Nota
Explicativa:
Publicamos en esta oportunidad los
artículos Primera vez Tragedia, Segunda
Vez Farsa (18.06.08), Ramón García o
la Manipulación (21.01.09) y De Cómo Ramón García Tergiversa a Mariátegui (20.03.09), muy
necesarios para comprender el oportunismo, los métodos criollos y el egotismo burgués del grupo que
dirige Ramón García.
El Comité de Redacción.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Primera
Vez Tragedia, Segunda Vez Farsa
Eduardo
Ibarra
LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO DEL PROLETARIADO
PERUANO con el nombre de Partido Socialista del Perú estuvo rodeada de todos
los avatares que se derivaron de la polémica en torno a una iniciativa que, en
las circunstancias de la existencia de la Tercera Internacional, resultaba
marginal.
En los artículos El nombre del partido, Apuntes sobre el socialismo peruano, El partido de masas y de ideas de
Mariátegui y Una vez más sobre el
nombre del partido, he reseñado y fundamentado los principales conceptos
mariateguianos sobre el tema, y he sostenido que, en el tiempo del maestro, el
nombre de Partido Socialista se justificó plenamente.
Pero en el Perú de
hoy, con un proceso de más de 80 años de degeneración parlamentaria y reformista
del socialismo, con un oportunista Partido Socialista actualmente en actividad,
con la vigente necesidad de diferenciar lo más posible la camisa del Partido de
toda suerte de oportunismo, con unas condiciones nacionales e internacionales
que no aconsejan ni el nombre de comunista ni el nombre de socialista,
pretender el de socialista equivale a repetir la letra de Mariátegui y negar su método, expresa una completa
subordinación “a la importancia excesiva, fundamental, que tiene entre nosotros
el rótulo”, si es que no una actitud deliberadamente engañosa para hacer pasar
un proyecto de partido distinto y distante del modelo de Mariátegui.
Quienes plantean
“reivindicar el Partido Socialista”, utilizan el término socialista en un
sentido demasiado elástico, demasiado dilatado, demasiado general, y, por
tanto, como está probado, lo que en realidad plantean es un partido de “todos
los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar” a
oportunistas, revisionistas y otras malas hierbas, es decir, un concepto de
partido en abierta oposición al de Mariátegui. Esta es la trastienda de Ramón García.
El Partido de
Mariátegui fue un partido orgánica y doctrinariamente homogéneo, un partido
marxista-leninista, un partido proletario, un partido de clase. Por eso, ahora
es perentorio responder positivamente a la exigencia mariateguiana de hacer
algo con contenido: construir un Partido doctrinariamente homogéneo, que, por
tanto, se diferencie de todo oportunismo por su BASE DE UNIDAD, su PROGRAMA, su
ESTRATEGIA, su TÁCTICA, su NOMBRE y su PRÁCTICA, y, sobre este basamento, sea
capaz de cumplir su papel de dirección en la lucha por la toma del poder.
Parafraseando a
Marx, puede decirse, pues, que, si la experiencia de Mariátegui fue tragedia,
su formal repetición es farsa.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Ramón García o la Manipulación
Eduardo Ibarra
I
DESPUÉS DE CITAR, EL 5 DE ENERO
DEL PRESENTE, a Federico Engels, Luis Alberto Sánchez, Gonzalo Huamán, Anita
Rodríguez, Ricardo Oliveros y al suscrito, García anotó: “En nuestro medio
activan dos socialismos: burgués y proletario, y dos dialécticas: idealista y
materialista. Juzgue el lector a cuál pertenece cada párrafo recopilado. Y si
se puede ser neutral ante la negación del Socialismo Peruano por un NN que tuvo la desvergüenza de escribirlo
pero no el coraje de firmarlo; ante el calificativo de la Constitución del PSP como una tragedia; y ante el espectador de turno en pedestal de cristal”
(negritas en el original).
La
acusación de negar el Socialismo Peruano y la acusación de ser espectador no
están dirigidas a mi persona, pero sí aquella otra según la cual considero la
constitución del PSP “como una tragedia”,
razón por la cual paso a demostrar su falsedad.
En el primer párrafo de El
Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx señaló: “Hegel dice en alguna
parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal
aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como
tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la
Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793
a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y
la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición
del 18 Brumario!”.
Cualquier
persona inteligente –y sin la perversa intención de tergiversar el sentido de
las palabras de Marx–, en modo alguno podría considerar que el fundador del
comunismo científico concebía la historia como una tragedia, nada más porque
esta palabra aparece en el párrafo citado. Como es notorio, la mencionada
palabra aparece ahí no en su sentido habitual, sino significando el carácter original, auténtico, genuino de un hecho o personaje históricos, en
contraposición a su repetición que aparece como imitación, como caricatura, como farsa.
Y
ocurre que mi afirmación, “Parafraseando a Marx, puede decirse, pues, que, si
la experiencia de Mariátegui fue tragedia, su formal repetición es farsa”, explícitamente es una paráfrasis de la
de Marx. Esto significa que, con ella, me he referido a la fundación del PSP
por Mariátegui como un hecho que tiene la virtud de lo original, de lo auténtico,
de lo genuino, en
contraposición al intento de fundar un otro partido socialista en el Perú de
hoy, que aparece con el demérito de ser una imitación,
una caricatura, una farsa. El significado de mi
afirmación tiene, pues, que aparecer evidente para cualquier persona
intelectualmente honesta.
Pero la
mala fe es tal, que García me acusa de considerar la fundación del PSP “como
una tragedia”. Por cuanto
es imposible que una persona normalmente inteligente no comprenda el verdadero
sentido del párrafo de Marx y, por tanto, de mi afirmación, la falaz acusación
revela: 1) que su autor ha retorcido el significado de mi aserto; 2) que, de
esta forma, intenta crucificarme; 3) que así pretende desviar la atención de la
farsa que significa repetir lo formal (nombre del partido), y, al mismo tiempo,
negar lo esencial (marxismo-leninismo).
En su
artículo Elogio de “El
Cemento” y del realismo proletario, Mariátegui escribió: “Ninguna
revolución, ni la del cristianismo, ni la de la
Reforma, ni la de la burguesía, se ha cumplido sin tragedia. La revolución
socialista, que mueve a los hombres al combate sin promesas ultraterrenas, que
solicita de ellos una extrema e incondicional entrega, no puede ser una
excepción en esta inexorable ley de la historia”.
Puesto
que, como se ve, el maestro utiliza ahí la palabra tragedia en su significado
habitual, García tendría que acusar a Mariátegui ¡de considerar la revolución
socialista como una tragedia!
El
proyecto de un partido socialista de ahora por el proyecto de un partido
socialista de 1928, el Comité de Propaganda y Organización Socialistas de ahora
por el Comité de Propaganda y Organización Socialistas de 1918, García por
Mariátegui. No cabe duda: Marx tenía razón: todos los grandes hechos y
personajes de la historia universal aparecen dos veces: “una vez como tragedia
y la otra como farsa”.
Sin ninguna
objetividad, sin ningún equilibrio mental, obnubilado por el odio, García ha
retorcido el significado de mis palabras y maliciosamente me ha acusado de
concebir la fundación del PSP como una tragedia, nada más porque en mi
afirmación, igual que en la de Marx, aparece esta palabra.
No
obstante, contrariamente a su intención, está completamente claro que no ha revelado ni podía revelar ninguna actitud negativa mía respecto a
la experiencia mariateguiana (acerca
de la cual, por lo demás, he publicado algunos artículos que desmienten
categóricamente su infundio), sino más bien su propio espíritu criollo, su propia
condición de falsario, su intento liquidador.
Como es
de conocimiento común, desde hace tiempo García ha eludido todo debate de ideas
con el suscrito y, evidenciando su impotencia, cada vez ha recurrido a la
acusación gratuita, a la adjetivación procaz, al ataque personal. Esto lo pinta
de cuerpo entero.
Ciertamente
lo esclarecido es suficiente para que el lector atento, inteligente, no
bloqueado por el seguidismo, pueda percibir todo el perverso subjetivismo de
García.
Después
de provocar algunas muecas de alegría maligna en algunos de sus partidarios,
las acusatorias palabras de García se las ha llevado el viento.
Por el contrario,
mis palabras, paráfrasis de las de Marx, marcan una verdad sencilla y evidente:
la caricatura que significa repetir lo formal (el nombre), y, al mismo tiempo,
negar lo esencial (el marxismo-leninismo) del proyecto de partido de
Mariátegui. POR ESO NO SE LAS LLEVA EL VIENTO.
En
conclusión, es evidente que, una vez más, a García le ha salido el tiro por la
culata.
II
En la medida en que a su falaz
acusación, el mencionado personaje agrega la manipulación de algunas citas, es
necesario que examine también esta cuestión.
En el
artículo De la autoridad, Engels señala: “Hemos visto, pues, que, de
una parte, cierta autoridad, delegada como sea, y de otra, cierta
subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social,
se nos imponen con las condiciones materiales en las que producimos y hacemos
circular los productos”.
Engels menciona, pues, el problema de
la delegación, pero, como es notorio, no lo analiza. En el socialismo
proletario, sin embargo, este problema es el quid de la cuestión, como veremos
más adelante. Por supuesto, García sabe por qué no citó este párrafo.
También
señala Engels:
“Es, pues, absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio
absolutamente malo y del principio de autonomía como de un principio
absolutamente bueno. La autoridad y la autonomía son cosas relativas, cuyas
esferas varían en las diferentes fases del desarrollo social”.
Engels subraya, pues, que, tanto el
principio de autoridad como el principio de autonomía, no se presentan con el
mismo grado de validez. Por supuesto, García sabe por qué tampoco citó este párrafo.
En
cambio, ha citado lo que conviene a sus intenciones: “Autoridad, en el sentido
de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro a la nuestra;
autoridad supone, por otra parte, subordinación. (…) Y quien dice acción
coordinada dice organización. Ahora bien, ¿cabe organización sin autoridad?”.
También: “¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución es,
indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del
cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de
fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay”. Finalmente: “Así
pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso
no hacen más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan el
movimiento del proletariado. En uno y otro caso, sirven a la reacción”.
Pues
bien, me declaro informado de que los “antiautoritarios” de ahora son Gonzalo
Huamán, Anita Rodríguez y Ricardo Oliveros. Pero, ¿quién es el “autoritario”?
¿Quién es la “autoridad” contra la que se levantan los “antiautoritarios”?
Puesto
que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito concreto,
es evidente que él, por sí y ante sí,
se considera “la autoridad” (y hasta la revolución misma). Es decir que, en el
Socialismo Peruano (contexto concreto), García es, ahora, por autoproclamación, “la autoridad” y, así,
se siente con derecho a imponer sus posiciones y, por tanto, a los
demás no les queda más que subordinarse a las mismas (propósito concreto).
Sólo
que, si ha tenido la desvergüenza de insinuarlo con la cita de Engels, no
ha tenido el coraje de decirlo en primera persona.
Puesto
que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito
concreto, es fácil constatar que al utilizar algunas opiniones de Luis Alberto Sánchez
se pone en el lugar de Mariátegui y a sus críticos los pone en el lugar del
aprista.
Sólo
que, si ha tenido la desvergüenza de insinuarlo con tales opiniones, no ha
tenido el coraje de decirlo en primera persona.
Pero
ocurre que, en ningún momento y en ninguna forma, nadie le ha delegado a García la representación de la
autoridad en el Socialismo Peruano.
En el
artículo Egotismo y seguidismo
en Sendero (04.09.03), dejé escrito: “En la lucha por el socialismo, es
necesario el reconocimiento de la autoridad. Esto está fuera de toda duda. Pero
este reconocimiento es de hecho el reconocimiento de la autoridad de las ideas
correctas, el reconocimiento de la autoridad de quienes representan estas
ideas”.
Veamos
esto en relación al caso que nos ocupa.
En cada
situación concreta, siempre se destacan ciertos problemas que definen la
posición política de individuos y organizaciones políticas. Así por ejemplo, en
las circunstancias del desborde del revisionismo de la Segunda Internacional, la posición
política de Kausky no era definida por sus aciertos
relativos a la economía agraria capitalista, a la relación de la conciencia
comunista con el movimiento obrero, a la ligazón entre la ética y la política
en el movimiento proletario, etcétera, etcétera, sino por su posición con
respecto a la dictadura del proletariado. Por eso, Lenin lo desenmascaró sin
compasión en su libro La
revolución proletaria y el renegado Kautsky.
En la
actual escena peruana, las cuestiones centrales que definen la posición de una
persona, tendencia, facción o partido, son: 1) posición ante la verdad
universal; 2) posición ante el pensamiento de Mariátegui; 3) posición frente a
la cuestión del poder; 4) posición ante el problema del partido.
Las
ideas correctas que pueden encontrarse sobre otras cuestiones en tal o cual
persona, en tal o cual tendencia, en tal o cual facción, en tal o cual partido,
no definen la posición política de los mismos, pues la autoridad de tales ideas
se limita a una esfera lateral.
Por eso,
hay que preguntarse: ¿cuál es la posición de Ramón García ante las cuestiones
centrales que definen una posición política en el Perú de hoy?
Como es
de conocimiento general, so pretexto de que la verdad universal debe ser
denominada con la sola palabra marxismo, García niega de hecho la
obligatoriedad para el partido del proletariado de reconocer el leninismo y el
pensamiento de Mao. Por eso su facción niega que el marxismo-leninismo fuera la
base de unidad del partido fundado por Mariátegui, base de unidad que, sin
embargo, aparece explícitamente sustentada en los Principios programáticos del Partido Socialista. Por eso no tiene por qué extrañar que uno de sus
partidarios haya escrito que Lenin es para Rusia y Mao para China. Con su
reduccionismo, pues, García abre las puertas a todo tipo de oportunismo. Por lo
demás, es conocido su encubrimiento de la restauración capitalista.
Como es
de conocimiento general, tergiversando algunos planteamientos de Mariátegui,
García pretende pasar algunas ideas suyas como si fuesen de aquel.
Esta
manipulación se comprueba, verbigracia, en la malhadada idea de que Mariátegui
planteó un partido de “dos niveles” y en el arbitrario uso de la palabra socialismo,
que, en la literatura mariateguiana, cuando aparece referida al PSP y al
Socialismo Peruano, obra como sinónimo de la palabra comunismo, y que, en
García, obra tan elásticamente que, con ella, comprende a revisionistas como
Arroyo Posadas y a antimarxistas o no marxistas como Luis Valcárcel, por
ejemplo.
Pero
además, es sabido que su facción lleva adelante una feroz y torpe campaña que
apunta a negar la condición marxista-leninista del propio Mariátegui.
Esta
campaña antimariateguiana pinta de cuerpo entero a esta facción.
Como es
de conocimiento general, so pretexto de la teoría del termómetro del sufragio
de Engels,
García hace a un lado la teoría leninista de la situación revolucionaria y,
además, levanta reivindicaciones máximas como si fuesen mínimas, es decir,
promueve la falsa ilusión de que, en las condiciones del régimen capitalista,
son posibles la realización del trabajo emancipado y la vida digna material y
espiritual, al mismo tiempo que, al levantar el “derecho al cambio social”,
hace manifiesta su concepción juridicista de la revolución.
Dicho
sea de paso: 1) el término cambio social está tan prostituido que ahora el
mismo Obama es publicitado como “el presidente del
cambio”; 2) el derecho al trabajo, el derecho a una vida digna y el derecho a
la revolución, sirven únicamente como elementos de propaganda y agitación.
Pero
además, presentando reivindicaciones máximas como si fuesen mínimas, García llega
a plantear un “nuevo municipio” (“corporación de trabajo, legislativa y
ejecutiva a la vez”, que “tiene que planificar su economía asumiendo sus
funciones de producción, administración y gobierno”) como “el por dónde empezar
de la lucha por el cambio social”.
Pues
bien, si el “nuevo municipio” es “el por dónde empezar…”, entonces de hecho se
le está proponiendo como la “célula económica” del Estado burgués. Por eso en
el grupo de García se habla de “los gérmenes del socialismo”.
En el terreno teórico, pues, García y sus seguidores niegan la tesis marxista que, en
palabras de Mariátegui, reza así: “la praxis marxista… propone precisamente la
conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza”, y,
al mismo tiempo, como resultado, en el terreno práctico mezclan
maximalismo verbal con reformismo real.
Como es
de conocimiento general, so capa de un nuevo concepto de partido, García
propone un partido de “dos niveles”, es decir, un partido doctrinariamente
heterogéneo, negando de esta forma la concepción mariateguiana del partido de clase.
Puesto
que el partido, sea el que fuere, es, siempre, la materialización de la doctrina,
en la indicada propuesta se materializa la negación del leninismo y del
pensamiento de Mao.
Por
cuanto las ideas de García relativas a las cuatro cuestiones dirimentes son,
pues, erróneas y no correctas, oportunistas y no proletarias, entonces su “autoridad” es autoritarismo.
Por
tanto, ¿qué de malo tiene que, en el Socialismo Peruano, existan activistas que
se hayan levantado contra este autoritarismo? ¿Qué de monstruoso tiene que
hayan expresado, mal o bien, la protesta contra esta nueva versión de egotismo
burgués?
Por
cuanto las ideas de García relativas a las cuatro cuestiones dirimentes son,
pues, erróneas y no correctas, oportunistas y no proletarias, entonces el “reconocimiento” de su
“autoridad” es servilismo.
Por
tanto, ¿qué de malo tiene que, en el Socialismo Peruano, existan activistas que
hayan señalado este seguidismo? ¿Qué de monstruoso tiene que hayan criticado
esta nueva versión de obsecuencia?
Es
notorio que, con su afirmación citada al principio del presente artículo,
García pretende pasar como representante en nuestro medio del socialismo
proletario y de la dialéctica materialista. Pero si sus posiciones ante las
cuatro cuestiones dirimentes lo descalifican como representante del primero, su
falsificación de los hechos lo descalifica como representante de la segunda.
Mariátegui
señalaba que el espíritu egotista “no constituye sino la exasperación y la
degeneración del viejo liberalismo burgués”. Y hay que agregar que el
servilismo no constituye sino un lastre del todavía más viejo espíritu feudal.
Pero
tanto las ambiciones desmesuradas de García como las venias a su persona se
estrellan contra la realidad de un movimiento comunista que, después de la
experiencia senderista, no está dispuesto a tolerar una reedición del egotismo
burgués y el servilismo feudal.
Puesto
que García no cita en el aire sino en un contexto concreto y con un propósito
concreto, resulta indudable que, con el último párrafo que cita de Engels,
pretende que criticar sus métodos criollos es sembrar la confusión,
desenmascarar sus posiciones oportunistas es traicionar el movimiento del
proletariado y denunciar su egotismo burgués es servir a la reacción. ¡El mundo
al revés!
Pero,
cualquier marxista que haya asimilado el marxismo en su esencia más profunda,
es decir, como método, sabe que negar la obligatoriedad para el partido
proletario de reconocer el leninismo, tergiversar a Mariátegui, hacer a un lado
la teoría leninista de la situación revolucionaria y pretender un partido
doctrinariamente heterogéneo, es sembrar la confusión, traicionar el movimiento
del proletariado y servir a la reacción.
Desde
luego, en los estrechos marcos de su facción, García ha podido hacer fáciles
víctimas de sus posiciones oportunistas, mas, por lo que se puede ver, muy
difícilmente podrá hacer lo mismo en los amplios marcos del Socialismo Peruano.
III
Si
como polemista García muestra su espíritu criollo retorciendo los hechos y
adulterando los argumentos de sus críticos, como político
presenta el problema de que ha pasado de su liquidacionismo de
izquierda de los años setenta a su oportunismo de derecha de hoy.
Y, si
hace ya más de un año se autoproclamó “Yo el Supremo”, ahora, con sus ínfulas
de considerarse por sí y ante sí “la autoridad” en el Socialismo Peruano, ha
terminado de revelar más netamente su huachafo egotismo burgués.
Por
tanto, es culpa suya, y de nadie más, que existan quienes, mal o bien, critican
su egotismo. No tiene, pues, de qué quejarse.
Por
supuesto, personalmente considero que hay que criticar bien, con argumentos sólidos,
pues, sin duda, es absolutamente necesario marcar a fuego el mal disimulado oportunismo
de derecha que vende García.
Y, obviamente, ningún elemento consciente del Socialismo Peruano
puede ser indiferente ante esta digna tarea.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
De Cómo
Ramón García Tergiversa a Mariátegui
Eduardo
Ibarra
EN LA RECOPILACIÓN TITULADA EL PARTIDO
COMUNISTA Y JCM, una vez más Ramón García se ha parapetado detrás del maestro
del proletariado peruano, creyendo que así se pone a buen recaudo de toda
crítica, pero esta vez con la nota particular de que además pretende aparecer
como el depositario de su Creación Heroica. Para demostrar la falsedad de esta
egotista pretensión, veamos cómo tergiversaba a Mariátegui en el pasado y cómo
lo tergiversa en el presente.
García escribió:
“Un
punto importante de la discusión para la formación del Partido, fue el
concerniente a su carácter legal. Como consta en el Acta, de acuerdo a las circunstancias concretas, el Partido fue
denominado Socialista, para poder
aprovechar en algo las posibilidades legales. Pero todos estuvieron de acuerdo
en constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por
el carácter bolchevique del Partido. A partir de mayo de 1930 el Partido tomó
definitivamente el nombre de Comunista. Por ello, el Partido, desde su
formación, nació como Partido Comunista; y sólo formalmente y por poco tiempo
llevó el nombre de Socialista” (La
organización del proletariado, p.197, nota al pie. 1967. Negritas en el
original).
“En el
original, el Partido llevaba el nombre de socialista. La táctica de nominar al
Partido como Socialista, manteniendo la organización bolchevique en secreto,
amenazaba al Partido con la infiltración de elementos reformistas. Además, las
condiciones de ingreso en la III Internacional exigían, para la estricta
distinción entre la revolución y el revisionismo, que los partidos bolcheviques
se denominaran Partido Comunista, agregándoles el nombre del país en genitivo.
Contemplada esta situación, José Carlos Mariátegui propuso la correspondiente
rectificación, en la reunión del Comité Central del 1º de marzo de 1930. A mediados de marzo,
la vieja dolencia de José Carlos Mariátegui de José Carlos Mariátegui
recrudeció. Las sesiones se suspendieron. Después del fallecimiento de José
Carlos Mariátegui, el Comité Central se reunió en Chosica, el 20 de mayo, y
aprobó el cambio de nombre. Desde esa fecha, la organización de los comunistas
peruanos lleva el nombre de Partido Comunista” (Ibídem, p.198, nota de pie de página).
Comentario: Lejos
del ejemplo de Mariátegui, García no ha tenido el coraje de autocriticarse en
primera persona y públicamente de estas flagrantes tergiversaciones de la
verdad histórica. Encubriendo su responsabilidad, en el artículo Por qué socialista, 02.05.88, escribió:
“En la historia del socialismo peruano hay un punto hasta ahora no aclarado: el
nombre del partido. ¿Por qué JCM propuso el nombre de Partido Socialista? ¿Es
cierto que fue por “táctica”? ¿Es cierto que “reconoció” este error? ¿Es cierto
que se apresuró a corregirlo al final de su vida?” “Esta versión negativa y
antojadiza, basada en torpes especulaciones de “me dijo”, “le escuché”,
“sugirió”, etc., hasta ahora circula libremente no obstante que hay publicada
ya abundante documentación propia de JCM que demuestra lo contrario: no fue por
táctica, se reafirmó siempre en ella, jamás transigió en el cambio”. “Entonces,
hay que ir a las fuentes, hay que estudiar la experiencia internacional. Las
enseñanzas que se obtengan, sin duda alguna dejarán atrás esta versión amañada
y abrirán nuevas perspectivas en el desarrollo del Socialismo Peruano”.
Así escribió, pues,
¡como si él mismo no hubiera tenido nada que ver con la “versión negativa y
antojadiza, basada en torpes especulaciones”! ¡Como si él mismo no hubiera
tenido nada que ver con la “versión amañada” del nombre fundacional del
Partido!
García dice:
“Esta
necesidad del frente único la expresó JCM simultáneamente con la necesidad del
partido de clase. El 30 de junio de 1923, en su tercera conferencia sobre la
historia de la crisis mundial, señaló: “soy partidario antes que nada del
frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas” (Punto de Vista Nº1, p.31. 1982).
Comentario: La
afirmación suficientemente completa de Mariátegui es la siguiente: “soy
partidario antes que nada del frente único proletario. Tenemos que emprender
juntos muchas largas jornadas. Causa común contra el amarillismo. Antes que agrupar a los trabajadores en
sectas o partidos agruparlos en una sola federación” (t.8, p.33. Cursivas
nuestras). Cualquier persona con dos dedos de frente tiene que darse cuenta de
que la mutilación de la aserción mariateguiana es una verdadera tergiversación
al utilizarse la frase extrapolada en un sentido extra-sindical, en un sentido
general, en un sentido político, que no tiene en el contexto verbal donde
aparece, lo que no niega ni puede negar la verdad de que Mariátegui fue
partidario del frente unido político del proletariado, tal como lo hemos
demostrado en los artículos Mariátegui y
el frente unido y Defensa de una
verdad mariateguiana. Precisamente la tergiversación del aserto de
Mariátegui de que tratamos, es, hasta donde está averiguado, el punto de
partida de ulteriores tergiversaciones cada vez más groseras y cada vez más
graves, como veremos enseguida.
García dice:
“[Mariátegui]
Señaló que ‘el capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso’, y que por
lo tanto el socialismo sucede al capitalismo en la empresa del desarrollo. Y en
Aniversario y Balance planteó: ‘Capitalismo o socialismo. Éste es el problema
de nuestra época (IX.28). Ésta es precisamente la base para sostener el nombre
de Partido Socialista”. “Y si el socialismo es el llamado a reemplazar el
capitalismo, se entiende entonces el porqué del nombre” (El socialismo peruano”,
02.05.88).
Comentario:
Ocurre, sin embargo, que la verdad histórica (y teórica) es que Mariátegui solventó su proyecto de
titular Socialista a su partido, en los siguientes argumentos concretos:
1) “En Europa, la
degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de
la guerra, designaciones específicas. En
los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece
recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su
grandeza. La guardará también en la historia, mañana, cuando las
necesidades contingentes y convencionales de demarcación que hoy distinguen
prácticas y métodos, hayan desaparecido” (t.13, p.249. Cursivas nuestras).
2) “De acuerdo con las condiciones concretas y
actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido
socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas” (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista
de historia social del Perú, t.II,
p.398. Cursivas nuestras).
Es, pues, sumamente
expresivo –y sintomático– que García silencie la afirmación mariateguiana que
aparece nada menos que en los Acuerdos de la Reunión de Barranco: “De acuerdo a
las condiciones concretas y actuales del Perú…”.
García, pues,
pretende fundar su argumentación en razones de orden general y, por tanto,
válidas para todos los países y todas las situaciones sin excepción, mientras,
como es claro, Mariátegui fundó su propuesta de titular Socialista a su partido
en argumentos de orden particular, válidos para el Perú de su tiempo y algunos
otros países con condiciones semejantes a las suyas. Así pues, descontextualizando
algunas afirmaciones mariateguianas, García pretende hacer pasar sus argumentos
como si fuesen del maestro.
Esto es lo que se
llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama utilizar
tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma de
tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
García dice:
“Ya en
1925, refutando una propuesta acerca de la ‘educación gratuita, laica y
obligatoria’, José Carlos Mariátegui señaló que ésta es ‘una usada receta del
viejo ideario demo-liberal-burgués’ y explicó a los trabajadores por qué
enarbolarla sería ‘empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a
concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor
estratégico e histórico”. “Respecto a la educación gratuita, JCM esclareció por
qué desde 1831, aunque no lo aplicó, el Estado peruano lo adoptó mediante
Circular que argumentaba: ‘la notoria decadencia de las fortunas particulares,
que había reducido a innumerables padres de familia a la amarga situación de no
serles posible dar a sus hijos educación ilustrada, malográndose muchos jóvenes
de talento’ (T.02-pág.106). Aquí está señalado en su esencia el concepto mismo
de gratuidad de la enseñanza”. “Entonces, no la Escuela de clase con su
‘gratuidad sino la Escuela del Trabajo con su derecho a la Educación, es la
consigna de los trabajadores con moral de productores” (16.04.94. Publicado en Alma Matinal, Nº4, julio-agosto 2003,
pp.2-3).
Comentario: Esta
es una flagrante tergiversación del pensamiento de Mariátegui sobre la
gratuidad de la enseñanza. En el artículo Mariátegui
y la gratuidad de la enseñanza, César Risso desenmascaró la falsificación:
“Conviene aclarar cómo cita, para abonar a sus propios fines, Ramón García. La
expresión de José Carlos Mariátegui es la siguiente: “Y, por consiguiente, ahí
no se trata de extender la enseñanza laica sino de adoptarla. O sea de empeñar
una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus
elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e histórico’. En
otras palabras, no se trata para Mariátegui de oponerse a la educación
gratuita, sino de cuestionar la lucha por adoptar la educación laica”.
“Ramón García se
cuida de no citar lo que Mariátegui concluye: ‘Lo que preocupaba a ese
gobierno, no era la necesidad de poner este grado de instrucción al alcance del
pueblo. Era, según sus propias palabras, la urgencia de resolver un problema de
las familias que habían sufrido desmedro en su fortuna’”.
“Así pues, José
Carlos Mariátegui no cuestiona la gratuidad de la enseñanza en abstracto,
cuestiona el que sirva para resolver un problema de las familias que habían
sufrido desmedro en su fortuna, y en consecuencia cuestiona el que no se haga
extensiva a todo el pueblo. En cambio Ramón García cree haber encontrado en
esta frase la esencia del concepto, la que traduce como ‘gracia, favor o
dádiva’”.
“Por supuesto que
‘lo conseguido graciosamente […] no puede ser
el concepto de los trabajadores con moral de productores […]´. Y no lo puede
ser porque este ´concepto´ es una deformación que hace Ramón García. Es más, el
método que utiliza es el de reemplazar el contenido del concepto con el
significado de la palabra. Pero resulta que la moral de productores se forja
‘en la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y
heroico de su ascensión’ (Defensa del Marxismo). Es precisamente una de las
manifestaciones de la lucha de clases, la lucha por hacer extensiva a todo el
pueblo la educación gratuita, donde el proletariado adquiere la moral de
productores, la que Ramón García califica de dádiva”.
“La prueba de que el Amauta no está contra la gratuidad de la
enseñanza, y que además no la considera una ‘dádiva’, se encuentra en los Principios programáticos del Partido
Socialista: ‘Gratuidad de la enseñanza en todos sus grados’”.
“‘Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido
Socialista luchará de inmediato. Todas ellas corresponden a perentorias
exigencias de la emancipación material e intelectual de las masas’”.
“Está claro entonces que lo que para Ramón García es una dádiva, para
José Carlos Mariátegui corresponde a ‘perentorias exigencias de la emancipación
material e intelectual de las masas’”.
Esta forma de tergiversar las ideas mariateguianas sobre la gratuidad
de la enseñanza es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que
se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la
forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
García dice:
“El PSP
tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción orgánica y
doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula de los siete’); externamente aspiraba
a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas de toda nuestra historia
republicana” (Aniversario 80 [05].22.09.07).
Comentario: Esta
es una grosera tergiversación de la concepción mariateguiana del PSP. Para
demostrarlo basta citar este aserto que aparece en los Principios programáticos del Partido Socialista: “El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de
lucha” (t.13, p. 162).
Esto
quiere decir que el
marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP, de todo el Partido, del
Partido en su conjunto, y no únicamente de la “célula secreta de los siete”.
En otras palabas, el PSP fue un partido
marxista-leninista de arriba abajo y de lado a lado.
ESTA
VERDAD EVIDENTE ECHA POR TIERRA LA FALACIA DE QUE MARIÁTEGUI CONCIBIÓ AL PSP
COMO UN PARTIDO DE DOS NIVELES.
Existen, por
supuesto, otras pruebas del proyecto mariateguiano de un partido de clase, pero,
a fin de no extendernos, remitimos al lector acucioso a los trabajos El partido de masas y de ideas de Mariátegui
y Mariátegui y el Partido Socialista del
Perú (borrador).
Es, pues, falso de
toda falsedad que el PSP tuviera “dos niveles”, uno doctrinariamente homogéneo
y otro doctrinariamente heterogéneo, y que ésta fuera la concepción
mariateguiana del Partido. La concepción del Partido como un partido de “dos
niveles”, pertenece al Julio Portocarrero y al Hugo Pesce de la Primera
Conferencia Comunista Latinoamericana de junio de 1929. ´
Así pues, lo que
García hace es asumir esta concepción extraña a José Carlos Mariátegui. La
constitución de una “célula secreta de los siete” en la Reunión de La Herradura
se hizo con el fin de copar el “Comité Ejecutivo del Partido Socialista”, y
asegurar así la estabilidad del proyecto mariateguiano.
En consecuencia, es
claro que dicha célula tenía un carácter
temporal y no un carácter permanente. Quien después, siguiendo a
Portocarrero y a Pesce, sostuvo expresamente que la “célula secreta de los
siete” tenía un carácter permanente, fue Jorge del Prado: “dentro del comité
organizador del partido, constituido en 1928, él [Mariátegui] se preocupó de
organizar una ‘célula’ (o fracción) comunista, encargada de garantizar en forma
permanente la justa línea política
del partido” (Aricó, José, Mariátegui y los orígenes del marxismo
latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1980, p.85.
Cursiva nuestra).
Existe, pues, en lo
tocante a la “interpretación” de la estructura organizativa del PSP, una línea
de continuidad que va de Julio Portocarrero y Hugo Pesce a Jorge del Prado y Ramón
García.
Esta
“interpretación” es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que
se llama utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la
forma de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
García dice:
“Disuelta
la Internacional Comunista, se oficializó el desuso del Lexicón Octubrino”. “Y
de las tres consignas básicas, precisamente las cuestionadas por JCM, sólo
queda el Marxismo-Leninismo, pero cada vez más limitada geográficamente a la
URSS. Este término sólo se encuentra dos
veces en la obra de JCM, y ambas indicando el método marxista, no la
doctrina. Y menos como nueva época.
No es casual que su obra se llame Defensa del Marxismo, a secas, y no, por
ejemplo, Defensa del Marxismo-Leninismo” (El
movimiento comunista, 02.05.88. Cursivas nuestras).
“Respecto
a época, es necesario precisar términos como época, era, edad, por un lado, y
período, etapa, estadio por otro, pues tienen connotación diferente. JCM llamó Nuestra Época al primer periódico del
Socialismo Peruano, porque el capitalismo era reemplazado por el socialismo,
dos épocas en la historia mundial. Y señaló que ‘el capitalismo se encuentra en
su estadio imperialista’ y que ‘La praxis del socialismo marxista en este
período es la del marxismo-leninismo’, como un período, etapa o estadio del
marxismo” (Las cinco caídas de yo el
supremo, 30.10.07).
Comentario: Es
evidente que el fondo de estas afirmaciones es la negación del leninismo como
el marxismo de nuestra época, del marxismo-leninismo como legítima denominación
de la teoría proletaria y como la base de unidad del proletariado peruano establecida
por José Carlos Mariátegui en los Principios
programáticos del Partido Socialista.
Como es de
conocimiento general, esta negación ha sido obsesiva y torpemente argumentada
en algunos escritos. Pero además, la afirmación que examinamos tiene también
como fin negar la cualidad marxista-leninista de Mariátegui. Esta negación
también ha sido obsesiva y torpemente argumentada en algunos escritos.
Sin embargo, como
también es de conocimiento general, el maestro fue concluyente en los
mencionados Principios programáticos… que,
como es obvio, definió la identidad
doctrinal del Partido y, por tanto,
la suya propia: “El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es
el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras
imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias
brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del
marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo
es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios.
El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (t.13,
p.160. Cursivas nuestras).
Como puede
constatar el lector que no padece de ceguera, daltonismo, sordera o estulticia,
García tergiversa este principio programático y, con el estadístico argumento
de que el término marxismo-leninismo “sólo se encuentra dos veces en la obra de
JCM”, pretende que el maestro utilizó el término sólo accidentalmente, y,
además, que el marxismo-leninismo es “un período, etapa o estadio del marxismo”,
negando así la aserción mariateguiana de que “El marxismo-leninismo es el
método revolucionario de la etapa [de la época] del imperialismo y de los
monopolios”.
A propósito, en el
artículo El marxismo en su lexicón subrayamos
lo que sigue: “En los Principios
programáticos del Partido Socialista, Mariátegui utilizó indistintamente los
términos estadio, período y etapa para referirse a la época histórica que vive
la humanidad. Pero es notorio que allí los tres términos aparecen como intercambiables, y aparecen en esta calidad también con
respecto al término época, que es el más adecuado para designar el proceso
histórico del imperialismo y de la revolución proletaria”*.
Esta forma de negar
el marxismo-leninismo y la cualidad marxista-leninista de Mariátegui y del PSP,
es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama
utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma
de tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
García ha escrito:
“El
07.10.04 se formó una Comisión inicial para la conmemoración militante de los 80 Años de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui (1928-2008)” (Aniversario 80 (01). 28.07.07. Negritas en
el original).
Comentario: Como
es evidente, una cosa es la Creación Heroica de Mariátegui y otra cosa son sus
expresiones más altas, como son los 7
Ensayos y el PSP. La Creación Heroica de Mariátegui es su Pensamiento
Marxista y, hasta donde está averiguado, este Pensamiento tiene su fecha de
nacimiento con el artículo El cisma del
socialismo, de marzo de 1921.
En consecuencia,
tomar la fecha de publicación de los 7
Ensayos y la fecha de fundación del PSP como si fuesen el punto de partida
de la Creación Heroica de Mariátegui, es, en unos casos, una flagrante
falsificación de la verdad histórica y, en otros, una completa confusión**.
Fechar el
nacimiento de la Creación Heroica de Mariátegui implica responder a la pregunta
de cuándo data la primera expresión del pensamiento marxista del maestro del
proletariado peruano, y no la pregunta de cuáles son sus expresiones más altas.
Establecer sus expresiones más altas es valorar
las diversas conquistas que forman parte de su Creación Heroica, pero esto
es otra cosa.
Pasar, pues, una
cosa por otra -deliberadamente o ingenuamente- equivale a pasar, por ejemplo,
la fecha de nacimiento del marxismo como concepción integral del mundo (lo cual
se produjo, como se sabe, con la escritura de la Ideología alemana entre fines de 1845 y comienzos de 1846) por sus
expresiones más altas: Manifiesto del
Partido Comunista, publicado en febrero de 1848, y El Capital, publicado en 1867 en su primer tomo.
Y, no importa en
absoluto si algunos falsarios y algunos confundidos tomen los meses de
octubre-noviembre de 1928 para datar el nacimiento de la Creación Heroica de
Mariátegui. Ni mil que fueran. Pues la verdad histórica es que la Creación
Heroica de Mariátegui tiene su partida de nacimiento en marzo de 1921 y, por
tanto, es desde esta fecha que hay que empezar a contar su proceso histórico.
La falsificación de
la historia de la Creación Heroica de Mariátegui tomando sus expresiones más
altas por fecha de su nacimiento a fin de hacer coincidir ciertos objetivos de
facción con una fecha redonda (“80 aniversario”), como se pretendió el pasado
año, es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama
utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de
tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
García ha escrito:
“La Gran Conmemoración, 7 de Octubre de 2008 ha puesto por fin la Creación Heroica de JCM como centro del Socialismo Peruano. Este
trabajo prolongado de crítica de ideas,
ha requerido de ¡80 años! Y el esfuerzo de generación tras generación. No sólo
Ravines y Martínez desecharon esta Creación Heroica. En los años 80, cada
Partido Comunista tuvo que pronunciarse: I Partido Comunista (Unidad), II
Partido Comunista (Bandera Roja), III Partido Comunista (Patria Roja), IV
Partido Comunista (Sendero Luminoso)”. “Comparando el Documento Central Nuestra Posición con este material se
puede captar la magnitud del paso dado, la importancia de la tarea de preparación de la organización y que,
por fin ¡Mariátegui ha regresado para
quedarse definitivamente entre nosotros!”.
Comentario: De
entrada, hay que aclarar que el Comunicado
de la Organización Comunista 14 de Junio-PCP representó a una facción
minoritaria de esta organización, por lo que al no precisar García este hecho,
su afirmación resulta tendenciosa. Al mismo tiempo, dicho Comunicado no
representó tampoco la posición oficial del PCP (SL), por lo que la mención de
esta organización sobre la base de dicho Comunicado faccional, es igualmente
tendenciosa.
Lo correcto, pues, hubiese
sido que García citara lo que Gonzalo dijo de Mariátegui en la entrevista que
le hiciera Arce Borja en julio de 1988, y que comparase sus palabras con su
práctica. Pero no me extenderé sobre las anotadas tendenciosidades, por cuanto el
lector no bloqueado por el seguidismo conoce perfectamente los métodos criollos
a los que suele recurrir el autor de las mismas.
La facción de García
tenía el objetivo de fundar un otro partido socialista (o un tipo previo de
organización) alrededor del 80 Aniversario de la publicación de los 7 Ensayos y de la fundación del PSP (que
no de la Creación Heroica de Mariátegui). Pero, como es de conocimiento
general, esta intención no se concretó. Como resultado de esto, García pretende
ahora que, a falta de hechos, buenas son palabras, y, así, consuela a sus
partidarios con infundada grandilocuencia: “Gran Conmemoración”, “la magnitud
del paso dado”, “la importancia de la preparación de la organización”,
“Mariátegui ha regresado para quedarse definitivamente entre nosotros”,
“edición Príncipe”, etcétera.
Es evidente que,
con esta misma verba, busca, al mismo tiempo, autoconsolarse. No ha tenido,
pues (NO TIENE) el coraje de mirar de frente la realidad y reconocer el fracaso
de su intención.
No obstante su
egotismo, Gonzalo tuvo, a la postre, el valor de reconocer el fracaso de su
proyecto: “Hay que tener el valor de mirar de frente la amarga verdad” (Asumir y combatir por la nueva decisión y
nueva definición).
García, en cambio,
prefiere ocultar su propio fracaso con algunas pocas frases. Esto demuestra
que, en punto a espíritu autocrítico, está por debajo de Gonzalo, e, incluso,
por debajo de algunos elementos de su propia facción que, como se sabe
seguramente, han hablado de “dificultades”.
Pero García sabe
por qué les dora la píldora a sus partidarios.
Sin embargo, hay
que anotar que el fracaso de su proyecto es únicamente temporal, pues, desesperado
como está, en cualquier momento procederá a fundar su sedicente partido, aunque
negando los vigentes caracteres del PSP: partido
de clase bajo la forma de partido de masas, marxista-leninista, con una
concepción correcta de la revolución, una estrategia política de masas, una
militancia pensante y operante, adherido al internacionalismo proletario y con
un estatus legal.
Decimos “aunque
negando los caracteres del PSP”, porque tal fundación significaría la
consumación de un partido de “dos niveles”: uno
secreto, marxista no leninista, y
otro público, doctrinariamente heterogéneo; con un Mariátegui mixtificado; con ideas
oportunistas en punto a fundamentales cuestiones dirimentes; con una posición
conciliadora con el revisionismo internacional y encubridora de la restauración
capitalista; con un jefe inoperante y una militancia no pensante; y,
finalmente, quizás incluso sin aspirar a un estatus legal (o sin poder
alcanzarlo).
Esto quiere decir
que si el proyecto de García ha cobrado un fracaso temporal desde el punto de
vista de su cronograma, la fundación de su partido, hoy o mañana, que él y sus
partidarios tomarán como un logro, significará, sin embargo, nada más que la
consumación organizativa de su oportunismo en lo ideológico-político.
La Creación Heroica
de Mariátegui, es decir, el Pensamiento Marxista de Mariátegui, siempre ha estado en “el centro del
Socialismo Peruano”, y negar esto, así sea bajo la forma sibilina en que lo
hace García, es convertir en algo ininteligible la octogenaria lucha por el
reconocimiento de su vigencia.
García pretende que
la “Gran Celebración, 7 de octubre de 2008 ha puesto por fin la Creación Heroica como centro del Socialismo Peruano” (negritas
nuestras). Es decir, pretende que, con su facción, o sea con él, la Creación
Heroica de Mariátegui “por fin” ha sido puesta “como centro del Socialismo
Peruano”. Por eso agrega demagógicamente: “Este trabajo prolongado de crítica de ideas, ha requerido de ¡80
años! Y el esfuerzo de generación tras generación”.
Según, pues, su
egotista punto de vista, la lucha teórica de las diversas generaciones del
Socialismo Peruano ha servido para que él como individuo ponga “por fin” la
Creación Heroica de Mariátegui “como centro del Socialismo Peruano”.
¡Ciertamente este egotismo tiene poco que envidiarle al egotismo de Gonzalo!
El examen del
documento Nuestra posición requiere,
como es obvio, tratamiento específico. Pero aquí podemos dejar sentado que lo
que hace este documento es ocultar con la letra los gruesos contrabandos de García
y su facción. Veamos esto.
En cuanto a la
verdad universal, García y su facción niegan de hecho el leninismo y el pensamiento
de Mao. Por eso pretenden reducir la denominación de la teoría proletaria a la
sola palabra marxismo, con lo que abren las puertas a la amalgama ideológica
entre toda suerte de oportunismo. Esta
confusionista campaña contra el marxismo-leninismo prueba el oportunismo de García y su facción.
En cuanto a la
verdad particular, no obstante que en puntos específicos mantienen ideas correctas
(lejos de nosotros la mezquina actitud de negar aciertos), con su tergiversación
del pensamiento de Mariátegui en punto a fundamentales cuestiones dirimentes
como el nombre del Partido, su estructura organizativa, su cualidad
marxista-leninista, etcétera, se han apartado del centro del Socialismo
Peruano. Esto prueba el oportunismo de
García y su facción.
En cuanto a la
política concreta, con su negación de la tesis marxista de “la conquista del
poder político como base de la socialización de la riqueza” (Mariátegui) bajo
el argumento de un “nuevo municipio” como “germen del socialismo”, García y su
facción confunden reivindicaciones máximas (derecho al trabajo emancipado, vida
digna) con reivindicaciones mínimas, llegando así a una curiosa mezcla de
maximalismo verbal y reformismo real,
pues de hecho plantean que el municipio sea una suerte de poder local de las clases trabajadoras en las
condiciones generales del poder de
la burguesía.
Para el marxismo,
sin embargo, el socialismo en todos sus grados tiene como condición sine qua non un nuevo poder político, es
decir, el derrocamiento del poder burgués en todos los niveles y el
establecimiento el poder conjunto de las clases trabajadoras. Pero ocurre que,
con su “nuevo municipio”, es decir con su “germen del socialismo”, la facción
de García propone de hecho la convivencia del poder de la burguesía a escala
nacional con el poder conjunto de las clases trabajadoras a escala local. Es
decir, sugiere una dualidad de poderes, o sea, un poder local de las clases
trabajadoras que, como se puede entender, sólo sería posible mantener por medio
de la fuerza.
Y, por cuanto, por
razones obvias, semejante dualidad de poderes no puede concretarse realmente,
entonces puede comprenderse que el contenido del “nuevo municipio” no tiene más
destino que resolverse en reformismo y, como consecuencia de ello, el propio
“nuevo municipio” en célula del Estado burgués. Estas constataciones prueban el oportunismo de García y su facción.
En cuanto a la
organización del Partido, está visto que García asume la concepción de
Portocarrero y Pesce, y que su proyecto es fundar un partido de “dos niveles”,
es decir, un partido que contraría la concepción de Mariátegui. Este proyecto prueba el oportunismo de
García y su facción.
Esta es, pues,
señores, Vuestra Posición, que, sin embargo, no han tenido la elemental honestidad intelectual de exponerla en el
documento Nuestra posición. Este hecho hace obvia la maniobra.
Es necesario, por
lo demás, dejar anotado que las posiciones analizadas no son precisamente el
resultado de la labor crítica de las sucesivas generaciones del Socialismo
Peruano, sino apenas de las lucubraciones de Ramón García.
Ciertamente
aquellas posiciones son una flagrante negación de algunas cuestiones fundamentales
logradas por el Socialismo Peruano a través de su prolongada lucha por adherir
a la verdad universal (reconocimiento de la teoría de Marx, Engels, Lenin,
Stalin, Mao); a la verdad particular (reconocimiento de la vigencia del
Pensamiento de Mariátegui y de su condición de piedra angular del desarrollo
del marxismo peruano); a la política revolucionaria (reconocimiento de la toma
del poder central como la premisa de la construcción del socialismo en todos
sus grados); y, finalmente, a la tarea de reconstituir el PSP (reconocimiento
de la vigencia de la concepción mariateguiana de un partido de clase bajo la
forma de partido de masas).
Precisamente sobre
la base de algunas de sus lucubraciones, García propone una “preparación de la
organización”, cuyo trasfondo no puede captarse examinando sus aspectos
técnico-organizativos, sino sus fundamentos ideológico-políticos, que, precisamente,
son aquellas posiciones oportunistas analizadas arriba.
Pero agreguemos
algo más a este respecto.
En el artículo Aniversario 80 (5), García anotó: “El
problema que enfrentó JCM es el mismo que el proletariado enfrenta desde hace
más de un siglo: cómo relacionar la teoría (Programa Socialista) con la
práctica (Partido-Frente)”.
Entonces, por
cuanto sostiene que actualmente el proletariado enfrenta el mismo problema que
enfrentó Mariátegui, y que “El PSP tenía dos niveles”, etcétera, es claro que propone
un partido de “dos niveles”: uno marxista no
leninista, y otro doctrinariamente heterogéneo. En suma, un partido-amalgama,
o sea, un partido donde tengan cabida “todos los elementos capaces de
reclamarse del socialismo”, es decir, desde trotskistas por la “izquierda”
hasta revisionistas por la derecha.
De ese modo, pues,
el proyecto de García se revela contrario a la concepción mariateguiana del
partido del proletariado peruano, pero, no obstante, fiel a su espíritu
criollo, ¡presenta dicho proyecto como inspirado en Mariátegui!
Esto es lo que se
llama parapetarse detrás de Mariátegui. Esto es lo que se llama utilizar
tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Esta es la forma de
tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
La lucha del
marxismo contra el oportunismo siempre ha tenido un centro determinado por la
situación concreta. Así por ejemplo, la lucha contra el revisionismo de la
Segunda Internacional tuvo como centro la cuestión del poder y,
específicamente, la cuestión de la dictadura del proletariado.
Entonces no
importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que los
dirigentes de la Segunda Internacional mantenían ideas correctas.
La lucha contra el
revisionismo contemporáneo tuvo igualmente como centro la cuestión del poder
(transición pacífica o revolución violenta; dictadura del proletariado o Estado
de todo el pueblo); la cuestión del partido (partido de clase o partido de todo
el pueblo), la vía de la revolución (revolución violenta o transición
pacífica); la relación de los países socialistas con el capitalismo mundial
(coexistencia pacífica marxista o revisionista; emulación pacífica marxista o
revisionista).
Entonces no
importaron y no tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que
los revisionistas mantenían ideas correctas.
En el período de la
constitución del PSP, la lucha contra el oportunismo tuvo como centro el
problema de la aplicación de la verdad universal a la práctica concreta de la
revolución peruana (creación heroica o dogmatismo).
Entonces no
importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que Ravines,
Martínez, Pesce y Falcón mantenían ideas correctas.
Después de abril de
1930, la lucha contra el oportunismo tuvo como centro la cuestión de reconocer
o no la vigencia del pensamiento de Mariátegui, reconocer o no su condición de
piedra angular del desarrollo del marxismo peruano.
Entonces no
importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que los
oportunistas mantenían ideas correctas.
Entre fines de los
setenta y comienzos de los ochenta, la lucha contra el oportunismo de izquierda
tuvo como centro la cuestión del partido (partido de masas o partido
militarizado); la cuestión de las masas (frente unido del pueblo u
organizaciones rojas); y la cuestión de la situación revolucionaria (situación
excepcional o permanente; dirección de la lucha revolucionaria de las masas o
“levantar al campesinado”).
Entonces no
importaron ni tenían por qué importar las cien otras cuestiones en las que
Gonzalo y sus seguidores mantenían ideas correctas.
En las actuales
circunstancias, el Socialismo Peruano (el Comunismo Peruano) tiene ante sí la
gran tarea de resolver en la teoría y en la práctica el problema del Partido.
Como es de
conocimiento general, Mariátegui resolvió este problema constituyendo un
partido doctrinariamente homogéneo:
1) “El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista
del Perú, lo adopta como su método de lucha” (Cursivas nuestras);
2) “La organización
de los obreros y campesinos con carácter
netamente clasista constituye el
objeto de nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo
extranjero y la burguesía nacional” (Acuerdos
de la Reunión de Barranco. Cursivas nuestras).
Ciertamente, “La
organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista”
significa su organización partidaria con carácter marxista-leninista; y
“constituye el objeto de nuestra propaganda y la base de la lucha contra el
imperialismo extranjero y la burguesía nacional”, implica una estrategia de
masas para la conquista del poder. ESTO
FUE EL PSP COMO MATERIALIZACIÓN DE LA DOCTRINA.
Por eso, en la
carta a Mario Nerval del 28 de junio de 1929, el maestro señaló con relación a
su lucha contra la desviación aprista: “Los elementos que trabajamos por el
socialismo, con los obreros y campesinos, daremos vida a nuestro Partido
Socialista. Los que con un programa nacionalista revolucionario quieran
organizar a la pequeña burguesía, son muy libres de hacerlo. Si un partido,
hipotético por el momento llega a ser una organización de masas, no tendremos
inconveniente en colaborar eventualmente con él con objetivos bien definidos. Los términos del debate quedan así bien
esclarecidos y todo reproche por divisionismo completamente excluido. No hay
por nuestra parte divisionismo sino clarificación. Queremos que se constituyan
fuerzas homogéneas; queremos evitar el equívoco; queremos salir del
confusionismo. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más neto y
más oportuno? Lo dudo” (Correspondencia,
t.II, p.597. Cursivas nuestras).
Pero después, como
se sabe, el oportunismo conculcó el carácter marxista-leninista del Partido. En
la actualidad, el problema del partido está nuevamente en el centro de las
tareas del proletariado nacional, es decir que, resueltas la cuestión de la verdad
universal, la cuestión de la verdad particular y la cuestión de la política
concreta, la cuestión del instrumento político aparece como suma y compendio de
las tareas del Socialismo Peruano.
En estas
circunstancias, Ramón García ha retomado la concepción del PSP de Julio
Portocarrero y Hugo Pesce, es decir, la concepción de un partido de “dos
niveles”.
En consecuencia, la
concreción del proyecto de García sería la materialización de su negación del marxismo-leninismo
y del principio marxista de que la
base de la socialización de la riqueza es la toma del poder por el
proletariado, es decir, la materialización de su negación del contenido ideológico y del contenido político fundamentales de la
concepción mariateguiana del Partido.
Así pues, el
proyecto de García es un intento de llevar al Socialismo Peruano por un camino
oportunista.
Por eso era
necesario que nuestra crítica a dicho proyecto esclareciera los términos del debate y, al mismo tiempo, demostrara
la necesidad de tomar posición resuelta y definida por la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
Queremos
que se constituyan fuerzas homogéneas; queremos evitar el equívoco; queremos
salir del confusionismo. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más
neto y más oportuno? Lo dudo. Si el oportunismo quiere fundar un
partido doctrinariamente heterogéneo, es libre de hacerlo. Si un partido así, hipotético por el momento, llega a ser un
partido de masas, no tendremos inconveniente en colaborar eventualmente con él con objetivos bien definidos.
Pero, entonces,
como corresponde, los campos estarían netamente deslindados.
Donde el espíritu
manipulador y el egotismo burgués de García alcanzan una de sus expresiones más
grotescas es en la consigna de su autoría: “Mariátegui ha regresado para
quedarse definitivamente entre nosotros”.
“Mariátegui ha
regresado” significa que generación tras generación el maestro ha estado en
cualquier parte menos en el centro del Socialismo Peruano. Es decir que,
durante 80 años, ¡el Socialismo Peruano ha sido un socialismo sin Mariátegui en su centro! Es decir
que, después de Mariátegui, ¡prácticamente no ha habido Socialismo Peruano!
Pero, por supuesto,
esa consideración es una burda mistificación de la verdad histórica.
“Para quedarse
definitivamente entre nosotros” significa que el autor de la consigna cree que
su facción es depositaria y garantía de permanencia del Pensamiento de
Mariátegui, o, más bien, que él como individuo es el depositario y la garantía.
¡Ni más ni menos!
Sin embargo, tal
como se ha visto, García niega la cualidad marxista-leninista de Mariátegui y
del PSP, y, como si esto fuera poco, tergiversa el pensamiento mariateguiano en
punto a cuestiones fundamentales dirimentes. Es decir, García y su facción
tienen, ahora mismo, en el centro de sus posiciones, un Mariátegui TERGIVERSADO,
ADULTERADO, MISTIFICADO.
No obstante los
malabares verbales de algunos escribidores, lo cierto es que la consigna que
examinamos es una consigna a la medida del egotismo burgués de García y del
seguidismo feudal de sus partidarios. Pueden, por tanto, seguir utilizándola como les plazca y cuanto
les plazca, pero se trata de una consigna sin ningún asidero histórico y sin
ninguna base teórica.
La consigna examinada
es lo que se llama parapetarse detrás de Mariátegui. Es lo que se llama
utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano. Es la forma de
tergiversar a Mariátegui que García ha puesto en boga.
Ciertamente el 80
Aniversario de la publicación de los 7
Ensayos y de la fundación del PSP fue en sí mismo un gran acontecimiento,
incluso si no hubiese sido celebrado por nadie.
Pues bien, después
de treintaicuatro años de existencia, la facción de García reunió en su
celebración un escaso número de personas, y este hecho da cuenta de lo poco que
ha logrado en tan dilatado tiempo. Pero esto es sólo el aspecto cuantitativo de
la cuestión. El aspecto cualitativo (el más importante) es que los fundamentos
ideológico-políticos de los que se reunieron son las posiciones oportunistas
examinadas arriba, y esto significa que dicha celebración no se diferenció
demasiado de algunas otras que se llevaron a cabo paralelamente.
Comentario
final:
Entre García y otros negadores y tergiversadores de Mariátegui existe una
diferencia que es necesario precisar. Mientras por lo general éstos plantean
abiertamente sus posiciones contrarias a Mariátegui, aquel pretende pasar como
de éste sus propias ideas oportunistas, lo que ha confundido a algunos
desprevenidos. No obstante, dicha
sibilina actitud no le sirve de nada. La vitrina de negadores y tergiversadores
de Mariátegui que se exhibe en la recopilación El Partido Comunista y JCM,
es justa pero incompleta. Precisamente con sus tergiversaciones, García mismo
se ha colocado en un lugar visible de esa descolorida vitrina. Ahora sí está
completa, al menos por ahora.
________________
*Ver El Desarrollo de la Teoría del Proletariado
y el Problema de su Denominación, p.90. (Nota de la Redacción).
**Después
de la crítica a su falacia sobre el aniversario de la Creación Heroica de
Mariátegui, Ramón García reculó e impuso a sus partidarios la idea de que el
inicio de la misma es el 18 de junio de 1918, falacia asumida por los mismos con
la misma facilidad con que habían asumido la falacia criticada en el presente
artículo. Este hecho da la medida de la incapacidad de los seguidores de García
de pensar con cabeza propia o, en su defecto, de su espíritu servil. (Nota de
la Redacción).
Apuntes Sobre Un Cierto Reformismo
Santiago Ibarra
BAJO EL PRETEXTO
DE REIVINDICAR LA DIVERSIDAD y, en particular, apelando a la complementariedad,
cierto indigenismo aboga –de modo tácito, no abierto, vergonzantemente muchas
veces- por la coexistencia con el imperialismo y el capitalismo. Esta corriente
reformista niega la contradicción fundamental del capitalismo, la que opone el
trabajo al capital, y la contradicción principal, la que contrapone a países
imperialistas y países oprimidos. En suma, este indigenismo reformista niega la
lucha de clases y, en su lugar, pregona la conciliación entre ellas. Su esencia es el reformismo, aunque en la forma utiliza un lenguaje indigenista. Tiene
en el marxismo y en todo proyecto de transformación revolucionaria de la
sociedad a su adversario principal, haciendo para tal fin un uso instrumental
de nociones como comunidad, reciprocidad, complementariedad, entre otros.
Por eso, a la vez que idealiza la comunidad, niega la explotación
del trabajo en el campo (o aparenta no verla), que concretamente se expresa en
numerosos casos en la subsunción formal del trabajo por el capital. Asimismo,
niega la desestructuración de la comunidad y una de sus perversas expresiones:
incremento de la violencia social cotidiana en el campo y en la ciudad.
Ahora bien, la negación de la desestructuración de la comunidad y
su correspondiente mistificación le sirve al indigenismo reformista para
plantear como utopía la construcción de una gran comunidad a escala
nacional, con lazos de reciprocidad entre desiguales, entre
explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos. Así, el indigenismo
reformista es útil a proyectos desarrollistas.
Naturalmente, no es nuestra intención cuestionar la diversidad,
que es en sí misma un hecho objetivo, y parte, además, de la condición humana.
La expansión mundial del capitalismo trae consigo la reducción de esta
diversidad (y de la biológica), mediante el genocidio y el etnocidio. Y las
fuerzas de izquierda no pueden menos que reivindicar la dignidad de los
pueblos indígenas agredidos y oponerse frontalmente a la explotación y
opresión de la que son objeto por el imperialismo y el
capitalismo.
El discurso de la complementariedad, adaptado a las condiciones
del capitalismo colonial, equivale a justificar y a mantener las diferencias de
clase y el dominio imperial. El indigenismo reformista es entonces un discurso
perfectamente funcional a la perpetuación del sistema capitalista y colonial.
Dicho sea de paso, esta corriente tergiversa la dialéctica
marxista, a la que hace decir que sólo busca la destrucción. En realidad, la
dialéctica marxista afirma la existencia de la “unidad y lucha de contrarios”,
resultado de la cual surge algo distinto, nuevo. Sí, los marxistas buscan la
liquidación de la feudalidad, del imperialismo y del capitalismo, para
sustituirlo por algo distinto y superior: el socialismo. La dialéctica marxista
afirma abiertamente que la construcción de lo nuevo no puede hacerse sino a
través de la destrucción de lo viejo.
Es sumamente importante anotar que el indigenismo reformista no va
más allá del universalismo burgués. Entre otras cosas, esto quiere
decir, por ejemplo, que no escapa del principio burgués de la igualdad formal
de seres humanos realmente desiguales. Por eso, por ejemplo, puede
predicar la lucha contra el racismo, pero dentro de los límites del mundo
burgués. Por eso no es extraño encontrar a indigenistas haciendo parte de fórmulas
políticas democrático-burguesas.
En la misma medida en que toleran la diversidad cultural mientras
ésta no ponga en cuestión la reproducción del sistema, toleran y aceptan las
desigualdades sociales que entienden, tanto
como el pensamiento burgués occidental, como parte de la naturaleza
de las cosas. Así como es natural la existencia de dos polos distintos y
complementarios a la vez (hombre-mujer, etc.), así también es naturalizada la
existencia de ricos y pobres, de latifundistas y siervos, de capitalistas y
obreros, de países imperialistas y países oprimidos.
A este indigenismo reformista se opone la reivindicación de las
tradiciones colectivistas que perviven en el mundo andino, que, como afirmara
tempranamente José Carlos Mariátegui, pueden dar lugar a una solución
socialista del problema agrario. A este indigenismo reformista se oponen
potencialmente los movimientos campesinos e indígenas que luchan en defensa de
sus tierras y contra la depredación de la naturaleza efectuada por el gran
capital. A este indigenismo reformista se opone también el anhelo profundo de
igualdad y justicia de las grandes masas indígenas y mestizas desposeídas.
Porque el indigenismo reformista elude el tratamiento de la cuestión indígena
bajo el ángulo económico-social, es un arma ideológica de las clases dominantes
para mantener a las grandes mayorías bajo su explotación económica y dominación
política.
Bien ubicado y bien entendido, a este indigenismo reformista se
opone también el planteamiento de desarrollar relaciones de armonía entre los
seres humanos y entre éstos y la naturaleza, proveniente del Sumaj Qamaña.
Habrá que recordar que estas dos cuestiones se hallan presentes en
la obra de Carlos Marx, hecho por lo demás negado por algunos. Pero para
alcanzar esta meta hay que suprimir primero la base material que hace
posible las relaciones de explotación y dominio entre los hombres, así como la
utilización irracional de la naturaleza: la propiedad privada sobre los medios
de producción, el trabajo alienado. Y, sobre esta base, reconstituir las
relaciones entre los seres humanos, y entre éstos y la naturaleza.