpa, los que con su negativa provocaron a los españoles a tener que "destruirlos por nuestras armas". Pero esta corriente no puede ser desmentida adaptándonos a su manera de enfocar el problema. Tenemos que estudiar a "Garcilaso para comprender que se enfrentó a los que nos presentaban a un Valverde ordenando la matanza, como el portavoz de los intereses de la iglesia, y cuya postura queda justificada dentro de los postulados de la
institución a la que pertenecía”. "Lo legal de lo ilegal, La razón de la sin razón''. Que la conquista quedara establecida por otros motivos, pero no por un principio legal. Para aclarar la historia, Garcilaso quitó a la conquista, a la dominación española, este asidero legal para su tiempo, y lo obtuvo defendiendo a Valverde.
No es de imaginar, refiere el
Inca, "que un fraile católico y teólogo,
dijese tales palabras que de un Nerón se pueden creer,
mas no de un religioso, que por su mucha virtud y buena
doctrina mereció ser obispo". A ningún católico se le había ocurrido condenar a Valverde por haber pronunciado esas
palabras. Más bien, como era costumbre de la época, toda matanza que se hacia por defender los postulados católicos, estaba bien hecha. Es Garcilaso quien inventa la defensa de un ataque que le seria hecho no por el fanatismo político, sino por los que no lo eran y por católicos de épocas muy posteriores. Un racionalista como el cusqueño, si podía maquinar una crítica contra la actitud del clero, estaba conciente que su obra era para la gente innovadora de los siglos posteriores y, para el futuro necesitaba aclarar que los móviles de la conquista, además de los religiosos, eran fundamentalmente: el saqueo de
los indios y su despiadada explotación, porque así lo exigía el progreso hecho bajo las normas de !a opresión colonial.
Garcilaso se impuso la tarea de
reproducir el sermón de la conquista, investigando los
diversos textos que se conocían (Parle II.
Cap. XXII). Esta meticulosidad del historiador, ausente en los demás que relataron lo matanza, al
publicar la primera y segunda parte
del sermón de Valverde, se debía a la
necesidad de presentar, con claridad, el aspecto teológico y legal de la conquista.
Pero no se limita a esto. Su
racionalismo lo empuja a plantear
la contradicción entre el aspecto legal, que los cronistas se empeñaban en difundir, y la verdadera finalidad de los conquistadores con relación al sermón de Cajamarca, que era,
como se ha dicho: saquear para enriquecerse, la acumulación
del capital y la necesidad de matar para tener a los indios
aterrorizados. Garcilaso lo dice claramente:
"no pudiendo sufrir la
prolijidad del razonamiento, salieron de sus puestos y arremetieron con los indios, para pelear con
ellos y quitarles las muchas joyas de oro, y de plata, y piedras preciosas (que como gente que venía a oír la embajada del monarca del universo)
habían hechado sobre sus personas para más solemnizar el mensaje: otros españoles subieron a una torrecilla a despojar un ídolo que allí había, adornado con muchas planchas de
oro y plata y piedras preciosas, con lo cual se alborotaron los indios, y levantaron grandísimo ruido".
A pesar de ello, el inca
humildemente aceptó este vejamen, y aun dio la
orden de "que no hiriesen ni ofendiesen a los españoles, aunque prendiesen o matasen al mismo rey".
Garcilaso insiste en la
extraordinaria mansedumbre de los indios ante el mandato de su
monarca, que Blas Valera atribuyó a un milagro de !a
divinidad. Pero remachar tanto la apacibilidad de los indios
tenía por objeto no provocar el mismo efecto en los lectores.
Brilla en su obra la mansedumbre idealizada de sus
compatriotas, sobre los que se lanzan corno fieras las huestes católicas
dominadas por codiciosos fines. A la filosofía de la conquista, opone la
filosofía del conquistado, el que no debe
aquietarse en un lamento eterno. Hábil sicólogo, insiste tanto en la
humildad, que los dominadores no se dieron
cuenta a dónde iba. Tuvo que llegar mucho
mas tarde un peruano renegado, como el obispo Moscoso, para denunciar a la FBI de
esos tiempos, el doble filo de la
mansedumbre que aparecía en los Comentarios.
En la lectura donde el gobernante sólo podía captar sumisión, el indio con cara de mestizo con su dialéctica
estaba fomentando la rebeldía. Y no es falsa su acusación:
"Si los Comentarios de
Garcilaso no hubieran sido toda
la lectura e instrucción del insurgente José Gabriel Túpac Amaru […] no hubieron tenido lo aceptación del traidor en lo
mucho que en ella se vierte sobre la conquista no emprendería Tupa Amaro el arrojo detestable de su rebelión. Este se mantenía quieto en los confines
del cortísimo pueblo de Tungasuca,
reducido a la labor de
unos infértiles sembrados y sujeto
al aparejo, y reata, en el tráfico de
mulas; pero la incauta expresión de muchos imprudentes, y manejo de aquellos libros de que debían quemarse alentaron aquel espíritu para la irrupción
que experimenta el
reino".
No olvidemos que la hispanidad
que moviliza Garcilaso no
es la que se rinde servilmente para entregarse y entregar las riquezas de su patria a la metrópoli. Túpac Amaru así comprendió a
nuestro historiador y primer filósofo de nuestra historia. Es
la hispanidad que al peruanizarse se preña de los elementos negadores
del colonialismo, cuyos aportes culturales
debían ser utilizados para la liberación de la casta más oprimida del Perú (7).
Notas
[7] Túpac Amaru no consiguió cumplir su política de liberar el Perú,
por diversos errores tácticos derivados de su falta de experiencia, como he
señalado en otros estudios. Pero ahora con los nuevos conocimientos que
iluminan América, creemos que no está muy lejano el fin de los privilegios
multicentenarios que la oligarquía terrateniente, apuntalada por el
colonialismo yanqui, sigue gozando. Creemos que la tarea debe ser cumplida y
superada en sus proyecciones sociales. La mansedumbre debido al peso de creencias
religiosas, nativas y foráneas, basadas en el temor, fue combatida en forma
indirecta en la obra de Garcilaso. Solo falta cumplir la unidad que el cusqueño
demandaba, de “indios, mestizos y criollos” que debe hacerse en el plano de la
dinámica de los días que se aproximan.
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