miércoles, 10 de julio de 2013

Política


Nota Explicativa:

Publicamos en esta oportunidad los artículos Primera vez Tragedia, Segunda Vez Farsa (18.06.08), Ramón García o la Manipulación (21.01.09) y De Cómo Ramón García Tergiversa a Mariátegui (20.03.09), muy necesarios para comprender el oportunismo, los métodos  criollos y el egotismo burgués del grupo que dirige Ramón García.

El Comité de Redacción.


¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!

Primera Vez Tragedia, Segunda Vez Farsa
        

Eduardo Ibarra


LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO DEL PROLETARIADO PERUANO con el nombre de Partido Socialista del Perú estuvo rodeada de todos los avatares que se derivaron de la polémica en torno a una iniciativa que, en las circunstancias de la existencia de la Tercera Internacional, resultaba marginal.

En los artículos El nombre del partido, Apuntes sobre el socialismo peruano, El partido de masas y de ideas de Mariátegui y Una vez más sobre el nombre del partido, he reseñado y fundamentado los principales conceptos mariateguianos sobre el tema, y he sostenido que, en el tiempo del maestro, el nombre de Partido Socialista se justificó plenamente.

Pero en el Perú de hoy, con un proceso de más de 80 años de degeneración parlamentaria y reformista del socialismo, con un oportunista Partido Socialista actualmente en actividad, con la vigente necesidad de diferenciar lo más posible la camisa del Partido de toda suerte de oportunismo, con unas condiciones nacionales e internacionales que no aconsejan ni el nombre de comunista ni el nombre de socialista, pretender el de socialista equivale a repetir la letra de Mariátegui y negar su método, expresa una completa subordinación “a la importancia excesiva, fundamental, que tiene entre nosotros el rótulo”, si es que no una actitud deliberadamente engañosa para hacer pasar un proyecto de partido distinto y distante del modelo de Mariátegui.

Quienes plantean “reivindicar el Partido Socialista”, utilizan el término socialista en un sentido demasiado elástico, demasiado dilatado, demasiado general, y, por tanto, como está probado, lo que en realidad plantean es un partido de “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar” a oportunistas, revisionistas y otras malas hierbas, es decir, un concepto de partido en abierta oposición al de Mariátegui. Esta es la trastienda de Ramón García.

El Partido de Mariátegui fue un partido orgánica y doctrinariamente homogéneo, un partido marxista-leninista, un partido proletario, un partido de clase. Por eso, ahora es perentorio responder positivamente a la exigencia mariateguiana de hacer algo con contenido: construir un Partido doctrinariamente homogéneo, que, por tanto, se diferencie de todo oportunismo por su BASE DE UNIDAD, su PROGRAMA, su ESTRATEGIA, su TÁCTICA, su NOMBRE y su PRÁCTICA, y, sobre este basamento, sea capaz de cumplir su papel de dirección en la lucha por la toma del poder.

Parafraseando a Marx, puede decirse, pues, que, si la experiencia de Mariátegui fue tragedia, su formal repetición es farsa.



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


Ramón García o la Manipulación


 Eduardo Ibarra


I

DESPUÉS DE CITAR, EL 5 DE ENERO DEL PRESENTE, a Federico Engels, Luis Alberto Sánchez, Gonzalo Huamán, Anita Rodríguez, Ricardo Oliveros y al suscrito, García anotó: “En nuestro medio activan dos socialismos: burgués y proletario, y dos dialécticas: idealista y materialista. Juzgue el lector a cuál pertenece cada párrafo recopilado. Y si se puede ser neutral ante la negación del Socialismo Peruano por un NN que tuvo la desvergüenza de escribirlo pero no el coraje de firmarlo; ante el calificativo de la Constitución del PSP como una tragedia; y ante el espectador de turno en pedestal de cristal” (negritas en el original).

La acusación de negar el Socialismo Peruano y la acusación de ser espectador no están dirigidas a mi persona, pero sí aquella otra según la cual considero la constitución del PSP “como una tragedia”, razón por la cual paso a demostrar su falsedad.

           En el primer párrafo de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx señaló: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del 18 Brumario!”.

Cualquier persona inteligente –y sin la perversa intención de tergiversar el sentido de las palabras de Marx–, en modo alguno podría considerar que el fundador del comunismo científico concebía la historia como una tragedia, nada más porque esta palabra aparece en el párrafo citado. Como es notorio, la mencionada palabra aparece ahí no en su sentido habitual, sino significando el carácter original, auténtico, genuino de un hecho o personaje históricos, en contraposición a su repetición que aparece como imitación, como caricatura, como farsa.

Y ocurre que mi afirmación, “Parafraseando a Marx, puede decirse, pues, que, si la experiencia de Mariátegui fue tragedia, su formal repetición es farsa”, explícitamente es una paráfrasis de la de Marx. Esto significa que, con ella, me he referido a la fundación del PSP por Mariátegui como un hecho que tiene la virtud de lo original, de lo auténtico, de lo genuino, en contraposición al intento de fundar un otro partido socialista en el Perú de hoy, que aparece con el demérito de ser una imitación, una caricatura, una farsa. El significado de mi afirmación tiene, pues, que aparecer evidente para cualquier persona intelectualmente honesta.

Pero la mala fe es tal, que García me acusa de considerar la fundación del PSP “como una tragedia”. Por cuanto es imposible que una persona normalmente inteligente no comprenda el verdadero sentido del párrafo de Marx y, por tanto, de mi afirmación, la falaz acusación revela: 1) que su autor ha retorcido el significado de mi aserto; 2) que, de esta forma, intenta crucificarme; 3) que así pretende desviar la atención de la farsa que significa repetir lo formal (nombre del partido), y, al mismo tiempo, negar lo esencial (marxismo-leninismo).

En su artículo Elogio de “El Cemento” y del realismo proletario, Mariátegui escribió: “Ninguna revolución, ni la del cristianismo, ni la de la Reforma, ni la de la burguesía, se ha cumplido sin tragedia. La revolución socialista, que mueve a los hombres al combate sin promesas ultraterrenas, que solicita de ellos una extrema e incondicional entrega, no puede ser una excepción en esta inexorable ley de la historia”.

Puesto que, como se ve, el maestro utiliza ahí la palabra tragedia en su significado habitual, García tendría que acusar a Mariátegui ¡de considerar la revolución socialista como una tragedia!

El proyecto de un partido socialista de ahora por el proyecto de un partido socialista de 1928, el Comité de Propaganda y Organización Socialistas de ahora por el Comité de Propaganda y Organización Socialistas de 1918, García por Mariátegui. No cabe duda: Marx tenía razón: todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces: “una vez como tragedia y la otra como farsa”.

Sin ninguna objetividad, sin ningún equilibrio mental, obnubilado por el odio, García ha retorcido el significado de mis palabras y maliciosamente me ha acusado de concebir la fundación del PSP como una tragedia, nada más porque en mi afirmación, igual que en la de Marx, aparece esta palabra.

No obstante, contrariamente a su intención, está completamente claro que no ha revelado ni podía revelar ninguna actitud negativa mía respecto a la experiencia mariateguiana (acerca de la cual, por lo demás, he publicado algunos artículos que desmienten categóricamente su infundio), sino más bien su propio espíritu criollo, su propia condición de falsario, su intento liquidador.

Como es de conocimiento común, desde hace tiempo García ha eludido todo debate de ideas con el suscrito y, evidenciando su impotencia, cada vez ha recurrido a la acusación gratuita, a la adjetivación procaz, al ataque personal. Esto lo pinta de cuerpo entero.

Ciertamente lo esclarecido es suficiente para que el lector atento, inteligente, no bloqueado por el seguidismo, pueda percibir todo el perverso subjetivismo de García.

Después de provocar algunas muecas de alegría maligna en algunos de sus partidarios, las acusatorias palabras de García se las ha llevado el viento.

Por el contrario, mis palabras, paráfrasis de las de Marx, marcan una verdad sencilla y evidente: la caricatura que significa repetir lo formal (el nombre), y, al mismo tiempo, negar lo esencial (el marxismo-leninismo) del proyecto de partido de Mariátegui. POR ESO NO SE LAS LLEVA EL VIENTO.

En conclusión, es evidente que, una vez más, a García le ha salido el tiro por la culata.

II

En la medida en que a su falaz acusación, el mencionado personaje agrega la manipulación de algunas citas, es necesario que examine también esta cuestión.

En el artículo De la autoridad, Engels señala: “Hemos visto, pues, que, de una parte, cierta autoridad, delegada como sea, y de otra, cierta subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social, se nos imponen con las condiciones materiales en las que producimos y hacemos circular los productos”. 

Engels menciona, pues, el problema de la delegación, pero, como es notorio, no lo analiza. En el socialismo proletario, sin embargo, este problema es el quid de la cuestión, como veremos más adelante. Por supuesto, García sabe por qué no citó este párrafo.

También señala Engels: “Es, pues, absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio absolutamente malo y del principio de autonomía como de un principio absolutamente bueno. La autoridad y la autonomía son cosas relativas, cuyas esferas varían en las diferentes fases del desarrollo social”. 

Engels subraya, pues, que, tanto el principio de autoridad como el principio de autonomía, no se presentan con el mismo grado de validez. Por supuesto, García sabe por qué tampoco citó este párrafo.

En cambio, ha citado lo que conviene a sus intenciones: “Autoridad, en el sentido de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro a la nuestra; autoridad supone, por otra parte, subordinación. (…) Y quien dice acción coordinada dice organización. Ahora bien, ¿cabe organización sin autoridad?”. También: “¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay”. Finalmente: “Así pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan el movimiento del proletariado. En uno y otro caso, sirven a la reacción”.

Pues bien, me declaro informado de que los “antiautoritarios” de ahora son Gonzalo Huamán, Anita Rodríguez y Ricardo Oliveros. Pero, ¿quién es el “autoritario”? ¿Quién es la “autoridad” contra la que se levantan los “antiautoritarios”?

Puesto que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito concreto, es evidente que él, por sí y ante sí, se considera “la autoridad” (y hasta la revolución misma). Es decir que, en el Socialismo Peruano (contexto concreto), García es, ahora, por autoproclamación, “la autoridad” y, así, se siente con derecho a imponer sus posiciones y, por tanto, a los demás no les queda más que subordinarse a las mismas (propósito concreto).

Sólo que, si ha tenido la desvergüenza de insinuarlo con la cita de Engels, no ha tenido el coraje de decirlo en primera persona.

Puesto que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito concreto, es fácil constatar que al utilizar algunas opiniones de Luis Alberto Sánchez se pone en el lugar de Mariátegui y a sus críticos los pone en el lugar del aprista.

Sólo que, si ha tenido la desvergüenza de insinuarlo con tales opiniones, no ha tenido el coraje de decirlo en primera persona.

Pero ocurre que, en ningún momento y en ninguna forma, nadie le ha delegado a García la representación de la autoridad en el Socialismo Peruano.

En el artículo Egotismo y seguidismo en Sendero (04.09.03), dejé escrito: “En la lucha por el socialismo, es necesario el reconocimiento de la autoridad. Esto está fuera de toda duda. Pero este reconocimiento es de hecho el reconocimiento de la autoridad de las ideas correctas, el reconocimiento de la autoridad de quienes representan estas ideas”.

Veamos esto en relación al caso que nos ocupa.

En cada situación concreta, siempre se destacan ciertos problemas que definen la posición política de individuos y organizaciones políticas. Así por ejemplo, en las circunstancias del desborde del revisionismo de la Segunda Internacional, la posición política de Kausky no era definida por sus aciertos relativos a la economía agraria capitalista, a la relación de la conciencia comunista con el movimiento obrero, a la ligazón entre la ética y la política en el movimiento proletario, etcétera, etcétera, sino por su posición con respecto a la dictadura del proletariado. Por eso, Lenin lo desenmascaró sin compasión en su libro La revolución proletaria y el renegado Kautsky

En la actual escena peruana, las cuestiones centrales que definen la posición de una persona, tendencia, facción o partido, son: 1) posición ante la verdad universal; 2) posición ante el pensamiento de Mariátegui; 3) posición frente a la cuestión del poder; 4) posición ante el problema del partido.

Las ideas correctas que pueden encontrarse sobre otras cuestiones en tal o cual persona, en tal o cual tendencia, en tal o cual facción, en tal o cual partido, no definen la posición política de los mismos, pues la autoridad de tales ideas se limita a una esfera lateral.

Por eso, hay que preguntarse: ¿cuál es la posición de Ramón García ante las cuestiones centrales que definen una posición política en el Perú de hoy?

Como es de conocimiento general, so pretexto de que la verdad universal debe ser denominada con la sola palabra marxismo, García niega de hecho la obligatoriedad para el partido del proletariado de reconocer el leninismo y el pensamiento de Mao. Por eso su facción niega que el marxismo-leninismo fuera la base de unidad del partido fundado por Mariátegui, base de unidad que, sin embargo, aparece explícitamente sustentada en los Principios programáticos del Partido Socialista. Por eso no tiene por qué extrañar que uno de sus partidarios haya escrito que Lenin es para Rusia y Mao para China. Con su reduccionismo, pues, García abre las puertas a todo tipo de oportunismo. Por lo demás, es conocido su encubrimiento de la restauración capitalista.

Como es de conocimiento general, tergiversando algunos planteamientos de Mariátegui, García pretende pasar algunas ideas suyas como si fuesen de aquel.

Esta manipulación se comprueba, verbigracia, en la malhadada idea de que Mariátegui planteó un partido de “dos niveles” y en el arbitrario uso de la palabra socialismo, que, en la literatura mariateguiana, cuando aparece referida al PSP y al Socialismo Peruano, obra como sinónimo de la palabra comunismo, y que, en García, obra tan elásticamente que, con ella, comprende a revisionistas como Arroyo Posadas y a antimarxistas o no marxistas como Luis Valcárcel, por ejemplo.

Pero además, es sabido que su facción lleva adelante una feroz y torpe campaña que apunta a negar la condición marxista-leninista del propio Mariátegui.

Esta campaña antimariateguiana pinta de cuerpo entero a esta facción.

Como es de conocimiento general, so pretexto de la teoría del termómetro del sufragio de Engels, García hace a un lado la teoría leninista de la situación revolucionaria y, además, levanta reivindicaciones máximas como si fuesen mínimas, es decir, promueve la falsa ilusión de que, en las condiciones del régimen capitalista, son posibles la realización del trabajo emancipado y la vida digna material y espiritual, al mismo tiempo que, al levantar el “derecho al cambio social”, hace manifiesta su concepción juridicista de la revolución.

Dicho sea de paso: 1) el término cambio social está tan prostituido que ahora el mismo Obama es publicitado como “el presidente del cambio”; 2) el derecho al trabajo, el derecho a una vida digna y el derecho a la revolución, sirven únicamente como elementos de propaganda y agitación. 

Pero además, presentando reivindicaciones máximas como si fuesen mínimas, García llega a plantear un “nuevo municipio” (“corporación de trabajo, legislativa y ejecutiva a la vez”, que “tiene que planificar su economía asumiendo sus funciones de producción, administración y gobierno”) como “el por dónde empezar de la lucha por el cambio social”.

Pues bien, si el “nuevo municipio” es “el por dónde empezar…”, entonces de hecho se le está proponiendo como la “célula económica” del Estado burgués. Por eso en el grupo de García se habla de “los gérmenes del socialismo”. 

En el terreno teórico, pues, García y sus seguidores niegan la tesis marxista que, en palabras de Mariátegui, reza así: “la praxis marxista… propone precisamente la conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza”, y, al mismo tiempo, como resultado, en el terreno práctico mezclan maximalismo verbal con reformismo real.

Como es de conocimiento general, so capa de un nuevo concepto de partido, García propone un partido de “dos niveles”, es decir, un partido doctrinariamente heterogéneo, negando de esta forma la concepción mariateguiana del partido de clase.

Puesto que el partido, sea el que fuere, es, siempre, la materialización de la doctrina, en la indicada propuesta se materializa la negación del leninismo y del pensamiento de Mao.

Por cuanto las ideas de García relativas a las cuatro cuestiones dirimentes son, pues, erróneas y no correctas, oportunistas y no proletarias, entonces su “autoridad” es autoritarismo.

Por tanto, ¿qué de malo tiene que, en el Socialismo Peruano, existan activistas que se hayan levantado contra este autoritarismo? ¿Qué de monstruoso tiene que hayan expresado, mal o bien, la protesta contra esta nueva versión de egotismo burgués?

Por cuanto las ideas de García relativas a las cuatro cuestiones dirimentes son, pues, erróneas y no correctas, oportunistas y no proletarias, entonces el “reconocimiento” de su “autoridad” es servilismo.

Por tanto, ¿qué de malo tiene que, en el Socialismo Peruano, existan activistas que hayan señalado este seguidismo? ¿Qué de monstruoso tiene que hayan criticado esta nueva versión de obsecuencia?

Es notorio que, con su afirmación citada al principio del presente artículo, García pretende pasar como representante en nuestro medio del socialismo proletario y de la dialéctica materialista. Pero si sus posiciones ante las cuatro cuestiones dirimentes lo descalifican como representante del primero, su falsificación de los hechos lo descalifica como representante de la segunda.

Mariátegui señalaba que el espíritu egotista “no constituye sino la exasperación y la degeneración del viejo liberalismo burgués”. Y hay que agregar que el servilismo no constituye sino un lastre del todavía más viejo espíritu feudal.

Pero tanto las ambiciones desmesuradas de García como las venias a su persona se estrellan contra la realidad de un movimiento comunista que, después de la experiencia senderista, no está dispuesto a tolerar una reedición del egotismo burgués y el servilismo feudal.

Puesto que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito concreto, resulta indudable que, con el último párrafo que cita de Engels, pretende que criticar sus métodos criollos es sembrar la confusión, desenmascarar sus posiciones oportunistas es traicionar el movimiento del proletariado y denunciar su egotismo burgués es servir a la reacción. ¡El mundo al revés!

Pero, cualquier marxista que haya asimilado el marxismo en su esencia más profunda, es decir, como método, sabe que negar la obligatoriedad para el partido proletario de reconocer el leninismo, tergiversar a Mariátegui, hacer a un lado la teoría leninista de la situación revolucionaria y pretender un partido doctrinariamente heterogéneo, es sembrar la confusión, traicionar el movimiento del proletariado y servir a la reacción.

Desde luego, en los estrechos marcos de su facción, García ha podido hacer fáciles víctimas de sus posiciones oportunistas, mas, por lo que se puede ver, muy difícilmente podrá hacer lo mismo en los amplios marcos del Socialismo Peruano.

III

Si como polemista García muestra su espíritu criollo retorciendo los hechos y adulterando los argumentos de sus críticos, como político presenta el problema de que ha pasado de su liquidacionismo de izquierda de los años setenta a su oportunismo de derecha de hoy.

Y, si hace ya más de un año se autoproclamó “Yo el Supremo”, ahora, con sus ínfulas de considerarse por sí y ante sí “la autoridad” en el Socialismo Peruano, ha terminado de revelar más netamente su huachafo egotismo burgués.

Por tanto, es culpa suya, y de nadie más, que existan quienes, mal o bien, critican su egotismo. No tiene, pues, de qué quejarse.

Por supuesto, personalmente considero que hay que criticar bien, con argumentos sólidos, pues, sin duda, es absolutamente necesario marcar a fuego el mal disimulado oportunismo de derecha que vende García.

Y, obviamente, ningún elemento consciente del Socialismo Peruano puede ser indiferente ante esta digna tarea.




¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!


De Cómo Ramón García Tergiversa a Mariátegui

                                    
Eduardo Ibarra                
                                                                                                                           


EN LA RECOPILACIÓN TITULADA EL PARTIDO COMUNISTA Y JCM, una vez más Ramón García se ha parapetado detrás del maestro del proletariado peruano, creyendo que así se pone a buen recaudo de toda crítica, pero esta vez con la nota particular de que además pretende aparecer como el depositario de su Creación Heroica. Para demostrar la falsedad de esta egotista pretensión, veamos cómo tergiversaba a Mariátegui en el pasado y cómo lo tergiversa en el presente. 

García escribió:

“Un punto importante de la discusión para la formación del Partido, fue el concerniente a su carácter legal. Como consta en el Acta, de acuerdo a las circunstancias concretas, el Partido fue denominado Socialista, para poder aprovechar en algo las posibilidades legales. Pero todos estuvieron de acuerdo en constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del Partido. A partir de mayo de 1930 el Partido tomó definitivamente el nombre de Comunista. Por ello, el Partido, desde su formación, nació como Partido Comunista; y sólo formalmente y por poco tiempo llevó el nombre de Socialista” (La organización del proletariado, p.197, nota al pie. 1967. Negritas en el original).

“En el original, el Partido llevaba el nombre de socialista. La táctica de nominar al Partido como Socialista, manteniendo la organización bolchevique en secreto, amenazaba al Partido con la infiltración de elementos reformistas. Además, las condiciones de ingreso en la III Internacional exigían, para la estricta distinción entre la revolución y el revisionismo, que los partidos bolcheviques se denominaran Partido Comunista, agregándoles el nombre del país en genitivo. Contemplada esta situación, José Carlos Mariátegui propuso la correspondiente rectificación, en la reunión del Comité Central del 1º de marzo de 1930. A mediados de marzo, la vieja dolencia de José Carlos Mariátegui de José Carlos Mariátegui recrudeció. Las sesiones se suspendieron. Después del fallecimiento de José Carlos Mariátegui, el Comité Central se reunió en Chosica, el 20 de mayo, y aprobó el cambio de nombre. Desde esa fecha, la organización de los comunistas peruanos lleva el nombre de Partido Comunista” (Ibídem, p.198, nota de pie de página).

Comentario: Lejos del ejemplo de Mariátegui, García no ha tenido el coraje de autocriticarse en primera persona y públicamente de estas flagrantes tergiversaciones de la verdad histórica. Encubriendo su responsabilidad, en el artículo Por qué socialista, 02.05.88, escribió: “En la historia del socialismo peruano hay un punto hasta ahora no aclarado: el nombre del partido. ¿Por qué JCM propuso el nombre de Partido Socialista? ¿Es cierto que fue por “táctica”? ¿Es cierto que “reconoció” este error? ¿Es cierto que se apresuró a corregirlo al final de su vida?” “Esta versión negativa y antojadiza, basada en torpes especulaciones de “me dijo”, “le escuché”, “sugirió”, etc., hasta ahora circula libremente no obstante que hay publicada ya abundante documentación propia de JCM que demuestra lo contrario: no fue por táctica, se reafirmó siempre en ella, jamás transigió en el cambio”. “Entonces, hay que ir a las fuentes, hay que estudiar la experiencia internacional. Las enseñanzas que se obtengan, sin duda alguna dejarán atrás esta versión amañada y abrirán nuevas perspectivas en el desarrollo del Socialismo Peruano”.

Así escribió, pues, ¡como si él mismo no hubiera tenido nada que ver con la “versión negativa y antojadiza, basada en torpes especulaciones”! ¡Como si él mismo no hubiera tenido nada que ver con la “versión amañada” del nombre fundacional del Partido!

García dice:

“Esta necesidad del frente único la expresó JCM simultáneamente con la necesidad del partido de clase. El 30 de junio de 1923, en su tercera conferencia sobre la historia de la crisis mundial, señaló: “soy partidario antes que nada del frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas” (Punto de Vista Nº1, p.31. 1982).

Comentario: La afirmación suficientemente completa de Mariátegui es la siguiente: “soy partidario antes que nada del frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Causa común contra el amarillismo. Antes que agrupar a los trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación” (t.8, p.33. Cursivas nuestras). Cualquier persona con dos dedos de frente tiene que darse cuenta de que la mutilación de la aserción mariateguiana es una verdadera tergiversación al utilizarse la frase extrapolada en un sentido extra-sindical, en un sentido general, en un sentido político, que no tiene en el contexto verbal donde aparece, lo que no niega ni puede negar la verdad de que Mariátegui fue partidario del frente unido político del proletariado, tal como lo hemos demostrado en los artículos Mariátegui y el frente unido y Defensa de una verdad mariateguiana. Precisamente la tergiversación del aserto de Mariátegui de que tratamos, es, hasta donde está averiguado, el punto de partida de ulteriores tergiversaciones cada vez más groseras y cada vez más graves, como veremos enseguida.

García dice:

“[Mariátegui] Señaló que ‘el capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso’, y que por lo tanto el socialismo sucede al capitalismo en la empresa del desarrollo. Y en Aniversario y Balance planteó: ‘Capitalismo o socialismo. Éste es el problema de nuestra época (IX.28). Ésta es precisamente la base para sostener el nombre de Partido Socialista”. “Y si el socialismo es el llamado a reemplazar el capitalismo, se entiende entonces el porqué del nombre” (El socialismo peruano”, 02.05.88).

Comentario: Ocurre, sin embargo, que la verdad histórica (y teórica)  es que Mariátegui solventó su proyecto de titular Socialista a su partido, en los siguientes argumentos concretos:

1) “En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. La guardará también en la historia, mañana, cuando las necesidades contingentes y convencionales de demarcación que hoy distinguen prácticas y métodos, hayan desaparecido” (t.13, p.249. Cursivas nuestras).

2) “De acuerdo con las condiciones concretas y actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas” (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p.398. Cursivas nuestras).

Es, pues, sumamente expresivo –y sintomático– que García silencie la afirmación mariateguiana que aparece nada menos que en los Acuerdos de la Reunión de Barranco: “De acuerdo a las condiciones concretas y actuales del Perú…”.

García, pues, pretende fundar su argumentación en razones de orden general y, por tanto, válidas para todos los países y todas las situaciones sin excepción, mientras, como es claro, Mariátegui fundó su propuesta de titular Socialista a su partido en argumentos de orden particular, válidos para el Perú de su tiempo y algunos otros países con condiciones semejantes a las suyas. Así pues, descontextualizando algunas afirmaciones mariateguianas, García pretende hacer pasar sus argumentos como si fuesen del maestro.

Esto es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

García dice:

“Ya en 1925, refutando una propuesta acerca de la ‘educación gratuita, laica y obligatoria’, José Carlos Mariátegui señaló que ésta es ‘una usada receta del viejo ideario demo-liberal-burgués’ y explicó a los trabajadores por qué enarbolarla sería ‘empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico”. “Respecto a la educación gratuita, JCM esclareció por qué desde 1831, aunque no lo aplicó, el Estado peruano lo adoptó mediante Circular que argumentaba: ‘la notoria decadencia de las fortunas particulares, que había reducido a innumerables padres de familia a la amarga situación de no serles posible dar a sus hijos educación ilustrada, malográndose muchos jóvenes de talento’ (T.02-pág.106). Aquí está señalado en su esencia el concepto mismo de gratuidad de la enseñanza”. “Entonces, no la Escuela de clase con su ‘gratuidad sino la Escuela del Trabajo con su derecho a la Educación, es la consigna de los trabajadores con moral de productores” (16.04.94. Publicado en Alma Matinal, Nº4, julio-agosto 2003, pp.2-3).

Comentario: Esta es una flagrante tergiversación del pensamiento de Mariátegui sobre la gratuidad de la enseñanza. En el artículo Mariátegui y la gratuidad de la enseñanza, César Risso desenmascaró la falsificación: “Conviene aclarar cómo cita, para abonar a sus propios fines, Ramón García. La expresión de José Carlos Mariátegui es la siguiente: “Y, por consiguiente, ahí no se trata de extender la enseñanza laica sino de adoptarla. O sea de empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico’. En otras palabras, no se trata para Mariátegui de oponerse a la educación gratuita, sino de cuestionar la lucha por adoptar la educación laica”.

“Ramón García se cuida de no citar lo que Mariátegui concluye: ‘Lo que preocupaba a ese gobierno, no era la necesidad de poner este grado de instrucción al alcance del pueblo. Era, según sus propias palabras, la urgencia de resolver un problema de las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna’”.

“Así pues, José Carlos Mariátegui no cuestiona la gratuidad de la enseñanza en abstracto, cuestiona el que sirva para resolver un problema de las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna, y en consecuencia cuestiona el que no se haga extensiva a todo el pueblo. En cambio Ramón García cree haber encontrado en esta frase la esencia del concepto, la que traduce como ‘gracia, favor o dádiva’”. 

“Por supuesto que ‘lo conseguido graciosamente […] no puede ser el concepto de los trabajadores con moral de productores […]´. Y no lo puede ser porque este ´concepto´ es una deformación que hace Ramón García. Es más, el método que utiliza es el de reemplazar el contenido del concepto con el significado de la palabra. Pero resulta que la moral de productores se forja ‘en la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión’ (Defensa del Marxismo). Es precisamente una de las manifestaciones de la lucha de clases, la lucha por hacer extensiva a todo el pueblo la educación gratuita, donde el proletariado adquiere la moral de productores, la que Ramón García califica de dádiva”.

“La prueba de que el Amauta no está contra la gratuidad de la enseñanza, y que además no la considera una ‘dádiva’, se encuentra en los Principios programáticos del Partido Socialista: ‘Gratuidad de la enseñanza en todos sus grados’”.

“‘Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido Socialista luchará de inmediato. Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas’”.

“Está claro entonces que lo que para Ramón García es una dádiva, para José Carlos Mariátegui corresponde a ‘perentorias exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas’”.

Esta forma de tergiversar las ideas mariateguianas sobre la gratuidad de la enseñanza es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

García dice:

“El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula de los siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas de toda nuestra historia republicana” (Aniversario 80 [05].22.09.07).

Comentario: Esta es una grosera tergiversación de la concepción mariateguiana del PSP. Para demostrarlo basta citar este aserto que aparece en los Principios programáticos del Partido Socialista: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (t.13, p. 162).

Esto quiere decir que el marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP, de todo el Partido, del Partido en su conjunto, y no únicamente de la “célula secreta de los siete”. En otras palabas, el PSP fue un partido marxista-leninista de arriba abajo y de lado a lado.

ESTA VERDAD EVIDENTE ECHA POR TIERRA LA FALACIA DE QUE MARIÁTEGUI CONCIBIÓ AL PSP COMO UN PARTIDO DE DOS NIVELES.

Existen, por supuesto, otras pruebas del proyecto mariateguiano de un partido de clase, pero, a fin de no extendernos, remitimos al lector acucioso a los trabajos El partido de masas y de ideas de Mariátegui y Mariátegui y el Partido Socialista del Perú (borrador).

Es, pues, falso de toda falsedad que el PSP tuviera “dos niveles”, uno doctrinariamente homogéneo y otro doctrinariamente heterogéneo, y que ésta fuera la concepción mariateguiana del Partido. La concepción del Partido como un partido de “dos niveles”, pertenece al Julio Portocarrero y al Hugo Pesce de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de junio de 1929. ´

Así pues, lo que García hace es asumir esta concepción extraña a José Carlos Mariátegui. La constitución de una “célula secreta de los siete” en la Reunión de La Herradura se hizo con el fin de copar el “Comité Ejecutivo del Partido Socialista”, y asegurar así la estabilidad del proyecto mariateguiano.

En consecuencia, es claro que dicha célula tenía un carácter temporal y no un carácter permanente. Quien después, siguiendo a Portocarrero y a Pesce, sostuvo expresamente que la “célula secreta de los siete” tenía un carácter permanente, fue Jorge del Prado: “dentro del comité organizador del partido, constituido en 1928, él [Mariátegui] se preocupó de organizar una ‘célula’ (o fracción) comunista, encargada de garantizar en forma permanente la justa línea política del partido”  (Aricó, José, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1980, p.85. Cursiva nuestra).

Existe, pues, en lo tocante a la “interpretación” de la estructura organizativa del PSP, una línea de continuidad que va de Julio Portocarrero y Hugo Pesce a Jorge del Prado y Ramón García.

Esta “interpretación” es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

García dice:

“Disuelta la Internacional Comunista, se oficializó el desuso del Lexicón Octubrino”. “Y de las tres consignas básicas, precisamente las cuestionadas por JCM, sólo queda el Marxismo-Leninismo, pero cada vez más limitada geográficamente a la URSS. Este término sólo se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el método marxista, no la doctrina. Y menos como nueva época. No es casual que su obra se llame Defensa del Marxismo, a secas, y no, por ejemplo, Defensa del Marxismo-Leninismo” (El movimiento comunista, 02.05.88. Cursivas nuestras).

“Respecto a época, es necesario precisar términos como época, era, edad, por un lado, y período, etapa, estadio por otro, pues tienen connotación diferente. JCM llamó Nuestra Época al primer periódico del Socialismo Peruano, porque el capitalismo era reemplazado por el socialismo, dos épocas en la historia mundial. Y señaló que ‘el capitalismo se encuentra en su estadio imperialista’ y que ‘La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo’, como un período, etapa o estadio del marxismo” (Las cinco caídas de yo el supremo, 30.10.07).

Comentario: Es evidente que el fondo de estas afirmaciones es la negación del leninismo como el marxismo de nuestra época, del marxismo-leninismo como legítima denominación de la teoría proletaria y como la base de unidad del proletariado peruano establecida por José Carlos Mariátegui en los Principios programáticos del Partido Socialista.

Como es de conocimiento general, esta negación ha sido obsesiva y torpemente argumentada en algunos escritos. Pero además, la afirmación que examinamos tiene también como fin negar la cualidad marxista-leninista de Mariátegui. Esta negación también ha sido obsesiva y torpemente argumentada en algunos escritos.

Sin embargo, como también es de conocimiento general, el maestro fue concluyente en los mencionados Principios programáticos… que, como es obvio, definió la identidad doctrinal del Partido y, por tanto, la suya propia: “El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (t.13, p.160. Cursivas nuestras).

Como puede constatar el lector que no padece de ceguera, daltonismo, sordera o estulticia, García tergiversa este principio programático y, con el estadístico argumento de que el término marxismo-leninismo “sólo se encuentra dos veces en la obra de JCM”, pretende que el maestro utilizó el término sólo accidentalmente, y, además, que el marxismo-leninismo es “un período, etapa o estadio del marxismo”, negando así la aserción mariateguiana de que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa [de la época] del imperialismo y de los monopolios”.

A propósito, en el artículo El marxismo en su lexicón subrayamos lo que sigue: “En los Principios programáticos del Partido Socialista, Mariátegui utilizó indistintamente los términos estadio, período y etapa para referirse a la época histórica que vive la humanidad. Pero es notorio que allí los tres términos aparecen como intercambiables, y aparecen en esta calidad también con respecto al término época, que es el más adecuado para designar el proceso histórico del imperialismo y de la revolución proletaria”*.

Esta forma de negar el marxismo-leninismo y la cualidad marxista-leninista de Mariátegui y del PSP, es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

García ha escrito:

“El 07.10.04 se formó una Comisión inicial para la conmemoración militante de los 80 Años de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui (1928-2008)” (Aniversario 80 (01). 28.07.07. Negritas en el original).

Comentario: Como es evidente, una cosa es la Creación Heroica de Mariátegui y otra cosa son sus expresiones más altas, como son los 7 Ensayos y el PSP. La Creación Heroica de Mariátegui es su Pensamiento Marxista y, hasta donde está averiguado, este Pensamiento tiene su fecha de nacimiento con el artículo El cisma del socialismo, de marzo de 1921.

En consecuencia, tomar la fecha de publicación de los 7 Ensayos y la fecha de fundación del PSP como si fuesen el punto de partida de la Creación Heroica de Mariátegui, es, en unos casos, una flagrante falsificación de la verdad histórica y, en otros, una completa confusión**.

Fechar el nacimiento de la Creación Heroica de Mariátegui implica responder a la pregunta de cuándo data la primera expresión del pensamiento marxista del maestro del proletariado peruano, y no la pregunta de cuáles son sus expresiones más altas. Establecer sus expresiones más altas es valorar las diversas conquistas que forman parte de su Creación Heroica, pero esto es otra cosa.

Pasar, pues, una cosa por otra -deliberadamente o ingenuamente- equivale a pasar, por ejemplo, la fecha de nacimiento del marxismo como concepción integral del mundo (lo cual se produjo, como se sabe, con la escritura de la Ideología alemana entre fines de 1845 y comienzos de 1846) por sus expresiones más altas: Manifiesto del Partido Comunista, publicado en febrero de 1848, y El Capital, publicado en 1867 en su primer tomo.

Y, no importa en absoluto si algunos falsarios y algunos confundidos tomen los meses de octubre-noviembre de 1928 para datar el nacimiento de la Creación Heroica de Mariátegui. Ni mil que fueran. Pues la verdad histórica es que la Creación Heroica de Mariátegui tiene su partida de nacimiento en marzo de 1921 y, por tanto, es desde esta fecha que hay que empezar a contar su proceso histórico.

La falsificación de la historia de la Creación Heroica de Mariátegui tomando sus expresiones más altas por fecha de su nacimiento a fin de hacer coincidir ciertos objetivos de facción con una fecha redonda (“80 aniversario”), como se pretendió el pasado año, es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

García ha escrito:

“La Gran Conmemoración, 7 de Octubre de 2008 ha puesto por fin la Creación Heroica de JCM como centro del Socialismo Peruano. Este trabajo prolongado de crítica de ideas, ha requerido de ¡80 años! Y el esfuerzo de generación tras generación. No sólo Ravines y Martínez desecharon esta Creación Heroica. En los años 80, cada Partido Comunista tuvo que pronunciarse: I Partido Comunista (Unidad), II Partido Comunista (Bandera Roja), III Partido Comunista (Patria Roja), IV Partido Comunista (Sendero Luminoso)”. “Comparando el Documento Central Nuestra Posición con este material se puede captar la magnitud del paso dado, la importancia de la tarea de preparación de la organización y que, por fin ¡Mariátegui ha regresado para quedarse definitivamente entre nosotros!”.

Comentario: De entrada, hay que aclarar que el Comunicado de la Organización Comunista 14 de Junio-PCP representó a una facción minoritaria de esta organización, por lo que al no precisar García este hecho, su afirmación resulta tendenciosa. Al mismo tiempo, dicho Comunicado no representó tampoco la posición oficial del PCP (SL), por lo que la mención de esta organización sobre la base de dicho Comunicado faccional, es igualmente tendenciosa.

Lo correcto, pues, hubiese sido que García citara lo que Gonzalo dijo de Mariátegui en la entrevista que le hiciera Arce Borja en julio de 1988, y que comparase sus palabras con su práctica. Pero no me extenderé sobre las anotadas tendenciosidades, por cuanto el lector no bloqueado por el seguidismo conoce perfectamente los métodos criollos a los que suele recurrir el autor de las mismas.

La facción de García tenía el objetivo de fundar un otro partido socialista (o un tipo previo de organización) alrededor del 80 Aniversario de la publicación de los 7 Ensayos y de la fundación del PSP (que no de la Creación Heroica de Mariátegui). Pero, como es de conocimiento general, esta intención no se concretó. Como resultado de esto, García pretende ahora que, a falta de hechos, buenas son palabras, y, así, consuela a sus partidarios con infundada grandilocuencia: “Gran Conmemoración”, “la magnitud del paso dado”, “la importancia de la preparación de la organización”, “Mariátegui ha regresado para quedarse definitivamente entre nosotros”, “edición Príncipe”, etcétera.

Es evidente que, con esta misma verba, busca, al mismo tiempo, autoconsolarse. No ha tenido, pues (NO TIENE) el coraje de mirar de frente la realidad y reconocer el fracaso de su intención.

No obstante su egotismo, Gonzalo tuvo, a la postre, el valor de reconocer el fracaso de su proyecto: “Hay que tener el valor de mirar de frente la amarga verdad” (Asumir y combatir por la nueva decisión y nueva definición).

García, en cambio, prefiere ocultar su propio fracaso con algunas pocas frases. Esto demuestra que, en punto a espíritu autocrítico, está por debajo de Gonzalo, e, incluso, por debajo de algunos elementos de su propia facción que, como se sabe seguramente, han hablado de “dificultades”.

Pero García sabe por qué les dora la píldora a sus partidarios.

Sin embargo, hay que anotar que el fracaso de su proyecto es únicamente temporal, pues, desesperado como está, en cualquier momento procederá a fundar su sedicente partido, aunque negando los vigentes caracteres del PSP: partido de clase bajo la forma de partido de masas, marxista-leninista, con una concepción correcta de la revolución, una estrategia política de masas, una militancia pensante y operante, adherido al internacionalismo proletario y con un estatus legal.

Decimos “aunque negando los caracteres del PSP”, porque tal fundación significaría la consumación de un partido de “dos niveles”: uno secreto, marxista no leninista, y otro público, doctrinariamente heterogéneo; con un Mariátegui mixtificado; con ideas oportunistas en punto a fundamentales cuestiones dirimentes; con una posición conciliadora con el revisionismo internacional y encubridora de la restauración capitalista; con un jefe inoperante y una militancia no pensante; y, finalmente, quizás incluso sin aspirar a un estatus legal (o sin poder alcanzarlo).

Esto quiere decir que si el proyecto de García ha cobrado un fracaso temporal desde el punto de vista de su cronograma, la fundación de su partido, hoy o mañana, que él y sus partidarios tomarán como un logro, significará, sin embargo, nada más que la consumación organizativa de su oportunismo en lo ideológico-político. 
       
La Creación Heroica de Mariátegui, es decir, el Pensamiento Marxista de Mariátegui, siempre ha estado en “el centro del Socialismo Peruano”, y negar esto, así sea bajo la forma sibilina en que lo hace García, es convertir en algo ininteligible la octogenaria lucha por el reconocimiento de su vigencia.

García pretende que la “Gran Celebración, 7 de octubre de 2008 ha puesto por fin la Creación Heroica como centro del Socialismo Peruano” (negritas nuestras). Es decir, pretende que, con su facción, o sea con él, la Creación Heroica de Mariátegui “por fin” ha sido puesta “como centro del Socialismo Peruano”. Por eso agrega demagógicamente: “Este trabajo prolongado de crítica de ideas, ha requerido de ¡80 años! Y el esfuerzo de generación tras generación”.

Según, pues, su egotista punto de vista, la lucha teórica de las diversas generaciones del Socialismo Peruano ha servido para que él como individuo ponga “por fin” la Creación Heroica de Mariátegui “como centro del Socialismo Peruano”. ¡Ciertamente este egotismo tiene poco que envidiarle al egotismo de Gonzalo!

El examen del documento Nuestra posición requiere, como es obvio, tratamiento específico. Pero aquí podemos dejar sentado que lo que hace este documento es ocultar con la letra los gruesos contrabandos de García y su facción. Veamos esto.

En cuanto a la verdad universal, García y su facción niegan de hecho el leninismo y el pensamiento de Mao. Por eso pretenden reducir la denominación de la teoría proletaria a la sola palabra marxismo, con lo que abren las puertas a la amalgama ideológica entre toda suerte de oportunismo. Esta confusionista campaña contra el marxismo-leninismo prueba el oportunismo de García y su facción.

En cuanto a la verdad particular, no obstante que en puntos específicos mantienen ideas correctas (lejos de nosotros la mezquina actitud de negar aciertos), con su tergiversación del pensamiento de Mariátegui en punto a fundamentales cuestiones dirimentes como el nombre del Partido, su estructura organizativa, su cualidad marxista-leninista, etcétera, se han apartado del centro del Socialismo Peruano. Esto prueba el oportunismo de García y su facción.

En cuanto a la política concreta, con su negación de la tesis marxista de “la conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza” (Mariátegui) bajo el argumento de un “nuevo municipio” como “germen del socialismo”, García y su facción confunden reivindicaciones máximas (derecho al trabajo emancipado, vida digna) con reivindicaciones mínimas, llegando así a una curiosa mezcla de maximalismo verbal y  reformismo real, pues de hecho plantean que el municipio sea una suerte de poder local de las clases trabajadoras en las condiciones generales del poder de la burguesía.

Para el marxismo, sin embargo, el socialismo en todos sus grados tiene como condición sine qua non un nuevo poder político, es decir, el derrocamiento del poder burgués en todos los niveles y el establecimiento el poder conjunto de las clases trabajadoras. Pero ocurre que, con su “nuevo municipio”, es decir con su “germen del socialismo”, la facción de García propone de hecho la convivencia del poder de la burguesía a escala nacional con el poder conjunto de las clases trabajadoras a escala local. Es decir, sugiere una dualidad de poderes, o sea, un poder local de las clases trabajadoras que, como se puede entender, sólo sería posible mantener por medio de la fuerza.  

Y, por cuanto, por razones obvias, semejante dualidad de poderes no puede concretarse realmente, entonces puede comprenderse que el contenido del “nuevo municipio” no tiene más destino que resolverse en reformismo y, como consecuencia de ello, el propio “nuevo municipio” en célula del Estado burgués. Estas constataciones prueban el oportunismo de García y su facción.

En cuanto a la organización del Partido, está visto que García asume la concepción de Portocarrero y Pesce, y que su proyecto es fundar un partido de “dos niveles”, es decir, un partido que contraría la concepción de Mariátegui. Este proyecto prueba el oportunismo de García y su facción.

Esta es, pues, señores, Vuestra Posición, que, sin embargo, no han tenido la elemental honestidad intelectual de exponerla en el documento Nuestra posición. Este hecho hace obvia la maniobra.

Es necesario, por lo demás, dejar anotado que las posiciones analizadas no son precisamente el resultado de la labor crítica de las sucesivas generaciones del Socialismo Peruano, sino apenas de las lucubraciones de Ramón García.

Ciertamente aquellas posiciones son una flagrante negación de algunas cuestiones fundamentales logradas por el Socialismo Peruano a través de su prolongada lucha por adherir a la verdad universal (reconocimiento de la teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao); a la verdad particular (reconocimiento de la vigencia del Pensamiento de Mariátegui y de su condición de piedra angular del desarrollo del marxismo peruano); a la política revolucionaria (reconocimiento de la toma del poder central como la premisa de la construcción del socialismo en todos sus grados); y, finalmente, a la tarea de reconstituir el PSP (reconocimiento de la vigencia de la concepción mariateguiana de un partido de clase bajo la forma de partido de masas).

Precisamente sobre la base de algunas de sus lucubraciones, García propone una “preparación de la organización”, cuyo trasfondo no puede captarse examinando sus aspectos técnico-organizativos, sino sus fundamentos ideológico-políticos, que, precisamente, son aquellas posiciones oportunistas analizadas arriba.

Pero agreguemos algo más a este respecto.

En el artículo Aniversario 80 (5), García anotó: “El problema que enfrentó JCM es el mismo que el proletariado enfrenta desde hace más de un siglo: cómo relacionar la teoría (Programa Socialista) con la práctica (Partido-Frente)”.

Entonces, por cuanto sostiene que actualmente el proletariado enfrenta el mismo problema que enfrentó Mariátegui, y que “El PSP tenía dos niveles”, etcétera, es claro que propone un partido de “dos niveles”: uno marxista no leninista, y otro doctrinariamente heterogéneo. En suma, un partido-amalgama, o sea, un partido donde tengan cabida “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo”, es decir, desde trotskistas por la “izquierda” hasta revisionistas por la derecha.

De ese modo, pues, el proyecto de García se revela contrario a la concepción mariateguiana del partido del proletariado peruano, pero, no obstante, fiel a su espíritu criollo, ¡presenta dicho proyecto como inspirado en Mariátegui!

Esto es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

La lucha del marxismo contra el oportunismo siempre ha tenido un centro determinado por la situación concreta. Así por ejemplo, la lucha contra el revisionismo de la Segunda Internacional tuvo como centro la cuestión del poder y, específicamente, la cuestión de la dictadura del proletariado.

Entonces no importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que los dirigentes de la Segunda Internacional mantenían ideas correctas.

La lucha contra el revisionismo contemporáneo tuvo igualmente como centro la cuestión del poder (transición pacífica o revolución violenta; dictadura del proletariado o Estado de todo el pueblo); la cuestión del partido (partido de clase o partido de todo el pueblo), la vía de la revolución (revolución violenta o transición pacífica); la relación de los países socialistas con el capitalismo mundial (coexistencia pacífica marxista o revisionista; emulación pacífica marxista o revisionista).

Entonces no importaron y no tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que los revisionistas mantenían ideas correctas.

En el período de la constitución del PSP, la lucha contra el oportunismo tuvo como centro el problema de la aplicación de la verdad universal a la práctica concreta de la revolución peruana (creación heroica o dogmatismo).

Entonces no importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que Ravines, Martínez, Pesce y Falcón mantenían ideas correctas.

Después de abril de 1930, la lucha contra el oportunismo tuvo como centro la cuestión de reconocer o no la vigencia del pensamiento de Mariátegui, reconocer o no su condición de piedra angular del desarrollo del marxismo peruano.

Entonces no importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que los oportunistas mantenían ideas correctas.

Entre fines de los setenta y comienzos de los ochenta, la lucha contra el oportunismo de izquierda tuvo como centro la cuestión del partido (partido de masas o partido militarizado); la cuestión de las masas (frente unido del pueblo u organizaciones rojas); y la cuestión de la situación revolucionaria (situación excepcional o permanente; dirección de la lucha revolucionaria de las masas o “levantar al campesinado”).

Entonces no importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que Gonzalo y sus seguidores mantenían ideas correctas.

En las actuales circunstancias, el Socialismo Peruano (el Comunismo Peruano) tiene ante sí la gran tarea de resolver en la teoría y en la práctica el problema del Partido.

Como es de conocimiento general, Mariátegui resolvió este problema constituyendo un partido doctrinariamente homogéneo:

1) “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (Cursivas nuestras);

2) “La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional” (Acuerdos de la Reunión de Barranco. Cursivas nuestras).

Ciertamente, “La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista” significa su organización partidaria con carácter marxista-leninista; y “constituye el objeto de nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional”, implica una estrategia de masas para la conquista del poder. ESTO FUE EL PSP COMO MATERIALIZACIÓN DE LA DOCTRINA.

Por eso, en la carta a Mario Nerval del 28 de junio de 1929, el maestro señaló con relación a su lucha contra la desviación aprista: “Los elementos que trabajamos por el socialismo, con los obreros y campesinos, daremos vida a nuestro Partido Socialista. Los que con un programa nacionalista revolucionario quieran organizar a la pequeña burguesía, son muy libres de hacerlo. Si un partido, hipotético por el momento llega a ser una organización de masas, no tendremos inconveniente en colaborar eventualmente con él con objetivos bien definidos. Los términos del debate quedan así bien esclarecidos y todo reproche por divisionismo completamente excluido. No hay por nuestra parte divisionismo sino clarificación. Queremos que se constituyan fuerzas homogéneas; queremos evitar el equívoco; queremos salir del confusionismo. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más neto y más oportuno? Lo dudo” (Correspondencia, t.II, p.597. Cursivas nuestras).

Pero después, como se sabe, el oportunismo conculcó el carácter marxista-leninista del Partido. En la actualidad, el problema del partido está nuevamente en el centro de las tareas del proletariado nacional, es decir que, resueltas la cuestión de la verdad universal, la cuestión de la verdad particular y la cuestión de la política concreta, la cuestión del instrumento político aparece como suma y compendio de las tareas del Socialismo Peruano.

En estas circunstancias, Ramón García ha retomado la concepción del PSP de Julio Portocarrero y Hugo Pesce, es decir, la concepción de un partido de “dos niveles”. 

En consecuencia, la concreción del proyecto de García sería la materialización de su negación del marxismo-leninismo y del principio marxista de que la base de la socialización de la riqueza es la toma del poder por el proletariado, es decir, la materialización de su negación del contenido ideológico y del contenido político fundamentales de la concepción mariateguiana del Partido.

Así pues, el proyecto de García es un intento de llevar al Socialismo Peruano por un camino oportunista.

Por eso era necesario que nuestra crítica a dicho proyecto esclareciera los términos del debate y, al mismo tiempo, demostrara la necesidad de tomar posición resuelta y definida por la Reconstitución del Partido de Mariátegui.

Queremos que se constituyan fuerzas homogéneas; queremos evitar el equívoco; queremos salir del confusionismo. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más neto y más oportuno? Lo dudo. Si el oportunismo quiere fundar un partido doctrinariamente heterogéneo, es libre de hacerlo. Si un partido así, hipotético por el momento, llega a ser un partido de masas, no tendremos inconveniente en colaborar eventualmente con él con objetivos bien definidos.

Pero, entonces, como corresponde, los campos estarían netamente deslindados.

Donde el espíritu manipulador y el egotismo burgués de García alcanzan una de sus expresiones más grotescas es en la consigna de su autoría: “Mariátegui ha regresado para quedarse definitivamente entre nosotros”.

“Mariátegui ha regresado” significa que generación tras generación el maestro ha estado en cualquier parte menos en el centro del Socialismo Peruano. Es decir que, durante 80 años, ¡el Socialismo Peruano ha sido un socialismo sin Mariátegui en su centro! Es decir que, después de Mariátegui, ¡prácticamente no ha habido Socialismo Peruano!

Pero, por supuesto, esa consideración es una burda mistificación de la verdad histórica.

“Para quedarse definitivamente entre nosotros” significa que el autor de la consigna cree que su facción es depositaria y garantía de permanencia del Pensamiento de Mariátegui, o, más bien, que él como individuo es el depositario y la garantía. ¡Ni más ni menos!

Sin embargo, tal como se ha visto, García niega la cualidad marxista-leninista de Mariátegui y del PSP, y, como si esto fuera poco, tergiversa el pensamiento mariateguiano en punto a cuestiones fundamentales dirimentes. Es decir, García y su facción tienen, ahora mismo, en el centro de sus posiciones, un Mariátegui TERGIVERSADO, ADULTERADO, MISTIFICADO.

No obstante los malabares verbales de algunos escribidores, lo cierto es que la consigna que examinamos es una consigna a la medida del egotismo burgués de García y del seguidismo feudal de sus partidarios. Pueden, por tanto,  seguir utilizándola como les plazca y cuanto les plazca, pero se trata de una consigna sin ningún asidero histórico y sin ninguna base teórica.

La consigna examinada es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.

Ciertamente el 80 Aniversario de la publicación de los 7 Ensayos y de la fundación del PSP fue en sí mismo un gran acontecimiento, incluso si no hubiese sido celebrado por nadie.

Pues bien, después de treintaicuatro años de existencia, la facción de García reunió en su celebración un escaso número de personas, y este hecho da cuenta de lo poco que ha logrado en tan dilatado tiempo. Pero esto es sólo el aspecto cuantitativo de la cuestión. El aspecto cualitativo (el más importante) es que los fundamentos ideológico-políticos de los que se reunieron son las posiciones oportunistas examinadas arriba, y esto significa que dicha celebración no se diferenció demasiado de algunas otras que se llevaron a cabo paralelamente.

Comentario final: Entre García y otros negadores y tergiversadores de Mariátegui existe una diferencia que es necesario precisar. Mientras por lo general éstos plantean abiertamente sus posiciones contrarias a Mariátegui, aquel pretende pasar como de éste sus propias ideas oportunistas, lo que ha confundido a algunos desprevenidos. No obstante, dicha sibilina actitud no le sirve de nada. La vitrina de negadores y tergiversadores de Mariátegui que se exhibe en la recopilación El Partido Comunista y JCM, es justa pero incompleta. Precisamente con sus tergiversaciones, García mismo se ha colocado en un lugar visible de esa descolorida vitrina. Ahora sí está completa, al menos por ahora.

________________
*Ver El Desarrollo de la Teoría del Proletariado y el Problema de su Denominación, p.90. (Nota de la Redacción).
**Después de la crítica a su falacia sobre el aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui, Ramón García reculó e impuso a sus partidarios la idea de que el inicio de la misma es el 18 de junio de 1918, falacia asumida por los mismos con la misma facilidad con que habían asumido la falacia criticada en el presente artículo. Este hecho da la medida de la incapacidad de los seguidores de García de pensar con cabeza propia o, en su defecto, de su espíritu servil. (Nota de la Redacción).




Apuntes Sobre Un Cierto Reformismo
                                                                                
      Santiago Ibarra
BAJO EL PRETEXTO DE REIVINDICAR LA DIVERSIDAD y, en particular, apelando a la complementariedad, cierto indigenismo aboga –de modo tácito, no abierto, vergonzantemente muchas veces- por la coexistencia con el imperialismo y el capitalismo. Esta corriente reformista niega la contradicción fundamental del capitalismo, la que opone el trabajo al capital, y la contradicción principal, la que contrapone a países imperialistas y países oprimidos. En suma, este indigenismo reformista niega la lucha de clases y, en su lugar, pregona la conciliación entre ellas. Su esencia es el reformismo, aunque en la forma utiliza un lenguaje indigenista. Tiene en el marxismo y en todo proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad a su adversario principal, haciendo para tal fin un uso instrumental de nociones como comunidad, reciprocidad, complementariedad, entre otros.
Por eso, a la vez que idealiza la comunidad, niega la explotación del trabajo en el campo (o aparenta no verla), que concretamente se expresa en numerosos casos en la subsunción formal del trabajo por el capital. Asimismo, niega la desestructuración de la comunidad y una de sus perversas expresiones: incremento de la violencia social cotidiana en el campo y en la ciudad.
Ahora bien, la negación de la desestructuración de la comunidad y su correspondiente mistificación le sirve al indigenismo reformista para plantear como utopía la construcción de una gran comunidad a escala nacional, con lazos de reciprocidad entre desiguales, entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Así, el indigenismo reformista es útil a proyectos desarrollistas.
Naturalmente, no es nuestra intención cuestionar la diversidad, que es en sí misma un hecho objetivo, y parte, además, de la condición humana. La expansión mundial del capitalismo trae consigo la reducción de esta diversidad (y de la biológica), mediante el genocidio y el etnocidio. Y las fuerzas de izquierda no pueden menos que reivindicar la dignidad de los pueblos indígenas agredidos y oponerse frontalmente a la explotación y opresión de la que son objeto por el imperialismo y el capitalismo.  
El discurso de la complementariedad, adaptado a las condiciones del capitalismo colonial, equivale a justificar y a mantener las diferencias de clase y el dominio imperial. El indigenismo reformista es entonces un discurso perfectamente funcional a la perpetuación del sistema capitalista y colonial.
Dicho sea de paso, esta corriente tergiversa la dialéctica marxista, a la que hace decir que sólo busca la destrucción. En realidad, la dialéctica marxista afirma la existencia de la “unidad y lucha de contrarios”, resultado de la cual surge algo distinto, nuevo. Sí, los marxistas buscan la liquidación de la feudalidad, del imperialismo y del capitalismo, para sustituirlo por algo distinto y superior: el socialismo. La dialéctica marxista afirma abiertamente que la construcción de lo nuevo no puede hacerse sino a través de la destrucción de lo viejo.
Es sumamente importante anotar que el indigenismo reformista no va más allá del universalismo burgués. Entre otras cosas, esto quiere decir, por ejemplo, que no escapa del principio burgués de la igualdad formal de seres humanos realmente desiguales. Por eso, por ejemplo, puede predicar la lucha contra el racismo, pero dentro de los límites del mundo burgués. Por eso no es extraño encontrar a indigenistas haciendo parte de fórmulas políticas democrático-burguesas.
En la misma medida en que toleran la diversidad cultural mientras ésta no ponga en cuestión la reproducción del sistema, toleran y aceptan las desigualdades sociales que entienden, tanto como el pensamiento burgués occidental, como parte de la naturaleza de las cosas. Así como es natural la existencia de dos polos distintos y complementarios a la vez (hombre-mujer, etc.), así también es naturalizada la existencia de ricos y pobres, de latifundistas y siervos, de capitalistas y obreros, de países imperialistas y países oprimidos.
A este indigenismo reformista se opone la reivindicación de las tradiciones colectivistas que perviven en el mundo andino, que, como afirmara tempranamente José Carlos Mariátegui, pueden dar lugar a una solución socialista del problema agrario. A este indigenismo reformista se oponen potencialmente los movimientos campesinos e indígenas que luchan en defensa de sus tierras y contra la depredación de la naturaleza efectuada por el gran capital. A este indigenismo reformista se opone también el anhelo profundo de igualdad y justicia de las grandes masas indígenas y mestizas desposeídas. Porque el indigenismo reformista elude el tratamiento de la cuestión indígena bajo el ángulo económico-social, es un arma ideológica de las clases dominantes para mantener a las grandes mayorías bajo su explotación económica y dominación política.
Bien ubicado y bien entendido, a este indigenismo reformista se opone también el planteamiento de desarrollar relaciones de armonía entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza, proveniente del Sumaj Qamaña.
Habrá que recordar que estas dos cuestiones se hallan presentes en la obra de Carlos Marx, hecho por lo demás negado por algunos. Pero para alcanzar esta meta hay que suprimir primero la base material que hace posible las relaciones de explotación y dominio entre los hombres, así como la utilización irracional de la naturaleza: la propiedad privada sobre los medios de producción, el trabajo alienado. Y, sobre esta base, reconstituir las relaciones entre los seres humanos, y entre éstos y la naturaleza.


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