lunes, 8 de octubre de 2012


¿Saliendo de la crisis del capitalismo o del capitalismo en crisis?*

Samir Amin

No existe otra alternativa que no sea el socialismo. Esto puede resultar curioso en nuestra época, cuando se ha dicho que el pensamiento socialista fue derrotado, que falló completamente, y se considera al capitalismo como la única vía. Al contrario, pienso que la única posible solución para la humanidad es el comunismo. No obstante y simultáneamente, creo que el camino hacia este estadio de la civilización es verdaderamente largo. En efecto, este recorrido comenzó hace más de un siglo y probablemente continúe, al menos, durante otro siglo o más. Por ello considero que es necesario analizar los retos y las tareas de cada uno de los estadios de este recorrido, considerando que se trata de una transición, nuevamente, en verdad extensa.

Para que ustedes puedan comprender mis argumentos... ¿Por qué se trata de una larga transición? ¿Por qué el socialismo y el comunismo no pueden ser construidos de a poco? Voy a referirme a la historia del capitalismo. Esta historia comprende varias etapas: en primera instancia, un prolongado periodo de preparación; posteriormente, un acortado periodo de madurez; y finalmente un largo ciclo de declive que conduce a un movimiento de larga transición. Este recorrido, sin embargo, no comenzó, como algunos lo entienden, el año 1492, con el mercantilismo europeo en el Atlántico y la conquista de las Américas. De hecho, el capitalismo habría surgido mucho antes, promovido por oleadas de éxitos de desarrollo que datan desde el siglo X, en China, que luego se desplazaron hacia el medio oriente, Persia y algunos califatos islámicos, hasta que llegaron a las ciudades italianas, una vez concluidas las cruzadas. Finalmente, de manera espontánea y fugaz, estas corrientes se cristalizaron, entre los siglos XVI-XVII, en la tríada Londres-París-Amsterdam ¿Por qué en este triangulo? De manera tentativa, yo sugeriría, que esta región correspondía a una periferia de los antiguos sistemas de globalización, donde los centros eran más flexibles y por ello las periferias eran más receptoras de las invenciones del futuro (innovaciones), ingresando, pues, con mayor facilidad que los centros, en las innovaciones.

El producto de este recorrido sería lo que yo llamo el capitalismo histórico, caracterizado por el surgimiento de varios factores que hacen al capitalismo: la propiedad privada, que significó una rápida exclusión de los campesinos y una expropiación de los medios de producción, que comenzó en Inglaterra y luego se reprodujo en el resto de Europa. Tal fue el desarrollo de esta dinámica que no pudo proceder sin la manifestación de movimientos migratorios masivos, que paralelamente significaron una forma de acumulación del capital basada, en gran medida, en la expulsión y expropiación llevada a cabo por un capitalismo centralizado, de los medios de producción37.

Durante el siglo XV, la población europea (considerando que no había europeos fuera de Europa) comprendía un 18% del total de la población del mundo. Hacia 1900, los europeos, tanto en su continente como en las Américas y en otras partes del mundo, pasaron a representar el 36% de la población mundial. Esto significa que estamos frente a un capitalismo histórico cuyo desenvolvimiento no puede reducirse a la aplicación de una simple lógica de economía de mercado, sino que las partes, o actores, de este sistema tuvieron que ser sometidas a las estrategias y necesidades globales del sistema, para que este pudiera adquirir una escala global.

Ahora bien, el periodo de madurez fue muy corto. El capitalismo se cristalizó en su forma final, en una dimensión política luego de la Revolución Francesa, y económicamente con la Revolución Industrial Inglesa, a fines del siglo XVIII (1789/93) y principios del XIX (1820 s), respectivamente. Este periodo de madurez fue en verdad muy corto, considerando que los primeros movimientos de contestación al sistema capitalista aparecieron tempranamente, con el movimiento de la Comuna de París (1871), y con la primera revolución en nombre del socialismo, el año 1917 en Rusia, habiendo nada más que 40 años de diferencia entre ambos procesos. Empero, fue durante este corto periodo de madurez que se fue configurando el mundo como hoy lo conocemos.

Este periodo de corta madurez se caracterizó porque las iniciativas eran tomadas, exclusivamente, en los Estados capitalistas del centro, los que configuraban el sistema global, mismo que más o menos funciona hasta el día de hoy. Es decir, un sistema que contrasta centros y periferias, y cuyos límites casi no se han desplazado ni un kilómetro hasta el presente. Entonces, tenemos que el centro estaría abarcado por los Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental con sus límites en las regiones del este (los países de los Balcanes) y la región del Japón. Este, además, fue un periodo en el cual los actores de las periferias no desempeñaron propiamente su rol de actores en el sistema, sino que aparecieron más como actores pasivos, remitidos a un proceso cuyo referente eran las iniciativas tomadas por los países de occidente exclusivamente. Incluso, este proceso ya se venía gestando en Latinoamérica, desde sus inicios, tres siglos atrás durante la tradición mercantilista y la conquista de este continente.

Lo que me resulta más interesante es que, luego de ese corto periodo de madurez, este sistema entró en un periodo de crisis muy larga, que yo calificaría como la llegada a una fase de un "capitalismo senil", es decir, un periodo de muy largo declive. Esto, no obstante, de ninguna manera significa que las tasas de crecimiento de los centros cayeran, o que ya no se produjera nada nuevo, o que no hubiera innovaciones tecnológicas en los centros -más tarde voy a referirme a este tema-. Es más, este periodo de declive también significó una transición hacia una suerte de barbarismo por parte de los centros, nada más que eso. Sin embargo, de igual forma, podría significar el inicio de un camino muy largo hacia el comunismo.

Entonces, redondeando todo lo dicho hasta acá, en la historia del capitalismo, lo que se tiene es una preparación muy larga, una madurez muy corta y un momento muy curioso: un prolongado declive del sistema capitalista y, paralelamente, una larga transición hacia el comunismo. No se puede separar los aspectos negativos de este largo declive, es decir, no se puede aislar el periodo de barbarismo, de los aspectos positivos de esta transición hacia los niveles más altos de civilización que comprende el comunismo. En efecto, de manera simultánea a esta transición, tenemos varios niveles de barbarismo, como lo demuestra la historia de inicios del siglo XX.

Ahora bien, esta forma de funcionamiento del sistema capitalista, no es variable, pues estamos hablando de un sistema basado en el crecimiento exponencial. Es decir, esta búsqueda de crecimiento exponencial conduce necesariamente a la muerte del sistema, pues la acumulación no puede ser permanente. Esto se explica por la corta duración del periodo de madurez del sistema capitalista, a diferencia de lo que ocurrió con las formas de organización de las sociedades precapitalistas, que se fueron consolidando durante miles de años, antes de encontrarse con las contradicciones de un declive. El proceso de acumulación del capital, las tasas de crecimiento exponencial, significaron -y esto lo vengo apuntando desde el primer punto- un proceso de destrucción del bienestar de la colectividad. Esto ya lo había señalado Marx en las últimas sentencias de El Capital, cuando plantea que la acumulación del capital destruye el bienestar de los seres humanos pues, por un lado, se opone a los valores y, por otro, significa -a largo plazo- una devastación de la naturaleza y de los recursos naturales.

Por otra parte, es importante considerar que este proceso del capitalismo histórico, que se vino dando en un principio, durante el periodo mercantilista -el siglo XV-, hasta llegar a una forma final (madura) en el siglo XVIII, con la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, y hasta arribado el siglo XX, estuvo siempre basado en una continua polarización. Por ello es que se da esta producción y reproducción de un creciente contraste entre el centro y las periferias, con unas fronteras que se han mantenido desde sus inicios. En efecto, ningún país de la periferia ha salido de su situación en lo que va de la historia y, en mi opinión, esto no va a suceder, incluso si algunos países albergan ilusiones de ingresar en posiciones centrales. Una consecuencia de esta dinámica histórica es la aparición de un rechazo hacia el capitalismo maduro, por parte de los pueblos de las periferias, como una respuesta al largo periodo de preparación de este sistema, rechazo que se viene manifestando desde finales del siglo XIX.

En efecto, la Primera Guerra Mundial junto a la Revolución Rusa, el desmoronamiento del sistema financiero en los años 30, el nazismo junto al imperialismo japonés en la Segunda Guerra Mundial, la Revolución China, los movimientos de liberación nacional en Asia y en África, la Revolución Cubana. Si prestamos atención, todos estos acontecimientos históricos y sus consecuencias son factores explicativos, por ser momentos en que los actores principales pertenecen a las periferias. De hecho, nos guste o no nos guste, los actores principales fueron Rusia -en ese momento en una situación semi-periférica-, China en Asia, África, Cuba y Latinoamérica. Por ello, yo leo la historia de la siguiente manera: si bien las iniciativas fueron siempre tomadas por los centros, la evidencia del declive reside en que las iniciativas para los cambios fueron tomadas por las periferias. Cuando hablo de iniciativas para los cambios, no me refiero sólo a procesos de construcción de un socialismo, es mucho más que eso: se trata de movimientos que empezaron con una lógica potencialmente anticapitalista, potencialmente antiimperialista y potencialmente socialista.


Se trata de levantamientos de las naciones y no se puede separar estos elementos, los unos de los otros, si lo que se busca es sopesar lo que se logró y lo que no, durante la primera ola de contestación al capitalismo y al imperialismo. Actualmente, estamos entrando en una segunda ola de liberación que podría operar en este largo camino hacia el comunismo, por parte de las periferias.

La pregunta es ¿por qué y cómo aparecieron estas dinámicas en el capitalismo global? Lo que sucedió, durante el primer periodo de este declive del sistema capitalista, es una respuesta a la crisis del capitalismo globalizado, al capital monopólico y la globalización financiera. Esta crisis expresó lo que yo he denominado como el "largo periodo de las iniciativas de los pueblos, de las naciones y de los Estados de las periferias, entre 1914 y 1945, desde la Revolución Rusa, la Revolución China, los movimientos de liberación de Asia, África y Latinoamérica, para ingresar al antiimperialismo", como un primer momento u ola de contestación.

Ahora bien, los sistemas que se fueron construyendo en las periferias, como un resultado de este cuestionamiento a los centros, al imperialismo y al capitalismo, no necesariamente fueron de tendencia socialista a priori, en cuanto al ideal socialista de igualdad entre seres humanos, etc., se refiere. Pero sí lograron cambios significativos en la sociedad, cambios que, en mi opinión, fueron más significativos que los que se dieron en relación a las fuerzas de producción en los centros; cambios, asimismo, igual de significativos en el ámbito político. Naturalmente, yo no voy a leer estos procesos que se dieron en los centros durante la fase de capitalismo, de forma negativa. Es más, percibo que el Manifiesto Comunista, por ejemplo, fue muy positivo porque preparó las condiciones para un posible comunismo, es decir, trazó el camino histórico hacia el comunismo. No se trata de una dinámica racional per se, pero se trata de un movimiento positivo pues se crea las bases materiales para llegar al comunismo. Si bien se sienta las bases de una modernidad, se entra en una fase racional y un predominio de regimenes democráticos. Yo no leo este periodo como negativo, pues sienta las bases para construir niveles más altos de civilización que se enmarcarían en el comunismo.

Si el sistema capitalista se prolonga por más tiempo, inevitablemente devendrá en destructivo, teniendo una lectura negativa sobre el desarrollo de los países de las periferias y, análogamente, profundizando sus políticas de tipo apartheid, así como las formas más brutales de represión a futuro. Esta será la lógica del capitalismo, si es que este sistema continúa funcionando. Esto no puede ser aceptado por los pueblos del Sur, pues ellos han ido desarrollando una historia y una cultura política que no necesariamente es negativa en comparación con la del norte. Esto explica que el cambio debe empezar desde las periferias y que estamos ingresando en una segunda ola. Ahora bien, la proximidad entre la primera ola y la segunda no implica que vayan a ser procesos similares, de ninguna manera. La razón de esta afirmación es que los retos que se plantean para los pueblos de las actuales periferias del Sur, son muy diferentes a los desafíos que tuvieron que superar los pueblos que hicieron frente al capitalismo, durante la primera larga ola del siglo XX.

El proceso del capitalismo histórico significó la cimentación de una brecha entre países industrializados y no industrializados, es por eso que los procesos de liberación, en algunos casos, estuvieron asociados a proyectos socialistas -por ejemplo, la Revolución China, Cuba- y, en otros, simplemente a la liberación nacional, con algunos cambios en el orden social. Sin embargo, el objetivo de todas estas sociedades, ni siquiera de los propios Estados, fue acelerar una transición hacia la modernidad mediante una industrialización.

El resultado de la respuesta de los pueblos, naciones y Estados del Sur, a esta primera gran crisis del capitalismo, fue un desplazamiento hacia exitosas industrializaciones, pero todas bajo una lógica igualitaria. Este fue un periodo caracterizado por iniciativas tomadas desde las periferias. Yo no pretendo calificar estas industrializaciones a partir de si se basaron en criterios capitalistas o si sus intenciones eran las de construir sociedades socialistas, sino en el sentido  de que fueron exitosas e indujeron al imperialismo a ajustarse. Este proceso fue diametralmente opuesto a lo que ocurrió más tarde, los ajustes estructurales que forzaron a las sociedades del Sur a concertar con las necesidades de la acumulación del capital en los centros.

Lo que resultó de todo esto es que el imperialismo y el capital monopólico tuvieron que adaptarse y que, por ende, el contraste entre centros y periferias hoy en día, ya no corresponde más a un contraste entre países industrializados y no industrializados. En consecuencia, el control del capital monopólico por la tríada capitalista/imperialista (Estados Unidos, Europa, Japón) está, actualmente, operando por otros medios. Estos son lo que yo denomino "Los cinco monopolios del imperialismo":

1.     El control de las tecnologías.
2.     El control del acceso a los recursos naturales de todo el planeta.
3.     El control del sistema financiero global integrado.
4.     El control de los medios de comunicación, etc.
5.     El control y la posesión de armamentos de destrucción masiva, armas nucleares y otros.

Por ello, el desafío para las naciones, pueblos y Estados del Sur es el de aniquilar la capacidad de los centros de controlar el desarrollo de estas facultades; este es el desafío de nuestro presente. De esta manera, voy a concluir con esta idea, para que quede clara mi apreciación sobre el estadio en el que nos encontramos, en este largo camino hacia el comunismo.

De lo que estoy casi seguro es que los pueblos, naciones y Estados del Sur van a desarrollar estrategias y políticas que van a aniquilar, progresivamente, las ventajas y los monopolios de los poderes imperialistas. Esto significa que van a desplegar, necesariamente de forma independiente, iniciativas para desarrollarse en el ámbito de las tecnologías; en el ámbito del control o utilización de los recursos naturales, incluyendo medidas de control de estos recursos, para sí mismos; reemplazando o rompiendo, también, con el sistema financiero global, que ya se está quebrando por sí mismo, mediante el desarrollo de formas monetarias independientes que escapen a los arreglos o acuerdos regionales de los centros. Finalmente, también van a desarrollar geopolíticas y geoestrategias que logren, en última instancia, derrotar las estrategias que el imperialismo implementa para proteger sus cinco monopolios, que no pueden ser preservados si no es a través del control militar de la totalidad del planeta. Se puede actualmente observar la estrategia norteamericana y de sus aliados europeos de multiplicar sus establecimientos, en puntos estratégicos de las periferias.

Pero, las problemáticas que se le plantean a este sujeto son las siguientes ¿Quién va a liderar este movimiento de aniquilación de los monopolios del sistema imperialista global? ¿Quién será el que alcance estos objetivos? ¿Serán los pueblos, lato sensu, es decir, las clases populares, o al contrarío las clases gobernantes y los sistemas de poder? Este es el verdadero reto. Para nosotros, es decir, para la izquierda radical, esta es la principal cuestión política. ¿Quién será el que lidere el movimiento, sin que por ello el concepto de liderazgo implique un control sobre el movimiento? ¿Acaso serán las clases populares, o las clases gobernantes? Claro que, cuando digo clases gobernantes, no me refiero a las burguesías, pues si observamos los logros de la primera ola anticapitalista, estos fueron alcanzados por ambos sectores, fue una mixtura de ambos, con un contenido más popular en el caso de las luchas socialistas que en los movimientos referidos a una liberación nacional, pues los segundos fueron más antiimperialistas que anticapitalistas. Hay que tomar en cuenta, también, las diferencias que existieron entre ambas líneas de pensamiento.

Con el tiempo vamos a ir afrontando esta problemática. Tengo la esperanza de que las respuestas que vayan dando los pueblos del Sur sean más avanzadas (o de vanguardia), más radicales y más efectivas, de lo que fueron en la primera ola; no obstante, no existe ninguna certeza sobre esto. Es por esta razón que vuelvo a insistir sobre el largo declive del sistema capitalista y la larga transición hacia el comunismo, que tienen lugar simultáneamente. Esto implica insistir sobre los elementos negativos del barbarismo (imperialista), opuestos a los elementos positivos que comprende la cristalización de las nuevas formas de organización de la sociedad, la producción de sistemas más igualitarios. Ambos, es decir, los elementos negativos y positivos que acabo de señalar, van a operar simultáneamente, en situaciones de conflictividad, pero también, y curiosamente, en situaciones de complementariedad.

En fin, esta fue mi breve presentación sobre los problemas relacionados a la larga transición hacia el comunismo. Creo que ahora podemos dar lugar a los comentarios y críticas del Vicepresidente.

Muchas gracias.


*Conferencia pronunciada por el marxista egipcio Samir Amin en el auditorio del Banco Central de Bolivia el 18 de agosto del 2010, y reproducida en el libro colectivo Pensando el Mundo Desde Bolivia. II Ciclo de Seminarios Internacionales, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2012.
(Comité de Redacción)





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