Nota Explicativa:
Los trabajos aquí presentados fueron preparados para
fines distintos, aun cuando es notoria la conexión entre ambos. El primero de
ellos fue originalmente preparado para el Nº 4 de julio-agosto del 2003 de la
revista ALMA MATINAL.
El objeto perseguido
consistía en llamar la atención sobre los diversos factores que intervienen en
el proceso de investigación. Según se enseña, aparentemente investigar es
seguir una secuencia mecánica de pasos, que cumplidos al pie de la letra nos
dará resultados maravillosos.
Pues bien, esto no es
cierto. Investigar es poner en juego todos nuestros conocimientos y
experiencia, en el proceso de crear, esto es, de descubrir las leyes de
desarrollo de la parte de la realidad
que estamos estudiando.
Aun cuando no se
desarrollan ampliamente los diversos aspectos de la investigación, se pone
énfasis en aquellos que normalmente no se toman en cuenta, como son las fuentes
de error.
El segundo trabajo fue
elaborado originalmente para la conferencia a la que me invitara el grupo
Centenario, el día 24 de febrero del 2005, en el local de la Confederación
Campesina del Perú.
Ésta tenía por título
“Crisis teórica del marxismo. Vigencia del método dialéctico”. No pude, como
hubiera querido, tratar los aspectos precisos en los que la teoría marxista
enfrentaba problemas, debido a que es un trabajo sumamente amplio. No tuve otra
alternativa que tratar el tema en forma bastante general, apegándome más al
método dialéctico que al cuerpo teórico del marxismo.
Espero contribuir de
alguna manera a que la inquietud que tienen aquellos que no se contentan con
puras expresiones académicas, no se quede anclada en lugares comunes, e inicien
el viaje de la aventura intelectual en condiciones que les permita hacer frente
con éxito a teorías que más bien los aleja de la verdad.
El autor.
Fuentes de Error en la Investigación Científica
César Risso
RESULTA UN LUGAR COMÚN en los textos sobre metodología de
la investigación científica, desarrollar la secuencia de pasos a seguir, que
constituye la parte formal, dejando de lado lo más importante.
Si bien es cierto
estas etapas son necesarias, se requiere tener en cuenta que luego de
conocerlas no estaremos en condiciones de investigar. Para ello se requiere,
sobre todo, conocer las formas y métodos de pensamiento, sin los cuales la
información empírica no superará el plano de lo fenoménico.
Una vez inmersos en el
proceso mismo del pensamiento, como fase del conocimiento, nos enfrentamos a la
posibilidad del error, el cual tiene más de una fuente, que puede ser
gnoseológica, fisiológica o sociológica.
Ubiquémonos en la
gnoseología como posible fuente de error. Desde el punto de vista del
contenido, el concepto es la condensación, la suma de conocimientos alcanzados
acerca de un objeto o fenómeno. Lo principal en el concepto es lo universal,
puesto que así es como se manifiesta la esencia del objeto. Sin embargo, si
hablamos del concepto árbol, sabemos que no existe el árbol en general, sino
los árboles concretos. Lo que existe es el conjunto de propiedades que posee
cada árbol. Lo universal tiene existencia concreta en lo singular, en los
atributos o propiedades de los árboles reales.
Kopnin nos dice a este
respecto lo siguiente: “El idealismo utiliza el carácter peculiar de los
vínculos entre lo universal y lo singular en el concepto, su índole compleja y
velada, para divorciar lo universal de lo singular y convertir el concepto en
una esencia independiente, absoluta, separada de los objetos singulares de la
vida real. El divorcio entre lo universal y lo singular en el concepto conduce
a la separación de los conceptos del mundo exterior y constituye una de las
fuentes gnoseológicas del idealismo.”[1]
Así, pues, al
considerar lo universal como algo absoluto, dejando de lado la fuente real del
concepto, caemos en el idealismo. Esto nos debe conducir, primero, a tener una
clara posición filosófica. Sólo el materialismo dialéctico, en el sentido de
concepción del mundo, asegura una correcta interpretación de la realidad.
Absolutizar lo universal significa poner lo general como fuente de la realidad.
Si no queremos ser presa de este tipo de error, que conduce al idealismo,
tenemos que abordar el estudio de la filosofía como un aspecto necesario de la
capacitación en la investigación científica.
Podemos señalar, además, que el estudio de la
gnoseología, la lógica formal y la lógica dialéctica, tiene una importancia de
primera línea en la investigación científica.
En lo relativo a la
fuente fisiológica del error, ésta tiene como fundamento las características de
los dos sistemas de signalización del cerebro. El primer sistema de señales
está asociado a la sensación, percepción y representación, esto es, al
conocimiento sensorial; en cambio, el segundo sistema de señales se asocia a la
capacidad reflexiva, que tiene su forma acabada en el concepto.
Ahora bien, el
concepto se forma por las impresiones pasadas y presentes, provocadas por los
objetos y fenómenos, pero también por la posibilidad de una cierta
independencia relativa del pensamiento respecto de estas impresiones. En
palabras de E. Shorojova: “Gracias a la compleja actividad del cerebro humano,
el hombre no sólo reproduce en su mente las impresiones experimentales en otros
tiempos, sino que forma nuevas ideas y realiza nuevos descubrimientos. Si no se
admite una cierta independencia en la actividad nerviosa superior, sería
imposible imaginarse que en la mente humana pueda surgir algo nuevo y creador.”[2]
La evolución nos ha
dotado de esta capacidad de transformar las impresiones, dejadas por la
realidad objetiva a través de la actividad práctica, en conceptos. Al tener los
conceptos como materia prima a la realidad objetiva, para ser elaborada
idealmente esta tiene que asumir en el pensamiento la forma subjetiva
apropiada, es decir, tiene que convertirse en una forma especial de “material”
moldeable, para que a través del pensamiento pueda adquirir la forma de
concepto. Este material moldeable no es otro que el lenguaje.
Es en este momento de
actividad reflexiva, cuando la independencia relativa de la actividad nerviosa
superior nos puede hacer presa de una desviación que conduzca al error.
Establezcamos ahora la
fuente sociológica del error. Para ello tenemos que establecer qué sectores de
la sociedad se encuentran más alejados de la actividad productiva. Este sector
corresponde a la clase social que detenta el poder. Al imponer sus decisiones
en los diversos ámbitos de la vida social, cae en el convencimiento de que su
pensamiento y su voluntad determinan la realidad.
“En toda sociedad de
clases, la separación entre el pensamiento ordenador y la producción material
crea la ilusión, no sólo de la independencia del pensamiento, que planea por
encima de la realidad material y de la acción práctica, sino también de la
primacía del pensamiento.
“Para una clase que ya
no está en contacto directo con las cosas, que actúa sobre el mundo a través de
los símbolos del pensamiento y del lenguaje para concebir el trabajo, y
mediante órdenes dirige su ejecución, el pensamiento es prisionero de la
ilusión de ser la fuerza suprema y ordenadora del mundo.”[3]
Esta fuente de error
será superada con el tramonto de la actual forma de sociedad; mientras tanto,
tenemos que ser conscientes de lo que la división de la sociedad en clases
provoca en el proceso del conocimiento, en el pensamiento mismo y, por lo
tanto, en la investigación científica; pero además, hay que asociar la
actividad de dirección con la actividad práctica productiva, combinando el
trabajo manual con el trabajo intelectual. En otras palabras, “En el mundo
moderno, la educación técnica, estrechamente ligada al trabajo industrial, aún
el más primitivo y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de
intelectual. El modo de ser del nuevo intelectual ya no puede consistir en la
elocuencia motora, exterior y momentánea, de los efectos y de las pasiones,
sino que el intelectual aparece insertado activamente en la vida práctica, como
constructor organizador […].”[4]
En síntesis, una vez
que hemos recogido y ordenado la información, tenemos que vérnosla con nosotros
mismos, con nuestra capacidad de pensar; y he aquí donde empieza un tipo
fundamental de limitaciones. Si no estamos habituados a pensar científicamente,
el resultado de nuestro trabajo será pobre. Si no conocemos el proceso del conocimiento,
ni las operaciones lógicas, ni las categorías del pensamiento, no podremos
penetrar en la esencia de las cosas.
A modo de conclusión
diremos que la enseñanza de la investigación científica tiene que adicionar a
la parte formal el proceso mismo del pensamiento, con lo cual podrán
identificarse las fuentes de error, y en consecuencia estar en condiciones de
evitarlos.
Las fuentes
fisiológicas, gnoseológicas y sociológicas del error se refuerzan mutuamente, y
nos conducen al idealismo. Por ello, el estudio del método científico debe
comprender el aspecto correspondiente de la filosofía, la lógica y la teoría
del conocimiento.
Vigencia del Método Marxista
César Risso
SI CONCEPTUAMOS EL MARXISMO en el doble sentido de cuerpo
de principios y de teorías, podemos afirmar que los principios del marxismo no
están en crisis. La teoría marxista tampoco podría estar en crisis. Esta
explica el proceso concreto de desarrollo de las diversas formas de movimiento
de la materia, y por ello mismo, le calza la expresión “el alma viva del
marxismo es el análisis concreto de la situación concreta” (Lenin), lo que
quiere decir que el desarrollo de la materia es inagotable y, por lo tanto, a
pesar de la comprensión de este desarrollo el conocimiento de los nuevos hechos
siempre estará en mora con la realidad. El reconocimiento de este hecho no
desmerece en absoluto ni los principios ni el cuerpo teórico del marxismo, al
contrario, es una de las pruebas de su vigencia.
Si la teoría está en
mora con la realidad, porque esta última está en permanente desarrollo, no nos
debe sorprender que en determinadas circunstancias la teoría marxista deja de
corresponder con la realidad. Si Lenin se hubiera cogido a la letra del
marxismo, asumiendo la teoría marxista tal como la desarrollaron Marx y Engels,
sin el “análisis concreto de la situación concreta”, no se hubiese agregado al
cuerpo teórico del marxismo el análisis del imperialismo, quedándose la teoría
marxista en mora con la realidad.
Cuando usamos la
expresión crisis teórica del marxismo,
debemos entender por ésta que los representantes del marxismo no han logrado
poner al día teóricamente el marxismo conforme el avance de la realidad, o lo
que es lo mismo, que frente a una nueva realidad, los marxista continúen
explicándola con la teoría propia de la fase o periodo inmediatamente anterior.
Es por ello que los
marxistas hablamos de la verdad relativa y de la verdad absoluta. La verdad
absoluta se compone de las verdades relativas. Lo que ahora es absoluto, mañana
será relativo, pues la verdad tiene un carácter histórico, concreto.
La vigencia del método
marxista, como parte de la crisis teórica del marxismo, requiere un tratamiento
especial. Es necesario plantear la necesidad de dar tratamiento a este aspecto
de medular importancia. Debemos para ello recordar la polémica sostenida por
Federico Engels con Dühring, o aquella otra desarrollada por Lenin con los
empiriocriticistas, o el debate desarrollado por José Carlos Mariátegui en
“Defensa del marxismo”. En estas obras se defiende, por exacto, el método
dialéctico, a la luz del avance científico y de la experiencia histórica del
proletariado, en contraste con la interpretación teórica hecha por los
representantes de la burguesía, ya sea en el campo de las ciencias naturales
como en el de las ciencias sociales.
Comprender la
dialéctica nos permite ser conscientes del proceso de desarrollo de la
naturaleza, de la sociedad y del pensamiento, pues la dialéctica es justamente
la ciencia de las leyes del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento. Aquí nos referimos a la dialéctica como ciencia. La dialéctica
como método se refiere al reflejo de dichas leyes en el pensamiento, proceso de
apropiación de lo real, que se expresa en la teoría del conocimiento del materialismo
filosófico acabado, que incorpora las categorías del pensamiento
correspondientes.
Dicho esto, el
problema es saber si el mundo se mueve dialécticamente o no. La confrontación
en cuanto al método dialéctico se reduce a esto: a si el método dialéctico
permite apropiarse subjetivamente de la realidad objetiva, esto es, reflejar el
mundo de acuerdo a las leyes de su desarrollo. Negar la dialéctica como método
es negar la dialéctica como ciencia. Negar la vigencia de la dialéctica es
afirmar que el mundo no se mueve dialécticamente. Como es notorio, esta última
negación choca con el desarrollo de las ciencias.
Por qué si esto es tan
cierto se considera que el método dialéctico es obsoleto. Esto se debe a que
los epistemólogos burgueses han desarrollado algunos aspectos metodológicos que
pretenden erigir en métodos universales.
Esto nos lleva a
esclarecer lo siguiente. El método dialéctico ha sido considerado por los
marxistas como el único método científico. Sin embargo, surge la pregunta
siguiente: cómo es que antes de la aparición del método dialéctico las ciencias
se desarrollaron. La respuesta es que la dialéctica es el único método
científico en el sentido de método universal de conocimiento. Desde este punto
de vista, el único otro método universal de conocimiento es el metafísico.
Mientras que la dialéctica refleja el mundo en toda su riqueza y desarrollo, como
algo vivo, el método metafísico lo refleja unilateralmente, como algo inerte.
La dialéctica surgió
en la Grecia clásica, donde los filósofos la asumían espontáneamente, pues
veían más que las cosas, el movimiento de las cosas. Cuando se empezó a
estudiar en detalle y por separado la naturaleza, pasando el método de
investigación del estudio de la naturaleza al campo de la filosofía, el método metafísico
se convirtió en método universal de conocimiento. Esto significa que en
determinado periodo histórico el método metafísico, en tanto método particular,
como método de investigación de la naturaleza, fue una necesidad, pero cuando
se universalizó se convirtió en anticientífico.
Veamos en qué consiste
el proceso del conocimiento. La primera fase del conocimiento es la sensorial.
Esta consiste en que a través de uno de los sentidos captamos la realidad. La
siguiente etapa de la fase sensorial se denomina percepción, en la que el
objeto o fenómeno se capta a través de varios sentidos a la vez, por lo cual se
tiene mayor riqueza en el conocimiento de la realidad. La tercera y última
etapa del conocimiento sensorial es la representación; en esta ya no se está en
contacto con el objeto o fenómeno, consistiendo esta etapa en la imagen mental
o recuerdo del objeto. A pesar de ya no estar en contacto con el objeto se
considera a la representación como parte del conocimiento sensorial pues los
datos registrados corresponden al uso de los sentidos.
La segunda fase del
conocimiento se denomina racional. Esta comprende el proceso de elaboración de
conceptos, juicios y razonamientos. Aquí ya no se está en contacto directo con
la realidad, sin embargo se elabora el contenido de estas categorías con toda
la infinita gama de aspectos, detalles, datos, etc., captados sensorialmente,
que constituyen la puerta de entrada para pasar de lo superficial a lo
profundo, de lo unilateral a lo multilateral, del fenómeno a la esencia.
La comprobación de los
conocimientos adquiridos se da a través de la práctica. El conocimiento parte
de la práctica y vuelve a ella. Se parte de lo concreto real para llegar a lo
concreto representado a través de la abstracción. Es el proceso que se conoce
como ascenso de lo concreto a lo abstracto, y ascenso de lo abstracto a lo
concreto. El proceso del conocimiento es dialéctico, pues la dialéctica refleja
las leyes objetivas del proceso del conocer, y por ello el método consciente de
conocimiento también es dialéctico.
Cuando nos quedamos en
la fase sensorial del conocimiento, cuando no continuamos con la fase racional,
estamos asumiendo el empirismo. En cambio, cuando soslayamos la fase sensorial
del conocimiento, asumiendo únicamente el conocimiento racional, estamos
asumiendo el racionalismo o dogmatismo. Ambas desviaciones del conocimiento
inducen a error.
No sólo se trata de
desarrollar el método dialéctico de conocimiento sino también de elaborar las
categorías que nos permitan penetrar profundamente en los fenómenos para llegar
a su esencia.
A este respecto es ilustrativo lo que señala Marx en la
primera tesis sobre Feuerbach: “El defecto fundamental de todo el materialismo
anterior –incluido el de Feuerbach– es que sólo conoce las cosas, la realidad,
la sensoriedad, bajo la forma de objeto
o de contemplación,
pero no como actividad sensorial humana,
no como práctica, no de un modo
subjetivo. De aquí que el lado activo
fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero sólo
de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad
real, sensorial, como tal.”
Este conocimiento como
actividad sensorial humana que
reclama Marx implica la introducción de categorías como esencia y fenómeno,
causa y efecto, forma y contenido, realidad y posibilidad, etc., para lograr
conocer el mundo. Estas categorías vienen a ser algo así como herramientas de
la actividad sensorial humana, que
permiten traducirla en pensamiento, en conocimiento, esto es, en representación
científica de la realidad. Fueron los idealistas quienes introdujeron estas
categorías; claro está que la filosofía idealista concibe la realidad como
enajenación de la idea.
No es la introducción
de cualquier categoría lo que permite conocer profundamente las cosas. Por
ejemplo, Thomas Khun introdujo la categoría paradigma, hoy profusamente
utilizada, pero que no permite explicar exactamente la estructura de las
revoluciones científicas, como se propone el autor. Lo que logra más bien es
oscurecerla.
Karl Popper en una
serie de trabajos como La lógica de la
investigación Científica, La sociedad
abierta y sus enemigos, Conjeturas y
refutaciones, etc., desarrolló el método hipotético-deductivo y la llamada
teoría de la falsación. Esta última consiste en que la ciencia está constituida
por teorías susceptibles de ser demostradas falsas. Ya que cualquier hecho
puede tornar una teoría en falsa, a pesar de que muchos hechos la confirmen, se
trata para él de buscar más bien la falsación de la teoría.
En cuanto al método
hipotético-deductivo, lo infiere de David Hume. Este último afirma que “del
hecho de que un fenómeno precede a otro no puede deducirse que el primero es la
causa y el que le sigue, el efecto. Ni siquiera la repetición más frecuente del
nexo de los acontecimientos en el tiempo nos proporciona el conocimiento de la
fuerza oculta en virtud de la cual un objeto produce otro” (Diccionario
filosófico Rosental). Señala al respecto que las teorías no son producto de las
observaciones sino de la imaginación, de las conjeturas. Con esto Popper se
rebela contrario al método inductivo y partidario del método deductivo.
Cabe señalar lo
siguiente acerca de los métodos inductivo y deductivo. Estos son métodos
particulares, a diferencia de los métodos dialéctico y metafísico, que son
universales. La universalidad del método dialéctico consiste en su carácter
absoluto, esto es, en que se presenta en toda situación, en cada una de las
fases del conocimiento o de la investigación, pues va de lo unilateral a lo multilateral,
de lo superficial a lo profundo, de lo simple a lo complejo, etc., haciendo uso
de las categorías que nos permiten conocer la realidad en un momento dado. Los
métodos particulares, en cambio, sólo se aplican a determinados procesos u
objetos, con un grado de generalidad inferior al de la dialéctica. Esto quiere
decir que la dialéctica incorpora a todos los métodos particulares y singulares
de conocimiento, y que en la aplicación de estos dos grupos de métodos la
dialéctica no sólo está presente como orientación o estrategia, sino además en
cada detalle de la investigación.
Volviendo a Popper. Lo
que este pretende hacer al generalizar el método hipotético-deductivo es convertir
en universal un método particular de conocimiento.
Lo mismo sucede con
Imre Lakatos, discípulo de Popper. Lakatos pretende desarrollar a su maestro,
negando que las teorías queden refutadas a través de la falsación, al plantear
que lo que se falsea es un aspecto o hipótesis de la teoría pero no la teoría
misma. Este plantea lo que se denomina programas de investigación científica.
Estos tienen la forma de un núcleo de teorías y dos cinturones de hipótesis que
protegen el núcleo de las teorías.
Tanto para Popper como
para Lakatos, el objetivo de la ciencia no es la búsqueda de la verdad sino el
incremento de la verosimilitud.
En 1924 José Ortega y
Gasset publicó un artículo titulado “El sentido histórico de la teoría de
Einstein”. Se afirma en este trabajo que hay “una maravillosa justificación de
la multiplicidad armónica de todos los puntos de vista”. En otras palabras, hay
tantas verdades como puntos de vista. Está pues, la verdad del burgués cuando
explota y reprime, como la verdad del obrero cuando protesta y se subleva. Con
esto la verdad pierde su carácter científico.
Esta afirmación de
José Ortega y Gasset ha conducido a la negación en redondo de la existencia del
método, como en el caso del Paul Feyerabend. Este escribió un libro titulado Contra el método. Afirma que no ha
habido ni hay método científico. Plantea que a nivel de la investigación “vale
todo”.
¿Qué hay de común en
todas estas corrientes metodológicas que he comentado y que están siendo usadas
o aplicadas en todas las ciencias? ¿Qué es lo que las identifica como métodos
metafísicos? Ninguna de estas corrientes pretende explicar la esencia de las
cosas; a lo más aportan parciales aspectos técnicos en una u otra fase del
proceso de investigación, pero que al tratar de generalizarlos desbordando el
estrecho marco que les corresponde configuran el método metafísico.
Tenemos que
apropiarnos subjetivamente de lo concreto real (“lo concreto es concreto porque
es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto unidad de lo
diverso”. Carlos Marx), es decir, de las múltiples determinaciones, de todos
los aspectos. Para esto debemos aplicar todos los métodos y técnicas que nos
permitan dicha apropiación. Aquí la dialéctica se manifiesta en la necesidad de
la consideración de esta multiplicidad. Tenemos que llegar a lo concreto
representado, para lo cual debemos descubrir las leyes de desarrollo de las
cosas. De modo tal que debemos aplicar los métodos que nos permitan descubrir
estas leyes. Por último, debemos expresar lo concreto representado de tal forma
que reproduzca la realidad dialécticamente, esto es, al nivel más alto de
representación, o, lo que es lo mismo, al nivel de la cúspide de la
representación humana. Este nivel más alto de representación se logra cuando
expresamos los resultados de la investigación a través del método dialéctico,
con el uso de las categorías de la dialéctica materialista, cuya esencia es la
unidad de lo objetivo y lo subjetivo. Tanto en una fase como en otra, la
dialéctica tiene que hacer uso, o mejor aún, incorporar todos los métodos y
técnicas que nos permitan cumplir con la adquisición de la información así como
con la reproducción ideal de la realidad objetiva.
Es pues un despropósito, con fines políticos, declarar obsoleto el método dialéctico, pues este es una de las herramientas más
elevadas alcanzadas por el pensamiento humano, que nos permite conocer las
cosas de tal forma que la reproducción ideal de éstas adquiere una exactitud
superada únicamente por la realidad.
Los métodos que la
burguesía promueve como novísimos, lo que hacen es hipertrofiar una u otra fase
del conocimiento, logrando restar capacidad de conocimiento de la realidad, lo
cual les resulta útil para alcanzar el objetivo que persiguen: ocultar el
carácter transitorio y explotador del capitalismo, y con ello restar sustento
teórico a la transformación revolucionaria del mundo.
Pero los teóricos de
la burguesía olvidan que “El impulso vital del hombre responde a todas las
interrogaciones de la vida antes que la investigación filosófica. El hombre
iletrado no se preocupa de la relatividad de su mito. No le sería dable ni
siquiera comprenderla. Pero generalmente encuentra, mejor que el literato y que
el filósofo, su propio camino. Puesto que debe actuar, actúa. Puesto que debe
creer, cree. Puesto que debe combatir, combate. […]”. (El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. J. C.
Mariátegui). En otras palabras, por más que la burguesía nos imponga sus falsas
especulaciones, la propia realidad, en sus diversas manifestaciones, hace
aflorar siempre a la superficie su esencia, ya sea desfavorable a la especie humana
como el capitalismo imperante, o favorable a nuestra especie como en el caso
del socialismo.
[3] Garaudy, Roger. 1980. Introducción
al estudio de Marx. Ediciones ERA, México. 4ta edición en español. Pp.
50-51.
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