Nota:
La edición de agosto del
presente año de la revista digital CREACIÓN HEROICA, motivó un comentario de nuestro
compañero Jorge Salgado, al artículo A propósito de algunas ideas erróneas
(primera parte) de Eduardo Ibarra, específicamente a la parte dos.
Procedemos a publicar dicho
comentario y la respuesta de nuestro compañero Eduardo Ibarra.
[Crítica
al artículo de Eduardo Ibarra A propósito de algunas ideas erróneas (primera
parte)]*
Jorge
Salgado
En el último número del blog
creación heroica se a publicado un importante documento de un reconocido
teórico marxista criticando ideas
erroneas. Es necesario hacer algunas comentarios preliminares para
aportar al debate de ideas partiendo de la premisa de debatir para afianzar un
trabajo común y no para dividir. Así por ejemplo el articulista señala que la
tesis de trotsky sobre el desarrollo desigual y combinado no es marxista pero
no aporta ningún argumento para probar su afirmación parece que se atribuye una suerte de magister dixtit
que bueno no da opción de réplica algo así como la infabilidad papal lo cual por supuesto no es aceptable
desde una perspectiva científica . Para empezar el mismo Lenin en sus cuadernos
filosóficos señala que la contradicción es la ley fundamental de la dialéctica
y de la misma manera lo señala Mao en sus cinco tesis filosoficas así que negar
la contradicción no solo es erróneo sino que es antimarxista y niega la
dialéctica.De la misma manera negar el carácter combinado de las leyes de la
dialéctica es igualmente erróneo puesto que es tener una postura mecánica
metafísica y no marxista de la dialéctica inclusiva es pre hegeliana lo que es
grave puesto que todas las leyes categorías y juicios de la dialéctica se
combinan de manera permanente por su mismo carácter dialéctico de lo contrario
Mao nunca hubiera podido desarrollar sus tesis sobre la contradicción principal
y el aspecto principal de la contradicción y como se combinan y cambian de
posición las contradicciones según su desarrollo particular y el contexto
general determinante dónde una contradicción se convierte en principal y
decisiva pero según el comentarista eso no sería posible porque niega el
carácter combinado del desarrollo dialéctico .De la misma manera se niega el
carácter desigual del desarrollo de los fenómenos concretos y de las leyes de
la dialectica con lo cual se niega el carácter contradictorio del desarrollo de
la materia y el pensamiento. En conclusión es un error negar una tesis
científicamente correcta por el simple prejuicio ideológico entendido como
falsa conciencia. En la ciencia podemos y debemos estudiar y aprender de todos
aquellos que han desarrollado la dialectica
empezando por Hegel y todos los grandes revolucionarios como trotsky que
en ese aspecto concreto a hecho un importante aporte que no es sino el
desarrollo de las tesis de Lenin de marx y de Hegel tomando en cuenta además qyecka dialectica
existe desde los presicraticos como Parménides Heráclito epicuro Demócrito y
otros sería bueno que el comentarista se de la molestia de repasar la tesis
doctoral de Marx sobre la diferencia entre la filosofía de la naturaleza entre
democrito y epicuro y como desarrolla la teoría de los meteoros y la atomistica
de democrito es de esperar que no la tache de no marxista porque esos filosofos
eran de una elite esclavista y no los vaya a tratar como perros muertos como
hacían con Hegel después de su muerte y la descomposición de la escuela
hegeliana sería bueno que se haga un repaso de la lógica de Hegel para
refrescar la memoria y tener mayor respeto por la dialectica y ser menos
dogmático y reduccionista.
Respecto del Que Hacer de
Lenin nuestro comentarista lo toma al pie de la letra como una suerte de biblia
o Talmud felizmente Lenin mismo fue
superando y desarrrollando su concepción del partido en la medida que fue
afrontando las tareas de la conducción del poder y la construcción del
socialismo basta comparar sus escritos sobre dos tácticas en la revolución
democrática un paso atrás y dos adelante y el estado y la revolución entre
otros muchos escritos dónde Lenin como buen dialectico aplica la ley de la
negación de la negación el aufhehobem es
decir retener el aspecto esencial y negarlo al desarrollarlo para poder
comprender los nuevos fenómenos y contradicciones en permanente desarrollo no
podemos aferrarnos dogmática me a un libro que fue la partida de nacimiento del
bolchevismo pero que fue evolucionando y cambiando para enriquecerse y ponerse
a la altura de nuevas realidades y nuevos fenómenos nacionales y mundiales .Así
por ejemplo el comentarista afirma que el libro de Lenin es un deslinde contra
el revisionismo pero callla piadosamente y por verguenza ajena que Lenin cita
extensamente a kautsky y lo hace de manera literal porque en esa época kautsky
era el sumo pontífice del marxismo ortodoxo y Lenin era un de sus mas avezados
discípulos y difusores lo que no quita los méritos de kautsky en esa época pero
el problema es que kautsky como todos los jefes y teóricos de la segunda
internacional especialmente en Alemania tenían una concepción mecanicista
positivista evolucionista y vulgar del marxismo habían reducido la dialectica
revolucionaria del marxismo en una suerte de versión burguesa de la teoría del
progreso como algo objetivamente indiscutible e ineluctable una suerte de nueva
filosofía de la historia de tipo hegeliana o peor aún positivista ese era el
carácter del kautsky que Lenin seguía al pie de la letra en su tesis de que la
doctrina socialista se introduce de afuera y no puede ser la expresión de. La
lucha conciente de la clase obrera negando la tesis de Marx del manifiesto
comunista y de la guerra civil en Francia sobre la comuna de París dónde Marx
plantea que la emancipación de la clase obrera como clase universal será obra
de la lucha de la misma clase obrera y no de ningún profeta o intelectual
venido de afuera porque eso sería negar la ley fundamental de la dialectica de
que todo fenómeno cambia y es negado por su propio desarrollo interno y por sus
propias contradicciones siendo las circunstancias externas concomitantes que
pueden acelerar o retrasar determinado desarrollo pero nunca sustituir el
propio desarrollo de la conciencia de clase y su organización . Por lo demás es
erróneo elevar a categoría de principio el carácter clandestino del partido eso
depende del contexto particular e histórico de la lucha de clases en cada país
en la Rusia zarista en 1902 no había ninguna posibilidad de lucha legal la
autocracia perseguía cualquier trabajo revolucionario y era lógico e inevitable
que los rusos se organicen en la clandestinidad pero cuando se dió la
revolución de 1905 el partido se legalizó de facto y participó en las
elecciones a la DUma y en otras ocasiones las boicoteo dependiendo de las
circunstancias sin que Lenin jamás a haya elevado a categoría de principio la
participación o no participación en las elecciones a la DUma zarista igualmente
después de la caída del zarismo en febrero del 17 el partido bolchevique se
legalizó de hecho y de derecho y participó activamente en los soviets
especialmente en Petrogrado dónde trotsky
ocupo la presidencia de la comisión militar y preparo con Lenin la toma
del poder en octubre por tanto en plena situación revolucionaria y de poder
dual Lenin nunca se ato las manos o los pies sujetándose dogmática me a las
tesis del Que HAcer de 1902 que ya eran inaplicables entre otra razones porque
en esa época la clase obrera rusa todavía no había creado los soviets que no
fueron ningún invento bolchevique sino creación heroica del proletariado ruso
algo que por supuesto ningún dogmático podrá aceptar ni entender jamás porque
adoran la letra de un texto y dejan de lado el desarrollo vivo y creador de la
realidad.
Respecto de mariategui nuestro comentarista lo
presenta como un ortodoxo y dogmático aplicador del Que Hacer de Lenin pero se
equivoca gravemente porque el verdadero aplicador dogmático de la teoría
leninista de 1902 fue ravines y su línea dogmática de desamautizar el partido
de bolchevizarlo y sustituyó amauta por el pasquín la hizo y el martillo ese
fue el fiel aplicador del Que Hacer de Lenin pero el comentarista una vez más
guarda piadoso silencio por el repudio que genera ese nefasto personaje .
Mariategui fundo la CGTP y lo hizo de manera legal difundiendo su revista
amauta de manera legal así como el boletín de labor dió sus conferencias sobre
la crisis mundial en la universidad popular González Prada fundada por haya de
la torre se reunia en su casa de manera legal con todo tipo de delegaciones de
trabajadores indios y estudiantes así como intelectuales burguéses como Waldo
Frank fundo una empresa editora legal con su hermano y cuñado osea era un
empresario publicaba en periódicos y revistas burguesas como mundial y
variedades es decir supo utilizar al máximo todas las posibilidades legales y
nunca asumió dogmática me ninguna práctica clandestinista ni conspirativa eso
nunca fue una cuestión de principios para mariategui y su concepción de
construcción partidista el siempre puso por delante la praxis del frente único
y de la necesidad de crear un partido de masas y no ningún senaculo clandestino
y cuando el hostigamiento de lengia se hizo insoportable preparo su viaje a
buenos aires .EN suma mariategui nunca fue un vulgar aplicador del Qué Hacer de
Lenin el conocía el texto y lo llegó a citar pero nunca lo aplicó
dogmáticamente el creo su propia teoría y estilo de construcción partidaria que
obedecía a la realidad concreta y
particular del Perú y nunca se le ocurrió imitar servilmente ningún manual o
recetario por mas leninista que pretendidamente le quisieron imponer algunos
dogmaticos y agentes de la komintern como ravines o codovila . Debemos retomar
el pensamiento de mariategui reinvindicando sus tesis creadoras y Anti
dogmaticas porque esa es la única manera de proseguir su legado crear un
marxismo indoanericano liberador y creativo en esa tarea coincidiremos más allá
de cualquier diferencia . Estás notas críticas no pretenden agotar el tema ni
desconocer los méritos del comentarista
pero asumimos el reto de decir nuestra verdad tal y como honradamente la
entendemos sin pretender tener el monopolio de la verdad y como decía Mao que
se habrán cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento y que el debate
está abierto para los que opinan y no para los que callan.
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(*) El comentario del
compañero Jorge Salgado apareció en un grupo de WhatsApp los primeros días del
mes de agosto. Se transcribe tal cual fuera enviado.
La Terrible Confusión de un Compañero
Eduardo Ibarra
EL COMPAÑERO Jorge Salgado ha publicado una nota en la que “critica” a un “articulista” o “comentarista”. Este “articulista” o “comentarista”, es el autor del presente artículo.
Pues bien, en su nota el compañero Salgado considera a Trotski un “gran revolucionario” y a su tesis del “desarrollo desigual y combinado”, “un aporte” al marxismo, y ambas consideraciones entrañan, como es obvio, una valoración positiva de sus posiciones teóricas y políticas y de sus acciones. Por otro lado, nuestro compañero desvaloriza el ¿Qué hacer? y lo mismo hace con Lenin. En el mismo lugar, lanza algunas diatribas y algunas calumnias contra mi persona y, por supuesto, tanto este ataque como lo anterior exigen un esclarecimiento. Personalmente puedo mirar por encima de aquellas diatribas y aquellas calumnias (más adelante señalaré desde otra perspectiva dos cuestiones relativas a las mismas), pero como miembro de un colectivo que tiene centrados sus esfuerzos en dar un paso importante en la lucha por la reconstitución del partido de Mariátegui, no puedo dejar de esclarecer lo de Trotsky y el trotskismo (no hay elogio a Trotsky que no encierre trotskismo, filotrotskismo o una inclinación elemental con respecto a esta corriente ideológica), así como lo de Lenin y el ¿Qué hacer?
Precisamente, en su afán por defender la tesis de Trotsky mencionada arriba, nuestro compañero junta, sin ton ni son, una serie de afirmaciones sobre la dialéctica, pero quienquiera puede percatarse de que ninguna de ellas demuestra la condición dialéctica de aquella tesis, por la sencilla razón de que la verdad nunca es abstracta, pues siempre es concreta.1 Es decir, nuestro compañero no ha demostrado, concretamente, su creencia de que la tesis de Trotsky es dialéctica.
En su
propósito de valorizar la tesis de Trotsky, el trotskista estadounidense George
Novack extendió la presunta validez de la misma a los fenómenos de la
naturaleza,2 y, otro autor trotskista, el argentino Nahuel Moreno,
pretendió, en su delirio, que “la ley del desarrollo desigual y combinado se
encuentra corroborada por los estudios de Jean Piaget sobre el desarrollo del
conocimiento”3, es decir, que la aludida “ley” rige asimismo en el
pensamiento. Incluso Moreno llega a escribir esta enormidad:
… para
nosotros la ley del desarrollo desigual y combinado es la más importante
descubierta por el marxismo y la ciencia moderna, como la ley que unifica las
leyes genéticas y estructurales. Ella nos permite darnos una nueva ley del surgimiento
de lo nuevo, mucho más rica y correcta que la del salto de cantidad en cualidad.4
Es decir, Moreno eleva la tesis del “desarrollo desigual y combinado” al rango de ley de la dialéctica, con la nota particular de que prácticamente considera que la misma sustituye a la ley de transformación de los cambios cuantitativos a cualitativos.
Pero ocurre que, forzado por la crítica a su tesis, Trotsky llegó a reconocer que
Como ley es un tanto vaga;
es, más bien, una realidad histórica. Refleja la idea de que no todos los
países atraviesan simultáneamente el mismo proceso de desarrollo sino que se
desarrollan de distintas maneras, con distintos ritmos, etcétera. La ley puede
interpretarse de mil maneras diferentes.5
O sea, según su propio autor, la tesis del “desarrollo desigual y combinado” es indefinida, imprecisa, indeterminada, incierta, y, por lo tanto, puede ser interpretada “de mil maneras diferentes” o, lo que es lo mismo, no puede ser entendida de una única manera, de un modo objetivo, de una forma científica.
De otro lado, Novack sostiene que “la ley misma fue llevada a un primer plano y efectivamente aplicada por primera vez, por los fundadores del materialismo histórico, Marx y Engels, aproximadamente un siglo atrás”; que “Marx y Engels derivaron la esencia de esta ley, a su vez, de la filosofía dialéctica de Hegel”; y que muchos pensadores dialécticos, antes y después de Hegel, usaron esta ley en sus estudios y la aplicaron… Los más destacados teóricos del marxismo, desde Kautsky y Luxemburgo hasta Plejanov y Lenin, advirtieron su importancia, observaron su funcionamiento y consecuencias y la usaron…”6 Trotsky, agrega Novack, “no solo le puso nombre a esta ley, sino que también fue el primero que la expuso en su pleno significado y la dotó de una expresión redondeada.”7
Esta “expresión redondeada” se encuentra por primera vez en la literatura de Trotsky en el libro Historia de la revolución rusa (que, dicho sea de paso, tergiversa esta historia en muchos puntos y silencia que él mismo, Trotsky, propuso, en pleno 1917, que Lenin se entregase a los tribunales contrarrevolucionarios y que en setiembre del mismo año pretendió, contra el acuerdo del partido, que el inicio de la insurrección fuera postergada). ¿Qué dice Trotsky en las páginas de su mencionado libro sobre su aludida tesis? Pues dice que
Las leyes de la historia no tienen nada de común con el esquematismo pedantesco. El desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso histórico, no se nos revela, en parte alguna, con la evidencia y la complejidad con que la patentiza el destino de los países atrasados. Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados vencen obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado.
Y, en otro lugar, agrega:
El curso vivo de los
acontecimientos históricos salta siempre por encima de las etapas, que son el
resultado de una división teórica de la evolución tomada en su totalidad.8
Es decir, Trotsky enfatiza la posibilidad de quemar etapas en el proceso histórico, por ejemplo en el sentido específico de que, con respecto a la revolución en los países atrasados, que es el caso que él mismo destaca como probatorio de su tesis, niega la etapa democrática de la revolución; así, su tesis del “desarrollo desigual y combinado” revela su falta de cientificidad, por cuanto no permite, en el caso considerado, identificar la contradicción principal y, por lo tanto, cierra la posibilidad de establecer una línea demarcatoria entre los amigos y los enemigos y, por lo tanto, de instituir las alianzas necesarias, el frente unido, las tareas, etcétera. Esta es la “expresión redondeada” de la que habla Novack.
En cambio, Lenin sostiene:
Es cierto que, en toda situación histórica concreta, se entrelazan los elementos del pasado y del porvenir, se confunden uno y otro camino. El trabajo asalariado y su lucha contra la propiedad privada existen también bajo la autocracia, nacen incluso en el régimen feudal. Pero esto no nos impide en lo más mínimo distinguir lógica e históricamente las grandes fases del desarrollo. Pues todos nosotros contraponemos la revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa entre las mismas, pero ¿se puede negar acaso que se entrelacen en la historia elementos aislados, particulares de una y otra revolución? ¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas socialistas? ¿Y acaso la futura revolución socialista en Europa no tendrá todavía mucho que hacer para culminar lo que ha quedado sin terminar en el terreno de la democracia?9
Es claro pues que el jefe bolchevique era consciente del desarrollo desigual de las formaciones sociales y del hecho de que en muchas situaciones históricas concretas se da un entrelazamiento de elementos y caminos como el aludido por él mismo, mientras Trotsky se limitó a ponerle un nombre a este fenómeno y, al hacerlo, se aderezó su propia concepción del mismo con aquello de que “El curso vivo de los acontecimientos históricos salta siempre por encima de las etapas”.
Sin que sea parte del artículo que el compañero Salgado “critica”, mi artículo “Mariátegui, el ¿Qué hacer? y el Partido Socialista del Perú”, ha sido objeto asimismo de una despistada apreciación suya.
En efecto, es impresionante que nuestro compañero no haya comprendido el contenido y el propósito de mi artículo: demostrar que en el ¿Qué hacer? Lenin estableció cinco caracteres fundamentales del partido proletario, y que estos caracteres se encontraban en el Partido Socialista del Perú. Los aludidos caracteres son: marxismo, ligazón con la clase y las masas, cualidad de vanguardia, centralismo democrático, clandestinidad. Eso es todo. Sin duda, el ¿Qué hacer? representa un jalón importantísimo en el pensamiento de Lenin sobre el partido proletario, no solo por aquello de los revolucionarios profesionales,10 sino también y sobre todo por encontrarse allí fundamentados los cinco anotados caracteres del partido proletario, asumidos luego por todos los partidos proletarios del mundo.
Y, es tal la confusión del compañero Salgado, que cree que
…
el verdadero aplicador dogmático de la teoría leninista de 1902 fue ravines y
su línea dogmática de desaumatizar el partido de bolchevizarlo y sustituyó
amauta por el pasquín la hizo11 y el martillo ese fue el fiel
aplicador del Qué hacer de Lenin” (sic).
Aquí, las preguntas ineludibles son: ¿es verdad que Ravines fue “el verdadero aplicador” del famoso libro de Lenin? Es decir, ¿Ravines aplicó el contenido de valor universal del ¿Qué hacer? ¿Acaso lo hizo en lo que concierne a la ligazón del partido con la clase y las masas? ¿Tal vez en lo relativo a la cualidad de vanguardia del partido? ¿O quizás en relación al centralismo democrático? ¿O a la clandestinidad del partido?
La verdad es que Ravines; 1) no aplicó el marxismo sino una línea izquierdista, contraria al marxismo del ¿Qué hacer?; 2) no ligó correctamente el partido a la clase y las masas, pues destruyó su trabajo campesino y su trabajo con la pequeña burguesía urbana, principalmente con los intelectuales; 3) degradó así la cualidad de vanguardia del partido; 4) no aplicó el centralismo democrático, pues incluso durante varios años llegó a “dirigir” el partido desde Chile; 5) distorsionó la clandestinidad, pues no supo combinarla correctamente con el trabajo abierto.
Así que, decir que Ravines fue “el verdadero aplicador” del ¿Qué hacer?, da cuenta de que no se ha comprendido el ¿Qué hacer?, de que no se ha comprendido lo que representa este libro en el desarrollo de la teoría marxista en punto a la cuestión del partido proletario, de que no se ha comprendido su contenido de valor particular y su contenido de valor universal, de que no se ha comprendido el enorme papel que cumplió en su concreción en el partido bolchevique y la trasformación de este partido en un partido de masas.
Fue más bien Mariátegui quien asimiló críticamente el ¿Qué hacer?, por lo que extraña que el compañero Salgado no se haya percatado de esta perspectiva de mi artículo. Comentando la relación del ¿Qué hacer? con el Partido Socialista del Perú, en mi aludido artículo dejé en claro que, en lugar de acordar el marxismo, Mariátegui acordó el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, atendiendo así al hecho de que el leninismo es el desarrollo del marxismo en nuestra época, cuestión que, por razones obvias, no se reconoce en las páginas del ¿Qué hacer?; en cuanto a la ligazón con la clase y las masas, a diferencia del ¿Qué hacer?, el partido de Mariátegui no limitó su membresía a la clase obrera y a la pequeña burguesía urbana, sino que incluyó a la clase campesina.
Asimismo, sostengo en el mismo lugar lo que sigue:
Por otro lado, Mariátegui no tomó del ¿Qué hacer? la teoría del partido como organización de revolucionarios profesionales, pues, sin duda, entendió que dicha forma organizativa no era pasible de ser generalizada y que, específicamente, no respondía a las condiciones peruanas.
No obstante, a efecto de justificar sus calumnias contra mi persona, el compañero Salgado procedió a silenciar en su nota mis citadas afirmaciones y a sostener que
… nuestro comentarista lo presenta [a Mariátegui] como un ortodoxo y dogmático aplicador del Que hacer (sic).
Esta afirmación demuestra que, cuando se actúa con prejuicio y con no muy claras intenciones, se termina por no entender lo que se lee.
Y es tal la ofuscación del compañero Salgado, que, en el contexto verbal del tercer párrafo de su nota, el ¿Qué hacer? es rebajado al rango de simple “manual”, a la condición de mero “recetario”, y en el segundo párrafo presenta a Lenin como un mero seguidista de Kautsky. En efecto, dice nuestro compañero:
… [a Mariátegui] nunca se le ocurrió imitar servilmente ningún
manual o recetario…
Lenin cita extensamente a kautsky y lo hace de manera literal porque en esa época kautsky era el sumo pontífice del marxismo ortodoxo y Lenin era uno de sus más avezados discípulos y difusores (…) el problema es que kautsky como todos los jefes y teóricos de la segunda internacional especialmente en Alemania tenían una concepción mecanicista positivista evolucionista y vulgar del marxismo habían reducido la dialéctica revolucionaria del marxismo en una suerte de versión burguesa de la teoría del progreso como algo objetivamente indiscutible e ineluctable una suerte de nueva filosofía de la historia de tipo hegeliana o peor aún positivista ese era el carácter de kautsky que Lenin seguía al pie de la letra en su tesis de que la doctrina socialista se introduce de afuera (sic).
Todavía más –y como vemos–, el compañero Salgado acusa a Lenin, de manera expresa, de tener una concepción mecanicista, positivista, evolucionista, de tener una concepción vulgar del marxismo, pues, según le parece, “Lenin seguía al pie de la letra [a Kautsky], en su tesis de que la doctrina socialista se introduce de afuera” de la clase obrera. Así, nuestro compañero coincide con Trotsky, quien en su folleto Nuestras Tareas políticas, dejó escrito lo siguiente:
Cuando Lenin tomó de Kautsky la absurda idea de la relación entre el elemento “espontáneo” y el elemento “consciente” en el movimiento revolucionario del proletariado, no hacía otra cosa más que definir groseramente las tareas de su época.
O sea que, como vemos también, el compañero Salgado no solo asume la tesis del “desarrollo desigual y combinado”, sino también la posición de Trotsky sobre la relación entre la conciencia y el movimiento espontáneo. Este no es el lugar para extendernos sobre este particular, pero es pertinente señalar que esa posición es la de varios liquidadores.
Es significativo que, tratando de abonar su posición favorable a un partido legal, el compañero Salgado se obstine, como habrá visto el lector, en el truco de reseñar la acción legal del PSP y silenciar su acción clandestina (respecto a esta cuestión, puede verse el artículo “A propósito de algunas ideas erróneas”, cuya última parte –hasta ahora– fue publicada en la edición pasada de CREACIÓN HEROICA). Dice nuestro compañero:
… [Mariátegui] nunca asumió dogmática me12 ninguna práctica clandestinista ni conspirativa eso nunca fue una cuestión de principios para Mariátegui y su concepción de construcción partidista el siempre puso por delante la praxis del frente único y de la necesidad de crear un partido de masas y no ningún senáculo clandestino… (sic).
Y abunda en su idea, diciendo lo que sigue:
… cuando se dio la revolución rusa de 1905 el partido se legalizó de facto
Como vemos, el compañero Salgado refiere la historia de una forma incompleta, de un modo sesgado, de una manera unilateral. En realidad, durante la revolución de 1905 el partido bolchevique fue el primero en ampliar su trabajo abierto, pero en ningún momento desactivó su trabajo clandestino. Y todo marxista sabe cómo Lenin defendió el carácter clandestino de su partido después de 1905 cuando en sus filas apareció el liquidacionismo. Incluso en la revolución de 1917 el partido bolchevique no desactivó su trabajo clandestino: Lenin se mantuvo clandestino durante varios meses bajo la cobertura del aparato clandestino bolchevique, y el Sexto Congreso del partido, al que no asistió Lenin, aunque lo dirigió, se realizó en la clandestinidad. Al respecto, la Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S., dice lo siguiente:
En medio de una
campaña increíblemente encarnizada de la prensa burguesa y pequeñoburguesa, se
reunió en Petrogrado el VI Congreso del Partido bolchevique (…) Sus sesiones
duraron desde el 26 de julio hasta el 3 de agosto de 1917, y tuvieron carácter
clandestino. La prensa se limitó a anunciar la convocatoria del Congreso, sin
indicar el sitio en que había de reunirse (…) La prensa burguesa pedía la
detención de todos los congresistas. Pero, aunque se pusieron en campaña los
sabuesos de la policía para descubrir el sitio en que se reunía el Congreso, no
pudieron averiguarlo.
Es decir, que a los cinco meses de derribado el zarismo, los bolsheviques tenían que reunirse subrepticiamente, y el jefe del Partido proletario, Lenin, veíase obligado a vivir oculto en una choza, cerca de la estación de Rasliv.
En este mismo Congreso, dicho sea no de tan de paso, se examinó la cuestión de la comparecencia de Lenin ante los tribunales. Trotsky, Kamenev, Rikov, entre algunos otros, propusieron que Lenin se entregase a los tribunales contrarrevolucionarios, como lo habían venido sosteniendo ya desde antes del Congreso. La propuesta, obviamente, fue rechazada.
Así, pues, nadie puede dejar de entender que el compañero Salgado refiere la historia de una manera sesgada, interesada, tendenciosa. Esto, desde luego, no es marxismo.
Al principio de su nota el compañero Salgado dice:
… es necesario hacer algunos comentarios preliminares para aportar al debate de ideas partiendo de la premisa de debatir para afianzar un trabajo común y no para dividir.
Estas son hermosas palabras, pero veamos qué hay oculto detrás de ellas. Supongamos que un miembro de un colectivo trotskista plantee de pronto que Stalin fue un gran revolucionario, y que la ley económica fundamental del socialismo, descubierta por él, es un importante aporte al marxismo. ¿No considerarían los demás trotskistas que el que de esa manera se manifiesta los quiere dividir? Desde luego que sí, pues, como es de conocimiento general, Stalin no tiene lugar en ningún colectivo trotskista.
Inversamente, si en un colectivo marxista-leninista como el nuestro, se plantea de pronto, como lo ha hecho el compañero Salgado, que Trotski fue “un gran revolucionario y que su tesis del “desarrollo desigual y combinado” es “un importante aporte” al marxismo, ¿no estará intentando dividirnos, por la sencilla razón de que sabemos perfectamente que Trotski fue siempre un oportunista que devino activo contrarrevolucionario desde los últimos tiempos de su militancia en el partido soviético (ya entonces organizó una facción secreta en el partido) hasta su asesinato por un trotskista desengañado, y que, por tales razones, no tiene lugar entre nosotros?
Entonces, como se puede ver, en el marco de nuestro colectivo la actitud del compañero Salgado con respecto a Trotsky, es una actitud divisionista.
El compañero Salgado es bastante cómico. Mientras por un lado dice que yo no aporto “ningún argumento para probar” mi afirmación sobre la ya varias veces mencionada tesis de su héroe, por otro lado no se ha sentido en la obligación de argumentar los conceptos con los que ha enaltecido a un oportunista contumaz y activo contrarrevolucionario como Trotsky, no obstante haberse dirigido a marxista-leninistas. Así, nuestro compañero exige a los demás que nos extendamos en argumentos que estarían demás, cuando él mismo no se siente en la obligación de extenderse en argumentar afirmaciones inexplicables para los marxista-leninistas. Esto es una flagrante falta de coherencia de nuestro compañero.
Desde 1903 los marxistas bolcheviques sabían que Trotsky era un oportunista, y existe abundante literatura sobre Trotsky, el “pequeño Judas” (palabras de Lenin) y el trotskismo. ¿Quiere enterarse nuestro compañero cómo Lenin expresó la veleidad política de Trotsky y su impenitente derechismo? He aquí sus palabras:
Jamás, ni en un solo
problema del marxismo, ha sostenido Trotsky una opinión firme. Siempre se
ingenió para “deslizarse por entre las rendijas” de tales o cuales
divergencias, y para pasar de un campo a otro.13
¡¡Llegó Trotski y este canalla se entendió en seguida con el ala derecha de Novi Mir contra los zimmerwaldistas de izquierda!! ¡¡Así como lo oye!! ¡¡Ese es Trotsky!! Siempre fiel a sí mismo, se revuelve, estafa, posa de izquierda y ayuda a la derecha, mientras puede…14
Son conocidas las posiciones antibolcheviques mantenidas por Trotsky en relación al partido, a la revolución rusa, al campesinado, a la izquierda zinmmerwaldiana, a la comparecencia de Lenin ante los tribunales, a la toma del poder en 1917, a la paz de Brest Litovsk, a la cuestión de los sindicatos bajo la dictadura del proletariado, a la cuestión de las fracciones en el partido (téngase en cuenta que por lo menos cuatro de estas cuestiones hubiesen conducido la revolución al despeñadero), etcétera, etcétera.
He ahí el “gran revolucionario” Trotsky. Esto, desde luego, en cuanto a sus posiciones teóricas y políticas. Veamos ahora aquello de que Trotsky “… preparó con Lenin la toma del poder en octubre…”.
La verdad histórica al respecto es que fueron Lenin y el partido bolchevique los que prepararon y llevaron hasta la victoria la insurrección. Precisamente la histórica sesión del CC del partido, realizada el 10 de octubre de 1917, aprobó dar inicio a la insurrección en los próximos días, así como la resolución, redactada por Lenin, en la que se señala:
El C.C. reconoce que tanto la situación internacional de la revolución rusa (…), como la situación militar (…) y la conquista por el Partido proletario de la mayoría dentro de los Soviets; unido todo ello a la insurrección campesina y al viraje de la confianza del pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Moscú); y, finalmente, la preparación manifiesta de una segunda korniloviada (…) pone a la orden del día la insurrección armada.15
Trotsky presentó una enmienda a esta resolución: propuso que la insurrección no fuera iniciada hasta el 25 de octubre, cuando se instalara el Segundo Congreso de los Soviets. La enmienda fue rechazada, pero de haberse aprobado, habría llevado al fracaso la insurrección.
En la sesión ampliada del CC del partido del 16 de octubre, se eligió un Centro del Partido encargado de dirigir la insurrección. Este Centro estaba formado por Lenin, Zinóviev, Stalin, Kámenev, Trotski, Sokólnikov y Búbnov, y fue el núcleo dirigente del Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado. El Centro del Partido dirigió prácticamente toda la insurrección.
En la sesión del Soviet de Petrogrado, Trotsky delató al enemigo la fecha de la insurrección, establecida por el partido bolchevique. Para evitar la posibilidad de que, al conocer la aludida fecha, el Gobierno Provisional hiciera fracasar la insurrección, el CC del partido decidió cambiarla.
Y, es sabido que, desde el Smolny, Lenin dirigió personalmente la insurrección.
En su trabajo “¿Trotskismo o leninismo?”, Stalin esclareció:
Veamos
ahora la leyenda sobre el papel particular de Trotski en la insurrección de
Octubre. Los trotskistas propalan insistentemente rumores de que Trotski fue el
inspirador y el único dirigente de la insurrección de Octubre. Esos rumores los
propala con particular empeño Lentsner, el llamado redactor de las obras de
Trotski. El propio Trotski, dando sistemáticamente de lado al Partido, al CC
del Partido y al Comité de Petrogrado del Partido, silenciando el papel
dirigente de estas organizaciones en la insurrección y presentándose
machaconamente a sí mismo como la figura central de la insurrección de Octubre,
contribuye, quiéralo o no, a propalar esos rumores acerca de su papel
particular en la insurrección. Estoy lejos de negar el papel, indudablemente
importante, desempeñado por Trotski en la insurrección. Pero debo decir que
Trotski no desempeñó, ni podía desempeñar, ningún papel particular en la
insurrección de Octubre, y que, siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se
limitaba a cumplir la voluntad de las correspondientes instancias del Partido,
que dirigían cada uno de sus pasos. A los filisteos como Sujánov todo eso puede
parecerles extraño, pero los hechos, los hechos reales, confirman por entero lo
que digo.
Tomemos
las actas de la reunión siguiente del CC, celebrada el 16 (29) de octubre de
1917. Participan en ella los miembros del CC más representantes del Comité de
Petrogrado y representantes de la organización militar, de los comités de
fábrica, de los sindicatos y de los ferroviarios. Entre los asistentes, además
de los miembros del CC figuran: Krilenko, Shotman, Kalinin, Volodarski,
Shliápnikov, Lacis y otros. En total, 25 personas. Se discute el problema de la
insurrección desde un punto de vista puramente práctico y organizativo. Se
aprueba la resolución de Lenin sobre la insurrección por una mayoría de 20
votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro práctico para dirigir la
organización de la insurrección. ¿Quiénes pasan a formar parte de dicho centro?
Para él son elegidos cinco camaradas: Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Búbnov y
Uritski. Tareas del centro práctico: dirigir todos los organismos de
preparación práctica de la insurrección, de acuerdo con las directivas del
Comité Central. Como veis, en esta reunión del CC ocurrió algo «terrible», es
decir, Trotski, el «inspirador», la «figura principal», el «único dirigente» de
la insurrección, no fue elegido, de «modo extraño», para el centro práctico
llamado a dirigir la insurrección. ¿Cómo compaginar este hecho con esa difundida
opinión acerca del papel particular de Trotski? ¿No es verdad que todo ello es
algo «extraño», como diría Sujánov, o como dirían los trotskistas? Sin embargo,
no hay en ello, hablando en propiedad, nada de extraño, pues Trotski, por ser
entonces relativamente nuevo en el Partido, no desempeñó ni podía desempeñar
ningún papel particular en el Partido ni en la insurrección de Octubre. Lo
mismo que todos los demás funcionarios en puestos de responsabilidad; era
únicamente un ejecutor de la voluntad del CC y de sus organismos. Quien conozca
el mecanismo de dirección del Partido Bolchevique, comprenderá sin gran trabajo
que no podía ser de otro modo: en cuanto Trotski no hubiera acatado la voluntad
del CC, habría perdido toda influencia sobre el curso de los acontecimientos.
Las habladurías acerca del papel particular de Trotski son una leyenda
propalada por complacientes comadres «del Partido».
Eso no
quiere decir, naturalmente, que la insurrección de Octubre no tuviera su
inspirador. La insurrección tuvo su inspirador y su dirigente. Pero fue Lenin,
y nadie más que Lenin, cuyas resoluciones aprobó el CC al decidir el problema
de la insurrección; Lenin, a quien la clandestinidad no impidió ser el
verdadero inspirador de la insurrección, a despecho de las afirmaciones de
Trotski. Es necio y ridículo querer ocultar ahora con habladurías acerca de la
clandestinidad el hecho indudable de que el inspirador de la insurrección fue
V. I. Lenin, el jefe del Partido.
Tales son los hechos.
Admitámoslo,
nos dicen, pero no se puede negar que Trotski peleó bien en el período de
Octubre. Sí, eso es cierto, Trotski peleó bien en el período de Octubre. Pero
en el período de Octubre no sólo Trotski peleó bien; ni siquiera pelearon mal
gentes como los eseristas de izquierda, que entonces marchaban hombro a hombro
con los bolcheviques. Debo decir, en general, que en el período de la
insurrección triunfante, cuando el enemigo está aislado y la insurrección se
extiende, no es difícil pelear bien. En esos momentos, hasta los elementos
atrasados se hacen héroes.
Pero
la lucha del proletariado no es una ofensiva continua, una cadena de éxitos
constantes. La lucha del proletariado tiene que pasar también por sus pruebas y
sufrir sus derrotas. Y verdadero revolucionario no es quien da muestras de
valor en el período de la insurrección triunfante, sino quien, peleando bien
cuando la revolución despliega una ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar
muestras de valor en el período de repliegue de la revolución, en período de
derrota del proletariado; quien no pierde la cabeza y no se acobarda ante los
reveses de la revolución, ante los éxitos del enemigo; quien no se deja llevar
del pánico ni cae en la desesperación en el período de repliegue de la
revolución. Los eseristas de izquierda no lucharon mal en el período de
Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero ¿quién ignora que esos «denodados»
combatientes se dejaron llevar del pánico en el período de Brest-Litovsk,
cuando la ofensiva del imperialismo alemán les hizo caer en la desesperación y
en el histerismo? Es muy de lamentar, pero es un hecho indudable que a Trotski,
que peleó bien en el período de Octubre, le faltó valor en el período de
Brest-Litovsk, en un período de reveses temporales de la revolución, para dar
muestras de suficiente firmeza en tan difícil momento y no seguir las huellas
de los eseristas de izquierda. Es indiscutible que el momento era difícil, que
había que poner de manifiesto gran valentía y una serenidad extraordinaria para
no desconcertarse, para replegarse a tiempo, para aceptar la paz en el momento
oportuno, salvar al ejército proletario del golpe que quería asestarle el
imperialismo alemán, conservar las reservas campesinas y, después de haber
obtenido, de tal modo, una tregua, caer sobre el enemigo con nuevas fuerzas.
Pero, desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valentía ni esa firmeza
revolucionaria en un momento tan difícil.
Según
opina Trotski, la principal enseñanza de la revolución proletaria consiste en
«no acobardarse» en Octubre. Eso es falso, porque la afirmación de Trotski no
encierra más que una partícula de la verdad acerca de las enseñanzas de la
revolución. Toda la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución proletaria
consiste en «no acobardarse» no sólo en los días de ofensiva de la revolución, sino
tampoco en los días de repliegue, cuando el enemigo obtiene ventajas y la
revolución sufre reveses. La revolución no queda circunscrita a Octubre.
Octubre no es más que el comienzo de la revolución proletaria. Malo es
acobardarse cuando la insurrección va en ascenso. Pero aún es peor acobardarse
cuando llegan duras pruebas para la revolución, después de la toma del Poder.
Mantenerse en el Poder al día siguiente de la revolución es tan importante como
tomarlo. Si Trotski se acobardó en el período de Brest-Litovsk, en un período
de duras pruebas para nuestra revolución, cuando la cosa llegó casi a la
«entrega» del Poder, debe comprender que los errores de Kámenev y de Zinóviev
en Octubre no tienen nada que ver con esto.
Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca de la insurrección de Octubre.
Este es “el gran revolucionario” Trotsky, que, según hemos señalado ya, el compañero Salgado exalta diciendo que dicho personaje “ocupo la presidencia de la comisión militar y preparo con Lenin la toma del poder en octubre”. Pero ocurre que, como hemos visto en las citas al respecto, la verdad histórica es otra, y ahora el lector puede percatarse fácilmente que todo lo que hace el compañero Salgado es repetir, con notorio retardo y equivocando el escenario, las leyendas de Trotsky y los trotskistas. Por otro lado, es importante señalar que, en el texto citado, las afirmaciones de Stalin no solo están perfectamente documentadas, sino que, al mismo tiempo, son debidamente ponderadas, mostrando así su espíritu proletario.
En cambio, Trotsky mostró siempre su espíritu pequeño burgués: a lo largo de los años, no ahorró nunca diatribas y calumnias contra Stalin, así como contra Lenin. Apuntemos una de las cien diatribas que lanzó contra Stalin: “opaca mediocridad”; anotemos ahora una de las cien calumnias que lanzó contra Lenin: “sustitutismo”, que Trotsky argumentaba diciendo que Lenin quería sustituir la clase por el partido, el partido por el Comité Central y el Comité Central por el dictador. ¡Lenin “dictador”, al decir del entonces menchevique Trotsky! En cuanto a las injurias contra Stalin, basta subrayar aquí que, después de leer el trabajo El marxismo y el problema nacional, de Stalin, Lenin escribió: “¡Oh maravilloso georgiano!”; y cuando resumió el contenido fundamental del artículo “Respuesta al “Sotsial-Democrat””, también de Stalin, enfatizó en Proletari “la manera notable” con que el autor planteaba el “famoso problema de la introducción de la conciencia desde el exterior”. Y si a estos elogios, completamente justificados, agregamos que Stalin resolvió científicamente la cuestión del leninismo, descubrió la ley económica fundamental del socialismo, construyó el socialismo hasta convertir a la URSS en la segunda potencia industrial del mundo y dirigió al pueblo soviético en su glorioso triunfo sobre la Alemania nazi, podemos reconocer su talla teórica y su estatura de revolucionario. Mientras, el “inteligente” Trotsky no fue nunca capaz de aportar al marxismo ninguna cosa significativa.
Durante la lucha por la toma del poder y después de octubre de 1917, el partido bolchevique aplicó una táctica flexible a efecto de debilitar al enemigo y fortalecer las propias filas: los mencheviques internacionalistas, los eseristas y los bundistas de izquierda, los borotbistas ucranianos, entre elementos de otras posiciones, después de autodisolverse como organizaciones independientes, solicitaron su ingreso al partido bolchevique, siendo admitidos.
En la misma línea táctica, en el Sexto Congreso del partido bolchevique se admitió a los llamados “mezhraiontzi”, entre los cuales se contaban trotskistas-mencheviques y algunos exbolcheviques. Como grupo, los “mezhraiontzi” existían desde 1913; durante la guerra mantuvo una posición centrista; era un grupo antibolchevique, pero sin adhesión absoluta al menchevismo; su líder era Trotsky. En el Sexto Congreso declararon estar identificados por completo con el bolchevismo y solicitaron su ingreso al partido. El partido consideró que, con el tiempo, asumirían el bolchevismo, como efectivamente ocurrió en el caso de algunos de ellos. Pero Trotsky y sus más cerriles seguidores,16 simplemente ocultaron sus posiciones oportunistas durante un tiempo breve y nunca se adhirieron honradamente al bolchevismo. Es decir, Trotsky cometió entrismo, que luego se convirtió en práctica habitual del trotskismo.
En otras palabras, mientras algunos elementos que venían de los partidos pequeño burgueses terminaron por retirarse del partido después de oponerse a la política bolchevique, Trotsky prefirió permanecer en el partido para corroerlo desde dentro; los diez años de su militancia así lo prueban.
El compañero Salgado dice que Mariátegui
… creo su propia teoría y estilo de construcción partidaria que obedecía a la realidad concreta y particular del Perú… (sic).
Esta afirmación es particularmente expresiva. En el contexto donde aparece, pone de manifiesto la idea de un Mariátegui al margen del ¿Qué hacer?, al margen del pensamiento de Lenin sobre el partido proletario. Así tenemos lo particular al margen de lo universal. Y esta idea circula hace un montón de años en el grupo liquidacionista, que pretende presentar a Mariátegui como simplemente marxista, no leninista, silenciando así, con evidente necedad, el acuerdo del Partido Socialista del Perú, redactado por Mariátegui, de adoptar el marxismo-leninismo como su base de unidad.17 Y los resultados de esta dislocación de la verdad universal del marxismo-leninismo y nuestra realidad particular tuvo concretas consecuencias: negación del partido de clase, táctica electoralista, reivindicación de Tito y de Yugoslavia, negación de la existencia del revisionismo y de la restauración del capitalismo, negación del contenido de valor universal del ¿Qué hacer?, reivindicación implícita de Brezhnev, seguidismo con respecto a Gorbachov y su Glasnost y su Perestroika, negación de los acuerdos de la Reunión de La Herradura, negación de la reunión de Barranco como la reunión fundacional del partido, negación de la propia existencia del Partido Socialista del Perú, calificación de Mariátegui como caudillo y antidemocrático, negación sibilina de los deberes internacionalistas del Socialismo Peruano,18 etcétera, etcétera.
Pero, adelantándose a la manipulación oportunista de su Creación Heroica, Mariátegui mismo se encargó de liquidar toda intención de negar el carácter marxista-leninista de su labor teórica y su actividad práctica, primero, con el acuerdo del PSP de adoptar el marxismo-leninismo como su base de unidad, y, segundo, con esta argumentación inapelable:
El intelectual necesita apoyarse, en su especulación, en una creencia, en un principio, que haga de él un factor de la historia y del progreso. Es entonces cuando su potencia de creación puede trabajar con la máxima libertad consentida por su tiempo. (…) El dogma no impidió a Dante, en su época, ser uno de los más grandes poetas de todos los tiempos; el dogma, si así prefiere llamarlo, ensanchando la acepción del término, no ha impedido a Lenin ser uno de los más grandes revolucionarios y uno de los más grandes estadistas. Un dogmático como Marx, como Engels, influye en los acontecimientos y en las ideas, más que cualquier herético y que cualquier gran nihilista. Este solo hecho debería anular toda aprehensión, todo temor respecto a la limitación de lo dogmático. La posición marxista, para el intelectual contemporáneo, no utopista, es la única posición que le ofrece una vía de libertad y de avance. El dogma tiene la utilidad de un derrotero, de una carta geográfica: es la sola garantía de no repetir dos veces, con la ilusión de avanzar, el mismo recorrido y de no encerrarse, por mala información, en ningún impasse. El libre pensador a ultranza, se condena generalmente a la más estrecha de las servidumbres: su especulación voltejea a una velocidad loca pero inútil en torno a un punto fijo. El dogma no es un itinerario sino una brújula en el viaje. Para pensar con libertad, la primera condición es abandonar la preocupación de la libertad absoluta. El pensamiento tiene una necesidad estricta de rumbo y objeto. Pensar bien es, en gran parte, una cuestión de dirección o de órbita (…) Lenin nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx.
Aquí Mariátegui muestra y demuestra su relación con la verdad universal del marxismo-leninismo, su relación con el “dogma” marxista, que le permitió la concreción de su Creación Heroica. Mariátegui fue un verdadero creador, no porque prescindiera del marxismo, sino precisamente porque se basó en él o, más propiamente, en el marxismo-leninismo, única vía de libertad y de avance con rumbo y objeto.19
Por otro lado, el compañero Salgado dice:
Debemos retomar el pensamiento de mariátegui reivindicando sus tesis creadoras (sic).
Esta afirmación es, en esencia, igual a esta otra del liquidador Gustavo Pérez:
[El debate sobre el partido] se manifiesta como la recuperación o rescate creciente de las tesis originales de J. C. Mariátegui.
Esta pretenciosa aserción de Pérez fue confutada en mi libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui. Si, con el pretexto de “recuperar” “las tesis originales” de Mariátegui, los liquidadores terminaron renegando el marxismo-leninismo a nombre de un marxismo a secas, renegando el marxismo-leninismo del Partido Socialista del Perú y del propio Mariátegui, planteando un partido-amalgama y, así, tergiversando las “tesis originales” de Mariátegui precisamente; ahora vemos que, con el pretexto de “reivindicar” las “tesis creadoras” de Mariátegui, nuestro compañero Salgado entiende la concepción mariateguiana del partido proletario al margen del marxismo-leninismo, niega el carácter clandestino del Partido Socialista del Perú, promueve un partido legal y enaltece al oportunista y contrarrevolucionario Trotsky.
El compañero Salgado dice:
Estas notas críticas no pretenden agotar el tema ni desconocer los méritos del comentarista pero asumimos el reto de decir nuestra verdad tal y como honradamente la entendemos sin pretender tener el monopolio de la verdad…
No voy a poner en tela de juicio la honradez de nuestro compañero, honradez como resultas de la cual queda en claro que su poseedor no tiene la verdad, que está lejos de la verdad, que está en contra de la verdad.
Y, esto se comprueba con lo que finalmente sostiene:
… como decía Mao que se habrán cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento y que el debate está abierto para los que opinan y no para los que callan (sic).
Es decir, el compañero Salgado pretende abrir un debate que, de hecho, incluye la reivindicación de Trotsky y el trotskismo.
Ya hace varios años atrás el grupo liquidacionista publicitó a través de uno de sus blogs un ensayo del trotskista Antonio Carlo, enfilado a promover la idea de que Kautsky y Lenin se equivocaron al plantear que la conciencia socialista se introduce desde el exterior de la clase obrera y que la concepción leninista del partido es errónea; la publicación de dicho ensayo tuvo la anuencia de todos los liquidadores. Asimismo, en una nota Miguel Aragón expresó su sorpresa, mostrando a la vez su satisfacción, de que Mariátegui pusiera en un mismo plano a Stalin y Trotsky. Por último, Gustavo Pérez y algún liquidador más, asumieron la idea de negar las etapas de la revolución en un país oprimido por el imperialismo como el nuestro; para ellos la revolución peruana es socialista a secas.
Así, no es difícil darse cuenta de que la admiración que siente nuestro compañero por Trotsky, le viene de su pasada relación con el liquidacionismo.
Como hemos visto, la utilización que hace nuestro compañero de la dialéctica tiene un carácter abstracto, contraviniendo precisamente el principio dialéctico de que la verdad siempre es concreta; refiere la historia en forma unilateral; habla de la actividad abierta del Partido Socialista del Perú y silencia su trabajo clandestino, cayendo así en unilateralidad; no distingue el contenido de valor particular y provisorio del ¿Qué hacer? de su contenido de valor universal, en otro caso de unilateralidad; se refiere a mis escritos silenciando lo que no le conviene. A propósito, recordemos lo que Mao sostiene sobre el enfoque unilateral de las cosas:
Por unilateralidad se entiende no saber abordar los problemas en todas sus facetas. (…) En una palabra, significa no comprender las características de cada uno de los aspectos de una contradicción. A esto se llama enfocar un problema unilateralmente; o puede llamarse ver la parte y no el todo, ver los árboles y no el bosque.20
Esto es lo que hace el compañero Salgado cuando aborda los problemas como los indicados arriba. Esa es su “dialéctica”.
Nuestro compañero parafrasea a Mariátegui: “El debate está abierto para los que opinan y no para los que callan”. ¿Cuál debate? Obviamente, el debate sobre los temas de los que habla en su nota: Trotsky y el trotskismo, Mariátegui y el libro ¿Qué hacer? Entonces, es claro que, con el primer tema –Trotsky y el trotskismo– nuestro compañero pretende hacernos retroceder ochenta, cien, ciento veinte años. Digo “retroceder”, porque, como lo sabe toda persona informada, el debate sobre Trotsky y el trotskismo es una grullada: las posiciones teóricas y políticas oportunistas del mencionado personaje y su ulterior condición de activo contrarrevolucionario, es una verdad tan clara, tan evidente, tan indiscutible, que, desde hace mucho tiempo, ni siquiera requieren apuntarse, explicarse, argumentarse.
¿Es admisible caer en el juego de retroceder, de discutir lo indiscutible, de perder el tiempo? ¿No sería eso divertir la Reconstitución, socavarla, quebrantarla?
Sobre Mariátegui y el ¿Qué hacer?, el colectivo viene discutiendo hace años (defendiendo la verdad histórica del fundador del Socialismo Peruano y la verdad teórica del libro de Lenin), y, naturalmente, lo seguirá haciendo mientras sea necesario. Hemos defendido la Creación Heroica de Mariátegui ante su falsificación por el liquidacionismo, ante su exclusión por el revisionismo de “izquierda”, ante su errónea interpretación por el oportunismo de derecha. También hemos defendido el ¿Qué hacer? ante la interpretación deformada y reduccionista de algunos liquidadores. Finalmente, hemos discutido, discutimos y discutiremos sobre decenas de otros problemas. El compañero Salgado debe reconocer, entonces, que su nota no abre ningún debate sobre Mariátegui y el ¿Qué hacer?, y que no nos negamos en absoluto a debatir sobre todas las cuestiones relativas a la construcción del partido, sobre todas las cuestiones económicas, filosóficas, educacionales, culturales, históricas y aquellas relativas a la situación actual del Perú y el mundo. En los últimos tiempos, lo hacemos con la participación del propio compañero Salgado.
El trotskismo y el filotrotskismo son incompatibles con el marxismo-leninismo. Por lo tanto, son incompatibles con la reconstitución del partido de Mariátegui. No se requiere demasiada perspicacia para reconocer esta verdad.
Pero hay más. El compañero Salgado utiliza tendenciosamente esta consigna de Mao: “que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento”. Pero sucede que el propio Mao esclarece el alcance de esta consigna:
La orientación de que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento es la orientación para promover el desarrollo del arte y el progreso de la ciencia, para hacer florecer la cultura socialista de nuestro país. Pueden desarrollarse libremente distintas formas y estilos en el arte, y competir libremente diferentes escuelas en la ciencia.21
Como vemos, esta consigna es válida para el trabajo en los frentes del arte y la ciencia, y no para la construcción del partido. Para la construcción del partido Mao propugna otra orientación:
… nuestro Partido ha aprendido en general a utilizar el arma marxista-leninista de la lucha ideológica para combatir las ideas erróneas dentro del Partido en dos frentes: uno, contra el oportunismo de derecha, y el otro, contra el oportunismo de “izquierda”.22
Sin embargo, desde hace años los liquidadores utilizan arbitrariamente la consigna “que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento” para la construcción del partido. Es decir, esta consigna que, como he señalado ya, tiene validez en los frentes del arte y la ciencia, es extendida más allá del radio de su aplicación. Esta maniobra revela la intención de los liquidadores: legalizar todas las “escuelas de pensamiento” en la vida interna del partido: marxistas a secas, marxista-leninistas, marxista-leninista-maoístas, marxista-leninista-maoístas-pensamiento Gonzalo, revisionistas, guevaristas, trotskistas, etcétera. Así, con la arbitraria utilización de la frase “que compitan cien escuelas de pensamiento”, los liquidadores patrocinan un partido doctrinariamente heterogéneo, un partido-amalgama.
Por consiguiente, es claro que el compañero Salgado no es el primero en extender la consigna de Mao a la construcción del partido y que lo que hace es replicar la maniobra de los liquidadores y, así, proponer, implícitamente, en nuestro colectivo, un partido doctrinariamente heterogéneo y, por lo tanto, contrario al partido de clase de Mariátegui.
Este es el fondo de la posición del compañero Salgado, así él mismo no sea plenamente consciente de las consecuencias de su propuesta.
Como se ha podido ver a lo largo del presente artículo, hasta hoy el compañero Salgado no ha podido desembarazarse completamente de la influencia liquidacionista.
Como es lógico, todo colectivo presenta siempre cierto tipo de relaciones internas y de relaciones externas. En cuanto a las primeras, en nuestro colectivo ellas se caracterizan por la solidaridad de clase y el respeto mutuo. Pero ocurre que el compañero Salgado se ha excedido en acusaciones sin ninguna base, y esto, naturalmente, ha afectado en algún grado nuestras relaciones internas. En cuanto a las segundas, es notorio que, al haber publicado su nota en un medio que no es CREACIÓN HEROICA, nuestro compañero ha mostrado su escasa identificación con este blog que, huelga decirlo, es el medio natural de la literatura de cualquiera de los compañeros de nuestro colectivo, y que, de esta forma, ha afectado, asimismo, de alguna manera, nuestras relaciones externas, pues de hecho ha producido la impresión de que no tiene a su disposición las páginas del aludido blog.
Ante las posiciones de nuestro compañero con respecto a Mariátegui (Mariátegui divorciado del marxismo-leninismo, partido legal, etcétera), a su intención de sumirnos en un debate agotado (Trotsky y el trotskismo), a su actitud frente a Lenin y el leninismo (¿Qué hacer?, presunto kautskismo de Lenin), a su propósito de reivindicar a Trotsky (no planteado explícitamente, pero por demás evidente), a su creencia de que el partido de Mariátegui fue legal (silenciamiento de su actividad clandestina), a su propuesta consciente o semiconsciente de un partido-amalgama (“que compitan cien escuelas de pensamiento”), todos y cada uno de los miembros de nuestro colectivo tiene el deber de tomar explícita posición. No porque yo lo diga ahora, sino porque la reconstitución del partido de Mariátegui es la reconstitución de un partido marxista-leninista, distinto, distante y opuesto a toda corriente oportunista.
Como resultado del presente análisis de la nota del compañero Salgado, debo decir que él puede seguir colgándome todas las etiquetas que quiera, pero que debe saber que no por eso voy a renunciar a mi posición de principio de defender el partido de clase y, por lo tanto, a oponerme a la legalización en el seno del partido de cualquier ismo oportunista. El partido de Mariátegui reconstituido será un partido marxista-leninista o no será nada.
Es un hecho que nuestro compañero escribe con mucha ligereza, con una completa irresponsabilidad. Por eso, contra su creencia, toda su nota no es ninguna crítica, sino un verdadero derrame biliar, un atolondrado galimatías, un exceso de adjetivación que da cuenta más de su estado de ánimo que de su estado de pensamiento. Este es su “debate de ideas”.
El colectivo, nuestro colectivo, tiene ante sí la tarea histórica de reconstituir el partido marxista-leninista de Mariátegui. De esto debe estar plenamente consciente cada uno de nosotros, incluido el compañero Salgado. Por eso es de esperar que este compañero sepa desembarazarse de una buena vez de la influencia de los liquidadores y, como marxista-leninista, sepa contribuir a la Reconstitución. Esto está enteramente en sus manos, y en las de nadie más.
Ya es bastante que, obligado por la actitud del compañero Salgado, haya tenido que ocupar un cierto tiempo –bastante corto, felizmente– en examinar una cuestión resuelta hace décadas y en insistir en algo que es evidente para todos: si de debate de ideas se trata, no hay problema.
10.11.2023.
__________
(1) Lenin señaló
que “La dialéctica ha servido más de una vez – también en la historia de la
filosofía griega– de puente que conduce a la sofistería”. (“Sobre el folleto
Junius”).
(2) Ver La ley del desarrollo desigual y combinado.
(3) Piaget.
(4) Curso de lógica.
(5) “El
desarrollo desigual y combinado y el papel del imperialismo yanqui. Actas de
una discusión”.
(6) Como vemos, nuestro compañero se limita a
repetir, sin ningún sentido crítico, el discurso confusionista de Novack.
(7) La ley del desarrollo desigual y combinado.
(8) La revolución permanente.
(9) Dos tácticas.
(10) Que, sin
embargo, tuvo una importancia muy grande en la Rusia autocrática de principios
del siglo XX y tiene, por eso, una cierta generalidad, limitada, sin embargo, a
aquellos países donde las condiciones son semejantes a las de la Rusia de
aquella época.
(11) Con seguridad
el autor de la cita quiso decir “hoz”.
(12) Es seguro que
el autor de la cita quiso decir “dogmáticamente”.
(13) “El derecho
de las naciones a la autodeterminación”, 1914.
(14) Carta a I. F.
Armand del 18 de noviembre de 1917.
(15) Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S.
(16) El partido
bolchevique no admitió en sus filas a Trotsky porque ingenuamente hubiera
creído que se había vuelto bolchevique, sino porque le daba la oportunidad de
desembarazarse de su carga oportunista y adoptar el bolchevismo. Por eso, en la
carta a I. F. Armand de cuatro meses después de que Trotsky fuera admitido en
el partido, acertadamente Lenin dibujó su fisonomía mental (ver nota 14).
(17) Es pertinente
recordar que, en el único número de la revista Centenario (1995), el compañero Salgado publicó el artículo
“Mariátegui y la crisis de la democracia”, en el cual hace coro a la
utilización tendenciosa de la idea de que “los partidos no son eternos” (palabras
del Mariátegui del tiempo de la revista Nuestra
Época), pues con dicha tendenciosidad los liquidadores intentan hacer pasar
de contrabando su pretensión de que el partido comunista –es decir el partido
de clase, pues aquí el nombre de comunista es apenas una cuestión formal– debe
ser reemplazado por un partido doctrinariamente heterogéneo, por un
partido-amalgama. Para una información ajustada sobre el significado de la
frase de Mariátegui copiada, el lector puede consultar mi libro La creación heroica de Mariátegui y el
socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión.
(18) Ver la nota 22
de mi artículo “Mariátegui y la realidad peruana”.
(19) Precisamente
en sus Cuadernos filosóficos, Lenin esclarece: “Por consiguiente, los
contrarios (lo individual se opone a lo universal) son idénticos: lo individual
[lo particular] existe sólo en la conexión que conduce a lo universal. Lo
universal existe sólo en lo individual y a través de lo individual. Todo
individual es (de uno u otro modo) un universal. Todo universal es (un
fragmento, o un aspecto, o la esencia de) un individual. Todo universal sólo
abarca aproximadamente a todos los objetos individuales. Todo lo individual
entra en forma incompleta en lo universal, etc., etc.
(20) “Sobre la
contradicción”.
(21) “Sobre el
tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”.
(22) “El papel del
Partido Comunista de China en la guerra nacional”.
Nota:
A
continuación publicamos cinco textos. Dos de ellos están dedicados a la crítica
del trotskismo. Dos más están dedicados a Stalin; la publicación de estos
artículos se justifica porque todo trotskismo, filotrotskismo o simpatía por
Trotsky, encierra una posición contraria a Stalin. Otro artículo es polémico,
pero, por eso mismo, es justo publicarlo; además tiene algunas páginas dedicadas
a los juicios a varios dirigentes del partido bolchevique que terminaron
convirtiéndose en grandes renegados; esos juicios dan cuenta de la actividad
contrarrevolucionaria de Trotsky. Finalmente incluimos extractos del libro de
Ludo Martens.
03.12.2023.
La URSS: Desmintiendo la
Propaganda Burguesa
Recopilación de archivos para
desmentir la propaganda burguesa en contra de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas desde 1922 hasta 1945
(Extractos)
FALSIFICACION DEL “TESTAMENTO DE LENIN”
De la revista “North Star Compass”
A continuación publicamos un análisis de los
documentos que supuestamente fueron escritos o dictados por el V.I. Lenin antes
de su muerte, con el objetivo de desacreditar J.V. Stalin. Esta documentación investigada fue
publicada por primera vez en el periódico “Molniya”, órgano del movimiento de
masas “Trudovaya Rossiya”. Aquí, por primera vez, publicamos las dos cartas
breves que supuestamente fueron dictadas por Lenin. A la luz de los datos
contenidos en este documento, la cuestión tiene que preguntarse: ¿Quién fue el
autor?
Aquí sigue el artículo de la Rusia de papel Trabajo
“Molniya” Por V.A. Sajarov.
Primera supuesta carta de Lenin:
El camarada Stalin, convertido en Secretario General,
ha acumulado en sus manos inmenso poder, y no estoy seguro de si será capaz, de
siempre utilizar suficiente y cuidadosamente este poder. Por otro lado, el
camarada Trotsky, como quedó demostrado por sus luchas contra el Comité Central
sobre la cuestión de NKPS, es diferente no sólo en sus capacidades.
Personalmente, vamos a admitirlo, es la persona más capaz en el actual Comité
Central, su mesura, su capacidad para ser un buen administrador.
Segunda supuesta carta de Lenin:
25 de diciembre, 1923.
Escrito por MV
Stalin es un poco tosco, y esta debilidad, totalmente
soportable entre nosotros los comunistas, se vuelve insoportable con la
posición de un Secretario General. Por lo tanto sugiero que los camaradas
repiensen la forma en que Stalin pueda ser reemplazado en su lugar por otra
persona, que en todos los demás aspectos es diferente del camarada Stalin, que
es más paciente, tolerante y más leal, más atento a otros camaradas, menos
caprichoso etc., etc. Estas maneras pueden ser consideradas como pequeñas cosas,
pero creo que, desde el punto de vista de prevenir futuras divisiones, en
cuanto a mis sentimientos y la declaración anterior en relación a los
sentimientos entre Stalin y Trotsky, esto no es una menudencia, y si es una
menudencia, puede llegar a convertirse en muy importante.
04 de enero 1923
Escrito por J.F
La actualidad política y científica de una lucha de
principios en contra de cualquier pseudo-creación en relación a V.I. Lenin,
encara a los movimientos comunistas contemporáneos. Esta lucha no es sólo
defensiva. El objetivo no es poner delante de los ojos de los trabajadores una
imagen de V.I. Lenin en su grandeza, pero es para promover y salvaguardar la
victoria tras la revolución comunista.
CARTAS DEL LLAMADO TESTAMENTO NO PERTENECEN A LENIN
Entre los mitos que están vinculados con la vida y
obra de V.I. Lenin, la más solapada y refinada, y al mismo tiempo el más
perjudicial en sus consecuencias políticas e ideológicas es el mito sobre el
llamado “testamento político” de la V.I. Lenin, en las que existe un conjunto
de documentos, también conocido como “últimas cartas y artículos”. El problema
científico sobre esto es determinar si cada uno de estos documentos fue, en
efecto, escrito por V.I. Lenin. Por lo tanto examinar la totalidad de estos
documentos es una cuestión de verificación.
Estas cartas están escritas en una máquina de
escribir. V.I. Lenin no ha firmado ninguno de estos documentos o cartas, y no
pueden ser verificados. La firma bajo el texto escrito a máquina es “AM.V.” o
“L.F.” Estas no pueden tomar el lugar de una autografiada o de una copia
firmada por Lenin. Es un hecho que la
autoría de Lenin sobre estos documentos, públicos desde el principio, por
desgracia nunca fue cuestionada. Se aceptó sin más que fueron escritos por V.I.
Lenin. Esto fue aceptado incluso por el propio J.V. Stalin. Esta situación, por supuesto, fue de gran
ayuda para los revisionistas que, después de la muerte de Lenin, seguían entre
los dirigentes del PCUS. La historia muestra que estos “documentos” se
convirtieron en parte de una “intriga”.
Sin embargo, un análisis científico exige que estos
documentos sean examinados históricamente. Los análisis históricos no deben ser
diseñados para mostrar o probar que tal o cual documento no pertenecen a V.I.
Lenin. Más bien el peso de las pruebas debe ir en la otra dirección: los
análisis deben demostrar que estas cartas en efecto, y con razón, pertenecen al
conjunto de obras que se encuentran bajo la autoría de la V.I. Lenin.
Este autor ha estudiado los documentos y todos los
archivos disponibles de todos los materiales posibles, llevándole a la
siguiente conclusión.
Hablando en concreto, se aplica la siguiente lógica en
el análisis del llamado “Testamento”: Se pueden dividir los documentos en dos
partes:
1. La autoría de Lenin, que en su totalidad y sin
ningún tipo de problema se demuestra por diferentes métodos, y
2. La autoría de Lenin que no puede ser comprobada por
ningún medio científico.
A este respecto debemos afirmar categóricamente que en
ninguno de los textos incuestionables de Lenin en forma original, tiene
pensamientos o expresiones contra Stalin. Sin embargo, pasa exactamente lo
contrario en esa parte del polémico “Testamento” de V.I. Lenin, que está lleno
de anti estalinismo (es decir, lo que tenemos no pertenece a la mano de Lenin),
y que está políticamente motivado en ese sentido.
EL TESTAMENTO
En realidad, la parte de Lenin del “Testamento” se
basa en los siguientes artículos:
- Su “Páginas de su diario-citas”;
- “Cómo tenemos que reorganizar Rabkrin”,
- “Es mejor menos, pero mejor”,
- “Acerca de nuestra Revolución”.
Estos se dieron a conocer y se publicaron entre
principios de enero y principios de marzo de 1923. Además de su dictado: “Carta
al Congreso“, que se llevó a cabo entre el 26 y 29 de diciembre de 1922, y
trata sobre la reorganización del CC y RKI y las tareas del Gosplan.
Por último un artículo, “Acerca de la Cooperación”,
está fechado entre 4 y 6 de enero de 1923.
No todos estos documentos están firmados por Lenin.
Pero el texto, el trabajo en ellos (o en fases concretas de ellos) son arreglados
en diferentes documentos por la secretaría de Lenin, durante su trabajo en ellos.
Las fechas también están corregidas en los documentos del Buró Político. Todo
esto confirma su autenticidad. En otras palabras, esto significa que cuando
V.I. Lenin estaba trabajando en estos documentos, o después de haber sido
terminados, Lenin seguía siendo capaz de supervisar su finalización, hay una
huella fácil de seguir.
En conclusión, estos documentos coinciden en varios
lugares, y son confirmados por los documentos de que después de su conclusión
V.I. Lenin los recibió de la secretaría. Lenin los recibió para dar el vistazo
final, o para usarlos como referencia pues las discusiones continuaban dentro
del Comité Central del partido. Estos documentos internos no son contrarios
entre sí, ni muestran actitudes antagonistas de personas hacía otras personas
en el liderazgo. En estos documentos hay ideas desarrolladas, pero no hay
desviaciones básicas de los objetivos de otros documentos. Por último, no se
encuentran en oposición a otras recomendaciones formuladas por V.I. Lenin. Se
puede decir que hay consistencia en y entre estos documentos.
ATAQUE CONTRA STALIN
El segundo grupo de documentos, en los que “las partes
no de Lenin” se pueden rastrear en “el Testamento de Lenin”, presentan
completamente otro problema. Estos problemas se pueden resumir de la siguiente
manera:
1. Vemos una nota característica que dice “dictado por
V.I. Lenin”. Esta aparece el 24-25 diciembre 1922 y el 4 de enero de 1923. Es
en estas en las que se encuentra la base para un ataque contra J.V Stalin.
Stalin era, por supuesto y en realidad, el lugarteniente de V.I. Lenin y un
líder del partido.
2. Aparece el denominado “artículo” “Sobre la cuestión
de las nacionalidades o autonomía”.
3. Supuestamente apoyando esto está la carta política,
“dictada” entre 5-6 marzo 1923 (a Trotsky, Mdivani, Makharadze) con una
declaración de solidaridad con ellos.
4. Supuestamente la carta-artículo a J.V. Stalin con
“una amenaza de romper las relaciones personales” entre Lenin y Stalin
Todo esto nos muestra que el propio Lenin no fue el
autor, ¡y no hay de fuera testigos de que Lenin escribiera esta carta! Pero, sin
embargo el lector nos puede preguntar de donde hemos sacado esta información
sobre este documento. Nuestro análisis es confirmado por:
1. La denominada “Agenda diaria de los secretarios” de
V.I. Lenin y,
2. Las personas que entregan estos documentos al
conjunto del Comité Central del PCUS.
Examinemos estos dos puntos en detalle.
La “agenda diaria” de la Secretaría [o Diario – N. del
T.] es el más notable, y, hasta ahora, nunca ha sido un documento cuestionado.
Pero tampoco fue nunca examinado en detalle científica e históricamente. En realidad era inútil hacerlo, ya que ahora
es conocido y aceptado, que este “Diario” después del 18 de diciembre 1922 no
se considera un documento del trabajo diario de la Secretaría de Lenin. Esto se
debe a que es el trabajo de nuevos autores, con el objetivo de orientar los
cambios que deberán realizarse, si fuera posible, en determinados temas
teóricos y políticos, por autores que en ese momento estaban bien escondidos.
Hablando con realismo, se trata de un documento fabricado, falso.
Miren ustedes mismos. El comienzo de la enfermedad de
Lenin que ocurre sobre los días 18-22 diciembre, 1922, supuso a Lenin apartarse
del escenario central de su obra. Desafortunadamente, durante ese tiempo su
Secretaría prácticamente dejó de funcionar, y no todos los días se registran en
el Diario. Los planes son dejados de lado. Pero cuando este Diario comenzó de
nuevo, recibimos “versiones” completamente nuevas de lo que Lenin se suponía
había dictado. Hay páginas enteras que están en blanco, vacías, en el Diario;
anotaciones se colocan en él de manera irregular. Durante todo este periodo,
entre páginas donde hay algunas anotaciones, hay páginas en blanco. Esto en
efecto dio a los iniciadores del “Testamento” oportunidad para rellenar las
páginas que estaban vacías.
MILAGROS CRONOLÓGICOS
Esto es confirmado por el siguiente análisis
cronológico, que tratará de demostrar que L.A. Fotieva (uno de los
secretarios-Editores) debe de hacer una anotación para 28 de diciembre 1922, y
los días 4-9-19-24 de enero 1923. M.V. Volodicheva se comprometió en estas
fechas a llenar los días 26 de diciembre y 17 de marzo.
Pero esto no es todo, unas cosas u otras “llegan”,
bien al calendario del Diario, o a la Secretaría, traídas por cualquiera de los
dos, Fotieva o Volodicheva. Una divertida secuencia de fechas sobreviene.
Después del 30 de enero hubo una anotación, marcada el 26 de enero, y a
continuación, otra anotación de nuevo en el 30 de enero. Parece que la
anotación del 24 no es peor que la anotación en el 31. La anotación final, por
tercera vez, fue también en el 30 de enero de 1922.
Las anotaciones de febrero fueron tan malas como las
de enero: en el “Diario”, el 10 de febrero los secretarios escriben una nota
sobre la mañana del día 7, después sobre la mañana del día 9, a continuación
una anotación para la noche del 7, entonces después de eso una anotación para
la mañana del 9 y luego otra en la tarde del día 7. Pero en la mañana del día
9, deciden perderse y aparecen de nuevo por segunda vez en febrero. El fin de
estos saltos en las anotaciones diarias ocurre el 9 de febrero.
Entonces
esto muestra de
manera muy precisa
que todas estas
fechas fueron manipuladas, y que
ante nosotros, no está el documento que estos enemigos tratan de presentarnos
como original. Los análisis científicos nos demuestran que después del 18 de
diciembre la mujer de J.V. Stalin, N.S. Allieueva, no estaba escribiendo en el
“Diario” como miembro que era de la Secretaría de V.I. Lenin, a pesar de que
siguió trabajando en otras tareas de dicha Secretaría.
Entonces, en el “diario“, aparecen a continuación
inserciones en las páginas para los días 23, 24 de diciembre y 17 de enero de
30. Esto demuestra que fueron añadidos después de que el diario se rellenó.
Todos estos “irregulares añadidos” insertados en el “diario“, se explican sobre
la base de que el trabajo en él no había terminado. Algo parece haber evitado a
este “diario” de ser más manipulado en su concepción lógica.
Aparte del “Diario” de los Secretarios, existen
escritos diarios de los médicos que cuidaban a V.I. Lenin. Entre los “diarios”
de los Secretarios, y los documentos escritos por los médicos, nos encontramos
con muchas discrepancias en cuanto a detalles, fechas y otras anotaciones.
A modo de ejemplo, los secretarios en el “diario”
guardan silencio sobre el trabajo de V.I. Lenin, mientras que los doctores
escribieron al respecto: los días 25, 29, 31 de diciembre, 1-4, 10, 13, 16-27
de enero, después los días 18-20 y 25-27 de febrero y, a continuación, el 2 y 3
de marzo. Esto equivale a 20 días de diferencia entre las anotaciones de los
Doctores y el vacío total de anotaciones por parte de los Secretarios.
También hay un ejemplo en la dirección opuesta, y es
cuando V.I. Lenin no trabajó con los secretarios, mientras que los secretarios
¡todavía nos dicen que habían tomado los dictados de V.I. Lenin! Esto ocurre en
los días del 24 al 26 Enero, y los días 3, 9, 10, 12, 14 de febrero. Esto son
otros 8 días en que están en controversia con otras anotaciones de los
Doctores.
Imagínese, un “diario” que es un registro diario de
eventos donde ¡de 72 días en total en 28 días no se coincide o, incluso, se
sostiene todo lo contrario!
Es muy interesante lo que estaba sucediendo durante
estas “fechas cuestionables”, cuando el trabajo se llevó a cabo supuestamente
por los Secretarios. Es en estos
momentos en que la información sobre el Testamento de Lenin y su crítica contra
J.V. Stalin aparece junto a la cuestión nacional y de la construcción del
Estado; esto tiene todos los ingredientes de una “bomba” que se pone contra
Stalin.
Continuando, es esta información que se “inserta” en
el Diario la que se convierte en la base para las tesis que defienden la
supuesta autoría de Lenin sobre este “artículo”, en el otro en que trata “Sobre
la cuestión de las nacionalidades o autonomía” y también de las cartas del 5-6
de marzo de 1923.
LA OBRA DE TROTSKY
La situación no puede ser salvada por las diferentes
memorias, ni las de Trotsky, ni las de los secretarios de V.I. Lenin Fotieva,
Volodicheva y Gliasser. Todas tratan de dar autoridad y credibilidad a que
estos documentos son, en efecto, escritos por V.I. Lenin. Todos ellos tratan de
mostrar las “bases históricas y actuales” de estos documentos.
Pero comparando estos documentos secundarios en sí
mismos, se demuestran tan claramente las graves discrepancias tanto con los
documentos y escritos de los médicos, así como las discrepancias entre ellos
mismos, que su información no puede ser aceptada como verídica; y,
consecuentemente, no pueden ayudar a determinar la autoría de V.I. Lenin en
estos documentos y el texto. La simple lógica no nos ayuda a ser convencidos
sólo nos queda creer en sus palabras. Pero esto sólo es conveniente para los
que quieren ser engañados.
La historia de la publicación de estos documentos y su
utilización en las luchas políticas no tiene nada que ver con su tratamiento
como el último testamento, otorgado por V.I. Lenin al partido a través del
encargado del C.C del partido, Politburó y sus más cercanos compañeros de
lucha.
En primer lugar, semejante llamamiento secreto no
estaba en el espíritu de V.I. Lenin, ni sigue su método de trabajo político.
En segundo lugar, estos escritos-documentos no fueron
dictados en circunstancias normales, porque, V.I. Lenin tuvo amplia oportunidad
de apelar abiertamente al partido con todas las sugerencias que considerase
convenientes y necesarias. No existió “cárcel del régimen”, que supuestamente
fue creada por J.V. Stalin mientras que Lenin estaba vivo. La presencia en el
C.C del PCUS y el Buró Político de diferentes facciones políticas, y la lucha
entre ellas, garantizaba la derrota de cualquier intento de ocultar documentos
de Lenin.
En tercer lugar, habría sido ilógico posponer
cualquier decisión sobre cualquier cuestión de la cual la vida del partido
dependiese o el futuro de la revolución – para un futuro tiempo de decisión, en
un congreso del Partido. No se sabía cuándo, después de la muerte de VI Lenin
que se avecinaba, semejante reunión aplazada se podría celebrar, ya que además
tampoco se sabía exactamente cuándo Lenin, en estado crítico, moriría.
Todos estos ejemplos muestran que los documentos no
eran auténticos. Pero, reflexionemos: ¿Quiénes fueron los autores del
“Testamento”? ¿Quién podría ganar con ello?
Los autores de esta leyenda sobre el “Testamento de
Lenin” son: Trotsky, Fotieva, Zinóviev y
Bujarin. Ellos “sacan” estos textos a la arena política mucho antes incluso de
la muerte real de VI Lenin. Esperaron hasta el momento en que Lenin ya no era
capaz de escribir, dictar o leer los materiales, cuando escribieron estos
documentos como un arma política para la lucha contra la J.V. Stalin.
Trotsky, con la ayuda de uno de los Secretarios
Fotieva, compuso el denominado “artículo” Sobre la cuestión de las
nacionalidades o la autonomía. Mientras lo hacían, habían manifestado
abiertamente que no recibieron ninguna directiva, pero que se basaban en la
solicitud de V.I. Lenin aunque no sabían cuando fue hecha la solicitud.
Pero la maniobra de estos elementos no tuvo éxito pues
la URSS, como Estado, fue proclamada en el XII Congreso del Partido. Durante
ese Congreso trataron, basándose en el “texto de Lenin”, de desmembrar la URSS
que acababa de ser aprobada por ese Congreso.
Haciendo lo que podían, estos elementos no fueron
capaces de disolver la URSS recién formada. La lucha contra ellos fue dirigida
por J. V. Stalin. Es precisamente durante este tiempo de debate sobre la URSS
que el “artículo”, supuestamente escrito por V.I. Lenin, estaba siendo
distribuido por Trotsky… ¡y era entregado a la Secretaría de V.I. Lenin para
ser registrado en el “Diario”!
Después del Congreso, la intensa lucha de Trotsky
contra J.V. Stalin entró en una nueva fase. A finales de mayo de 1923,
Krupskaya (esposa de V.I. Lenin —Editores del North Star Compass) entrega a
Zinóviev el texto de un “material dictado” del 24 a 25 diciembre, 1922— que
contiene parte de las “características de las personas en el CC”. Krupskaya no
se lo entrega a la Secretaría del CC, como debería haber hecho, tampoco se lo
entrega al Buró Político, sino que lo da sólo a uno de sus miembros, el quien
aspira a dirigir el país.
Además, Zinoviev estaba bastante amargado, además de
estar celoso del crecimiento del prestigio y la
autoridad de JV
Stalin. Zinoviev ahora
informa a los
miembros y candidatos a miembros
del Politburó y el Presidium de la Comisión Central de Control. Sobre el
aparente deseo expresado por V.I. Lenin respecto a esta materia dictada y que
esta carta era para el Congreso, Krupskaia ni siquiera lo menciona o la da a
tiempo para el Congreso. Ella dijo que “este documento debe darse solo al
Comité Central”.
La leyenda acerca de esta carta vuelve a aparecer con
frecuencia y tuvo graves repercusiones. Esta carta nació durante las luchas
internas en el partido. Dos meses más tarde, Zinoviev y Bujarin informaron a
J.V. Stalin, Secretario General del PCUS, elegido por el último Congreso, sobre
la existencia de esa “carta” (es decir, la “carta dictada” el 4 de enero,
1923). Esto fue durante las maniobras de Zinoviev y Bujarin encaminadas a poner
el trabajo de J.V. Stalin bajo la dirección-control de un partido que estaba
bajo su propio control, junto con el de Trotsky.
Ellos trataron de utilizar la autoridad de V.I. Lenin.
Las llamadas “cartas dictadas” se convirtieron en el vehículo para despojar a
Stalin de su autoridad, ya que ellos mismos no tenían suficiente autoridad personal
para sustituir a J.V. Stalin. Los enemigos internos habían reunido la fuerza
para desafiar a Stalin, basándose exclusivamente en las supuestas “cartas
dictadas” de V.I. Lenin.
MECANISMO DE FALSIFICACIÓN
La historia de estos documentos, y la de su publicación,
no da ningún ejemplo (pruebas) concreto en cuanto a la autoría de V.I. Lenin
sobre los susodichos documentos. También argumentando en contra de su autoría
[de Lenin, N del T], está el estilo de composición y otras peculiaridades. El
contenido y las “características”, como por premeditación, se han “oscurecido”
con el tiempo. Oscurecido hasta tal punto, que aún hoy en día discusiones en
torno a lo que contiene se sigue produciendo.
La primera respuesta, por Tomski, como ejemplo, fue
esta: “Por parte del amplio público, aquí nadie entenderá lo que significa”
En el texto no podemos encontrar ninguna prueba para
demostrar que fue compuesto y dictado por V.I. Lenin. Pero hay algo de luz en
las turbias aguas de este texto. Dentro de toda la falsedad y los
incomprensibles pensamientos que el autor de este texto trata de transmitir, no
se puede dudar de lo que el autor quería decir: Desháganse de J.V. Stalin como
secretario general del Comité Central…
Lo mismo puede decirse de las cartas del 5-6 de marzo.
No hay firma de V.I. Lenin, ni hay ningún registro de esta carta en los
archivos de la Secretaría. Esto se puede explicar. Debemos entender por qué
estas “cartas” no fueron utilizadas por Trotsky, Mdivani y otros durante el XII
Congreso del partido, en la lucha contra J.V. Stalin sobre la cuestión de la
construcción nacional y del Estado.
La lucha fue feroz y los enemigos trataron de utilizar
en su totalidad los documentos y la autoridad de V.I. Lenin. Pero la totalidad
de estos documentos, fueron “expuestos al mundo” mucho más tarde. Trotsky
comienza a utilizar estos documentos sólo en el otoño de 1923. Estas cartas se
hicieron públicas sólo después del fallido intento de deshacerse de Stalin como
secretario general. Trotsky trató de promover la idea de que había un bloque de
entendimiento y cooperación entre él y V.I. Lenin contra J.V. Stalin. El abuso,
tanto político como psicológico, iba a toda velocidad. Pero Stalin resistió
este ataque.
ENEMIGOS DE LA URSS CONTRA LENIN Y STALIN
La cuestión de la supuesta carta de Lenin a Stalin, en
la que se dice que está dispuesto a romper sus relaciones personales con él
necesita más estudio. Debemos señalar aquí que toda la historia de las cartas
dictadas y su supuesta entrega a J.V. Stalin son muy turbias y contradictorias.
Que el lector haga sus propios análisis.
Para ello nos referimos al texto siguiente: M.I.
Ulyanova y M.V. Volodicheva1.
Volodicheva declaró que ella misma escribió la carta
dictada. Pero, de alguna manera este documento se divide en dos copias diferentes,
dos variantes diferentes: una está escrita y firmada por J.V. Stalin (¿o firmo
algún otro?), y la otra (como si fuese de Volodicheva), que
desde el principio
hasta el final
lleva cambios que
la hacen irreconocible. ¿Y cómo
es que esta segunda versión también está firmada? ¿Por qué hay dos respuestas
de Stalin? ¿Por qué J.V. Stalin iba a escribir dos versiones de una carta a
V.I. Lenin sobre la cuestión de la supuesta crítica de Lenin contra Stalin? ¿Y
por qué ninguna de estas dos respuestas de J.V. Stalin siquiera llego a manos
de V.I. Lenin? El espacio entre la respuesta de Stalin (7 de marzo) y la
incapacidad física de V.I. Lenin de funcionar normalmente (10 de marzo), dejaba
un montón de tiempo para entregar una respuesta de una oficina a otra.
El artículo sobre la cuestión de la nacionalidad es
increíble, por varias razones. No sólo fue la situación política en ese
momento, completamente inesperada por V.I. Lenin; no es posible atribuir la
rusofobia a V.I. Lenin; pero también su formulación, hace que sea imposible
reconocer a Lenin.
A modo de ejemplo: “Ya he escrito en mis escritos
sobre la cuestión nacional.” Y otra vez: “el autor sugiere esperar al momento
en que el aparato de gobierno sea nuestro”. Lenin no trató ni presentó tales
problemas en diciembre de 1922.
Si vamos a seguir este “razonamiento”, no sólo es que
la URSS no habría existido, pero tampoco la República Soviética del Cáucaso se
habría formado. Pero V.I. Lenin luchó por conseguir la formación de esta
República, en contra de Mdivani y sus partidarios. Aparte de esto, se deduce
que ni siquiera la República Federativa Soviética de Rusia se habría formado
¡puesto que el aparato (de gobierno) no era todavía “nuestro“!
El autor combina el ejercicio del derecho de las
repúblicas-naciones a separarse de la URSS, como lo garantizaba la
Constitución, ¡junto con la cuestión sobre la calidad del aparato de gobierno
del Estado!
Pero, el “aparato de gobierno” no era, o no es, la
entidad jurídica para dar ese derecho. Son los Diputados del Pueblo que están
en el Soviet Supremo de la URSS; el aparato del gobierno es el siervo y el
implementador de las decisiones. Lenin sabía muy bien, en cuanto a quién,
dónde, y cómo esta cuestión se decidiría. Sólo se decidiría en el sistema de la
dictadura del proletariado, que él formó y fortaleció.
El argumento ofrecido en las “cartas” no se extrae del
arsenal de V.I. Lenin. Este tipo de argumentos sólo los encontramos en las
riñas internas de los nacional-separatistas. En conclusión, sacar a colación la
cuestión de la “autonomía” después de que la cuestión de la Unión de las
Repúblicas Socialistas Soviéticas ya fue decidida, no fue a propuesta de V.I.
Lenin, tampoco uno de sus temas principales. Habría significado regresar a una
cuestión que ya hacía mucho tiempo había sido desechada-superada.
A finales de 1922, nadie hablaba siquiera de esta
cuestión de la formación de la URSS sobre la base de la autonomía. Es por eso
que todo el mundo hablaba en contra de la cuestión de la autonomía, que habría significado
la liquidación de hecho de la República Soviética Federativa y Social Rusa.
¿Dónde está el problema de Lenin en este asunto? El autor de este “artículo de
Lenin”, se debe buscar entre los enemigos de la unidad de las repúblicas
soviéticas y la federación.
Lenin no pertenece a estos elementos, a estos enemigos
de la unidad de repúblicas soviéticas.
En ese campo
había tres bloques
distintos influenciados por
Mdivani, Svanidze y Rakovski. Se debe mirar ahí dentro la identidad del
autor de este artículo, pero hay hechos que sugieren que su autor no fue otro
que Trotsky. V.I. Lenin no pudo haber sido ese autor. Desafortunadamente no hay
todavía pruebas sólidas sobre el autor, pero todos los hechos apuntan hacia
Trotsky.
LENIN POR STALIN, TROTSKY EN CONTRA
El análisis de los pensamientos políticos de este
falso “testamento” muestra que no representa con realismo la lucha política,
que en aquel entonces se estaba gestando en el Comité Central del partido en
el que V.I.
Lenin jugó el papel teórico
principal. La realidad política
es que J.V. Stalin no se nombró a sí mismo Secretario General. Fue, sin
embargo, el propio V.I. Lenin quién, en busca de alguien que lo reemplazase,
volcó todos sus esfuerzos durante
el XI Congreso
del partido en
asegurar que J.V.
Stalin se convirtiese en el
Secretario General.
V.I. Lenin no envió documentos, ni cartas ni
proposiciones diciendo que Stalin no era capaz de convertirse en el Secretario
General. Lenin nunca utilizó semejante lenguaje en ninguno de sus discursos,
consejos o comentarios. El “Testamento” de Lenin no refleja esto, en absoluto.
Sea usted mismo el juez.
Lenin vio en
nuestra revolución una
buena perspectiva, mientras
que Trotsky sólo repetía la necesidad de una revolución
permanente (enero y noviembre de 1922). Lenin promueve la eventual fusión del
partido y el gobierno, mientras que Trotsky está en contra, propone su
reducción. Lenin estaba por la reorganización de RKI, mientras que Trotsky se
posicionaba por su liquidación. Lenin estaba por el florecimiento del Gosplan
como una comisión de expertos, Trotsky en cambio quería que fuese una
planificación operativa, etc., etc.
En esta situación, ¿es probable que V.I. Lenin
escribiese un ataque personal contra Stalin, su más cercano aliado político, y
que propusiese que el puesto más alto fuera para su rabioso oponente Trotsky?
No podemos adoptar este punto de vista en absoluto. La comprensión realista del
“Testamento de Lenin” es diferente. Pone en manos de los aliados de Lenin,
munición para nuevas luchas contra Trotsky en cuestiones importantísimas de la
revolución socialista.
Vamos a llegar a una conclusión.
Tenemos una base para declarar que Lenin no fue el
autor de estos artículos, cartas u otros documentos. Este hecho necesita de
correcciones históricas con el fin de que las enseñanzas de Lenin puedan ser
limpiadas de estas falsificaciones. Debemos entender el “Testamento de Lenin”
en el contexto de la vida política del momento, en las luchas políticas
libradas por V.I. Lenin contra Trotsky en 1921-1922. Esta lucha fue librada por
Lenin con Stalin como su fiel aliado, que promueve y sigue la línea de lucha de
Lenin, y el quién después de la muerte de Lenin se echa sobre sus hombros la pesada
carga de continuar la lucha con Trotsky.
La parte fabricada
del “Testamento” sólo
puede entenderse en un contexto mucho más amplio, en el contexto de la
lucha dentro del C.C del partido contra Trotsky y su grupo. Pero en esta lucha,
que era anti-leninista y alimentada
y promovida por
Zinoviev, se combinó
una lucha contra
Stalin. Objetivamente, la totalidad de los planes de estos dos grupos
eran alejar a Stalin fuera de la dirección con la ayuda de la autoridad de V.I.
Lenin, y cambiar el rumbo político del Partido Comunista de Rusia
(Bolchevique).
Debemos ser muy conscientes de que la base de la lucha
por el liderazgo, fue una lucha histórica por la cuestión principal de la
revolución socialista. El espacio no permite continuar la discusión de esto
aquí. Podemos solo declarar que en los “archivos de Trotsky”, seguidamente de
la “carta” de Lenin acerca de las características de Stalin, el ejemplar
incluye una enmienda en la propia escritura de Trotsky en la que dice: “Edite
mi copia. L. Trotsky.”.
LA FALSIFICACIÓN CONTINUA
Los mitos promovidos sobre la base de los últimos
artículos y cartas de V.I. Lenin no cesaron ni siquiera después de años después
de la muerte de V.I. Lenin. Jrushchov y Gorbachov aportaron sus propias
adiciones e interpretaciones a este cenagal. Partes de las cartas de Lenin
fueron utilizados para cubrir una necesidad de los enemigos contemporáneos.
Fueron utilizados principalmente de una manera anti-Stalin.
A modo de ejemplo, en la carta del 23 de diciembre,
hay una frase en el inglés original de la traducción del ruso “I would like
to share this with You…” (en castellano: “Me gustaría compartir esto con
Ustedes…”, N. del T.). En la publicación por parte de estos contemporáneos,
está recogido “with you” dando así un nuevo significado a lo que Lenin
dijo (“with you” significa “contigo/con usted” N. del T.).
Lenin exponía ante el Congreso del Partido, dando a
dicho Congreso el título de “Ustedes” que merecía. Esta expresión está en
oposición a la expresión “you” (tu, usted), que se dirige a cualquiera a
diferencia de cuando alguien se dirige a una entidad de elegidos por el Pueblo.
Esta carta incluso está registrada en la secretaría de Lenin como una carta destinada
a J.V. Stalin, para el Congreso. Pero esto incluso confirma aún más la esencia,
al referirse de la forma “You” (Ustedes). Pero Nikita Jrushchov decidió
que, para él, sería más beneficioso desplegar la crítica contra Stalin. En la
frase: “tiene una influencia tremenda para todos los “tribunales del partido””
– la palabra “tribunales” fue cambiada por “código del derecho”. Esto no sólo
falsifica las palabras de V.I. Lenin, sino que además deja la frase sin
significado. ¿Cuántos tribunales puede haber en el partido y qué tipo de
tribunales son?
En el léxico político de V.I. Lenin en los últimos
años, las cosas están claras. En la palabra “tribunales”, tenía en mente
diferentes opositores, siempre tratando de criticar al partido y de cambiar su
rumbo. Entre esos “jueces del tribunal”, estaban en primer lugar Trotsky y su
compañía. Es con estos “jueces”, contra los que Lenin libró una dura lucha al
igual que la
libró J.V. Stalin,
a quien esta
carta fue dirigida, el principal amigo y ayudante de V.I. Lenin. Son estos “jueces”,
a los que a este respecto fueron llamados “críticos” y “nuestros Suhanovistas”,
en declaraciones de Lenin, que dicta el 26 de diciembre y también en el
artículo Acerca de nuestra Revolución2.
La frase: “De 50 a 100 miembros del CC, nuestro
partido debe reclamarlos de la clase obrera”, se cambió a: “… nuestro partido
tiene el derecho”. Lenin dice que el CC reclama de 50 a 100 nuevos miembros
para el Comité Central ampliado, mientras que los falsificadores dicen “el
partido solicita”. Semejante fabricación fue necesaria a fin de que la carta a
J.V. Stalin fuera considerada como una carta al Congreso del partido, en lugar
del intercambio de ideas entre Lenin y Stalin.
En el artículo de V.I. Lenin ¿Cómo debemos
reorganizar Rabkrin?, el cual fue falsificado por los enemigos, se recoge:
“que ninguna autoridad, ni la del Secretario General, ni la de ningún otro
miembro del C.C se puede mezclar con la labor de la Comisión Central de
Control, ni tiene derecho a dar cuestiones a la Comisión de Control para su
trabajo… ”3. El nombrar la
figura del Secretario General tiene la intención de identificar a J.V. Stalin
para ser utilizado en su contra.
De acuerdo con los archivos (como está escrito en
Pravda, 25 de enero de 1923) palabras tales como “Secretario General” no pueden
ser encontradas en ninguna parte. La frase que se utilizó fue: “Ninguna
autoridad podrá ser utilizada…”
Esto es una abierta falsificación para tratar de
demostrar que es un “documento” sobre de crítica de Lenin sobre Stalin y, en
consecuencia, falsificando la compresión total del testamento.
PROVOCACIÓN IDEOLÓGICA
Se sabe ahora, qué importancia se le dio al artículo
“Sobre la cooperación”, durante el período de la perestroika. A través de este
artículo escrito por Lenin, los revisionistas trataron de eliminar todo lo
demás escrito por V.I. Lenin. Bajo esta consigna, declararon que era necesario
volver a evaluar todos los aspectos del socialismo. A pesar de que no hay
absolutamente ni una palabra en este sentido por parte de V.I. Lenin, sin
embargo trataron de utilizarlo en la ideología de la “perestroika”. Esta es una
cuestión de pura y simple falsificación. En los escritos de Lenin no hay una
palabra o un artículo “Sobre la cooperación”,
pero existe una
primera y segunda
“edición” de este
artículo. Lenin, mientras
trabajaba en este artículo no estaba satisfecho aún con lo escrito, algo que en
su mente pensaba que se podría decir mucho más claramente. Esto es confirmado
por notas al margen en este texto, que era bien conocido por estos enemigos,
conscientes de que Lenin estaba trabajando en temas importantes. Lenin escribió
en sus notas marginales:
Ni una variación me gusta, porque algunas de ellas
contienen formas que requieren de una mayor elaboración desde el punto de vista
ideológico, y ambas necesitan en cierta medida de alguna rectificación
Esta nota marginal fue fechada el 7 de enero de 1923.
Por supuesto, esta anotación no se formula sobre el texto completo. Debemos
tratar de averiguar sobre que no estaba satisfecho Lenin en su trabajo en este
importante documento.
DE BUJARIN, JRUSHCHOV, HASTA GORBY
El
artículo sobre “Cooperación”, es el pensamiento supremo
y llegó a las
manos de Bujarin. De Jrushchov este
“documento” paso a Gorbachov, y aquí delante de nuestros ojos se encuentra esta
bomba ideológica, enmascarada como si su autor final fuese V.I. Lenin. Se
amplió y fue utilizada como una deformación desde dentro por Jrushchov, al
comenzar a desmembrar el Estado socialista. Esto fue posible porque, este
subterfugio mentiroso tuvo un importante efecto político entre bastidores. En tiempo
de Bujarin se utilizó para los kulaks, para salvarlos como clase. En tiempo de
Jrushchov fue utilizado como el vehículo
para criticar la
tesis de Stalin,
de que en
el momento del
cerco capitalista, los éxitos del socialismo serán cada vez más
notables, mientras que los restos dispersados de las clases explotadoras
“intentaran derrocar, cada vez más y más, por todos los medios a su alcance al
estado socialista, cada vez más y más sabotearan al Estado soviético, como el
último recurso para salvar su posición de clase privilegiada”.
La crítica a este texto ayudó a Jrushchov para
desplegar una campaña contra Stalin. Durante el mandato de Gorbachov se utilizó
para hacer que la gente desconfiase de la vía ideología de construir el
socialismo en la URSS, junto a empujar la vía no-socialista y el acomodar el
capitalismo en la URSS, y sobre la necesidad de romper este dominio socialista
en el país, y que de alguna manera nos perdimos y es inútil tratar de mejorar
el socialismo, no hay nada que ganar en ello, no hay nada imprescindible de
nuestra historia…
De todos modos, el lector sabe muy bien el mismo, qué
y cómo era, y lo que salió de él [del Socialismo].
A veces los propagandistas arguyen el currículo de
algunos de los comunistas que fueron depurados y, especialmente el informe
secreto de Jrushchov, exhibe la larga militancia revolucionaria como
demostración de que se trataba de comunistas honestos que fueron injustamente
expulsados, e incluso fusilados. Como si en un partido comunista pudiera utilizarse
el pedigrí como argumento político. Esos mismos críticos acuden despectivamente
al argumento de que en muchos de los procesos aparece la inculpación de espionaje
como sinónimo de falsedad. Pero, por ejemplo, el mismo Kennan, que trabajaba en
la embajada estadounidense en Moscú afirma en sus memorias que grandes
intelectos del movimiento comunista internacional tales como Radek y Bujarin
solían acudir a la sede diplomática a charlar con el embajador Willian C.
Bullit. Pero el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la Unión
Soviética y Estados Unidos se llevó a cabo en 1933 y entonces Radek y Bujarin
ya habían sido destituidos de sus cargos. Lamentablemente Kennan no concreta
las cuestiones sobre las que charlaban Radek y Bujarin con el embajador
estadounidense, aunque reconoce que entre los dirigentes soviéticos había
tendencias pro-americanas.
Hay otro aspecto que los propagandistas del imperialismo
silencian con gran tenacidad. Por ejemplo, en Estados Unidos en los tres años
transcurridos entre 1929 y 1932, la policía asesinó a 23 antifascistas en actos
de protesta organizados por el Partido Comunista. Sólo en setiembre de 1934,
durante la huelga del textil, la policía asesinó a diez obreros e hirió a
cientos de huelguistas. Esto es tan normal en un país capitalista que ni
siquiera es noticia.
Lo más interesante
es que los
procesos de Moscú
coinciden temporalmente con
los procesos seguidos en los propios países occidentales contra la
quinta columna fascista. Efectivamente,
en todos los
países del mundo
la estrategia hitleriana
fue la misma: hacerse con el poder desde el interior
mismo del Estado, aprovechando la complicidad de los traidores dispuestos a
aliarse con las potencias del Eje. Es el caso de Nedic en Serbia, Degrelle en
Bélgica, Mussert en Holanda, el más conocido de Quisling en Noruega y, sobre
todo, el de Petain en Francia, donde la burguesía casi en bloque y la
burocracia traicionaron a su país abriendo las puertas a los ocupantes nazis.
La guerra civil española fue concebida inicialmente
por los fascistas como un golpe de Estado planeado desde el interior mismo de
las más altas esferas militares. Ya en 1934 el general Sanjurjo había preparado
un asalto similar. A pesar de ello y de que se conocía la conspiración militar,
el gobierno de la República no depuró a los sospechosos y la traición se
consumó.
Si las potencias occidentales querían poner freno a
Hitler debían liquidar también a sus propios traidores, y es lo que hicieron
Churchill en Gran Bretaña y Roosevelt en Estados Unidos. En ambos países se
promulgaron leyes condenando la traición con la pena de muerte y la policía
organizó redadas contra los fascistas, registrando sus sedes, incautando armas
y documentos comprometedores y deteniendo a miles de fascistas dispuestos a
asaltar el poder. En Gran Bretaña se estableció por ley la pena de muerte
contra los traidores y fueron detenidos el jefe del partido fascista Oswald
Mosley, el diputado John Beckett, el capitán Ramsay y muchos otros
quintacolumnistas. No sólo en la Unión Soviética sino en todo el mundo, los
hechos demostraban que no era posible hacer frente al fascismo sin aplastar
previamente a la quinta columna, que los fascistas contaban con sólidos apoyos
dentro de las instituciones de cada país, dispuestos a dar un golpe de mano en
cualquier momento.
Los procesos de Moscú se celebraron con una absoluta
transparencia para la clase obrera. Todos pudieron en su momento conocer los
debates, las pruebas, las declaraciones y las condenas ya que las actas se
publicaron íntegramente. Para celebrar sus sesiones se habilitó la sala Octubre
de la Casa de los Sindicatos, en la que cabían unas 300 personas. A ellas
asistieron gran número de extranjeros residentes en Moscú, especialmente
diplomáticos, periodistas y escritores.
Entre el cuerpo diplomático acreditado en la capital,
presenció las sesiones del juicio el embajador checo Zdanek Firlinger, quien
insistió ante su gobierno en que se estaban respetando las normas jurídicas
habituales en los procesos. También fue asiduo de las sesiones judiciales
el embajador de
Gran Bretaña. Otro
de los que
asistieron a las sesiones de juicio fue el embajador
americano Joseph E. Davies, que luego escribió un famoso libro al respecto
Misión en Moscú, imposible de localizar hoy día en la librerías, en el que
confirma lo que ya entonces puso de manifiesto en sus informes a Roosevelt: que
las acusaciones eran absolutamente fundadas, que el proceso se estaba
desarrollando de una manera impecable y legalmente equitativa para los acusados.
No es por eso de extrañar que el artífice de la guerra fría, el diplomático
norteamericano Kennan, utilice términos inusuales para referirse a quien fue su
jefe en la embajada estadounidense en Moscú de 1936 a 1938 al conocer su nombramiento:
desaliento, desconfianza, antipatía, conmoción,... Hasta el punto de estar
dispuestos a dimitir en bloque al día siguiente de la presentación de
credenciales. Con el embajador Davies no fue posible la manipulación que luego
emprendió Kennan, quien se lamenta de la influencia soviética existente entre
los funcionarios de asuntos exteriores (e incluso en la Casa Blanca) y de que
el senador McCarthy no se diera cuenta de ello años después.
Entre los escritores presentes en las sesiones destacó
el danés Martin Andersen-Nexö. En uno de los procesos, un grupo de escritores,
entre ellos algunos tan poco sospechosos de comunismo como Miguel Zochtchenko y
Boris Pasternak, el autor del Doctor Zhivago, pidieron: Exigimos del
tribunal... que aplique a los enemigos del pueblo la medida suprema de defensa
social, es decir, la pena de muerte.
También presente en las sesiones de juicio, Leon
Feuchtwanger escribió lo siguiente: Los hombres que se presentaron ante el
tribunal en ningún caso podían pasar por seres martirizados, desesperados
que afrontaban a
sus verdugos. Los
acusados estaban aseados, bien
vestidos, de maneras
dulces y llenas
de ternura. Bebían
té, tenían periódicos en sus
bolsillos y de buena gana miraban hacia el público. De manera general, eso
hacía pensar más bien en una discusión que en un proceso criminal. Un debate
sereno entre gentes de buena compañía deseosos de que resplandezca la verdad.
Este escritor entrevistó a Stalin en uno de los
procesos, y observó lo siguiente: Habló de Radek con amargura y emoción,
evocando la amistad que le profesaba a aquel hombre [...] Habló de la larga
carta que le había enviado Radek asegurándole su inocencia, de los argumentos
falaces en los que se apoyaba [...] pero la víspera misma, bajo el peso de los
testimonios y de las pruebas, Radek terminó por confesar.
Durante la depuración
del grupo de
Bujarin, se desató
una fuerte discusión
en la dirección del Partido
bolchevique, entre los partidarios de la benevolencia y los de las medidas
extremas. Stalin propuso constituir una comisión compuesta de 36 miembros que
bajo la presidencia de Mikoyan se encargó de estudiar el expediente. De ellos,
20 propusieron ejecutar a Bujarin y a Rikov. La postura de Stalin no fue la
mayoritaria, ya que propuso reenviar el caso al NKVD.
Ya durante el primer proceso contra Zinovev y Kamenev,
tanto la Liga Internacional de los Derechos Humanos y la Asociación Jurídica
Internacional, no sólo no pronunciaron crítica alguna sobre los procesos, sino
que los apoyaron públicamente. La segunda de ellas era muy prestigiosa en
aquella época porque formaban parte de ella personalidades como el laborista
británico Harold Laski y el ministro de la República española Álvarez del Vayo,
entre otros parlamentarios y
ministros de todo
el mundo, que
envió una comisión para
informarse, publicó un comunicado de apoyo, aprobado unánimemente:
Estimamos absolutamente injustificada la afirmación
según la cual el proceso ha sido sumario e ilegal. Se les ha propuesto a los
acusados designar abogados, y cada abogado es en la Unión Soviética
independiente del gobierno. Pero los acusados han preferido asegurarse ellos
mismos su defensa.
No es éste el único Estado en el que los individuos
implicados en actos de terrorismo son condenados a muerte. En numerosos países,
incluida Gran Bretaña, no se admite apelar estas sentencias y como, en este
proceso los acusados han confesado su delito, no se puede plantear la
interposición de una apelación.
Afirmamos categóricamente que han sido condenados de
manera absolutamente legal. Se ha demostrado plenamente que había un vínculo
entre ellos y la Gestapo. Se merecen la pena capital.
Por su parte, el británico Denis Nowell Pritt,
diputado de la Cámara de los Comunes, también estuvo presente en los juicios.
En aquellos momentos era un personaje muy conocido en todo el mundo. Era
periodista y juez, un hombre de amplia cultura. Había estudiado derecho en
Wincherters y en la Universidad de Londres y luego amplió sus conocimientos de
derecho procesal en Alemania, Suiza, e incluso en España y en la Unión
Soviética. Por tanto, conocía bien el sistema legal soviético. Acudió a los
juicios como corresponsal del diario londinense News Chronicle y en sus
artículos confirmó la imparcialidad del tribunal que juzgó a los acusados,
defendió la credibilidad de los procesos y, lo mismo que el tribunal, él
también quedó convencido de que la culpabilidad de los acusados había quedado
suficientemente demostrada. Una de sus crónicas manifestaba: La primera cosa
que me chocó, en tanto que jurista británico, es el comportamiento totalmente
libre y espontáneo
de los acusados.
Todos tenían buen aspecto [...] Por mi parte, estoy
convencido de que no hay el menor motivo para suponer ninguna irregularidad en
el orden o en la forma del proceso. Considero el conjunto del proceso y el
trato a los acusados como un modelo ofrecido al mundo entero para un caso en el
que los acusados sean perseguidos por conspiración para asesinar a dirigentes
de Estado y a derrocar al gobierno, que es lo que los acusados han confesado.
Mi opinión es que en tales circunstancias la justicia de cualquier país hubiera
pronunciado sentencias de muerte y los habría ejecutado.
No fueron los únicos casos. Lo mismo sostuvo entonces
el historiador británico Bernard Pares, que consideró irrefutablemente
demostrada la traición de Zinoviev, Kamenev, Piatakov, Radek y los demás. Un
comité parlamentario anglo-soviético, en su rendición de cuentas, confirmó que
las acusaciones estaban bien fundadas y resultaban incuestionables. Su
presidente, el laborista Neil Maklin, reconoció que había quedado impresionado
por las confesiones sinceras de los acusados.
JUICIO CONTRA LOS DERECHISTAS FORMADOS POR BUJARIN,
TOMSKI Y RIKOV
Para tener una comprensión más cercana de los procesos
Moscú, vamos a reproducir una pequeña parte de las actas del proceso contra los
derechistas, contra el trío formado por Bujarin, Tomski y Rikov. De este
proceso formaba parte también Krestinski, cuya declaración en el juicio es muy
interesante y la vamos a extractar porque en ese momento Krestinski se desdice
de su anterior declaración ante la policía, defiende su inocencia frente al
tribunal y el fiscal Vychinski le pregunta:
Vychinski: Acusado Krestinski, ¿se reconoce Usted culpable de
los hechos que se le imputan?
Krestinski: No me reconozco culpable. Yo no soy trotskista.
Nunca he formado parte del bloque de los derechistas y de los trotskistas, cuya
existencia ignoraba. Tampoco he cometido uno solo de los crímenes que se me
imputan a mí personalmente, y sobre todo no me reconozco culpable de haber
mantenido relaciones con el servicio de espionaje alemán.
Vychinski: ¿Confirma Usted las confesiones que hizo en la
instrucción previa?
Krestinski: Sí, en la instrucción previa reconocí mi
culpabilidad, pero yo nunca he sido trotskista.
Vychinski: Repito mi pregunta: ¿se reconoce Usted culpable?
Krestinski: Antes de mi detención, yo era miembro del Partido
bolchevique de la URSS, y lo sigo siendo hasta ahora.
Vychinski sigue interrogando a los demás acusados. Krestinski
impugna la veracidad de la declaración de Besonov, antiguo consejero de la
embajada de la URSS en Berlín:
Vychinski: ¿Así pues, Besonov dice una mentira y Usted dice la
verdad? ¿Dice Usted siempre la verdad?
Krestinski: No.
Vychinski: No siempre. Acusado Krestinski, tendremos
que examinar con Usted algunas cuestiones serias, y no pierda la calma. ¿De
modo que Besonov no dice la verdad?
Krestinski: Eso mismo.
Vychinski: Pero Usted tampoco. Usted no dice siempre la verdad.
¿Es cierto?
Krestinski: Yo no siempre dije la verdad en la instrucción.
Vychinski: Y en otros casos, ¿dice Usted siempre la verdad?
Krestinski: Digo la verdad.
Vychinski: ¿Por qué esa falta de respeto por la
instrucción? ¿Usted no dice la verdad durante la instrucción? Explíquese.
[Krestinski guarda silencio]
Vychinski: No oigo su respuesta. No tengo preguntas
que hacerle.
[...]
Vychinski: Acusado Krestinski,
¿recuerda Usted haber tenido de
esas entrevistas diplomáticas con Besonov?
Krestinski: No, no hemos tenido tales entrevistas.
Vychinski: ¿De una manera general, no han existido esas
entrevistas diplomáticas?
Krestinski: No he oído bien lo que ha dicho Besonov en el último
minuto. Desde aquí, se oye mal.
Vychinski: Sin embargo, está Usted sentado muy cerca de él.
Krestinski: Detrás. Se oye mal lo que dice Besonov.
Vychinski: Camarada Presidente, quisiera rogarle tuviese la bondad de colocar a
Krestinski más cerca de Besonov, para que oiga bien pues me temo que en los momentos
más graves el oído le falla a Krestinski.
[Krestinski se sienta más cerca de Besonov]
Vychinski: Pido a Besonov que repita especialmente para
Krestinski lo que ha dicho, y ruego a Krestinski que escuche atentamente, que
aguce bien el oído.
Besonov: Repito. La misión de que me encargó entonces
Krestinski era la siguiente: en mi calidad de consejero de la Embajada de la
URSS en Berlín, donde yo disponía, evidentemente, de ciertas posibilidades para
llevar a cabo esta tarea, debía, por todos los medios posibles, entorpecer,
retrasar, impedir el establecimiento de relaciones normales entre la Unión
Soviética y Alemania por la vía diplomática normal, obligando así a los
alemanes a buscar medios ilegales, no diplomáticos, secretos, clandestinos,
para un entendimiento con la organización trotskista.
Vychinski: ¿Ha oído Usted esta vez?
Krestinski: Sí.
Vychinski: ¿Tuvo Usted entrevistas con Besonov en mayo de 1933?
Krestinski: Tuve entrevistas con Besonov antes de su envío a
Berlín.
Vychinski: Bien. ¿Y sobre qué asunto? ¿No se acuerda Usted ya?
Krestinski: No recuerdo ya los detalles.
Vychinski: ¿No recuerda Usted ya los detalles y Besonov sí los
recuerda?
Vychinski: Usted ha dicho: Formalmente yo no formaba parte del
centro trotskista. ¿Es eso verdad o no es verdad?
Krestinski: No formaba parte de él en absoluto.
Vychinski: Dice Usted que formalmente no formaba parte de él.
¿Qué hay aquí de cierto? ¿Y qué es falso? ¿Acaso todo es cierto y acaso todo
falso? ¿O hay en ello una mitad de verdad? ¿Qué proporción, cuántos gramos de
verdad hay ahí?
Krestinski: Yo no formaba parte del centro trotskista porque yo
no era trotskista.
Vychinski: ¿No era Usted trotskista?
Krestinski: No.
Vychinski: ¿No lo ha sido Usted nunca?
Krestinski: Sí, fui trotskista hasta 1927.
Presidente: Al comienzo de la vista ha respondido Usted a una de
mis preguntas diciendo que no había sido nunca trotskista.
Krestinski: Yo he declarado que no soy trotskista.
Vychinski: ¿De modo que hasta 1927 era Usted trotskista?
Krestinski: Sí.
Vychinski: Y en 1927, ¿cuándo dejó Usted de ser trotskista?
Krestinski: Antes del XV Congreso del Partido [diciembre de
1927].
Vychinski: Recuérdeme la fecha.
Krestinski: Mi ruptura con Trotsky y con los trotskistas yo la
sitúo el 27 de noviembre de 1927, fecha en que envié a Trotsky, por conducto de
Srebriakov, que volvía de América a Moscú, una carta redactada en términos
violentos y que contenía una violenta crítica...
Vychinski: ¿Por qué pues, cuando yo le pido a Usted que diga la
verdad, se obstina en decir mentiras, hace Usted que las registre el juez de
instrucción y las firma Usted después? ¿Por qué?
Krestinski: Anteriormente, antes de que Usted me interrogase,
hice declaraciones falsas en la instrucción previa.
Vychinski: ¿Y las ha mantenido Usted?
Krestinski: Luego las he mantenido porque —estaba convencido de
ello por propia experiencia— no podría ya, hasta la vista de la causa ante el
Tribunal —si es que la había— invalidar esas declaraciones que había hecho.
Vychinski: Y ahora, ¿cree Usted que ha conseguido invalidarlas?
Krestinski: No, no es eso lo importante. Lo importante es que
declaro no reconocerme trotskista. Yo no soy trotskista.
[Rikov dice en voz alta que Krestinski embrolla la
verdad]
Vychinski: Acusado Krestinski, ¿ha oído Usted? Krestinski: Sí,
he oído.
Vychinski: ¿Confirma Usted eso?
Krestinski: No confirmo
el no
haber dicho la verdad y no
confirmo lo de querer embrollar la verdad.
Vychinski: Tengo una pregunta que hacer a Krestinski. ¿Pero
sabía Usted que Rikov sostenía una lucha clandestina?
Krestinski: No.
Vychinski: ¿No lo sabía Usted?
Krestinski: Es decir, lo sabía por las comunicaciones efectuadas
al Plenum del Comité Central.
Vychinski: ¡Ah!, ¿sólo de esa manera?
Krestinski: De esa manera sólo.
Vychinski: ¿Qué dice Usted a eso, acusado Rikov?, ¿cómo podía
conocer Krestinski la posición de Usted en aquella época?
Rikov: En primer lugar, si se manda una comunicación al Plenum del Comité
Central sobre el trabajo ilegal de un miembro de dicho Comité Central, este
miembro del
Comité Central cesa de ser miembro del Comité Central.
Nosotros tuvimos con él, a este respecto, conversaciones suficientemente
francas para que todos supiésemos exactamente con quién se entendía. Que yo
sepa, esto ocurría en 1932, 1933, no recuerdo ya las fechas exactas.
Vychinski: Acusado Rikov, ¿confirma Usted haber sabido que
Krestinski era trotskista y miembro del bloque de los derechistas y los
trotskistas?
Rikov: Es decir, en aquel período, no existía aún un bloque cristalizado;
pero que era miembro de la organización trotskista, eso sí lo sabía.
Vychinski: ¿Y tenía entrevistas con Usted?
Rikov: Se entrevistaba conmigo en su calidad de miembro de una organización
ilegal.
Vychinski: ¿Hablaban ustedes de asuntos de carácter ilegal?
Rikov: Hablábamos de asuntos ilegales.
Vychinski: Afirma Usted que Krestinski estaba también al
corriente de los asuntos de Usted en el partido ilegal, y Krestinski lo niega;
¿se sigue de ello que Rikov, ahora, no dice la verdad mientras que Usted, Krestinski,
sí la dice?
Krestinski: Yo digo la verdad.
Vychinski: ¿Y desde cuándo ha empezado Usted a decir la verdad?
Krestinski: ¿A propósito de este asunto?
Vychinski: Sí.
Krestinski: Hoy estoy diciendo la verdad.
Presidente: ¿Desde este mediodía?
Krestinski: Sí, en la vista de la causa.
[Sigue el interrogatorio de otros acusados y al día siguiente, por mediación de
Rakovski, vuelve Vychinski al ataque contra
Krestinski]
Vychinski: Acusado Rakovski, ¿se ha reconocido Usted culpable
de los crímenes que se le imputan?
Rakovski: Sí.
Vychinski: Ha oído Usted aquí también la respuesta de
Krestinski que, interrogado por el Tribunal, ha declarado que no era trotskista
y no había cometido los crímenes por él confesados durante instrucción previa,
¿no es así? Quisiera preguntarle a Usted, que fue uno de los representantes y
de los dirigentes más visibles de la acción trotskista clandestina en la URSS,
lo que sabe Usted de la actividad trotskista de Krestinski durante el último
período.
Rakovski: En primer
lugar, debo detenerme
en las declaraciones
que ayer hizo Krestinski.
Vychinski: Sí, de eso es exactamente de lo que hablo.
Rakovski: Para probar que se ha apartado del trotskismo,
Krestinski ha declarado que a fines de 1927 envió una carta a Trotski en la que
se desligaba de las posiciones trotskistas, si no me equivoco. ¿No es ése el
sentido de la declaración que hizo Krestinski, ayer, aquí mismo?
Vychinski: Así es como todos lo hemos entendido.
Rakovski: Yo conozco esa carta de Krestinski.
Vychinski: ¿La conoce Usted?
Rakovski: Trotski me la dio a leer. Y no solamente a mí. Pero
para aclarar el sentido de esta carta debo indicar antes que nada un hecho. Al
volver a Moscú, semanas antes de que esa carta fuera remitida por Krestinski,
en la víspera del Plenum del Comité Central que precedió el XV Congreso, me
había yo detenido, en 1927, en Berlín, como siempre, en la embajada donde trabajaba entonces Krestinski.
Kamenev estaba conmigo. Acababa de regresar de Roma y se dirigía, también él,
al Plenum del Comité Central. Entre Kamenev, Krestinski y yo, todos partidarios
de la misma idea, tuvo lugar en Berlín un intercambio de puntos de vista.
Vychinski: ¿Partidarios de la misma idea?
Rakovski: Un intercambio de puntos de vista entre partidarios
de la misma idea, eso ni qué decir tiene. Hasta ese momento, Krestinski no
había manifestado ningún indicio de su abandono de la oposición. En nuestra
entrevista de Berlín, discutimos juntos la cuestión de saber lo que la
oposición habría de acometer en el próximo Plenum. Krestinski se quedaba en
Berlín. Él era de la opinión de que había que continuar maniobrando.
Vychinski: ¿Maniobrando?
Rakovski: Sí, maniobrando.
Vychinski: ¿Es decir, desarrollando un doble juego?
Rakovski: Esa expresión no era corriente en aquella época.
Vychinski: ¿Y el sentido?
Rakovski: El sentido es idéntico.
Krestinski: Pero acaso yo...
Presidente: Ya le llegará su turno, acusado Krestinski.
Vychinski: Yo le
rogaría, acusado Rakovski, que nos
dijera lo que el acusado Krestinski le escribió a Usted, en 1929, a
Saratov, donde estaba Usted deportado.
Rakovski: En aquella carta, Krestinski me invitaba a volver al
partido, naturalmente con vistas a continuar la actividad trotskista.
Vychinski: ¿Cuáles eran sus proyectos?
Rakovski: En aquella carta no escribía nada que fuera
manifiestamente ilícito.
Vychinski: ¿De suerte que Usted sitúa en ese momento el hecho
de su relación con Usted, aunque en su caso se tratara de un trotskista
deportado?
Rakovski: Sí. Y su deseo, como el de todos los demás
trotskistas, de conservar los cuadros trotskistas penetrando en el Partido lo
más posible.
Vychinski: ¿Así pues, trató de persuadirle a Usted de que
volviese al Partido, por consideraciones tácticas, en interés de la labor
trotskista?
Rakovski: Así es, por supuesto, como yo lo entendí.
Vychinski: Permítame
que le haga
una pregunta al acusado
Krestinski. Acusado Krestinski,
¿comprendió bien el acusado Rakovski el contenido de su carta?
Krestinski: Sí.
Vychinski: Tengo una petición que formular ante el Tribunal.
Acabo de mandar comprobar ahora mismo los documentos recogidos durante el
registro efectuado en casa de Krestinski. Entre dichos documentos, figura copia
de su carta a Trotsky, con fecha
del 27 de
noviembre de 1927,
esa misma carta
a la que
ayer se refirió Krestinski y de la
cual habla Rakovski.
Pido que se
me permita presentar
a Rakovski y a Krestinski la copia de esa carta y preguntarles si es de
esa carta a Trotsky, en efecto, de la que ambos hablan. Tras de lo cual
solicito permiso para hacer algunas preguntas más.
[Presentan a Krestinski, y luego
a Rakovski, la copia de la carta
de 27 de noviembre de 1927]
Krestinski: De esa carta se trata, desde luego.
Vychinski: Pido que se presente la copia de esa carta al
acusado
Rakovski.
Rakovski: El autor de esa carta se acuerda de ella mejor que
yo.
Vychinski: Nos va a llevar dos minutos, pero el hecho quedará
probado.
[Rakovski lee la carta]
Rakovski: Sí, que yo recuerde, de esa carta se trata.
Vychinski: Solicito permiso para mostrar a Rakovski un extracto
del diario Ekonomicheskaia Zin del 8 de abril de 1928, donde se dice: Extracto
de la carta de Krestinski del 22 de marzo de 1928. ¿No es en eso en lo que él
pensaba al hablar de la carta que Krestinski dirigió al Comité Central, tras el
envío de su carta a Trotsky?
Rakovski: Sí.
Vychinski: Así pues, todos los hechos están probados.
Rakovski: Lo leí en Pravda o en Izvestia, pero eso ha podido
publicarse en los periódicos.
Krestinski: Era el 8 de abril.
Vychinski: ¿Y la carta lleva fecha del 22 de marzo?
Krestinski: No recuerdo la fecha de la carta.
Rakovski: Yo recuerdo
que había dos
cartas expedidas por
los embajadores trotskistas:
Antonov-Ovseienko y Krestinski.
Vychinski: Así pues, todos los hechos están probados. Acusado
Rakovski, ¿recuerda Usted si el comienzo de la carta de que Usted acaba de
hablar era idéntico al comienzo de esta copia: Querido Lev Dadidovich
[Trotski]?
Rakovski: Esa era la fórmula habitual.
Vychinski: Acusado Rakovski, ¿no se acuerda Usted del párrafo
siguiente de la carta personal de Krestinski a Trotsky, tal y como se expresa
en la copia? Krestinski escribe: Mi convicción profunda es que la táctica de la
oposición, en los seis últimos meses, ha sido profundamente errónea, perniciosa
para los objetivos de la propia oposición, trágicamente equivocada, podríamos
decir. ¿Permite concluir ese párrafo que en todo ello se encierre la menor
condenación del trotskismo?
Rakovski: No. Krestinski razona como un hombre que forma parte
de la organización trotskista. Parte de un punto de vista trotskista. Habla en
interés de la organización trotskista. Es lo mismo que declaró en Berlín, como
ya he dicho.
Vychinski [dirigiéndose a Krestinski]: Ha oído Usted la
circunstanciada explicación de Rakovski sobre su presunto abandono del
trotskismo. ¿Estima Usted exacta esta explicación de Rakovski?
Krestinski: Lo que él ha dicho es exacto.
Presidente: ¿Confirma Usted lo que ha dicho Rakovski?
Krestinski: Sí, lo confirmo.
Vychinski: Si lo que ha dicho Rakovski es exacto, ¿va Usted a
continuar engañando al Tribunal y negando
la exactitud de
las declaraciones que
hizo Usted en la
declaración previa?
Krestinski:
Confirmo enteramente las
declaraciones por mí
efectuadas en la instrucción previa.
Vychinski: No tengo más preguntas que hacer a Rakovski. Tengo
una pregunta que hacer a Krestinski. ¿Qué significa entonces su declaración de
ayer, que no podría considerarse entonces sino como una provocación trotskista
en el proceso?
Krestinski: Ayer, bajo el efecto de un sentimiento agudo y
fugitivo de falsa vergüenza, debido a este ambiente y al hecho de hallarme en
el banquillo de los acusados, tanto como a la penosa impresión que dejó el acta
de acusación en mi ánimo, agravado todo ello por mi estado enfermizo, no me fue
posible decir la verdad, decir que era culpable. Y en vez de decir: sí, soy
culpable, respondí casi maquinalmente: no, no soy culpable.
Vychinski: ¿Maquinalmente?
Krestinski: No me sentí capaz de decir la verdad ante la opinión
pública mundial, decir que había sostenido una lucha trotskista desde el
principio al fin. Ruego al Tribunal que tome nota de mi declaración, que me
reconozco culpable, enteramente y sin reservas, en todos los puntos de la
acusación, y que reivindico la plena responsabilidad por mi felonía y mi
traición.
En su confesión, Radek dijo lo siguiente sobre su
interrogatorio ante la policía: Cuando llegué a la comisaría del pueblo de
Interior, el funcionario que dirigía la investigación me dijo: “Usted no es un
niño. He aquí quince testimonios contra Usted, no puede ignorar esta causa, y
si es razonable, no puede pretender eso...” Durante dos meses y medio atormenté
a aquel investigador. Si aquí se nos pregunta si los investigadores nos han
torturado, tengo que afirmar que no he sido yo quien ha sido torturado, sino yo
mismo quien ha torturado a los investigadores, obligándoles a realizar un
trabajo inútil.
El profundo significado de estas depuraciones internas
no se ha acabado de comprender y, por tanto, tampoco su absoluta necesidad.
INTERROGATORIO DE BUJARIN EN EL PROCESO EN MOSCU DE
1938
Del foro “Acción Comunista”
Bujarin: Tengo dos súplicas que hacer al Tribunal: primero,
ruego se me conceda la posibilidad de efectuar libremente mi exposición ante el
Tribunal, y segundo, se me autorice, al principio de mi exposición, a insistir
más o menos, en la medida que lo permita el tiempo, en el análisis de los
objetivos ideológicos y políticos del criminal bloque de los derechistas y de
los trotskistas, y ello por los motivos siguientes: primero, porque se ha
hablado del asunto relativamente poco; segundo, porque esta cuestión ofrece un
cierto interés público, y tercero porque el ciudadano fiscal planteó esta
cuestión en la sesión anterior, si no me equivoco.
Vychinski: Si el acusado Bujarin tiene intención de restringir
de un modo cualquiera el derecho del fiscal a hacer preguntas en el curso de
sus declaraciones, estimo que el camarada presidente debe explicar a Bujarin
que el derecho que tiene el fiscal a hacer preguntas está fundado en la ley.
Por eso pido que esa súplica sea rechazada como está previsto en el código de
enjuiciamiento criminal.
Bujarin: Yo entendía mi súplica de otro modo.
El presidente: Una primera pregunta al acusado Bujarin: ¿Confirma
usted las declaraciones que hizo en la instrucción previa acerca de la
actividad antisoviética?
Bujarin: Confirmo mis declaraciones y sin reserva.
El presidente: ¿Qué desea
usted decir acerca
de la actividad
antisoviética? El camarada fiscal
tiene el derecho a hacer preguntas.
Vychinski: Permítame comenzar el interrogatorio del acusado
Bujarin. Formule brevemente de qué, exactamente, se reconoce usted culpable.
Bujarin: Primero, de haber formado parte del bloque de los
derechistas y de los trotskistas contrarrevolucionario.
Vychinski: ¿A partir de qué año?
Bujarin: A partir del momento de la formación de dicho
bloque. Y me reconozco culpable de haber pertenecido, desde antes de eso, a la
organización contrarrevolucionaria de los derechistas.
Vychinski: ¿A partir de qué año?
Bujarin: A partir de 1928, más o menos. Me reconozco culpable
de haber sido uno de los principales líderes de ese bloque de los derechistas y
de los trotskistas. Por consiguiente, me reconozco culpable de lo que
directamente se desprende de ello, culpable de todo el conjunto de crímenes
perpetrados por esa organización contrarrevolucionaria, independientemente del
hecho de que yo conociera o ignorara tal o cual acto o no la tomara, puesto que
respondo como uno de los líderes de esa organización contrarrevolucionaria y no
como guardagujas.
Vychinski: ¿Cuáles eran
los objetivos a
que apuntaba esa
organización contrarrevolucionaria?
Bujarin: Esta organización contrarrevolucionaria, si hay que
formular brevemente...
Vychinski: Sí, brevemente por el momento.
Bujarin: Se proponía como fin esencial, propiamente hablando,
sin darse suficiente cuenta de ello, tal vez, por decirlo así, y sin poner los
puntos sobre las íes, la restauración de las relaciones capitalistas en la
U.R.S.S.
Vychinski: ¿El derrocamiento del poder de los Soviets?
Bujarin: El derrocamiento del poder de los Soviets era el
medio de alcanzar aquel fin.
Vychinski: ¿Por qué procedimiento?
Bujarin: Como se sabe...
Vychinski: ¿Por el derrocamiento violento?
Bujarin: Si, por el procedimiento del derrocamiento violento
de ese poder.
Vychinski: Con ayuda de...
Bujarin: Aprovechando todas las dificultades que surgen en el
camino del poder de los Soviets, y especialmente utilizando la guerra cuyos
pronósticos aparejaban la perspectiva.
Vychinski: ¿Cuyos pronósticos aparejaban la perspectiva, con
ayuda de quién?
Bujarin: Con la ayuda de los Estados extranjeros.
Vychinski: ¿En qué condiciones?
Bujarin: En unas
condiciones que, si hemos de hablar concretamente, preveían numerosas
concesiones.
Vychinski: Entre otras...
Bujarin: Entre otras, cesiones de territorios.
Vychinski: Especifique usted.
Bujarin: Si hay que
poner todos los puntos sobre las íes, a condición del desmembramiento de la
U.R.S.S.
Vychinski: ¿De la
separación de la
Unión Soviética de
regiones y de
repúblicas enteras?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Un ejemplo?
Bujarin: De Ucrania, de la provincia marítima, de
Bielorrusia.
Vychinski: ¿En provecho de quién?
Bujarin: En provecho de los Estados interesados que,
geográfica y políticamente...
Vychinski: ¿Qué Estados exactamente?
Bujarin: En provecho
de Alemania, en
provecho del Japón
y, parcialmente, de Inglaterra.
Vychinski: ¿Y cuál
era el objeto
del acuerdo concluido
con los medios correspondientes? Yo conozco un
acuerdo concluido por el bloque.
Bujarin: Sí. El bloque había concluido un acuerdo.
Vychinski: ¿Y actuaban también con vistas a debilitar la
capacidad defensiva de la U.R.S.S.?
Bujarin: Ahí tiene usted, esa cuestión no se había discutido
aún, al menos en mi presencia.
Vychinski: ¿Y cuál era la situación desde el punto de vista del
sabotaje?
Bujarin: Tocante al sabotaje, la situación era tal que,
finalmente y sobre todo bajo la presión del sector trotskista del bloque, del
órgano denominado centro de contacto, constituido allá por 1933, a pesar de los
numerosos desacuerdos internos y el mecanismo de las manipulaciones políticas sin
interés para la instrucción, después de diversas peripecias, discusiones,
etcétera, se adoptó la orientación hacia el sabotaje.
Vychinski: ¿Eso debilitaba la capacidad defensiva de nuestro
país?
Bujarin: Desde luego.
Vychinski: Por lo tanto, ¿se orientaban hacia el
debilitamiento, hacia la ruina de la capacidad defensiva?
Bujarin: Eso no se había decidido formalmente, pero en el
fondo era así.
Vychinski: ¿Pero los actos y toda la actividad desarrollada en
esa dirección estaban claros?
Bujarin: Sí.
Vychinski: Comprendo. Quisiera saber si la actitud de usted
respecto al terrorismo era positiva.
Bujarin: ¿Qué quiere usted decir exactamente?
Vychinski: Si era usted partidario del asesinato de los
dirigentes de nuestro partido y del gobierno.
Bujarin: Pregunta usted... si yo, como miembro del centro de
los derechistas y de los trotskistas era partidario...
Vychinski: De actos terroristas.
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Contra quién?
Bujarin: Contra los dirigentes del partido y del gobierno.
Vychinski: Los detalles después los referirá usted. ¿Y se hizo
partidario de ello a partir más o menos de 1929 ó 1930?
Bujarin: No, creo que fue a partir de 1937, mes arriba o
abajo.
Vychinski: Y en 1918, ¿no era usted partidario del asesinato de
los dirigentes de nuestro partido y del gobierno?
Bujarin: No, no lo era.
Vychinski: ¿Era usted partidario del arresto de Lenin?
Bujarin: ¿Del arresto? Hubo dos casos de este género; el
primero, yo se lo referí al propio Lenin; del segundo, nada dije por consideraciones
de conspiración. Puedo, si usted lo desea, explicárselo con más detalles. Así
fue como ocurrió.
Vychinski: ¿Así fue como ocurrió?
Bujarin: Sí
Vychinskí: ¿Así fue como ocurrió?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Y para matar a Vladimir Ilich?
Bujarin: En cuanto a la primera vez, se había hablado de
detenerle por 24 horas. Había esta fórmula, y luego la segunda...
Vychinski: ¿Y si Vladimir Ilich no se entregaba?
Bujarin: Pero Vladimir Ilich, como usted sabe, no luchaba a
mano armada, no era un espadachín.
Vychinski: ¿Contaban ustedes, pues, con que Vladimir Ilich,
cuando llegaran ustedes a detenerle, no opondría resistencia?
Bujarin: Exactamente, y puedo referirme a otra persona.
Cuando los socialistas revolucionarios de izquierda detuvieron a Dzerjinski
tampoco él opuso resistencia armada.
Vychinski: Eso depende siempre de la situación concreta. Así, pues, en su caso, ustedes no contaban
con ninguna resistencia.
Bujarin: No.
Vychinski: Y cuando el arresto del camarada Stalin en 1918,
¿contaban con ella?
Bujarin: Hubo en aquel momento, varias conversaciones
sobre...
Vychinski: No le pregunto por las conversaciones, sino por el
plan de detención del camarada Stalin.
Bujarin: Pero, como no estoy de acuerdo con usted cuando
califica eso de plan, permítame, pues, demostrar al Tribunal lo que ocurrió en
realidad. Puede decirse que entonces nosotros no teníamos plan, pero que
tuvimos una conversación.
Vychinski: ¿Con qué fin?
Bujarin: Tuvimos una conversación relativa a la formación de
un nuevo gobierno, compuesto de comunistas de izquierda.
Vychinski: Yo le pregunto: ¿tenían ustedes, en 1918, un plan de
detención del camarada Stalin?
Bujarin: No de Stalin, había un plan de detención de Lenin,
Stalin y Sverdlov.
Vychinski: ¿De los tres, Lenin, Stalin y Sverdlov?
Bujarin: Exactamente.
[...]
Vychinski: ¿Puedo antes hacerle dos o tres preguntas de
carácter biográfico?
Bujarin: Desde luego.
Vychinski: ¿Ha vivido usted en Austria?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Mucho tiempo?
Bujarin: De 1912 a 1913.
Vychinski: ¿No estaba usted en relación con la policía
austriaca?
Bujarin: No.
Vychinski: ¿Ha vivido usted en América?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Mucho tiempo?
Bujarin: Mucho tiempo.
Vychinski: ¿Cuántos meses?
Bujarin: Unos siete meses.
Vychinski: En América, ¿estaba usted relacionado con la
policía?
Bujarin: De ninguna manera.
Vychinski: De América se trasladó usted a Rusia pasando por...
Bujarin: Por el Japón.
Vychinski: ¿Se quedó usted allí mucho tiempo?
Bujarin: Una semana.
Vychinski: Durante esa semana, ¿no le alistaron?
Bujarin: Si le place a usted hacer tales preguntas...
Vychinski: El código
de enjuiciamiento criminal
me da el
derecho a hacer
esas preguntas.
El presidente: El fiscal tiene tanto más derecho a hacer esa
pregunta cuanto que Bujarin está acusado de haber intentado asesinar a los
dirigentes del partido, ya en 1918: usted está acusado de haber atentado, ya en
1918, contra la vida de Vladimir Ilich Lenin.
Vychinski: Yo no me salgo del marco del código de
enjuiciamiento criminal. Si tal es su deseo, puede responder no, pero yo puedo
interrogarle.
Bujarin: Eso es absolutamente exacto.
El presidente: No es necesario el consentimiento del acusado.
Vychinski: ¿No se trabó usted ninguna relación con la policía?
Bujarin: Absolutamente ninguna.
Vychinski: ¿Como Chernov, en el autobús? Yo le pregunto si tuvo
usted relaciones con un órgano cualquiera de la policía.
Bujarin: Ninguna relación con ningún órgano de la policía.
Vychinski:
¿Entonces por qué
se adhirió usted
tan fácilmente al
bloque que se dedicaba al espionaje?
Bujarin: Por lo que se refiere al espionaje, yo no sé
absolutamente nada.
Vychinski: ¿Cómo es eso, que no sabe usted nada?
Bujarin: Como le digo.
Vychinski: ¿No se interesaba usted en los asuntos de espionaje?
Bujarin: No.
Vychinski: ¿Quién se interesaba, entonces?
Bujarin: Yo no recibía ninguna información sobre actividades
de esa índole.
Vychinski: Acusado Rykov, ¿estaba informado Bujarin de esa
actividad?
Rykov: Entre él y yo, no hubo conversaciones sobre ello.
Vychinski: ¿Cómo es eso? ¿Y la conversación que tuvo usted con
Bujarin sobre las relaciones de espionaje entre la organización de Bielorrusia
y los polacos?
Rykov: Nosotros no hemos
indicado expresamente que
esa relación estuviera encaminada especialmente al
espionaje.
Vychinski: Hablo de carácter, de la esencia.
Rykov: Es inevitable que, en esas condiciones, toda relación con los polacos,
y eso es comprensible para todos, se transforme automática y rápidamente en una
relación de espionaje.
Vychinski: ¿No sólo debía transformarse, sino que se había
transformado ya?
Rykov: Ciertamente.
Vychinski: ¿Bajo su dirección?
Rykov: Esa transformación no se había producido bajo nuestra dirección
inmediata, pero no se trata de dirección inmediata: se trata de la dirección
general. Está perfectamente claro que nosotros tenemos que responder de todo
eso.
Vychinski: No tiene usted por qué poner esa cara tan tétrica,
acusado Bujarin. Hay que confesar la realidad, y la realidad es ésta: usted
tenía un grupo de cómplices, de conjurados, en Bielorrusia, y ese grupo estaba
dirigido por Golodied, Cherviakov, Charangovich. ¿Es eso exacto o no,
Charangovich?
Charangovich: Es exacto.
Vychinski [dirigiéndose a Bujarin]: ¿Y usted se considera un
ideólogo?
Bujarin: Entre otras cosas, me tengo por ideólogo del golpe
de Estado contrarrevolucionario y por un hombre que lo pone en práctica.
Evidentemente, usted habría preferido que dijese que me consideraba un espía,
pero yo no me consideraba ni me considero como tal.
Vychinski: Y, sin embargo, eso habría sido lo más exacto.
Bujarin: En su opinión, no en la mía.
[..]
Vychinski: Permítame citar las declaraciones de Bujarin, tomo
5, folios 95-96: Tomski me dijo que se habían examinado dos variantes: el caso
en que el nuevo gobierno fuera organizado en tiempo de paz —y por lo tanto los
conspiradores organizan un nuevo gobierno en tiempo de paz— y el caso en que
fuera organizado en tiempo de guerra, y en este último caso los alemanes exigen
mayores concesiones económicas, concesiones de que ya he hablado, e insisten en
lo de las cesiones de territorios. Díganos: ¿es exacto o no?
Bujarin: Sí, todo es exacto.
Vychinski [continúa leyendo]: Pregunté a Tomski qué idea nos
hacíamos, en esas condiciones, del mecanismo del golpe de Estado. Me dijo que
eso concernía a la organización militar que debía abrir el frente a los alemanes.
Bujarin: Sí, es exacto.
Vychinski: ¿Tomski estaba de acuerdo o no?
Bujarin: Había dicho debían, pero el sentido de esa palabra
es müssen y no sollen.
Vychinski: Déjese de filología. Debía quiere decir debía.
Bujarin: Quiere decir que, en los medios militares existía la
idea de que, en ese caso, los medios militares...
Vychinski: No. No se trata de ideas, sino de que debían. Eso
quiere decir...
Bujarin: No, eso no quiere decir.
Vychinski: ¿Eso quiere decir que no debían abrir el frente?
Bujarin: ¿Pero desde el punto de vista de quién? Tomski
hablaba de lo que le habían dicho los militares, de lo que le había dicho
Enukidze.
Vychinski: ¿Y usted qué había declarado?
Bujarin: Yo sé muy bien qué declaraciones hice.
Vychinski: Tomski dijo
que la realización
del golpe de
Estado concernía a la
organización militar que debía abrir el frente a los alemanes. ¿Está la cosa
clara?
Bujarin: Yo había dicho que había preguntado a Tomski: ¿Y qué
idea nos hacemos del mecanismo de esta intervención? A lo que él me
respondió: Eso concierne a la
organización militar que debe abrir el frente a los alemanes. Yo le respondí a
eso que...
Vychinski: No avancemos más por el momento. Debían abrir el
frente. ¿Así pues, existía la intención de abrir el frente a los alemanes?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿En qué esferas?
Bujarin: En las esferas de la organización militar.
Vychinski: ¿Estaba Tomski completamente de acuerdo?
Bujarin: No lo dije explícitamente.
Vychinski: ¿Estaba de acuerdo en las tres cuartas partes?
Bujarin: Ya le he dicho que de sus palabras se desprendía
que, probablemente, estaba de acuerdo con eso.
Vychinski: ¿Y cuándo le dijo eso a usted, opuso usted
objeciones?
Bujarin: Opuse algunas objeciones.
Vychinski: ¿Y por qué no escribió usted: Opongo algunas
objeciones?
Bujarin: Está escrito más abajo.
Vychinski: De ninguna manera; más abajo está escrita otra cosa
muy distinta.
Bujarin: Eso quiere decir precisamente que yo pongo
objeciones.
Vychinski: Más abajo está escrito: A eso, yo le respondí que en
ese caso... ¿En qué caso?
Bujarin: En el caso que el frente fuese abierto.
Vychinski: Exactamente. En ese caso, sería oportuno llevar ante
los tribunales a los responsables de la derrota en el frente. Lo cual nos
permitiría arrastrar a las masas en seguimiento nuestro, jugando con consignas
patrióticas.
Bujarin: Pero permítame, voy a explicarle eso, si me hace el
favor.
Vychinski: Un instante. Vamos a desembrollar la cosa punto por
punto. ¿Es esa la objección de usted?
Bujarin: Sí.
Vychinski: ¿Le dijo usted formalmente: No se debe abrir el
frente?
Bujarin: Exacto.
Vychinski: ¿Pero dónde está escrito eso?
Bujarin: No está escrito, pero se sobreentiende.
Vychinski: ¿Y qué quiere decir jugar con consignas patrióticas?
Bujarin: Eso no quiere decir «jugar» en el sentido odioso de
la palabra...
Vychinski: Debía tomado en otro sentido, y jugar también en
otro sentido.
Bujarin: Debe tiene dos acepciones, en lengua rusa.
Vychinski: Pero nosotros aquí queremos una sola acepción.
Bujarin: Eso es usted quien lo quiere, pero yo tengo el
derecho a no estar de acuerdo. Sabemos que en alemán sollen y müssen tienen dos
significaciones.
Vychinski: Usted está acostumbrado a hablar alemán, pero
nosotros hablamos la lengua soviética.
Bujarin: En sí misma, la lengua alemana no es odiosa.
[..]
Vychinski: Le pregunto a usted, cuando después de la paz de
Brest-Litovsk, se proponían ustedes detener a los camaradas Lenin, Stalin y
Sverdlov, era para derribar el poder, lo hacían ustedes en el contexto de una
lucha violenta. ¿Le comprendo bien?
Bujarin: Digo que se presumía que ese acto podía ser
realizado de tal forma que fuese violento, sin ser sangriento; de modo que no
puede haber en ello...
Vychinski: ¿Violento sin ser sangriento?
Bujarin: Usted me ha mandado detener, lo cual es un acto de
violencia; pero yo estoy todavía con vida, vivo todavía; quizá no siga
viviendo, y hasta estoy persuadido de ello, pero la verdad es que vivo todavía,
la prueba está en que hablo desde este banquillo de acusados.
Vychinski: Hace Usted mal apartándose del interrogatorio
Bujarin: Digo lo que ha ocurrido.
La Verdad Sobre Stalin
Wilf Dixon
Conferencia en la Sociedad Secular
que refuta algunas de las mentiras predominantes de la propaganda burguesa en
contra de Stalin y de los logros de la construcción socialista bajo su mandato.
Introducción
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión Soviética luchaba por su existencia en una lucha a muerte contra el fascismo alemán, los trotskistas animaban a los trabajadores de Gran Bretaña a declararse en huelga, minando así el esfuerzo de guerra en ese momento de la historia en que el único beneficiario era el fascismo. Minando el esfuerzo de guerra de Gran Bretaña después de que la Unión Soviética se hubiera enzarzado en una lucha a vida o muerte contra el fascismo, estos trotskistas se convirtieron en instrumentos del fascismo en la lucha contra la Unión Soviética. El papel del pseudo-radicalismo trotskista durante la guerra arroja alguna luz sobre el papel que había jugado antes de la guerra. Sólo cuando entendemos esto plenamente podemos apreciar la contribución hecha por W. Dixon. Continuará la controversia sobre si los representantes del trotskismo tuvieron transacciones directas con los servicios de inteligencia del Eje a espaldas de sus miembros. Sin embargo, lo que no puede negarse es que el trotskismo, debido a su radicalismo de extrema izquierda, se convirtió en un movimiento, objetivamente hablando, al servicio de las clases reaccionarias y de sus mercenarios fascistas en la lucha contra el socialismo. La contribución de Dixon es un oportuno recordatorio de los peligros del radicalismo pseudo-izquierdista en el movimiento obrero actual.
La Verdad Sobre Stalin
Gracias por darme la oportunidad de hacer justicia a la memoria histórica en varios asuntos relacionados con Stalin. Mi conferencia lleva por titulo "La verdad sobre Stalin". Éste es ciertamente un título imponente, pero no obstante necesario frente a las mentiras predominantes que pasan por juicios históricos objetivos, las mentiras que tienen sus fuentes en el grupo de expertos anti-comunistas de la Universidad de Harvard y en la propaganda nazi. Las fuentes que actúan en base a la estrategia consistente en 'arroja bastante fango e invéntate genocidios, porque siempre quedará algo'. Sin embargo, una evaluación histórica de Stalin no puede hacerse aisladamente de la revolución rusa y de las tareas del poder soviético en el establecimiento y construcción del primer estado socialista. No voy a defender la contribución de Stalin únicamente apelando a la imparcialidad de los que buscan la verdad de los hechos, aunque los hechos que trataré son el testimonio de los logros de Stalin, sino como un comunista que usa la perspectiva marxista-leninista internacional para describir y explicar el papel del individuo en los grandes movimientos y acontecimientos históricos.
El marxismo nos enseña que desde la desaparición de las formas comunistas primitivas de sociedad y la aparición de las clases --el dueño de esclavos y el esclavo, el señor feudal y el siervo o campesino, el capitalista y el trabajador--, la historia del esfuerzo y del progreso humano ha sido la historia de la lucha de clases. Las condiciones sociales del ser humano determinan su consciencia, y las ideas llevan la impronta de los intereses de una clase particular. Las ideas de la clase dirigente son las ideas predominantes. La clase dirigente de cualquier época busca dar molde al mundo en apoyo de sus intereses y de su visión de la realidad. Vivimos en la época del imperialismo y la revolución social. Pero la revolución social aún no ha tenido éxito en el foco de poder de la burguesía, que reside principalmente en Europa, América, Japón, y ahora ha sido restaurado en Rusia. No es, por tanto, sorprendente que la opinión predominante sobre Stalin y aun sobre Lenin, ahora que la Unión Soviética se ha derrumbado, sea el odio más amargo de la burguesía imperialista y de su ejército bien pagado y aleccionado de escritorzuelos.
Estos
comentarios introductorios son esenciales para hacer una evaluación
significativa de Stalin.
Primeros Años
Josif Vissarionovich Dzhugashvili, conocido en la historia como Josif Stalin, nació el 21 de diciembre de 1879, en la antigua ciudad georgiana de Gori. Su familia era de origen campesino, aunque su padre era zapatero. Sus padres eran incultos, y su madre Ekaterina, contra los deseos del padre, escatimó gastos y ahorró dinero para que Josif estudiara en un seminario y se ganara la vida como sacerdote. Pero esto no iba a ser posible. El fermento revolucionario de la época afectó a Stalin profundamente. Después de una etapa como estudiante modelo, fue expulsado del seminario por propagar el marxismo, el 27 de mayo de 1899. Desde entonces se dedicó de lleno a sus actividades como revolucionario profesional, dándose a sí mismo el nombre de Koba, que significa "Implacable".
Se unió al RSDLP (Partido Socialdemócrata Ruso de los Trabajadores) y estableció por vez primera contacto con Lenin mediante correspondencia en 1903, mientras aquél estaba en el exilio. Reconoció en Lenin a un hombre de carácter insólito, y más adelante apoyó de manera decidida a los bolcheviques frente a los mencheviques. Stalin, como más tarde sería conocido, sufrió varios períodos de encarcelamiento y el exilio en Siberia, donde llegó a ser conocido como alguien que no era muy sociable con otros exiliados. Prefería ir a pescar y mezclarse con los aldeanos. Los biógrafos tienden a especular que esto se debía a que la mayor parte de los otros exiliados políticos eran intelectuales y evitaban a Stalin, o que él se sentía incómodo o receloso de su compañía. Stalin era una persona muy pragmática y con los pies en el suelo, que indudablemente prefería la compañía de los trabajadores y campesinos a la de los intelectuales. En 1912, Stalin se unió al Comité Central, pero después de una intensificación de la actividad policial para dar con el paradero de los dirigentes bolcheviques, fue detenido en febrero de 1913, y después de pasar un período en la prisión de San Petersburgo fue exiliado a Monastyrskoe, en la Siberia profunda y dentro del Círculo Polar Ártico. La fuga era imposible, lo cual obligó a Stalin a centrarse en la lucha por la supervivencia. Después de la Revolución de Febrero se declaró una amnistía para todos los presos políticos y Stalin volvió a Petrogrado, donde inmediatamente se implicó en los acontecimientos revolucionarios de la época. Aunque relativamente desconocido, asumió una responsabilidad creciente en la labor de alcanzar y consolidar el podersoviético, asumiendo el mando de las unidades del Ejército Rojo que se formó en la guerra civil de 1918-20. Esta conferencia no versa en particular sobre los hechos de la Revolución Bolchevique. Es suficiente por hoy decir que la Revolución de Octubre rusa es quizás el acontecimiento más significativo del siglo XX hasta el momento, el acontecimiento que dio lugar a una nueva época de revolución y de emancipación social.
La Revolución de Octubre fue desde su principio un faro de esperanza y de liberación para los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo. Por primera vez en la historia escrita, las masas tomaron las riendas del poder estatal y a través del poder de los soviets se convirtieron en los amos de su propio destino. Lenin fue el arquitecto del Partido que fue capaz de alcanzar el objetivo de conducir a las masas a esta gran victoria, y fue Lenin quien dirigió el Partido y el Estado soviético en su nacimiento, cuando luchaba por su misma existencia. Pero Lenin, que en 1918 quedó seriamente debilitado por un intento de asesinato, sufrió una serie de golpes severos que finalmente acabaron con su vida en 1924. Fue entonces responsabilidad de Stalin dirigir el Partido Comunista de la Unión Soviética durante los años sumamente difíciles de construcción del socialismo, destruyendo el poder de la Alemania nazi y transformando un sexto de la superficie del mundo en una superpotencia mundial capaz de desafiar al imperialismo estadounidense.
Durante aproximadamente 30 años, Stalin fue el líder reconocido de la Unión Soviética y del Movimiento Comunista Internacional. Mediante el Comintern, Stalin, al igual que Lenin, ayudó a la formación y desarrollo de partidos comunistas por todo el mundo. Recibía y daba asesoramiento a los líderes de los partidos comunistas, mientras insistía en la responsabilidad de los comunistas para usar sus cerebros y solucionar los problemas relacionados con el liderazgo de la lucha de los trabajadores, principalmente mediante sus propios esfuerzos. El movimiento obrero en Europa y América se hizo enormemente más poderoso gracias al prestigio creciente de la Unión Soviética y del Movimiento Comunista Internacional. La formación de partidos comunistas en las naciones oprimidas del Lejano y Medio Oriente, África y Sudamérica, hizo que la lucha por la independencia nacional de las colonias se hiciera más poderosa y capaz de lograr la victoria frente a la dominación imperialista. Las concesiones hechas por la clase capitalista a la clase obrera (la asistencia médica gratuita, el seguro social, la legislación laboral) desde luego fueron vendidas como ventajas del capitalismo. Pero en realidad fueron el resultado de la poderosa lucha internacional de los trabajadores y la fuerza del campo socialista después de la derrota de la Alemania nazi, la formación de las democracias populares en Europa Oriental y la liberación de China en 1949. La contribución de Stalin está indeleblemente escrita en este período de la historia de la lucha de los pueblos oprimidos y de los trabajadores. Por eso Stalin se ha convertido en el blanco de tanto veneno por parte de las clases reaccionarias.
La comprensión
de la historia de la Unión Soviética requiere el estudio y análisis de una
enorme cantidad de detalles. La conferencia de hoy, en la hora que tengo
disponible, sólo puede rozar la superficie. Pero hay una serie de etapas que la
mayoría de nosotros reconocerá como importantes, aunque sólo sea porque
provocan la mayor parte de la controversia. ¿Cuáles son?
1) Colectivización --la eliminación de
los kulaks como clase.
2) La Oposición se convierte en un
instrumento en manos de la reacción, el imperialismo y el fascismo.
3) Stalin y la guerra contra el cerco
capitalista y la agresión fascista.
Colectivización
La colectivización fue central para el primer plan quinquenal puesto en práctica en 1929. Fue central para el programa de industrialización de la Unión Soviética y sin ella no había solución posible al atraso de la economía. En 1928 el número de granjas colectivas se había elevado de 14.830 a 33.258, lo que suponía un incremento de 194.200 a 416.700 propiedades campesinas colectivizadas. Pero esta tasa de crecimiento era inaceptable. Como el invierno de 1928/9 se acercaba, la amenaza del hambre se hizo seria.
La resistencia de los Kulaks (campesinos ricos) constituyó una grave amenaza para el plan quinquenal y para la propia construcción del socialismo. El 27 de diciembre de 1929, Stalin proclamó: "hemos pasado de una política de limitación de las tendencias de explotación de los Kulaks a una política de liquidación de los kulaks como clase". Los Kulaks destruían el grano y el ganado antes de permitir que quedara bajo la autoridad de las granjas colectivas. Se tomaron medidas indudablemente severas, incluyendo la confiscación de la propiedad y la deportación a Siberia y las regiones árticas. Éste fue un período de intensa lucha de clases que, una vez en marcha, tuvo que ser completado en el tiempo más corto posible para restaurar y ampliar la producción en el campo. No había ninguna escapatoria para la resistencia de los Kulaks, y la campaña para completar la colectivización de toda la producción de grano alcanzó su punto culminante en el otoño de 1932. En octubre de 1929, el 4.1 por ciento de las propiedades campesinas habían sido colectivizadas. En marzo de 1930, el número era superior al 50 por ciento, y en julio de 1934 era del 71.4 por ciento de las tierras de labranza y de las propiedades campesinas. Stalin hizo un alto en el proceso de colectivización en marzo de 1930, cuando publicó en Pravda su famoso artículo "El Vértigo del Éxito", en el que criticó el celo excesivo de los funcionarios del partido y reclamó un paréntesis en el fuerte proceso de agrupamiento de campesinos y de ganadería en las granjas colectivas. Criticó las distorsiones en la línea del partido y exigió el mayor cuidado en el trato a los campesinos, y declaró que en particular debía cesar el tratamiento de miles de campesinos pobres y medios como kulaks. Esto causó un retraso en el número de colectivizaciones, pero la campaña continuó de modo que, a mediados de 1931, el 52.7 por ciento de las propiedades campesinas habían sido colectivizadas. Aproximadamente 4 años más tarde el número se había elevado al 90.5 por ciento.
La colectivización era la piedra angular del primer plan quinquenal y de la propia construcción del socialismo. Pero la resistencia salvaje de los kulaks creó problemas enormes. Sólo en los primeros meses de 1930, 14 millones de cabezas de ganado fueron sacrificadas y, de los 34 millones de caballos existentes en la Rusia soviética de 1929, 18 millones fueron sacrificados. Tal sabotaje hizo de la industrialización de la agricultura una necesidad desesperada para prevenir el hambre. Pero ésta no podía prevenirse totalmente, y en realidad surgió antes de la campaña de colectivización. El invierno de 1932-33 fue un período de gran escasez en algunas zonas, pero fue seguido por una cosecha récord en 1933, que siguió mejorando en los años siguientes.
La colectivización era esencial para la industrialización socialista de la Unión Soviética. Pero era también esencial para liberar la mentalidad del campesinado del atraso de la economía rural existente. La formación de las colectividades, mientras todavía existía una relación mercantil con el estado, hizo que los campesinos se asociasen y minó el aislamiento individual de los campesinos, creando ocasiones para desarrollar la conciencia social. Éste es precisamente el efecto que tuvo la colectivización, y una vez que se vio que las colectividades mejoraban las condiciones de vida de los campesinos, éstos las defendieron como suyas. La vida cultural en el campo se amplió con la creación de cines y de centros culturales para fomentar todo tipo de actividades colectivas.
Fue Lenin quien creó el lema de que el socialismo era la electrificación más el poder de los soviets. La electrificación, igual que la industria, generalmente se hallaba en un estado sumamente atrasado en la Rusia Zarista. La industria a gran escala es inconcebible sin la energía que la ponga en movimiento. Lo que se llamó el Plan Goelro, consistente en la construcción de 30 nuevas centrales eléctricas con una capacidad total de 1.5 millones de kilovatios, fue puesto en marcha por Lenin para ser completado en diez años. En una serie de proyectos quinquenales iniciados por Stalin, estas propuestas fueron ampliadas enormemente. En 1937, la URSS era ya el tercer productor de energía del mundo.
La industria se desarrolló a un ritmo impresionante. Las estaciones de tractores estaban en el centro de la campaña de colectivización. Ya en 1927 los niveles de producción habían alcanzado los niveles de antes de la guerra. Hacia el final del último año del primer plan quinquenal, la industria a gran escala mostró un aumento notable del 113 por ciento. Uno de los rasgos de este desarrollo, que demostraría ser crucial en la guerra de resistencia contra la Alemania nazi, fue el desarrollo de nuevas industrias para asegurar una más adecuada distribución de la industria en todo el país. Se reconoció que la concentración de la industria en la Rusia europea hacía vulnerable a la URSS en caso de un ataque desde el oeste. Ian Grey, en su biografía Stalin-Hombre de Historia, escribió:
"La redistribución de la industria condujo al desarrollo de una segunda industria siderúrgica y del carbón en la zona del Ural-Kuznetsk. Magnitogorsk, el centro de una nueva región industrial de los Urales, comenzó en 1931 como una colección de barracones que albergaban a los trabajadores encargados de construir los hornos y trenes de laminaje; ocho años más tarde era una ciudad de 146.000 habitantes. Kuznetsk en Siberia, conocida en 1932 como Stalinsk, y Karagandá en Karakhstan, se convirtieron en grandes ciudades industriales en el mismo breve período " (Página 253).
La colectivización, la electrificación y la industrialización se desarrollaron a un ritmo acelerado. En 1937, la industria de construcción de maquinaria soviética era la primera de Europa y la segunda en la producción mundial. En la metalurgia, la URSS alcanzó el segundo puesto de Europa y el tercer lugar del mundo. La industria química soviética ocupó el primer lugar de Europa y el segundo del mundo. Mucho se habla hoy de que la Unión Soviética no tenía ningún respeto por el medio ambiente. Esto no era así en tiempos de Stalin. El calor generado en la producción de energía se empleaba para calentar las casas de los trabajadores en las ciudades nuevas que aparecían junto a los nuevos complejos industriales. Las energías alternativas -el agua y la energía eólica-también fueron empleadas.
Junto a esta producción industrial intensiva, existía la necesidad de erradicar totalmente el analfabetismo y de construir una clase obrera culta y técnicamente competente. En 1929 había todavía aproximadamente un 51% de analfabetos entre los 5 y los 50 años. En 1939 se habían reducido al 18.8 por ciento. En marzo de 1931, aproximadamente 5.000 especialistas extranjeros fueron empleados en la industria soviética. Cientos de ingenieros y estudiantes soviéticos recibieron instrucción en el extranjero, en particular en los Estados Unidos (lo cual no resultó del todo satisfactorio). En 1933, aproximadamente 200.000 estudiantes estaban matriculados en las escuelas técnicas superiores y unos 900.000 estudiantes asistían a escuelas técnicas secundarias. Las escuelas fabriles y los cursos de especialistas instruían a un millón de trabajadores cada año.
La urgencia y el ritmo de construcción indudablemente requirieron una cantidad enorme de esfuerzos y sacrificios. Pero en 1933 Hitler se convirtió en Canciller de Alemania y el partido Nazi comenzó su campaña de guerra: no había ninguna duda de la amenaza que el joven estado socialista soviético afrontaba tras poco más de una década de construcción pacífica. Los enormes sacrificios del primer plan quinquenal daban su fruto y las condiciones de vida mejoraban, mientras la Depresión hacía presa de Occidente.
En este
tiempo crítico para la Unión Soviética, la Oposición, que había esperado que
Stalin y el Partido no lograsen colectivizar la agricultura, aumentó sus
actividades subversivas. En cada etapa se había demostrado su postura errónea,
y tenía muy poco apoyo entre las masas. Para alcanzar sus objetivos recurrió
ahora al asesinato.
El Asesinato de Sergei Kirov
El 1 de diciembre de 1934 Sergei Kirov, mientras trabajaba en el Instituto de Smolny, fue asesinado por Leonid Nikolaev, un miembro del Partido que había sido funcionario del Comisariado de Inspección en Leningrado, pero que había sido degradado desde la abolición del mismo. Sus protestas le valieron ser expulsado del Partido. Era asimismo un incompetente y había estado implicado en diversas actividades irregulares. Pero fue admitido de nuevo dos meses más tarde, tras prometer que acataría la disciplina del Partido. Con toda claridad no se había reconciliado con el Partido, y terminaría recurriendo al terrorismo para lograr su venganza. Era un elemento descontento que fácilmente se prestó a trabajar para la Oposición.
Kirov era el jefe del Soviet de Leningrado. En la dirección del Partido se le consideraba el sucesor más probable de Stalin. Su asesinato, por lo tanto, no podía ser visto únicamente como un acto de venganza. Fue principalmente un acto de terror político. El atentado contra la vida de Lenin en 1918 había sido realizado por un Social- Revolucionario y no por un miembro del Partido. Kirov fue asesinado por un miembro del Partido. Stalin se tomó este asunto muy en serio, y él mismo se encargó de dirigir la investigación de las actividades de la Oposición. Zinoviev fue acusado de estar directamente implicado en el complot contra Kirov. Pero en este momento no podía demostrarse aún su implicación. La Oposición, mientras estaba ocupada en reclutar a saboteadores y planear asesinatos, negaba enérgicamente su participación alegando que el terrorismo individual es incompatible con el marxismo. Zinoviev, sin embargo, aceptó que sus actividades habían contribuido a incitar actos de terrorismo. Fue condenado a 10 años.
En este punto, me gustaría señalar algunos aspectos de las lecciones históricas que los marxistas-leninistas extraen de la continuación de la lucha de clases en la etapa del socialismo. El socialismo no es el objetivo final del marxismo-leninismo. Marx, en El Manifiesto Comunista, señala que el socialismo es el período de la dictadura revolucionaria del proletariado en el que la clase obrera, como clase dirigente, busca amoldar el mundo a su propia perspectiva proletaria. Para hacer esto, el proletariado necesita su propio estado --un estado que en última instancia debe desaparecer, ya que el proletariado no tiene ninguna necesidad de mantener un poder opresivo sobre sí mismo. Sin embargo, el estado soviético era muy poderoso y, dado el cerco capitalista de la Unión Soviética, no podía ser de otro modo. Pero también la continuación de la lucha de clases tiene lugar dentro del estado proletario y sobre todo dentro del Partido dirigente, que es la avanzadilla de su clase -el proletariado. Siendo éste el caso, ya que siempre habrá necesidad de lucha y controversia dentro del partido de la clase obrera, debe reconocerse que esta controversia también reflejará la lucha de clases en la sociedad y que los desposeídos y los nuevos elementos burgueses procurarán ganar poder para defender sus intereses dentro del Partido. Cuando los miembros de la Oposición recurrieron al sabotaje y el terror, al no poder ganar apoyos dentro del Partido, se convirtieron en instrumentos, quizás sin ser conscientes algunos de ellos, en manos de los que intentaban derrocar al Poder soviético.
El asesinato de Kirov marcó el principio de un cambio cualitativo en el método de lucha de los opositores dentro del Partido. La oposición del bloque Trotsky-Zinoviev, al no lograr el apoyo dentro del Partido, esperaba el fracaso del primer plan quinquenal para derrocar a Stalin. Cuando esta esperanza se vio decepcionada, no vieron otra opción que recurrir al terrorismo. El juicio del grupo terrorista trotskista-zinovievista celebrado en Moscú el 19-24 de agosto de 1936 demostró con claridad lo anterior. Los historiadores burgueses pueden mofarse de estos juicios y calificarlos de farsas, pero los periodistas y los comentaristas de la época quedaron impresionados por el hecho de que las admisiones de los acusados eran genuinas. Reflejaban una realidad: que en la sociedad socialista el Partido, para continuar al lado de las masas, debe purgarse de elementos putrefactos, desmoralizados y burgueses. Tras el asesinato de Kirov se llevaron a cabo tales purgas, y es también un reflejo de la continua lucha de clases que algunos buenos comunistas fueran acusados injustamente y expulsados del Partido. Pero es inevitable la necesidad de tales purgas en la etapa del socialismo, para prevenir la restauración capitalista y la degeneración de la dirección de la clase obrera.
Quizás el individuo más siniestro de la Oposición, que ostentó el poderoso cargo de Vicepresidente de la Policía de Seguridad --la OGPU--, era Henry G. Yagoda. Sistemáticamente protegía de la investigación a los miembros de la oposición, y era renombrado por su preferencia por el uso del envenenamiento y de los "tratamientos" médicos para quitar de en medio a los miembros leales y de confianza del Gobierno soviético. Fue responsable de asesinar al presidente de la OGPU Vyacheslav R. Menzhinsky, usando su poder para intimidar a un tal Doctor Leo Levin de modo que consiguiera la adhesión de un físico leal, el Dr. Kazakov, a la conspiración médica contra Menzhinsky. Menzhinsky sufría de angina de pecho y asma, y debido a la administración de tratamientos incorrectos, su corazón se debilitó y se apresuró su muerte. Murió en mayo de 1934, 6 meses antes del asesinato de Kirov y después de que Yagoda hubiera asumido su cargo.
De hecho el asesino de Kirov, Leonid Nikolayev, fue detenido por agentes de la OGPU sólo unas semanas antes del asesinato de Kirov. Se le encontraron encima un arma y una carta con la ruta que Kirov seguía a diario. Yagoda ordenó su liberación.
Yagoda fue responsable del asesinato de Máximo Gorki y de su hijo. Máximo Gorki era leal a Stalin y al Partido, y sus escritos eran muy respetados internacionalmente. Por esta razón se convirtió en un objetivo para los miembros de la Oposición, que temieron que Gorki los denunciara en sus escritos. Los motivos de la Oposición eran venales y bajos. Estaban en alianza directa e indirecta con los enemigos del poder de la clase obrera en la Unión Soviética y en el extranjero. Yagoda declaró en su juicio que sus acciones tenían como objetivo ayudar a que la oposición alcanzara el poder, y no su engrandecimiento personal. Incluso confesó a su secretario y cómplice Pavel Bulanov, que consideraba al MeinKampf"un libro que merece la pena" y que le impresionaba el hecho de que Hitler hubiera llegado a la cima empezando como un simple "sargento mayor". Yagoda había comenzado su carrera como sargento mayor en el ejército ruso. La purga de estos elementos que se habían infiltrado en el Partido y en el estado era no sólo una necesidad, sino asimismo una prioridad en el ambiente de tormenta que se avecinaba con la amenaza internacional de la Alemania nazi y de los poderes de Eje, amenaza terrible que la Unión Soviética debía afrontar ahora. Trotsky tenía una posición totalmente elaborada acerca de que el terrorismo por sí solo no derribaría al Gobierno soviético. Los partidarios del terrorismo, la actividad desviacionista y el sabotaje tuvieron que aliarse con los que estaban dispuestos a ir a la guerra contra la Unión Soviética. Esto significaba la alianza con las potencias militares del Eje --en particular Alemania y Japón. Esta alianza se consideró como un asunto de necesidad histórica para derribar a Stalin y colocar a la oposición en el poder. Incluso tuvieron lugar conversaciones secretas entre miembros de la Oposición rusa y representantes de Alemania y Japón.
Adolf Hitler, arengando a miles de tropas en el Congreso del Partido Nazi de Nuremberg el 12 de septiembre de 1936, proclamó públicamente su intención de invadir la Unión Soviética. El 25 de noviembre de 1936, Alemania y los Ministros de Asuntos Exteriores de Japón firmaron el Pacto Anti-Comintern. Pero ya en la primavera y el verano de 1936, las autoridades soviéticas habían sorprendido a espías nazis, saboteadores y terroristas en una serie de incursiones por todo el país. Paso a paso la quinta columna antisoviética de Trotsky fue destapada y destruida en los meses siguientes. Trotsky había predicho una guerra contra la Rusia soviética en 1937. Como la conspiración fue destapada ante el mundo entero en los juicios del grupo terrorista trotskista-zinovievista, y en los juicios siguientes, Trotsky únicamente pudo lanzar sus broncos improperios contra Stalin y la Unión Soviética. Surgieron los comités para defender a Trotsky, cuya plataforma de propaganda debía presentar a Trotsky como un mártir injustamente acusado. Pero pronto se reveló que estos comités estaban compuestos por elementos antisoviéticos y fascistas que coordinaban la propaganda para desviar la atención lejos de la amenaza de guerra contra la Unión Soviética. En 1941, después de la invasión nazi de la URSS, Joseph E. Davies, ex-Embajador americano en la Unión Soviética, escribió: "Todos estos juicios, purgas y liquidaciones, que parecieron tan violentos en aquel tiempo y sobresaltaron al mundo, ahora se revelan con bastante claridad como parte de un esfuerzo vigoroso y decidido del gobierno de Stalin para protegerse... En 1941 no había ya ningún quintacolumnista en Rusia" (La Gran Conspiración, pág. 326).
La Oposición se Convierte en un Instrumento en Manos de la Reacción, el Imperialismo y el Fascismo
Trotsky y el odio virulento del trotskismo hacia Stalin nunca se basaron en un conjunto de principios sólidos. Trotsky era arrogante y presuntuoso. Trotsky se consideraba a sí mismo como el igual de Lenin, y posteriormente como su sucesor. Se unió a los bolcheviques sólo después de que su propio grupo fracasara en el intento de dirigir la revolución y de desplazar a Lenin y a los bolcheviques. No mostró más que desprecio y prejuicio de clase hacia Stalin, a quien consideraba un georgiano inculto. En cuanto a la pretensión de Trotsky de ser el sucesor de Lenin, no fue aceptada en ningún momento por los compañeros de partido bolcheviques, que eran demasiado conscientes de las divergencias fundamentales entre Lenin y Trotsky sobre las cuestiones de principio.
Trotsky se unió a los bolcheviques en agosto de 1917, sólo dos meses antes de la Revolución Bolchevique de Octubre.
Después de 14 años de oposición a Lenin y a los bolcheviques, Trotsky todavía se consideraba como el sucesor natural de Lenin. En Brest-Litovsk, Trotsky había sido enviado por Lenin como Comisario de Asuntos Exteriores con instrucciones categóricas de firmar la paz con Alemania. Pero Trotsky rechazó firmar la declaración: ni paz ni guerra. Dijo a los alemanes que el ejército ruso no podía luchar más y seguiría siendo desmovilizado, pero que no firmaría la paz. Después de la Revolución Bolchevique los británicos enviaron a un agente para establecer relaciones con funcionarios soviéticos, pero sin reconocimiento oficial. Este agente especial del Gabinete Británico de Guerra era R. Bruce Lockhart, que escribió en sus memorias -tituladas El Agente Británico- que el Ministerio de Asuntos Exteriores británico estaba muy interesado en esas "disensiones entre Lenin y Trotsky - disensiones en las cuales nuestro Gobierno tenía puestas muchas esperanzas". Lockhart estableció contacto personal con Trotsky en cuanto éste volvió de Brest-Litovsk. Trotsky le concedió una entrevista de dos horas en su oficina privada de Smolny. Según las memorias de Lockhart, aquella misma noche registró en su diario sus impresiones personales sobre Trotsky: "Me parece un hombre que de buen grado moriría luchando por Rusia, con la condición de que haya un público bastante grande para contemplarlo" (citado en La Gran Conspiración, p. 3I).
Inmediatamente después de la Revolución de Octubre, cuando la gente anhelaba la paz y cuando la revolución necesitaba un plazo para organizar el Ejército Rojo, Trotsky jugó irresponsablemente a aventurerismos izquierdistas con los imperialistas alemanes, amenazándoles con la guerra y la revolución en vez de firmar una paz con Alemania, que exigía una serie de demandas territoriales a Rusia. El resultado fue que se firmó en Brest-Litovsk una paz aún más áspera, que implicaba aún mayores sacrificios territoriales en beneficio de Alemania. El hecho era que la revolución en Alemania no había madurado, y los trotskistas, al jugar con frases "izquierdistas" para asustar a los imperialistas alemanes, que conocían muy bien el débil estado en que se encontraba el joven poder soviético, casi causaron el completo fracaso de la revolución rusa.
Tampoco el odio de Trotsky hacia Stalin, como algunos afirman, estaba basado en su supuesto talante democrático, frente a los métodos de mando centralistas de Stalin, supuestamente dictatoriales. Trotsky era un exponente fanático de la política del comunismo de guerra. Ian Grey, en su libro "Stalin - el Hombre de la Historia", escribe sobre Trotsky: "Trotsky insistía en que el trabajo estuviera sujeto a la misma disciplina estricta impuesta en el Ejército Rojo. Totalmente autoritario en su perspectiva y sin el menor entendimiento ni comprensión de las necesidades y emociones humanas, empezó a imponer esta disciplina. El resultado inmediato fue una tormenta airada de protestas y rebeliones...
”Trotsky entró en conflicto frontal con los sindicatos ... Había movilizado a los ferroviarios usando la disciplina del ejército. Allí, otra vez ante la oposición del sindicato, estableció su propia autoridad, el Comité Central del Transporte, conocido como Tsektran. Su tratamiento arbitrario de este sindicato y sus amenazas de hacer lo mismo con los demás sindicatos --sometiéndolos a todos a la disciplina militar-- enfurecieron a los sindicalistas miembros del Partido...
“Lenin, apoyado por diez de los diecinueve miembros del Comité Central que incluían a Stalin, Zinoviev y Kamenev, propuso establecer una moderación en el gobierno del partido. La abolición inmediata del odiado Tsektran de Trotsky debía ser el primer paso. Trotsky se opuso violentamente a esa política "liberal". Fue apoyado por Bukharin, Dzerzhinsky, y los tres miembros entonces responsables de la Secretaría del Partido" (p. 144).
La imagen que los historiadores burgueses oficiales suelen presentar de Trotsky como un revolucionario íntegro, un hombre de principios expulsado y perseguido por Stalin, pertenece al reino de los cuentos de hadas. Trotsky era despiadado. La importancia que pudo haber tenido y la contribución que hizo en las semanas de Octubre se vuelven insignificantes ante el hecho de que cada vez con más intensidad entró en contradicción con el poder soviético y, desde luego, con el liderazgo de Stalin. La ola revolucionaria había disminuido y el poder soviético se enfrentaba con problemas inmensos para poner los fundamentos y construir el socialismo por vez primera en la historia, o de lo contrario capitular ante el imperialismo y la reacción blanca rusa. Trotsky había perdido fuerza dentro del Partido. Éste era para él toda su vida y desesperadamente intentó recuperarlo. Se preparó para usar medidas despiadadas y exigirlas de otros, tal como había sido preparado para usar los mismos métodos de los oficiales zaristas con el fin de mantener la disciplina en la Guerra Civil - si era necesario fusilando a uno de cada diez soldados para hacer cumplir la disciplina.
Trotsky siguió oponiéndose a Lenin y a los bolcheviques después de su ingreso en el Partido en agosto. Trajo consigo muchos elementos anti-comunistas que entraron a formar parte de la Oposición. Sin embargo, durante la Revolución de Octubre era importante la unión de tantos como fuera posible, y Trotsky era visto como un agitador habilidoso. Su entrada en el Partido tuvo lugar con una espectacularidad tal que satisfizo su personalidad y sus ansias de grandeza. Lenin observó sardónicamente que era como llegar a un acuerdo con una gran potencia. Después de su fracaso en Brest-Litovsk, fue relevado del cargo de Comisario de Asuntos Exteriores y se le concedió el de Comisario de Guerra. Contaba con poderes de mando muy elevados sobre los comandantes bolcheviques, que obligaron al Comité Central a intervenir para evitar que Trotsky fusilase a todos los que consideraba que rompían la disciplina militar.
A menudo el comisario de guerra Trotsky es elogiado por su capacidad de liderazgo durante la Guerra Civil. Sin embargo, en el verano de 1919, Trotsky afirmó que Kolchak ya no era una amenaza en el este, y propuso utilizar todas las fuerzas del Ejército Rojo en la campaña contra Denikin en el sur. Stalin advirtió que esto daría a Kolchak un gran respiro y la oportunidad de reorganizarse y equiparse para una nueva ofensiva. El Comité Central rechazó el plan de Trotsky y éste no tomó parte alguna en la campaña del este, que condujo a la derrota de Kolchak. Lo mismo ocurrió con su plan de dirigir una campaña contra Denikin a través de las estepas del Don, una región casi sin caminos e infestada de bandas de cosacos contrarrevolucionarios. Stalin rechazó el plan de Trotsky y propuso avanzar a través de la cuenca del Donetz, con su densa red de ferrocarriles, buenas provisiones de carbón y una población de clase obrera que simpatizaba con la causa bolchevique. El plan de Stalin fue aceptado por el Comité Central. Trotsky fue retirado del Frente Sur y se le ordenó no interferir con las operaciones que condujeron a la derrota de Denikin.
En 1921, en el X Congreso, el Comité Central, encabezado por Lenin, proscribió todas las facciones dentro del Partido por poner en peligro el liderazgo revolucionario. Lenin esperaba que todos los miembros del Partido apoyaran las decisiones de la mayoría sobre la pena de expulsión. Trotsky, cuyas actividades faccionalistas implicaban la oposición abierta a la mayoría de las decisiones, fue advertido expresamente. El poder se le escapaba de las manos a Trotsky. La oposición siempre había estado comprometida en actividades abiertas y secretas contra el Poder de los soviets. Pero en 1921-22, el General Hans von Seeckt tuvo contactos con un líder trotskista, Nicolai Krestinsky, a la sazón embajador soviético en Alemania, ofreciéndole fondos para la camarilla de Trotsky. Esta oferta le fue comunicada a Trotsky, que se mostró de acuerdo. Krestinsky pidió 250.000 marcos de oro a Seeckt, que acordó concederlos a cambio de importantes secretos militares y de visados para los espías alemanes que operaban dentro de la Unión Soviética. La coincidencia de intereses entre la Oposición y el imperialismo alemán en su odio hacia el bolchevismo y el poder soviético eran una realidad. Sin duda hay quienes intentarán justificar tal colaboración, comparándola con la que permitió a Lenin obener un coche sellado para volver a la Rusia revolucionaria en 1917. Pero lo que hizo Lenin aseguró la victoria de la revolución bolchevique. Lo que hizo Trotsky iba dirigido contra ella. Cualquier sencillo trabajador o campesino soviético era capaz de ver la diferencia.
Después de la muerte de Lenin, Trotsky intentó tomar el poder en el Congreso del Partido de 1924. Exigió que él y no Stalin fuese el sucesor de Lenin, y obligó a que el asunto se decidiera por votación. Stalin fue votado unánimemente por 748 delegados bolcheviques para continuar siendo el Secretario General. Incluso Bukharin, Zinoviev y Kamenev se sintieron obligados a votar con la mayoría. La oposición se disolvió, pero se volvió a reunir como Nueva Oposición unos meses más tarde y continuó movilizando a una mezcolanza de oposicionistas, arribistas y guardias blancos en células secretas que comenzaron a aprovisionarse de armas.
A pesar de la prohibición de las facciones y del partidismo, la Oposición encontró muchas oportunidades de continuar con su campaña contra la dirección del Partido. En Mi Vida, Trotsky escribe: "Durante el año 1926 la lucha del Partido se desarrolló con intensidad creciente. En el otoño la Oposición salió abiertamente a la palestra en las reuniones de los miembros del Partido". Esto, sin embargo, sólo despertó la hostilidad de los trabajadores, que acallaron a la Oposición. En 1927, cuando la Rusia soviética afrontaba nuevas amenazas de guerra en el oeste, Trotsky públicamente declaró en Moscú: "Debemos recuperar la táctica de Clemenceau, quien, como es sabido, se sublevó contra el Gobierno francés cuando los alemanes estaban sólo a 80 kilómetros de París".
Stalin denunció las declaraciones de Trotsky como traición y declaró que "Se ha formado algo así como un frente unido desde Chamberlain a Trotsky".
Un referéndum de todos los miembros del Partido Bolchevique rechazó a la Oposición por un resultado de 740.000 votos frente a 4.000. De hecho, en ningún momento la Oposición recibió el menor apoyo por parte de la masa de militantes del Partido ni de la clase obrera. Esto no era sorprendente, en realidad. La Oposición estuvo siempre en contra de todos los intentos de construir el socialismo, declarándolo imposible en la "atrasada Rusia". Exigieron que la revolución rusa se convirtiese en un depósito de la revolución mundial para promover revoluciones en otros países. Despojada de su retórica "izquierdista", la Oposición llevó a cabo una lucha salvaje por el poder y dentro de la dictadura militar que Trotsky trató de imponer como comisario de guerra.
El 7 de noviembre de 1927, en el décimo aniversario de la Revolución Bolchevique, durante el desfile anual de masas en la Plaza Roja, tuvo lugar una manifestación política contra el Gobierno soviético, organizada por la Oposición de Trotsky. Debía señalar una amplia insurrección en toda la nación. Pero esta insurrección popular sólo existía en la imaginación febril de Trotsky. Las autoridades actuaron rápidamente y los trabajadores se volvieron contra los manifestantes, mientras éstos declaraban la toma del poder por parte del nuevo mando concentrado en la Plaza. Siguieron las detenciones y redadas. Uno de los seguidores de Trotsky, el diplomático Joffe, que había sido embajador en Japón, se suicidó. En algunos sitios, los trotskistas fueron detenidos dentro de las empresas de antiguos oficiales blancos, terroristas social-revolucionarios y agentes extranjeros. Trotsky fue expulsado del Partido Bolchevique y enviado al exilio en Alma Ata, Siberia. Posteriormente fue deportado a Turquía en 1929, terminando en México, donde fue asesinado por uno de sus propios partidarios, que llegó a odiar su extremo egoísmo y vanidad.
Stalin y la Guerra Contra el Cerco Capitalista y la Agresión Fascista
Antes del triunfo de los bolcheviques, los marxistas creían que la revolución socialista ocurriría primero en las naciones industrialmente desarrolladas de Europa y América y que rápidamente se extendería, transformando el mundo y llevando el progreso a las naciones atrasadas. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial reveló que los partidos socialistas de Europa habían abandonado la lucha para derrocar al capitalismo, así como la solidaridad de la clase obrera internacional. La II Internacional Socialista se derrumbó cuando sus partidos apoyaron la victoria de su "propia" clase dirigente en la guerra. Sólo Lenin y los bolcheviques denunciaron la guerra como una guerra imperialista y llamaron a los trabajadores a volver sus armas contra la burguesía. El foco de la actividad revolucionaria se trasladó a Rusia. Los bolcheviques fueron capaces de tomar el poder, y las potencias imperialistas beligerantes envueltas en la guerra no pudieron hacer nada para impedirlo. Después del armisticio, un ejército intervencionista de 14 potencias se reunió para apoyar a los ejércitos blancos en una guerra civil para derrocar a los bolcheviques. Fracasaron debido al apoyo del pueblo soviético a su nuevo gobierno, al apoyo y la simpatía internacional hacia el Poder soviético, y a las contradicciones entre los ejércitos imperialistas intervencionistas y los contrarrevolucionarios blancos. La utilización de estas contradicciones para debilitar a los enemigos de la Unión Soviética, por lo tanto, siempre figuraría en las consideraciones de la política exterior de la Unión Soviética. No podía haber otro camino.
La Oposición trotskista de la época se embarcó en una conspiración para asumir el poder tras la agresión de las potencias del Eje. Trotsky predijo una guerra contra la Unión Soviética en 1937. Deseaba una guerra temprana contra la Rusia soviética, porque creía que llevaría a Stalin y a los bolcheviques a la derrota inevitable. Y podría haber acertado. La condonación a Alemania de las restricciones del tratado de Versalles en 1935, que permitió a Hitler aumentar la máquina de guerra de Alemania, era una señal clara para Stalin de que Gran Bretaña, Francia y América estaban animando a los nazis a atacar a la Rusia soviética. La Guerra entre la Unión Soviética y la Alemania nazi podía ser inevitable, dada la gran cantidad de simpatías y apoyos con que contaban los nazis en Occidente, pero no era inevitable una guerra temprana. La política exterior de Stalin pretendía establecer tratados de seguridad colectiva contra el expansionismo alemán y, si esto fallaba, como de hecho ocurrió, explotar las contradicciones entre las potencias imperialistas. No hay ninguna disputa sobre el grado de amenaza a que la Unión Soviética se enfrentaba, y si Stalin hubiera afrontado la guerra en 1937, probablemente con la quinta columna oposicionista todavía en acción, la Unión Soviética habría sufrido pérdidas aún mayores y la guerra habría tomado un curso completamente diferente. Esto podría haber satisfecho los proyectos de Trotsky para la Rusia soviética. Pero Stalin, naturalmente, no hacía caso de ningún consejo de Trotsky sobre lo que era mejor para la Unión Soviética. Tampoco nosotros deberíamos aceptar ningún consejo de los seguidores modernos de Trotsky que piensan que es suficiente vociferar contra el pacto alemán-soviético, sin hacer la menor referencia a la situación que Stalin y la Unión Soviética afrontaban.
Stalin siempre previó que habría una alianza entre Alemania y el Occidente dirigida contra la Unión Soviética. En los años 20 se establecieron buenas relaciones con Alemania. La república de Weimar buscaba mantener buenas relaciones con el Este y con Occidente. En 1932 Rusia adquirió el 30.5 % de las exportaciones de maquinaria alemana. Cientos de técnicos e ingenieros alemanes trabajaban y daban clases en Rusia, y oficiales alemanes entrenaban a las tropas rusas. En 1932, Alemania aportó el 46.5 % del total de las importaciones de Rusia. En 1935, la cifra cayó al 9%, mientras las exportaciones de Gran Bretaña a la Unión Soviética aumentaban. América también incrementó su comercio con la Unión Soviética, en particular después de que Roosevelt subiera al poder. La depresión obligó al capitalismo occidental a aumentar su comercio con la Unión Soviética. Incluso la Alemania nazi procuró maximizar el comercio con la Rusia soviética y logró aumentar su cuota de mercado en un 22.8 % en 1936. Sin embargo, este comercio pronto decayó con la formación de los pactos anti-Comintern entre Alemania, Japón, Berlín y Roma, y la intervención de Alemania al lado de Franco en la guerra civil española.
Los choques con tropas japonesas en la frontera de Manchuria obligaron a Stalin a actuar con suma cautela para detener la agresión japonesa y evitar las provocaciones en las fronteras orientales y occidentales.
En marzo de 1938, Hitler invadió Austria y se produjo una crisis en los Sudetes alemanes de Checoslovaquia. Stalin propuso entonces que Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética formaran un frente unido para defender Checoslovaquia. Pero Gran Bretaña y Francia seguían una política de apaciguamiento, animando a Alemania a expandirse hacia el este, y esperando poder cosechar las ventajas de que la Unión Soviética y Alemania se destrozasen mútuamente en un enfrentamiento armado. No compartían en absoluto el antifascismo de Stalin. Hicieron caso omiso de la propuesta de Stalin y, en la importante conferencia de Múnich, entregaron Checoslovaquia a Alemania. Francia incluso dejó de cumplir sus tratados con Checoslovaquia, lo cual horrorizó a Stalin. Cuando Alemania invadió Checoslovaquia, el mundo entero se sintió ultrajado. La tibia condena de Chamberlain produjo un alboroto en el Parlamento. Visiblemente sobresaltado por la hostilidad, exigió que la Unión Soviética y Gran Bretaña conjuntamente diesen garantías a Polonia y Rumania. Estas garantías no ofrecían ninguna seguridad a la Unión Soviética.
Las ulteriores propuestas soviéticas para un pacto británico-francés-soviético de ayuda mutua, que garantizaría la independencia de todos los estados a lo largo de la frontera soviética del Báltico al Mar Negro, fueron rechazadas por Chamberlain alegando que esto molestaría a Polonia y Alemania. La cuestión estaba clara. Gran Bretaña y Francia deseaban un pronto ataque de la Alemania nazi contra la Rusia soviética para derribar el socialismo soviético. Litvinov fue destituido como Comisario de Asuntos Exteriores y se nombró a Molotov el 3 de mayo de 1939. En esta situación, Stalin se vio obligado a considerar la firma de la paz con el diablo en 1939, antes que enfrentarse en solitario a una guerra en dos frentes. Hitler estaba deseoso de invadir Polonia y, con este objetivo en mente, Ribbentrop fue enviado a Moscú para negociar un pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética. El 23 de agosto de 1939, Stalin recibió a Ribbentrop y aceptó el texto del acuerdo en una fría y nada amistosa reunión. Los Gobiernos británico y francés quedaron atónitos, y la máquina de propaganda occidental alcanzó un frenesí histérico de calumnias e insultos contra la Unión Soviética. El 1 de septiembre, Hitler invadió Polonia, obligando a Chamberlain a declarar la guerra a Alemania para cumplir los tratados con Polonia.
Stalin seguramente esperaba que la Unión Soviética pudiera evitar entrar en el conflicto y que los países capitalistas quedaran exhaustos a causa de la guerra, lo que daría lugar a levantamientos y revoluciones en todas partes de Europa. Pero tras la facilidad con que los ejércitos alemanes conquistaron Europa, sobre todo tras el total derrumbe de los ejércitos franceses y la evacuación de los británicos en Dunquerque, Stalin no albergó ya ninguna duda de que la guerra con Alemania era inevitable. Sin embargo, desesperadamente intentó evitar cualquier provocación que precipitara un conflicto temprano, que Stalin pretendía impedir al menos hasta la primavera de 1942. Fue, por lo tanto, un gran golpe a la preparación de la Unión Soviética la decisión de Hitler de atacar la Unión Soviética el 22 de junio de 1941. La ventaja suprema de los agresores era la del ataque sorpresa. Pero el tratado de no agresión había dado a Stalin y a la Unión Soviética un tiempo valiosísimo para asegurar sus fronteras. La guerra con Finlandia, cuando este estado pro-nazi se negó a permitir el acceso soviético al Báltico a cambio de un área mayor de territorio soviético, resultó ser una lucha mucho más difícil de lo previsto, que requirió una gran cantidad de tropas soviéticas. Sin embargo, los ejércitos derrotados aprenden mediante las experiencias amargas las razones de su fracaso, y esto no fue menos cierto en el caso del Ejército Rojo. Stalin veía claramente que el Ejército Rojo necesitaba oficiales que entendieran la guerra moderna, y llevó a cabo medidas urgentes para que el Ejército Rojo se organizase y contase con personal capaz de enfrentarse a la terrible amenaza que se cernía sobre la Unión Soviética. Poco antes del ataque alemán, Molotov se entrevistó con Hitler en una gélida reunión. Después de rechazar la propuesta de compartir el Imperio Británico tras la derrota de Inglaterra, el Comisario soviético de Asuntos Exteriores hizo una embarazosa pregunta sobre la hostilidad de Finlandia hacia la Unión Soviética. Hitler se enfureció por la firme postura de Molotov. La cuenta atrás de la invasión nazi había comenzado. Tres millones de tropas alemanas, con miles de tanques apoyados por el más moderno armamento, atacaron a lo largo de una frontera enorme, en lo que fue la mayor batalla terrestre de la historia. En pocas semanas los alemanes habían penetrado profundamente en territorio soviético y se dirigían hacia Moscú. El Ejército Rojo luchó heroicamente, sufriendo pérdidas enormes. El 3 de julio, en una alocución radiofónica al pueblo soviético, Stalin presentó un análisis breve de las razones del éxito inicial de los nazis, pero despejó cualquier duda respecto a la derrota de los alemanes por el Ejército Rojo, y dio instrucciones específicas a la población sobre las medidas a tomar para crear una guerra popular en todos los frentes contra los invasores: “Las granjas colectivas deben evacuar todo el ganado, y devolver el grano al depósito de las autoridades estatales para su transporte a la retaguardia. Todo lo que sea de valor y no pueda ser retirado, incluyendo los metales no ferruginosos, el grano y el combustible, debe destruirse sin falta.”“En las áreas ocupadas por el enemigo, deben formarse unidades guerrilleras, montadas y a pie, deben organizarse grupos de resistencia para combatir a las tropas enemigas, instigar la guerra de guerrillas por todas partes, volar los puentes y los caminos, dañar las líneas de teléfono y de telégrafo, incendiar los bosques, tiendas, transportes. En las regiones ocupadas las condiciones deben hacerse insoportables para el enemigo y todos sus cómplices. Deben ser perseguidos y aniquilados a cada paso, y todas sus acciones frustradas.”“Esta guerra con la Alemania fascista no puede considerarse una guerra ordinaria. No sólo es una guerra entre dos ejércitos, es también una gran guerra de todo el pueblo soviético contra las fuerzas fascistas alemanas.”“El objetivo de esta guerra nacional en defensa de nuestro país contra los opresores fascistas es no sólo la eliminación del peligro que se cierne sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los pueblos europeos que sufren bajo el yugo del fascismo alemán".
Los alemanes llegaron a 15 kilómetros de Moscú antes de que la marea retrocediera y los ejércitos nazis fueran barridos en batallas tan trascendentales como Stalingrado y Kursk. En todas partes Stalin tenía el pleno control, recabando informes regulares de los oficiales del Ejército Rojo. Como todos los comandantes supremos que han tenido éxito, escuchaba todos los informes y ponía su confianza extrema en la lealtad y determinación de los oficiales para derrotar al enemigo. No se tomaba el fracaso a la ligera, y retiraba o degradaba puntualmente a los oficiales que no lograban asumir sus responsabilidades o no podían dar una explicación satisfactoria de sus fracasos. El mando de Stalin fue la dinamo que aseguró que el Ejército Rojo aprovechara cada oportunidad de retomar la ofensiva contra Alemania, y que motivó al Ejército y al pueblo para soportar un sacrificio tan grande con el fin de salvar a la Unión Soviética de la bota militar fascista. Después de la muerte de Stalin, Khruschev, cuya contribución a la guerra anti-fascista no fue excepcional, intentó negar el papel de Stalin como comandante supremo. Sin embargo, Zhukov, que dirigió las batallas que expulsaron a los nazis de Moscú y anteriormente lideró las fuerzas soviéticas en la defensa de Leningrado, no tenía ninguna duda de que la férrea determinación de Stalin fue la que condujo al ejército y al pueblo entero a la victoria.
Stalin dio la bienvenida sin reservas a cada paso emprendido por Gran Bretaña y América para aumentar sus aportaciones a la guerra contra la Alemania de Hitler. En contestación al corresponsal del Moscow Associated Press Henry C. Cassidy, el 13 de noviembre de 1942, Stalin dijo que la campaña aliada en Africa “...representa un hecho excepcional de enorme importancia, que demuestra el creciente poder de las fuerzas armadas de los aliados y la perspectiva de la desintegración de la coalición ítalo alemana en un futuro próximo". Stalin siguió diciendo que era demasiado pronto para juzgar cuán eficaz sería esta campaña para aliviar la presión sobre la Unión Soviética. Sin embargo, en respuesta a una pregunta bastante peculiar dadas las circunstancias –“¿Qué posibilidad hay de que la potencia ofensiva soviética en el este se una a la de los aliados en el oeste para apresurar la victoria final? "- Stalin contestó de manera un tanto cortante, "no cabe la menor duda de que el Ejército Rojo realizará su tarea con honor, como ha estado haciendo en todas partes durante la guerra". Esto era en noviembre de 1942, cuando la Unión Soviética todavía estaba profundamente inmersa en una lucha a vida o muerte para liberar su territorio de los invasores nazis, y después de un período en el que los corresponsales occidentales predecían con seguridad la victoria alemana y el derrumbe del Ejército Rojo.
La población mundial celebraba como propia cada victoria soviética. Pero los gobernantes de Gran Bretaña y América, obligados a aliarse con la Unión Soviética, se alarmaron por el éxito militar de la Unión Soviética. Stalin repetidamente pedía la apertura del segundo frente en Europa. Pero el oeste demostró no ser demasiado eficaz para obligar a las tropas alemanas a retirarse del frente oriental. Los líderes occidentales indudablemente estaban ya preocupados por el problema de tratar con una Unión Soviética cuyo prestigio había aumentado enormemente en todo el mundo, y cuya capacidad militar derrotaba a los nazis prácticamente sin ayuda de nadie. El Segundo Frente comenzó realmente con los desembarcos del día "D". América, sin embargo, prestaba una atención considerable a asegurar que su poder y no el poder soviético detentara la supremacía después de la guerra. Temerosa de que la Unión Soviética lograra ampliar su influencia en el lejano oriente así como en Europa, América provocó la capitulación rápida del Japón dejando caer la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
Stalin procuró mantener unas relaciones amistosas con los aliados sobre la base del respeto mutuo, pero la amenaza que la bomba atómica planteaba a la Unión Soviética era muy clara para Stalin y para la opinión progresista de todo el mundo.
La Unión Soviética perdió a 20 millones de sus mejores luchadores en la guerra contra la Alemania nazi. Como en todas las guerras esta cifra afectó principalmente a la juventud soviética, el futuro de cualquier sociedad. Tal fue la contribución del pueblo soviético a la detención de la más brutal y bárbara de las potencias imperialistas. Tal fue la contribución del pueblo soviético a la extensión del campo del socialismo y a la posibilidad de que los pueblos esclavizados por los imperios coloniales de Gran Bretaña, Francia y América pudieran lograr su independencia nacional. Y esto se alcanzó bajo el liderazgo incontestado por parte de Stalin del movimiento comunista internacional. A pesar de la devastación de la invasión nazi, la Unión Soviética pudo reconstruir su economía y alcanzar a América en el desarrollo de la investigación espacial, tecnológica y científica. Ninguna economía, y menos aún una economía socialista, debería afrontar la amenaza que a continuación se abatió sobre Stalin y el campo socialista: la amenaza de las armas nucleares cayendo sobre las ciudades soviéticas construidas con el sudor de la clase obrera. El monopolio nuclear de América tuvo que romperse, y fue roto de hecho por la Unión Soviética de Stalin.
Las potencias imperialistas temían a Stalin y a la Unión Soviética porque eran la viva demostración de que el socialismo estaba en alza mientras el imperialismo agonizaba. El período de la post-guerra fue un tiempo de grandes esperanzas y esfuerzos, que hasta los imperialistas tuvieron que tener en cuenta haciendo concesiones a la clase trabajadora. Pero la retórica anti-comunista y la propaganda occidental se hicieron cada vez más maliciosas y omnipresentes. Mientras Stalin siguió vivo, sin embargo, la propaganda occidental no pudo eliminar el enorme aprecio y simpatía que existía en todo el mundo hacia Stalin y la Unión Soviética. Cuando Stalin murió en 1953, las revistas y periódicos comunistas, progresistas y socialistas sacaron ediciones completas lamentando la muerte de Stalin y celebrando su vida. Por lo tanto, los imperialistas saludaron con gran júbilo el discurso secreto de Khruschev que atacaba a Stalin en el XX Congreso del PCUS en 1956. Khruschev, que era un payaso en el escenario internacional y que condujo al descrédito al socialismo y a la Unión Soviética, logró lo que los imperialistas nunca pudieron conseguir. Atacando a Stalin, Khruschev no estaba sólo rechazando el supuesto culto a la personalidad. Atacaba los fundamentos ideológicos de la Unión Soviética: el marxismo-leninismo. Señaló al mundo el comienzo de la restauración capitalista en la URSS. Khruschev cayó en 1963, pero el gobierno revisionista que él representaba permaneció en el poder. El socialismo se convirtió en un capitalismo estatal y los órganos del poder soviético se fueron lentamente minando y corrompiendo. Es un testimonio del poder y la resistencia del socialismo construido por Lenin y Stalin el que este proceso les costara casi cuatro décadas tras la muerte de Stalin a los líderes revisionistas Khruschev, Brezhnev y Gorbachov; un proceso que gradualmente desmontó y finalmente causó el derrumbamiento del estado soviético y devolvió un poder desenfrenado a la burguesía. Podemos ver que la burguesía gobierna de nuevo sobre la miseria, la pobreza, el hambre, el gangsterismo y la dependencia.
Pero la visión de la degeneración burguesa en lugar del socialismo, y el poder de la clase obrera sobre su propio destino, no se han perdido entre los pueblos y gentes del mundo. El nombre y el prestigio de Stalin están siendo restaurados a su auténtico lugar en la historia de la lucha de los trabajadores y de los pueblos oprimidos en pro de la consecución del socialismo y la emancipación humana.
Stalin
Society, 16 de octubre de 1994.
Del Libro
Otra Visión de Stalin de Ludo Martens
(Extractos)
La lucha contra el
burocratismo
Trotski se inventó el
término insultante de "burocratismo staliniano". En vida de Lenin, en
1923, estaba metido en las maniobras para tomar el poder en el Partido
afirmando: "El burocratismo amenaza... con provocar una degeneración más o
menos oportunista de la vieja guardia".(1)
En su plataforma
de oposición, escribe en julio de 1926 atacando esencialmente al
"burocratismo monstruosamente desarrollado".(2) Y cuando la II Guerra
Mundial había comenzado, Trotski se perdía en provocaciones llamando al pueblo
soviético a "actuar contra el burocratismo estalinista como lo había hecho
antes contra el burocratismo zarista y la burguesía".(3)
El término
"burocracia" siempre ha sido utilizado por Trotski para denigrar al
socialismo. En este contexto, descubriremos sin duda con cierta sorpresa que, a
principios de los años treinta, los dirigentes del PCUS y principalmente
Stalin, Kirov y Jdanov han consagrado muchas energías a la lucha contra las
tendencias burocráticas en el seno del Partido y del aparato del Estado.
¿Cómo concebía
el Partido bolchevique esta lucha contra el burocratismo y la burocracia?
Los anticomunistas
contra el "burocratismo"
Digamos para empezar, que
es necesario entendernos sobre el significado de las palabras. Desde la llegada
al poder de los bolcheviques, la derecha y todas las fuerzas
contrarrevolucionarias, desde la toma del poder por los bolcheviques, han
utilizado la palabra "burocracia" para describir y denigrar al
régimen revolucionario mismo. Para ellas, toda empresa socialista y
revolucionaria es detestable y recibe de oficio el epíteto insultante de
"burocrático". Desde el 26 de octubre de 1917, los mencheviques
declararon su hostilidad irreconciliable respecto al régimen
"burocrático" de los bolcheviques, surgido de un "golpe de
Estado", régimen que no podía ser socialista porque el país era de mayoría
campesina; régimen caracterizado por el "capitalismo de Estado" y por
la "dictadura contra el campesinado". Toda esta propaganda apuntaba
claramente hacia el derrocamiento de la dictadura del proletariado instaurada
por el Partido bolchevique.
Ahora bien, en
1922, ante la destrucción de las fuerzas productivas en el campo, y con el fin
de mantener la dictadura del proletariado, los bolcheviques se vieron obligados
a recular, a hacer concesiones a los campesinos individuales, a autorizarles la
libertad del comercio. Los bolcheviques querían crear en el campo una suerte de
"capitalismo de Estado", es decir, un desarrollo del pequeño
capitalismo encuadrado y controlado por el Estado (socialista). En este preciso
momento, los bolcheviques declararon la lucha contra el burocratismo:
combatiendo tanto a las habituales costumbres de los antiguos aparatos
burocráticos como a las tendencias de los nuevos funcionarios soviéticos a
adaptarse a ellas.
Los
mencheviques, que esperaban entonces regresar a la escena política clamaban:
"Vosotros, los bolcheviques, estáis ahora contra la burocracia y confesáis
que hacéis capitalismo de Estado. Eso es lo que nosotros también siempre hemos
dicho. Tenemos pues, la razón." He aquí la respuesta de Lenin sobre este
asunto: "Los mencheviques y los socialistas-revolucionarios dicen:
"La revolución ha ido demasiado lejos. Siempre hemos dicho lo que ahora
decís hoy vosotros. Permitidnos, por ello, repetirlo aún otra vez".
Nosotros les respondemos: "permitirnos, por ello, de pegaros al muro. O
bien tenéis la bondad de absteneros de expresar vuestras ideas, o bien, si
queréis expresar vuestra ideas políticas en la situación actual, estando en
condiciones mucho más difíciles que cuando la invasión directa de los guardias
blancos, nos excusaréis, pero os vamos a tratar como a los peores y los más
perjudiciales elementos de la pandilla de los guardias blancos" (Lenin,
Tomo 33, p.288).
Los bolcheviques contra la burocratización
Lenin y los bolcheviques
siempre llevaron una lucha revolucionaria contra las desviaciones burocráticas
que, en un país atrasado se producen inevitablemente en el seno del aparato de
la dictadura del proletariado. Estimaban que la dictadura del proletariado
estaba también amenazada "desde el interior" por el burocratismo del
aparato de Estado soviético.
Los bolcheviques
tuvieron que "volver a emplear" a una parte del antiguo aparato del
Estado zarista que sólo pudo ser transformado parcialmente en el sentido
socialista. Después, el aparato del Partido y del gobierno en el campo, en la
mayor parte del territorio, causaban grandes problemas. Entre 1928 y 1931, el
Partido aceptó a 1.400.000 nuevos miembros. Entre esta masa, eran muchos los
analfabetos políticos. Tenían sentimientos revolucionarios, pero no
conocimientos comunistas reales.
Entre 1928 y
1938, el peso del Partido en el campo fue siempre muy débil y sus miembros
estaban muy influenciados por la capa superior que dominaba intelectual y
económicamente al mundo rural. En el campo, los kulaks, los antiguos oficiales
zaristas y todos los reaccionarios conseguían fácilmente infiltrarse en el
Partido. Todo aquel que tenía una cierta capacidad de organización era de
oficio aceptado en el Partido, tan grande era la penuria de cuadros.
La primera
generación de campesinos revolucionarios había hecho su experiencia en la
guerra civil, cuando se luchaba para destruir a las fuerzas reaccionarias. El
estado de espíritu del comunista de guerra - mandar y dar órdenes militares-,
se mantuvo y dio nacimiento a un estilo de trabajo burocrático que no se
apoyaba apenas sobre el trabajo político paciente.
Por todas estas
razones, la lucha contra el burocratismo fue siempre considerada por Lenin y
Stalin como una lucha en defensa de la pureza de la línea bolchevique contra
las influencias de la vieja sociedad, de las viejas clases y estructuras
opresivas. Tanto Lenin, como después Stalin, buscaron la forma de concentrar a
los revolucionarios mejor formados, los más clarividentes, activos, firmes y
ligados a las masas en el seno del Comité Central y de los órganos dirigentes.
La dirección del Partido se apoyó siempre sobre la movilización de las masas
para realizar las tareas de la construcción socialista. Era en los escalones
intermedios, y particularmente en los aparatos de las Repúblicas, donde los
elementos burocráticos, carreristas y oportunistas podían más fácilmente instalarse
y esconderse. En todo el tiempo que Stalin estuvo a la cabeza del Partido,
afirmó que la dirección y la base debían movilizarse para romper y cazar a los
burócratas de arriba a abajo. He aquí un comunicado de 1928, característico de
la concepción de Stalin: "Uno de los enemigos más peligrosos para el
progreso de nuestra causa es el burocratismo. Éste vive en cada uno de nuestras
organizaciones. (...) Lo que es grave es que no se trata de antiguos
burócratas. Se trata de nuevos burócratas que simpatizan con el poder
soviético, se trata incluso de burócratas en las filas comunistas. El burócrata
comunista es el tipo de burócrata más peligroso. ¿Por qué? Porque enmascara su
burocratismo con el carnet del Partido". Después de ejemplarizar algunos
casos concretos, Stalin continuó: "¿Cómo explicar estos casos escandalosos
de decadencia y de degeneración morales? Allá donde ha emergido el monopolio
del Partido desde el absurdo, se ha ahogado la voz de las masas, eliminado la
democracia interna y apoyando a los burócratas. El único remedio contra este
mal es la organización del control del Partido por las masas desde la base, el
desarrollo de la democracia en el interior del Partido. No hay nada que decir
cuando la cólera de las masas descubre a estos elementos desmoralizados del
Partido y cuando tienen la posibilidad de enviar a estos elementos al diablo.
(...) Se habla de la crítica desde arriba, crítica por parte de la Inspección
obrera y campesina, por parte del Comité Central del Partido. Todo esto está bien,
evidentemente. Pero lo principal ahora es suscitar una gran ola de críticas
desde la base contra el burocratismo en general y contra los faltas en nuestro
trabajo en particular. (...) Es así solamente, como podremos obtener éxitos en
la lucha y realizar la eliminación del burocratismo." (5)
Reforzar la educación política
En primer lugar, para
luchar contra el burocratismo, Stalin y la dirección bolchevique reforzaron la
educación política. Crearon, a principios de los años treinta escuelas del
Partido para dar cursos elementales a personas que, en el mundo rural, estaban
faltos hasta de una formación política elemental. El primer curso
sistemáticamente dedicado a la historia del Partido fue publicado en 1929 por
Yaroslavski: Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética. Es
una obra muy bien realizada. En 1938 apareció, bajo la dirección de Stalin una
segunda versión mejorada y más corta: Historia del Partido Comunista
(bolchevique) de la URSS. El número de cursos fue aumentando
considerablemente entre 1930 y 1933. El número de escuelas del Partido llegó a
pasar de 52.000 a más de 200.000 y el de estudiantes de un millón a 4.500.000.
Fue un esfuerzo remarcable con el objetivo de dar un mínimo de coherencia
política a centenares de miles de personas que acababan de ingresar en el
Partido (Getty, p.22).
Depurar regularmente al Partido
Uno de los métodos más
correctos en la lucha contra la degeneración burocrática, consistió en la
verificación-depuración. En 1917, el Partido contaba con 30.000 miembros. En
1921, tenía casi 600.000. En 1929, habían 1.500.000. En 1932 llegaron a los
2.500.000. Después de cada ola de reclutamiento masivo, la dirección tuvo que
hacer una selección. La primera campaña de verificación se efectuó en 1921, con
Lenin. En este momento, el 45% de los miembros provenientes del campo, que
representaba el 25% de todo el Partido, fueron expulsados. Fue la mayor campaña
de depuración jamás efectuada. Una cuarta parte de los miembros no respondían a
los más mínimos criterios elementales.
En 1929, el 11%
de los miembros dejaron el Partido durante la 2^ campaña de verificación. En
1933, hubo una 3^ depuración. Se pensó que, podría hacerse en 4 meses. En
realidad duró 2 años. Las estructuras del Partido, los mecanismos de control,
la autoridad efectiva de la dirección central eran tan débiles, que no se logró
poder planificar ni realizar una verdadera campaña de verificación. Finalmente,
el 18% de los miembros fueron excluidos en esta época.
¿Cuáles fueron los criterios para la depuración?
Los expulsados eran
personas que antes habían sido kulaks, oficiales blancos y
contrarrevolucionarios. Personas que se habían corrompido, arribistas y
burócratas incorregibles. Personas que rechazaban la disciplina del Partido e
ignoraban olímpicamente las instrucciones del Comité Central. Personas que
habían cometido crímenes, abusos sexuales o eran simplemente borrachos.
Durante la
campaña de verificación de 1932-1933, la dirección constató, no sólo que no se
lograba hacer ejecutar sus instrucciones, sino que además, la administración
del Partido en el campo era muy deficiente. No se sabía a ciencia cierta quién
era miembro y quien no lo era. Los carnets perdidos o duplicados llegaban a
25.000. Más de 60.000 carnets habían desaparecido...
En estos
momentos, la situación era tan grave que la dirección central tuvo que amenazar
con la expulsión a dirigentes regionales que no tomaban las medidas necesarias
para realizar esta campaña.
La lucha por la democracia revolucionaria
Para acabar con el
burocratismo, la dirección se comprometió en una lucha por la democracia en el
seno del Partido. Fue basándose en las dificultades de hacer aplicar las
directivas durante la campaña de depuración cuando el 17 de diciembre de 1934,
el Comité Central, por primera vez, puso el acento sobre los problemas más
fundamentales: Criticar "los métodos burocráticos de dirección", en
donde las cuestiones básicas eran tratadas por pequeños grupos de cuadros fuera
de toda participación de la base.
El 29 de marzo
de 1935, Jdanov hizo adoptar una resolución en Leningrado criticando a ciertos
dirigentes que negligían el trabajo de formación para ocuparse sólo de las
tareas económicas. Las tareas ideológicas se perdían entre el papeleo y el
burocratismo. La Resolución subrayaba que los dirigentes debían conocer las
cualidades y aptitudes de sus subordinados. Eran necesarios informes de
evaluación de los trabajos, contactos más estrechos entre dirigentes y cuadros
y una política de promoción de nuevos cuadros (Getty, p.99).
El 4 de mayo,
Stalin intervino sobre este tema. Habló de la "actitud escandalosa
respecto a hombres, cuadros y trabajadores. La consigna "los cuadros
deciden sobre todo" exige que nuestros dirigentes muestren la mayor
solicitud para con nuestros trabajadores, "pequeños" o
"grandes", cualquiera que sea el sitio en donde trabajen; que les
formen con cuidado; que les ayuden cuando tengan necesidad de apoyo; que les
estimulen cuando hayan tenido sus primeros éxitos; que los hagan progresar,
etc. Ahora bien, de hecho, registramos numerosos ejemplos de un burocratismo
sin corazón y una actitud francamente escandalosa respecto a sus
colaboradores" (Stalin, Cuestiones del leninismo pp.677-678).
Arch Getty, en
su brillante estudio Origens of the Crean Purges, hace el siguiente
comentario. "El Partido se había ido burocratizando, economizando,
mecanizando y administrativizando hasta el punto de que esto era intolerable.
Stalin y otros dirigentes del centro han visto esto como una osificación, un
fracaso, una perversión de la función del Partido. Los dirigentes locales del
Partido y del gobierno no eran ya dirigentes políticos sino administradores
económicos. Se resistían al control político tanto de los de arriba como de los
de abajo y no querían ser "fastidiados" con cuestiones ideológicas,
de educación, de campañas políticas de masas o con los derechos y los problemas
individuales de los miembros del Partido. La expansión lógica de este proceso
habría convertido al aparato del Partido en un red de administración económica
local de tipo despótico. La materia disponible muestra que Stalin, Jdanov u
otros prefieren hacer revivir las funciones de educación y agitación del
Partido, reducir la autoridad absoluta de los sátrapas locales y estimular
ciertas formas de participación de la base (Getty, p.105).
Las elecciones del Partido: una "revolución"
Finalmente, en febrero de
1937, en una reunión crucial del Comité Central se estudió la cuestión de la
democracia y de la lucha contra el burocratismo. Fue en esta misma reunión
cuando fue decidida la organización de una purga de elementos enemigos.
Es importante
destacar que muchas jornadas del Comité Central de febrero de 1937 fueron
consagradas al problema de la democracia en el seno del Partido; democracia que
debía reforzar el carácter revolucionario de la organización y, por lo tanto,
de su capacidad en descubrir a los elementos enemigos que se habían infiltrado.
Los informes de Stalin y de Jdanov aportaron propuestas sobre el desarrollo de
la crítica y de la autocrítica, sobre la necesidad para los cuadros de someter
los informes a la base. Por primera vez se decidió organizar elecciones
secretas en el partido, con varios candidatos, después de una discusión pública
de todas las candidaturas.
Cuando los
fascistas alemanes ocuparon la Unión Soviética, descubrieron todos los archivos
del Comité del Partido de la región Occidental de Smolensk. Todas las
reuniones, todas las discusiones, todas las instrucciones del Comité regional,
las del Comité Central, todo lo que había. Encontraron también los atestados y
actas de las reuniones electorales que siguieron a la reunión del Comité
Central de febrero de 1937. Se puede saber realmente cómo pasaron las cosas en
la práctica y en la base. Arch Getty describe una cantidad de ejemplos típicos
de las elecciones de 1937 en la Región occidental. Por el correo de un comité
de distrito, se presentaban, en principio, treinta y cuatro candidatos para
siete plazas. Hubo una discusión sobre cada candidato. Si un candidato quería,
podía retirarse. Se votó en primer lugar para saber si los miembros los
aceptan. El voto era secreto.
Finalmente, en
el curso de esta campaña electoral, en 54.000 organizaciones primarias del
Partido - en mayo de 1937 se disponían de datos-, el 55% de los comités
dirigentes fueron reemplazados. En la región de Leningrado, el 48% de los
miembros de los comités de base se renovaron (Getty, p.158). Getty da cuenta de
que es la campaña antiburocrática más importante, más general, y más efectiva
que el Partido había realizado jamás.
Muestra también
que en el escalón de las Regiones, que constituían el nivel principal de decisiones
sobre el terreno, muy pocas cosas se movieron. En las regiones, desde después
de los años 20, individuos y clanes se instalaron sólidamente y monopolizaron
prácticamente el poder. Incluso esta campaña antiburocrática masiva no pudo
desalojarlos. Los archivos de Smolensk contenían pruebas escritas de ello.
El secretario
del comité del Partido de la Región Occidental se llamaba Roumiantsev. Era
miembro del Comité Central, como muchos otros dirigentes regionales. El informe
de la reunión para la elección del secretario de la Región se encontraba en los
archivos de Smolensk. Cinco páginas informaban que la situación era muy buena y
satisfactoria. Después nueve páginas de críticas acerbas que indicaban que nada
marchaba bien.
Todas las
críticas que el Comité Central formuló contra el burocratismo en el Partido,
fueron recogidas por la base contra Roumiantsev: exclusiones injustificadas,
denuncias de los obreros que jamás fueron tratadas por el Comité regional,
falta de atención para el desarrollo económico de la región, dirección
divorciada de la base, etc. El documento muestra que la base se pudo expresar,
pero que no consiguió imponerse a los clanes que mantenían firmemente en su
mano todo el aparato regional (Getty, p.162). Las dos líneas antagónicas en el
seno de la asamblea se expresan netamente en los informes.
Lo mismo pasó en
casi todas la grande ciudades. Krinitskii, el primer secretario de Saratov,
había sido criticado señaladamente por Jdanov en la prensa del Partido. No
obstante, consiguió hacerse reelegir. Pese a ser tomados bajo el fuego tanto de
la dirección central del Partido como por la base, las "feudalidades"
regionales lograron mantenerse (Getty, p.164). Pero, todos ellos fueron
expulsados por la Gran Purga de 1937-1938.
Ningún episodio de la
historia soviética ha suscitado odios tan feroces entre la burguesía del mundo
entero como la operación de depuración de 1937-1938. La denuncia sin matices de
la depuración puede leerse en términos idénticos en una hoja neo-nazi, en una
obra con pretensiones académicas de Zbigniew Brzezinski, en un panfleto
trotskista o bajo la pluma del ideólogo en jefe del ejército belga.
Limitémonos a
este último, Henri Bernard, un ex-servicio secreto belga, profesor emérito de
la Escuela real militar. Publicó en 1982 un libro titulado El comunismo y la
ceguera occidental en las Ediciones André Grisard de Soumagne, Bélgica. En
esta obra, Bernard moviliza a las fuerzas sanas de Occidente contra una
invasión rusa -que dice- inminente. Abordando la historia de la URSS, Bernard
emite una opinión sobre la depuración de 1937 que es interesante más allá del
título. Dice: "Stalin empleará métodos que Lenin habría reprobado. En el
georgiano, no encontramos ni traza de sentimientos humanos. A partir del
asesinato de Kirov (en 1934), la Unión Soviética vive en un baño de sangre y se
asistirá al espectáculo de la Revolución que devora a sus propios hijos.
Stalin, dice Deustscher, ofrece al pueblo un régimen hecho de terror y de
ilusiones. Así, las nuevas medidas liberales coinciden con la ola de sangre de
los años 1936-1939. Este fue el momento de las horrorosas depuraciones y del
"espasmo y espanto". Ahora van a comenzar las interminables series de
procesos. La "vieja guardia" de los tiempos heroicos será también
aniquilada. El principal acusado de todo este proceso es Trotski, el
"ausente". El exiliado continúa implacablemente la lucha contra
Stalin, desenmascarando sus métodos, denunciando sus colusiones con
Hitler" (Bernard Henri, libro citado, p.50 y 52-53). Así pues, la historia
del ejército belga tiene interés en citar mucho a Trotsky y a los trotskistas,
y, se convierte en el defensor de la "vieja guardia bolchevique" y
hasta tiene buenas palabras para Lenin; pero bajo Stalin, "el monstruo que
no tiene nada de humano", domina el terror ciego y el espanto.
Antes de
enunciar los términos con los cuales los bolcheviques han definido la
depuración de los años 1937-1938, veamos en primer lugar lo que los
especialistas burgueses que tienen un cierto respeto por los hechos, saben a
propósito de este período de la historia soviética.
Gabor
Tamas Rittersporn, nacido en Budapest, Hungría, publicó en 1988 un estudio
sobre las Grandes Purgas, bajo el título Simplificaciones estalinistas y
complicaciones soviéticas (Edición de los archivos contemporáneos. Paris,
1988). En él fija claramente su oposición al comunismo y afirma que no se puede
"negar los horrores reales de la época a estudiar, pues seríamos, sin
duda, de los primeros en sacarlos a la luz del día si volviera a ser
necesario" (Rittersporn, p.39). Sólo que, la versión burguesa corriente de
esta período es tan grosera y su falsedad tan evidente, que corrían el riesgo
de conducir a una poner en evidencia toda la interpretación occidental de la revolución
soviética. Rittersporn define de forma admirable los problemas que ha
encontrado queriendo hacer una puesta al día concerniente a las falsificaciones
burguesas más groseras: "Cuando intento restituir tímidamente al público
el análisis de los materiales, casi completamente ignorados, y revelarlos a su
luz, con una perspectiva nueva de la historia soviética de los años 1930, y del papel que Stalin jugó, se
descubrirá que la opinión aceptaba el cuestionamiento de ideas recibidas en
límites mucho más estrechos de lo que podía pensarse (...) La imagen
tradicional del "fenómeno estalinista" es en realidad tan potente, y
los juicios de valor e ideológicos que la sustentan tieneun carácter tan
emocional, que toda tentativa para corregirlos debe parecer casi inevitablemente
como una toma de posición contra los puntos de vistaa las normas generalmente
aceptadas que ello implica. (...) Adaptarse a mostrar que la represión
tradicional de la "época estaliniana" es, por muchas consideraciones,
muy inexacta, equivale a lanzar un desafío desesperado, no solamente a los
esquemas consagrados según los cuales conviene pensar las realidades
soviéticas, sino también a las prácticas lingüísticas más comunes. (...) Lo que
puede justificar una investigación de este género, es ante todo, la extremada
inconsistencia de la literatura consagrada a uno de los fenómenos considerados
mayores por la "vulgata" histórica: la "Gran Purga" de los
años 1936-1938. A pesar de las apariencias, hay pocos períodos de la historia
soviética que hayan sido estudiados tan superficialmente." "Todo
lleva a creer si no habrá habido una tendencia a omitir durante tan largo
tiempo las reglas, en el fondo elementales, del análisis de las fuentes en este
campo tan importante; esto se torna muy verosímil porque las finalidades de
estos trabajos estaban, en una gran medida, muy alejados de las investigaciones
históricas habituales. En efecto, después de una lectura -aunque haya sido poco
esmerada-, de la literatura "clásica", se escapa difícilmente a la
idea de que, por todos los conceptos, estas ideas estaban más inspiradas por
los estados de ánimo que prevalecían en ciertos medios occidentales, que por
las realidades soviéticas de los "tiempos estalinianos". Defensa de
los valores consagrados del Occidente contra toda suerte de amenazas reales o
imaginarias de origen soviético, afirmaciones de experiencias históricas
indudables -así como "a priori"- ideológicas de toda especie"
(Rittersporn, p.13-15, 38).
En
lenguaje claro, Rittersporn dice: "Quiero probar que la mayor parte de las
ideas corrientes sobre Stalin son absolutamente falsas. Pero, decir esto es una
empresa casi desesperada. Si afirmáis, incluso tímidamente, ciertas verdades
inalienables sobre la Unión Soviética de los años 30, os vais a ver tildados de
"estalinistas". La propaganda burguesa ha inculcado una imagen falsa
pero extremadamente potente de Stalin, imagen que es casi imposible corregir,
hasta tal punto las emociones suben en el momento en que abordáis el tema. Los
libros sobre las Purgas escritos por los grandes especialistas occidentales
como Conquest, Nove, Deutscher, Schapiro y Fainsod, no valen nada, son
superficiales y redactados menospreciando las reglas más elementales que todo
estudiante de historia aprende en el primer curso. De hecho, estas obras están
escritas para dar una apariencia académica y científica a la política
anticomunista de los medios dirigentes occidentales. Presentando bajo
apariencias científicas la defensa de los intereses y valores capitalistas y
"a priori" ideológicas de la gran burguesía".
Veamos a
continuación cómo la depuración ha sido representada por los comunistas que han
juzgado necesario emprenderla en 1937-1938. He aquí la tesis central
desarrollada por Stalin en su Informe del 3 de marzo de 1937 que inició la
depuración.
Stalin afirma
que ciertos dirigentes del partido "se han mostrado despreocupados,
bonachones e ingenuos" y que han faltado a la vigilancia respecto a los
enemigos y a los anticomunistas infiltrados en el Partido. Stalin habla del
asesinato de Kirov, el número dos del partido bolchevique de la época: "El
asesinato de Kirov fue la primera advertencia seria que demostraba que los
enemigos del pueblo iban a entrar en el doble juego y de que, haciéndolo, se
camuflarían de bolcheviques, de miembros del Partido para ganarse la confianza
y abrirse el acceso a nuestras organizaciones. El proceso del Bloque
zinovievista- trotskista (1936) ha mostrado con toda evidencia que los
zinovievistas y los trotskistas agrupaban a su alrededor a todos los elementos
burgueses hostiles, que se han convertido en agentes del espionaje de la
Gestapo; que el doble juego y el camuflaje, son para ellos el único medio de
penetrar en nuestras organizaciones, y que la vigilancia y la perspicacia
política constituyen el medio más seguro para impedir esta penetración."
"Cuanto más avancemos y más éxitos alcancemos, mayor será el furor de los
deshechos de las clases explotadoras para frenarnos, más rápidamente recurrirán
a formas de lucha más agudas, más dañinas para al Estado soviético, más
volverán a los procesos de lucha desesperados, como último recurso de hombres
destinados a su perdición" (Rittersporn, p.129 y 142).
¿Cómo se planteó el problema de los enemigos de clase?
Entonces, ¿es verdad que
enemigos del pueblo, se han infiltrado en el sancta santorum bolchevique?
Presentamos cuatro casos como ejemplo.
Bajanov Saris
Durante la guerra civil que
costó de 8 a 9 millones de muertos, la burguesía ha combatido a los
bolcheviques con las armas en la mano. Derrotada ¿qué podía hacer? ¿suicidarse?
¿ahogar sus penas en vodka? ¿convertirse en bolcheviques? Imaginaron algo
mejor. Desde la victoria definitiva de la revolución bolchevique, elementos de
la burguesía consiguieron infiltrarse en el Partido para combatirlo desde el
interior y para preparar las condiciones de un golpe de Estado burgués. Un
cierto Boris Bajanov escribió un libro muy instructivo sobre ello titulado Con
Stalin en el Kremlin. Boris nació en 1900. Tenía pues 17-19 años en los
momentos de la revolución en Ucrania, su región natal. En su libro, Bajanov
publicó orgullosamente la fotocopia de un documento nombrándolo adjunto de
Stalin. Llevaba la fecha del 9 de agosto de 1923. La decisión del Buró de
organización decía: "El camarada Bajanov es nombrado adjunto del camarada
Stalin, secretario del Comité Central". Bajanov hizo este comentario
jubiloso: "Soldado del ejército antibolchevique, me impuse la difícil y
peligrosa tarea de penetrar en el seno del Estado Mayor enemigo. Y había
alcanzado mi objetivo" (Bajanov Boris, Con Stalin en el Kremlim.
Ed. de France, París, 1930. p.2-3).
El joven
Bajanov, en tanto que adjunto de Stalin, llegó a ser secretario del Buró
político y debía tomar notas de todas sus reuniones. Tenía 23 años. En su
libro, escrito en 1930, explica cómo su carrera política comenzó desde que vio
llegar al Ejército soviético a Kiev. Tenían entonces 19 años: "Los
bolcheviques la tomaron en 1919, sembrado el espanto. Gritarles mi menosprecio
a la cara sólo me habría valido diez balas en la piel. Tomé otro partido. Para
salvar a la élite de mi ciudad, me coloqué la máscara de la ideología
bolchevique" (Bajanov, p.7). "Desde 1920, la lucha abierta contra el
azote bolchevique había terminado. Combatirlo desde fuera no era posible. Era
necesario minarlo desde dentro. En las fortalezas comunistas, era muy
importante introducir un caballo de Troya. Todos los hilos de la dictadura se
unían cada vez más en el nudo único del Politburó. El golpe de Estado no podía
en adelante salir más que desde allí" (Bajanov, p.4-5). En el curso de los
años 1923-24, Bajanov asistió a todas las reuniones del Buró político. Supo
mantenerse en puestos diferentes hasta su fuga, en 1928.
Muchos otros intelectuales
burgueses han tenido la misma disposición que este joven ucraniano de 19
años...
Los obreros y
los campesinos que hicieron la revolución vertiendo su sangre, tenían poca
cultura y educación. Podían vencer a la burguesía con su coraje, su heroísmo,
su odio contra la opresión. Pero para organizar a la nueva sociedad, eran
necesarias la cultura y la educación. Intelectuales de la vieja sociedad,
jóvenes y viejos, gente suficientemente hábil y flexible, se infiltraron como
oportunistas. Decidieron cambiar de armas y tácticas de combate. Hicieron
frente a aquellos "brutos e incultos" entrando a su servicio. En ese
sentido, el camino tomado por Boris Bajanov es ejemplar.
Saloman Georges
Tomemos otro
libro-testimonio. La carrera de su autor, Georges Salomon, es aún más
interesante. Salomón era un cuadro del Partido bolchevique, nombrado en julio
de 1919, adjunto del Comisario del Pueblo para el Comercio y la Industria. Era
el amigo íntimo de Krassin, viejo bolchevique, que acumulaba entonces las
funciones de Comisario de Vías y Comunicaciones y las del Comisariado de
Comercio e Industria. En una palabra, tenemos aquí a dos miembros de la
"vieja guardia de los tiempos heroicos" tan queridos por Henri
Bernard de la Academia Militar. En diciembre de 1917, Salomón viaja de
Estocolmo a Petrogrado, donde se da prisa por preguntar a su amigo Krassin
sobre la situación política. Según Salomón, éste último le dijo que: "¿Un
resumen de la situación? Se trataba de una posición sobre el socialismo
inmediato, de una utopía llevada hasta la necedad más extrema. ¡Están todos
locos, incluso Lenin! Olvidan las leyes de la evolución natural, olvidan
nuestras advertencias en cuanto al peligro de intentar la experiencia
socialista en las condiciones actuales. En cuanto a Lenin, es un delirante
continuo. En realidad, vivimos bajo un régimen netamente autocrático"
(Salomón Georges, Entre los señores rojos, serie anticomunista del
Centro Internacional de la Lucha contra el Comunismo, Ed. Spes, París, 1930,
p.19). Este análisis no difiere en nada del de los mencheviques: Rusia no está
madura para el socialismo, quien quiera introducirlo deberá recurrir a métodos
autocráticos. A principios de 1918, Salomón y Krassin se reunieron en
Estocolmo. Los alemanes habían reemprendido su ofensiva y ocuparon Ucrania. Las
insurrecciones antibolcheviques se multiplicaban. No estaba nada claro quién
gobernaba en Rusia, si los bolcheviques o los mencheviques y sus amigos
industriales... Salomón resume sus conversaciones con Krassin: "Comprendíamos
que este nuevo régimen había introducido una serie de medidas absurdas,
destruyendo a las fuerzas técnicas, desmoralizando a los técnicos expertos y
sustituyéndolos por comités obreros. Nos habíamos dado cuenta de que la
tendencia de aniquilar a la burguesía era no menos absurda. Esta burguesía
estaba aún destinada a aportarnos muchos elementos positivos. Esta clase estaba
llamada a llevar a cabo su misión histórica y civilizadora" (Salomón,
p.36). Salomón y Krassin parecen, evidentemente, titubear si deben o no unirse
a los "verdaderos" marxistas, los mencheviques, con los cuales
comparten la preocupación de "salvar" a la burguesía, portadora de
progreso. ¿Cómo podía pasarse sin ella? ¿No sería posible, a pesar de todo,
desarrollar el país con "fábricas dirigidas por obreros ignorantes"?
(Salomón, p.19). Pero la situación del poder bolchevique se estabilizó y dice
Salomón: "un cambio va llegando progresivamente en nuestras apreciaciones
de la situación". "Nos preguntábamos si teníamos el derecho de
mantenernos distanciados. ¿No deberíamos, en interés de nuestro pueblo, al que
queríamos servir, poner a disposición de los soviets nuestras fuerzas, nuestra
experiencia, a fin de aportar a esta empresa elementos de salud? ¿No tendremos
más posibilidad de luchar contra esta política de destrucción general, que
había marcado la actividad de los bolcheviques? Podríamos oponernos igualmente
a la destrucción total de la burguesía. Pensábamos que reemprender las
relaciones normales con Occidente llevaría necesariamente a nuestros dirigentes
a ponerse al paso de otras naciones y que la tendencia hacia el comunismo
inmediato comenzaría a decrecer y finalizaría por diluirse completamente. En el
rigor de estos razonamientos, llegamos Krassin y yo, a la resolución de entrar
al servicio de los soviets" (Salomón, p.36). Así que, según las
afirmaciones de Salomón, él y Krassin pactaron un programa secreto que pusieron
en práctica accediendo a los puestos de Ministro y Viceministro bajo Lenin: se
opusieron a todas las medidas de la dictadura del proletariado, por lo tanto
protegieron tanto como pudieron a la burguesía, y tenían la intención de
establecer relaciones de confianza con el mundo imperialista, todo ello para
¡"hacer desaparecer progresiva y completamente" la orientación comunista
del Partido!
Buen bolchevique,
el "camarada" Salomón, sí señor!.
El 1° de agosto
de 1923, durante una permanencia en Bélgica, saltó el muro y se pasó al otro
lado. Su testimonio apareció en 1930 bajo los auspicios de la organización
belgo-francesa "Centro Internacional de Lucha Activa contra el
Comunismo". El viejo bolchevique Salomón tiene ahora ideas bastante
decididas. "El gobierno de Moscú, formado por un pequeño grupo de hombres,
arrastra, con la ayuda de la GPU a la esclavitud y al terror a nuestro gran
país. (...) Los sátrapas soviéticos se ven cercados por todas parte por la
cólera, la gran cólera popular. Embargados de loco terror, son cada vez más
feroces, derramando oleadas de sangre humana" (Salomón, p.348 y 351). Son
los mismas palabras que años antes, habían utilizado los mencheviques. Fueron
recogidas enseguida por Trotski y 50 años más tarde, el ideólogo del Ejército
belga dirá las mismas. Es importante anotar que los términos "loco
terror", "esclavitud" y "oleadas de sangre" fueron utilizadas
por el 'viejo bolchevique' Salomón para describir la situación de la URSS bajo
Lenin y en el curso del período liberal de 1924-1929, antes de la
colectivización. Todas las calumnias bajo el "régimen de terrorismo
sanguinario", dirigidas por la burguesía al régimen soviético bajo Stalin,
habían sido lanzadas ya, palabra por palabra, contra la Unión Soviética de
Lenin. Salomón representa un caso interesante, el de un "viejo
bolchevique" que se opuso fundamentalmente a toda la empresa de Lenin,
pero que eligió el "sujetarlo" y "desviarlo" desde el
interior. En 1918 ya ciertos bolcheviques habían acusado a Salomón delante de
Lenin de ser un burgués, un especulador y un espía alemán... Salomón lo negó
indignado. Pero es importante anotar como, desde su huida de la URSS, se ha
exhibido como un feroz anticomunista.
Frunze
El libro de Bajanov,
mencionado más arriba, contiene también otro pasaje muy interesante.
"Frunze, -escribe-, pudiera ser que fuera el único hombre entre los
dirigentes que deseaba la liquidación del régimen y el retorno de Rusia a una
existencia más humana. Frunze era un bolchevique. Pero entró en el Ejército,
cayó bajo la influencia de antiguos oficiales y generales, se compenetró con
sus tradiciones y se convirtió hasta la médula de los huesos, en un soldado.
Cuanto más se apasionaba por el Ejército, más llegaba a aborrecer al comunismo.
Pero sabía callar y disimular sus pensamientos. Se creía llamado a jugar en el
porvenir el papel de Napoleón. Frunze tenía un plan de acción bien definido.
Buscaba, ante todo arruinar la potencia del Partido en el Ejército Rojo. Para
comenzar, logró la supresión de los comisarios, que en su calidad de
representantes del Partido, estaban emplazados bajo su mando. Después,
siguiendo osadamente su proyecto de golpe de Estado bonapartista, Frunze
escogió con perseverancia, para los puestos de comandantes de división, de los
cuerpos armados y de las regiones, a verdaderos militares sobre los cuales
contaba apoyarse. Para que el ejército pudiese cumplir su golpe de Estado,
hacía falta una situación excepcional, una situación que hubiera podido, por
ejemplo, llevar a la guerra. Su habilidad en dar un tinte comunista a todos sus
actos, era extremado. No obstante Stalin descubrió sus intenciones."
(Bajanov, Con Stalin en el Kremlim. Ed. de France, París, 1930,
p.105-109). Es difícil saber si Bajanov tiene razón, en lo que concierne a su
juicio sobre Frunze. Pero su texto muestra que ya en 1926, algunos especulaban
sobre tendencias militaristas y bonapartistas en el seno del Ejército para
poner fin al régimen soviético. Tokaiev escribió más tarde que en 1935 "El
Aeropuerto militar central Frunze era uno de los centros de sus enemigos (de
Stalin) irreconciliables" (Tokaiev: Camarada X, p.33). Cuando
Tujachevski fue detenido y fusilado en 1937, se le atribuyeron exactamente las
mismas intenciones que ya Bajanov atribuía a Frunze, en su redacción de 1930.
En 1939 Alexandre Zinoviev
era un brillante alumno de Instituto a sus 17 años. "He podido constatar la
diferencia entre la realidad y las ideas del comunismo, hago responsable a
Stalin de esta ruptura" (Las confesiones de un hombre de más"
Ed. Olivier Orban, 1990, p. 105). Esta frase expresa perfectamente el idealismo
pequeñoburgués de quien, queriendo aceptar los ideales comunistas, lo hace
abstrayéndose de la realidad económico-social, además del contexto
internacional en el cual la clase obrera ha tenido que iniciar su realización.
Los idealistas pequeñoburgueses rechazan los ideales comunistas cuando deben
hacer frente a la severidad de la lucha de clases y a las dificultades
materiales que encuentra trabajando para la construcción socialista. "Era
un antiestalinista convencido desde la edad de 17 años" - afirma Zinoviev-
(Zinoviev, p.104). "Me consideraba un neo-anarquista" (p.126) Leía
con pasión las obras de Bakunin y de Kropotkin, después las de Jeliabov y la de
los populistas (Zinoviev, p.110 y 118). La Revolución de Octubre había sido
hecha, en realidad, "para que los funcionarios del aparato pudieran tener
sus vehículos en función de uso personal, vivir en apartamentos y dachas
suntuosas"; ellos ambicionaban "la instauración de un Estado
centralizado y burocrático" (p.113, 111). "La idea de la dictadura
del proletariado era una necedad" (Zinoviev, p.115). Luego, Zinoviev
continúa: "La idea de un atentado contra Stalin invadía mis pensamientos y
mis sentimientos. Me había inclinado ya por el terrorismo. (...) Estudiamos las
posibilidades de un atentado: en el desfile de la Plaza Roja, provocaríamos una
confusión artificial que nos permitiera, armados con una pistola y granadas,
abalanzarnos sobre los dirigentes". Poco después, con su amigo Alexéi,
preparó un nuevo atentado "programado para el 7 de noviembre de 1939"
(Zinoviev, p.118, 120, 122).
Zinoviev entró
en la Facultad de Filosofía, un establecimiento de élite. "A mi entrada,
comprendí que, pronto o tarde, tendría que adherirme al PC. No tenía ninguna
intención de expresar abiertamente mis convicciones: no obtendría nada más que
disgustos. Había elegido ya mi vía. Quería ser un revolucionario en lucha
contra la nueva sociedad. Decidí disimularme por un tiempo y ocultar mi
verdadera naturaleza" (Zinoviev, p.116).
Estos cuatro
casos nos dan ya una idea de la gran dificultad que encontró el poder soviético
en la lucha contra sus enemigos más encarnizados, escondidos y actuando en
secreto, enemigos que se han esforzado por todos los medios en minar y destruir
al Partido y al poder soviético desde su interior.
La lucha política contra el oportunismo en el Partido
En el curso de los años
veinte-treinta, Stalin y los otros dirigentes bolcheviques llevaron a cabo
numerosas luchas contra las tendencias oportunistas en el seno del Partido. La
refutación de las ideas antileninistas de Trotski, después de Zinoviev y
Kamenev y a continuación las de Bujarin, iban tomando una lugar central. Estas
luchas ideológicas y políticas fueron llevadas a cabo de forma correcta, pero
firme y paciente, según los principio leninistas.
El Partido
bolchevique llevó a cabo una lucha ideológica y política decisiva contra
Trotski en el curso del período 1922-1927, sobre la cuestión de la posibilidad
de la construcción del socialismo en un solo país, la Unión Soviética.
Utilizando una fraseología "izquierdista", Trotski pretendía que la
construcción socialista era imposible en la URSS en ausencia de una revolución
victoriosa en un gran país industrializado. Esta tesis derrotista y
capituladora de hecho era defendida desde 1918 por los mencheviques, que
también habían llegado a la conclusión de la imposibilidad de instaurar el
socialismo en un solo país atrasado. Numerosos textos de los dirigentes
bolcheviques, esencialmente de Stalin y de Bujarin, están por ahí para
atestiguar que esta lucha fue llevada correctamente.
En 1926-27,
Zinoviev y Kamenev se unieron a Trotski en su lucha contra el Partido. Juntos
formaron la Oposición Unificada. Ésta denunció la ascensión de la clase de los
kulaks, criticó el "burocratismo" que invadía al partido, y
organizaron fracciones clandestinas en su seno. Cuando cierto Ossovsky defendió
el derecho a crear "partidos de oposición", Trotski y Kamenev
votaron, en el Buró político, contra la exclusión de este individuo. Zinoviev
recogió la teoría de Trotsky sobre "la imposibilidad de construir el
socialismo en un solo país", teoría que había combatido violentamente años
atrás, y hablada del peligro de "degeneración" del Partido. (Carr, Fundations
of a planned economy 1926-29, Vol. 2 pp.7,1,11,20).
Trotski evocó en
1927 el "Termidor soviético", por analogía con la contrarrevolución
en Francia cuando los jacobinos de derecha ejecutaron a los jacobinos de
izquierdas. Luego Trotski explicó que a principios de la Primera Guerra
Mundial, en el momento en que el Ejército alemán estaba a 80 kilómetros de
París, Clemenceau derribó al gobierno débil de Poincaré para organizar una
defensa feroz y sin concesiones. Quería decir que en caso de ataque
imperialista, él, Trotski, podría dar un golpe de Estado a lo Clemenceau (Carr,
p.28-29). Por sus maniobras y sus tesis, la oposición se desacreditó mucho y
cuando llegó el momento de votar no recibió más que 6.000 votos sobre 725.000
(Carr, p.42). El 27 de diciembre de 1927, el Comité Central declaró que la
oposición había hecho causa común con las fuerzas antisoviéticas y que aquellos
que mantuviesen estas posiciones serían expulsados del Partido. Como
consecuencia de esto todos los dirigentes trotskistas y zinovievistas fueron
excluidos (Carr, p.60).
Pero, ya en
junio de 1928, muchos zinovievistas publicaron una autocrítica y reingresaron,
así como sus jefes Zinoviev, Kamenev y Evdokimov (Carr, p.60). Después una gran
parte de los trotskistas les siguieron: Préobrajenski, Radek, Piatakov (Carr,
p.67). En cuanto a Trotski, mantuvo su posición irreductible hacia el Partido y
fue expulsado de la Unión Soviética.
La tercera gran
lucha ideológica fue dirigida contra la desviación derechista de Bujarin,
durante la colectivización. Bujarin preconizaba una política de tipo
socialdemócrata, basada en la idea de la reconciliación de clases. De hecho,
protegía el desarrollo de los kulaks en el campo y se convirtió en el portavoz
de sus intereses. Exigía una ralentización de la industrialización del país.
Bujarin estaba estremecido por la dureza de la lucha de clases en el campo,
describiendo y denunciando sus "horrores". Durante esta lucha, se vio
a antiguos "oponentes de izquierdas" ligar alianzas sin principios
con Bujarin con el fin de derribar a Stalin y a la dirección
marxista-leninista. El 11 de julio de 1928, durante los violentos debates que
precedieron a la colectivización, Bujarin tuvo una entrevista clandestina con
Kamenev. Se declaró partidario de un "bloque con Kamenev y Zinoviev para
desplazar a Stalin" (Carr, p.65). En septiembre de 1928, Kamenev se aproximó
a ciertos trotskistas para pedirles que volvieran al Partido a esperar
"que la crisis madurara" (Carr, p.73).
Pero, después de
la realización en lo esencial de la colectivización en 1932-33, las teorías
derrotistas de Bujarin quedaron completamente desacreditadas. En este momento,
Zinoviev y Kamenev, por su cuenta, habían reemprendido el combate contra la
línea del Partido, sobre todo sosteniendo el programa contrarrevolucionario
elaborado por Riutin en 1931-32, del que hablaremos más adelante. Fueron, por
2^ vez, excluidos del partido y exiliados en Siberia.
A partir de
1933, la dirección estimó que las batallas más duras por la industrialización y
la colectivización habían pasado. En mayo de 1933, Stalin y Molotov firmaron la
decisión de liberar al 50% de las personas enviadas a los campos de trabajo
durante la colectivización. En noviembre de 1934, el sistema de gestión de los
koljoses tomó la forma definitiva, los koljosianos tenían el derecho de
cultivar por propia cuenta sus parcelas privadas y de criar ganado (Arch Getty,
The Great Purgas, p.94). Una distensión social y económica se hizo
sentir en el país. La orientación general del Partido había probado su justeza.
Kamenev, Zinoviev, Bujarin y un gran número de trotskistas habían reconocido
sus errores. La dirección del Partido era del parecer de que las victorias
clamorosas de la construcción socialista podían llevar a todos los opositores
de estos últimos años a autocriticar sus posiciones erróneas y a asimilar las
concepciones leninistas. Esperaban que todos los cuadros dirigentes aplicarían
los principios desarrollados por Lenin concernientes a la crítica y la
autocrítica, este método materialista y dialéctico que permite a cada comunista
poder perfeccionar su educación política al realizar el balance de sus propias
concepciones y con ello, reforzar la unidad política del Partido. Por esta
razón, casi todos los dirigentes de las tres corrientes oportunistas, los
trotskistas Piatakov, Radek, Smirnov y Préobrajenski, después Zinoviev, Kamenev
y Bujarin, que antes habían estado en un puesto dirigente, fueron invitados al
10° Congreso en 1934, donde pronunciaron discursos. Este Congreso fue el de la
victoria y el de la unidad. Stalin estaba convencido de que los antiguos
desviacionistas trabajarían lealmente a pesar de todo, en la edificación
socialista.
El estudio
detallado de la lucha ideológica y política llevada a cabo en el seno de la
dirección bolchevique entre 1922 y 1934, permitía refutar más bien que mal las
contra-verdades y los prejuicios tan extendidos. Es completamente falso que
Stalin prohibiese a los otros dirigentes expresarse libremente y que hiciera
reinar su "tiranía" en el seno del Partido. Los debates y las luchas
fueron llevadas de forma abierta durante un largo período. Las concepciones fundamentales
diferentes se habían enfrentado con violencia y el porvenir del socialismo
estaba bajo su dependencia. En la teoría como en la práctica, la dirección
alrededor de Stalin probó que seguía una línea leninista y que las diferentes
fracciones oportunistas eran la expresión de los intereses de la burguesía
antigua y nueva. Stalin no sólo fue prudente y paciente en esta lucha, sino que
permitió que los oponentes, después de haber comprendido sus errores, volviesen
a la dirección. Stalin realmente creyó en la honestidad de las autocríticas
presentadas por los antiguos oponentes.
Los Procesos y la lucha contra el revisionismo y la
infiltración enemiga
El 1° de diciembre de 1934,
el número 2 del Partido, Sergei Kirov, fue asesinado en su oficina del Cuartel
general del Partido en Leningrado. El asesino entró simplemente enseñando su
carnet del Partido. Se llamaba Nicolaievski. Había sido expulsado del Partido,
pero había podido guardarse el carnet...
Los
contrarrevolucionarios, en las cárceles y campos, se entregaron a su juego de
intoxicación habitual: "¡Es Stalin quien ha asesinado a Kirov"! Esta
"lectura" sobre el asesinato de Kirov será propagada en Occidente por
el disidente Orlov, en 1953. En el momento de los hechos, Orlov estaba en...
España (el asesino de Nin). En el libro que publicó después de su huida a
Occidente en 1938, Orlov informa sobre "rumores de pasillo" captados
durante sus permanencias en Moscú. Pero hizo falta esperar 15 años para que,
ayudado por la guerra fría, el disidente Orlov tuviese la suficiente presencia
de ánimo para hacernos su revelación sensacional... Para dar credibilidad a
esta historia, se pretendía que Kirov era "un moderado" y que se
había convertido en "el principal rival" de Stalin. Pero los que estudiaron
las intervenciones de Kirov, deducen que siempre aportó un apoyo total a Stalin
y que siempre se mostró muy duro particularmente con los opositores.
Tokaiev, miembro
de una organización anticomunista clandestina, escribió que Kirov fue asesinado
por un grupo opositor y que él, Tokaiev, había seguido de cerca los
preparativos del atentado. Liuskov, un hombre del NKVD que huyó al Japón,
confirma esta versión (Arch Getty, The Great Purgues p.207).
El asesinato de
Kirov llegó en un momento en que la dirección del Partido creía que lo más duro
había pasado ya, y que la unidad del Partido estaba consolidada. La primera
reacción de Stalin fue desordenada y reflejó un auténtico pánico. La dirección
creyó que el asesinato del número 2 marcaba el comienzo de un golpe de Estado. Un
nuevo decreto fue inmediatamente publicado, preveyendo un proceso expeditivo
para el arresto y ejecución de terroristas. Esta medida draconiana fue
resultado del presentimiento de un peligro mortal para el régimen socialista.
En los primeros momentos, el Partido buscó los culpables entre los medios de
sus enemigos tradicionales, los blancos. Algunos de ellos fueron ejecutados.
Después, la policía encontró el diario de Nikolaievski. En él no se hacía
ninguna referencia a una organización opositora que hubiese preparado el
asesinato. El informe llegó a la conclusión de que el grupo Zinoviev había
"influido" a Nikolaiev y a sus amigos, pero no encontró indicios de
una implicación directa de Zinoviev. Este último fue simplemente enviado otra
vez al exilio interior. La reacción del Partido evidenció un gran desconcierto.
Todos estos hechos demuestran la inconsistencia de la tesis según la cual
Stalin habría "preparado" el atentado para lanzar su "plan
diabólico" de exterminio de la oposición.
El Proceso del centro trotskista-zinovievista
El atentado fue seguido de
una depuración de los partidarios de Zinoviev en el Partido. No hubo violencia
masiva. Los meses que le siguieron estuvieron ocupados por la gran campaña para
la preparación de la nueva Constitución, basada en el tema de la democracia
socialista (Getty, pp.111-112, 115-116).
Fue diez y seis
meses más tarde, en junio de 1936, cuando la fiscalía reabrió el informe de
Kirov sobre la base de informaciones nuevas. Concernían a la creación de una
organización secreta, desde octubre de 1932, de la que Zinoviev y Kamenev
formaban parte. La policía poseía pruebas de que Trotski había enviado, a
principios de 1932, cartas clandestinas a Radek, Sokolnikov, Péobanjenski y
otros, incitándoles a acciones más enérgicas contra Stalin. Getty encontró
rastros de ellas en los archivos de Trotski (Getty, p.245).
En octubre de
1932, el antiguo trotskista Goltsman se había entrevistado en Berlín, en la
clandestinidad, con el hijo de Trotski, Sédov. Discutieron una propuesta de
Smirnov de crear un Bloque de la oposición unificada, que comprendiera a
trotskistas, zinovievistas, y partidarios de Lominadze. Trotski insistía sobre
la necesidad del "anonimato y clandestinidad". Poco después, Sédov
escribió a su padre diciéndole que el Bloque había sido oficialmente
constituido y que se esforzaba aún por reunir a los grupos Safarov-Tarkhanov
(Getty, p. 119-120). El Boletín de Trotski publicó, bajo seudónimo, informes de
Goltsman y Smirnov. Así fue como la dirección del Partido se encontró frente a
pruebas irrefutables de un complot tendente a derribar a la dirección
bolchevique y a alzar al poder a un amasijo de oportunistas que no eran más que
peldaños para las viejas clases explotadoras. La existencia de este complot era
un signo alarmante al más alto grado.
Trotski y la contrarrevolución
En efecto, en 1936, era
evidente para toda persona capaz de analizar lúcidamente la lucha de clases a
nivel internacional, que Trotski había degenerado hasta el punto de haberse
convertido en juguete de las fuerzas anticomunistas de todo género. Personaje
muy creído de si mismo, se atribuía un papel planetario e histórico cada día
más grandioso, al mismo tiempo que la pandilla que lo envolvía era cada vez más
insignificante. Todas sus fuerzas apuntaban hacia un único objetivo: la
destrucción del partido bolchevique que permitiría la toma del poder por
Trotski y los trotkistas. De hecho, conociendo perfectamente al Partido
Bolchevique y su historia, Trotski devino uno de los grandes especialistas
mundiales del combate antibolchevique.
Para fijar las
ideas, citaremos algunas tomas de posición públicas hechas por Trotski antes de
la reapertura del proceso Kirov en junio de 1936.
"Destruir al
movimiento comunista”
Trotski declaró desde 1934
que Stalin y los Partidos comunistas eran responsables de la llegada al poder
de Hitler; y que, para derrotar a Hitler, era necesario ahora ya ¡destruir
"despiadadamente" a los partidos comunistas! "La victoria de
Hitler ha sido provocada por la política despreciable y criminal del Komintern.
Sin Stalin no habría habido una victoria de Hitler" (Trotski: La lucha
antiburocrática en la URSS Ed. 10-18, París, 1975, p.32) "El Komintern
staliniano, como la diplomacia estaliniana, cada uno por su lado, han ayudado a
Hitler a sentarse en la silla de montar" (18 enero 1934, Trotski; La
lucha p.39) "La burocracia del Komintern, de acuerdo con la
socialdemocracia, hacen todo lo posible por transformar a Europa y hasta el
mundo entero en un campo de concentración fascista" (31 de marzo de 1934,
Trostki; La Lucha p. 59-60). "El Komintern ha creado una de las
condiciones más importantes para la victoria del fascismo. Por ello, para
acabar con Hitler es necesario acabar con el Komintern" (Trotski, idem.
P.35). "¡Trabajadores, aprended a menospreciar a esta canalla
burocrática!" (Trotski, p.35). (Los trabajadores) "deben extirpar
despiadadamente del movimiento obrero la teoría y la práctica del aventurerismo
burocrático" (18 de enero 1934, Trostki, p.42). Así, a principios de 1934,
cuando Hitler llevaba en el poder apenas un año, Trotski estimaba que ¡para
derribar al fascismo, era necesario ya destruir al movimiento comunista
internacional! Magnífico ejemplo de esa "unidad antifascista" de la
que hablan demagógicamente los trotskistas. Acordémonos también de que, en la
misma época, Trotski afirmaba que el Partido Comunista Alemán había
"rehusado la realización del frente unido con el partido Socialista"
y que, como consecuencia, era responsable por su "sectarismo a ultranza",
de la llegada al poder de Hitler. En realidad, fue precisamente el Partido
Socialista alemán quien, a causa de su política encarnizada en defensa del
régimen capitalista alemán, rehusó toda unidad antifascista y anticapitalista.
¡Y Trotski se propone "extirpar despiadadamente" a la única fuerza
que realmente libró combate al nazismo! Siempre en 1934, para excitar a las
capas populares más atrasadas contra el Partido bolchevique, Trotski lanzó ya
la famosa tesis de que la URSS se parecía, por muchos rasgos, a un Estado fascista:
"Estos últimos años, la burocracia soviética se ha apropiado de numerosas
características del fascismo victorioso, sobre todo en la manumisión del
control del Partido y la institución del culto al jefe" (20 enero de 1934,
Trotski: La Lucha, p.49).
"La restauración
capitalista en la URSS es imposible"
A principios de 1935, la
posición de Trotski era la siguiente: la restauración del capitalismo en la
URSS es virtualmente imposible; la base económica y política del régimen
soviético es sana, pero la cúspide, es decir la dirección del Partido
bolchevique, es la parte más corrompida, la más antidemocrática, la más
reaccionaria de la sociedad. Así, Trotski toma bajo su protección a todas las
fuerzas anticomunistas que luchan contra "esta parte más corrompida"
que es el Partido bolchevique. Y en el seno del Partido, Trotski toma
sistemáticamente la defensa de todos los oportunistas, carreristas,
estafadores, a los que con su acción minan la dictadura del proletariado y que
son criticados con justicia por la dirección.
He aquí lo que
Trotski escribió a finales de 1934, justo después del asesinato de Kirov,
mientras Zinoviev y Kamenev fueron expulsados del Partido y enviados al exilio
interior: "¿Cómo ha podido hacerse para que precisamente hoy, después de
todos los éxitos económicos, después de la abolición de las clases en la URSS
-según nos asegura la dirección-, qué se ha podido hacer para que viejos
bolcheviques hayan podido imponerse como tarea la restauración del capitalismo?
Sólo evidentes necios serían capaces de creer que las relaciones capitalistas,
es decir, la propiedad privada de los medios de producción, comprendida la
tierra, puedan ser restablecidas, en la URSS por vía pacífica y llevarnos a un
régimen democrático burgués. En realidad, el capitalismo no podrá -si es que
pudiese en general- regenerarse en Rusia mas que como resultado de un golpe de
Estado contrarrevolucionario que exigiría diez veces más víctimas que la
Revolución de Octubre y la guerra civil" (28 de diciembre de 1934, Trotski:
El aparato policial del estalinismo, Ed. 10-18, 1976, p.26-27). Después
de haber leído este texto, una primera reflexión se impone. Trotski ha llevado
desde 1922 a 1927, una lucha obstinada en el seno de la dirección del Partido,
tomando como eje su tesis de la imposibilidad de la construcción del socialismo
en un sólo país, la URSS.
Ahora bien, este individuo
sin escrúpulos declara, en 1934, ¡que el socialismo estaba tan sólidamente
establecido en la Unión Soviética, que harían falta decenas de millones de muertos
para derribarlo!
A continuación,
Trotski hace ver que defiende a los "viejos bolcheviques". Mas, sólo
a la posición de los "viejos bolcheviques" Zinoviev y Kamenev, que
están diametralmente opuestos a la de otros "viejos bolcheviques"
como Stalin, Kirov, Molotov, Kaganovich y Jdanov. Estos últimos han mostrado
muy claramente que, en la dura lucha de clases que se desarrolla en la Unión
Soviética, las posiciones oportunistas de Zinoviev y Kamenev abren las puertas
a las clases explotadoras y a los nuevos burócratas.
Trotski avanza
un argumento demagógico mil veces utilizado por la burguesía: "es un viejo
revolucionario ¿cómo pudo cambiar de campo?". No obstante, Kautsky, a
quien se le llamaba el hijo espiritual de Marx y Engels, se convirtió completamente,
después de la muerte de los fundadores del socialismo científico, en el
principal renegado del marxismo. Plejanov y Vera Zazulitch introdujeron el
marxismo en Rusia y crearon las primeras organizaciones revolucionarias
marxistas; no obstante, llegaron a ser los jefes de fila de los mencheviques y
se batieron, en 1919-21, al lado de la contrarrevolución y de las fuerzas
intervensionistas. ¿Y qué decir de los "viejos bolcheviques"
Khruschov y Mikoyan, que han metido de hecho a la URSS en la vía de la restauración
capitalista?
Trotski afirma
que la contrarrevolución sólo es posible, por un baño de sangre que costaría
cerca de 80 millones de muertos (!) Afirma pues, que el capitalismo no puede
ser restaurado "desde el interior", por la podredumbre política del
Partido, por la infiltración enemiga, la burocratización y la
socialdemocratización del Partido. Sin embargo, Lenin había ya insistido sobre
esta posibilidad.
En 1922, Lenin
hizo observar que algunos decían que el poder de los Soviets "se ha
encarrilado en una vía que rueda hacia el poder burgués ordinario". A lo
que Lenin añadía: "Estas cosas son posibles, digámoslo sin
ambigüedades". "En efecto -prosiguió-, la NEP es una forma de lucha
entre dos clases irreductiblemente hostiles". "¿Quién conduce y quién
es conducido?", "¿Quién triunfará efectivamente?" (Lenin, Obras,
T-33, p.292-294).
Políticamente
Kamenev y Zinoviev fueron los precursores de Khruschev. Pues, para ridiculizar
la vigilancia respecto a los oportunistas del género de Kamenev, Trotski utiliza
un argumento que será casi textualmente retomado por Khruschev en su
"Informe Secreto": "La liquidación de clases antes dominantes,
al mismo tiempo que los éxitos económicos de la nueva sociedad, deberían
obligatoriamente llevar a la atenuación y la desaparición progresiva de la
dictadura." (El Aparato, p.28). En el momento en que una
organización clandestina llega a asesinar al número dos del régimen socialista,
Trotski declara: "La dictadura del proletariado en la URSS debe
lógicamente comenzar a desaparecer". Siempre dirigiendo la punta de lanza
contra los bolcheviques que defienden al régimen soviético, Trotski pide
clemencia para los conspiradores. Al mismo tiempo que presenta a los
terroristas bajo un ángulo simpático. Trotski declara sobre el asesinato de
Kirov: "Un acto terrorista cometido por orden de una organización
determinada es inconcebible si no existe una atmósfera política favorable. La
hostilidad hacia las alturas del poder debería extenderse ampliamente y tomar
formas agudas para que en el seno de la juventud del Partido pueda cristalizar
un grupo terrorista. (...) Si entre las masas populares el descontento se
extiende hasta aislar a la burocracia entera; si la juventud misma se siente
apartada, oprimida, privada de la posibilidad de un desarrollo independiente,
la atmósfera para los grupos terrorista se habrá creado" (El Aparato,
p.34-35). Trotski, aunque públicamente tome sus distancias en relación con el
terror individual, se apresura a decir ¡lo bien que piensa de este atentado contra
Kirov! Como veis, el complot y el asesinato son las pruebas de que hay una
"atmósfera general de hostilidad que aísla a la burocracia entera".
El asesinato de Kirov prueba que "la juventud se siente oprimida y privada
de la posibilidad de un desarrollo independiente". Esta última observación
es un estimulante directo a la juventud reaccionaria que, efectivamente, se
siente "oprimida" y desprovista de "posibilidades de desarrollo
independiente".
A favor del terror y la insurrección
Y Trotski termina por postular
el terror individual y la insurrección armada, para destruir al poder
"estalinista". Así, desde 1935, Trotski actúa como un
contrarrevolucionario sin máscara, como un anticomunista irreductible. He aquí
un texto que escribió en 1935, un año y medio antes de la Gran Purga de 1937.
"Stalin es la encarnación viva de un Termidor burocrático. Entre sus
manos, el terror es y queda ante todo como un instrumento destinado a aplastar
al Partido, a los sindicatos y a los soviets, y establecer una dictadura personal
a que solo le falta... la corona imperial. (...) Las atrocidades insensatas
engendradas por métodos burocráticos en la colectivización, como las grandes
represalias y las violencias ejercidas contra los mejores elementos de la
vanguardia proletaria, han provocado, de forma inevitable, la exasperación, el
odio y el espíritu de venganza. Esta atmósfera engendra disposiciones al terror
individual entre los jóvenes (...) Sólo los éxitos del proletariado mundial
pueden reanimar la confianza del proletariado soviético en sí mismo. La
condición esencial de la victoria de la revolución es la unificación de la
vanguardia proletaria internacional alrededor de la bandera de la IV
Internacional. La lucha por esta bandera debe también ser llevada a la URSS,
con prudencia pero de forma intransigente. El proletariado que ha realizado
tres revoluciones levantará la cabeza una vez más. La absurdidad burocrática
¿no intentará resistirla? El proletariado encontrará una escoba suficientemente
grande. Y nosotros le ayudaremos". (26 de septiembre de 1935, Trotski: El
aparato policial del estalinismo Ed. 10-18, París, p.85-87).
Es así como
Trotski exalta discretamente el "terror individual" y predica
abiertamente una "cuarta revolución". ¿Qué fuerzas puede movilizar
con estos llamamientos? En primer lugar, a los kulaks que los
"burócratas" han infligido "atrocidades insensatas" durante
la colectivización. Después, a los oportunistas podridos que han ensayado ya el
arma del terrorismo contra Kirov y contra otros dirigentes: cuando Trotski
habla, en 1935, de "los mejores elementos de vanguardia" contra los
cuales el Partido ha ejercido "cobardes represalias y violencias",
está haciendo referencia al grupo de Zinoviev y de Nikolaievski. En este texto,
Trotski afirma que Stalin "aplasta" al partido bolchevique, a los
sindicatos y a los soviets. Una contrarrevolución tan "atroz",
declara Trotski, debe necesariamente provocar entre los jóvenes el odio, el
espíritu de venganza y el terrorismo. Esto es un llamamiento apenas disimulado al
asesinato de Stalin y de otros dirigentes bolcheviques. Trotski declaró que la
actividad de sus acólitos en la Unión Soviética debe ser llevada según las
reglas de la estricta conspiración; es pues evidente que no puede llamar
directamente al terror individual. Pero hace comprensible que un tal terror
individual puede ser "provocado de forma inevitable" debido a los
crímenes estalinistas. En lenguaje conspirativo, no se puede ser más claro. Si
hubiera alguna duda entre sus partidarios de que se debe llegar hasta la lucha
armada contra los bolcheviques, Trotski añade: en Rusia hemos hecho una
revolución armada en 1905, otra en febrero de 1917 y una tercera insurrección
armada en octubre de 1917. Preparemos ahora una cuarta revolución contra los
"estalinistas". "Si osan resistir, los trataremos como hemos
tratado en 1905, 1917 a los zares y a la burguesía". Predicando una
revolución armada en la URSS, ¡Trotski se convierte en el portavoz de todas las
clases reaccionarias derrotadas, desde los kulaks a los zaristas pasando por
los burgueses y los oficiales blancos! Para arrastrar a algunos obreros en su
empresa anticomunista, ¡Trotski solo les promete los "éxitos del
proletariado mundial" que van a "reanimar la confianza del
proletariado soviético"!
Hacer estallar a los Partidos Comunistas de Occidente
Abordando la lucha de
clases en los países imperialistas, conviene subrayar que la lucha principal de
Trotski apuntaba... hacia la destrucción de los Partidos Comunistas. Trotski
ordenó desde 1934 a sus acólitos entrar en los partidos socialdemócratas,
partidos que defendían abiertamente al régimen capitalista y colonialista.
Trotski quería que sus partidarios les reforzaran sus tendencias
anticomunistas. Así, la presión contra los PPCC sería cada vez más fuerte y
muchos obreros se darían de baja. ¡La destrucción del Partido comunista
conduciría entonces ¡al desarrollo imparable de la IV Internacional trotskista,
vanguardia de la Revolución mundial! Esto es lo que escribía Trotski en una Carta
a los bolcheviques-leninistas de la URSS, publicada en agosto de 1934. En
ella puede leerse esto: "En el interior de los partidos de la Segunda
Internacional se está realizando un proceso de radicalización de las masas. El
régimen cuartelario del Komintern, el cinismo de su procedimientos y de sus
métodos, constituye hoy en día el principal obstáculo sobre la vía de la
educación revolucionaria y de la formación de la vanguardia proletaria. (...)
Los obreros socialistas deben ser el campo principal de (nuestras) actividades.
Sólo siendo eficaces en esto, podremos sacar a los obreros comunistas del
tornillo de banco de la burocracia y asegurar la creación de un verdadero
partido revolucionario de masas, sección de la IV Internacional, que llevará al
proletariado a la conquista del poder" (17 agosto 1934, Trotski: La
lucha p.65-66). Así que, según él, desde 1934, el "principal
obstáculo" que los trotskistas quieren destruir en los países
imperialistas, son los PPCC: el objetivo principal de la lucha que llevaron a
cabo los trotskistas, fue la misma diana principal sobre la cual convergían
todos los ataques de la patronal, de la derecha clásica, de la socialdemocracia
y del fascismo.
El apoyo
trotskista a la socialdemocracia fue completado por un trabajo de infiltración
y de subversión en el seno de los partidos comunistas. Trotski tenía la
intención de hacerlos estallar. Para conseguirlo, utilizó una fraseología
"izquierdista". Los PPCC querían constituir un frente unido con
ciertas fracciones de la burguesía contra el fascismo hitleriano, lo que
-declaró Trotski- es una desviación "social- patriótica" insoportable
para los verdaderos "revolucionarios proletarios". Y a pesar de
utilizar este argumento "de extrema-izquierda" para destruir a los
PPCC, ¡los trotskistas se esforzaron en reforzar a la socialdemocracia contra
el Partido Comunista!
En 1935 Trotski
escribió: "En el interior del Partido comunista se acumulan tendencias
cada vez más considerables que deben, inevitablemente, llevar a una serie de
escisiones. Y la continuación es organizarlos en la IV Internacional, por ello
es necesario observar la vida interna del partido comunista y apoyar a las
tendencias revolucionarias, proletarias, contra la facción dirigente
social-patriótica" (7 septiembre de 1935, Trotski: La lucha, p.99).
Insertamos aquí
un paréntesis para mostrar hasta que punto Trotski devino, desde 1935, el
portavoz de los peores reaccionarios en la arena internacional. En un panfleto
titulado De Marx a Stalin, publicado en 1937, "la Juventud
Intelectual Católica, deseosa de aportar su contribución al arsenal intelectual
anticomunista" da la palabra al abogado Jean Dal. Este último se esforzaba
en probar a los intelectuales católicos que el comunismo es "irrealizable
e inadmisible". Diciendo de paso que "Henri De Man, en su obra Más
allá del marxismo, ha enriquecido de forma considerable el pensamiento
marxista, sin traicionarlo". Y que está de acuerdo con Berdiaiev en que
"el espíritu mismo del comunismo es la negación del espíritu" (Dal,
p.7, 8, 38 y 60). Sobre su trayectoria, el señor Dal parece dar idea de querer
esclarecer y convencer a "los intelectuales inclinados a dejarse seducir
por ciertos aspectos del comunismo", citando abundantemente... las obras
de Trotski. He aquí el pasaje central de la obra de Dal: "Acabo de leer el
último libro de León Trotski, La Revolución Traicionada. Este libro es
más que la obra de un agriado vindicativo, de un ambicioso de gran envergadura
apartado brutalmente de las avenidas del poder. Pues no hace más que confirmar,
sintetizar, revelar a la luz con una incontestable potencia verbal y una
lucidez remarcable, datos dispersos que ha sido capaz de rebuscar en 36 libros,
periódicos y artículos de periódico. Datos según los cuales la URSS, como la
Francia revolucionaria del pasado, habría conocido su Termidor y está ya en una
forma de período preconsular, después del cual este país no representa más que
de fachada el ideal intelectual que lo suscitó, sus dirigentes siguen deliberadamente
una línea de conducta casi exactamente contraria a la política leninista. Otra
cosa es saber si toda Revolución no acabará por terminar en un Termidor. Stalin
y su camarilla de burócratas y mandarines ¿son los responsables de la evolución
actual de la URSS? ¿Han traicionado a sabiendas? ¿o es que no podían hacer otra
cosa que traicionar? La Rusia de 1936 está muy lejos de la imagen que Lenin, en
los últimos años de su vida, proyectaba sin cesar sobre la pantalla del
porvenir" (Dal, p.36-37).
Valía la pena
pararse un instante sobre esta tesis y estas afirmaciones que salen de la boca
de un anticomunista declarado, pero que han sido plagiadas, palabra por
palabra, de Trotski, ese "viejo bolchevique", este "opositor de
izquierdas"... En Francia, el Termidor fue un golpe de Estado
contrarrevolucionario que condujo a la ejecución de Robespierre y de Sant-Just
y a la dominación de la gran burguesía. Trotski se une a la agitación de los
mencheviques que, en 1917, afirmaban que los bolcheviques eran unos "contrarrevolucionarios",
que el bolchevismo instauraría la "dictadura" de una "nueva
aristocracia".
Después de la
lectura de estos textos, es evidente que todo comunista soviético que tomara
conocimiento de las ligazones clandestinas existentes entre ciertos miembros
del Partido con Trotski, tendría el deber imperativo de denunciarlos a la
Seguridad del Estado. Los que mantenían relaciones con Trotski, formaban parte
de un complot contrarrevolucionario que buscaba destruir los cimientos básicos
del poder soviético, cualquiera que fuesen los argumentos de
"izquierda" que fueran utilizados para justificar el trabajo de
subversión anticomunista.
El grupo
contrarrevolucionario Zinoviev-Kamenev-Smirnov Volvamos otra vez al descubrimiento, en 1936, de los
vínculos entre Zinoviev-Kamenev-Smirnov y el grupo anticomunista de Trostski en
el extranjero. El proceso de los zinovievistas tuvo lugar en agosto de 1936.
Concernían esencialmente a elementos que se encontraban después de muchos años
al margen del Partido. La represión contra los trotskistas y zinovievistas,
dejaron intactas las estructuras del Partido. Durante el proceso, los acusados
hicieron referencias a Bujarin. Pero la fiscalía llegó a la conclusión de que
no había ninguna prueba de una implicación de Bujarin y por lo tanto no siguió
las investigaciones en esa dirección, es decir, entre los medios autorizados de
los cuadros dirigentes del Partido. No obstante, la tendencia radical en el
seno de la dirección del Partido, había publicado en julio de 1936 una carta
interna que ponía el acento sobre el hecho de que los enemigos habían penetrado
en el aparato mismo del Partido, que ocultaban sus verdaderas intenciones
proclamando ruidosamente su apoyo a la línea general para mejorar su trabajo de
sabotaje. Era muy difícil desenmascararles, anotaba la carta. Esta carta
contenía también esta afirmación: "En las circunstancias actuales, la
cualidad inalienable de cada bolchevique debe ser la capacidad de detectar al
enemigo del Partido, inclusive si es capaz de enmascararse bien" (Getty,
p.123). Esta frase puede parecer a algunos como una condensación de la paranoia
"estalinista". Que reflexionen pues sobre esta confesión de Tokaiev,
miembro de una organización anticomunista en el seno del PCUS. Tokaiev describe
en un libro que publicó, su reacción ante el proceso de Zinoviev y ante la
asamblea del Partido en la Academia militar Jukovski, en donde ocupaba un
puesto importante: "En esta atmósfera, sólo había una cosa que hacer para
mi: dejarse arrastrar por la corriente. En mi discurso, me concentré sobre
Zinoviev y Kamenev, evitando toda mención a Bujarin. Pero el presidente no me
lo dejó pasar: ¿aprobaba, sí o no, las conclusiones de Vishinsky de hacer
investigaciones sobre las actividades de Bujarin? Dije que las conclusiones de
Vishinsky de hacer investigaciones de las actividades de Bujarin, Rykov, Tomski
y Uglanov tenían el apoyo popular y del Partido y yo estaba completamente de
acuerdo en que "los pueblos de la Unión Soviética y nuestro Partido tenían
el derecho de conocer las intrigas, el doble juego de Bujarin y de Rykov".
Tengo confianza en que este único ejemplo hará comprender a mis lectores en qué
atmósfera sobrecargada, de qué forma ultraconspirativa -uno no llegaba a tener
confianza en el carácter de otros- nosotros, opositores de la URSS, debíamos
trabajar" (Tokaiev, pp.60-61).
Es evidente que
en el momento del proceso del bloque trotskista-zinovietista, Stalin no apoyó
la tendencia radical y mantuvo su confianza en el jefe del NKVD, Yagoda. Este
pudo determinar la orientación del proceso del Bloque trotskista-zinovietista y
limitó de forma notable la envergadura de la depuración después del
descubrimiento del complot. No obstante, una duda pesaba ya sobre Yagoda.
Muchas personas, entre las cuales estaban Van Heijenoort, secretario de
Trotski, y Orlov el tránsfuga del NKVD, han afirmado después que Mark
Zborowski, el colaborador más próximo a Sedov, trabajada para... los servicios
soviéticos (Getty, p.121). En estas condiciones, ¿Yagoda habría podido no saber
nada sobre la existencia del Bloque Trotski-Zinoviev hasta 1936? ¿En dónde lo
había escondido? Algunos en el seno del Partido se cuestionan esta posibilidad.
Es la razón por la que a principios de 1936, Ejov, partidario de la tendencia
radical, fue nombrado como adjunto de Yagoda.
El Proceso de Piatakov y de los trotskistas
El 23 de septiembre de
1936, una serie de explosiones hundían a varias minas de Siberia, por segunda
vez en nueve años. Hubo 12 muertos. Tres días más tarde, Yagoda fue nombrado Comisario
de las Comunicaciones y Ejov jefe de la NKVD. Al menos hasta este día, Stalin
había apoyado la política más bien liberal de Yagoda. Las investigaciones en
Siberia llevaron a la detención de Piatakov, antiguo trotskista, adjunto de
Ordjonikidze, el Comisario de Industria pesada. Próximo a Stalin, Ordzonikidze
había seguido una política de utilización y de reeducación de los especialistas
burgueses. Así, en febrero de 1936, había amnistiado a 9 "ingenieros
burgueses", condenados en 1930 durante un proceso estrepitoso por
sabotaje.
A propósito de
la industria, había habido grandes debates durante años y hasta divisiones en
el seno de la dirección. Los radicales, dirigidos por Molotov, se oponían a la
mayor parte de los especialistas burgueses, que juzgaban indignos de confianza
política. Reclamaban una depuración. Ordzonikidze, el comisario de Industria
pesada, por contra, afirmaba que había necesidad de ellos y que debían
utilizarse sus capacidades.
Estos viejos
debates sobre los especialistas de pasado sospechoso ha vuelto a salir con la
ocasión de las explosiones en las minas siberianas. Las investigaciones
revelaban que Piatakov había utilizado en gran escala a estos especialistas
burgueses para sabotear las minas.
En enero de 1937
tuvo lugar el proceso de Piatakov, Radek y otros antiguos trotskistas, que
confesaron sus actividades clandestinas. Para Ordzonikidze, el golpe fue tan
duro que se suicidó.
Seguramente que
autores burgueses han afirmado que las acusaciones de sabotaje sistemático eran
completamente inventadas con el único objetivo de eliminar a los oponentes
políticos. Pero, precisamente un ingeniero americano había trabajado entre
1928-37 como cuadro dirigente en una gran cantidad de minas del Ural y Siberia,
y quedó impresionado por la cantidad de sabotajes. El testimonio de John
Littlepage, técnico extraño a la política, es de un gran interés.
Littlepage
describe como desde su llegada a las minas soviéticas, en 1928, se dio cuenta
de la amplitud del sabotaje industrial, este método de lucha preferido por los
enemigos del régimen soviético. Existía una cierta base de masas combatiendo a
la dirección bolchevique que, si ciertos cuadros altamente emplazados del
Partido decidieran darles soporte o simplemente proteger a los saboteadores,
podrían debilitar seriamente al régimen. He aquí lo escrito por Littlepage:
"Un día de 1928, entraba en una planta generadora de las minas de Kochkar.
Pasando, mi mano se hundió en el recipiente principal de una gran máquina
Diesel y tuve la sensación de alguna cosa grumosa en el aceite. Hice parar
inmediatamente la máquina, y sacamos casi un litro de arena de cuarzo, que sólo
podía haber sido colocado adrede. Otras muchas veces, hemos encontrado, en las
nuevas instalaciones de las fábricas de Kochkar, arena en las máquinas como en
los reductores de velocidad que eran cerrados y que sólo pueden ser
descubiertos si se les abre la cubierta por un apretón de la mano. Este
mezquino sabotaje industrial era tan común en todas las ramas de la industria,
que los ingenieros rusos ya no se preocupaban mucho y se sorprendieron por mi
preocupación cuando lo constaté por primera vez.
¿Por qué -me he
preguntado yo- este sabotaje es tan común en la Rusia soviética y tan raro en
otros países? Las personas que preguntan esto no se han dado cuenta de que las
autoridades rusas han librado y libran aún, una serie de guerras civiles,
abiertas o disfrazadas. En principio, han combatido y desposeído a la antigua
aristocracia, a los banqueros, a los terratenientes y a los mercaderes del régimen
zarista. Luego han combatido y desposeído a los pequeños propietarios
independientes, a los pequeños comerciantes y a los pastores nómadas de Asia.
Naturalmente,
todo ello era por su propio bien, dicen los comunistas. Pero, muchas de esas
personas no pueden ver las cosas con los mismos ojos, y son enemigos feroces de
los comunistas y de sus ideas, inclusive cuando les han hecho entrar en una
industria del Estado. Es desde estos grupos de donde provienen los nuevos
obreros, enemigos tan encarnizados de los comunistas que deteriorarían sin
remordimientos a todas las empresas que pudieran." (Littlepage Jhon D.: A
la búsqueda de las minas de oro en Siberia 1928-1937, éd. Payot, Paris,
1939, p.181-182).
Durante su trabajo en las
minas de Kalata, en la región del Ural, Littlepage ha sido confrontado con un
sabotaje deliberado por parte de los ingenieros y cuadros del Partido. A él le
parecía claro que estos actos procedían de una voluntad por debilitar al
régimen bolchevique. Y se dio cuenta de que un sabotaje tan flagrante sólo se
podía hacer con la aprobación de las más altas autoridades de la región del
Ural. He aquí su relato extremadamente significativo: "Las condiciones
generales pasaban por ser particularmente malas en las minas de la cuenca del
Ural -la región minera entonces más prometedora para Rusia- aunque habían
recibido la parte del león en el reparto de los fondos disponibles para
reactivar la producción. Ingenieros de minas americanos habían sido contratados
por docenas, y por centenares los contramaestres americanos habían sido
igualmente llevados para dar instrucciones en cuanto al trabajo de extracción y
de fábrica. Cuatro o cinco ingenieros de minas americanos habían sido
atribuidos a cada una de las grandes minas de cobre del Ural, así como
metalúrgicos americanos". "Estos hombres habían sido cuidadosamente
seleccionados; habían obtenido excelentes notas en los EEUU. Pero, salvo
algunas excepciones, habían decepcionado en cuanto a los resultados que obtenían
en Rusia. Cuando Srebrovski recibió el control de las minas de cobre y de
plomo, además de las de oro, deseaba saber por qué estos expertos importados no
habían producido como era debido, y él me envió, en enero de 1931, con un
metalúrgico americano y un director ruso comunista, para hacer una encuesta
sobre la situación de las minas del Ural e intentar detectar lo que no estaba
en orden y debía corregirse."
"Descubrimos,
en primer lugar, que los ingenieros y metalúrgicos americanos estaban allí sin
que nadie cooperara con ellos; no se había hecho nada para ponerles intérpretes
competentes. Habían examinado cuidadosamente las explotaciones que les habían
asignado y habían consignado recomendaciones que hubiesen sido útiles
inmediatamente, si hubieran sido puestas en práctica. Pero estas
recomendaciones no habían sido traducidas en ruso o se quedaron en las
carpetas. Los métodos de explotación eran tan erróneos que francamente, un
ingeniero recién salido habría podido remarcar en qué erraban. Se abrieron
campos de exploración demasiados vastos para permitir un control real, y la
minería era extraña sin una estriba suficiente. La tentativa de provocar una
producción apresurada en vez de tomar las precauciones pertinentes antes de
estar acabadas, deterioraba gravemente a muchas minas, y hubo diversos
deslizamientos en vísperas de abandonarlas."
"No
olvidaré jamás la situación en la cual tuvimos que hacer frente en Kalata.
Allí, en el Ural septentrional, se encontraba una de las más importantes
explotaciones de cobre de Rusia, consistente en seis minas, un concentrador y
una fundición, con hornos reverberantes y ventilados. Siete ingenieros de minas
americanos de primera clase, habían sido designados poco tiempo antes en estos
emplazamientos, y pagándoles altos salarios. El primer llegado, si se le
hubiese dado la oportunidad, habría puesto la explotación en buen orden en unas
pocas semanas." "Pero, en el momento que nuestra comisión llegó, sólo
se les hacía pasearse en la marea de la burocracia. Sus recomendaciones eran
letra muerta; no se les asignaba ningún trabajo en particular; estaban en la
imposibilidad de inculcar sus nociones a los ingenieros rusos, primero por el
idioma y luego por la falta de intérpretes competentes. Naturalmente, sabían lo
que campeaba técnicamente en las minas y las fábricas de Kalata, y por qué la
producción no era más que una fracción de aquella que debía de haberse
conseguido con el utillaje y el personal disponible". "Nuestra
comisión visitó las grandes minas de cobre del Ural y las inspeccionó con
detalle. A despecho de las deplorables condiciones descritas, había más o menos
unos planes y habían habido pocas quejas en los periódicos soviéticos, y
también, relativamente, no habían sabotajes en las minas del Ural. Se daba allí
un hecho curioso, porque los comunistas tenían la costumbre de atribuir a una
intención deliberada una gran parte de la confusión y del desorden industrial.
Pero, los comunistas del Ural que controlaban las minas de cobre, se
comportaron asombrosamente callados." "En julio de 1931, después que
Serebrovski hubo examinado nuestro informe, decidió enviarme de nuevo a Kalata,
en calidad de ingeniero en jefe, a fin de ver si podría sacar alguna cosa de
esta gran explotación. Me hizo acompañar de un director ruso comunista, que no
conocía el arte minero pero que había recibido poderes completos, y, por
adelantado, la orden de dejarme hacer. Los siete ingenieros americanos
respiraron cuando constataron que disponíamos realmente de una autoridad
suficiente para poner freno a la burocracia y para tratar que la suerte se
manifestase. Los meses siguientes, descendimos a las minas con los hombres,
según la tradición americana. Las operaciones progresaban rápidamente, y, al
final de pocos meses, la producción aumentó un 90%".
"El
director comunista era gallardo y serio. Pero los ingenieros rusos de estas
minas, casi sin excepción, eran desagradables e hicieron lo posible por
obstruirnos en nuestro trabajo. Elevaron objeciones contra todas las mejoras
que sugeríamos. No estaba habituado a ello; los ingenieros rusos en las minas
de oro donde trabajé, no habían actuado nunca así".
"Entretanto,
el secretario en jefe del partido comunista de la región euraliana, Kabakov,
ocupaba este puesto desde 1921. Estaba considerado tan poderoso que se le llamaba
el "vice-rey bolchevique del Ural". Nada justificaba su reputación.
Bajo su larga denominación, de aire eurasiano, una de las más ricas regiones
mineras de Rusia y que recibió un capital de explotación ilimitado, no llegó a
producir jamás lo que hubiese debido".
"La
comisión de Kalata, cuyos miembros admitían más bien tarde que pronto las
intenciones de sabotaje, habían sido enviados directamente por el cuartel
general de este hombre. Hice entonces la observación, a varios de mis amigos
rusos, que debería haber muchas más intrigas en el Ural que lo que me habían
revelado y que debían venir de lo alto".
!! |
La opinión que
expresa aquí Littlepage a propósito de Kabakov merece que nos paremos un instante,
ya que Khruschev, en su infame Informe secreto de 1956, lo pone como
ejemplo de dirigente meritorio, "perteneciente al Partido desde
1914", y ¡víctima "de las represiones que no se basaban en nada
tangible"! (El informe de Khruschev y su historia, Branko Lazitch,
Ed.de Sel, serie Historia, 1976, p.94-95).
Littlepage, que estuvo en
muchas regiones mineras, pudo constatar que esta forma de lucha de clases
encarnizada que era el sabotaje industrial se desarrolló por todo el territorio
soviético.
He aquí como
relata lo que vio en Kazaskstan entre 1932 y 1937, el año de la depuración:
"En octubre de 1932, un SOS había sido lanzado por las famosas minas de
zinc de Ridder, en Kazaskstan oriental, cerca de la frontera china. (...) Se me
ordenó volver a coger de nuevo la obra, en calidad de ingeniero en jefe, y de
aplicar los métodos que me parecieran apropiados. Al mismo tiempo, los
directores comunistas recibieron aparentemente la orden de dejarme las manos
libres y de apoyarme. El gobierno había gastado grandes sumas para dotar a
estas minas de máquinas y de utillaje americano moderno, pero los ingenieros se
habían mostrado tan ignorantes sobre el empleo de este utillaje y los obreros
tan faltos de cuidado y tan estúpidos en la manipulación de las máquinas, que
una gran parte de estos ingenios importados se habían estropeado sin
posibilidades de reparación" (Littlepage, pp.100-101).
"Dos
jóvenes ingenieros rusos de estas minas me parecieron particularmente
competentes y puse mucho empeño al explicarles por qué las cosas iban mal y
cómo debíamos comportarnos para ponerlas en orden. Me pareció que a estos
jóvenes, después de las instrucciones que les di, podría darles los poderes
necesarios para dirigir la explotación" (Littlepage, p.105-106).
"Las minas
Ridder marcharon bastante bien durante 2 o 3 años después de que las
reorganizáramos en 1932. Los dos jóvenes ingenieros, que me habían dado tan
buena impresión, se quedaron dirigiéndolas y se fueron acomodando
incontestablemente con éxito, aprovechando las instrucciones que les había
dejado". "Luego, vino de Alma-Ata una comisión de investigación
parecida a la que había sido enviada a las minas de Kalata. A partir de este
momento, aunque los mismos ingenieros se quedaron en las minas, fue introducido
un sistema enteramente diferente -sistema que todo ingeniero competente habría
juzgado capaz de causar la ruina de las minas en unos meses-. Se habían hecho
explotar los pilares que habíamos dejado para la protección de los pozos
principales, de manera que el terreno se desplomó en los alrededores."
"Los dos
ingenieros de los que he hablado, no trabajaban ya en las minas cuando volví en
1937; supe que habían sido detenidos, acusados de complicidad en una
conspiración de sabotaje de las industrias soviéticas, descubierto cuando el
juicio de los conspiradores de enero. Cuando hube sometido mi informe, me
mostraron las confesiones escritas de los ingenieros a los cuales había
acordado mi amistad en 1932. Confesaban haber sido arrastrados a una conspiración
contra el régimen de Stalin por comunistas de la oposición que les había
convencido de que eran lo suficiente fuertes para derribar a Stalin y tomar el
control del gobierno. Los conspiradores les habían probado que se apoyaban en
comunistas del más alto rango. Aunque estos ingenieros fuesen sin partido, se
les dijo que debían optar por una u otra fracción y eligieron el peor
caballo".
"Según sus
confesiones, la "comisión de investigación" estaba compuesta por
conspiradores que iban de una mina en otra para reclutar a partidarios. Después
de persuadirlos de unirse a ellos en la conspiración, los ingenieros de Ridder
hicieron servir mis instrucciones escritas... para saber cómo sabotear las
minas. Habían introducido deliberadamente los métodos contra los cuales les
había puesto en guardia, y así lograron causar la ruina de las minas"
(Littlepage, p.107-108).
"Nunca me
había interesado por las sutilezas de las ideas políticas. Pero, estoy
firmemente convencido de que Stalin y sus asociados tardaron un cierto tiempo
en darse cuenta de que los comunistas expulsados eran sus peores
enemigos". "Mi experiencia confirmó la explicación oficial, desde que
se desembarazaron de su logomaquia y se llegó a la simple afirmación según la
cual los comunistas "de fuera" conspiraban para hundir a los
comunistas "de dentro" utilizando el recurso a la conspiración
subterránea y al sabotaje industrial, porque el sistema soviético había ahogado
todos los medios legítimos de llevar a cabo una lucha política". "La
querella comunista se convirtió en un gran asunto de Estado, al que numerosos
no-comunistas fueron arrastrados y tuvieron que tomar partido. Una cantidad de
pequeños personajes de toda índole estaban dispuestos a ayudar a toda tentativa
opositora subterránea, simplemente porque se sentían descontentos de la
situación" (Littlepage, p.268-169).
Piatakov en Berlín
Durante el Proceso de enero
de 1937, Piatakov, el antiguo trostkista, fue condenado como responsable del
mayor sabotaje industrial. Littlepage tuvo la ocasión de constatar
personalmente que Piatakov estaba mezclado en las actividades clandestinas. He
aquí lo que relató sobre ello: "En la primavera de 1931, Serebrovski me
habló de una misión de grandes compras que había sido enviada a Berlín bajo la
dirección de luri Piatakov que era entonces vice-Comisario de la Industria
pesada. Llegué a Berlín, más o menos al mismo tiempo que la misión. Entre otras
ofertas de compra, la misión hizo la de varias docenas de elevadores, yendo de
cien a mil caballos-vapor. Estos elevadores consistían habitualmente en
tambores, armazones, montacargas, etc. emplazados sobre un asiento de barras I
ó H. La misión había pedido precios en pfennigs por kilogramo. Muchas firmas
licitaban, pero con diferencias considerables -de cinco a seis pfennig por
kilogramo- entre la mayor parte de las ofertas había las de dos casas en donde
los precios eran notablemente inferiores. Estas diferencias me hicieron
examinar de cerca las especificaciones y descubrí que estas dos casas habían
sustituido la base de fundición requerido, por acero ligero, de manera que si
sus ofertas hubiesen sido aceptadas, los rusos habrían pagado en realidad más,
ya que la base de fundido pesaba mucho más que el acero ligero, pero habría
parecido pagar menos al juzgar después en pfennig por kilogramo. Esto me
pareció ser un truco y me tomé el placer de plantear este descubrimiento.
Informé a los miembros rusos de la misión con satisfacción. Y me quedé
perplejo, al ver que no quedaban del todo satisfechos. Llegaron hasta a presionarme
para que aceptase la compra, diciéndome que había comprendido mal lo que ellos
deseaban." "No podía explicarme sus actitud. Pensé que podía ser un
asunto de 'comisiones'" (Littlepage, p.91-92).
Cuando en su
proceso Piatakov hizo las declaraciones ante el Tribunal, dijo: "En 1931,
estuve en misión de servicio en Berlín. A mediados del verano de 1931, en
Berlín, Smirnov Ivan Nikititch me informó que en este momento, la lucha
trotskista volvía a tomar fuerza contra el gobierno soviético y la dirección
del Partido y que él, Smirnov, había tenido una entrevista en Berlín con el
hijo de Trotski, Sédov, que le había dado, bajo encargo de Trotski, nuevas
directrices. (...) Smirnov me informó que Sédov deseaba mucho verme. Consentí
en tener esta entrevista. (...) Sédov me dijo que un centro trotskista ya se
había formado; se trataba de la unificación de todas las fuerzas capaces de
llevar a cabo la lucha contra la dirección estaliniana. Se sondaba la posibilidad
de restablecer una organización común con los zinovievistas. Sédov dijo
igualmente que los derechistas, en las persona de Tomski, de Bujarin y de
Rykov, no habían depuesto ni mucho menos las armas, que no se retenían más que
momentáneamente, y que era necesario restablecer lazos con ellos. (...) Sédov
me dijo que sólo exigía de mi una sola cosa: que hiciese la mayor parte de mis
pedidos posibles a dos casas alemanas, Borsig y Demag, y que él, Sédov, se
entendería sobre los medios de obtener las sumas necesarias, con la condición,
estaba claro, que las diferencias en los precios mayores que se fijaran sobre
los pedidos soviéticos pasarían por entero o al partido o a manos de Trotski
para servir a sus fines contrarrevolucionarios" (El Proceso del centro antisoviético
trotskista, Cuenta rendida stenográfica, Moscú 1937, p.22,23,24,28).
Littlepage hace
sobre ello el comentario siguiente: "Este pasaje de la confesión de
Piatakov tiene una explicación plausible, según mi parecer, pues eso es lo que
pasó en Berlín en 1931, cuando yo tuve sospechas de que los rusos que envolvían
a Piatakov querían que yo aprobase una compra de elevadores de mina que no eran
sólo demasiado caros, sino que no habrían tenido utilidad para las
explotaciones a las que habían sido destinados. No podía creerme que estos
hombres buscasen simplemente su comisión. Pero estaban habituados a las
conspiraciones desde antes de la revolución y habían corrido el riesgo por lo
que consideraban su causa" (Littlepage, p.98).
Otro americano, Jhon Scott,
también ingeniero que trabajaba en Magnitogorsk, dio noticias de hechos
similares en su libro Más allá del Ural (ed. Marguerat, Lausana, 1945).
Concerniente a la depuración de 1937, escribió que habían habido negligencias graves
y a veces criminales por parte de los responsables. Magnitogorsk ha conocido
casos flagrantes de sabotajes de máquinas, ejecutados por antiguos kulaks,
ahora obreros. Ingeniero burgués, Scott se expresa en su análisis sobre la
depuración en estos términos: "Muchos personajes detenidos en Magnitogorsk
y acusados de atentar al régimen no eran más que ladrones, estafadores o
malhechores." "Fue en 1937 cuando la depuración hizo estragos en
Magnitogorsk. Se detuvo a millares de individuos. (...) La Revolución de
Octubre se atrajo el odio de la antigua aristocracia, de los oficiales del
ejército zarista y de los diversos ejércitos blancos, de los funcionarios de
antes de la guerra, de toda suerte de comerciantes, pequeños propietarios
campesinos y kulaks. Todos estos individuos tenían motivos profundos para odiar
a la potencia soviética, ya que los acontecimientos los habían despojado.
Peligrosos en el interior del país, esta gente formaba un excelente material
para los agentes extranjeros con los cuales estaban prestos a colaborar. Las
condiciones geográficas eran tales que naciones superpobladas como Italia y el
Japón, o agresivas como Alemania, no ahorraban nada para enviar agentes a
Rusia. Estos agentes debían establecer y ejercer su organización y su influencia.
Una depuración llegó a ser necesaria. En el curso de esta acción, se fusiló, se
deportó a numerosos espías, saboteadores, miembros de la quinta columna. Pero
más numerosos fueron aún los inocentes que tuvieron que sufrir estos
acontecimientos" (Scott, p.183-194).
El Proceso del grupo
socialdemócrata bujarinista. La decisión de
febrero de 1937 sobre la depuración.
A principios de marzo de
1937 tuvo lugar una reunión crucial del comité central del Partido bolchevique.
En ella se decidió el inicio de una depuración y sobre la orientación a seguir.
Un informe de Stalin, documento capital, fue publicado enseguida. En los
momentos del pleno, la policía había reunido material que probaba que Bujarin
estaba al corriente de las actividades conspirativas de los grupos antipartido
desenmascarados durante los procesos de Zinoviev y de Piatkov. Bujarin había
sido confrontado con las acusaciones en el curso del pleno. No obstante,
contrariamente a los otros grupos, el de Bujarin se encontraba en el centro
mismo del Partido y su influencia política era considerable.
Algunos afirman
que el informe de Stalin dio la señal del "terror" y de "la
arbitrariedad criminal". Veamos pues el contenido real de este documento.
(Stalin, Obras, Informe presentado al Pleno del CC del PC(b) de la URSS, 3-5
marzo de 1937)
Su primera tesis
afirma que la falta de vigilancia revolucionaria y la ingenuidad política se
han extendido en el Partido. El asesinato de Kirov ha sido la primera
advertencia grave de la que no se han sacado todas sus consecuencias. El
proceso de Zinoviev y de los trotskistas ha revelado que estos elementos
estarán en lo sucesivo dispuestos a todo para destruir al régimen. No obstante,
los grandes éxitos económicos han creado en el Partido un sentimiento de
victoria y una atmósfera de suficiencia. Hay cuadros con tendencias a olvidar
el cerco capitalista y la severidad de la lucha de clases a nivel
internacional. Muchos están sumergidos por las pequeñas cuestiones de gestión y
no se ocupan lo necesario de las grandes orientaciones de la lucha
internacional y nacional.
Stalin dijo:
"En los informes que hemos oído en el pleno y en los debates que le han
precedido, aparece lo que tenemos que hacer en los tres hechos principales
siguientes: primero, en el trabajo de sabotaje, de espionaje y de diversión de
los agentes de los estados extranjeros, entre los cuales los trotskistas juegan
un papel bastante activo más o menos, tenemos tocadas a todas o casi todas
nuestras organizaciones, tanto económicas como administrativas y del Partido.
Segundo, agentes
de los Estados extranjeros, y entre ellos los trotskistas, se han introducido
no sólo en las organizaciones de base, sino también en ciertos aparatos
responsables.
Tercero, ciertos
dirigentes en el centro y en las provincias, no solamente no han sabido
discernir el verdadero viraje de estos saboteadores, agentes de diversión,
espías y asesinos, sino que se han mostrado descuidados, bonachones e ingenuos
hasta el punto de que ellos mismos han ayudado a acceder a los agentes de los Estados
extranjeros a tal o cual puesto responsable."
Stalin, a partir
de estas constantes, saca dos conclusiones:
"Primera,
es necesario liquidar la credulidad y la ingenuidad políticas y reforzar la
vigilancia revolucionaria. Los restos de las clases explotadoras recurren ahora
a formas de lucha más agudas y se acercan a los procesos de lucha más
desesperada" (Stalin: Informe, p.144).
En 1956, en su Informe
secreto, Khruschev hizo una referencia a este pasaje. Pretendía que Stalin
había "justificado su política de terror de masas" lanzando la idea:
"cuando más avanzamos hacia el socialismo, más debe intensificarse la
lucha de clases". (Informe Secreto de Khruschev, p.83).
Esto fue un puro
timo. La lucha de clases más "intensa", es laguerra civil generalizada
que hace chocar a grandes masas, una contra la otra, como pasó en 1918-20.
Stalin hablaba de los restos de las antiguas clases que en una situación
desesperada, recurrían a formas de lucha más agudas: atentados, asesinatos y
sabotajes.
La segunda
conclusión de Stalin: para reforzar la vigilancia, es necesario mejorar la
educación política de los cuadros del Partido. Proponía un sistema de cursos
políticos de 4 a 8 meses para todos los cuadros, desde los dirigentes de célula
hasta los dirigentes superiores.
Si en su primera
intervención del 3 de marzo, Stalin llamó a elevar la lucha ideológica para que
los miembros del CC tomasen conciencia de la gravedad de la situación y se
dieran cuenta de la amplitud del trabajo subversivo llevado a cabo en el seno
del Partido, su intervención del 5 de marzo la dedicó a combatir otras
desviaciones, sobre todo la izquierdista y la burocrática. Stalin comenzó por
poner explícitamente en guardia contra las tendencias a generalizar de forma
arbitraria la depuración y la represión: "Es decir, ¿es necesario golpear
y extirpar no sólo a los verdaderos trotskistas, sino también a los que en otro
tiempo oscilaron hacia el trotskismo, y que, a continuación, hace tiempo ya que
han abandonado al trotskismo?, ¿no solo a los que son realmente los agentes
trotskistas saboteadores, sino también a los que se les ha ocurrido pasar por
la calle por donde ha pasado no hace mucho tal o cual trotskista? Al menos,
algunas voces han resonado en este sentido aquí, en esta asamblea plenaria. No podemos
meter a todo el mundo en el mismo saco. Estas maneras simplistas de juzgar a
los hombres sólo puede perjudicar a la lucha contra los verdaderos saboteadores
y espías trotskistas" (Stalin. Informe, p.154).
Era necesario en
previsión de la guerra, y a todo precio, depurar al Partido de los enemigos
infiltrados; pero Stalin puso en guardia contra una extensión arbitraria de
esta depuración que perjudicaría a la lucha contra los verdaderos enemigos. Si
el Partido está amenazado por el trabajo subversivo de enemigos infiltrados, no
lo estaba menos por las desviaciones graves entre los cuadros y sobre todo por
la tendencia a formar bandas cerradas de amigos para cortar por lo sano con
militantes y masas utilizando un estilo burocrático.
Stalin arremetió
primero, contra "ese ambiente de familia" que impide "la crítica
de los defectos del trabajo y la autocrítica de los que dirigen el
trabajo". "La mayor parte del tiempo, los militantes son elegidos
desde índices fortuitos, subjetivos, estrechos y mezquinos. Se escogen, la
mayor parte de las veces, a los que llaman conocidos, amigos, compatriotas,
gentes personalmente afectas, maestros en exaltar a sus jefes" (Stalin: Informe,
p.155).
Después, Stalin
criticó al burocratismo que en ciertas cuestiones, "es inaudito"
(p.166). Durante las verificaciones, muchos simples obreros fueron excluidos
del Partido por "pasividad". La mayor parte de estas expulsiones no
se justificaban y deberían haber sido anuladas desde hace tiempo. Ahora bien,
ciertos dirigentes adoptan una actitud burocrática hacia los comunistas
injustamente excluidos. "Ciertos dirigentes pecan de falta de atención por
los camaradas, no buscan conocer a los miembros del Partido. No tienen en
cuenta su factor individual. Actúan habitualmente por azar. Sólo gente
esencialmente hostil al Partido puede tratar de esta forma a los miembros del
Partido" (Stalin: Informe, p.164).
El burocratismo
impide también a los dirigentes instruirse y aprender de las masas. Por lo
tanto, para dirigir correctamente al Partido y al país, los dirigentes
comunistas deben apoyarse en la experiencia de las masas.
Finalmente,
"el burocratismo hace imposible el control de los dirigentes por las masas
del Partido. Los dirigentes deben rendir cuentas de su trabajo en las
conferencias, escuchar las críticas de la base. Cuando hay elecciones, es
necesario que se presenten varios candidatos y después de una discusión sobre
cada uno, la elección debe hacerse con voto secreto" (Stalin: Informe,
p.157).
En el curso de los años
1928-1930, Bujarin había sido criticado muy duramente por sus ideas
socialdemócratas, y principalmente por su oposición a la colectivización, su
política de "paz social" con los kulaks y su voluntad de ralentizar
el esfuerzo de la industrialización.
Llevando más
lejos las concepciones de Bujarin, Mikhail Riutin formó en 1931-32 un grupo
abiertamente contrarrevolucionario. Riutin, antiguo miembro suplente del CC,
fue secretario del Partido de un distrito de Moscú hasta 1932. Estaba rodeado
de muchos jóvenes bakuninistas muy conocidos, entre ellos Slepkov, Maretskii y
Petrovskii (Cohen Stephen F.: Bukharin and the Bolshevik revolution,
Vintage Books, New York, 1975, p.343) Petrovskii, retrógrado en el momento de
la expulsión de Riutin, ¡reaparecerá en 1934 como Jefe del Departamento
Ideológico de Leningrado! (Cohen, p.355).
En 1931, Riutin
editó un documento de 200 páginas, verdadero programa de un
contrarevolucionario burgués. De el podemos leer: "Era ya, en 1924-25,
cuando Stalin tomó en consideración organizar su "18 Brumario". Igual
que Luis Bonaparte, juró delante de la cámara fidelidad a la Constitución y al
mismo tiempo preparó su proclamación como emperador. (...) Stalin preparó su 18
Brumario "sin efusiones de sangre" procediendo a la amputación de un
grupo después de otro. (...) Aquellos que no saben reflexionar de forma
marxista piensan que la eliminación de Stalin significaría al mismo tiempo el
hundimiento del poder soviético. (...) La dictadura del proletariado perecerá
inevitablemente por culpa de Stalin, no tendremos muchas ocasiones para
salvarla.
¿Qué hacer?
El Partido. 1
Liquidar la dictadura de Stalin y de su grupo. 2. Reemplazar a toda la
dirección del aparato del Partido. 3. Convocar inmediatamente un congreso
extraordinario del Partido.
Los soviets. 1.
Nuevas elecciones excluyendo el nombramiento. 2. Reemplazamiento de la máquina
judicial e introducción de una legalidad rigurosa. 3. Reemplazar y purgar el
aparato de la GPU.
Agricultura. 1.
Disolución de todos los koljoses creados a la fuerza. 2. Liquidación de todos
los sovjoses deficitarios. 3. Detención inmediata del saqueo a los campesinos.
4. Reglamentación de la explotación de la tierra por los propietarios privados
y la concesión a estos de las tierras por un tiempo prolongado" (Novedades
de Moscú, n°21, 27 de mayo de 1990).
El Programa del
"comunista" Riutin no difería, en su esencia, del de los
contrarrevolucionarios burgueses; liquidar la dirección del Partido;
desmantelar el aparato de la Seguridad del Estado; restablecer la explotación
de la tierra a los propietarios privados y a los kulaks. Todos los
contrarrevolucionarios, desde Khruschev a Gorbachov y Eltsin, se adhirieron más
tarde a este Programa. Pero, en 1931, Riutin, así como Trotski, se vieron
obligados a envolver su programa de una fraseología de "izquierdas":
preconizaban la restauración del capitalismo, ¡hay que ver!, para salvar la
dictadura del proletariado y para poner fin a la contrarrevolución, es decir
llegar "al 18 Brumario" o al "Termidor".
A partir de 1931, Bujarin
jugó un papel preponderante en el trabajo del Partido entre los intelectuales.
Su influencia fue grande entre la comunidad científica de la URSS y en el seno
de la Academia de las Ciencias. (Cohen, p.355) Como redactor jefe del periódico
gubernamental Izvestia, Bujarin pudo promover su propia corriente
política e ideológica. (Cohen, p.355) En el primer congreso de los escritores,
Bujarin elogió a Pasternak, que preconizaba un "apoliticismo
militante" en literatura (Cohen, p.356). Bujarin se convirtió en el ídolo
de los campesinos ricos, así como el portavoz de los nuevos tecnócratas.
Cohen, su
biógrafo, pretende que Bujarin se sumó a la dirección de Stalin, para
combatirlo mejor... He aquí su tesis: "Era evidente para Bujarin que el
Partido y el país entero entraban en un nuevo período de incertidumbre, pero
también de posibilidades de cambios en la política interior y exterior
soviética. Para participar en estos acontecimientos y para influenciarlos,
también él debía adherirse a la fachada de la unidad y de aceptación
incondicional de la dirección ejercida por Stalin en el pasado, fachada detrás
de la cual, la lucha secreta por la orientación futura del país sería
manejada" (Cohen, p.354).
En 1934-36,
Bujarin escribió mucho sobre el peligro fascista y sobre la inevitable guerra
con los nazis. Hablando de medidas a tomar para preparar al país para la guerra
futura, Bujarin definió un programa que constituyó, de hecho, una puesta al día
de sus antiguas ideas oportunistas de derechas y socialdemócratas. Es necesario
eliminar "el enorme descontento entre la población", principalmente
entre los campesinos. Era una nueva versión de su antiguo llamamiento a la reconciliación
con los Kulaks -la única clase realmente "descontenta" en el campo en
esos años-. Para atacar la experiencia de la colectivización, Bujarin
desarrolló una propaganda sobre el tema de "la humanidad socialista",
en donde el criterio sería "la libertad del desarrollo máximo para el
máximo número de personas". En nombre de "la humanidad", Bujarin
predicaba la conciliación de clases y "la libertad del desarrollo
máximo"... para los elementos burgueses antiguos y nuevos. Para estar en
condiciones de resistir al fascismo, era necesario introducir "reformas
democráticas" y ofrecer una "vida próspera" a las masas. Ahora
bien, el país se encontraba bajo la amenaza de los nazis y frente a la
necesidad de grandes sacrificios para resistirlo, por lo que la promesa de una
"vida próspera", tendía a la demagogia. Sin embargo, en esta sociedad
relativamente poco desarrollada, los tecnócratas y burócratas aspiraban a la
"democracia" para las tendencias burguesas nacientes y una "vida
próspera" en detrimento de las masas trabajadoras. Y Bujarin fue su
portavoz.
Lo esencial del
programa bujarinista era pues, acabar con la lucha de clases, el cese de la
vigilancia política hacia las fuerzas anti-socialistas, la promesa demagógica
de un mejoramiento inmediato del nivel de vida y la democracia para las
tendencias oportunistas y socialdemócratas.
Cohen, que es un
anticomunista militante, no se equivoca cuando ve en este programa al precursor
de la línea Kruschev (Cohen, p.361-163). Cohen afirma también que Bujarin
criticó al fascismo alemán en términos muy ambiguos para insinuar que fenómenos
análogos se desarrollaban en la Unión Soviética (Cohen, p.362).
Bujarin y los enemigos de los bolcheviques
En 1936, Bujarin fue
enviado a París, para negociar con el menchevique Nikolaievski, que poseía
ciertos manuscritos de Marx y de Engels (La Ideología alemana). La Unión
Soviética quería comprárselos. Nikolaievski testimonió sobre estas entrevistas
con Bujarin: "Bujarin tenía el aire de aspirar al sosiego, lejos de la
fatiga que le imponía la vida en Moscú. Estaba fatigado" (El asunto
Bujarin, Blacc y Kaisergrüber, Ed. Maspero, 1979, p.64). "Bujarin me
dejó entender indirectamente que se sentía embargado de un gran pesimismo por
lo del Asia central y que había perdido sus deseos de vivir. Entretanto, no
quería suicidarse" (El asunto, p.79). Así Bujarin aparece en 1936
como un "viejo bolchevique", moralmente acabado, invadido por el
espíritu de la capitulación y del derrotismo.
El menchevique
Nikolaievski continúa: "Yo conocía la orden del Partido prohibiendo a los
comunistas hablar con aquellos que no eran miembros informándoles de los
asuntos interiores del Partido. Tuvimos, no obstante, numerosas conversaciones
sobre la situación interna del Partido. Bujarin tenía necesidad de hablar"
(Idem, p.65). Bujarin, el "viejo bolchevique", rompió las reglas más
elementales de un Partido comunista ante un enemigo político. "Fanny
Yezerskaia intentó persuadirle de que se quedara en el extranjero. Él le dijo
que era necesario fundar un periódico de oposición en el extranjero, un
periódico que sería informado de la realidad de lo que pasaba en Rusia y que
por ello podría ejercer una gran influencia. Ella afirmaba que Bujarin era el
único en poder llenar este papel. Pero me informó que Bujarin le respondió:
"No creo que pueda vivir sin Rusia. Estamos habituados a lo que pasa y a
la tensión que reina" (Idem, p.64). Bujarin se dejó poner en contacto con
los enemigos que tramaban el derrumbamiento del régimen bolchevique; su
respuesta evasiva demuestra que no iba a adoptar una actitud de principios a la
propuesta provocadora de dirigir una revista anti-bolchevique en el extranjero.
Nikolaievski
continúa su testimonio: "Cuando estuvimos en Copenhague, Bujarin me
recordó que Trotski se encontraba relativamente
cerca de nosotros en Oslo.
Con un guiño, me sugirió: ¿¡y si tomáramos la maleta para irnos a pasar un día
con Trotski!?, y continuó: "Evidentemente, nos hemos batido a muerte, pero
esto no me impide el sentir por él un gran respeto" (Idem, p.65). En
París, Bujarin visitó también al jefe menchevique Fedor Dan, al cual le confió
que a sus ojos, Stalin no era "un hombre sino un diablo" (Idem,
p.365).
En 1936, Trotski
era ya un contrarrevolucionario irreductible, predicando el terrorismo, partidario
de una insurrección anti-bolchevique. Dan era uno de los principales jefes
socialdemócratas de la contrarrevolución. Bujarin se estaba aproximando
políticamente a estos dos individuos.
Nikolaievski,
sigue su relato: "Me pidió un día que le encontrara el boletín de Trotski
para poder leer sus últimos números. Le entregue igualmente publicaciones
socialistas, comprendido el Sotsialistivhesky Vestnik (Idem, p.72).
"Un artículo del último número contenía un análisis del plan Gorky
intentando reagrupar a los intelectuales en un partido separado para tomar
parte en las elecciones. Bujarin declaró: 'Un segundo partido es necesario. Si
sólo hay una lista electoral, sin oposición, esto equivale al nazismo'. (Idem,
p.72). "Bujarin sacó una estilográfica: 'Con ésta la Nueva Constitución
soviética ha sido enteramente redactada, de la primera a la última palabra'.
Bujarin estaba muy orgulloso de esta Constitución. En el conjunto, era un
cuadro bien concebido para una transición pacífica de la dictadura de un partido
a una verdadera democracia popular" (Idem, p.77).
"Interesándose" por las ideas de Trotski y de los socialdemócratas,
Bujarin vino a reemprender su tesis principal de la necesidad de un partido de
oposición antibolchevique, que llegara necesariamente a ser el punto de
agrupación de todas las fuerzas reaccionarias.
Nikolaievski
sigue: "El humanismo de Bujarin es debido en gran parte a la crueldad de
la colectivización y al combate interno que desencadenó en el seno del Partido.
(...) "No son ya seres humanos -decía Bujarin-, son realmente engranajes
de una máquina horrorosa. Se produce una deshumanización total de las gentes
que trabajan en el seno del aparato soviético" (Idem, p.73).
"Bogdanov había previsto, a principios de la revolución bolchevique, el
nacimiento de la dictadura de una nueva clase de dirigentes económicos.
Pensador original, y el segundo en importancia entre los bolcheviques, Bogdanov
jugó un gran papel en la educación de Bujarin. Bujarin no estaba de acuerdo con
las conclusiones de Bogdanov, pero comprendía que el gran peligro del
"socialismo hecho deprisa", que los bolcheviques llevaron a cabo, era
la creación de una dictadura de la nueva clase. Bujarin y yo habíamos hablado
ampliamente de esta cuestión" (Idem, p.76). En el curso de los años
1918-20, como efecto de la lucha de clases, todos los elementos burgueses en el
movimiento obrero se pasaron al lado de la reacción
zarista e imperialista, en nombre del "humanismo". Lucharon al lado
de los intervencionistas anglo- franceses, y por lo tanto, junto a los
regímenes colonialistas más terroríficos, pero, todos estos hombres, desde
Pléjanov hasta Bogdanov, habían denunciado a la "dictadura" y la
"nueva clase de los aristócratas bolcheviques" en la Unión Soviética.
En las condiciones de la lucha de clases de los años treinta, Bujarin siguió
sus mismos pasos.
Bujarin y la conspiración militar
En
el curso de los años 1935-36, Bujarin, el jefe de fila de los revisionistas en
el Partido, se había acercado a los grupos de conspiración militar que complotaban
el aniquilamiento de la dirección del Partido.
…… |
Los
conspiradores militares del grupo Tokaiev se decían próximos a las posiciones
políticas defendidas por Bujarin: "Bujarin quería ir lentamente con los
campesinos y dejar para más tarde el fin de la NEP: creía también que la
revolución no debía hacerse por todas partes a la fuerza y con la insurrección
armada. Bujarin creía que cada país debería desarrollarse siguiendo sus propias
líneas. Bujarin, Rykov y Tomsky consiguieron publicar los puntos principales de
sus programas: 1. No poner fin a la NEP y continuarla al menos durante diez
años. (...) 4. Continuando con la industrialización, era necesario consagrar
muchos más esfuerzos a la industria ligera -el socialismo está hecho para
hombres felices, bien nutridos y no para mendigantes que mueren-. 5. Parar la
colectivización forzada de la agricultura y la destrucción de los kulaks"
(Tokaiev, p.86).
Bujarin
y el problema del golpe de Estado
Durante
su proceso, Bujarin confesó frente al Tribunal que en 1918, después de la Paz
de Brest- Litovsk, tuvo un plan para detener a Lenin, Stalin y Sverdlov, y
formar un nuevo gobierno compuesto por "comunistas de izquierdas" y
de Socialistas-Revolucionarios. Pero, negó con firmeza que tuviera ningún plan
para ejecutarlos. (El Proceso del Bloque de los derechistas y de los
trotskistas, anisoviéticos, ed. Comisariado del Pueblo de Justicia, Moscú,
1938, p.401-402)
Fue
así como se averiguó que Bujarin había preparado la detención de Lenin en el
momento de la crisis de Brest-Litovsk en 1918. Diez y ocho años después, en
1936, Bujarin era un hombre completamente desmoralizado. Al acercarse la guerra
mundial, la tensión era extrema. Eran cada vez más probables tendencias de
golpe de Estado contra la dirección del Partido. Bujarin, con su prestigio de
"viejo bolchevique", Bujarin, el único "rival" de talla de
Stalin, Bujarin, que detestaba "la extrema dureza" del régimen de
Stalin, que temía que los "estalinistas" formaran "una nueva
aristocracia", que creía que solo la "democracia" podía salvar a
la Unión Soviética, ¿cómo no pudo aceptar cubrir con su autoridad un eventual
golpe de fuerza "democrático" y anti-estalinista? (¡¿paradojas de
mentes "elitistas" que se creen "superiores"?!). El que
aceptó detener a Lenin en 1918, ¿cómo no habría podido, en una situación aún
más tirante y dramática, arropar el arresto de Stalin, Jdanov, Molotov y
Kaganovitch?
Porque
es así como se planteaba el problema. Hombre desmoralizado y políticamente
acabado, Bujarin no tenía, sin duda, la energía para dirigir una lucha
consecuente contra Stalin. Pero otros "revolucionarios" de derechas,
estaban decididos a actuar. Y Bujarin les sirvió de biombo. El libro del
coronel Tokaiev permite comprender este reparto de los papeles.
En
1939, Tokaiev y 5 de sus compañeros, todos ellos oficiales superiores, se
reunieron en el apartamento de un profesor de la Academia Militar Budionny.
Discutieron un plan para derrocar a Stalin en caso de guerra. "Schmidt
(miembro de la Academia naval Vorochilov de Leningrado), deploraba una
oportunidad perdida: si hubiésemos actuado durante el Proceso de Bujarin, los
campesinos se habrían sublevado en su nombre. Ahora, nadie tiene su envergadura
para inspirar al pueblo." Uno de estos conspiradores propuso el ofrecer el
puesto de primer Ministro a Beria, vista su popularidad después de que había
liberado a muchas de las personas encarceladas por Ejov. (Tokaiev, Camarada
X, p.158). Este pasaje muestra claramente que los conspiradores militares
tenían necesidad, en principio al menos, de "una bandera bolchevique"
para tener éxito en su golpe de Estado anticomunista. Teniendo buenas
relaciones con Bujarin, estos militares derechistas tenían la convicción de que
él hubiese aceptado el "hecho consumado", una vez Stalin eliminado.
Por
otra parte, en 1938, en el momento mismo del proceso de Bujarin, Tokaiev y su
grupo tenían ya esta estrategia en la cabeza. Durante el proceso de Radek y
sabiendo que éste había hecho confesiones después de su detención, el
"Camarada X" consiguió leer el informe. Y Tokaiev escribe:
"Radek ha dado las "pruebas" más importantes sobre la base de
las cuales Bujarin ha sido detenido y fusilado. Conocíamos la traición de Radek
dos semanas antes del arresto de Bujarin, el 16 de octubre de 1936, e
intentamos salvar a Bujarin. Le hicimos una oferta precisa y sin ambigüedades:
Después de lo que Radek ha "adelantado" contra ti por escrito, Ejov y
Vichinsky van a detenerte enseguida para preparar otro proceso político. Te
sugerimos que "desaparezcas" sin tardanza. He aquí lo que nos
proponemos... No poníamos condiciones políticas a esta "oferta".
Estaba ya hecha (...) porque sería un golpe mortal si el NKVD transformara a
Bujarin, delante del Tribunal, en otro Kamenev, Zinoviev o Radek. La idea misma
de una operación militar habría sido desacreditada en toda la URSS. Bujarin nos
expresó su gratitud más profunda por el ofrecimiento, pero lo declinó"
(Tokaiev, p.68-69). "Si Bujarin no estaba a la altura y no conseguía
probar que las acusaciones eran falsas, sería para todos una tragedia: a través
de Bujarin, todos los otros movimientos de oposición moderada habrían sido
salpicados" (Tokaiev, p.85).
Antes
de la detención de Bujarin, los conspiradores militares pensaban ya en cómo
utilizar a Bujarin como su bandera. Al mismo tiempo, comprendieron el peligro
de un proceso público contra Bujarin, ya que Kamenev, Zinoviev y Radek habían
confesado sus actividades conspirativas y habían "traicionado" la causa
de la oposición. Si Bujarin reconocía ante el Tribunal que había estado
implicado en las maniobras para derribar al régimen, sería un golpe mortal para
toda la oposición anticomunista. Así fue como comprendieron en la época el
sentido del proceso de Bujarin los peores enemigos del bolchevismo, infiltrados
en el Partido y en el Ejército.
En
el momento de la invasión nazi, Tokaiev analiza la atmósfera en el país y en el
seno del Ejército: "Nos dábamos cuenta de que los hombres en la cumbre
habían perdido la cabeza. No sabían demasiado bien que su régimen reaccionario
estaba completamente desprovisto de soporte popular real. Basaban su poder en
el terror y en automatismos mentales y por ello dependían de la paz; la guerra
había cambiado todo esto." Después Tokaiev describe las reacciones de
varios oficiales. Beskaravayny propuso dividir a la Unión Soviética: una
Ucrania independiente y un Cáucaso independiente se batirían mejor. (!) Klimov
propuso destituir a todos los burós políticos, pues el pueblo salvaría al país.
Kokoryov era de la opinión de que los Judíos eran la causa de todos los
problemas... (Tokaiev, p.175). "Teníamos constantemente un problema en
cabeza, en tanto que demócratas revolucionarios: ¿No era el momento más
apropiado para intentar derribar a Stalin? Muchos factores debían ser tomados
en consideración." "En estos días, el "Camarada X" estaba
convencido de que Stalin jugaba a todo o nada. El problema era que no podíamos
ver a Hitler como un liberador. Por esta razón -decía el Camarada X-, debíamos
estar preparados para el hundimiento del régimen de Stalin, pero no debíamos
hacer nada para debilitarlo" (Tokaiev, p.187-188). Era evidente que el
gran desconcierto y la extrema confusión después de las primeras derrotas ante
el invasor nazi, habían creado una situación política muy precaria. Los
nacionalistas burgueses, los anticomunistas, los antisemitas, todos creían que
su hora había llegado. ¿Qué habría pasado si la depuración no hubiese
continuado con firmeza, si una oposición oportunista hubiese seguido teniendo
importantes posiciones a la cabeza del Partido, si un hombre como Bujarin
hubiese seguido estando disponible para un "cambio de régimen"? En
esos momentos de tensiones extremas, los conspiradores militares y los
oportunistas hubiesen tenido una posición suficientemente fuerte como para
arriesgar el todo por el todo y ejecutar el golpe de Estado que proyectaban
desde tan largo tiempo.
Las
confesiones de Bujarin
Durante
su proceso, Bujarin hizo confesiones y tuvo confrontaciones con otros acusados,
precisó ciertos aspectos de la conspiración. Joseph Davies, embajador de los
Estados Unidos en Moscú y renombrado abogado, asistió a todas las sesiones del
proceso. Tiene la convicción, compartida por todos los observadores extranjeros
competentes, de que Bujarin pudo hablar libremente y sus confesiones fueron
sinceras. El 17 de marzo de 1938, Davies envió un mensaje confidencial al
Secretario de Estado de Washington. "Aunque tenga prejuicios contra la
prueba por confesión y contra un sistema judicial que no acuerda, por así
decirlo, ninguna protección al acusado, después de haber visto cada día y haber
observado bien los testimonios y su forma de testimoniar, noto las
corroboraciones inconscientes que fueron presentadas y otros hechos que han
marcado el proceso, y pienso, de acuerdo en esto con otros, que el juicio puede
ser aceptado, que, por lo que se refiere a los acusados, han cometidos
muchísimos crímenes según la ley soviética, crímenes establecidos por las
pruebas y sin que una duda razonable sea posible, para justificar el veredicto
que les hace culpables de traición y la sentencia que les condena a la
sentencia prevista por las leyes criminales de la Unión Soviética. Es el
sentimiento general de los diplomáticos que hemos asistido a un proceso en el
que las pruebas han establecido la existencia de un complot extremadamente
grave" (Joseph E. Davies, Mission á Moscou, E. de l'Arbre,
Montréal, 1944, pp. 243-244).
Durante
las decenas de horas que duró este proceso, Bujarin se mostró perfectamente lúcido
y alerta, discutiendo, contestando, sin perder el sentido, negando con
vehemencia ciertas acusaciones. Para los que asistieron al proceso como para
nosotros que podemos hoy leer el acta, la teoría de la "pieza
montada", ampliamente propagada por los anticomunistas, no se mantiene en
pie. Tokaiev dijo que la policía no torturó a Bujarin por miedo a que
"voceara la verdad a la cara del mundo frente al Tribunal" (Tokaiev.
oo.ct.). Tokaiev relata las réplicas agresivas de Bujarin al procurador y sus
valientes negaciones, y concluye: "Bujarin ha mostrado un coraje
supremo", "Vichinsky ha perdido. Era un error cardinal llevar a
Bujarin frente a un tribunal público" (Tokaiev, oo.cc.).
Queremos
retener sobre este propósito que Bujarin era él mismo. Las 850 páginas del acta
son de una lectura altamente instructiva. Dejan una fuerte impresión que no
pueden borrar los monólogos habituales contra "los procesos
monstruosos". Bujarin aparece como un oportunista que, muchas veces, fue
vencido políticamente y criticado ideológicamente. Pero lejos de transformar
sus puntos de vista pequeño-burgueses, se ha vuelto un agriado que no osaba
oponerse abiertamente a la línea del Partido y sus impresionantes
realizaciones. Estando a la cabeza del Partido, pensaba que por sus intrigas y
sus maniobras de pasillo, algún día, podría derribar a la dirección y hacer
prevalecer su punto de vista. Entró en contacto con sus oponentes clandestinos
más diversos, entre los que se encontraban decididos anticomunistas. Incapaz de
llevar a cabo una lucha política abierta, Bujarin puso sus esperanzas en un
Golpe de Estado surgido de un complot militar o realizado con ocasión de una
revuelta de masas.
La
lectura del acta permite también esclarecer las relaciones entre la
degeneración política de Bujarin y de sus amigos y la actividad criminal
propiamente dicha: asesinatos, insurrecciones, espionaje, alianza con potencias
extranjeras. Desde los años 1928-29, Bujarin tuvo el soporte de fracciones
políticas que representaban a esas clases, en el interior y fuera del Partido.
En el momento en que la lucha de clases se exacerbaba, Bujarin acentuaba su
aproximación con estas fuerzas. La proximidad de la guerra mundial ha hecho
aumentar todas las tensiones y los opositores a la dirección del partido se han
orientado hacia la acción violenta y el Golpe de Estado. Bujarin reconoce sus
alianzas con todos estos personajes, pero niego con vehemencia haber organizado
asesinatos y el espionaje.
Cuando
Vichinsky le pregunta: "No habéis hablado de vuestros vínculos con los
servicios de espionaje extranjero y los medios fascistas."
Bujarin
le responde: "No tengo nada que declarar sobre ello" (Le Proces du
Bloc op. cit, p. 457).
No
obstante, Bujarin se había visto obligado a reconocer que en el seno del bloque
que dirigía, ciertos hombres han establecido vínculos con la Alemania nazi.
Sobre esto, he aquí una página del acta. Bujarin explica que ciertos dirigentes
de la conspiración pensaban crear las condiciones de un Golpe de Estado sacando
provecho de la confusión provocada por las derrotas militares en caso de guerra
con Alemania.
"Bujarin:
En 1935, Karakhan se marchó sin haber tenido una entrevista preliminar con los
miembros del centro dirigente, excepción hecha de Tomski. (...) Me acuerdo que
Tomski me decía que Karakhan había conseguido concluir con Alemania un acuerdo
más ventajoso que el conseguido por Trotski.
Vychinski:
¿Cuando tuvo usted la entrevista sobre su proyecto de abrir el frente a los
alemanes?
Bujarin:
Cuando le pedí a Tomski cómo veía el mecanismo del Golpe de Estado, me
respondió que era la tarea de la organización militar quien debía abrir el
frente.
Vychinski:
Entonces ¿Tomski se preparaba para abrir el frente?
Bujarin:
No me dijo eso.
Vychinski:
Tomski dijo: ¿abrir el frente?
Bujarin:
Os lo voy a decir exactamente.
Vychinski:
¿Qué dijo?
Bujarin:
Tomski me dijo que era a la organización militar a quien concernía la apertura
del frente.
Vychinski: ¿Por
qué debían abrir el frente?
Bujarin: No me
lo dijo.
Vychinski: ¿Por qué según Vd. debían abrir el
frente?
Bujarin: Desde mi punto de vista, no debían
abrir el frente.
Vychinski: Y ¿desde el punto de vista de
Tomski?
Bujarin:
Si él no tenía objeciones, es que probablemente estaba de acuerdo en las tres cuartas
partes" (Idem. pp 461-462).
En
sus declaraciones, Bujarin reconoce que su orientación revisionista le ha
empujado a buscar relaciones ilegales con nuestros opositores, que ha
colaborado en revueltas en el país para tomar el poder, desde que adoptó la
táctica de la revuelta y del Golpe de Estado.
En
su biografía de Bujarin, Cohen intenta corregir "esta idea falsa
ampliamente expandida" según la cual Bujarin "habría confesado
crímenes odiosos" con el fin de "de arrepentirse sinceramente de su oposición
a Stalin, rindiendo un último servicio al Partido" (Cohen, op.cit. p.457).
He
aquí como Cohen tira del negocio: "El plan de Bujarin era el de
transformar su proceso en un contra-proceso del régimen estalinista."
"Su táctica consistía en hacerse "políticamente responsable de
todo", pero al mismo tiempo "negar absolutamente cada crimen a
parte". Bujarin hacía comprender, afirma Cohen, que hablando de su
"organización contrarrevolucionaria" y de su "bloque
antisoviético", quería decir: "el viejo partido bolchevique".
"Mientras Bujarin declaraba: 'Llevo la responsabilidad por el bloque',
esto quería decir: "por el bolchevismo" (Idem, pp. 375, 376).
¡Olé
los defensores! ¡sí señor!... Cohen, este portavoz de los intereses americanos,
puede permitirse una tal pirueta, pues ninguno de sus lectores irá a
verificarlo en el acta del proceso. No obstante, es muy instructivo estudiar
los pasajes clave del testimonio que Bujarin aportó frente al tribunal sobre su
evolución política. Bujarin era suficientemente lúcido para reconocer las
etapas de su propia degeneración política y también cómo se dejó atrapar por
los hilos de un complot contrarrevolucionario. Cohen y la burguesía se esfuerzan
en blanquear el "bolchevismo" de Bujarin. A los comunistas, las
confesiones de Bujarin nos ofrecen preciosas lecciones sobre los mecanismos de
la degeneración lenta y de la subversión antisocialista. Nos ayudan a
comprender la aparición, más tarde, de figuras como Khruschev y Mikoyan, de
Breznev y Gorbachov. He aquí un texto y es Bujarin quien habla:
"Aparentemente, los contrarrevolucionarios de derechas representan al
principio una 'desviación'. (...) Se está produciendo en nuestro país un
proceso muy curioso de sobreestimación de la propiedad individual, el pasaje
gradual a su ideal, a la idealización del propietario. En el programa, la
explotación cómoda del campesino individual, y el kulak, cuando en el fondo,
acaba siendo un fin en sí mismo. El Koljós es la música del porvenir. Es
necesario multiplicar a los ricos propietarios. Tal vez, este enorme giro, es
sólo nuestra forma de ver las cosas." "Ya en 1928, di, yo mismo, una
fórmula relativa a la explotación militar-feudal del campesino: Imputaba los
gastos de la lucha de clases no a la clase hostil al proletariado, sino
justamente a la dirección del mismo proletariado. (...) Si se quiere formular
prácticamente mi plataforma, será, en lo que concierne a la economía: el
capitalismo de Estado, el mujik acomodado, gobernar sus bienes, la reducción de
los koljoses, las concesiones extranjeras, el abandono del monopolio del
comercio exterior y, como resultado, la restauración del capitalismo. (...) En
el interior, nuestro programa, era de hecho un deslizamiento hacia la libertad
democrática burguesa, hacia la coalición por un bloque con los mencheviques,
los socialistas- revolucionarios y otros, derivar hacia la libertad de
partidos, de las coaliciones. Si se elegían bien los aliados para derribar al
gobierno, serían al día siguiente, en caso de victoria eventual, copartícipes
en el poder." (...) "Es entre 1928-29 cuando se sitúa nuestra
aproximación con Tomski y Rykov. Llegaron enseguida las ligazones y los sondeos
entre los miembros del Comité Central de la época, las conferencias
clandestinas, ilegales, respecto al Comité Central." (...) "Es
entonces cuando comenzamos las búsquedas de un bloque. En principio, mi
entrevista con Kamenev en su domicilio. Segundo, mi entrevista con Piatakov en
el hospital a la que asistió Kamenev. Tercero, mi entrevista con Kamenev en la
casa de campo de Schmidt." (...) "En 1930-31 se inició la etapa
siguiente. El país conoció entonces una gran agravación de la lucha de clases,
el sabotaje de los kulaks, la resistencia de la clase kulak a la política del
Partido, etc. (...) El trío (Bujarin-Rokov-Tomski) era ya un centro ilegal. Si,
en adelante, estaría a la cabeza de los medios de la oposición, hoy sólo era el
centro de la organización contrarrevolucionaria clandestina. (...) Enukidzé se
adhirió enseguida a este centro clandestino, al cual, estaba ya ligado a través
de Tomski." (...) "Hacia fines de 1931, los participantes de esto que
se llamó la "escuela Bujarin" fueron enviados a provincias, a
Varonege, Samara, Leningrado y a Novosibirsk, y en esta época ya, sus destinos
en provincias fueron utilizados con fines contrarrevolucionarios." (...)
"Hacia el otoño de 1932 comenzó la etapa siguiente del desarrollo de la
organización de derechistas, a saber: el paso a la táctica del derribo del
poder de los Soviets por la violencia. (...) Tengo la fecha del momento donde
fue fijada la plataforma llamada de Rioutin. (...) Era la plataforma de una
organización contrarrevolucionaria de derechistas. (...) Había sido aprobada en
nombre del centro derechista. La plataforma de Rioutin preveía: 'revolución de
palacio', terrorismo, orientación hacia alianzas directas con los
trotskistas." (...) "Fue por esta época cuando maduró la idea de una
'revolución de palacio'. En principio, esta idea había surgido de Tomski, que
estaba ligado a Enukidzé. Tomski veía la posibilidad de utilizar la posición
oficial de Enukidzé, que era un alto responsable en la guardia del Kremlim.
(...) Se reclutaron hombres para cumplir esta revolución de palacio. Fue entonces
cuando se realizó el bloque político con Kamanev, Zinoviev. Durante este
período tuvieron lugar las entrevistas con Syrkov y Lominadzé. (...) En el
curso de las entrevistas que tuvieron lugar en verano de 1932, Piatakov me
habló de sus encuentro con Sédov, de las instrucciones de Trotski concernientes
al terrorismo. En este momento, consideramos, Piatakov y yo, que estas ideas no
eran las nuestras; pero decidimos que sabríamos encontrar muy rápidamente un
lenguaje común y que los desacuerdos respecto a la lucha contra el poder de los
Soviets serían allanados." (...) "La creación del grupo de
conspiradores en el Ejército Rojo data de este período. Lo sabía por Tomski,
que había sido informado directamente por Enoukidzé, con el cual tenía relaciones
personales. (...) Tomski y Enukidzé me habían informado que en la dirección del
Ejército Rojo, la unidad estaba hecha entonces entre derechistas, zinovievistas
y trotskistas; me habían dado los nombres de Tujachevski, Kork, Primakov y
Poutna. Su enlace con el centro de los derechistas se realizaba sobre la línea
siguiente: El grupo militar, Enoukidzé, Tomski y los otros" (Le Procés
du Bloc, pp.419).
"Entre
l933-34, la clase de los kulaks fué aplastada, el movimiento insurreccional no
pertenecía ya a la visión de las probabilidades. Siguió un período durante el
cual la idea central de la organización de los derechistas fué la de orientarse
hacia un complot, hacia un Golpe de Estado contrarrevolucionario." (...)
"Las fuerzas del complot eran las de Enukidzé y Yagoda, sus organizaciones
en el Kremlim y en el Comisariado para los Asuntos Interiores. En estos
momentos, Enukidzé consiguió, por lo que recuerdo, enrolar al antiguo
comandante del Kremlim, Peterson, quien sea dicho a propósito, había sido
antiguo comandante del tren de Trotski. A continuación estaba la organización
militar de los conspiradores: Tujachevski, Kork y otros" (Idem.
pp.411-419).
"Con
la proximidad del XII° Congreso del Partido, surgió la idea, sugerida por
Tomski, de hacer coincidir el Golpe de Estado con el Congreso utilizando a las
fuerzas armadas contrarrevolucionarias. En la idea de Tomski, el arresto de los
participantes al Congreso -un crimen monstruoso- debía formar parte integral
del Golpe de Estado. La propuesta de Tomski fué examinada, precipitadamente, es
verdad. Se elevaron objeciones de todas partes contra ella. (...) Piatakov se
pronunció en contra de la idea por consideraciones tácticas, pues esto hubiese
provocado una indignación excepcional entre las masas. (...) Pero, el sólo hecho
de que esta idea fuese planteada y examinada con suficiente claridad, daba pie
a pensar en el carácter monstruoso y criminal de esta organización" (Idem.
p.453).
"En
el verano de 1934, Radek me dijo que habían llegado instrucciones de Trotski y
que éste estaba en negociaciones con los alemanes y les había ya prometido
ciertas concesiones territoriales, entre las cuales estaba Ucrania. (...) Es
necesario decir que en esta época, yo ponía objeciones a Radek. Él las ha
confirmado durante nuestra confrontación; yo consideraba que era imprescendible
que él, Radek, escribiera a Trotski para decirle que iba demasiado lejos en sus
negociaciones y que ponía en riesgo no sólo comprometerse él mismo, sino de
comprometer a todos los aliados y muy particularmente a nosotros, conspiradores
derechistas, lo que nos llevaría a un fracaso inevitable. Yo estimaba que dado
el patriotismo de las masas, esta actitud de Trotski no era racional desde el
punto de vista político y táctico." (...) "Desde el momento que era
cuestión de un Golpe de Estado militar, el papel del grupo militar de los
conspiradores se convertía, por la lógica misma, en particularmente importante.
Es precisamente esta partida de las fuerzas contrarrevolucionarias que disponía
ya de fuerzas materiales y, por lo tanto, de fuerzas políticas considerables,
lo que podía crear una suerte de peligro bonapartista. En cuanto a los
bonapartistas -yo tenía puesto el punto de mira en Tujachevski- su primera
preocupación hubiese sido liquidar, bajo la idea bonapartista, a todos los
aliados, estos que por decirlo así, le habían inspirado. En nuestras
entrevistas yo siempre designaba a Tujachevski bajo el término de pequeño
Napoleón virtual; pues no se sabe lo que haría este Napoleón en lo que
concierne a las ideologías.
Vichisnki:
Y por lo tanto, esto habría sido más exacto.
Bujarin: Esta es su opinión, no la mía"
(Idem. pp.458-460). Mientras llegaba su última declaración, Bujarin se sabía ya
un hombre muerto. Es imposible que Cohen pueda leer en sus palabras una
"defensa hábil de verdadero bolchevique" y una "denuncia del
estalinismo". Un comunista, en cambio, lo entenderá probablemente como un
hombre que hace tiempo luchaba por el socialismo, que giró irremediablemente
hacia el revisionismo y que, frente a la tumba, se da cuenta de que en el
contexto de una lucha de la clases nacional e internacional tan áspera, el
revisionismo lo ha arrastrado a la traición.
"La lógica pura de la lucha estaba
acompañada de una degeneración de ideas, de una degeneración psicológica."
(...) "De esta forma, me parece verosímil que cada uno de nosotros, que
estamos sentados sobre este banco de los acusados, teníamos un singular
desdoblamiento de la conciencia, una vez incompleta su tarea
contrarrevolucionaria." (...) "De esta especie de semiparálisis de la
voluntad, esta ralentización de los reflejos (...) la contradicción entre la
aceleración de nuestra degeneración y la relativización de los reflejos traduce
la situación del contrarrevolucionario que se agranda en el cuadro de una
edificación socialista en progreso. Se crea aquí una doble psicología."
(...) "A veces, me autoentusiasmaba, glorificando en mis escritos la
edificación socialista; pero al día siguiente, rectificaba por mis acciones
prácticas de carácter criminal. Se va formando así lo que, en la filosofía de
Hegel, se llama una conciencia desgraciada. Esta conciencia desdichada difiere
de la conciencia ordinaria en cuanto que es al mismo tiempo una conciencia
criminal. Lo que hace la potencia del Estado proletario, no es sólo que éste
último ha derrotado a las bandas contrarrevolucionarias, sino también que ha
descompuesto interiormente a sus enemigos, desorganizado su voluntad. Lo que no
puede existir en ninguna parte, y no podrá existir en ninguno de los países
capitalistas." (...) "Se explica a menudo el arrepentimiento por toda
suerte de cosas absolutamente absurdas, como, por ejemplo, el polvo del Tíbet,
etc. En cuanto a mí, digo que en la prisión en donde he permanecido cerca de un
año, he trabajado, me he ocupado, he conservado la lucidez de mi
espíritu." "Se habla de hipnosis. Pero en este proceso, he asumido mi
propia defensa jurídica, yo me he orientado sobre el campo y he polemizado con
el procurador. Y toda persona, incluso si no es experimentada en las diferentes
ramas de la medicina, se verá forzada a reconocer que no debería haber
hipnosis." (...) "Ahora, quiero hablar de mi mismo, de las causas que
me han llevado al arrepentimiento. Cierto, pero hay que decir que las pruebas
de mi culpabilidad juegan también un papel importante. Durante tres meses, me
he confinado en mis negaciones. Después me he colocado en la vía de mis
confesiones. ¿Por qué? la causa ha sido que, en la cárcel, he revisado todo mi
pasado. Pues, cuando uno se pregunta: si mueres, ¿en nombre de qué morirás? es
entonces cuando aparece a menudo una limpieza conmovedora, un abismo
absolutamente negro. No es nada preguntarse en nombre de qué hace falta morir,
si quería morir sin confesar mis errores. Y al contrario, todos los hechos
positivos que resplandecen en la Unión Soviética toman proporciones diferente
en la conciencia del hombre. Y es esto, a fin de cuentas, lo que me ha
desarmado definitivamente; es lo que me ha forzado a reflexionar y de rodillas
ante el Partido y delante del país." (...) "Ciertamente no se trata
de arrepentimiento. (...) La Corte puede, inclusive sin esto, rendir su
veredicto. Las confesiones de los acusados no son obligatorias. Las confesiones
del acusado es una ley jurídica de la Edad Media. Pero hay ahí una derrota
interior de las fuerzas contrarrevolucionarias. Y es necesario ser Trotski para
no desarmarse. Mi deber es demostrar aquí que, en el paralelogramo de las
fuerzas que han formado la táctica contrarrevolucionaria, Trotski ha sido el
principal motor del movimiento. Y las posiciones violentas -terrorismo,
espionaje, desmembramiento de la URSS, sabotaje- vienen en primer lugar de esta
fuente". "A priori, puedo presuponer que Trotski y mis otros aliados
en este crimen, así como la II Internacional -tanto o más, ya que he hablado
con Nikolaievki- buscaran defendernos y a mí sobre todo. Siento esta defensa,
porque me postro de rodillas ante el país, ante el Partido, ante el pueblo
entero" (Idem pp.823-824).
De
Bujarin a Gorbachov
El
autor anticomunista Stephen F. Cohen publicó en 1973 una biografía elogiosa de
Bujarin, presentándolo como "el último bolchevique". Es muy chocante
ver como un anticomunista convencido ¡"lloró el fin de Bujarin y del
bolchevismo ruso"! (Cohen, p.381). Y lo es Cohen por colocar "fuera
de propósito" un pensamiento de otro adepto de Bujarin, Roy Medvedev:
"El estalinismo no puede ser considerado como el marxismo-leninismo de
tres decenios. Fue la perversión que Stalin introdujo en la teoría y la
práctica del movimiento comunista. El proceso de purificación del movimiento
comunista, de eliminación de las capas de suciedad estalinista no está aún
terminado" (Cohen, p.382).
Así
es como Cohen y Medvedev, estos dos anticomunistas, presentan la política
leninista seguida por Stalin, como una "perversión" del leninismo y
ellos, los adversarios irreductibles del comunismo, proponen ¡"la
purificación del movimiento comunista"! Claro que se trata aquí de una
táctica perfectamente puesta al día después de decenios: cuando una revolución
ha triunfado y se ha consolidado, sus peores enemigos se presentan como los
defensores más firmes de la "revolución auténtica" y... contra los
dirigentes que han "traicionado el ideal de partida". Sin embargo,
hay que remarcar que esta tesis de Cohen y Medvedev ha sido retenida por
prácticamente todos los comunistas kruschevianos. Incluso Fidel Castro,
influido por las teorías de Khruschev, no escapa siempre a esta tentación. Y,
está claro que la misma táctica ha sido utilizada por los propios especialistas
norteamericanos... contra la revolución cubana.
Desde
1961, la CIA lanzó una ofensiva por la "defensa de la revolución
cubana" contra "el usurpador Fidel Castro" que "la había
traicionado". En Nicaragua, Eden Pastora entró al servicio de la CIA para
defender "el programa original del sandinismo". Yugoslavia ha sido,
desde 1948, el primer país socialista que viró hacia el bujarinismo y el
trotskismo. Tito recibió el apoyo decidido de los Estados Unidos. Después, las
teorías titistas se infiltraron en la mayor parte de los países de la Europa
del Este.
En
el curso de los años 70, el libro de Cohen Bukharin and the Bolshevik
Revolution, publicado por el socialdemócrata inglés Ken Coater, presidente
de la "Bertrand Russell Peace Foundation", ha servido de base a una
campaña internacional por la rehabilitación de Bujarin, que unió a los
revisionistas de los PPCC italiano y francés, a los socialdemócratas -desde
Pélikan hasta Gilles Martinet- y, seguro, que a las diferentes sectas
trotskistas. Estas mismas corrientes apoyaron a Gorbachov hasta el día de su
caída. Todos estos anticomunistas se unieron durante los años 70 para
rehabilitar a Bujarin, el "gran bolchevique" a quien Lenin llamó
"el niño querido del partido". Todos afirmaron que Bujarin
representaba una "alternativa" bolchevique al estalinismo y algunos
lo proclamaron precursor del eurocomunismo (Affaire Boukharine, Blanc et
Kaisergrüber, Ed. Maspero, 1979, p.11 y 16).
En
1973 ya la orientación de toda esta campaña ha sido dada por el anticomunista
declarado, Cohen: "Las ideas y la política de estilo bujarinistas han sido
devueltas a la vida. En Yugoslavia, Hungría, Polonia y Checoslovaquia,
reformadores comunistas se han convertido en abogados del socialismo de
mercado, de una planificación y de un crecimiento económico equilibrados, de un
desarrollo evolucionista, de la paz civil, de un sector agrícola mixto y de la
aceptación del pluralismo social y cultural en el marco de un Estado de partido
único" (Cohen, p.384). "Si los reformadores tienen éxito en la creación
de un comunismo más liberal, un socialismo de rostro humano, la visión de
Bujarin y el orden del tipo de la NEP que defendió, pueden aparecer, después de
todo, como la verdadera prefiguración del porvenir comunista ó alternativa al
estalinismo después de Stalin" (Cohen, p.386).
Gorbachov,
apoyándose sobre las "experiencias de vanguardia" de los países de la
Europa del Este en el curso de los años 60-70, también adoptó el viejo programa
de Bujarin. Inútil es añadir que Cohen fue acogido y aclamado en la Unión Soviética
de Gorbachev como un gran precursor del "nuevo pensamiento" y de la
"renovación del socialismo".
El
proceso Tujachevski y la conspiración anticomunista en el Ejército
El
26 de mayo de 1937, el mariscal Tujachevski y los comandantes Yakir, Uborevoch,
Eideman, Putna, Ferdman y Primakov fueron arrestados y juzgados ante un
Tribunal Militar. El 12 de julio, se hizo pública su ejecución.
Desde
principios de mayo, se sospechaba de ellos. El 8 de mayo, el sistema de los
comisarios políticos fue reintroducido en el Ejército. Esta reintroducción del
sistema que databa de la guerra civil, reflejaba el temor del Partido a las
tendencias bonapartistas en el seno del Ejército (Getty, p.167).
Unas
instrucciones del 13 de mayo de 1927 del Comisariado de la Defensa había puesto
fin al control ejercido por los comisarios políticos sobre la oficialidad
superior. El comandante militar recibió la responsabilidad para "la
dirección política general, con el fin de realizar una coordinación integral de
los asuntos militares y políticos en las unidades". Su "asistente
político" devino el responsable para "el conjunto del trabajo del
Partido"; éste debía informar al comandante sobre las condiciones políticas
de la unidad. (Carr, Foundations of a planned economy vol. II, p.352).
La Academia Político-Militar Tolmachev de Leningrado y los comisarios de
distrito militar de Bielorrusia protestaron contra "la depreciación y la
disminución del papel de los órganos políticos del Partido" (Carr, p.327).
Blomberg, un oficial superior alemán, hizo un informe después de su misión en
la URSS en 1928. Y anotó: "puntos de vista puramente militares toman cada
vez más importancia; todo el resto le está subordinado" (Carr, p.320).
Como
muchos soldados venían del campo, la influencia de los kulaks se hizo sentir
muy fuertemente. Unshlikht, oficial superior, afirmaba en 1928 y 1929 que el
peligro de desviaciones socialdemócratas era más grande en el Ejército que en
las organizaciones civiles del partido (Carr, p.331).
En
1930, el 10% del cuerpo de oficiales, es decir unos 4.500 militares, eran
antiguos oficiales zaristas. Cuando la depuración de las instituciones en otoño
de 1929, Unshlicht había prohibido el lanzamiento de un movimiento amplio
contra los antiguos oficiales zaristas en el Ejército (Carr, p.317).
Todos
estos elementos indicaban fuertes influencias burguesas, que persistieron en el
curso de los años 20-30 y que hicieron del Ejército uno de los cuerpos menos
fiables del sistema socialista.
¿Complot?
V.
Likhachev era, en 1937-38, oficial del Ejército Rojo en Extremo Oriente. En su
libro La conspiración en Extremo Oriente, mostró que efectivamente había
una amplia conspiración en el seno del Ejército (Getty, p.255).
El
periodista Alexandre Werth escribió en su libro Moscú 41 un capítulo
titulado El proceso de Tujachevski. En él se lee: "Estoy convencido
de que la purga en el Ejércto Rojo tenía mucho que ver con el temor de Stalin a
una guerra inminente con Alemania. ¿Quién era Tujachevski? Los agentes del
"Décimo Buró" francés me habían dicho hacia tiempo que Tujachevski
era pro-alemán. Y los checos me contaban la historia extraordinaria de la
visita de Tujachevski a Praga, en donde después de un banquete -y estando muy
borracho- dejó escapar que un acuerdo con Hitler era la única esperanza para
Checoslovaquia y para Rusia. Y comenzó a injuriar a Stalin. Los checos enviaron
informes sobre ello al Kremlim, y eso fue el fin de Tujachevski... y de muchos
de sus partidarios" (Citado en Harpal Brar, Perestroika, published
by Harpal Brar, London 1992, p. 161).
Robert
Coulondre era embajador de Francia en Moscú entre 1936-38. En sus Memorias,
evoca el terror de la Revolución francesa que, en 1792, aplastó a la aristocracia
y preparó al pueblo francés para la guerra contra los Estados reaccionarios
europeos. En aquella época, los enemigos de la revolución francesa, y sobre
todo Inglaterra y Rusia, habían interpretado el terror francés revolucionario
como un signo precursor del hundimiento del régimen. No obstante, sucedió lo
contrario. "Lo mismo -dice Coulondre-, pasa hoy con la revolución
soviética". "Poco después del arresto de Tujachevski, el ministro de
Lituania, que estaba ligado a varios dirigentes bolcheviques, me dijo que el
mariscal, irritado por las trabas que le ponía el Partido comunista al
desarrollo de la potencia militar rusa, sobre todo a una buena organización del
Ejército, había tomado la cabeza de un movimiento que tenía como objetivo
yugular al Partido e instituir una dictadura militar. (...) Mi correspondencia
puede testimoniar que di al 'terror soviético' su sentido verdadero. No se
puede llegar a la conclusión -no he cesado de repetirlo- de que o el régimen se
hace fiable o de que las fuerzas rusas se agotan. Por el contrario, es la
crisis de crecimiento de un país en desarrollo rápido" (Coulondre Robert, De
Stalln a Hitler, Ed. Hachette, 1950, p.82-84).
Churchill
describió en sus Memorias cómo Hitler había prometido a Benés, Presidente de
Checoslovaquia, respetar la integridad de su país, a condición de que se
comprometiera a ser neutral en caso de guerra franco-alemana. "Durante el
otoño de 1936, el Presidente Benés recibió un mensaje de una alta personalidad
militar alemana, informándole de que si quería beneficiarse de los
ofrecimientos de Hitler, sólo debía darse prisa, porque muy pronto iban a pasar
acontecimientos importantes en Rusia que permitirían a Alemania
"prescindir" de la ayuda de los checos. Mientras que Benés meditaba
sobre el sentido de esta alusión inquietante, supo que el gobierno alemán
estaba en contacto con importantes personalidades rusas por el canal de la
embajada soviética en Praga. Esto formaba parte de lo que se llamó la
conspiración militar y el complot de la vieja guardia comunista, que apuntaba a
la destitución de Stalin y a introducir en Rusia un nuevo régimen cuya política
tenía que ser pro-alemana. Poco después, fue practicada en la Rusia soviética
una despiadada purga, sin duda útil, que depuró a los medios políticos y
económicos. (...) El Ejército ruso también fue purgado de elementos
pro-alemanes y su valor militar se ha resentido cruelmente. El gobierno
soviético, en lo sucesivo, estará más prevenido contra Alemania. Entiendo bien
que Hitler lee muy claro los acontecimientos, pero, por todo lo que yo se, los
gobiernos británico y francés no han sido suficientemente informados de lo que
pasaba. Para M. Chamberlain, como para los estados mayores británico y francés,
la depuración de 1937 aparece sobre todo como el episodio de una rivalidad que
desgarra al Ejército ruso, y les da la imagen de una Unión Soviética cortada en
dos por odios y venganzas inexplicables" (Churchill, La Segunda Guerra
Mundial, Círculo de bibliografía, 1965, vol. I, p.295-296).
El
trotskista Deutscher raramente pierde la ocasión para denigrar a Stalin. Por lo
tanto, aunque afirma que en la base de los procesos de Moscú, sólo hay una
"conspiración imaginaria", se ve obligado a escribir a propósito de
la ejecución de Tujachevski: "Todas las versiones no estalinianas
concuerdan sobre un punto: los generales proyectaban un golpe de Estado. Lo
hacían por razones personales y sobre su propia iniciativa, sin haberse
concertado antes con ninguna potencia extranjera. El episodio de este golpe de
Estado debía ser una revuelta contra el palacio del Kremlin y debía acabar con
el asesinato de Stalin. Una operación militar decisiva estaba igualmente
proyectada fuera del Kremlin, la toma por asalto del cuartel general de la GPU.
Tujachevski era el alma de la conspiración. (...) Era pues él solo, de todos
los jefes militares y civiles de la época, el que, por muchas consideraciones,
se parecía al Bonaparte original y que habría podido jugar un papel de Primer
Consul ruso. El comisario político en jefe del ejército, Gamarik, que más tarde
se suicidó, formaba parte del complot. El general Yakir, comandante de
Leningrado, debía asegurar la cooperación de la guarnición. Los generales
Uborevirch, comandante de la Academia militar de Moscú, Primatov, adjunto de
Budionny a la cabeza de la caballería, y algunos otros, estaban comprometidos
en el complot" (Deutscher: Stalin éd. Gallimard. 1973, p.385-386).
Deutscher, anticomunista consecuente, hasta cuando acepta la verdad del complot
de Tujachevski, se da prisa en subrayar las "buenas intenciones" de
los organizadores del complot, que querían "salvar al ejército y al país
de la locura terrorífica provocada por las purgas" y asegura a sus
lectores que Tujachevski no se movía "en interés de Alemania"...
(Deutscher, p.10). El nazi León Degrell, en un escrito de 1977, hace referencia
al caso Tujachevski en estos términos: "¿Quién en la Francia de la
Revolución, pudo haber pensado, durante los crímenes del Terror, que surgiría,
poco después, un Bonaparte que enderezaría, con su puño de hierro, la Francia
caída al fondo del abismo? ¡Algunos años más, y este Bonaparte estuvo próximo a
crear una Europa unida!" "Un Bonaparte ruso también pudo surgir. El
joven mariscal Tujachevski que Stalin mató bajo los consejos de Benés, tenía
esa talla en 1937" (Narvaez Luis, Degrell me ha dicho, Faceta de
Degrell, Ed. de Baucens, Bruselas, 1977. p.360-361). Reproducimos también la
opinión de Molotov, el único miembro del Buró Político de 1953 que, con
Kaganovitch, no ha renegado jamás de su pasado revolucionario. En el curso de
los años 80, recordando la situación del año 1937, cuando la depuración se puso
en marcha "Reinaba una tensión extrema. Durante este período, era
necesario actuar sin la más mínima piedad. Creo que estaba justificado. Si Tujachevski,
Yakir y Zinoviev hubiesen lanzado sus operaciones en tiempos de guerra, hubiese
habido una lucha extremadamente dura, el número de víctimas habría sido
colosal. íColosal! Los dos lados habrían estado condenados al desastre. Tenían
alianzas que se remontaban hasta con Hitler. Y lejos, Trotski tenían lazos
parecidos. No podíamos tener dudas. Hitler era un aventurero y Trotski también,
los dos tenían rasgos parecidos. Y los derechistas, Bujarin y Rykov, estaban
unidos a ellos. Y, seguro, otros muchos dirigentes militares". (Tchuchev
Félix, Ciento cuarenta conversaciones con Molotov Ed. Terra, Moscú, 1991
(en ruso), p.413).
La
tendencia militarista y bonapartista
En
un estudio financiero del ejército americano y realizado en el marco de la Rand
Corporation, Román Kolkowicz analizó, desde el punto de vista reaccionario
reinante en los servicios de Inteligencia militar, las relaciones entre el
Partido y el Ejército en la Unión Soviética. Es interesante hacer notar como
defiende todas las tendencias al profesionalismo, al apoliticismo, al
militarismo y a los privilegios que se desarrollaron, desde los años 20, en el
seno del Ejército Rojo. Y, está claro que Kolkowicz echa la culpa a Stalin por
haber reprimido estas tendencias burguesas y militaristas.
Después
de haber descrito como Stalin ha definido, en el curso de los años 20, el
estatuto del Ejército en la sociedad socialista, Kolkowicz escribe: "El
Ejército Rojo salió de este proceso como un agregado de la élite del Partido en
el poder; se les prohibía a los oficiales su entera autoridad, necesaria para
practicar la profesión militar; estaban vigilados en un estado permanente de
incertidumbre sobre su carrera y la comunidad militar, que tiende a la
exclusividad, era mantenida abierta a la fuerza, gracias a un sistema elaborado
de control y de adoctrinamiento". "Stalin comenzó un programa masivo
para asegurar armas al Ejército soviético, equipos y una logística moderna,
pero le faltó preocuparse por la tendencia de los militares hacia el elitismo y
la exclusividad, una propensión que crece con su renacimiento profesional. Esta
desconfianza era tan dominante que en el momento en que el peligro inminente de
guerra se presentaba en Europa, Stalin golpeó a los militares durante las
purgas masivas de 1937. (...) Encerrados por todos los lados por la policía
secreta, los órganos políticos y las organizaciones del Partido y del Komsomol,
la libertad de acción de los militares se encontraba severamente
limitada".
Es
interesante anotar lo que el Ejército americano "detesta" más del
Ejército Rojo: la formación política ("adoctrinamiento") y el control
político (por los órganos políticos, el Partido, el Komsomol y la Seguridad del
Estado). En revancha, el Ejército americano ve con buenos ojos las tendencias a
la autonomía y a los privilegios de los oficiales superiores
("elitismo") y el militarismo ("la exclusividad").
Las
Purgas son analizadas por Kolkowicz como una etapa en la lucha del Partido,
dirigida por Stalin contra las tendencias "profesionalistas" y bonapartistas
entre los oficiales superiores. Estas corrientes burguesas sólo se han podido
imponer después de la muerte de Stalin. "Con la muerte de Stalin y la
división en el seno de la dirección del partido que le siguió, los mecanismos
de control se fueron debilitando y los intereses y valores propios de los
militares se expresaban abiertamente. En la persona del mariscal Zhukov,
amplios sectores del ejército encontraron su portavoz. Zhukov logró
desembarazar a la élite militar del control "invasor" de los órganos
políticos; introdujo una estricta disciplina y la separación de los grados
militares y pidió la rehabilitación de los dirigentes militares depurados y el
castigo de los que les habían atormentado" (Roman Kolkowicz, The soviet
military and the communist party, Princeron University Press. 1967,
p.343-344). Zhukov fue el brazo armado de Khruschev durante los dos golpes de
Estado en 1953 (el proceso Beria) y en 1957 (el proceso
Molotov-Malenkov-Kaganovitch).
Vlassov
Pero,
¿no es aberrante suponer que generales del Ejército Rojo hayan podido tomar en
consideración el colaborar con Hitler? Si no eran buenos comunistas estos
militares, al menos ¿no eran ni nacionalistas?
A
estas preguntas, respondemos en primer lugar por una contra-pregunta: ¿por qué
esta hipótesis es más aberrante en la Unión Soviética que en Francia, por
ejemplo? El hundimiento del capitalismo en la URSS y la dura lucha de clases
contra la burguesía, ¿no constituían para todas las fuerzas nostálgicas de la
libre empresa, motivo suplementario para colaborar con el "capitalismo
dinámico" alemán? El mariscal Pétain, el vencedor de Verdún, ¿no era,
acaso el símbolo del patriotismo francés? El general Weygand y el almirante
Darlan, ¿no eran los defensores encarnizados del colonialismo francés? No
obstante, llegaron a ser personajes clave del colaboracionismo francés.
Y
la guerra mundial, ¿no ha demostrado que esta misma tendencia existía
completamente entre ciertos oficiales soviéticos?
El
general Vlassov jugó un papel importante en la defensa de Moscú, en 1941. Hecho
prisionero en 1942 por los alemanes, se pasó a su lado. Pero fue sólo el 16 de
septiembre de 1944, después de una entrevista con Himmler, cuando recibió la
autorización oficial de crear su "Ejército de Liberación Ruso", mientras
que ya en 1943 había formado su primera división. Otros oficiales prisioneros
se pusieron también al servicio de los nazis, de los que damos a continuación
sus nombres.
El
mayor general Trukhin, jefe de la sección operacional del Estado Mayor de la región
del Báltico, profesor de la Academia del Estado Mayor general. EI mayor general
Malychkin jefe del Estado Mayor del 19° Ejército. El mayor general
Blagovechtchenski, comandante de brigada; Chapovalov, comandante de tiradores,
y Meandrov. El comisario de brigada Jilenkov, miembro del Consejo militar de la
32° Ejército. Los coroneles Maltzev, Zvérev, Nérianin y Buniatchecho,
comandantes de la 389° división blindada. El capitán Bytchkov y el comandante
Domanov (Tiempos Nuevos, n° 43, 1990, p.36-39).
Para
justificar su deserción al lado de los nazis, Vlassov publicó la carta abierta:
¿Por qué me he comprometido en la lucha contra el bolchevismo? Lo que
dice en la carta es extremadamente instructivo.
En
primer lugar, su crítica del régimen soviético se parece como dos gotas de agua
a las difundidas tanto por Trotski, como por la derecha occidental. "Veía
que el obrero ruso llevaba una vida penosa, que los campesinos habían estado
metidos por la fuerza en los koljoses, que millones de rusos desaparecían,
detenidos sin ninguna forma de proceso. (...) El sistema de los comisarios
desmantelaba al Ejército Rojo. La irresponsabilidad, la vigilancia, el
espionaje hacían del mando un juguete en las manos de los funcionarios del
partido tanto de civil como con uniforme. (...) Millares de los mejores
comandantes, incluyendo los mariscales, han sido detenidos y fusilados".
Se notará en este propósito, que Vlassov era partidario del ejército
profesional, celoso de la autonomía militar, de deshacerse del control del
Partido, exactamente como lo quería el estudio del Ejército americano que hemos
citado más arriba.
Después
Vlassov explica cómo su derrotismo lo ha llevado a unirse a los nazis. Veremos
más adelante que la propaganda derrotista había sido llevada con
encarnizamiento por Trotski y los trotskistas. "Veía que la guerra estaba
a punto de perderse por dos razones: a causa del rechazo del pueblo ruso a
defender el poder bolchevique y al sistema de violencia que había creado, y a
causa de la dirección irresponsable del Ejército". Finalmente, con el
lenguaje "anticapitalista" utilizado por los nazis, Vlassov
explica... que la Nueva Rusia debe integrarse en el sistema capitalista e
imperialista europeo. "(Es necesario) construir una Rusia Nueva, sin bolcheviques
y sin capitalistas. (...) Los intereses del pueblo ruso se han sabido siempre
armonizar con los del pueblo alemán, con los intereses de todos los pueblos de
Europa. El bolchevismo ha aislado al pueblo ruso de Europa con un muro
impenetrable" (Tiempos Nuevos, n° 43, 1990, p.36-39).
Soljenitsin
Queremos
abrir aquí un breve paréntesis sobre la obra de Soljenitsin.
En
1989, el periódico belga de la IV Internacional trotskista aconsejaba a sus
jóvenes lectores que quisieran familiarizarse con los "horrores" del
estalinismo, la lectura de dos autores: Soljenitsin y Conquest. Tres años más
tarde, hemos encontrado en el periódico del partido fascista "Vlaams
Blok" un artículo consagrado al comunismo. Se podía leer que ningún hombre
sensato podía reclamarse del comunismo, después de que Soljenisin y Conquest
nos han revelado toda la verdad sobre la barbarie inherente a ese sistema...
La
construcción del socialismo, que encarnaba los intereses de la gran mayoría de
la población soviética, ha debido realizarse a través de luchas muy
encarnizadas contra un cinco a un diez por ciento de lapoblación de
explotadores del viejo régimen y de los que sufrían la influencia de las
antiguas y nuevas fuerzas reaccionarias. De toda la población sólo de un 5 a un
10% se oponían al socialismo de forma consecuente, en total unas 8 o 10
millones de personas... La industrialización socialista, la colectivización de
la agricultura, la revolución cultural, la depuración y finalmente la
resistencia antifascista, han sido cinco batallas de una envergadura histórica,
que han opuesto a las masas obreras y trabajadoras de un lado y a las antiguas
clases explotadoras y al imperialismo del otro.
El maestro de todas estos "pintores" es Soljenitsin, la
voz autorizada del 5% de zaristas, especuladores, kulaks, mafiosos y de
futuros vlassovianos. Una frase resume a su panfletario El Archipiélago
Gulag, obra maestra de este contrarrevolucionario irreductible:
"Decidme, ¿Stalin pertenece al movimiento comunista universal?
Porque, según yo, no se eleva más allá del Código criminal. ¿Es que los
pueblos del mundo entero se acuerdan de él con afecto? Mas, no aquellos
que enterró, a quienes ha hecho marchar con el látigo" (Soljenitsin, Archipiélago,
1974, Tomo I, p.312). Soljenitzin, literato zarista, vivió un dilema cruel durante |
él |
Aceptemos por un instante la hipótesis
de que unos 15 millones de personas experimentaron, de una u otra forma, la
represión en el curso del gigantesco seísmo humano de los años treinta y
cuarenta en la Unión Soviética. Todo el abanico de los adversarios del
socialismo, desde Hitler a Bush, han pintado con brocha gorda la suerte
miserable y los sufrimientos intolerables de los que fueron reprimidos por el
socialismo naciente.
ococupación nazi. Como chovinista, detestaba a los invasores alemanes.
Pero, aborrecía al socialismo con una pasión bastante más feroz. También tuvo
tiernos pensamientos hacia el general Vlassov, el más célebre de los
colaboracionistas nazis. Si Soljenitsin lamentaba sólo algo, el coqueteo de
Vlassov con Hitler, proclamó ardorosamente su odio hacia el bolchevismo. ¿El
general Vlassov colaboró con los nazis después de ser hecho prisionero?
Soljenitsin se esfuerza por explicar y justificar su traición. Y escribió:
"Cierto, ¡ha habido traición a la patria! Cierto, ha habido un abandono
pérfido y egoísta. Pero por parte de Stalin: impericia e incuria en la
preparación de la guerra, desconcierto y cobardía en su mando, sacrificio
absurdo de ejércitos y de cuerpos de ejército, con el único fin de salvar su
uniforme de mariscal. ¿Hay una traición más amarga por parte de un comandante
supremo?" (Archipiélago, T-I p.187).
¿Hubo
rusos que se alistaron en el ejército nazi para combatir al pueblo soviético?
Pero -dice Soljenitsin-, ¡fue el régimen criminal de Stalin quien los empujó!
"Sólo en última extremo, en el colmo de su desesperación, el odio
insaciable hacia el régimen soviético, les condujo a las "unidades
Vlassov" (Idem, p.189) Por otra parte, dice Soljenitsin, los
colaboracionistas eran más anticomunistas que pro-nazis. "Sólo fue en el
otoño de 1944 que se empezaron a constituir las divisiones vlassonianas
integralmente rusas. El primero y el último actos de independencia de estas
divisiones Vlassov fue la de asestar un golpe... ¡a los alemanes! Vlassov dio
la orden a sus divisiones de pasarse al lado de los checos sublevados"
(Idem, p.191). Fábula que ha sido repetida por todos los criminales nazis de
los diferentes países: ¡cuando los fascistas alemanes estaban en vísperas de su
derrota, todos sus colaboradores han "descubierto" su vocación
"nacional e independiente" y han recordado su "oposición" a
los alemanes, para encontrar protección bajo las alas protectoras del
imperialismo USA!
Soljenitzin
no reprocha a los alemanes que fueran fascistas, incluso que fueran fascistas
bestiales y miopes. Si hubiesen sido inteligentes, los nazis alemanes habrían
reconocido el valor de sus hermanos de armas rusos y les hubiesen dado una
cierta autonomía. "Con una miopía y un engreimiento obtuso, los alemanes,
a los nuestros (a los vlassovianos) sólo les permitieron morir por el Reich,
sin permitirles pensar en un destino ruso independiente" (Idem, p.193).
Cuando
la guerra aún causaba estragos y el nazismo estaba lejos de ser derrotado
definitivamente, ¡Soljenitsin empezaba ya a preocuparse por la suerte
"humana" de los criminales vlassovianos detenidos! Describe una
escena después de la limpieza de una bolsa nazi en territorio soviético.
"Apercibí a un hombre a pie vestido con un pantalón alemán, arqueado,
desnudo, la cara, el pecho, los hombros y la espalda todo ensangrentado. Se
expresaba en un ruso sin acento, me llamaba para que le ayudase. Un sargento le
hacía avanzar delante de él a golpes de látigo. Pues bien, tuve miedo de
defender a este vlassoviano contra el sargento de las Sección especial. (...)
Esta imagen ha quedado para siempre grabada en mis ojos. Porque es casi el
símbolo del Archipiélago Gulag, con el que podría ilustrar la portada de este
libro" (Idem, p.189190). Deberíamos agradecerle a Soljenitsin esta
confesión desconcertante: ya que el hombre que encarnaba mejor a los
"millones de víctimas del estalinismo", ¡era precisamente un
colaborador de los nazis!
Una
organización clandestina anticomunista en el Ejército Rojo
En
general, las depuraciones en el Ejército Rojo son presentadas como actos de
represión ciega, marcados por la locura y la arbitrariedad; estos procesos
habrían sido montados pieza a pieza, de manera diabólica, solo para asegurar la
dictadura personal de Stalin.
¿Qué
hay de ello en realidad? Un ejemplo concreto y excesivamente interesante
permite captar ciertos aspectos esenciales. Un coronel del Ejército soviético,
G.A. Tokaiev, se pasó a los ingleses en 1948. Escribió un libro titulado Camarada
X, verdadera mina de oro para el que busca captar la complejidad de la
lucha en el seno del partido bolchevique (Tokaiev G. A: Camarada X,
Harvill Press, Londres, 1956). Ingeniero en mecánica especialista en
aeronáutica, Tokaiev fue, de 1937 a 1948, secretario político de la mayor rama
del Partido en la Academia de las Fuerzas Aéreas Zhukosski. Estaba, pues, entre
los cuadros superiores (Tokaiev, p.84). Cuando entró en el Partido en 1931, con
22 años, Tokaiev era ya miembro de una organización anticomunista clandestina.
¡A cuya cabeza se encontraba un oficial superior del Ejército Rojo, miembro
influyente del C.C. del Partido bolchevique! El grupo de Tokaiev tenía
conferencias secretas, adoptaba resoluciones y enviaba emisarios a todas las
partes del país.
A
través de su libro, desarrolla las ideas políticas de su grupo clandestino. Aún
teniendo en la cabeza los recientes desarrollos en la Unión Soviética, la
lectura de los principales puntos del programa adoptado por esta organización
anticomunista clandestina nos permite formular la conclusión siguiente: el
programa anticomunista, adoptado por los conspiradores en 1931-1941, y por el
cual corrían el riesgo de ir a parar a un piquete de ejecución en caso de ser
descubiertos, este mismo programa salió del armario y fue enarbolado como un
estandarte desde 1985 por el nuevo secretario general del partido, el señor
Gorbachov...
Pero,
examinemos todo esto de más cerca. Tokaiev se presenta en primer lugar como
"un liberal y demócrata revolucionario" (Tokaiev, p.1). "Éramos
-afirma él- enemigos de todo aquel que pensase dividir el mundo en
"nosotros" y "ellos", en comunistas y anticomunistas"
(Tokaiev, p.5).
El
grupo Tokaiev "proclama el ideal de la fraternidad universal" y
considera al cristianismo "como uno de los grandes sistemas de valores
humanos universales" (Tokaiev, p.220).
El
grupo Tokaiev era partidario del régimen burgués instalado por la revolución de
Febrero. "La revolución de Febrero representaba al menos un fulgor de
democracia que indicaba una fe latente en la democracia entre los hombres de la
calle" (Tokaiev, p.75).
En
el grupo de Tokaiev, se hacía circular un periódico de los mencheviques en el
extranjero Sozialistichesky Vestnik, y el libro del menchevique G.
Aaronson El alba del terror Rojo (Tokaiev, p.8). Tokaiev reconoce el
parentesco de su organización y la socialdemocracia internacional. "El
movimiento democrático revolucionario está próximo a los socialistas
democráticos. He trabajado en estrecha cooperación con muchos socialistas convencidos,
como Kurt Schumacher. Hombres como Attlee, Bevin, Spaark y Blum significaban
mucho para la humanidad" (Tokaiev, p.45).
Tokaiev
luchaba también, por los "derechos del hombre", ¡de todos los
anticomunistas, claro!. "A nuestros ojos, no había tarea más urgente e
importante para la URSS que la lucha por los derechos del hombre, del
individuo" (Tokaiev, p.15). El multipartidismo y la división de la URSS en
repúblicas independientes eran los dos puntos esenciales del programa de los
conspiradores.
El
grupo de Tokaiev, en donde la mayoría de sus miembros eran aparentemente
nacionalistas de la región del Cáucaso, basaban su acuerdo con un plan de
Yenukidze que "ambicionaba la destrucción del estalinismo hasta sus raíces
y reemplazar a la URSS reaccionaria de Stalin por una "unión libre de
pueblos libres". El país sería dividido de golpe en diez regiones
naturales: los Estados Unidos del Cáucaso del Norte; la República Democrática
Ucraniana, la República Democrática de Moscú, de
Siberia,
etc." (Tokaiev, p.21).
En
el curso del año 1939, estudiaban un plan para derribar al gobierno de Stalin.
El grupo Tokaiev se preparó para "buscar un apoyo exterior, en particular
de la II Internacional, y de elegir una nueva Asamblea Constituyente cuya
primera medida sería poner fin al sistema de partido único" (Tokaiev,
p.160).
El
grupo clandestino de Tokaiev se empeñó en una lucha a muerte contra la
dirección del Partido. "En el curso del verano de 1935, nosotros los
opositores, militares y civiles, nos dábamos plena cuenta de que nos habíamos
metido en una lucha a muerte" (Tokaiev, p.17).
En
fin, Tokaiev es de la opinión que Inglaterra "es el país más libre y más
democrático del mundo" (Tokaiev, p.189). Y sobre la Segunda Guerra
mundial: "Mis amigos y yo mismo éramos grandes admiradores de los
EE.UU." (Tokaiev, p.274). Es bastante asombroso ver que, tenemos ahí, casi
punto por punto, el programa del señor Gorbachov. A partir de 1985, las ideas
que defendían entre 1931-1941 las organizaciones anticomunistas clandestinas, han
aflorado a la cabeza del Partido. Gorbachov ha denunciado la división del mundo
entre socialismo y capitalismo y se ha convertido a los "valores
universales". El acercamiento con la socialdemocracia, Gorbachov la
predicó abiertamente a partir de 1986. El multipartidismo fue una hecho en la
URSS en 1989. Lo que la Revolución de Febrero había aportado a Rusia como
"la esperanza democrática", Eltsin acaba de recordárselo al señor
Chirac. La transformación de "la Unión Soviética reaccionaria" en una
Unión de Repúblicas libres, ha sido realizada...
¿Quiénes
formaban parte del grupo clandestino de Toka'iev?
Se
trataba esencialmente de oficiales del Ejército Rojo, a menudo de jóvenes
oficiales salidos de las Academias militares. Y su jefe -del que no citaron nunca
su nombre verdadero-, el "Camarada X", era un oficial superior,
miembro del Comité Central a lo largo de los años treinta y cuarenta.
Riz,
capitán-teniente en las Fuerzas Navales, fue el jefe del movimiento clandestino
en la Flota del mar Negro. Cuatro veces expulsado del Partido y cuatro veces
readmitido (Tokaiev, p.6).
El
general Osepyan -ivicejefe de la Administración política de las Fuerzas
Armadas!-, y Alksnis estaban entre los principales responsables de la
organización clandestina. Todos ellos muy ligados al general Kashirin. Estos
tres últimos fueron detenidos y ejecutados en el proceso Tujachevski (Tokaiev,
p.118). Algunos otros nombres: El teniente coronel Gai, muerto en 1936. El
coronel Kosmodemyansky que "había iniciado una tentativa heroica demasiado
prematura para hundir a la oligarquía de Stalin" (Tokaiev, p.215). El
coronel-general Todorsky, jefe de la Academia Zhukovsky y Smolensky, comisario
de división, vicejefe de la Academia, responsable de los asuntos políticos (Tokaiev,
p.28).
En
Ucrania, el grupo se apoyaba en Nikolai Generalov, al que Tokaiev reencontró en
1931 durante una reunión clandestina en Moscú, y en Lentzer. Los dos fueron
detenidos en Dniepropetrovst en 1936 (Tokaiev, p.9 y 47).
Katya
Okman, la hija de un viejo bolchevique, que entró en conflicto con el Partido a
principios de la revolución, y Klava Yeryomenko, ucraniana, viuda de un oficial
de la aviación naval de Sebastopol, aseguraban los contactos a través de todo
el país. Cuando la depuración del grupo de Bujarin (el "desviacionismo de
derecha") y del mariscal Tujachevski, la mayor parte del grupo de Tokaiev
fue detenido y fusilado. "Los círculos próximos al "Camarada X"
fueron casi completamente diezmados. La mayor parte detenidos en relación a la
'desviación derechista' " (Tokaiev, p.84).
Nuestra
situación, dice Tokaiev, era trágica. Uno de los cuadros, Belinsky, remarcó que
nos estábamos equivocando creyendo que Stalin era un incapaz que no podría
realizar jamás la industrialización y el desarrollo cultural. Riz le replicó
que estaba equivocado, que de lo que se trataba era de una lucha de
generaciones y que lo que había que hacer era prepararse para el después de
Stalin..." (Tokaiev, p.75) Siendo ellos mismos una plataforma
anticomunista, la organización clandestina de Tokaiev mantenía estrechos
contactos con las fracciones de los "comunistas-reformistas" en el
seno de la dirección del Partido.
En
junio de 1935, Tokaiev fue enviado al Sur. Nos hace en su libro algunas
revelaciones a propósito de Yénukidze y de Shédboldayev, dos bolcheviques
"estalinistas", considerados corrientemente como víctimas típicas de
la arbitrariedad de Stalin. "Una de las tareas era intentar prevenir un
ataque contra ciertos dirigentes de la oposición del mar de Azov, del mar Negro
y del Cáucaso Norte, en donde el jefe era B.P. Sheboldayev, el Primer
secretario del Comité del Partido y miembro del Comité Central. Nuestro
movimiento no estaba completamente de acuerdo con el grupo
Sheboldayev-Yenukidze, pero sabíamos lo que hacían y el "Camarada X"
consideraba que era nuestro deber revolucionario ayudarles en un momento de
riesgo. Teníamos nuestras divergencias sobre detalles, pero se trataba de
hombres valientes y honorables, que en muchas ocasiones habían salvado a miembros
de nuestro grupo, y que tenían una suerte considerable en acertar"
(Tokaiev, p.6). En 1935 "mis contactos personales me daban la posibilidad
de tener acceso a ciertos documentos muy secretos del Servicio Central del
partido y que informaban sobre "ABU" Yenukidze y su grupo. Los
papeles nos ayudaron a descubrir lo que los estalinistas sabían sobre todos los
que trabajábamos contra ellos" (Tokaiev, p.17). "Yenukidze era un
comunista convencido pero del ala derecha. En los años 30, era probablemente el
hombre más animoso en el Kremlin. El conflicto abierto entre Stalin y Yenukidze
databa, de hecho, de la ley del 1° de diciembre de 1934, que siguió
inmediatamente al asesinato de Kirov" (Tokaiev. p.18). "Yenukidze
toleraba, bajo mano, a un puñado de hombres que eran técnicamente eficaces y
útiles a la comunidad, pero que eran anticomunistas" (Tokaiev, p.20).
Yenukidze
fue puesto en residencia vigilada a mediados de 1935. El teniente coronel Gai,
dirigente de la organización de Tokaiev, organizó su huida. En Rostov sobre el
Don, tuvieron una reunión con Sheboldayev, Primer secretario del Comité del
Partido de la región Azov-Mar Negro, con Pivovarov, el presidente del Soviet de
la región y con Larin, el Primer ministro. Después Yenukidze y Gai continuaron
hacia el sur, pero fueron sorprendidos por la KGB cerca de Bakú. Gai mató a dos
hombres y después se suicidó" (Tokaiev, p.22).
El
segundo grupo de oposición con el que la organización Tokaiev tuvo encuentros
fue el de Bujarin. Sus relaciones han sido descritas más arriba. Tokaiev afirma
que su grupo mantenía contactos estrechos con otra fracción que estaba en la
cabeza del Partido, la del Jefe de la Seguridad, Yagoda."Conocíamos el
poder del jefe de la NKVD, Yagoda, en su papel, no de servidor, sino de enemigo
del régimen" (Tokaiev, p.7). Tokaiev dice que Yagoda protegió a muchos de
sus hombres que estuvieron en peligro. Cuando la detención de Yagoda, todos los
lazos del grupo Tokaiev con la dirección de la Seguridad se perdieron. Para su
movimiento clandestino, fue un golpe muy duro... "El NKVD, ahora dirigido
por Ejov, daba pasos adelante. El Buró Político restringido había penetrado las
conspiraciones del grupo Yenukidze-Sheboldayev y el grupo Yagoda-Zelinsky, y
había roto los contactos de la oposición con las instituciones centrales de la
policía política." "Yagoda fue despedido del NKVD y perdimos un
eslabón importante para nuestro servicio secreto de oposición" (Tokaiev,
p.63).
¿Cuales
eran las intenciones, los proyectos y las actividades del grupo Tokaiev?
"Mucho
antes de 1934 -dice Tokaiev-, nuestro grupo tenía el proyecto de asesinar a
Kirov y a Kalinin, Presidente de la Unión Soviética. Finalmente, fue otro grupo
quien ejecutó la operación contra Kirov, un grupo con el cual estábamos en
contacto" (Tokaiev, p.2). "En 1934, hubo una conspiración para
comenzar una revolución deteniendo a todos los estalinistas reunidos en el
curso del XVII° Congreso del Partido" (Tokaiev, p.37). Una camarada del
grupo, Clava Yeryomenko, había propuesto, a mediados de 1936, matar a Stalin.
Conocía a oficiales de la guardia de Stalin. El "Camarada X" lo
rechazó, porque habían habido ya 15 tentativas sin éxito, que habían causado
numerosas pérdidas (Tokaiev, p.49). "En agosto de 1936 mi conclusión era
que deberíamos hacer preparativos inmediatos para una insurrección armada
general. Estaba seguro, en esa época, como lo estoy hoy en día, de que si el
Camarada X hubiese lanzado un llamamiento a las armas, habría tenido el apoyo
directo de muchos de los grandes hombres de la URSS. En 1936, Alknis, Yegorov,
Osepyan y Kashirin le hubiesen apoyado" (Tokaiev, p.48). Hay que remarcar
que todos estos generales fueron ejecutados como consecuencia de la
conspiración de Tujachevski. Tokaiev piensa que ellos tenía en 1936 suficientes
hombres en el Ejército como para realizar un golpe de Estado y de que con
Bujarin aún vivo, podría haber conseguido el apoyo de los campesinos. "Uno
de nuestros pilotos", dice Tokaiev, "había sometido al Camarada X y a
Alksnis y Osepyan su plan para bombardear el mausoleo de Lenin y el Buró
Político" (Tokaiev, p. 34). "El 20 de noviembre de 1936, en Moscú, el
"Camarada X", durante una reunión clandestina de 5 miembros, propuso
a Démocratov asesinar a Ejov durante el VIII° Congreso extraordinario de los
Soviets" (Tokaiev, p.64). "En abril de 1939, organizamos un congreso
de dirigentes de la oposición clandestina. Al lado de demócratas
revolucionarios, habían socialistas y militares de la oposición "de
derechas" (bujarinistas). Adoptamos por primera vez una resolución que
definía al estalinismo como un fascismo contrarrevolucionario, una traición
fascista a la clase obrera. La resolución fue inmediatamente comunicada a
personalidades eminentes del Partido y del gobierno y conferencias similares
fueron organizadas en otros centros. También evaluamos la suerte que podía
tener una insurrección armada contra Stalin en un futuro inmediato"
(Tokaiev, p.156). Se nota que el tema: "el bolchevismo es igual al
fascismo" ha quedado como un común denominador, desde los años 30, tanto
para todos los complotistas militares soviéticos, como para los trotskistas, la
socialdemocracia y también para la derecha católica occidental.
Poco
después, Tokaiev discute con un oficial superior del distrito militar de
Leningrado, llamado Smolninsky en la clandestinidad, de la posibilidad de un
atentado contra Jdanov (Tokaiev, p.156-157).
A
principios de 1941, algunos meses antes de la guerra, hubo otra reunión, en
donde los conspiradores discutieron la cuestión de un atentado contra Stalin en
caso de guerra. Finalmente, decidieron que no era oportuno. En primer lugar, no
tenían ya suficientes hombres para dirigir el país. Y, "en segundo lugar
-dice Tokaiev-, en este momento, las masas no nos hubiesen seguido"
(Tokaiev, p.160). Cuando estalló la guerra, la dirección del Partido propuso a
Tokaiev (que hablaba alemán) ir a dirigir la guerra de los partisanos detrás de
las líneas nazis. Los partisanos corrían, seguro, riesgos enormes. En este
momento, el "Camarada X" decidió que Tokaiev no debía aceptar:
"Debíamos, si era posible, quedarnos en los centros principales para estar
prestos a la toma del poder, en el caso de que el régimen de Stalin se
hundiese" (Tokaiev, p.183). "El 'Camarada X' estaba convencido de que
para Stalin era cuestión de todo o nada. El problema estaba en que no podíamos
considerar a Hitler como un libertador. Es el por qué, nos decía el
"Camarada X", debemos estar preparados para el hundimiento del
régimen de Stalin, pero no debemos hacer nada por debilitarlo." Este punto
de vista había sido discutido durante una reunión clandestina, el 5 de julio de
1941 (Tokaiev, p.188). Después de la guerra, en 1947, Tokaiev fue encargado de
discutir con el profesor alemán Tank, "especialista en aeronáutica, para
convencerlo de venir a trabajar a la URSS". "Tank estaba dispuesto a
trabajar sobre un avión de combate a reacción. Discutí este asunto con algunos
hombres clave. Participábamos de la idea, que era errónea, de creer que los
ingenieros aeronáuticos soviéticos no eran capaces de diseñar un bombardero a
reacción, y de que tampoco estaba entre los intereses del país el que ellos lo
hiciesen.
Según
nuestra opinión, la URSS no estaba realmente amenazada por enemigos exteriores.
Por esta razón, nuestros esfuerzos debían estar dirigidos hacia el
debilitamiento y no hacia el reforzamiento del imperialismo monopolista
soviético, con la esperanza de hacer posible una revolución democrática"
(Tokaiev, p.352). Tokaiev reconoce aquí que el sabotaje económico es un medio
de lucha por el poder. Estos ejemplos dan una idea de la actividad conspirativa
de este grupo militar clandestino, escondido en el propio seno del Partido
bolchevique, y de cómo sus supervivientes han podido ver sus
"ideales" reconocidos desde la llegada al poder de Khruschev, y
llevados hasta su realización completa por Gorbachov.
La
depuración de 1937-1938
La
depuración propiamente dicha fue decidida después de la puesta a punto de la
conspiración militar de Tujachevski. El descubrimiento de un complot en la
cabeza del Ejército Rojo, complot que tenía ligazones con fracciones
oportunistas del Partido, provocó un verdadero pánico.
Desde
hacia varios años, la dirección del Partido tenía la convicción de que la
guerra con el fascismo era inevitable. El hecho de que los más altos jefes del
Ejército Rojo y ciertos dirigentes del Partido elaborasen secretamente los
planes de un Golpe de Estado produjo un verdadero choc. Los dirigentes
bolcheviques tomaron conciencia de la gravedad del peligro interior y de sus
relaciones con el exterior.
Stalin
comprendió perfectamente que el enfrentamiento entre la Alemania nazi y la URSS
costaría millones de vidas soviéticas. La decisión de eliminar físicamente a la
5^ columna no era un signo de "paranoia del dictador", como afirmaba
la propaganda nazi, sino que mostraba la determinación de Stalin y del Partido
bolchevique de hacer frente al fascismo con una lucha a muerte. Eliminando a la
5° columna, Stalin salvó la vida de varios millones de soviéticos. De lo
contrario, estos muertos hubiesen sido el precio suplementario a pagar, en caso
de agresión exterior debido a los sabotajes, provocaciones y traiciones
interiores.
En
un capítulo anterior, hemos visto como la campaña contra el burocratismo en el
Partido, sobre todo a niveles de las estructuras intermedias, tomó en 1937 una
gran amplitud. En el curso del mismo año 1937, Yaroslavki atacó muy duramente
al aparato burocrático. Afirmaba que en Sverdlovsk, la mitad de los miembros de
los presídiums de las instituciones gubernamentales habían sido cooptados. El
Soviet de Moscú sólo se reunía una vez por año. Algunos dirigentes no conocían
ni de vista a sus subordinados. "Este aparato del Partido, que debería
ayudar al Partido, se interpone a menudo entre las masas del Partido y los dirigentes
del partido, reforzando, cada vez más, el alejamiento de los dirigentes de las
masas" (Getty, p.137).
Getty
escribió: "El Centro intentaba desencadenar una crítica contra el escalón
medio del aparato, por medio de los activistas de la base. Sin la sanción
oficial y la presión desde arriba, hubiese sido imposible para la base
organizar y mantener solos un movimiento parecido contra sus superiores
inmediatos" (Getty, p.155).
La
actitud burocrática y arbitraria de los hombres de los aparatos provinciales estaba
reforzada por el hecho de que estos últimos poseían virtualmente el monopolio
en el terreno de la experiencia administrativa. La dirección bolchevique
animaba a la base en su luchar contra las tendencias burocráticas y burguesas.
Getty dijo sobre ello: "El control popular desde abajo no era ingenuo; era
más bien una tentativa vana, pero sincera, de utilizar a los militantes de base
para hacer estallar a los aparatos cerrados de las regiones" (Getty,
p.162).
A
principios de 1937, un sátrapa como Rumiantsev, que dirigía la Región
Occidental, un territorio tan grande como un Estado europeo, no había podido
ser destronado por las críticas de la base. Fue cazado por arriba, por haber
estado ligado al complot militar, en tanto que próximo a Uborevich. "Las dos
corrientes radicales de los años 30 habían convergido en julio de 1937, y la
turbulencia que le siguió destruyó a la burocracia. La campaña de Jdanov para
hacer revivir al partido, y la caza a los enemigos de Ejov, se fusionaron para
crear un "terror populista" caótico que limpió al partido. (...) El
populismo antiburocrático y el terror policíaco destruyeron tanto a la
burocracia como a los burócratas. El radicalismo había dado la vuelta a la
máquina política y había destruido a la burocracia del partido" (Getty, p.
170171).
La
lucha contra la infiltración nazi y la conspiración militar se fusionó con la
lucha contra el burocratismo y los empecinamientos feudales. Hubo una
depuración revolucionaria desde arriba y desde abajo. La depuración comenzó por
una decisión-cuadro, firmada el 2 de julio de 1937 por Stalin y Molotov. Ejov
firmó enseguida las órdenes de ejecución, condenando a muerte a 75.950 personas
cuya hostilidad hacia el poder soviético era conocida: criminales de derecho
común, kulaks, contrarrevolucionarios, espías y elementos antisoviéticos. Los
casos debían ser examinados por una troika compuesta por el secretario del
Partido, el Presidente del Soviet local y el jefe de la NKVD. Pero, a partir de
septiembre de 1937, los responsables de la depuración a nivel regional y los
enviados especiales de la dirección introdujeron peticiones para aumentar la
cuota de los elementos antisoviéticos a ejecutar.
La
depuración se caracterizó a menudo por su ineficacia y anarquía. Hasta el punto
de ser detenido por la NKVD de Minsk, el coronel Kutsner que tomó el tren para
Moscú... ¡en donde recibió un puesto de profesor en la Academia Frunzé! Citando
los testimonios de Grigorenko y de Ginzburg, dos adversarios de Stalin, Getty
anota: "Una persona que sentía que su arresto era inminente, podía irse a
otra ciudad y, por regla general, evitaba así el arresto" (Getty, p.178).
Secretarios
regionales del Partido trataban de probar su vigilancia denunciando y
expulsando a un gran número de cuadros inferiores y miembros ordinarios (Getty,
p.178). Los opositores escondidos en el seno del Partido intrigaban para
expulsar a un máximo de cuadros comunistas locales. Sobre este propósito, un
oponente testimonió: "Intentamos expulsar a todos los militantes posibles
del Partido. Expulsamos a personas aún cuando no había ninguna razón para
hacerlo. Teníamos un sólo objetivo: aumentar el número de personas resentidas y
así aumentar el número de nuestros aliados" (Getty, p.177).
Dirigir
un país gigantesco, complejo y teniendo siempre grandes retrasos a recuperar,
era una tarea de una dificultad extrema. En los múltiples dominios
estratégicos, Stalin se concentraba en la elaboración de las líneas directrices
generales. Después confiaba la puesta en aplicación a uno de sus adjuntos. Así,
para poder aplicar las líneas directrices de la depuración, reemplazó a Yagoda
-un liberal que se había pringado en los complots de los opositores-, por un
viejo bolchevique de origen obrero, Ejov.
Pero,
después de tres meses de depuración dirigida por Ejov, empezaron a encontrarse
indicios de que Stalin no estaba satisfecho del desarrollo de la operación. En
octubre, Stalin intervino para afirmar que los dirigentes económicos eran
dignos de confianza. En diciembre de 1937, se celebró el vigésimo aniversario
de la NKVD. Un culto a la NKVD, "vanguardia del Partido y de la
revolución", se desarrollaba desde cierto tiempo en la prensa. Contra toda
lo esperado, Stalin no apareció en el mitin central. Hasta diciembre, tres
diputados comisionados de la NKVD fueron destituidos de sus funciones (Getty,
p.185).
En
enero de 1938, el C.C. publicó una Resolución sobre los desarrollos de la
depuración. En ella se afirmaba la necesidad de la vigilancia y de la represión
contra los enemigos y los espías. Pero, al mismo tiempo criticaba la
"falsa vigilancia" de ciertos secretarios del Partido que atacaban a
la base para proteger su propia posición. Empezaba así: "El pleno del C.C.
del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética estima que es necesario
llamar la atención de las organizaciones del Partido y a sus dirigentes sobre
el hecho de que, dirigiendo en lo esencial sus esfuerzos hacia la depuración de
sus filas de los agentes trotskistas y derechistas del fascismo, se cometen
errores y perversiones serias que impiden la depuración del Partido de los
agentes dobles, de los espías y saboteadores. A pesar de las directrices y de
las advertencias repetidas del C.C., las organizaciones del partido adoptan, en
numerosos casos, unas decisiones completamente erróneas, expulsan a comunistas
partidarios, con una ligereza criminal" (Resolutions..., editada
por McNeal, p.188). La Resolución señaló dos grandes problemas organizacionales
y políticos que hacían desviar la depuración: la presencia de comunistas que
buscaban únicamente hacer carrera y la presencia, entre los cuadros, de
enemigos infiltrados.
"Entre
los comunistas hay siempre un cierto número de carreristas que no han sido
descubiertos ni desenmascarados. Estos buscan ganar influencia y conseguir
promocionarse, recomendando expulsiones del Partido, reprimiendo a miembros del
Partido; buscando, al mismo tiempo, protegerse contra las acusaciones
eventuales de falta de vigilancia, reprimiendo de forma indiscriminada a
miembros del Partido. (...) Este género de comunistas-carreristas, siempre en
busca de favores, difunden de forma indiscriminada el pánico a propósito de los
enemigos del pueblo; durante las reuniones del Partido, están siempre prestos a
clamar a gritos la expulsión de miembros del Partido por razones formalistas o
sin razón alguna." "Además, en numerosos casos, estas
"denuncias" han sido asumidas por enemigos del pueblo camuflados,
saboteadores y agentes dobles, que montan -con el fin de crear provocación-
acusaciones calumniosas contra miembros del Partido, y bajo la apariencia de
"vigilancia reforzada", buscan la expulsión del Partido de comunistas
honestos y abnegados. Con ello, desvían los golpes sobre sus propias personas,
con el fin de retener las posiciones adquiridas en las filas del Partido. (...)
Con estas medidas represivas, pretenden golpear a nuestros cuadros bolcheviques
y crear una atmósfera enrarecida de sospechas en nuestras filas."
Ahora
queremos atraer la atención sobre una estafa criminal cometida por Khruschev.
En su Informe Secreto, consagró un capítulo entero a la denominada
"gran purga". "Sirviéndose de una fórmula de Stalin", dijo,
"provocadores se habían infiltrado en los órganos de la Seguridad"
que, junto a "carreristas sin conciencia" sembraban el terror. ¡El lector
se dará cuenta que estos son precisamente los dos tipos de elementos hostiles
contra los cuales Stalin ha puesto en guardia desde enero de 1938! Khruschev
pretende que estos provocadores y carreristas han podido servirse de las tesis
de Stalin "cuando más nos aproximamos al socialismo, más enemigos
tenemos", fórmula inventada en su totalidad por Khruschev (Lazitch,
op.cit, p.8). Sí, hubo comunistas castigados injustamente, se han cometidos
crímenes durante la depuración. Pero con una gran clarividencia, Stalin
denunció todo esto cuando la operación estaba en curso desde hacia seis meses.
¡Dieciocho años más tarde, Khruschev tomará como pretexto esos actos criminales
de los provocadores y carreristas, denunciados en la época por Stalin, para
denigrar la propia depuración y para calumniar a Stalin!
Volvamos
a la resolución de enero de 1938. Entre sus conclusiones, notemos esta:
"Ha llegado el momento de comprender que, la vigilancia bolchevique
consiste, sobre todo, en la capacidad de desenmascarar al enemigo, poco importa
su inteligencia o su astucia, poco importa cómo usa su cobertura, y nunca, en
las expulsiones indiscriminadas y "a la buena de Dios", de decenas y
centenares de personas, de cada uno de los que logran tocar." (...) Es necesario,
"poner fin a las expulsiones en masa del Partido de forma indiscriminada y
adoptar un acercamiento realmente individualizado y diferenciado en las
cuestiones de las expulsiones del Partido o de la reintegración de los
expulsados como miembros con plenos derechos." "(...) Es necesario,
"destituir de sus puestos y hacerlos responsables de sus actos a los
dirigentes del partido que expulsan a miembros sin verificar cuidadosamente
todos los materiales o que toman una actitud arbitraria hacia sus miembros"
(Idem, p.190-194).
Tokaiev
creía probable que fuesen los oponentes anticomunistas los que habían provocado
estos excesos durante la depuración para desacreditar y debilitar al Partido.
Sobre ello escribió: "El miedo a ser sospechosos de faltar a la
vigilancia, empujaba a los fanáticos locales a denunciar, no sólo a los
bujarinistas, sino también a los malenkovistas, a los ejovistas e incluso a los
estalinistas. Seguro que no es imposible que esto haya sido llevado a cabo por
los oponentes clandestinos (...) Beria, durante una reunión conjunta del Comité
Central y del Comité de Control, celebrada en 1938, declaraba que si Ejov no
era una agente nazi consciente, lo era involuntariamente, pues había
transformado los servicios centrales de la NKVD en un nido de agentes fascistas"
(Tokaiev, p.119). "Gardinashvili, uno de sus mejores contactos, tuvo una
conversación con Beria justo antes que éste último fuese nombrado jefe de la
policía. Gardinashvili preguntó a Beria si Stalin no veía el desconcierto
causado por las ejecuciones; no se daba cuenta de que el reino del terror había
sido llevado demasiado lejos y se convertía en antiproductivo; hombres
altamente emplazados se preguntaban si los agentes nazis no habían entrado en
la NKVD y utilizaban su posición para desacreditar a nuestro país. La réplica
realista de Beria fue que Stalin era muy consciente de todo ello, pero que
había una dificultad técnica: la pronta restauración de la normalidad en un
Estado, controlado centralmente, de las dimensiones de la URSS era una tarea enorme.
Además, existía el peligro real de guerra, y el gobierno debía mostrarse
prudente cuando se trataba de conceder libertades" (Tokaiev, p.101).
La
rectificación
El
11 de noviembre de 1938, Stalin toma una decisión categórica, para poner fin a
los excesos aparecidos en el curso de la depuración. "Las operaciones
generales llevadas a cabo para aplastar y destruir a los elementos enemigos
realizada por los órganos del NKDV entre 1937-38, cuando el procedimiento de
instrucciones y de juicios fue simplificado, no debía conducir a la aparición
de numerosos y graves defectos en el trabajo de los órganos del NKVD y de la
Fiscalía. Lo peor es que los enemigos del pueblo y los espías de los servicios
secretos extranjeros han penetrado en los órganos del NKVD tanto a nivel
central como local. Han intentado por todos los medios embrollar los informes
de instrucción. Estos agentes deforman conscientemente las leyes soviéticas,
proceden a arrestos masivos injustificados, al mismo tiempo que protegen a sus
acólitos, sobre todo a los que han podido introducir en los órganos de la
NKVD". "Los defectos absolutos e insoportables observados en el
trabajo de los órganos del NKVD y de la Fiscalía sólo han sido posibles porque
los enemigos del pueblo que han penetrado en los órganos de la NKVD y de la
Fiscalía, han utilizado todos los medios para separar el trabajo de los órganos
del NKVD y de la Fiscalía de los órganos del Partido, escapando al control y a
la dirección del Partido y facilitando así para ellos mismos y para sus
acólitos, la continuación de sus actividades antisoviéticas."
"El
Consejo de los Comisarios del Pueblo y el Comité Central del PC(b) de la URSS,
decide: 1°. Prohibir a los órganos del NKVD y de la Fiscalía efectuar toda
operación masiva de arrestos y de deportaciones. (...) El C.C. y el CC del
PC(b) previenen a todos los funcionarios del NKVD y de la Fiscalía de que, por
la menor infracción de las leyes soviéticas y de las directrices del Partido y
del Gobierno, cada empleado, fuera de toda consideración personal, será objeto
de persecuciones judiciales severas. V. Molotov, J. Stalin" (Novedades
de Moscú n° 26, 30 de junio 1992, p.15).
Hay
aún muchas controversias sobre el número de personas perjudicadas en el curso
de la Gran Purga. Esto ha sido siempre el sujeto predilecto para la
intoxicación nazi en principio y para la propaganda de la CIA después. Se puede
suponer a lo que estas calumnias llegarán ahora que los anticomunistas han
tomado el poder en la ex URSS. Según Rittersporn, en 1937-38, en el curso de la
Gran Purga, hubo 278.818 expulsiones del Partido, que fueron mucho menores que
en los años precedentes. En 1933, hubo 854.330 expulsiones; en 1934, se
contaron 342.294 y en 1935 su número fue de 281.872. En 1936, hubieron 95.145
(Rittersporn, p.26-27). Mientras tanto, hay que subrayar que el carácter de las
expulsiones fue completamente diferente en el curso de los diferentes períodos
vistos. En la "la gran purga" fueron principalmente cuadros. En los
años precedentes, elementos extraños a la causa comunista, criminales de
derecho común, borrachos y elementos indisciplinados, constituyeron la base de
los excluidos. Según Getty, de noviembre de 1936 a marzo de 1939, hubo al menos
180.000 expulsiones del Partido (Getty, p.176). Esta última apreciación tiene
en cuenta el número de militantes reingresados.
Desde
antes del pleno de enero de 1938, hubo 53.700 llamamientos contra las
expulsiones. En agosto de 1938, se habían registrado 101.233 nuevos
llamamientos. En este momento, sobre un total de 154.933 llamamientos, los
comités del Partido habían ya examinado 85.273, de los cuales el 54% habían
sido readmitidos (Getty, p.190). Nada demuestra mejor la falsedad de la
afirmación de que la depuración fue un terror ciego y sin paliativos,
organizado por un dictador irracional.
Conquest
pretende que hubieron de 7 a 8 millones de detenciones entre 1837-38. En este
momento, el número de obreros industriales no pasaba de 8 millones. Son
cifrados por Conquest "fundándose, esencialmente, por las memorias de
antiguos prisioneros, que afirman que del 4 al 5'5% de la población soviética
fue encarcelada o deportada" (Rittersporn, p.258). Se trata de cifras
fantaseadas, inventadas pieza a pieza por los enemigos del socialismo decididos
a dañar al régimen por todos los medios. Sus "estimaciones" no están
basadas sobre ningún material serio. "Por falta de datos materiales, todas
las estimaciones, sin excepción, no tienen valor, y es muy difícil no estar de
acuerdo con Brezezinski, cuando remarca que es imposible hacer estimaciones sin
errores de centenares de miles y hasta de millones" (Getty, p.258).
Queremos hacer aquí una pequeña incursión sobre el Gulag y abordar el problema
más general del número de personas encerradas y muertas en los campos de
trabajo correccionales. El nombre de Gulag significa administración principal
de los campos. Armado de todas las ciencias estadísticas y de exploración,
Robert Conquest ha hecho sabios cálculos: 5 millones internados en el Gulag al
principio de 1934; más 7 millones detenidos durante las purgas de 1937-38, esto
suman 12; es necesario deducir 1 millón de ejecutados y 2 millones de muertos
por causas diversas durante estos dos años. Esto suma exactamente 9 millones de
detenidos en 1939 "sin contar los de derecho común" (205).
Ahora,
conociendo la amplitud de la represión, Conquest se pone a contar cadáveres.
Entre 1939 y 1953, hubo una mortalidad anual media de "cerca del 10%.
Entonces, durante estos años, el número de detenidos y arrestados poco más o
menos estable, cerca de 8 millones. Lo que quiere decir que durante estos años,
12 millones de personas han sido asesinadas en el Gulags por el estalinismo.
Los hermanos Medvedev, esos "comunistas" de la escuela de
Bujarin-Gorbachov, por otra parte han confirmado, en lo esencial, estas cifras
reveladoras: "Viviendo Stalin, habían de doce a trece millones de personas
en los campos" Bajo Khruschev, que hizo "renacer las esperanzas de
democratización", las cosas iban mucho mejor, bien entendido: el Gulag no
habían mas que "dos millones de criminales de derecho común" (206).
Hasta
aquí, ningún problema. Todo iba bien en casa de nuestros anticomunistas. Se les
creía bajo palabra. Después la URSS ha estallado y los discípulos de Gorbachov
han podido hacerse con los archivos soviéticos. En 1990, los historiadores soviéticos
Zemskov y Dugin han publicado las estadísticas inéditas del Gulag. Contenían
las llegadas y las salidas, consignadas hasta el último hombre. Consecuencia
inmediata: estos libros de cuentas han permitido arrancarle la máscara
científica a Conquest. En 1934, Conquest ha contado 5 millones de internados
políticos. De hecho, sólo eran 127.000 y 170.000. El número exacto de todos los
detenidos en campos de trabajo, políticos y de derecho común confundidos, eran
510.307. El conjunto de todos los detenidos, sólo habían entre un 25 y un 33%
de políticos. Y es que... a estos últimos, Conquest les ha sumado 4,850.000...
iUn pequeño detalle!
Anualmente,
Conquest ha dicho que había una media de 8 millones de detenidos en esos
campos. Y Medvedev de 12 a 13 millones. En realidad, el número de detenidos
políticos ha oscilado entre un mínimo de 127.000 en 1934 y máximo de 500.000
durante los dos años de guerra de 1941-1945. Las cifras reales han sido pues
multiplicadas por 16 a 26. Allí en donde se encontraban una media de 236.000 y
315.000 detenidos políticos, ¡Conquest se ha "inventado" 7,700.000
más! Seguramente un leve error estadístico marginal. Pero, ien nuestros libros
escolares y en los periódicos, no encontramos la cifra real de los 271.000, pero
SI la calumnia de 8,000.000!
Conquest,
el estafador, pretende que en 1937-38, durante la "Gran purga", los
campos se han llenado de 7 millones de "políticos", y que había
habido 1 millón de ejecuciones y 2 de muertos. De echo, de 1936 a 1939, el
número de detenidos en los campos ha aumentado en 447.789 personas (pasando de
839.406 a 1,317.196). Un factor de falsificación del 14. En dos años, los
fallecidos se cifran en 115.922 y no en 2,000.000. Allí en donde 116.000
personas han fallecido por diversas causas, Conquest le adjunta 1.884.0
"víctimas de estalinismo".
El
ideólogo de Gorbachov, Medvedev, hacia estado de cuentas de 12 a 13 millones de
personas en los campos; bajo el liberal Khruschev, sólo quedaban 2 millones: y
todos de derecho común. En realidad, del tiempo de Stalin, en 1951 -año que vió
el mayor número de detenidos en los Gulag- habían 1,948.158 de derecho común,
justos tantos como en el período Khruschev. El número real de los detenidos que
habían colaborado con los nazis, 334.538 han sido condenados por traición.
Según
Conquest, entre 1939 y 1953, hubo en estos campos un 10% de defunciones por
año, un total de 12 millones de "victimas del estalinismo". Una media
de 855.000 muertos por año. En realidad, la cifra real, en tiempo ordinario, es
de 49.000. Conquest a inventado un plus de 806.000 muertos por año. Durante los
4 años de guerra, cuando la barbarie nazi ha impuesto condiciones insoportables
a todos los soviéticos, la media de muertes era de 194.000. Así, en 4 años, los
nazis han causado la muerte de unos 580.0 muertos, puestos sobre las espaldas
de Stalin...
Werth,
que denuncia las falsificaciones de Conquest, se esfuerza también por mantener,
tanto como puede, el mito de los "crímenes estalinistas". "En 14
años (1934-47), un millón de muertos fueron registrados en un solo campo de
trabajo". Así que, Werth, él también, imete los 580.000 muertos
suplementarios, debidos a los nazis, sobre la cuenta del socialismo!
Retornemos
ahora a la depuración propiamente dicha: Una de la calumnias más corrientes,
lanzadas tanto por los trotskistas como por los grupos de extrema derecha,
afirma que la depuración intentó eliminar a la "vieja guardia
bolchevique". En 1934, habían 182.600 "viejos bolcheviques" del
Partido, es decir, militantes que habían ingresado lo más tarde en 1920. En
1939, se contaba con 125.000. La gran mayoría, el 69% seguían en el Partido.
Hubo en el curso de cinco años una pérdida de 57.000 personas, o sea un 31%.
Muchos habían muerto de causa natural, otros habían sido expulsados, otros
incluso ejecutados. Está claro que los "viejos bolcheviques" cayeron,
durante la depuración, no porque fuesen "viejos bolcheviques", sino a
causa de su comportamiento político (Getty, p.176). Tomemos nota también, de la
conclusión de Getty, al fin de su estudio sobre las Purgas: "Los datos
materiales indican que la "Ejovhchina", (la Gran Purga) debe ser
redefinida. No fue el resultado de una burocracia petrificada que eliminaba a
disidentes y destruía a viejos revolucionarios radicales. De hecho, es posible
que las Purgas fueran justamente todo lo contrario. No es imposible con los
datos disponibles argumentar que las Purgas fueron una reacción radical y hasta
histérica, contra la burocracia. Los funcionarios bien colocados fueron
destruidos desde arriba y desde abajo, en una oleada caótica de voluntarismo y
de puritanismo revolucionario" (209).
La
burguesía occidental y la depuración
La
depuración de 1937-38 consiguió globalmente su objetivo. Es verdad que hubieron
no pocos errores y de desgastes que no eran posible evitar vista la situación
interna del Partido. La mayoría de los hombres de la "quinta columna"
nazi cayó durante la depuración. Y cuando los fascistas atacaron a la URSS, se
encontraron con muy pocos colaboradores en el aparato del Estado y en el
Partido.
Cuando
uno oye a los socialdemócratas, a los demócratas-cristianos, a los liberales y
a otros burgueses hablar del "terror absurdo" de Stalin, uno quisiera
preguntarles en dónde estaban ellos y sus semejantes en 1940, cuando los nazis
ocuparon Bélgica y Francia. La mayoría de ellos aquí, en nuestra nación,
estaban denunciando la depuración de Stalin y apoyando activa o pasivamente al
régimen nazi desde el día que fue instalado. Cuando los nazis ocuparon Bélgica,
Henri De Man, presidente del Parido socialdemócrata belga, hizo una declaración
oficial felicitando a Hitler y para anunciar que la llegada de las tropas nazis
significaban ¡"La liberación de la clase obrera"! En su Manifiesto de
junio de 1940, Henri Le Man escribió en nombre del Partido obrero belga:
"La guerra ha arrastrado a la debacle al régimen parlamentario y la
plutocracia capitalista en su susodicha democracia. Para las clases
trabajadoras y para el socialismo, este hundimiento del mundo decrépito, lejos
de ser un desastre, es una liberación. La vía está libre para las causas que
resumen las aspiraciones del pueblo: la paz y la justicia social" (210).
En
el curso de la historia, nos machaca los oídos con toda clase de ataques
calumniosos contra Stalin, ¡y no somos capaces de recordar que el presidente
del Partido socialista belga, gran crítico de la depuración estaliniana, aclamó
a los nazis en Bruselas! Es un hecho bien establecido que no sólo Henri De Man,
sino también Achille Van Acker, futuro Primer ministro de la Bélgica
"democrática", colaboraron con los nazis desde su entrada en
Bruselas. Cuando uno oye a estas personas decir que la depuración organizada
por Stalin era "criminal" y "absurda", uno lo comprende.
Ellos que se preparaban a colaborar con los nazis, eran de la misma familia que
la mayor parte de las "víctimas de la depuración". En Francia
también, la gran mayoría de los parlamentarios socialistas votaron los plenos
poderes a Petain y han ayudado así a poner en marcha el régimen colaboracionista
de Vichy. Por otra parte, cuando los nazis ocuparon Bélgica, la resistencia era
prácticamente inexistente. Las primeras semanas y los primeros meses, no hubo
resistencia notoria. La burguesía belga, casi en bloque, colaboró. Y la gran
masa siguió y aceptó pasivamente la ocupación. El francés Henri Amouroux pudo
escribir un libro titulado "Cuarenta millones de petainistas" (211).
Hagamos
la comparación con la Unión Soviética. Desde que los nazis han puesto su pie
sobre su territorio, han tenido que enfrentarse a militares y civiles decididos
a luchar hasta la muerte. La depuración había sido acompañada de una campaña
permanente de preparación política e ideológica de los trabajadores a la guerra
de resistencia por su Estado soviético. La vigilancia anti-nazi era la base de
esta campaña. En su libro sobre el Ural, el ingeniero americano Scott describe
bien cómo esta campaña política se ha desarrollado en las fábricas de
Magnitogork. Nos informa de cómo el Partido explicaba la situación mundial a los
obreros, en los periódicos, en las conferencias, a través de películas y de
obras de teatro. Habla del impacto profundo de esta educación sobre los
obreros. Fue gracias, entre otras cosas, a la campaña de depuración y de
educación que la acompañó de donde el pueblo soviético ha encontrado la fuerza
para resistir. Si no hubiese habido esta voluntad decidida de oponerse por
todos los medios a los nazis, es evidente que los fascistas hubiesen tomado
Leningrado, Moscú y Stalingrado. Si la quinta columna nazi se hubiera
mantenido, habría encontrado apoyo entre los derrotistas y capituladores del
Partido. Con la dirección estaliniana derribada, la URSS habría capitulado como
lo hizo Francia. Una victoria nazi en la URSS hubiese comportado inmediatamente
y como efecto, que la tendencia pro-nazi en el seno de la burguesía inglesa
-siempre poderosa después de la caída de Chamberlain-, hubiese pasado sobre
Churchill. Y los nazis probablemente hubiesen dominado al mundo.
CAPITULO VIII
El
papel de Trotski en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
En
el curso de los años treinta, Trotski se convirtió en el mayor experto mundial
del anticomunismo. Sus ambiciones desmesuradas por dirigir al Partido
bolchevique y al Estado soviético a partir de sus concepciones individuales y
mencheviques, le habían llevado al fracaso más absoluto. Rencoroso y vengativo,
se lanzó, después de su destierro de la Unión Soviética, a un combate ciego
contra todas las decisiones y proyectos del partido bolchevique y de su
principal dirigente, Stalin. Como conocía perfectamente a los medios dirigentes
bolcheviques y con algunos mantenía vínculos clandestinos, Trotski llegó a ser
el propagandista anticomunista más hábil y eficaz de esa época. En el curso de
los años 193540, por sus rabiosas maniobras antibolcheviques, hizo el juego a
los peores enemigos del socialismo, es decir, al nazismo alemán y al
imperialismo americano.
Hoy
día, aún es interesante observar cómo los ideólogos de la derecha y de la
extrema derecha juegan sistemáticamente a la carta de su "favorito"
Trotski contra Stalin y buscan, en las obras de Trotski, las armas contra el
Partido bolchevique de Stalin. En 1982, en el momento en que Reagan predicaba
la nueva cruzada anticomunista, Henri Bernard, profesor emérito de la Escuela Real
Militar belga, publicaba una obra popularizando un mensaje urgente: "Los
comunistas de 1982 son los nazis de 1939. Somos más débiles hoy frente a Moscú
que antes de agosto de 1939 frente a Hitler" (Bernard Henri: El
comunismo y la ceguera occidental, éd. André Grisard, 1982, p.9). En él se
encuentran todos los clichés del Frente Nacional: "El terrorismo no es la
obra de algunos furiosos. En la fuente de todo, está la URSS y el aparato
clandestino del terrorismo internacional" (p.121). "El izquierdismo cristiano
es una llaga del Occidente" (p.123). "El sincronismo de los
manifestantes "pacifistas" muestra a la perfección como han sido
inspirados por Moscú" (p.122). "Los "paras" británicos que
han ido a morir por las Falklands (Malvinas, ndt) han demostrado que aún hay
valores morales en Occidente" (p.11). Etc, etc. Pero las tácticas que
utiliza un anticomunismo tan visceral son aún más interesantes. He aquí como
este hombre que no puede apreciar a un "cristiano izquierdista", se
alía alegremente con Trotski... "Lenin en el plano privado era como
Trotski un ser humano", escribe Henri Bernard. "Su vida sentimental
no estuvo falta de fineza. Trotski debía suceder normalmente a Lenin. Había
sido el principal artesano de la revolución de Octubre, el vencedor de la
guerra civil. A pesar de sus divergencias de opinión, Lenin siempre estuvo
lleno de afecto por Trotski y pensó en él como su sucesor. Encontraba a Stalin
demasiado brutal. En el plano interior Trotski se erigía contra el burocratismo
alarmante que paralizaba la maquinaria comunista. Artista, letrado,
inconformista y a menudo profético, Trotsky no podía entenderse con los
dogmáticos primarios del Partido. Hay nacionalismo en Stalin, sentimiento que
no existía ni en Lenin ni en Trotski. Con Trotski, los partidos comunistas
extranjeros podían considerarse como una fuerza al servicio exclusivo de un
orden social a imponer. Con Stalin, trabajaban en provecho del Kremlin y de su
política imperialista" (Bernard Henri, p.48-50). Vamos a presentar aquí
algunas tesis esenciales que Trotski avanzó en el curso de los años 1937-40, y
que ilustran bien la naturaleza de su combate anticomunista irreductible,
lanzando también una luz sobre la lucha de clases entre los bolcheviques y los
oposicionistas y sobre ciertos aspectos de la depuración de los años 1937-38.
"El
enemigo, es la nueva aristocracia, la nueva burguesía bolchevique..."
Para
Trotski, el enemigo principal se encontraba a la cabeza del Estado soviético:
la "nueva aristocracia" bolchevique, es la capa más antisocialista y
antidemocrática de la sociedad, una capa social que vive "como la
burguesía acomodada de los Estados Unidos" (!) He aquí sus intenciones.
"La burocracia privilegiada representa en el presente la capa más
antisocialista y las más antidemocrática de la sociedad soviética" (22 de
febrero 1937, Trotski, La lucha antiburocrática en la URSS ed. 10-18,
París, 1976, p.143144).
"Acusamos
a la pandilla dirigente de haberse convertido en una nueva aristocracia que
oprime y desvalija a las masas. (...) La capa superior de la burocracia lleva,
poco más o menos, la misma vida que la burguesía acomodada de Estados Unidos y
de otros países capitalistas" (14 de febrero de 1940, Trotski: La
lucha... p.281-284).
Este
lenguaje no se distingue en nada del utilizado por los jefes mencheviques, en
el momento en que luchaban con las armas en la mano al lado de los Ejércitos
blancos e intervencionistas. Ni, en principio, del lenguaje de la derecha
clásica y de los servicios de espionaje imperialistas.
Comparemos
a Trotski con los principales ideólogos del anticomunismo en los sindicatos
cristianos. P.J.S. Serrarens escribía hacia 1948: "Hay ya, gracias a
Stalin, de nuevo "clases" de gentes ricas". "Igual que en
la sociedad capitalista, la elite es recompensada con dinero y poder. Sólo
"Fuerza Obrera" es la que denuncia por su nombre a la
"aristocracia soviética". Este semanario la compara a la aristocracia
creada por Napoleón" (Serrares, Rusia y Occidente, C.I.S.C. Utrech,
sin fecha. p. 33 y 37). Después de la Segunda Guerra mundial, el sindicato
"Force Ouvriere", al cual Serrarens hace referencia, fue creado y
financiado por la CIA. El grupo trotskista de los "lambertistas" le
hacía la cama y además se encontraban siempre juntos. En esta época, la CISC,
tanto si se encontraba en Bélgica como en Italia, trabajaba directamente para
la CIA y para la defensa del sistema capitalista en Europa. Y para excitar a
los trabajadores contra el comunismo, no se molestaba en recurrir a una
demagogia "anticapitalista" repugnante, que habían cogido prestada de
los socialdemócratas y de los trotskistas: ¡en la URSS, hay una "nueva
clase de gente rica", una "aristocracia soviética"! De cara a
esta "nueva aristocracia que oprime a la masas", hay pues, a ojos de
Trotski, el buen pueblo, los "ciento sesenta millones de
descontentos". Este "pueblo" protege la colectivización de los
medios de producción y la economía planificada contra "los bandidos
estalinistas despóticos e ignorantes". En una palabra, fuera de los
"estalinistas", ¡todo el resto de la sociedad es sana y lleva a cabo
justas luchas! Escuchemos a Trotski: "De doce a quince millones de
privilegiados, he aquí el "pueblo" que organiza las paradas, las
manifestaciones y las ovaciones. Pero fuera de estos seres a sueldo, hay ciento
sesenta millones de descontentos. El antagonismo entre la burocracia y el
pueblo se mide por la severidad creciente de la reglamentación totalitaria. La
burocracia no puede ser aplastada más que por una nueva revolución
política" (14-2-1940, Trotski: Idem p.282). "La economía se planifica
sobre la base de la estatización y la colectivización de los medios de
producción. Esta economía estatista tiene sus leyes propias que se acomodan,
cada vez menos, al despotismo, a la ignorancia y al bandidismo de la burocracia
estaliniana" (24-3-40, Idem, p.216).
Ya
que el restablecimiento del capitalismo era imposible según el pensamiento de
Trotski, toda opción socialdemócrata, revisionista, burguesa y
contrarrevolucionaria era legítima, como lo era la lucha para
"proteger" a la colectivización de los medios de producción contra
"la nueva aristocracia". Con ello Trotski se convirtió en el portavoz
más pérfido de todas las fuerzas retrógradas, antisocialistas y fascistas.
Derrotado
políticamente, Trotski "hizo flechas de toda madera" para combatir al
comunismo. Acababa de declarar que la restauración capitalista era imposible,
porque no podía venir ni de los antiguos clases explotadoras, ni de los
oportunistas. Mientras tanto, tuvo otra ocasión para incitar a las masas a la
insurrección, y este individuo sin escrúpulos declaró que Stalin preparaba...
¡la restauración del capitalismo! "La contradicción social fundamental es
la que existe entre las masas traicionadas y la nueva casta aristocrática que
se prepara para restaurar la sociedad de clases" (20-12-1938, Trotski,
Idem. p.209).
Bolchevismo
y fascismo...
Trotski
fue uno de los primeros en lanzar la idea de que el bolchevismo y el fascismo
son dos hermanos gemelos. Esta tesis fue muy popular en el curso de los años
treinta, sobre todo entre los partidos reaccionarios católicos. El Partido
comunista era su enemigo jurado y el partido fascista su competidor burgués más
temido. He aquí lo que dijo Trotski: "El fascismo gana victoria tras
victoria y su mejor aliado, el que le abre la puerta en el mundo entero, es el
estalinismo" (Trotski, abril 1838. Aparato, 239). "En
realidad, nada distingue los métodos políticos de Stalin de los de Hitler. Pero
la diferencia de los resultados sobre la escena internacional salta a la
vista" (24-3-40, Trotski: La lucha, p.161-162) "Una parte
considerable cada vez más importante del aparato soviético está formado por
fascistas que aún no se han reconocidos como a tales. Identificar al régimen
soviético en su conjunto con el fascismo, es un error histórico grosero. (...)
Pero la simetría de las superestructuras políticas, la similitud de los métodos
totalitarios y de los tipos psicológicos son evidentes. (...) La agonía del
estalinismo es el espectáculo más horrible y el más odioso de la historia de la
humanidad" (17-3-38, Trotski: La lucha, p.161-162).
Trotski
presenta aquí una de las primeras versiones de un tema esencial -que después
fue la base de la agitación de la CIA y de los fascistas en el curso de los
años cincuenta-, el del "fascismo rojo". Utilizando la palabra
"fascismo", Trotski intentaba darle la vuelta al odio que sentían las
masas por la dictadura terrorista del gran capital, para dirigirla contra el
socialismo. Después de 1944-45, todos los jefes nazis alemanes, húngaros,
croatas y ucranianos que se "pasaron" a Occidente, se colocaron la
máscara "democrática", y llenaron de elogios a la "democracia"
americana, la nueva potencia hegemónica, el soporte principal de todas las
fuerzas retrógradas y fascistas del mundo. Estos "antiguos"
fascistas, fieles a su pasado criminal, han desarrollado el tema: "el
bolchevismo, es el fascismo pero en peor". Notemos también que es en el
momento en que el fascismo se había lanzado ya a la guerra (guerra de Etiopía y
de España, anexión de Austria y Checoslovaquia), cuando Trotski afirmaba que el
¡"el espectáculo más horroroso y odioso" sobre la tierra es "la
agonía del socialismo"!
Derrotismo
y capitulación frente a la Alemania nazi
Trotski
se convirtió en el principal propagandista en la Unión Soviética del derrotismo
y del espíritu de capitulación. Él, que hablaba demagógicamente de la
"revolución mundial" para ahogar mejor a la revolución soviética.
Trotski retoma la idea de que en caso de agresión fascista contra la URSS,
Stalin y los bolcheviques "traicionarán" y que bajo su dirección, la
derrota de la URSS no ofrecía la menor duda. He aquí las tesis sobre este propósito.
"La
situación militar en Rusia soviética es contradictoria. De un lado, tenemos una
población de 170 millones de habitantes despertados por la mayor revolución de
la historia, que posee una industria de guerra más o menos desarrollada. Del
otro lado, tenemos un régimen político que paraliza a todas las fuerzas de esta
nueva sociedad. Estoy seguro de una cosa: el régimen político no sobrevivirá a
la guerra. El régimen social, que es la nacionalización de la producción, es
incomparablemente más potente que el régimen político, que es despótico. Los
representantes del régimen político, la burocracia, están espantados ante la
perspectiva de la guerra porque saben mejor que nadie que no sobrevivirán a la
guerra en tanto que régimen" (23-6-1939, Trotski: La lucha,
p.257-259).
De
nuevo, tenemos de un lado a "los 170 millones", los
"buenos" ciudadanos que todos han sido despertados gracias a la
revolución. Uno se pregunta por quién, si no es por el Partido bolchevique y
por Stalin, pues: la gran masa campesina no estaba precisamente
"despierta" en el curso de los años 19211928... Estos "170
millones" poseedores de una industria de guerra desarrollada", ¡qué
es sino el resultado de la política de industrialización y la colectivización,
propuestas por Stalin y realizadas gracias a su voluntad de hierro, que ha
posibilitado crear en un tiempo récord las empresas de armamento! Gracias a su
línea correcta, a su voluntad, a su capacidad de organización, el régimen
bolchevique ha despertado a todas las fuerzas populares de la sociedad,
mantenidas hasta entonces en la ignorancia, la superstición y el trabajo
individual primitivo. Este régimen bolchevique ¡¿paralizaba a todas las fuerzas
de la sociedad, según decía el provocador en que se ha convertido Trotski?! Y
Trotski hizo una de sus numerosas y locuaces profecías: ¡estaba seguro de que
el régimen bolchevique no sobreviviría a la guerra! Así, reencontramos en
Trotski dos temas de una propaganda muy apreciada por los nazis: el
antibolchevismo y el derrotismo.
"Berlín
sabe perfectamente hasta que grado de desmoralización la pandilla del Kremlin
ha arrastrado al Ejército y a la población en su lucha por su propia
autopreservación. (...) Stalin continúa minando la fuerza moral y la
resistencia del país en general. Los carreristas sin honor ni conciencia sobre
los cuales se ve cada día más obligado en apoyarse, traicionarán al país en los
momentos difíciles" (12-3-1938, Trotski, Llamamiento, p.234).
En
su odio hacia el comunismo Trotski incita así a los nazis a la guerra contra la
URSS. Él, el "refinado conocedor", informa a los nazis de que tienen
todas las bazas para ganar la guerra contra Stalin: el Ejército y la población
están desmoralizados (¡falso!), Stalin mina la resistencia (¡falso!), los estalinistas
capitularán desde el principio de la guerra (¡falso!).
En
la Unión Soviética, esta propaganda trotskista tuvo sus efectos. Incitó al
derrotismo y al espíritu de capitulación, a la idea de que la victoria del
fascismo era ineluctable con una dirección tan podrida e incapaz. También
empujó a "insurrecciones" y a atentados para eliminar a los
dirigentes bolcheviques "que iban a traicionar en los momentos
difíciles". En efecto, una dirección de la que se afirma categóricamente
que no sobrevivirá a la guerra, podía fácilmente ser derrotada desde el
comienzo del conflicto. Por lo tanto, los grupos antisoviéticos y oportunistas
podían probar la ocasión. En los dos casos, las provocaciones de Trotski
ayudaron directamente a los nazis.
Trotski
y el complot de Tujachevski
En
el capítulo consagrado al complot militar de Tujachevski, hemos demostrado que
existía realmente una amplia oposición anticomunista entre los cuadros del
Ejército Rojo. La actitud de Trotski hacia esta realidad es muy significativa.
He aquí las tomas de posición de Trotski en el proceso Tujachevski.
"Debo
decir aquí cuales fueron mis relaciones con Tujachevski. Nunca tomé en serio
las convicciones comunistas de este antiguo oficial de la Guardia." "Los
generales lucharon por defender la seguridad de la Unión Soviética contra los
intereses personales de Stalin" (6-3-1938, Aparato, p.197 y 201). "El
Ejército tenía necesidad de hombres capaces, honestos, como los economistas,
los científicos, hombres independientes y de espíritu abierto. Todo hombre o mujer
con espíritu independiente entra en conflicto con la burocracia y la burocracia
debe decapitar a toda la sección para mantenerse asimismo. (...) Un buen
general, como Tujachevski, tiene necesidad de asistentes, de otros generales a
su alrededor y él aprecia a cada hombre por su valor intrínseco. La burocracia
tiene necesidad de hombres dóciles, bizantinos, esclavos, y estos dos tipos de
hombres entran siempre en conflicto, en donde sea." (23-7-1939, Trotski: La
lucha, p.258-259). "Tujachevski y con él la flor de los cuadros
militares, han muerto en lucha contra la dictadura policíaca, contra los
oficiales del Ejército Rojo. Por sus cualidades sociales, la burocracia militar
no es naturalmente mejor que la burocracia civil. La burocracia, tomada en su conjunto,
reúne entre sus manos dos funciones: el poder y la administración. Estas dos
funciones justamente, han llegado hoy a una contradicción aguda. Para asegurar
una buena administración, es necesario liquidar al poder totalitario".
"Qué puede significar pues, la nueva dualidad de mando: ¿la primera etapa
de la descomposición del Ejército Rojo y el comienzo de una nueva guerra civil
en el país? Los comisarios de nueva formación significan un control de la
pandilla bonapartista sobre la administración militar y civil, y a través de
ella, sobre el pueblo. Los comandantes actuales han surgido del Ejército Rojo,
están indisolublemente ligados a él. Por el contrario, los comisarios son
reclutados entre los hijos de los burócratas que no tienen ni experiencia revolucionaria,
ni conocimientos militares, ni capital ideológico. Es el tipo acabado de
carrerista de la nueva escuela. No están llamados a mandar, sino que les han
encargado la "vigilancia", es decir la observación policíaca sobre el
ejército. Los comandantes les demuestran un odio bien merecido. El régimen de
la dualidad de mandos se transforma en lucha entre policías políticos y el
ejército, en donde el poder central está del lado de la policía." "El
desarrollo del país, y en particular el crecimiento de sus nuevas necesidades,
es incompatible con el lodo totalitario; por esto se manifiestan tendencias a
rechazar, a cazar y a expulsar a la burocracia fuera de todos los campos de la
vida. En los dominios de la técnica, de la enseñanza, de la cultura, de la defensa,
las personas con experiencia, científicos, por autoridad rechazan
automáticamente a las personas de la dictadura estalinista que son en su
mayoría canallas incultos y cínicos del genero de Mekhlis y Ejov"
(3-71939, Trotski: La lucha, p.166-169).
En
primer lugar, Trotski se vio obligado a reconocer que Tujachevski y sus
semejantes no tienen nada de comunistas: antaño, Trotski, había caracterizado a
Tujachevski como un candidato a un golpe de Estado militar de tipo Napoleón.
Por otra parte, por las necesidades de su cerril lucha contra Stalin, Trotski
niega la existencia de una oposición burguesa, contrarrevolucionaria en la
cabeza del Ejército. De hecho, él apoya a toda la oposición contra Stalin y los
núcleos bolcheviques, comprendido al propio Tujachevski, Alksnic, etc. Trotski
lleva a cabo una política de frente único con todos los anticomunistas en el
seno del Ejército. Esto demuestra claramente que Trotski no podía llegar al
poder más que aliándose con todas las fuerzas de la contrarrevolución. Trotski
afirma que todos aquellos que combaten a Stalin y a la dirección del Partido en
el seno del Ejército, se preocupan efectivamente de la seguridad del país;
mientras que los oficiales que son leales al Partido defienden la dictadura de
Stalin y los intereses personales de éste último.
Uno
queda perplejo al constatar que el análisis hecho por Trotski sobre la lucha en
el seno del Ejército Rojo, se parece como dos gotas de agua al presentado por
Roman Kolkowicz en su estudio sobre el ejército americano. En primer lugar,
Trotski toma posiciones contra todas las medidas del Partido para ejercer su
control político sobre el Ejército Rojo. En particular, Trotski ataca la
reintroducción del sistema de comisarios políticos, que jugaron un papel
esencial como alma política de la guerra de resistencia antifascista, que eran
los que mantenían la moral revolucionaria a toda prueba y que ayudaron a los
jóvenes soldados a adoptar una orientación política clara en la extrema
complejidad de los problemas que iba poniendo la guerra. Trotski excita los
sentimientos elitistas y exclusivistas de los militares contra el Partido, con
el fin explícitamente mencionado de hacer estallar al Ejército Rojo y de
provocar una guerra civil. Después, Trotski se declara partidario de la
independencia y por lo tanto del "profesionalismo" de los oficiales,
diciendo que ellos son capaces, honestos y de un espíritu abierto, ¡en la
medida en que se oponen al Partido, claro está! Por lo tanto, ¡es evidente que
todos los elementos anticomunistas del género de Tokaíev, defendían sus ideas
disidentes burguesas en nombre de la independencia y del espíritu abierto!
Trotski
afirma que hay un conflicto entre el poder "estalinista" y la
administración del Estado, y él apoya a esta última. De hecho, la oposición
entre poder y administración que él evoca, es la oposición entre Partido
bolchevique y la burocracia del Estado. Como todo los anticomunistas del mundo,
Trotski coloca al Partido comunista la etiqueta insultante de
"burocracia". Cuando el verdadero peligro de la burocratización del
régimen se encontraba en las fracciones administrativas que no tienen nada que
ver con el ideal comunista, que buscan siempre desembarazarse del control
político e ideológico "sofocante" del Partido para poder emplazarse
por encima de la sociedad y adquirir privilegios y ventajas de todo género. El
control político del Partido sobre la administración militar y civil tiene como
principal objetivo combatir esas tendencias degenerativas de la
burocratización. Mientras Trotski declara textualmente que para asegurar una
buena administración del país, es necesario desembarazarse del Partido, se está
convirtiendo en el portavoz de las peores tendencias burocratizadoras en el
seno del aparato.
Pero
en general Trotski se posiciona como defensor del "profesionalismo"
de los cuadros militares, técnicos, científicos y culturales, dicho en pocas
palabras, de todos los tecnócratas que tendían a desembarazarse del control del
Partido, que querían "echar al Partido fuera de todos los dominios de la
vida", según el consejo de Trotski...
En
la lucha de clases por la que atravesó el Partido y el Estado en el curso de
los años treinta y cuarenta, la línea de demarcación estaba entre las fuerzas
que defendían la política leninista de Stalin y las que estimulaban el
tecnocratismo, el burocratismo y el militarismo. Estas últimas son las fuerzas
que lograron la hegemonía en la dirección del Partido, desde el golpe de Estado
de Khruschev.
Provocaciones
al servicio de los nazis
Trotski
había defendido la tesis de que para prepararse para la guerra de agresión
nazi, hacia falta derribar a Stalin y a los bolcheviques. Defendiendo esta
tesis, Trotski devino un instrumento al servicio de los hitlerianos.
Recientemente, durante un mitin en la ULB, un energúmeno aullaba: "¡Todo
esto son mentiras! Trotski ha proclamado siempre que defendía
incondicionalmente a la URSS contra el imperialismo."
Sí,
Trotski siempre defendió a la URSS... ¡a menos que uno acepte que destruir al
Partido bolchevique era la mejor preparación para defenderla! El punto capital
es que Trotski pregonaba la insurrección antibolchevique, de lo que no se
podían aprovechar el puñado de trotskistas, sino los nazis. Trotski podía
predicar la insurrección como la mejor defensa de la URSS, esto no cambia nada
el hecho de que llevaba a cabo una política anticomunista y que movilizaba a
todas las fuerzas anti-socialistas. No hay duda de que los nazis fueron los
primeros en apreciar esta "defensa de la URSS".
Veamos
las declaraciones exactas de Trotski sobre la "mejor defensa de la
URSS": "Yo no puedo estar "por la URSS" en general. Yo
estoy con las masas trabajadoras que han creado la URSS y contra el
burocratismo que ha usurpado los beneficios de la revolución". "Es el
deber de un verdadero revolucionario declarar francamente y abiertamente:
Stalin prepara la derrota de la URSS" (20-9-1938, Trotski: La lucha,
p.209 y 211). "La principal fuente del peligro para la URSS en las
condiciones actuales está representado por Stalin y su oligarquía de la que él
es su jefe. La lucha contra esta gente está para mi, inseparablemente ligada a
la defensa de la URSS" (13-3-1940, Trotski: La lucha, p.294-297).
"El antiguo Partido bolchevique fue transformado en un aparato de casta.
(...) Contra el enemigo imperialista, defenderemos a la URSS con todas nuestras
fuerzas. Mientras tanto, las conquistas de la Revolución de Octubre no servirán
al pueblo si éste no se muestra capaz de actuar contra el burocratismo
estalinista como lo hizo antes contra el burocratismo zarista y la
burguesía" (mayo 1940, Trotski: La lucha, p.301-303). "Sólo
una insurrección del proletariado soviético contra la infame tiranía de los
nuevos parásitos puede salvar lo que subsiste aún de los fundamentos de la
sociedad, de las conquistas de Octubre. En este sentido, y sólo en este,
defenderemos la Revolución de Octubre contra el imperialismo, fascista o
democrático, contra el burocratismo staliniano y sus "amigos" a
sueldo" (14-11-1938, Trotski, La lucha, p.205-206).
En
estas citas, resurge claramente que las palabras "defenderemos a la URSS
contra el imperialismo" son pronunciadas por un anticomunista que se ve
obligado a decirlas si quiere tener la menor posibilidad de hacerse escuchar
por las masas decididas a defender en cuerpo y alma al régimen socialista. Pero
sólo personas políticamente ciegas pueden equivocarse sobre el sentido de esta
"defensa". En efecto, es de esta forma como los traidores y los
enemigos sermonean la defensa: "Stalin traicionará, prepara la derrota; es
necesario para ello eliminar a Stalin y a la dirección bolchevique para poder
defender a la URSS". ¡Tal propaganda les venía muy bien a los nazis!
Trotski
"defiende" a la URSS... pero, no a la URSS de Stalin y del Partido
bolchevique. Pretender que "defenderá a la URRS con todas sus
fuerzas", ¡¿quiere decir con algunos militares adeptos de los que disponía
en la URSS?! Pero en la espera, ¡esos pocos millares de marginados deben
esforzarse en provocar una insurrección contra Stalin y el partido bolchevique!
¡Con tal "defensa" no hace falta el enemigo!
Hasta
un anticomunista endurecido como Tokaíev estimaba que este propósito de Trotski
hacía el juego a los agresores alemanes. Tokaíev es un anticomunista, pero
partidario del imperialismo inglés. Al principio de la guerra, se hacía las
reflexiones siguientes: "Los pueblos de la URSS, guiados por sus
sentimientos elementales de cara a un peligro mortal, se identificaron con el
régimen de Stalin. Las fuerzas opuestas se dieron la mano en un movimiento
espontáneo: en general se pensaba: aliarse hasta con el diablo para vencer a
Hitler. Por esta razón, llevar a cabo una oposición contra Stalin no era sólo
perjudicial para el frente internacional contra las Potencias de Eje, sino que
significaba también tomar una actitud antagónica hacia los pueblos de la
URSS" (Tokaíev, p.188).
Al
aproximarse la Segunda Guerra mundial, la principal obsesión de Trotski, sino
la única, fue la de derrotar al Partido bolchevique en la Unión Soviética. Esta
tesis era también la de toda la extrema derecha mundial: "el que defienda
directa o indirectamente a Stalin y al Partido bolchevique, es el peor enemigo
del socialismo." He aquí las declaraciones de Trotski: "El
burocratismo reaccionario debe ser y será derribado. La revolución política en
la URSS es invencible" (13-1-1938, Trotski: La lucha, p.159-160).
"Sólo la derrota de la pandilla bonapartista del Kremlin puede permitir la
regeneración de la potencia militar de la URSS. (...) La lucha contra la
guerra, el imperialismo y el fascismo exigen la lucha sin cuartel contra el
estalinismo cubierto de crímenes. Quien directa o indirectamente defienda al
estalinismo, cualquiera que guarde silencio sobre sus traiciones o exagere la
potencia de su ejército, es el peor enemigo de la revolución, del socialismo y
de los pueblos oprimidos" (10-10-1938, Trotski: La lucha, p.188).
En
la feroz lucha de clases que se desarrollaba a escala mundial entre el
imperialismo y el socialismo, entre el fascismo y el bolchevismo, sólo los ideólogos
más derechistas del imperialismo francés, inglés y americano, y los ideólogos
fascistas podían defender la tesis según la cual quien defendiera "directa
o incluso indirectamente" al estalinismo, es "el peor enemigo".
Trotski
propaga el terrorismo y la insurrección armada
Después
de 1934 y de forma constante, Trotski predicaba el aplastamiento de los
bolcheviques por el terrorismo y la insurrección armada.
En
abril de 1938 Trotski reemprendió una idea que propagó desde 1935: "es
inevitable que haya un atentado contra Stalin y los otros dirigentes
bolcheviques". Con la punta de su lengua, continuó afirmando que el
terrorismo individual no formaba parte de las tácticas leninistas. Pero, verá
usted, "las leyes de la historia nos dicen que atentados y actos de terror
contra los gángsters como Stalin son inevitables." Luego, seguía afirmando
que el terror individual es un programa "demasiado limitado" para la
IV Internacional. Pero, como la IV Internacional se reducía en la URSS a
algunos grupitos sin apoyo de las masas trabajadoras, estaba claro que hasta
este programa "limitado" del terrorismo individual estaría
probablemente por debajo de sus fuerzas. He aquí en que términos Trotski
propagaba el terror individual: "Stalin destruye al Ejército y pisotea al
país. El odio se acumula a su alrededor, y una venganza terrible está
suspendida sobre su cabeza. ¿Un atentado? Es posible que ese régimen, que, bajo
el pretexto de la lucha contra el terrorismo, ha exterminado a todas las
mejores cabezas del país, llame finalmente contra él al terror individual. Pero
la IV Internacional no tiene nada que ver con la desesperación y la venganza
individual, ya que es demasiado limitada para nosotros. (...) Por lo tanto,
como la suerte personal de Stalin nos interesa, no podemos hacer otra cosa que
esperar que viva el tiempo suficiente para poder ver derrumbarse su sistema.
Porque no habrá que esperar demasiado" (abril de 1938, Trotski: Aparato,
p.239).
Así
que para los trotskistas no era "contrario a las leyes de la
historia" que se intente matar a Stalin, Molotov, Jdanov, Kaganovitch,
etc. por un atentado. Es una manera "inteligente" y "hábil"
por parte de la organización trotskista para hacer "pasar" su mensaje
terrorista. No dicen, "organizad atentados"; dicen: "la venganza
terrorista contra Stalin se inscribe en las leyes de la historia".
Recordemos que en los medios anticomunistas que frecuentaba Tokaíev y Alexander
Zinoviev, discutían a menudo la preparación de atentados contra los dirigentes
bolcheviques. He aquí a qué fuerzas intentaba "inspirar" Trotski con
sus llamamientos.
Trotski
alterna sus llamamientos al terrorismo individual con la propaganda de las
insurrecciones armadas contra el poder bolchevique. En general, utiliza la
fórmula velada e hipócrita de "revolución política". Durante un
debate con el trotskista Mandel, en 1989, dijimos que Trotski predicaba la
lucha armada contra el régimen soviético. Mandel montó en cólera y gritando,
dijo que eso era una "mentira estalinista", puesto que la "revolución
política" quiere decir revolución popular pero pacífica. Esta anécdota es
ejemplar de la duplicidad a la cual deben recurrir sistemáticamente los
anticomunistas profesionales ya que su tarea principal consiste en infiltrarse
en los medios de izquierdas. Aquí, Mandel quería adular a los pacifistas del
público ecologista frente al cual hablábamos. He aquí el programa de lucha
armada antibolchevique, avanzado por Trotski: "El pueblo ha vivido tres
revoluciones, ha derribado a la monarquía zarista, a la nobleza y a la
burguesía. En un cierto sentido, la burocracia soviética reúne en el presente
los rasgos de todas esas clases derribadas, pero sin tener sus raíces sociales,
ni sus tradiciones. Sólo puede defender sus privilegios monstruosos por el
terror organizado". "No se puede asegurar la defensa del país de otra
forma que destruyendo a la pandilla autocrática de los saboteadores y los
derrotistas" (3-7-38, Trotski: La lucha, p.165 y 169).
Como
verdadero contrarrevolucionario, Trotski pretende que el socialismo reúne los
rasgos opresivos del zarismo, de la nobleza y de la burguesía. Pero -según él-
¡el socialismo no tiene una base social tan amplia como tenían estos regímenes
explotadores! Las masas antisocialistas podrán, por lo tanto, fácilmente derribarlo.
De nuevo, es un llamamiento a todas las fuerzas reaccionarias a tomar por
asalto este régimen detestable y precario y realizar la cuarta revolución.
En
septiembre de 1938, Austria había sido anexionada. Es en el mes de Munich,
cuando el imperialismo inglés y francés dieron luz verde a Hitler para la
ocupación de Checoslovaquia. En su Nuevo Programa de Transición, Trotski
desarrolla las tareas que su organización, que confiesa que "es
extremadamente débil en la URSS", debe cumplir en este país. Y escribe:
"Es imposible la realización de este Programa sin haber podido derribar
antes a la burocracia que se mantiene por la violencia y la falsificación. Sólo
la sublevación revolucionaria victoriosa de las masas oprimidas puede regenerar
al régimen soviético y asegurar la marcha adelante hacia el socialismo. Sólo la
IV Internacional es capaz de llevar a las masas soviéticas hacia la
insurrección".
Esta
cita nos dé un buen ejemplo de esta duplicidad. En 1932-33 Trotski dijo que uno
de los "crímenes principales" de los estalinistas alemanes fue el
haber rechazado el frente con los socialdemócratas contra el fascismo. Ahora
bien, en 1932, la socialdemocracia defendía con uñas y dientes al régimen
capitalista y rechazó todas las propuestas de unidad anticapitalista avanzadas
por el Partido comunista alemán. Pero, estamos ahora en 1940 y la Segunda
Guerra mundial ya había comenzado desde hacía 8 meses. Y en este momento
preciso, el gran especialista del "frente unido", Trotski, propone al
Ejército Rojo ¡iniciar una insurrección contra el régimen bolchevique!
Escribiendo en una Carta abierta dirigida a los trabajadores soviéticos:
"El objetivo de la IV Internacional es el de regenerar a la URSS
purgándola de su burocratismo parasitario. Esto sólo puede ser hecho que de una
sola forma: por los obreros, los campesinos, los soldados del Ejército Rojo y
los marinos de la Flota roja que deben sublevarse contra la nueva casta de
opresores y parásitos. Para preparar este levantamiento de masas, es necesario
un nuevo partido, la IV Internacional" (mayo 1940, Trotski: La lucha,
p. 301-303).
En
el momento en que Hitler preparaba ya sus planes de guerra contra la URSS, el
provocador Trotski llama al Ejército Rojo a sublevarse y dar un golpe de
Estado. ¡Un acontecimiento similar habría creado un desorden tan monstruoso que
hubiese abierto el país entero a los fascistas!